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LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Y LA BIOPOLITICA

Por: Lic. Arley Gonzalez Saavedra.

A partir de su proceso de sedentarización las sociedades primitivas

perfeccionan el uso de herramientas bajo el principio de extensión de la

mano, lo que les permitió dominar el medio, transformando la relación

dominante-dominado. Posteriormente aparecen las primeras organizaciones

sociales y políticas, las cuales se configuraron desde las más simples hasta

las más complejas, dependiendo de lo que llamamos los tres sectores

básicos de la economía. El primer sector conformado por actividades como

la agricultura, la ganadería y domesticación de animales; el sector

secundario por la transformación de materias primas a través de las

manufacturas y posteriormente los procesos industriales, y el sector terciario

por la oferta de servicios como la salud, educación, transporte, entre otros,

que sirvieron también para medir el nivel de vida y el desarrollo económico

de dichas sociedades.
Estas sociedades poseedoras de una economía tradicional, se

caracterizaron por presentar rendimientos decrecientes con bucles de

retroalimentación negativa (Maldonado, 2009), debido a que no permitió

otras posibilidades de vida, encerrando al ser humano en la linealidad de un

sistema (capitalismo), que tomo el lugar de la sociedad dejando a homo

sapiens convertido en el homo-faber; lo que limito las posibilidades de

establecer una relación dialógica con dicho sistema.

El trayecto que llevó al ascenso del conocimiento como cuarto sector de la

economía y su relación con la biopolítica se tratará a continuación, puesto

que este sistema relacional nos remite a otros puntos (posibilidades), que

nos llevarán finalmente a dicha relación, la cual es complementaria.

Teniendo en cuenta el conocimiento entendido como una técnica para la

comprobación general de un objeto cualquiera o la disponibilidad o posesión

de una técnica semejante (Abbagnano, 1998). Es un concepto que, tiene

una estrecha relación con el ser, puesto que es quien a través de su

percepción del mundo real lo crea y origina ciencia, que para Platón es el

verdadero conocimiento (Abbagnano, 1998). De esta manera el


conocimiento hacía parte de la intimidad del ser y posteriormente fue

manejado por unas elites intelectuales desde el terreno de lo político o

religioso.

La Revolución Industrial, entendida generalmente como el paso de una

sociedad artesanal a una industrial, forjada por una clase emergente

(burguesía) en la Inglaterra de finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo

XIX, nos sirve como base para afirmar que la verdadera revolución que se

dio, en este caso, realmente fue la del conocimiento. El saber se dispone al

servicio de la tecnología, a través de la construcción de herramientas y

maquinas, quedando el ser humano ligado a la economía y a la producción

de bienes bajo el sistema económico capitalista. En suma, el ser pasa a un

segundo plano y presenciamos el ascenso del conocimiento como sector

económico al servicio de intereses públicos y privados.

Un segundo momento dentro de este fenómeno, lo ubicamos después de la

Segunda Guerra Mundial, cuando el conocimiento se aplica ahora al

conocimiento mismo. Esta es la Revolución de la Administración (Drucker,

1994), y valdría la pena agregar, de la educación para el trabajo. El


conocimiento adquiere más importancia como bien público y la idea es la

prosperidad conjunta de empresarios y obreros, una ilusión que a través de

la adquisición del conocimiento, se rescataría nuevamente a ese ser que,

nuevamente emerge como actor fundamental en el desarrollo social y

económico. Para Frederick Taylor en su obra Principios de Administración

Científica, afirma que:

La máxima prosperidad para cada uno de los empleados significa no

solo salarios más elevados que los que ordinariamente reciben los

hombres de su clase, sino que, lo que aún tiene mayor importancia,

significa también la formación de cada hombre hasta llegar al estado

de su máxima eficiencia, de manera que, hablando en términos

generales, sea capaz de hacer la calidad más elevada del trabajo

para el que lo hace apto su capacidad natural, y significa también

darle a hacer esta clase de trabajo siempre que sea posible (Taylor,

1997).

De acuerdo a lo anterior, la relación entre la sociedad del conocimiento y

biopolítica llegan a un punto de encuentro. Esta interdependencia se plantea


inicialmente en una nueva posibilidad en la relación sociedad civil y Estado.

La cual consiste en que la sociedad civil tome el destino de su existencia, a

través de la política (politización), y por parte del Estado posibilitar estos

fines y en esencia la vida, que se debe entender como un todo, no como la

existencia humana fundamentalmente. El planeta mismo es vida, por lo tanto

la genera y crea un sistema de relaciones entre la naturaleza y el ser

humano, en la cual la ciencia y la tecnología, intervienen de tal manera que

el hombre dentro de su actuar político o biopolítico, se apropia de su entorno

planetario para generar relaciones de retroalimentación positivas.

Esta relación entre política y desarrollo humano busca también, llegar a un

equilibrio, pero teniendo en cuenta los desequilibrios a través del

conocimiento, en este caso bajo una mirada compleja; es decir creando

horizontes de posibilidades a través de una mirada política a los derechos

humanos y a los derechos ambientales, para formar un sistema no lineal y

biocéntrico, que inscriba al ser y la economía dentro de un sistema productor

de vida, donde el conocimiento revalúa la tendencia materialista del ser.

Como seres humanos individuales debemos iniciar este cambio a partir de

nuestra propia transformación, a través de la interrelación mente-

conocimiento-cuerpo, para actuar en contexto y generar nuevas relaciones

con respecto al territorio, que busque estudiar la estructura psíquica como

región base para el cambio y lo corpóreo como territorio cimiento de

actitudes que se evidencian en nuestro actuar político-ambiental, sin olvidar

el fin último: la vida.


BIBLIOGRAFÍA

Abbagnano, N. (1998). Diccionario de Filosofía. México: Fondo de Cultura


Económica.

Drucker, P. (1994). El Ascenso de la Sociedad del Conocimiento. Wash.


D.C: Facetas.

Maldonado, C. (2009). Política y Sistemas no Lineales: La Biopolítica.


Manizales: Universidad Católica de Manizales.

Taylor, F. (1997). Principios de la Administración Científica. México: Herrero


Hnos.

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