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Usos del lenguaje socio-político en los 7 Ensayos de Mariátegui

Segundo Montoya Huamaní1


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
sersocial30@gmail.com

Sumilla: el artículo busca mostrar los usos del lenguaje socio-político en los 7
Ensayos de Mariátegui a través de una metodología analítica basada en el
último Wittgenstein. Específicamente sobre una serie de términos, categorías y
enunciados relativamente problemáticas, por su falta de tematización,
ambigüedad, interpretación y compromisos ideológicos dentro de la literatura
marxista europea-latinoamericana. Las categorías discutibles, por analizar, que
emplea Mariátegui y los continuadores de su pensamiento son: marxismo,
clase social, poder, revolución, revisionismo, estado, ideología, dialéctica,
materialismo, entre otros. Nuestra lectura se inscribe dentro de la tradición
filosófica inglesa denominada «marxismo analítico» —que buscaba exponer
con «fidelidad» y rigor lo que dijo Marx y no los marxistas—, propuesta por
Gerald Cohen a fines de 1970. Bajo esa misma línea o clave de interpretación
es que intentamos desarrollar un «marxismo mariateguiano analítico» que
muestre lo que dijo Mariátegui y no los mariateguianos.

Palabras claves: marxismo, lenguaje, juegos, analítica, Mariátegui, política,


Latinoamérica.

1. Metodología de lectura analítico-pragmática en los 7 ensayos

Denominamos «metodología analítico-pragmática al procedimiento


basado en el último Wittgenstein, el cual consiste en prestar la debida atención
a la diferencia y multiplicidad de «juegos de lenguaje»2 por medio del ejercicio

1
Cursa la Maestría y es licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es
coautor de dos libros: Entorno a Pedro Zulen (2014) y Repensando a Augusto Salazar Bondy (2015).
Trabaja para la Revista de Filosofía Iberoamericana SOLAR, es miembro del Comité Consultivo de la
Cátedra José Carlos Mariátegui y miembro del Grupo de Estudios de Filosofía Peruana y Latinoamericana
«Pedro Zulen».
2
de esclarecimiento de los usos3 de términos y enunciados, es decir,
examinando la función que cumplen las palabras y a partir de dicha función
determinar su significado dentro de un contexto. En efecto, el significado de un
texto social, político y literario como los 7 ensayos está determinado por el
contexto lingüístico y social, es decir, las convenciones lingüísticas, los actos
deliberados de comunicación, el diálogo con sus interlocutores y el vocabulario
socio-político marxista que corresponde a un espacio y época histórica,
específicamente Lima en el Perú en las primeras décadas del siglo XX. En
consecuencia, intentamos leer el texto en su contexto porque somos
conscientes de que ningún análisis o interpretación relevante puede
constituirse sin usos, convenciones y estilos de lenguajes disponibles en una
época dada. En suma, se busca identificar y describir los diversos y
heterogéneos usos de términos (nociones y categorías) en un lenguaje
particular: el «juego de lenguaje» socio-político marxista-mariateguiano a lo
largo de los 7 Ensayos, los términos por analizar son: «poder», «estado»,
«nación», «clases sociales», «revolución», etc.
Aparentemente el camino trazado es el más seguro y confiable, sin
embargo surge un problema en relación a la naturaleza de los «juegos de
lenguaje» que líneas arriba hemos podido tan solo intuir. Pero no lo hemos
definido porque el concepto de «juego» es borroso4 y no podría ser delimitado5
por una definición o por una figura exacta puesto que este concepto es ya un
«juego de lenguaje» más. Como diría Wittgenstein en las Investigaciones
filosóficas:

3
Cfr. el parágrafo 7, p. 25 de las Investigaciones filosóficas donde identifica los «usos de palabras» con
«juegos de lenguaje»; también el parágrafo 1, p.19 a propósito del ejemplo del tendero, se pregunta por
el significado de la palabra «cinco» y responde: «No se habla aquí en absoluto de tal cosa; solo de cómo
se usa la palabra “cinco”».
4
Cfr. el parágrafo 71, p. 91 de las Investigaciones filosóficas pues ella declara que el concepto de
«juego» es borroso, oscuro, vago e impreciso: «puede decirse que el concepto de juego es un concepto
de bordes borrosos. —“¿Pero es un concepto borroso en absoluto un concepto?”— ¿Es una fotografía
difusa en absoluto una figura de una persona? Sí; ¿puede siempre remplazarse con ventaja una figura
difusa por una nítida? ¿no es a manudo la difusa lo que justamente necesitamos?
5
Cfr. el parágrafo 70, donde efectivamente declara la ausencia de una definición o figura exacta para el
concepto de «juego»: «ʺpero si el concepto de ´juego´ está falto de delimitación, entonces no sabes en
realidad lo que quieres decir con ´juego´ˮ. —Si doy la descripción: “el suelo estaba totalmente cubierto
de plantas”— ¿querrás decir que no sé de qué hablo mientas no pueda dar una definición de planta?»
«¡Tú cortas por lo fácil! Hablas de todos los juegos de lenguaje
posibles, pero no has dicho en ninguna parte qué es lo esencial de un
juego de lenguaje, y, por tanto, del lenguaje. Qué es común a todos
esos procesos y los convierte en lenguaje, o en partes del lenguaje…»
(Wittgenstein, 2002: 85 [65]).

Mariátegui no tematiza, no explicita ni define el «poder» per se porque, entre


otras razones, no fue un intelectual académico universitario preocupado por
esclarecer, sistematizar, definir conceptos y redactar textos filosóficos stricto
sensu. Su quehacer primordial era el periodismo crítico o militante, que se deja
notar, sobre todo, después de su viaje a Europa, donde consolida su
aprendizaje del marxismo. De modo que, al no hallar una noción manifiesta del
«poder», pero sí los usos de la palabra «poder» en contextos lingüísticos
diferentes, recurrimos también al análisis de otras categorías y figuras socio-
históricas que forman parte de su lenguaje político en los 7 Ensayos: estado,
nación, iglesia, clases sociales, raza, etc. El análisis de estas categorías y
figuras son tratadas como insumos teóricos que nos permitirán explicitar la
noción de poder y encarar los problemas, que fueron el leitmotiv o razón de ser
de esta investigación, a saber: ¿Qué significa «poder» en el uso mismo de la
palabra «poder» en los 7 Ensayos de Mariátegui? ¿Podemos definir el poder
como objeto, atributo, potencia, estructura, fuerza o relación en base al análisis
de los juegos del lenguaje político mariateguiano? ¿La analítica el poder en los
7 Ensayos nos conduce a pensar que el poder está localizado en algún lugar
privilegiado o es detentado por los individuos o por alguna clase social? ¿Qué
relación hay entre el poder, las clases sociales y el aparato del Estado? ¿El
poder es un mecanismo de orden, vigilancia, control, prohibición y represión, es
decir, un mecanismo disciplinario? ¿Si el poder reprime es “negativo”? ¿Qué
relación hay entre los juegos del lenguaje del poder en Marx y Mariátegui?

I. Analítica del «poder» en los 7 Ensayos de Mariátegui

Para responder a estas y otras cuestiones hemos rastreado y seleccionado los


párrafos donde Mariátegui hace uso múltiple y heterogéneo de la palabra
«poder» a lo largo de los 7 Ensayos. Leamos a continuación lo que dice el
Amauta.

Para que este orden funcionase más o menos embrionariamente tenía


que constituirse una clase capitalista vigorosa. Mientras esta clase
se organizaba, el poder estaba a merced de los caudillos militares. El
gobierno de castilla marcó la etapa de solidificación de una clase
capitalista. Las concesiones del estado y los beneficios del guano y
el salitre crearon un capitalismo y una burguesía. Y esta clase, que se
organizó luego en el “civilismo”, se movió muy pronto a la conquista
del poder. […] Fortalecieron el poder de la costa. Estimularon la
sedimentación del Perú nuevo en la tierra baja (Mariátegui, 2008: 51).

El poder «estaba a merced de…» significa que Mariátegui concibe el


poder como «objeto», «propiedad» o «atributo» principalmente de las clase
sociales, aunque eso depende del contexto nacional o internacional en el que
se dan las relaciones de poder. En el contexto nacional son las clases que
conquistan y conservan el poder, temporalmente, mediante la organización de
un Partido (civilista, aprista, etc.) o por medio de un golpe militar. Por lo tanto,
el poder es transitorio, no hay acceso al poder sin Partido o por golpe de
estado y no hay poder fuera de las clases sociales; y, dado que no es posible
dicho poder al margen de las clases y la organización de Partidos. Por lo tanto,
el poder se define en términos de «objeto», «instrumento» o «entidad»
«manipulable» por una clase social según cuales sean sus intereses. Por otro
lado, ¿qué entiende, Mariátegui, por el «poder en la costa»? Creemos que se
refiere a la posición geopolítica privilegiada de la costa, específicamente de la
capital, por concentrar la administración económica y política de los principales
recursos, en comparación con la sierra y selva, que dependen de un poder
centralista.

El poder volvió a caer, como después de la independencia, en manos


de los jefes militares, espiritual y orgánicamente inadecuados para
dirigir el trabajo de reconstrucción económica (Ibídem: 52).
El poder «volvió a caer en manos de…» significa que el poder es un
«objeto», «propiedad» o «atributo» de carácter transferible y manipulable de
(«las manos de») una clase social a otra, aunque esta clase sea incapaz
sanear y reparar la economía.

La gradual superación del poder británico por el poder norteamericano


(Ibídem: 54).

Cuando Mariátegui dice «poder británico» significa que el poder es un


«atributo» o «cualidad» no solo y únicamente de las clases sociales, sino,
también, de los países. Es decir, se describe como un país «A» (Inglaterra) y
un país «B» (EE.UU.), se disputan el poder sobre un país «C» (Perú), donde
«A» será desplazado de su hegemonía, gradualmente, por «B» sobre «C». Por
esa razón Mariátegui señala más adelante6 como la balanza comercial de
nuestro país comienza inclinarse a favor del capitalismo norteamericano para
los años 1920-1930, fecha que coincide con el gobierno de Leguía. Pues la
historia de nuestro país y sus instituciones está atravesada por relaciones
semicoloniales de dependencia y dominación desde la conquista española,
pasando por el Virreinato y durante la República.

El juez, el subprefecto, el comisario, el maestro, el recaudador, están


enfeudados a la gran propiedad. La ley no puede prevalecer contra
los gamonales. El funcionario que se obstinase en imponerla sería
abandonado y sacrificado por el poder central, cerca del cual son
siempre omnipotentes las influencias del gamonalismo, que actúan
directamente o a través del parlamento, por una y otra vía con la
misma eficacia (Ibídem: 64-65).

El “poder central” es geopolíticamente el “poder de la costa”, y el poder de la


costa consiste en concentrar la administración económica, política y jurídica del
país, a merced del poder soberano del Estado y de clase social dominante.

6
Por esa razón, los funcionarios están subordinados y dependen del poder
centralista de la costa o Lima.

La aristocracia latifundista de la Colonia, dueña del poder, conservó


intactos sus derechos feudales sobre la tierra, y por consiguiente,
sobre el indio (Ibídem: 72).

Que un grupo, estamento, caudillos o clase social sea “dueña del poder”
significa que el poder es “objeto de apropiación” o que le “pertenece” a alguien
o algo. Por consiguiente, el poder es inteligible y definible si y solo si en
relación a las clases, estamentos, grupos sociales, caudillos, estados o países
que lo detentan temporalmente.

Pero para que la revolución demoliberal haya tenido estos efectos,


dos premisas han sido necesarias: la existencia de una burguesía
consciente de los fines y los intereses de sus acción y la existencia
de un estado de ánimo de revolucionario en la clase campesina y,
sobre todo, su reivindicación del derecho a la tierra en términos
incompatibles con el poder de la aristocracia terrateniente (Ibídem:
92).
La expresión “el poder de” la aristocracia, describe básicamente dos cosas, la
posesión y la procedencia u origen del poder, que en este caso específico
pertenece o procede de la clase social aristocrática terrateniente.

La primera gozaba sin producir y tenía el poder y fuero del hidalgo;


era la aristocracia compuesta en su mayor parte de españoles y de
muy pocos americanos. La segunda gozaba, ejerciendo
tranquilamente su industria y comercio, era la clase media que se
sentaba en los cabildos (Ibídem: 92).

Una vez más, el uso del término “poder” en el discurso de Mariátegui


aparece vinculado estrechamente al de clase social, pero, también, está
relacionado con el vocablo “fuero” que significa leyes, códigos o normas
concedidos por un soberano a un pueblo o territorio.
Pero como, de otro lado, dejaba intacto el poder y la fuerza de la
propiedad feudal, invalidaba sus propias medidas de protección de la
pequeña propiedad y del trabajador de la tierra (Ibídem: 93).

«Dejaba intacto el poder» es un enunciado que en el discurso político


podría significar que alguien (una clase) o algo (un político) no altera o modifica
el régimen del poder porque el poder es un objeto, entidad o cosa que no se ha
tocado o manipulado. Pero la palabra “fuerza” aparece enlazada a la palabra
“poder” a través de una “y”, conjuntiva, lo cual es indicador de que ambas
palabras estarían significando lo mismo porque de las dos se predica lo mismo.
Es decir, tanto el “poder” como la “fuerza” se hallaban intactos e inalterados.
Por lo tanto, se podría definir el poder como fuerza para dominar o controlar.

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