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LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

Magistrado ponente

STC9253-2017
Radicación n.° 11001-22-03-000-2017-01221-01
(Aprobado en sesión de veintiocho de junio de dos mil diecisiete)

Bogotá, D. C., veintiocho (28) de junio de dos mil


diecisiete (2017)

Decide la Corte la impugnación formulada respecto


de la sentencia proferida el 1° de junio de 2017, aclarada el
día 15 de los mismos, por la Sala Civil del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Bogotá, en la acción de tutela
promovida por Karen Lorena Merchán Buitrago contra el
Fiscal General de la Nación, trámite al cual se vinculó a la
Fiscalía Décima Especializada Adscrita a la Vicefiscalía
General de la Nación.
Radicación n.° 11001-22-03-000-2017-01221-01

1. ANTECEDENTES

1. La tutelante exige la protección de los derechos al


buen nombre, honra e “(…) intimidad personal y familiar
(…)”, presuntamente conculcados por la autoridad
convocada.

2. Para sustentar su queja, expone que es hija de


Fernando Merchán Murillo, quien en vida fungió como
guarda de seguridad del Edificio EQUUS 66, donde el 4 de
diciembre de 2016 ocurrieron los actos por los cuales fue
condenado Rafael Uribe Noguera.

Sostiene que el Fiscal General de la Nación, el día 13


de los mismos, a través de Cable Noticias TV S.A.S.,
expresó:

“(…) [A]dvertimos que el vigilante no manifestó la verdad ante la


Fiscalía (…) y tampoco las anotaciones que hizo en el libro de
ingreso corresponden estrictamente a la verdad, había
conocimiento y por supuesto (…) coparticipación por parte del
vigilante (…). [Y, en igual data, ante] Noticias Caracol [adujo:]
‘El vigilante tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo en
el piso en el que ocurrió esta circunstancia y por supuesto había
coparticipación por parte del vigilante del edificio (…)”.

Tras el deceso de su progenitor, el 17 de enero de


2017 le pidió a la titular de la Fiscalía Décima
Especializada, le

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“(…) certificara si dentro de la actuación que se adelantaba en


contra (…) de Rafael Uribe Noguera o (…) [frente a] sus
hermanos Francisco y Catalina Uribe Noguera, se ha[bía]
ventilado el nombre de [su padre] como posible autor del delito
de favorecimiento por encubrimiento de los hechos que dan
cuenta de la muerte de la niña J.S. el día 4 de diciembre de
2016 (…)”.

Con oficio de 30 de enero siguiente, dicha funcionaria


le informó que Merchán Murillo “(…) NO ostenta la calidad
de indiciado ni de imputado (…)”. Enseguida, demandó la
aclaración de esa manifestación para que se precisara

“(…) si desde la fecha de la ocurrencia de los hechos (…) por los


cuales se aperturaron l[as causas] mencionad[a]s (…), hasta el
fallecimiento del Sr. Fernando Merchán Murillo, [éste] fue
indiciado, vinculado o imputado por esos hechos (…)”.

Frente a lo anterior, le comunicaron que el


prenombrado “(…) NO HA SIDO indiciado, vinculado o
imputado (…)”.

Con apoyo en las contestaciones precedentes, le


solicitó al Fiscal General de la Nación rectificar las “(…)
afirmaciones inexactas [suministradas por él] a los medios
de comunicación (…)”; no obstante, esa autoridad, el 23 de
marzo de 2017 se negó a hacerlo porque tales declaraciones
se dirigieron a explicar “(…) el avance de la investigación
que se encontraba adelantando la Fiscalía (…), las que no
concluyeron por extinción de la acción penal con ocasión del
fallecimiento del señor Merchán Murillo (…)”.
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2017-01221-01

Asevera que el proceder del funcionario querellado


lesionó los derechos invocados, así como la presunción de
inocencia de su padre, pues las aserciones de aquél
constituyeron “(…) una sentencia condenatoria, no un
avance de la investigación donde se deja[ra] claro que
consistía en una hipótesis (…)”.

Añade que tal situación “(…) al final (…) induj[o a su


progenitor] al suicidio (…)” y expresa que incluso la
entrevista practicada a éste, se tuvo en cuenta para
condenar a Rafael Uribe Noguera (fls. 1 al 3, cdno. 1).

3. Pretende, en concreto, imponerle al tutelado


realizar “(…) un acto público de desagravio donde se retracte
de las afirmaciones [criticadas] (…) y (…) reconozca el
respeto a la presunción de inocencia (…)” (fl. 7, cdno. 1).

I.1. Respuesta del accionado y vinculada

a) El Fiscal General de la Nación se opuso a la


prosperidad de la salvaguarda, por cuanto no ha
quebrantado garantías fundamentales. Manifestó que las
declaraciones materia de censura no correspondieron

“(…) a una calificación de responsabilidad penal del señor


Fernando Merchán (…). Por el contrario, [aquéllas se hicieron]
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en el marco de sus funciones, simplemente informó a la opinión


pública los avances de la investigación que se adelantaba en
aquél momento contra (…) Rafael Uribe Noguera (…)”.

Destacó que no conculcó la prerrogativa a la


intimidad, pues los hechos delictivos acaecidos, “(…) no
hacían parte (…) de [la] esfera personal (…)” de Merchán
Murillo. Acotó que para la data de sus aserciones, el
prenombrado “(…) hacía parte de una investigación penal,
razón por la que su dicho sería objeto de juicios de valor a lo
largo de las distintas instancias (…)” y anotó que dentro de
sus funciones como servidor público se incluye el “(…)
derecho/deber de difundir o expresar información
oficialmente relevante (…)”.

Expuso que las contestaciones brindadas a la gestora


por la Fiscalía Décima Especializada evidenciaban “(…) una
circunstancia objetiva (…)[, pues lo que frustró el
procedimiento respecto de su padre fue su deceso, cuestión]
no relacionada con las declaraciones (…)” censuradas, las
cuales se limitaron a dar cuenta de los avances de la
investigación y a “(…) presenta[r] (…) una hipótesis
investigativa (…), ratificada (…) en la sentencia proferida
contra el señor Rafael Uribe Noguera (…)”, por cuanto allí se
concluyó:

“(…) que (i) el señor Merchán (…) no dijo la verdad, (ii) las
minutas del edificio no correspondían a la verdad; y (iii) habría

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habido conocimiento de lo sucedido el día del homicidio de la


menor de edad (…)”.

Precisó, entonces, que la teoría señalada la puso en


conocimiento de los medios de comunicación con apoyo en
los resultados de las pesquisas, toda vez que de la
entrevista realizada a Merchán Murillo, los registros de
video de las cámaras de seguridad y la “(…) minuta de
registro de novedades (…)” se colegían sus faltas a la verdad
(fls. 43 al 56, cdno. 1).

b) La Fiscalía Décima Especializada Adscrita a la


Vicefiscalía General de la Nación aceptó haberle respondido
a la solicitante sus petitorios, indicándole que su progenitor
no fue “(…) indiciado, vinculado o imputado (…)” en las
causas penales seguidas a Rafael Uribe Noguera y los
hermanos de éste.

Con todo, aseveró que el alcance de sus


contestaciones no es el pretendido por aquélla, pues no se
expidió una certificación de los decursos, por lo cual no
hubo “(…) ningún pronunciamiento o valoración en relación
con los medios de conocimiento recaudados en las
investigaciones (…)”, relacionados con Merchán Murillo.

Afirmó que la defunción del padre de la gestora,


impidió “(…) ordenar actos de investigación tendientes a

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determinar un posible compromiso de su responsabilidad


(…)”, situación que, igualmente, imposibilitó

“(…) esclarecer las inconsistencias advertidas en [la] entrevista


[del fallecido] y en la información consignada (…) en la minuta
de guardia, así como las circunstancias en las que tuvo contacto
con (…) Rafael Uribe Noguera, según dan cuenta los registros
de video de las cámaras de seguridad del edificio Equus 66
(…)” (fls. 57 al 59, ídem).

I.2. La sentencia impugnada

El Tribunal accedió a la protección exigida y le ordenó


al Fiscal General de la Nación

“(…) que dentro de los 20 días siguientes a la notificación de


[esa] providencia, reali[zara] los actos necesarios para rectificar
en los mismos medios de comunicación, Cable Noticias y
Noticias Caracol, la declaración que rindió el pasado 13 de
diciembre (…)”.

Lo anterior, por cuanto estimó el menoscabo del


derecho al buen nombre, pues la citada autoridad efectuó
un juicio de imputación de responsabilidad al advertir que
Merchán Murillo había coparticipado en lo ocurrido el 4 de
diciembre de 2016, cuando la Fiscalía Décima afirmó la
ausencia de investigaciones en relación con aquél, quien ni
siguiera “(…) estuvo vinculado formalmente a la
investigación (…)” (fls. 62 al 67, cdno. 1).

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I.3. La impugnación

a) El Fiscal General de la Nación impugnó


señalando, en síntesis, que el a quo constitucional
desconoció los argumentos ventilados al contestar esta
acción e incurrió en “inconsistencias” al interpretar lo
aducido por la Fiscalía Décima Especializada, pues ésta
indicó la imposibilidad de

“(…) desplegar más actos investigativos tendientes a esclarecer


las inconsistencias advertidas en la entrevista dada por el
señor Fernando Merchán Murillo, no porque para el momento de
las declaraciones (…) no existieran hipótesis investigativas o
medios probatorios que condujeran a la posible responsabilidad
del señor Merchán Murillo, sino porque con su muerte se
configuró una circunstancia de carácter objetivo que
‘necesariamente impidió ordenar actos de investigación
tendientes a determinar un posible compromiso de
responsabilidad o el grado de conocimiento que pudo obtener en
relación con los hechos (…)” (fls. 57 al 73, cdno. 1).

b) La Fiscalía Décima Especializada Adscrita a la


Vicefiscalía General de la Nación recurrió el fallo memorado
acotando que Merchán Murillo no fue vinculado a las
causas penales de los hermanos Uribe Noguera “(…) por
imposibilidad jurídica de hacerlo (…)”, lo cual no significa
“(…) que se hubiera establecido que no hubo responsabilidad
de [éste], ni mucho menos que se decidiera suspender el
avance en esas hipótesis investigativas (…)”. Advirtió que,
incluso, en la sentencia condenatoria de Rafael Uribe
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Noguera, con sustento en las pruebas recopiladas por la


Fiscalía, se determinó:

“(…) ‘[S]e puede inferir [de los actos del señor Uribe Noguera]
que fueron dirigidos a asegurar la impunidad de su conducta:
(…) Le indicó al celador Fernando Merchán Murillo que
impidiera el acceso al apartamento 603 de cualquiera de sus
copropietarios y que negara su presencia en él ante cualquier
persona que lo indagara (…)’. Contrastada la anterior
información con la minuta de ingreso al edificio (…) se evidencia
que, en efecto, el señor Fernando Merchán siguió las
instrucciones que le impartió (…) Uribe Noguera y mintió sobre
su presencia en el inmueble. Al respecto señala la minuta: A
esta hora entró la señora Catalina Uribe al apartamento 603.
Ella tiene las llaves, el apartamento está solo (…). [De igual
modo,] en la digitalización de los videos de seguridad del
edificio (…) se observa de manera clara el cuerpo de la niña (…)
en el asiento delantero derecho de la camioneta de (…) Uribe
Noguera (…) [y] de acuerdo con (…) las cámaras de seguridad
(…) al momento del ingreso de (…) Uribe Noguera, el señor
Fernando Merchán se dirigió al parqueadero, se ubicó en el
borde del ascensor de vehículos (…), justo frente al vidrio
panorámico de la camioneta (que no es polarizado) y esperó a
que la camioneta descendiera hasta el sótano y se retirara de la
plataforma (…). No obstante lo anterior, es decir, pese a que
incluso en los videos de seguridad se evidencia la presencia de
la niña (…), en la entrevista rendida por el señor Merchan a la
Policía, este manifestó: (…) En ningún momento se observa que
[Uribe Noguera] ingrese con alguien (…)” (subraya del texto)

Destacó, entonces, que la ausencia de calidad de


procesado de Merchán Murillo no se sigue de la falta de
elementos materiales probatorios sino de su fallecimiento,
por tanto, “(…) era razonable y tenía todo su fundamento,
que el Fiscal General hubiese hecho las declaraciones
registradas por Caracol y Cable Noticias (…)”. Además, anotó
que de su contestación a este amparo no se infería

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“(…) que la presunta participación del señor Merchán en los


hechos delictivos no haya sido una hipótesis investigativa, ni
que esa hipótesis no haya sido explorada, ni que al momento en
el que el Fiscal General se pronunció, esa hipótesis investigativa
no estuviera abordándose (…)”.

Por último, indicó que acoger la postura del Tribunal

“(…) implicaría a su vez, que el juzgado de conocimiento


tampoco pod[ía] pronunciarse sobre las inconsistencias en el
testimonio y la minuta suscrita por el señor Merchán, como
consecuencia de su fallecimiento. Lo cual desconoce los
derechos de las víctimas del caso a conocer la verdad de lo
ocurrido y de la ciudadanía en general a estar informadas del
proceder de las autoridades públicas (…)” (fls. 81 al 83,
cdno. 1).

2. CONSIDERACIONES

1. La promotora censura, puntualmente, las


declaraciones realizadas por el Fiscal General de la Nación
el 13 de diciembre de 2016 ante algunos medios de
comunicación, por cuanto, en su criterio, con ellas se
lesionaron los derechos al buen nombre, honra e “(…)
intimidad personal y familiar (…)” de ella y su difunto padre,
Fernando Merchán Murillo.

2. Sobre la primera de las prerrogativas enunciadas,


la Corte Constitucional ha señalado:

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“(…) el derecho al buen nombre ha sido definido por la Corte


como un derecho-valor, referido a la salvaguarda de toda
persona a una buena opinión o fama, adquirida como
consecuencia de su trayectoria y acciones, por lo que guarda
una estrecha relación con la dignidad humana y otros derechos
de rango superior. En otras palabras, está referido al concepto
que los demás se forman sobre un individuo, es decir, su
reputación, la cual se ve afectada cuando de manera personal o
a través de los medios de comunicación, se divulga información
falsa o errónea, o se utilizan de expresiones ofensivas o
injuriosas que conlleva a que el prestigio social se distorsione
afectando su imagen personal. (…) Asimismo, la jurisprudencia
de este Tribunal ha señalado que ‘difícilmente puede
considerarse violado el derecho al buen nombre o a la honra
cuando es la persona directamente quien le ha impuesto el
desvalor a sus conductas y ha perturbado su propia imagen
ante la colectividad’. Es decir, que en eventos en que el
individuo con su actuar ha perdido su prestigio o la aceptación
de la que gozaba en sociedad, mal podría pretender callar las
voces que expresan su realidad (…). En ese orden, tratándose
de la vulneración al buen nombre de una persona por
divulgación de información, le corresponde al juez de tutela
valorar la situación fáctica que se le presenta, analizando si las
afirmaciones divulgadas son falsas, equivocadas o contrarias al
prestigio que el individuo [h]a construido con su actuar,
situación en la cual debe proceder al restablecimiento y
protección del derecho (…)”1 (subraya fuera de texto).

En cuanto a la segunda, la mencionada Colegiatura


expresó:

“(…) Los artículos 2° y 21 superiores establecen el derecho a la


honra y el deber de las autoridades públicas de protegerlo. Al
respecto, este Tribunal ha manifestado que alude al valor
intrínseco del individuo frente a sí mismo y ante la sociedad, el
cual debe ser protegido para lograr una correcta apreciación de
este dentro de la colectividad (…). A pesar de la similitud que
guarda con el derecho al buen hombre, la honra está referida a
“la estimación o deferencia con la que, en razón a su dignidad
humana, cada persona debe ser tenida por los demás

1
Corte Constitucional, sentencia T-546 de 11 de octubre de 2016, criterio también esbozado
en las sentencias T-050 de 2016, T-277 de 2015, T-634 de 2013, T-437 de 2004 y SU-1723
de 2000, entre otras.
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miembros de la colectividad que le conocen y le tratan (…). [L]a


afectación del derecho a la honra, necesariamente, conlleva la
vulneración del buen nombre y la dignidad humana, al difundir
información tendenciosa o parcializada encaminada a menguar
la integridad del individuo, evento en el cual, el juez de tutela
deberá verificar en el caso concreto el contenido de la
divulgación y sus efectos sobre la dignidad de la persona (…)”2.

El derecho a la intimidad se compone de un conjunto


de niveles o instancias que fluyen de lo interno a lo externo
y viceversa, los cuales demarcan baremos para determinar
qué es aquéllo que puede ser conocido, divulgado o
comunicado por o ante terceros. La Corte Constitucional el
punto lo adoctrinó en la siguiente forma:

“(…) [C]omprende distintos grados: (i) el personal, referido a la


salvaguarda del derecho a ser dejado solo y poder guardar
silencio, lo cual implica que ningún individuo debe divulgar o
publicar aspectos íntimos de su vida, salvo que lo autorice; (ii)
familiar, que alude al secreto y a la privacidad en el núcleo
familiar, una de cuyas principales manifestaciones es el
derecho a la inmunidad penal: “nadie podrá ser obligado a
declarar contra sí mismo o contra su cónyuge, compañero
permanente o parientes dentro del cuarto grado de
consaguinidad, segundo de afinidad o primero civil”; (iii) social,
referida a las relaciones del sujeto en un entorno social
determinado, por ejemplo “las sujeciones atinentes a los
vínculos laborales o públicos derivados de la interrelación de
las personas con sus congéneres en ese preciso núcleo social, a
pesar de restringirse -en estos casos- el alcance del derecho a
la intimidad, su esfera de protección se mantiene vigente en
aras de preservar otros derechos constitucionales
concomitantes, tales como, el derecho a la dignidad humana”; y
(iv) gremial, relacionada con las libertades económicas que
“involucra la posibilidad de reservarse -conforme a derecho- la
explotación de cierta información, siendo, sin lugar a dudas,

2
Corte Constitucional, sentencias T-050 de 2016, T-015 de 2015 y T-634 de 2013, entre
otras.
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uno de sus más importantes exponentes, el derecho a la


propiedad intelectual (C.P. art. 61) (…)”3.

La intimidad es una garantía subjetiva personalísima,


es un derecho fundamental. La Constitución democrática es
su redentora y su constante abrevadero. Empero, no puede
ser absoluto frente a los supremos ideales de verdad,
justicia y reparación. Por ello con acierto la Corte
Constitucional Colombiana ha concluido

“(…) que el derecho a la intimidad puede restringirse cuando se


cuente con el consentimiento libre de su titular o exista orden
dictada por la autoridad competente. En ese orden, la legítima y
adecuada divulgación o publicación de la información personal
debe observar los principios de: (i) libertad, en virtud del cual
los datos de una persona no pueden ser divulgados ni
registrados, salvo que medie el consentimiento del interesado o
exista un fin constitucionalmente legítimo; (ii) finalidad, el cual
supone que la publicación o divulgación de los datos personales
esté sustentada en un fin constitucionalmente legítimo; (iii)
necesidad, esto es si los datos que se van a revelar guardan
relación con un soporte constitucional: (iv) veracidad, que exige
que la publicación de información personal que se ajuste a la
realidad o sea correcta; e (v) integridad, que significa que no
puede evidenciarse parcialidad o fragmentación en los datos
que se suministran, en otras palabras, la información debe ser
completa (…)”4.

3. Por cuanto el funcionario atacado rindió las


declaraciones aquí cuestionadas amparado en la libertad de
expresión y de información, es del caso precisar que éstas
garantías están previstas en el artículo 20 de la

3
Corte Constitucional, sentencias T-787 de 2004, T-277 de 2015, T-634 de 2013, T-634 de
2013, T-050 de 2016 y, T-546 de 11 de octubre de 2016, entre otras.
4
Corte Constitucional, sentencias T-787 de 2004, T-277 de 2015, T-634 de 2013, T-634 de
2013, T-050 de 2016 y, T-546 de 11 de octubre de 2016, entre otras.
13
Radicación n.° 11001-22-03-000-2017-01221-01

Constitución5 y en instrumentos internacionales sobre


derechos humanos integrantes del bloque de
constitucionalidad, tales como el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos6 y la Convención Americana
sobre Derechos Humanos7.
A la luz de esa normatividad, la jurisprudencia
constitucional ha decantado la existencia de diferencias
entre la libertad de opinión e información; así, indicó que
éstas

5
“ARTICULO 20. Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su
pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar
medios masivos de comunicación. (…) Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se
garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura (…)”.
6
“(…) Artículo 19.
“1. Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones.
“2. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad
de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de
fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección.
“3. El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña deberes y
responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones, que
deberán, sin embargo, estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para:
“a) Asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás;
“b) La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas (…)”.
7
“Artículo 13. Libertad de Pensamiento y de Expresión
“1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho
comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por
cualquier otro procedimiento de su elección.
“2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa
censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la
ley y ser necesarias para asegurar:
a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o
b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.
“3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el
abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias
radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por
cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y
opiniones.
“4. Los espectáculos públicos pueden ser sometidos por la ley a censura previa con el exclusivo
objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la adolescencia, sin
perjuicio de lo establecido en el inciso 2.
“5. Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio
nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción
ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de
raza, color, religión, idioma u origen nacional (…)”.
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“(…) recae[n] sobre un objeto diverso y, por ello están sometidas


a límites también diferenciables. Mientras la libertad de
opinión, protege “la transmisión de pensamientos, opiniones,
ideas e informaciones personales de quien se expresa”, la
libertad de información ampara “la comunicación de versiones
sobre hechos, eventos, acontecimientos, gobiernos, funcionarios,
personas, grupos y en general situaciones, en aras de que el
receptor se entere de lo que está ocurriendo (…)”.

“Así, la libertad de opinión tiene por objeto “proteger aquellas


formas de comunicación en las que predomina la expresión de
la subjetividad del emisor: de sus valoraciones, sentimientos y
apreciaciones personales sobre determinados hechos,
situaciones o personas”; y la libertad de información
salvaguarda “aquellas formas de comunicación en las que
prevalece la finalidad de describir o dar noticia de lo
acontecido”. En consideración a lo anterior, se exige que la
libertad de información transmita información veraz e imparcial,
además de verificable y que en lo posible, explore las diversas
perspectivas o puntos de vista desde los cuales puede ser visto
un mismo hecho (…)”

“(…)”.

“Para la Corte la libertad de expresión ocupa un lugar


preferente dentro del Estado social de derecho y es objeto de
protección reforzada no solo por su valor intrínseco, sino debido
a que constituye un medio para el logro de otras finalidades
como la búsqueda de la verdad, el funcionamiento de la
democracia, la dignidad y autorrealización individual, la
preservación y aumento del patrimonio cultural y científico de la
sociedad, y los motivos históricos (…). Adicionalmente, la libre
expresión de pensamientos, opiniones y puntos de vista permite
el desarrollo de la autonomía individual, al hacer posible que
todas las personas puedan tener voz y someterse, ante todo, a
su propio criterio al momento de decidir aquello que comunican
a otros. Pero es sin duda, el estrecho vínculo entre libertad de
expresión y democracia, el argumento que con mayor fuerza y
frecuencia se esgrime para justificar la especial protección que
se otorga a este derecho en el constitucionalismo
contemporáneo (…)”8.

8
Corte Constitucional, sentencias C-650 de 2003, T-218 de 2009, T-1198 de 2004, T-1721 de
2000 y T-602 de 1995 y T-546 de 11 de octubre de 2016, entre otras.
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2017-01221-01

4. Contrario a lo sostenido por el Tribunal a quo, en


este asunto no se advierte la conculcación de los derechos
invocados por la peticionaria, pues las informaciones
suministradas por la autoridad denunciada:

(i) No corresponden a la intimidad de Merchán


Murillo, por cuanto hicieron parte de una causa penal de
impacto nacional, no reservada; (ii) Fueron suscitadas por
su propio comportamiento y dentro del marco de una
investigación en la cual el ente instructor tuvo como una de
sus hipótesis la “coparticipación” del prenombrado y su
“conocimiento” de los hechos objeto de la condena en contra
de Rafael Uribe Noguera; y (iii) Según lo refiere la Fiscalía
Décima Especializada en su impugnación, Fernando
Merchán siguió las instrucciones que le impartió Uribe
Noguera, mintió sobre la presencia de éste en el
apartamento 603, observó la presencia, según los videos de
seguridad del edificio, del cuerpo de la niña en el asiento
delantero de la camioneta de Uribe Noguera, afirmando que
éste ingresó solo; y (iv) Fulge del haz probatorio que
introdujo serios elementos de desvalor a su conducta y
frente a los deberes que le competen respecto de la
sociedad, perturbando Merchán Murillo su propia imagen
de conformidad con las evidencias recaudadas por el sujeto
procesal titular de la acusación.

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5. Las conclusiones de la autoridad querellada


encontraron respaldo en las pruebas recopiladas en la
etapa de indagación y eran susceptibles de exponerse
públicamente porque, se insiste, no existió reserva del
sumario.

Se recuerda que la Fiscalía General de la Nación en el


sistema penal acusatorio realmente no es neutra, no es
imparcial, es acusadora, le compete recaudar evidencias
para tornarlas en pruebas con el fin de desquiciar la
presunción de inocencia de los justiciables. Funge como un
sujeto procesal, que si bien pertenece a la Rama Judicial
(art. 116 C.P.), su actuación no es típicamente
jurisdiccional, por cuanto según el Acto legislativo 03 de
2002,

“(…) su posición institucional es la de titular de la acción penal


y parte acusadora dentro del esquema adversarial. Partiendo
de esta concepción, su actuación en el proceso no está
precedida de las mismas exigencias de neutralidad,
imparcialidad y equilibrio que deben caracterizar la actuación
del juez (…). Por el contrario, su postura dentro del sistema
penal acusatorio está signada por la pretensión fundamental
que le demarca el artículo 250 de la Constitución de ejercer la
acción penal, cumplir la función acusadora y recaudar
evidencias orientadas a desvirtuar la presunción de inocencia
que ampara al investigado. La manifestación de su punto de
vista sobre la suerte de la acción penal (…) no tiene el estatus,
ni la fuerza vinculante de una decisión judicial, comoquiera que
se trata de un acto de parte, sometido a controles de otra
índole, diversos a la marginación del fiscal de la investigación
(…)”9.

9
Corte Constitucional, sentencia C- 881 de 11
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Radicación n.° 11001-22-03-000-2017-01221-01

Sobre lo discurrido, la Sala de Casación Penal,


citando al Alto Tribunal Constitucional, acotó:

“(…) [E]n lo que concierne al ejercicio de la acción penal , el


nuevo sistema procesal consagra, como regla general, la
aplicación del principio de legalidad, según el cual la Fiscalía
General de la Nación está obligada a adelantar el ejercicio de
la acción penal y a realizar la investigación de los hechos que
revistan las características de un delito que llegue a su
conocimiento “cuando medien suficientes motivos y
circunstancias fácticas que indiquen la posible comisión del
mismo”. De tal suerte que el Estado realiza su pretensión
penal sin consideración a la voluntad del ofendido, salvo en
los delitos querrellables, interviniendo en la investigación de
todos los hechos punibles de que tenga noticia.» (Subrayas
fuera del texto principal) (C-591 y C-1154 de 2005) (…)

“Claramente se evidencia, entonces, que con la implementación


del nuevo sistema procesal con tendencia acusatoria, cambió el
concepto de «acción penal» que se tenía en el sistema de corte
inquisitivo anterior; variación que, a su vez, muta, entre otras
nociones, las funciones adscritas a la Fiscalía General de la
Nación (…)”.

“Luego, (…) la Fiscalía carece de funciones judiciales en [la] fase


pre-procesal a la que se le denominó: «indagación», en
consideración a que en ésta se adelantan pesquisas o
averiguaciones con la exclusiva finalidad de determinar o lograr
establecer si se debe o no adelantar el ejercicio de la acción
penal (…)”10.

Lo esbozado resulta trascendental porque fue en el


marco de las funciones reseñadas que el servidor accionado
emitió las declaraciones cuestionadas.

10
CSJ. AP336 de 25 de enero de 2017, rad. 48759
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Ciertamente, ostentando la calidad de acusador, y


convencido de la participación de Merchán Murillo, se
insiste, dado lo arrojado por la entrevista de éste, la minuta
de seguridad y las cámaras de video del edificio donde
acaecieron los hechos de 4 de diciembre de 2016, el
funcionario querellado expuso públicamente como teoría o
hipótesis del caso la intervención de aquél en los actos
investigados.

No podía entonces, reprochársele, como lo hizo el


Tribunal, que sus aserciones no estuviesen precedidas de
una sentencia penal donde se le hallara responsable a
Merchán Murillo como “copartícipe” de lo ocurrido en la
citada data, por cuanto, se reitera, dichas aseveraciones
provinieron de la apreciación de los elementos de convicción
recopilados hasta la época de las declaraciones, efectuadas
por el Fiscal como instructor.

Al punto, es pertinente acotar que, incluso, el delito


de injuria, lesivo de la honra y buen nombre de los
administrados, está exento de sanción penal cuando
deviene de “imputaciones [entre] litigantes” (art. 228 del
C.P.). En torno al mismo, la Sala de Casación señaló:

“(…) hay injurias entre litigantes, cuando en los escritos,


discursos o informes producidos ante los tribunales y no dados
por sus autores a la publicidad, para herir la autoestima del
otro se le dice, por ejemplo, bruto, ignorante, orate, perturbado,
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demente, lunático, o bien, ventajoso, torticero, irregular,


tramposo, desleal, pícaro, etc., caso en el cual tiene lugar la
indemnidad contenida en el artículo 228 del Código Penal, sin
perjuicio de ‘las correcciones y acciones disciplinarias
correspondientes’ (…)”11.

De modo que si la Fiscalía como sujeto procesal


expuso su criterio sobre la conducta de Merchán Murillo,
sin incurrir siquiera en expresiones como las citadas, no
puede considerarse que aquélla excedió los límites del
derecho a la información y con ello quebrantó las
prerrogativas de la solicitante.

6. Ahora, tal como se precisó al aludir a las


garantías al buen nombre y honra, éstas son susceptibles
de una amplia protección cuando las imputaciones no se
derivan del “comportamiento” del presuntamente afectado.

Por tanto, como lo indicó el Alto Tribunal


Constitucional no es viable considerar conculcadas tales
prerrogativas cuando es el mismo interesado “(…) quien le
ha imprimido el desvalor a sus conductas y ha perturbado su
imagen ante la colectividad (…)”12.

En este asunto, al rompe, se infiere de lo aducido por


la Fiscalía Décima Especializada, que no sólo de la
investigación se concluyeron las faltas a la verdad en las

11
CSJ. SP11143 de 10 de agosto de 2016, rad. 42706
12
Corte Constitucional, sentencia T-546 de 11 de octubre de 2016.
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cuales incurrió el fallecido Merchán Murillo; también fueron


así catalogadas por el juzgado, fulminándole sentencia
condenatoria a Rafael Uribe Noguera.

Lo anterior permite sostener que, justamente, fue por


razón de los embustes hallados en la entrevista del vigilante
y demás elementos probatorios, que la autoridad aquí
accionada expuso ante los medios de comunicación la
posible participación del occiso en los hechos objeto de
averiguación, cuestión que, itérase, no desconoció su
honra, su buen nombre ni su derecho a la intimidad.

7. Por tanto, se revocará el fallo impugnado, para en


su lugar, desestimar la protección rogada.

3. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE:

PRIMERO: REVOCAR la sentencia de fecha y


lugar de procedencia anotada para, en su lugar, NEGAR el
amparo solicitado.

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SEGUNDO: Notifíquese lo así decidido, mediante


comunicación telegráfica, a todos los interesados y remítase
oportunamente el expediente a la Corte Constitucional para
su eventual revisión.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

LUIS ALONSO RICO PUERTA


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO


Ausencia Justificada

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

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ARIEL SALAZAR RAMÍREZ


Ausencia Justificada

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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