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La lucha contra la crisis perduró hasta que Estados Unidos movilizó su economía con la
Segunda Guerra Mundial.5 El éxito del New Deal es innegable en el plano social. La
política llevada por el presidente Franklin D. Roosevelt cambió el país mediante
reformas y no mediante una revolución.6 Por otra parte, los programas del New Deal
eran abiertamente experimentales, manifiestamente perfectibles,7 y dados los costes de
este proceso, se podría haber preferido un programa de cambio más completo. Sin
embargo, el carácter imperfecto del New Deal permitió una crítica constructiva y una
reflexión más pausada que abrió la vía a un mejoramiento de la democracia
estadounidense en los años siguientes y que perdura hasta la actualidad.7 En materia
sindical, la adopción de la llamada Wagner Act permitió hacer de los sindicatos unos
colectivos poderosos.
Numerosos programas del New Deal todavía permanecen activos, entre los que han
mantenido su nombre original están la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC),
la Federal Housing Administration (FHA), la Tennessee Valley Authority (TVA), pero
también el Social Security System, la primera experiencia estadounidense de estado del
bienestar así como la Securities and Exchange Commission (SEC) en el ámbito de la
regulación financiera.
Índice
1 Orígenes del New Deal
o 1.1 La Gran Depresión y el Crac del 29
o 1.2 La debacle de Hoover
o 1.3 Un nuevo presidente audaz
2 Las grandes líneas del New Deal
o 2.1 Voluntarismo e intervencionismo
o 2.2 ¿Cómo regular la economía?
3 Los «Cien Primeros Días»
o 3.1 Las reformas de urgencia
o 3.2 Las reformas estructurales
3.2.1 Una reforma profunda del sistema bancario y monetario
3.2.2 La Ley de Ajuste Agrícola
3.2.3 La National Industrial Recovery Act
o 3.3 La política de reactivación y de ayudas sociales
3.3.1 La acción presupuestaria
3.3.2 Los primeros programas de lucha contra el desempleo
o 3.4 El balance de los Cien Días
4 De la política económica a la social: de un New Deal a otro
o 4.1 Los grandes programas de lucha contra el desempleo
o 4.2 Dos novedades: las libertades sindicales y el reconocimiento del
consumidor
o 4.3 La cuestión de las jubilaciones y las ayudas sociales
5 Hacia el fin del New Deal
o 5.1 El crecimiento de la oposición
o 5.2 Las críticas crecientes de la prensa
o 5.3 1937: una nueva recesión
o 5.4 Las nuevas prioridades de Roosevelt
6 Balance del New Deal
o 6.1 Progresos en lo político y social
o 6.2 Fracaso relativo en lo económico
o 6.3 La herencia política y social del New Deal
7 Controversias en torno al New Deal
o 7.1 El New Deal y el keynesianismo
o 7.2 Visión liberal clásica
7.2.1 Milton Friedman y la Escuela de Chicago
7.2.2 Friedrich Hayek y la Escuela austriaca
8 Véase también
9 Notas y referencias
o 9.1 Notas
o 9.2 Referencias
10 Bibliografía
11 Enlaces externos
Una multitud de inversores agolpada a las puertas de la Bolsa de Nueva York el Jueves
Negro, inicio del Crac del 29.
La Gran Depresión, considerada una de las crisis económicas más grandes del siglo
XX,9 comenzó el jueves 24 de octubre de 1929 con el crac de la Bolsa de Nueva York,
hundiendo a esta para expandirse progresivamente por todos los sectores económicos y
posteriormente por la totalidad de los países industrializados, con la excepción de la
Unión Soviética de Iósif Stalin. Estados Unidos, «país de origen» de la crisis, fue
lógicamente el primer afectado tras el crac y tocó fondo en 1932, con una tasa de
desempleo del 25 %.10 Lo cierto es que la economía estadounidense sufría diversos
desequilibrios, principalmente en el reparto de la riqueza y los recursos:10 se estima que
treinta y seis familias ricas poseían unos ingresos equivalentes a los del 42 % de la
población. Igualmente, de 27,5 millones de familias, 21,5 no poseían ninguna clase de
ahorros.10
Durante los años 1920, las empresas estadounidenses habían incrementado sus ventas
de forma considerable gracias a la expansión del consumo por parte de una emergente
clase media, apoyada por un crecimiento del crédito por parte de los bancos.
Paralelamente, la rápida industrialización que siguió a la reconversión de fábricas de
armamento en fábricas civiles tras la Primera Guerra Mundial condujo a una
sobreproducción de bienes industriales y de consumo por parte de muchas empresas.
Igualmente, el sector agrícola vivió una serie ininterrumpida de excelentes cosechas
entre 1925 y 1928, lo que condujo a un exceso de oferta de bienes agrícolas.11
La debacle de Hoover
Harry Hopkins fue uno de los consejeros más próximos de Roosevelt en la elaboración
de su New Deal.
El 2 de julio de 1932, Roosevelt prometió en un discurso de su campaña electoral «un
nuevo trato para el pueblo estadounidense»: pronunció por primera vez la expresión
New Deal a lo largo de su discurso a la Convención Demócrata de Chicago en 1932.nota 3
14
Asimismo, existen fuentes que señalan como autores de la acuñación del término New
Deal a Raymond Moley (consejero del presidente) o a Samuel Rosenman (autor de sus
discursos).15 Treinta años antes, Theodore Roosevelt, su primo lejano, había iniciado el
Square Deal, programa nacional que pretendía sostener a la clase media y llamado así
por Theodore Roosevelt y sus socios para designar al conjunto de políticas de su
administración.nota 41617 Este Square Deal habría inspirado a Franklin D. Roosevelt. De
hecho, le había interesado el contraste entre Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson:
Theodore Roosevelt no fue atraído como Woodrow Wilson por los problemas de fondo
y no supo, como este último, estimular las convicciones sociales y morales profundas,
escribió un día. Wilson, en cambio, no sabía, contrariamente a Theodore Roosevelt,
suscitar el entusiasmo acerca de acontecimientos individuales precisos aunque podían
parecer superficiales comparados con los principios fundamentales.
18
También observó que una de las principales prioridades era levantar el ánimo de los
estadounidenses, presos de la duda frente a la generalización de la crisis en toda la
economía. El 4 de marzo de 1933, su discurso de investidura quedó impregnado de
tópicos comunes, contentándose con advertir a los estadounidenses contra un exceso de
pesimismo. Pronunció así una frase célebre: «The only thing we have to fear is fear
itself» («lo único que debemos temer es al propio temor»).25262724 Para llevar a cabo su
política se rodeó de consejeros brillantes e imaginativos que le siguieron en
Washington. Puede citarse a Raymond Moley, Adolf Berle, Cordell Hull (Asuntos
Exteriores), Henry A. Wallace (Agricultura) y Frances Perkins (Trabajo), primera mujer
que accedió a un puesto ministerial. Harry Hopkins, uno de sus consejeros más
próximos, fue por otra parte uno de los arquitectos del New Deal. Él mismo fue
considerado consecuentemente una eminencia gris.28
Las grandes líneas del New Deal
Acto de firma del Tennessee Valley Authority Act por Roosevelt y sus consejeros en
1933.
Algunos historiadores29 distinguen dos o tres New Deals.30 El análisis que privilegia a
dos tipos de New Deals considera que el primero corresponde al primer mandato de
Roosevelt (lo que incluye «Cien Días» en el primer New Deal) y que el segundo
corresponde al período 1936-1938, durante el segundo mandato. En el segundo análisis
que distingue tres tipos de New Deals, el primero correspondería a los «Cien Días»
(entre el 9 de marzo y 16 de junio de 1933) y comprende un gran número de medidas en
favor de la moneda y del sistema bancario en general, de la agricultura, de la industria y
de la lucha contra el desempleo.31 El segundo New Deal se presentó en noviembre de
1934 y correspondería al período 1936-1937.30 El tercero, que no siempre se considera
como tal (se incluye a veces simplemente en el segundo) se aplicó en 1937 y 1938. Sin
embargo, la política de Roosevelt en los años 1930 se caracterizó más por su
continuidad que por rupturas radicales.30
Voluntarismo e intervencionismo
Roosevelt se alzó con la victoria en las elecciones gracias a sus promesas de cambio que
se apoyaban en una política voluntarista e intervencionista. Así, el Estado federal
desempeñó un papel esencial en el New Deal, poniendo a disposición de los
estadounidenses numerosas agencias relacionadas en su mayoría con programas
naturales y de funciones variadas: los agricultores gozaron de ayudas y de subvenciones
condicionadas por una disminución de su producción; las empresas fueron conminadas
a adoptar un «código de buena competencia» con el fin de redinamizar la red industrial
y de reducir la «competencia destructora».23 Por último, el Estado también atacó a los
problemas de orden social con la cuestión de las jubilaciones, los sindicatos y sobre
todo del desempleo que fue a lo largo de los años 1930 uno de los indicadores más
visibles de la crisis. Los numerosos programas que pretendían crear empleo se lanzaron
en 1933, y las reformas se encadenaron rápidamente. El New Deal también presenció la
aparición de las primeras formas de estado del bienestar en los Estados Unidos.32
Por un lado estaba la «economía brandeisiana»,33 llamada así en honor a los juristas e
intelectuales del Este. Junto a Louis Brandeis, Felix Frankfurter, un jurista formado en
Harvard, eran los más eminentes representantes del entorno de Roosevelt. La economía
brandeisiana desconfiaba de los «proyectos grandiosos de los planificadores»34 y
preconizaba «una estrategia rápida y flexible que permita al Gobierno federal usar su
autoridad para reformar las prácticas de la libre competencia».35 Louis Brandeis, su
fundador, había sido consejero de Woodrow Wilson y ambos se habían puesto de
acuerdo sobre el hecho de que «la competencia podía y debía ser mantenida en todas las
ramas de la industria privada».36 Para Brandeis, las reglamentaciones debían pretender
mantener la competencia limitando el tamaño de las empresas.37 De manera general
según Schlesinger, para Brandeis «la centralización debilitaba la sociedad, asfixiando la
experiencia y concentrando en un punto los talentos necesarios para las comunidades».38
Rexford Tugwell, Adolf Berle, Hugh Samuel Johnson y Raymond Moley se situaban en
contra de la corriente precedente. Inspiraron parte de la doctrina del primer New Deal, la
cual insistía en el hecho de que «no se podía confiar más en la libre competencia para
salvaguardar los intereses de los grupos sociales» y que «la estabilidad residía en la
fusión de las empresas y en la cooperación bajo control federal».39 Se puso un mayor
énfasis sobre la administración de la economía que sobre la producción.40 Si Moley
había sido influido por Theodore Roosevelt, Tugwell lo había sido por el
institucionalismo de Simon Patten,41 quien había sido su profesor en Wharton School.
Para él, el dirigismo gubernamental debía impulsarse más que para Raymond Moley.37
Esta corriente fue particularmente influyente en la Agricultural Adjustment
Administration (AAA) con Rexford Tugwell y en la National Recovery Administration
(NRA) que administró Hugh Samuel Johnson.42 Estos programas, además de que a
menudo eran contrarios a la visión de la corriente brandeisiana, también implicaban un
cierto matiz proteccionista, lo que trajo la oposición de Cordell Hull, quien había sido
siempre partidario de la apertura económica y del librecambismo.43 La influencia de los
miembros claves de esta corriente decayó de manera bastante acelerada. Raymond
Moley dejó las esferas de influencia hacia mediados de 1933, Hugh Samuel Johnson
abandonó la NRA en septiembre de 1934 para ingresar en la Works Progress
Administration (WPA) y Rexford Tugwell fue nombrado en 1934 jefe de la
Resettlement Administration, para dejar en 1937 la esfera gubernamental. Ocupó más
tarde diversos puestos, como el de gobernador de Puerto Rico de 1942 a 1946.
A menudo se hace referencia, para hablar del período inicial de New Deal, de los «Cien
Días» que correspondieron a la adopción de numerosas leyes vinculadas a campos
diversos de la economía estadounidense. Conforme al método empírico de Roosevelt,
basado en las tres erres: Relief, Recovery and Reform (Asistencia social, Recuperación y
Reforma), la inmensa mayoría de las medidas se tomaron rápidamente para solucionar
así lo más urgente. Así, al día siguiente de su investidura presidencial, celebrada el 4 de
marzo de 1933, Roosevelt lanzó su primera medida y decidió un cierre excepcional de
todos los bancos del país, la conocida como United States bank holiday. El 9 de marzo,
el Congreso fue llamado a sesión y se propuso la Ley de Emergencia Bancaria o
Emergency Banking Act, la primera propuesta por su administración. Redactada durante
la noche, se presentó al Congreso a mediodía y se ratificó aquella misma tarde.24 El 12
de marzo, Roosevelt se dirigió a la nación por radio con el propósito de explicar su
política y sus objetivos.24
A partir de ahí, otras quince leyes se votaron en el transcurso de los «Cien Días» que
constituyeron el episodio más importante del primer New Deal. Se trataba ante todo de
proyectos más o menos improvisados,24 enfocados a la mejora de la situación a corto
plazo. Las reformas concernieron a todos los sectores, de la agricultura a la industria,
particularmente por el sesgo de programas de grandes trabajos. Al mismo tiempo,
vieron la luz proyectos de lucha contra el desempleo, como Civilian Conservation Corps
que movilizó a 250 000 jóvenes. En definitiva, dos millones de personas fueron
contratadas.24
De golpe, Roosevelt acusó las prácticas de los hombres de negocios y los banqueros en
una frase que se convirtió en célebre: «Practices of the unscrupulous money changers
stand indicted in the court of public opinion» («Las prácticas de los cambistas sin
escrúpulos son acusadas en la corte de la opinión pública»).44 La medida del United
States bank holiday, un feriado bancario de cuatro días a nivel nacional, pretendía
restablecer la confianza hasta la ratificación de una nueva ley, la Ley de Emergencia
Bancaria, votada el 9 de marzo. Esta última impuso que solamente se abrieran los
bancos que hubieran pasado con éxito un examen de su solvencia bajo el control del
Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Tres cuartos de los bancos reabrieron
en los tres días que siguieron la adopción de la ley. Mil millones de dólares en moneda
y oro, retenidos hasta entonces, regresaron a los bancos, permitiendo una estabilización
del sistema bancario. Durante todo 1933, varios miles de bancos cerraron sus puertas,
otros se fusionaron para dar origen a establecimientos más grandes (los depositarios
cobraron así aproximadamente un 85 % por cada dólar ahorrado). Con el fin de prevenir
crisis futuras, el Gobierno creó la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) en
junio, lo que permitió asegurar los depósitos de hasta 5000 dólares. El primer New Deal
asistió también al nacimiento de la Securities and Exchange Commission (SEC), creada
por la Securities Exchange Act, iniciada durante los «Cien Días». Para apaciguar en
parte al mundo de las finanzas, Roosevelt puso al frente de la SEC a Joseph Kennedy,
un hombre que conocía los entresijos de Wall Street.45
La base sólida de este tipo de política, que iba incluso a subvencionar a los agricultores
que aceptaran quemar toda o parte de sus cosechas, fue cuestionada sin embargo por
algunos economistas liberales, que consideraban que con el fin de alcanzar un objetivo
en términos de empleo y de precio, el Gobierno efectuaba una destrucción efectiva de
riqueza, cuyas contrapartidas, bajo su punto de vista, fueron insuficientes para
justificarla. Ciertos historiadores como Cushing Barry aseguraron posteriormente que
los consumidores no habían apoyado el alza de los precios y la política de limitación de
producción forzada.56 Un sondeo de The Washington Post llegó a afirmar que la
mayoría de los estadounidenses estaban en contra de la Ley de Ajuste Agrícola.56
El águila azul (Blue Eagle), símbolo de las empresas adheridas a la National Recovery
Administration (NRA), creada con la National Industrial Recovery Act (NIRA).
La National Recovery Administration tenía como misión propia estabilizar los precios y
los salarios cooperando con las empresas y los sindicatos. Fue administrada
primeramente por Hugh Samuel Johnson. Luego, creó la Public Works Administration
(PWA), que debía controlar la puesta en marcha de la política de grandes obras
públicas. Todas estas disposiciones fueron aclamadas por el empresariado y los
sindicatos y fueron populares para el conjunto de los estadounidenses.
La acción presupuestaria
Otras dos iniciativas legislativas principales fueron llevadas a cabo por Roosevelt en el
transcurso de los «Cien Días». La primera fue una ley, la Economy Act, concebida por el
secretario de Presupuestos, Lewis Douglas. Fue aprobada el 14 de marzo de 1933.30 La
ley consideraba dos presupuestos diferentes: el presupuesto regular y el presupuesto de
urgencia para equilibrar el regular, reduciendo notablemente el salario de los
funcionarios y disminuyendo las pensiones de los veteranos en un 40 %. La segunda
iniciativa fue una revisión constitucional, relativa a la ley seca, impuesta en Estados
Unidos por la XVIII Enmienda en 1919. El 22 de marzo de 1933, la Ley Volstead sobre
la prohibición del alcohol fue derogada, tras la XXI Enmienda a la Constitución que
anuló la ley seca.
Igualmente, los primeros programas de grandes trabajos también recibieron luz verde en
1933. El más célebre, el de la Tennessee Valley Authority (TVA), se ocupó de la
construcción de presas con vistas a acondicionar el territorio de la cuenca del río
Tennessee, a limitar las inundaciones y a aumentar la producción hidroeléctrica,
otorgando empleo a los parados con todas estas acciones. También pretendía hacer más
atractiva esta zona de los Estados Unidos, totalmente deprimida. Este programa afectó a
finalmente siete Estados.63
Este balance provocó, a pesar de todo, descontentos, sobre todo algunos meses después
del fin del primer bloque de reformas, a principios de 1934.24 La polémica llegó incluso
a las filas demócratas, donde los partidarios originales del New Deal mostraron signos
de impaciencia. Así, el senador demócrata por Luisiana, Huey Long, agrupó a los
descontentos del Sur y del Medio Oeste y lanzó el movimiento Share Our Wealth para
oponerse a Roosevelt. En un suburbio de Detroit, Charles Coughlin, sacerdote católico,
conocido por su influencia en la radio con 40 millones de oyentes,24 utilizó un discurso
demagógico y fundó su propio movimiento político, profundamente anti New Deal y
xenófobo.24 Fueron luego los círculos de negocios, formados por industriales
capitalistas y demócratas de tendencia más conservadora, quienes acusaron a Roosevelt
de defender un programa socialista.24
El presidente no cedió. Las elecciones legislativas de 1934, por el contrario, reforzaron
la mayoría demócrata y lo animaron en sus opciones políticas.24 El acento se puso esta
vez en la satisfacción de los descontentos, pero la voluntad de buscar soluciones
permanecía. Como consecuencia, el segundo New Deal puso un mayor énfasis en el
aspecto social.
Los Cien Días ya presenciaron la puesta en marcha de los primeros programas en favor
del empleo y con vistas a reducir las tasas de desempleo. Así, la Federal Emergency
Relief Administration, nacida de la Reconstruction Finance Corporation o los Civilian
Conservation Corps, permitió la creación de puestos de trabajo, pero en proporciones
limitadas debido al reducido número de personas a las que se dirigían estos programas,
como la franja de edad entre los 18-25 años hacia la que se enfocaban los CCC.
Pero ya desde el inicio de esta política de lucha contra el desempleo aparecieron los
problemas. El primero concernía al presupuesto concedido a las diferentes instituciones
gubernamentales dedicadas al empleo, como el de la Federal Emergency Relief
Administration, dirigida por Harry Hopkins.69 En efecto, mientras que el presupuesto de
la Public Works Administration de Harold Ickes, destinada a la renovación industrial,
ascendía 3,3 millones de dólares (el 5,9 % del PIB estadounidense de la época),69 el de
la agencia de Hopkins era mucho más reducido, a pesar de que los objetivos eran de
importancia similar. Hopkins incitó entonces a Roosevelt a que creara una agencia que
permitiera contratar directamente a parados. Fue en este contexto cuando nació la Civil
Works Administration el 8 de noviembre de 1933,69 con el objetivo de proporcionar
empleo a cuatro millones de estadounidenses. El objetivo se alcanzó en enero de 1934.
Hopkins realizó así su deseo de devolver su valor a la asistencia social por el trabajo.69
Robert F. Wagner fue uno de los más importantes defensores de las libertades
sindicales. Dio su nombre a la célebre Wagner Act, firmada en julio de 1935.
Desde 1934, líderes sindicales de primer plano como John L. Lewis, presidente de la
poderosa United Mine Workers of America (UAW), no vacilaron en anunciar: «El
presidente quiere que usted se afilie a un sindicato».73 Sin embargo, Roosevelt no
apreció el ser visto como un enemigo de los empresarios, quienes debían permitir la
reconstrucción del país.72 El senador Robert F. Wagner se manifestó como un pionero
de las libertades sindicales en los Estados Unidos en el momento de la redacción de una
ley que declaraba permanente la actividad del National Labor Relation Board,
considerado como impedimento a las intimidaciones de una parte, y a los sindicatos de
empresa por otra.72 Así fue como el 6 de julio de 1935, poco tiempo después de la
declaración de inconstitucionalidad por parte de la Corte Suprema de la National
Industrial Recovery Act, se aprobó la Wagner Act, que repetía parte del texto de la
NIRA y alcanzaba el objetivo de la administración Roosevelt de contrarrestar fuerzas
entre empleados y empresarios.72
Las políticas federales también estudiaron la situación del consumidor con la creación
del Consumers Advisory Board, encargado de recoger las quejas de los consumidores
contra los precios elevados. Una «guía del consumidor» (Consumer's Guide) fija un
precio teórico de los bienes de consumo de base, y permite a los compradores señalar
las desviaciones del precio entre el teórico y el real.72 El movimiento de los
consumidores contribuyó también en menor medida a contrarrestar la influencia del
empresariado.75 Rexford Tugwell influenció en la adopción de normas sanitarias y en la
lucha contra los productos peligrosos.
El texto clave de este período fue la Ley de Seguridad Social o Social Security Act,
aprobada el 14 de agosto de 1935.31 Estableció un sistema de protección social a nivel
federal: jubilación para mayores de 65 años, seguro contra el desempleo y ayudas
diversas para minusválidos, las enfermedades y la invalidez quedaban sin cubrir. Los
ciegos y los niños minusválidos recibieron ayudas financiadas por subvenciones
federales concedidas en los Estados.31 El New Deal puso así las bases del estado del
bienestar. Progresivamente, el sistema cubrió una parte más amplia de la población,
particularmente gracias a las enmiendas de 1939 y de 1950, pero al principio, quedó
acantonado en los límites inicialmente impuestos por Roosevelt.75
Roosevelt también se encontró desde 1934 confrontado con la «cuestión racial», dado
que los demócratas no podían olvidarse del voto de los segregacionistas blancos de los
Estados del Sur en la óptica de una reelección. Sin embargo, ciertos colaboradores del
New Deal se preocuparon al mismo tiempo de la situación de las minorías, apoyadas
entre otras por la mujer del presidente, Eleanor Roosevelt, quien defendía los intereses
de asociaciones en defensa de los derechos de los negros tales como la National
Association for the Advancement of Colored People (NAACP), Asociación Nacional
para el Progreso de las Personas de Color. Una oposición se desarrolló así en los
Estados del Sur, que se sintieron perjudicados, particularmente a través de la American
Liberty League (ALL), Liga Estadounidense por la Libertad, creada con el fin de
«educar al pueblo en el carácter gratificante de animar a la gente a trabajar».80
En 1935, Roosevelt debió hacer frente a otro opositor, la Corte Suprema, que invalidó
varias medidas, posicionando así al Gobierno en una difícil situación.78 En
consecuencia, la NRA fue condenada unánimemente por nueve jueces, que consideraron
que los códigos de competencia leal iban en contra las disposiciones comerciales de la
Constitución. En enero de 1936, la AAA fue invalidada por haber creado una tasa ilegal
a favor de los agricultores.78 A pesar de estas dificultades, la administración Roosevelt
continuó aprobando leyes como la Wagner Act que compensaron en parte lo perdido
con la ilegalización de la NRA. Roosevelt, testigo de una situación cada vez más tensa
entre el Congreso y los Estados que reclamaban más autoridad, decidió no anunciar más
sus acciones políticas de manera pública.81 Mientras que los republicanos hicieron
campaña apoyando al Congreso, Roosevelt hizo un llamamiento a los que le habían
apoyado en 1932 y los que seguían apoyándole en un discurso pronunciado el 31 de
octubre en el Madison Square Garden.81 En las elecciones, la victoria de Roosevelt fue
aplastante, ya que consiguió el voto de 46 de los 48 Estados,82 con una diferencia de 11
millones de votos,83 contradiciendo todos los sondeos y las previsiones de la prensa.
Esto indicó un apoyo fuerte y popular de la política del New Deal, lo que se tradujo en
una mayoría demócrata en ambas cámaras del Congreso. Gracias a una reforma de la
Corte Suprema, en la que desplazó a los jueces conservadores por otros elegidos por él
mismo para garantizar que las reformas salieran adelante,84 Roosevelt llegó a obtener
más apoyo, al reafirmar la Corte su apoyo a la Wagner Act y a la Ley de Seguridad
Social.
Por el contrario, otros periodistas como Barton J. Bernstein encontraron el New Deal
demasiado conservador. Así, en los años 1960, la nueva izquierda americana se mostró
muy crítica hacia la política de Roosevelt: Barton J. Bernstein, en 1968, hizo una lista
de las oportunidades perdidas y de las soluciones inadecuadas a los problemas
económicos y sociales de los años 1930. Paul K. Conkin en The New Deal (1967)
denunció una política favorable para los empresarios. Howard Zinn, en un ensayo de
1966, reprochó al New Deal el haber servido para preservar el capitalismo en los
Estados Unidos.87
En otro registro, los periodistas libertarios Garet Garrett y Henry Hazlitt se encontraban
entre los principales críticos del New Deal. En efecto, Garrett, en la línea del
libertarismo, consideraba que todo hombre era responsable de su propia existencia, y
que ningún hombre podía esperar delegarle su libertad a otros, a la inversa de lo que
sucedía en sistemas que forzaban la redistribución de riqueza tales como el socialismo o
el comunismo.88 Así pues, consideraba que cambiando su autonomía y su
responsabilidad por programas socialistas, los estadounidenses renunciaban a su
derecho inalienable a la libertad.88 Por esta razón, publicó de 1933 a 1940 en las
columnas del Saturday Evening Post los artículos que ponían en duda las opciones
políticas escogidas por el presidente.89 El conjunto de estos artículos fue reunido
posteriormente en una colección nombrada Salvos against the New Deal: Selections
from the Saturday Evening Post: 1933-1940.
En una carta particular dirigida al presidente el 1 de febrero de 1938, es decir, dos años
después de la aparición de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero,
John Maynard Keynes sugirió a Roosevelt considerar todas las críticas que recibió
como válidas. Keynes explicó así que la disminución del gasto público representaba un
error, y que era necesario estimular a las empresas del sector privado con el fin de
facilitar la recuperación. Conforme a estos principios, Roosevelt reclamó pues una
recuperación del gasto público desde el segundo trimestre de 1938. Con este fin, se
desbloqueó un fondo de tres mil millones de dólares.92 Pero Roosevelt había salido
debilitado por la recesión y el litigio con la Corte Suprema. La última gran ley del New
Deal, la Fair Labor Standards Act (Ley de Normas Justas del Trabajo), que prohibía el
trabajo infantil e instituía un salario mínimo, fue votada el mismo año.90 Con
posterioridad, ningún otro texto legal superior fue ratificado en el Congreso, y el New
Deal fue cediendo progresivamente su lugar a una nueva cuestión: la guerra.
El fin del New Deal fue manifiesto en la evolución de los gastos presupuestarios, que
tradujeron claramente la transición hacia una economía de guerra. En 1943, el Civilian
Conservation Corps, la Works Projects Administration y otras agencias del New Deal
fueron suprimidas.96 Al mismo tiempo, la partida de defensa y gastos militares del
presupuesto pasó del 8 % en 1938 al 40 % en 1943. Finalmente, hubo que esperar hasta
1943 para que el desempleo cayera a niveles inferiores a los de 1929. Para entonces, el
New Deal ya no contaba con ninguna prioridad.97
A pesar de todo, las ideas del New Deal no desaparecieron totalmente con la Segunda
Guerra Mundial, y desde 1944 Roosevelt reafirmó que la libertad individual no podía
existir sin una cierta seguridad económica. Hasta concibió una segunda Carta de
Derechos97 que garantizara las nuevas bases de prosperidad y de seguridad para todos,
cualesquiera que fuera su condición, su raza o sus creencias.97 Entre estos derechos,
donde figuraban la seguridad contra los azares de la coyuntura económica, derecho al
empleo, precios agrícolas correctos, o derecho a un salario digno, la inmensa mayoría
eran ya prioridades del New Deal.
El Dust Bowl es uno de los casos más conocidos de la difícil situación de los
agricultores estadounidenses durante los años 1930. El agravamiento de las condiciones
de estos constituyó uno de los principales fracasos del New Deal.
En cuanto a la agricultura, Roosevelt no llegó a ofrecer una paridad entre los precios
agrícolas e industriales, debido particularmente a la reticencia del Congreso a otorgar
costosos créditos en 1938 para detener la caída de los precios agrícolas.102 En un
contexto de un nuevo incremento de la producción, los precios de los productos
agrícolas disminuyeron de nuevo, causando graves pérdidas de dinero entre los
pequeños campesinos. El problema del empobrecimiento rural se agravó aún más, como
lo muestra John Steinbeck en su novela Las uvas de la ira.
Desde el punto de vista político, el New Deal dejó una fuerte huella, creando una amplia
gama de agencias gubernamentales, protegiendo a diversos grupos de ciudadanos
(obreros, agricultores, entre otros) que sufrieron la crisis, permitiéndoles hacer
contrapeso al poder del empresariado y de los círculos de negocios. La administración
Roosevelt generó así numerosas ideas políticas, conocidas por las generaciones
siguientes bajo el nombre de «Reforma liberal del New Deal»nota 7105 que han
permanecido como fuentes de admiración tanto para críticos como para generaciones
posteriores, y que contribuyeron a formar la gran ola de reformas liberales que continuó
con la «Gran Sociedad» de Lyndon B. Johnson en la segunda mitad de los años 1960.
Siguiendo el modelo de su mentor, Franklin D. Roosevelt, Johnson procuró extender el
programa del New Deal más allá de la simple seguridad económica, tomando en
consideración los derechos civiles, la educación, la vivienda, y el sistema de cobertura
médica, es decir los temas ya abordados por Roosevelt en su particular Carta de
Derechos.
En cuanto a los derechos civiles, las órdenes ejecutivas tales como la Fair Employment
Practices Comission, adoptada el 25 de junio de 1941 por Roosevelt, y que prohibía la
discriminación a la hora de la contratación en contra de los afroestadounidenses, las
mujeres, y las minorías, constituyó un avance que aportó mejores empleos y salarios a
millones de personas que pertenecían a minorías. Globalmente, el New Deal se
correspondió con una fase de reconocimiento de las poblaciones minoritarias, años antes
del inicio del Movimiento por los derechos civiles. La influencia de Eleanor Roosevelt,
considerada la primera mujer de un presidente que recuperó el papel activo de la
primera dama, se mantuvo cerca de organizaciones como la NAACP, siendo crucial
desde 1933.106 Sin embargo, hay que recordar que el New Deal no fue el disparador del
Movimiento por los derechos civiles. De hecho, la inmensa mayoría de las grandes
asociaciones en defensa de las minorías tales como la Asociación Universal de
Desarrollo Negro y la Liga de Comunidades Africanas (NAACP) fueron creadas a
comienzos del siglo XX. Por otra parte, el hecho de que una proporción creciente de
afroestadounidenses tuviera un empleo a finales de los años 1930 también valora el
hecho de que la economía de guerra implicaba dar trabajo al mayor número posible de
personas.
Pero más allá de estas críticas generales, lo que específicamente más molestó a Hayek
fue que los principales consejeros de Roosevelt hubieran sido clasificados entre los
liberales. Hayek no estaba de acuerdo con John Dewey, uno de sus principales
inspiradores,19 ni sobre la concepción de la libertad,117 ni en el vínculo entre libertad y
limitación,118 ni en lo que llama su «pragmatismo constructivista».119 Igualmente, en
esta óptica, Friedrich Hayek criticó las cuatro libertades de Franklin Delano Roosevelt
en su libro Derecho, legislación y libertad.120
Véase también
Portal:Estados Unidos. Contenido relacionado con Estados Unidos.
Historia económica de los Estados Unidos.
Keynesianismo.
Política económica anticíclica.
Notas y referencias
Notas
1.
La inmensa mayoría de los análisis tienen en cuenta dos tipos de New Deal, sin
embargo, ciertos críticos de Roosevelt como John T. Flynn en The Roosevelt Myth
(Chapter Eight - The Shock Troops of the Third New Deal), y algunos historiadores
como Barry D. Karl de la Universidad de Chicago (The Supreme Court Review, 1988,
pp. 163-201; The Third New Deal revisited) hablan de tres New Deals.
Generalmente, de un Estado a otro, es decir, en función de las leyes interestatales.
El discurso original de Roosevelt fue el siguiente: «I pledge you, I pledge myself,
to a new deal for the American people», es decir «Yo os prometo que me comprometo a
realizar un nuevo trato para el pueblo estadounidense.» (Fuente: http://www.u-s-
history.com)
Se trataba de una política de lucha contra la plutocracia y los trusts, y al mismo
tiempo de un programa de protección de las empresas frente a las exigencias extremas
de los sindicatos no organizados.
En lo concerniente al liberalismo estadounidense de aquellos años, Schlesinger
anota:
Referencias
1.
Cuando John Dewey define la libertad como «el poder efectivo de hacer cosas
determinadas» esto puede ser considerado como un procedimiento deshonesto para
engañar a inocentes
citado por Friedrich Hayek, Droit, législation et liberté, PUF, collection « Quadrige »,
2007, p. 844.
Friedrich Hayek, Droit, législation et liberté, PUF, collection « Quadrige », 2007,
p. 161.
Hayek, Friedrich. Droit, législation et liberté, PUF, collection « Quadrige », 2007,
p. 408.
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Enlaces externos
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