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El mundo merovingio
Conocemos el estado social y político de los francos, antes de que éstos invadieran la
Galia, por la ley sálica cuya primera redacción fue anterior a Clodoveo. En ella se
advierte que el pueblo franco se mantenía fiel a sus normas tradicionales.
Políticamente, el rey era jefe del Estado y detentaba el poder ejecutivo; pero, para
resolver los asuntos importantes y promulgar las leyes, necesitaba la aprobación del
pueblo.
La esclavitud era muy corriente bajo los merovingios y abstecía un rentable tráfico
comercial. Los esclavos podían ser guerreros capturados durante una expedición
militar, o ser esclavos de nacimiento u hombres libres que habían sido condenados a
la esclavitud por deudas que no podían pagar.
El esclavo no tenía ningún derecho. En general, se les trataba bien puesto que
formaban parte integrante de la familia.
La iglesia consideraba que si ante la mirada de Dios todo hombre libre o esclavo era
igual al día del Juicio Final, en la vida diaria ella autorizaba y empleaba también a
esclavos. (…)Para identificar a un esclavo los romanos utilizaban un tatuaje en vez de
la marca al hierro candente. Bajo los merovingios, esta práctica desapareció debido a
la proscripción hecha por la iglesia.
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Un esclavo podía también emanciparse por medio del ejército. En efecto,
contrariamente a los romanos, el pueblo germánico usaba de buen grado a los
esclavos que acompañaban a sus amos al combate. Por supuesto, el amo podía
liberar según su parecer al esclavo.
Por último, algunos esclavos podían huir y simplemente pedir a la Iglesia el derecho
de asilo. En este caso, si el derecho se le concedía, el esclavo se convertía en un
individuo libre pero obligado hasta su muerte al servicio a la iglesia.
Existen también, bajo los merovingios, los letes, es decir, antiguos presos de guerra a
quienes los francos instalaron sobre una tierra para cultivarla. No podían dejar esa
tierra y debían pagar no sólo un impuesto específico, el litimonium, sino que acudían
regularmente a prestar un servicio militar. Es necesario recordar el destino excepcional
de una esclava anglosajona vendida al alcalde del palacio de Neustria. El rey
Clodoveo II se enamoró de ella y la desposó. Fue la gran reina Batilde.
Progresivamente, tal como ocurre con el rey, la aristocracia franca establece una red
de fieles o de clientela que, a cambio de la protección de potentes y ricos personajes,
se recomendaban a ella y le aportaban su ayuda. La recomendación o commendatio
es un contrato entre hombres libres en el cual un hombre se pone voluntariamente
bajo la protección de otro hombre libre hasta la muerte de uno de los dos contratantes.
Para agradecer un servicio a alguno de sus fieles, un aristócrata podía, con carácter
vitalicio, ceder una parcela de su tierra. Estas prácticas, muy extendidas en la Galia
merovingia, forman en verdad el núcleo del vasallaje en la Edad Media. El vasallaje
merovingio se basa en una doble herencia romana, pero también germánica.
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no podía tener a un ejército permanente, debido al enorme e insoportable coste que
habría generado su mantenimiento sobre el tesoro real, se reunía sobre la
convocatoria real, el hériban. A partir de la proclamación del hériban, cada conde
convocaba a todos los hombres libres y válidos en sus circunscripciones.
En la sociedad franca primitiva, el rey o es más que un jefe de guerra, que extiende su
autoridad sobre una o varias tribus. Es elegido, en teoría, por todos los guerreros
libres, de hecho por sus compañeros de armas solamente, los leudes. Este carácter
electivo de la realeza, que se mantiene, por ejemplo, en la España visigoda,
desaparece muy pronto en la Galia, Clodoveo fue un rey elegido, pero a partir de su
muerte, el trono se hizo hereditario. El rey manda, pero también tiene derecho a juzga.
No existe distinción alguna entre el patrimonio privado y el patrimonio público. (…) Las
alianzas dinástico-matrimoniales fueron una práctica muy común entre los reinos
romano germánicos. Mediante estas alianzas se buscaba ampliar los territorios, los
tesoros y las conexiones políticas. Los jefes germanos tenían la costumbre de la
poligamia, costumbre que mantendrán hasta el siglo IX. Entre los merovingios este
aspecto se observa en varios casos. Clodoveo, el fundador del reino católico, tuvo dos
mujeres, una concubina y la princesa Clotilde.
La aristocracia merovingia tiene un doble origen. Por un lado los compañeros del rey
que son guerreros afianzados. Por otro, los miembros de la antigua nobleza
galorromana, que por su cultura y su formación jurídica entran a formar parte del
gobierno. En el transcurso del tiempo estas dos noblezas llegarán a fundirse.
Los antrustiones y los nutriti constituyen el séquito del rey. El término scara, es el
que designa al ejército franco permanente. El rey dispone también de una guardia de
guerreros de élite encargados de su protección personal. Son los anstrustiones. A
cambio de un juramento de fidelidad absoluta y ciega, llamado el truste (fidelidad), el
rey les concede su protección, y se compromete a mantenerlos. Este juramento de
hombre a hombre resume y constituye el esbozo de lo que más tarde será el
juramento de vasallaje.
El rey acoge también a jóvenes guerreros francos con el fin de formarlos en el arte de
la guerra. En efecto, con regularidad, numerosos jóvenes aristócratas eran
adiestrados, junto con los príncipes, en la Corte real, donde recibían una educación a
la vez física e “intelectual”. Se les llamaba “nutriti”, es decir los “alimentados”.
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Por último, el rey está rodeado asimismo por grandes aristócratas. Los leudes, que
prestan también un juramento de fidelidad al rey o al conde. (…) Con el fin de fidelizar
a los leudes, que al compás de las guerras civiles merovingias cambiaban
regularmente de bando, sobre todo durante las guerras civiles merovingias cambiaban
regularmente de bando, sobre todo durante las guerras civiles, el rey utilizaba su poder
de gracia, o gratia, es decir, recompensando los servicios de sus fieles, concediendo
tierras, dinero o nombrándolos para altos cargos administrativos.
Los reyes merovingios disponen del derecho del ban real, es decir, el poder de mandar
y de castigar. Este poder no conoce ninguna restricción, se aplica a todos y en todos
los ámbitos: político, administrativo, militar, judicial, monetario, fiscal, económico, etc.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que este derecho se ejercía a veces de modo
oral. La orden oral el rey, inequívoca, no podía ser falsificada y se repetía entonces a
todos. Pero el que no lo había oído podía no creerse obligado a someterse. Ésta es la
razón por la que la monarquía reanudó la escritura latina para difundir los edictos
reales. No obstante, ningún rey merovingio pudo gobernar como monarca absoluto o
déspota ya que, no disponiendo de una administración perfeccionada debía apoyarse
en la aristocracia local, y, en particular, en el obispo, para transmitir sus decisiones y
hacer aplicar sus decretos.
Una de las más importantes funciones reales consistía en garantizar una justicia
equitativa. Por supuesto, ante los innumerables litigios locales, el rey delegaba este
poder en el conde que presidía en su nombre, se trata del Mall (del latín mallus,
tribunal). Pero al rey le corresponde el veredicto final cuando el asunto era
especialmente importante.
A partir del siglo VII los mayordomos se encargarían de la administración central del
reino.
Cuando Gondovaldo intentó usurpar el trono, elige dejarse crecer el cabello para
afianzar su legitimidad. (…) La titulación real de los francos adopta las formas romanas
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a semejanza del título que llevaba el emperador de Roma, y esto sucede a partir del
reino de Clodoveo I. Este último recibió el título de cónsul, en el 508, y también de
Princeps. Más tarde sus hijos añadirían el título de Rex francorum. Por último hay que
añadir que algunos historiadores altomedievales otorgaron a la dinastía merovingia un
carácter mítico, que enlazaba a los merovingios con los descendientes de los reyes de
Troya. Según ellos, Francus, nieto del rey troyano Priam, llegó a huir de Troya
entonces en llamas y, contrariamente a su hermano Enéas que se dirigió hacia Italia
para sentar las bases de lo que pasará a ser Roma, Francus se dirigió hacia
Germania. De hecho, según la leyenda, los francos y los romanos serían pueblos
hermanados, para gran gloria de los reyes merovingios.
La administración central
El chambelán, o cubicularius, tenía por función ser el aposentador del rey. Era la
persona que se codeaba más a menudo con el soberano y le prodigaba consejos. Su
importancia era crucial tanto más porque tenía bajo sus órdenes al tesorero real.
Además del refrendario y del tesorero, estaba el conde del palacio (comes palatii),
gran funcionario que tenía el privilegio de presidir la corte y el tribunal del palacio en
ausencia del rey y que aplicaba en última instancia la justicia real.
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El come stabuli era el conde encargado de los establos del palacio. Esta función no
era anodina puesto que es gracias al mantenimiento de los caballos como el rey y su
personal podían desplazarse rápidamente.
Pero el cargo administrativo más importante era el de alcalde del palacio. En origen, el
mayordomo es el intendente de palacio encargado de controlar los domestici, es
decir, las personas responsables de la explotación y la gestión de las tierras
personales del rey. Pero poco a poco su función se transforma así como su título. Es
progresivamente major palatii (alcalde del palacio) cuya función es la de encargarse
de la vigilancia de todo el personal del palacio y de la administración real. (…) Una de
las dinastías de alcaldes más famosa fue la familia de los Pipínidas.
La administración provincial
Los más altos funcionarios provinciales son los duques encargados de administrar en
nombre del rey una provincia distante y a menudo turbulenta o de una provincia que
comprende varios condados.
Por último, los pagenses eran notables locales influyentes, agrupados en torno al
conde y que podían desempeñar el papel de testigo en las asambleas. Además,
teniendo una importante influencia sobre la población local, desempeñaban un gran
papel en la recaudación fiscal.
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proceden en primer lugar de su patrimonio, el fiscus. Es la principal y más rentable
fuente de sus ingresos.
Además de las rentas de sus dominios, el rey percibe tributos que impone a los
vencidos, como a los frisones o a los bretones. Finalmente, la última fuente de
ingresos es el botín acumulado en los saqueos durante las numerosas guerras de
conquista y las guerras civiles.
A tal efecto, los reyes merovingios multiplicaron los documentos contables que
enumeraban los nombres de lugares y los nombres de las personas que explotaban
estas parcelas de tierra y el importe del arrendamiento en especie.
Por otra parte, ¿cómo evaluar precisamente la riqueza de una persona sin catastro o
sin declaración de rentas? Esto suscitaba inevitablemente peleas interminables y
permitía un fraude considerable. Por último, como los merovingios eran incapaces de
crear regularmente nuevos catastros, se abandonó poco a poco el impuesto sobre la
tierra. De hecho, el impuesto directo era inaplicable sobre todo teniendo en cuenta que
el clero combatió estos impuestos directos de un modo enérgico. Los obispos
pretendían obtener exenciones fiscales sobre sus bienes eclesiásticos y eximir a los
habitantes de su ciudad con el fin de mantener su prestigio y su autoridad. Done los
impuestos directos encontraban la más exacerbada oposición era en la población,
cuyo recuerdo de la pesada fiscalidad romana había generado la fuga de los
contribuyentes y el abandono de las tierras, las revueltas de los Bagaudes, y la
desesperación de millares de campesinos arruinados por el estado.
Los reyes merovingios desarrollaron sobre todo unos impuestos indirectos que incluían
distintos gravámenes fácilmente recaudables en lugares como los puentes, las
carreteras, los ríos. Son los derechos de aduanas y el tonlieux. El tonlieux era un
impuesto sobre las mercancías percibido a la entrada de cada ciudad o cada puerto,
excepto en algunas ciudades que tenían exenciones.