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Hamlet es el protagonista de la obra.

Es un príncipe de Dinamarca lleno

de inquietudes por la reciente muerte de su padre, por la unión de su madre

con su tío, el nuevo rey, una unión demasiado rápida teniendo en cuenta el

poco tiempo pasado desde la muerte de su padre, y por una sospecha que se

va confirmando según se va desarrollando la obra y que será la causa de su

actitud y del desenlace final.

El tema que voy a desarrollar es el del amor, pero en un sentido más

amplio: el amor de Hamlet hacia su padre muerto, el de éste a su esposa, el de

Hamlet a Ofelia, el de la madre reina hacia su hijo, y el cariño de amigos entre

el protagonista y Horacio.

Yo creo que Shakespeare, contemporáneo de Cervantes, y gran figura

de la literatura inglesa en el siglo XVI, refleja en esta obra situaciones de una

época en un lugar muy concreto, Dinamarca, aunque no eran diferentes de

otros países europeos como España o Inglaterra. Así vemos la ambición por el

ansia de poder del hermano del rey muerto, que no dudó en asesinar a su

hermano para conseguir ser rey, ni dudará en intentar matar a Hamlet para

asegurar su posición. Y aunque en algún momento tuvo cierto remordimiento

(Pág.148 y 149) esto no le detuvo.

Vemos también lo que se llama “venganza de sangre”, que es el deseo

de venganza de Hamlet por la muerte de su padre hacia su asesino, su tío

Claudio. Su honor y su deber de hijo se lo exigen, aunque su espíritu cristiano

pone reparos.

Su deber de hijo y su amor a su padre le obligan a hacer justicia, una

justicia que además le pide el espíritu de su padre, que se le aparece, y le

cuenta todo lo ocurrido, así como que se encuentra en el Purgatorio debido a


que su asesinato le sorprendió sin estar confesado, por eso estaba ahora

condenado a quemarse durante el día y a errar por la noche (Pág.85).

A lo largo de la obra se percibe claramente la religiosidad de sus

personajes: el Purgatorio, la confesión, el alma en pena de su padre, el

arrepentimiento, la salvación, ... Es una religiosidad de la época, no tan

diferente de la actual en muchos sentidos. En cierta forma relaciono este

aspecto religioso con el tema que yo trato “el amor” (en sentido amplio) porque

esa religiosidad entra en el campo del amor a Dios, o quizás con más acierto,

del “miedo a la condenación”, pero me quedo con lo primero, y, por el deseo de

morir en paz y reconciliados, es por lo que, por ejemplo, cuando heridos de

muerte por el veneno de las puntas de sus espadas, Laertes, dándose cuenta

de que el rey había sido el verdadero culpable de todo, le pide a Hamlet que se

perdonen mutuamente para que sus almas puedan alcanzar el descanso

eterno (Pág.209).

Polonio, que es como un consejero del rey, aunque más bien podría

decirse espía del rey, o su confidente, da una pobre impresión, pues parece

que sus actuaciones son un tanto indignas, creo yo, vigilando y tratando de

sonsacar a Hamlet para descubrir su pensamiento y transmitírselo al rey. Su

objetivo es complacer al rey y ganarse así su estima, consolidando su posición

en la corte. Sin embargo aprecio en él, a su modo, un amor paternal, porque a

su hija Ofelia le da los consejos que él cree buenos para ella, en relación con el

amor que Hamlet y ella se tienen (Pág.80 y 81) y prohibiéndole en definitiva

que vuelva a hablar con Hamlet.

Me sorprende la facilidad con que acepta esta decisión, lo cual me hace

deducir que el carácter de Ofelia es débil, o quizá siente necesidad de una

protección, de una seguridad, que encuentra en su padre.


Ese amor de Polonio por sus hijos, tan a su manera, lo vuelve a mostrar

al preocuparse por su hijo Laertes, al pedirle a Reinaldo que vigilase los

movimientos de su hijo en París, sus relaciones y su conducta para con esa

prudencia poder obrar en consecuencia mirando el bien de su hijo (Pág.93 a

96).

Hamlet se finge loco, haciendo creer a los demás que es debido a la

muerte de su padre y a la boda apresurada de su madre con su tío y de esa

forma disimula el rechazo que esa situación le produce (Pág.100).

El rey quiere saber qué pasa por su mente. Polonio llega a creer que su

locura se debe al amor que Hamlet siente por su hija. Incluso les lee al rey y a

la reina una de las cartas de amor que Hamlet había escrito a Ofelia (Pág.103)

y se ofrece a hacer de espía para sonsacarle.

También se puede apreciar un “amor fraternal”, el de Laertes hacia su

hermana, a la que da buenos consejos (Pág.77) recordándole la posición de

Hamlet con respecto a la suya, y previniéndola de la facilidad con que los

príncipes intentan cortejar a las damas y de que al final, son intereses

superiores ajenos a ellos, los que deciden sus matrimonios.

Cuando hablo del “amor fraternal”, del “amor paternal” o del “amor filial”,

lo hago refiriéndome a un época en la que esto abarca no sólo el cariño de la

relación familiar en sí mismo, sino también el egoísmo personal de guardar la

honra o un matrimonio de conveniencia, o aspectos similares, que se ve que

abundan en los consejos que Polonio e hijo le dan a Ofelia, sin preocuparse de

los sentimientos de ella hacia Hamlet, o de la sinceridad que pudiesen tener los

de Hamlet hacia ella.

Dentro del tema del amor en sentido amplio voy a comentar dos

vertientes opuestas: la sinceridad de los sentimientos y la falsedad de los


mismos. En el primer caso entrarán el amor de Hamlet a su padre asesinado,

que a lo largo de la obra se aprecia que es el motor que mueve a Hamlet, el de

Gertrudis hacia su hijo Hamlet e incluso el cariño de Horacio hacia el

protagonista. En el segundo caso entrará el falso amor que pretende demostrar

su tío Claudio –el rey asesino- hacia su sobrino, o el de aquellos supuestos

amigos enviados por el rey a Hamlet para averiguar sus pensamientos.

Estas dos vertientes opuestas del amor están entremezcladas a lo largo

de la obra. Son contradicciones que aparecen a veces dentro del mismo

personaje. Así la madre actúa con frialdad, casi indiferencia, hacia su hijo

cuando apoya al rey e incluso, le hace reproches y es cómplice del espionaje

que sufre Hamlet, pero también actúa con un gran amor cuando no duda en

beber de la copa en la que creía que había veneno antes de que lo hiciese su

hijo, para quien estaba destinada. Son contradicciones también los

remordimientos que en un momento tiene el rey en una actitud de rezo a Dios

(Pág.148), con su decisión de seguir a delante en matar a Hamlet para

asegurar su posición. O las del propio Hamlet que, dispuesto a matarle y

encontrando fácil ocasión para ello, en el momento en que le ve rezando

desiste del intento, aunque en realidad es porque desea que muera sin la

oportunidad de salvar su alma, sin arreglarse con Dios, tal y como el rey hizo

cuando asesinó a su padre (Pág.149).

El rey se muestra hipócritamente cariñoso con Hamlet cuando

preguntándole por Polonio, éste le dice que le ha matado y el rey le anuncia

que por su seguridad irá a Inglaterra, mirando su bien, e incluso se dice “tierno

padre suyo” lo cual rechaza Hamlet no aceptándole como marido de su madre.

(Pág.162 y 163).
Dos enviados del rey y antiguos amigos de Hamlet, Guildenstern y

Rosencrantz, se acercan a él enviados por el rey para sonsacarle y averiguar

sus verdaderos pensamientos. Hamlet, muy desconfiado, y con gran ingenio

les descubre con esa comparación que hace con la flauta (Pág.144 y 145)

cuando le invita a Guildenstern a tocarla y él responde que no sabe. Hamlet le

hace saber que él, como la flauta, no es fácil de tocar, y aunque le destemplen,

no soltará nota.

En sus respuestas, a quienes él imagina enviados por el rey, los ve

como enemigos suyos y los trata con ironía, con burla, tanto más por haber

sido amigos suyos en otro tiempo.

En cuanto a la otra vertiente, la del amor auténtico, está presente

siempre el recuerdo de su padre y su deseo de hacer justicia con la venganza.

Esta conexión entre padre e hijo se manifiesta en las apariciones del espíritu de

su padre, el cual busca a su hijo, le cuenta la verdad y le pide ayuda para que

el asesino no quede impune, para que sea conocida esa verdad, para en

definitiva conseguir descansar en paz. (Pág.85 a 88).

En sus intervenciones queda muy claro el amor que en vida había

sentido por su madre y ella por él, sintiendo ahora un gran pesar por el escaso

luto guardado por ella y por la facilidad con que se había rendido a los brazos

de su tío, que tanto su padre como él considerarán relación incestuosa, según

la mentalidad de la época. Sin embargo, el padre no le pide a Hamlet ningún

tipo de acción contra ella, dejando que el cielo y su propia conciencia se

encarguen de ello. (Pág.88).

Posteriormente, tras la función de teatro en la que el rey se descubre, en

la conversación que sostienen madre e hijo, la madre aún iba a reñirle por el

disgusto causado al rey, el espectro vuelve a aparecérsele para recordarle que


le cuente todo pero que no le haga daño “interponte entre ella y su alma en

lucha”. (Pág.154). La reina no puede verle pero Hamlet la convence de su

comportamiento incorrecto al casarse con el rey, y de que el rey había

envenenado a su padre. A partir de aquí ella se pondrá de su parte.

En la representación de teatro que hacen unos actores para la Corte con

una interpretación sobre el asesinato de un rey a manos de su sobrino (con un

guión que el propio Hamlet les da) ve el rey, su propia traición, aunque con

personajes diferentes, y en el sobrino de la obra, ve al propio Hamlet. Esto le

asusta y preocupa tanto que se va enfadado. Ahí es donde Hamlet y su amigo

Horacio actúan también de espías del rey, y aseguran así la veracidad de la

traición. (Pág.136 a 141).

El amor de la madre hacia Hamlet se manifiesta en su momento

culminante cuando ella bebe el contenido de la copa que suponía envenenado,

adelantándose a su hijo, que era para quien iba destinado. Esto ocurría en un

descanso durante el duelo con Laertes. (Pág.206). Muere por su hijo.

Horacio, el amigo de Hamlet, según él mismo dice, está dispuesto a

suicidarse para acompañarle en su último viaje, lo cual impide Hamlet

(Pág.209) para que quede alguien que cuente toda la verdad y apoye a

Fortinbrás –sobrino del rey de Noruega- en su candidatura al trono de

Dinamarca. (Pág.210).

Ofelia, al morir su padre, y verse sola, se suicida. Al ver su entierro

Hamlet reconoce el amor que sentía por ella ante su hermano Laertes

(Pág.194) quien le acusa, influenciado por el rey, de ser el causante indirecto

de su muerte.
Hamlet quería a Ofelia, pero se ofende cuando ella le devuelve las

cartas, y la sitúa en el bando de los otros; entonces considerará su amor como

cosa pasada y la tratará de forma burlona y cruel.

En mi conclusión final no acabo de enjuiciar con claridad a Hamlet, que

es el personaje principal de la obra. Por una parte, justifico sus actos, movido

por la venganza, desde un punto de vista humano. No pudo perdonar el

asesinato de su padre. Un político de renombre, actual, manifestó públicamente

que no podía perdonar el asesinato de su hermano por ETA. Son sentimientos

muy profundos que están ahí, independientemente de la religión de cada uno,

pero Hamlet era cristiano, y yo también, y es ahí donde me siento dividido

porque humanamente me pongo de su parte pero mis principios cristianos

chocan con su actuación.

Hamlet se dejó llevar por el amor y por el odio. A lo largo de la obra,

como en la vida misma, el amor y el odio son dos auténticos motores del

comportamiento humano.

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