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BIBLIOTECA CLASICA
TOMO CLVII

OBEAS HISTÓEICAS

l'I
T R A D U C I DA 8 D E L I T A L I A N O

D. L U I S H À Y A R R O

T O M O II

MADRID
L I B R E R I A D E L A V I U D A D E H E R N A N D O Y C.»
calle del A r e n a i , n ù m . 11

u
ÌCJL
p

HISTORIA DE FLORENCIA.
Í 2 LIBRO SEXTO.

O SUMARIO.
I. Consideraciones sobre el objeto d e las guerras y la utilidad
de las victorias. — I I . El duque de M ü á n negocia con el
ESTABLECÍMIKKTO TIPOGRÁFICO «SUCESORES DE M V A D B S E X R À »
conde Francisco Sforza, cuyas negociaciones producen rece-
Paseo de Sun Vicente, 20. los y disgustos e n t r e el Conde y los venecianos.—III. E a v e n a
se somete á la dominación d e Venecia (1440). E l P a p a vende
el Burgo de San Sepolcro á los florentinos. Nicolás Picci-
nino hace libremente correrías, d u r a n t e el invierno, en los

i
dominios v e n e c i a n o s . - I V . Llegada la primavera, y comen-
. z a d a s l a s hostilidades, obliga á Sforza á levantar el sitio de
Martmengo. Se enorgullece después t a n t o por esta victoria,
que el duque d e Milán, p a r a vengarse d e ¡él, hace la paz con
los aliados (1441). Francisco Sforza, conforme al convenio,
se casa con la h i j a del Duque y recibe en dote Cremona.—
V. Alfonso d e Aragón emprende de nuevo la guerra por la
posesión de Nápoles, d e Benevento y de otras ciudades y co-
marcas del reino. P a c t a n alianza con él y contra Sforza el
duque de Milán y el P a p a , y nombran general del ejército
á Nicolás Piccinino (1442). Á P e n a t o de A n j o u , rey d e Ná-
poles, expulsado por Alfonso, le reciben honrosamente los
florentinos, que hacen causa común con él y con Sforza.—
VI. Nuevas discordias en Florencia. Animosidad contra Neri
d e Gino Capponi (1443).—VII. Por traición de Bartolomé
Orlandini es muerto Baldaccio d e Anghiari. Reforma del
gobierno en favor del partido d e los" Médicis (1444).—

Í
V I I I . Muerte d e Piccinino. F i n de la guerra. — I X . Bau-
tista Canneschi m a t a á Aníbal Beliti voglio en Bolonia, y el
sucede su hijo Fernando. E l papa Calixto I I I muere cuando
pueblo mata á Canneschi, produciendo estas muertes graves proyectaba dar el reino de Nápoles á su sobrino Pedro Luis
disturbios en aquella ciudad (1445).—X. Es llamado al go- Borgia, Le sucede en el pontificado el sienés Eneas Silvio Pic-
bierno de Bolonia Santi, supuesto hijo de Hércules Bentivo- colomini, con el nombre de Pío II.—XXXVII. Discordia en
glio.—XI. Guerra general en Italia con daño del duque de Génova entre Juan de Anjou y los Fregosos que resulta en
Milán.—XII. El Duque hace un convenio con Sforza.— daño de éstos (1459). — Anjou invade el reino de Nápoles y
X I I I . Muerte del duque de Milán Felipe Yisconti. Los Mila- vence al rey Fernando. — X X X V I I I . El rey Fernando, con
neses nombran á Sforza su general (1447).—XIV. Negocia- el auxilio del Papa y del duque de Milán, recupera el trono
ciones del Pontífice para pacificar Italia. Opónense á ellas (1460). Génova sacude el yugo de los franceses. J u a n de
los venecianos.—XV. Alfonso de Aragón ataca á los floren- Anjou, abandonado por Jacobo Piccinino, es derrotado en el
tinos.—XVI. Es obligado á pedir la paz y á partir (1448).— reino de Nápoles, refugiándose en Ischia, desde donde vuelve
XVI r. El conde Sforza guerrea con ventaja contra los ve- á Francia (1462).
necianos.—XVIII. Continúa la guerra.—XIX. El Conde
obliga á los venecianos á pedir la paz.—XX. No pareciendo I . E l propósito de c u a n t o s e m p r e n d e n u n a g u e r r a
bieu la paz pactada á los milaneses, se alian con los vene- siempre f u é , y es n a t u r a l que s e a , enriquecerse y empo-
cianos contra el Conde.—XXI. Sforza sitia á Milán.— brecer al e n e m i g o . L a s victorias y l a s conquistas se ape-
X X I I . Finge retirarse del asedio de Milán. — X X I I I . Di-
versas opiniones en Florencia sobre la conducta que se debe tecen p a r a a u m e n t a r el poderío del vencedor y debilitar
observar con Sforza. - XXIV. Los milaneses son sitiados de al adversario. D e a q u í r e s u l t a q u e , c u a n d o la victoria
nuevo y, reducidos á extremas penalidades, se sublevan con- empobrece ó la c o n q u i s t a d e b i l i t a , se t r a s p a s a ó n o se
tra los"magistrados, entregándose á Sforza (1450). - X X V . l l e g a al fin con que f u é la g u e r r a e m p r e n d i d a .
Liga entre el nuevo duque de Milán y los florentinos de
una parte, y el rey de Nápoles y los venecianos de otra.— L o s m o n a r c a s ó las repúblicas se enriquecen con la
XXVI. Consecuencias de estas alianzas.—XXVII. Llega á g u e r r a c u a n d o , e x t e n u a d o el e n e m i g o , son d u e ñ o s del
Florencia el emperador Federico I I I (1451). Guerra en Lom- botín y d e los t r i b u t o s ; pero la victoria empobrece á
bardia entre el duque Milán y los venecianos.—XXVIII. los q u e , venciendo, n o d e s t r u y e n á s u s enemigos, y si el
Fernando.hijo de Alfonso, rey de Nápoles, en gueria contra
botín y los t r i b u t o s n o es p r e s a de los gobiernos vence-
los florentinos, invade la Toscana (1452).—XXIX. Conju-
ración de Esteban Porcari en Roma contra el Gobierno pon- dores , sino d e los soldados. Q u i e n e s se e n c u e n t r a n en
tificio, descubierta y castigada. — X X X . Gherando Gamba- este caso son d e s d i c h a d o s si en la g u e r r a p i e r d e n , y
corti, señor de Val de Bagno, negocia con el rey de Nápoles desdichadísimos si t r i u n f a n ; p o r q u e , p e r d i e n d o , s u f r e n
entregarle su Estado, pero el valor y firmeza de Antonio l a s ofensas d e los e n e m i g o s , y v e n c i e n d o , l a s q u e les
Gualandi perturba sus proyectos (1453).—XXXI. Renato de
Anjou vuelve á Italia llamado por los florentinos, y poco ocasionan los a m i g o s , q u e , por ser m e n o s razonables,
después regresa á Francia. — X X X I I . Por intervención del son m á s i n s u f r i b l e s , ocasionando la necesidad de i m p o -
Papa se ajusta la paz entre los príncipes beligerantes (1454).— ner nuevos g r a v á m e n e s y t r i b u t o s á los súbditos; de
X X X I I I . Jacobo Piccinino ataca á los sieneses. Los Turcos suerte q u e , si el gobierno vencedor tiene s e n t i m i e n t o s
son derrotados en Belgrado.— XXXIV. Espantoso huracán
h u m a n o s , n o puede alegrarse d e victorias que e n t r i s t e -
en Italia.—XXXV. Genova se da al rey de Francia (1458).—
XXXVI. Muerte de Alfonso de Aragón, rey de Nápoles. Le cen á los g o b e r n a d o s .
L a s a n t i g u a s y bien ordenadas repúblicas a c o s t u m - nuevo ejército cuando aun no se sabía en Italia su de-
braban , después de sus victorias, á llenar de oro y p l a t a rrota, haciendo mayor g u e r r a á sus enemigos que antes.
el Tesoro público, á distribuir donativos al p u e b l o , á P o r ello, después del desastre de Temía (1440) pudo
perdonar tributos á los ciudadanos y á festejar los t r i u n - ocupar á Y e r o n a ; despojados y dispersos sus soldados
fos con juegos y ceremonias solemnes; pero en la época e n Y e r o n a , venir con grueso ejército á T o s c a n a ; de-
que historiamos se empezaba por agotar el erario p ú - rrotado en A n g h i a r i , antes de volver á la Romaña, estar
blico , después se empobrecía al pueblo, y se acababa p o r ya más fuerte que a n t e s , dando al duque de Milán la
no tener seguridad n i n g u n a contra los enemigos. esperanza de poder defender la Lombardía q u e , por su
Todo esto nacía del desorden con que se practicaba l a ausencia, creía el D u q u e haber perdido. P u e s mientras
guerra; porque despojando á los enemigos vencidos, p e r o Piccinino perturbaba la Toscana, veíase Visconti redu-
no prendiéndoles ni m a t á n d o l e s , t a r d a b a n en atacar a l cido al extremo de temer la pérdida de sus Estados,
vencedor sólo el tiempo que empleaba el E s t a d o al q u e y, juzgando que pudiera llegar antes su ruina que el so-
servían en proporcionarles n u e v a s armas y caballos. corro de aquel á quien había llamado, para contener el
Además, siendo el botín y los t r i b u t o s para los soldados, ímpetu del conde Sforza y ganar tiempo con la indus-
no aprovechaban al príncipe ó gobierno vencedor p a r a tria, ya que con la fuerza no podía conseguirlo, acudió
los nuevos gastos y nuevos sueldos, que sacaban de l a s á los medios que en semejantes circunstancias le pro-
entrañas de sus pueblos; de suerte que las victorias, l e j o s dujeron buenos resultados, y envió á Nicolás de E s t e ,
de resultar en beneficio de los subditos del vencedor, h a - marqués de F e r r a r a , á Peschiera, donde estaba el Conde,
cía á los príncipes m á s solícitos y menos respetuosos p a r a para inducirle, por cuenta propia, á a justar la paz; mos-
acrecentarles los gravámenes. trándole que 110 le convenía aquella g u e r r a , porque si
Á t a i punto habían conducido l a guerra los soldados, el Duque llegaba t a n á menos que no pudiera mantener
que lo mismo el vencedor que el vencido, sólo á f u e r z a d e su influencia, Sforza sería el primero en participar de
dinero se hacía obedecer de los ejércitos, porque é s t e esta mala suerte, á causa de que, no necesitándole los ve-
tenía que equiparlos de nuevo y aquél premiarlos. S i n necianos ni los florentinos, no le estimarían. E n prueba
nuevo equipo los derrotados no podían c o m b a t i r , y l o s -de que el Duque deseaba la p a z , le ofreció la realización
vencedores, sin nuevos premios, n o querían. De aquí n a c í a del matrimonio con su h i j a , que enviaría á Ferrara para
que el vencedor gozaba poco de l a victoria, y el vencido que se casase con é l , terminada la guerra.
sentía menos la d e r r o t a , porque éste tenía tiempo p a r a Respondió Sforza que, si verdaderamente deseaba Y i s -
rehacerse, y aquél nunca podía continuar la v e n t a j o s a conti la paz, le era fácil conseguirla, por quererla tam-
campaña. bién los venecianos y los florentinos; pero no se podía
I I . E s t e desorden y esta deplorable disciplina f u é darle crédito, sabiéndose que nunca había ajustado la
causa de que Nicolás Piccinino estuviera ya al frente d e paz sino por necesidad y, pasada ésta, renacían sus deseos
belicosos; que ni aun á lo del casamiento debía prestar A s í estaban las cosas, no pensando nadie en ajustar
fe, después de haber sido t a n t a s veces burlado; sin e m - la paz, porque todos creían que l a llegada del invierno
bargo , a j u s t a d a l a paz, haría respecto al matrimonio lo les aseguraba contra las operaciones militares de sus
que sus amigos le aconsejaran. enemigos, y más que todos el duque de Milán, por con-
I I I . A los venecianos, que á veces sin f u n d a m e n t o t a r para su defensa, además del invierno, con Nicolás
sospechaban d é l a fidelidad de su ejército, con razón Piccinino. P o r ello había roto las negociaciones para la
alarmaron estas negociaciones, y el conde Sforza, para paz con Sforza, y con suma diligencia reparaba el ejér-
que confiaran en él, determinó proseguir la guerra vigo- cito de Piccinino y hacía las demás provisiones necesa-
r o s a m e n t e ; pero de u n a parte la ambición del C o n d e , y rias para la próxima guerra.
de o t r a las sospechas de los venecianos, entibiaron de Sabido esto por el Conde, fué á Venecia para ponerse
t a l suerte la actividad de Sforza, que nada importante de acuerdo con el Senado respecto á las operaciones en
emprendió en el resto de la c a m p a ñ a , y volviendo á el año inmediato.
L o m b a r d í a N i c o l á s Piccinino, cuando empezaba el in- Nicolás, por su parte , teniendo dispuesto su ejército
vierno, los ejércitos se retiraron á sus cuarteles: el Con- y viendo desordenado al enemigo, no esperó la llegada
de se situó en Y e r o n a , el duque de Milán en Cremona, de la primavera y en el rigor del invierno ( 1 4 4 1 ) pasó
los florentinos en Toscana y las tropas pontificias en l a el A d d a , entró en el Bresciano, ocupando todo aquel
Romana. país, excepto A d u l a y Acri, y desvalijando y prendiendo
É s t a s , después de la victoria de A n g h i a r i , atacaron á m á s de dos mil caballos de Sforza, sorprendidos en esta
F o r l i y Bolonia, para quitar ambas poblaciones á F r a n - acometida. Pero lo que más desagradó á Sforza y asustó
cisco Piccinino que, á nombre de su padre Nicolás, l a s más á los venecianos fué que Ciarpellone, uno de los
gobernaba, y no lograron tomarlas, porque Francisco las mejores capitanes del Conde, se rebeló.
defendió valerosamente. Cuando supo Sforza estos sucesos, salió inmediata-
Sin embargo, la llegada del ejército pontificio difundió mente de Venecia y, al llegar á Brescia, vió que Piccinino,
t a l temor á los de Ravena de caer bajo el poder del P a p a , . después de causar aquel d a ñ o , había vuelto á sus cuar-
que de acuerdo con su señor, Ostasio de P o l e n t a , pusié- teles. A p a g a d a p u é s la guerra, no juzgó Sforza conve-
ronse bajo la potestad de los venecianos. E s t o s , en recom- niente encenderla de nuevo; prefiriendo, ya que la esta-
pensa de la entrega de la ciudad, y para que Ostasio no ción y el enemigo se lo permitían, reorganizar su ejército,
pudiese nunca recobrar por fuerza lo que por poca p r u - y esperar la llegada el buen tiempo para vengar las
dencia había dado, le enviaron con su hijoá morir á Candía. ofensas recibidas. Hizo además que los venecianos recla-
Como, á pesar de la victoria de A n g h i a r i , faltaba di- maran las tropas que en Toscana servían á los floren-
nero al P a p a , vendió el castillo del Borgo de S a n Sepol- tinos, y en reemplazo de su general G a t t a m e l a t a , que
cro en veinticinco mil ducados á los florentinos. había muerto, pidió á Miguel A t t e n d u l o .
I V . A l llegar la p r i m a v e r a , Piccinino fue' el primero
que, considerando debía tener seguro premio u n a victoria
en salir á campaña, y acampó en Cignano, fortaleza dis-
segura, deseaba le concediese la ciudad de P i a c e n z a ,
t a n t e de Brescia doce m i l l a s , en cuyo socorro acudió
para gozar allí de reposo, después de tanto guerrear.
Sforza. A m b o s generales dirigieron la g u e r r a según su
acostumbrado método. •No tuvo, finalmente, reparo en amenazar al D u q u e con
el abandono de la empresa, si no accedía á su p r e t e n -
Temiendo el conde Sforza p o r la seguridad de Bér-"*
sión.
g a m o , acampó, delante del castillo de Martinengo, desde
E s t a forma insolente é injuriosa de pedir ofendió
donde, u n a vez tomado, podía socorrer sin dificultad
tanto al duque de Milán y le produjo t a n t a i n d i g n a -
dicha plaza, enérgicamente a t a c a d a por Piccinino, quién,
ción, que determinó perder la campaña antes que acceder
viendo que sólo podía venir el enemigo por aquella vía,
á la exigencia; y este príncipe, imperturbable a n t e los
había fortitificado á M a r t i n e n g o con toda clase de obras
peligros y las amenazas de sus enemigos, cambió de pro-
de defensa, tanto que el Conde t u v o que combatirlo con
pósito por los insolentes procedimientos de los amigos,
todas sus fuerzas.
determinando ponerse de acuerdo con Sforza, á quien
Piccinino situóse en p u n t o q u e impedía la llegada de envió á Antonio Guidobuono, de Tortona, ofreciéndole,
víveres al ejército de S f o r z a , y con zanjas y bastiones se como condición de la paz, el casamiento con su h i j a . E l
fortificó de tal modo, que el C o n d e no podía atacarle conde Sforza y los aliados aceptaron ávidamente esta
sin manifiesto peligro. R e d u j o así las cosas á términos proposición y, firmado secretamente el convenio entre
que el sitiador de M a r t i n e n g o corría m á s riesgo que los ellos, ordenó el duque de Milán á Piccinino que p a c t a r a
sitiados, no pudiendo permanecer allí por f a l t a de víve- t r e g u a por un año con el Conde, alegando que, a g o -
res, ni levantar el campo sin riesgo. E r a , pues, evi- biado por t a n t o s gastos, prefería segura paz á d u d o s a
dente la victoria del d u q u e de M i l á n y la ruina de S f o r - victoria.
za y de los venecianos.
A d m i r ó á Piccinino esta determinación, i g n o r a n d o el
P e r o la f o r t u n a , que siempre tiene medios de favore-
motivo que inducía al D u q u e á prescindir de t a n glo-
cer á sus amigos y de d a ñ a r á s u s enemigos, hizo que
rioso triunfo, y sin poder creer que, por no premiar á
creciera tanto la ambición de Piccinino, por l a esperan-
sus amigos, quisiera salvar á sus enemigos. P o r ello,
za de esta victoria, y que llegara su insolencia al extre-
en la forma que juzgaba m á s conveniente, se oponía á
mo de que, sin 'respeto al D u q u e ni á sí m i s m o , envió
esta determinación, tanto que el Duque tuvo necesidad,
á decirle que militaba largo tiempo bajo sus banderas
para obligarle á obedecer, de amenazarle con e n t r e g a r á
sin haber obtenido la tierra necesaria para su sepultura,
él y á sus soldados como presa á los enemigos, si no
por lo cual quería saber cómo serían premiados sus es-
cumplía sus órdenes.
fuerzos, estando, como estaba, en su m a n o hacerle Señor
Obedeció Piccinino con sentimiento igual al que sufre
de L o m b a r d í a y entregarle todos sus enemigos. A ñ a d í a
quien por fuerza abandona los amigos y la patria ; do-
liéndose de su mala suerte, pues u n a s veces la fortuna t a n t a desventaja suya, é hizo saber al papa E u g e n i o
y otras el D u q u e le impedían t r i u n f a r de sus enemigos. que había llegado el momento de recobrar las tierras de
Hecha la tregua, celebróse la boda d e Sforza y Blanca la Iglesia ocupadas por Sforza, ofreciéndole para ello á
Yisconti, dando el Duque pon dote á su hija l a ciudad Nicolás Piccinino, paga 1 © mientras durase la guerra, el
de Cremona. D e s p u é s firmaron la p a z en Noviembre de cual, hecha la paz, estaba con sus tropas en la R o m a n a .
1441, por los venecianos Francisco Barbarico y Pablo. Aceptó con ansia el P a p a aquel consejo, t a n t o por el
Trono. y por los florentinos maese A g n o l o Acciajuoli odio que tenía á Sforza, como por el deseo de recobrar lo
L o s venecianos adquirieron por e s t a paz Peschiera, suyo, y aunque Piccinino le había engañado en otra
Asóla y L o n a t o , poblaciones fortificadas del marqués de ocasión que intentó realizar este proyecto, creía que, in-
Mantua. terviniendo el Duque, no era probable nuevo engaño.
Y . Terminada la guerra en L o m b a r d í a , continuaba en R e u n i ó , pues, sus tropas con las de Piccinino é invadió
el reino de Ñapóles, y el no poder a c a b a r allí, fué causa la Marca. Sorprendido Sforza por el inesperado a t a q u e ,
de que renaciera en Lombardía. marchó al f r e n t e de sus tropas contra el enemigo.
Alfonso de A r a g ó n había quitado t o d o el reino á Re- E n t r e t a n t o el rey Alfonso se apoderaba de Nápoles
nato de A n j o u , excepto N á p o l e s , m i e n t r a s duraba la (1442), quedando en su poder todo el reino, menos Cas-
guerra en Lombardía, Creía Alfonso t e n e r segura la vic- telnuovo, donde dejó R e n a t o buena guarnición, y diri-
toria y determinó, mientras sitiaba á Ñapólas, quitar al gióse á Florencia. A q u í le recibieron con muchas h o n -
conde Sforza Benevento y los otros E s t a d o s que enton- ras; pero , á los pocos d í a s , convencido de que no podía
ces poseía, por juzgar que n i n g ú n p e l i g r o había en ello, sostener más la guerra, se fué á Marsella.
estando ocupado el Conde en la g u e r r a en L o m b a r d í a . Alfonso había ya tomado á Castelnuovo, y Sforza en-
Fácilmente realizó Alfonso aquella empresa y con contrábase en la Marca, inferior en fuerzas al P a p a y á
poco t r a b a j o ocupó toda la comarca; p e r o llegada la noticia Piccinino, por lo cual acudió á los venecianos y á los
de la paz de Lombardía, temió que, p o r recobrar sus po- florentinos, pidiéndoles auxilio de g e n t e y dinero y mos-
sesiones, tomara Sforza partido por A n j o u , y así lo espe- trándoles que, si no pensaban refrenar entonces al P a p a
raba éste por igual motivo. Envió, pues, R e n a t o emisa- y al rey de N á p o l e s , mientras él estuviera vivo, poco
rios al Conde para que fuera á socorrer á un amigo y á después tendrían que pensar en la propia salvación, por-
vengarse de un enemigo. P o r su p a r t e , A l f o n s o rogó á que se pondrían de acuerdo con Felipe Yisconti y divi-
Felipe Yisconti q u e , por la amistad q u e les u n í a , pro- dirían entre sí la I t a l i a .
porcionara á Sforza dificultades de t a l importancia que Florentinos y venecianos estuvieron dudosos a l g ú n
le obligaran á renunciar á todo i n t e n t o en Nápoles. tiempo, t a n t o por no saber si les convendría enemistarse
Determinó Yisconti servir á A l f o n s o , sin tener en con el P a p a y con el R e y , como por estar ocupados con
cuenta que t u r b a b a la paz firmada p o r él poco antes con los asuntos de los boloñeses.
H a b í a arrojado A n í b a l Bentivoglio á F r a n c i s c o Picci-
de muchos y temer de los que no deseaban partícipes en
nino de Bolonia, y p a r a poder defenderse del d u q u e de
el gobierno.
M i l á n , que favorecía á F r a n c i s c o , pidió a u x i l i o á los
E n t r e otros muchos capitanes del ejército florentino
venecianos y florentinos, quienes no se lo n e g a r o n . Ocu-
figuraba Baldaccio de A n g h i a r i , tan excelente militar
pados en esta empresa n o podían decidirse á a u x i l i a r á. que no había en aquel tiempo en Italia quien le superase
Sforza. en valor y fuerza corporal. Tanta era su f a m a en la in-
P e r o ocurrió que A n í b a l derrotó á F r a n c i s c o y , p a r e - fantería, fuerza siempre á sus órdenes que, en opinión
ciendo asegurada la t r a n q u i l i d a d por a q u e l l a p a r t e , d e - de todos, le seguiría en cualquier empresa que intentara.
terminaron los florentinos a y u d a r al conde S f o r z a ; a u n - Tenía Baldaccio íntima amistad con N e r i , á quien
que primero, para a s e g u r a r s e del d u q u e d e M i l á n , amaba por sus virtudes, de las que constantemente era
renovaron la alianza con él, á lo cual se p r e s t ó el D u q u e , testigo. E s t a intimidad infundía sospechas á otros ciu-
asegurando que consintió atacaran al c o n d e S f o r z a dadanos, quienes, considerando que prescindir de sus
mientras el rey R e n a t o d e A n j o u estaba c o n l a s a r m a s servicios militares era peligroso y tenerle en ellos pe-
en la mano; pero, vencido ya y privado de t o d o el r e i n o , ligrosísimo, determinaron matarle. L a fortuna favoreció
no le parecía bien que d e s p o j a r a n á Sforza d e s u s E s t a - esta determinación.
dos, por lo cual no sólo consintió en a y u d a r l e , s i n o q u e
. E r a Confaloniero de justicia maese Bartolomé Orlan-
escribió al rey A l f o n s o p a r a que volviera á s u r e i n o , y
d i m , encargado de la defensa de M a r r a d i cuando, como
cesara en las hostilidades. A u n q u e esta p e t i c i ó n d i s -
antes dijimos, pasó á Toscana Nicolás Piccinino,'y que
g u s t ó al rey Alfonso, sin e m b a r g o , por l a s o b l i g a c i o n e s
abandonó cobardemente este castillo, aunque, por su
que tenía con el D u q u e , l a a t e n d i ó , r e t i r á n d o s e c o u su
posición, era de fácil defensa. Tanto desagradó á B a l d a -
ejército al otro lado del río T r o n t o .
daccio esta cobardía, que en sus conversaciones y cartas
VE. Mientras ocurrían tales sucesos en l a R o u i a ñ a . 110
hizo público el poco ánimo de Orlandini, cosa que causó
gozaban tranquilidad los florentinos . E n t r e l o s c i u -
á éste g r a n vergüenza y disgusto, y le infundió vehe-
dadanos de mayor reputación en el gobierno d e F l o r e n -
mentísimo deseo de vengarse, pensando borrar l a i n d i g -
cia figuraba Neri de Gino Capponi, cuya f a m a t e m í a m á s
nidad de su conducta con la sangre del acusador.
que n i n g ú n otro Cosme de Médicis, porque á s u c r é d i t o
V I I . Conocían otros ciudadanos el deseo de Orlan-
en la población u n í a s e el que t e n í a entre l o s s o l d a d o s
dini, y sin t r a b a j o le convencieron de que debía m a t a r á
por haber sido varias veces jefe del e j é r c i t o florenti-
Baldaccio, vengándose él de la injuria recibida y li-
n o , ganándose l a estimación por su valor y m é r i t o .
brando al E s t a d o de un hombre á quien, no sin peligro,
A d e m á s , las victorias que todos s a b í a n , a l c a n z a d a s ñ o r
m a n t e n í a ni, sin daño, podía licenciar. Determinó, pues,'
él y por su padre G i n o , p u e s éste tomó á P i s a , y ISV-ri
Orlandini matarle, y al efecto reunió en u n a de sus ha-
venció á Nicolás Piccinino en A n g h i a r i , le h a c í a n a m a r
bitaciones varios jóvenes armados. Vino Baldaccio á la
TOMO i r .
a
plaza de la Señoría, como lo liacía diariamente, para t r a - corto número de ciudadanos el derecho de elegir la Se-
t a r con los magistrados de los sueldos de sus tropas; le ñoría y renovó la Cancillería de las reformas, privando de
llamó el Confaloniero, y sin recelo alguno fué á verle; ella á Felipe Peruzzi y sustituyéndole con u n o que go-
salió á su encuentro Orlandini y dieron dos ó tres vuel- bernara á satisfacción del partido dominante. P r o l o n g ó
t a s por las salas de la Señoría hablando de los sueldos. el tiempo del destierro á los desterrados; m e t i ó en la
Cuando al Confaloniero pareció momento oportuno, es- cárcel á J u a n de Simón Vespucci; privó de sus cargos á
tando próximos á la habitación donde había escondido á los funcionarios del partido contrario, y con ellos á los
los hombres a r m a d o s , hizo la señal convenida, salieron h i j o s de P e d r o Baroncelli, á todos los Serragli, á Bartolo-
éstos y, encontrando á Baldaccio solo y desarmado, le m é F o r t i n i , á maese Francisco C a s t e l l a n i , y á muchos
asesinaron y arrojaron su cadáver por l a ventana del otros. Con tales medios reforzaron su autoridad y crédi-
palacio que da á la aduana. De allí lo llevaron á la plaza, t o , privando á sus enemigos y á los sospechosos de toda
cortáronle la cabeza y d u r a n t e todo el día la mostraron esperanza.
al pueblo ( 1 4 4 3 ) .
V I I I . Conseguida así la dominación en el interior,
Quedó de Baldaccio un h i j o , que pocos años antes atendieron á los asuntos de fuera.
había dado á luz su mujer A n n a l e n a , y que murió E l rey Alfonso, según antes hemos dicho, h a b í a aban-
al poco tiempo. Annalena, sin hijo y sin marido, y no d o n a d o á Nicolás Piccinino, y el conde S f o r z a , con l a
queriendo la compañ'a de n i n g ú n otro h o m b r e , hizo ayuda de los florentinos, estaba poderoso, por lo cual
de su casa un monasterio, encerrándose en él con otras atacó á Piccinino junto á F e r m o , y le derrotó de tal
muchas nobles señoras, donde vivió y murió s a n t a m e n t e . suerte que, con pocos de los suyos, se refugió en M o n -
E l monasterio que fundó ha conservado y perpetuará su tecchio. Allí se fortificó y defendió con t a n t a tenacidad,
nombre. q u e , al poco tiempo, todas sus tropas se le h a b í a n unido
E s t e suceso aminoró la influencia de N e r i Capponi, y contó con fuerzas para hacer frente al Sforza. Llegó
privándole de crédito y amigos, y no bastó á los ciuda- en esto el invierno, y los dos ejércitos se acuartelaron.
danos poseedores de la gobernación. Diez años habían D u r a n t e el invierno se ocupó Piccinino en reforzar
transcurrido desde su victoria sobre los A l b i z z i ; había s u s t r o p a s , ayudándole para ello el P a p a y el rey A l -
expirado el poder de la Balía, y, porque muchos con pa- fonso, t a n t o que, al llegar la primavera, y saliendo ambos
labras y actos mostraban m á s ánimos de lo que á los generales á c a m p a ñ a , la superioridad del ejército de Pic-
gobernantes conviniera , j u z g a r o n los jefes del gobierno cinino puso al Conde en g r a n d e aprieto, y habría sido
que, para no perder su posición, necesitaban afirmar la vencido, de n o determinar el duque de M i l á n contra-
influencia de sus amigos y d e s t r u i r l a de sus adversarios. rrestar los propósitos de Piccinino. Rogóle Y i s c o n t i que
P a r a esto en el año 1444 crearon, por medio del C o n - f u e r a inmediatamente á verle, porque tenía que decirle
sejo, nueva B a l í a , que reformó los cargos, dando á d e palabra cosas importantísimas. Ansioso Piccinino de
escucharle, abandonó por u n b i e n d u d o s o u n a segura
arrojó de aquella ciudad á Francisco Piccinino; y sa-
victoria y, d e j a n d o al f r e n t e del e j é r c i t o á su hijo F r a n -
biendo Bautista lo mucho que deseaba el duque de M i -
cisco, f u é á M i l á n .
lán la amistad de aquella ciudad, trató con e'1 de ma-
Súpolo S f o r z a , y aprovechó l a ocasión de atacar al
t a r á Aníbal y de establecer su dominación en Bolonia.
enemigo m i e n t r a s Piccinino e s t a b a a u s e n t e , librando la
Convenido el modo de realizarlo, el 24 de J u n i o de 1445
batalla, j u n t o al castillo de M o n t e L o r o , derrotándolo y
atacó Bautista Canneschi con su gente á Aníbal y le
cogiendo prisionero á F r a n c i s c o P i c c i n i n o . m a t ó , recorriendo en seguida la ciudad y proclamando
L l e g ó Nicolás Piccinino á M i l á n , y a l verse engañado- al duque de Milán.
por el d u q u e Visconti y saber l a d e r r o t a de su ejército-
Había entonces en Bolonia Comisarios venecianos y
y la prisión de su h i j o , m u r i ó d e s e n t i m i e n t o en 1445, á.
florentinos que, al principiar el alboroto, se retiraron á
los sesenta y cuatro años de e d a d . F u é capitán más va-
s u s casas; pero viendo después que el pueblo no favore-
leroso q u e afortunado. D e j ó dos h i j o s . F r a n c i s c o y Jaco- cía á los asesinos, y que, reunidos en g r a n número y
bo, que tuvieron menos valor y p e o r f o r t u n a que el padre, armados los boloñeses en la p l a z a , se dolían de la muerte
de suerte q u e este ejército, o r g a n i z a d o p o r Braccio, casi d e Aníbal, cobraron ánimo y , con las tropas que tenían,
quedó d i s u e l t o , y el de S f o r z a , f a v o r e c i d o siempre por uniéndose al pueblo, atacaron á los Canneschi, ven-
la f o r t u n a , adquirió gran f a m a . ciéndoles en seguida, matando á muchos y arrojando de
A l ver el P a p a derrotado el e j é r c i t o d e Piccinino y la ciudad á los demás. N o pudo escapar Bautista C a n -
muerto é s t e , no esperando m u c h o d e l a a y u d a del rey de neschi, ni sus enemigos m a t a r l e , escondiéndose en su
A r a g ó n , negoció la paz con el c o n d e S f o r z a que, por casa en u n a fosa destinada á conservar grano. Buscá-
mediación de los florentinos, f u é c o n v e n i d a , quedan- ronle sus enemigos todo el día, sabiendo que no había
do el P a p a con Osimo, F a b r i a n o y R i c a n a t i en l a M a r - salido de la ciudad y, t a n t o asustaron á sus criados, que
ca, y el resto del país en poder d e S f o r z a . u n muchacho de los que servían en la casa declaró el
I X . A j u s t a d a la paz en l a M a r c a , t o d a I t a l i a hu- escondite, de donde le sacaron cubierto aún con la ar-
biese quedado t r a n q u i l a , á n o i m p e d i r l o l o s de Bolonia. m a d u r a ; matáronle y arrastraron y quemaron su ca-
H a b í a en esta ciudad dos p o d e r o s a s f a m i l i a s , los Cannes- dáver.
chi y los Bentivogli. E r a el jefe d e é s t a A n í b a l , y el de
F u é bastante la autoridad del duque Visconti para
aquélla, B a u t i s t a y, para fiarse m e j o r u n a de otra, con-
hacerle acometer aquella empresa, pero no su poder para
t r a j e r o n parentesco por m e d i o d e m a t r i m o n i o s ; pero socorrerle á tiempo.
entre h o m b r e s que aspiran á l a m i s m a g r a n d e z a se ¡'ue-
X . Terminado el t u m u l t o por la muerte de Bautista y
de contraer fácilmente p a r e n t e s c o , n o a m i s t a d .
la fuga de los Canneschi, quedaron los boloñeses en g r a n
Tenía alianza Bolonia con l o s v e n e c i a n o s y los flo- confusión, por no haber ninguno de la casa de los Benti-
r e n t i n o s , a j u s t a d a por A n í b a l B e n t i v o g r l i o después que vogli apto para desempeñar el gobierno, pues A n i b a l
sólo había dejado u n hijo de seis años de edad, l l a m a d a de esta casa y de tu p a d r e , y si lo eres de A g n o l o de
J u a n . Temíase, pues, que entre los partidarios de lo» Cáscese, continuarás en Florencia consumiendo tu vida
Bentivogli hubiera discordias capaces de facilitar la vuel- en un vil telar de lana.»
t a de los Canneschi, causando la r u i n a del partido c o n - E s t a s palabras conmovieron al joven y, aunque al
trario á ellos y de la patria. principio se había negado á acceder á la pretensión de
E s t a n d o en estas d u d a s , Francisco, que liabia sido los boloñeses, ofreció hacer lo que Cosme y N e r i deter-
conde de Poppi y se encontraba en Bolonia, manifestó- minaran. Pronto se llegó á un acuerdo con los Comisa-
á los principales de la ciudad que si querían ser gober- rios de Bolonia y, provisto de t r a j e s , caballos y servido-
nados por u n descendiente del linaje de A n í b a l , él l o r e s , fué Santi, acompañado de muchos á esta ciudad,
mostraría, y dijo que, estando H é r c u l e s , primo de A n í - donde le entregaron la guarda del hijo de Aníbal y el go-
b a l , hacía unos veinte años en P o p p i , tuvo amores c o n bierno de Bolonia. T a n t a f u é su prudencia en la gober-
u n a joven de este pueblo y de ella un hijo l l a m a d o ción que, habiendo muerto todos sus antepasados á ma-
S a n t i , que Hércules le aseguró ser suyo, lo cual ade- nos de sus enemigos, él vivió en paz y respetado por
m á s no podía n e g a r , por la extraordinaria semejanza de- todos h a s t a su muerte.
ambos. X I . Después de la muerte de Nicolás Piccinino y de
Creyeron los ciudadanos á Francisco, y enviaron á- la paz a j u s t a d a en la M a r c a , deseaba tener Felipe V i s -
Florencia emisarios para reconocer al joven y pedir á- conti u n general para su ejército, y negoció secreta-
Cosme de Médicis y á N e r i que se le concedieran. m e n t e con Ciarpellone, uno de los mejores tenientes de
E l que figuraba como padre de S a n t i había muerto, y S f o r z a , llegando á un acuerdo.
vivía el joven con u n tío suyo llamado A n t o n i o de Cas- Pidió Ciarpellone licencia al conde Sforza para ir á
cese, hombre rico, sin hijos y amigo de Neri q u i e n , al Milán y tomar posesión de algunos castillos que en l a s
saber el caso, juzgó que no era prudente despreciar la p a s a d a s guerras le había donado Visconti. Sospechó
oferta, n i temerariamente aceptarla, opinando que S a n t i Sforza el motivo del viaje y , para que el duque de Mi-
hablara con los enviados de Bolonia á presencia de C o s - lán no se sirviera de Ciarpellone contra é l , hizo prender
me de Médicis. A s í se convino, y los boloñeses no sólo- á éste y, al poco tiempo, matarle pretextando que le
h o n r a r o n , sino casi adoraron á S a n t i : ¡tanto podía en. hacía traición.
ellos el espíritu d e partido! Mucho indignó á Felipe este suceso, y no poco satis-
N o se convino, por lo pronto, nada. Cosme llamó fizo á los venecianos y florentinos, temerosos de que se
aparte á S a n t i y le dijo: «Nadie mejor que tú mismo- uniera al poder del duque de Milán el ejército de Sforza.
puede aconsejarte en este caso, porque has de a d o p t a r l a Aquella indignación produjo nueva g u e r r a en la M a r c a .
determinación á que t u ánimo te incline. Si eres hijo de- E r a señor de Rímini Gismondo M a l a t e s t a que, por ser
H é r c u l e s Bentivoglio, acometerás las empresas dignas- yerno de Sforza, esperaba la Señoría de Pésaro; pero al
sólo había dejado u n hijo de seis años de edad, l l a m a d a de esta casa y de tu p a d r e , y si lo eres de A g n o l o de
J u a n . Temíase, pues, que entre los partidarios de lo» Cáscese, continuarás en Florencia consumiendo tu vida
Bentivogli hubiera discordias capaces de facilitar la vuel- en un vil telar de lana.»
t a de los Canneschi, causando la r u i n a del partido c o n - E s t a s palabras conmovieron al joven y, aunque al
trario á ellos y de la patria. principio se había negado á acceder á la pretensión de
E s t a n d o en estas d u d a s , Francisco, que había sido los boloñeses, ofreció hacer lo que Cosme y N e r i deter-
conde de Poppi y se encontraba en Bolonia , manifestó- minaran. Pronto se llegó á un acuerdo con los Comisa-
á los principales de la ciudad que si querían ser gober- rios de Bolonia y, provisto de t r a j e s , caballos y servido-
nados por u n descendiente del linaje de A n í b a l , él l o r e s , fué Santi, acompañado de muchos á esta ciudad,
mostraría, y dijo que, estando H é r c u l e s , primo de A n í - donde le entregaron la guarda del hijo de Aníbal y el go-
b a l , hacía unos veinte años en P o p p i , tuvo amores c o n bierno de Bolonia. T a n t a fué su prudencia en la gober-
u n a joven de este pueblo y de ella un hijo llamado- ción que, habiendo muerto todos sus antepasados á ma-
S a n t i , que Hércules le aseguró ser suyo, lo cual ade- nos de sus enemigos, él vivió en paz y respetado por
m á s no podía n e g a r , por la extraordinaria semejanza de- todos h a s t a su muerte.
ambos. X I . Después de la muerte de Nicolás Piccinino y de
Creyeron los ciudadanos á Francisco, y enviaron á- la paz a j u s t a d a en la M a r c a , deseaba tener Felipe V i s -
Florencia emisarios para reconocer al joven y pedir á- conti un general para su ejército, y negoció secreta-
Cosme de Médicis y á N e r i que se le concedieran. m e n t e con Ciarpellone, uno de los mejores tenientes de
E l que figuraba como padre de S a n t i había muerto, y S f o r z a , llegando á un acuerdo.
vivía el joven con u n tío suyo llamado A n t o n i o de Cas- Pidió Ciarpellone licencia al conde Sforza para ir á
cese, hombre rico, sin hijos y amigo de Neri q u i e n , al Milán y tomar posesión de algunos castillos que en l a s
saber el caso, juzgó que no era prudente despreciar la pasadas guerras le había donado Visconti. Sospechó
oferta, n i temerariamente aceptarla, opinando que S a n t i Sforza el motivo del viaje y , para que el duque de Mi-
hablara con los enviados de Bolonia á presencia de C o s - lán no se sirviera de Ciarpellone contra é l , hizo prender
me de Médicis. A s í se convino, y los boloñeses no sólo- á éste y, al poco tiempo, matarle pretextando que le
h o n r a r o n , sino casi adoraron á S a n t i : ¡tanto podía en. hacía traición.
ellos el espíritu d e partido! Mucho indignó á Felipe este suceso, y no poco satis-
N o se convino, por lo pronto, nada. Cosme llamó fizo á los venecianos y florentinos, temerosos de que se
aparte á S a n t i y le dijo: «Nadie mejor que tú mismo- uniera al poder del duque de Milán el ejército de Sforza.
puede aconsejarte en este caso, porque has de a d o p t a r l a Aquella indignación produjo nueva g u e r r a en la M a r c a .
determinación á que t u ánimo te incline. Si eres hijo de- E r a señor de Rímini Gismondo M a l a t e s t a que, por ser
H é r c u l e s Bentivoglio, acometerás las empresas dignas- yerno de Sforza, esperaba la Señoría de Pésaro; pero al
ocupó éste y la dio á su hermano Alejandro. Tal pre-
L o m b a r d í a . Prometió Alfonso enviarle auxilio, que difí-
ferencia irritó el á n i m o de Gismondo, a u m e n t a n d o su in-
cilmente podía pasar sin consentimiento del conde
dignación el ver q u e Federico Montefeltro, su enemigo,
Sforza.
por el favor del c o n d e Sforza había ocupado la Señoría
X I I . Rogó Felipe Visconti al Conde que no abando-
de Urbino.
n a r a á su suegro, viejo ya y ciego. E l Conde estaba ofen-
P o r tales motivos tomó Gismondo el partido del d u -
dido con el D u q u e por haberle éste movido la g u e r r a ;
que de Milán, y excitaba al P a p a y al rey de Ñ a p ó l e s para
m a s . por otra parte, no le agradaba el engrandecimiento
que declararan la g u e r r a al conde Sforza. E s t e , á fin
d e los venecianos. Además, empezaba á faltarle dinero, y
de que conociera Gismondo los primeros f r u t o s de la
la L i g a era parca en dárselo, porque los florentinos no
guerra que tanto deseaba, determinó prevenir el ataque
t e n í a n ya al Duque el miedo que les obligaba á estimar
y le acometió de improviso. L a perturbación f u é inme-
á Sforza, y los venecianos deseaban la ruina de éste, por
diata en la R o m a ñ a y en la M a r c a , porque Yisconti, el
creer que era el único capaz de poderles quitar la L o m -
rey de N á p o l e s y el P a p a enviaron poderoso auxilio á
bardía. Sin embargo, mientras Visconti procuraba atraér-
Gismondo, y los florentinos y venecianos dieron al conde
sele, ofreciéndole el mando de todas sus tropas si resti-
Sforza, si no g e n t e , dinero.
t u í a la Marca al P a p a y abandonaba á los venecianos,
No bastó á Y i s c o n t i la guerra en la R o m a ñ a , é in- éstos le enviaron embajadores, prometiéndole Milán si lo
t e n t ó quitar á Sforza Cremona y P o n t r e m o l i ; pero
t o m a b a n , y el mando de todo su ejército á perpetuidad,
los florentinos defendieron esta p l a z a , y los venecianos
con tal que continuara la guerra en la Marca é impidiera
aquélla.
la llegada á Lombardía de las tropas del rey Alfonso.
De esta suerte se renovó la guerra en L o m b a r d í a y , G r a n d e s eran las promesas de los venecianos y g r a n -
después de algunos combates en los alrededores de Cre- dísimos sus servicios, por haber intervenido en aquella
mona, los florentinos, al mando de Micheletto, y los ve- g u e r r a para salvar á . Cremona, que era de Sforza. E n
necianos derrotaron en Casale á Francisco Piccinino, que cambio las injurias del duque de Milán eran recientes, y
m a n d a b a el ejército del duque de Milán (1446). sus ofrecimientos no grandes y nada dignos de fe. E s -
Esperando los venecianos, por esta victoria, q u i t a r al taba, sin embargo, dudoso el Conde acerca del partido
duque sus Estados, enviaron u n Comisario á C r e m o n a , que debería tomar, porque de una parte le obligaban sus
é invadieron la G h i a r a d a d d a , ocupando todo aquel terri- compromisos con la Liga, la fidelidad jurada, los recien-
torio, menos Crema. P a s a r o n después el A d d a y llega- t e s servicios que la L i g a le había hecho y las promesas
ban en sus correrías h a s t a Milán. p a r a lo f u t u r o ; de otra le detenían los ruegos de su sue-
E l duque Yisconti acudió á Alfonso, rey de N á p o l e s , gro, y, sobre todo, el veneno que sospechaba encubrían
rogándole que le socorriera, y mostrándole el peligro que los venecianos con sus promesas; comprendiendo que, si
correría aquel reino si los venecianos se apoderaban de e r a n vencedores, á discreción suya quedaba el realizar-
las, y á este peligro sólo por necesidad debía exponerse venecianos, sólo del ejército que él m a n d a b a podían va-
un hombre prudente. lerse. P o r ello, cobrando ánimo, pasó al territorio de B o -
Con la incertidumbre de Sforza en resolverse acabaron lonia, y después á Módena y Reggio, deteniéndose con el
por ambición los venecianos, quienes, esperando ocupar ejército junto al río L e n z a , y ofreciendo desde allí sus
á Cremona por secretas negociaciones que tenían con servicios á los milaneses.
gente de dicha plaza, con distinto pretexto acercaron á É s t o s á la muerte del D u q u e se dividieron, queriendo
ella su ejército. P e r o los que á nombre de Sforza guar- unos vivir libres, y otros bajo el m a n d o de un príncipe.
daban á Cremona descubrieron el complot y fracasó, re- D e los que preferían un príncipe, unos deseaban al conde
sultando que no se apoderaron de Cremona y perdieron Sforza y otros al rey Alfonso. E s t a n d o los que amaban la
la ayuda del conde Sforza, que, dejando á un lado t o d o libertad unidos, prevalecieron de sus adversarios, y orga-
género de consideraciones, se unió al duque de M i l á n nizaron un gobierno republicano, que no obedecieron
(1447). muchas ciudades del Ducado, porque cada u n a deseaba
X I I I . Había muerto el papa E u g e n i o y sido elegido gozar de su libertad como Milán, y las que no aspiraban
para sucederle Nicolás V . á ser repúblicas independientes, rechazaban la soberanía
E l conde Sforza tenía ya reunido todo su ejército de los milaneses. Lodi y Piacenza se entregaron á los ve-
en Cotignola para pasar á Lombardía, cuando recibió la necianos; P a v í a y P a r m a se declararon independientes y,
noticia de la muerte de Felipe Yisconti, ocurrida á fines viendo Sforza esta desorganización, marchó á Cremona,
de A g o s t o de 1447. donde sus comisionados llegaron á un acuerdo con los d e
Milán para que Sforza fuera jefe de todo el ejército, con
E s t e suceso alarmó á Sforza, porque debía p a g a s á
l a s mismas condiciones que había pactado con el D u q u e
sus tropas y no estaba seguro de la subordinación del
Yisconti, añadiendo que Brescia fuera del Conde y, si
ejército. Temía á los venecianos, que contaban entonces
conquistaba Verona, se quedase con esta ciudad, restitu-
con numerosas fuerzas, y de los cuales se había separado
yendo Brescia á los de Milán.
recientemente para unirse al duque de M i l á n ; t e m í a
también al rey Alfonso, su perpetuo enemigo; nada es- X I Y . A n t e s de que muriera el d u q u e de Milán, el
peraba del P a p a , porque ocupaba tierras de l a Iglesia, y papa Nicolás, al ocupar el solio pontificio, procuró resta-
nada de los florentinos, aliados con los venecianos. blecer la paz entre los príncipes italianos. A l efecto ne-
Determinó, sin embargo, arrostrar la mala fortuna y goció con los embajadores que le enviaron los florentinos
dejarse guiar por los sucesos, porque en la actividad se para felicitarle por su elección, que se reuniera u n a D i e t a
encuentran oportunidades que en la quietud nunca se en F e r r r a r a , á fin de convenir larga tregua ó a j u s t a r
hallan. la paz.

L e infundía grandes esperanzas la creencia de que, si Reuniéronse, pues, en F e r r a r a el legado del P a p a y


los milaneses querían defenderse de la ambición de los los embajadores venecianos, milaneses y florentinos,
pero no fueron los del rey de Ñapóles. E n c o n t r á b a s e éste
los del castillo de Cennina, en el valle del A m o , y lo
en Tívoli con b a s t a n t e gente de á pie y á caballo, y desde
ocupó.
allí favorecía al d u q u e de Milán, creyéndose que,' por ha-
Sorprendió á los florentinos este inesperado ataque, y
ber a t r a í d o á su c a u s a al conde Sforza, pretendían atacar
al ver que el Bey iba contra ellos, tomaron tropas á suel-
abiertamente á venecianos y florentinos y, mientras lo-
do, crearon el Consejo de los Diez y , según su costum-
g r a b a n que el ejército de Sforza pasara á L o m b a r d í a
bre, se prepararon á la guerra.
entretener el tiempo con las negociaciones de l a paz en'
F e r r a r a , donde el rey Alfonso no envié embajadores Encontrábase ya Alfonso con su ejército cerca del te-
prometiendo ratificar lo que conviniera el d u q u e dé rritorio de Siena, y se esforzaba por que esta ciudad se
Milán. ^ adhiriera á su causa; pero los sieneses permanecieron
fieles á la amistad con los florentinos, y no recibieron al
D u r a r o n estas negociaciones muchos dias y, después
Rey ni en Siena, ni en n i n g u n a de las poblaciones de su
d e l a r g a discusión, se convino ó en una paz p e r p e t u a ó en
territorio, aunque le proveían de víveres, porque su im-
u n a tregua por cinco a ñ o s á voluntad del duque V i s c o n t i
potencia y la fuerza del enemigo no les permitía hacer
P e r o cuando sus embajadores volvieron á M i l á n p a r a
saber su opinión, le encontraron muerto. otra cosa.
N o tomó el Rey para la invasión en Toscana el ca-
A pesar de la m u e r t e de Visconti los milaneses desea- mino del valle del A m o , como al principio había deter-
ban observar el acuerdo; pero no quisieron los venecianos, minado, ó por haber perdido á Cennina, ó porque los flo-
por su grande esperanza de apoderarse del E s t a d o dé rentinos tenían reunido ya bastante ejército; dirigióse,
Milán, mayormente al ver que Lodi y Piacenza, t a n pues, hacia Volterra, ocupando varios castillos en el V o l -
pronto como murió el Duque, se unieron á ellos. Creían terrano. Desde allí fué á la comarca de P i s a y, por l a
pues, que en breve tiempo, ó por fuerza ó por convenio' ayuda que le dieron A r r i g o y Fazio, de la familia de los
despojarían á Milán de todo el Ducado y después, oprimir condes de la Gherardesca, tomó algunas plazas y atacó
de tai modo á los milaneses, que a u n ellos tuvieran que á Campiglia, de la cual no pudo apoderarse por la de-
rendirse antes de que alguien les socorriera. P e s u a d i é - fensa de los florentinos y por el rigor del invierno.
ronse de esto mucho m á s al ver que los florentinos se em- Dejó el Rey en la comarca conquistada guarnición
peñaban en guerra con el rey de Ñapóles. para custodiarla y hacer correrías, y con el resto del ejér-
X V . E s t a b a el Rey en Tívoli; quería emprender la cito se acuarteló en el territorio de Siena.
guerra en Toscana, como con Visconti había convenido L o s florentinos entretanto, aprovechando la estación,
J , juzgando que l a empezada en L o m b a r d í a le d a b a organizaron un ejército, dando el mando á Federico, se-
tiempo y comodidad para ello, deseó tener u n a posición ñor de U r b i n o , y á Gismondo Malatesta, de Ríuiini; y,
aunque hubo discordia entre ambos, por la prudencia de
i " f r ! - p T J í l 0 r e n t Í n ° a n t G S d e e m P r e n d e r abiertamente
las hostilidades. A l efecto, entabló tratos secretos con N e r i de Gino y de Bernardino de Médicis, que eran los
Comisarios, continuaron unidos de tal modo que, siendo
posible dar á cada cual su ración. E l ejército del Rey, en
a ú n grande el frío, salieron á campaña (1448) recobrando
c a m b i o , aunque estrechado por los florentinos, estaba
las poblaciones perdidas en el territorio de Pisa y el P o -
abundantemente provisto de todo, h a s t a de paja para los
marance en el de Yolterra. L o s soldados del R e y , que
caballos, porque recibía por m a r las provisiones.
antes hacían correrías por la costa, fueron contenidos
I n t e n t a r o n los florentinos proveerse del mismo modo,
h a s t a el punto de defender, no sin trabajo, las plazas
cargando de víveres sus galeones y haciéndoles ir; pero los
cuya g u a r d a se les había confiado.
encontraron siete galeras del Bey, y dos de aquéllos fue-
Llegada la primavera, acamparon los Comisarios con ron cogidos, huyendo los otros dos. E s t a pérdida quitó
todo el ejército en Spedaletto, en número de cinco mil la esperanza al ejército florentino de tener víveres fres-
caballos y dos mil infantes, y el Rey llegó con el suyo de cos, y doscientos ó más hombres, por la falta de provisio-
quince mil hombres á tres millas de Campiglia. nes, especialmente de vino, desertaron, pasándose al rey
C u a n d o se esperaba que volviera á atacar esta plaza, Alfonso; las demás tropas m u r m u r a b a n , diciendo que en
acometió á Piombino, creyendo conquistarlo fácilmente,' el sitio donde acampaban, sin vino y con mala agua, era
por estar aquella comarca mal provista y por juzgar que excesivo el calor. T a n t a s fueron estas murmuraciones,
su ocupación le era útilísima y muy dañosa á los floren- que los Comisarios determinaron abandonar aquel lugar,
tinos, pues, desde aquella comarca, podía sostener l a r g a y se dirigieron á recuperar algunas poblaciones que t o -
guerra contra ellos, á causa de recibir las provisiones por davía estaban en poder del Rey, quien, aun cuando con-
m a r , y perturbar todo el país de P i s a . t a b a con víveres y con ejército m á s numeroso, n a d a podía
P o r ello alarmó á los florentinos este ataque y, emprender, por las numerosas enfermedades que en esta
después de deliberar lo que convenía hacer, acordaron época del año producen las m a r i s m a s , dolencias t a n
acampar con el ejército en los bosques de Campiglia, perniciosas, que muchos morían y casi todos^estaban e n -
esperando, con este movimiento, batirle ú obligarle á fermos.
vergonzosa retirada. A r m a r o n pues cuatro galeones que
E m p e z a r o n negociaciones para la paz, pidiendo el Rey
tenían en L i o r n a , y en ellos llevaron trescientos infan-
cincuenta mil florines y que dejaran á su discreción
tes á Piombino. E l ejército, por considerar peligroso si-
Piombino. E n v i a d a s estas condiciones á Florencia, mu-
t u a r s e en los bosques de la llanura, acampó en Caldane,
chos que deseaban l a tranquilidad las aceptaban, asegu-
posición de muy difícil ataque.
rando no saber cómo se podría alcanzar la victoria en u n a
X Y I . Sacaban los florentinos los víveres de las co- g u e r r a que tanto costaba mantenerla. P e r o N e r i Cappo-
marcas inmediatas q u e , por ser estériles y poco habita- ni fué á Florencia, y de tal modo animó á l o s ciudadanos
das, les proveían con dificultad. Había, pues, escasez, y con sus discursos que, de común acuerdo, convinieron en
sobre todo faltaba el vino, porque ni se recolectaba en no aceptarlas, tomando bajo l a protección de la Repúbli-
aquella tierra, ni se podía llevar de m á s lejos, siendo im- ca al Señor de Piombino, con obligación de sostenerle en
paz y en g u e r r a , con tal de que no se e n t r e g a r a al Rey
defendiéndose, como hasta entonces, del enemigo. J u z g ó menor peligro apoderarse de P a v í a que dejarla
tomar á otro, y determinó aceptar el ofrecimiento, espe-
Supo A l f o n s o esta determinación, y viendo que su
rando convencer á los milaneses, á quienes hizo ver que,
ejército, debilitado por las enfermedades, n o podía t o m a r
si no la ocupaba, corrían peligro de que sus habitantes la
la plaza, levantó el sitio casi como en derrota, d e j a n d o
entregaran á los venecianos ó al duque de Saboya, sien-
allí más de dos mil muertos. Con el resto del e n f e r m o
do en cualquiera de ambos casos perdida para ellos; de
ejército se retiró á l a comarca de Siena, y desde allí al
suerte que debían preferir tenerle por vecino y amigo, á
reino de Ñ a p ó l e s , indignado contra los florentinos y
un vecino poderoso y enemigo como lo eran los venecia-
amenazándoles que, en mejor tiempo, e m p r e n d e r í a de
nos y el d u q u e de Saboya.
nuevo la g u e r r a .
L o s milaneses se alarmaron mucho al saber esto, cre-
X V I I . M i e n t r a s ocurrían estos sucesos en T o s c a n a ,
yendo descubrir la ambición del Conde y lo que se pro-
habiendo llegado el conde Sforza en L o m b a r d í a á ser
ponía; pero disimularon sus Sospechas, porque, aparte d e
general de los milaneses, antes que toda o t r a cosa se
Sforza, no veían refugio m á s que en los venecianos,
hizo amigo d e Francisco Piccinino, que á sueldo d e
aquéllos militaba, para que le favoreciese en su e m p r e s a cuya soberbia y gravosas condiciones les espantaban; por
ó se contuviera en contrariarla. lo cual determinaron no apartarse del Conde, y valerse
de sus fuerzas para librarse de los males que les amena-
Salió con su ejército á campaña. C o m p r e n d i e r o n l o s
zaban y, si podían conseguirlo, librarse después de él.
de Pavía que n o podían defenderse de esta f u e r z a , pero,
N o solamente les atacaban entonces los venecianos,
no queriendo obedecer á los milaneses, le ofrecieron la
ciudad á condición de que no la pusiera bajo el p o d e r sino también los genoveses y el duque de Saboya á
de Milán. nombre de Carlos de Orleans, hijo de una h e r m a n a de
Felipe Visconti. A los genoveses y al Duque los con-
Deseaba Sforza la posesión de Pavía, pareciéndole q u e
tuvo fácilmente Sforza. Quedaban sólo como enemigos
era buen principio para realizar sus proyectos; y n o le con-
los venecianos que, con poderoso ejército, querían ocu-
tenía el temor y l a vergüenza de faltar á su palabra,
p a r el E s t a d o de Milán y tenían á Lodi y Piacenza.
porque los g r a n d e s hombres llaman vergüenza el perder
Sforza sitió esta última plaza y, después de largo tra-
y no el adquirir con engaño; pero dudaba si al ocupar
bajo, la tomó y saqueó. Llegado el invierno, puso á su
á P a v í a se indignarían los milaneses h a s t a el e x t r e m o de
ejército en alojamiento, y él se fué á Cremona, donde pa-
entregarse á los venecianos. N o apoderándose de ella,
só con su mujer el resto de la estación.
temía que cayera en poder del duque de Saboya, á quien
X V I I I . A l empezar la primavera, salieron á campaña
muchos ciudadanos deseaban entregarse, de m o d o que
los ejércitos veneciano y milanés. Deseaban los milane-
en uno ú otro caso podía verse privado de la p o s e s i ó n de
ses recuperar á Lodi, y después ajustar la paz con los
Lombardía.
venecianos, porque los gastos de la guerra habían au-
TOMO I I . J
mentado considerablemente y la fidelidad del general era
el Conde restableció en seguida el orden, de tal suerte,
sospechosa, de suerte que deseaban con vehemencia la
que los enemigos, después de grandes esfuerzos, no sólo
paz para descansar y precaverse de Sforza. Determinaron,
fueron rechazados,- sino derrotados y dispersos, h a s t a el
pues, que su ejército fuese á la conquista de Caravaggio,
p u n t o que, de doce mil caballos que tenía el ejército, ape-
esperando que Lodi se rindiera cuando aquel castillo nas se salvaron mil, perdiéndose todos los carros y ba-
fuese tomado. gajes. N o habían sufrido h a s t a entonces los venecianos
Obedeció el Conde á los milaneses, aunque su opinión mayor y m á s espantosa ruina.
era pasar el A d d a é invadir el territorio de Brescia.
E n t r e el botín y los prisioneros encontraron conster-
Púsose el cerco á Caravaggio y con fosos y bastiones
nadísimo un proveedor veneciano, que antes de la b a t a -
se fortificaron los sitiadores, para que, si los venecianos
lla y d u r a n t e la campaña hablaba del Conde u l t r a j á n -
querían hacerles levantar el asedio, tuvieran que acome-
d o l e , llamándole bastardo y vil. A l verse prisionero, y
terles con desventaja. recordando sus insultos, temeroso de que le premiaran
Vinieron las tropas de Venecia á las órdenes de Mi- cual merecía, llegó a n t e Sforza tímido y asustado, como
cheletto, á situarse á dos tiros de arco del ejército de es natural en los soberbios y viles, que en la prosperidad
Sforza, permaneciendo en estas posiciones muchos días son insolentes y en la adversidad humildes h a s t a la ab-
y teniendo.muchas escaramuzas. P e r o el Conde conti- yección y, llorando se arrodilló, pidiéndole perdón de sus
nuaba el asedio del castillo en términos que los sitiados injurias. E l Conde le levantó y, tomándole del brazo le
no podían resistir m á s . Su rendición desagradaba mu- animó, haciéndole concebir buena esperanza. Después
cho á los venecianos, por creer que la pérdida de Cara- añadió que se maravillaba de que un hombre de t a n t a
vaggio equivalía á la pérdida de la campaña. prudencia y gravedad, como él pretendía tener, hubiese
H u b o , pues, entre sus capitanes grandísima discusión incurrido en el error de hablar t a n indignamente d e
sobre el modo de socorrerlo, sin que se viera otro camino quien no lo merecía, y en cuanto á lo q u e ' l e achacaba,
que el de acometer al enemigo dentro de sus trincheras, é l no sabia lo ocurrido entre Sforza su padre y doña
con grandísima desventaja; pero tanto estimaban la po- Lucía su m a d r e , porque n o estaba allí: ni había po-
sesión de aquel castillo, que el Senado veneciano, natu- dido influir en la forma de su u n i ó n , no creyendo, por
ralmente tímido y opuesto á toda empresa dudosa ó de t a n t o , que le cupiese por ella elogio ó censura; pero sabía
peligro, prefirió ponerlo todo en riesgo, á perder á Cara- bien que en todos sus actos se había portado de modo
vaggio y, con él, la campaña. que nadie debiera censurarle, de lo cual él y su Senado
podían dar reciente y verdadero testimonio. Aconsejóle
Determinaron, pues, atacar de cualquier modo al
que en lo sucesivo fuera m á s prudente al hablar de otros
Conde y, al amanecer de un día, le acometieron por la
y m á s cauto en sus empresas.
parte menos g u a r d a d a . A l primer ímpetu el ejército de
S f o r z a , que no esperaba el a t a q u e , se desorganizó; pero X I X . D e s p u é s de este t r i u n f o , el Conde con su vic-
torioso ejército p a s ó al territorio de Brescia y ocupó todo
y no de los milaneses. A j u s t a r o n , pues, un acuerdo,
aquel condado, a c a m p a n d o á dos millas de Brescia.
obligándose los venecianos á pagar al Conde, hasta que
P o r su parte, l o s venecianos, al saber la d e r r o t a , te-
s e apoderase de Milán, trece mil florines mensuales y á
m i e n d o , como sucedió, que Brescia fuese la p r i m e r a po-
auxiliarle durante la guerra con cuatro mil caballos y
blación a t a c a d a , la guarnecieron con las f u e r z a s que
dos mil infantes. Sforza se comprometió á devolver á los
mejor y m á s p r o n t o r e u n i e r o n , y d e s p u é s , con g r a n
venecianos las ciudades, los prisioneros y cuanto les
diligencia, t o m a r o n á sueldo tropas, uniéndolas á los res-
liabía ocupado en la g u e r r a , contentándose con el terri-
tos del dispersado ejército que pudieron recoger. A d e -
torio que el duque Yisconti poseía cuando murió.
más, en cumplimiento de l a Liga, pidieron á los floren-
X X . A l saber este acuerdo los milaneses, les con-
tinos auxilio, y libres ya éstos de la guerra con el rey
tristó mucho más que les había alegrado la victoria d e
Alfonso, les enviaron mil infantes y dos mil caballos.
Caravaggio. L o s grandes estaban desolados, el pueblo
E s t e refuerzo les permitió a g u a r d a r ocasión propicia para,
furioso, las mujeres y los niños lloraban, y todos acusa-
baeer la paz.
ban al Conde de traidor y desleal. A u n q u e no esperaban
F u é siempre d e s t i n o de la república veneciana s e r
apartarle de su determinación con ruegos ni promesas,
vencida en las b a t a l l a s y victoriosa en las negociaciones;
enviáronle embajadores para ver con qué semblante y
y lo que perdía e n la g u e r r a , con creces lo recobraba
con cuáles razones explicaba su maldad. A l presentarse
al ajustar la paz. S a b í a las sospechas que á los m i l a n e -
al Conde, le habló uno de ellos de esta manera :
ses inspiraba Sforza, y que éste deseaba ser, no capitán,,
« L o s que desean conseguir de alguien a l g u n a cosa>
sino Señor de M i l á n . E s t a n d o en su arbitrio p a c t a r la
acuden á él con ruegos, ofertas ó amenazas, para que,
paz con Sforza ó los milaneses, puesto que aquél l a de-
movido por la misericordia, la conveniencia ó el miedo,
seaba por ambición y éstos por miedo, eligieron los ve-
-acceda á lo que se pide. P e r o con los hombres crueles y
necianos hacerla con el Conde y ofrecerle auxilio p a r a
ávidos, ó que se juzgan poderosos, no se pueden emplear
l a conquista que proyectaba, comprendiendo q u e , al
n i n g u n o de aquellos tres medios, porque ni los ruegos les
verse los milaneses engañados por Sforza, querrían, por
-ablandan, ni las promesas les seducen, ni las amenazas
resentimiento, someterse al yugo de cualquier otro que al
les asustan. Por tanto, nosotros, que al presente conoce-
suyo y, reducidos al extremo de no poder defenderse p o r
mos, aunque tarde, tu crueldad, ambición y soberbia, ve-
sí mismos ni fiarse del Conde, veríanse obligados, p o r
nimos á ti, no para pedirte n a d a , ni con esperanza de
no saber á quién acogerse, á echarse en brazos de los ve-
obtener nada, aunque pidiéramos, sino para recordarte los
necianos.
beneficios que has recibido del pueblo milanés, y demos-
Tomada esta determinación, tantearon el á n i m o del trarte con cuánta ingratitud los has pagado, á fin de que,
Conde, encontrándole sumamente dispuesto á la paz,, e n t r e tantos males como sufrimos, t e n g a m o s el placer de
porque deseaba que la victoria de Caravaggio f u e r a s u y a vituperar t u s hechos.
torioso ejército p a s ó al territorio de Brescia y ocupó todo
y no de los milaneses. A j u s t a r o n , pues, un acuerdo,
aquel condado, a c a m p a n d o á dos millas de Brescia.
obligándose los venecianos á pagar al Conde, hasta que
P o r su parte, l o s venecianos, al saber la d e r r o t a , te-
s e apoderase de Milán, trece mil florines mensuales y á
m i e n d o , como sucedió, que Brescia fuese la p r i m e r a po-
auxiliarle durante la guerra con cuatro mil caballos y
blación a t a c a d a , la guarnecieron con las f u e r z a s que
dos mil infantes. Sforza se comprometió á devolver á los
mejor y m á s p r o n t o r e u n i e r o n , y d e s p u é s , con g r a n
venecianos las ciudades, los prisioneros y cuanto les
diligencia, t o m a r o n á sueldo tropas, uniéndolas á los res-
liabía ocupado en la g u e r r a , contentándose con el terri-
tos del dispersado ejército que pudieron recoger. A d e -
torio que el duque Yisconti poseía cuando murió.
más, en cumplimiento de l a Liga, pidieron á los floren-
X X . A l saber este acuerdo los milaneses, les con-
tinos auxilio, y libres ya éstos de la guerra con el rey
tristó mucho más que les había alegrado la victoria d e
Alfonso, les enviaron mil infantes y dos mil caballos.
Caravaggio. L o s grandes estaban desolados, el pueblo
E s t e refuerzo les permitió a g u a r d a r ocasión propicia para,
furioso, las mujeres y los niños lloraban, y todos acusa-
bacer la paz.
ban al Conde de traidor y desleal. A u n q u e no esperaban
F u é siempre d e s t i n o de la república veneciana s e r
apartarle de su determinación con ruegos ni promesas,
vencida en las b a t a l l a s y victoriosa en las negociaciones;
enviáronle embajadores para ver con qué semblante y
y lo que perdía e n la g u e r r a , con creces lo recobraba
con cuáles razones explicaba su maldad. A l presentarse
al ajustar la paz. S a b í a las sospechas que á los m i l a n e -
al Conde, le habló uno de ellos de esta manera :
ses inspiraba Sforza, y que éste deseaba ser, no capitán,,
« L o s que desean conseguir de alguien a l g u n a cosa>
sino Señor de M i l á n . E s t a n d o en su arbitrio p a c t a r la
acuden á él con ruegos, ofertas ó amenazas, para que,
paz con Sforza ó los milaneses, puesto que aquél l a de-
movido por la misericordia, la conveniencia ó el miedo,
seaba por ambición y éstos por miedo, eligieron los ve-
-acceda á lo que se pide. P e r o con los hombres crueles y
necianos hacerla con el Conde y ofrecerle auxilio p a r a
ávidos, ó que se juzgan poderosos, no se pueden emplear
l a conquista que proyectaba, comprendiendo q u e , al
n i n g u n o de aquellos tres medios, porque ni los ruegos les
verse los milaneses engañados por Sforza, querrían, por
-ablandan, ni las promesas les seducen, ni las amenazas
resentimiento, someterse al yugo de cualquier otro que al
les asustan. Por tanto, nosotros, que al presente conoce-
suyo y, reducidos al extremo de no poder defenderse p o r
mos, aunque tarde, tu crueldad, ambición y soberbia, ve-
sí mismos ni fiarse del Conde, veríanse obligados, p o r
nimos á ti, no para pedirte n a d a , ni con esperanza de
no saber á quién acogerse, á echarse en brazos de los ve-
obtener nada, aunque pidiéramos, sino para recordarte los
necianos.
beneficios que has recibido del pueblo milanés, y demos-
Tomada esta determinación, tantearon el á n i m o del trarte con cuánta ingratitud los has pagado, á fin de que,
Conde, encontrándole sumamente dispuesto á la paz,, e n t r e tantos males como sufrimos, t e n g a m o s el placer de
porque deseaba que la victoria de Caravaggio f u e r a s u y a vituperar t u s hechos.
»Recordarás bien cuál era tu situación á la muerte
del duque Felipe. E r a s enemigo del rey de Ñapóles y la victoria de Caravaggio que, preparada con nuestra
del P a p a ; habías abandonado á los florentinos y á los- sangre y nuestro dinero, para nuestra ruina la has con-
venecianos, quienes por justa y reciente indignación, y seguido.
por no necesitar de ti, eran t u s enemigos; tenías ago- »¡Infelices ciudades las que necesitan defender su li-
tado t u s recursos en la guerra contra la S a n t a Sede: sin bertad contra la ambición de quien quiere oprimirlas;
tropas, sin amigos, sin dinero y privado de toda espe- pero más infelices las que necesitan defenderse con a r -
r a n z a de poder conservar t u s E s t a d o s y mantener tu an- m a s mercenarias y desleales, como las tuyas! Sirva, al
tigua f a m a , tu ruina era segura, á no ser por nuestra menos, nuestro ejemplo á la posteridad, puesto que no
insensata confianza. Sólo nosotros te abrimos las puer- nos h a servido á nosotros el de los tebanos y Filipo de
t a s por respeto á la memoria de nuestro Duque, d e Macedonia quien, después de ser su general y vencer á
quien eres pariente y con quien habías hecho n i e v a sus enemigos, volvióse contra ellos y se convirtió en su
alianza, creyendo que conservarías el mismo afecto á sus Señor.
herederos, y que si, á sus beneficios se unían los nues- » N o podemos ser acusados de otra culpa que de la
tros, esta amistad no sólo sería íntima, sino perpetua; de confiar mucho en quien debimos confiar poco, porque
por ello añadimos á las condiciones de tu alianza con el tu vida pasada, tu insaciable ambición no satisfecha con
Duque, la de darte Yerona y Brescia. n i n g ú n cargo ni e s t a d o , nos debieron servir de adver-
»¿Qué más podíamos darte ú ofrecerte? ¿Qué m á s p o - tencia y no cifrar esperanzas en quien engañó al Señor
días lograr ó desear, no digo de nosotros, sino de c u a l - de L u c a , sacó tributos á florentinos y venecianos, tra-
quier otro en tiempo alguno? D e nosotros recibiste ines- tó sin consideración al duque de Milán, insultó á un
perado bien, y en recompensa recibimos de ti inesperado rey, y sobro t o d o , persiguió con t a n t a s injurias á Dios
mal. y á la Iglesia.
» J a m á s debimos creer que los milaneses tuvieran en
» 1 no es ahora cuando has empezado á mostrarnos
el ánimo de Francisco Sforza más autoridad que t a n t o s
tu malevolencia porque, t a n pronto como fuiste general
soberanos y que con nosotros g u a r d a r a la fe que con
de nuestro ejército, contra toda justicia, te quedaste con
t a n t o s otros había violado.
P a v í a , lo cual debió advertirnos del fin que tu amistad
»Sin embargo, esta escasa prudencia nuestra no e x -
tendría. Sufrimos entonces la ofensa, creyendo que esta
cusa tu perfidia ni borra la infamia que nuestras justas
adquisición colmaría, por su grandeza, tu ambición. P e r o
quejas liarán caer sobre ti en todo el mundo; ni evi-
¡ah! los que desean el todo no se satisfacen con parte-
tará que te remuerda l a conciencia cuando vuelvas con-
Prometiste que t u s futuras conquistas serían para n o s -
t r a nosotros, para herirnos, las mismas armas que prepa-
otros, porque sabes bien que lo que se da en muchas ve-
ramos para ofender y amedrentar á otros, porque tú
ces se puede quitar de una. A s í lo has hecho después fe
mismo te juzgarás digno del castigo que los parricidas
merecen. Y a u n q u e la ambición te ciegue, todo el m u n d o
testigo de tu i n i q u i d a d , te hará abrir los ojos; te los h a r á le echaban en cara; que si esto era ó no cierto, lo de-
abrir Dios, si d e t e s t a el perjurio, l a fe violada y l a trai- mostraría, con el fin de la guerra, el mismo Dios, á quien
ción; si, como h a hecho h a s t a ahora con algún designio ellos apelaban para ser vengador de sus ofensas, y que
providencial, se m u e s t r a enemigo de los malvados. sabía quiénes eran sus amigos y quiénes defendían ma-
yor justicia.
» N o te p r o m e t a s , pues, segura la victoria, porque la
Cuando partieron los embajadores, preparóse Sforza á
j u s t a ira de D i o s l a impedirá, y estamos resueltos á de-
atacar á los milaneses, y éstos se dispusieron á la de-
fender hasta m o r i r nuestra libertad: cuando no podamos
fensa, con ayuda de Francisco y Jacobo Piccinino que,
defenderla, a n t e s nos someteremos á cualquier otro p r i n -
por la a n t i g u a rivalidad entre los ejércitos de Braccio y
cipe que á ti. Y si nuestros pecados fueran tales que,
d e Sforza, permanecieron fieles á los milaneses. E s t o s
contra todo n u e s t r o deseo, cayéramos en tus m a n o s , t e n
pensaron defender su libertad, al menos h a s t a que pu-
por cierto que el reinado que t ú empieces con e n g a ñ o é
dieran separar á los venecianos del Conde, cuya alianza
infamia, acabará en ti ó en t u s hijos con daño y v i t u -
y amistad no creían fuese muy duradera.
peno.»
P o r otra parte, Sforza, que comprendía lo mismo,
X X I . E l c o n d e Sforza, aunque se sintiera ofendido juzgó atinado, para cuando el compromiso no bastara,
en todos conceptos por los milaneses, sin mostrar en s u s mantener por el interés la alianza de los venecianos, y
palabras ni en s u semblante alteración extraordinaria por ello, al convenir las operaciones de la guerra, consin-
respondió que d e buen grado atribuía al estado iracundo tió que éstos atacaran á Crema, mientras él con sus tro-
d e sus ánimos l a s graves injurias de sus impremeditadas pas ocupaba el resto del Ducado. Dicho convenio cegó
trases, a las q u e contestaría particularmente, de e s t a r l a prudencia de los venecianos, durando t a n t o su alian-
ante alguno que debiera ser juez en esta cuestión, para za con el Conde, que éste ocupó todo el E s t a d o de M i -
que se viera que n o había ofendido á los milaneses, sino lán y estrechó á la capital de tal suerte, que de nada po-
precavido sus o f e n s a s , porque bien sabían de qué modo día proveerse.
se condujeron d e s p u é s de la victoria de C a r a r a g g i o - c u a n - Desesperados los milaneses de cualquier otro socorro,
do en vez de premiarle con Verona y Brescia, procuraban enviaron embajadores para rogar á los venecianos que se
hacer la paz con los venecianos, á fin de que sobre él ca- compadecieran de su situación, y que, según costumbre
yeran las culpas d e l a enemistad, y para ellos f u e r a el d e las repúblicas, tuvieran á bien favorecer su libertad
f r u t o de a victoria, el mérito de la paz y las v e n t a j a s y 110 á un tirano que, si lograba enseñorearse de aquella
conseguidas en e s t a guerra. D e suerte que no podían ciudad, 110 podrían reprimir; añadían que no creyeran se
quejarse de que se adelantara el á hacer la paz que ellos contentase Sforza con las condiciones estipuladas, pues
i n t e n t a b a n a j u s t a r ; y de tardar él en convenirla, tendría reclamaría pronto los antiguos límites del Ducado.
a h o r a que acusar á los milaneses de la i n g r a t i t u d que A u n no se habían apoderado los venecianos de Crema,
y, queriendo tomarla antes de cambiar de partido, res- en alojamientos en los lugares que alrededor de aquella
pondieron públicamente no poder ayudarles, por el con- capital había ocupado.
venio hecho con el Conde; pero privadamente les dieron
E s t a determinación fué causa de la ruina de los mila-
á entender que podían contar con su alianza y hacerlo
neses y de la victoria de Sforza, porque, confiando los
esperar á sus conciudadanos. venecianos en la paz, procedieron con lentitud en las pro-
X X I I . E s t a b a ya el Conde con su ejército t a n inme- visiones de la guerra, y fiando los milaneses en la t r e g u a ,
diato á Milán, que combatía los barrios extramuros, viendo apartado al enemigo y aliados á los venecianos,
cuando los venecianos, poseedores ya de Crema, juzgaron creyeron que Sforza abandonaba por completo la em-
oportuno no diferir su alianza con los milaneses, con presa. E s t a creencia les perjudicó en dos sentidos: u n o ,
quienes hicieron u n tratado, prometiendo en los primeros porque descuidaron los medios de defensa; y otro, por-
artículos del mismo defender la libertad de Milán. I n - que, libre el país de enemigos y siendo la época de l a
mediatamente después ordenaron á las tropas suyas, que siembra, sembraron mucho g r a n o , con lo cual p u d o
estaban con el Conde, dejar el campamento de éste, y Sforza m á s pronto sitiarles por hambre. Todas estas co-
retirarse á las posesiones venecianas. sas que perjudicaban á sus enemigos, le eran útiles, y
También dieron cuenta al Conde de la paz hecha con la t r e g u a le permitió d a r descanso á su ejército y pro-
los milaneses, ofreciéndole el término de veinte días p a r a veerse de refuerzos.
aceptarla.
X X I I I . E n esta guerra de Lombardía los florentinos
No admiró al Conde lo hecho por los venecianos, pues 110 se habían declarado partidarios de ninguno de los
de mucho tiempo atrás lo tenía previsto y esperaba ocu- contendientes, ni habían prestado auxilio á Sforza cuan-
rriese cualquier día. Sin embargo, no por ello dejó de do defendía á los milaneses, ni después, porque el Conde,
dolerse, sintiendo el mismo disgusto que habían tenido que no tuvo necesidad de él, tampoco había hecho ins-
los milaneses cuando él les abandonó. Tardó dos días en tancia alguna por que se lo prestaran. Sólo después de la
contestar á los embajadores venecianos que habían ido á derrota de Caravaggio y, por las obligaciones que l a
notificarle el acuerdo, y en este tiempo determinó entre- alianza les imponía, dieron auxilio á los venecianos.
tener á los venecianos y no abandonar la empresa, para P e r o cuando Sforza quedó sólo, no sabiendo á quién
lo cual decía públicamente que aceptaba la paz, enviando recurrir, vióse obligado á pedir ayuda á los florentinos,
embajadores á Veneeia con amplias facultades para ra- públicamente al E s t a d o de Florencia, y privadamente á
tificarla, pero encargándoles privadamente que en modo los amigos, sobre todo á Cosme de Médicis, con quien
alguno lo hicieran, sino que, inventando dificultades, di- siempre había tenido amistad y que, en todas sus em-
firiesen el firmarla. Y para que los venecianos creyesen presas, le había aconsejado lealinente y auxiliado con es-
que decía la verdad, pactó t r e g u a con los milaneses por plendidez.
un mes, se apartó de Milán, y puso su ejército dividido N o le abandonó Cosme en este apuro, pues, como par-
ticular, le entregó g r u e s a s cantidades de dinero, a n i m á n -
Italia útilísimo, porque no era acertado creer que los
dole á continuar la empresa. Tambie'n procuró que el
milaneses pudieran vivir en república, pues sus incli-
gobierno florentino le ayudara; pero éste tropezaba con
naciones, su manera de vivir, los partidos que de a n t i -
dificultades.
guo dividían la ciudad, eran contrarios á la forma ele
E r a en Florencia potentísimo N e r i de G i n o C a p -
gobierno republicana; de suerte que precisamente, ó el
poni (1449), á quien n o parecía beneficioso p a r a su pa-
Conde llegaba á ser D u q u e de Milán, ó los venecianos-
t r i a que Sforza o c u p a r a á Milán, y creía m á s conve-
dueños de este D u c a d o ; y en tal alternativa nadie era
niente para la t r a n q u i l i d a d de I t a l i a la ratificación de la
t a n ciego que dudara de cuál era el mejor partido, e n t r e
paz por el Conde, que l a continuación de la g u e r r a .
tener por vecino un amigo ó u n enemigo poderoso.
P r i m e r a m e n t e t e m í a que los milaneses, por su i n d i g - N o creía en la sospecha de que los milaneses, por su
nación contra S f o r z a , se entregaran completamente á g u e r r a con Sforza, se sometieran á los venecianos, por-
los venecianos, lo c u a l sería ruinoso p a r a todos, y des- que el Conde tenía partidarios dentro de Milán, y éstos
pués, si Sforza lograba apoderarse de Milán, parecíale no; de suerte que, si no podían defenderse como libres,,
q u e , unidos tanto ejército y E s t a d o t a n i m p o r t a n t e , lle- antes se someterían al Conde que á Yenecia.
garían á ser formidables, y si el conde Sforza era y ¡ por E s t a diversidad de opiniones mantuvo indeciso al
s u ambición i n s u f r i b l e , lo sería mucho m á s al con- gobierno florentino, y al fin determinó enviar embaja-
vertirse en D u q u e de M i l á n . P o r todo esto a s e g u r a b a dores al Conde para t r a t a r de la f o r m a del acuerdo, re-
que lo mejor p a r a la república de Florencia y p a r a I t a - comendándoles, si le hallaban con fuerzas para poder
lia era que el Conde q u e d a r a con su f a m a de g e n e r a l y esperar que triunfase, hacer el tratado, y si no, a l a r -
se dividiera la L o m b a r d í a en dos repúblicas, l a s cuales g a r las negociaciones y diferirlo.
jamás se unirían para atacar á sus vecinos y, s e p a r a d a -
X X I V (1450). Encontrábanse estos embajadores en
mente, no podrían ofenderles. P a r a conseguir esto lo
Reggio, cuando supieron que el Conde era ya Señor de
mejor era no auxiliar al Conde, y m a n t e n e r la a n t i g u a
Milán porque, al terminar la tregua, sitió con su ejército
alianza con los venecianos.
l a ciudad, esperando tomarla en breve, á despecho de los
L o s partidarios de C o s m e de Médicis rechazaban es- venecianos, porque éstos no la podían socorrer sino pol-
t o s argumentos, por creer que los consejos de N e r i no la parte del río A d d a , paso que fácilmente cerraría. P o r
eran por el bien de l a República, sino porque, siendo
estar en el rigor del invierno no temía que los venecianos
Sforza amigo de Médicis, no quería que llegara á ser
fueran á guerrear contra él, y esperaba conseguir la vic-
duque de Milán, p a r a impedir que Cosme f u e r a sobrada-
toria antes de la primavera, sobre todo habiendo muerto
m e n t e poderoso.
Francisco Piccinino y quedando su hermano Jacobo como
P o r su parte, Cosme de Médicis mostraba, con razo- general de los milaneses.
nes, que el ayudar al Conde sería para Florencia y para L o s venecianos enviaron embajadores á Milán para
a n i m a r á los ciudadanos á la defensa, prometiéndoles Corrió la noticia por la ciudad de que en l a P u e r t a
g r a n d e y pronto socorro. N u e v a se habían sublevado contra los magistrados; y la
H u b o durante el invierno, entre las tropas venecianas multitud, que esperaba cualquier excitación, acudió á las
y las de Sforza, algunos combates de escasa importan- a r m a s . Nombraron los amotinados jefe á Gaspar de
cia; pero, al llegar el buen tiempo, el ejército veneciano, Yicomercato, y fueron á donde estaban reunidos los m a -
á las órdenes de P a n d o l f o Malatesta, estaba á orillas del gistrados , atacándoles con tal violencia q u e , los que no
A d d a . Deliberóse allí si, para socorrer á Milán, debían pudieron huir, fueron muertos, entre éstos Leonardo Ve-
atacar al Conde y arriesgar la f o r t u n a de u n a batalla. niero, embajador veneciano, á quien consideraban causa
Malatesta opinó que, conocido el valor del Conde y de su del hambre y la miseria.
ejército, era muy peligroso este partido, y creyó que, sin Quedaron los amotinados dueños de la ciudad y deli-
pelear, se podía vencer s e g u r a m e n t e , porque la falta de beraron acerca de lo que convenía hacer para salir de
víveres y forrajes obligarían á Sforza á marcharse. A c o n - t a n t o s trabajos y disfrutar de algún descanso. Todos
sejó, por tanto, permanecer en aquel alojamiento para convenían en que, no pudiendo subsistir la forma repu-
d a r esperanzas de socorro á los milaneses y evitar que, blicana, convenía someterse á la dominación de un prín-
por desaliento, se entregaran al Conde. cipe que les defendiera. U n o s querían por Señor al rey
Aprobaron esta determinación los venecianos, por Alfonso, otros al duque de Saboya, otros al rey de
creerla segura y por esperar q u e , teniendo á los milane- F r a n c i a . N i n g u n o nombró á Sforza. ¡Tan grande era la
ses en aquel apuro, veríanse precisados á someterse á su indignación que aun sentían contra él!
dominio; suponiendo que jamás se entregarían al Conde, N o pudiendo ponerse de acuerdo acerca del príncipe
á causa de las ofensas que de él habían recibido. que había de ser su Señor, Gaspar Yicomercato fué el
E n t r e t a n t o , los milaneses habían llegado á extrema primero que nombró al Conde y demostró, en largo dis-
miseria. L o s pobres, que en esta ciudad abundan siem- curso que, queriéndose quitar la guerra de encima, el
p r e , moríanse de hambre por las calles. Suscitábanse único recurso era llamar á Sforza, porque el pueblo de
murmuraciones y quejas en distintos p u n t o r d e la ciudad, Milán necesitaba pronta y segura paz, no larga esperanza
causando gran temor á los m a g i s t r a d o s , que procuraban de f u t u r o socorro. Procuró excusar la conducta del Conde
por todos los medios evitar los tumultos. y acusó á los venecianos y á todos los demás principes de
I t a l i a de no haber querido, unos por ambición y otros
E s difícil inducir á la multitud á las revueltas; pero
por avaricia, que los milaneses vivieran libres. P u e s t o que
cuando está dispuesta á ellas, el menor accidente las
necesitaban hacer el sacrificio de la libertad, debían po-
suscita. Dos hombres de escasa posición social hablaban
nerla en manos de quien supiese y pudiera defenderla,
junto á la P u e r t a N u e v a de las calamidades de la ciudad,
para que al menos l a servidumbre produjera la paz y n o
de la miseria y de los medios de conjurarlas. R e u n i é -
mayores daños y guerra m á s peligrosa.
ronse á ellos otros, h a s t a formar un grupo numeroso.
\

Oyéronle con profunda, atención, y t e r m i n a d o su dis-


aquéllos, por lo reciente de su elevación al mando del
curso, gritaron que llamaran á S f o r z a , n o m b r a n d o á
E s t a d o de Milán, ni con sus fuerzas propias ni con las
Vicomercato embajador para decírselo. P o r m a n d a t o
de sus aliados podría sostenerse.
del pueblo fué en busca del Conde, d á n d o l e t a n satisfac-
P e r o duraba la alianza entre florentinos y venecianos
toria noticia, que Sforza oyó a l e g r e m e n t e ; y e n t r a n d o en
y el Rey, después de la guerra de Piombino, había hecho
Milán como soberano el 26 de F e b r e r o d e 1 4 5 0 , con
la paz con aquéllos, no juzgando oportuno quebrantarla
grande y maravillosa alegría le recibieron l o s mismos-
si 110 había motivo que justificara la guerra (1451). P o r
que poco antes con tanto odio le h a b í a n i n f a m a d o .
esto los venecianos y Alfonso enviaron embajadores á
X X V . A l llegar á Florencia la n o t i c i a d e este s u -
Florencia que, á nombre de sus respectivos gobiernos,
ceso, dieron órdenes á los embajadores florentinos, que
declararon haber hecho alianza, no para ofender á otros,
estaban en camino, para que, en vez de i r a negociar t r a -
sino para defensa de sus propios E s t a d o s .
tado con el conde S f o r z a , f u e r a n á f e l i c i t a r á Sforza,.
Quejáronse después los venecianos de que los floren-
duque de Milán.
tinos habían permitido el paso á Alejandro, hermano del
Recibió el D u q u e con mucho a g a s a j o á l o s e m b a j a d o -
Duque, por la Lunigiana, para ir con tropas á la Lom-
res y les colmó de honores, porque sabía b i e n q u e , contra
bardía, y además, de que habían sido autores y conseje-
el poder de los venecianos no t e n d r í a e n I t a l i a amigos
ros del acuerdo del D u q u e con el marqués de M a n t u a ,
m á s fieles y resueltos que los florentinos, quienes, d e -
cosas ambas que aseguraban ser contrarias á Venecia v
puesto ya el temor á la casa V i s c o n t i , c o m p r e n d í a n á.
á la amistad existente entre venecianos y florentinos.
su vez la necesidad de combatir c o n t r a el r e y A l f o n s o y
Recordaban, por tanto, benévolamente que, quien ofende
los venecianos, porque aquél era su e n e m i g o á causa d e
sin motivo, provoca á que con razón le ofendan, y quien
la amistad que Florencia t u v o siempre c o n l a C a s a d e
quebranta la paz, debe esperar la guerra.
F r a n c i a , y éstos tendrían a h o r a á S f o r z a el m i s m o te-
L a Señoría encargó á Cosme de Médicis responder á
mor que tuvieron a n t e s á los V i s c o n t i , d e s u e r t e que,
estos cargos, quien, en largo y hábil discurso, enumeró los
conocida la tenacidad con que p e r s i g u i e r o n á éstos, es-
beneficios hechos por Florencia á la República veneciana,
perábase hicieran lo mismo con S f o r z a .
mostró el poder que ésta había adquirido con el dinero,
Buscaban, pues, todos los medios de a m i n o r a r el poder los soldados y los consejos de los florentinos, y recordó
de V e n e c i a , y por ello el nuevo D u q u e e s t r e c h ó fá- q u e , habiendo sido los florentinos iniciadores de la
cilmente su amistad con los florentinos, m i e n t r a s los amistad con los venecianos, no lo serían de la enemistad
venecianos se p o n í a n de acuerdo con el r e v d e Nápoles y, amantes siempre de la p a z , celebraban el acuerdo he-
contra los comunes enemigos, o b l i g á n d o s e á mover sus cho entre ellos, puesto que para la paz y no la g u e r r a
ejércitos al mismo tiempo, atacando el R e v á los floren- lo habían ajustado. A ñ a d i ó que en verdad se maravi-
tinos y los venecianos al D u q u e , q u e , e n opinión d e llaba de las quejas expuestas, viendo que tan g r a n E e -
TOMO n, 4
pública tomara en cuenta cosas tan ligeras y vanas; pero día salvar la población, quiso, sin embargo, hacer frente
aunque fueran d i g n a s de consideración, sólo probarían á la mala fortuna y, empuñando las a r m a s , animó á los
que el paso por su República era libre y estaba abierto á suyos. Poniéndose al frente de algunos a m i g o s , atacó y
todo el mundo, y que el duque de Milán era tan pode- derrotó á los rebeldes, matando á muchos y arrojando de
roso, que no necesitaba consejos ni favores para trabar la ciudad á los d e m á s . E n vista de ello juzgaron todos
amistad con el m a r q u é s de M a n t u a ; por todo lo cual que había dado prueba indudable de ser de la raza de los
sospechaba que las quejas encerraran algún veneno ocul- Bentivogli.
to, y q u e , en cualquier eventualidad, fácilmente harían
E s t o s sucesos produjeron en Florencia el convenci-
saber á todos que la amistad de los florentinos era tan
miento de la f u t u r a g u e r r a , y por ello acudieron á sus
útil, como dañosa su enemistad.
a n t i g u o s y constantes medios de defensa. Crearon la m a -
X X V I . E s t e altercado no tuvo por entonces conse- g i s t r a t u r a de los Diez, tomaron á sueldo nuevas tropas,
cuencias, y pareció que los Embajadores se retiraban sa- y enviaron embajadores á Roma, Ñapóles, Venecia, M i -
tisfechos. S i n e m b a r g o , la alianza y el comportamiento lán y Siena, para pedir ayuda á los amigos, averiguar
de los venecianos y del rey de Ñapóles, m á s bien hacían los intentos de los sospechosos, ganarse los dudosos, y
temer á los florentinos y al duque de Milán próxima descubrir los proyectos de los enemigos.
g u e r r a , que confiar en la continuación de la paz. Por Del P a p a sólo obtuvieron frases vagas, buena disposi-
t a n t o , los florentinos pactaron alianza con el D u q u e y, ción y consejos de paz. Del Rey vanas excusas por haber
mientras t a n t o , quedó de manifiesto la mala voluntad de e x p u l s a d o á los florentinos, ofreciendo d a r salvocon-
los venecianos, porque hicieron liga con los de Siena, y d u c t o á quien lo pidiera, y aunque cuidadosamente
expulsaron de sus dominios á todos los florentinos y ocultó sus proyectos de nueva g u e r r a , sin embargo los
súlxiitos de esta República, haciendo lo mismo al poco • embajadores conocieron sus intenciones y descubrieron
tiempo el rey A l f o n s o , sin consideración ninguna á la m u c h o s de sus preparativos para atacar á la República
paz que el año anterior habían pactado, y sin razón ni florentina. L a alianza con Sforza la estrecharon con nue-
pretexto para ello. vas obligaciones, y, por su intervención, se pactó u n tra-
Procuraron los venecianos atraerse á los de Bolonia tado de amistad con los genoveses, terminando las cues-
y, armando á los desterrados de aquella ciudad, y con tiones a n t i g u a s con esta República por represalias y
bastantes soldados, entraron de noche en ella por las otros a s u n t o s , aunque los venecianos apelaron á dife-
cloacas. N o fueron descubiertos h a s t a que dieron los pri- rentes medios para impedirlo, acudiendo, además, al E m -
meros gritos. Santi Bentivoglio levantóse inmediata- perador de Constantinopla para que expulsara de su im-
mente , y supo que toda la ciudad estaba ocupada por perio á los florentinos (tanto era el rencor con que em-
los rebeldes. A u n q u e le aconsejaron muchos que sal- prendían esta guerra, y tanto podía en ellos la ambición
vara su vida con la f u g a , puesto que, quedándose, no po- de dominar, que, sin consideración alguna, deseaban des-
truir al pueblo que había sido principal o r i g e n de su
grandeza); pero el E m p e r a d o r n o atendió su petición. •á la guerra inminente, y para mayor crédito suyo y t e -
E l Senado de Y e n e c i a prohibió á los e m b a j a d o r e s flo- mor del enemigo, ellos y el duque de Milán hicieron liga
rentinos entrar en el territorio de aquella R e p ú b l i c a , ale- con el rey de Francia para defensa de sus E s t a d o s , cosa
gando que, por su alianza con el rey de Ñ a p ó l e s , n o po- que, con grande alegría y solemnidad, publicaron en toda
dían, sin participación de éste, oirles. Italia.
L o s de Siena recibieron amablemente á l o s e m b a j a - H a b í a llegado el mes de Mayo del año 1452 cuando
dores, temiendo que l o s florentinos les d e r r o t a r a n antes á los venecianos pareció oportuno el momento de rom-
de que la L i g a p u d i e r a defenderles. P o r ello p r o c u r a r o n per l a s hostilidades contra el duque de Milán, y con diez
adormecer la fuerza q u e no podían resistir. J seis mil caballos y seis mil infantes acometieron por
Quisieron los venecianos y el rey A l f o n s o , s e g ú n se la parte de Lodi.
creyó entonces, enviar embajadores á Florencia p a r a jus- A l mismo tiempo, el marqués de M o n f e r r a t o , ó por
tificar la g u e r r a ; p e r o los florentinos prohibieron á Ios- propia ambición, ó por sugestiones de los venecianos»
de Venecia e n t r a r en su territorio y, no q u e r i e n d o los- le atacó también por la parte de Alejandría.
del Rey ir solos, q u e d ó sin realizar aquella e m b a j a d a . E l D u q u e había reunido diez y ocho mil caballos y
Con esto conocieron l o s venecianos que F l o r e n c i a n o tres mil infantes, y después de proveer de tropas A l e j a n -
temía tratarles de i g u a l modo que ellos h a b í a n t r a t a d o á d r í a y L o d i , y todas las demás plazas que podía atacar
los e m b a j a d o r e s florentinos. el enemigo, invadió con su ejército el territorio de Bres-
1
X X V I I . E n medio del temor que estos m o v i m i e n t o s cia, haciendo grandísimo daño á los venecianos. L a s
nspiraban, el e m p e r a d o r Federico I I I vino á I t a l i a á tropas de ambas partes arrasaban los campos y saquea-
coronarse, y el 80 d e E n e r o de 1451 entró en F l o r e n c i a ban los pueblos indefensos.
con mil quinientos caballos, recibiéndole l a S e ñ o r í a con Derrotado el marqués de Monferrato en Alejandría
grandes honras. P e r m a n e c i ó en esta ciudad h a s t a el 6 de por l a s tropas del Duque, pudo éste disponer de mayores
F e b r e r o , en que se t r a s l a d ó á R o m a p a r a l a c o r o n a c i ó n . fuerzas contra los venecianos é invadir su territorio.
Coronado solemnemente y celebrada la boda c o n l a E m - X X V I I I . Mientras la guerra continuaba en Lombar-
peratriz, que por m a r h a b í a ido á R o m a , volvió á A l e - día con varios sucesos poco dignos de memoria, empezó
m a n i a , y en Mayo p a s ó de vuelta por F l o r e n c i a , donde en T o s c a n a , entre el rey Alfonso y los florentinos, no
e hicieron los m i s m o s honores que á la ida. E n t o n c e s ofreciendo, ni mayores pruebas de valor y pericia, ni ma-
ué cuando, en recompensa de los servicios q u e l e había yores peligros que la de Lombardía.
prestado el marqués de F e r r a r a , concedió á é s t e Módena V i n o á Toscana F e r n a n d o , hijo ilegítimo de Alfonso,
y Reggio. con doce mil soldados, al mando de Federico, Señor de
N o dejaron, entretanto, los florentinos de p r e p a r a r s e Urbino. Su primera empresa fué atacar á F o j a n o en V a l
•de C h i a n a porque, contando con la amistad de los siene-
truir al pueblo que había sido principal o r i g e n de su
grandeza); pero el E m p e r a d o r n o atendió su petición. •á la guerra inminente, y para mayor crédito suyo y t e -
E l Senado de Y e n e c i a prohibió á los e m b a j a d o r e s flo- mor del enemigo, ellos y el duque de Milán hicieron liga
rentinos entrar en el territorio de aquella R e p ú b l i c a , ale- con el rey de Francia para defensa de sus E s t a d o s , cosa
gando que, por su alianza con el rey de Ñ a p ó l e s , n o po- que, con grande alegría y solemnidad, publicaron en toda
dían, sin participación de éste, oirles. Italia.
L o s de Siena recibieron amablemente á l o s e m b a j a - H a b í a llegado el mes de Mayo del año 1452 cuando
dores, temiendo que l o s florentinos les d e r r o t a r a n antes á los venecianos pareció oportuno el momento de rom-
de que la L i g a p u d i e r a defenderles. P o r ello p r o c u r a r o n per l a s hostilidades contra el duque de Milán, y con diez
adormecer la fuerza q u e no podían resistir. J seis mil caballos y seis mil infantes acometieron por
Quisieron los venecianos y el rey A l f o n s o , s e g ú n se la parte de Lodi.
creyó entonces, enviar embajadores á Florencia p a r a jus- A l mismo tiempo, el marqués de M o n f e r r a t o , ó por
tificar la g u e r r a ; p e r o los florentinos prohibieron á Ios- propia ambición, ó por sugestiones de los venecianos»
de Venecia e n t r a r en su territorio y, no q u e r i e n d o los- le atacó también por la parte de Alejandría.
del Rey ir solos, q u e d ó sin realizar aquella e m b a j a d a . E l D u q u e había reunido diez y ocho mil caballos y
Con esto conocieron l o s venecianos que F l o r e n c i a n o tres mil infantes, y después de proveer de tropas A l e j a n -
temía tratarles de i g u a l modo que ellos h a b í a n t r a t a d o á d r í a y L o d i , y todas las demás plazas que podía atacar
los e m b a j a d o r e s florentinos. el enemigo, invadió con su ejército el territorio de Bres-
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X X V I I . E n medio del temor que estos m o v i m i e n t o s cia, haciendo grandísimo daño á los venecianos. L a s
nspiraban, el e m p e r a d o r Federico I I I vino á I t a l i a á tropas de ambas partes arrasaban los campos y saquea-
coronarse, y el 80 d e E n e r o de 1451 entró en F l o r e n c i a ban los pueblos indefensos.
con mil quinientos caballos, recibiéndole l a S e ñ o r í a con Derrotado el marqués de Monferrato en Alejandría
grandes honras. P e r m a n e c i ó en esta ciudad h a s t a el 6 de por l a s tropas del Duque, pudo éste disponer de mayores
F e b r e r o , en que se t r a s l a d ó á R o m a p a r a l a c o r o n a c i ó n . fuerzas contra los venecianos é invadir su territorio.
Coronado solemnemente y celebrada la boda c o n l a E m - X X V I I I . Mientras la guerra continuaba en Lombar-
peratriz, que por m a r h a b í a ido á R o m a , volvió á A l e - día con varios sucesos poco dignos de memoria, empezó
m a n i a , y en Mayo p a s ó de vuelta por F l o r e n c i a , donde e n T o s c a n a , entre el rey Alfonso y los florentinos, no
e hicieron los m i s m o s honores que á la ida. E n t o n c e s ofreciendo, ni mayores pruebas de valor y pericia, ni ma-
ué cuando, en recompensa de los servicios q u e l e había y o r e s peligros que la de Lombardía.
prestado el marqués de F e r r a r a , concedió á é s t e Módena V i n o á Toscana F e r n a n d o , hijo ilegítimo de Alfonso,
y Eeggio. con doce mil soldados, al mando de Federico, Señor de
N o dejaron, entretanto, los florentinos de p r e p a r a r s e Urbino. Su primera empresa fué atacar á F o j a n o en V a l
d e C h i a n a porque, contando con la amistad de los siene-
ses, entraron por aquella parte en el territorio florentino.
que, no corriendo éste peligro, estaban seguros del re-
E r a este castillo débil de muros, pequeño, y por tanto,
sultado de la guerra, á causa de que los pequeños casti-
con escasa guarnición, pero, para aquellos tiempos, vale-
llos que perdiesen, con la paz los recuperarían. D e las
rosa y fiel. C o n s t a b a de doscientos s o l d a d o s , enviados
plazas fuertes estaban seguros, por saber que el enemigo
por la Señoría p a r a g u a r d a r aquel p u n t o . J u n t o á este
no era capaz de tomarlas.
castillo acampó F e r n a n d o , y fué t a n t o el valor de los de
Tenía, además, el Rey u n a a r m a d a de cerca de veinte
d e n t r o , ó tan poco el de los s u y o s , que t a r d ó t r e i n t a y
barcos, entre galeras y fustas, en las aguas de P i s a y,
seis días en apoderarse de la fortaleza, d u r a n t e los cuales
mientras por tierra atacaba la Castellina, atacó por
tuvo tiempo el gobierno florentino p a r a g u a r n e c e r los
mar el castillo de Y a d a , tomándolo por negligencia de
p u n t o s más en peligro, reunir todas sus f u e r z a s y dispo-
su gobernador. Desde este castillo el enemigo hacía
nerlas á la defensa.
correrías por la comarca inmediata; pero pronto se puso
Tomado el castillo de F o j a n o , pasaron los e n e m i g o s remedio á ellas, enviando algunos soldados de Campi-
al C h i a n t i , donde no pudieron t o m a r dos p e q u e ñ o s cas- g i i a , que impidieron al enemigo apartarse de la orilla
tillos defendidos p o r s u s h a b i t a n t e s y, s a l i e n d o d e aquella- del mar.
comarca, acamparon j u n t o á l a C a s t e l l i n a , c a s t i l l o si- X X I X . E l Pontífice no se mezclaba en esta guerra,
tuado en los confines de C h i a n t i , á diez millas d e S i e n a , sino para t r a t a r de poner de acuerdo á los contendien-
débil de defensa y débilísimo por su situación; p e r o a m - tes; pero si se abstuvo de la guerra exterior, túvola en
bas debilidades no superaban á la del e j é r c i t o q u e lo el interior más peligrosa.
atacó, porque, después de cuarenta y c u a t r o d í a s q u e es- Vivía entonces maese E s t e b a n P o r c a r i , ciudadano
tuvo combatiéndolo, se retiró v e r g o n z o s a m e n t e . romano, ilustre por su origen, sus conocimientos y sobre
Tan poco formidables eran entonces los e j é r c i t o s , y todo por la elevación de su carácter. Deseaba, como de-
t a n poco peligrosa la g u e r r a , que poblaciones q u e b o y se sean todos los hombres que apetecen fama, hacer ó pro-
abandonan por la imposibilidad de d e f e n d e r l a s , c o n s i d e - vectar al menos algo digno de memoria, y j u z g ó 110 po-
rábanse entonces inexpugnables. der intentar otra cosa que el librar á su patria de manos
Mientras F e r n a n d o estuvo acampado en C h i a n t i hizo del clero y restablecer el antiguo régimen, esperando, si
bastantes correrías y presas en el F l o r e n t i n o , l l e g a n d o lo conseguía, ser llamado nuevo fundador y segundo p a -
hasta á seis millas de Florencia, con b a s t a n t e d a ñ o y te-" dre de R o m a .
mor de los habitantes de esta ciudad.
Infundíanle esperanza de buen éxito las malas costum-
E s t o s habían concentrado su ejército de o c h o mil bres del clero y lo descontentos que estaban los barones
hombres al mando de A s t o r r e de F a e n z a y d e G i ^ m o n d o y el pueblo; pero sobre todo los versos de P e t r a r c a en
Malatesta hacia el castillo de Colle, teniéndolo a p a r t a d o - la canción que empieza: Spirto gentil che quelle membra
del enemigo por temor á d a r la b a t a l l a , p o r q u e creían reggi, donde dice:
Sopra il monte Tarpeo, Canzon, vedrai
Uncavalier ch'Italia tutta onora, s u s a m i g o s m á s fieles, y prometió e s t a r con ellos a n t e s
Pensoso più d'altrui che di sè stesso (1). d e que la cena t e r m i n a r a . H í z o s e todo como lo h a b í a o r -
d e n a d o , y P o r c a r i llegó á la c a s a d o n d e se cenaba t a n á
S a b í a maese E s t e b a n que m u c h a s veces inspira á los
t i e m p o , q u e a n t e s de que la cena t e r m i n a s e , presentóse
poetas espíritu divino y profético, y juzgaba q u e le co-
r r e s p o n d í a a c o m e t e r l a empresa profetizada por P e t r a r c a á los conjurados vestido con p a ñ o de oro, con collares y
en aquella c a n c i ó n , siendo el ejecutor de t a n gloriosa o t r o s a d o r n o s q u e le d a b a n aire m a j e s t u o s o y solemne.
e m p r e s a , por^ ser, e n su concepto, p o r la elocuencia, el A b r a z á r o n l e los conjurados, y él, en largo discurso, les
saber, el crédito y el n ú m e r o d e a m i g o s superior á los a n i m ó p a r a l a gloriosa e m p r e s a . D i j o d e s p u é s lo que cada
demás romanos. cual debía hacer. Á l a m a ñ a n a siguiente a l g u n o s d e ellos
debían ocupar el palacio del P a p a y los otros distribuirse
D o m i n a d o por e s t a idea, n o tuvo prudencia, y con p a -
p o r R o m a , l l a m a n d o al pueblo á las a r m a s .
labras, gestiones y m o d o d e vivir dió á conocer s u s pro-
A q u e l l a m i s m a noche llegó la conjuración á noticia
pósitos, h a s t a el p u n t o d e ser sospechoso a l Pontífice,
del Pontífice, s e g ú n u n o s por m a l a fe d e a l g u n o s c o n j u -
q u i e n lo confinó á Bolonia, e n c a r g a n d o al gobernador
r a d o s ; según otros, p o r q u e se supo la vuelta á R o m a d e
d e esta ciudad que d i a r i a m e n t e le hiciera comparecer á
maese P o r c a r i . Sea d e ello lo que quiera, después de la
su p r e s e n c i a .
cena f u e r o n presos P o r c a r i y l a mayoría d e sus com-
No a s u s t ó á P o r c a r i esta p r i m e r a contrariedad, y con
pañeros, y condenados t o d o s á m u e r t e , como merecía su
mayor e m p e ñ o prosiguió s u s designios, g e s t i o n a n d o cau-
delito. T a l fué el fin d e la conspiración de P o r c a r i , cuyo
t e l o s a m e n t e con s u s a m i g o s , y yendo m u c h a s veces á
R o m a , con t a n t a celeridad, que siempre volvía á Bolo- i n t e n t o acaso elogie a l g u n o , pero nadie el propósito de
nia á t i e m p o de p r e s e n t a r s e al g o b e r n a d o r á l a hora realizarlo, p o r q u e tales empresas, a u n q u e al idearlas t e n -
fijada. g a n a l g u n a s o m b r a de gloria, al realizarlas producen
siempre f u n e s t o s resultados.
C u a n d o creyó c o n t a r con b a s t a n t e s conjurados para
X X X . D u r a b a ya u n a ñ o la g u e r r a en T o s c a n a ( 1 4 5 5 )
realizar su i n t e n t o , d e t e r m i n ó ponerlo i n m e d i a t a m e n t e
y h a b í a llegado la estación p a r a que se acuartelaran
en practica, e n c a r g a n d o á s u s a m i g o s de R o m a que, en
los ejércitos, c u a n d o vino en socorro de los florentinos
u n día d e t e r m i n a d o , p r e p a r a r a n espléndida cena, á la
e l señor A l e j a n d r o Sforza, h e r m a n o del d u q u e de M i l á n ,
cual acudieran t o d o s l o s c o n j u r a d o s , llevando cada cual
con dos mil caballos. A u m e n t a d o con este refuerzo su
e j é r c i t o y d i s m i n u i d o el del Rey, desearon los florenti-
nos ir á recobrar lo' que el e n e m i g o les h a b í a q u i t a d o
(1) Sobre la roca Tarpeya verás, Musa, un caballero á quien
J talia entera honra; cuidadoso de sus conciudadanos más que y, sin g r a n t r a b a j o , recuperaron a l g u n a s plazas.
de sí mismo. ^ A t a c a r o n en seguida á F o j a n o que, por negligencia de
Petrarca alude á Nicolás Rienzi.
l o s Comisarios, f u é saqueado, dispersándose los h a b i t a n -
tes, que 110 volvieron allí sino con muclia dificultad y
P e r o Gerardo continuó con más instancia las negocia-
después de prometerles exenciones de t r i b u t o s y o t r a s
ciones con el Rey y, una vez terminadas, mandó A l f o n s o
recompensas. T a m b i é n recobraron el castillo de V a d a por-
á V a l de Bagno á fray Puccio, caballero de J e r u s a l é n ,
que, viendo el enemigo que no lo p o d í a d e f e n d e r , lo
con bastantes tropas, para tomar posesión del castillo y
abandonó y q u e m ó .
del E s t a d o de Gambacorti.
M i e n t r a s realizaban estas cosas los florentinos, el
E l pueblo de Bagno, que era fiel á la República flo-
ejército del rey d e Ñapóles, no atreviéndose á acercarse
rentina, prometía, contra su voluntad, obediencia á los
al enemigo, h a b í a acampado junto á S i e n a y b a c í a m u -
Comisarios del Rey.
chas correrías p o r las tierras d e Florencia, a r r a s a n d o el
Y a había tomado posesión fray Puccio de casi todo el
país y c a u s a n d o g r a n d e s daños y terror.
E s t a d o , y sólo le faltaba apoderarse del castillo de Cor-
N o descuidó el rey Alfonso ver si podía p o r o t r o s c a -
zano. E n t r e los que acompañaban á Gambacorti al tiempo
minos atacar al enemigo y dividir su f u e r z a , debilitando»
de hacer entrega de este castillo, estaba A n t o n i o G u a -
con nuevas agresiones, su resistencia. E r a s e ñ o r d e Y a l
landi, pisano, joven valeroso, á quien indignaba la trai-
de B a g n o G e r a r d o Gambacorti quien, por a m i s t a d ú
ción de Gerardo; y observando la fortaleza del sitio y,
obligación, había estado siempre, como sus a n t e p a s a d o s »
por los gestos y ademanes, el espíritu de la guarnición, al
ó á sueldo ó protegido por los florentinos.
llegar Gerardo á la puerta para dar entrada á los del
E l rey A l f o n s o le propuso que le cediese su E s t a d o , á Rey, se adelantó á él Gualandi, y con ambas manos le
cambio de otro que él le ciaría en el reino d e Ñ a p ó l e s , empujó fuera del castillo, mandando á la guardia que
Supieron los florentinos estas negociaciones, y p a r a c o - cerrase, dando con la puerta en rostro á aquel malvado,
nocer los propósitos de Gambacorti, le e n v i a r o n u n e m - y conservara la fortaleza á la República florentina.
bajador que le recordase los deberes ele e'1 y d e s u s a n t e - A l saberse esto en B a g n o y en los puntos inmediatos,
cesores con Florencia, y le exhortara á q u e p e r m a n e - todos los pueblos tomaron las armas contra los napoli-
ciera fiel á esta República. t a n o s , desplegaron la bandera de Florencia y les a r r o -
Mostró G e r a r d o sorprenderse mucho y , c o n l o s m a y o - jaron de allí.
res j u r a m e n t o s afirmó no haber abrigado j a m á s tan Cuando se supo en Florencia lo ocurrido, prendieron
perversa idea, añadiendo que iría en p e r s o n a á F l o r e n c i a al hijo de Gambacorti, que había sido dado en rehén, y
para que n o cupiese duda de su fidelidad; p e r o , n o pu- mandaron tropas á B a g n o para que defendieran, á nom-
diendo hacerlo p o r estar enfermo, enviaría á s u h i j o , y lo bre de la República florentina, aquel E s t a d o , que no f u é
entregó en r e h é n al embajador p a r a que lo l l e v a r a á F l o - ya gobernado por ningún Señor, sino convertido en Vica-
rencia, E s t a s p a l a b r a s y demostraciones h i c i e r o n creer riato. E n cuanto á Gambacorti, traidor á su soberano y á
á los florentinos que Gerardo decíala verdad y q u e sn a c u - su hijo, pudo escapar con grandes dificultades, dejando
sador había m e n t i d o , no ocupándose m á s d e este a s u n t o . su mujer, su familia y sus bienes en poder del enem igo
E s t e suceso causó g r a n d e alegría en Florencia, porque sejado se hizo, porque R e n a t o llegó por mar á Italia, y
á sus soldados, por consideraciones al rey de F r a n c i a ,
si el Rey se hubiera apoderado de V a l de Bagno, sin
les dejó pasar el duque de Saboya.
g r a n d e s obstáculos ni gastos se corriera á V a l de Tiber
y al Casentino, molestando t a n t o á la República, que fue- E l duque Francisco Sforza recibió al rey Renato con
g r a n d e s honores y, juntos los ejércitos italiano y francés,
r a á ésta imposible oponer todo su ejército al de Alfon-
atacaron con t a n t o ímpetu á los venecianos, que al poco
so, acampado junto á Siena.
tiempo recuperaron todas l a s poblaciones que éstos h a -
X X X I . A d e m á s de lo hecho en Italia, para contra-
bían tomado en el Cremonés. N o contentos con esto,
rrestar los esfuerzos de la liga enemiga enviaron los flo-
ocuparon casi todo el territorio de Brescia, y el ejército
rentinos, cómo embajador, á A g n o l o Acciajuoli para tra-
veneciano, no considerándose seguro en campo abierto,
t a r con el rey de F r a n c i a de que autorizase al rey
se concentró junto á los muros de esta ciudad.
R e n a t o de A n j o u á venir á I t a l i a en favor de Florencia
Llegó el invierno, determinó el Duque alojar su ejér-
y del duque de Milán, á fin de que, después de defender
cito, y al de R e n a t o dió por alojamiento á Piacenza.
á sus aliados, estando en Italia, procurase la conquista
A s í pasó el invierno de 1453 sin realizar ninguna e m -
del reino de Nápoles, prometiendo para ello ayuda de
presa.
g e n t e y de dinero.
A l empezar l a primavera, cuando el D u q u e se disponía
Mientras en Toscana y L o m b a r d í a continuaba la gue-
á entrar en campaña y quitar á los venecianos todos s u s
rra, según hemos dicho, el embajador florentino hizo el
E s t a d o s de tierra firme, el rey R e n a t o le envió á decir
t r a t a d o con el rey R e n a t o , conforme al cual éste ven-
que necesitaba volver á Francia.
dría á I t a l i a durante todo el m e s de J u n i o , con 2.400
E s t a resolución, inesperada p a r a el D u q u e , le causó-
caballos. Los aliados debían darle, al llegar á Alejandría,
grandísimo desagrado y, aunque inmediatamente fué á
3 0 . 0 0 0 mil florines y 10.000 m á s cada mes, durante la
donde el Rey estaba para disuadirle de l a p a r t i d a , n o
guerra.
pudo conseguirlo ni con ruegos ni con promesas, acce-
A l querer el rey R e n a t o , en virtud de este tratado, diendo sólo á clejar parte de sus tropas y á enviar á su
pasar á I t a l i a , se lo impidieron el duque de Saboya y hijo J u a n para que estuviera al servicio de los aliados.
el marqués de M o n f e r r a t o , que, por ser amigos de los
N o desagradó á los florentinos que se fuera el rey
venecianos, le negaban el paso.
R e n a t o , p o r q u e , habiendo recobrado todas sus plazas y
E n vista de ello, el embajador florentino le indujo á
castillos no temían ya al rey de Nápoles y, por otra
que volviera á P r o venza, y por mar, con algunos de los
p a r t e , deseaban que el duque de Milán no adquiriese m á s
suyos, f u e r a á Italia para aumentar el crédito de los alia- que sus tierras de Lombardía.
d o s , y al mismo tiempo procurase que el rey de F r a n -
P a r t i ó R e n a t o y envió á su h i j o , como había prome-
cia influyera con el duque de Saboya á fin de que el res-
tido, á Italia, quien no se detuvo en Lombardía, viniendo
to de sus tropas pasara por este ducado. Como fué acon-
á Florencia, donde f u é recibido con g r a n d e s honras.
t i n o s , los sieneses y otros potentados de menor impor-
X X X I I . L a partida d e l rey Renato ocasionó que el
d u q u e de Milán se i n c l i n a r a á la paz. Deseábanla t a m - tancia.
bién los venecianos, el r e y Alfonso y los florentinos, N o contentos con esto, el duque de Milán, los floren-
agobiados por los g a s t o s , y el P a p a había hecho y hacía tinos y los venecianos pactaron paz por veinticinco años.
todo género de g e s t i o n e s para conseguirla, porque en E l único soberano de Italia á quien disgustó esta
este mismo año el s u l t á n M a h o m e t había t o m a d o á paz fué el rey Alfonso por creer que se había pactado
Constantinopla y d o m i n a d o toda l a Grecia. E s t a s con- sin consideración á él, puesto que debía entrar en ella su
quistas asustaron á t o d o s los cristianos y, más que á los reino, no como potencia c o n t r a t a n t e , sino como se-
otros, á los venecianos y a l P a p a , que creían ver y a las cundaria y adherente. A causa de ello estuvo mucho
armas turcas en Italia. tiempo sin manifestar sus designios. P e r o el P a p a y los
d e m á s soberanos le enviaron varias solemnes embajadas,
R o g ó , pues, el P a p a á l o s gobiernos de I t a l i a que le en-
y de ellas, y principalmente del Pontífice, se dejó per.
viaran embajadores para h a c e r u n a paz universal. T o d o s
suadir, entrando en la liga con su lujo por treinta años.
obedecieron este deseo; p e r o , al llegar á las negociacio-
A d e m á s hizo un tratado especial con el duque de Milán,
nes, se tropezaba con m u c h a s dificultades para a j u s t a r í a .
con doble parentesco y dobles bodas, casando recíproca-
Quería el rey A l f o n s o q u e los florentinos le a b o n a r a n
m e n t e sus h i j a s con sus hijos. M a s para que en I t a l i a que-
los gastos de la g u e r r a , y Jos florentinos querían q u e se
dase siempre semilla de guerra, n o consintió Alfonso en
los abonaran á ellos. L o s venecianos pedían al d u q u e d e
ratificar la paz h a s t a que los aliados le permitieron que, sin
Milán Cremona, y el D u q u e á ellos B é i g a m o , Brescia y
ofensa de ellos, pudiera hacer la guerra á los genoveses,
Crema; de suerte que p a r e c í a imposible encontrar a r r e -
á Gismondo Malatesta y á Astorre, señor de F a e n z a .
glo de estas encontradas pretensiones.
Realizado este acuerdo, su hijo Fernando, que se e n -
P e r o lo que en R o m a parecía á muchos difícil de h a -
contraba en Siena, volvió á Nápoles, no habiendo hecho
cer, en Milán y Veneeia e n t r e los dos contendientes f u é
en su expedición á Toscana ninguna conquista y sí per-
facilísimo; porque m i e n t r a s en R o m a se gestionaba la
dido mucha gente.
paz, el Duque y los venecianos el 9 de Abril de 1 4 5 4 la
X X X I I I . A j u s t a d a la paz g e n e r a l , temíase que el
a j u s t a b a n , conviniendo e n q u e cada cual quedara con las
rey de Nápoles, por su enemistad con los genoveses, la
poblaciones y territorio q u e poseía antes de la guerra,
t u r b a r a ; pero el destino lo dispuso de otro modo, porque
concediéndose al D u q u e q u e recobrara todo lo que le
la turbó, no el Rey abiertamente, sino, como de antiguo
habían tomado el m a r q u é s de Monferrato y el d u q u e de
ocurría, l a ambición de los soldados mercenarios.
Saboya y Ajando un mes á los demás príncipes italianos
Terminada la guerra, los venecianos, según costumbre,
para adherirse á esta paz.
licenciaron á Jacobo Piccinino, su general, y á sus tro-
D e n t r o de este plazo se adhirieron el P a p a , los floren-
pas. Uniéronse á éste otros capitanes sin sueldo; pasa-
r o n á l a R o m a n a y de a q u í al territorio de S i e n a , á cuya
R e p ú b l i c a declaró la g u e r r a J a c o b o , ocupando a l g u n a s el enemigo c o m ú n . E n F l o r e n c i a se r e c a u d a r o n cuantio-
plazas. sas l i m o s n a s , y m u c h o s se pusieron la cruz roja como
A l c o m e n z a r e s t o s d i s t u r b i o s y al principio del año 1 4 5 5 señal d e e s t a r d i s p u e s t o s á contribuir con s u s personas.
m u r i ó el p a p a N i c o l á s , siendo elegido por sucesor Ca- T a m b i é n se hicieron solemnes procesiones, y pública y
lixto I I I . p r i v a d a m e n t e se demostró que los florentinos querían s e r
E s t e P o n t í f i c e , p a r a sofocar aquella g u e r r a vecina á d e los p r i m e r o s cristianos que con sus consejos, su d i -
los E s t a d o s de la I g l e s i a , reunió i n m e d i a t a m e n t e cuan- nero y s u s p e r s o n a s a c u d i e r a n á tal empresa.
t o s soldados pudo á las órdenes d e su general J u a n V e n - E s t e e n t u s i a s m o por la C r u z a d a se entibió, sin em-
timiglia y, con t r o p a s de los florentinos y del duque de bargo, al llegar la noticia d e que al ejército turco q u e
M i l á n , q u e concurrieron á t e r m i n a r y reprimir aquel mo- sitiaba a B e l g r a d o , f o r t a l e z a d e H u n g r í a situada á ori-
vimiento, los envió contra Piccinino. Dióse la batalla j u n - l l a s del D a n u b i o , lo h a b í a n d e r r o t a d o los h ú n g a r o s ;
t o á Bolsena, y a u u q u e Y e n t i m i g l i a cayó prisionero, P i c - t r i u n f o que al P o n t í f i c e y á la c r i s t i a n d a d quitó el miedo
cinino fué b a t i d o , r e t i r á n d o s e casi en d e r r o t a á Casti- que les i n f u n d i ó la pérdida d e C o n s t a n t i n o p l a . P r o c e -
glione de la P e s c a i a y , á no enviarle el rey A l f o n s o , dióse, pues, desde entonces con l e n t i t u d á los p r e p a r a t i -
como ¡e e n v i ó , socorro d e d i n e r o , su destrucción f u e r a vos de la g u e r r a , y h a s t a los m i s m o s h ú n g a r o s se e n f r i a -
completa. ron, por la m u e r t e del vaivoda J u a n que h a b í a g a n a d o
aquella victoria (1).
E s t a c o n d u c t a del R e y hizo creer á todos que Piccinino
h a b í a p r o m o v i d o aquella g u e r r a por orden de A l f o n s o ,
quien, viéndose descubierto, para, restablecer la paz y re- (1) Refiérese á J u a n Corvino, vaivoda de Transilvania, que
mandaba á los húngaros en tiempo del rey Ladislao, y fué el
conciliarse con los aliados, cuya confianza casi se había
más famoso general de su tiempo. Derrotó á los turcos en 1442
e n a j e n a d o con esta p e q u e ñ a g u e r r a , hizo que Piccinino y 1443, obligándoles á levantar el sitio de Belgrado. Nombrado
restituyese á S i e n a las plazas o c u p a d a s , á condición d e gobernador de Hungría, tanto le temían los turcos, que era con-
que e s t a República le d a r í a 2 0 . 0 0 0 florines. H e c h o el siderado por ellos como una plaga enviada por el cielo para
castigar su nación. Fué derrotado en 1448; pero diez años des-
p a c t o recibió á P i c c i n i n o con s u s t r o p a s en su reino. pués obligó á Mahomet' I I á levantar precipitadamente el sitio
M i e n t r a s el P a p a p r o c u r a b a contener la revuelta d e de Belgrado, á pesar de que contaba con un ejército de doscien-
J a c o b o P i c c i n i n o , a t e n d í a á prevenir los peligros de la tos cincuenta mil hombres, que derrotó, quedando en el campo
cuarenta mil muertos ó heridos.
cristiandad, a m e n a z a d a de caer b a j o el yugo d é l o s turcos,
E n este mismo año de 1458 murió en Zemplin, ciudad de la
y p a r a ello m a n d ó á t o d a s l a s naciones c r i s t i a n a s emba-
Alta Hungría, y Mahomet, que le estimaba como el mejor capi-
jadores y predicadores á fin de p e r s u a d i r á los soberanos y tán de su tiempo, mostró sentir su muerte, quejándose de que
á los pueblos á que se a r m a s e n en defensa de su religión, la fortuna le privase del único general con quien le fuera glo-
y con dinero y con g e n t e favorecieran la empresa contra rioso medir las armas. Después de su muerte pasó la corona de
Hungría á la casa de Austria, siendo elegido Ladislao Alberto.
TOMO n . s
X X X I Y . V o l v i e n d o á l a s cosas d e I t a l i a , c o r r í a el
t u a d a en la m i s m a colina, pasó la furiosa t e m p e s t a d .
año 1 4 5 6 c u a n d o a c a b a r o n l o s d i s t u r b i o s p r o m o v i d o s por
N o causó d a ñ o en S a n A n d r é s , y en S a n Casciano sólo
J a c o b o Piccinino y , q u e d a n d o en reposo l a s a r m a s d e los
derribó a l g u n a s canales y chimeneas; pero en el espacio
liombres, pareció q u e D i o s l a s e m p u ñ a b a : t a n g r a n d e fué
c o m p r e n d i d o entre ambos p u n t o s , g r a n n ú m e r o d e casas
el h u r a c á n que o c u r r i ó , ocasionando en T o s c a n a efectos
q u e d a r o n c o m p l e t a m e n t e d e s t r u i d a s . L o s techos d e l a s
desconocidos h a s t a e n t o n c e s y que, en lo p o r v e n i r , se con-
iglesias d e S a n M a r t i n , en B a g n u o l o , y d e S a n t a M a r í a
s i d e r a r á n m e m o r a b l e s y maravillosos. E l 2 4 d e A g o s t o ,
de la P a z , fueron arrancados de cuajo y t r a n s p o r t a d o s
u n a h o r a a n t e s d e a m a n e c e r , se elevó del m a r A d r i á t i c o ,
enteros á m á s de u n a milla de distancia. U n arriero f u é
hacia A n c o n a , a t r a v e s a n d o I t a l i a p a r a e n t r a r e n el Me-
a r r a s t r a d o con sus m u í a s f u e r a del camino, e n c o n t r á n d o -
d i t e r r á n e o p o r las i n m e d i a c i o n e s d e P i s a , u n e n o r m e re-
le m u e r t o en l a s p r o f u n d i d a d e s i n m e d i a t a s . L a s m a y o r e s
molino de nubes q u e e n todos sentidos o c u p a b a u n a s dos
encinas, los m á s corpulentos árboles que no se encorva-
millas d e e x t e n s i ó n . E m p u j a d o este t o r b e l l i n o p o r f u e r z a
b a n a n t e el h u r a c á n , f u e r o n arrancados y a r r a s t r a d o s le-
n a t u r a l ó s o b r e n a t u r a l , c o m b a t í a y se d e s t r o z a b a , l l e v a n -
j o s d e donde t e n í a n s u s raíces.
do l a s n u b e s u n a s v e c e s h a c i a el cielo y h a c i a l a t i e r r a
C u a n d o p a s ó la t e m p e s t a d y vino la luz del día, que-
o t r a s ; h a c í a l a s chocar u n a s c o n t r a o t r a s , y á veces g i r a b a n
d a r o n los h o m b r e s m u d o s de terror y espanto. T o d a la
con g r a n d í s i m a v e l o c i d a d , precediéndolas u n v e n d a v a l
c a m p i ñ a estaba a r r a s a d a ; l a s casas y l a s iglesias en r u i -
impetuosísimo y p r o d u c i e n d o con su c h o q u e g r a n d e s re-
n a s . Oíanse los l l a n t o s d e los que m i r a b a n sus posesiones
lámpagos y exhalaciones.
d e s t r u i d a s y sus p a r i e n t e s y a n i m a l e s aplastados b a j o
E s t a s n u b e s al d e s g a r r a r s e , este h u r a c á n t e r r i b l e , es- l o s escombros. C u a n t o se veía y oía llenaba de miedo y
t o s r e p e t i d o s r e l á m p a g o s , p r o d u c í a n u n r u i d o m i l veces compasión.
m á s espantoso q u e el del t e r r e m o t o y el t r u e n o , c a u s a n - Quiso Dios, sin d u d a , m á s bien a m e n a z a r que casti-
d o t a n t o t e r r o r , q u e l o s que lo oían j u z g a b a n llegado
g a r á Toscana, porque si aquel h u r a c á n p e n e t r a por e n t r e
el fin del m u n d o , y que la t i e r r a , el a g u a , el r e s t o del
l a s casas de u n a ciudad populosa, como penetró e n t r e l o s
cielo y del m u n d o , m e z c l á n d o s e y c o n f u n d i é n d o s e , vol-
árboles y poco3 y aislados edificios, n o puede calcular la
vían al a n t i g u o caos.
i m a g i n a c i ó n los destrozos que hubiera causado, P e r o
_ P r o d u j o este e s p a n t o s o h u r a c á n p o r d o n d e p a s ó inau- D i o s se c o n t e n t ó con que, por entonces, b a s t a r a a q u e l
ditos y maravillosos efectos; pero m á s n o t a b l e s q u e en ejemplo, para que los hombres no olvidaran su poder.
n i n g u n a o t r a p a r t e , en l a s i n m e d i a c i o n e s del castillo de X X X V . D i j e , en el p u n t o en que dejé esta historia,
S a n Casciano. q u e el rey A l f o n s o no quedó satisfecho de l a paz; y des-
E s t á situado este castillo á ocho m i l l a s d e F l o r e n c i a , p u é s d e ver que la g u e r r a promovida, á instigación suya,
sobre la colina que s e p a r a los valles d e P e s a y d e Grieve. p o r J a c o b o Piccinino contra los de Siena, sin m o t i v o
P o r e n t r e este castillo y la aldea d e S a n A n d r é s , si- a l g u n o justificado, n o p r o d u j o n i n g ú n efecto i m p o r t a n t e ,
resolvió intentar si podía sacar algún partido de la agre-
vigor su empresa; y tenía ya su armada en Villainarina
sión á que los artículos del tratado le autorizaban. Así,
y Portofino, cuando, acometido de súbita enfermedad,
pues, en el año 1456 atacó por mar y tierra á los geno-
murió.
Teses, deseoso de dar el mando en esta República á los
A d o r n o y quitárselo á los Fregoso, que la gobernaban. P o r su muerte quedaron J u a n de A n j o u y los geno-
veses libres de la guerra, y Fernando, que sucedió á su
Además, bizo pasar el río Tronto á Jacobo Piccinino
padre Alfonso en el trono, vivía temeroso por tener un
para atacar á Gismondo Malatesta; pero éste, que había,
enemigo de t a n t a consideración en I t a l i a y por dudar de
fortificado bien sus plazas, desdeñó la invasión de Picci-
la fidelidad de muchos de sus barones que, ávidos de no-
nino, de suerte que la empresa no produjo resultado
vedades, podían declararse en favor de los franceses.
alguno. P e r o el ataque á los genoveses ocasionó á A l -
Temía, además, del P a p a , cuya ambición conocía, que,
fonso y á su reino más daño del que pudiera imaginar.
por ser rey nuevo, intentara despojarle del reino. Sus
E r a entonces d u x de Genova P e d r o Fregoso, quien,
esperanzas las cifraba en el d u q u e de Milán, tan cuida-
dudando poder resistir el ímpetu del ejército del Rey,
doso de las cosas del reino de Nápoles como el mismo
determinó dar lo que no podía defender á alguno capaz
Fernando, porque temía que, si los franceses se apo-
de protegerle contra los enemigos y, en cualquier oca-
deraban de él, intentaran hacer lo mismo con su D u -
sión, recibir de él la recompensa por tan g r a n servicio.
cado, sabiendo que creían poder dominar en él como en
Envió, por tanto, embajadores á Carlos, rey de F r a n c i a , cosa suya. E n v i ó por tanto el duque Sforza, inmediata-
ofreciéndole la soberanía de Genova, Aceptó el rey Carlos mente después de la muerte de A l f o n s o , cartas y tro-
la oferta, y envió para tomar posesión de aquella ciudad pas á Fernando, éstas para aumentar su crédito y sus
á J u a n de A n j o u , hijo de R e n a t o (1458), que poco an- fuerzas, aquéllas para animarle con la seguridad de que
tes había salido de Florencia, de vuelta á Francia. en n i n g ú n apuro le abandonaría.
Creía el rey Carlos que J u a n de A n j o u , por haber ad-
A l morir Alfonso, intento el Pontífice dar aquel reino
quirido ya las costumbres italianas, podría, mejor que
á su sobrino P e d r o L u i s Borgía y, p a r a disfrazar este de-
n i n g ú n otro, gobernar la ciudad, y además que, des-
signio y procurarse el concurso de los demás príncipes de
de allí, acometería l a empresa contra Ñapóles, de cuyo I t a l i a , publicó que quería poner el reino de Ñ i p ó l e s bajo
reino había despojado A l f o n s o á su padre Renato. F u é , la dominación de la I g l esia. Por ello persuadía al duque
pues , J u a n de A n j o u á Génova, donde le recibieron d e Milán de que no debía dar auxilio alguno á F e r n a n -
como príncipe, poniendo á su disposición la fortaleza y el do, ofreciéndole respetar las plazas que ya poseía en el
Estado. - reino de Nápoles.
X X X V I . E s t e suceso alarmó á A l f o n s o , por com-
P e r o d u r a n t e estos proyectos y negociaciones murió
prender que se había proporcionado un enemigo sobrada-
Calixto I I I , sucediéndole en el pontificado Pío I I , natu-
mente importante; pero no se a s u s t ó , continuando con
ral de Siena, de la familia de los Piccolomini, llamado
resolvió intentar si podía sacar algún partido de la agre-
vigor su empresa; y tenía ya su armada en Villamarina
sión á que los artículos del tratado le autorizaban. Así,
y Portofino, cuando, acometido de súbita enfermedad,
pues, en el año 1456 atacó por mar y tierra á los geno-
murió.
veses, deseoso de dar el mando en esta República á los
A d o r n o y quitárselo á los Fregoso, que la gobernaban. P o r su muerte quedaron J u a n de A n j o u y los geno-
veses libres de la guerra, y Fernando, que sucedió á su
Además, bizo pasar el río Tronto á Jacobo Piccinino
padre Alfonso en el trono, vivía temeroso por tener un
para atacar á Gismondo Malatesta; pero éste, que había,
enemigo de t a n t a consideración en I t a l i a y por dudar de
fortificado bien sus plazas, desdeñó la invasión de Picci-
la fidelidad de muchos de sus barones que, ávidos de no-
nino, de suerte que la empresa no produjo resultado
vedades, podían declararse en favor de los franceses.
alguno. P e r o el ataque á los genoveses ocasionó á A l -
Temía, además, del P a p a , cuya ambición conocía, que,
fonso y á su reino más daño del que pudiera imaginar.
por ser rey nuevo, intentara despojarle del reino. Sus
E r a entonces d u x de Genova P e d r o Fregoso, quien,
esperanzas las cifraba en el d u q u e de Milán, tan cuida-
dudando poder resistir el ímpetu del ejército del Rey,
doso de las cosas del reino de Nápoles como el mismo
determinó dar lo que no podía defender á alguno capaz
Fernando, porque temía que, si los franceses se apo-
de protegerle contra los enemigos y, en cualquier oca-
deraban de él, intentaran hacer lo mismo con su D u -
sión, recibir de él la recompensa por tan g r a n servicio.
cado, sabiendo que creían poder dominar en él como en
Envió, por tanto, embajadores á Carlos, rey de F r a n c i a , cosa suya. E n v i ó por tanto el duque Sforza, inmediata-
ofreciéndole la soberanía de Genova, Aceptó el rey Carlos mente después de la muerte de A l f o n s o , cartas y tro-
la oferta, y envió para tomar posesión de aquella ciudad pas á Fernando, éstas para aumentar su crédito y sus
á J u a n de A n j o u , hijo de R e n a t o (1458), que poco an- fuerzas, aquéllas para animarle con la seguridad de que
tes había salido de Florencia, de vuelta á Francia. en n i n g ú n apuro le abandonaría.
Creía el rey Carlos que J u a n de A n j o u , por haber ad-
A l morir Alfonso, intento el Pontífice dar aquel reino
quirido ya las costumbres italianas, podría, mejor que
á su sobrino P e d r o L u i s Borgía y, para disfrazar este de-
n i n g ú n otro, gobernar la ciudad, y además que, des-
signio y procurarse el concurso de los demás príncipes de
de allí, acometería l a empresa contra Nápoles, de cuyo I t a l i a , publicó que quería poner el reino de Ñapóles bajo
reino había despojado A l f o n s o á su padre Renato. F u é , la dominación de la I g l esia. Por ello persuadía al duque
pues , J u a n de A n j o u á Genova, donde le recibieron de Milán de que no debía dar auxilio alguno á F e r n a n -
como príncipe, poniendo á su disposición la fortaleza y el do, ofreciéndole respetar las plazas que ya poseía en el
Estado. - reino de Ñapóles.
X X X V I . E s t e suceso alarmó á A l f o n s o , por com-
P e r o d u r a n t e estos proyectos y negociaciones murió
prender que se había proporcionado un enemigo sobrada-
Calixto I I I , sucediéndole en el pontificado Pío I I , natu-
mente importante; pero no se a s u s t ó , continuando con
ral de Siena, de la familia de los Piccolomini, llamado
E n e a s . E s t e Pontífice, cuidadoso sólo de beneficiar á los tropas de A n j o u le batieron y mataron, quedando to-
cristianos y de h o n r a r la Iglesia, dejando á un lado toda dos sus soldados muertos ó prisioneros.
pasión privada y, á r u e g o s del duque de Milán, coronó á E s t a victoria animó á J u a n de A n j o u á invadir el
F e r n a n d o rey de Ñ a p ó l e s ; pues juzgaba llegar m á s pron- reino de Nápoles, y en Octubre de 1459 partió de Génova
to á la paz en I t a l i a m a n t e n i e n d o la posesión del reino en con poderosa armada en dirección á Nápoles, desembar-
F e r n a n d o , que favoreciendo á los franceses para que lo có en Baia, y de allí fué á Sessa, donde le recibió el
ocuparan, ó queriendo, como Calixto I I I , tomarlo p a r a sí. D u q u e de este nombre.
P o r este beneficio hizo F e r n a n d o príncipe de Amalfi á Uniéronse á J u a n de A n j o u el príncipe de Tarento,
A n t o n i o , sobrino d e l P a p a , casando con él á u n a hija los h a b i t a n t e s de Aquila y muchas otras ciudades y prín-
n a t u r a l suya, y a d e m á s devolvió á la Iglesia Benevento cipes, de suerte que la ruina de F e m a n d o parecía inevi-
y Terracina. table.
X X X V I I . P a r e c í a , pues, asegurada la tranquilidad E l Rey pidió auxilio al P a p a y al duque de Milán y,
en Italia, y p r e p a r á b a s e el Pontífice á mover á la cris- para tener menos enemigos, hizo un tratado de paz con
tiandad contra los t u r c o s , siguiendo la empresa comen- Gismondo Malatesta (1460), por lo cual se indignó t a n t o
zada por su antecesor Calixto I I I , cuando ocurrió u n a Jacobo Piccinino, enemigo acérrimo de Gismondo, que
disensión entre los F r e g o s o y J u a n de A n j o u , Señor de abandonó al Rey y entró á sueldo de J u a n de A n j o u .
Génova, de donde n a c i ó mayor y más importante g u e r r a F e r n a n d o envió también dinero á Federico, Señor de
que las anteriores. Urbino y, en cuanto pudo, reunió lo que en aquellos tiem-
Encontrábase P e d r o F r e g o s o en uno de sus castillos pos podía llamarse un buen ejército, haciendo f r e n t e al
en la ribera de G é n o v a , disgustado por creer que J u a n de enemigo junto al río Sarni. D a d a la batalla, fué derrota-
A n j o u no le h a b í a recompensado conforme á sus servicios do el rey Fernando, cayendo prisioneros muchos de sus
y á los de su casa, p o r los cuales era Señor de aquel E s - mejores capitanes. Después de esta derrota permaneció
tado, y llegaron p o r tanto á manifiesta e n e m i s t a d . fiel á F e r n a n d o la ciudad de Nápoles, y pocos príncipes
A g r a d ó este s u c e s o al rey F e r n a n d o , considerándolo y pueblos, pues la mayoría se entregaron á J u a n de
único remedio y ú n i c a vía para su salvación, y ayudó á Anjou.
F r e g o s o con g e n t e y dinero, esperando por medio de e'1 Deseaba Jacobo Piccinino que J u a n de A n j o u , victo-
la expulsión de J u a n de A n j o u . Comprendiéndolo Anjou, rioso, se dirigiera á Nápoles, apoderándose de la cabeza
pidió socorro á F r a n c i a , con el cual atacó á F r e g o s o ; del reino; pero éste no quiso, manifestando que su plan
pero los auxilios q u e éste había recibido le d a b a n mucha era quitar á F e r n a n d o todos los E s t a d o s , y después
fuerza, y J u a n de A n j o u se vió obligado á encerrarse sitiarle en la capital, por creer que, privado de todas las
en la ciudad, d o n d e u n a noche entró Fregoso, apoderán- demás plazas, la conquista de Nápoles sería más fácil.
dose de algunos p u n t o s de ella; más, al llegar el día, las E s t a determinación le hizo perder la empresa, por no
i
NICOLÁS MAQUIAVELO.

comprender que m á s fácilmente siguen los miembros á la


le hicieron abandonar la empresa, y mantuvo a l g ú n
cabeza que la cabeza á los miembros.
tiempo la g u e r r a ayudado por los barones que, por su
X X X V I I I . Después de la derrota refugióse el rey
rebelión, nada esperaban del rey F e r n a n d o . Finalmente,
F e r n a n d o en Nápoles, donde recibía á los expulsados de
después de muchos y diversos accidentes, ambos ejérci-
sus E s t a d o s , y con los procedimientos más humanos lo-
t o s vinieron á las m a n o s , y el de J u a n de A n j o u fué
gró, reuniendo algún dinero, organizar una base de ejér-
cito. derrotado cerca de Troia, en el año de 1463.
N o le perjudicó tanto este desastre como la separación
Pidió nuevamente ayuda al P a p a y al duque de Mi-
de Jacobo Piccinino, que se pasó al rey F e r n a n d o ; porque,
lán, y ambos le socorrieron en seguida, y m á s copiosa-
quedando sin fuerzas, se retiró á Iscliia, y poco después
mente que l a primera vez, porque temían mucho que,
volvió á Francia.
perdiera su reino.
Duró esta guerra cuatro años, y perdió la campaña
Reunidas numerosas fuerzas, salió el rey F e r n a n d o de
A n j o u por su negligencia, pues por el valor de sus sol-
N á p o l e s y, comenzando á adquirir fama, reconquistaba
dados la hubiera ganado muchas veces. N o intervinieron
las ciudades perdidas.
en ella los florentinos de un modo ostensible: verdad es
M i e n t r a s estaba empeñada la guerra en el reino de
que el rey J u a n de A r a g ó n , elevado al trono por muerte
Ñapóles, ocurrió un suceso que privó á J u a n de A n j o u
de Alfonso, les envió u n a embajada, pidiéndoles que so-
de toda su preponderancia y de la posibilidad de vencer
corriesen á su sobrino F e m a n d o , según estaban obliga-
en aquella empresa.
dos por el tratado hecho con el rey Alfonso, á lo cual
T a n t o irritaba á los genoveses el gobierno avaro y or-
respondieron que no tenían n i n g u n a obligación con F e r -
gulloso de los franceses, que tomaron las armas contra
nando, ni ayudarían al hijo en u n a guerra que promo-
el gobernador puesto por el rey de F r a n c i a , obligándole
vió el padre con sus tropas y que, habiéndola emprendi-
á refugiarse en el Castelletto. E n esta empresa estuvie-
do sin su consejo ni conocimiento, la siguiera y termi-
ron de acuerdo Fregosos y A d o r n o s , y les ayudó el du-
nara el hijo sin su auxilio. L o s embajadores protestaron
que de Milán con dinero y gente, no sólo para reconquis-
contra esta violación de la fe jurada, declarando respon-
tar la-independencia, sino para mantenerla, tanto, que el
sable al gobierno florentino de los daños, y partieron
rey R e n a t o , que vino después con una a r m a d a en socorro
indignados contra l a república de Florencia.
de su hijo, esperando reconquistar á Génova por tener
D u r a n t e esta guerra los florentinos tuvieron paz en el
aún los franceses el Castelletto, al saltar con sus tropas
exterior y disturbios interiores que detalladamente refe-
en tierra fué vencido de t a l modo que volvió avergonzado
riré en el libro siguiente.
á Provenza.
A l llegar al reino de Nápoles las noticias de estos su-
cesos, desanimaron b a s t a n t e á J u a n de A n j o u , pero no
LIBRO SÉPTIMO.

SUMARIO.
I. Relación que tienen con la historia de los florentinos los ne-
gocios de los demás principes de Italia. Discordias que dañan
á la República. Carácter de estas discordias.—II. Cosme de
Médicis y Neri Capponi llegan por diverso camino á ser po-
derosos. Reforma en la elección de los magistrados favorable
á Cosme. Descontenta á los poderosos esta reforma.—II [.
(1458) Acudenéstos á Cosme que les niega su apoyo, con el in-
tento de hacerse más necesario.—IV. Tiranía y soberbia de
Lucas Pitti y de su partido.—V. Muerte de Cosme de Médicis
(1464). Su magnificencia. Su política.—VI. Su elogio.—
V I L E l duque de Milán toma á Génova. Fernando de Ara-
gón se apodera por traición de los barones que le eran enemi-
gos.— VIII. Jacobo Piccinino es preso y muerto. — IX. Es-
fuerzos infructuosos del papa Pío I I para excitar á los
cristianos contra los turcos (1465). Muerte del duque Fran-
cisco Sforza (1466).—X. Conjuración de Diotisalvi Neroni
contra Pedro de Médicis.—XI. Prosigue el mismo asunto.—
X I I . Fiesta en Florencia.—XIII. Inconstancia de los floren-
tinos con Pedro de Médicis.—XIV. Nicolás Soderini elegido
confaloniero. Grandes esperanzas que en él se tienen para el
restablecimiento de la tranquilidad.—XV. Los dos partidos
toman las armas.—XVI. La mayoría de los ciudadanos se
pone del lado de Médicis.—XVII. Reforma del gobierno
á favor de Pedro de Médicis. Dispersión de sus enemigos.
Decadencia de Lucas Pitti.—XVIII. Carta de Agnolo Ac-
76 nicolís maqüiavelo.

ciaiuoli á Pedro de Médicis.—XIX. Los desterrados floren-


tinos excitan á los venecianos á declarar la guerra á Floren- A s í , p o r ejemplo, d e la g u e r r a de J u a n d e A n j o u con
cia.—XX. Guerra entre venecianos y florentinos (1467). el rey F e r n a n d o de Ñ a p ó l e s nacieron los odios y g r a v e s
terminada con la paz (1468). Muerte de Nicolás Soderini.- e n e m i s t a d e s que h u b o d e s p u é s e n t r e F e r n a n d o y los flo-
X X I . Casamientode Lorenzo de Médicis con Clarice Orsini.—
rentinos; p a r t i c u l a r m e n t e con la familia Médicis, p o r q u e
X X I I . Sixto IV elegido papa. Su carácter.—XXIII. Intenta
Pedro de Médicis refrenar las violencias que se cometían el rey F e r n a n d o se q u e j a b a de que, en d i c h a g u e r r a , n o
en Florencia, pero sus esfuerzos los interrumpe la muerte sólo n o le a y u d a r o n , sino favorecieron á su e n e m i g o ;
(1469).—XXIV. Maese Tomás Soderini, ciudadano de gran e n e m i s t a d que causó g r a n d í s i m o s males, como en e s t a
reputación, se declara partidario délos Médicis.—XXV. Tu-
narración d e m o s t r a r e m o s .
multo que en Prato mueve Bernardo Nardi.—XXVI. Ber-
nardo hace prender al podestá de Prato, Petrucci, pero deja E s c r i b i e n d o los a s u n t o s exteriores á F l o r e n c i a , he lle-
á medio ejecutar su empresa—XXVII. Es preso y se resta- g a d o á 1 4 6 3 ; pero al referir los interiores en esta época,
blece la tranquilidad ( 1 4 7 0 ) . - X X V I I I . Relajación de las
necesito retroceder muchos a ñ o s .
costumbres en Floreucia. Incendio de la iglesia del Espíritu
Santo ( 1 4 7 1 ) . - X X I X . Rebelión de V o l t e r r a . - X X X . Es A n t e t o d o , y siguiendo mi costumbre, quiero demos-
tomada A olterra por fuerza y saqueada (1472). —XXXI. Ori- t r a r c u á n t o se e n g a ñ a n los que eslieran que u n a república
gen de la enemistad entre Sixto IV y Lorenzo de Médicis p u e d a m a n t e n e r s e unida. E n v e r d a d , hay divisiones q u e
(1473).—XXXII. Carlos de Braccio, de Perasa, ataca á los
perjudican á las repúblicas y o t r a s que les son útiles: son
sienes es, y después, por consejo de los florentinos, se retira
(147b). — X X X I I I . Conjuración contra Galeazzo, duque de a q u é l l a s las que van a c o m p a ñ a d a s d e sectas ó partidos;
Milán—XXXIV. JuanAndrésLampognano,CarlosVisconti éstas l a s que sin sectas ni b a n d o s se m a n t i e n e n .
y Jerónimo Olgiato matan al duque en San Esteban, y ellos E l f u n d a d o r d e u n a república n o puede impedir l a s
son muertos, los dos primeros por los soldados del D¿que v
el último decapitado por el verdugo. e n e m i s t a d e s en ella; pero debe procurar q u e n o se f o r -
m e n b a n d o s , p a r a lo cual conviene saber q u e los ciudada-
nos p u e d e n l o g r a r f a m a y autoridad por dos c a m i n o s :
I . P a r e c e r á á los lectores del libro anterior que un es- uno público, y otro privado. P ú b l i c a m e n t e se consigue
critor de la historia de F l o r e n c i a se detiene demasiado venciendo en u n a batalla, c o n q u i s t a n d o u n a plaza, reali-
en n a r r a r sucesos ocurridos en L o m b a r d í a y en el reino z a n d o con p r u d e n c i a u n a negociación diplomática, acon-
de Ñapóles; pero n o lie p r e s c i n d i d o ni prescindiré en s e j a n d o á la república con sabiduría y b u e n éxito; p r i -
a d e l a n t e de e s t a s narraciones, p o r q u e , sin propósito de v a d a m e n t e se c o n q u i s t a beneficiando á u n o s ú otros
h i s t o r i a r los sucesos de I t a l i a , debo, sin embargo, referir c i u d a d a n o s , defendiéndoles de la arbitrariedad de los m a -
los m á s notables, sin lo cual n u e s t r a historia sería me- g i s t r a d o s , socorriéndoles con dinero, concediéndoles i n m e -
nos inteligible y m e n o s g r a t a ; y, además, porque los he- recidos h o n o r e s y gratificando á la plebe con fiestas y
chos de otros pueblos y otros príncipes italianos pro- donativos.
m u e v e n m u c h a s veces l a s g u e r r a s en que, por necesidad,
D e este modo de proceder n a c e n l a s sectas y los p a r -
intervienen los florentinos.
tidos, y c u a n t o m á s dañosa es l a f a m a así a d q u i r i d a ,
t a n t o más favorece l a que se f u n d a en el bien público y bastantes amigos y pocos partidarios. Cosme la debía á
n o en los bandos y e n los intereses p r i v a d o s . L o s que servicios públicos y privados, y sus amigos y p a r t i d a -
la gozan no p u e d e n evitar que n a z c a n c o n t r a ellos g r a n - rios eran numerosos.
des odios; pero, n o h a b i e n d o p a r t i d a r i o s que por utili- Mientras ambos vivieron unidos, siempre obtuvieron
dad propia les s i g a n , t a m p o c o p u e d e n p e r j u d i c a r á la re- del pueblo lo que querían sin ninguna dificultad, porque
pública, conviniéndoles, p a r a t r i u n f a r d e sus enemigos, reunían el poder y la benevolencia, P e r o al llegar el año
trabajar por el e n g r a n d e c i m i e n t o de s u p a t r i a y v i g i - 1455, muerto N e r i y destruido el partido opuesto, en-
larse p a r t i c u l a r m e n t e u n o s á o t r o s , p a r a q u e n i n g u n o contró dificultades el gobierno para mantener su autori-
adquiera m á s poder d e l que las leyes p e r m i t e n . dad. L o s mismos amigos de Cosme, que eran poderosí-
L a s discordias e n Florencia f u e r o n siempre acompa- simos , contribuyeron á ello, porque, no temiendo á la
ñ a d a s de facciones y bandos y, p o r t a n t o , siempre daño- facción enemiga, que habían aniquilado, deseaban dis-
sas. J a m á s u n p a r t i d o vencedor permaneció u n i d o , sino minuir el poder de Cosme de Médicis.
mientras lo c o m b a t í a el partido opuesto; pero cuando E s t a disposición de los ánimos originó las discordias
éste era a n i q u i l a d o , n o teniendo el vencedor miedo que que ocurrieron en 1464, de suerte que á los que desem-
lo detuviese, ni a u t o r i d a d d e n t r o de sí que lo refrenase, peñaban el gobierno aconsejaban en las asambleas, donde
se fraccionaba. se discutía públicamente la administración del E s t a d o ,
E l partido de C o s m e de Médicis t r i u n f ó en 1 4 3 4 ; pero que era conveniente no resumir la potestad de la Balía,
como el vencido e r a numeroso y c o n t a b a con m u c h o s ó Consejo extraordinario, sino cerrar las bolsas de las
hombres poderosísimos, estuvo d u r a n t e a l g ú n tiempo alecciones, y que, como en los pasados escrutinios, se
unido, por temor, y f u é condescendiente, no cometiendo eligieran por suerte los magistrados.
n i n g u n a falta p e r j u d i c i a l á sus i n t e r e s e s , ni haciéndose P a r a refrenar estos deseos tenía Cosme dos medios: ó
odiar del pueblo por a c t o alguno que le o f e n d i e r a , t a n t o , apoderarse por fuerza del gobierno con los partidarios
que, cuantas veces t u v o el gobierno necesidad del pueblo que le quedaban y derribar á sus adversarios, ó dejar
para recobrar la a u t o r i d a d , siempre le encontró dispuesto que las cosas siguieran así y hacer comprender oportu-
á conceder á los j e f e s t o d a la B a l í a y poder que desea- mente á sus amigos que no era á él, sino á ellos á quie-
ban. P o r ello, en l o s veintiún años q u e m e d i a n desde nes privaban de la autoridad y del poder.
1434 al 55 seis veces, y o r d i n a r i a m e n t e por los Consejos, De estos dos medios eligió el último, porque sabía
asumió la autoridad d e la Balía. bien que en esta forma de elección, por estar las bolsas
I I . Vivían en F l o r e n c i a , como h e m o s dicho m u c h a s llenas de nombres de amigos suyos, no corría n i n g ú n
veces, dos c i u d a d a n o s potentísimos, C o s m e de Médicis y peligro, y podría recobrar el poder cuando quisiera.
N e r i Capponi. N e r i era uno de los que h a b í a n conquis- Restablecida la organización de elegir por suerte los
tado su f a m a con p ú b l i c o s servicios, de suerte que tenía magistrados, parecía á la generalidad de los ciudadanos
haber recobrado su libertad. L o s magistrados juzgaban g r a n d e s acudieron de nuevo á Cosme y le rogaron en hu-
con arreglo á su propio criterio y no según los deseos de mildes términos consintiera en una asamblea general, á
los poderosos, de m o d o que á veces resultaba el juicio lo cual se negaba Médicis, para reducirles á extremo t a l
en contra del amigo d e cualquier personaje, por lo cual que conocieran plenamente su error; y porque D o n a t o
los que estaban a c o s t u m b r a d o s á ver sus casas llenas de Cocchi, que era Confaloniero de justicia, quiso reunir
visitas y de pretendientes, veíanlas vacías de gente y de dicha asamblea sin su consentimiento, hizo Cosme que
pretensiones. A d v e r t í a n muchos que llegaban á ser sus sus colegas en l a Señoría se burlaran de él de t a l modo,
iguales los que, desde hacía largo tiempo, consideraban que perdió el juicio y, en estado de idiotismo, le lleva-
inferiores, y que sus iguales ascendían á superiores. Le- ron á su casa.
j o s de ser respetados y honrados, eran objeto de burla y Sin embargo, no siendo conveniente dejar correr los
befa, hablándose de ellos sin consideración alguna en asuntos de modo que f u e r a difícil recobrar su dirección,
calles y plazas, de suerte q u e conocieron pronto no ser y habiendo sido elegido Confaloniero de justicia L u c a s
Cosme, sino ellos los q u e habían perdido la influencia. P i t t i , hombre audaz y animoso, pareció á Médicis que
Cosme de Médicis a p a r e n t a b a no saber lo que ocurría, era ocasión de que éste dirigiera la empresa, para que, si
y siempre que se proponía u n proyecto favorable al pue- se incurría en censuras, f u e r a de él la responsabilidad.
blo él era el primero en apoyarlo. A l empezar á ejercer su cargo, propuso L u c a s muchas
P e r o lo que m á s a s u s t ó á los poderosos y dio mejor veces al pueblo restablecer la Balía y, por no conseguirlo (
ocasión á Cosme p a r a hacerles comprender su error, fué amenazó á los que tenían asiento en los Consejos con
que se restableció'la f o r m a de catastro de 1427, según frases injuriosas y soberbias, á las que poco después
la cual era la ley la que fijaba los impuestos y no la vo- unió los hechos; porque en Agosto de 1458, la víspera
luntad de los hombres. de S a n L o r e n z o , estando el Palacio lleno de hombres
I I I (1458). A p r o b a d a esta ley, á pesar de los magnates armados, llamó al pueblo á la plaza, y por fuerza, con
y nombrado el m a g i s t r a d o que la ejecutara, obligóles á las armas en la m a n o , le hizo consentir en lo que antes
unirse más estrechamente y á rogar á Cosme que les sa- voluntariamente no había aceptado.
cara y saliese él de las m a n o s de la plebe, reorganizando Apoderados del gobierno, creada la Balía, y nombrados
el gobierno de modo que él recobrara su poder y ellos su después los principales magistrados á g u s t o de unos
consideración. Respondióles C o s m e que consentía en ello, cuantos ciudadanos, para que empezara con el terror la
con tal que la reforma se hiciera ordenadamente y con l a autoridad que por la fuerza tenían, confinaron á maese
voluntad del pueblo, n o por l a fuerza, de la cual en ma- Jerónimo Machiavelli y á otros, y privaroná muchos m á s
nera alguna le h a b l a r a n . de sus honores. Machiavelli, por no permanecer en el
Se propuso en los Consejos la ley para nueva Balía, p u n t o donde había sido confinado, fué declarado rebelde,
ó Consejo extraordinario, y no se aprobó, por lo cual los y recorría I t a l i a excitando á los príncipes á la guerra
TOMO I I . (5
contra su p a t r i a , pero en la L u n i g i a n a , por traición de
no perdonaba n i n g ú n medio extraordinario, p o r q u e , no
uno de aquellos Señores, f u é preso, y conducido á Floren-
sólo los ciudadanos y los particulares le hacían regalos
cia, donde murió en la cárcel.
d e cuanto podía ser útil para la edificación, sino h a s t a
I Y . L a condición de este gobierno, en los ocbo años las municipalidades vecinas y pueblos enteros le auxilia-
que duró, fué violenta é insoportable; porque Cosme de ban. Además, todos los desterrados, y los que hubieran
Médicis, viejo y achacoso, no podía atender como antes cometido homicidio ó robo, ó cosa alguna por l a cual te-
á los asuntos públicos, y la ciudad era presa de la codicia mieran condena, con t a l de que supieran trabajar, encon-
de unos cuantos ciudadanos. traban asilo seguro dentro de aquel palacio.
L u c a s P i t t i f u é hecho caballero en recompensa del
Los demás compañeros de Pitti, si no edificaban pala-
servicio que había prestado á la República, y por no
cios, eran t a n violentos y rapaces como él; de suerte
mostrarse á ésta m e n o s agradecido que la República lo
q u e , si Florencia no tenía ninguna guerra exterior que
había sido con él, d e t e r m i n ó que los Priores de las artes
agotara sus recursos, acababan con ellos los mismos flo-
se llamaran en adelante Priores de la libertad, para que
rentinos.
conservaran al m e n o s el título de lo que habían perdido.
P o r entonces hubo las guerras en el reino de Ñapóles,
También estableció que el Confaloniero, que se sentaba
de que antes hemos hablado, y alguna que hizo el P o n -
á la derecha de los Rectores, se sentase en adelante en
tífice en la Rom aña contra los Malatesti, porque deseaba
medio de ellos y, á fin de que pareciese que Dios era
quitarles Rímini y Cesena, que poseían.
partícipe en aquella empresa, hizo procesiones públicas y
D u r a n t e estas empresas y, proyectando siempre la
oficios solemnes para d a r l e gracias por los honores reco-
cruzada contra el turco, murió Pío I I .
brados.
Y . Continuaban las discordias en Florencia. E m p e -
L a Señoría y Cosme de Médicis hicieron á L u c a s zaron en el partido de Cosme de Médicis, en 1 4 5 5 , pol-
P i t t i ricos r e g a l o s , y t o d a la ciudad imitó este ejemplo, los motivos ya dichos, y por su prudencia, según hemos
siendo creencia general que tales obsequios llegaban á la manifestado, se aquietaron entonces. P e r o al llegar el
suma de veinte mil ducados. Su autoridad creció hasta año 14G4, agravóse de tal modo la enfermedad de Cosme,
el punto de que n o era Médicis, sino P i t t i , quien gober- que pasó á mejor vida.
n a b a la República.
Sintieron su muerte amigos y enemigos, porque los
T a n t o confiaba en ejercer el poder, que comenzó dos
que, á causa de ser adversarios del gobierno, no le a m a -
edificios, uno en Florencia y otro en Ruciano, lugar que
ban, viendo la rapacidad de los gobernantes en vida suya,
dista una milla de la ciudad, ambos de u n a magnificen-
á pesar de contenerles en parte el respeto que le debían,
cia verdaderamente regia. E l de la ciudad era mayor que
sospechaban que, por su muerte, serían arruinados y
cuantos, h a s t a e n t o n c e s , habían construido para sí los
destruidos.
ciudadanos y, á fin d e t e r m i n a r pronto la construcción,
N o confiaban g r a n cosa en su hijo Pedro de Médicis,
porque, aun cuando e r a hombre bueno, por estar e n f e r -
e n Fiesole, en Cafaggiuolo y en Trebbio. Todas ellas,
mo y ser nuevo en el gobierno, le creían obligado á con-
más que casas de ciudadanos, eran palacios regios.
temporizar con los q u e , sin freno, se entregaban á la r a -
Y como si no le bastase ser conocido en Italia por la
piña. Todos, p u e s , s i n t i e r o n grandemente la falta d e
magnificencia de sus edificios, construyó también en J e -
Cosme.
rusalén un asilo para los peregrinos pobres y enfermos-
D e todos los h o m b r e s célebres que no h a n ejercido la
E n todas estas edificaciones gastó un caudal conside-
profesión militar, f u é el más ilustre y famoso, no sólo
rable.
en F l o r e n c i a , sino en cualquier otra ciudad de que h a y a
A u n q u e sus palacios, sus g a s t o s y sus acciones fuesen
memoria; porque, n o sólo superó en autoridad y rique-
regios, y en Florencia estuviera como príncipe, sin em-
zas á cualquier otro d e su tiempo, sino en prudencia y li-
b a r g o , fué tan p r u d e n t e , que jamás traspasó los límites
beralidad ; y de t o d a s l a s cualidades que le hicieron el
modestos del ciudadano y hombre civil; porque en l a s
primero en su p a t r i a , l a mejor f u é el ser superior á to-
conversaciones, en la servidumbre, en los trenes, en toda
dos en liberalidad y magnificencia. S u generosidad se
su manera de vivir, en sus alianzas de parentesco, fué
supo mejor después d e su muerte, cuando su hijo P e d r o
siempre igual á cualquier modesto ciudadano. Sabía que
se hizo cargo de los bienes, porque no había ciudadano
el extraordinario esplendor que á todas horas se presenta
alguno de importancia á quien no hubiera prestado Cósa-
al público, vale menos que las envidias que excita, y que
me cantidad crecida d e dinero, siendo m u c h a s las ve-
conviene cubrirlo con sabia moderación.
ces q u e , sin que le p i d i e r a n , al saber los apuros de u n
Cuando tuvo que dar esposas á sus hijos, no t r a t ó de
noble, le auxiliaba. S u magnificencia aparece en la canti-
emparentar con príncipes, sino casó á J u a n con Cornelia
dad de edificios que m a n d ó construir, porque r e s t a u r ó ó
Alexandri, y a Pedro con Lucrecia T o r n a b u o n i . D e los
construyó de cimientos en Florencia los conventos y los
nietos que tuvo de su hijo P e d r o , casó á Blanca con
templos de S a n M a r c o s y S a n L o r e n z o , y el m o n a s t e r i o
Guillermo Pazzi, y á N a n n i n a con Bernardo Iiueellai.
de S a n t a Verdiana; en el monte de Fiesole S a n Jerónimo-
E n su tiempo 110 hubo príncipe ni república que mos-
y la Abadía, y en el M u g e l l o un convento de frailes m e -
t r a r a más inteligencia que él; de aquí que, á pesar de la
nores. E n las iglesias d e S a n t a Cruz de los Servitas, d e
variedad de la fortuna y de la versatilidad de los ciuda-
los Angeles y de S a n M i n i a t o , hizo altares y capillas es-
danos , gobernó la República d u r a n t e treinta y un años,
pléndidas; y además d e edificar templos y capillas, l o s
porque siendo prudentísimo, preveía los males y acudía
llenó de ornamentos y d e todo lo necesario para el culto
á tiempo para 110 dejarlos crecer, ó se preparaba de suerte
divino.
q u e , si crecían, no le ofendieran. D e aquí q u e , no sólo
A estos edificios s a g r a d o s h a y que añadir sus casas,
venciera la ambición de sus rivales en Florencia, sino
las cuales son: en Florencia, u n a t a n s u n t u o s a como m e -
que en el exterior triunfara de muchos príncipes con
recía el personaje; c u a t r o fuera de la ciudad, en C a r e g g i r
t a n t a felicidad y prudencia , que los que se coligaban
con Florencia, llegaban á ser iguales ó superiores al ene-
E s t o produjo la riqueza de muchas familias de F l o -
m i g o , y los que se ponían enfrente de la República flo-
rencia, como las de los Tornabuoni, los Benci, los P o r t i -
r e n t i n a , ó perdían el tiempo y el dinero, ó sus E s t a d o s .
nari y los S a s s e t t i ; y a d e m á s , los que de su consejo ó
B u e n testimonio pueden dar de ello los venecianos,
fortuna dependían se enriquecieron también conside-
que, unidos á los florentinos contra el duque de Milán,
rablemente.
Felipe Y i s c o n t i , siempre fueron superiores al enemigo,
A u n q u e en la construcción de t e m p l o s y en l a s limos
y, separados de Florencia, fueron vencidos y derrotados,
ñas gastaba de continuo, se quejaba algunas veces con
primero por Visconti y después por el conde Sforza. Y
sus amigos de no haber podido g a s t a r en honor de D i o s
cuando se aliaron con el rey Alfonso de Ñapóles contra
tanto que dejara de aparecer como deudor á la divinidad
Florencia, Cosme de Médicis, con su crédito, dejó t a n
en sus libros de comercio.
exhaustos de dinero á Yenecia y á Ñapóles, que los alia-
F u é Cosme de Médicis de talla ordinaria, de color
dos se vieron precisados á aceptar las condiciones de pax
verdoso, y de venerable presencia. N o era sabio, pero sí
impuestas por él.
elocuentísimo y de sano juicio y n a t u r a l prudencia. P o r
C u a n t a s dificultades se le presentaron á Cosme de Mé- esto fué obsequioso con los a m i g o s , misericordioso con
dicis dentro y fuera de Florencia, tuvieron término glo- los pobres, interesante en la conversación, cauto en acon-
rioso para él y perjudicial para sus enemigos; por lo cual sejar, pronto en la ejecución, y agudo y digno en sus di-
las discordias civiles aumentaron su poder y las g u e r r a s chos y respuestas.
exteriores su reputación y fama, engrandeciendo el t e - Mandó á decirle Rinaldo de Albizzi al principio de su
rritorio de la República florentina con el Borgo de S a n destierro '(que la gallina empollaba», y le respondió
Sepolcro, Montedoglio, el Casentino y V a l de Bagno. Cosme «que mal podía empollar estando fuera del nido».
Su mérito y fortuna anonadaron á todos sus enemigos y Dándole á entender otros rebeldes que no dormían, dijo
exaltaron á sus amigos. «que lo creía, puesto que él les había quitado el sueño"».
V I . Nació en 1 3 8 9 , el día de S a n Cosme y S a n D a - D i j o del papa Pío I I , cuando excitaba á los príncipes
mián. E n su juventud sufrió grandes t r a b a j o s , como l o cristianos á la cruzada contra el Turco: «Es un viejo que
demuestran su destierro, su prisión y el peligro de muerte se mete en empresas de joven.-» A los embajadores vene-
á que estuvo expuesto cuando acompañó á J u a n X X I I I cianos que, con los del rey Alfonso, vinieron á Florencia
al Concilio de Constanza, de donde, cuando fué depuesto á quejarse de la República, mostró la cabeza descubierta,
este P a p a por el Concilio, tuvo que huir disfrazado. y les preguntó de qué color tenia los cabellos. Respon-
P e r o desde que cumplió los cuarenta años, vivió felicí- d i e r o n : «Blancos», y él añadió: «Dentro de poco tiempo
simo, tanto que, no sólo los que se unieron á él para los vuestros Senadores los tendrán tan blancos como yo.»
negocios públicos, sino los que administraban sus teso- P r e g u n t á n d o l e su esposa, pocas horas antes de morir,
ros, participaron de su buena suerte. por qué tenía los ojos cerrados, respondió: «Para que se
habitúen.» D i j é r o n l e a l g u n o s ciudadanos, c u a n d o volvió
casa q u e , i g u a l á n d o l e en m é r i t o , tuvieron m a y o r po-
del d e s t i e r r o , q u e a r r u i n a b a la ciudad y ofendía á Dios
der ( 1 ) . L a a u t o r i d a d que C o s m e de Médicis t u v o en
e x p u l s a n d o de F l o r e n c i a t a n t o s h o m b r e s h o n r a d o s ; y él
F l o r e n c i a , mereció tenerla en t o d a la c r i s t i a n d a d .
contestó «que era mejor una ciudad arruinada que per-
E n los ú l t i m o s años de su vida s u f r i ó g r a n d e s p e n a s ,
dida; que dos canas de paño rojo hacían un hombre de
p o r q u e d e sus dos h i j o s , P e d r o y J u a n , é s t e , que era en
bien, pero los Estados no se gobernaban con el rosario en
q u i e n m á s c o n f i a b a , m u r i ó . P e d r o era enfermizo y, pol-
la mano».
la debilidad de su cuerpo, poco apto p a r a los negocios
E s t a s frases dieron m a t e r i a á s u s e n e m i g o s p a r a ca- públicos y privados. A s í , p u e s , al hacerse llevar por l a s
l u m n i a r l e , suponiéndole h o m b r e que se a m a b a m á s á sí habitaciones de su c a s a , d e s p u é s d e la m u e r t e d e su hijo,
m i s m o que á su p a t r i a , y m á s este m u n d o que el o t r o . exclamó s u s p i r a n d o : « E s t a casa es demasiado grande
P u d i e r a n citarse o t r a s m u c h a s f r a s e s suyas q u e , p o r para tan poca familia.»
n o ser n e c e s a r i a s , o m i t i m o s . A n g u s t i a b a , a d e m á s , su espíritu la idea d e que 110
T a m b i é n f u é C o s m e a m a n t e y protector de los litera- había a u m e n t a d o los dominios de Florencia con a l g u n a
t o s ^ por ello llamó á F l o r e n c i a al g r i e g o A r g y r o p o l o , c o n q u i s t a i m p o r t a n t e , y se dolía m u c h o m á s por pare-
l i t e r a t o f a m o s o en aquel t i e m p o , p a r a que e n s e ñ a r a á la cerle que F r a n c i s c o S f o r z a le h a b í a e n g a ñ a d o ; p o r q u e
j u v e n t u d veneciana la l e n g u a g r i e g a y s u s d e m á s cono- c u a n d o era conde le prometió que, al llegar á ser d u q u e
cimientos. d e M i l á n , h a r í a la empresa de L u c a p a r a los florenti-
M a n t e n í a en su c a s a y profesaba í n t i m a a m i s t a d á n o s ; lo cual n o realizó, porque, al m u d a r de f o r t u n a ,
M a r s i l i o F i c i n o , s e g u n d o p a d r e de la filosofía p l a t ó n i - m u d ó t a m b i é n d e o p i n i ó n , y al ser D u q u e , quiso g o z a r
ca 0 ) ; y P a r a que p u d i e r a con m á s comodidad prose-
g u i r s u s e s t u d i o s literarios y d i s f r u t a r m á s h o l g a d a - (1) La Casa de Médicis dió tres pontífices á la Iglesia, León 5 ,
m e n t e de su a m i s t a d , le regaló u n a finca i n m e d i a t a á l a Clemente VII y León XI, y muchos cardenales. A Francia dos
reinas, Catalina de -Médicis, casada con Enrique II, y María
s u y a de C a r e g g i . de Médicis, esposa de Enrique IV. También contrajo paren-
S u p r u d e n c i a , s u s r i q u e z a s , su modo d e vivir y su tesco con otras familias reinantes en Europa. Después de go-
f o r t u n a , h a c í a n que los florentinos le t e m i e r a n y a m a r a n , bernar durante más de un siglo la llepública florentina por la
influencia que sus riquezas, su crédito y sus talentos le daban,
y que le e s t i m a r a n e x t r a o r d i n a r i a m e n t e l o s príncipes, 110
obtuvo la soberanía hereditaria. E n 1531 el emperador Car-
sólo de I t a l i a , sino de t o d a E u r o p a , d e j a n d o á s u s des- los V dió el título de Duque de Florencia á Alejandro de Médi-
cendientes t a n sólidos f u n d a m e n t o s d e la f o r t u n a de su cis, y el mismo titulo le dió el papa Clemente VII en 1552. Su
sucesor, Cosme el Grande, recibió en 1569 el de Gran Duque de
Toscana, y tuvo siete sucesores. De J u a n Gastón de Médicis,
(1) Marsilio Ficino era un canónigo de Florencia que hizo muerto sin sucesión en 1737, pasó este ducado á Francisco, du-
una traducción de Platón v de los defensores de su filosofía, que de Lorena por el tratado de 1735 entre el emperador Car-
como Plotino, Jamblico, etc. los VI, Francia y España.
en paz los E s t a d o s que por la guerra había adquirido.
duque J u a n de A n j o u en l a empresa de Génova y del
N e g ó s e , pues, á toda empresa en favor de Cosme de
reino de Nápoles. P e n s a n d o , al contrario, necesitar a u -
Médicis ó de otro a l g u n o , y no hizo después de ser du-
xilio ajeno, y teniendo los franceses en su poder la ciu-
que de Milán m á s guerras que las necesarias para de-
fenderse. E s t a conducta causó gran disgusto á Cosme de dad de S a v o n a , la dió á Francisco, duque de M i l á n , y
Médicis, pareciéndole que había empleado esfuerzos y le hizo entender que no se opondría á que se apoderara
hecho gastos para engrandecer á un hombre ingrato é de Génova.
infiel. Todo ello lo aceptó el D u q u e , y, con la reputación que
le daba su amistad con el Rey y el apoyo de los Adorno,
S e n t í a , a d e m á s , que sus dolencias le impidieran aten-
tomó á Génova.
der con la misma actividad que anteriormente á los
P a r a no mostrarse ingrato con L u i s X I por los favo-
asuntos públicos y privados, marchando unos y otros en
res recibidos, envió á F r a n c i a en su socorro mil qui-
decadencia, porque los ciudadanos arruinaban la Repií-
nientos caballos, capitaneados por su primogénito G a -
blica, y sus hijos y administradores consumían su f o r -
leazzo.
t u n a . Todas estas cosas inquietaron su espíritu en los ú l -
Siendo, p u e s , F e r n a n d o d e A r a g ó n y Francisco
timos años de su vida; pero murió lleno de gloria y con
Sforza, é s t e , d u q u e de Lombardía y príncipe de Gé-
grandísima f a m a , y en Florencia y fuera de ella, ciuda-
nova , y aquél, rey de todo el reino de N á p o l e s , y ha-
danos y príncipes cristianos mostraron el sentimiento
biendo contraído parentesco por enlaces matrimoniales,
por su muerte á su hijo P e d r o , siendo acompañado su
meditaban la m a n e r a de asegurar sus E s t a d o s para go-
entierro con grandísima pompa por todos los ciudada-
zar de ellos tranquilamente en v i d a , y, al m o r i r , dejarlos
nos, y sepultado en la iglesia de S a n L o r e n z o , poniendo
á sus herederos.
por decreto público en su sepulcro: Padre de la patria.
P a r a ello creyeron necesario que el Rey se apoderase
N a d i e se admire de que, al narrar yo los hechos de de los barones que le fueron contrarios en la guerra con
Cosme de Médicis, haya imitado á los que escriben la J u a n de A n j o u , y el Duque procurase destruir el ejército
vida de los príncipes y no la historia general; porque, que organizó Braccio, que era el natural enemigo de su
siendo hombre de raro m é r i t o en nuestra ciudad, he ne- familia y que, á las órdenes de Jacobo Piccinino, había
cesitado elogiarle por modo extraordinario. llegado á su mayor reputación; porque á este Piccinino,
V I I . Cuando Florencia é I t a l i a se encontraban en siendo entonces el primer capitán de I t a l i a , y careciendo
e s t a s condiciones, L u i s X I , rey de F r a n c i a , estaba de E s t a d o s , debían temerle todos los que los tenían,
empeñado en gravísima guerra que le habían suscitado principalmente el duque de M i l á n , á quien su propio
la nobleza apoyada por Francisco, duque de Bretaña, y ejemplo persuadía de que ni tendría seguro el Ducado,
por Carlos, duque de Borgoña. De t a l modo le preocu- ni seguridad para dejarlo á sus hijos, mientras viviera
paba esta g u e r r a , que no pudo pensar en favorecer al Jacobo.
en paz los E s t a d o s que por la guerra había adquirido.
duque J u a n de A n j o u en l a empresa de Génova y del
N e g ó s e , pues, á toda empresa en favor de Cosme de
reino de Nápoles. P e n s a n d o , al contrario, necesitar a u -
Médicis ó de otro a l g u n o , y no hizo después de ser du-
xilio ajeno, y teniendo los franceses en su poder la ciu-
que de Milán m á s guerras que las necesarias para de-
fenderse. E s t a conducta causó gran disgusto á Cosme de dad de S a v o n a , la dió á Francisco, duque de M i l á n , y
Médicis, pareciéndole que había empleado esfuerzos y le hizo entender que no se opondría á que se apoderara
hecho gastos para engrandecer á un hombre ingrato é de Génova.
infiel. Todo ello lo aceptó el D u q u e , y, con la reputación que
le daba su amistad con el Rey y el apoyo de los Adorno,
S e n t í a , a d e m á s , que sus dolencias le impidieran aten-
tomó á Génova.
der con la misma actividad que anteriormente á los
P a r a no mostrarse ingrato con L u i s X I por los favo-
asuntos públicos y privados, marchando unos y otros en
res recibidos, envió á F r a n c i a en su socorro mil qui-
decadencia, porque los ciudadanos arruinaban la Repií-
nientos caballos, capitaneados por su primogénito G a -
blica, y sus hijos y administradores consumían su f o r -
leazzo.
t u n a . Todas estas cosas inquietaron su espíritu en los ú l -
Siendo, p u e s , F e r n a n d o d e A r a g ó n y Francisco
timos años de su vida; pero murió lleno de gloria y con
Sforza, é s t e , d u q u e de Lombardía y príncipe de Gé-
grandísima f a m a , y en Florencia y fuera de ella, ciuda-
nova , y aquél, rey de todo el reino de N á p o l e s , y ha-
danos y príncipes cristianos mostraron el sentimiento
biendo contraído parentesco por enlaces matrimoniales,
por su muerte á su hijo P e d r o , siendo acompañado su
meditaban la m a n e r a de asegurar sus E s t a d o s para go-
entierro con grandísima pompa por todos los ciudada-
zar de ellos tranquilamente en v i d a , y, al m o r i r , dejarlos
nos, y sepultado en la iglesia de S a n L o r e n z o , poniendo
á sus herederos.
por decreto público en su sepulcro: Padre de la patria.
P a r a ello creyeron necesario que el Rey se apoderase
N a d i e se admire de que, al narrar yo los hechos de de los barones que le fueron contrarios en la guerra con
Cosme de Médicis, haya imitado á los que escriben la J u a n de A n j o u , y el Duque procurase destruir el ejército
vida de los príncipes y no la historia general; porque, que organizó Braccio, que era el natural enemigo de su
siendo hombre de raro m é r i t o en nuestra ciudad, he ne- familia y que, á las órdenes de Jacobo Piccinino, había
cesitado elogiarle por modo extraordinario. llegado á su mayor reputación; porque á este Piccinino,
V I I . Cuando Florencia é I t a l i a se encontraban en siendo entonces el primer capitán de I t a l i a , y careciendo
e s t a s condiciones, L u i s X I , rey de F r a n c i a , estaba de E s t a d o s , debían temerle todos los que los tenían,
empeñado en gravísima guerra que le habían suscitado principalmente el duque de M i l á n , á quien su propio
la nobleza apoyada por Francisco, duque de Bretaña, y ejemplo persuadía de que ni tendría seguro el Ducado,
por Carlos, duque de Borgoña. De t a l modo le preocu- ni seguridad para dejarlo á sus hijos, mientras viviera
paba esta g u e r r a , que no pudo pensar en favorecer al Jacobo.
E l rey de Nápoles procuró astutamente un acuerdo
pasó estaban llenas de g e n t e que deseaba verle, gri-
con los b a r o n e s , y empleó todo su ingenio en inspirarles
t a n d o en su favor y deseando su prosperidad y la de los
confianza; lo que consiguió fácilmente, porque estos Se-
suyos. Tales honores apresuraron su pérdida, porque a u -
ñores veían su pérdida segura si continuaban la guerra
mentaron los temores del D u q u e y el deseo de m a t a r l e .
contra el Rey, y la consideraban dudosa si, aceptando
P a r a realizar este propósito con mayor disimulo quiso
sus promesas, t r a t a b a n con él. Como los hombres pro-
que se celebrara la boda de D r u s i a n a , su hija natural, con
c u r a n h u i r del m a l seguro, los príncipes pueden engañar
Jacobo, á quien hacía tiempo la había prometido por e s -
fácilmente á quienes son menos poderosos que ellos.
posa.
Creyeron los barones en l a paz que el Rey les ofrecía,
Convino después con el rey F e r n a n d o que le t o m a r a
al ver el peligro manifiesto si continuaban la g u e r r a , y
á su servicio, con título de general de su ejército y cien
se pusieron en sus m a n o s , siendo después, de varios mo-
mil florines de sueldo; hecho lo cual, fué á Ñapóles J a -
dos y con diferentes pretextos, muertos.
cobo con su esposa D r u s i a n a y u n embajador del D u -
A s u s t ó este suceso á Jacobo Piccinino que, con sus q u e , donde le recibieron honrosa y satisfactoriamente,
tropas, se encontraba en S u l m o n a , y para quitar al Rey festejándole d u r a n t e muchos d í a s ; pero habiendo pedido
ocasión de oprimirle, gestionó, por medio de sus amigos, licencia p a r a ir á S u l m o n a , donde tenía sus tropas, le
con el duque de Milán á fin de reconciliarse con é l . H í - convidó el Rey á u n festín en el castillo, y terminado el
zole el D u q u e l a s mayores ofertas que pudo y determi- convite, fué preso con su hijo Francisco y , al poco
nó Jacobo ponerse en sus m a n o s , yendo con cien ca- tiempo, muerto.
ballos á verle en Milán. D e esta suerte, nuestros príncipes italianos acababan
Y i n (1465). Había Jacobo militado largo tiempo á con el mérito que ellos no tenían y temían en otros,,
las órdenes de su padre y con su h e r m a n o , primero por h a s t a el punto de q u e , no quedando ya n i n g u n o , e x p u -
el duque Felipe Yisconti y después por el pueblo mila- sieron aquel reino á los desastres que poco tiempo des-
nés. E s t a circunstancia le obligó á estar frecuentemente p u é s lo afligieron y desolaron.
e n M i l á n , donde tenía muchos amigos y la general be-
I X . E n t r e t a n t o , el papa P í o había arreglado los
nevolencia que, en el estado actual de las cosas, había
asuntos de l a R o m a ñ a , y creyó que era tiempo oportuno,
a u m e n t a d o , porque la próspera fortuna y el poder que
en vista de la paz g e n e r a l , de mover á los cristianos
tenían los Sforza engendraban envidia contra ellos, y en
contra los turcos. P a r a lograrlo siguió la misma vía que
cambio las adversidades y la larga ausencia inspiraban á
sus antecesores, y todos los monarcas ofrecieron dinero
aquel pueblo misericordia por Jacobo y grandísimo de-
ó gente. M a t í a s , rey de H u n g r í a , y Carlos, duque de
seo de verle.
B o r g o ñ a , prometieron ir personalmente, y el P a p a les
Todo esto se advirtió á su llegada, porque muy pocos nombró jefes de la empresa.
nobles dejaron de salir á recibirle, y las calles por donde Tan confiado estaba el Pontífice en la realización d e
esta cruzada, que de Roma fué á A n c o n a , donde debía
lo concerniente al gobierno, se guiara siempre por sus
concentrarse el ejército, habiendo prometido barcos los
consejos.
•venecianos para trasladarlo á Esclavonia. Reunióse, pues,
T u v o , pues, P e d r o de Médicis, en Diotisalvi la mis-
en aquella ciudad, después de la llegada del Pontífice'
ma confianza que le había demostrado C o s m e , y porque
t a n t a gente q u e , á los pocos días, acabó con todos los
quería obedecer á su padre, después de m u e r t o , como le
víveres de la población y con los que podían ser condu-
había obedecido en vida, deseaba aconsejarse de él en
cidos de las inmediaciones, haciéndose general el ham-
c u a n t o se refería á sus bienes y al gobierno de la ciudad.
bre. A d e m á s , no había dinero para los que lo necesita-
Comenzando por lo primero, hizo entregarle todos los
b a n , ni armas para los que carecían de ellas.
libros de cuentas de su casa para que se enterase del
N o fueron á A n c o n a ni el rey Matías ni el duque de
buen ó mal estado de sus negocios, y , e n t e r a d o , le acon-
B o r g o ñ a , y los venecianos enviaron un general con
sejara conforme á su prudencia.
algunas galeras, más para hacer alarde de pompa y de-
Prometióle Diotisalvi emplear actividad y buena fe
mostrar que cumplían su promesa que para trasportar
en todas las cosas y, examinados los l i b r o s , reconoció
aquel ejército.
que en muchos asuntos había bastante desorden; pero
Siendo el P a p a viejo y estando enfermo, en medio de arrastrado más por propia ambición que por amor á
estos apuros y desórdenes, murió, y después de su P e d r o y agradecimiento á los a n t i g u o s beneficios de
muerte cada cual volvió á su casa. C o s m e , j u z g ó fácil quitarle la reputación y privarle de la
A l morir el P a p a en 1 4 6 5 , fué elegido pontífice autoridad q u e , como herencia del p a d r e , le había que-
P a u l o I I , de origen veneciano y , para que casi todos dado. D i ó , pues, maese Diotisalvi á P e d r o u n consejo
los E s t a d o s de Italia cambiaran de gobierno, al año q u e , pareciendo razonable y h o n r a d o , ocultaba su pér-
siguiente murió Francisco Sforza, duque de Milán, des- dida. Demostróle el desorden de su hacienda y el dinero
pués de estar al f r e n t e de aquel Ducado diez y seis años, que necesitaba, si no quería perder, con su crédito, la
siendo proclamado D u q u e su hijo Galeazzo. opinión de su riqueza y de su poder. A ñ a d i ó después
X . L a muerte del duque de Milán aumentó las di- que no veía más honrado remedio á estos desarreglos
visiones entre los florentinos, y é s t a s produjeran más q u e pedir la restitución del dinero dado por su padre
pronto su natural efecto. Porque muerto Cosme de M é - á muclios ciudadanos y forasteros, porque Cosme, para
dicis, su hijo P e d r o heredó los bienes y la influencia del conquistarse partidarios en Florencia y amigos fuera, f u é
padre en la República, y llamó junto á sí á maese Dio- liberalísimo en prestarles parte de su fortuna, de modo
tisalvi Neroni, hombre de g r a n autoridad y, en concepto que sus créditos, por este concepto, ascendían á conside-
d é l o s demás ciudadanos, reputadísimo, en quien con- rable suma.
fiaba tanto Cosme de Médicis, que, al m o r i r , encargó á Pareció á P e d r o el consejo bueno y h o n r a d o , puesto
su hijo P e d r o que, en lo relativo á su hacienda y en que remediaba^ con lo que era suyo, el desorden de su
f o r t u n a ; pero t a n p r o n t o como pidió la devolución de los
prestamos, los deudores, como si les quisieran q u i t a r l o él porque había muerto, determinó tomarla de su hijo.
que era s u y o , se enfadaron y, sin consideración alguna, E s t o s conjurados por t a n diversos motivos, publica-
b a n u n a sola aspiración : la de que la ciudad f u e r a
hablaban mal de é l , tachándole de ingrato y a v a r o °
gobernada por los magistrados y no por el consejo de
X I . A l ver ü i o t i s a l v i Neroni la común y popular
unos cuantos poderosos.
desgracia en q u e , por su consejo, había caído P e d r o de
A u m e n t ó la aversión á P e d r o de Médicis y los m o -
Médicis, se reunió con L u c a s P i t t i , A g n o l o Acciajuoli
tivos de murmurar de é l , el hecho de quebrar entonces
y Nicolás Soderini, determinando privar á Médicis d e
muchos comerciantes; pues se le acusaba públicamente
la autoridad que tenía en la República. Moviéronles á
de q u e , por recobrar su dinero sin dar plazos, había
esto diversas aspiraciones. L u c a s P i t t i ambicionaba la
ocasionado las q u i e b r a s , con deshonra y daño de l a
posición que tuvo Cosme de Médicis , pues había llegado
ciudad.
á tanto poder que menospreciaba ser deferente con P e -
Añadíase á esto que estaba en negociaciones para
dro. Diotisalvi, que conocía la incapacidad de P i t t i
que su primogénito Lorenzo se casara con Clarice Orsini;
para jefe del gobierno, creía que necesariamente, s u -
lo que dió amplio motivo á todos para calumniarle,
plantado P e d r o de Médicis, la autoridad caería p r o n t o
diciendo que se veía claramente, 110 queriendo casar á
en sus manos. Nicolás Soderini deseaba que la ciudad
su hijo con una florentina, tener á menos ser ciudadano
viviera más libremente y que los magistrados la gober-
de Florencia, y que se preparaba á ser príncipe; porque
n a r a n según su voluntad. Maese Agnolo quería m a l
quien no quiere á sus conciudadanos por parientes, los
á los Médicis por motivos particulares; hacía algún
quiere por siervos, siendo por tanto justo que no t e n g a
tiempo que su hijo R a f a e l se había casado con A l e j a n - amigos.
dra de B a r d i , con g r a n d í s i m a dote; á é s t a , ó por fal-
Creían los jefes de la conjuración tener la victoria en
t a s suyas, ó por culpas de otros, la m a l t r a t a b a n el
la m a n o , porque la mayoría de los ciudadanos, e n g a ñ a -
suegro y el marido, por lo cual su pariente Lorenzo de
dos con el nombre de libertad que aquéllos, para excu-
H a n o n e , compadecido de la joven, f u é con g e n t e a r -
sar su empresa, habían tomado por bandera, les
m a d a y la sacó de casa de A g n o l o . Quejáronse los A c -
seguían.
ciajuoli de esta injuria de los Bardi y, llevado el pleito
X I I . F e r m e n t a n d o estos disgustos en la ciudad,
á decisión de Cosme de M é d i c i s , falló éste que los
algunos, que eran enemigos de discordias civiles, inten-
Acciajuoli debían restituir su dote á A l e j a n d r a , y q u e
taron distraer de ellas al pueblo con públicas fiestas,
quedara al arbitrio de ella volver ó no al lado'ele su
porque muchas veces los pueblos ociosos son i n s t r u m e n t o
marido.
d e los que desean alterar la paz. P a r a interrumpir este
Pareció á A g n o l o que Cosme no le había tratado como ocio, y que cada cual pensara en otra cosa que en el
amigo en este juicio y, no pudiendo toman venganza d e gobierno, habiendo transcurrido un año desde la m u e r t e
TOMO I L 7
NICOLÁS MAQülAVELO.
SJ. HISTORIA DE FLOltKNCIA. 99

de Cosme, aprovecharon la terminación del duelo para


al morir éste, cesaba aquélla, 110 habiendo motivo para
que hubiera regocijos públicos, y organizaron dos fiestas
renovarla, porque Galeazzo no tenía las meritorias con-
t a n solemnes como las demás que se hacen en Florencia.
diciones de su padre, y, por tanto, no se podía esperar
Representaba la u n a el viaje de los tres reyes magos de él nada útil; de suerte que, si Francisco Sforza había
que vinieron de Oriente guiados por la estrella que se- favorecido poco á Florencia, éste la favorecería menos,
ñalaba el nacimiento de Cristo: fiesta t a n pomposa y y si algún ciudadano quería tenerlo á sueldo porque
magnífica q u e , para ordenarla y realizarla, debía es- auxiliara su poder, haría cosa opuesta á las leyes y á la
t a r ocupada muchos meses toda la ciudad. L a otra fué libertad de Florencia.
u n torneo ( q u e así se llamaba el espectáculo represen-
P e d r o de Médicis defendía lo contrario, a s e g u r a n d o
tando un combate de hombres á caballo), e n el cual los
q u e no era conveniente perder, por avaricia, t a n necesaria
principales jóvenes de l a ciudad tomaron parte con los amistad, y que nada había m á s saludable á la R e p ú -
m á s famosos caballeros de Italia. E n t r e los jóvenes blica y á toda Italia que continuar la alianza con el
florentinos el m á s notable fué Lorenzo de Médicis, pri- duque de Milán, para que los venecianos, viéndoles uni-
m o g é n i t o de P e d r o , q u i e n , no por favor, sino por su d o s , no esperaran, ó por fingida amistad ó por abierta
propio mérito, ganó el primer premio. g u e r r a , oprimir aquel D u c a d o ; pues tan pronto como
Terminados estos espectáculos, volvieron á los ánimos supieran que los florentinos se apartaban del duque de
los anteriores propósitos, y cada cual seguía con m á s Milán, empuñarían las armas contra ellos. Siendo el D u -
empeño que antes su propia opinión, resultando g r a n q u e j o v e n , nuevo en el gobierno y sin amigos, fácilmente
disparidad de ideas y grandísima agitación que aumen- se lo atraerían ó por astucia ó por fuerza y, en uno ú otro
taron dos accidentes por modo extraordinario. F u é el caso, la pérdida de la República florentina era segura,
uno que, por expirar el plazo, faltó la autoridad de la X I I I . E s t a s razones de P e d r o de Médicis 110 fueron
-Batía, y el otro la muerte de Francisco Sforza, d u q u e aceptadas, y la rivalidad empezó á mostrarse abierta-
de Milán. mente. Cada partido se reunía por las noches en punto
E l nuevo duque Galeazzo envió embajadores á Floren- distinto; los amigos de los Médicis en la Crocetta, y sus
cia para confirmar los tratados que Francisco Sforza adversarios en la Pietà. Deseosos éstos de la ruina de
tenía, con aquella República, en los cuales, entre otras Pedro, habían hecho suscribir á muchos ciudadanos de-
-cosas, estaba pactado que se pagara al D u q u e anual- claraciones favorables á sus designios.
mente cierta cantidad de dinero. Los principales enemi- U n a , entre otras, de las noches en que se reunieron,
gos de los Médicis aprovecharon esta cuestión y se opu- celebraron consejo sobre el modo de proceder, porque si
sieron públicamente en el Consejo á la entrega del d i - todos querían disminuir el poder de Médicis, diferían en
nero, alegando que t a l obligación la había pactado F l o - el modo de conseguirlo. U n grupo, el más templado y
rencia, no con Galeazzo, sino con su padre Francisco y, juicioso, deseaba que, habiendo acabado la autoridad de la
Balía, se atendiera á no restablecerla, y, conseguido esto
como lo querían todos los c i u d a d a n o s , los Consejos y- E l procedimiento para conseguirlo consistía en a r m a r -
los magistrados gobernarían la ciudad, lográndose en se dentro de la ciudad y tomar á sueldo al marqués de
poco tiempo acabar con la autoridad de P e d r o de Medi- F e r r a r a para tener socorros seguros, y cuando la elec-
éis, quien, según se vería, al perder su influencia en e l ción por suerte les diera u n a Señoría amiga, estando
gobierno y su intervención en los negocios públicos,, preparados, realizar el complot.
perdería t a m b i é n su crédito en el comercio; porque sus' Conforme á esta opinión, convinieron esperar la elec-
negocios se encontraban en tal situación que, si se le ción de la nueva Señoría y obrar según como resultara.
impedía con eficacia el aprovecharse del tesoro público, E n t r e los conjurados estaba Nicolás Fedini, que era
necesariamente se arruinaba. C u a n d o esto ocurriera, nin-, como secretario de la conjuración. E s t e F e d i n i , arras-
g ú n peligro podía ofrecer, consiguiéndose, sin destierros trado por esperanzas más seguras, reveló á Pedro cuanto
ni sangre, recobrar la libertad, que era á lo que debía- sus enemigos habían acordado, entregándole la lista de
aspirar todo buen ciudadano. E n cambio si se apelaba á. los conjurados y la de los que, por escrito, habían ofrecido
la fuerza era grandísimo el riesgo, porque quien no so- ayudarles.
corre al que cae por sí mismo, le a y u d a para que no le- Asustó á Pedro el número y la condición de los ciu-
derribe la violencia ajena. A d e m á s , n o acudie'ndose á nin- dadanos contrarios á él y, aconsejándose de sus amigos,
g ú n medio extraordinario contra él, no habría motivo de determinó reunir también las firmas de sus partidarios.
armarse ni de buscar partidarios, y si él lo hacía, sería E n c a r g ó este trabajo á uno de sus amigos m á s fieles,
t a n t a su responsabilidad é infundiría en todos t a n t a s sos- encontrando t a n t a versatilidad en el ánimo de los ciu-
pechas, que él mismo facilitaría su r u i n a y daría á los dadanos, que muchos de los que habían suscrito contra
demás justo motivo para consumarla. él suscribieron también en su favor.
Á muchos otros de los reunidos no parecían bien estas X I Y . Mientras ocurrían estas cosas llegó la época en
dilaciones, asegurando que favorecerían á P e d r o de M é - q u e se renovaba la primera m a g i s t r a t u r a , siendo nom-
dicis y no á ellos, porque, si se c o n t e n t a b a n con las vías brado Confaloniero de justicia Nicolás Soderini; y fué
ordinarias, no habría para P e d r o de Me'dicis peligro al- cosa maravillosa ver el concurso de ilustres ciudadanos
g u n o y para ellos muchos, á causa d e que los m a g i s t r a - y de todo el pueblo que le acompañó al Palacio, ponién-
dos adversarios de Pedro le dejarían gozar de su influen- dole en el camino u n a corona de olivo en la cabeza, para
c i a ^ sus amigos le facilitarían la dominación,ocasionando demostrar que de él dependía la salud y la libertad de la
la pérdida de los conjurados, como sucedió en 1458; que patria.
si aquel consejo era de hombres buenos, éste era d e Vióse por este ejemplo y por otros que no debe de-
hombres previsores; por t a n t o , ahora que la opinión pú- searse llegar á una magistratura ó á un cargo con ex-
blica se le mostraba contraria, convenía arruinarle. traordinaria reputación, porque, no pudiendo correspon-
d e r á ésta con las obras, pues los hombres desean m á s

d e lo que cabe hacer, producá con el tiempo descrédito
acordaron hacer por fuerza lo que 110 habían podido ó
y desprecio. sabido ejecutar fácilmente por medio de los magistrados.
Los Soderini eran dos hermanos, Tomás y Nicolás, Determinaron, pues, matar á Pedro de Médicis, que es-
l i s t e más bravo y animoso que aquél, y Tomás más pru- taba enfermo en Careggi, para lo cual debía venir el m a r -
dente y entendido. Conocía éste, que era amigo íntimo qués de Ferrara con tropas hacia la ciudad. Muerto P e -
de P e d r o de Médicis, el 'carácter de su hermano y, d r o , presentarse armados en la plaza y hacer que la
sabiendo que deseaba sólo la libertad de Florencia, y Señoría organizara el gobierno como ellos quisieran, por-
que, sin ofensa de nadie, se consolidara el gobierno, le que aun cuando todos los Señores n o eran amigos suyos,
aconsejó hiciera nuevo escrutinio, mediante el cual las aspiraban á que los contrarios cedieran por temor.
bolsas electorales se llenaran con los nombres de los Maese Diotisalvi, para ocultar mejor sus designios,
ciudadanos amantes de l a libertad, y que, hecho esto, s e visitaba con frecuencia á Pedro, hablando con él de l a
vería el medio de consolidar el gobierno y de asegurarlo,, unión de los ciudadanos y dándole consejos.
según su voluntad, sin tumultos ni agravios á nadie. Todas estas t r a m a s habían sido reveladas á Pedro de
Creyó fácilmente Nicolás el consejo de su hermano, é Médicis, y además Domingo Martelli le hizo saber que
invirtió en estos vanos proyectos el tiempo de su m a g i s - Francisco Neroni, hermano de Diotisalvi, había procu-
tratura, con beneplácito de los jefes de la conjuración, sus rado atraerle al partido de los conjurados, mostrándole
amigos, pues, por envidia, no querían fuese Soderini el segura la victoria contra el de Médicis. P o r esto deter-
autor de la reforma del gobierno, creyendo que siempre m i n ó P e d r o ser el primero en tomar las a r m a s , y apro-
sería tiempo oportuno para que otro Confaloniero la rea- vechó la ocasión de las gestiones de sus enemigos con el
lizara. m a r q u é s de Ferrara, fingiendo haber recibido una carta
Llegó, por tanto, el término de la magistratura, y N i - de máese J u a n Bentivoglio, Señor de Bolonia, en la q u e
le decía que el Marqués se encontraba junto al río A l b o
colás, habiendo empezado muchas cosas, sin terminar
con tropas, asegurando públicamente que iba á Florencia,
ninguna, dejó el cargo con más descrédito que honra le
dispensaron al recibirlo. Por este supuesto aviso tomó Pedro las armas, y en
X V . E s t e asunto animó á los partidarios de P e d r o medio de g r a n multitud a r m a d a llegó á Florencia. A su
de Médicis, cobrando sus amigos mayores esperanzas. llegada, todos los de su partido se armaron también, y
L o s neutrales se adhirieron á Médicis y, siendo p o r los del bando contrario hicieron lo mismo; pero los de
ello los dos bandos casi iguales en fuerzas, durante Médicis, por haberse preparado, estaban en mejor orden
algunos meses contemporizaron, no promoviendo ningún que sus adversarios, no dispuestos a ú n al alzamiento.
tumulto. Diotisalvi Neroni, que tenía su casa inmediata á la de
E l partido de Médicis seguía g a n a n d o fuerzas. Á c a u - Médicis, no se creía seguro en ella, y andaba, ora al
sa de ello sus enemigos, viendo el peligro, se reunieron j Palacio para excitar á la Señoría á que obligase á Mé-

dicis á dejar las armas, ora en busca de Lucas P i t t i para X V I . M ¡entras duraba este desorden, la.Señoría man-
recomendarle que continuara en su partido. d ó cerrar el Palacio, reuniendo en él á los magistrados v
Pero, de todos los conjurados, el que mostró m á s acti- no mostrándose en favor de ninguno de los dos bandos.
vidad fué Nicolás Soderini q u e , armado y seguido de 4 L o s ciudadanos, especialmente los del partido de
casi toda la plebe de su barrio, f u é á casa de Lucas P i t t i , tiuoas P i t t i , viendo á P e d r o de Médicis armado y á sus
y le rogó montara á caballo y acudiera á la plaza en fa- •enemigos sin armas, comenzaron á pensar, no cómo ata-
vor de la Señoría que estaba por ellos, donde tenía segura carían á los de Médicis, sino cómo podrían hacerse ami-
la victoria, mientras quedándose en casa, se exponía á g o s suyos.
tener que entregarse cobardemente á sus enemigos ar- L o s principales de la ciudad, jefes de bandos, acudie-
mados, ó á ser vergonzosamente abandonado por sus Ton al Palacio y, á presencia de la Señoría, discutieron
amigos sin armas. Advirtióle que se arrepentiría de n o m u c h a s cosas relativas al gobierno de Florencia y á la
haber hecho lo que ahora era tiempo de hacer; que si reconciliación de los partidos. Porque Pedro de Médicis,
quería, con la guerra, a r r u i n a r á P e d r o de Médicis, fácil- á causa de s ú m a l a salud, no podía asistir, fueron de
mente podría conseguirlo, y si prefería la paz, valía mucho c o m ú n acuerdo á su casa, excepto Nicolás Soderini, que,
más ponerse en condiciones de dictarla que de aceptarla. •después de recomendar sus hijos y su casa á su h e r m a n o
N o convencieron estas razones á Lucas P i t t i , por ha- T o m á s , se retiró á una quinta suya para aguardar allí el
ber cesado sus resentimientos contra Pedro de Médicis, término de aquellos sucesos, que consideraba fatal para
quien le atrajo á su partido con promesa de nuevas alian- •él y dañoso para su patria.
zas matrimoniales y otras v e n t a j a s , y ya había casado á Llegaron los demás ciudadanos á presencia de Pedro
u n a de sus sobrinas con J u a n Tornabuoni. Aconsejó, de Médicis y, el encargado de hablar por todos, se quejó
pues, á Soderini que depusiera las armas y volviese'á su -de los desórdenes ocurridos en la ciudad, asegurando que
casa, porque debía ser para él bastante que la ciudad la mayor culpa era de quienes primero habían tomado
fuera gobernada por los magistrados, como seguiría sién- las armas; y, no adivinando lo que quería P e d r o , que
dolo; que todos depondrían las armas, y que los Señores, f u é el primero en apelar á ellas, venían á saber su volun-
cuya mayoría era de sus amigos, serían jueces de la cues- tad, para, si se acomodaba al bien de la ciudad, seguirla.
tión entre ambos bandos. A estas frases contestó P e d r o de Médicis que el pri-
N o consiguiendo Soderini hacerle cambiar de resolu- mero que acude á las armas no es el responsable de los
ción, volvió á su casa, pero diciéndole a n t e s : « N o puedo escándalos, sino el primero que da motivo para empu-
yo sólo bacer el bien de mi ciudad, pero puedo pronosti- ñarlas; y si recordaban cómo se habían portado con él,
carle el mal. L a determinación que tomáis h a r á que F l o - se admirarían menos de lo que había hecho para salvarse,
rencia pierda la l i b e r t a d ; vos el poder y los bienes, y porque verían que los conciliábulos nocturnos, las s u s -
yo y otros, la patria.» cripciones y la determinación de quitarle sus derechos
de ciudadanía y h a s t a la vida, le habían obligado á ar-
en la necesidad de reformar el gobierno y establecer nuevo
marse; y el no haber ido la gente armada á casa de sus orden de cosas.
enemigos, era señal manifiesta de que no tomó las armas
X V I I . E r a entonces Confaloniero de justicia B e r -
para ofenderles, sino para defenderse. Añadió que no
nardo L o t t i y, sabiendo Pedro de Médicis que no podía
quería ni deseaba más que vivir en paz y seguridad, ni contar con su a m i s t a d , parecióle inoportuno intentar
j a m á s había demostrado querer otra cosa, porque, al t e r - cualquier reforma mientras aquél desempeñara el cargo,
minar la autoridad de la Balía, no pensó en ningún me- cosa de poca importancia, pues el t é r m i n o de su autori-
dio extraordinario para restablecerla, y estaba muy sa- dad estaba cercano. P e r o al llegar la elección de los Se-
tisfecho con que los magistrados gobernaran la ciudad, ñores que debían ejercer el cargo en los meses de Sep-
contentándose con ello. Que debían recordar cómo C o s m e tiembre y Octubre de 1466, fué elegido para la suprema
de Médicis y sus hijos sabían vivir respetados en F l o - magistratura Roberto Lioni, quien, inmediatamente q u e
rencia con la Balía y sin l a Balía, y que en 1458 fueron tomó posesión, estando lo demás preparado, llamó al
ellos, y no la casa de Médicis, los que establecieron este pueblo á l a plaza, hizo nueva B a l í a , que era toda del
poder extraordinario. Si ahora 110 lo querían, tampoco partido de Médicis, y ésta nombró todos los magistrado»
él lo deseaba; pei'o que esto no le satisfacía, por haber del mismo bando.
visto que se consideraban incompatibles con él en Flo-
Tal suceso espantó á los jefes del partido enemigo.
rencia. J a m á s hubiera creído ni pensado que sus amigos Maese Agnolo Aceiajuoli se fugó á Nápoles, y Dioti-
y los de su padre juzgaran no poder vivir en Florencia salvi Neroni y Nicolás Soderini á Venecia. Quedó en
con él, no habiendo dado nunca otra señal de su presen- Florencia L u c a s P i t t i , confiando en las promesas de P e -
cia que la de su amor á la paz y tranquilidad. dro de Médicis y en el nuevo parentesco que, por casa-
Después dirigió sus palabras á Diotisalvi Neroni y miento de una de sus sobrinas, había contraído con él.
sus hermanos, que estaban presentes, y les echó en cara L o s fugados fueron declarados rebeldes, y dispersada
con tono severo y lleno de indignación los beneficios toda la familia Ñero ni. Maese J u a n Neroni, que era e n -
que habían recibido de C o s m e , la confianza que en ellos tonces arzobispo de Florencia, para huir de mayor mal,,
tenía y su grande i n g r a t i t u d . F u e r o n t a n sentidas sus se desterró voluntariamente á R o m a . A muchos otros ciu-
palabras, que algunos de los oyentes se indignaron has- dadanos los desterraron á diversos puntos, para d o n d e
t a el p u n t o de haber matado á los N e r o n i , si Pedro de partieron inmediatamente.
Médicis no les contuviera. N o bastó esto. Se ordenó u n a procesión para dar gra-
Terminó P e d r o diciendo que aprobaría todo lo que cias á D i o s por la conservación de la República y l a
ellos y la Señoría acordaran, y que sólo pedía vivir t r a n - unión de los ciudadanos V, durante esta solemnidad,
quilo y seguro. H a b l a r o n después mucho de o t r a s cosas,, prendieron y atormentaron á algunos florentinos, siendo-
pero sin decidir nada, conviniendo en términos generales después varios de ellos muertos y otros desterrados.
de ciudadanía y h a s t a la vida, le habían obligado á ar-
en la necesidad de reformar el gobierno y establecer nuevo
marse; y el no haber ido la gente armada á casa de sus orden de cosas.
enemigos, era señal manifiesta de que no tomó las armas
X V I I . E r a entonces Confaloniero de justicia B e r -
para ofenderles, sino para defenderse. Añadió que no
nardo L o t t i y, sabiendo Pedro de Médicis que no podía
quería ni deseaba más que vivir en paz y seguridad, ni contar con su a m i s t a d , parecióle inoportuno intentar
j a m á s había demostrado querer otra cosa, porque, al t e r - cualquier reforma mientras aquél desempeñara el cargo,
minar la autoridad de la Balía, no pensó en ningún me- cosa de poca importancia, pues el t é r m i n o de su autori-
dio extraordinario para restablecerla, y estaba muy sa- dad estaba cercano. P e r o al llegar la elección de los Se-
tisfecho con que los magistrados gobernaran la ciudad, ñores que debían ejercer el cargo en los meses de Sep-
contentándose con ello. Que debían recordar cómo C o s m e tiembre y Octubre de 1466, fué elegido para la suprema
de Médicis y sus hijos sabían vivir respetados en F l o - magistratura Roberto Lioni, quien, inmediatamente q u e
rencia con la Balía y sin la Balía, y que en 1458 fueron tomó posesión, estando lo demás preparado, llamó al
ellos, y no la casa de Médicis, los que establecieron este pueblo á l a plaza, hizo nueva B a l í a , que era toda del
poder extraordinario. Si ahora 110 lo querían, tampoco partido de Médicis, y ésta nombró todos los m a g i s t r a d o s
él lo deseaba; pero que esto no le satisfacía, por haber del mismo bando.
visto que se consideraban incompatibles con él en Flo-
Tal suceso espantó á los jefes del partido enemigo.
rencia. J a m á s hubiera creído ni pensado que sus amigos Maese Agnolo Aceiajuoli se fugó á Nápoles, y Dioti-
y los de su padre juzgaran no poder vivir en Florencia salvi Neroni y Nicolás Soderini á Venecia. Quedó en
con él, no habiendo dado nunca otra señal de su presen- Florencia L u c a s P i t t i , confiando en las promesas de P e -
cia que la de su amor á la paz y tranquilidad. dro de Médicis y en el nuevo parentesco que, por casa-
Después dirigió sus palabras á Diotisalvi Neroni y miento de una de sus sobrinas, había contraído con él.
sus hermanos, que estaban presentes, y les echó en cara L o s fugados fueron declarados rebeldes, y dispersada
con tono severo y lleno de indignación los beneficios toda la familia Ñero ni. Maese J u a n Neroni, que era e n -
que habían recibido de C o s m e , la confianza que en ellos tonces arzobispo de Florencia, para huir de mayor mal,,
tenía y su grande i n g r a t i t u d . F u e r o n t a n sentidas sus se desterró voluntariamente á R o m a . A muchos otros ciu-
palabras, que algunos de los oyentes se indignaron has- dadanos los desterraron á diversos puntos, para donde-
t a el p u n t o de haber matado á los N e r o n i , si Pedro de partieron inmediatamente.
Médicis no les contuviera. N o bastó esto. Se ordenó u n a procesión para dar gra-
Terminó P e d r o diciendo que aprobaría todo lo que cias á D i o s por la conservación de la República y l a
ellos y la Señoría acordaran, y que sólo pedía vivir t r a n - unión de los ciudadanos V, durante esta solemnidad,
quilo y seguro. H a b l a r o n después mucho de o t r a s cosas, prendieron y atormentaron á algunos florentinos, siendo-
pero sin decidir nada, conviniendo en términos generales después varios de ellos muertos y otros desterrados.
F u é ejemplo notable en esta variación de las cosas
estimando en m á s aquella injuria q u e mis peligros, fui
L u c a s P i t t i , porque inmediatamente se conoció la dife-
también desterrado, y á punto estuve de perder la vida.
rencia de l a victoria á l a derrota, y de la h o n r a á la des-
M i e n t r a s viví con tu padre Cosme siempre honré y fa-
h o n r a , S u casa, f r e c u e n t a d a antes por numerosos ciuda-
vorecí vuestra casa, y nunca tuve, desde que murió, pro-
d a n o s , quedó en g r a n d í s i m a soledad. E n las calles, los
pósito de ofenderte.
amigos y p a r i e n t e s , no sólo no le acompañaban, sino
»Verdad es que tu naturaleza enfermiza, y la tierna
h a s t a temían saludarle, p o r q u e u n o s habían sido despo-
edad de t u s hijos, me asustaron de tal suerte, que j u z -
jados de sus dignidades, otros de sus bienes, y todos
gue' oportuno dar al gobierno forma á propósito para que,,
igualmente amenazados. L o s constructores del soberbio
si morías, no se arruinara la patria.
palacio que había comenzado, abandonaron la obra; los
»De aquí han nacido las cosas ocurridas, no contra t i ,
beneficios que anteriormente le hacían, se convirtie-
sino en beneficio de mi p a t r i a , en lo cual, si cometí error,
ron en i n j u r i a s ; los honores en vituperio; muchos de
merece, por m i buena intención y por mis actos pasados,
l o s que le habían regalado a l g ú n objeto de g r a n precio,
que se olvide. N o puedo creer, habiendo encontrado en
se lo reclamaban, á p r e t e x t o de que era u n p r é s t a m o , y mí tu casa por tanto tiempo t a n t a fidelidad, que me nie-
otros muchos que acostumbraban á elevarle h a s t a las gues ahora misericordia y que todos mis méritos los e x -
nubes, motejábanle ahora de ingrato y violento. t i n g a u n a sola falta.»
Tal se pusieron para él l a s cosas, que se arrepintió, Cuando Pedro de Médicis recibió dicha carta, respon-
aunque tarde, de no haber dado crédito á Nicolás Sode- dió en estos términos:
rini, y buscó pronto el m e d i o de morir honrado con las «Tu risa es causa de que yo no llore, porque si tú rie-
a r m a s en la mano, como preferible á vivir humillado e n - r a s en Florencia , lloraría yo en Nápoles. Confieso que
medio de sus enemigos victoriosos. quisiste servir á mi padre, y t ú confesarás que fuiste ser-
X " V I I I . E n t r e los desterrados empezaron los proyec- vido por é l , de suerte que en nuestras respectivas obli-
tos para reconquistar en Florencia la posición que no gaciones existía la diferencia que hay entre las palabras
liabían sabido defender. y los actos. Habiendo recibido tú la recompensa de t u s
Maese Agnolo Acciajuoli, que se encontraba en N á - servicios, no te debe maravillar el recibir el justo premio
poles, antes de pensar en n i n g u n a otra cosa, quiso t a n - de t u s daños. N o te excusa el amor de la p a t r i a , porque
tear el ánimo de P e d r o de Médicis, para saber si podría nadie h a b r á capaz de creer que los Médicis aman y con-
reconciliarse con él, y le escribió una carta concebida en tribuyen á la prosperidad de Florencia menos que los
estos términos: Acciajuoli. V i v e , p u e s , desacreditado en el destierro, y a
que no has sabido vivir con crédito en Florencia.»
«Rióme de los caprichos de la fortuna, que convierte
á su gusto los amigos en enemigos, y los enemigos en X I X . Desesperado, por tanto, Acciajuoli de alcanzar
a m i g o s . Recordarás que, cuando el destierro de tu padre, perdón, vino á R o m a y, de acuerdo con el arzobispo d e
110 NICOLÁS MAQDIÄVELO:

Floreucia y otros desterrados que allí vivían, hicieron


d e Dios para oprimir á otros muchos que, confiando en
todo lo posible por quitar el crédito comercial á la casa
las promesas hechas, habían permanecido en Florencia
Médicis. Difícilmente pudo P e d r o conjurar este peligro;
y, durante públicas y sagradas ceremonias y solemnes
pero, auxiliado por algunos amigos, inutilizó los esfuer-
preces, para hacer á Dios cómplice en su infamia, fueron
zos de los desterrados.
varios ciudadanos presos y muertos, d a n d o con ello
P o r su parte Diotisalvi y Nicolás Soderini procuraron
impío y nefando ejemplo. A ñ a d i e r o n que, para vengarse,
•con actividad excitar al Senado veneciano contra su p a -
110 veían á quién acudir m á s que al Senado veneciano,
t r i a , creyendo que, si era atacada por Venecia, por ser
que, por ser siempre libre, debería compadecerse de
el gobierno nuevo y odiado, no podría sostener la guerra.
que ellos hubieran perdido su libertad. Apelaban, pues,
Encontrábase entonces en F e r r a r a J u a n Francisco, contra los tiranos á los hombres libres, contra los im-
hijo de P a l l a Strozzi, expulsado de Florencia con su píos á los piadosos, y si recordaban cómo la familia Mé-
p a d r e , cuando los cambios ocurridos en 1434. Tenía éste dicis les había quitado el imperio de Lombardía, cuando
g r a n crédito y entre los demás comerciantes f a m a de ri- C o s m e , sin la aquiescencia de los otros ciudadanos, fa-
quísimo. voreció y socorrió á Francisco Sforza, ya que no les mo-
• L o s nuevos rebeldes demostraron á J u a n Francisco la viese la justa causa que ellos defendían, deberían mover-
facilidad de volver á Florencia cuando los venecianos les el justo odio y el justísimo deseo de vengarse.
emprendieran la g u e r r a , y la probabilidad de que éstos
X X . E s t a s últimas palabras conmovieron á todo el
la hicieran, si de algún modo se podía contribuir á los
Senado, el cual determinó que su general, Bartolomé Co-
g a s t o s , en cuyo caso era indudable.
üone, atacara el. E s t a d o florentino. Reunióse acelerada-
J u a n Francisco, que deseaba vengarse de las injurias mente el ejército (1467), al cual se unió Hércules de
recibidas, dió ingenuamente crédito á estos consejos, y E s t e , enviado por Borso, marqués de F e r r a r a .
prometió concurrir á aquella empresa con todos sus me-
N o estando aún los florentinos en estado de defensa,
dios. Conseguido esto, fueron los conjurados al D u x de
el ejército, en el primer a t a q u e , quemó el burgo de Do-
Venecia, quejándose á él de su destierro, causado no por vadola y causó algún daño en las comarcas próximas.
o t r o error, según decían, que por haber querido que en
E x p u l s a d o s de Florencia todos los enemigos de P e d r o
su patria imperasen las leyes y que la gobernaran los
de Médicis, el gobierno hizo nueva alianza con Ga-
magistrados y 110 unos cuantos ciudadanos; porque P e - leazzo, duque de M i l á n , y con el rey F e r n a n d o de N á -
dro de Médicis y algunos de sus secuaces, acostumbra- poles, y nombró su general á Federico, conde de U r -
dos á la vida de l a t i r a n í a , habían tomado las armas pér- b i n o , Cuando reunió estos aliados hizo menos caso de
fidamente, se las hicieron deponer á ellos con e n g a ñ o , y sus enemigos, porque el rey F e r n a n d o envió á su primo-
engañándoles también les arrojaron de su patria; que génito A l f o n s o , y Galeazzo vino en persona, cada uno
110 contentos con este proceder, emplearon la mediación d e ellos con fuerza conveniente, acampando el ejército en
Castrocaro, fortaleza de los florentinos, situada en l a
falda de los Alpes que descienden de la Toscana á l a A g r a d ó á Galeazzo el consejo y, sin dilación, volvió á
Milán.
Romana.
E n t r e t a n t o , los enemigos se h a b í a n retirado á Imola,. Libres de este impedimento los capitanes florentinos,
habiendo entre ambos ejércitos, s e g ú n las costumbres de para demostrar que era cierto el motivo alegado de las
la época, ligeras escaramuzas, sin que ni u n o ni otro dilaciones, se acercaron más al enemigo, librando u n a
ordenada batalla, que duró medio día, sin que ninguna
asaltaran ó sitiaran n i n g u n a plaza, ni t r a t a r a n ' d e librar
de las partes alcanzara la victoria. N o hubo en ella n i n -
batalla, pues cada cual estaba en sus t i e n d a s , siendo di-
g ú n m u e r t o , sino algunos caballos heridos y algunos
rigida aquella campaña con maravillosa cobardía.
prisioneros de ambos lados.
Todo esto desagradaba mucho en F l o r e n c i a , obligada,
Había llegado el invierno, época en que los ejércitos
á mantener una guerra costosa y de escasas esperanzas.
acostumbran á tomar cuarteles, por lo cual Bartolomé se
Quejáronse los magistrados á los ciudadanos que eran
retiró hacia Ravena y los florentinos á Toscana, yendo á
Comisarios en aquella empresa, quienes respondieron ser
sus respectivos E s t a d o s las tropas del rey de Nápoles y
causa de todo el duque Galeazzo q u e , por tener sobrada
del duque de Milán.
autoridad y poca experiencia 110 sabía tomar ninguna,
P e r o cuando se vió que, por este ataque, no había ocu-
resolución útil, ni tenía confianza en los que podían to-
rrido movimiento alguno en Florencia, como prometie-
m a r l a , siendo, por t a n t o , imposible, mientras él estuviera,
ron los rebeldes florentinos, y que faltaba el dinero para
en el ejército, lograr nada de provecho.
pagar las tropas t o m a d a s á sueldo, se negoció la paz y,
L o s florentinos hicieron comprender al D u q u e que sin grandes dificultades, fué ajustada (1468).
realmente les había prestado un g r a n servicio viniendo á.
P r i v a d o s , pues, los rebeldes florentinos de toda espe-
ayudarles en persona, porque su f a m a sólo bastaba para,
r a n z a , fueron á varios p u n t o s ; Diotisalvi Neroni á F e -
asustar al enemigo; pero que estimaban mucho m á s su
r r a r a , donde el m a r q u é s Borso le recibió y m a n t u v o ;
salud y la de su E s t a d o que el provecho propio, porque,,
Nicolás Soderini á R a v e n a , y allí, con corta pensión que
asegurada aquélla, todo lo demás sería próspero, y peli- le daban los venecianos, envejeció y murió.
g r a n d o , temían las mayores adversidades. N o juzgaban,,
Tuvo éste fama de hombre justo y valeroso, pero va-
pues, tranquilizador que estuviera mucho tiempo ausen-
cilante y lento en las resoluciones, lo cual hizo que,
te de M i l á n , siendo nuevo en el gobierno de aquel E s - siendo Confaloniero de justicia, perdiera aquella ocasión
t a d o y teniendo vecinos peligrosos y potentes q u e , si: de vencer, ocasión que, después de dejar el mando, quiso
m a q u i n a b a n algo contra é l , con facilidad podrían rea- recuperar y no pudo.
lizarlo. P o r todo lo cual le aconsejaron que volviera á
X X I . Hecha la p a z , el partido que quedó m a n d a n d o
su D u c a d o , dejando parte de sus t r o p a s para la d e - en Florencia no creyó completa la victoria sino des-
fensa. pués de perseguir de todos modos á sus enemigos j
TOMO I I . G
h a s t a á los sospechosos, y procuró que Bardo Altoviti, t r e los generales italianos famosísimo. Murió el papa
P a u l o I I , y fué elegido sucesor Sixto I V , que se llamaba
Confaloniero de justicia entonces, quitara nuevamente á
antes Francisco de Savona, hombre de humildísimo ori-
muchos ciudadanos sus honores y desterrara á muchos
gen qüe llegó á ser, por su virtud, general de la Orden
otros, cosa que aumentó el poder de los victoriosos y
de San Francisco y después cardenal.
aterró á los demás. E s t e poder lo ejercían sin considera-
ción a l g u n a , portándose de modo que parecía que Dios F u é este P a p a el primero que empezó á mostrar el
y la f o r t u n a les habían entregado aquella ciudad á su dis- g r a n poder del Pontificado, y cómo muchas cosas, que
anteriormente eran calificadas de errores, podían cubrir-
creción. D e tales d e s m a n e s , pocos llegaban á oídos de Pe-
se con la autoridad pontificia.
dro de Médicis, y los que s a b í a , por causa de su enfer-
medad, quedaban sin remedio, porque, tullido de todos E n t r e su familia tenía á P e d r o y Jerónimo, quienes, en
sus miembros, sólo podía valerse de la lengua; y con ella opinión general, eran hijos suyos, pero él daba á su pa-
reprenderles ó suplicarles que vivieran honradamente y rentesco nombre más honesto. Á Pedro, que era fraile,
le hizo cardenal, con el título de cardenal de San Sixto!
prefiriesen la salud de la patria á su destrucción.
y á Jerónimo le dió la ciudad de Forli, quitándosela á
P a r a alegrar la ciudad determinó celebrar magnífica-
A n t o n i o Ordelaffi, cuyos ascendientes habían sido Seño-
mente la boda de su hijo Lorenzo con Clarice, de la casa
res de ella hacía largo tiempo.
Orsini, y en efecto, se verificó con l a pompa y magnifi-
E s t a ambiciosa manera de proceder le acreditó con
cencia d i g n a s de la riqueza y posición de los Médicis,
los Señores de Italia, queriendo cada cual hacerse amigo
empleando muchos días en bailes, festines y representa-
suyo. P a r a ello el duque de Milán dió á su hija natural
ciones de asuntos antiguos. Añadióse á esto, para de-
Catalina por m u j e r á Jerónimo, y en dote la ciudad de
mostrar la grandeza de los Médicis y de Florencia, doá
I m o l a , de la que había despojado á Tadeo Alidosi.
espectáculos militares: u n a batalla campal de caballería,
E l citado Duque y el rey F e r n a n d o de Nápoles con-
y el asalto de u n a fortaleza; ejecutado todo con el mayor
trajeron nuevo parentesco, porque Isabel, hija de A l -
orden y habilidad.
fonso, primogénito de Fernando, casó con J u a n Galeaz-
X X I I . M i e n t r a s ocurrían tales cosas en Florencia, el zo, primogénito del duque de Milán.
resto de Italia vivía en p a z , pero con gran temor al
X X I I I (1460). Vivíase, pues, en Italia con bastante
poder de los turcos, que continuaban combatiendo á los
tranquilidad, y el mayor cuidado de los príncipes era el
cristianos, habiéndose apoderado de Negroponto, con
de observarse m u t u a m e n t e y asegurarse unos de otros
no poca vergüenza y daño del nombre cristiano.
con alianzas matrimoniales y t r a t a d o s de coalición.
Murió entonces Borso, m a r q u é s de F e r r a r a , sucedién- Pero, en medio de esta paz, Florencia era grandemente
dole su hermano Hércules. Murió también Gismondo de desolada por sus propios hijos, sin que Pedro de Médi-
Rimini, constante enemigo de la S a n t a Sede, y heredó cis, por su dolencia, pudiera reprimir los excesos. Sin
su E s t a d o su hijo natural Roberto, que llegó á ser en-
embargo, para descargo de su conciencia, y ver si podía
-suerte que os arrepintáis de haber abusado de la vic-
avergonzar á los autores de los abusos, los reunió en su toria.»
casa, y hablóles en estos t é r m i n o s :
L a respuesta de aquellos ciudadanos fué acomodada
« J a m á s creí que pudiera llegar tiempo en que los a c - á las circunstancias y al lugar en que estaban; pero con-
t o s y procedimientos de mis amigos me hicieran amar y t i n u a r o n sus abusos y vejaciones, tanto, que P e d r o de
desear á los enemigos y preferir á l a victoria la derrota,, Mediéis hizo venir secretamente á Agnolo Acciajuoli á
porque creía tener á m i lado hombres que en sus pasio- -Cafaggiuolo, y habló con él detenidamente de las condi-
nes tuvieran límite ó medida, y á quienes bastaría vivir ciones en que estaba Florencia, no dudándose de que, á
en su patria seguros, h o n r a d o s y vengados de sus ene- n o impedirlo su muerte, habría llamado á todos los deste-
migos. P e r o ahora comprendo cuán engañado h e vivido rrados, para que, al volver á la patria, refrenaran la ra-
largo tiempo, por no conocer la natural ambición de to- -piña de los de dentro.
dos los hombres, y m e n o s l a vuestra; porque no os b a s t a Á este honradísimo proyecto se opuso la muerte, por-
ser los primeros en u n a ciudad t a n importante, y repar- que, agobiado por la enfermedad del cuerpo y las a n g u s -
tir entre vosotros, siendo pocos, los honores, dignidades- tias del ánimo, falleció á los cincuenta y tres años de
y cargos lucrativos, que a n t e s se distribuían entre m u - -edad.
chos ciudadanos; no os b a s t a haber dividido entre vos- L a virtud y bondad de Pedro de Médicis no las pudo
otros los bienes de vuestros enemigos; no os basta a g o - •conocer su patria por completo, por haber vivido casi
biar á todos los d e m á s con las cargas públicas,y vosotros,.' 'hasta el término de su vida al lado de su padre Cosme,
libres de ellas, tener t o d a s las públicas utilidades, que- y porque los pocos años que le sobrevivió pasólos enfermo
os es, además, preciso afligir á cada ciudadano con toda, .y atendiendo á discordias civiles.
clase de vejaciones. F u é enterrado P e d r o en la iglesia de San Lorenzo,
»Quitáis sus bienes al vecino, vendéis la justicia, y os- . j u n t o á su padre, haciéndose sus exequias con la pompa
sustraéis á los tribunales; oprimís á los hombres pacífi- •que t a n gran ciudadano merecía. Dejó dos hijos, Lorenzo
cos y exaltáis á los audaces. N o creo que haya en toda :y J u l i á n , cuya juventud alarmaba á todos los ciudada-
Italia t a n t o s ejemplos de violencia y de avaricia cuantos- nos, aunque ambos daban esperanza de ser útilísimos á
se ven en esta ciudad. ¿Nos ha dado la vida n u e s t r a p a - la República,
tria para que se la quitemos á ella? ¿ N o s h a hecho vic- X X I V . Desde hacía largo tiempo figuraba en F l o -
toriosos para que la destruyamos? ¿Nos honra para que -rencia, entre los principales miembros del gobierno, maese
la llenemos de ignominia? Tomás Soderini, cuya prudencia y autoridad, no sólo en
»Os prometo, por lo m á s sagrado entre hombres de Florencia, sino de todos los Señores de Italia, era cono-
bien, que si continuáis obrando de modo que me t e n g a c i d a . Desde la muerte de Pedro, todos los ciudadanos
que arrepentir de haber vencido, me h e de portar de t a l fijaron su atención en Soderini, y muchos le visitaban
considerándole jefe de la ciudad, escribiéndole además no la tranquilidad, se produjo inesperado desorden, como
pocos principes; pero él, que era prudente, y que conocía presagio de f u t u r o s daños.
muy bien su f o r t u n a y la de la casa Médicis, no contestó E n t r e las familias pertenecientes al partido de L u c a s
á las cartas é hizo comprender á los ciudadanos que no Pitti, que habían sido arruinadas, figuraba la de X a r d i ,
era su casa, sino la de Médicis, la que debían visitar; y porque Silvestre y sus hermanos, jefes de ella, fueron
para demostrar con hechos lo que decía, reunió los prin- primero desterrados, y después, por la guerra que promo-
cipales de las familias nobles en el convento de S a n A n - vió Bartolomé Colione, declarados rebeldes.
tonio, haciendo ir allí á Lorenzo y J u l i á n de Médicis, y E n t r e éstos se encontraba Bernardo, hermano de Sil-
pronunció largo y notable discurso sobre l a s condiciones vestre, joven audaz y valeroso que, 110 pudiendo, por l a
en que estaba la ciudad y toda Italia, y el carácter é in- pobreza, sufrir el destierro, ni viendo, por la paz hecha,
tereses de los príncipes, deduciendo que, si querían vivir medio posible de volver á su patria, determinó intentar
unidos y en paz en Florencia, y seguros de discordias- algo que fuera motivo de nueva guerra; porque muchas
intestinas y guerras exteriores, era preciso mantener la veces de motivos pequeños nacen grandes resultados, á
autoridad de aquellos dos jóvenes y de la casa Médicis, causa de que los hombres están m á s dispuestos á seguir
porque á nadie duele seguir haciendo lo que tiene por una empresa comenzada, que á promoverla.
costumbre, y las novedades se acogen con t a n t a pronti- Tenía Bernardo Nardi m u c h a s relaciones de amistad
tud como se abandonan; siendo siempre preferible man- en Prato, y en el condado de P i s t o y a muchísimas, espe-
tener un poder constituido que, por el transcurso del cialmente con la familia P a l a n d r a , numerosa en h o m -
tiempo acaba con las envidias, á crear uno nuevo que, bres, y que, como campesinos, y al igual de los demás
por muchísimas causas, puede ser fácilmente destruido. de la comarca de Pistoya, se habían educado en los com-
bates y con las armas eu la mano. Sabía que estaban
Después de Soderini habló Lorenzo de Médicis, y, á
descontentos, porque los magistrados de Florencia
pesar de su juventud, con t a n t a gravedad y modestia,
aprovechaban sus discordias para maltratarles. Conocía
que infundió en todos la esperanza de que llegaría á sel-
también el disgusto de los de P r a t o , porque les gober-
lo que en efecto fué. A n t e s de separarse prometieron
naban con altanería y avaricia, y que algunos eran ene-
bajo juramento los ciudadanos allí reunidos considerar
migos de la dominación florentina.
á Lorenzo y J u l i á n de Médicis como hijos suyos y éstos
á ellos como padres. Todo esto le infundía la esperanza de encender u n
fuego en Toscana, promoviendo la sublevación de P r a t o ,
Tomado este acuerdo, Lorenzo y J u l i á n fueron honra-
que, por los muchos que acudirían á alimentarlo, no pu-
dos como jefes del E s t a d o , y no se apartaron de los con-
diesen los florentinos apagarlo cuando quisieran.
sejos de Tomás Soderini.
Manifestó sus proyectos á Diotisalvi N e r o n i , pre-
X X V . Viviendo, por tanto, en completa paz dentro
g u n t á n d o l e con que socorros de los príncipes podría
y fuera de Florencia, sin guerra alguna que perturbara.
contar, por su mediación, si la empresa de P r a t o tenía
pués se repartieron por las calles g r i t a n d o libertad p a r a
buen éxito.
e x c i t a r al pueblo á la rebelión.
Pareció á Diotisalvi el proyecto peligrosísimo y casi
Y a era de día y, al oir aquel alboroto, muchos ciudada-
seguro el fracaso; pero, deseando intentar de nuevo for-
nos acudieron á la plaza. A l l í supieron que la ciudadela
t u n a con peligro ajeno, le animó á realizarlo, prome-
y el Palacio estaban ocupados, y el Podestá con su fa-
tiéndole auxilio inmediato de Bolonia y F e r r a r a , siempre
milia presos, admirándose de que ocurriera tal suceso,
que pudiera defenderse en P r a t o á lo menos quince días. cuya causa ignoraban.
Confiado en esta promesa, Bernardo N a r d i fué oculta-
L o s Ocho ciudadanos que formaban el Consejo Supre-
m e n t e á P r a t o (1470) y dió cuenta del proyecto á algu-
m o de esta población se reunieron en el Palacio para
nos pratenses, encontrándoles muy dispuestos á reali- acordar lo que debían hacer; pero N a r d i , que con los
zarlo. I g u a l deseo y ánimo conoció en los de la familia suyos anduvo algún tiempo por las calles sin que nadie
P a l a n d r a . Convenido el momento y forma de estallar la s e les uniera, al saber que los Ocho estaban reunidos,
rebelión, dió N a r d i cuenta de todo á Diotisalvi. se presentó á ellos y les dijo que aquella empresa tenia
X X V I . E r a podestá de P r a t o , á nombre del pueb!o por objeto librar á ellos y á su patria de la servidumbre,
florentino, César P e t r u c c i . Tienen por costumbre los go- ponderándoles la gloria que adquirirían los que, tomando
bernadores de plazas fuertes guardar las llaves de las las armas, le secundaran, conquistando así paz perpetua
puertas en su casa, y a l g u n a s veces, sobre todo en épo- y eterna fama. Recordóles la antigua libertad que tenían
cas tranquilas, cuando a l g ú n ciudadano las pide para y su actual situación; ¡es anunció seguro auxilio con t a l
salir ó entrar de noche, las dan. que resistieran poquísimos días á las fuerzas que los flo-
Bernardo N a r d i , que sabía esta costumbre, se presentó rentinos pudieran reunir contra ellos y aseguró contar
al amanecer con los de P a l a n d r a y unos cien hombres con partidarios en Florencia, lo cual se vería tan pronto
armados en la puerta q u e mira hacia P i s t o y a , y los que como allí supieran que P r a t o estaba por e'1.
le esperaban dentro se a r m a r o n . U n o de éstos pidió al E s t a arenga no conmovió el ánimo de los Ocho, quie-
Podestá las llaves fingiendo que uno del pueblo deseaba nes respondieron no saber si Florencia vivía libre ó sier-
e n t r a r en él. E l P o d e s t á , que n a d a sospechaba, mandó v a , porque no les importaba, pero que sabían bien que
con ellas á u n dependiente suyo, al cual, cuando estuvo ellos no deseaban otra libertad que la de servir á los m a -
lejos del Palacio, se las quitaron los conjurados, y abierta g i s t r a d o s gobernadores de Florencia, de quienes no h a -
la puerta entró N a r d i con su gente. P o r acuerdo con los bían recibido injurias que justificaran tomar las armas
d e dentro, se dividieron en dos grupos; uno de ellos, al •contra ellos. P o r t a n t o , le aconsejaban que dejara en li-
m a n d o del pratés Silvestre, ocupó la ciudadela; y el otro, bertad al Podestá y libre á la población de su gente,
con N a r d i , tomó el Palacio, confiando á algunos de los alejándose pronto del peligro á que se exponía con t a n
suyos la g u a r d a de P e t r u c c i y de toda su familia. Des- poca prudencia.
contar, por su mediación, si la empresa de P r a t o tenía
pués se repartieron por las calles g r i t a n d o libertad para
buen éxito.
e x c i t a r al pueblo á la rebelión.
Pareció á Diotisalvi el proyecto peligrosísimo y casi
Y a era de día y, al oir aquel alboroto, muchos ciudada-
seguro el fracaso; pero, deseando intentar de nuevo for-
nos acudieron á la plaza. A l l í supieron que la ciudadela
t u n a con peligro ajeno, le animó á realizarlo, prome-
y el Palacio estaban ocupados, y el Podestá con su fa-
tiéndole auxilio inmediato de Bolonia y F e r r a r a , siempre
milia presos, admirándose de que ocurriera tal suceso,
que pudiera defenderse en P r a t o á lo menos quince días. cuya causa ignoraban.
Confiado en esta promesa, Bernardo N a r d i fué oculta-
L o s Ocho ciudadanos que formaban el Consejo Supre-
m e n t e á P r a t o (1470) y dió cuenta del proyecto á algu-
m o de esta población se reunieron en el Palacio para
nos pratenses, encontrándoles muy dispuestos á reali- acordar lo que debían hacer; pero N a r d i , que con los
zarlo. I g u a l deseo y ánimo conoció en los de la familia suyos anduvo algún tiempo por las calles sin que nadie
P a l a n d r a . Convenido el momento y forma de estallar la s e les uniera, al saber que los Ocho estaban reunidos,
rebelión, dió X a r d i cuenta de todo á Diotisalvi. se presentó á ellos y les dijo que aquella empresa tenia
X X V I . E r a podestá de P r a t o , á nombre del pueb!o por objeto librar á ellos y á su patria de la servidumbre,
florentino, César P e t r u c c i . Tienen por costumbre los go- ponderándoles la gloria que adquirirían los que, tomando
bernadores de plazas fuertes guardar las llaves de las las armas, le secundaran, conquistando así paz perpetua
puertas en su casa, y a l g u n a s veces, sobre todo en épo- y eterna fama. Recordóles la antigua libertad que tenían
cas tranquilas, cuando a l g ú n ciudadano las pide para y su actual situación; ¡es anunció seguro auxilio con t a l
salir ó entrar de noche, las dan. que resistieran poquísimos días á las fuerzas que los flo-
Bernardo N a r d i , que sabía esta costumbre, se presentó rentinos pudieran reunir contra ellos y aseguró contar
al amanecer con los de P a l a n d r a y unos cien hombres con partidarios en Florencia, lo cual se vería t a n pronto
armados en la puerta q u e mira hacia P i s t o y a , y los que como allí supieran que P r a t o estaba por él.
le esperaban dentro se a r m a r o n . U n o de éstos pidió al E s t a arenga no conmovió el ánimo de los Ocho, quie-
Podestá las llaves fingiendo que uno del pueblo deseaba nes respondieron no saber si Florencia vivía libre ó sier-
e n t r a r en él. E l P o d e s t á , que n a d a sospechaba, mandó v a , porque no les importaba, pero que sabían bien que
con ellas á u n dependiente suyo, al cual, cuando estuvo ellos no deseaban otra libertad que la de servir á los m a -
lejos del Palacio, se las quitaron los conjurados, y abierta g i s t r a d o s gobernadores de Florencia, de quienes no h a -
la puerta entró N a r d i con su gente. P o r acuerdo con los bían recibido injurias que justificaran tomar las armas
d e dentro, se dividieron en dos grupos; uno de ellos, al c o n t r a ellos. P o r t a n t o , le aconsejaban que dejara en li-
m a n d o del pratés Silvestre, ocupó la ciudadela; y el otro, bertad al Podestá y libre á la población de su gente,
con N a r d i , tomó el Palacio, confiando á algunos de los alejándose pronto del peligro á que se exponía con t a n
suyos la g u a r d a de P e t r u c c i y de toda su familia. Des- poca prudencia.
No alarmaron á N a r d i estas palabras, determinando
ver si el miedo hacía más efecto en los habitantes d e á los demás c o n j u r a d o s , porque siendo pocos y divididos
P r a t o que los ruegos. P a r a asustarles pensó matar al en g r u p o s , casi todos perecieron ó quedaron presos.
podestà P e t r u c c i , y sacado de la prisión, mandó que E n t r e t a n t o , había llegado á Florencia la noticia del
lo ahorcaran en un balcón de Palacio. E s t a b a ya P e - suceso grandemente exagerada. Decíase que estaba to-
trucci junto al balcón con la cuerda al cuello, cuando vió mado P r a t o , el Podestá y su familia muertos y llena de
á N a r d i que mandaba apresurar la muerte. Volviéndose enemigos la ciudad; que P i s t o y a estaba en armas y, mu-
chos florentinos comprometidos en aquella conjuración.
á él, le dijo :
«Bernardo, m a n d a s m a t a r m e creyendo que después te Inmediatamente acudieron al Palacio muchos ciuda-
seguirán los de P r a t o , y sucederá lo contrario, porque danos para consultar con la Señoría.
el respeto que este pueblo tiene á las autoridades que E s t a b a entonces en Florencia Roberto de S a n Seve-
rino, general famoso, y se acordó f u e r a con la gente que
envía el pueblo de Florencia es t a l , que al ver el ultraje
jiudiese reunir á P r a t o , recomendándole aproximarse á la
de que soy v í c t i m a , te odiará y conseguirá tu ruina. N o
plaza y, dando detallada noticia de lo ocurrido, hiciera
mi muerte, sino m i vida es la que puede proporcionarte
lo que su prudencia le aconsejase.
la victoria, porque si yo les mando lo que tú quieras,
más fácilmente obedecerán á mí que á t i , y oponiéndo- A p e n a s había pasado S a n Severino del castillo d e
me yo á t u s órdenes, ellos también lo harán.» C a m p i , cuando le encontró un enviado de Petrucci, di-
ciéndole que N a r d i estaba preso, sus parciales muertos ó
A N a r d i , que no sabía qué partido t o m a r , pareció
huidos, y restablecida la tranquilidad. E n vista de ello
bueno aquel consejo, y mandó que, asomado Petrucci á
volvió á Florencia donde, á los pocos días, fué conducido
un balcón de los que daban á la p l a z a , ordenase al pue-
N a r d i , é interrogado por el magistrado acerca de los
blo obedecerle; hecho lo cual, volvió á la prisión P e -
verdaderos medios de la e m p r e s a , y haciéndole observar
trucci.
que eran muy débiles, dijo que la emprendió porque, de-
X X V I I . L a debilidad de los conjurados era ya noto- cidido á morir en Florencia más bien que á vivir des-
ria, y muchos florentinos que habitaban en P r a t o se h a - terrado, quería hacer memorable su m u e r t e con a l g ú n
bían puesto de aeuerdo.'Eutre ellos estaba J o r g e Ginori, suceso importante.
caballero de Rodas, que fué el primero en acudir á las
X X V I I I . Sofocado casi al nacer este desorden , vol-
armas contra los rebeldes. A t a c ó á N a r d i , que andaba
vieron los ciudadanos á su vida a c o s t u m b r a d a , creyendo
por la p l a z a , u n a s veces rogando y otras amenazando,
poder gozar, sin alarmas, del orden de cosas que habían
p a r a que le siguieran y obedecieran, acometiéndole con establecido y afianzado. D e ello nacieron en Florencia
tal ímpetu con muchos que le seguían, que le hirieron y los males que muchas veces engendra la paz , porque los
y prendieron. jóvenes, más independientes que de costumbre, hacían
Hecho esto, fué cosa fácil librar al Podestà y vencer excesivos gastos en t r a j e s , convites y orgias y, viviendo
•ociosos, consumían el tiempo y su f o r t u n a en el juego y
diuero les ayudase y con la autoridad les defendiera, se-
con las mujeres. Su único estudio consistía en la esplen-
unieron á algunos ciudadanos florentinos y les dieron
d i d e z del vestido y en la agudeza del l e n g u a j e , y el que
participación en los beneficios.
m á s diestramente satirizaba á los demás era más inge-
Como sucede siempre en estas cosas, al principio el
nioso y estimado. E s t a s malas costumbres las viciaron
pueblo de Volterra hizo poco caso; pero, sabida d e s p u é s
m á s los cortesanos del duque de M i l á n , que con su es-
l a riqueza del descubrimiento, quiso poner tarde y sin el
posa y toda su corte vino á Florencia para cumplir, se-
f r u t o el remedio q u e , de acudir con oportunidad, fácil-
g ú n decía, un voto ( 1 4 7 1 ) , d o n d e f u é recibido con la m e n t e hubiera conseguido.
p o m p a adecuada á un príncipe t a n excelso y t a n amigo
Comenzaron á t r a t a r la cosa en sus Consejos, afirman-
-de Florencia.
do no ser conveniente que u n a mina descubierta en t e -
V i ó s e entonces lo que no se h a b í a visto nunca en rreno público se convirtiera en utilidad privada y, p a r a
n u e s t r a c i u d a d : que, estando en C u a r e s m a , cuando la resolver el a s u n t o , mandaron comisionados á Floren-
Iglesia prohibe comer carne y m a n d a ayunar, los corte- cia (1472). Sometido el negocio á la decisión de algu-
sanos del D u q u e , sin respeto á la Iglesia ni á Dios, se nos ciudadanos, por ganarlos las partes interesadas ó-
-alimentaban con carne. por creerlo de j u s t i c i a , fallaron que no tenía razón el
Iliciéronse muchas fiestas en h o n r a del Duque, y den- pueblo volterrano al querer privar á algunos de sus c i u -
t r o de la iglesia del E s p í r i t u S a n t o se representó la ba- dadanos del f r u t o de su trabajo é industria, pertenecien-
jada del E s p í r i t u S a n t o á los A p ó s t o l e s , causando el do, pues, la mina á los que la explotaban y no al pueblo:
mucho fuego que con t a l solemnidad se hizo, el incendio pero que convenía pagaran aquéllos á éste anualmen-
del templo. P a r a muchos fué este incendio señal de la te alguna cantidad de dinero en reconocimiento de d o -
indignación que Dios había querido demostrar contra minio.
nosotros. E s t e fallo, en vez de apaciguar los ánimos en V o l t e -
Si el D u q u e encontró en Florencia costumbres afemi- rra, aumentó la agitación y los rencores, no hablándose
n a d a s y contrarias á u n a vida ordenada y buena, la dejó de otra cosa en los Consejos y en toda la ciudad. L a g e -
mucho peor, por lo cual los ciudadanos de recto ánimo neralidad p e d í a l o que, en su opinión, le habían quitado;
-opinaron que era necesario refrenar tales excesos, y con y los dueños de la mina querían conservar la posesión
nuevas leyes pusieron términp al lujo en el vestir, en las por haber descubierto aquélla, y porque después confirmó'
pompas fúnebres y en los convites. su derecho la sentencia de los florentinos.
X X I X . E n medio de tan grande tranquilidad ocurrió E n este altercado mataron á un ciudadano que allí
•un nuevo t u m u l t o en Toscana. E n el condado de Volte- tenía reputación, llamado Pecorino, y después á o t r o s
r r a encontraron varios de sus h a b i t a n t e s una mina de muchos partidarios suyos, saqueando y quemando sus
a l u m b r e y, conociendo su valor, por tener quien con el casas y costando trabajo librar de la muerte a los que d e s -
empeñaban allí cargo de Rectores á nombre de Florencia,
ñor de Piombino les dieron a l g u n a esperanza de socorro.
X X X . Cometidos estos a t e n t a d o s , determinaron •
L o s florentinos, por su parte, comprendiendo que l a
a n t e todo enviar representantes á Florencia, para que importancia de su victoria dependía de la rapidez, reunie-
hicieran saber á la Señoría que, si les mantenía en sus ron diez mil infantes y dos mil caballos, y, al mando de
antiguos derechos, conservarían ellos la antigua depen- Federico, señor de "(Jrbino, se presentaron en el condado
dencia. de Volterra, ocupando fácilmente toda aquella comarca.
Discutióse mucho la respuesta. Maese Tomás Sode- Sitiaron después la ciudad que, situada en u n a altura
rini aconsejaba que se debia recibir la sumisión de los casi por todos lados cortada á pico, no podía ser acome-
volterranos, cualesquiera que fuesen las condiciones, no tida sino por la parte donde está la iglesia de San Ale-
creyendo oportuno promover un incendio t a n inmediato jandro.
que podía comunicarse á Florencia, porque temía al ca- L o s volterranos habían tomado á sueldo para su de-
rácter del P a p a , el poder del rey de Ñapóles, y no con- fensa unos mil hombres, quienes, al ver la valerosa ex-
fiaba en la amistad de los venecianos ni en la del duque pugnación de los florentinos, desconfiando de poder sal-
de Milán, por ignorar la fe que aquélla merecía y el valor var la ciudad, eran lentos en la defensa y activísimos en
de ésta, recordando la proverbial sentencia: «.Más vale las injurias que diariamente hacían á los habitantes; de
mezquina paz que victoriosa guerra.» suerte que estos infelices estaban combatidos por los ene-
P o r otra parte, Lorenzo de Médicis aprovechó la oca- migos de fuera, y oprimidos por los amigos de dentro.
sión para demostrar lo que valían su talento y su p r u - Desesperando salvarse, empezaron á t r a t a r de capitu-
dencia en el consejo, estimulándole los que envidiaban lación, no encontrando nada mejor que ponerse en manos
la autoridad de Soderini. Opinó que se debía acometer la délos Comisarios florentinos, quienes mandaron abrir las
empresa de Volterra, porque, si los volterranos no eran puertas, metieron en la ciudad l a mayor parte del ejér-
castigados de u n modo ejemplar y memoiable, los demás, cito, entraron en palacio donde estaban los Priores, y les
sin respeto ni temor á Florencia, harían lo mismo con ordenaron que volviesen á sus casas. U n o de ellos fué
cualquier motivo, por insignificante que fuera. atacado en el camino por un soldado, que, en señal de
Resuelta la empresa, contestaron á los de Yolterra que desprecio, le despojó de lo que llevaba. C o m o los h o m -
no podían pedir la observancia de disposiciones que ellos bres son más inclinados al mal que al bien, f u é esto prin-
mismos habían infringido: por tanto, ó se entregaban al cipio de la pérdida y saqueo de la ciudad que, durante
arbitrio de la Señoría, ó se les haría la guerra. todo un día, quedó entregada al pillaje, no respetando á
las mujeres ni los edificios religiosos. Los soldados, lo
A l volver los comisionados con esta respuesta, prepa-
mismo los que habían combatido á Volterra que los que
ráronse eii Yolterra á la defensa, fortificando la ciudad
t a n mal la defendieron, se repartieron los despojos.
y demandando auxilio á todos los Príncipes italianos.
Pocos les hicieron caso, porque sólo los de Siena y el Se- L a noticia de esta victoria produjo grandísima alegría
en Florencia y, porque la empresa se debía á Lorenzo d e A u n q u e de humildísimo origen, y después pobremente
Médicis, que la liabía aconsejado, a u m e n t ó e x t r a o r d i n a - alimentado entre las paredes de un convento, cuando
riamente su reputación. llegó F r . Pedro á Cardenal mostró t a n t a soberbia, y t a n
U n o de sus más íntimos amigos recordó á T o m á s S o - grande ambición, que no ya el cardenalato, el pontificado
derini el consejo que había dado, diciéndole: «¿Qué di- le parecía poco, pues 110 titubeó en celebrar en R o m a u n
réis ahora que V o l t e r r a está tomada?» A lo que r e s p o n - convite que, dado por un rey, hubiese parecido extraor-
dió T o m á s : «Paréceme perdida, porque teniéndola p o r dinario, y en el cual gastó 20.000 florines.
acuerdo, os sería útil y segura; pero conquistada por la. Privado el papa Sixto de este ministro, prosiguió en
fuerza, en los tiempos adversos debilitará y perjudicará, sus proyectos con más lentitud. Sin embargo, renovada
á la República, y en los pacíficos y favorables causará, la liga entre los florentinos, los venecianos y el duque de
daños y gastos.» M i l á n (1474), y dejando al P a p a y al rey de Nápoles fa-
X X X I ( 1 4 7 3 ) . E n este tiempo, deseoso el P a p a de- cultad para entrar en ella, Sixto I V y el Rey se aliaron,
que las posesiones d e la Iglesia no se a p a r t a r a n de su dando facultad á los otros príncipes para poder adhe-
obediencia, hizo saquear á Spoleto que, á causa de Ios- rirse á esta alianza.
bandos que dividían á sus habitantes, se había rebelado. Veíase, pues, Italia dividida en dos grandes partidos,
Después, porque Ciudad del Castillo se rebeló también,, porque diariamente ocurrían motivos de odio entre las
la hizo sitiar. E r a señor de Ciudad del Castillo Nicolás- dos ligas, como el ocasionado por l a isla de Chipre, á
Vitelli, íntimo amigo de Lorenzo de Médicis, por lo cual cuya posesión aspiraba el rey de Ñapóles, y que ocupa-
éste le dió auxilio, que si 110 fué b a s t a n t e para d e f e n d e r * ron los venecianos, lo cual hizo que el P a p a y el Rey
á Vitelli, fué suficiente para sembrar las primeras semi- estrecharan su unión.
llas de la enemistad entre el papa Sixto y los Médicis, Tenía entonces gran fama entre los generales italianos
las cuales produjeron poco después malísimos f r u t o s . Y Federico, señor de Urbino, que había militado mucho
hubieran fructificado en seguida á no ocurrir la muerte- tiempo á sueldo de los florentinos. Determinaron el Rey
de F r . Pedro, cardenal de S a n Sixto, porque este prelado- y el P a p a , para que la liga enemiga no contara con este
dió la vuelta á I t a l i a , estando en Venecia y en Milán y,, general, ganarse á Federico. E l P a p a le aconsejó y el
con pretexto de h o n r a r las bodas de Hércules, m a r q u é s Rey le rogó que fuera á verles á Nápoles. Obedeció Fe-
de F e r r a r a , andaba investigando los ánimos de los prín- derico, con admiración y desagrado de los florentinos,
cipes para averiguar cómo se hallaban respecto á los flo- que temían le sucediera lo mismo que á Jacobo Picci-
rentinos; pero al volver á R o m a murió, no sin sospechas- nino; pero ocurrió lo contrario, porque Federico volvió
de que le envenenaran los venecianos, para privar del t a - de Nápoles y de Roma colmado de honores y general de
lento y de los servicios de F r . P e d r o al papa Sixto, cuyo- la liga clel P a p a y el Rey.
poder temían. N i el Rey ni el P a p a dejaban de sondear los ánimos
TOS: O 11. 9
dé los Señores de la R o m a n a y de los sieneses, para h a - -ello los venecianos, porque siempre, por tales innovacio-
cérselos amigos y, mediante ellos, poder ofender mejor á n e s , solían aumentar su territorio.
los florentinos. Advirtiéndolo éstos, acudieron con los Vino, pues, Carlos á Toscana, y encontró difícil lo de
remedios oportunos, preparándose contra la ambición de P e r u s a , porque estaba aliada con los florentinos; pero,
sus contrarios. P a r a reemplazar á Federico de Urbino, deseoso de que su expedición produjera algo digno de
tomaron á sueldo á Roberto de Rímini; renovaron l a •memoria, atacó á los sieneses (1476), alegando que eran
l i g a con los de P e r u s a , y se aliaron con el Señor de •deudores suyos por servicios que su padre les había pres-
Faenza. t a d o en los asuntos de aquella República y quería ser
E l P a p a y el Rey alegaban como motivo de su mal- p a g a d o . L a acometida fué t a n violenta, que casi todo el
querencia á los florentinos el deseo de apartarles de los d o m i n i o de Siena quedó en su poder.
venecianos y de unirles á ellos, porque el P a p a juzgaba L o s de Siena al ver tal ultraje, y aficionados á pensar
que la Iglesia 110 podía mantener su reputación ni el m a l de los florentinos, creyeron que todo se había hecho
conde Jerónimo tener seguros sus E s t a d o s de la R o m a n a -con consentimiento de éstos, y se quejaron a m a r g a m e n t e
mientras durase la unión d e florentinos y venecianos. L o s a l P a p a y al Rey. También enviaron embajadores á F l o -
florentinos, por su parte, sospechaban que, si querían rencia, que se dolieron de tan grande injusticia, indicando
enemistarlos con los venecianos, no era para contraer •diestramente que, sin ser ayudado, no hubiese podido
amistad con ellos, sino para poder maltratarles m á s f á - Carlos con t a n t a seguridad ofenderles. L o s florentinos
cilmente. ase excusaron, prometiendo hacer lo posible para que Car-
D o s años vivió I t a l i a t r a n q u i l a á pesar de estas sos- los Braccio cesara de hostilizarles, y así lo ordenaron á
pechas y desconfianzas. E l primer desorden que alteró •Carlos según la demanda de los sieneses.
esta paz fué pequeño, y ocurrió en Toscana. Quejóse Braccio, diciendo que los florentinos, al ne-
X X X I I . De Braccio de P e r u s a , capitán famosísimo, garle auxilio, se privaban de una gran gloria y de u n a
según dijimos varias veces, quedaron dos hijos, Odón •conquista considerable, puesto que en poco tiempo les
y Carlos. E s t e era de corta edad, y aquél lo m a t a r o n los hubiese dado la posesión de Siena y su territorio: ¡tan
de "Val de L a m o n a , como ya hemos dicho. Cuando llegó grande era la cobardía que había observado en los siene-
Carlos á edad de poder servir en el éjército, los venecia- s e s y t a n mala su organización para la defensa!
nos, por la memoria de su padre y por la esperanza que P a r t i ó , p u e s , Carlos, entrando de nuevo á sueldo de
en Carlos tenían, le tomaron á sueldo. 4os venecianos. L o s de S i e n a , aunque libres de tanto
Había llegado por entonces el t é r m i n o de su compro- daño por la mediación de los florentinos, quedaron in-
miso con Venecia y no quiso renovarlo, determinando ver dignadísimos contra ellos, porque no creían mereciese
si con su nombre y la f a m a de su padre podía recobrar agradecimiento el librarles de un mal que ellos mis-
sus E s t a d o s de P e r u s a . D e buen g r a d o consintieron en i n o s les habían ocasionado.
X X X I I I . Mientras las cosas se encontraban del
modo dicho entre el rey de Ñapóles y el P a p a , y en Tos^ a g r a d a b a publicarlo; y no se contentaba con hacer morir
cana, ocurrió u n suceso en L o m b a r d í a de la mayor im- á los hombres si la muerte no iba acompañada de algu-
portancia, presagio de muchos males. E n s e ñ a b a en Milán- nos refinamientos de crueldad. Sospechábase de él que ha-
la lengua latina á los jóvenes de las principales familias bía muerto á su madre porque, parecie'ndole que no era
de aquella ciudad Nicolás M o n t a n o , hombre muy i n s - soberano mientras aquélla viviera con él, dispuso las co-
truido y ambicioso. Bien porque detestara el modo de sas de modo que quiso ella misma retirarse á su dominio
vivir y las costumbres del D u q u e , ó por otros motivos, en •dotal de Cremona y, durante el viaje, atacada de súbita
todos sus discursos inspiraba á sus discípulos odio al dolencia, falleció, por lo cual creyeron muchos que su
gobierno de un mal príncipe, llamando felices y gloriosos h i j o le había causado la muerte.
á aquellos que la naturaleza y su suerte les había hecho H a b í a deshonrado el Duque á Yisconti y á Olgiato
nacer en u n a república, y m o s t r a n d o que todos los h o m - •abusando de mujeres de sus familias, y á J u a n A n d r é s
bres famosos habían florecido en las repúblicas y 110 b a j o n o quiso darle posesión de la abadía de Miramondo, que
el mando de los príncipes, porque aquéllas favorecen á el P a p a había concedido á uno de sus parientes. E s t a s
los hombres de mérito, y éstos acaban con ellos, aprove- ofensas particulares avivaron en aquellos jóvenes el de-
chando las repúblicas la virtud y el valor de los c i u d a d a - seo de la venganza, librando á su patria de t a n t o s males,
nos y temiéndolo los príncipes. y esperando que, si lograban matarle, les seguirían no
-sólo muchos nobles sino todo el pueblo.
L o s jóvenes con quienes había adquirido mayor famf-
P a r a convenir la forma de realizar su proyecto, se
liaridad eran J u a n A n d r é s L a m p o g n a n o , Carlos V i s -
r e u n í a n muchas veces, sin que esto llamara la atención,
conti y J e r ó n i m o Olgiato. Con ellos hablaba de las p é s i -
p o r su a n t i g u a amistad. Hablaban sipmpre de su pro-
mas condiciones del D u q u e y de la infelicidad de ser
pósito y, para afirmarse en su resolución, golpeábanse
gobernados por él; y t a n t a f u é su influencia en el ánimo
en los costados y en el pecho uno á otro con los puña-
y la voluntad de aquellos jóvenes, que les hizo jurar li-
l e s envainados que destinaban á la ejecución. Discu-
brarían á su patria de l a tiranía del D u q u e cuando la
tieron el momento y el lugar. E n el castillo de Milán
edad les permitiera hacerlo.
oio parecía seguro intentarlo; en la caza era incierto
E s t e deseo, que siempre con los años crece, dominaba-
y peligroso; cuando paseaba por las calles de la ciudad,
á los citados jóvenes. L a s malas costumbres del D u q u e
difícil y aventurado; en los festines, dudoso; por tanto,
y las ofensas que particularmente les hizo, excitáronles-
determinaron matarle durante las ceremonias de a l g u n a
á apresurar la ejecución.
festividad pública á que con seguridad acudiera y don-
E r a Galeazzo libidinoso y cruel, y multiplicados ejem-
de, con varios pretextos, pudieran reunir á sus ami-
plos de ambas cosas le habían hecho odiosísimo, pues 110-
g o s . Convinieron además en que si algunos de ellos,
le bastaba corromper á l a s clamas nobles, sino que 1&
p o r cualquier motivo, tenían que quedarse en l a corte,
los demás deberían asesinar al Duque con sus puñales, con que nos exponemos á tanto peligro; sé propicio á nues-
X X X I Y . Corría el año de 1476 y estaba próxima la tra empresa, y demuestra, favoreciendo la justicia, que te
fiesta de la Natividad de Cristo. Acostumbraba el D u - desagrada la iniquidad'.»
que á visitar con gran pompa el día de S a n E s t e b a n la E n cuanto al Duque, que debía venir á la iglesia,
iglesia de este mártir, y acordaron los conjurados q u e hubo muchas señales de su f u t u r a muerte; porque, al lle-
era este momento y sitio á propósito para realizar s u g a r el día de S a n E s t e b a n , púsose como de costumbre
intento. u n a coraza, y después repentinamente se la quitó, como
Llegado el día del S a n t o , hicieron que se armaran al- si su vista ó su contacto le molestara; quiso oir misa en
gunos de sus más fieles amigos y criados, diciendo q u e el castillo, y supo que su capellán había ido á San E s t e -
iban en auxilio de J u a n A n d r é s que, contra el deseo de b a n con todos los ornamentos de la capilla; determinó
algunos émulos suyos, quería llevar á sus posesiones las- entonces que el obispo de Como celebrara la misa, y éste
aguas de un acueducto: y, alegando el deseo de pedir li- alegó f u n d a d o s motivos que se lo impedían, de suerte
cencia al D u q u e antes de partir, llevaron á la iglesia de- que casi por necesidad fué á S a n E s t e b a n ; pero a n t e s
S a n Esteban á los armados. Con diversos pretextos hi- llamó á sus hijos J u a n Galeazzo y Hermes y les abrazó
cieron ir á dicho templo muchos otros amigos suyos, es- y besó muchas veces, no pudiendo, al parecer, apartarse
perando que, muerto el D u q u e , les ayudarían en lo d e - de ellos. Finalmente, resuelto á ir, salió del castillo y
más de la empresa. entre los embajadores de F e r r a r a y de M a n t u a se dirigió
Su propósito era, después de asesinar á Galeazzo, á la iglesia.
reunirse con los que llevaban armas é ir á los barrios d e E n t r e t a n t o los conjurados, para no infundir sospe-
la ciudad donde más fácilmente sublevaran la plebe, a r - chas y huir del frío, que era grandísimo, estaban en u n a
mándola contra la D u q u e s a y los jefes del gobierno. habitación del arcipreste de la iglesia, amigo de ellos y 7
Creían que el pueblo, por el h a m b r e que le agobiaba, c o n - al oir que venía el Duque, acudieron á la iglesia. J u a n
tribuiría de buen grado, tanto más, proyectando e n t r e g a r A n d r é s y Jerónimo se colocaron á la derecha de la e n -
á su discreción las casas d e Ceceo Simonetta, J u a n t r a d a del templo y Carlos á la izquierda.
Botti y Francisco Lucani, que eran los principales miem- E n t r a r o n en la iglesia los que precedían al Duque, y
bros del gobierno y, por t a l vía, devolver la libertad a l en seguida entró éste, rodeado de gran multitud, como
pueblo, quedando ellos seguros. era natural que sucediera en t a n pomposa solemnidad.
Tomada esta determinación y resueltos á ejecutarla, L o s primeros en acometerle fueron L a m p o g n a n o y
J u a n Andrés y sus compañeros fueron á la iglesia t e m - Olgiato que, simulando abrir paso al Duque, se le acer-
prano, oyeron misa j u n t o s y después, dirigiéndose á la caron y, sacando los puñales, que llevaban ocultos en las
estatua de San Ambrosio dijo J u a n A n d r é s . « P a t r ó n de mangas, le hirieron. L a m p o g n a n o le dió dos puñaladas,
nuestra ciudad, ya sabes nuestras intenciones y el objeto u n a en el vientre y otra en el cuello; Jerónimo le hirió
en el cuello y en el peclio. Carlos Yisconti, por colocarse
Contaba Olgiato veintitrés años, y murió t a n ani-
m á s próximo á la puerta y liaber pasado adelante el D u -
moso como cuando mató al D u q u e , porque teniendo ya
que cuando le acometieron sus compañeros, no pudo he-
desnudo el cuello y al verdugo delante cuchillo en m a n o
rirle de frente; pero le dio dos puñaladas, u n a en el espi-
para degollarle, dijo esta frase l a t i n a , porque era ins-
nazo y otra en el hombro.
t r u i d o : Mors acerba, fama perpetua, stabit vetus memoria
T a n prontas fueron las puñaladas, que el D u q u e cayó jacti.
á tierra antes de que l a g e n t e advirtiera lo ocurrido, sin F u é l a empresa de estos infelices jóvenes secretamente
hacer ni decir más, al caer, que llamar u n a sola vez á la t r a m a d a y ejecutada con intrepidez. Su pérdida dimanó
V i r g e n en su ayuda. de no encontrar en ninguno el auxilio que esperaban.
Tendido en tierra, se promovió u n g r a n escándalo, vié- A p r e n d a n de este ejemplo los príncipes á vivir y á h a -
ronse muchas espadas desnudas', y, como sucede en los cerse a m a r de modo que nadie espere su salvación en
casos imprevistos, unos h u í a n del templo y otros corrían m a t a r l e s , y aprendan los conspiradores cuán vano es
hacia el t u m u l t o sin saber lo que ocurría. L o s que iban confiar demasiado en que la m u l t i t u d , aunque esté des-
junto al Duque y le vieron caer muerto, conociendo á los contenta, les seguirá y apoyará en su empresa.
asesinos, les perseguían.
E s t e suceso asustó á toda I t a l i a ; pero mucho m á s los
D e los conjurados, L a m p o g n a n o , al querer salir f u e r a ocurridos poco después en Florencia que alteraron la
de la iglesia, se metió p o r entre las mujeres, que, según paz reinante en Italia desde hacía doce años, como di-
su costumbre, estaban s e n t a d a s en el suelo, y enredado remos en el siguiente libro, que empieza con la n a r r a -
y detenido por las f a l d a s , le alcanzó y m a t ó un moro, ción de escenas sangrientas y espantosas y termina de
criado del Duque. También f u é muerto Carlos Visconti u n modo triste y deplorable.
por los que le rodeaban; pero -Jerónimo Olgiato salió de
l a iglesia entre la m u l t i t u d , después de ver m a t a r á sus
compañeros y, no sabiendo dónde huir, se f u é á su casa,
no recibiéndole el padre y los h e r m a n o s ; sólo la madre,
compadecida de su h i j o , le recomendó á u n sacerdote,
a m i g o antiguo de la familia, quien le puso sus hábitos y
le llevó á su casa, donde estuvo dos días esperando ocu-
rriera en Milán algún t u m u l t o que le salvara; pero no
sucedió así y, por temor de que le encontraran en donde
estaba, quiso huir disfrazado; pero, reconocido, cayó en
poder de la justicia, á la cual declaró toda la c o n j u -
ración.
LIBRO OCTAVO.

SUMARIO.
I. Situación de la familia Médicis en Florencia.—II (1473),
Desavenencias entre las familias Pazzi y Médicis.—III. Con-
juración de los Pazzi, en la cual entran el papa Sixto IV y el
rey de Nápoles.—IV. Continúa el mismo asunto.—V. Orga-
nización de la conjura.—VI. Ejecución del complot. J u l i á n
de Médicis es muerto; Lorenzo se salva.—VII. E l Arzobispo
Salviati, al intentar apoderarse del Palacio, es preso y ahor-
cado.—VIII. Suerte que corren los demás conjurados.—
IX. E l peligro á que estuvo expuesto y el amor de los floren-
tinos aumentan el poder de Lorenzo de Médicis. Fin que t u -
vieron los conjurados.—X. E l Papa excomulga á Florencia
y, aliado al rey de Nápoles, envia el ejército contra esta Re-
pública. Lorenzo de Médicis habla á los ciudadanos reunidos
en el Palacio.—XI, Los florentinos apelan al f u t u r o Concilio.
Solicitan la alianza de los venecianos.—XII. Los venecianos
niegan la alianza. Empieza la guerra.—XIII. Desórdenes
en Milán. Génova se rebela contra el duque de Milán.—
XIV. Siendo ineficaces las tentativas de acuerdo, los floren-
tinos combaten contra los ejércitos pontificio y napolitano, y
los rechazan al territorio de Pisa.—XV. Invaden los do-
minios del Papa y derrotan sus tropas en Perusa (1179).—
XVI.—Victoria del duque de Calabria contra los florentinos
en Poggibonsi.—XVII. Lorenzo de Médicis determina ir á
Nápoles para t r a t a r la paz con el Rey.—XVIII. Luis Sforza,
apodado el Moro, y sus hermanos, son llamados á Milán. Va-
riaciones en el gobierno de aquel Estado.—XIX. Lorenzo d a d . P e r o siendo asunto que exige m u c h a s consideracio-
de Médicis ajusta la paz con el rey de Nápoles, pero no asien- n e s a n t e s expuestas, nos referimos á lo dicho, y p a s a n d o
ten á ella el Papa y los venecianos.—XX. Los turcos asaltan
y toman á Otranto (1480).—XXI. Los florentinos se recon- á otro, diremos la situación d e los Médicis en F l o r e n c i a .
cilian con el Papa.—XXII. Nuevos procedimientos de guerra Victoriosa esta familia de todos s u s enemigos decla-
en Italia. Discordia entre el marqués de Ferrara y los vene- rados, p a r a superar á las d e m á s y ser la primera en el
cianos (1481).—XXIII. E l rey de Nápoles y los florenti- gobierno d e la c i u d a d , necesitaba vencer á los que ocul-
nos atacan los Estados del Papa con daño de aquéllos.—
X X I V . E l rey de Nápoles, el duque de Milán, los florentinos t a m e n t e conspiraban contra e l l a ; porque m i e n t r a s l o s
y el Papa se alíau contra los venecianos (1482).—XXV. De- Médicis rivalizaban con otras familias en autoridad y
rrota de los venecianos en el Bondeno (1483).—XXVI. Se crédito, los ciudadanos, envidiosos d e su influencia, p o -
rómpela alianza ( 1 4 8 4 ) . - X X V I I . Discordias entre los Co-
dían oponerse abiertamente á ellos, sin temor á los d a ñ o s
lonnas y los Orsini.—XXVIII. Muerte de Sixto IV; elección
de Inocencio VIII.—XXIX. Origen y estado del banco de de su e n e m i s t a d ; pues, g o z a n d o de libertad los m a g i s -
San Jorge.—XXX. Guerra entre los florentinos y los ge- t r a d o s , n i n g u n o de los p a r t i d o s corría p e l i g r o , sino
noveses por la ocupación de Sarzana,—XXXI. Bendición c u a n d o era vencido.
de Pietrasanta.—XXXII. Guerra entre el Papa y el rey de
Nápoles por la posesión de la ciudad de Aquila (1485). Ter- P e r o después de la victoria d e 1 4 7 6 adquirieron tanta-
mina con la paz (1486).—XXXIII. Benévolo el Papa con los a u t o r i d a d los Médicis en el gobierno, que los desconten-
florentinos, á pesar de que habían ayudado en la última gue- tos e s t a b a n precisados á sufrir con paciencia aquel r é g i -
rra al rey de Nápoles, interviene como mediador entre ellos
m e n ó á combatirlo por medio d e secretas conjuraciones;
y los genoveses, pero infructuosamente. Los genoveses son
derrotados por los florentinos: pierden á Sarzana y se entre- y como é s t a s difícilmente l o g r a n b u e n é x i t o , l a s m á s
gan al duque de Milán (1487).—XXXIV. Boccolino de veces ocasionan la ruina de los c o n j u r a d o s y el a u m e n t o
•Oísimo entrega la ciudad al Papa. Jerónimo Biario, se- de poder de aquel contra quien la c o n j u r a c i ó n se f r a g u a .
ñor de Forli, muere víctima de una conjuración (1488).—
X X X V . Galeotto Manfredi, señor de Faenza, es muerto por D e aquí que siempre que el soberano de u n a ciudad es
traición de su mujer, á quien expulsan los faentinos, reco- objeto d e u n a conspiración, si n o perece, como sucedió
mendando el gobierno de la ciudad á los florentinos (1492). al d u q u e de M i l á n , lo cual rara vez ocurre, resulta con
—XXXVI. Muerte de Lorenzo de Médicis. Su elogio. mayor poder y , con f r e c u e n c i a , d e bueno se convierte
en malo, porque la conspiración f r a c a s a d a le i n f u n d e te-
I . Colocado el principio de este octavo libro e n t r e dos mor, el temor deseo de a s e g u r a r la vida, y p a r a lograrlo,
c o n j u r a c i o n e s , u n a ocurrida en M i l á n , que y a h e m o s r e - el empleo d e la violencia, ocasionando los odios y m u c h a s
ferido, y la o t r a en F l o r e n c i a , q u e v a m o s á n a r r a r , sería veces su pérdida. R e s u l t a , pue3, que l a s conspiraciones
c o n v e n i e n t e , siguiendo n u e s t r a c o s t u m b r e , h a b l a r d e d a ñ a n p r i m e r o á quien l a s f r a g u a y d e todas suertes
la índole d e l a s conspiraciones y de su importancia; lo con el t i e m p o , al que es objeto d e ellas.
q u e haríamos d e buen g r a d o , d e n o haberlo hecho y a en I I (1478). E s t a b a I t a l i a , según a n t e s d i j i m o s , d i -
o t r o sitio y si la materia p u d i e s e ser t r a t a d a con breve- vidida en dos g r a n d e s b a n d o s . E n uno de ellos el P a p a -
y el rey de Ñapóles; en el otro los venecianos, el duque
P o r esto no se concedían á Jacobo Pazzi ni á sus so-
de Milán y los florentinos; y aunque no hubiera esta-
brinos los honrosos cargos que, en opinión de sus conciu-
llado entre ambos la g u e r r a , diariamente opurrían moti-
dadanos, merecían. D e aquí nació el primer rencor de los
vos para comenzarla, procurando, sobre todo el Pontífice
P a z z i y el primer temor de los Médicis y, creciendo aquél,
en todas sus empresas, perjudicar á los florentinos. P o r
justificaba el crecimiento de éste. D e aquí también que
ello, á la muerte de Felipe de Médicis, arzobispo de Pisa,
los magistrados miraran mal á los P a z z i cuando concu-
e l P a p a , contra la voluntad de la Señoría de Florencia,
rrían á algún acto con los otros ciudadanos. E l Consejo
nombró para reemplazarle en dicho arzobispado á F r a n -
de los Ocho, estando Francisco P a z z i en Roma, por moti-
cisco Salviati, cuya enemistad con los Médicis era cono-
vo insignificante y sin guardarle la consideración que se
cida; y, por no querer la Señoría darle posesión del cargo,
debe á los ciudadanos de importancia, le obligó á volver á
mediaron nuevas ofensas entre el P a p a y el gobierno flo-
Florencia. L o s P a z z i quejábanse en todas partes con
rentino. A d e m á s , hacía el Pontífice en Roma grandes
palabras ofensivas, las cuales aumentaban las sospechas
favores á la familia P a z z i , y todo los perjuicios que po-
y los rigores contra ellos de sus adversarios.
d í a á la de Médicis.
J u a n de P a z z i estaba casado con la hija de J u a n
F i g u r a b a la familia P a z z i en Florencia por sus rique- Buonromei, persona r i q u í s i m a , cuyos bienes, por haber
zas y noble origen entre l a s primeras, y jefe de ella era muerto, correspondían á su hija, que era única. A pesar
J a c o b o , á quien el pueblo, por su fortuna y nacimiento, d e ello, su sobrino Carlos se apoderó de parte de aquellos
hizo caballero. N o tenía éste más hijos que una h i j a na- bienes y, entablado el pleito, hízose una ley en virtud de
tural, pero sí muchos sobrinos nacidos de sus hermanos l a cual quedó privada de la herencia de su padre la mu-
P e d r o y Antonio. L o s principales de ellos eran Guiller- jer de J u a n de P a z z i , concediéndosela á Carlos. L o s
mo, Francisco, Renato y J u a n , y después de éstos A n - P a z z i atribuyeron esta injusticia á los Médicis, y J u l i á n
d r é s , Nicolás y Galeotto. de Médicis se quejó varias veces á su hermano L o r e n -
Cosme de Médicis, teniendo en cuenta la opulencia y z o diciéndole que temía lo perdieran todo por el deseo
f o r t u n a de esta familia, había casado á su nieta Blanca de tener demasiado.
c o n Guillermo, esperando que esta alianza sería lazo de I I I . Lorenzo de Médicis, en la fuerza de la e d a d , y
unión de los P a z z i con los Médicis y prevendría enemis- lleno de ambición, quería entender de todos los asuntos
t a d e s y rencores que muchas veces nacen de simples sos- y que en todo se reconociera su autoridad.
pechas. P e r o sucedió lo contrario ( ¡ t a n inciertos y fala- N o pudiendo los P a z z i , t a n opulentos y ricos, sufrir
ces son nuestros designios!) porque los que aconsejaban t a n t a s ofensas, empezaron á meditar el modo de ven-
á Lorenzo de Médicis mostrábanle cuán peligroso y per- garse de los Médicis. E l primero en hablar de ello
judicial para su autoridad era permitir que reunieran f u é Francisco, el más valiente y susceptible de todos
a l g u n a s familias el poder y la riqueza. ellos, t a n t o que determinó, ó adquirir lo que le faltaba
ó perder los que tenía. P o r la manifiesta mala voluntad
que la cosa era difícil y expuesta, dificultad y peligro
del gobierno florentino hacia él, vivía casi siempre en
que el Arzobispo procuraba desvanecer, mostrando el
R o m a , donde, según la costumbre de los comerciantes
auxilio que el P a p a y el rey de Ñapóles darían á la em-
venecianos, acumulaba g r a n d e s riquezas. E r a í n t i m o
p r e s a , y además el odio que los florentinos tenían á los
amigo del conde J e r ó n i m o , y a m b o s se quejaban m u t u a -
Médicis; el apoyo de los parientes que los Salviati y les
mente de los Médicis, h a s t a el p u n t o de llegar á conve-
Pázzi tenían dentro de Florencia; la facilidad de m a t a r
nir en que, para que el Conde pudiera vivir seguro en sus
á los Médicis, que andaban por las calles de Florencia
E s t a d o s , y Francisco de P a z z i en su ciudad, era necesa-
sin acompañamiento ni precaución alguna y , una vez
rio que cambiara el gobierno de F l o r e n c i a , lo que no se
m u e r t o s , la seguridad de cambiar el gobierno. M o n -
podría conseguir sin la muerte de J u l i á n y de L o r e n z o
tesecco no creía nada de esto, porque á otros muchos flo-
de Médicis.
rentinos les había oído hablar de distinta manera.
Creyeron que el P a p a y el rey de Ñapóles acogerían
I Y . Mientras se preparaba esta conjuración enfermó
de buen grado el proyecto cuando les mostraran la facili-
Carlos, Señor de F a e n z a , de tanto peligro, que se temió
dad de realizarlo. Conformes ya en su ejecución, comu-
por su vida. Pareció entonces oportuno al Arzobispo y al
nicaron el intento á Francisco Salviatí, arzobispo d e
Conde enviar á Montesecco á Florencia y de allí á l a
Pisa, que, por ser ambicioso y haberle ofendido los M é -
R o m a n a , bajo pretexto de que recobrara algunas pose-
dicis poco tiempo a n t e s , prometió voluntariamente su
siones del Conde que el Señor de F a e n z a había ocupado.
concurso y, discutiendo los tres sobre los medios de rea-
E n c a r g ó el Conde á Montesecco que, al pasar por F l o -
lizar fácilmente el propósito, acordaron atraer á la con-
rencia, hablara de parte suya con Lorenzo de Médicis,'
juración á Jacobo de P a z z i , sin el cual creían no poder
y le pidiera consejo sobre lo que debía hacer en la R o -
realizar cosa alguna. P a r a conseguir esto fué F r a n c i s c o
m a ñ a ; que después hablase con Francisco de P a z z i y
de P a z z i á F l o r e n c i a , quedando en R o m a el Arzobispo
vieran los dos de qué modo podían meter en la conjura-
y el C o n d e , á fin de t r a t a r con el P a p a , cuando fuera,
ción á Jacobo de Pazzi. P a r a que, á este fin, alegara la
tiempo oportuno de comunicarle el proyecto.
voluntad del Papa, quiso que antes de su partida confe-
E n c o n t r ó Francisco á Jacobo m á s circunspecto y di- renciara Montesecco con el Pontífice, quien hizo las mayo-
fícil de lo que esperaba; lo hizo saber en R o m a , y cre- res ofertas que pudo en favor de la conjuración.
yóse que era preciso emplear persona de mayor auto-, Llegó Montesecco á Florencia y habló con Lorenzo
ridad para decidirle, por lo cual manifestaron el Arzo- de Médicis, que le recibió cariñosamente, dándole sen-
bispo y el Conde todo el proyecto á J u a n B a u t i s t a M o n - satos y amistosos consejos, tanto, que Montesecco, a d -
tesecco, capitán á sueldo del P a p a . mirado, creía encontrar un hombre distinto del que le
E r a Montesecco muy reputado como militar, y estaba, habían dicho, al verle t a n benévolo, prudente y amigo,
muy obligado al Conde y al P a p a . Opinó, sin embargo,. del Conde. Quiso, sin embargo, hablar con Francisco de
TOSIO I I . JQ
HISTORIA DE FLORENCIA

P a z z i y , 110 encontrándole, porque h a b í a ido á L u c a , con- f u e s e á la R o m a n a , y L o r e n z o del Castillo á su tierra, y


versó con maese J a e o b o , hallándole al principio m u y que c a d a cual de ellos t e n d r í a n dispuestas s u s t r o p a s y
a j e n o á la c o n s p i r a c i ó n ; sin e m b a r g o , p o r la influencia l a s del país p a r a hacer lo que el arzobispo Salviati y
q u e en el á n i m o d e J a c o b o d e P a z z i tuvo la autoridad F r a n c i s c o de P a z z i les o r d e n a r a n . E s t o s , en u n i ó n d e
del P a p a , dijo á Montesecco, cuando iba á partir, que M o n t e s e c c o , vinieron á F l o r e n c i a p a r a p r e p a r a r todo lo
necesario á la ejecución del c o m p l o t , al cual prometió
f u e s e á la R o m a n a y volviera; m i e n t r a s t a n t o llegaría
el rey de N á p o l e s , por medio d e s u s e m b a j a d o r e s , a l g ú n
F r a n c i s c o de P a z z i á Florencia y entonces t r a t a r í a n del
auxilio.
asunto.
F u é y volvió M o n t e s e c c o , c o n t i n u a n d o con L o r e n z o L l e g a d o s á F l o r e n c i a el A r z o b i s p o y F r a n c i s c o de
d e M é d i c i s el simulado t r a t o sobre los a s u n t o s del C o n - P a z z i hicieron e n t r a r en la c o n j u r a c i ó n á J a c o b o , hijo
d e . D e s p u é s conferenció con F r a n c i s c o y J a c o b o de Paz- •de P o g g i o , joven i n s t r u i d o , ambicioso y aficionadísimo
zi, y t a n t o se esforzaron en convencer á é s t e , que al fin á n o v e d a d e s ; á dos J a c o b o s S a l v i a t i , u n o h e r m a n o y
d i ó su adhesión al complot. T r a t ó s e de la m a n e r a de eje- o t r o p a r i e n t e del A r z o b i s p o , y á B e r n a r d o B a n d i n i y N a -
poleón F r a n z e s i , jóvenes atrevidos y s u m a m e n t e obliga-
cutarlo, y n o parecía á J a c o b o realizable m i e n t r a s los dos
d o s á la familia d e los P a z z i . D e los f o r a s t e r o s , a d e m á s
h e r m a n o s M é d i c i s estuvieran en F l o r e n c i a , opinando
d e los n o m b r a d o s a n t e s , intervinieron maese A n t o n i o
q u e se debía esperar á que L o r e n z o f u e r a á R o m a , c o m o
d e Y o l t e r r a y un sacerdote l l a m a d o E s t e b a n , que e n c a s a
decíase que iba á ir, y entonces e j e c u t a r el proyecto.
d e J a c o b o de P a z z i enseñaba, la l e n g u a l a t i n a á su h i j a .
A g r a d a b a á Francisco de P a z z i que Lorenzo fuera á
R o m a ; pero a s e g u r a b a que, si n o i b a , ambos h e r m a n o s R e n a t o de P a z z i , h o m b r e p r u d e n t e y s e n s a t o , cono-
podían ser m u e r t o s ó al celebrarse u n a boda, ó en el j u e - cedor de los males que tales e m p r e s a s o c a s i o n a n , no en-
go, ó en la iglesia. Y respecto á los auxilios exteriores, t r ó en la c o n j u r a , sino q u e , d e t e s t á n d o l a , contrarió su
ejecución con los medios de que h o n r a d a m e n t e podía dis-
parecíale q u e el P a p a podía l e v a n t a r s u s t r o p a s con pre-
poner.
t e x t o d e la empresa contra el castillo de M o n t o n e , te-
niendo justo m o t i v o p a r a q u i t á r s e l o al conde Carlos Y . E l P a p a h a b í a enviado á la universidad d e P i s a
Braccio, en c a s t i g o de los desórdenes que h a b í a causado p a r a seguir estudios eclesiásticos á R a f a e l de Riario,
en los territorios d e S i e n a y de P e r u s a . N o t o m a r o n , sin sobrino del conde J e r ó n i m o , y e s t a n d o a ú n allí, le hizo
e m b a r g o , o t r a determinación sino que F r a n c i s c o de c a r d e n a l (1). Creyeron conveniente los c o n j u r a d o s lle-
P a z z i y Montesecco f u e r a n á R o m a , y acordaran con el
C o n d e y con el P a p a lo que h a b í a d e hacerse. (1) Rafael de Riario era hijo de Valentina Riario, hermana
T r a t ó s e de n u e v o en R o m a este a s u n t o , y se acordó del Papa Sixto IV, y recibió el capelo cardenalicio á la edad de
a l fin que, r e s u e l t a la empresa contra M o n t o n e , J u a n diecisiete años. Dícese que. á consecuencia del susto que le pro-
dujo este atentado, quedó pálido toda su vida.
F r a n c i s c o d e Tolentino, g e n e r a l d e las t r o p a s pontificias,-
var este cardenal á Florencia, para que su llegada e n -
tonio de Volterra y al sacerdote Esteban, personas que
cubriera el complot, pudiendo ir en su comitiva ocultos-
por su naturaleza y costumbres e r a n , para tal efecto,
los cómpliees que necesitaban para realizarlo.
imperitísimas, piles en ningún acto como éste se necesita
V i n o el Cardenal y le recibió Jacobo d e P a z z i en su
m á s la intrepidez y serenidad y el desprecio de la vida,
quinta de M o n t u g h i , i n m e d i a t a a Florencia. L o s conju-
habiendo ocurrido muchas veces faltar el valor á hom-
rados deseaban reunir, m e d i a n t e el C a r d e n a l , á Lorenzo
bres experimentados en la guerra y acostumbrados al de-
y J u l i á n de Médicis en un sitio, para asesinarles juntos.
rramamiento de sangre.
Acordaron que el C a r d e n a l les convidara á su q u i n t a de-
Tomado este acuerdo, convinieron en que la señal para
Fíe'sole; pero J u l i á n , ó por casualidad ó intencionada-
la ejecución sería el momento de la comunión del sacer-
m e n t e , no f u é . F r a c a s a d o este intento, creyeron que, si1
dote que celebraba la misa mayor en dicha iglesia, y que,
les convidaban en F l o r e n c i a , necesariamente irían los
al mismo tiempo, el arzobispo Salviati, con su gente y
dos. Dispuesto todo con este objeto, biciéronse l a s invi-
con Jacobo de Poggio ocupara el Palacio público, para
taciones para el domingo 26 de Abril de 1 4 7 8 . Los
que la Señoría, ó de buena voluntad, ó á la fuerza, u n a
conjurados deseaban m a t a r l e s d u r a n t e el festín, y toda
vez muertos los Médicis, les siguiera.
la noche del sábado estuvieron disponiéndolo que debían-
V I . A s í dispuestas las cosas, fueron á la iglesia, donde
hacer al día siguiente; pero, al llegar éste, dijeron á.
ya habían llegado el Cardenal y Lorenzo de Médicis. L a
Francisco de Pazzi que J u l i á n de Médicis no iría al c o n -
iglesia estaba llena de fieles y comenzada la misa, sin
vite. L o s j e f e s de la c o n j u r a se reunieron de nuevo, y
que hubiera aparecido a ú n J u l i á n de Médicis, por lo cual
acordaron no diferir su ejecución por ser imposible g u a r -
Francisco de Pazzi y Bernardo B a n d i n i , encargados de
dar el secreto habiendo t a n t o s cómplices. Convinieron,
matarle, fueron á buscarle á su casa, y con ruegos y e n -
pues, dar el golpe en l a iglesia catedral de S a n t a R e -
gaños le llevaron á la iglesia; siendo Cosa digna de me-
p a r a t a donde, por asistir á la función religiosa el C a r -
moria que Francisco y Bernardo disimularan el odio y el
d e n a l , i r í a n , según costumbre, los dos Médicis.
propósito de muerte con t a n inalterable tranquilidad,
Su deseo era que J u a n B a u t i s t a Montesecco fuera
porque, al acompañarle á la iglesia, por el camino, y den-
quien asesinara á Lorenzo, y Francisco de P a z z i y Ber-
tro de ella, le entretuvieron con bromas y dichos propios
nardo Bandini á J u l i á n . S e negó Montesecco á hacerlo,
de la juventud. Francisco, con excusa de acariciarle,
ó por haber cobrado afecto á Lorenzo, á causa de sus
le estrechó con la mano y el brazo, para saber si llevaba
amistosas y recientes relaciones con él ó por otra razón;
coraza ó cualquier otra defensa.
pues dijo que no tendría j a m á s valor para cometer tal aten-
Sabían Julián y Lorenzo de Médicis la malquerencia
tado en la iglesia, u n i e n d o á la traición el sacrilegio...
de los Pazzi contra ellos y que deseaban privarles de la
E s t o f u é el principio del fracaso de la empresa, porque,
autoridad que gozaban en la gobernación del E s t a d o ;
apremiando el tiempo, encargaron dar el golpe á A n -
pero no temían por su v i d a , creyendo q u e , cuando los
P a z z i intentaran algo, no tratarían de conseguirlo p o r ruido t a n grande, que parecía se arruinaba la iglesia, el
medios tan violentos. N o inspirándoles cuidado la propia Cardenal se refugió j u n t o al altar, salvándole los sacer-
conservación, h a s t a fingían ser sus amigos. dotes, no sin t r a b a j o . L a Señoría, cesado el m o t í n , p u d o
Dispuestos los asesinos, los colocados junto á Lorenzo- llevarle á su Palacio, donde estuvo muy alarmado has-
podían permanecer allí sin infundir sospechas, por la t a que le pusieron en libertad.
multitud que llenaba el templo; los otros estaban junto V I I . Vivían entonces en Florencia algunos perusinos
á J u l i á n . E n el momento convenido, Bernardo Bandini r expulsados de su ciudad por el partido dominante, y en-
con el puñal que llevaba dispuesto, atravesó el pecho á traron en la conspiración porque los P a z z i les prometie-
J u l i á n de Médicis, que dió algunos pasos y cayó en tie- ron conseguir que volvieran á su patria. Llevóles consigo
rra. Arrojóse sobre él Francisco de P a z z i , y le acribilló el arzobispo Salviati al ir para ocupar el Palacio con sus
á puñaladas, con t a n ciega r a b i a , que él mismo se hirió parientes y amigos, y Jacobo, hijo de P o g g i o .
gravemente en una pierna. A l llegar al Palacio, dejó en la planta baja algunos de
Antonio de Volterra y E s t e b a n acometieron á L o - los suyos, con orden de que, al oir ruido, ocuparan l a
renzo, dirigiéndole varios golpes; pero sólo le causaron puerta. E l , con la mayoría de los perusinos, subió, y
u n a ligera herida en el cuello, porque, ó su negligencia, supo que los Señores estaban comiendo, porque ya era
ó el valor de Lorenzo, que se defendió con sus armas al tarde; pero al poco tiempo f u é recibido por César P e -
verse atacado, ó el auxilio de los que estaban cerca, h i - trucci, Confaloniero de justicia. E n t r ó con pocos de los
cieron fracasar los esfuerzos de los asesinos, q u e , asus- que le acompañaban, quedando los demás f u e r a , y casi
tados, huyeron y se escondieron; pero, encontrados des- todos éstos se encerraron, sin quererlo, en la Cancillería,
pués , sufrieron muerte ignominiosa, siendo arrastrados- porque la puerta de ella estaba hecha de modo q u e , ce-
por toda la ciudad. rrada, no se podía abrir sin llave ni por dentro ni por
Lorenzo, con algunos amigos que le rodeaban, se en- fuera.
cerró en la sacristía de la iglesia. Bernardo Bandini, E l A r z o b i s p o , e n t r e t a n t o , entró en las habitaciones
después de m a t a r á J u l i á n , mató también á Francisco del Confaloniero con pretexto de referirle algunas cosas
Nori, íntimo amigo de los Médicis, ó por antiguo odio- de parte del P a p a , y empezó á hablar con voz turbada,
que le inspirase, ó porque había querido socorrer á J u - pronunciando frases entrecortadas y sin orden. L a alte-
lián . N o contento con estos dos homicidios, corrió en ración de su semblante y lo incoherente de sus palabras
busca de Lorenzo, para hacer con valor y prontitud lo- engendraron en el Confaloniero tales sospechas, que de
que, por torpeza y cobardía, no habían hecho los otros; pronto salió gritando de la estancia y hallando á J a c o b o
pero, encerrado ya aquél en la sacristía, fueron vanos su» de Poggio, le cogió por los cabellos y le puso en m a -
intentos. nos de sus subalternos.
E n medio de estos graves sucesos, del t u m u l t o y del Producida la alarma entre los Señores, cada cual se
armó con lo que encontró á mano. Los que habían su-
bido con el Arzobispo, encerrados unos y asustados otros] recibieron á pedradas y le asustaron á fuerza de ame-
'todos fueron muertos ó arrojados vivos por las v e n t a n a l nazas.
del P a l a c i o , siendo ahorcados el A r z o b i s p o , los dos Dudando lo que haría, le encontró su cuñado J u a n
Jacobo Salviati y Jacobo de Poggio. Los que quedaron Serristori quien, después de reprenderle por el escándalo
en la planta baja, después de forzar la guardia y la-puerta, promovido, le aconsejó volviera á su casa, que asegu-
la ocuparon toda ella, de modo que los ciudadanos qjjfe: rándole que el amor al pueblo y á la libertad lo tenían
al saber el motín, acudían al Palacio, ni con las armas' en el corazón, como él, los demás ciudadanos. Privado
ni con los consejos podían auxiliar á la Señoría. de toda esperanza Jacobo de P a z z i , porque el palacio
de la Señoría estaba en poder de los enemigos, L o r e n -
V I I I . F r a n c i s c o de Pazzi y Bernardo B a n d i n i , viendo
zo de Médicis v i v o , Francisco de P a z z i herido, y sin
á Lorenzo de Médicis seguro, y estando uno de ellos, en
n i n g u n o que le siguiera, determinó salvar la vida, si po-
quien más confianza tenían los conjurados, herido grave-
día, fugándose, y salió de Florencia con la gente que
mente, se asustaron.
h a b í a llevado á la plaza, para ir á la R o m a ñ a .
B e r n a r d o , t a n sereno en meditar su salvación como
I X . E n t r e t a n t o , toda la ciudad estaba en a r m a s , y
•lo había estado en realizar el complot, juzgó la cosa
Lorenzo de Médicis, acompañado de muchos hombres
perdida y apeló á la f u g a . Francisco de P a z z i , al volver
armados, fué á su casa. E l pueblo había recobrado el
á su casa h e r i d o , probó á m o n t a r á caballo, porque lo
Palacio de la Señoría, quedando presos ó muertos los
convenido era rodear la ciudad con gente a r m a d a y lla-
q u e al principio lo ocuparon, y por toda la ciudad se
m a r al pueblo á las a r m a s para que proclamase la liber-
aclamaba á los Médicis. L o s miembros de los muertos, ó
t a d ; pero no pudo, á causa de la profundidad de la he-
los llevaban clavados en picas ó arrastrados por las ca-
rida y de la s a n g r e que había perdido, por lo cual, qui-
lles, persiguiendo todos á los P a z z i con iracundas frases
tándose el t r a j e , se echó en la cama desnudo, y rogó á
ó cruelísimos actos.
maese Jacobo que hiciera lo que no podía hacer él.
Ocupadas sus casas por el pueblo, Francisco de P a z z i ,
Maese J a c o b o , aunque viejo y sin práctica de estos
desnudo como le encontraron, fué sacado de la suya y
asuntos, para hacer la última tentativa en pro ele la con-
-conducido al Palacio de la Señoría, ahorcándole al lado
juración, salió á caballo con u n o s cien hombres armados,
del Arzobispo y de los otros ejecutados. Imposible fué
q u e estaban dispuestos de antemano, y fué á la plaza deí
•hacerle hablar cosa a l g u n a , á pesar de las injurias que
Palacio, llamando en su ayuda al pueblo y proclamando
le dijeron é hicieron durante el camino y después. F i j a
la libertad; pero como la f o r t u n a y liberalidad de los
su mirada en los que le rodeaban, suspiraba en silencio.
Médicis habían hecho al pueblo sordo, y la libertad hó
Guillermo de P a z z i , cuñado de Lorenzo de Médicis,
era conocida en Florencia, nadie le respondía, y los que
•se salvó en casa de éste, porque era inocente y por los
dominaban en la parte alta del palacio de la Señoría le
-esfuerzos de su mujer Blanca de Médicis.
armó con lo que cncontró á mano. Los que habían su-
bido con el Arzobispo, encerrados unos y asustados otros] recibieron á pedradas y le asustaron á fuerza de ame-
'todos fueron muertos ó arrojados vivos por las v e n t a n a l nazas.
del P a l a c i o , siendo ahorcados el A r z o b i s p o , los dos Dudando lo que haría, le encontró su cuñado J u a n
Jacobo Salviati y Jacobo de Poggio. Los que quedaron Serristori quien, después de reprenderle por el escándalo
en la planta baja, después de forzar la guardia y la-puerta, promovido, le aconsejó volviera á su casa, que asegu-
la ocuparon toda ella, de modo que los ciudadanos que, rándole que el amor al pueblo y á la libertad lo tenían
al saber el motín, acudían al Palacio, ni con las armas' en el corazón, como él, los demás ciudadanos. Privado
ni con los consejos podían auxiliar á la Señoría. de toda esperanza Jacobo de P a z z i , porque el palacio
de la Señoría estaba en poder de los enemigos, L o r e n -
V I I I . F r a n c i s c o de Pazzi y Bernardo B a n d i n i , viendo
zo de Médicis v i v o , Francisco de P a z z i herido, y sin
á Lorenzo de Médicis seguro, y estando uno de ellos, en
n i n g u n o que le siguiera, determinó salvar la vida, si po-
quien más confianza tenían los conjurados, herido grave-
día, fugándose, y salió de Florencia con la gente que
mente, se asustaron.
había llevado á la plaza, para ir á la R o m a n a .
B e r n a r d o , t a n sereno en meditar su salvación como
I X . E n t r e t a n t o , toda la ciudad estaba en a r m a s , y
•lo había estado en realizar el complot, juzgó la cosa
Lorenzo de Médicis, acompañado de muchos hombres
perdida y apeló á la f u g a . Francisco de P a z z i , al volver
armados, fué á su casa. E l pueblo había recobrado el
á su casa h e r i d o , probó á m o n t a r á caballo, porque lo
Palacio de la Señoría, quedando presos ó muertos los
convenido era rodear la ciudad con gente a r m a d a y lla-
q u e al principio lo ocuparon, y por toda la ciudad se
m a r al pueblo á las a r m a s para que proclamase la liber-
aclamaba á los Médicis. L o s miembros de los muertos, ó
t a d ; pero no pudo, á causa de la profundidad de la he-
los llevaban clavados en picas ó arrastrados por las ca-
rida y de la s a n g r e que había perdido, por lo cual, qui-
lles, persiguiendo todos á los P a z z i con iracundas frases
tándose el t r a j e , se echó en la cama desnudo, y rogó á
ó cruelísimos actos.
maese Jacobo que hiciera lo que no podía hacer él.
Ocupadas sus casas por el pueblo, Francisco de P a z z i ,
Maese J a c o b o , aunque viejo y sin práctica de estos
desnudo como le encontraron, fué sacado de la suya y
asuntos, para hacer la última tentativa en pro ele la con-
•conducido al Palacio de la Señoría, ahorcándole al lado
juración, salió á caballo con u n o s cien hombres armados,
del Arzobispo y de los otros ejecutados. Imposible fué
q u e estaban dispuestos de antemano, y fué á la plaza deí
•hacerle hablar cosa a l g u n a , á pesar de las injurias que
Palacio, llamando en su ayuda al pueblo y proclamando
le dijeron é hicieron durante el camino y después. F i j a
la libertad; pero como la f o r t u n a y liberalidad de los
su mirada en los que le rodeaban, suspiraba en silencio.
Médicis habían hecho al pueblo sordo, y la libertad rio
Guillermo de P a z z i , cuñado de Lorenzo de Médicis,
era conocida en Florencia, nadie le respondía, y los que
•se salvó en casa de éste, porque era inocente y por los
dominaban en la parte alta del palacio de la Señoría le
-esfuerzos de su mujer Blanca de Médicis.
N o bubo ciudadano que, a r m a d o ó d e s a r m a d o , n o f u e r a ble de la f o r t u n a , que u n h o m b r e t a n rico y d e t a n ele-
á casa d e L o r e n z o en aquel t r a n c e , ofreciéndole t o d o s v a d a posición cayera en t a n t a desdicha y en t a n desas-
sus vidas y haciendas. ¡ T a n t o era el poder y el cariño troso vilipendio.
que la C a s a d e M é d i c i s h a b í a conquistado por su p r u - C u l p á b a n l e d e a l g u n o s vicios, e n t r e ellos el del j u e g o
dencia y liberalidad! y la c o s t u m b r e d e blasfemar como el h o m b r e m á s perdido;
R e n a t o de P a z z i se f u é a n t e s del a t e n t a d o á su vicios que compensaba d a n d o n u m e r o s a s limosnas, p o r q u e
q u i n t a en el campo y , al saber lo ocurrido, quiso huir á m u c h o s necesitados les socorría espléndidamente. T a m -
d i s f r a z a d o ; pero descubierto y preso en el camino, le lle- b i é n puede decirse en s u favor que el s á b a d o anterior á
varon á Florencia. aquel d o m i n g o en que se cometieron t a n t o s homicidios,
M a e s e J a c o b o f u é t a m b i é n preso al pasar los A l p e s , p a r a que n i n g ú n otro sufriera las consecuencias d e su
p o r q u e sabían ya aquellos h a b i t a n t e s lo ocurrido en mala fortuna, pagó todas sus deudas, y cuantas mercan-
F l o r e n c i a , y le detuvieron, llevándole á e s t a ciudad, sin cías t e n í a en la a d u a n a y en su casa, de a j e n a p e r t e n e n c i a ,
c o n s e g u i r , á pesar de sus r u e g o s , que le m a t a r a n en el con maravillosa solicitud las consignó á s u s dueños.
camino. A J u a n B a u t i s t a d e M o n t e s e c c o , después d e l a r g o
C u a t r o dias d e s p u é s del c o m p l o t , maese J a c o b o y R e - proceso, le cortaron la cabeza. N a p o l e ó n F r a n z e s i se l i -
nato fueron juzgados y muertos. bró, con la f u g a , del suplicio. A G u i l l e r m o de P a z z i l e
D e t o d a s las m u e r t e s h e c h a s en aquellos d í a s , t a n t a s confinaron, y á sus primos que q u e d a r o n vivos les e n -
que l a s calles e s t a b a n llenas d e miembros h u m a n o s , la cerraron en los calabozos del castillo d e Y o l t e r r a .
ú n i c a que i n s p i r ó compasión f u é la d e R e n a t o , p o r q u e T e r m i n a d o el desorden y castigados l o s conspiradores,
t e n í a f a m a de h o m b r e p r u d e n t e y bueno y desprovisto celebráronse l a s e x e q u i a s de J u l i á n de M é d i c i s , q u e h i -
d e la soberbia que censuraban en los d e m á s individuos d e cieron d e r r a m a r l á g r i m a s á t o d o s los ciudadanos, p o r q u e
su familia. era t a n h u m a n o y liberal como p u d i e r a desearse en p e r -
P a r a q u e en estos sucesos n o f a l t a r a u n ejemplo e x - sona de su elevada posición. D e j ó u n hijo n a t u r a l , n a -
t r a o r d i n a r i o , maese J a c o b o f u é primero enterrado en la cido pocos m e s e s después de su m u e r t e , que se llamó
s e p u l t u r a d e su f a m i l i a ; sacado d e s p u é s de allí, por h a - J u l i o , cuyo mérito y g r a n d e z a todo el m u n d o conoce e n
ber m u e r t o excomulgado, y enterrado j u n t o á las m u r a - la a c t u a l i d a d , y de quien h a b l a r e m o s e x t e n s a m e n t e , si
llas d e la c i u d a d ; sacado t a m b i é n de a q u í , le a r r a s t r a - D i o s nos d a vida, en la c o n t i n n a c i ó n d e e s t a historia ( 1 ) .
ron por t o d a la c i u d a d , d e s n u d o , con la m i s m a cuerda L a s t r o p a s r e u n i d a s á l a s órdenes d e L o r e n z o del
q u e h a b í a servido p a r a ahorcarle y, no h a b i e n d o e n c o n -
t r a d o en la t i e r r a sitio p a r a su s e p u l t u r a , los m i s m o s
(1) Alude á Julio de Médicis que fué papa con el nombre
que le a r r a s t r a b a n le a r r o j a r o n al río A r n o , que llevaba de Clemente V I I , y á quien dedica Maquiavelo la presente
l a s a g u a s m u y crecidas. E j e m p l o v e r d a d e r a m e n t e n o t a - historia.
Castillo, en V a l de Tevere, y l a s que en R o m a n a tenía »Si la experiencia me ha hecho conocer, en verdad, que
J u a n Francisco de Tolentino, para favorecer á los Pazzi, tenía en Florencia más enemigos de los que pensaba,
estaban ya en camino de Florencia, pero, al saber el también me h a demostrado tener más fervientes y calu-
fracaso d é l a conspiración, volvieron atrás. rosos amigos de los que creía. Duélome con vosotros de
X . N o habiendo ocurrido el cambio de gobierno en las ofensas de otros, y celebro vuestra adhesión; pero
Florencia, como el P a p a y el Rey deseaban, determina- lamento más las injurias, por lo inauditas y no mere-
r o n éstos conseguir por medio de la guerra lo que no ha- cidas.
bían alcanzado con la c o n j u r a c i ó n , y ambos movieron »Considerad, magníficos ciudadanos, á que términos
sus ejércitos con g r a n d e actividad para atacar el E s t a d o había conducido nuestra casa la mala f o r t u n a , que ni
de Florencia, diciendo que sólo aspiraban á derribar á rodeada de parientes y amigos y dentro de la iglesia es.
Lorenzo de Médicis, el único florentino que consideraban taba segura. Los que temen por su vida suelen acudir á
enemigo. sus amigos, á sus parientes demandándoles socorro, y
E l ejército del R e y había pasado el T r o n t o , y el del nosotros los encontramos armados para nuestra destruc-
P a p a estaba en el Perusino. ción. Acostumbran á refugiarse en las iglesias los que
P a r a que los florentinos sintieran, además de los per- por motivos públicos ó privados se ven perseguidos y,,
juicios temporales, los espirituales, el P a p a excomulgó donde los demás son defendidos por la santidad del lu-
y maldijo á Florencia. g a r , nosotros somos muertos; donde los parricidas y
Viendo los florentinos venir contra ellos t a n t a s tro- asesinos están seguros, los Médicis encuentran quien
p a s , se prepararon activamente á la defensa , y antes que les mate.
t o d o quiso L o r e n z o , puesto que la g u e r r a , según se de- » P e r o D i o s , que jamás en lo pasado abandonó nues-
c í a , iba contra é l , reunir en el Palacio con la Señoría á tra casa, nos ha salvado, tomando la defensa de nuestra
-los ciudadanos más notables, en número de m á s de tres- justa causa.
cientos, á quienes habló de esta suerte: »¿Qué injuria habíamos hecho á alguno que mereciera
«No sé, excelsos Señores é ilustres ciudadanos, si tanto deseo de venganza? A los que se h a n mostrado t a n
sentir con vosotros lo que ocurre ó alegrarme; y en ver- enemigos nuestros ni siquiera privadamente les ofendi-
dad, cuando veo con cuánta perfidia y furor se me ataca, mos, porque, si lo hubiésemos hecho, no les fuera t a n
y á mi hermano m u e r t o , no puedo evitar que la tristeza fácil atacarnos. Si nos atribuyeran abusos de carácter
embargue mi espíritu, y el alma y el corazón me duelan. público y que algunos les afectaran personalmente, cosa
P e r o si considero la p r o n t i t u d , eficacia y cariño, la una- que ignoro, más ofenderían á vosotros que á nosotros,
nimidad con que los florentinos han vengando á mi her- m á s á este Palacio y á la majestad de este gobierno q u e
m a n o y me h a n defendido, no sólo quedo satisfecho, sino á nuestra casa, demostrando que, por nuestra influencia,
orgulloso y entusiasmado. ofendéis inmerecidamente á los ciudadanos, lo cual se
a p a r t a por completo de la verdad, porque, aun pudién-
á sus antecesores que, por su soberbia y avaricia, les pri-
dolo hacer nosotros y queriéndolo vosotros, no lo hu-
varon de la autoridad ; pero 110 á los que hemos sabido
biésemos hecho.
p o r los medios contrarios, ganarla.
»Quien averigüe la verdad sabrá que nuestra casa ha
» P e r o concedamos que hubieran recibido de nosotros
sido siempre t a n considerada por vosotros no por otra
g r a n d e s ofensas y que con razón desearan nuestra ruina.
razón sino por lo que se ha esforzado en ser h u m a n a y
¿Por qué venir á atacar este palacio? ¿ P o r qué aliarse
liberal y en vencer á todos con beneficios. Habiendo
con el P a p a y con el rey de Nápoles contra la libertad
honrado siempre á los extranjeros, ¿cómo habíamos de
de esta República? ¿Por qué alterar la larga paz de I t a -
injuriar á nuestros parientes?
lia? E n esto n o tienen excusa alguna, porque debían d a -
»Si les indujo al atentado el deseo de dominar, como
ñ a r á quien les dañara, y no confundir las enemistades
lo demuestra la ocupación del Palacio y el traer á la
privadas con los atentados de carácter público. D e aquí
plaza gente a r m a d a , lo absurdo, ambicioso y abomina-
resulta que, muertos ellos, n u e s t r a s desdichas son ma-
ble de su propósito por sí mismo queda demostrado. Si
yores, porque, por su culpa, el P a p a y el rey de Nápo-
lo hicieron por envidia y odio á nuestra autoridad, á
les nos declaran la guerra, asegurando que sólo la hacen
vosotros y no á nosotros ofendieron, porque de vosotros
á mí y á mi c a s a . Dios quisiera que fuese cierto, por-
la recibimos.
que el remedio sería pronto y seguro, n o siendo yo t a n
»Merece, en verdad, ser odiado el poder que los h o m -
mal ciudadano que tuviera en m á s mi salud que vuestro
bres u s u r p a n , no el que por liberalidad, bondad y mag-
peligro, el cual disiparía de buen grado con mi propia rui-
nificencia ejercen, y bien sabéis que nuestra casa no se
n a . Pero los poderosos disfrazan siempre sus injusticias
engrandeció nunca sino por la voluntad de la Señoría
con a l g o que parezca j u s t o , y á este recurso apelan nues-
y por el unánime consentimiento vuestro. N o volvió del
tros enemigos para encubrir su injustificada agresión.
destierro mi abuelo Cosme por medio de las armas y la
»Sin embargo, si creéis otra cosa, en vuestras m a n o s
violencia, sino con unánime consentimiento vuestro. M i
rae pongo; podéis defenderme ó abandonarme. Sois mis
padre, anciano y enfermo, no podía defenderse contra
padres, sois mis defensores, y lo que mandéis que h a g a
t a n t o s enemigos, pero vosotros con vuestra autoridad y
lo haré siempre de buen g r a d o . Resuelto estoy, si lo juz-
benevolencia le defendisteis. N o hubiese podido yo m a n -
gáis ú t i l , á que esta guerra que h a empezado con la
tener la influencia de mi casa, siendo todavía casi un
muerte de mi hermano, acabe con la mía.»
niño, sin los consejos y el favor vuestro. N i hubiese po-
L o s ciudadanos, mientras Lorenzo hablaba, no podían
dido ni podría dirigir m i familia esta República si, uni-
contener las lágrimas, y con igual sensibilidad que f u é
dos á ella, no la dirigieseis vosotros.
oído le contestó uno de ellos por encargo de los demás,
» I g n o r o qué motivo tenga el odio de ellos contra nos- diciéndole que Florencia estaba reconocida á sus servi-
otros ó qué justa razón su envidia. Odien en buen hora cios y á los de los suyos; que desechara todo temor, pues
lo mismo que h a b í a n vengado á su hermano muerto^
conservando á él l a vida, le conservarían la autoridad y en Florencia con todos los prelados toscanos que obede-
cían la autoridad de la República, y en e'1 apelaron, de
el poder mientras pudieran defender la patria. P a r a que
las ofensas que les hacía el P a p a , al f u t u r o Concilio g e -
las obras confirmaran las palabras, destinaron á la
neral.
g u a r d a personal de L o r e n z o de Médicis cierto número de
hombres armados á fin de que le defendieran dé las em- N o faltaban al P a p a razones para justificar su causa,
alegando que era misión de los Pontífices destruir las
boscadas interiores.
tiranías, perseguir á los malos, ensalzar á los buenos,
X I . Proveyóse en seguida á l a guerra, reuniendo
cosas todas á que se debe atender con remedios oportu-
g e n t e y dinero en la mayor cantidad que podían. Pidie-
nos; que no correspondía á los príncipes seculares dete
ron auxilio, en virtud de la alianza que con ellos tenían,
ner á los cardenales, ahorcar á los obispos, m a t a r , des-
á los venecianos y al duque de M i l á n , y puesto que el
cuartizar y arrastrar á los sacerdotes, y asesinar sin dis-
P a p a se convertía de pastor en lobo, para no ser de- tinción á inocentes y culpados.
vorados como culpables, procuraban por todos los medios
justificarse de los cargos que aquél les dirigía. E n t o d a X I I . E n t r e t a n t a s acusaciones y querellas, los flo-
Italia le acusaron de traición contra su gobierno, de im- rentinos entregaron al Pontífice el cardenal que tenían
piedad y de injusticia, demostrando que ejercía m a l el en su poder. Entonces Sixto I V mandó atacarles con to-
das sus fuerzas y las del rey de Ñapóles.
pontificado, adquirido por malos medios, puesto que en-
E n t r a r o n los dos ejércitos, al mando de Alfonso, pri-
viaba á los hombres nombrados por él para las prime-
mogénito del rey F e r n a n d o de Ñapóles y duque de Ca-
ras prelacias, en compañía de traidores y parricidas á
labria, y de Federico, conde de Urbino, en el Chianti, pol-
cometer en la iglesia crimen t a n atroz como lo era el ase-
las tierras de los de Siena, que eran del partido ene-
sinato, durante los oficios d i v i n o s , y cuando se celebra-
migo; ocuparon á R a d d a y otras plazas, y devastaron
ba el . santo sacrificio; y que, después de esto, porque
la comarca, trasladando después su campamento á la
no se pudo asesinar á los ciudadanos, cambiar el go-
Castellina.
bierno de la ciudad, y saquear ésta, según su deseo, la
A l saber esta invasión temieron mucho los florenti-
excomulgaba y con maldiciones pontificias la amenazaba
nos, por estar sin tropas y proceder con suma lentitud
y ofendía. P e r o siendo Dios justo y desaprobando las
los aliados; pues aunque el duque de Milán les enviara
violencias, debían desagradarle las de su Vicario y per-
socorro, los venecianos negaron estar obligados á auxi-
m i t i r á los ofendidos recurrir á É l , puesto que no podían
liarles en casos de índole privada, y alegaban que, pro-
hacerlo ál Pontífice.
movida la guerra contra particulares, no debían mezclar-
,•'.- P o r t a n t o , los florentinos ni recibieron la excomunión, se en ella, porque las enemistades privadas no se defen-
ni se sometieron á ella, sino que obligaron á los sacerdo- dían públicamente.
t e s á. celebrar los divinos oficios; reunieron un concilio
Á fin de que los venecianos reformaran su opinión
TOMO I I . N
en buen sentido para Florencia, enviaron los florentinos Consiguióla la anciana duquesa Bona por los consejos
por embajador á Tomás Soderini y, mientras tanto, to- de Tomás Soderini, que era embajador de los florenti-
m a r o n gente á sueldo y nombraron general de su ejér- nos en Milán, y de Cicco Simonetta, secretario que f u é
cito á Hércules, marqués de Ferrara. de Galeazzo.
D u r a n t e estos preparativos, el ejército enemigo redo- Huyendo por esto los Sforza de Milán, Octavio se
bló sus esfuerzos de t a l modo contra Castellina, que los ahogó al pasar el A d d a , y los otros fueron confinados á
habitantes, desesperados de socorro, se rindieron des- diversos puntos, como también Roberto de S a n Severino
pués de cuarenta días de sitio. D e dicbo punto dirigié- que, en aquellas circunstancias, se apartó de la Duquesa
ronse hacia Arezzo y acamparon en Monte S a n Sa- para ponerse del lado de los Sforza.
bino. Ocurrieron después los desórdenes de Toscana y
Y a estaba en orden el ejército florentino y, yendo en aquellos príncipes, que esperaban tener por los nuevos
busca del enemigo, se había colocado á tres millas de dis- sucesos mejor fortuna, quebrantaron el confinamiento, in-
tancia, molestándole tanto, que Federico de Urbino pi- tentando cada uno cosas nuevas para recobrar su anti-
dió tregua por algunos d í a s ; le fué concedida, con tanta g u a posición.
desventaja para los florentinos, que los mismos que la A l ver el rey F e r n a n d o , que sólo el ducado de Miláñ
pidieron se admiraron de obtenerla, porque, de lo con- socorría á los florentinos en su apuro, para privar á
t r a r i o , se veían precisados á vergonzosa retirada. Pero Florencia hasta de dicho socorro, determinó dar que
aprovechando aquellos días para reorganizarse, terminada pensar tanto á la D u q u e s a dentro de sus propios E s t a -
la tregua, se apoderaron á la vista de los florentinos de dos, que no pudiera auxiliar á los otros, y por medio
Monte S a n Sabino. de Próspero Adorno, de Roberto de San Severino y de
L l e g a d o el invierno, los enemigos se retiraron para los rebeldes Sforzas realizó la sublevación de Génova.
invernar cómodamente al territorio de Siena. L o s flo- Quedaba sólo en poder de los milaneses el Castelletto
rentinos ocuparon alojamientos más comodos que los que y, confiando en él, la D u q u e s a envió bastantes tropas
tenían, y el duque de F e r r a r a , sin haber hecho nada de para recuperar la ciudad, pero fueron derrotadas.
provecho para sí ni para los demás, volvió á sus E s - E n vista del peligro que podía ocasionar este acci-
tados. dente á la dominación del joven D u q u e , y á ella la conti-
X I I I . E n este tiempo se rebeló Génova contra el do- nuación de aquella guerra, estando la Toscana invadida,
minio de Milán por los motivos siguientes. Muerto Ga- y los florentinos, de quienes únicamente esperaba auxi-
lea ÍZO, y quedando J u a n Galeazzo su hijo en edad inhá- lio, empeñados en la guerra, determinó, ya que 110 podía
bil para el gobierno, nacieron discordias entre sus tíos tener á Génova como súbdita, tenerla como amiga, y con-
Luis, Octavio y Ascanio Sforza, y su madre Bona, por- vino con Battistino F r e g o s o , enemigo de Próspero
que cada cual deseaba la cúratela del joven Duque. A d o r n o , darle el Castelletto, y hacerle Señor de Génova,
con tal que expulsara á Próspero y no favoreciera á los sados habían desempeñado elevados cargos en F l o r e n -
rebeldes Sfórza. Hecbo. este convenio, Battistino, con la cia; pero cuando iba á F r a n c i a , al llegar á Milán, murió.
ayuda del Castelletto y de su partido, se apoderó de Gé~ P a r a recompensar á su familia y honrar su memoria, por
nova, y, según l a costumbre, fué proclamado d u x . Los cuenta del E s t a d o se le hicieron ostentosos funerales,
Sforza y Roberto de San Severino, expulsados de Ge- concediendo exenciones á los hijos y dote conveniente á
nova-, vinieron con la g e n t e que les seguía á la L u n i - las h i j a s . E n reemplazo de Acciajuoli enviaron como
giana. embajador al Bey á Guido A n t o n i o Vespucci, persona
P o r baber cesado las discordias en L o m b a r d í a , apro- peritísima en derecho civil y canónico.
vecharon el P a p a y el rey de Ñ a p ó l e s la ocasión de L a invasión de Roberto de S a n Severino en la co-
la llegada de los expulsados de Genova, para pertur- marca de P i s a , como todos los sucesos inesperados, per-
bar con ellos la T o s c a n a por la parte de Pisa, á fin de turbó bastante á los florentinos; porque, teniendo por la
que los florentinos, dividiendo sus f u e r z a s , se debili- liarte de Siena gravísima guerra, 110 veían cómo defender
t a r a n . P a r a ello y por haber pasado ya el invierno, deci- el territorio de P i s a . E n v i a r o n , sin embargo, oficiales,
dieron que Roberto de S a n Severino partiese con su provisiones y otros medios de defensa á Pisa.
gente de la L u n i g i a n a , invadiendo la comarca de P i s a . P a r a mantener en la fidelidad á los de L u c a , á fin de
Roberto cometió g r a n d e s destrozos, tomando y saqueando que no suministraran al enemigo dinero ó víveres, P e d r o
muchos castillos y devastando el país h a s t a llegar á los de Gino, hijo de N e r i Capponi, fué como embajador de
muros de P i s a . Florencia, recibiéndole los de Luca con t a n t a prevención,
X I V . Vinieron por entonces á Florencia embajadores por el odio de aquella ciudad al pueblo florentino, hijo de
del E m p e r a d o r , del rey de F r a n c i a y del de H u n g r í a , a n t i g u a s ofensas y continuo temor, que estuvo muchas
enviados por estos Monarcas al P a p a , y aconsejaron á veces en peligro de ser muerto por las t u r b a s , de suerte
los florentinos que enviaran también u n a embajada al que su viaje, en vez de estrechar la amistad de ambas
ciudades, dió ocasión á nuevos resentimientos.
Pontífice, prometiendo ayudarles eficazmente para que
u n a paz honrosa pusiera término á aquella guerra. N o se Volvieron á llamar los florentinos al m a r q u é s de F e -
negaron los florentinos á hacer esta prueba, para demos- rrara y tomaron á sueldo al m a r q u é s de M a n t u a , pi-
t r a r á todo el m u n d o que, por su parte, deseaban la paz. diendo con grandes instancias á los venecianos á Carlos
F u e r o n los embajadores, y volvieron sin convenir nada, Braccio y á Deifebo, hijo del conde Jacobo, que al fin,
por lo cual los florentinos, para apoyarse al menos en y después de muchas vacilaciones, se los concedieron,
porque habían pactado tregua con el Turco y , 110 te-
la f a m a del rey de F r a n c i a , ya que los italianos unos
niendo por tanto excusa para dejar de cumplir los de-
les ofendían y otros les abandonaban, enviaron por em-
beres que les imponía la alianza, se avergonzaron de
bajador á aquel Rey á D o n a t o Acciajuoli, hombre sa-
negarlo.
pientísimo en literatura griega y latina, y cuyos antepa-

T
Sf
i
Vinieron, pues, el conde Carlos Braccio y Deifebo con á su adversario y separar la plaza de la obediencia á la
buen número de liombres de armas, y añadieron todas las S a n t a Sede.
t r o p a s que pudieron adquirir del ejército que á las órde- A l principio pareció que la f o r t u n a quería favorecer á
nes del m a r q u é s de F e r r a r a bacía frente al del duque los florentinos, porque el conde Carlos hacia grandes
d e Calabria, Dirigiéronse hacia Pisa en busca de R o - progresos en el territorio de P e r u s a ; y aunque Nicolás
berto de S a n Severino que, con su gente, estaba j u n t o al Vitelli no había podido entrar en Ciudad del Castillo,
río Serchio, y aunque aparentó querer esperar nuestro dominaba la comarca con sus tropas, haciendo presas
ejército, no lo a g u a r d ó , retirándose á la Lunigiana y á h a s t a junto á la población sin que nadie se le opusiera.
los mismos alojamientos que tenía cuando salió de allí L o s que estaban en Poggibonzi hacían diariamente co-
para l a comarca de P i s a . Después de su partida el conde rrerías h a s t a los muros de Siena.
Carlos recobró todas las poblaciones que en el territorio Todas estas esperanzas quedaron al fin vanas. P r i m e -
de P i s a había ocupado el enemigo. ramente el conde Carlos, cuando más se confiaba en el
X V (1479). Libres los florentinos de enemigos por resultado de sus victorias, murió. Su m u e r t e , sin em-
l a parte de Pisa, pusieron todas sus tropas entre Colle y bargo, hubiera mejorado la situación de los florentinos si
S a n Giminiano. P e r o habiendo en aquel ejército, por l a supieran aprovecharse de la victoria que ocasionó, por-
llegada del conde Carlos, soldados que fueron de Sforza que, al saber la muerte del Conde, el ejército pontificio,
y otros de Braccio, renacieron las antiguas enemistades que se había concentrado en Perusa, esperando vencer al
entre ellos, y se temía que, de estar mucho tiempo reuni- florentino, salió inmediatamente á c a m p a ñ a , situándose
dos, vinieran á las manos. P o r m e n o r mal, se determinó junto al lago, á tres millas del enemigo. Por su parte,
dividir el ejército, y mandar u n a parte de él á l a s órdenes •Jacobo Guicciardini, Comisario en aquel ejército floren-
del conde Carlos al P e r u s i n o , y la otra situarla en P o g - t i n o , de acuerdo con Roberto de Rimini, que sucedió al
gibonzi, donde hiciera fuerte atrincheramiento para im- conde Carlos en el mando de las tropas y era el jefe de
pedir al enemigo entrar en la comarca florentina. mayor importancia, sabida la causa de la presunción de
Calcularon también que esta división de fuerzas obli- los enemigos, determinó esperarles. Vinieron ambos
garía además al enemigo á dividir las suyas, porque ejércitos á las manos junto al lago donde antiguamente
creían que el conde Carlos ocuparía á P e r u s a , supo- el cartaginés Aníbal alcanzó el memorable triunfo contra
niendo tenía allí muchos partidarios, ó que el P a p a se los romanos y quedó derrotado el pontificio.
viera precisado á enviar numerosas tropas para defen- E s t a victoria produjo grande alegría en Florencia,
derla, Ordenaron además, para poner en mayor aprieto al siendo muy elogiados los jefes y , además de suceso glo-
P a p a , que Nicolás Vitelli, expulsado de Ciudad del Cas- rioso, hubiera sido útil á la causa de la República , de no
tillo, donde mandaba su enemigo maese Lorenzo, se perturbarlo todo los desórdenes ocurridos en el ejército
acercara con tropas á la plaza, procurara arrojar de allí de Poggibonzi. E l bien que hizo uno de los ejércitos lo
Vinieron, pues, el conde Carlos Braccio y Deifebo con á su adversario y separar la plaza de la obediencia á la
buen número de liombres de armas, y añadieron todas las S a n t a Sede.
t r o p a s que pudieron adquirir del ejército que á las órde- A l principio pareció que la f o r t u n a quería favorecer á
nes del m a r q u é s de F e r r a r a bacía frente al del duque los florentinos, porque el conde Carlos hacia grandes
d e Calabria. Dirigiéronse hacia Pisa en busca de R o - progresos en el territorio de P e r u s a ; y aunque Nicolás
berto de S a n Severino que, con su gente, estaba j u n t o al Vitelli no había podido entrar en Ciudad del Castillo,
río Serchio, y aunque aparentó querer esperar nuestro dominaba la comarca con sus tropas, haciendo presas
ejército, no lo a g u a r d ó , retirándose á la Lunigiana y á b a s t a junto á la población sin que nadie se le opusiera.
los mismos alojamientos que tenía cuando salió de allí L o s que estaban en Poggibonzi hacían diariamente co-
para l a comarca de P i s a . Después de su partida el conde rrerías h a s t a los muros de Siena.
Carlos recobró todas las poblaciones que en el territorio Todas estas esperanzas quedaron al fin vanas. P r i m e -
de P i s a había ocupado el enemigo. ramente el conde Carlos, cuando más se confiaba en el
X V (1479). Libres los florentinos de enemigos por resultado de sus victorias, murió. Su m u e r t e , sin em-
l a parte de Pisa, pusieron todas sus tropas entre Colle y bargo, hubiera mejorado la situación de los florentinos si
S a n Giminiano. P e r o habiendo en aquel ejército, por l a supieran aprovecharse de la victoria que ocasionó, por-
llegada del conde Carlos, soldados que fueron de Sforza que, al saber la muerte del Conde, el ejército pontificio,
y otros de Braccio, renacieron las antiguas enemistades que se había concentrado en Perusa, esperando vencer al
entre ellos, y se temía que, de estar mucho tiempo reuni- florentino, salió inmediatamente á campaña , situándose
dos, vinieran á las manos. P o r m e n o r mal, se determinó junto al lago, á tres millas del enemigo. Por su parte,
dividir el ejército, y mandar u n a parte de él á l a s órdenes •Jacobo Guicciardini, Comisario en aquel ejército floren-
del conde Carlos al P e r u s i n o , y la otra situarla en P o g - t i n o , de acuerdo con Roberto de Rimini, que sucedió al
gibonzi, donde hiciera fuerte atrincheramiento para im- conde Carlos en el mando de las tropas y era el jefe de
pedir al enemigo entrar en la comarca florentina. mayor importancia, sabida la causa de la presunción de
Calcularon también que esta división de fuerzas obli- los enemigos, determinó esperarles. Vinieron ambos
garía además al enemigo á dividir las suyas, porque ejércitos á las manos junto al lago donde antiguamente
creían que el conde Carlos ocuparía á P e r u s a , supo- el cartaginés Aníbal alcanzó el memorable triunfo contra
niendo tenía allí muchos partidarios, ó que el P a p a se los romanos y quedó derrotado el pontificio.
viera precisado á enviar numerosas tropas para defen- E s t a victoria produjo grande alegría en Florencia,
derla. Ordenaron además, para poner en mayor aprieto al siendo muy elogiados los jefes y , además de suceso glo-
P a p a , que Nicolás Vitelli, expulsado de Ciudad del Cas- rioso, hubiera sido útil á la causa de la República , de no
tillo, donde mandaba su enemigo maese Lorenzo, se perturbarlo todo los desórdenes ocurridos en el ejército
acercara con tropas á la plaza, procurara arrojar de allí de Poggibonzi. E l bien que hizo uno de los ejércitos lo
destruyó el otro completamente porque, habiendo cogido
desorden, ordenaron á las tropas victoriosas en el P e r u -
botín en el territorio de los sieneses, por su reparto
sino dejar aquella empresa contra P e r u s a y venir á V a l
hubo discordia entre los marqueses de F e r r a r a y M a n t u a ;
d ' E l s a , para hacer frente al enemigo que, después de l a
acudieron á las a r m a s ; se prodigaron toda clase de ofen-
victoria, sin obstáculo alguno recorría el país.
sas, y llegaron á p u n t o de que juzgaran los florentinos
A u n q u e tenían de tal suerte sitiada á P e r u s a que de
no poder valerse de ambos, consintiendo que el marqués
un momento á otro esperaban tomarla, prefirieron los
de F e r r a r a con sus t r o p a s volviera á su país.
florentinos defender lo suyo á ocupar lo ajeno, t a n t o ,
X V I . Debilitado aquel ejército, que quedó sin general
que aquel ejército, apartándole de la tierra de sus triun-
y gobernándose en todo desordenadamente, el duque de
fos, fué conducido á S a n Casciano, castillo á ocho millas
Calabria, que se encontraba con el suyo cerca de Siena,
d e Florencia, y opinaban que no se podía contrarrestar al
decidió acometerle, y sucedió lo que había pensado. L a s
duque de Calabria h a s t a reunir las reliquias del ejército
tropas florentinas, al verse a t a c a d a s , no confiaron en
derrotado.
sus armas, ni en su número, superior al del enemigo, ni
Por su parte los enemigos que quedaron libres en P e -
en la posición ocupada, que era fortísima, pues sin espe-
rusa por la partida de las tropas florentinas, cobrando
rar la llegada de sus adversarios, á la vista del polvo que
á n i m o , hacían diarias correrías por el Aretino y el Cor-
levantaban en la m a r c h a , echaron á correr, dejándoles
tones, cogiendo botín; y los que á las órdenes de A l f o n -
las municiones, los carros y los cañones. T a n t a era la
so, duque de Calabria, habían vencido en Poggibonzi,
cobardía y el desorden en los ejércitos de entonces, que
se apoderaron primero de este pueblo, después de Vico,
el volver un caballo la cabeza ó la g r u p a decidía la vic-
saquearon á Certalo, y hechas estas conquistas y presas
toria ó la pérdida de u n a batalla.
fueron á acampar junto al castillo de Colle, que e n t o n -
E s t a victoria llenó de botín á los soldados del rey de ces era considerado fortísimo. P o r ser su guarnición
Nápoles, y á los florentinos de espanto, porque su ciudad fiel al gobierno florentino, esperaba éste que contuviera
no sólo estaba afligida por la guerra, sino por una peste al enemigo h a s t a reunir los dispersos del ejército de-
gravísima t a n extendida en Florencia, que los ciudada- rrotado.
nos, huyendo de la muerte, se habían retirado á sus casas
Concentradas las tropas florentinas en S a n Casiano,
de campo. I l i z o la derrota más espantosa el ver acudir
y expugnando los enemigos con toda, su fuerza á Colle,
á Florencia á los que tenían sus posesiones en V a l di
determinaron acercarse á esta plaza para animar á la
Pesa y V a l d ' E l s a , llevando consigo sus hijos y efectos,
defensa á su guarnición y para que los sitiadores se con-
y h a s t a los cultivadores de las tierras. Parecía temerse
tuvieran en el ataque, teniendo al adversario t a n cerca.
á cada momento que se presentara el enemigo á las puer-
Tomado este acuerdo, levantaron el campo de S a n
t a s de la ciudad.
Casciano y lo pusieron en San Giminiano, á cinco mi-
L o s nombrados para dirigir la c a m p a ñ a , viendo este llas de Colle, desde donde con caballería y soldados li-

f
í-
geros diariamente molestaban el campamento del Duque. amigos nueva fortuna, pero dudaban en qué manos po-
Pero á los de Colle no era bastante este socorro, porque nerse, si las del P a p a ó las del rey de Nápoles.
les faltó lo necesario y se rindieron el 1.° de Noviem- E x a m i n a d a la cuestión, prefirieron la amistad del Rey,
bre, con disgusto de los florentinos y grandísima alegría como m á s estable y segura; porque l a brevedad de la
del enemigo, sobre todo de los sieneses que, además del vida de los Papas, las variaciones que hacen los suceso-
odio que profesaban á los florentinos en general, lo te- res, lo poco que la Iglesia teme á los soberanos tempo-
nían muy especial á los de Colle. rales y la facilidad con que cambia de partido, hacen que
X V I I . E l rigor del invierno era grande y el tiempo los príncipes no puedan confiar completamente en el
malísimo para la guerra, t a n t o , que el P a p a y el rey de Pontífice, ni unir su fortuna á la del P a p a . Quien en
Ñapóles, ó por querer d a r esperanzas de paz, ó para go- guerras y peligros es amigo de éste, tiene compañero
zar tranquilamente de la victoria alcanzad a, ofrecieron tre- en las victorias, pero no en los desastres, porque el po-
g u a á los florentinos por tres meses, y dieron término de der espiritual sostiene y defiende siempre al Pontífice.
diez días para saber la respuesta, siendo aquélla acep- Acordado que lo más provechoso era ganarse la amis-
t a d a inmediatamente. tad del R e y , juzgaron por lo mejor y m á s seguro
P e r o como sucede siempre que las heridas abiertas que fuese Lorenzo de Médicis á verle, porque c u a n t a
duelen más cuando se enfrían que cuando se reciben, este mayor liberalidad se usara con el Rey, m á s fácil sería el
breve descanso dio á conocer á los florentinos la e x t e n - remedio á las pasadas enemistades.
sión de sus desdichas, y los ciudadanos se acusaban p ú - Determinado el viaje á Nápoles, recomendó Lorenzo
blicamente y sin consideración unos á otros, manifes- los cuidados de la ciudad y de la República á Tomás So-
tando los errores cometidos en la guerra, mostrando los derini, que era entonces Confaloniero de justicia. Al prin-
g a s t o s hechos inútilmente y las contribuciones i n j u s t a s ; cipio de Diciembre partió de Florencia y, al llegar á P i s a
de cuyas cosas no sólo en círculos privados, sino en escribió á la Señoría el motivo de su viaje. L o s Señores,
las sesiones de los Consejos, se discutía con calor. Y por honrarle y para que pudiera t r a t a r con más autori-
tanto atrevimiento tuvo uno que, dirigiéndose á Loren- dad la paz con el Rey, le nombraron embajador del pue-
zo de Médicis, le d i j o : « L a ciudad está fatigada y no blo florentino, con poder para pactar las alianzas que
quiere más guerra; necesario es, por tanto, pensar en la creyera más provechosas á la República.
paz.» X V I I I . A l mismo tiempo Roberto de S a n Severino,
Conoció Lorenzo esta necesidad ; reunióse con los uniclo á L u i s y Ascanio Sforza, porque Octavio, her-
amigos que juzgaba m á s fieles y sensatos, y acordaron mano de estos Sforza, había muerto, invadió de nuevo
primeramente, en vista de la frialdad y escasa fe de los el ducado de Milán, á fin de apoderarse del gobierno.
venecianos y de que el duque de Milán era un niño, y Ocupada Tortona, y estando en armas todos los milane-
agitaban el Ducado discordias civiles, buscar con nuevos ses, aconsejaron á la duquesa Bona que repatriase á
los Sforza para quitar p r e t e x t o de guerras civiles. E l au- que allí defendían la autoridad de Florencia. E s t e suceso
t o r principal de este consejo fué A n t o n i o Tassino, de desagradó sobremanera á los j e f e s del gobierno floren-
Ferrara. E r a Tassino de humilde origen y, cuando fué á tino, por creer que se debía á órdenes del rey de Ñapó-
Milán, se presentó al d u q u e Galeazzo, quien le nombró les, y se quejaron al duque de Calabria, que estaba con
ayuda de cámara de la D u q u e s a . Ó por la belleza de su el ejército en Siena, por que, d u r a n t e la tregua, les pro-
cuerpo ó por cualquier otra secreta virtud, después de la moviesen nueva guerra. E l D u q u e dió toda clase de se-
muerte del D u q u e tuvo t a n t a influencia con la Duquesa, guridades, por cartas y embajadores, de que aquello había
que casi gobernaba él solo el Ducado. Disgustaba esto ocurrido sin consentimiento suyo, ni de su padre el Rey.
á maese Cecco, persona de u n a prudencia y de una prác- Pero los florentinos juzgaban su situación deplorable,
tica consumadas, por lo cual, siempre que podía, procu- por estar exhaustos de dinero, el jefe de la República en
raba disminuir la autoridad de Tassino con la Duquesa, poder del rey de Nápoles; u n a g u e r r a antigua con este
y con los d e m á s miembros del gobierno. Rey y con el P a p a , u n a nueva con los genoveses y no
Tassino, que sabía esta c o n d u c t a , para vengarse de contar con aliados; porque de los venecianos n a d a espe-
Cecco y tener auxiliares contra él, aconsejó á la D u - raban y el gobierno de Milán, por lo incierto é inestable,
quesa abrir las puertas de la patria á los Sforza. A s í más bien les inspiraba temor que confianza. Su única
lo hizo ésta, aceptando el consejo, y sin decir nada á esperanza consistía en las negociaciones de Lorenzo de
Cecco. Médicis con el rey de Nápoles.
Cuando éste lo supo l a dijo: «Habéis tomado una de- X I N . Llegó á Nápoles por mar Lorenzo de Médicis,
terminación que me costará la vida, y á vos el E s t a d o . » donde no sólo el Rey, sino toda la ciudad, le recibió con
A m b a s cosas ocurrieron pronto. L u i s Sforza hizo g r a n d e s h o n r a s y suma curiosidad; porque, promovida la
morir á Cecco, y poco tiempo después, expulsó del D u - guerra sólo por derribarle, la g r a n d e z a y poder de sus
cado á Tassino, t a n t o i n d i g n ó á la D u q u e s a esta última enemigos a u m e n t a b a n su importancia. A l estar en pre-
medida, que salió de M i l á n , renunciando en m a n o s de sencia del Rey, habló de tal modo de las condiciones de
L u i s Sforza la curatela de su hijo el Duque. Italia, del carácter de los príncipes y los pueblos, y de
Quedó, pues, L u i s Sforza gobernador del castillo de lo que se podía esperar de la paz ó temer de la guerra,
Milán, y f u é , como se demostrará, la causa de la ruina que el Rey, después de oirle, quedó m á s maravillado de
de Italia. la grandeza de su ánimo, de la sagacidad de su ingenio
I b a Lorenzo de Médicis camino de Ñapóles, y se acer- y de la solidez de su juicio, de lo que estaba al verle
caba el término de la tregua, cuando, sin que nadie lo sostener por sí solo el peso de t a n gran guerra. D e s d e
esperara, L u i s Fregoso, que estaba de acuerdo con algu- este momento le prodigó mayores honras y empezó á
nos habitantes de Serezana, sorprendió con gente ar- meditar tenerle en seguida m á s bien por amigo que
mada esta plaza, apoderándose de ella y prendiendo á los por enemigo. Sin embargo, con diferentes pretextos le
entretuvo desde Diciembre b a s t a Marzo para conocerle Publicada esta paz, indignó al P a p a y á los venecia-
mejor, y ver lo que entretanto pasaba en Florencia, nos; porque el primero se creía desatendido por el Rey,
donde no faltaban á Lorenzo enemigos deseosos de que y los segundos por los florentinos, á causa de haberles
el Rey le impidiera volver y aun le t r a t a r a como á J a - auxiliado en la guerra, y no conseguir n a d a con la paz.
cobo Piccinino, hablando de ello por toda la ciudad, Cuando esta indignación f u é conocida en Florencia, te-
como si lo sintieran, pero al mismo tiempo oponiéndose mieron muchos que el t r a t a d o originara mayor guerra.
en l a s discusiones públicas, á los que defendían á L o r e n - L o s principales del gobierno juzgaron entonces opor-
zo. Con tales procedimientos dieron ocasión á que co- tuno disminuir el n ú m e r o de los que tuviesen la direc-
rriera la noticia de que, si el Rey detenía más tiempo á ción de los negocios, y también el de los miembros de
Lorenzo de Médicis, cambiaría el gobierno en Florencia, asambleas deliberantes en los asuntos de importancia.
E s t o s rumores originaron la determinación del monarca Nombraron, pues, un Consejo de setenta ciudadanos,
de diferir la partida de Lorenzo por si estallaban des- dándole plenos poderes para t r a t a r los asuntos de E s t a -
órdenes en Florencia; pero al ver que continuaba la ciu- do. E s t a reforma contuvo á los que deseaban novedades,
dad tranquila,, el 6 de Marzo de 1480 le permitió partir, y el nuevo Consejo, para adquirir ante todo reputación,
después de ganarse su voluntad con toda clase de bene- aprobó la paz hecha por L o r e n z o de Médicis y envió al
ficios y demostraciones de cariño, y de haber firmado un P a p a y al rey de Nápoles embajadores; á aquél, Pedro
tratado de paz y alianza perpetua en beneficio de am- Nasi, y á éste, Antonio Ridolfi.
bos E s t a d o s . A pesar de la paz firmada, A l f o n s o , duque de Cala-
Volvió Lorenzo á Florencia lleno de gloria y m á s po- b r i a , no se apartaba con su ejército de Siena, so pre-
deroso y grande que había partido, siendo recibido con texto de que le detenían las discordias entre los sieneses,
las pruebas de alegría y cariño que merecían sus grandes las cuales llegaron á tal extremo q u e , estando el Duque
cualidades y recientes servicios, puesto que expuso su alojado fuera de la ciudad, pidiéronle que entrara y fuese
vida por devolver la paz á su patria. árbitro en sus cuestiones. Aprovechando la ocasión, el
D o s días después de su llegada publicóse el tratado Duque castigó con multa á muchos de aquellos ciuda-
hecho por él entre la república de Florencia y el reino danos, á otros con prisión, á otros con destierro y á al-
de Ñapóles . Comprometíanse ambas partes , respecti- gunos con la pena de muerte. E s t e proceder le hizo sos
vamente, á garantizar sus Estados, quedaba al arbitrio pechoso, no sólo á los sieneses, sino también á los floren-
del Rey la devolución de las plazas ocupadas á los flo- tinos, de que pretendía ser Señor de aquella ciudad, á lo
rentinos d u r a n t e la guerra; serían puestos en libertad cual no podía oponerse Florencia, á causa de su reciente
los Pazzi encerrados en el castillo de Volterra, y paga- amistad con el rey de Nápoles y la enemistad con el
rían los florentinos al duque de Calabria u n a suma de P a p a y con los venecianos. Dicha prevención era general
dinero por determinado tiempo. en el pueblo florentino, que con g r a n sagacidad interpre-
taba todas las cosas, y t a m b i é n la hacían los jefes del nente de perderla. Confirmó dicha opinión el sentimiento
E s t a d o , afirmando cada cual q u e nunca había estado más con que el D u q u e partió de S i e n a , acusando á la for-
expuesta Florencia á perder su libertad. Pero Dios, que t u n a porque, con t a n inesperado suceso, que racional-
siempre, en t a n extremas necesidades, h a tenido de ella mente no se podía prever, le había quitado el imperar en
particular cuidado, produjo u n accidente inesperado, el Toscana.
cual dió al rey de Ñapóles, al P a p a y á los venecianos mu- E s t e mismo accidente hizo al P a p a mudar de propósi-
cho más en qué pensar que los sucesos de Toscana. tos y, no habiendo querido dar antes audiencia á nin-
X X . E l emperador de T u r q u í a , M a h o m e t , había si- g ú n embajador florentino, ahora escuchaba complacien-
tiado á R o d a s con grandísimo ejército, combatiéndola te á cuantos le hablaban de la paz general. L o s floren-
d u r a n t e algunos meses; pero, aunque sus fuerzas fuesen tinos recibieron, por t a n t o , la seguridad de que, si pedían
grandes y la obstinación en el asedio g r a n d í s i m a , fué perdón al P a p a , éste lo concedería. Creyeron no deber
mayor la de los sitiados en defenderse, haciéndolo con desaprovechar esta ocasión y enviaron al Pontífice doce
t a n t o valor é ímpetu, que M a h o m e t tuvo que abandonar embajadores. A n t e s de recibirlos en audiencia, el P a p a
el sitio, declarándose en vergonzosa retirada, A l sepa- habló con ellos sobre diversos asuntos. A l fin se pusieron
rarse de Rodas, una parte de la a r m a d a turca, á las órde- de acuerdo respecto á las f u t u r a s relaciones de Florencia
nes del bajá Aclimet, vino hacia V a l o n a , y porque viera con el Pontificado, y á la parte con que cada uno de am-
la facilidad de la empresa ó porque su señor se lo man- bos E s t a d o s contribuiría en la guerra y en la paz. F u e -
d a r a , costeando Italia, desembarcó de pronto cuatro mil ron después los embajadores á postrarse á los pies del
soldados y tomó por asalto la ciudad de O t r a n t o , sa- P a p a , que los recibió rodeado de sus cardenales y con
queándola y matando á todos los habitantes (1480). He- grandísima pompa. E x c u s a r o n lo que había ocurrido en
cho esto, fortificó lo mejor que pudo la ciudad y el puerto, Florencia, echando la culpa á las circunstancias y á la
reunió buena caballería y recorrió y devastó las tierras malignidad de los conjurados de u n a parte y, de otra, al
inmediatas . A s u s t ó al rey de Ñapóles este inesperado f u r o r y justa ira popular, advirtiendo la triste situación
ataque, hecho por fuerzas de u n soberano tan poderoso, y de los que se ven precisados á matar ó morir. Y porque
envió correos á todas partes p a r a decir lo que ocurría y todo se debía sufrir para evitar la muerte, habían sopor-
pedir ayuda contra el común enemigo. A d e m á s , mandó tado la guerra, la excomunión y las demás calamidades
llamar con grande instancia al d u q u e de Calabria y á su que originó el atentado, para que su república se librara
ejército, que estaban en Siena. de la servidumbre, que suele ser la muerte de toda ciudad
X X I . T a n t o como alarmó esta empresa de los turcos libre. P e r o si, forzados, habían cometido algunas faltas,
al duque de Calabria y al resto de Italia, alegró á Flo- prometían la enmienda y confiaban en la clemencia del
rencia y á S i e n a , pareciendo á ésta que había recobrado P a p a que , siguiendo el ejemplo del sumo Redentor,
su libertad, y á aquélla que se libraba del peligro inmi- abriría piadosamente los brazos para recibirles.
TOMO n . • J2
E l P a p a contestó á estas excusas con soberbias é ira- niendo muchos favores del P a p a , lo cual f u é señal de
-cundas frases, reprobando cuanto en los pasados tiempos m á s íntima reconciliación.
habían hecho contra la Iglesia; sin embargo, para obe- X X I I . Arreglados los asuntos de los florentinos con
decer los preceptos de Dios, consentía en concederles el el P a p a , y libres del miedo Siena y ellos por la partida
perdón que demandaban; pero haciéndoles entender que -de Toscana del duque de Calabria , como continuaba la
estaban obligados á obedecer á la Iglesia y, si faltaban guerra con los turcos, aprovecharon la ocasión los floren-
á esta obediencia, la libertad que ahora babían estado á tinos para pedir al rey de Ñapóles les devolviera los cas-
p u n t o de perder, la perderían después, y j u s t a m e n t e , pues tillos ocupados d u r a n t e la guerra y que el duque de Ca-
sólo merecen ser libres los que emplean la libertad en labria había dejado en m a n o s de los sieneses. Temía el
buenas y no en malas obras; que la libertad mal ejercida Rey que, en el apuro en que se encontraba, se separara
d e él Florencia y , moviendo guerra á los sieneses, im-
se ofende á sí misma y ofende á los demás. Añadió que
pidieran el auxilio que del P a p a y de los otros italia-
amar poco á D i o s y menos á la Iglesia no es propio de
nos esperaba. Accedió por ello á la restitución, é hizo
hombres libres, sino de libertinos más inclinados al mal
nuevo convenio de más estrecha amistad con los floren-
que al bien, mereciendo la corrección, no sólo de los prín-
t i n o s . Véase, pues, que l a fuerza y la necesidad hacen á
cipes, sino de cualquier cristiano; y que debían acusarse
los príncipes más fieles á sus promesas que los tratados
á sí mismos de los males sufridos, porque con sus malas
y los compromisos escritos.
obras habían dado motivo á l a guerra y, con pésimas, la
habían alimentado, terminando m á s bien por la benigni- Recobrados los castillos y hecho el nuevo convenio
dad de otros que por sus propios méritos. con el rey de Ñapóles, volvió á adquirir Lorenzo de
F u é después leída la fórmula del acuerdo y la bendi- Médicis la reputación que le había quitado primero la
ción pontificia. E l P a p a había añadido á aquélla, además guerra y después la paz, cuando se dudaba de las inten-
de lo convenido, que si los florentinos querían gozar el ciones del Rey. P e r o no faltaba en aquel tiempo quien le
calumniara abiertamente, diciendo que, por salvarse, había
f r u t o de la bendición habían de armar y mantener con
vendido su patria y que, del mismo modo que en la guerra
su dinero quince galeras, mientras los turcos guerrearan
se habían perdido los castillos, en la paz se perdería la
en el reino de Nápoles.
libertad.
Quejáronse amargamente los embajadores de este gra-
vamen añadido al convenio, pero no pudieron por nin- Pero, devueltos los castillos y hecho con el R e y hon-
g ú n medio ni favor aligerarlo. C u a n d o volvieron á Flo- roso acuerdo, recuperó Florencia su antiguo poder, y en-
rencia, la Señoría, para consolidar esta paz, envió como tonces esta ciudad, ávida de hablar y aficionada á juzgar
e m b a j a d o r al P a p a á Guido A n t o n i o Vespucci, que poco los sucesos por el éxito y no por los motivos, mudó°de
antes había vuelto de Francia ( 1 4 8 1 ) . É s t e , con su pru- -opinión, elevando la f a m a de Lorenzo de Médicis h a s t a
dencia, redujo las cosas á términos soportables, obte- las nubes, diciendo que su prudencia le había hecho g a n a r
en la paz l a que la m a l a f o r t u n a le hizo perder en l a gue- d o s s e t e n t a años, q u e d a r a la ciudad libre d e a m b a s
r r a , y q u e su consejo y juicio pudieron m á s que l a s armas c a r g a s . R e p l i c a b a n los venecianos que m i e n t r a s el M a r -
y la f u e r z a del e n e m i g o . q u é s t u v i e r a el Polesino estaba obligado á recibir al
E l a t a q u e de l o s t u r c o s solamente difirió la guerra Y i s d o m i n o y á e n t r e g a r la s a l . N o consintiéndolo el
que hubiese e s t a l l a d o á causa d e la i n d i g n a c i ó n q u e M a r q u é s , creyeron los venecianos t e n e r justo m o t i v o
al P a p a y á los v e n e c i a n o s p r o d u j o el t r a t a d o de paz p a r a t o m a r las a r m a s y ser el t i e m p o á propósito p a r a em-
e n t r e los florentinos y el rey d e N á p o l e s . P e r o de igual p r e n d e r esta g u e r r a , por la indignación del P a p a con-
modo q u e lo i n e s p e r a d o de aquella a g r e s i ó n ocasionó mu- t r a los florentinos y el R e y .
chos bienes, su t é r m i n o , t a m b i é n imprevisto, f u é motivo- H a b i e n d o ido el conde J e r ó n i m o á V e n e c i a ( 1 4 8 2 ) ,
d e g r a n d e s males; p o r q u e el s u l t á n M a h o m e t m u r i ó c u a n - los venecianos, p a r a g a n a r s e m á s la voluntad del P o n t í f i -
d o m e n o s se creía y , p o r nacer discordia e n t r e sus hijos r ce, le recibieron con m u c h o s honores, concediéndole de-
los t u r c o s que e s t a b a n en la P u l l a , viéndose abandona- rechos de ciudadanía y de n o b l e z a , que era s i e m p r e
d o s de su S e ñ o r , c o n v i n i e r o n con el rey d e N á p o l e s la s e ñ a l de g r a n d e h o n r a t r i b u t a d a á los favorecidos.
entrega de Otranto. P a r a e s t a r preparados á aquella g u e r r a h a b í a n esta-
C u a n d o se disipó el miedo que la t o m a d e Otranto- blecido nuevos impuestos y n o m b r a d o j e f e de sus t r o p a s
por l o s turcos p r o d u j o al P a p a y á los venecianos, todos á R o b e r t o de S a n Severino, el cual, i n d i g n a d o con L u i s
t e m í a n en I t a l i a n u e v o s t r a s t o r n o s . D e u n a p a r t e estaba S f o r z a , g o b e r n a d o r del d u c a d o d e M i l á n , se f u é á Tor-
l a l i g a del P a p a con los venecianos, y con ellos los de t o n a y, por ocurrir allí a l g u n o s desórdenes, se t r a s l a d ó
Génova, S i e n a y o t r o s E s t a d o s m e n o r e s ; d e o t r a los á Génova, d o n d e estaba cuando le llamaron los venecia-
florentinos, el rey d e N á p o l e s y el d u q u e de Milán, nos p a r a ponerle al f r e n t e de su ejército.
á cuyo lado e s t a b a n l o s boloñeses y l o s Señores d e otros- X X I I I . E s t o s preparativos y nuevos m o v i m i e n t o s
pequeños Estados. f u e r o n causa d e que, al conocerlos la liga adversa, se
.. D e s e a b a n los v e n e c i a n o s apoderarse d e F e r r a r a , p a - d i s p u s i e r a t a m b i é n ésta á la g u e r r a . E l d u q u e d e M i -
deciéndoles f u n d a d a la empresa y t e n i e n d o esperanza de l á n n o m b r ó general d e su ejército á Federico, señor de
realizarla con b u e n éxito. E l motivo consistía en que el U r b i n o ; los florentinos, á C o n s t a n z o de P é s a r o , y p a r a
m a r q u é s d e F e r r a r a a s e g u r a b a n o e s t a r obligado á reci- •sondear el á n i m o del P a p a y a v e r i g u a r si los venecianos
-bir al Y i s d o m i n o ( 1 ) y á proveer de sal á los venecia- e m p r e n d í a n la g u e r r a con consentimiento del mismo, el
nos; p u e s los convenios hechos d e t e r m i n a b a n que, p a s a - rey F e r n a n d o envió al duque de Calabria con su ejér-
cito á orillas del T r o n t o , y pidió paso al Pontífice p a r a ir
á L o m b a r d í a en socorro del m a r q u é s de F e r r a r a , n e g á n -
(1) El Yisdomino era una especie de cónsul que Venecia te- dolo el P a p a r o t u n d a m e n t e .
nía en F e r r a r a p a r a resolver las cuestiones entre los veneciano»
residentes en esta ciudad. Convencidos el R e y y los florentinos de la disposición
en la paz l a que la m a l a f o r t u n a le hizo perder en la gue- d o s s e t e n t a años, q u e d a r a la ciudad libre d e a m b a s
r r a , y q u e su consejo y juicio pudieron m á s que l a s armas c a r g a s . R e p l i c a b a n los venecianos que m i e n t r a s el M a r -
y la f u e r z a del e n e m i g o . q u é s tuviera el Polesino estaba obligado á recibir al
E l a t a q u e de l o s t u r c o s solamente difirió la guerra V i s d o m i n o y á e n t r e g a r la s a l . N o consintiéndolo el
que hubiese e s t a l l a d o á causa d e la i n d i g n a c i ó n q u e M a r q u é s , creyeron los venecianos t e n e r justo m o t i v o
al P a p a y á los v e n e c i a n o s p r o d u j o el t r a t a d o de paz p a r a t o m a r las a r m a s y ser el t i e m p o á propósito p a r a em-
e n t r e los florentinos y el rey d e Ñ a p ó l e s . P e r o de igual p r e n d e r esta g u e r r a , por la indignación del P a p a con-
modo q u e lo i n e s p e r a d o de aquella a g r e s i ó n ocasionó mu- t r a los florentinos y el R e y .
c h o s bienes, su t é r m i n o , t a m b i é n imprevisto, f u é motivo- H a b i e n d o ido el conde J e r ó n i m o á Y e n e c i a ( 1 4 8 2 ) ,
d e g r a n d e s males; p o r q u e el s u l t á n M a h o m e t m u r i ó c u a n - los venecianos, p a r a g a n a r s e m á s la voluntad del P o n t í f i -
d o m e n o s se creía y , p o r nacer discordia e n t r e sus hijos, ce, le recibieron con m u c h o s honores, concediéndole de-
los t u r c o s que e s t a b a n en la P u l l a , viéndose abandona- rechos de ciudadanía y de n o b l e z a , que era s i e m p r e
d o s de su S e ñ o r , c o n v i n i e r o n con el rey d e Ñ a p ó l e s la s e ñ a l de g r a n d e h o n r a t r i b u t a d a á los favorecidos.
entrega de Otranto. P a r a e s t a r preparados á aquella g u e r r a h a b í a n esta-
C u a n d o se disipó el miedo que la t o m a d e Otranto- blecido nuevos impuestos y n o m b r a d o j e f e de sus t r o p a s
por l o s turcos p r o d u j o al P a p a y á los venecianos, todos á R o b e r t o de S a n Severino, el cual, i n d i g n a d o con L u i s
t e m í a n en I t a l i a n u e v o s t r a s t o r n o s . D e u n a p a r t e estaba S f o r z a , g o b e r n a d o r del d u c a d o d e M i l á n , se f u é á Tor-
l a l i g a del P a p a con los venecianos, y con ellos los de t o n a y, por ocurrir allí a l g u n o s desórdenes, se t r a s l a d ó
Génova, S i e n a y o t r o s E s t a d o s m e n o r e s ; d e o t r a los á Génova, d o n d e estaba cuando le llamaron los venecia-
florentinos, el rey d e N á p o l e s y el d u q u e de Milán, nos p a r a ponerle al f r e n t e de su ejército.
á cuyo lado e s t a b a n l o s boloñeses y l o s Señores d e otros- X X I I I . E s t o s preparativos y nuevos m o v i m i e n t o s
pequeños Estados. f u e r o n causa d e que, al conocerlos la liga adversa, se
.. D e s e a b a n los v e n e c i a n o s apoderarse d e F e r r a r a , p a - •dispusiera t a m b i é n ésta á la g u e r r a . E l d u q u e d e M i -
deciéndoles f u n d a d a la empresa y t e n i e n d o esperanza de l á n n o m b r ó general d e su ejército á Federico, señor de
realizarla con b u e n éxito. E l motivo consistía en que el U r b i n o ; los florentinos, á C o n s t a n z o de P é s a r o , y p a r a
m a r q u é s d e F e r r a r a a s e g u r a b a n o e s t a r obligado á reci- •sondear el á n i m o del P a p a y a v e r i g u a r si los venecianos
-bir al Y i s d o m i n o ( 1 ) y á proveer de sal á los venecia- e m p r e n d í a n la g u e r r a con consentimiento del mismo, el
nos; p u e s los convenios hechos d e t e r m i n a b a n que, p a s a - rey F e r n a n d o envió al duque de Calabria con su ejér-
cito á orillas del T r o n t o , y pidió paso al Pontífice p a r a ir
á L o m b a r d í a en socorro del m a r q u é s de F e r r a r a , n e g á n -
(1) El Yisdomino era una especie de cónsul que Venecia te- dolo el P a p a r o t u n d a m e n t e .
nía en Ferrar&para resolver las cuestiones entre los venecianos-
residentes en esta ciudad. Convencidos el R e y y los florentinos de la disposición
del P a p a , determinaron obligarle por fuerza á ser amigo h a s t a las puertas de la ciudad; lo cual indignó tanto á
suyo, ó si no, crearle t a n t o s obstáculos que no pudiera los romanos, que voluntariamente se ofrecían á Roberto
ayudar á los venecianos, quienes estaban ya en c a m p a ñ a para defender la ciudad. E s t e aceptó y agradeció el ofre-
contra el m a r q u é s de F e r r a r a , devastando sus tierras y cimiento.
poniendo después sitio á Figarolo, fortaleza importante-- A l saber el duque de Calabria estos preparativos, se
en el marquesado de F e r r a r a . apartó algo de Roma, pensando que de este modo no se
E l rey de Ñapóles y los florentinos decidieron a t a - atrevería á atacarle Roberto, y porque esperaba á su her-
car al Pontífice, y el duque de Calabria emprendió el mano Federico que, con nuevas tropas, le enviaba el Rey
camino de R o m a . C o n ayuda de los Colonnas que se su padre.
habían unido á él, porque los Orsini estaban de p a r t e Cuando Roberto hubo reunido t a n t o s hombres de armas
del P a p a , causaba g r a n d e s daños en el país. P o r su par- como el duque de Calabria y mucha más infantería, sa-
t e , los florentinos, m a n d a d o s por Nicolás Yitelli, a t a - lió de Roma en orden de batalla y acampó á dos leguas
caron y tomaron á C i t t á del Castello, expulsando de allí, del enemigo. Teniendo el D u q u e el adversario junto á
á maese Lorenzo, que la gobernaba á nombre del P a p a él, contra lo que había creído, j u z g ó indispensable, ó d a r
y que dieron como en señoría á Yitelli. la batalla ó retirarse como vencido, sin combatir. C a s i
Encontrábase, pues, el P a p a en grave compromiso,, obligado á lo primero, por no hacer cosa indigna del hijo
porque en el interior de R o m a había desórdenes, y fuera de un R e y , determinó pelear, haciendo rostro al ene-
de ella recorrían el país los enemigos; pero como hombre- migo. Cada general ordenó su ejército como entonces se
animoso que deseaba vencer y no ceder al enemigo,, acostumbraba y lo condujo á la lucha, que duró h a s t a
tomó por general de sus fuerzas á Roberto de Rímini,. cerca de mediodía.
haciéndole venir á Roma, donde estaban reunidos todos- Se combatió en esta batalla con m á s valor que en
sus hombres de armas. A l l í le mostró lo honroso que- ninguna o t r a , desde cincuenta años a n t e s , pues entre
sería para él librar á la Iglesia de los apuros en que se ambas partes murieron m á s de mil hombres, siendo la
encontraba, combatiendo contra el ejército de un Rey, y victoria para la Iglesia, porque la multitud de su infan-
cuán obligados le quedarían él y todos sus sucesores,, tería ofendió de tal modo á la caballería del duque de
recompensándole, no sólo los hombres, sino Dios. Ro- Calabria que tuvo que volver grupas, y hubiese quedado
berto examinó primero los hombres de armas y los re- el D u q u e prisionero si no le salvaran muchos turcos de
cursos militares que tenía el P a p a , y le aconsejó que los que habían estado en O t r a n t o y ahora militaban á
reuniera toda la infantería que pudiese, lo que fué eje- sus órdenes.
cutado con g r a n celo y actividad. Alcanzada la victoria, volvió Roberto triunfador á
E l ejército del duque de Calabria estaba t a n inme- Roma, gozando poco de su triunfo, porque, á causa de
diato á Roma, que diariamente hacía correrías y presas. beber mucha agua por la fatiga en aquel día, se le de-
claró u n a disentería que le ocasionó la muerte al poco
unión de Italia. E l Pontífice, por temor, y también al
tiempo. E l P a p a mandó e n t e r r a r su cuerpo con grandes
ver que la grandeza de los venecianos era la ruina de la
honras.
Iglesia y de Italia, envió sus nuncios á Nápoles para
A fin de aprovechar esta victoria, envió el P a p a inme- unirse á la liga, haciéndola por cinco años el P a p a , el
diatamente al conde J e r ó n i m o hacia C i t t á del Castello Rey, los florentinos y el duque de Milán, reservando á
para procurar la restitución de esta plaza á maese Lo- los venecianos el derecho de aceptarla.
renzo, y hacer algunas t e n t a t i v a s en R í m i n i ; porque, U n a vez hecha esta alianza, el P a p a notificó á los ve-
quedando, al morir Roberto, Señor de esta ciudad, y en necianos que cesaran en la guerra contra F e r r a r a ; pero
g u a r d a de su esposa, u n hijo que tenía de corta edad, no quisieron hacerlo, antes con mayores fuerzas conti-
creyó el Pontífice que sería fácil ocupar á R í m i n i ; lo que nuaron la guerra y, habiendo derrotado el ejército del
consiguiera, sin duda, si los florentinos no hubiesen de- d u q u e de Milán y del marqués de F e r r a r a en A r g e n t a ,
fendido á l a viuda, oponiéndose con sus fuerzas al se acercaron t a n t o á F e r r a r a , que en el parque del M a r -
Conde de t a l modo que, ni contra C i t t á del Castello ni q u é s pusieron el campamento.
contra Rímini pudo hacer n a d a de provecho. X X V . L a liga juzgó llegado el momento de socorrer
X X I V . Mientras ocurrían estos sucesos en R o m a y eficazmente al Marqués, é hizo pasar á F e r r a r a al duque
en la R o m a n a , los venecianos habían tomado á F i g a - de Calabria con sus tropas y las del P a p a (1483). L o s
rolo y sus tropas pasado el P o . florentinos enviaron también toda su gente.
L o s ejércitos del d u q u e de Milán y del m a r q u é s de P a r a organizar bien la guerra, los aliados reunieron
F e r r a r a estaban en desorden, porque Federico, conde de un consejo en Cremona, al que asistieron el L e g a d o del
Urbino, enfermó y, llevado á Bolonia para curarse, mu- P a p a , el conde J e r ó n i m o , el duque de Calabria, L u i s
rió allí. Sforza, Lorenzo de Médicis, y muchos otros príncipes
L o s a s u n t o s del m a r q u é s de F e r r a r a iban, pues, de- de Italia, quienes discutieron los diferentes medios de rea-
clinando, y en los venecianos crecía diariamente la espe- lizar la f u t u r a guerra. Creyendo que la mejor manera de
r a n z a de ocupar á F e r r a r a . defender F e r r a r a era distraer las fuerzas del enemigo,
P o r su parte el Rey y los florentinos hacían todo lo querían que L u i s Sforza consintiese en promover la
posible para obligar al P a p a á que estuviera de su lado guerra contra los venecianos por el E s t a d o del duque
y, no habiéndolo podido conseguir con las armas, le d e Milán, lo que rehusaba Sforza, temeroso de atraer á
amenazaban con el Concilio que el E m p e r a d o r había los E s t a d o s del D u q u e u n a lucha que no pudiera domi-
convocado ya en Basilea. nar. Convínose, pues, en reunir en F e r r a r a todas l a s
L o s E m b a j a d o r e s que tenían en R o m a y los principa- fuerzas, y con cuatro mil hombres de armas y ocho mil
les cardenales, que d e s e á b a n l a paz, persuadieron y obli- infantes, ir en busca de los venecianos, que sólo tenían
g a r o n por fin al P a p a á que pensara en ella y en la dos mil doscientos hombres de armas y seis mil infantes.
NICOLÁS MAQU1AVELO. HISTORIA DE FLORENCIA

Determinaron los aliados primero atacar la armada


que los venecianos tenían en el P o y, la derrotaron jun-
to al Bondeno, con pérdida de más de doscientos barcos,
quedando prisionero Antonio Justiniano, proveedor de
la armada.
A l ver Venecia toda I t a l i a u n i d a contra ella, para
mantener su reputación, tomó á sueldo al duque de Lore-
na con doscientos hombres de armas; y, cuando supie-
ron los venecianos l a derrota de su armada, enviaron á
este Duque con parte de sus tropas para tener en jaque
al enemigo, y con lo restante del ejército hicieron pasar
el A d d a á Roberto de S a n Severino y acercarse á Milán,
proclamando al duque Galeazzo y á su madre Bona. Cre-
yeron que con ello provocarían desórdenes en Milán, por
suponer que los milaneses odiaban á L u i s Sforza y su
gobierno.
E s t a invasión produjo al principio b a s t a n t e terror,
haciendo que se armaran los milaneses; pero-ocasionó á
los venecianos consecuencias contrarias á las que espe-
raban, pues, á causa de ella, consintió L u i s Sfcrza, contra
su opinión anterior, en que se hiciera la guerra en el
ducado de Milán. P o r esto, dejando al marqués de Fe-
rrara la defensa de sus E s t a d o s con cuatro mil caballos
y dos mil infantes, el duque de Calabria entró en el t e -
rritorio de Bérgamo con doce mil caballos y cinco mil
infantes. D e aquí pasó al de Brescia, y después al de
Yerona, saqueando, sin que los venecianos pudieran opo-
nerse, todo este territorio, porque Roberto de S a n Seve-
rino con sus tropas apenas podía defender las citadas-
ciudades.
P o r la otra parte, el m a r q u é s de F e r r a r a recobró casi
todos sus E s t a d o s , porque el duque de L o r e n a , q u s
NICOLÁS IIAQUTAVELO. HISTORIA DE FLORENCIA

M u c h o desagradó esto á los demás aliados cuando lo d e n ó muchas veces á los Colonna que lo restituyeran;
supieron, sobre todo al ver q u e t e n í a n que devolver á los pero éstos, ni por los ruegos de los Orsini, ni por l a s
venecianos todas las poblaciones conquistadas, dejarles amenazas del P a p a , hicieron l a restitución: en cambio,
Rovigo y el Polesino, y permitirles conservar en Ferrara con nuevas presas y otras parecidas injurias, ofendieron
los a n t i g u o s privilegios. T o d o s opinaban haber hecho á los Orsini.
tina guerra en la cual se g a s t ó y conquistó b a s t a n t e , pe- N o pudiendo sufrir el P a p a estos abusos, envió t o d a s
leando con honra, para t e r m i n a r l a con ignominia, puesto sus tropas, con las de los Orsini, contra los Colonna, y
q u e las ciudades t o m a d a s se devolvían y las perdidas no las casas que éstos tenían en R o m a fueron saqueadas,
se recuperaban. P e r o viéronse los aliados en la precisión siendo muertos ó presos quienes querían defenderlas.
d e aceptar la paz, porque r o podían hacer m á s gastos, También les privó el P a p a de casi todos sus castillos;
ni querían exponerse á ser víctimas de la mala fe ó am- terminando estos desórdenes, no por la paz, sino por l a
bición ajena. ruina de un partido.
• X X V I I . M i e n t r a s en L o m b a r d í a ocurrían estos su- X X V I I I . N o reinaba tampoco entonces tranquilidad
cesos, el P a p a , secundado por maese Lorenzo, estre- en Génova y Toscana, porque los florentinos tenían al
chaba cada día m á s á C i t t á del Castello, para echar de conde A n t o n i o de Marciano con tropas en la frontera d e
allí á Nicolás Vitelli, a b a n d o n a d o por los aliados á fin de Serezzana; y, mientras duró la guerra en Lombardía, m o -
atraerse al Pontífice á su causa. L o s de dentro de la ciu- lestaba á los de Serezzana con correrías y escaramuzas.
d a d , que eran partidarios d e Vitelli, hicieron u n a salida E n Génova el d u x B a t t i s t i n o F r e g o s o fué preso con
y derrotaron á los enemigos. A causa de esto, llamó el su mujer é hijos por el arzobispo P a b l o Fregoso, que
P a p a al conde Jerónimo, que estaba en Lombardía, para abusó de su confianza y se hizo Señor de la ciudad.
reorganizar su ejército y volver á sitiar á C i t t á del Cas- L a a r m a d a veneciana atacó también el reino de N á p o -
tello; pero, juzgando después que sería mejor ganarse á les, ocupando á Gallípoli y devastando las inmedia-
Vitelli con la paz que atacarle de nuevo, púsose de ciones de esta población.
acuerdo con él, reconciliándole lo mejor que pudo con P e r o hecha la paz en Lombardía, cesaron todos los
s u adversario maese L o r e n z o . M á s le obligó á esto el te- desórdenes, excepto los de Toscana y Roma, porque, á l o s
mor á nuevos desórdenes que el amor á la paz, porque cinco días de publicada la paz, murió el P a p a , ó por lle-
veía nacer entre los Colonna y los Orsini perniciosas ri- g a r el término de su vida, ó porque le matara el disgus-
validades. E l rey de N á p o l e s había quitado á los Orsini to por aquel convenio.
e n la g u e r r a con el P a p a el castillo de Tagliacozzo, dán- Dejó este Pontífice á I t a l i a en paz, aunque, en vida,
dolo á los Colonna, que seguían su partido. H e c h a des- siempre la tuvo en guerra. A su muerte todos los roma-
p u é s l a paz entre el P a p a y el Rey, los Orsini, en virtud, nos empuñaron las armas y el conde Jerónimo se retiró
d e los artículos de la misma, lo reclamaron. E l P a p a or- con sus tropas junto al castillo de S a n t ' Angelo. Temían
los Orsini que los Colonna quisieran vengar las recientes Desde que los genoveses hicieron la paz con los vene-
ofensas: los Colonna pedían que les devolvieran sus casas cianos, para terminar la importantísima guerra que m u -
y castillos, y de aquí nacieron, á los pocos días, muertes, chos anos antes tuvieron, no pudiendo satisfacer el go-
robos é incendios en muchos sitios de la ciudad. P e r o los bierno á los ciudadanos la g r a n suma de dinero que le ha-
cardenales persuadieron al conde Jerónimo para que les bían prestado, concedióles la renta de la aduana, determi-
e n t r e g a r a el castillo de S a n t ' A n g e l o , se f u e r a á sus n a n d o que cada cual fuera cobrando en proporción á sus
E s t a d o s y librara á Roma de su ejército; y el Conde, de- créditos, hasta que todas estas deudas quedaran extin-
seando conquistarse la benevolencia del nuevo Pontífice, guidas. P a r a las reuniones de los acreedores se les dió
obedeció, entregando el castillo, y yéndose á Imola. el palacio que hay junto á la aduana.
Libres los cardenales del miedo que tenían al Conde, E s t o s acreedores organizaron u n a especie de gobierno,
y privados los barones del auxilio que de él esperaban formando un consejo de cien de ellos que deliberase so-
en sus querellas, se procedió á l a elección de nuevo P o n - bre los asuntos de interés general, y otro de ocho miem-
tífice y, después de a l g ú n debate, fué elegido J u a n Bau- b r o s , que eran los directores de la corporación, y divi-
t i s t a Cibo, cardenal de Molfetta, genovés, que tomó el dían entre todos lo recaudado, formando partes ó cupones
nombre de Inocencio V I I I . E r a de carácter dulce, afa- que llamaban lugares (luoghi). L a corporación la t i t u -
ble y pacífico, é hizo deponer las armas, restableciendo laron de S a n J o r g e . E s t a fué su organización y forma
l a paz en R o m a . de regirse.
X X I X . Después de la paz de Lombardía, los floren- P e r o tuvieron necesidad las autoridades de la ciudad
t i n o s no podían estar en reposo, parecie'ndoles cosa in- d e acudir á la corporación de S a n J o r g e en demanda de
d i g n a y vergonzosa que un noble sin autoridad les hu- nuevos auxilios y , siendo ésta rica y bien administrada,
-biera despojado de la plaza de Serezzana, Y como e n el pudo prestarlos.
t r a t a d o de paz se estipulaba que 110 sólo se pudiera re- E l E s t a d o , que le había dado ya la renta de aduanas,
clamar lo perdido, sino hacer la guerra á quien impidiese le dió después sus terrenos, en fianza del dinero que.re-
reconquistarlo, se proveyeron en seguida de dinero y tro- cibía. L a s necesidades de la República y los servicios de
pas para recuperar á Serezzana. esta corporación h a n llegado á punto que San J o r g e
N o pareciendo á A g u s t í n Fregoso, que era quien ha- tiene en su administración la mayoría de l a s tierras y
bía ocupado á Serezzana, que podría defenderse con sólo ciudades sometidas á la República genovesa, las cuales
s u s fuerzas, dió la plaza al banco de San J o r g e . gobierna y defiende, y cada año les e n v í a l o s Rectores
. Como he de hablar diferentes veces del banco de San elegidos por público sufragio, sin que el E s t a d o inter-
J o r g e y de los genoveses, creo á propósito r e f e r i r l a s venga para nada.
instituciones, leyes y usos de Génova, que es u n a de las D e aquí ha nacido que los ciudadanos consideren t i r á -
principales ciudades de Italia. nica la administración pública, prefiriendo la de S a n
J o r g e por su equitativo y honrado proceder, que siempre menos que sus vecinos ú otros que estuvieran dentro d e
es igual, en medio de los fáciles y numerosos cambios ella se opusieran á su empresa contra Serezzana. A fin de
que ha sufrido esta República, sometida á veces á uno de comprometerles á ello, enviaron desde Pisa al campa-
sus ciudadanos, y á veces á un príncipe extranjero. mento g r a n cantidad de víveres y municiones con pe-
A s i , p u e s , cuando los F r e g o s o s y l o s A d o r n o s comba- queña escolta, para que los de P i e t r a s a n t a , por la debi-
ten por la soberanía, la mayoría de los ciudadanos n o lidad de é s t a , no la temieran, y por la importancia de l a
toma parte en la lucha, dejando que el gobierno sea presa presa excitara su codicia de apoderarse de ella.
del vencedor. S a n J o r g e sólo interviene cuando éste h a Sucedió lo que habían proyectado, porque los de Pie-
tomado posesión de la autoridad, para hacerle jurar la t r a n t a , viendo ante sus ojos t a n g r a n p r e s a , la arreba-
observancia de sus leyes, que h a s t a ahora h a n sido inva- taron ; lo cual dio á los florentinos justo motivo de
riables, porque, teniendo la corporación a r m a s , dinero y agresión y , prescindiendo por lo pronto de Serezzana,
gobierno, no, se puede tocar á ella sin riesgo de peligrosa acamparon junto á P i e t r a s a n t a , cuya guarnición era n u -
rebelión. E j e m p l o verdaderamente r a r o , no encontrado merosa y la defendía valerosamente.
por los filósofos en t a n t a s repúblicas como h a n visto ó Colocaron los florentinos en el llano su artillería, é
i m a g i n a d o , es el de que figure dentro del mismo E s t a d o , hicieron un reducto en la m o n t a ñ a para batir también la
entre los mismos ciudadanos, la libertad y la t i r a n í a , la plaza por aquella parte. E r a Comisario en el ejército J a -
pureza y la corrupción de las costumbres, la justicia y l a cobo Gaicciardini.
licencia; porque este establecimiento es el único que Mientras se combatía en P i e t r a s a n t a , la armada g e -
conserva en Génova las a n t i g u a s y venerables costum- novesa tomó y quemó el castillo de V a d a y , saltando á
bres. Y si ocurriera, lo que con el tiempo sucederá sin tierra la gente que conducía, corría y desvastaba las
d u d a , que S a n J o r g e sea dueño de todo el E s t a d o , será inmediaciones. A l encuentro de estas tropas fué enviado
Génova más memorable que Yenecia. con infantería y caballería Bongianni Gianfigliazzi que,
X X X . Cedió, pues, A g u s t í n Fregoso Serezzana á en p a r t e , contuvo su a u d a c i a , no pudiendo hacer l a s
S a n J o r g e , que la recibió de buen g r a d o , y tomó á su correrías con t a n t a impunidad.
cargo defenderla, alistando apresuradamente u n a a r m a d a L a a r m a d a , para seguir molestando á los florentinos,
y enviando tropas á P i e t r a s a n t a para impedir la comu- fué á L i o r n a , y con pontones y otros artefactos, se
nicación con el campamento de los florentinos, que es- aproximó á la torre n u e v a , batiéndola varios días con
t a b a ya cerca de Serezzana. sus cañones; pero, viendo que no conseguía n i n g ú n re-
L o s florentinos, por su p a r t e , deseaban apoderarse de sultado , se retiró vergonzosamente.
P i e t r a s a n t a , porque, sin tener dicha plaza, situada entre X X X I . E n t r e t a n t o en P i e t r a s a n t a se combatía dé-
P i s a y Serezzana, la ocupación de esta última no era de bilmente, por lo cual, animados los enemigos, a b i t a r o n
g r a n utilidad; pero no tenían pretexto para atacarla, á y tomaron el reducto de la m o n t a ñ a . E s t o l e s d i ó m u c h a
TOHO u . 1 3
fauia y tanto miedo á los florentinos, que estuvieron á t u n o Lorenzo de Médicis ir al campamento y , á los po-
p u n t o de dispersarse sin que les atacaran. Apartáronse cos días de llegar, fuá tomada la plaza.
cuatro millas de la plaza, y los jefes opinaron que, es- Se estaba ya en el invierno, y pareció á los jefes que
t a n d o ya en Octubre, debían tomar cuarteles de in- no debían seguir adelante su e m p r e s a , sino esperar la
vierno, dejando para la primavera la expugnación de primavera, máxime que aquel otoño, por el mal aire que
Pietrasanta. r e i n a b a , tenía lleno de enfermos el ejército, y muchos
A l saberse en Florencia este fracaso, produjo la ma- jefes lo estaban de g r a v e d a d , entre ellos A n t o n i o Pucci
yor Indignación á los principales miembros del gobierno. y Bongianni Gianfigliazzi, que, no sólo enfermaron, sino
P a r a reorganizar inmediatamente el ejército y restable- m u r i e r o n , con g r a n sentimiento de t o d o s : tanto f u é el
cer su reputación y su f u e r z a , eligieron por nuevos Co- afecto general q u e , sobre todo P u c c i , adquirió por su
misarios á A n t o n i o Pucci y & Bernardo del Ñero, que conducta en P i e t r a s a n t a .
con g r a n suma de dinero, fueron al campamento mos- Cuando los florentinos conquistaron á P i e t r a s a n t a ,
t r a n d o á los jefes la indignación de la Señoría, del go- enviaron los de Luca embajadores á Florencia á pedir
bierno y de toda la ciudad, si no regresaban con el ejér- esta plaza, como perteneciente á su república, alegando
cito al ataque de P i e t r a s a n t a , y el descrédito que que, entre las obligaciones impuestas por el tratado de
tendrían si t a n t o s capitanes con t a n t o ejército, sin paz de L o m b a r d í a , era u n a la de restituir á sus primiti-
tener enfrente más que u n a pequeña guarnición, no vos Señores todas las plazas que unos ú otros ocuparan.
podían tomar t a n débil plaza. Hiriéronles ver también N o negaron los florentinos la obligación; pero res-
la utilidad presente y las ventajas futuras que por esta pondieron que no sabían si, en la paz que negociaban con
conquista debían esperar, de t a l m o d o , que todos de- los genoveses, tendrían que devolverla á é s t o s , por lo
cidieron volver al ataque, empezando por reconquistar el c u a l no podrían disponer de ella h a s t a entonces. A d e -
reducto. A s í se h i z o , dándose á conocer entonces cuánto m á s , para el caso de tenerla que restituir á los de L u c a ,
pueden en el ánimo de los soldados la b o n d a d , afabili- era preciso que éstos pensaran en satisfacerles los g a s t o s
dad y cariñosas frases; porque A n t o n i o Pucci, ani- hechos y los daños ocasionados por la muerte de t a n t o s
mando á unos, prometiendo á otros, á este estrechando ciudadanos. Sólo cuando esto hicieran podían tener es-
la mano, abrazando á aquel, les hizo marchar al asalto peranzas de recobrarla.
con tanto í m p e t u , que reconquistaron el reducto en Transcurrió todo aquel invierno en las negociaciones
u n momento; pero no sin pérdidas, porque una bala de •de paz entre genoveses y florentinos q u e , mediando en
cañón mató á Antonio de Marciano. T a n t o asustó este ellas el P a p a , se practicaban en B o m a ; pero, no habiendo
ataque á los de dentro, que empezaron á t r a t a r de ren- terminado al llegar la primavera, los florentinos hubiesen
dirse. atacado á Serezzana, de 110 impedirlo la enfermedad de
P a r a dar m á s importancia á la victoria, juzgó opor- Lorenzo de Médicis y la guerra que estalló entre el
P a p a y el rey F e r n a n d o de Nápoles. Porque L o r e n z o , n o t r a el Rey, y así lo hicieron inmediatamente los prínci-
sólo padecía la enfermedad de la g o t a , heredada de su pes de Altemura, de Salerno y de Bisignano.
p a d r e , sino que le atacaron gravísimos dolores de estó- Metido el Rey en esta guerra imprevista, acudió á los
mago , siendole preciso tomar baños para curarse. florentinos y al duque de Milán en d e m a n d a de ayuda.
X X X I I . P e r o el motivo principal fué la guerra, que D u d a b a n los florentinos lo que debían hacer, porque pa-
tuvo el siguiente origen: recíales muy dañoso abandonar sus intereses por favore-
L a ciudad de Aquila, aunque sometida al reino de cer los ajenos, y muy peligroso empuñar de nuevo las ar-
mas contra la S a n t a Sede. Sin embargo, pospusieron su
Nápoles, vivía como libre, y tenía en ella grande autori-
utilidad y los peligros á los deberes de la alianza; toma-
dad el conde de Montorio (1485). Encontrábase cerca
Ton á sueldo á los Orsini y enviaron todas sus tropas, al
del Tronto con sus hombres de armas el duque de Cala-
m a n d o del conde de Pitigliano, hacia Roma, en auxilio
bria, con pretexto de apaciguar algunos tumultos ocurri-
del Rey.
dos entre los campesinos de aquellas comarcas y, proyec-
t a n d o someter por completo á A q u i l a á la obediencia del Organizó éste entonces dos ejércitos: el uno, mandado
Rey, mandó llamar al conde de Montorio, corno si qui- por el duque de Calabria, lo envió con dirección á R o m a ,
siera valerse de él en algo de lo que estaba ejecutando. y , unido al florentino, hizo frente al pontificio: el otro, á
Obedeció el Conde sin recelo alguno y, al llegar donde las órdenes del Rey, operó contra el de los barones su-
estaba el Duque, fué preso y enviado á Ñapóles. blevados. E n ambos campos se hacía la guerra con varia
C u a n d o en Aquila se supo esta prisión, se alarmó toda fortuna, h a s t a que, adquiriendo el Rey superioridad en
l a ciudad y, acudiendo tumultuosamente á las armas, f u é m u c h a s partes, en Agosto de 1486, por mediación de los
muerto A n t o n i o Concinello, comisario del Rey, y algu- •embajadores del rey de E s p a ñ a , se ajustó l a p a z , que
nos otros ciudadanos conocidos por ser partidarios del -aceptó el P a p a por haber sufrido reveses y no querer ex-
Monarca. P a r a tener quien en su rebelión les apoyara, ponerse más á los caprichos de la fortuna.
enarbolaron la bandera de la Iglesia y enviaron embaja- Uniéronse, pues, entonces todos los potentados de
dores al P a p a , concediéndole la ciudad y rogándole que, Italia, dejando únicamente fuera de la unión á los geno-
como cosa suya, la defendiera de la tiranía real. veses, como rebeldes del E s t a d o de Milán y usurpadores
Tomó el P a p a animosamente l a defensa de Aquila de propiedades de los florentinos.
porque, por motivos públicos y privados, odiaba al Rey, y H e c h a la paz, Roberto de S a n Severino, que en la
estando Roberto de San Severino enemistado con el go- g u e r r a había sido, como amigo, poco fiel, y como ene-
bierno de Milán, y sin compromiso de servir á ningún migo, poco peligroso, fué casi echado de R o m a por el
otro, lo tomó el P a p a á sueldo, haciéndole venir apresu- P a p a . Perseguido por los florentinos y por las tropas
r a d a m e n t e á Roma. Además, excitó á todos los amigos y •del duque de Milán, cuando pasó Cesena, viéndose casi
parientes del conde de Montorio á que se rebelaran con- alcanzado, emprendió la f u g a , y con menos de cien ca-
P a p a y el rey F e r n a n d o de Nápoles. Porque L o r e n z o , n o t r a el Rey, y así lo hicieron inmediatamente los prínci-
sólo padecía la enfermedad de la g o t a , heredada de su pes de Altemura, de Salerno y de Bisignano.
p a d r e , sino que le atacaron gravísimos dolores de estó- Metido el Rey en esta guerra imprevista, acudió á los
mago , siendole preciso tomar baños para curarse. florentinos y al duque de Milán en d e m a n d a de ayuda.
X X X I I . P e r o el motivo principal fué la guerra, que D u d a b a n los florentinos lo que debían hacer, porque pa-
tuvo el siguiente origen: recíales muy dañoso abandonar sus intereses por favore-
L a ciudad de Aquila, aunque sometida al reino de cer los ajenos, y muy peligroso empuñar de nuevo las ar-
mas contra la S a n t a Sede. Sin embargo, pospusieron su
Ñapóles, vivía como libre, y tenía en ella grande autori-
utilidad y los peligros á los deberes de la alianza; toma-
dad el conde de Montorio (1485). Encontrábase cerca
Ton á sueldo á los Orsini y enviaron todas sus tropas, al
del Tronto con sus hombres de armas el duque de Cala-
m a n d o del conde de Pitigliano, hacia Roma, en auxilio
bria, con pretexto de apaciguar algunos tumultos ocurri-
del Rey.
dos entre los campesinos de aquellas comarcas y, proyec-
t a n d o someter por completo á A q u i l a á la obediencia del Organizó éste entonces dos ejércitos: el uno, mandado
Rey, mandó llamar al conde de Montorio, corno si qui- por el duque de Calabria, lo envió con dirección á R o m a ,
siera valerse de él en algo de lo que estaba ejecutando. y , unido al florentino, hizo frente al pontificio: el otro, á
Obedeció el Conde sin recelo alguno y, al llegar donde las órdenes del Rey, operó contra el de los barones su-
estaba el Duque, fué preso y enviado á Ñapóles. blevados. E n ambos campos se hacía la guerra con varia
C u a n d o en Aquila se supo esta prisión, se alarmó toda fortuna, h a s t a que, adquiriendo el Rey superioridad en
l a ciudad y, acudiendo tumultuosamente á las armas, f u é m u c h a s partes, en Agosto de 1486, por mediación de los
muerto A n t o n i o Concinello, comisario del Rey, y algu- •embajadores del rey de E s p a ñ a , se ajustó l a p a z , que
nos otros ciudadanos conocidos por ser partidarios del aceptó el P a p a por haber sufrido reveses y no querer ex-
Monarca. P a r a tener quien en su rebelión les apoyara, ponerse más á los caprichos de la fortuna.
enarbolaron la bandera de la Iglesia y enviaron embaja- Uniéronse, pues, entonces todos los potentados de
dores al P a p a , concediéndole la ciudad y rogándole que, Italia, dejando únicamente fuera de la unión á los geno-
como cosa suya, la defendiera de la tiranía real. veses, como rebeldes del E s t a d o de Milán y usurpadores
Tomó el P a p a animosamente l a defensa de Aquila de propiedades de los florentinos.
porque, por motivos públicos y privados, odiaba al Rey, y H e c h a la paz, Roberto de S a n Severino, que en la
estando Roberto de San Severino enemistado con el go- g u e r r a había sido, como amigo, poco fiel, y como ene-
bierno de Milán, y sin compromiso de servir á ningún migo, poco peligroso, fué casi echado de R o m a por el
otro, lo tomó el P a p a á sueldo, haciéndole venir apresu- P a p a . Perseguido por los florentinos y por las tropas
r a d a m e n t e á Roma. Además, excitó á todos los amigos y del duque de Milán, cuando pasó Cesena, viéndose casi
parientes del conde de Montorio á que se rebelaran con- alcanzado, emprendió la f u g a , y con menos de cien ca-
ballos llegó á R a v e n a . L o s d e m á s s o l d a d o s , en p a r t e , n a d a , sino que los genoveses, m i e n t r a s se p r a c t i c a b a n
f u e r o n recibidos por el d u q u e de M i l á n , y en p a r t e d e s - estas negociaciones en R o m a , a r m a r o n muchos d e s u s
valijados por los campesinos. barcos y, sin que en F l o r e n c i a se supiera cosa a l g u n a ,
A j u s t a d a la p a z y reconciliado el rey d e Ñ a p ó l e s con desembarcaron tres mil i n f a n t e s y asaltaron el castillo
los barones, m a n d ó m a t a r á J a c o b o C o p p o l a y á A n t o - d e Serezanello, situado sobre Serezzana, y en poder d e
nello ( P e t r u c c i ) de A versa, con sus bijos, p o r q u e d u r a n - los florentinos. E s t o s reunieron i n m e d i a t a m e n t e sus t r o -
t e la g u e r r a revelaron s u s secretos al P o n t í f i c e . p a s en P i s a , al m a n d o de Virgilio Orsino, y se q u e j a -
X X X I I I . P o r el ejemplo que dieron en esta guerra, r o n al P a p a d e que, m i e n t r a s él negociaba la paz, los
conoció el P a p a la actividad y el celo de los florentinos genoveses les habían declarado la g u e r r a .
en c u m p l i r s u s deberes d e a m i s t a d , y á c a u s a d e ello em- E n v i a r o n después á P e d r o Corsini á L u c a p a r a m a n -
pezó á c a m b i a r en afecto la aversión q u e les tenía, pri- t e n e r la amistad de esta ciudad y á P a b l o A n t o n i o Sode-
mero por ser el P o n t í f i c e a m i g o de los genoveses, y des- rini á Yenecia p a r a sondear l a s intenciones de aquella
pués por el auxilio q u e dieron al rey d e Ñ a p ó l e s , é hizo- república; pidieron auxilio al rey de N á p o l e s y á L u i s
á s u s e m b a j a d o r e s m á s favores que d e costumbre. Sforza, y de n i n g u n o de a m b o s lo obtuvieron, p o r q u e el
Lorenzo de M é d i c i s conoció esta inclinación del P a p a , Iíey dijo estar receloso de la a r m a d a de los turcos, y
y procuró h á b i l m e n t e f o m e n t a r l a , porque j u z g a b a que Sforza, con d i f e r e n t e s p r e t e x t o s , excusó m a n d a r l o . A s í
convendría m u c h o á su a u t o r i d a d u n i r á l a a m i s t a d del sucede casi siempre á los florentinos, que se e n c u e n t r a n
R e y la del Papa. solos en la g u e r r a , n o h a l l a n d o en nadie el a r d i m i e n -
to con que ellos procuran acudir en auxilio de los otros.
Tenía el P o n t í f i c e ( 1 ) u n hijo, l l a m a d o F r a n c i s c o , y
deseaba procurarle E s t a d o s y aliados que le a y u d a r a n á • N o por ser a b a n d o n a d o s esta vez de los aliados se
defenderlos d e s p u é s d e su m u e r t e . N a d i e le pareció en a l a r m a r o n , p o r q u e n o era p a r a ellos u n a novedad este
I t a l i a m á s á propósito p a r a este objeto que L o r e n z o d e abandono. O r g a n i z a r o n u n ejército numeroso, á l a s ó r -
Médicis, y por ello obró de modo que éste diera á F r a n - denes de J a c o b o Guicciardini y P e d r o V e t t o r i , y lo e n -
cisco por esposa u n a de sus hijas. C o n t r a í d o este paren- viaron contra el enemigo, yendo á acampar j u n t o al río
tesco, deseaba el P a p a q u e los genoveses, p o r convenio, de la M a g r a .
cedieran á los florentinos Serezzana, m o s t r á n d o l e s que- E n t r e t a n t o los genoveses estrechaban el asedio d e
n o podían conservar lo que A g u s t í n F r e g o s o h a b í a ven- Serezanello, e m p l e a n d o contra él m i n a s y los d e m á s r e -
d i d o . ni éste pudo tampoco dar á la corporación de S a n cursos que t e n í a n en su p o d e r , por lo cual los C o m i s a r i o s
J o r g e lo que n o era suyo. N o sólo n o p u d o conseguir d e t e r m i n a r o n socorrerlo. E l enemigo n o esquivó la b a -
talla y, llegando á las m a n o s , fueron derrotados los g e -
noveses, q u e d a n d o prisioneros L u i s del Fiesco y o t r o s
(1) Fué casado antes de recibir órdenes sagradas y tuvo va-
rios hijos. m u c h o s c a p i t a n e s del ejército enemigo (1487).
N o asustó á los de Serezzana esta victoria, de tal
necianos, conforme á su constante fortuna, a j u s t a r o n la
modo que quisieran rendirse; al contrario, se prepararon
paz con los tudescos, no como vencidos, sino como ven-
obstinadamente á la defensa, y los Comisarios florentinos cedores: ¡tan honrosa f u é para su república! (1488).
al ataque, combatiendo valerosamente por ambas partes.
H u b o entonces también importantísimos disturbios
D u r a n d o mucho este asedio, decidió Lorenzo de Me- en la R o m a ñ a . Francisco de Orso, vecino de Forli, era
dirás ir al campamento. Con su llegada, nuestros solda- persona de grande autoridad en esta ciudad y llegó á
dos cobraron ánimo, y los de Serezzana lo perdieron ser sospechoso al conde Jerónimo, que repetidas veces
al ver la obstinación de los florentinos en el ataque y la le amenazó. Vivía Orso atemorizado, y sus parientes y
frialdad de los genoveses en socorrerles, por lo cual se a m i g o s le aconsejaron que, puesto que temía ser muerto
rindieron á discreción de Lorenzo, volviendo al poder de por el Conde, lo m a t a r a él primero, salvando de este
los florentinos. Todos, menos los autores de la rebelión, modo su vida.
fueron benignamente tratados. Tomada esta determinación, y decididos á realizarla,
D u r a n t e el asedio de Serezzana, L u i s Sforza envió su eligieron para su ejecución el día de mercado en Forli,
ejército á Pontremoli, para indicar que venia en nuestro porque, viniendo, durante él, muchos amigos suyos de
favor; pero, estando en inteligencia con algunos genove- las inmediaciones pensaron valerse de ellos, sin necesi-
ses, sublevóse el partido opuesto á los gobernantes y, dad de llamarles.
con el auxilio de aquel ejército, se entregaron al duque E r a el mes de M a y o , y la mayoría de los italianos
de Milán. tienen la costumbre de cenar con luz del día. Creyeron
X X X I V . Por entonces los tudescos declararon la los conjurados que el mejor momento para m a t a r al
guerra á los venecianos, y Boccolino de Osimo, en la Conde era el de la cena porque, mientras cenaba su fa-
M a r c a de Ancona, había hecho rebelar Osimo contra el milia, permanecía solo en su habitación. Acordado así,
P a p a , convirtiéndose en Señor absoluto de esta ciudad. f u é Orso á casa del C o n d e , dejó á sus compañeros en las
D e s p u é s de muchos accidentes, á persuasión de Lorenzo primeras habitaciones, llegó á la en que el Conde es-
de Médicis, devolvió Boccolino dicha ciudad al Pontífice taba, y dijo á su ayuda de cámara que le anunciara que-
y vino á Florencia, donde, bajo la garantía de Lorenzo, ría hablarle. F u é Orso introducido y, encontrando al
vivió muy considerado durante bastante tiempo. Después Conde solo, después de algunas frases sobre fingido
f u é á Milán, donde no encontró igual respeto á la pro- a s u n t o , le mató y , llamando á los cómplices, también
mesa de seguridad, porque le mataron por orden de L u i s m a t a r o n al ayuda de cámara.
Sforza. P o r acaso se presentó el comandante de la plaza en
E n su guerra contra los tudescos, fueron derrotados aquel momento para hablar con el Conde y , al llegar á la
los venecianos junto á Trento y muerto su general Ro- sala con pocos que le acompañaban, también le mataron
berto de San Severino. Después de este desastre, los ve- los asesinos.
Hechos estos homicidios, promovieron g r a n alboroto,
J u a n Bentivoglio, Señor de Bolonia, y , por celos ó por
arrojaron por u n a v e n t a n a el cadáver del Conde y, gri-
malos tratos del marido, ó por su mala índole, odiaba á
tando Iglesia y Libertad, armaron á todo el pueblo, que su esposo, h a s t a el punto que determinó quitarle los E s -
odiaba la avaricia y crueldad del C o n d e , saquearon la tados y la vida.
casa de éste y prendieron á la condesa Catalina y á sus
F i n g i e n d o enfermedad, se metió en la cama y ordenó
hijos.
que cuando Galeotto fuera á visitarla, le asesinaran algu-
Quedaba sólo por t o m a r la fortaleza para que esta em- nos de sus confidentes, escondidos en la habitación. A d e -
presa tuviera completo éxito; pero n o quería entregarla m á s dió cuenta del proyecto á su padre, que esperaba l a
el gobernador y r o g a r o n á la Condesa que le aconsejara muerte de su yerno para apoderarse del Señorío d e
rendirla. Prometió ella hacerlo si le permitían ir al cas- Faenza.
tillo y , en prenda de su promesa, les dejó sus hijos.
Llegado el momento fijado para este homicidio, e n t r ó
Creyeron los conjurados lo que les prometía y le permi-
Galeotto en la habitación de su esposa, según su cos-
tieron entrar en la fortaleza; pero, t a n pronto como es- t u m b r e , y estaba hablando con ella cuando los asesinos
tuvo dentro, les amenazó con la muerte y todo género salieron del escondite y , sin que él pudiera evitarlo, le
de suplicios en venganza del asesinato de su marido. L e mataron.
dijeron que m a t a r í a n á sus hijos y respondió que estaba
F u é grande el tumulto después de esta m u e r t e , y la
en edad de procrear otros.
esposa con un hijo pequeño que tenía, llamado A s t o r r e ,
A s u s t a d o s los conjurados al ver que el P a p a no les se refugió en el castillo. E l pueblo tomó las armas, y
ayudaba y al saber que L u i s Sforza, tío de la Condesa, J u a n Bentivoglio, con un tal Bergamino, capitán á sueldo
m a n d a b a tropas en auxilio de ésta, con todos los efectos del duque de M i l á n , con bastantes tropas preparadas
y bienes que pudieron llevar consigo se refugiaron en Cit- de antemano, entró en F a e n z a , donde estaba a ú n de Co-
t á del Castello. C u a n d o la Condesa recobró la posesión misario florentino A n t o n i o Boscoli.
de sus E s t a d o s vengó la muerte de su esposo con todo E n medio del desorden todos aquellos jefes se reunie-
género de crueldades. ron para convenir el gobierno de la ciudad; pero los
Sabida la m u e r t e del Conde, los florentinos aprove- hombres de V a l de L a m o n a , que al saber lo ocurrido
charon la ocasión para recobrar el castillo de Pancaldolir acudieron precipitadamente, atacaron á Bentivoglio y
que les había quitado hacía tiempo y, m a n d a n d o allí sus B e r g a m i n o , m a t a n d o á éste, ¡prendiendo á aquél y pro-
tropas, lo tomaron, pero murió en la empresa el famosísi- clamando la dominación de Astorre y de los florentinos,
mo arquitecto Cecca. á cuyo Comisario entregaron l a ciudad.
X X X V . Á este desorden ocurrido en la B o m a ñ a su- A todos desagradó en Florencia este suceso cuando lo
cedió otro no menos importante. supieron; sin embargo, hicieron poner en libertad á J u a n
L a esposa de Galeotto, señor de F a e n z a , era h i j a d e Bentivoglio y á su h i j a , y tomaron á su cuidado A s t o r r e
y la ciudad de F a e n z a , p o r v o l u n t a d de todo el pueblo. L a s hijas las casó u n a con J a c o b o S a l v i a t i , o t r a con
Á este desorden s i g u i e r o n o t r o s , d e s p u é s que termina- F r a n c i s c o Cibo, y la tercera con P e d r o Ridolfi. L a c u a r t a ,
r o n l a s g u e r r a s g r a n d e s e n t r e l o s E s t a d o s m á s podero- que, p o r t e n e r á su f a m i l i a u n i d a , la h a b í a casado con-
sos. D u r a n t e m u c h o s a ñ o s h u b o t u m u l t o s en la Romana, J u a n de Médicis, m u r i ó .
•en la M a r c a y en S i e n a , que, p o r su escasa importancia, Respecto á s u s d e m á s a s u n t o s p r i v a d o s , en el c o m e r -
j u z g o superfluo referir. V e r d a d es que los de S i e n a , cio f u é desgraciadísimo, p o r q u e l a s i r r e g u l a r i d a d e s d e
d e s p u é s que el d u q u e d e C a l a b r i a , e n la guerra de 1488, s u s d e p e n d i e n t e s , que a d m i n i s t r a b a n los negocios de
partió de aquel p u n t o , f u e r o n m á s f r e c u e n t e s , ocasio- L o r e n z o , no como h o m b r e p r i v a d o , sino como príncipe,
n a n d o rápidos c a m b i o s , e n l o s cuales u n a s veces domi- le hicieron s u f r i r g r a n d e s p é r d i d a s en d i f e r e n t e s p u n t o s ,
n a b a la plebe y o t r a s los n o b l e s . Q u e d a r o n éstos al fin siendo preciso que su p a t r i a le a y u d a r a con cuantiosa
d u e ñ o s d e la c i u d a d , y con m á s a u t o r i d a d que los demás s u m a de dinero del Tesoro público.
P a n d o l f o y J a c o b o P e t r u c c i , quienes, el uno por su pru- D e a q u í que, p o r n o exponerse de nuevo á los trances-
dencia y el otro por su v a l o r , llegaron á ser Señores de de la f o r t u n a , d e j ó l a s operaciones mercantiles y adquirió
•ella. dominios territoriales, como riqueza m á s sólida y segura.
X X X V I . T e r m i n a d a l a g u e r r a de Serezzana, vivieron E n las c o m a r c a s d e P r a t o , P i s a y V a l de P e s a c o m p r ó
los florentinos h a s t a el a ñ o d e 1 4 9 2 , en que ocurrió la g r a n d e s p o s e s i o n e s , cuyas r e n t a s y edificios y m a g n i f i -
m u e r t e de L o r e n z o de M é d i c i s , en g r a n d í s i m a prosperi- cencia no parecían de h o m b r e privado, sino de soberano.
d a d , p o r q u e L o r e n z o , u n a vez a s e g u r a d a la paz por su D e s p u é s de esto se dedicó á embellecer y a g r a n d a r su
influencia y a u t o r i d a d , dirigió s u s esfuerzos á engrande- ciudad; y, habiendo en ella g r a n d e s espacios sin edificar,,
c e r su casa y su patria. C a s ó á su hijo primogénito, P e - los llenó de n u e v a s calles y casas, que e n s a n c h a r o n y
d r o , con A l f o n s i n a , h i j a del caballero O r s i n o , y después h e r m o s e a r o n F l o r e n c i a , P a r a a s e g u r a r la t r a n q u i l i d a d d e
logró que á su s e g u n d o h i j o , J u a n , le concedieran la dig- sus h a b i t a n t e s y poder combatir desde lejos á los enemi-
n i d a d del cardenalato. L l e g ó é s t e á ser t a n famoso como gos, fortificó el castillo d e F i o r e n z u o l a , s i t u a d o en medio
e x t r a o r d i n a r i o f u é su n o m b r a m i e n t o de cardenal antes de los A l p e s , hacia Bolonia; en la dirección de Siena c o -
d e cumplir catorce a ñ o s ( l ) . E s t e f u é uno de los honores m e n z ó la r e s t a u r a c i ó n ele P o g g i o I m p e r i a l p a r a h a c e r l o
que m á s t a r d e elevaron la r e p u t a c i ó n de los Médicis has- i n e x p u g n a b l e s , y cerró á todo enemigo el c a m i n o d e G é -
t a l a s nubes. n o v a con l a c o n q u i s t a d e P i e t r a s a n t a y S e r e z z a n a . A d e -
N o le f u é posible a s e g u r a r e x t r a o r d i n a r i a fortuna á m á s , m a n t e n í a con subsidios y pensiones la amistad y
s u tercer h i j o , J u l i á n , p o r lo joven q u e era y lo poco que a d h e s i ó n d e los Baglioni en P e r u s a , d e los V i t e l l i en
L o r e n z o vivió. C i t t á d e C a s t e l l o , y el gobierno d e F a e n z a estaba en su
poder. T o d a s e s t a s disposiciones c o n s t i t u í a n u n a especie
( I ) Llego á ser Papa con el nombre de León X. d e b a l u a r t e p a r a la s e g u r i d a d de F l o r e n c i a .
D u r a n t e este período de paz procuró que abundaran
bas de su estimación y aprecio, y el Sultán de E g i p t o le
las fiestas en la ciudad, haciendo celebrar con frecuencia cumplimentó y envió regalos por medio de sus embaja-
torneos y representaciones de triunfos y sucesos de la dores. E l G r a n Turco le entregó á Bernardo Bandini,
antigüedad. Su propósito era mantener la abundancia en asesino de su hermano.
su patria, unido al pueblo y h o n r a d a l a nobleza.
Todas estas cosas le atraían la admiración de Italia.
E s t i m a b a g r a n d e m e n t e á los que sobresalían en cual- S u prudencia aumentaba diariamente su reputación, por-
quiera de las a r t e s ; favorecía á los literatos, de lo cual que era en discutir los asuntos elocuente é ingenioso,
pueden testificar A g n o l o de ^ l o n t e p u l c i a n o , Cristóbal en resolverlos sensato, y en ejecutar lo resuelto activo y
L a n d i n i y el griego Demetrio. E l conde J u a n de la Mi- animoso.
rándola, hombre casi divino, atraído por la magnificencia N o le censuraron vicios que obscurecieran sus virtu-
de Lorenzo de Médicis, prefirió Florencia á todas las otras d e s , aunque era aficionado á los placeres del amor y le
ciudades que había recorrido, p a r a fijar su residencia. deleitaba oir á los burlones y maldicientes y los j u e g o s
E r a n de su especial agrado l a m ú s i c a , la arquitectura pueriles más de lo que convenía á t a n grande hombre,
y la poesía, y compuso y comentó varias composiciones pues muchas veces se le veía tomar parte en los entrete-
poéticas. nimientos de sus hijos é h i j a s . Considerando estas afi-
P a r a que la juventud florentina pudiera ejercitarse en ciones unidas á las graves de los negocios públicos, pare-
el estudio de la literatura, f u n d ó la Universidad de Pisa, cía haber en él dos personas unidas por lazos incompren-
llamando á la enseñanza en ella á los hombres más sa- sibles.
bios que había entonces en Italia. E n sus últimos tiempos vivió lleno de molestias, cau-
P a r a f r a y Mariano de Chinazzano, de la orden de San sadas por la enfermedad que le afligía, produciéndole
A g u s t í n , porque era predicador notabilísimo, edificó un grandes dolores de estómago. Tanto se exacerbaron éstos,
monasterio junto á Florencia. que falleció en Abril de 1 4 9 2 , á los cuarenta y cuatro
L a fortuna y Dios le protegieron, y por ello todas sus años de edad.
empresas tuvieron feliz t é r m i n o , y las de sus enemigos Nadie murió, no sólo en Florencia, sino en Italia, con
desgraciado; porque, además d e la conjuración de los mayor fama de prudencia, ni fué más sentido. Vié-
Pazzi, quiso asesinarle B a u t i s t a Frescobaldi en el Car- ronse en el cielo muchos presagios de que su muerte
men, y Baldinotto de Pistoya en su casa de campo; pero sería principio de grandes calamidades, entre ellos un
todos recibieron, como también sus cómplices, el justo rayo que cayó en lo alto de la iglesia de S a n t a S e p a r a -
castigo por t a n malvados designios. t a , con t a n t a violencia que destrozó g r a n parte de la Ne-
N o sólo los príncipes de I t a l i a , sino los de países le- vadísima techumbre, con estupor y admiración de todos.
janos, conocieron con admiración su modo de vivir y su Lamentaron su muerte todos los ciudadanos y todos
fortuna. E l rey de H u n g r í a , M a t t í a s , le dió muchas prue- los príncipes de I t a l i a , dando de ello pruebas manifiestas,
p o r q u e todos, sin excepción, enviaron e m b a j a d o r e s á
F l o r e n c i a p a r a e x p r e s a r su sentimiento á esta República.
Y de que t e n í a n j u s t o motivo p a r a sentirlo, m u y p r o n t o
se conoció por l o s e f e c t o s ; porque, f a l t a n d o á I t a l i a s u s
consejos, no e n c o n t r a r o n los gobiernos medio de s a t i s f a -
cer ó r e f r e n a r l a ambición de L u i s S f o r z a , g o b e r n a d o r FRAGMENTOS HISTÓRICOS W
del d u q u e de M i l á n , por lo cual, i n m e d i a t a m e n t e d e s p u é s
d e la m u e r t e d e L o r e n z o d e Médicis, empezaron á n a c e r
las m a l a s semillas que, al poco t i e m p o , por no vivir q u i e n
sabía d e s t r u i r l a s , a r r u i n a r o n y a r r u i n a n todavía á I t a l i a .
AÑO DE 1494.

Quería el p a p a A l e j a n d r o V I que A l f o n s o ( 2 ) diera


su b i j a en m a t r i m o n i o á u n o d e los h i j o s de a q u é l , y
oponiéndose éste, se i n d i g n o h a s t a el e x t r e m o d e escri-
bir al rey de F r a n c i a que viniera á reconquistar el reino
de Ñ a p ó l e s ; d e s u e r t e que, si es cierto que Carlos p e n s a b a
ya en e s t a c o n q u i s t a , el consejo del Pontífice le decidió
FIN DE LA HISTORIA DE FLORENCIA. á emprenderla.
A ñ a d í a s e a esto que L u i s S f o r z a g o b e r n a b a el E s t a d o
de M i l á n como soberano y n o como t u t o r de J u a n G a -
leazzo, que ya era a d u l t o y á quien n o p e n s a b a e n t r e g a r
el gobierno, sino a p a r t a r l e de los a s u n t o s públicos, rete-
n i e n d o p a r a sí t o d a la a u t o r i d a d ; cosa m u y d e s a g r a d a b l e
p a r a el rey A l f o n s o , p a d r e d e H i p ó l i t a , esposa de J u a n
G a l e a z z o . P e r o F e r n a n d o , p a d r e de A l f o n s o , disuadía á
é s t e d e todo i n t e n t o contra Sforza, temeroso de que l l a -
m a r a á F r a n c i a en su a y u d a ; y p a r a disipar las sospechas

(1) Estos fragmentos históricos son trabajos preparatorios de


Maquiavelo para continuar la historia de Florencia.
(2) Hijo de Fernando, rey de Ñapóles.
TOMO IT. 14
p o r q u e todos, sin excepción, enviaron e m b a j a d o r e s á
F l o r e n c i a p a r a e x p r e s a r su sentimiento á esta República.
Y de que t e n í a n j u s t o motivo p a r a sentirlo, m u y p r o n t o
se conoció por l o s e f e c t o s ; porque, f a l t a n d o á I t a l i a s u s
consejos, no e n c o n t r a r o n los gobiernos medio de s a t i s f a -
cer ó r e f r e n a r l a ambición de L u i s S f o r z a , g o b e r n a d o r FRAGMENTOS HISTÓRICOS W
del d u q u e de M i l á n , por lo cual, i n m e d i a t a m e n t e d e s p u é s
d e la m u e r t e d e L o r e n z o d e Médicis, empezaron á n a c e r
las m a l a s semillas que, al poco t i e m p o , por no vivir q u i e n
sabía d e s t r u i r l a s , a r r u i n a r o n y a r r u i n a n todavía á I t a l i a .
AÑO DE 1494.

Quería el p a p a A l e j a n d r o V I que A l f o n s o ( 2 ) diera


su b i j a en m a t r i m o n i o á u n o d e los h i j o s de a q u é l , y
oponiéndose éste, se i n d i g n o h a s t a el e x t r e m o d e escri-
bir al rey de F r a n c i a que viniera á reconquistar el reino
de Ñ a p ó l e s ; d e s u e r t e que, si es cierto que Carlos p e n s a b a
ya en e s t a c o n q u i s t a , el consejo del Pontífice le decidió
FIN DE LA. H I S T O R I A DE FLORENCIA. á emprenderla.
A ñ a d í a s e a esto que L u i s S f o r z a g o b e r n a b a el E s t a d o
de M i l á n como soberano y n o como t u t o r de J u a n G a -
leazzo, que ya era. a d u l t o y á quien n o p e n s a b a e n t r e g a r
el gobierno, sino a p a r t a r l e de los a s u n t o s públicos, rete-
n i e n d o p a r a sí t o d a la a u t o r i d a d ; cosa m u y d e s a g r a d a b l e
p a r a el rey A l f o n s o , p a d r e d e H i p ó l i t a , esposa de J u a n
G a l e a z z o . P e r o F e r n a n d o , p a d r e de A l f o n s o , disuadía á
é s t e d e todo i n t e n t o contra Sforza, temeroso de que l l a -
m a r a á F r a n c i a en su a y u d a ; y p a r a disipar las sospechas

(1) Estos fragmentos históricos son trabajos preparatorios de


Maquiavelo para continuar la historia de Florencia.
(2) Hijo de Fernando, rey de Ñapóles.
TOMO N . 14
de L u i s Sforza, proyectó ir en persona á Génova, po- Italia, él y los demás italianos quedarían sujetos á su do-
niéndose así en sus m a n o s , reconciliarle con su hijo y minación; pero decidido á que viniera, envió embajadores
divorciar á su nieta, l a esposa de J u a n Galeazzo, casán- » Francia con dinero y encargo de hacer todos los es-
dola con L u i s S f o r z a . N o pudo realizar pronto este fuerzos posibles para que Carlos V I I I pasara los Alpes
proyecto, y Alfonso, menos prudente y más ardoroso Oyó el rey de Francia las proposiciones de los e m -
que su padre, comenzó á gestionar contra Sforza. bajadores de Sforza y las sometió á su C o n s e j o . E l
Creyeron muchos que el verdadero móvil de Alfonso almirante Jacobo Grandville las desaprobó; pero los de-
no era el amor á su h i j a n i el odio á L u i s Sforza, sino mas consejeros, pensando más en el botín que en los d a -
el deseo de apoderarse de L o m b a r d í a como herencia ños posibles, aconsejaron la empresa, quedando acor-
suya; porque, en efecto, F e l i p e Yisconti ( q u e no tuvo dado realizarla, después de t e r m i n a r l a s cuestiones pen-
hijos varones) la dejó á su abuelo A l f o n s o , para que la dientes con los E s t a d o s vecinos.
defendiera de los venecianos, quienes aspiraban á po- E s t a s cuestiones eran con el emperador de A l e m a -
seerla después de l a m u e r t e de Felipe. nia y con el rey de E s p a ñ a . Con el Emperador las arre-
L o primero que hizo Alfonso fué una alianza con glo por mediación de Sforza, y con el rey de E s p a ñ a
Florencia, aparentemente para seguridad de esta Repú- entregándole Perpiñán. Organizó u n a armada en M a r -
blica, pero en realidad para, apartarla de l a amistad de sella y envió embajadores á I t a l i a para sondear la opi-
L u i s Sforza. P e d r o de Médicis no consultó para ello á nión de los pueblos y reconocer el terreno. L a misión de
sus antiguos amigos, sino á nuevos consejeros. estos era asegurar que el rey Carlos no promovía guerra
Hecha la alianza con Alfonso, el papa A l e j a n d r o mudó por ambición, sino que, para reconquistar su reino, pedía
d e opinión y se unió á los aliados, reuniéndose éstos en auxilio ó, á lo menos, el paso libre.
Yicovaro y firmando el tratado. E l P a p a y los florentinos respondieron que no podían
E s t a liga alarmó á Sforza, que envió & Florencia romper su alianza con el rey de Ñapóles. L o s venecia-
embajadores para recordar á P e d r o de Médicis la anti- nos se excusaron con la necesidad de vigilar á sus anti-
g u a amistad y los peligros á que se exponía. Respondió guos enemigos los t u r c o s , aconsejando al rey de F r a n -
P e d r o vagamente q u e quería permanecer neutral en las cia desistir de la e m p r e s a , para no facilitar con ella la
calamidades que á I t a l i a amenazaban. Comprendió, entrada de los turcos en I t a l i a , y añadieron que, si se
Sforza, al saber esta respuesta, el fingimiento de Médicis, empeñaba en hacer la guerra, ellos permanecerían neu-
trales.
y determinó hacer todo lo posible p a r a que el rey de
Francia viniera á I t a l i a , después de permanecer algún Mientras duraban estas negociaciones intentó A l f o n s o
tiempo dudoso, porque veía en Italia u n enemigo impla- sublevar á Génova y quitársela á L u i s Sforza, organi-
cable y en F r a n c i a u n amigo de poca fe; supuesto que el zando una a r m a d a de treinta galeras y otras t a n t a s na-
rey Carlos no podía venir con poco ejército y, llegado & ves menores, que, al mando de su hermano Federico
envió á L i o r n a , y en la cual iban Obietto d e Fiesco y
P a b l o F r e g ó so, á q u i e n e s los A d o r n o s , que gobernaban a l g u n a s e s c a r a m u z a s , por n o recibir F e r n a n d o la o r d e n
d e d a r la b a t a l l a .
á G e n o v a en n o m b r e del d u q u e de M i l á n , habían des-
t e r r a d o . P o r su p a r t e los genoveses, con el auxilio del E n t r e t a n t o el rey Carlos partió de L y o n p a r a venir á
L o m b a r d í a y , d u r a n t e el viaje, corrió en su ejército l a
D u q u e , f o r m a r o n en G e n o v a u n a g r a n armada, y Car-
noticia de que S f o r z a le h a c í a traición, t a n acreditada,
los Y I I I envió al d u q u e de O r l e a n s con los suizos para
q u e en la d u d a d e si sería cierto, estuvo á p u n t o de volver
defender la plaza. L o s n a p o l i t a n o s fueron derrotados por
a t r á s ; pero el cardenal de S a n P e d r o in Vincala (1) di-
l o s genoveses al a t a c a r el castillo de Rapalle.
sipó sus temores y , t r a n q u i l i z a d o el R e y , d i j o : « V a m o s
D e s p u é s de e s t a victoria escribió L u i s S f o r z a á Pedro
d o n d e nos llama la g l o r i a de la g u e r r a , la discordia d e
d e M é d i c i s p i d i é n d o l e que f u e r a mediador en la paz. los pueblos y la a y u d a de los amigos.»
P e d r o le r e s p o n d i ó bien y obró m a l , porque dió cuenta
C o n t i n u a n d o el c a m i n o , pasó á I t a l i a por los A l p e s
d e todo á A l f o n s o , y además, p a r a enemistar al rey de
d e Ginebra y llegó á A s t i , población que había sido
F r a n c i a con S f o r z a , ordenó que el e m b a j a d o r de éste
largo tiempo de los f r a n c e s e s , y cuyos h a b i t a n t e s le sa-
f u e r a á verle en su casa, fingiéndose enfermo, y escondió
lieron al encuentro. A v a n z ó h a s t a el Tesino, d o n d e supo
en ella al del rey C a r l o s d o n d e pudiera oir la conversa-
la enfermedad del d u q u e d e Milán J u a n G a l e a z z o , que
ción. E n t ó n c e s hizo al e m b a j a d o r de S f o r z a leer la carta
m u r i ó poco tiempo d e s p u é s . E l R e y le v i s i t ó , satisfa-
d e éste. C o n ello a c e l e r ó l a v e n i d a d e l . r e y de Francia,
ciendo á L u i s S f o r z a e s t a visita, porque disipaba la sos-
porque, d e s e s p e r a d o S f o r z a de llegar á u n acuerdo, le pecha de que el D u q u e h a b í a m u e r t o e n v e n e n a d o como
a p r e m i a b a con l a m a y o r urgencia, lo cual fué causa de u n perro.
que el rey A l f o n s o , lleno d e dolor, se encerrara en su pa-
D u d a b a C a r l o s V I I I si debía dirigirse al reino d e
lacio h a s t a el p u n t o de correr la noticia de que estaba
Ñ a p ó l e s por la R o m a ñ a ó por Toscana, pues ambos ca-
loco. P e r o recobrado el ánimo, determinó hacer frente á
m i n o s ofrecían inconvenientes, siguiendo al fin la opi-
la m a l a f o r t u n a y e n v i a r el ejército m a n d a d o por su hijo
n i ó n de S f o r z a d e i r por T o s c a n a . E s t a d e t e r m i n a c i ó n
F e r n a n d o , á L o m b a r d í a , como obrando á nombre del
a s u s t ó á los florentinos. P e d r o de M é d i c i s , sin consejo
E m p e r a d o r y con l a e s p e r a n z a de quitar el E s t a d o á
ni apoyo, decidió salir al encuentro del R e y y , haciéndose
L u i s S f o r z a , p o r saber que allí le odiaban. Sforza hizo
n o m b r a r embajador, f u é á S e r e z a n a y d e s p u é s á d o n d e
venir á A u b i g n y con t r o p a s y n u m e r o s í s i m a armada á
el R e y estaba. E n c o n t r ó l e en el camino y, a r r o d i l l á n d o s e
Niza, Marsella y Génova.
E l rey C a r l o s v i n o á L y o n p a r a preparar y ordenar
(1) Este cardenal fué después el papa Julio II. San Pedro in
las cosas d e m o d o que A u b i g n y estuviera en la R o m a n a
T mcula es una iglesia de Boma, y era entonces costumbre que
a n t e s que F e r n a n d o , quien, a p r e s u r a n d o la marcha, llegó cada cardenal tomara el nombre de una iglesia de esta
á R a v e n a , j u n t o a l c a m p a m e n t o d e A u b i g n y , habiendo ciudad.
a n t e él, empezó p o r darle e x c u s a s , y acabó ofreciéndose
él y ofreciendo s u c i u d a d .
E l resultado d e e s t a conferencia f u é que el R e y pidió
p u s i e r a n en s u s m a n o s los florentinos las fortalezas y ASUNTOS DE MONTEPULCIANO—
. 1191.
l e e n t r e g a r a n g r a n c a n t i d a d de d i n e r o . E s c r i b i ó P e d r o
de M é d i c i s e s t a s d e m a n d a s á los m a g i s t r a d o s , y después
f u é á Florencia, p o r saber que a m e n a z a b a n allí desórde- E n P i e n z a , ciudad de Siena, á seis millas de M o n t e -
nes y para impedirlos. pulciano, h a b i t a b a la mayor p a r t e del año maese A n d r é s
Supiéronse con d e s a g r a d o en F l o r e n c i a las exigencias Piccolomini, sobrino del p a p a P í o I I , y tenía í n t i m a amis-
d e C a r l o s V I I I , y le enviaron n u e v o s e m b a j a d o r e s para t a d con m u c h o s d e M o n t e p u l c i a n o , e n t r e ellos con u n tal
evitar los males q u e a m e n a z a b a n á l a R e p ú b l i c a y con F r a n c i s c o P a g a n u c c i , que iba e n t o n c e s con frecuencia á
e n c a r g o de r e c o m e n d a r l a á la g e n e r o s i d a d del Rey. Siena por la enfermedad de su h e r m a n o maese B a r t o l o -
C u a n d o llegó á F l o r e n c i a P e d r o de Médicis, ya se mé Paganucci.
decía en t o d o s los círculos que h a b í a hecho traición y P o r entonces fué elegido podestà de C h i a n c i a n o A n -
v e n d i d o la c i u d a d , y a d e m á s llevado á ella á Virginio tonio Bichi, que gozaba de g r a n d e autoridad en S i e n a y,
Orsino con s u s t r o p a s . P o r e s t a s cosas su vuelta no fué como C h i a n c i a n o está á cuatro millas de M o n t e p u l c i a n o ,
g r a t a á nadie y sí odiosa á m u c h o s , t a n t o que todos h a - p o r cuestiones d e límites, t e n í a n los h a b i t a n t e s de a m b o s
blaban y a de r e c o b r a r la libertad. F u é P e d r o al Palacio, p u n t o s desde hacía m u c h o s años querellas y riñas. P r e -
y le r e c h a z a r o n ; volvió á su casa y , f a l t o d e consejo, in- t e x t a n d o a r r e g l a r estos asuntos, hablaba casi d i a r i a m e n t e
el citado Bichi con los d e Montepulciano, cuyos á n i m o s
t e n t ó en vano, o r a la fuerza, ora la persuasión. Sin po-
logró disponer c o n t r a los florentinos porque, por e n t o n -
der confiar en n a d i e , retiróse al fin con t o d o s los suyos
ces, la república de F l o r e n c i a h a b í a m a n d a d o establecer
á Bolonia.
en M o n t e p u l c i a n o el nuevo impuesto del diezmo, cosa
F e r n a n d o e s t a b a con su ejército en Cesena cuando
que llevaron á m a l s u s h a b i t a n t e s , m á x i m e h a b i é n d o s e
supo estos sucesos y, al verse p r i v a d o del auxilio de
convenido pocos m e s e s a n t e s entre la República y M o n -
l o s florentinos, q u e y a h a b í a n recibido al R e y , fué á tepulciano, que é s t o s p a g a r í a n en m o n e d a blanca, á con-
Roma. dición de recibir la sal u n a tercera p a r t e m á s b a r a t a .
P e d r o de M é d i c i s estuvo pocos días en Bolonia, dejó
A l cambiar el gobierno en F l o r e n c i a (1), viéronse los
allí á los suyos y se dirigió á V e n e c i a .
de M o n t e p u l c i a n o obligados á p a g a r í n t e g r o el i m p u e s t o
E n F l o r e n c i a r e i n a b a el mayor desorden

(1) Cuando, á la llegada de los franceses, fueron expulsados


los Médicis.
de la sal, y aun encarcelados los que no pagaban. P o r lo que ocurría, y oyendo los cañonazos, p r e g u n t a b a n la
todo esto determinaron sublevarse, realizándolo el 26 de causa de aquéllo, y les decían: «Los florentinos querían
Marzo del modo siguiente: primero acordaron apoderarse imponer grandes tributos para empobrecernos y comprar
del castillo, que estaba mal guardado y peor provisto de después nuestras bellas posesiones.» Reunidos g r a n nú-
víveres, es decir, de harina, vino y pan. L o custodiaban mero de los campesinos que viven á tres, cuatro y seis
cuatro soldados necios, de los cuales al menos tres pasa- millas de la ciudad, dominaron en ésta y, como la mayo-
ban el día fuera del castillo, quedando uno dentro para ría estaba ignorante de los tratos con los sieneses, deter-
abrir y cerrar la puerta. Tomaron, pues, los conjurados minó arrasar el castillo para que éstos no se apoderaran
la fortaleza á la mañana siguiente de haber determinado d e él. Con el ímpetu que el pueblo emplea en tales casos,
sublevarse. A l amanecer se apoderaron por engaño del lo derribaron gritando libertad, cosa que desagradó m u -
recinto y la guardia que allí había, y despue's, en menos cho á los conjurados.
de u n a hora se rindió el castillo, donde no había ni p a n
A n t o n i o Bichi, enfermo de gota, llegó conducido en
ni vino, abriendo las puertas el gobernador, que era un
u n a litera y presentó u n a acta en blanco, para que los
jovenzuelo. I n t e n t a r o n después apoderarse de la torre de
<Ie Montepulciano pusieran las condiciones de su unión
Chiane en el puente de Valiano, y no lo lograron porque
á Siena, donando á nombre de la Señoría de esta ciudad
uno de Montepulciano avisó á Bonzi, su gobernador.
g r a n cantidad de sal y cereales, y prometiendo llevarlos
E l podestá florentino, que era el anciano Rodolfo gratis. Conducido Bichi al palacio, expulsaron de él al
Falconi, supo la conjura y escribió á Florencia; pero ni Comisario florentino con su dinero y equipaje, quedando
le creyeron ni le contestaron, y no hubo medio de im- aquél de Comisario, y yendo en el mismo día á Siena como
pedir la sublevación. embajadores Mariotto y Miguel Agnolo, que, a g a s a j a d o s
A l g u n o s días antes enviaron de Siena á los conjura- allí, y vestidos de paño rojo, j u r a r o n fidelidad á Siena, por
dos una bandera azul, en la que habían bordado con le- miedo de que los florentinos se anticiparan á protestar é
t r a s de oro la palabra Libertas, y también u u g r a n d e impedir que Siena les aceptara como súbditos; porque,
escudo. Tomado el castillo, la enarbolaron, y aquella m a - e n cuanto se supo en Florencia lo ocurrido, inmediata-
ñana recorrieron con ella la población más de sesenta mente enviaron dos ciudadanos para aconsejar á los de
hombres, entre ciudadanos y plebeyos armados, y dada la Montepulciano mantuvieran su libertad, sin entregarse á
señal desde la torre del palacio de los Priores con antor- nadie; pero éstos nombraron poco después para ir á Siena
chas y cañonazos, algunos Comisarios sieneses, que esta- seis doctores, maese Jacobo, maese Tiberio, maese A g n o -
ban dispuestos en las inmediaciones, con toda la i n f a n - lo, P e d r o de Mateo, Francisco de Miguel A g n o l o y maese
tería que pudieron recoger, ocuparon la población y la L u i s , arcipreste, que debí citar el primero, con dos de la
fortaleza. campiña, Paulino de N e r i y Lorenzo de Segna quienes,
E l pueblo, y sobre todo los campesinos, no sabiendo perfectamente acogidos y honrados por los sieneses, reci-
bieron de é s t o s t r a j e s d e p a ñ o rojo, es decir, cada u n o E s t a n d o por entonces T o m á s Tosinghi de C o m i s a r i o
t r e s canas ( 1 ) d e e s t a tela, y sus criados calzas y jubo- en V a l i a u a , convino con el Consejo de los Diez en que
n e s . A su vuelta, se les confirmó el encargo p a r a q u e e n P a b l o Vitelli f u e r a secretamente de Castello á M o n t e -
M o n t e p u l c i a n o , y en el t é r m i n o de seis meses, fijaran l a s pulciano con quinientos infantes, caminando todo el d í a
condiciones de su unión á Siena. y p a r t e de l a noche, y que sus tropas, esto es, cien h o m -
E l ejército florentino a v a n z a b a h a c i a M o n t e p u l c i a n o , bres d e a r m a s y cien caballos ligeros, las t e n d r í a e n t r e
y pasó el río C h i a u a por la g r a n d e habilidad é ingenio Castiglione, C o r t o n a y Y a l i a n a .
del conde Ranuccio, que lo m a n d a b a ; porque los siene- Vitelli prometió e s t a r con sus i n f a n t e s en V a l i a n a
ses enviaron i n m e d i a t a m e n t e todas las t r o p a s que t e n í a n u n a s t r e s horas después d e anochecer, y estuvo m u c h o
e n Siena, y con p r e m u r a reunieron h o m b r e s de a r m a s , m á s t a r d e ; de suerte que e r a ya día claro cuando la i n -
siendo d e ellos algunos, esto es, niaese P e t r u c c i o con f a n t e r í a llegó j u n t o á Montepulciano, c a n s a d a y sin f u e r -
diez hombres d e a r m a s , J u l i o B e l l a n t i con otros diez, zas, por n o tener en la m a r c h a un m o m e n t o d e reposo.
B a l t a s a r Scipione t a m b i é n con diez, Ciño del G o t e y el Q u i s o Vitelli llevar consigo los citados hombres de ar-
señor J u a n Savello con comisión d e reunir unos sesenta, m a s y u n o s sesenta desterrados de Montepulciano q u e
y todos ellos, i n f a n t e r í a y caballería, acudieron al p u e n t e , e s t a b a n en V a l i a n a .
d e r r i b a n d o de él c u a n t o pudieron, é hicieron u n b a s t i ó n E s c a l a d a la plaza, y t o m a d a u n a p u e r t a , los a s a l t a n -
e n la m a r g e n del río. L l e g ó d e S i e n a un comisario d e tes, por n o ser socorridos, fueron rechazados y casi todos
l o s Cerchi, llevando cincuenta ducados, y esperaban q u e m u e r t o s . E s t e d e s a s t r e debióse á que los Vitelli n o q u i -
l o s florentinos n o p u d i e r a n pasar el C h i a n a , con lo c u a l sieron acudir al socorro, porque la gloria de la c o n q u i s t a
l o s d e M o n t e p u l c i a n o q u e d a b a n en paz y seguridad. n o sería p a r a ellos.
P e r o el conde R a n u c c i o pasó el río por t r e s p u n t o s : A l g u n o s días d e s p u é s , A n t o n i o Tarugi y su h i j o C r i s -
con barcas por m á s a b a j o y m á s a r r i b a del p u e n t e , y p o r tóbal, ambos de Montepulciano, ofrecieron e n t r e g a r d i c h a
el p u e n t e mismo, derrotando, m a t a n d o y prendiendo á p l a z a á los florentinos, y se convino realizar e s t a e m -
l o s sieneses. Recorrió d e s p u é s el territorio de M o n t e - p r e s a la noche d e C a r n a v a l (era Comisario T o m á s T o -
pulciano, cogiendo m u c h o g a n a d o m a y o r , y principió singhi, y m a n d a b a n la caballería Baudilio d e la Pieve y
in agro Politiano la construcción de u n g r a n d e , hermoso u n señor de F a e n z a ) ; pero, descubierta l a conjuración
y f u e r t e bastión; pero los florentinos, por temor á P e d r o aquella noche, y n o pudiendo reunirse los c o n j u r a d o s ,
d é Médicis, hicieron u n t r a t a d o con los d e M o n t e p u l - u n o s sesenta de éstos se arrojaron por los muros de l a
ciano, permitiéndoles d e s t r u i r este bastión y librándoles plaza. A l g u n o s f u e r o n muertos, y otros se dispersaron,
del miedo que les inspiraba. p o r q u e los florentinos n o les socorrieron. L o s sieneses
e x p u l s a r o n de M o n t e p u l c i a n o las mujeres é hijos d e los
( I ) Cana, medida igual próximamente á dos varas. conjurados. L o s j e f e s d e la conspiración fueron F r a n c i s c o
grande era su esperanza en el buen éxito de la empresa.
de Agnolo, su cuñado Nicolás de Puccio, J u a n de Tomás,
Mientras se discutía el asunto, llegaron nuevas c a r t a s
T o m á s del A r c i p r e s t e , maese Jacobo M o d e s t i , C l e -
de la corte de Francia relativas á la restitución de P i s a
m e n t e Salimbeni, Pedro de M a t e o , Benedicto del Monte,
y, queriendo el Consejo de los Diez aprovechar esta opor-
Miguel de Ramini, Mazzuolo, Lorenzo de Segna, Biagio
tunidad, las envió inmediatamente al ejército, antes d e
de Brincone, Bartolomé de Salvador, Lorenzo de P a s -
que hubiera levantado el campamento; pero no produje-
quino, P e d r o de Pedro, y u n maestro, Pablo de Servi,
ron mejor resultado que las primeras, porque los Comi-
fraile de la casa de los Cini.
sarios no pudieron presentarlas, publicando su contenido
por medio de un trompeta para que no tuviera excusa
D ' Antraigues. E n vista de la inutilidad de este recurso,
OCTUBRE, NOVIEMBRE Y DICIEMBRE DI 1495. realizaron el primer intento y, levantado el campo, l o
trasladaron á Cascina, no por la esperanza de tomar esta
plaza, sino para que los písanos no quedaran completa-
mente libres de la presencia del ejército.
Monseñor de Lila fué al Burgo de San Marcos y con
Corrió entonces el rumor de que el P a p a , los Orsini y
dificultad pudo conseguir permiso de D ' A n t r a i g u e s para ir
los sieneses querían restablecer la autoridad de P e d r o d e
á hablarle, acompañado sólo de dos hombres. C u a n d o
Médicis en Florencia, y que consentían en ello J u a n
llegó á él, le hizo saber la voluntad del Rey (Carlos V I I I ) .
Bentivoglio y la condesa de F o r l i ; que Virginio Orsino,
D ' A n t r a i g u e s respondió que no e n t r e g a n a á P i s a sin te-
con todos los suyos, y P e d r o de Médicis, seguido de n u -
ner cartas autógrafas del Rey y si monseñor Ligny n o
merosas tropas, habían salido del territorio de Roma,,
le ordenaba expresamente hacerlo.
reuniéndose entre F u l i g n o y Todi; que P e d r o se valía d e
Pareciendo á los Comisarios que este propósito era
unos veinticinco mil ducados adquiridos en Roma, y q u e
terminante, y habiendo carestía de todo, por no poder
esperaba entrar en Florencia con ayuda de los partida-
t r a e r víveres, hicieron saber á la Señoría que el mejor
rios que en dicha ciudad tenía. P o r estas noticias la Se-
partido era alejarse de Pisa, de cuyo mal resultaría u n
ñoría ordenó á los Comisarios que enviaran al conde R a -
bien, porque sería entonces m á s fácil socorrer los pun-
nuccio y al señor Octavio de Manfredi hacia Cortona, y
tos amenazados.
escribió al rey de Francia dándole cuenta de los enemi-
D u d a b a la Señoría l a determinación que debería t o -
gos que á los florentinos a m e n a z a b a n ; de cómo fortale-
m a r : de u n a parte le apremiaba alejar las tropas de
cía aquéllos el comandante francés de la plaza de P i s a ;
P i s a p a i a prevenir el peligro de aquel lado y socorrer
de la injusta conducta de éste y de la fidelidad de F l o -
otros p u n t o s ; de otra comprendía que esta resolución
rencia, comprobada por haber dado últimamente dinero
sería objeto de general censura, sabiendo cuánto desea-
á los Vitelli, que estaban al servicio del Rey.
ban los florentinos la continuación del asedio y cuán

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F u é enviado á Cortona L u c a s A n t o n i o de Albizzi, y diligencia del Comisario y , creyendo haber sido descu-
á Poggibonsi Braccio Martelli, y también se proveyó bierto, huyó sin dar aviso alguno. Pablo Orsino regresó
Yaliano, porque se ignoraba por dónde acometería el ene- á Castillo de la Pieve.
-migo; y para hacer frente á muchos que estaban en Ro- A l día siguiente supo el Comisario q u e , durante la
m a ñ a , mandaron á Lorenzo de Médicis á Mugello y á noche, se había visto entrar en Cortona á algunos rebel-
P e d r o Corsini á Castracaro. Temían por Cortona m á s des; que se había encontrado á corta distancia de la
que por n i n g ú n otro punto, á causa de saberse que Vir- ciudad caballería de los Orsini dirigiéndose á Castillo de
ginio Orsino estaba en Paniclierola y había dado dinero la Pieve y , hallando no lejos de los muros muchos
á Braccio, á sus hombres de armas y á su infantería; pedazos de escala, conjeturó que el enemigo fué con
pero comprendiendo 1a. necesidad de socorrerla, el reali- ánimo de apoderarse de la plaza, y le asustó tal intento,
zarlo era difícil y peligroso. Cortona era fuerte; pero, mal por no tener confianza en los habitantes; pero, por otra
aprovisionada s u c i u d a d e l a y sin poder batir la población, parte, le tranquilizó la idea de que no debían ser muy
ni había medio de obligar á l a obediencia á los h a b i t a n - fuertes los que vinieron , cuando no se atrevieron á
tes, n i convenía dejar así las cosas. Se determinó que el atacarla. Supuso, sin embargo, la existencia de un com-
conde Ranuccio, J u a n Pablo Baglione y la caballería li- plot, y puso t a n t a s guardias y espías h a s t a que al fin ave-
gera se dirigieran á aquel punto, y llevar además infan- riguó ser A n t o n i o Marcelli, uno de los principales ciuda-
tería de Valiano y de las guarniciones de todas las pla- danos de Cortona, quien había ayudado á e n t r a r á C o n s -
zas del Valle de Chiana, añadiendo otras tropas para tanzo. L a llegada de los hombres de armas y de la in-
formar un ejército que mantuviera obedientes á los de fantería alojados en las inmediaciones, le animó á des-
C o r t o n a y contrarrestara al enemigo. cubrir á los culpados, excitándole el pueblo mismo á
L o s Orsini con los rebeldes de Florencia habían prender y castigar á los traidores. Aprovechando la
a v a n z a d o ya en el Perusino h a s t a Castillo de la Pieve- ocasión y por el deseo de vivir seguro, ó al menos de
con esperanza de que Constanzo Beccaio, rebelde corto- conocer las verdaderas disposiciones de los habitantes,
nes, les hiciera entrar secretamente en C o r t o n a , para lo reunió el Consejo y dijo: « M e habéis rogado muchas
cual entraría primero Constanzo u n a noche y con sus veces que descubra á los culpados, etc.» Después de al-
amigos suscitaría un t u m u l t o que permitiera entregar guna discusión, dijo L u c a s que maese A n t o n i o Marcelli
u n a puerta á los Orsini. era quien había hecho entrar en la ciudad á Constanzo.
Convenido este complot, Pablo Orsino con unos cien A l oir estas palabras, ob mutuere omnes; pero avergon-
caballos ligeros y doscientos infantes se dirigió á Cor- zados de no determinar nada, después de t a n t a s prome-
t o n a . P u e s t o de acuerdo con él en lo que h a b í a de ha- sas, encargaron á dos de ellos buscar á Marcelli y, al
cerse, se le adelantó Constanzo Beccaio; pero, ya dentro volver éstos, dijeron que le habían encontrado en casa de
de la población, encontró la ciudad bien g u a r d a d a por la u n a m i g o suyo y ordenado venir ante el Comisario, pero
no quiso, por t e m e r , según decía, al C o m i s a r i o , á c a u s a
de haber hecho e n t r a r á C o n s t a n z o en C r e m o n a . E l
i n t e n t a r u n o s sublevar la ciudad y no querer otros q u e
NOVIEMBRE Y DICIEMBRE DE 1495.
se c a s t i g a r a á l o s culpados, convenció al Comisario d e
que n o podía fiar en los h a b i t a n t e s , y le i n d u j o á e m - t
plear la f u e r z a p a r a sujetarles, etc.
N o pudiendo los O r s i n i ocupar á C o r t o n a por sor-
A l m i s m o t i e m p o que presentaban á D ' A n t r a i g u e s la
presa como habían i n t e n t a d o , volvieron á G u a l d o con
c a r t a del rey de F r a n c i a , fué enviado A n t o n i o Mellini á
sus t r o p a s p a r a vivir á c o s t a de los que h a c í a n alarde d e
la L u n i g i a n a p a r a m o s t r a r l a también á los que ocupaban
n o ser s u s amigos, y creíase que V i r g i n i o O r s i n i dife-
las plazas de S e r e z a n a , Serezanello y P i e t r a s a n t a . E l
riría atacarnos resueltamente, d a n d o t i e m p o á que ocu-
castellano de S e r e z a n a respondió que n o le b a s t a b a la
rriera algo que e x c u s a r a su conducta, p o r q u e se n o t a b a
c a r t a del R e y p a r a e n t r e g a r la plaza, y que la d e L i g n y
su f a l t a d e deseo en c o n t i n u a r la g u e r r a . P o r otra, parte,
no t e n í a la c o n t r a s e ñ a que h a b í a n convenido. E l de Se-
sin g r a n d e s motivos n o podía r o m p e r s u s relaciones con
rezanello dijo q u e n o tenía encargo de rendirlo sino
P e d r o de Me'dicis, de quien era p a r i e n t e y con cuyo di-
c u a n d o h u b i e r a n sido e n t r e g a d a s Serezana y P i e t r a -
nero h a b í a equipado sus t r o p a s .
s a n t a , C u a n d o se debatía este negocio llegó orden d e
C u a n d o éste le i m p u l s a b a m á s á obrar, supo V i r g i n i o
L i g n y á dichos castellanos prohibiéndoles e n t r e g a r las
que el Comisario de C o r t o n a había descubierto la t r a i -
f o r t a l e z a s p o r q u e , hecho el acuerdo e n t r e F r a n c i a y la
ción en la ciudad, i n t e n t a n d o en vano c a s t i g a r á los cul-
L i g a , y necesitando él volver á Ñ a p ó l e s , quería, por s e -
pados, y que los cortoneses 110 c o n s e n t í a n la e n t r a d a en
g u r i d a d propia, poseer aquellos castillos, y a u n q u e al
la población de los h o m b r e s d e a r m a s .
m i s m o tiempo l l e g a r o n nuevas c a r t a s del Rey, tamen n o
E s t a s noticias hicieron confiar á los Me'dicis en que,
p r o d u j e r o n efecto alguno.
si se presentaban ante los m u r o s d e C o r t o n a , fácilmente
P o r e n t o n c e s vino F r a c a s s a á P i s a , y á l a condesa d e
se sublevarían sus h a b i t a n t e s y, a l e n t a d o s por esta espe-
I m o l a se le h a b í a muerto maese J a c o b o ( 1 ) , g o b e r n a d o r
r a n z a , determinaron m a r c h a r adelante, viniendo á a c a m -
de l a p l a z a y a m a n t e suyo, según se decía, n o sin escán-
par á Penicale, y d e s p u é s se p r e s e n t a r o n u n a m a ñ a n a en
dalo.
Orsaía, á dos millas de C o r t o n a , donde e s t u v i e r o n en v a n o
S e f u g ó t a m b i é n en aquel t i e m p o del c a m p a m e n t o
h a s t a la noche, p o r q u e el C o m i s a r i o reunió s u s f u e r z a s al
R i n i e r d e la S a s s e t a , convirtiéndose en rebelde d e los
pie del m o n t e y echó f u e r a de la población á los h a b i -
florentinos.
t a n t e s de Cortona, con lo cual quitó á los e n e m i g o s los
medios de a p r o x i m a r s e m á s á la población, y á los cor-
, toneses los d e sublevarse. E n vista d e ello, V i r g i n i o
(1) Jacobo Fei de Savona, su segundo marido.
TOMO I I . j5
Orsini se r e t i r ó ccn sus tropas, pasó al día siguiente el
puente de C k i a s i , y estableció su campamento entre Cal- g u e s y los písanos por mediación de los luqueses y, cuando
cione y L u c i g n a n o . llegó á Pistoya, enviaron á su encuentro á Pablo A n t o n i o
P o r el t e m o r que inspiraban los Médicis, la mayoría Soderini y á Lorenzo de Médicis, para que, sin dejarle
de nuestras t r o p a s estaban del lado por donde amenaza- pasar adelante, le indujeran á cumplir su misión en nues-
ban, y por l a p a r t e de P i s a se habían dejado sólo las in- tro favor.
dispensables p a r a g u a r d a r las poblaciones, siendo nombra- Persuadido Gimel, envió un emisario á P i s a con copia
do Comisario d e ellas A n t o n i o Canigiani q u e , c o n f o r m e d e las órdenes que tenía, la promesa del Rey de perdo-
á las órdenes d e l Consejo de los Diez, las distribuyó en n a r á D ' A n t r a i g u e s su desobediencia hasta entonces, y
guarniciones, p o r q u e había regresado á Florencia P a b l o la de los florentinos de darle las seguridades que quisiera
A n t o n i o Soderini, y antes fué relevado Francisco Y a - para su persona; pero el emisario, a p e n a s había salido de
lori. L o mejor, pues, de nuestro ejército estaba hacia la L u c a , f u é atacado en el m o n t e de S a n Julián, derribado
R o m a n a , á l a s órdenes de P e d r o Y e t t o r i , hombre prác- del caballo y , no sin peligro, salvó la vida. A l saberlo
tico y de g r a n reputación entre los soldados, que con Gimel, se trasladó con los demás franceses venidos de
suma diligencia observaba los movimientos del enemigo Florencia para el arreglo de estos negocios á L u c a , punto
cuya dirección era incierta, no sabiéndose por dónde aco- m á s cómodo para las negociaciones. E n t r e t a n t o se reci-
metería si por Y a l d ' A m b r a ó por Cl.ianti, porque P e d r o bieron nuevas cartas de la corte de Francia, diciendo que
de Medicis se h a b í a situado con sus tropas en Arezzo
el Rey había enviado otro emisario á D ' A n t r a i g u e s , para
para estar p r ó x i m o á la vía que se eligiera. N o m b r a d o
apresurar la rendición de Pisa, y el emisario era un cu-
\ ettori c o m a n d a n t e de Pistoya, le sucedió en el mando
ñado del dicho D ' A n t r a i g u e s , llamado monseñorButeaux,
Bernardo Ñ a s i que, con igual diligencia, vigilaba á los
quien, por el parentesco, esperaba convencerle. A l llegar
enemigos.
B u t e a u x á Toscana, se apresuraron á enviarle á L u c a y
de allí á Pisa, pero encontró que D ' A n t r a i g u e s había ca-
A s í las cosas, ocurrió la tregua entre F r a n c i a é I t a -
pitulado ya con los písanos.
lia; el Castelletto de Génova fué entregado en mano« del
A n t e s de salir B u t e a u x de Florencia se convino con
d u q u e de F e r r a r a , y el rey Carlos Y I I I volvió á F r a n -
é l en las señales que h a r í a al ejército florentino, cuando
cia. Hizo éste después nuevo t r a t a d o con Florencia y
D ' A n t r a i g u e s decidiera entregar á Pisa, y fué enviado
envío á Toscana á monseñor Gimel, con dinero para los
Pablo A n t o n i o Soderini á P o n t e d e r a , para concen -
i \ T S 1 0 , ' S m Í ' á fin d e 1 u e P e e r á n invadir el t r a r las tropas y acercarse con ellas, al ser llamado. E s -
reino de Ñ a p ó l e s , y con orden para que les devolvieran
t a n d o Pablo A n t o n i o observando sin cesar si veía ú oía
a los florentinos sus plazas aun ocupadas. L a venida de
m f u n d l
a l g u n a señal del lado de Pisa, advirtió que llevaban ar-
° esperanzas á los florentinos de poder in-
tillería á la ciudadela y hacían fuego. Creyó que era
terrumpir las negociaciones entabladas entre D ' A n t r i a -
señal de D ' A n t r a i g u e s en demanda de auxilio, y seguida-
mente avanzó con sus tropas. P a r a avisar á D'Antraigues
salir con nuestro ejército de Arezzo, y se dirigió á Civi-
que iba en su socorro, envió alguna infantería y caballe-
tella. Con esto, no sólo quitó al enemigo el ánimo de
ría á tomar la abadía de Sansovino, situada entre Cascina
avanzar, sino le hizo atender á su propia seguridad por
y P i s a , ordenando al resto del ejército dirigirse á dicho
el temor de ser atacado, temor que le obligó á retirarse
punto; pero llegó entonces uno de Pisa, y dijo que el
al B a g n o en Rapolano.
día anterior se había, verificado en esta ciudad uno pro-
N o estuvo allí mucho tiempo porque, desesperado
cesión solemne, con una bandera de Nuestra Señora de-
monseñor Gimel de poder cumplir su primera misión,
lante y todo el pueblo t r a s ella y que, al llegar la cabeza
que consistía en lograr nos fueran restituidas nuestras
de la procesión á la ciudadela, salió de ésta D ' A n t r a i g u e s
plazas, volvió á Florencia con Camilo Vitelli, y fué des-
con las llaves en las manos y, arrodillado ante el estan-
pués al encuentro de los Orsini para darles dinero y ha-
darte de N u e s t r a Señora, reprobó la tiranía de los flo-
cerles entrar al servicio del rey de Francia. L o s Orsini,
rentinos, recomendando á la Virgen la libertad de los
obedeciendo las órdenes del Rey, levantaron inmediata-
písanos y atestiguando con lágrimas en los ojos que si
m e n t e el campo y se dirigieron al reino de Nápoles.
ponía aquella ciudadela en manos de éstos, era por el
E n t r e t a n t o J u a n de Médicis se había apoderado de
convencimiento de la justicia de su causa y de la iniqui-
Vernio para prevenir que el Señor de aquel p u n t o , si
dad de sus adversarios. A ñ a d i ó que, hecho esto, los pí-
llegaba á ponerse de acuerdo con el enemigo, le dejara
sanos celebraron la posesión de la ciudadela con fuegos
pasar por él.
artificiales y g r a n d e s muestras de regocijo.
L a condesa de Imola tenía entonces desavenencias
Comprobadas dichas noticias por otros conductos, re-
con Astorre, Señor de F a e n z a , á quien no quería dar su
nunciaron los Comisarios á su empresa; retiraron las
hija, que pocos meses antes le había prometido, y favo-
tropas de Sansovino, y comprendieron que era indispen-
recía á Octavio de Manfredi que, con su auxilio y los de
sable acudir á la fuerza, puesto que la autoridad del Rey
Vicente y Dionisio de Naldo, entró en Berzighella y ganó
de Francia no bastaba para que cumplieran sus vasallos
para si todo el V a l de L a m o n a , procurando desde allí
los compromisos contraídos.
e n t r a r en F a e n z a ; pero no podía, sin el auxilio de los flo-
Mientras ocurrían estos sucesos en Pisa, no eran me-
rentinos, y lo reclamaba con grandes instancias. P o r los
nores los trabajos por otros lados á causa de la alarma
apuros en que estaban, no accediéronlos florentinos á fa-
que infundían las tropas de los Orsini, las cuales, per-
vorecerle, y permanecieron neutrales, sin auxiliarle ni
maneciendo en el territorio de Siena, mantenían la in-
prohibirle que intentara la fortuna de las armas, por lo
certidumbre y las sospechas en nuestros capitanes. P e r o
cual Astorre y los que gobernaban á F a e n z a , temerosos
á fin de que los Orsini tuvieran también que cuidar de
d e ser vencidos por Octavio de Manfredi, auxiliado por
su seguridad, y para ocupar sitio desde donde mejor pu-
los florentinos, se echaron en brazos de Venecia, Los
dieran impedir sus designios, determinó Bernardo N a r d i
venecianos aceptaron inmediatamente esta empresa y,
con p r e t e x t o de p a g a r los sueldos de cien h o m b r e s d e y los d e m á s que g o b e r n a b a n resolvieron enviar comisio-
a r m a s , les p r o m e t i e r o n diez mil ducados, recibiendo en n a d o s del gobierno á Capponi p a r a negociar con él, á fin
cambio F a e n z a u n g o b e r n a d o r veneciano. A causa d e d e g a n a r t i e m p o y con la e s p e r a n z a de que, si las nego-
esto, Octavio d e M a n f r e d i , que e s t a b a en B e r z i g h e l l a , s e ciaciones d u r a b a n a l g u n o s días, los florentinos se verían
retiró al territorio d e F l o r e n c i a , y sus p a r t i d a r i o s á las a p u r a d o s para defenderse de la l i g a , sabiendo que el d u -
p l a z a s f u e r t e s del valle. L l e g a d o á F a e n z a el g o b e r n a d o r que d e M i l á n y los d e m á s aliados iban á atacar á F l o -
veneciano, f u é i n m e d i a t a m e n t e á B e r z i g h e l l a , p a r a e s t a r rencia, como a m i g a de F r a n c i a (1).
s e g u r o , é hizo lo posible por atraerse á los de N a l d o ; pero F u e r o n , pues, á S t a g g i a , enviados p o r l a B a l i a , P a n -
n o p u d o conseguirlo y q u e m ó y a r r u i n ó sus casas, decla- dolfo P e t r u c c i y Nicolás B o r g h e s i , y con ellos L u c i o
r a n d o rebelde su p a r t i d o . B e l a n t i . Q u e j á r o n s e á C a p p o n i de que l a s cosas de Tos-
C u a n d o los O r s i n i salieron de Toscana p a r a ir al reino c a n a hubieran llegado á t é r m i n o s que, sin paciencia y
de Ñapóles, q u e d a r o n los sieneses sin t r o p a s . E s t a b a n en prudencia, n o se podían pacificar, y a m b a s v i r t u d e s d e -
F l o r e n c i a los d e s t e r r a d o s d e e s t a ciudad, y se pensó en bían ejercitarlas los m á s sensatos y m e n o s aficionados
valerse de ellos p a r a c a m b i a r el g o b i e r n o de Siena, á fin á a v e n t u r a s peligrosas. D e s p u é s de otros m u c h o s a r g u -
de que, agradecidos á este favor, q u e d a r a n aliados d e mentos, ofrecieron convenir en que, d u r a n t e t r e s a ñ o s ,
Florencia y les devolvieran Montepulciano. N e g o c i á b a s e n a d a se h a b l a r í a de Montepulciano, y pasado este tér-
para ello, f u e r a de S i e n a con los desterrados, y d e n t r o m i n o serían n o m b r a d o s dos á r b i t r o s , a m i g o s d e a m b a s
con Lucio B e l a n t i , d e s c o n t e n t o del Gobierno, que se e n - p a r t e s , que d e t e r m i n a r a n u n a indemnización p a r a l o s
florentinos. A u n q u e la proposición pareció a b s u r d a á
tendía con los florentinos por medio d e Braccio M a r t e l l i .
C a p p o n i , no quiso i n t e r r u m p i r las negociaciones, p a r a
D e s e a b a B e l a n t i , a n t e s d e acudir á la f u e r z a , g a n a r s e l a
que los sieneses confiaran en ellas y no temiesen que l o s
v o l u n t a d del mayor n ú m e r o de ciudadanos, p a r a q u e la
florentinos acudieran á la f u e r z a .
cosa f u e r a m á s fácil; pero á los florentinos pareció la
dilación d e m a s i a d o l a r g a y, excitados por los d e s t e r r a d o s D e s p e d i d o s los comisionados, aquella m i s m a noche
sieneses, d e t e r m i n a r o n concentrar i n m e d i a t a m e n t e t o d a s partió con s u s t r o p a s y, situándose en Fontebicci, a v a n z ó
s u s f u e r z a s y llevarlas a n t e los m u r o s d e Siena. A u n q u e h a s t a las p u e r t a s d e S i e n a y estuvo allí a l g ú n t i e m p o á
Braccio M a r t e l l i e s t a b a en l a s inmediaciones d e la ciu- caballo y con el ejército en orden de batalla, p a r a ver si
dad, enviaron h a c i a S i e n a á P e d r o C a p p o n i , y o r d e n a r o n los a m i g o s de los desterrados promovían a l g ú n d e s o r d e n
á B e r n a r d o N a s i que, con todas s u s t r o p a s , se t r a s l a d a r a d e n t r o de l a ciudad. P e r o nadie se movió en favor d e l o s
á S t a g g i a , y á P e d r o J u a n de Ricasoli que alistara en
(1) E n el original de este fragmento hay una nota de Ma-
el territorio de P i s a c u a n t o s soldados p u d i e r a .
quiavelo, que dice: La buena Jiirtuna de los franceses nos ha
A l saber en S i e n a todo lo o r d e n a d o , la llegada d e quitado el gobierno, y la mala nos quitará la libertad. Los
C a p p o n i á S t a g g i a y el m o v i m i e n t o de t r o p a s , P a n d o l f o acontecimientos realizaron esta predicción.
expatriados, fuera por falta de valor de Belanti fporque
de Serezana y Serezanello á quienes reclamó la devo-
los hombres son m á s atrevidos con la imaginación que
lución de estas plazas, á lo cual les inducía con buenas
con las obras), ó porque creyera demasiado numeroso el
razones y con dinero; pero aquéllos, sin negarse rotun-
ejército florentino, ó porque temiera que, con aquel pre-
damente á entregarlas, diferían con varios pretextos su
texto, procurara apoderarse de Siena. E l ejército se re-
rendición.
tiró á Fontebicci y, reunidos en consejo los Comisarios,
E n medio de esta incertidumbre, los genoveses, bien
los capitanes y los desterrados, para determinar lo qué
fuera por acuerdo secreto con los gobernadores de las
debía hacerse, se advirtió en los capitanes disgusto y te-
citadas plazas, ó bien por creer que, cerrando el camino
mor, y en los desterrados desilusión de que pudieran
á los florentinos obligarían á alguno de aquéllos á abrir-
realizarse sus brillantes promesas y positivas esperanzas
les las puertas, enviaron con dos Comisarios á Serezana
a n t e la admirable unión que había producido en Siena
unos mil infantes y doscientos caballos, que se situaron
el miedo á perder la libertad. Resultando, pues, la em-
entre Serezana y San Francisco. Llevaban bastante di-
presa difícil y dudosa, convinieron en que no debían per-
nero para asoldar más infantería y para someter á su
manecer allí, sino retirarse, siendo imposible a p a r t a r de
voluntad al gobernador. E s t e envió uno de los suyos á
esta opinión á los capitanes, tanto que, sin licencia de los
Galeotto para pedirle auxilio y manifestarle que, si no
Comisarios empezaron á enviar sus tropas hacia S t a g g i a ,
lo recibía, pronto tendría que rendirse.
volviendo á los dominios de Florencia, y regresando C a p -
Sabido esto en Florencia, envió inmediatamente el
poni á esta ciudad.
gobierno á Fivizzano á Lorenzo Morelli, con orden de
P a r a continuar las negociaciones que se tenían con
asoldar tropas en el territorio de Pisa y en el de Pistoya,
los sieneses quedaron sólo Braccio Martelli y J u a n Sa-
y de valerse de los recursos de la comarca y de los favo-
vello, á fin de que, perdida la e m p r e s a . n o se perdiera
res de los marqueses, que eran amigos. Ordenóse t a m -
también el crédito.
bién que D ' A n t r a i g u e s escribiera á aquel gobernador in-
P o r entonces fué concedida la gabela á los de Cor-
duciéndole á obedecer al rey de Francia, lo cual hizo,
tona, pero no á los de Arezzo, que también la querían.
porque los florentinos le prometieron que, si por su in-
tervención les restituían Serezana, procurarían ellos que
el Rey le perdonara su desobediencia.
F u é con Morelli un Comisario francés encargado por
FEBRERO DE 1496.
el Rey de hacer que le entregaran la plaza y, deseando
el Comisario entrar en Serezanello, determinó Morelli
que le acompañaran mil hombres de infantería, después
A l g u n o s meses antes había sido enviado Galeotto de
de obtener del m a r q u é s Gabriello que le dejara libre el
P a z z i á la Lunigiana para negociar con los gobernadores
paso por sus tierras. Salieron de Certano y, al llegar á
las posesiones del marqués Gabriello y ser descubiertos
que ab initio había proyectado entregarla á los genove-
oyeron que hacían fuego de artillería en Fosdovino.
ses y que supo disimularlo mejor que el de Serezana. E l
L l e g a d o s junto á esta plaza, observaron que estaban to-
día 4 de Marzo la entregó por seis mil ducados para él
mados el paso y algunos de los montes inmediatos, de
y sus compañeros.
suerte que los nuestros, por no poder seguir adelante,
Pareció á Lorenzo Morelli que nada tenía que hacer
retrocedieron. E l comandante de Serezana creyó enton-
allí y, dejada la guardia conveniente, después de fortale-
ces la excusa legítima y entregó la fortaleza á los geno-
cer el ánimo de los aliados, regresó.
veses, que le recompensaron con u n a cantidad de dinero.
Cuando partieron los florentinos del territorio de
E s t o puso t é r m i n o á las negociaciones, de acuerdo con
Siena, los sieneses, porque no tuvieran motivo para vol-
el m a r q u é s Gabriello.
ver y para ganar tiempo h a s t a que Milán ó Yenecia se
declararan contra ellos, reanudaron las negociaciones.
Vino J u a n Savello y enviaron algunos ciudadanos
MARZO D i 1496. sieneses á Braccio; pero, no resultando nada provechoso,
ni prestándose fe á l o s de Siena, fué llamado Braccio á
Florencia.
E n aquel tiempo atacó Criaco á V a d a y la tomó p o r
Tomada Serezana, quedaba Serezanello, y se creía po-
capitulación. E s t e p u n t o era importante para cortar el
derlo recuperar fácilmente, porque el gobernador siem-
camino de Liorna á P i s a .
pre se había mostrado amigo; pero juzgábase difícil con-
Se ordenó, para no perder tiempo, que fuera el ejér-
servarlo, y, por otra parte, se veía que, perdiéndolo, arries-
cito á B u t i . Bernardo de Biacceto, que era el Comisario,
gábase la pérdida de toda la L u n i g i a n a .
fué con las tropas el 10 de M a r z o , y el 12 la tomó, por-
D u r a n t e estas vacilaciones, el gobernador hizo saber
que los butieses, apenas vieron derribado el muro, se
á los Comisarios que, si dentro de tres días no iban en su
rindieron después del primer asalto, con condición de
socorro, entregaría la plaza á los genoveses, porque la te-
salvar la vida y los bienes.
nían sitiada y carecía de víveres.
Determinóse ir inmediatamente contra V i c o , pero l a
Los florentinos determinaron enviar u n a noche al Co-
negligencia y malas costumbres de los soldados obliga-
misario francés para persuadir al gobernador de que
ron á diferirlo. P a r a aumentar el ejército y atacarlo con
tuviera la plaza, al menos u n m e s , á nombre del Rey,
mayor ímpetu, sacaron los florentinos infantería de P i s -
ofreciendo pagarle la guarnición. Esperaban que, en este
toya y de P r a t o , á fin, de qué, en unión con Bernardo de
plazo, ocurriera algo favorable á ellos. F u é el Comisario,
Diacceto, hicieran todos los esfuerzos posibles. Llegados
pero no pudo vencer la obstinación del gobernador, aun-
los jefes y los Comisarios, juzgaron que no tenían g e n t e
que tenía víveres para dos meses. Por esto se conoció
b a s t a n t e para apoderarse de Vico, y fueron á Calci.
P u e s t a la artillería. y dado u n asalto, la tomaron por
donde hubiese estado casi sitiada si no acudieran, por or-
capitulación.
den del Comisario, J u a n Pablo Baglione, Carlos del
P a r a asegurar la conducción de los víveres dejaron los
Monte y Octavio de F a e n z a , que estaban con sus tro-
Comisarios en los montes, cerca de la Verrucola, cuatro-
pas entre Pontedera y Bientina,
cientos soldados. L o s písanos, con {«-opósito de socorrer
Aprovechando los pisanos el favor de la fortuna, mien-
á B u t i ó de cortar el ejército, atacaron y vencieron este
tras los nuestros estaban batidos unos, y ocupados otros
destacamento, apoderándose de un convoy que estaba á
en reorganizarse, saquearon una noche á Tremoleto
p u n t o de pasar. L o s Comisarios, que ya se habían apo-
(Mayo de 1496); y lo que infundió más terror, fué el
deradoMe Calci, para recuperar el puesío de la Verru-
recibir los pisanos nuevos socorros de infantería y caba-
cola, enviaron dos regimientos y tras de ellos todo el
llería, enviados por los venecianos.
ejército, después de desmantelar á Calci tanto como lo
N o fiando los florentinos en la fe de los comandantes
permitió el tiempo que allí estuvieron. Determinaron
franceses de las plazas fuertes, y descuidando el negocio
t o m a r por fuerza la Verrucola por creer que, privados los
de P i e t r a s a n t a , fué más lícito á los luqueses realizar
pisanos de Buti, Calci y l a Verrucola, quedaría Vico á
su deseo de poseer esta plaza. P a r a ello, convinieron con
discreción de los florentinos, que podrían estrechar m á s
el gobernador entregarle 25.000 ducados, y se apodera-
á sus defensores. P o r ser la Verrucola sitio áspero, acor-
ron de ella, á despecho de florentinos y genoveses.
daron los jefes quedar allí sólo con la infantería, y en.
E n t r e t a n t o , nuestro ejército, que en gran parte estaba
viaron los hombres de a r m a s á alojarse al B u r g o de B u t i .
en Bientina, provocado y atacado casi diariamente por
L o s florentinos colocaron un mortero frente al muro por los pisanos que había en Vico, salió u n día contra ellos
donde pensaban dar el asalto. L o s pisanos temían per- y, poniéndoles u n a celada en que cayeron, mataron 'y
der la plaza, y su general L u c i o , sabiendo cuán desor- prendieron á muchos. De nuestra parte murió Francisco
denadamente se alojaban sus hombres de a r m a s en el Secco.
B u r g o de Buti, determinó atacarles. A l efecto, después Nuestro campamento estaba entonces en Cecina, y l o s
de hacer descansar sus tropas, salió una tarde de Vico, pisanos vengaron pronto esta derrota porque, á los pocos
y á media noche, cuando dormíanlos hombres de armas,' días, puestos de acuerdo con algunos de P o n t e de Sacco-
cayó sobre ellos, les desvalijó y les hizo prisioneros á para repartirse el botín, asaltaron de improviso esta plaza
casi todos. L o s que pudieron escapar sobre los caballos y desvalijaron dentro de ella cincuenta caballos y tres-
sin sillas, huyeron por los m o n t e s , uniéndose á nuestra cientos infantes, saqueando además toda la comarca;
infantería. pero, desconfiados de poder conservarla en su poder, se
A l saber los pisanos la victoria de Luzio. atacaron con retiraron con el botín á P i s a .
el resto de su ejército á la infantería que,' asustada por E l ejército florentino se trasladó de Cecina al lado de
la derrota de la caballería, huyó hasta dentro de Buti, acá de Bientina, por bajo de Montechio.
z a s y pocos p u u t o s q u e g u a r n e c e r , podían ofendernos, y
empezaron á recorrer los dominios de Florencia, pene-
t r a n d o p r i m e r o por V a l d e Nievole. Temió el Comisario
J I I O DE 1196.
por P e s c i a , y acudió con cien caballos, l l e g a n d o á t i e m p o
d e impedir el incendio del B o r g o en B u g g i a n o . E l ene-
migo volvió a p r e s u r a d a m e n t e á P i s a y, para impedir á
V i n o corno e m b a j a d o r de F r a n c i a m o n s e ñ o r de A i x .
los n u e s t r o s c o n c e n t r a r s e , y en v i s t a de que e s t a b a defen-
E n el m e s de M a y o h u b o u n a t e n t a t i v a de desorden,
dido V a l d e Nievole, salieron los pisanos por las colinas,
c a p i t a n e a d a p o r J u a n Benizi, que quiso o r g a n i z a r á su
y a t a c a r o n v i g o r o s a m e n t e á L a r i , que rechazó el a t a q u e .
g u s t o l a S e ñ o r í a ; pero los conspiradores f u e r o n encerra-
A l regresar, i n t e n t a r o n , con i g u a l infeliz é x i t o , a p o d e -
dos en l a cárcel como locos.
rarse d e S a n t o R e g o l o . Imposible f u é evitar estas corre-
P i d i e r o n licencia B e r n a r d o de Diacceto y P e d r o P o - rías de los pisanos, y la R e p ú b l i c a t u v o que rescatar l a s
poleschi, y se les concedió, reemplazándoles en el cam-
presas que en ellas hicieron.
p a m e n t o P e d r o J u a n d e Ricasoli. E n t r e t a n t o los pisa-
nos a u m e n t a r o n s u s f u e r z a s con n u e v a s t r o p a s enviadas
p o r los venecianos, á l a s órdenes de u n nuevo proveedor.
E s t a s t r o p a s e r a n seiscientos estradiotas (1) y, por su JULIO DE 1196.
l l e g a d a , j u z g a r o n los nuestros que e r a peligroso conti-
n u a r en Calci. P a r a que el enemigo n o se aprovechara
d e e s t a p l a z a , d e s t r u y e r o n s u s fortificaciones. L e v a n -
L o s pisanos se a p o d e r a r o n de la Y a i a n a .
t a n d o el c a m p a m e n t o d e M o n t e c h i o , se retiró el ejército
N u e s t r o ejército, a d e m á s d e t e n e r que g u a r d a r m u -
d e t r á s d e P o n t e d e r a , á posición que le pareció m u c h o m á s
f u e r t e y á propósito p a r a a g u a r d a r r e f u e r z o s . c h a s poblaciones y de ser inferior en n ú m e r o al enemigo,
era presa d e no pocas discordias. E l Conde, m a e s e H é r -
E s t a b a la p l a z a de B u t i bloqueada, y quisieron los cules, los j e f e s t o d o s y el partido d e cada cual de ellos
florentinos proveerla de víveres; pero a p e n a s salió el con- e r a n t a n o p u e s t o s u n o s á otros, que lo poco bueno que
voy de B i e n t i n a , acometieron los p i s a n o s á la escolta de pudiera hacerse impedíanlo estas rivalidades. A c a u s a d e
t a l modo, que t u v o necesidad de r e g r e s a r al p u n t o de
ellas, y por el t e m o r de la g u a r n i c i ó n de B u t i , que n o
partida.
h a b í a sido socorrida, j u z g a r o n oportuno los p i s a n o s i n -
L o s pisanos, por su p a r t e , t e n i e n d o n u m e r o s a s f u e r - t e n t a r la r e c o n q u i s t a de e s t a plaza y, a p e n a s se presen-
t a r o n a n t e ella, los d e d e n t r o capitularon. T o m a d a B u t i ,
(1) Los estradiotas eran tropas ligeras, reclutadas en la Al- volvieron á Cecina.
bania y en Grecia para el servicio de Venecia, Movióse el ejército florentino p a r a socorrer á B u t i ;
pero no llegó á tiempo, sirviendo su marcha t a n sólo
dos, no pudieron escapar, como quisieron, y muchos fueron
para mantener en alarma á los písanos é impedirles rea-
desvalijados. A l saber lo ocurrido, los que estaban de-
lizar su deseo de ir á Bientina.
lante del castillo huyeron, sin esperar que les echaran.
P o r entonces murió en el reino de Ñapóles Camilo
Desde entonces, y durante algún tiempo, nada i n t e n t a -
Vitelli.
ron contra los florentinos.
L o s venecianos, para infamar á los florentinos y pri-
Nuestro eje'rcito contra P i s a fué entretanto á V a i a n a
varles de la compasión que ya inspiraban, hicieron co-
y, acometido por el en emigo, le rechazó vigorosamente,
rrer fama de que trabajábamos p a r a que el turco empren-
y tomó la plaza. E n esta acción murieron Nicolás de
diera guerra contra ellos y contra la cristiandad.
Marciano y dos hombres de armas franceses.
D e s p u é s de esta conquista, vino un nuevo proveedor
veneciano á Pisa con dinero, asoldó bastante gente de
AGOSTO DE 1496. infantería, que animó mucho á los písanos, y los nues-
tros, no j u z g á n d o s e bastantes para tomar la ofensiva, de-
terminaron estar á la defensa.

N o había entonces tranquilidad en la Lunigiana, porque


los marqueses de aquella comarca molestaban de continuo
nuestro territorio. P o r ello Borgo Rinaldi, noticioso de SEPTIEMBRE DE 1496.
que querían saquear un castillo nuestro, organizó sus
tropas y, puestas parte de ellas en una celada, se situó
con la otra sobre un cerro que dominaba el terreno por
Veíanse los florentinos atacados por todas partes, p o r -
donde venía el enemigo. É s t e vió al amanecer á los nues-
que los pisanos hacían los mayores esfuerzos para qui-
tros y, por ser pocos, les desdeñó, juzgando segura la
tarles el bastión de Stagno, donde enviaron tropas con
toma del castillo y nuestra derrota. Dividió, pues, su
artillería.
gente en dos cuerpos: situó uno en el punto por donde
H a b í a n además disminuido sus fuerzas por la retirada
podía salir la guarnición del castillo, y envió el otro al
del duque de Urbino, descontento de la Bepública á
cerro para atacar á los nuestros. E s t o s , al acercarse los
causa de que unos ciudadanos desconfiaban de él por su
contrarios, volvieron las espaldas, huyendo en el mayor
poca pericia en la guerra, y otros deseaban se marchase
desorden, para que el enemigo tuviera mayor deseo de
para reemplazarle con capitanes á su devoción. Sin em-
perseguirles. A s i l e llevaron á la celada. Saliendo enton-
bargo, su retirada fué peligrosa en aquel momento, por
ces los que estaban escondidos y volviendo los que h u í a n ,
tener Florencia sobrados enemigos y por la sospecha de
el combate cambió de aspecto. Acometidos por todos la-
que el de U r b i n o se pusiera de acuerdo con los sieneses
TOMO I I . jg
victoria obtenida, determinaron atacar á los restos del
N o encontraron en Milán los embajadores ni al Duque
ejército pisano, y dispuesta u n a emboscada en la selva,
ni al E m p e r a d o r ; pero supieron que estaban en Tortona;
enviaron delante u n cuerpo de caballería ligera que n o
f u e r o n allí, encontrando al Duque, m á s no al E m p e r a d o r ,
encontró á nadie, se esparció por l a campiña y robó y que- •que había marchado á Génova para estar en tierras suyas
mó las posesiones de los de M o n t e p u l c i a n o . y asustar más á los florentinos.
Llegó por entonces á F l o r e n c i a un embajador del E m -
Determinaron los embajadores hablar con el Duque,
perador, manifestando que el R e y de Romanos quería
y le recordaron la antigua amistad de su familia con el
bajar á Italia para ir á R o m a , y que su intención era
Gobierno florentino; excusando las cuestiones pasadas
restablecer la paz en l a cristiandad, empezando por I t a - con la necesidad que les apremiaba, y excitándole á que
lia. P e d i a que los florentinos se declararan en favor de se ocupara más de sus vecinos los venecianos, que podían
l a Liga, quejándose de su adhesión á los franceses, y que ofenderle, que de nosotros los florentinos, obligados á
cesaran en sus ataques á los písanos. m a n t e n e r su poder.
Respondiéronle que enviarían embajadores, siendo
Contestóles benévolamente que había sido la causa de
nombrados al efecto el obispo P a z z i y Francisco Pepi, la libertad de los florentinos y quería ser mantenedor de
que partieron el 14 de Septiembre. Sus instrucciones ella, pero les aconsejaba se portaran como buenos italia-
consistían en demostrar al E m p e r a d o r la necesidad que nos con los demás potentados de I t a l i a ; que, en verdad,
habían tenido en todos los tiempos de seguir á Francia les prometió P i s a otras veces si se adherían á la Liga,
antes de que los franceses vinieran á Italia, mientras en pero ahora no podían prometerlo ni él ni ningún otro
ella estuvieron, y después de p a r t i r , por impotencia pri- príncipe, por ser a s u n t o correspondiente á la Liga y no
mero, por necesidad después, y últimamente por obser- á alguno de los aliados, por lo cual les aconsejaba hi-
vancia de los t r a t a d o s ; haciéndole comprender que su cieran u n a de estas tres cosas: ó entrar en la Liga y es-
alianza con los franceses, por no depender de su voluntad, perar por medio de ella la posesión de Pisa, ó poner de
no merería alabanza ni vituperio y q u e , si encontraba justicia la causa de Pisa en manos del Emperador; ó h a -
medio de que no violasen sus compromisos, entrarían en cer saber á éste que harían lo que le agradara, y dejarse
la L i g a . Respecto á Pisa, que S. M . ignoraba sin duda gobernar por él.
l a justicia de nuestra c a u s a , pues, de saberla, no haría
Respondieron convenientemente los embajadores á esta
t a l demanda. E n c a r g á r o n l e también que secretamente le
proposición del duque de Milán y, como el Emperador
hicieran comprender cómo el combatir á los florentinos
estaba junto á Génova, 110 quisieron presentarse á él sin
convenía tan sólo á los venecianos, quienes pronto le da-
nuevas instrucciones del gobierno florentino, al cual ma-
rían en qué pensar.
nifestaron que el E m p e r a d o r había pasado con mil infan-
E s t a b a de embajador en Milán Francisco Gualterotti,. t e s y trescientes caballos.
con quien debían reunirse. Insistía mucho el d u q u e de Milán en que los floren-
rentónos debían adherirse á la Liga, en lo cual consistía L a s tropas propias del Emperador eran mil quinientos
su salvación y la recuperación de Pisa, y que, de no h a - infantes y doscientos caballos.
cerlo, perderían la libertad, amenazándoles con el E m p e - Envió el Emperador los embajadores de Florencia al
rador y con toda l a fuerza de la Liga, cosa que no pe- duque de Milán, diciéndoles que éste les daría respuesta,
saría á los venecianos ni á n i n g ú n otro Estado. Procuraba, y fueron á Milán; pero, apenas llegaron, recibieron despa-
pues, el D u q u e amenazar por una parte, y por otra acon- chos de Florencia ordenándoles volver inmediatamente
sejar que e n t r e g á r a m o s P i s a al E m p e r a d o r , porque, de- á esta ciudad. J u z g a r o n , sin embargo, conveniente, ya
seando privar de ella á los venecianos, era aquella ocasión que la suerte les había llevado allí, hablar con el Duque,
oportuna y haría todo lo posible por aprovecharla. y fueron presentados ante él, á presencia de todos los
F u e r o n á Genova los embajadores por orden del G o - embajadores de la L i g a . E l Legado del P a p a les dijo
bierno florentino; llegaron allí el día 4; hablaron al E m - que, debiendo responder á nombre del E m p e r a d o r , de-
perador el día 6, con todas las ceremonias usuales, y seaba saber de nuevo lo que le habían dicho. Conocie-
despue's, en audiencia secreta, le dijeron lo que antes he- ron nuestros embajadores lo que significaban aquellas
mos r e f e r i d o . A esta audiencia asistieron el duque de argucias, y contestaron que nada debían decir, ni desear,
Sajonia, el consejero Marco Y a l d o y un Protonotario- ni oir, por haberles llamado su gobierno, á causa de lo
que representaba al Pontífice. Los embajadores salieron cual, con su licencia, partirían.
de la audiencia á sitio inmediato y, al poco tiempo, se Admiró al Duque y al Consejo esta respuesta, y les
unieron á ellos el Protonotario y Marco Yaldo, fingiendo pidieron de nuevo que tuvieran á bien repetir lo que ha-
haberles oído que los florentinos querían poner en sus bían dicho en público, si no querían decir lo manifestado
manos l a cuestión de Pisa, y alabando esta determina- privadamente. L o s embajadores nada dijeron, y el D u -
ción. P e r o los embajadores respondieron que no se trataba que añadió : « ¿ V u e s t r o silencio proviene de excesiva
de tal cosa; que queríamos la libre posesión de Pisa; que prudencia ó de mala v o l u n t a d ? » Manifestaron entonces
la buena fe del Rey de Romanos era notoria, pero el que lo producía la mala voluntad de otros, no l a suya;
gobierno de Florencia no consideraba prudente compro- que era inútil repetir lo que ya se sabía; que si querían
meter sus derechos. Discutióse m u c h o , y el Emperador dar respuesta la llevarían á Florencia, y si no, podían
puso término al debate declarando que al día siguiente darla cuando quisieran á maese Francisco Gualterotti,
partiría para Liorna. N o quedó n a d a resuelto y en dicho que allí quedaba. A l día siguiente conferenciaron el Rey
día se embarcó. de Romanos y el Duque y , en vista de que los embaja-
F o r m a b a n su a r m a d a cuatro naves gruesas, seis g a - dores no querían ceder, poniendo P i s a en manos del
leones, ocho galeras ligeras venecianas y dos genovesas E m p e r a d o r , después de largo debate, les dieron licencia.
y dos g r a n d e s barcas. Con él fueron el conde de Caiazzo, Apenas entraron en su casa cuando llegó un secreta-
d o s embajadores venecianos, uno del Rey y otro del P a p a . rio del Emperador con respuesta de este in scriptis, que
d u r a n t e tres días liabía sido preparada por el Duque y
E n medio de estas ineertidumbres animaron á los flo-
por los embajadores de l a L i g a . E n v i a r o n esta respuesta
rentinos las debilidades é irresoluciones del E m p e r a d o r ,
á Florencia y partieron en seguida.
y el notar que, pasados algunos días desde su llegada, no
E s t a s negociaciones se hicieron basta el 18 de Octu-
ocurría nada de lo que estaban temiendo. A esta espe-
bre de 1 4 9 6 , y desp ués fué Francisco Pepi de embaja-
r a n z a se añadió el saber que ni los pisanos ni los vene-
dor á M i l á n , para reemplazar á Francisco Guatelrotti,
cianos se fiaban del E m p e r a d o r , temiendo aquéllos que
quien partió el 12 de A b r i l de 1497.
quisiera privarles de su libertad, y éstos que les alejara de
E l Rey de Romanos f u é á Vigevano para ajustar un
P i s a por sugestiones del duque de M i l á n , sabiéndose
tratado con los venecianos y el D u q u e , y después se dijo
además que los venecianos dilataban la entrega al E m -
que había venido á Génova.
perador del dinero que debían darle conforme al tratado.
Súpose que A n í b a l Bentivoglio, por orden de los Todo esto animó á los florentinos, infundiéndoles es-
venecianos, iba á P i s a con ciento cincuenta lanzas, y peranza de evitar fácilmente el peligro, si no se descui-
considerando que esto era de importancia, fué enviado á daban , máxime esperando por la vía del mar auxilios de
B a r g a maese Criaco y el conde Ranuccio para impedirle Francia q u e , según los avisos recibidos, no podían tar-
el paso, pero no lo consiguieron. A l llegar Bentivoglio d a r mucho.
á P i s a , Lucio Malvezzi, que era del bando opuesto al Ordenaron á A n t o n i o Canigiani retirarse con todo el
suyo, volvió á Lombardía. ejército á Montopoli, punto estratégico desde el cual el
P o r la muerte de P e d r o Capponi fué enviado al ejér- enemigo podía realizar su empresa ó retirarse si le era
cito A n t o n i o Canigiani, para ordenar y reanimar las tro- preciso. E n v i a r o n á L i o r n a al conde Checco, con tres-
pas, envilecidas y desorganizadas, no sólo por la muerte cientos hombres que á pesar de la g r a n lluvia y por me-
del g e n e r a l , sino también por la llegada de Bentivoglio dio de los enemigos, quienes á causa del mal tiempo
á P i s a y del E m p e r a d o r á L i o r n a , que arribó, proce- habían abandonado las g u a r d i a s , entró en la ciudad.
dente de G é n o v a , con unos cuatro mil hombres de á pie E n t r e t a n t o , el E m p e r a d o r ordenaba hacer un puente
y á caballo embarcados en siete naves y diez galeras. en Stagno, para poder avanzar ó retroceder con su ejér-
L a venida de este ejército infundió gran temor en cito, según le conviniera; y para proporcionar reputación
Florencia, por creer que los tudescos sitiarían á L i o r n a á sus tropas y asustar al enemigo, envió un destaca-
y los italianos se apoderarían de las colinas y otras po- mento hacia Bolgheri. Pidieron los alemanes al gober-
siciones de tierra adentro. N o se veía medio de que la nador de esta plaza que les diera e n t r a d a , y nególa éste
República, e x t e n u a d a por t a n larga g u e r r a , pudiera, ó más bien de palabra que con los hechos, porque, al lle-
socorrer á L i o r n a , ó rechazar los ataques de las tropas g a r aquéllos á los m u r o s , rindiéronse los de dentro, y
italianas, y de fracasar cualquiera de ambas empresas, la el enemigo les mató en las casas y en las iglesias sin
independencia del E s t a d o quedaba en peligro. perdonar sexo ni edad.
T r a n s c u r r i e r o n así a l g u n o s días con m á s miedo que q u e t a n l i g e r a m e n t e h a b í a e n t r a d o ; porque n a d a h a y
d a ñ o , al cabo d e los c u a l e s aparecieron en el m a r siete t a n irresoluto como un á n i m o suspicaz.
n a r e s g r u e s a s f r a n c e s a s q u e conducían mil i n f a n t e s con
Carlos O r s i n o y V i t e l l o z z o . C u a n d o el enemigo vio esta
a r m a d a se retiró con s u s barcos al a m p a r o de la Meloria
y los f r a n c e s e s a r r i b a r o n al f a r o de L i o r n a . DICIEMBRE DE \i%.
E s t e socorro liizo q u e l a s t r o p a s d e t i e r r a se retira-
r a n hacia S t a g n o y , a l cabo d e a l g u n o s d í a s , ' cobrando
á n i m o , volvieron al sitio d e L i o r n a , con determinación C u a n d o por la p a r t e de la R o m a ñ a Guillermo de P a z z i
d e asaltarla. T e r o c o m o si n o b a s t a r a el auxilio h u m a n o hizo l e v a n t a r el sitio del bastión de Y a l i a n o y p u e s t o
á L i o r n a , u n a g r a n t e m p e s t a d privó d e recursos al ene- en f u g a al enemigo, volvió á C o r t o n a , d e j a n d o la custo-
migo, y el E m p e r a d o r j u z g ó imposible c o n t i n u a r el sitio dia de aquel p u n t o á T o m á s T o s i n g h i , quien, por c o m -
sin peligro s u y o , t e n i e n d o casi perdida la a r m a d a , y es- p r e n d e r que con la fuerza n o p o d í a hacer d a ñ o á l o s d e
t a n d o i n t a c t a l a de l o s f r a n c e s e s en el p u e r t o , por l o Montepulciano, apeló á la astucia. B u s c a b a u n medio d e
c u a l , renunciado á t o d o a t a q u e por mar, se i n t e r n ó con vencerles, c u a n d o se le ofreció u n fraile f r a n c i s c a n o ,
el eje'rcito para s i t i a r á M o n t e c a r l o . n a t u r a l de L o m b a r d í a , que le prometió valerse d e su
E s t a b a ya á m e n o s d e t r e s millas con s u s t r o p a s or- i n d u s t r i a p a r a hacer llaves falsas de l a s p u e r t a s de la
d e n a d a s , c u a n d o le llevaron un campesino luque's que la p l a z a , y d e este modo facilitarle u n a noche la e n t r a d a .
v a n g u a r d i a h a b í a cogido en el camino, quien, p o r propia E l i n t e n t o fracasó porque, probando el fraile l a s llaves
v o l u n t a d , ó por o r d e n d e A n t o n i o G i a c o m i n i , C o m i s a r i o rompió u n a en la c e r r a d u r a , lo cual hizo en lo porvenir
en M o n t e c a r l o , le a s e g u r ó que h a b í a en esta plaza dos m á s cautos á los de M ontepulciano y privó d e esta es-
mil i n f a n t e s , y en el v a l l e , d e t r á s de la c o l i n a , m á s d e p e r a n z a á T o s i n g h i . P a r a a p a r e n t a r que no d e s i s t í a d e
mil caballos, c u y a s t r o p a s h a b í a n llegado la noche ante- s u s propósitos i n t e n t ó de nuevo corromper á A n t ó n T a -
rior. Oído esto p o r M a x i m i l i a n o , bien f u e r a q u e lo cre- rugi y, á fin de seguir con t o d a atención este n e g o -
y e s e , bien que le conviniera a p a r e n t a r creerlo, disgus- cio, se pactó con los sieneses u n a t r e g u a de dos m e s e s .
tado por parecerle q u e h a b í a n descubierto s u s i n t e n t o s Convenido con T a r u g i cómo y c u á n d o se presentarían
en aquella empresa, volvió bridas y, sin pedir consejo á a n t e los m u r o s , fueron r e u n i d a s las t r o p a s y se t o m ó á
n a d i e , por medio d e s u s t r o p a s dirigióse á P o n t r e m o l i , sueldo d é l a República á los Vitelli y á los Baglioni ( 1 ) .
sin querer d a r explicaciones á n i n g u n o ni hablar al conde P a r t i ó el E m p e r a d o r , y temerosos los písanos y a n i m a -
d e C a i a z z o h a s t a que e s t u v o en L o m b a r d í a . A s í d e j ó
libre de t u d e s c o s la T o s c a n a , partiendo por lo que l e (1) Sigue á este párrafo una laguna de varias lineas en el
manuscrito, y al margen hay una nota que dice: «Preguntar á
dijo u n c a m p e s i n o de donde, por la persuasión d e u n D u - Tomás Tosinghi.»
dos y llenos d e esperanzas los f l o r e n t i n o s , movieron és-
la nave genovesa, u n d i s p a r o de b o m b a r d a le cortó l a s
t o s su ejército p a r a r e c o b r a r l a s p l a z a s que en las colinas
a m a r r a s y se fué á pique.
les h a b í a n quitado, por j u z g a r q u e la m a r c h a de A n í -
bal B e n t i v o g l i o n o a l a r m a r í a m e n o s al enemigo que la N u e s t r a s t r o p a s d e v a s t a b a n en la L u n i g i a n a l a s t i e -
del E m p e r a d o r . r r a s del marquesado. S i e n d o inferiores en f u e r z a s l o s
Señores d e aquel t e r r i t o r i o , y a g u a r d a n d o próximo a u x i -
L e v a n t a d o el c a m p a m e n t o , f u e r o n las t r o p a s á Tre-
lio de M a r c o s y J o r g e (1), daban e s p e r a n z a s de acuerdo,
moleto y mataron á cuantos estaban dentro. Aterrados
por lo cual los n u e s t r o s s u s p e n d i e r o n la devastación d e
p o r este h e c h o , se rindieron C o l o g n o l e , L o r e n z a n a y
su país; pero conocida al fin su m a l i c i a , continuó el a t a -
S a n t o R e g o l o . N o hizo lo m i s m o S a n t a L u c e y, t o m a d a
que y les t o m a r o n Bighirolo. P a r a oprimirles mejor V
por f u e r z a , p e r d o n a r o n la vida á los h a b i t a n t e s , pero
hacerles reconocer m á s p r o n t o la soberanía de ^Florencia,
l e s e x p u l s a r o n en camisa é i n c e n d i a r o n el pueblo. Desde
allí se retiraron á S a n R u f i n o p a r a ir á la expedición se consideró provechoso ( m i e n t r a s aquellos m a r q u e s e s
de S o i a n a , con objeto de v e n g a r la m u e r t e de P e d r o e r a n débiles) enviar n u e v a s f u e r z a s . F u e r o n seiscientos
C a p p o n i y el d e s a s t r e que sufrió el ejército en aquel f r a n c e s e s , y n u e s t r o campo se estableció en Talerano,.
punto. l u g a r entre V i a n o y M a r c i a s o , pero n o se salía á c a m p a -
ñ a por f a l t a d e dinero.
C o m p r e n d i e n d o los de S o i a n a q u e n o podían resistir,
H u b o e n t o n c e s d i s t u r b i o s en Génova, p r o m o v i d o s por
y temerosos de perder l a v i d a , casi todos huyeron p o r
los d e s t e r r a d o s que p r o t e g í a n los f r a n c e s e s , y p a r a debi-
los m u r o s d u r a n t e la noche, y á la m a ñ a n a siguiente
l i t a r l a confianza de los p a r t i d a r i o s del d u q u e de M i l á n ,
e s t a b a la población a b a n d o n a d a . E l Comisario la m a n d ó
los f r a n c e s e s , á l a s órdenes de J a c o b o Trivulzio, inva-
a r r u i n a r h a s t a los c i m i e n t o s , en v e n g a n z a de la muerte
dieron los E s t a d o s del D u q u e y se apoderaron de u n
de su colega.
castillo l l a m a d o el Castellaccio, próximo á A l e j a n d r í a
V i e n d o los pisanos al enemigo dueño d e la campiña,
y, e n g r o s a n d o s u s f u e r z a s , volvieron hacia G é n o v a p a r a
hicieron d e la necesidad v i r t u d , y determinaron dejar
m u d a r allí el gobierno. Imposibilitado el D u q u e , por e s t a
t o d a la colina á los florentinos, r e s e r v á n d o s e por aquella
agresión, de socorrer á los m a r q u e s e s d e l a L u n i g i a n a , .
p a r t e solamente á C a s c i n a , que pusieron en estado de
hizo saber á los florentinos que sería b u e n o n o persiguie-
defensa.
r a n á dichos m a r q u e s e s , y evitar t a n t a perturbación en
A los Vitelli se les permitió a c u a r t e l a r en n u e s t r o t e - I t a l i a , cosa q u e se oyó en F l o r e n c i a de b u e n g r a d o , por-
r r i t o r i o , y P a b l o vino á F l o r e n c i a p a r a t r a t a r del sueldo
que allí t a m b i é n se deseaba curar e s t a llaga y, acce-
d e sus servicios.
diendo á las i n s t a n c i a s del D u q u e , consintieron los
P o r entonces la n a v e N o r m a n d a , g o b e r n a d a por m o n - florentinos en retirar s u s t r o p a s d e aquella c o m a r c a ,
señor de la Ciappella, e n c o n t r ó la nave G a l l e r a n a en el
p u e r t o de S a n E s t e b a n y , c u a n d o ya h a b í a casi vencida
(1) Es decir, de los venecianos y los genoveses.
•quedando c a d a cual con las posesiones que antes
tenía.
P a r a m a n t e n e r el enemigo a p a r t a d o y poder hacer
•correrías h a s t a l a s p u e r t a s de L i o r n a , c o n s t r u y e r o n los MARZO DE 1497.
písanos u n b a s t i ó n en S t a g n o que les sirviera d e apoyo
en el c e n t r o d e la c o m a r c a , hicieron u n p u e n t e h a c i a la
p a r t e que o c u p a b a n , y fortificaron con t r i n c h e r a s y fosos N o m b r a d o Comisario en el ejército de P i s a L u c a s A n -
u n a iglesia, s i t u a d a e n t r e los dos p u e n t e s y la h o s t e r í a tonio de A l b i z z i , se ocupo, al t o m a r posesión del cargo»
T a n r á p i d a m e n t e e j e c u t a r o n estos t r a b a j o s , que, a n t e s d e d e activar el a t a q u e del bastión. M i e n t r a s lo preparaba,
poder i m p e d í r s e l o s , y a t e n í a n g u a r n i c i ó n en ellos. se presentó á é l u n soldado de la guarnición d e la V e -
N u e s t r o e j é r c i t o e s t a b a sin general, por haber sido rrucola y le dijo que si llegaba ante esta plaza u n a
n o m b r a d o P e d r o J u a n Ricasoli podestá de P r a t o , que- noche habría quien le facilitara la e n t r a d a . P a r e c i ó bien
d a n d o al c u i d a d o d e las tropas el conde R a n u c c i o , á Albizzi e s t a e m p r e s a , p o r q u e , si t e n í a buen é x i t o , era
q u e , por d a r p r u e b a s de a c t i v i d a d , se a p o d e r ó d e la ú t i l , y si f r a c a s a b a , h a r í a que los písanos p e n s a r a n m e -
Vaiana. nos en la defensa del b a s t i ó n .
S ú p o s e e n t o n c e s que h a b í a n llegado á P i o m b i n o b a r - F u é u n a noche á B i e n t i n a y envió doscientos soldados
c o s d e los v e n e c i a n o s , y A n t o n i o del V i g n a , n u e v o co- á la V e r r u c o l a , d o n d e l l e g a r o n poco a n t e s de m e d i a n o -
m a n d a n t e d e L i o r n a , envió de C a m p i g l i a y otros p u n t o s c h e ; pero, n o viendo la señal c o n v e n i d a , se volvieron.
emisarios p a r a saber si era cierto, y aprestó u n g a l e ó n , P e r m a n e c i ó A l b i z z i en B i e n t i n a con la caballería y la
u n a carabela y otros dos barcos s e m e j a n t e s con p r o p ó - i n f a n t e r í a , p a r a proveerse de víveres en la V e r r u c o l a , si la
sito de a t a c a r el convoy veneciano. t o m a b a , y si n o , proteger la retirada de la i n f a n t e r í a
P a r a no p e r d e r t i e m p o , y por ser p e r j u d i c i a l á S i e n a enviada, á fin d e que no la a t a c a r a n los de V i c o y de
el b a s t i ó n q u e los p í s a n o s h a b í a n c o n s t r u i d o en S t a g n o , B u t i . P a r t i ó al fin de B i e n t i n a con todo el ejército, re-
se d e t e r m i n ó a t a c a r l e u n a noche de i m p r o v i s o , espe- suelto al a t a q u e del b a s t i ó n , y f u é á L a r i con p r e t e x t o
r a n d o t o m a r l e f á c i l m e n t e . O r d e n ó para ello l a s t r o p a s el d e revistar la i n f a n t e r í a y d e m á s t r o p a s que había allí.
conde R a n u c c i o , y sólo esperaba que le l l a m a r a el comi- E l día 22, con mil i n f a n t e s y doscientos caballos es-
sario d e L i o r n a ; pero dilató t a n t o h a c e r l o , por f a l t a de t a b a al amanecer f r e n t e al bastión, y lo t o m ó de esta
v í v e r e s , que los p í s a n o s supieron el proyecto. A pesar suerte (1).
d e ello, q u i s i e r o n realizarlo y , al a m a n e c e r de u n día,
presentóse a n t e el b a s t i ó n m a e s e C r i a c o , pero r e t i r ó s e
a p r e s u r a d e m e n t e y no sin v e r g ü e n z a , p o r el f r a c a s o del
(1) Hay en el manuscrito una nota al margen que dice: Leer
intento. una carta de Lucas de Albizzi:
encuentro, y juntos entraron en el S t a g n o ; pero fueron
arrojados los enemigos del bastión, que quedó en poder
ABRIL DE 1497. del Conde é hizo en él nuevas fortificaciones.
L o s Vitelli, es decir, Vitellozzo, se apoderó de Cis-
t e r n a ó , mejor dicho, la recobró con consentimiento de
Después de esta victoria fijaron los nuestros la aten- los florentinos. P e r o el P a p a , aliado entonces con los
ción en las cosas del mar, E s t a b a n alerta para ver si la Colonna, determinó arruinar el partido de los Orsini y
armada enemiga partía de P i o m b i n o , cuando de pronto puso cerco á Bracciano. J u z g ó Vitellozzo que la pérdida
la torre de S a n Vicente hizo señales de que venían con de aquella plaza seria en efecto la ruina de los suyos y
dirección á P i s a cuarenta barcas cargadas de víveres y q u e , de no socorrerla, se perdería, por lo cual, unido á
cinco galeras sutiles escoltándolas. U n a vez á la vista, Carlos Orsino, j u n t a r o n las m á s tropas que pudieron,
salieron en su persecución el galeón y la carabela de sacaron de Castello mil i n f a n t e s , y se dirigieron á Brac-
Cristóbal Gagliardo, con tres bergantines. A u n q u e disua- ciano.
dían al conde Checco, que iba en el galeón, de librar Salió al encuentro de estas fuerzas el ejército del
combate, ordenó animosamente al que gobernaba el ti- P a p a , á las órdenes del duque de G a n d í a y, dada la ba-
món dirigir el barco al ataque de las galeras enemigas; talla, fueron derrotados los pontificios, quedando prisio-
embistió y rompió u n a de ellas, y se apoderó de o t r a , nero el duque de Urbino y muerto A n t o n i o Savello.
siendo muy empeñado el combate, que costó l a vida á E l P a p a , después de esta d e r r o t a , decidió hacer la
cincuenta enemigos y á diez de los nuestros. E l Conde paz, y los Orsini, que no podían mantener la lucha, la
fué herido en el rostro. aceptaron fácilmente y prometieron al P a p a darle treinta
mil ducados al contado y rehenes por otros veinte mil.
Mientras los florentinos se ocupaban en fortificar d e
nuevo el bastión y atendían á los asuntos del m a r , los U n o de los dados en rehenes fué el duque de U r b i n o ,
pisanos atacaron, tomaron é incendiaron á Vaiana, aban- cuyo rescate se tasó en cuarenta mil ducados, viniendo
donándola después sin dejar guarnición. L o s florentinos así á ser prisionero del mismo potentado por quien com-
no pudieron llegar á tiempo de socorrer esta plaza. Te- batió y perdió la libertad.
mióse también por la seguridad del bastión de S t a g n o y , Alcanzada esta victoria, Vitellozzo, para complacer á
á causa de ello, el Comisario fué con el Conde á Liorna, sus soldados, invadió el territorio de Siena y saqueó al-
dejando allí buena parte del ejército y regresando á P o n t e - g u n a s poblaciones y castillos; pero los sieneses acudie-
dera. ron al P a p a y se vió obligado Vitellozzo, para no que-
brantar la paz que acababa de a j u s t a r , á retirarse de la
L o s pisanos fueron contra el bastión de S t a g n o con
comarca de S i e n a , volviendo á Castello con sus t r o p a s .
dos pasavolantes y tres falconetes; el Conde les salió al
E l P a p a favoreció á los sieneses, primero por impedir
TOMO I I . 17
á los Vitelli adquirir m á s reputación, y además porque
que proyectaba Pedro de Médieis les alarmó de tal suerte
deseaba la vuelta de los Médieis á Florencia y no le pa-
que á todas partes enviaron Comisarios: P e d r o J u a n fué
recía á propósito cambiar el gobierno de Siena, que les á Brolio, Braccio Martelli á Poggibonsi. Ordenaron que
era favorable. las tropas acantonadas en Yal de Chiana fueran hacia
H a b í a entonces g r a n carestía de víveres en Florencia, Poggibonsi, pero dispuestas á la marcha, porque igno-
y pidieron t r i g o á los sieneses, quienes prometieron raban si Médieis vendría por V a l de A m b r a ó por el
darlo si los florentinos dejaban de agredir á Montepul- camino directo. Se procuró poner en armas las milicias,
• ciano. y escribieron al conde Ranuccio q u e , dejando guarda
P o r aquel tiempo los desterrados perusinos invadieron suficiente en la comarca de P i s a , fuera con el ejército á
la comarca de P e r u s a , y los habitantes se prepararon á Poggibonsi. N o se movió el C o n d e ; pero al saberse en
vigorosa defensa. Florencia que Pedro de Médieis estaba el día 24 junto á
E l valimiento de P e d r o Felipe en Florencia hizo que Siena y el 26 continuaba la marcha, ordenaron de nuevo
dieran el m a n d o del eje'rcito al conde Ranuccio, licen- al Conde que partiera en la dirección prescrita, dejando
ciando á H é r c u l e s Bentivoglio. guarnecidas las plazas.
P r e p a r á b a s e P e d r o de Médieis á venir á Florencia P a r t i ó P e d r o de Médieis el día 27 de Siena con dos-
auxiliado en parte por los venecianos, persuadidos de cientos hombres de armas, ciento de caballería ligera y
que si, por su medio, recobraban el poder los Médieis, go- mil i n f a n t e s , todos escogidos, y sin bagajes ni impedi-
zaría Veneeia de la tranquila posesión de P i s a y de in- menta entró en territorio de Florencia. A l ver que las
fluencia decisiva en T o s c a n a . y en parte por los sieneses, poblaciones le cerraban las p u e r t a s , dió á entender que
deseosos de vengarse de los florentinos, llevando los ene- no venía como enemigo, sino como amigo, para volver á
migos á las puertas de Florencia como éstos los llevaron su casa, para dar pan á quien no lo tuviera y para librar
á las de Siena, y por el deseo de que el acuerdo con Mé- la ciudad y la República de manos de los que, con tan
dieis les proporcionara á Montepulciano. desdichado gobierno, las tenían agobiadas con guerras y
M i e n t r a s P e d r o de Médieis, con el citado auxilio y hambre. Acampó en Tavernelle de V a l de Elsa, con or-
con el de Bartolomé de Alviano, que le había prometido den de continuar la marcha después de breve descanso,
mil quinientos soldados para llevarle h a s t a los muros de para llegar cuanto antes á las puertas de Florencia y no
Florencia y asegurar su r e t i r a d a , si no podía entrar en d a r tiempo de aprestarse á la defensa á los ciudadanos;
esta ciudad, disponía la expedición, se ajustó u n a tregua pero cayó t a n abundante lluvia que no pudo ponerse en
de seis meses entre F r a n c i a y la L i g a , comprendiendo marcha hasta la mañana siguiente.
á los confederados; por lo cual los florentinos determina-
Llegó á Florencia la noticia de que Pedro de Médieis
ron disminuir los g a s t o s que ocasionaba la guerra con
estaba en Tavernelle y la Señoría, (emerosa de que á la
P i s a y suspender las hostilidades; pero la noticia de lo
mañana siguiente se presentara junto á Florencia, or-
denó el armamento de los ciudadanos y dispuso cómo se
llamadas para impedir su venida deberían estar reunidas
debía defender la ciudad y el Palacio.
hacia S a n Casciano y Poggibonsi, á fin de impedirle la
Bernardo del Ñ e r o y muchos otros ciudadanos sospe- vuelta. Despuéf. de dar descanso á sus soldados en Gio-
chosos, en número de m á s de cuarenta, fueron llamados, goli, á seis millas de F l o r e n c i a , continuó su camino
con pretexto de consultar con ellos, y encerrados en el hacia la Pesa.
Palacio. Enviáronse doscientos infantes á la C a r t u j a á
E l conde Ranuccio con sus tropas, que venía de S a n
las órdenes de J u a n de la Vecchia, no sólo por ver si Casciano, llegó al frente de ellos sobre la colina de S a n
P e d r o temía dejar esta fuerza á su espalda, sino tam- J u a n . N o creyeron los nuestros que debían presentar
bién para que g u a r d a r a n aquel punto, á fin de que Mé- batalla, sino seguir al enemigo hasta los límites de la
dicis no se estableciera t r a s de los muros de l a Cartuja República sin acometerle en parte alguna. E l Conde ex-
y renovara, desde allí, las tentativas que al pronto tuvie- cusó su prudencia diciendo que el ejército estaba t a n
ran mal éxito. fatigado como el de P e d r o de Médicis, pues al mismo
Encontrábanse en Florencia Pablo Vitelli, que había tiempo que éste salía de Siena partió aquél de P o n t e -
vuelto aquel día de M a n t u a , donde estuvo prisionero, y dera y no quería exponer la f o r t u n a y la libertad de
Hércules Bentivoglio, licenciado del mando del ejército Florencia al éxito de u n a batalla.
y que aquel día debía partir. A ambos se les ordenó que
con Pablo Antonio Soderini y muchos otros ciudadanos
notables acudieran á la puerta de S a n Pedro, llevando á
sus órdenes unos mil hombres bien armados. MAYO DE 1497 HASTA EL 2 5 DE 0CTP8RE QUE DURÓ LA TREGUA
A p e n a s se habían tomado estas disposiciones, cuando
se presentó P e d r o de Médicis con sus tropas en S a n Y DESPUÉS TODO NOVIEMBRE.

G a g g i o , situándose sobre la colina y avanzando una


parte de su ejército h a s t a las fuentes. L o s jefes que
mandaban en la puerta conocían la clase de hombres que Publicada la tregua y apartado P e d r o de Médicis de
tenían á sus órdenes, y aconsejaron que se cerrara ésta las inmediaciones de Florencia, se vivió d u r a n t e los seis
para que, teniéndola por medio, ni los de dentro ni los meses de aquélla sin hacer n a d a importante ni en la
de fuera pudieran intentar la f o r t u n a de las armas. empresa contra P i s a ni en parte alguna, ocupándose en
Viendo Pedro de Médicis que no se sublevaban en su disminuir los gastos y en averiguar la causa de la ve-
favor dentro de Florencia, como le habían prometido y nida de P e d r o de Médicis. A l fin la descubrió Lamberto
esperaba y , censurando la cobardía de los que le llama- de la A n t e l l a y, por esta conspiración, fueron muertos
ron, determinó volver á Siena y, por bajo del Galluzzo cinco ciudadanos, según he anotado en u n cuaderno de
tomó el camino de Volterra, por creer que las t r o p a s mis apuntes que sólo trata del descubrimiento, proceso
y m u e r t e d e dichos c i n c o c i u d a d a n o s , de quienes hablo
A d e m á s de la g e n t e que t e n í a n en P i s a , los venecianos
en o t r a p a r t e (1).
enviaron á Criaco de M a r t i n e n g o con q u i n i e n t o s caballos.
D u r a n t e la t r e g u a , q u e empezó el 2 5 d e A b r i l y ter-
E s t o s sucesos ocurrieron h a s t a fin de N o v i e m b r e
m i n ó el 2 o d e O c t u b r e , se estuvo á la defensiva y con
d e 1497.
pocos g a s t o s .
L u c a s d e A l b i z z i f u é n o m b r a d o V i c a r i o en el Casen-
tino, y le r e e m p l a z ó en el cargo de Comisario en el ejér-
cito de P i s a B e r n a r d o C a n i g i a n i que murió, á princi- DICIEMBRE DE 1497.
pios de O c t u b r e , n o d e j a n d o d e sí otro recuerdo sino la
opinión d e lo que h u b i e s e hecho, en caso de vivir.
F u é e n v i a d o p a r a r e e m p l a z a r l e P e d r o J u a n de Eicasoli. P o r h a b e r e n f e r m a d o en el c a m p a m e n t o P e d r o J u a n
T e r m i n a d a la t r e g u a , se decidió apoderarse i n m e - d e Ricasoli, f u é n o m b r a d o p a r a reemplazarle en el cargo
d i a t a m e n t e de la V a i a n a y Colle S a l v e t t i , sitios á pro- d e Comisario Guillermo de P a z z i .
pósito p a r a g u a r d a r el c a m i n o de L i o r n a y r e o r g a n i z a r L l a m a r o n de M o n t e Cario á Giacomini y le enviaron
las c o m p a ñ í a s d e i n f a n t e r í a y caballería ligera. á inspeccionar L i o r n a y t o d a la comarca de la m a r i s m a .
P o r h a b e r h e c h o los p í s a n o s u n a salida con su caba- D e s p u é s f u é á la L u n i g i a n a p a r a c o n t i n u a r l a s negociacio-
llería, el g o b e r n a d o r d e S i e n a acudió con sus t r o p a s p a r a n e s con los m a r q u e s e s , con orden de encaminarlas á la p a z
combatirles; pero s e h a b í a n retirado ya, y el gobernador, mejor que á l a g u e r r a , porque los florentinos deseaban n o
p a r a que n o f u e r a ineficaz aquella expedición, f u é á Colle t e n e r t a n t o s enemigos á la vez.
Salvetti, lo t o m ó , dejó g u a r n i c i ó n y ordenó al Comisario P o r el lado de v P i s a , p a r a m o s t r a r el conde R a n u c c i o
enviara allí víveres y niás t r o p a s ; pero, a n t e s d e que que era d i g n o del m a n d o que la ambición de otros y n o
f u e s e n , los p í s a n o s recuperaron este p u n t o . s u s propios m é r i t o s le h a b í a concedido, determinó m o s -
P a r a n o perderlo ni t e n e r causa de t e m o r por aquel t r a r s e con el ejército á los p í s a n o s y hacerles ver q u e
lado, y p a r a que los florentinos hicieran g a s t o s en recons- iría con él h a s t a los m u r o s de P i s a . R e u n i ó , pues, t o d a s
truirlo, d e s t r u y e r o n a q u e l bastión en g r a n parte. L a Vaia- las f u e r z a s q u e p u d o sacar de las guarniciones, y p a r t i ó
n a la a b a n d o n a r o n y q u e m a r o n , y Criaco, al día siguien- d e B i e n t i n a por los m o n t e s que d o m i n a n á Vico; bajó á
te, d e s t r u y ó lo q u e q u e d a b a en pie. S a n J u a n d e la V e n a , saqueó esta población y se dirigió
después hacia P i s a . S i t u a d o en o r d e n d e batalla en l a
l l a n u r a d e A g n a n o , p r e s e n t ó el combate á los e n e m i g o s ;
(1) Habla en el extracto de las cartas que publicamos á con-
tinuación de estos fragmentos. Los ciudadanos muertos fueron pero los p í s a n o s no quisieron i n t e n t a r la suerte d e l a s
Bernardo del Ñero, Lorenzo Tornabuoni, Nicolás Eidolfi, Gian- a r m a s aperto marte y, dispuestos á cortarle la retirada»
nozzo Puci y J u a n Cambi, ocuparon los m o n t e s é interceptaron el paso por d e b a j o
d e la V e r r u c o l a , que era por donde el C o n d e h a b í a pro-
c o m p r e n d i ó que aquellos m a r q u e s e s deseaban m á s la
yectado la r e t i r a d a , viéndose precisado á seguir el camino
g u e r r a que la paz y, por ello, enviáronse n u e v a m e n t e t r o -
d e L u c a perseguido p o r todos lados h a s t a la noche. E l
p a s á la L u n i g i a n a . N o a g r a d ó al d u q u e d e M i l á n e s t a
valor de los soldados le salvó el crédito que, d e todos mo-
determinación, y se dispuso, por acuerdo del D u o u e y d e
dos, debía perder al poco tiempo. E s t a expedición sólo
los florentinos, que Giacomini se avistase en la L u n i g i a -
le p r o d u j o la f a t i g a del viaje y la v e r g ü e n z a de exponer- na con u n comisario del D u q u e V p a c t a r a n u n a t r e g u a y
se á peligros de que le libraron s u s valientes tropas y el arreglo de las ofensas. P a r t e de las t r o p a s que f u e r o n
la f o r t u n a , que a u n no le h a b í a vuelto la espalda. á B o r g o R i n a l d i las enviaron á Pescia.
T o m á s C a p p o n i , que estaba en Arezzo, procuró y con- A J u a n de P e d r o F r a n c i s c o , que e s t a b a en I m o l a ,
siguió la paz entre los ciudadanos y los campesinos. p o r q u e a u m e n t a s e en categoría, le n o m b r a r o n Comisario
P a r a p e r t u r b a r l a y p a r a e x a m i n a r los a s u n t o s de la V a l - e n la R o m a n a .
d i c h i a n a , f u é n o m b r a d o Comisario B e r n a r d o Ridolfii,
pero n o llegó á tiempo.

ABRIL Y MAYO DE 1198.


ENERO, FEBRERO Y MARZO DE 1498.
M u r i ó el rey C a r l o s V I I I y le sucedió en el trono de
F r a n c i a L u i s , d u q u e d e O r l e a n s , quien envió á decir
L o s d e Siena q u e m a r o n en el C o r t o n é s P o g g i o M a r - al d u q u e de Milán que, t a n vecino como h a b í a tenido al
t i n o , y los nuestros el castillo de Bitolle. d u q u e de O r l e a n s , t e n d r í a al rey d e F r a n c i a (1).
P o r la p a r t e d e P i s a no se hicieron más que a l g u n a s P o r la p a r t e de P i s a se esperaban correrías. L o s pisa-
correrías. nos hicieron u n a salida hacia el 20 de M a y o , en n ú m e r o
D u r a n t e todo el mes de A b r i l ocurrieron los negocios de 7 0 0 caballos, y recorrieron l a s m a r i s m a s , cogiendo m u -
del F r a i l e (1), el incendio y otros a s u n t o s gravísimos chos prisioneros y g r a n p r e s a d e g a n a d o s .
p a r a Florencia.
E l conde R a n u c c i o d e t e r m i n ó hacerles f r e n t e y , re-
F u é enviado á V a l i a n o G h i r i g o r o de Benino, y llamado u n i d a s a l g u n a s f u e r z a s , les atacó en S a n R e g o l o y les
Tomás Tosinghi.
venció. Y a retiraba el b o t í n que les h a b í a cogido, c u a n d o
A n t o n i o G i a c o m i n i , que estaba en la Lunigiana, vinieron de P i s a 2 0 0 h o m b r e s d e a r m a s y 500 i n f a n t e s ,

(1) Refiérese al proceso y muerte de Frav Jerónimo Savona- (1) El Duque de Orleans estuvo sitiado en Novara cuando la
rola.
expedición del rey Carlos V I H á Italia.
que a t a c a r o n n u e s t r a r e t a g u a r d i a y , por e s t a r los solda-
dos dispersos, se p u s i e r o n e n f u g a , n o librándose de todo
el ejército m á s de 2 0 caballos. C a y e r o n prisioneros bas-
t a n t e s j e f e s . E l G o b e r n a d o r d e L i o r n a , el Comisario y JUNIO DE 1498.
a l g u n o s otros se r e f u g i a r o n e n S a n R e g o l o , que les sir-
vió de asilo.
E s t a d e r r o t a c o n s t e r n ó á l o s florentinos, quienes, p a r a N o a n d u v i e r o n t a n de prisa los florentinos, como las
poner p r o n t o r e m e d i o y l e v a n t a r n u e v a s t r o p a s , n o m b r a - órdenes que d e V e n e c i a recibieron los p í s a n o s , q u i e n e s
ron c a p i t a n e s de ellas á P a b l o V i t e l l i y á Vitellozzo, con se dirigieron al a t a q u e de P u e n t e de Sacco. P e r o el g e -
3 0 0 l a n z a s , e n c a r g a n d o á J u l i á n G o n d i que a j u s t a r a s u s neral estaba y a en F l o r e n c i a , y Vitellozzo iba directa-
servicios. T o m a r o n á sueldo á Octavio de I m o l a con 125 m e n t e á P i s a por V a l d e E l s a . A l llegar éste al p u e n t e ,
liombres d e a r m a s ; escribieron á J u a n B e n t i v o g l i o p a r a los pisanos, que t r o p e z a b a n con serias dificultades p a r a l a
que enviara s u s t r o p a s ; solicitaron los servicios d e los e x p u g n a c i ó n de P u e n t e de S a c c o , en vista del socorro
Baglioni, que acudieron en s e g u i d a ; concedieron á Vitelli que a c u d í a , se r e t i r a r o n .
que llevara 1.200 i n f a n t e s de Castello; y, p a r a q u e t o d a s F u é t o m a d o á sueldo P a b l o Vitelli con c i n c u e n t a ca-
estas f u e r z a s n o e n c o n t r a r a n el ejército desordenado, e n - ballos, y el 1.° de J u l i o llegó á F l o r e n c i a , d o n d e era
viaron á Benedicto d e N e r l i á C a s e í n a con dinero y en- Confaloniero V e r i de Médicis. L e recibieron con g r a n d e s
cargo de reunir á l o s d i s p e r s o s por la f u g a y o r d e n de sa- h o n r a s y se le dió en la t r i b u n a el bastón d e g e n e r a l
car d e P i s t o y a y V a l de A r n o el m a y o r n ú m e r o posible de n u e s t r o e j é r c i t o , conforme á las costumbres de l a
d e soldados de i n f a n t e r í a . ciudad.

P a r a n o m o l e s t a r á l o s a m i g o s del conde Ranuccio, E l g e n e r a l , p a r a dar f a m a á su llegada y estrechar á


n i perder u n g e n e r a l del cual otros podían valerse, le t o - los e n e m i g o s , se situó con l a s t r o p a s en Colcinaia, pol-
m a r o n n u e v a m e n t e á sueldo con 2 0 0 h o m b r e s de a r m a s la comodidad del río, q u e le p e r m i t í a e s t a r s e g u r o , b a t i r
á Vico y C a s c i n a y poder socorrer l a s Colinas y V a l d e
y, á fin d e evitar r i v a l i d a d e s con los otros j e f e s , le orde-
Nievole, si los pisanos hacían correrías.
n a r o n ir á Pescia p a r a g u a r d a r V a l de Nievole.
L o s v e n e c i a n o s , d e s p u é s d e la c i t a d a victoria, n o te- F u é l l a m a d o á F l o r e n c i a Benedicto N e r l i , reempla-
niendo órdenes m á s q u e p a r a d e v a s t a r el país y g u a r d a r zándole como Comisario J e r ó n i m o Ridolfi.
l a s p l a z a s de los písanos, dieron t i e m p o á los florentinos C o n t i n u a b a la cuestión del F r a i l e (1) desde el p a s a d o
Abril.
p a r a hacer estos p r e p a r a t i v o s .
B r a c c i o M a r t e l l i fué n o m b r a d o e m b a j a d o r en G é n o v a .

(1) Jerónimo Savonarola.


L o s venecianos t o m a r o n bajo su protección al Señor tino, atacaron el bastión de Stagno; pero su acometida
d e R í m i n i , y asoldaron al duque de U r b i n o , Astorre fué infructuosa y , sabedores de los preparativos para re-
B a g l i o n e , Carlos Orsino y Bartolomé' de Alviano. chazarlos , se retiraron.
L o s venecianos, que ya habían tomado á sueldo para
la guerra de Toscana los capitanes nombrados antes,
procuraron atraerse á los sieneses y asoldar al Señor de
JULIO DE 1498.
Piombino. Como esto, si lo conseguían, era muy grave,
esforzábanse los florentinos en impedirlo con la ayuda
del duque de M i l á n .
Pareció al duque de Milán que era demasiada la am-
E n Siena se puso de parte de los venecianos Nicolás
bición de los venecianos, y se puso de parte de los
Tegrimi, que gozaba de g r a n d e a u t o r i d a d , y Pandolfo»
florentinos contra P i s a . Acaso su objeto era agotar los
para no perder l a suya y contrarrestar la de Tegrimi,
recursos de las dos Repúblicas por medio de larga gue-
apoyó á los florentinos. É s t o s enviaron á Siena un
r r a , á fin de llegar á ser más fácilmente árbitro en
embajador, que, unido á P a n d o l f o y al embajador del
I t a l i a , logrando de esta suerte mayor fama. Tal era el
duque de Milán, consiguieron vencer á Nicolás Tegrimi.
concepto que de su valimiento babía formado, que
P a r a mantener estas v e n t a j a s fué preciso desplegar
anunciaba sonriendo acabaría la guerra en Italia cuando
fuerzas y , después de la t o m a de V i c o , de que hablare-
e'l quisiera, agradándole oir á los aduladores, y entre
mos luego, enviaron los florentinos al conde Ranuccio
ellos á un bufón que le repetía: « E s t e glorioso Príncipe
á P o g g i o y g r a n cantidad de armas á Pandolfo. P o r
tiene por tesoreros á los venecianos, por capitán al rey
este medio se consiguió u n a tregua de cinco años; tre-
de F r a n c i a , y por correo al Emperador.» Decíase t a m -
g u a vergonzosa, porque fué preciso destruir el bastión
bie'n en su corte: «.Dios en el cielo, y L u i s Sforza en la
de V a l i a n o , pero necesaria para cerrar la ancha puerta
tierra, saben el fin de esta guerra.» Sea lo que fuere, ó
que los venecianos tenían para atacarnos. E s t e acuerdo
por ambición suya ó por favorecer á Florencia, se puso
modificó también las pretensiones del Señor de P i o m -
de su p a r t e , alentó á los florentinos á continuar la em-
bino , que se contentó con quedar á sueldo del duque de
presa de P i s a , y b a s t a les envió unos trescientos caba-
Milán y de los florentinos, quienes pagaban á medias
llos á las órdenes de varios jefes.
los g a s t o s , recibiendo veinticinco mil ducados y doscien-
A n i m a d o s en Florencia por las persuasiones y los tos hombres de a r m a s , y el título de lugarteniente f u e r a
favores del duque de M i l á n , procuraban reunir dinero de Toscana.
para activar la guerra contra los písanos. E l general de-
claraba que no quería permanecer ocioso y los písanos,
por no mostrar temor á los refuerzos del ejército floren-
senta brazas de m u r o , lo tomó por capitulación. Marco
Salviati perdió allí u n ojo. H a b í a dentro ochocientos
soldados, que quedaron libres con sus bagajes.
AGOSTO DE 1498.
Tomado V i c o , se acabó el dinero de las pagas del
ejército y , necesitándose más para continuar la cam-
p a ñ a , hubo disensiones entre los ciudadanos: unos que-
H u b o por entonces entre los pisanos y nuestras tropas rían que el ejército fuera contra C a s c i n a , y otros contra
a l g u n a s escaramuzas sin importancia.
L i b b r a f a t t a . L a causa de estas discordias era l a opinión
F u é nombrado Comisario en el ejército Jacobo P i t t i . favorable ó adversa que unos u otros tenían del conde
y como a d j u n t o s , para d a r mayor autoridad á su cargo Ranuccio. Deliberaron sobre la determinación preferible,
enviaron á P e d r o Popoleschi y Benedicto N e r l i , con los y por fin la dejaron á juicio del general, pero prefiriendo
recursos necesarios p a r a que las tropas comenzaran las
la de Cascina. E l general, para justificar su decisión,
operaciones, dejando á juicio del general acometer la
preguntó si escribía al duque de Milán á fin de saber lo
empresa m á s conveniente contra Caseína, V i c o , Lib-
que opinaba; pero la p r e g u n t a ofendió á los florentinos,
b r a f a t t a <5 la Verrucola. F u é reforzado el ejército con
y resueltamente le ordenaron ir á Cascina. L a orden
cuatro mil infantes y caballos, y tomaron á sueldo á pudo producir un escándalo, por juzgarla el general de-
Dionisio de N a l d o con quinientos infantes, en cambio presiva para su autoridad. Envió éste á Florencia u n a
d e P e d r o , que no había querido ir al ejército, pero que persona de sü confianza que expusiera las razones de su
f u é después. conducta y , presentada al Consejo de los Diez , demos-
E l 20 de A g o s t o salió el ejército de Calcinaia y f u é á t r ó que la expedición á Cascina era peligrosísima si no
B u t i . E l general m a n d ó ocupar antes los montes y hacer terminaba en tiempo fijo, y en cambio, la de Libbra-
un bastión en P i e t r a Dolorosa. Tomada la abadía de f a t t a prometía segura victoria; alegó además t a n t a s
S a n Miguel en veinticuatro h o r a s , se rindió B u t i á dis- razones, que los Diez se convencieron y, discutido de
creción. Allí despojó á los soldados, hizo prisioneros á
nuevo el asunto, se dejó á discreción del general.
los h a b i t a n t e s y m a n d ó cortar las m a n o s á seis arti-
Como estas conferencias ocasionaron dilaciones, sos-
lleros.
pechó el pueblo que los Diez querían mantener la guerra
A l día siguiente se dirigió contra el bastión de Vico, y no t e r m i n a r l a , y les amenazaron muchas veces con
abriendo primero por los m o n t e s , desde B u t i á Vico, un quemarles d e n t r o de sus casas.
camino para llevar la artillería, lo cual f u é de miícho Excitados por el miedo, el peligro y la vergüenza de
coste y f a t i g a . E l bastión lo encontró abandonado, y re- las acusaciones que les dirigían , reunieron cnanto dinero
corrió todo V a l de Calci, tomó á Calci y acampó frente podían y lo enviaron al ejército, recomendando á los
á Vico, que á los ocho días, y después de derribar se- Comisarios que apremiaran al general para continuar
la c a m p a ñ a por el p u n t o que f u e r a más á propósito, y P e r o antes de que Dionisio de Berzighella llegara con
éste se dirigió á L i b b r a f a t t a , pidiendo antes víveres á l o s su compañía á Marradi, lograron los enemigos vencer
luqueses, q u e , por t e m o r , se los dieron. l a s ' t r o p a s que guardaban el B u r g o , y ocuparon aquel
E n t r e t a n t o , Carlos O r s i n o , Bartolomé de Alviano y punto, de modo que Dionisio, por no acudir á tiempo,
el duque de U r b i n o , t o m a d o s á sueldo por los venecia- vióse obligado á retirarse al castillo, donde ya se había
nos para que vinieran con P e d r o de Médicis contra refugiado Simón Ridolfi. P o r ser aquel castillo la llave
Florencia por la parte de S i e n a , no pudiendo venir por del Mugello, no juzgó conveniente trasladarse á Modi-
este lado á causa de la t r e g u a entre florentinos y siene- gliana, donde fué sólo Octavio de Manfredi.
ses hecha por mediación del embajador en Siena del du. Creciendo diariamente el número de los enemigos que
que de Milán , resol rieron atacar por otro lado, reuniendo ocupaban el burgo, y temiendo los florentinos" que el
numeroso ejército en la R o m a ñ a á fin de acometer con to- duque de Urbino se uniese á ellos y t o m a r a n á Casti-
das las fuerzas venecianas á los florentinos por el punto glione, resolvieron aumentar l a s precauciones de defensa.
m á s favorable y, a p a r t á n d o s e del A r b i a p a r a i r á Campo- Escribieron al conde de Gaiazzo, que estaba en el terri-
reggiano, lugar próximo á la F r a t t a , enei ducado de U r - torio de P a r m a con unos cuatrocientos sesenta hombres
bino y en los confines de la comarca de P e r u s a , fueron de armas, manifestándole la necesidad de su venida, y
á A g o b b i o , para dirigirse después hacia F a e n z a y enviaron á A n d r é s P a z z i á la condesa de Imola p a r a
unirse allí á las tropas de J u a n y A n í b a l Bentivogli y darle el pésame por la muerte de su marido J u a n de
de J u l i á n de Médicis quien, por medio de Ramazzoto y Médicis, y para mantenerla amiga de la República flo-
de otros jefes de la R o m a ñ a y de la m o n t a ñ a de Bolo- rentina, No habiendo por aquella parte bastante fuerza,
n i a , había reunido unos cuatro mil hombres de infan- enviáronle cinco mil ducados para asoldar tres mil infan-
tería. tes y ponerlos á las órdenes de Fracassa, general del
duque de Milán que se encontraba allí con cien hombres
Cuando los florentinos supieron estos preparativos, or-
de armas y cien ballesteros de caballería. A n t o n i o Gia-
denaron al Conde Ranuccio, que estaba en P o g g i o , t r a s -
comini fué nombrado Comisario, con encargo de apremiar
ladarse á Mugello, y enviaron al Señor de Piombino y á
á Fracassa para que se dirigiera á Modigliana, porque
J u a n Pablo Baglione lo que les debían de sus sueldos,
creían que, reuniendo numerosas fuerzas en aquella parte,
ordenándoles fueran al mismo p u n t o .
podríase promover una sublevación en Berzighella á causa
P a r a distraer al enemigo por la parte de V a l de L a - de las inteligencias que allí mantenían M a n f r e d i y Dio-
mona, ordenaron al general que enviase inmediatamente nisio, ó asustar á las tropas que mandaba Julián de Mé-
á Dionisio de Berzighella y á Octavio de M a n f r e d i con dicis y obligarlas á retirarse.
sus compañías, quienes fueron sin obstáculo hacia M o n -
digliana. A d e m á s enviaron comisarios al Mugello y á la P a r a dar al conde Ranuccio y al Señor de Piombino la
R o m a ñ a para proveer á cuanto se necesitara. infantería que estaba en M u g e l l o , á fin de que pudieran
TOÜO I I . ] 8
atacar al enemigo, q u e se encontraba en Marradi, man-
valle de Mugello, donde creían ser bien recibidos por los
daron asoldar dos m i l infantes y escribieron al ejército
habitantes, favorables á Pedro de Me'dicis, y en seguida
para que vinieran q u i n i e n t o s más, nombrando Comisarios acercarse á Florencia, con la esperanza de que el g r a n
en Mugello á P e d r o Corsini y Bernardo Nasi, personas valimiento de los desterrados, ocasionara algún cambio
de g r a n autoridad y reputación. de gobierno, y con él su ansiada dominación en Toscana.
M i e n t r a s se a d o p t a b a n todas estas disposiciones para Todo esto lo escribieron los florentinos varias veces al
resistir á los venecianos, el general de nuestro ejército Pontífice, al rey de Nápoles y á los genoveses, y a u n les
contra P i s a t o m ó á viva fuerza el bastión de Libbrafatta enviaron embajadores, mostrándoles l a ambición de los
y, puesta la artillería frente al castillo, lo estaba batiendo, venecianos y la conveniencia de que la contrarrestaran
sin que el enemigo se atreviera á hacer ninguna salida cuando aun era tiempo, no dejándola prosperar, por ver
contra n u e s t r a s t r o p a s . Sitiados los h a b i t a n t e s estrecha- la ruina ajena, tanto que después no pudieran ellos m i s -
mente, desesperados de auxilio y temerosos de no poder mos defenderse.
capitular si resistían, á los once días se entregaron. P e r o estas persuasiones, por diversas causas, no pro-
Dueños los florentinos de L i b b r a f a t t a , pensaban que dujeron n i n g ú n efecto. E l P a p a era enemigo del duque de
el duque de M i l á n defendería con su ejército los demás Milán y, viendo á los florentinos t a n afectos al Duque,
p u n t o s a m e n a z a d o s por el enemigo. Resolvieron, pues, prefería l a destrucción del poder de la S a n t a Sede á a u -
continuar la e m p r e s a contra los písanos y, para estre- mentar el prestigio del Duque y que pudiera vanoglo-
charles por aquella parte, desde el A r n o hacia Stagno, riarse de haber vencido á los venecianos. Favorecía, pues,
construyeron u n b a s t i ó n en la torre de Foce, para blo- á Venecia y, por no creerse b a s t a n t e poderoso para des-
quear á la vez á P i s a y Cascina. truir la dominación del duque de Milán, se echó en bra-
A l mismo tiempo determinó el general reforzar la for- zos del nuevo rey de Francia, antes duque de Orleans,
tificación de S a n t a M a r í a in Castello, y escribió á Flo- mortal enemigo del Duque, por pretender que le perte-
rencia para que le enviaran picapedreros, zapadores y los necía el Ducado y por haber recibido de Sforza numerosas
demás elementos necesarios; pero mudó de propósito y injurias, cuando su antecesor Carlos Y I I I hizo la expe-
m a n d ó hacer u n b a s t i ó n sobre el m o n t e Verrua, á cuatro dición á Italia.
millas de P i s a , posición intermedia entre P i s a y Luca ) Tampoco las persuasiones de los florentinos hicieron
donde ya el luqués Castruccio había hecho u n a fortifica- mella en el rey de Ñapóles, por ser naturalmente pací-
ción, cuaudo se apoderó de P i s a . fico, estar su reino arruinado y tener motivos de temor
M i e n t r a s se t e r m i n a b a esta obra costosísima, no de- á los venecianos, que poseían cuatro ó cinco fortalezas
sistían los venecianos de acometer por la parte de la Ro- importantes en la Pulla.
m a ñ a ; y, habiendo tomado el B u r g o de Marradi, se pre- L o s genoveses, naturalmente mezquinos y muy ene-
paraban á atacar el castillo para poder bajar después al migos de Florencia, también se negaron á auxiliar á los
florentinos, siendo de ver que posponían de buen grado
ver si, por medio de Dionisio, desterrado de esta ciudad,
la salud de t o d a Italia, al deseo de vengarse de ellos.
se podía producir en ella u n a sublevación; y, á fin de
Viendo, p j r t a n t o , los florentinos que sus persuasiones,
conseguirlo, aconsejaba que los que estaban en Casaglia
aunque ciertas, no eran creídas ni aceptadas y, no pu- amenazaran á los enemigos situados en el B u r g o de Ma-
diendo esperar acuerdo con los venecianos, á quienes h a - rradi, con objeto de que éstos no pudieran socorrer de
bían enviado como embajadores las personas más autori- modo alguno á Berzighella y que el conde de Gaiazzo
zadas de Florencia, sin conseguir otra respuesta que la fuera también hacia Berzighella, interponiéndose entre
de querer cumplir la promesa hecha á los písanos de esta ciudad y el duque U r b i n o , que se encontraba con
mantenerles en libertad, determinaron hacer el último s u s tropas en F a e n z a .
esfuerzo para no abandonar el asedio de P i s a y echar al
Convenido este plan, al llegar el día designado F r a -
enemigo de M a r r a d i .
c a s s a y Dionisio se presentaron ante Berzighella y acer-
Como antes he d i c h o , habían enviado Comisarios á cáronse á la puerta, donde les recibieron á cañonazos.
Muge!lo y al conde Ranuccio con sus tropas, y escrito E n v i a r o n en seguida uno d é l o s suyos al conde de Gaiaz-
al conde de Gaiazzo al P a r m e s a n o que viniera hacia Imo- z o que estaba en u n a altura á la vista de la ciudad, para
la con sus soldados. T a m b i é n determinaron asoldar tanta- •que se uniera á ellos, é intentar un asalto, con esperanza
infantería que sin peligro p u l i e r a n , esperando al enemigo, de apoderarse de la plaza; pero el Conde se negó á ello,
conseguir de él completa victoria y, si no lo aguardaban, según unos por tener encargo del D u q u e de no derrotar
ahuyentarle vergonzosamente. Reunieron, pues, cinco m i l á los enemigos, quienes, si el plan tenia buen éxito, esta-
infantes, poniéndolos todos á las órdenes del conde Ra- ban completamente perdidos y, en opinión de otros, por no
nuccio que se encontraba en Borgo San Lorenzo, y escri- a u m e n t a r el prestigio de Fraccasa, autor del proyecto de
bieron á él y al Señor de Piombino (q ue habían tomado á t o m a r á Berzighella. P e r o acaso, y este fué el parecer de
su servicio con doscientos hombres de armas, á mitad de los m á s entendidos, no contribuyó á la operación que se
gastos con el duque de Milán), que acudieran á Marrad; i n t e n t a b a por comprender el riesgo que había en ella,
para librar el castillo, estrechamente asediado por el pues, abandonando la altura p a r a bajar á Berzighella y
enemigo, en lo cual consistía casi todo el éxito de la ocupando aquélla el enemigo, quedaba sin duda á dis-
campaña. c r e c i ó n de éste, y, como sabio, quería huir un peligro
' Volvieron ambos con sus tropas á Casaglia para po- manifiesto á cambio de incierta victoria.
nerse de acuerdo con el conde de Gaiazzo y Fracassa, Volvió F r a c a s s a indignado á Modigliana por el fracaso
que estaban, éste en Modigliána con Antonio Giacomini, del intento contra Berzighella; pero era preciso conseguir
y aquél en Forli. Acordaron, pues, la manera de socorrer de cualquier modo que el enemigo se apartara de M a -
el castillo. F r a c a s s a opinaba que él con sus tropas y Oc- rradi; para lo cual aconsejaron que el conde de Gaiazzo se
tavio con las sayas fueran d e Faenza á Berzighella para. uniera al conde Ranuccio en Casaglia, y ambos se sitúa-
r a n á e s p a l d a s del e n e m i g o que, por el sitio en que estaba,
por la h o s t i l i d a d d e la mayoría de los h a b i t a n t e s y por
ser m e n o r e s s u s f u e r z a s creían que no podría resis-
tirles.
E j e c u t a d o i n m e d i a t a m e n t e este proyecto y reunidas en
C a s a g l i a l a s t r o p a s del d u q u e de M i l á n y d e los floren-
tinos, al a m a n e c e r se p r e s e n t a r o n en orden d e batalla
EXTRACTOS
d e l a n t e del e n e m i g o . A s u s t a d o e'ste, se a p a r t ó del castillo,
D E LAS C A R T A S E S C R I T A S À LOS D I E Z D E LA B A L I A ( l ) .
que b a t í a sin cesar con u n cañón, y q u e h a b í a estado á
p u n t o d e r e n d i r s e por f a l t a d e a g u a . L o s sitiados reci-
bieron a g u a , y a d e m á s llovió por la noche. E l enemigo
se retiró al B u r g o , r e t i r a d a fácil, porque la dirigió B a r t o -
lomé d e A l v i a n o , h o m b r e valeroso y práctico en la g u e r r a , H a c i a el 8 de A b r i l fueron puestos en libertad los
y p o r q u e m a n d a b a n á los florentinos el conde d e Gaiazzo, prisioneros de Ñapóles- con J u a n J e r ó n i m o y el señor
m á s c u i d a d o s o de la comodidad d e sus soldados que del P a b l o O r s i n o (año de 1 4 9 7 ) , y el d u q u e de U r b i n o
daño del e n e m i g o ; el Señor de P i o m b i n o , de quien decía acordó su rescate con los Orsini en c u a r e n t a mil duca-
m o n s e ñ o r V e n a f r o que discurría bien, deducía m a l y e j e - dos. E n c o n t r á b a s e entonces en m a n o s del cardenal d e
c u t a b a p e o r ; q u e no llevaba ni la tercera p a r t e d e l a s S a n Severino, y sólo se esperaba á P a b l o Y i t e l l i , d e
t r o p a s q u e le p a g a b a n , y éstas ni le obedecían ni le res- M a n t u a , y á los prisioneros de Ñ a p ó l e s , p a r a dejarle ir
p e t a b a n , y el c o n d e Ranuccio, á quien a u n d u r a b a el donde quisiera.
miedo d e la d e r r o t a de S a n Regolo. A s í , pues, a u n q u e P o r e n t o n c e s la empresa de los Médicis preocupaba
el e n e m i g o se r e t i r ó , juzgóse su conducta, según la r e l a - todos los e s p í r i t u s , siendo Siena el centro de los p r e -
ción de l o s C o m i s a r i o s , m á s honrosa y laudable que n u e s - p a r a t i v o s que dirigían S a n Severino y L u i s B e c h e t -
t r a victoria; p o r q u e los n u e s t r o s no se atrevieron á a t a - ti ( 2 ) . E n R o m a hacía los g a s t o s P e d r o de M é d i c i s ,
carle, c u a n d o o r d e n a d a m e n t e se retiraba. q u e empeñó en seis mil ducados los efectos que poseía,
c o n s u m i e n d o el crédito que le q u e d a b a . E l P a p a , V e -
necia y M i l á n e s t a b a n á la e x p e c t a t i v a , favoreciendo á
los Médicis con palabras, p a r a aprovechar con h e c h o s su
FIN DE LOS FRAGMENTOS HISTORICOS vuelta á F l o r e n c i a .

(1) Estos extractos los escribió evidentemente Maquiavelo


como apuntes para continuar la historia de Florencia.
(2) Acaso Boschetti, personaje notable de aquel tiempo.
r a n á e s p a l d a s del e n e m i g o que, por el sitio en que estaba,
por la h o s t i l i d a d d e la mayoría de los h a b i t a n t e s y por
ser m e n o r e s s u s f u e r z a s creían que no podría resis-
tirles.
E j e c u t a d o i n m e d i a t a m e n t e este proyecto y reunidas en
C a s a g l i a l a s t r o p a s del d u q u e de M i l á n y d e los floren-
tinos, al a m a n e c e r se p r e s e n t a r o n en orden d e batalla
EXTRACTOS
d e l a n t e del e n e m i g o . A s u s t a d o e'ste, se a p a r t ó del castillo,
D E LAS C A R T A S E S C R I T A S Á LOS D I E Z D E LA B A L I A ( l ) .
que b a t í a sin cesar con u n cañón, y q u e h a b í a estado á
p u n t o d e r e n d i r s e por f a l t a d e a g u a . L o s sitiados reci-
bieron a g u a , y a d e m á s llovió por la noche. E l enemigo
se retiró al B u r g o , r e t i r a d a fácil, porque la dirigió B a r t o -
lomé d e A l v i a n o , h o m b r e valeroso y práctico en la g u e r r a , H a c i a el 8 de A b r i l fueron puestos en libertad los
y p o r q u e m a n d a b a n á los florentinos el conde d e Gaiazzo, prisioneros de Ñapóles- con J u a n J e r ó n i m o y el señor
m á s c u i d a d o s o de la comodidad d e sus soldados que del P a b l o O r s i n o (año de 1 4 9 7 ) , y el d u q u e de U r b i n o
daño del e n e m i g o ; el Señor de P i o m b i n o , de quien decía acordó su rescate con los Orsini en c u a r e n t a mil duca-
m o n s e ñ o r V e n a f r o que discurría bien, deducía m a l y e j e - dos. E n c o n t r á b a s e entonces en m a n o s del cardenal d e
c u t a b a p e o r ; q u e no llevaba ni la tercera p a r t e d e l a s S a n Severino, y sólo se esperaba á P a b l o Y i t e l l i , d e
t r o p a s q u e le p a g a b a n , y éstas ni le obedecían ni le res- M a n t u a , y á los prisioneros de Ñ a p ó l e s , p a r a dejarle ir
p e t a b a n , y el c o n d e Ranuccio, á quien a u n d u r a b a el donde quisiera.
miedo d e la d e r r o t a de S a n Regolo. A s í , pues, a u n q u e P o r e n t o n c e s la empresa de los Médicis preocupaba
el e n e m i g o se r e t i r ó , juzgóse su conducta, según la r e l a - todos los e s p í r i t u s , siendo Siena el centro de los p r e -
ción de l o s C o m i s a r i o s , m á s honrosa y laudable que n u e s - p a r a t i v o s que dirigían S a n Severino y L u i s B e c h e t -
t r a victoria; p o r q u e los n u e s t r o s no se atrevieron á a t a - ti ( 2 ) . E n B o m a hacía los g a s t o s P e d r o de M é d i c i s ,
carle, c u a n d o o r d e n a d a m e n t e se retiraba. q u e empeñó en seis mil ducados los efectos que poseía,
c o n s u m i e n d o el crédito que le q u e d a b a . E l P a p a , V e -
necia y M i l á n e s t a b a n á la e x p e c t a t i v a , favoreciendo á
los Médicis con palabras, p a r a aprovechar con h e c h o s su
FIN DE LOS FRAGMENTOS HISTORICOS vuelta á F l o r e n c i a ,

(1) Estos extractos los escribió evidentemente Maquiavelo


como apuntes para continuar la historia de Florencia.
(2) Acaso Boschetti, personaje notable de aquel tiempo.
P a r t i ó P e d r o de Médicis de Roma el día 19 (de J u -
E n Florencia tenía pocos partidarios. Aquellos á
nio) y vino á Siena. T r a j o con él cuatrocientos infantes,
quienes el suceso importaba m á s , mostráronse cobardes
y al Alviano con unos trescientos caballos. J u z g a b a fá-
y estaban con capa y capucha como para ver u n a pro-
cil su empresa, e s p e r á n d o l e ayudasen los desórdenes en
cesión. Los Priores mostrábanse amedrentados en el
la ciudad, la miseria del pueblo los Señores, de quienes
Palacio de la Señoría y á merced ajena, sobre todo el
era jefe Bernardo del Ñ e r o , y también algunos parientes
Confaloniero Bernardo del Ñero que, para evitar todo
y amigos que prometían el mejor éxito: me refiero á los
c a r g o , dejábase guiar por cualquiera.
que en Agosto siguiente fueron condenados á muerte y
ejecutados. Distribuyóse aquel día g r a n cantidad de pan al pue-
blo, y á la plebe, aunque h a m b r i e n t a , pareció bien dejar
R e u n i d a esta g e n t e en S i e n a , partió en la tarde del
á los superiores ordenar lo que quisieran.
día 2 7 , y anduvo aquella noche t a n t o , que al día si-
P a r t i ó P e d r o de Siena el día 27 á las diez de la ma-
guiente estaba en Tavernelle 'de Valdelsa, y de allí
ñ a n a , y aquella noche la abundante lluvia le impidió
avanzó por la derecha h a s t a las puertas de Florencia,
acelerar la m a r c h a , pues de lo contrario, hubiera llegado
esperando siempre una sublevación dentro de ella. De-
de improviso al amanecer á las puertas de Florencia.
túvose algunos momentos en la C a r t u j a , sospechando
por varios indicios que hubiera allí infantería; pero sa- Aceptóse la tregua , se ratificó y aun se cumplió.
bida la verdad, avanzó, llegando á la puerta'cerca de E n los primeros días de este m e s , estando predicando
las once de la m a ñ a n a , donde estuvo hasta las tres de el fraile (Savonarola), á causa de haber golpeado uno en
la tarde. una c a j a , movióse g r a n tumulto en la iglesia, y tras-
mitiéndose f u e r a , echaron mano á las a r m a s , empe-
^ E r a el día en que entraban en ejercicio los nuevos zando un g r a n desorden q u e , por f o r t u n a , se apaciguó
P r i o r e s , y antes de proclamarles se les convocó con pre- pronto.
texto de consultarles. También fueron convocados los
L a S a n t a Sede empezó á amonestar á Savonarola
ciudadanos, especialmente los que eran más sospechosos,
por medio de Breves, y el P a p a envió u n tal J u a n de
con la misma excusa.
Camerino, hombre turbulento é íntimo amigo de fray
E n c o n t r á b a s e por acaso en Florencia Pablo Vitelli, Mariano de G h i n a z z a n o , con breves para la Señoría v
que volvía de M a n t u a , y le encargaron, en unión de para fray J e r ó n i m o Savonarola; á la Señoría , para que
otros capitanes, Ja defensa'contia P e d r o de Médicis. A l
prohibiera predicar á Savonarola, y á éste, notificándole
conde Ranuccio, con sus t r o p a s , se le había ordenado
la prohibición y ordenándole, entre otras cosas, presen-
venir de Cascina á San Casciano, pero no llegó á tiempo,
tarse al Yicario de S u Santidad.
y las demás disposiciones fueron tardías é ineficaces',
L a mayoría de estas medidas las habían solicitado
porque P e d r o de Médicis se volvió por donde había
los adversarios de Savonarola, pero sus partidarios le
venido.
defendían valerosamente. A s í las cosas, el calor del
v e r a n o , l a e p i d e m i a , y m u c h a s o t r a s c o n t r a r i e d a d e s , le
pue's se tuvo por cierto que f u é m u e r t o por el c a r d e n a l
impidieron predicar.
d e V a l e n c i a ( C é s a r B o r g i a ) , ó por orden s u y a , y que el
T e r m i n a d a l a loca a v e n t u r a d e los Me'dicis, el A l -
motivo f u é la envidia, á causa d e D . a Lucrecia.
viano r e g r e s ó á l o s E s t a d o s Pontificios y , decididos los
E l m o t i v o que sirvió de f u n d a m e n t o al divorcio del
de S p o l e t o , q u e e r a n giielfos, á combatir con los de
Señor de P é s a r o y D . a Lucrecia fué el d e no h a b e r s e
T e r n i , se s i r v i e r o n d e é l . D e s p u é s d e a l g u n o s d í a s ,
c o n s u m a d o el m a t r i m o n i o por impotencia del m a r i d o , y
e m p l e a d o s m á s en ardides que en verdaderos actos de
el P a p a añadía que lo h a b í a pronunciado por c o n s i d e r a -
g u e r r a , e n t r ó e n T o d i , y m a t ó cincuenta y cuatro ciu-
d a d a n o s del b a n d o gibelino. ción al primer m a r i d o , P r ó c i d a ( 1 ) , del cual t a m b i é n
se h a b í a divorciado.
P o r e n t o n c e s caso el P a p a á su b i j a con el S e ñ o r d e
E n e s t a época envió el rey de F r a n c i a á m o n s e ñ o r
P é s a r o , q u e e s t a b a en R o m a , de d o n d e salió insalutato
G i m e l con e n c a r g o d e hacer saber á t o d o s , desde S a -
hospite, y al l l e g a r á sus E s t a d o s , hizo e n t e n d e r á su
boya h a s t a R o m a , 'que n o s o t r o s éramos sus a m i g o s
esposa q u e b u s c a r a otro m a r i d o , p o r q u e n o la quería
q u e deseaba n u e s t r a s e g u r i d a d , y que estaba dispuesto á
t e n e r en su c a s a . E l P a p a le envió al m a e s t r o M a r i a n o
a y u d a r n o s contra quoscumque¡ y de ordenar á Trivulzio
de G h i n a z z a n o , y al fin se e n c o n t r ó el medio d e realizar
y á los d e m á s h o m b r e s de a r m a s franceses que había en
el divorcio, a u n q u e se h a b í a c o n s u m a d o el m a t r i m o n i o .
I t a l i a que acudieran en n u e s t r o a u x i l i o , si era necesario.
Sucedió e s t o el 7 d e J u n i o .
L l e g ó monseñor G i m e l h a s t a V i g e v a n o , pero el d u q u e
F u é leída en p l e n o Consistorio la B u l a de i n v e s t i d u r a d e Milán n o le dejó p a s a r adelante.
del reino de. Ñ a p ó l e s á favor del rey F e d e r i c o , con con-
P o r entonces debía verificarse en Montpeller la D i e t a
s e n t i m i e n t o d e t o d o s los c a r d e n a l e s , m e n o s el d e S a n
de todos los e m b a j a d o r e s de los coligados y compren-
D i o n i s i o , q u e era f r a n c é s , y p r o t e s t ó s o l e m n e m e n t e de
didos en la t r e g u a , p a r a t r a t a r de la p a z , y f u é por n o s -
nullitate rei, et de juribus integris Christianissimi Re-
otros el obispo d e V o l t e r r a ; pero n a d a se a c o r d ó , c o m o
gis, e t c . , y p e r s i s t i e n d o el P a p a en su determinación,
se ve en los papeles correspondientes á esta t r e g u a .
dijo p o r ú l t i m o el C a r d e n a l que su R e y se reservaba de-
A d e m á s de este C o n g r e s o , había ido á E s p a ñ a monse-
f e n d e r s u derecho in armis.
ñor de C l a r i , para recibir instrucciones de su s o b e r a n o
E l día 9 f u é elegido legado p a r a asistir á la corona- y t o m a r l e el j u r a m e n t o á la t r e g u a .
ción el c a r d e n a l de V a l e n c i a , y n o m b r a d o príncipe d e E l 10 d e A g o s t o se verificó la coronación del rey F e -
B e n e v e n t o el d u q u e d e G a n d í a . A esto siguieron los derico por m a n o del arzobispo de C o s e n z a , pues q u e d ó
acontecimientos cuyo hilo puede e s t u d i a r s e en l a s c a r t a s
del S r . A l e j a n d r o (Braccesi).
(1) Juan de Prócida, hijo de Juan Francisco, conde de
A m e d i a d o s del m e s f u é m u e r t o el d u q u e d e G a n d í a . Aversa, primer marido de Lucrecia Borgia, á quien se la quitó
P o r lo p r o n t o n o se supo la causa del asesinato. D e s - el padre, después de tres años de matrimonio, eu 1493:
enfermo en Benevento el cardenal de Valencia, que de lino se entendía el nombre de Pedro. Nicolás Bidolfi ha-
derecho fué el encargado de esta ceremonia. bía también recibido cartas, comunicándolas á B e r n a r d o
F u é entonces preso L a m b e r t o de A n t e l l a , que ha- del Ñero, et ínter alia le acusaban de haber reído con
bía venido á u n a finca de su propiedad, cerca de Para- Bernardo del Ñero, de burlarse con otros y de decir de-
diso. A u n q u e había escrito á Francisco Gualterotti, que lante de Bernardo: «Si volviera Pedro, rejuvenecería
era uno de los Diez y pariente suyo (Antella estaba veinte años.» A los otros se les acusaba de haber sabido
casado con una Gualterotti), que quería venir para ha- el complot y prepararse para auxiliarlo. E n el interroga-
cerle revelaciones, etc., sin embargo no obtuvo licencia. torio á que fueron sometidos resultaron varias veces car-
Cuando le prendieron enseñó otra carta escrita al mismo gos contra F r . Mariano, que seguramente intervino d e
y no entregada. A n t e l l a estaba desterrado. algún modo en la conspiración.
L a D i e t a , que se reunió primero en Montpeller, y E l día 18 fueron sentenciados reos mortis por los Ocho,
fué t r a n s l a d a á N a r b o n a , j a m á s pudo ponerse de acuerdo, Bernardo del Ñero, J u a n Cambi, Nicolás Ridolfi, G i a n -
después del primer f r a c a s o , porque cada cual rechazaba, nozzo Pucci y Lorenzo Tornabuoni. Desde dicho día
como insuficientes para é l , l a s condiciones de la paz, y hasta el 21 estuvieron presos, discutiéndose si era eficaz
el rey de Francia alardeaba de ser el más poderoso. E l la apelación que habían interpuesto ante el Gran Con-
rey de E s p a ñ a no había querido consentir h a s t a enton- sejo, conforme á la ley hecha el año, etc. E l 21, por rei-
ces en la conquista de Ñ a p ó l e s , si no se le cedía la nar grande agitación en la ciudad, sobre todo entre los
Calabria, arreglo que aceptó el sucesor del rey Carlos. que temían á P e d r o de Médicis, éstos, por propia segu-
Como autores y cómplices del proyecto y determina- ridad, celebraron con los Señores u n a larga conferencia^
ción de los Me'dicis de volver á Florencia, fueron de- en la cual unánimemente determinaron que la ejecución
nunciados, por L a m b e r t o d e Antella, muchos ciudada- fuera inmediata. E n esta conferencia se levantó F r a n -
n o s , entre ellos Bernardo del Ñ e r o , Nicolás Bidolfi, cisco Valori, acercóse á las sillas de los Señores, y gol-
J u a n Cainbi, de los Cambi de S a n t a Trinidad, Giannozzo peando sobre la mesa, trémulo y en ademán de amenaza,
Pucci, Lorenzo Tornabuoni, P a n d o l f o Corbellini, Pedro pedía la ejecución inmediata de la sentencia, lo cual pro-
P i t t i , Francisco Martelli y algunos otros. Sus principa- d u j o algún tumulto. Cuando se sentó, en vista de que la
les delitos consistían en haber recibido caitas y escrito á mayoría opinaba lo mismo, quedó acordado que siendo
P e d r o de Médicis por medio de un ermitaño llamado periculum in mora, et urgente necesítate salutis reipublicce,
f r a y Serafín. Giannozzo P u c c i y Lorenzo Tornabuoni es- no se debiera esperar el resultado de la apelación. P o r
t a b a n muy comprometidos por esta correspondencia. votación de los Señores (á la cual no concurrieron todos)
J u a n Cambi también mantuvo correspondencia con Pe- se ordenó al Consejo de los Ocho que i n m e d i a t a m e n -
dro de Médicis por medio de Jacobo Petrucci, de Siena, te fueran ejecutados los cinco reos, y así se hizo en la
valiéndose de u n a cifra, según la cual, con la palabra noche inmediata.
L o s demás acusados f u e r o n desterrados, á excepción
y a que el cardenal de Valencia dejara los hábitos ecle-
del primo (1), que después de muchos meses de deten-
siásticos y volviera á l a condición laica, y en esta época
ción, para saber por él los i n t e n t o s de los Médicis, fué
lo hizo saber al rey Carlos V I I I .
también decapitado. L a ejecución se hizo en el ¿atio
E n 15 de Octubre, los Vitelli, que á sueldo de F l o -
del palacio del Capitán. Quedaron los ánimos tenebrosos
rencia estaban alojados en V a l de Cli¡ana, intentaron,
y sedientos de venganza, satisfaciéndose cuando la muerte
como desterrados de Montepulciano, apoderarse de esta
d e Valori en el siguiente mes d e Abril.
plaza, por noticias que les habían dado los de dentro de
D u r a n t e la tregua, el rey d e E s p a ñ a envió embaja-
que serían bien recibidos; pero fracasó la empresa y se
dores al Rey Cristianísimo, y a j u s t a r o n el tratado que
hicieron graves cargos á Florencia, censurándole haber
ambos reyes deseaban; q u e d a n d o estipulado especial-
querido romper la tregua y teniendo que someter el juicio
mente que el Rey Católico ayudaría al Cristianísimo en
de su conducta á los gobiernos de R o m a y de Milán.
la conquista de Nápoles y , como g a r a n t í a de los gastos
D u r a n t e la tregua, los embajadores de los dos reyes se
que hiciera, hasta ser reembolsado, se quedaría con la
reunieron en N a r b o n a para t r a t a r de la paz y, al inte-
Calabria.
rrumpirse estas negociaciones como he dicho, fué enviado
L a sentencia del divorcio entre D. a Lucrecia y el Se-
Clari, de Francia á E s p a ñ a . A m b o s reyes, como sue-
ñ o r de P é s a r o fué d a d a en Septiembre, y fundada en que
len hacer los poderosos, sin tener en cuenta los intereses
el m a n d o era impotens etfrigidus natura.
de la L i g a , ajustaron u n tratado especial entre ellos,
L a flota genovesa, compuesta entonces de c u a t r o que E s p a ñ a admitió de buen grado, porque tenía nuevas
g r a n d e s barcos y m u c h o s otros pequeños, cruzaba por dificultades con P o r t u g a l y por afirmar el Rey su auto-
delante de Tolón, teniendo bloqueada á la francesa desti- ridad contra muchos señores de su reino que no la que-
nada á Italia y al reino d e N á p o l e s para socorrer á Sa- rían sufrir, j u z g a n d o difícil conseguirlo, si tenía que lu-
lerno y Bisignano, que e s t a b a n en poder de los franceses, c h a r al mismo tiempo con la enemistad de dos enemigos
y hacer antes escala en L i o r n a . ó de uno solo.
Y a el 1.° de Septiembre el rey Federico, para libertad P o r entonces cayó u n a exhalación en el castillo de
su remo de invasión e x t r a n j e r a , había enviado hombres S a n t ' A n g e l o en R o m a , causando destrozos de que d a n
d e armas contra dichas plazas, á pesar de la oposición cuenta las cartas de aquel tiempo. L o s Orsini y los Go-
de los venecianos, que condenaban esta empresa porque lonna estaban en guerra. E s t o s querían quitar á los
podía excitar á los franceses á pasar á Italia. C o n t i algunas plazas que antes habían sido suyas, y los
A fines de Octubre de 1 4 9 7 el P a p a había determinado Orsini ayudaban á los Conti, sin que ni unos ni otros
respetaran la tregua que había promulgado el P a p a por
(1) Este primo, según unos, era Lamberto de Antelia: otros propia autoridad.
creen que Corbinello. N o cesaba el rey de Francia de anunciar su venida á
I t a l i a , y al efecto h a b í a hecho a l g u n o s desembarcos en
al cardenal de V a l e n c i a (César B o r g i a ) . Y a h a b í a con-
los p u e r t o s d e S a b o y a , enviado t r o p a s á A s t i , tomado á
venido este a s u n t o con el rey Carlos V I I I , accediendo el
sueldo á l o s O r s i n i y m a n t e n i d o relaciones en Génova
R e y C r i s t i a n í s i m o á c u a n t o deseaba A l e j a n d r o V I .
con el cardenal d e S a n P e d r o in V i n c u l a y maese Batis-
tino. L a L i g a t e m í a que ejecutara su proyecto, y podía C o m o en R o m a n o cesaban de proyectar empresas
creerse f á c i l m e n t e que, vencidas m u c h a s dificultades, rea- contra F l o r e n c i a P e d r o Médicis, el cardenal S a n Seve-
lizara el R e y e s t a expedición, porque el propósito no se rino, los venecianos, los sieneses y otros muchos, t a m -
a p a r t a b a de su á n i m o , d i s t r a y é n d o l e de él t a n sólo los poco f a l t a b a n e s p e z a n z a s d e a u x i l i o por p a r t e d e los
placeres y l o s p é r f i d o s consejos d e quienes le rodeaban. franceses, y estaba á p u n t o d e llegar A u b i g n y . Y a h a b í a n
enviado á G i m e l p a r a p a g a r los sueldos á los Orsini y á
P o r e n t o n c e s el rey d e I n g l a t e r r a hizo prisionero en
los Vitelli y convenir c o n los florentinos el d e A u b i g n y ,
u n a batalla, y m a n d ó m a t a r , á u n tal P l a t a G i a n n e t t a
y los d e m á s p r e p a r a t i v o s necesarios á la empresa c o n t r a
( P l a n t a g e n e t ) , h i j o del rey E d u a r d o , d u q u e de Y o r k (I).
Ñ a p ó l e s , p a r a la cual e s p e r a b a n que les a d e l a n t á r a m o s
E l 7 d e N o v i e m b r e m u r i ó Felipe, d u q u e de Saboya,.
ciento cincuenta mil d u c a d o s .
en C h a m b e r y , y t a m b i é n por e n t o n c e s falleció el I n f a n t e
L a s operaciones militares del rey F e d e r i c o c o n t r a S a -
d e C a s t i l l a , el ú n i c o h i j o v a r ó n de los R e y e s Católicos.
lerno (la ú l t i m a reliquia de la dominación f r a n c e s a en el
E l 15 de N o v i e m b r e d e este año el d u q u e d e F e r r a r a
reino de N á p o l e s ) h a b í a n t e r m i n a d o , y el P r í n c i p e de S a -
r e s t i t u y ó al d u q u e d e M i l á n el Castelletto de Genova,
lerno convino en d e j a r s u s E s t a d o s con tal de poder em-
que le h a b í a n e n t r e g a d o en depósito en 1495.
barcarse con su f a m i l i a y s u s tropas.
C r e y e n d o los f r a n c e s e s n o t e n e r que b a j a r á I t a l i a en
L o s f r a n c e s e s , e n t r e t a n t o , p r e p a r a b a n la nueva expedi-
algún t i e m p o , p r o p u s i e r o n al d u q u e de Milán u n a t r e g u a
ción,}' nos p e d í a n 1 5 0 . 0 0 0 ducados y que les proveyéramos
indefinida que, al ser d e n u n c i a d a , d u r a s e a ú n ocho día?.
de b u q u e s p a r a q u e p a s a r a á N á p o l e s A u b i g n y con cien
L a a j u s t ó á n o m b r e d e F r a n c i a J u a n J a c o b o Trivulzio
l a n z a s ; todo lo cual era u n g a s t o intolerable y, a u n q u e
h a c i a el 2 0 d e N o v i e m b r e .
n o se consintió, f u é lo m i s m o que si se aceptara, porque
D e s p u é s d e la m u e r t e del d u q u e de G a n d í a , volvió el
el mal estaba en o t r a p a r t e .
P a p a d e p r o n t o á su p r o y e c t o de hacer S e ñ o r temporal
L o s m o n a r c a s de E s p a ñ a y F r a n c i a hicieron al fin
la t r e g u a indefinida, con la condición de que d u r a s e dos
(1) Refiérese al impostor Perkins Warbeck, hijo de un co- meses d e s p u é s de d e n u n c i a d a .
rredor de Amberes, que logró pasar, durante mucho tiempo, por
hijo dej rey Eduardo IV. Como tal lo reconoció la duquesa de S e g ú n m a n i f e s t é a n t e s , f u é en 1 4 9 8 e x c o m u l g a d o f r a y
15orgona y le casó con su sobrina. Durante cinco años sostuvo J e r ó n i m o (Savonarola), ó mejor dicho, le prohibieron
guerra con Eduardo YI. Cogido con las armas en la mano, fué predicar d u r a n t e el verano. P a s a d o éste, estuvo t r a n -
condenado á prisión perpetua: pero intentó evadirse y pagó con quilo h a s t a Febrero, en que, con m o t i v o del carnaval,
la cabeza este atrevimiento.
comenzó de nuevo sus predicaciones, siendo sus sermo-
TOIIO II 19
n e s m u y violentos y t o d o s contra la Iglesia, por lo cual el q u e se menciona en c a r t a sobre esto, etc. A l m i s m o
P a p a y la C o r t e pontificia, resentidos por aquellos ata- t i e m p o e x h o r t a b a á los florentinos á suspender las h o s -
ques, e n v i a r o n nuevos B r e v e s á Savonarola y á la Se- tilidades con los sieneses y con el m a r q u é s Gabbriello,
ñoría. p a r a poder contar con m á s tropas.
Volvió á predicar, p o r q u e se iba á elegir la nueva S e - E l 8 de A b r i l d e 1 4 9 8 murió el rey Carlos de a p o p l e -
ñ o r í a ; pero ya s e n t í a el calor de la h o g u e r a , pues la gía, y aquel m i s m o día ocurrió el suceso de F r . J e r ó -
c i u d a d , e n t e r a d a d e su c o n t u m a c i a con el P a p a y can- nimo Savonarola en Florencia, del que se debe h a b l a r
s a d a y a b u r r i d a d e s u s profecías d e d e s v e n t u r a s , comenzó especialmente.
á e x c i t a r s e c o n t r a él, p o r lo cual p r o c u r a b a Savonarola Á la m u e r t e d e C a r l o s V I I I subió al trono de F r a n -
alejar el peligro que le a m e n a z a b a . cia L u i s X I I , y en el m i s m o i n s t a n t e empezó á pensar
P o c o a n t e s d e la m u e r t e del rey de F r a n c i a notáronse en divorciarse d e su m u j e r , para casarse con la r e i n a
en él s í n t o m a s d e epilepsia, y si n o m u r i ó de esta do- viuda, á quien a m a b a y á quien pertenecía la B r e t a ñ a .
lencia, debió c o n t r i b u i r á su fallecimiento. E n t o n c e s se decidió que s u s títulos f u e r a n rey de F r a n -
H a b í a l l e g a d o M a r z o . S e g u í a predicando Savonarola, cia, de Sicilia, d e J e r u s a l é n y d u q u e d e M i l á n , demos-
y el P a p a f u l m i n a n d o c o n t r a él c e n s u r a s . D i v i d i d a la t r á n d o s e así su deseo de este E s t a d o .
opinión en F l o r e n c i a , la a g i t a b a n los d o s partidos, el fa- E n e s t a época, d e t e r m i n a n d o los venecianos enviar
vorable á S a v o n a r o l a y el contrario. P e r o , al t o m a r po- n u e v a s tropas á P i s a , pidieron permiso p a r a que pasa-
sesión la n u e v a S e ñ o r í a en M a r z o , llegaron B r e v e s del r a n por M i l á n , que les f u é negado, y empezó el d u q u e
P a p a m u y g r a v e s . Deliberó varias veces la Señoría so- S f o r z a á m o s t r a r s e t a n i r r i t a d o con ellos, que parecía
bre este a s u n t o , y , como al principio, l a s opiniones increíble, sin t e n e r e n c u e n t a que, c u a n t o m á s u l t r a j a r a
e s t a b a n d i v i d i d a s , por lo cual la discusión era m u y á los venecianos, m á s les obligaba á unirse con F r a n c i a ,
agitada. lo cual f u é en lo porvenir su ruina.
E n t r e t a n t o , los O r s i n i llevaban e n los E s t a d o s P o n - P o r e n t o n c e s t a m b i é n los Yitelli y B a g l i o n i salieron
tificios la peor p a r t e en su l u c h a con los Colonna, á quie- d e la R i c i a p a r a ir en socorro de los Orsini que, en tie-
n e s p r o t e g í a n el P a p a y el rey F e d e r i c o . r r a s de R o m a , l u c h a b a n con los Colonnas, quienes al fin
Á principios d e A b r i l estaba el d u q u e d e M i l á n en f u e r o n d e r r o t a d o s p r i n c i p a l m e n t e por obra d e Vite-
G é n o v a , d o n d e h a b í a ido p a r a t o m a r posesión de aquel llozzo.
E s t a d o y c o n g r a c i a r s e con el público y los particulares. E n t o n c e s igualmente» f u é enviado maese G u i d o (1) á
A u m e n t a n d o día por día su miedo á los venecianos, co- M i l á n p a r a convenir con el D u q u e los detalles de la
m e n z ó poco á poco á t o m a r m e d i d a s p a r a echarles de nueva expedición contra P i s a .
P i s a . P o r lo p r o n t o , se l i m i t a b a á discursos y persua-
siones y, con tal objeto, hubo en R o m a u n a conferencia (1) Guido Antonio Vespucci.
E l P a p a , á fin d e no t e n e r que s u f r a g a r los gastos, y
p o r q u e así se deseaba e n Florencia, convino en que n o el objeto del d u q u e Sforza era alejar p o r este medio de
f u e r a llevado á R o m a F r . J e r ó n i m o Savonarola, sino A s t i á J u a n J a c o b o Trivulzio. E s t a f u é la poderosísima
que los S e ñ o r e s pidieran por c a r t a s á S u S a n t i d a d tu- c a u s a , de que t a n t o le odiaran d e s p u é s los venecianos.
viera á bien enviar quien le examinara, y así se hizo. T a n ciego estaba el d u q u e de M i l á n , q u e no previo l a s
consecuencias de estas i n t r i g a s y, como h o m b r e ligero,
E n aquellos dias f u e r o n enviados tres embajadores al
c a m b i a b a f r e c u e n t e m e n t e d e opinión, esperando unas
nuevo rey de F r a n c i a , que fueron el obispo d e A r e z z o (1),
veces, temiendo otras, decidiendo hoy u n a cosa, m a ñ a n a
P e d r o Soderini y L o r e n z o d e Médicis.
o t r a . R e s p e c t o al E m p e r a d o r alemán, u n a s veces le con-
A principios de M a y o enviaron los venecianos á P i s a
sideraba su apoyo, otras prescindía d e él, diciendo que
unos trescientos s t r a d i o t a s p a r a reforzar la guarnición,
era h o m b r e necesitado siempre de dinero y cuando lo
por saber los designios del d u q u e d e M i l á n y de F l o -
t e n í a no sabía g a s t a r l o .
rencia.
C o n t i n u a b a la g u e r r a entre los C o l o n n a y los Orsini
L o s e m b a j a d o r e s venecianos enviados al nuevo rey
de F r a n c i a f u e r o n J e r ó n i m o Georgi, Nicolás Micheli y e n los E s t a d o s Pontificios con buen n ú m e r o de t r o p a s
Antonio Loredano. por a m b a s partes, y en R o m a inspiraba g r a n d e interés
e s t a lucha. E n uno de los combates (1) perdió la vida
A l m i s m o tiempo f u é enviado á M i l á n G u i d o A n t o -
nio p a r a concertar mejor con el D u q u e la proyectada A n t o n i o Savello, que era h o m b r e d e m é r i t o .
empresa. E l P a p a procuraba calmar los ánimos, y d e continuo
pedía al gobierno de F l o r e n c i a que realizara el t r a t o de
E n t o n c e s d e t e r m i n a b a ya el P a p a quitar el capelo al
t o m a r á su servicio á los Vitelli y los Baglioni, deseosos
cardenal d e Valencia y g e s t i o n a b a casarle con C a r l o t a ,
d e acudir en auxilio de los O r s i n i para que, u n a vez
b i j a del rey Federico, preocupándole más que n u n c a es-
t o s designios. comprometidos á servir á Florencia, no pudieran alejarse
del territorio d e esta República.
E l d u q u e de M i l á n n o pensaba en o t r a cosa que en
D e s p u é s d e la derrota de S a n t o Regolo, que ocurrió
p r o c u r a r n o s la recuperación d e P i s a , 110 t a n t o por afecto
e n estos días, enviaron los florentinos á Bolonia á S i m ó n
á n o s o t r o s los florentinos, como por a p a r t a r n o s d e la
Ridolfi, p a r a que viniesen d e allí A l e j a n d r o Bentivoglio
alianza f r a n c e s a , cuyas f u n e s t a s consecuencias t e m í a ,
con s u s f u e r z a s y o t r a s t r o p a s .
n o t a n d o y a el h u m o del incendio. S i n embargo, nos
T o d a s las negociaciones que hubo con M i l á n en este
aconsejaba q u e nos sirviéramos del n o m b r e francés, y
t i e m p o c o n s t a n en u n a c a r t a coleccionada en la fecha
que, p a r a recuperar á P i s a , pidiéramos al rey d e F r a n -
correspondiente, en la cual el d u q u e S f o r z a pide saber
cia doscientas l a n z a s de l a s que e s t a b a n m á s cerca, P e r o
con qué recursos podríamos ayudarle en el caso de ser

(1) Gentil de Becchi.


(1) En la batalla de Monticelli.
atacado por F r a n c i a . E n t i é n d a s e que su deseo consistía sus tropas y á Villamarina con sus galeras, daba por
en que le a u x i l i á r a m o s secretamente con todos nuestros respuesta que buscaran la manera de hacerlo sin que lo
recursos; que no p e r m i t i é r a m o s á Francia valerse de los supiesen los venecianos, pues él sólo podía conceder-
servicios de los V i t e l l i , sino en proporción al dinero que nos permiso para cobrar un diezmo.
ofrecía, y que no procurásemos al rey de Francia otras E l duque de Milán entró poco á poco en esta em-
t r o p a s de las que p u d i e r a servirse contra él. presa y licenció al conde L u i s de la Mirandola, para que
E l 24 de M a y o f u é quemado F r . Jerónimo Savo- nosotros le tomáramos á sueldo, como se hizo, pagando
n a r o l a , y también F r . D o m i n g o y F r . Silvestre, del él los gastos.
modo, etc. T a n t o avanzó así lentamente, que le fué imposible
E n uno de los días inmediatos, es decir, el 21 ó el 22 retroceder, y nosotros, insensatos, creímos hacer u n a
f u é derrotado en S a n t o Regolo nuestro ejército, que guerra á crédito.
m a n d a b a el conde R a n u c c i o de Marciano. E s t o obligó á Los Baglioni tenían entonces cuestiones con el duque
Florencia á reunir nuevas tropas y, por no haberlas más de Urbiuo, y ambas partes reunían tropas. L a causa
expeditas y p r o n t a s , t o m ó las de los Vitelli y por gene- era, etc. D e Florencia fué enviado P e d r o Martelli y
ral á Pablo, porque los otros habían perdido la batalla.. después Felipe de Casavecchia, que asumió el mando.
L o s sieneses pidieron entonces consejo á Venecia para J ú z g u e s e qué guerra iba á hacerse cuando se confiaba
saber cómo h a b í a n de proceder contra nosotros, y al en tal hombre.
mismo tiempo pedirles auxilio. A s í comenzó el convenio E n t r e t a n t o , los písanos fueron á sitiar P o n t e de Sacco,
en cuya virtud permitieron el paso á las tropas venecia- pero la llegada del nuevo general les obligó á retirarse.
nas que, al poco tiempo, nos atacaron por la Romana y E n este momento conviene decir quiénes eran los
el Casen tino. Diez y cómo habían sido elegidos.
E n t o n c e s también el d u q u e de Milán tomó á su Se pidió al P a p a que favoreciera la empresa contra
sueldo al marqués de M a n t u a . Pisa, y, según lo que había ofrecido, enviara al Señor d e
Esperábase en Florencia la recuperación de Pisa y, Piombino con sus tropas y á Villamarina con sus gale-
por ello, se había dado como en presa al duque de Mi- ras, ordenando al duque de F e r r a r a que no permitiera
l á n , complaciéndole en cuanto deseaba. F u é enviado el paso á los-venecianos que vinieran en socorro de P i s a ;
embajador á Génova Braccio Martelli, á quien los geno- pero contestó que el duque de F e r r a r a no le obedecería
veses recibieron m u y bien. porque deseaban valerse de él y, en cuanto á las tropas, el mejor medio, en su opinión,
para recobrar á P i e t r a s a n t a y Screzzana. E l P a p a , na- era que el rey Federico le mandara, en cambio de ellas,
turalmente p é r f i d o , alentaba de palabra esta negocia- cien hombres de armas de los suyos, que el P a p a paga-
ción, pero e n g a ñ a b a al duque de Milán y á los floren- ría, y las galeras las enviaría cuando el rey Federico las
tinos, y cuando le pedían al señor de Piombino con reemplazara con otras t a n t a s de las suyas, y si no, n o .
L o s genoveses, á quienes el duque de Milán m o s -
cassa de San Severino con doscientos hombres de malas
t r a b a propicios á esta empresa, despue's que les enviamos
t r o p a s , reclutadas en el p a í s , para distraer por aquella
á Braccio Martelli, se empeñaron en que les devolviéra-
parte al enemigo.
mos Serezzana y que tomáramos á sueldo á J o r g e Adorno
A fines de J u n i o se estipuló el contrato de matrimo-
y á J u a n L u i s del Fiesco, dando á aquél un mando en
nio entre D . a Lucrecia, hija del P a p a , y D . Alfonso,
la flota y á éste en las tropas de tierra; por lo cual se ve
hijo natural del rey D . A l f o n s o , reconociéndola una
que con la multitud rara vez se puede convenir nada.
dote de cuarenta mil ducados.
P o r entonces los Colon na atacaron y arrasaron á Val
Montano. Como a n t e s decimos, Siena estaba destinada á L i g n i ,
y debe saberse que lo estaba también P i s a á monseñor
Motivaba el armamento del duque de Urbino, no tanto
de Piennes.
la ofensa recibida de los Baglioni como el alistar dos-
F a l t a n d o entonces tropas á los venecianos, tomaron
cientos hombres de armas y ponerse con ellos á sueldo.
á sueldo á los Orsini por mediación de P e d r o de Médi-
P a r a que este alistamiento no le costara dinero, proyec-
cis , cuando más empeñada tenían la guerra con los Co-
t a b a sacárselo á los de P e r u s a , ó por vía de acuerdo, ó
lonnas. Con este refuerzo vinieron al Casentino.
tomándoles tantos castillos que su rescate le proporcio-
A principios de Julio, y sin mediación alguna, hicie-
nara la cantidad deseada.
ron la paz los Orsini y los Colonna por espontáneo
E n Bolonia habían conferenciado ya los venecianos
acuerdo de ambos partidos. L a s condiciones fueron dar
con los Médicis para restablecer á éstos en Florencia y
libertad á los prisioneros, restituir á sus anteriores due-
para servirse de ellos, á fin de distraer fuerzas de los flo-
ños las fortalezas tomadas, y que las cuestiones que ocu-
rentinos por la parte de la R o m a n a , como sucedió, una
rrieran en esta comarca se sometieran al arbitraje del
vez terminado el acuerdo hecho en Bolonia con J u l i á n
rey Federico.
de Médicis, en Venecia con Pedro mismo y en R o m a
Y a en esta época era el P a p a favorable á F r a n c i a , y
entre P e d r o de Médicis y el embajador veneciano.
nos alentaba á seguir su ejemplo.
A fines de J u n i o llegó á Roma un embajador del Rey
E l acuerdo entre el duque de U r b i n o y P e r u s a lo ul-
Cristianísimo para pedir la dispensa del divorcio del
timó Borges, legado del P a p a , y Casavecchia fué sólo
Rey.
para jurar su observancia.
L a s tropas que el duque de Milán envió en nuestro E n aquel día partieron el obispo de Arezzo, Pazzi y
favor contra Pisa fueron cien hombres de a r m a s á las Pedro Soderini como embajadores á la corte de Francia,
órdenes de L u i s de la Mirandola y doscientos con cascos, donde ya estaban los embajadores venecianos y había ido
m a n d a d o s por varios capitanes, n i n g u n o de los cuales en J u n i o Gualterotto.
e r a n hombres de guerra, sino criados y gentualla. A la L o s venecianos tomaron á sueldo, además de los Or-
Romaña, es decir, á Cotignuola envió á Gaspar y F r a - sini, al duque de Urbino. Guido Antonio, á su vuelta de
Milán, tomó el camino de la Romana, y allí convino con
tregua con J u a n Jacobo Trivulzio, sin fijar el término,
la condesa de Imola y con Fraeassa lo que debía h a -
pero debiendo ser denunciada con doce días de antici-
cerse para alojar los doscientos hombres de armas de don
pación.
Alfonso de Rímini y los otros ciento que envió el duque
L a paz que por entonces ajustó el Bey Cristianísimo
de Milán á instancias del marqués de M a n t u a . Man-
con el duque de Borgoña, es decir, con el Archiduque,
daba estas tropas Fraeassa, porque el duque de Ferrara
ofreció de particular que el Rey Cristianísimo restituía
no quiso enviar á D. Alfonso para que personalmente
al citado Archiduque las plazas que de él tenía; mientras
combatiera á los venecianos. Su hermano Fernando, que
el Archiduque prometía á nombre de su padre la obser-
estaba en P i s a con cien hombres de armas á sueldo de
vación del tratado y salir de Borgoña.
los venecianos, fué contra este ejército.
L a s tropas que en este tiempo puso el duque de U r -
Descubiertas entonces las t r a m a s de los venecianos
bino á sueldo de los venecianos fueron doscientos hom-
con P e d r o de Me'dicis, sabido que habían tomado á su
bres de armas, siendo él general en jefe en todas las ex-
servicio á los Orsini, y dudando los florentinos de la
pediciones á que contribuyera. E l precio de sus servicios
sinceridad de los sieneses, hicieron con éstos u n a tregua
se convino en veinte mil ducados.
que contenía muchos artículos. L o s principales se en-
También tomaron los venecianos á sueldo á Astorre
contrarán en los papeles coleccionados con esta fecha.
Baglioni; y por nuestra parte asoldamos al señor de
Tanto pudo el miedo del duque de Milán á los fran-
Piombino, J u a n Pablo y Simonetto Baglioni.
ceses, que suscitó y pagó durante algún tiempo la guerra
E l acuerdo entre los venecianos y Pedro de Médicis
del Emperador de A l e m a n i a contra Francia en Borgoña,
para distraer á los florentinos de la guerra de Pisa, fué
que, emprendida al principio del reinado de L u i s X I I ,
el siguiente: le cedieron las tropas del duque de Urbino,
produjo á este monarca grandes dificultades. P e r o lo que
de los Baglioni y de los Orsini; le prestaron veinte mil
consiguió el duque de Milán fué excitar m á s y m á s á
ducados, diez mil para la infantería y otros diez mil para
Francia en contra de él.
la caballería; como también todos ó algunos de los Orsini,
E l P a p a envió al rey de F r a n c i a el obispo de Seez,
es decir, Bartolomé de Alviano y Carlos Orsini. Por su
que llevó encargo de citar á la Reina viuda y hacer to-
parte, P e d r o de Médicis se comprometió á entregarles
das las formalidades necesarias para el matrimonio.
P i s a enteramente libre con todo el condado, incluso
También llevó encargo de manifestar al Bey los deseos
L i o r n a y, como garantía del compromiso, debía dejar á su
del P a p a , es decir, pedirle p a r a César Borgia veinte
mil francos de subsidio, el mando de cien lanzas, la hija hijo en rehenes en Yenecia.
del rey Federico como esposa, y el Condado de Yalence, E l 17 de Agosto de 1498 el cardenal de Valencia
próximo á A v i g n o n . manifestó al Consistorio que se sentía naturalmente in-
clinado á otro estado que el del sacerdocio, y, por tanto,
Hacia fines de Julio pactó el duque de Milán una
suplicaba la gracia al Sacro Colegio de darle las dispen-
sas necesarias p a r a volver á la vida civil y seguir la P o r entonces se ajustó la tregua con los sieneses, y los
carrera á que su vocación le llamaba. artículos más importantes de ella están en la colección
L e v a n t a r o n acta d e su demanda y, en el Consistorio de documentos con esta fecha.
siguiente, le fue' concedida. También por entonces t u v o el rey de Francia en la
H a c i a el 16 de A g o s t o fueron enviados á Venecia dos campaña de B o r g o ñ a ochocientas lanzas y ocho mil
embajadores, Guido y Bernardo ilucellai, con misión de suizos.
proponer a l g ú n acuerdo en la cuestión de P i s a . E s t a de- L a primera esposa del rey L u i s se llamaba J u a n a , y
terminación se tomó por creer que Venecia aprovecharía el conocimiento de la causa de disolución de su matri-
la ocasión de a b a n d o n a r honrosamente la empresa; pero monio lo encargó el P a p a al cardenal de M a n s , al obispo
no sucedió así, porque los venecianos contaban con el de Albi y al de Seez.
éxito que después obtuvieron, f u n d a n d o sus esperanzas
D e Provenza vino por mar á Ostia monseñor de S a r -
en las dificultades con que tropezaríamos para poner de
non para buscar al duque Valentino (César Borgia), y
acuerdo t a n t o s hombres, en lo bien que conocían al du-
el arzobispo de D i j ó n le esperaba en Ostia para recibirle.
que de Milán y en n u e s t r a propia debilidad para realizar
Desplegaban entonces los venecianos toda su activi-
g r a n d e s esfuerzos. L o s sucesos probaron que no se en-
dad, haciendo lo posible por asegurarse de Siena y P e -
gañaban.
rusa. A todas partes enviaban proveedores y secretarios,
A l tomar el P a p a á sueldo á los Orsini, exceptuó no- prometiendo á cada cual lo que más podía desear: á los
minalmente á Carlos Orsino. A nombre de éste y del sieneses la conquista del bastión y del puente de V a -
Alviano, fueron reclutados los hombres de armas. Rié- liano; á los Orsini considerable p a g a ; á los de P e r u s a
ronles los venecianos doscientos, aunque realmente con aprovisionamientos, et sic de singulis.
ellos tomaron á sueldo toda la casa Orsini. E n este E n las negociacione verificadas en Venecia se t r a t ó de
tiempo, es decir, hacia el 20 de Agosto, salieron á cam- la restitución de P i s a y, porque los venecianos insistían
paña los florentinos y tomaron á Buti. A q u í se debe des- en que se terminara este asunto sin menoscabo de su
cribir l a vuelta que dieron, el camino de las montañas, honor, se propuso hacer capitulaciones idénticas á las
cómo condujeron la artillería y cómo tomaron á B u t i . hechas con los franceses en A s t i ; á lo cual respondieron
Tan necesitada hallábase entonces Florencia de con- según consta en las cartas coleccionadas.
sejo y de dinero, que se vió precisada á aceptar tres ó E l 5 de Septiembre fué tomado Vico, respetando l a s
cuatro mil ducados de Milán, y se creía poder atender personas y los bienes. Conviene describir aquí la posición
con recursos t a n insignificantes á u n a g u e r r a de aquella de la plaza, el modo como f u é sitiada, el p u n t o desde
importancia. donde la cañonearon, y que la llegada de Castina á V i c o
F u e r o n á Venecia dos embajadores, y la respuesta que del conde Ranuccio decidió su rendición.
trajeron encuéntrase en los papeles coleccionados. E s t a b a n ya en movimiento en estos días las t r o p a s
enemigas. E l d u q u e de U r b i n o tenía en la Sarra, lugar
situado sobre el F r a t t e , doscientas lanzas, mil soldados dentro Simón Ridolfi, con Nicolás y el condestable Dio-
de caballería con cascos y mil infantes. Las tropas de los nisio Naldi. Aquellos dos se marcharon, no contribuyendo
Orsini empezaban á presentarse en la Pulla, diciéndose á la defensa del castillo, sobre todo el Condestable, á
que constaban de seiscientas lanzas y tres mil infantes. quien, de cuatrocientos hombres que le pagaban, sólo le
quedaban doce. E n t r e t a n t o , nuestras tropas, es decir, el
L a tregua con los sieneses se ratificó el 4 de Septiem-
conde Ranuceio con Octavio de M a n f r e d i y los d e m á s
bre, y las principales condiciones constan en los papeles
pequeños condottieri, por el camino de Mugello se situa-
coleccionados con esta fecha.
ron frente á Marradi, con propósito de atacar á los ene-
Murió entonces J u a n de Médicis. E s necesario decir migos; pero estos levantaron el asedio, dejando alguna
cuanto á él concierne, y especialmente de su mujer, la artillería. E l Señor de Piombino no quiso ir porque, te-
condesa I m o l a .
niendo en su contrato de servicio título de general en
Conquistado Vico, temíase que el ataque viniera por jefe de las tropas de Toscana, negóse á unirse, para no
la parte de Siena, y se envió el conde Ranuceio á P o g - compartir su j e f a t u r a con F r a c a s s a y Caraccioli, que con
gio Imperiale; pero, hecha la tregua con los sieneses, se doscientos hombres de a r m a s y mil infantes aquél, pro-
dirigieron las tropas enemigas por la V í a de Roma, pa- cedente de P a r m a , y éste de Forli con doscientas lanzas
sando por el F r a t t e y el camino de Agobbio. E s t a s tropas y mil infantes, se habían aproximado á Berzighellay per-
eran quinientas lanzas, dos mil infantes y doscientos seguido al enemigo, con ánimo de tomar esta plaza. A n í -
estradiotas, y aumentaron después con mil ceballos ve- bal Bentivoglio f u é á unirse con los d e m á s aliados cer-
nidos del Bresciano. ca de Ravena. Los venecianos habían puesto á sus órde-
Ordenóse al conde Ranuceio que siguiera la misma nes cien hombres de armas. Nosotros, además del conde
dirección con las tropas del duque de Milán y las del Ranuceio, el Señor de Piombino, etc., enviamos hacia
Señor de Piombino y, entretanto, el ejército contra aquella parte á P a b l o Baglione y Simonetto, aquél con
P i s a acometió la empresa de L i b r a f a t t a , sesenta lazas y éste con cincuenta caballos ligeros.
E s t á n coleccionadas muchas cartas en las que consta
E l 25 de Septiembre había partido ya de P a r m a el
ordenadamente cómo y cuándo el enemigo vino á Ma- conde Caravaggio con trescientos cuarenta y seis hom-
rrad! y cómo la defendimos. Primeramente se presentó bres de armas, ciento cincuenta caballos ligeros y qui-
sin el duque de U r b i n o , que había quedado detrás, y ata- nientos infantes. A l Conde y al Señor de Piombino dió
co y tomó el burgo de M a r r a d i ; después atacó el castillo, en común el duque de M i l á n el mando de sus tropas.
sitiándole d u r a n t e algunos días inútilmente. Esperaba Tomó el camino de Módena, á lo largo del P o , á S a n t a
tomarle por falta de agua, pero llovió, y entonces pensó A g a t a y M a s s a , y llegó, por fin, á I m o l a .
levantar el sitio. Defendía el castillo Donato Cochi,
E l 1.° de Octubre partió César Borgia para Francia,
hombre duro, paciente y valeroso, y se habían acogido embarcándose en la flota con Sarnon. Hacia el 3 ó 4 de
Octubre fue' t o m a d a L i b r a f a t t a , y u n o s cuatro días des-
pue's el reducto c o n s t r u i d o sobre ella. E s t e suceso oca- de é l ; pero está fuera de duda que, sin esto, lo h u -
bieran e n v i a d o . ¡ T a n obstinados estaban en aquella
sionó el envío de F r a n c i s c o de N e r l i á Bolonia, para
guerra!
mantener dicho E s t a d o á nuestro f a v o r , y á Andrés de
Pazzi á Forli, p a r a t r a t a r con la C o n d e s a y comunicarle E l 12 de Octubre llegó César Borgia á Marsella, y el
el estado de las cosas d e la B o m a ñ a . Bey le dispensó grandes honores.
E l 24 de Octubre, como he dicho, se sublevó Bibbiena,
D e s p u é s de e s t a r a l g u n o s días los venecianos ante el > A '

castillo de M a r r a d i y d e haberle cañoneado inútilmente siendo pocos los que fraguaron el complot. Se había
levantaron el sitio en l o s primeros días d e Octubre reti' tenido anticipada noticia, y por ello fué enviado allí
rándose á Bèrzighella, y desde allí urdieron la traición Cappone Capponi para descubrir y castigar la conspira-
de Bibbiena realizada el 24 de este m e s . Francisco de ción. Cayó en sus manos Dovizi, primo de Pedro de
Nerli había dado aviso desde Bolonia d e esta traición Médicis y principal autor de la c o n j u r a ; por misericor-
muchos días antes de q u e ocurriera, y t a m b i é n la anunció dia ó compasión no quiso aplicarle el tormento, y nada
desde B o m a Gualterotto, aunque sin especificar el sitio- descubrió. E l complot se realizó de este modo. U n o s
pero nuestra imprevisión y el escaso v a l o r de Cappone cuantos soldados de la caballería ligera de Alviano ca-
Capponi, enviado á Bibbiena, ocasionaron n o poderla im- minaron toda la noche, y sólo cuatro se presentaron dis-
pedir ni remediar. frazados de campesinos en u n a de las puertas de la
ciudad al abrir é s t a , apoderándose de ella. A s i die-
Mucho tiempo a n t e s el duque de M i l á n había tomado
ron tiempo á que llegaran los demás, y en menos de
á sueldo al m a r q u é s de M a n t u a ; pero ocurrían dificulta-
dos horas toda la ciudad estaba en su poder, sin que
des para el cargo que debiera ejercer, p o r q u e habiendo
muchos de los habitantes hubieran aún despertado. E s t a
dado el D u q u e el de general en jefe al conde de Gaiaz-
audacia, m á s afortunada que sensata, tuvo éxito por lo
zo no lo podía d a r á otro. Se titubeó l a r g o tiempo en
escasa que era la guarnición y por su negligencia y falta
concederle el título de general de las f u e r z a s imperiales
de orden. N a d a de esto es extraño, teniendo en cuenta
en Italia y jefe honorario d e nuestras t r o p a s . N o tomán-
que nadie esperaba una operación de guerra t a n teme-
dose al fin n i n g u n a determinación, porqiie los florentinos raria, entrando en un valle, fuerte por ambas laderas, sin
no podíamos conceder este título, á causa de la enormidad salida, al principio del invierno y con los Alpes cubier-
de nuestros gastos y de tener otro g e n e r a l , decidió e[ tos de nieve. E l mismo día llegó Alviano, é inmediata-
Marqués entrar al servicio de los venecianos, y fué á mente, con su actividad acostumbrada, se presentó delante
Venecia, poniéndose á sueldo de esta R e p ú b l i c a . Se le de Poppi ; pero llevaba pocas tropas, la plaza era f u e r t e :
ordenó venir á P i s a al f r e n t e de un ejército numeroso, los defensores fieles y prevenidos por la sorpresa de
y hubiera venido sin d u d a de no ocurrir lo de Bibbiena, Bibbiena, que ya sabían, por todo lo Cual no pudo hacer
por cuyo suceso creyeron los venecianos no necesitar nada. A d e m á s encontró allí á J u a n Antonio, que cayó
TOMO I I . 21)
herido combatiendo en l a puerta. Los enemigos se dedi-
F r a n c i a , casándola con el duque de Angulema, y ella,
caron entonces á apoderarse de los pueblos de las inme-
por tanto, suegra del Rey.
diaciones de Bibbiena.
A principios de Noviembre, conociendo los venecianos
E l divorcio del rey de Francia fundóse en cuatro cau-
cuáu difíciles y costosas eran las empresas que tenían
s a s : la primera, que los esposos eran parientes en segun-
entre manos, comenzaron en Milán, por medio de sus
do grado; la segunda, que el rey Luis, padre de J u a n a ,
embajadores con los nuestros, y en F e r r a r a con el Duque,
esposa del Rey, había sido padrino de e'ste en el bautis-
á insinuar negociaciones de paz, acaso por librarse de
mo; la tercera, que fuerat matrimonium coactum, pero
los embarazos presentes, para quedar más expeditos en
que nunca había sido consumado per copulan carnalem; los asuntos con F r a n c i a . Sea de ello lo que quiera, lo
la cuarta, que la R e i n a era contrahecha, utrinque gibbo- •cierto es que alegaron dificultad de dinero, y en M a r z o
sa, y este'ril. E l conocimiento si vera essent, de estas siguiente acudieron á tres de los principales bancos
causas, f u é sometido á las personas antes citadas, quienes para hacer frente á los gastos. Siendo éstos también
citaron á la Reina, y después juzgaron tanquam non legiti- gravosos á nosotros y al duque de M i l á n , empezaron
mum, nec sancitum, matrimonium esse solvendum ob prce- las negociaciones, yendo á F e r r a r a Alejandro Strozzi, y
dictas causas, y el P a p a , por un Breve, refiriéndose á este poco tiempo después dos embajadores á Venecia.
juicio, concessit solutionem fieri, et permissionem alterius
P e r o ilusionados los venecianos por sus prósperos su-
matrimonii. E s t a dispensa la dió al duque Valentino
cesos en el Casentino, continuaban enviando allí nuevas
(César Borgia) cuando f u é á Francia, sin que lo supiera
tropas, llegando á reunir setecientos hombres de a r m a s
n i n g ú n otro, con orden de que la vendiera cara al Rey,
y más de seis mil hombres de infantería, además del
no entregándola antes d e obtener la esposa que solici-
conde de Pitigliano, que vino de Castel d ' E l c i casi
taba y la realización de sus demás pretensiones. como á sueldo de ellos.
M i e n t r a s se ponían en juego estas intrigas, supo el E l duque de Urbino y P e d r o Marcello, proveedor ve-
Rey por el obispo de Seez, á quien el duque Valentino neciano, se encerraron en Bibbiena é hicieron de esta
mandó m a t a r por haberlo dicho, que la dispensa estaba plaza el centro de las operaciones militares. Su propósito
concedida, y sin tenerla ni haberla visto consumó el ma- era llevarse cuanto pudieran de Poppi, Romena, P r a t o -
trimonio con la Reina viuda del rey Carlos V I I I . Los vechio y Camaldoli; pero á P o p p i no llegaron á tiempo,
demás a s u n t o s arregláronse después á gusto de todos. á Bomena no fueron, Pratovechio lo socorrió nuestro
E l litigio terminó pronto, á causa de que la Reina, per- general, pues el mismo día que venían á atacarlo, el
suadida por su h e r m a n a la princesa de Borbón, no lo ejército de Vitelli plantaba sus banderas en aquellas al-
siguió, es decir, no contradijo las causas alegadas. E l t u r a s . A Camaldoli lo defendió el abate Basilio cujus
Rey le prometió el ducado de Berri con treinta mil fran- fuit summa manus in bello et amor et fules in patriam.
c o s ^ á la princesa d e Borbón que su hija sería reina de P o r estos sucesos tuvimos que a p a r t a r de Pisa y de
NICOLÁS MAQÜIAVELO.

Y a l de Serchio á n u e s t r o general y lo m á s fuerte del permaneciendo allí para su seguridad algunos soldados, y
ejército. E s t o ocurrió hacia el 6 de Noviembre. E l gene- F r a c a s s a vino á Arezzo.
ral partió después d e haber provisto á la defensa de U n a de las causas m á s poderosas, ó mejor dicho, la
Vico y de L i b r a f a t t a , y de t e r m i n a r el atrincheramiento principal y única de precipitar al P a p a á aliarse con
de la Berrucola. F r a n c i a , fué obtener esposa y E s t a d o s p a r a el duque
P o r entonces, el P a p a y nosotros procurábamos en- V a l e n t i n o , que no encontraba en I t a l i a quien satisfa-
torpecer las negociaciones de los venecianos con el rey ciese su g r a n d e ambición, ni tampoco quien lo preten-
de F r a n c i a , i m p o r t á n d o n o s mucho que no se aviniera d i e r a , como lo d e m o s t r ó , entre otros, el rey Federico,
con Venecia el R e y a n t e s de que le entregáramos Pisa, •que le negó la mano de su hija C a r l o t a , persuadido de
con objeto de que nos l a s restituyera después. E l Rey que no podía satisfacer l a s aspiraciones de dicho D u q u e
apremiaba para q u e t o m á r a m o s este partido. P o r estar con la mitad de su reino. P o r ello, desesperando de to-
comprometidos en l o s a s u n t o s del duque de Milán, á dos los d e m á s , se dirigió á nosotros, y las circunstancias
causa de que u n o s odiaban á los franceses y otros de- le favorecieron, porque encontró un rey que, con tal de
seaban la alianza con el citado D u q u e , decidimos tan divociarse de su antigua esposa, le prometía y daba m á s
mal en este negocio, que los venecianos tuvieron tiempo -que n i n g ú n otro príncipe.
para ajusfar el t r a t a d o con el rey de Francia, haciendo Necesitando aliados en I t a l i a , proyectó que lo f u é r a -
comprender al D u q u e que el único camino de salvación mos nosotros por necesidad, y para ello indujo á Francia
era reconciliarnos con Venecia. A d o p t ó este partido, á que privara á los venecianos de Pisa y la pusiera en
aconsejándonos, 6 m á s bien, forzándonos á pactar la s u s m a n o s , mientras n o s o t r o s , por el contrario, deseá-
paz con los venecianos, lo q u e no impidió que conti- bamos que quedara en las del Rey. E n esta confusión
n u a r a expuesto al m i s m o peligro. de ideas y diversidad de aspiraciones, ocasionadas por
Temieron algo los florentinos entonces por la parte de ser unos florentinos partidarios de los franceses y otros
Arezzo, á causa de descubrirse que u n o estaba en nego- n o , se creyó encontrar el medio de recobrar á Pisa, pro-
ciaciones con el enemigo, por lo cual fué ahorcado. E n poniendo que quedara en poder del Colegio de Carde-
vista de ello, cuando el general llegó al Casentino, fueron n a l e s , y negociando al mismo tiempo con el duque de
enviados hacia la p a r t e de A r e z z o el conde Ranuccio F e r r a r a para confiarle el depósito.
y F r a c a s s a , al f r e n t e de las tropas del duque de Milán .. E l verdadero objeto de estas gestiones era continuar
E s t a determinación impidió al enemigo invadir el Val- aliados con el duque de M i l á n , sin advertir que cami-
darno como tenia proyectado. naba á su r u i n a , y por ello, ni sobre este asunto, ni so-
A l venir las tropas del duque de Milán de la R o m a n a bre ningún otro, convinimos nada con F r a n c i a , dando
á Toscana, á las órdenes de F r a c a s s a y Carazolo, éste ocasión á los venecianos para hacer cuanto querían y
quedó enfermo en [_Forli en el palacio de la C o n d e s a p a r a acusarnos de inteligencias con el duque de M i l á n ;
las cuales tenían por f u n d a m e n t o , no sólo los motivos
siones, en S t i a , Monte Mignaio, Montalone y Maronaio,
referidos, sino el odio que inspiraban los franceses por
perdiendo m á s de tres mil caballos; no quedóles de sus
su pasada c o n d u c t a . A d e m á s , con el duque de Milán
conquistas más que Bibbiena, que no hubieran podido
m a n t e n í a m o s las c a m p a ñ a s de Pisa y del Casentino y ,
conservar, de portarse mejor nuestros soldados y querer
ayudándonos él con t r o p a s y d i n e r o , temíamos el peligro
terminar la guerra.
y nos avergonzaba l a i n g r a t i t u d de abandonarle. Así
A s í las cosas, llegó el Conde de Pitigliano á Castel
empeoraban poco á poco n u e s t r o s asuntos.
d ' E l c i , no atreviéndose á pasar de allí. Tan bloqueados
L a sentencia de la disolución del matrimonio del Rey
estaban los enemigos, que necesitaban enviar soldados
de Francia f u é dictada el 20 d e de Octubre de 1498.
de infantería con cincuenta libras de harina acuestas
A l llegar el d u q u e V a l e n t i n o á la corte de Francia,
para aprovisionar Vernia y Bibbiena, y un día en Cava
que fué el 18 de O c t u b r e , entregó el capelo al cardenal
de Vellano fué batido un cuerpo numeroso de esta in-
de R ú a n .
f a n t e r í a , cogiéndoles un convoy considerable de harina
P o r entonces f u é enviado á M i l á n , por las gestiones
y de dinero enviado al ejército.
de los partidarios de n u e s t r a alianza con el duque Sforza,
Pablo Vitelli permaneció bastantes días en P o p p i , y
el cardenal de V o l t e r r a , y además á causa de la im-
después de arrojar al enemigo de aquella comarca, fué á
portancia de las negociaciones con el duque de Ferrara
San S t e f a n o , en la P i e v e , para tener en j a q u e á los que
que se practicaban en M i l á n .
se encontraban por aquella p a r t e , y hacer f r e n t e al ene-
E l P a p a excitaba de continuo al rey de Francia á que
migo que viniera. Aquella guerra en el rigor del invierno
se aliase con los v e n e c i a n o s , y estas excitaciones, uni-
y en lo alto de las m o n t a ñ a s , fué r u d a y difícil, y cier-
das á las otras causas, le decidieron á hacerlo.
tamente, de haber tenido alguna más paciencia, n o pre-
E l miedo que esta alianza inspiraba al duque de Mi-
cipitándose t a n t o el duque de M i l á n , y reuniendo los
lán , y la vana esperanza de apartarles de las negociacio-
•florentinos a l g ú n m á s dinero, hubiese terminado hon-
nes con F r a n c i a , indujeron á Sforza á obligarnos á la
rosamente, quedando al fin P i s a depositada en manos
paz con los venecianos, de quienes esperó más de lo con-
del R e y , porque los venecianos, además de estar ago-
veniente. E m p e z a d a s las gestiones, quedó ajustada la paz
biados por esta l u c h a , tenían al turco en L e p a n t e con
inmediatamente, y los v e n e c i a n o s , privando al Rey de
numerosa escuadra, y necesitaban prepararse para l a
F r a n c i a de la realización del deseo de tener Pisa en su
guerra de M i l á n , á la cual no podían atender mientras
p o d e r , aumentaron su reputación de hábiles, pues deja-
ésta durase.
ron P i s a de un modo h o n r o s o , obteniendo un crédito
E n t r e otros motivos que nos impidieron depositar la
contra la ciudad de ciento ochenta mil ducados. Tales
ciudad de P i s a en manos del rey de Francia (1499) y
beneficios los consiguieron después de haber sido derro-
continuar las negociaciones con el duque de F e r r a r a ,
tados en el C a s e n t i n o , y v a r i a s veces en distintas oca-
e r a uno que el duque de Milán no quería la tuviéramos
por esta vía, juzgando que en t a l caso seríamos amigos
d o s , y el duque de F e r r a r a extremó las complacencias
de !os f r a n c e s e s , y él quedaría sólo y sin nuestra ayuda
p a r a agradar á unos y á otros.
frente á los venecianos.
L a s condiciones que Venecia propuso y apoyó con in-
E n esta g u e r r a del Casentino quedaron prisioneros
sistencia en favor de los písanos, eran cuatro: que la
muchos nobles, entre ellos J u a n C o n r a d o , sobrino de
administración d e justicia, al menos la criminal, no es-
Alviano.
tuviera en n u e s t r a s m a n o s ; que los fuertes quedaran en
E l cardenal de S a n P e d r o in Vincula favoreció mu-
poder de los p í s a n o s ; que pagáramos todos los gastos
cho las negociaciones entre los venecianos, el rey de
hechos por ellos en la g u e r r a , y que los derechos de en-
F r a n c i a , el P a p a , Trivulzio, el Sr. Constanzo y muchí-
t r a d a en P i s a , es decir, las gabelas y demás arbitrios,
simos otros italianos que se encontraban en Venecia,
f u e r a n para los písanos; teniendo al principio la m i s -
juzgando m u y útil la amistad de aquella Señoría y pro-
m a exigencia respecto á L i o r n a ; pero al fin acepta-
metiéndose de ella grandes ventajas.
r o n las condiones estipuladas en el juicio arbitral que
La paz entre el rey de Francia y los venecianos
hubo.
quedó firmada el 9 de Febrero en A n g e r s . L a s cláusulas
E l 3. de M a r z o fué firmado el compromiso, y el 6 de
secretas no se supieron nunca sino por lo que los efectos
A b r i l dictada la sentencia arbitral. L o s venecianos, es
demostraron.
decir, la multitud de los ciudadanos, clamaron contra la
E l 14 de F e b r e r o salió el duque de U r b i n o de Bib-
sentencia, que suponían contraria á sus intereses, porque
biena con salvoconducto de Vitelli, previo consenti-
deseaban que P i s a y su territorio quedaran libres y que
miento del Comisario, que era P e d r o J u a n de Bicasoli.
Venecia, con cualquier nombre, pudiera mantener allí
Díjose entonces con bastante crédito que esta salida la
tropas. P e r o los menos consiguieron lo que deseaban.
ordenó ó consintió el duque de Milán.
Convendrá referir aquí el apasionamiento con que
F u i m o s g r a n d e m e n t e imprevisores en estas circuns- u n o s ciudadanos defendían á los Vitelli y otros á los
t a n c i a s , no haciéndose caso en Florencia de los suce- Marcioni.
sos, ni t o m a n d o , por t a n t o , n i n g u n a medida do precau- P o r lo gravoso de los gastos y por el temor á F r a n c i a ,
ción.
entró el duque de Milán en la alianza, y accedimos nos-
D e s p u é s que fueron á Venecia los embajadores, que otros por creer qíic el rey de Francia no insistía en
eran P a b l o A n t o n i o Soderini y J u a n B a u t i s t a Bidolfi pedir se le entregara en depósito Pisa, pues en el acuerdo
(debe comprobarse la fecha de su partida y las instruc- hecho en Venecia nada se dijo de esta condición; porque
ciones que l l e v a b a n ) , no cesaron las caricias ó las ame- además teníamos que abonar todos los gastos y por des-
zas del d u q u e de Milán para que se hiciera el t r a t a d o , animación, á causa de los sucesos ocurridos, sin espe-
y después, p a r a satisfacer á la Señoría de Venecia, no r a n z a de que, aislados y desunidos, pudiéramos hacer
se cuidó de que nuestros derechos quedaran perjudiea- otra c o s a ; máxime no esperando del rey de Francia
más que u n a suspensión de hostilidades con los vene-
además, por su elevada categoría, daba importancia a los
cianos, y aun esto era dudoso.
pisanos -y ocasión para vender más cara su ciudad al
L o s t u r c o s , mientras t a n t o , hacían grandes arma- P a p a y á los Orsini, á quienes ya habían pedido que les
mentos, y Venecia, alarmada, tambie'n los hizo, nom- tomaran bajo su protección.
brando general de su escuadra á Antonio Grimano, quien C u a n d o las tropas enemigas partieron de P i s a , el co-
no desempeñó mal el cargo. misario de Pontedera hizo saber á los Pisanos que en
Publicado y ratificado el arbitraje, el duque de Milán el término de seis días, respondieran si aceptaban el laudo
envió á Yisconti á P i s a para aconsejar é inducir á los arbitral y estaban dispuestos á observarlo; pues, de lo
písanos á que aceptaran el laudo. L o mismo hizo el duque contrario, se procedería contra ellos.
de F e r r a r a , y ordenó á un tal H é c t o r Bellingerio venir á Visconti estaba en L u c a , y los pisanos le enviaron
Florencia, procurando ambos recibir de los florentinos embajadores, ofreciéndole la ciudad para el duque de
comisión é instrucciones para lo que debían hacer en Milán , al que deseaban enviar también comisionados
P i s a . No fué permitido ir al de Ferrara. E s t a declara- para quejarse de la pérdida de algunas naves que habían
ción se hizo el 7 de Abril, u n día después de la fecha sido quemadas en la embocadura del Arno, y pedirle q u e
del laudo, y se fundó en que, por medio de su enviado, hiciera prorrogar el plazo de los seis días.
el duque de F e r r a r a dió á entender que había hecho en E l 4 de Mayo de 1499 el duque Valentino tomó por
Venecia a l g u n a s adiciones y aclaraciones al laudo que esposa á la hija del duque de A l b r e t , y dió la dote á
desagradaron grandemente en Florencia. L a copia está éste, porque se obligó á emplear cien mil florines en l a
coleccionada en la fecha correspondiente. Si l a multitud compra de algún g r a n dominio en Francia y á conseguir
se quejó al principio del fallo arbitral, mucho más clamó que nombraran cardenal al hermano de su suegro, a u n -
después contra él, á pesar de que las adiciones se hicie- que esto era muy difícil, porque el duque Valentino de-
ron para satisfacer á los venecianos favorables al acuerdo, cía no tener facultad para prometerlo, siendo al fin preci-
quienes se quejaban sin razón, porque aquéllas 110 tenían so que el Rey diera á los de A l b r e t promesa de que el
importancia alguna, P a p a lo haría.
Hiciéronse entonces algunas gestiones para apartar al P o r entonces, es decir, hacia las calendas de Mayo,
P a p a de la alianza francesa, y éste, disimulando, pres- decididos los pisanos á sublevarse, enviaron comisiona-
tábase á negociar con todos, h a s t a que al fin se pactó la. dos á Siena y á los demás p u n t o s de donde podían espe-
l i g a entre Milán, Nápoles, la Iglesia y nosotros. E l tra- ' rar auxilio, reconstruyendo y preparando las fortificacio-
tado está coleccionado en la fecha correspondiente. nes de la ciudad para defenderla.
N o f u é Visconti á P i s a , por impedirlo los florentinos Debe recordarse que también en esta época, es decir,
diciénclole que era mejor fuera desde otra parte; pues, hacia fines de A b r i l , fueron destruidos los muros de
yendo de Florencia, él mismo se privaba de autoridad, y Bibbiena en castigo de la rebelión de sus habitantes.
E n Yenecia quebraron las casas de Lippomani y Gar-
zoni, y la de P i s a n i estuvo á p u n t o de quebrar. empresa proyectada, aunque los venecianos procuraban
E n Mayo de este año se hizo nueva reforma en los disimularla con todos los medios posibles.
cargos públicos, reducida á algunos reglamentos, espe- E l duque de M i l á n , comprendiendo el peligro que le
cialmente para el C o n s e j o de los Diez. amenazaba, nos excitaba con apremio á unirnos á él y
obligarnos en su defensa y, para conseguirlo, no sólo
C u a n d o salieron las t r o p a s de Bibbiena, el duque de
agradecía le pidiéramos apoyo en los asuntos de P i s a ,
Milán censuraba a los venecianos el tener sus tropas en
sino lo ofrecía con la m á s amplia generosidad y se en-
pie de guerra, alimentando las esperanzas de los rebel-
trometía á buscar medios de reconciliación entre nos-
des, y los venecianos al D u q u e d e que retrasaba el arre-
otros y los písanos, y, en último caso, á resolver la cues-
glo de las cosas de P i s a . De esta suerte, nuestra incons-
tión por medio de las armas.
tancia y perpetuo d e s c o n t e n t o añadía disgustos á las
P o r nuestra parte, en nuestra situación, era imposible
calamidades de aquella época.
aliarnos con él, porque veíasele ya próximo á su ruina,
P o r entonces cesaron de nombrar el Consejo de los
y en Florencia estaba t a n dividida la opinión pública,
Diez en Florencia, ordenándose que en lo porvenir no se
que era imposible tomar u n a determinación cualquiera,
restablecería si no lo determinaba el Consejo de los
Tampoco convenía exasperarle con u n a negativa, porque
O c h e n t a por tres cuartas partes de votos.
también en ello había el peligro de que, desesperado, en-
A s í las cosas, perseveraban los písanos en su obsti-
torpeciera el negocio de P i s a , negocio fácil de t u r b a r
nación, sin ocultar sus intenciones; pero presumiéndose
y dificultar con mucho m e n o s ingenio y fuerzas de l a s
e n Florencia que los socorros esperados por aquéllos
que el D u q u e tenía. I n s i s t í a , pues, impaciente por nues-
llegarían tarde, ordenóse á los Vitelli que m o n t a r a n á
tras dilaciones, recordándonos los pasados servicios y
caballo é invadieran el territorio de P i s a . Después del
amenazándonos para lo porvenir, cosas ambas que pro-
convenio de Y e n e c i a , los Vitelli se habían retirado de
ducían g r a n turbación en F l o r e n c i a , avergonzando á
S a n Stefano de l a Pieve á sus casas. Ordenóse también
muchos la i n g r a t i t u d , y temiéndole no pocos. L o que
á todos los demás h o m b r e s de a r m a s que se prepararan
él pedía eran trescientos hombres de armas y dos mil
para el ataque de C a s c i n a , que se realizó en el mes de
soldados de infantería. L a dificultad era grande p a r a
J u n i o inmediato.
contemporizar con Sforza y con Francia, de donde t a m -
E n t r e t a n t o , se activaban los proyectos de los f r a n -
bién se nos incitaba á que nos declaráramos contra el
ceses contra el ducado de M i l á n . H a b í a n salido con
Duque, pidiéndonos además hombres de armas y tres
dirección á A s t i cuatrocientas diez lanzas francesas, y
mil infantes. Respondíamos nosotros á ambas partes que
Trivulzio, á nombre del Rey, rompió la tregua con los
la empresa de P i s a nos impedía tomar partido por
genoveses hecha á su instancia. E l rey de F r a n c i a se
cualquiera de ellas, y prometíamos á las dos que, t o m a d a
preparaba para venir á L y o n , no cabiendo ya duda de la
esta ciudad, contaran con nosotros.
Tales vacilaciones fueron causa de no servir á Dios ni
al diablo, procurándonos, sobre todo, el rencor de los
franceses, que era peligroso, por estar convencidos de
que, con su victoria, habían ganado la amistad de los que
n o estaban antes con ellos, y el mismo Rey dijo en u n a
conversación: « A cette heure tout est gagrié:»
VIDA
DE

C A S T R U C C I O CASTRACANI
3D E L U C A

DEDICADA FOB EL AUTOR Á SUS ÍNTIMOS AMIGOS

Zanobi B u o n d e l m o n t i y Luis Alemanni.

FIN DE LOS EXTRACTOS.

Parece, queridísimos Zanobi y L u i s , á quien bien lo


considera, cosa maravillosa que casi todos ó la mayoría
de los que en este mundo h a n realizado grandes empre-
sas, sobresaliendo entre sus contemporáneos, tengan n a -
cimiento y origen bajo y obscuro, procurándose con toda
clase de trabajos lo que les negó la fortuna; porque casi
todos, ó fueron expuestos á las fieras, ó tuvieron padres
t a n humildes que, por avergonzarse de ellos, presumieron
ser hijos de J ú p i t e r ó de cualquier otro dios. Todos co-
nocen de esto numerosos ejemplos, y no cansaré al lector
citándolos, por ser innecesario. P r e s u m o que la fortuna
desea mostrar así al m u n d o ser ella y n o la sabiduría la
que hace los g r a n d e s h o m b r e s , empezando á probar su
poder cuando la sabiduría n a d a influye, y 'es por t a n t o
preciso reconocer que de aquélla depende todo.
Tales vacilaciones fueron causa de no servir á Dios ni
al diablo, procurándonos, sobre todo, el rencor de los
franceses, que era peligroso, por estar convencidos de
que, con su victoria, habían ganado la amistad de los que
n o estaban antes con ellos, y el mismo Rey dijo en u n a
conversación: « A cette heure tout est gagrié:»
VIDA
DE

C A S T R U C C I O CASTRACANI
3D E L U C A

DEDICADA FOB EL AUTOR Á SUS ÍNTIMOS AMIGOS

Zanobi B u o n d e l m o n t i y Luis Alemanni.

FIN DE LOS EXTRACTOS.

Parece, queridísimos Zanobi y L u i s , á quien bien lo


considera, cosa maravillosa que casi todos ó la mayoría
de los que en este mundo h a n realizado grandes empre-
sas, sobresaliendo entre sus contemporáneos, tengan n a -
cimiento y origen bajo y obscuro, procurándose con toda
clase de trabajos lo que les negó la fortuna; porque casi
todos, ó fueron expuestos á las fieras, ó tuvieron padres
t a n humildes que, por avergonzarse de ellos, presumieron
ser hijos de J ú p i t e r ó de cualquier otro dios. Todos co-
nocen de esto numerosos ejemplos, y no cansaré al lector
citándolos, por ser innecesario. P r e s u m o que la fortuna
desea mostrar así al m u n d o ser ella y n o la sabiduría la
que hace los g r a n d e s h o m b r e s , empezando á probar su
poder cuando la sabiduría n a d a influye, y 'es por t a n t o
preciso reconocer que de aquélla depende todo.
F u é Castruccio C a s t r a c a n i de L a c a uno de los que
maese A n t o n i o cuando volvió á la casa, quien al oir el
conforme al tiempo en que vivió y á la ciudad donde vio
caso y ver el niño, también se maravilló y apiadó de él
la luz, realizó m á s g r a n d e s cosas, sin ser de más notorio
como su hermana. Siendo él sacerdote, y no teniendo
é ilustre nacimiento que los demás, como diremos al refe-
ella hijos, determinaron criar y educar aquel niño. P u -
rir su vida, que juzgo debe quedar grabada en la memo- siéronle nodriza y le cuidaron tan cariñosamente como si
ria de los hombres, por encontrar en ella actos de valor fuera de su familia, bautizándole con el nombre de C a s -
y f o r t u n a de g r a n d í s i m o ejemplo; y la dedico á vosotros truccio, que fué el del padre de Antonio y de Dianora.
por ser, de cuantos conozco, los que mejor estimáis las
Con los años aumentó en Castruccio la gentileza,
g r a n d e s acciones.
mostrando en todo g r a n d e ingenio y penetración, apro-
L a familia de Castracani, extinguida hoy por la ins- vechando en los estudios á que maese A n t o n i o le dedi-
tabilidad de las cosas h u m a n a s , figuraba entre las nobles caba con propósito de hacerle sacerdote y renunciar con
de la ciudad de L u c a . A ella perteneció un tal Antonio ( el tiempo en su favor la canonjía y sus demás bene-
de estado eclesiástico, que llegó á ser canónigo de San ficios.
Miguel, en L u c a , y á quien, en prueba de consideración,
Pero las inclinaciones de Castruccio en nada se aco-
llamaban maese A n t o n i o . Tuvo éste una hermana que
modaban al sacerdocio. Así, pues, al llegar á los catorce
casó con Buonaccorso C e n a m i , y q u e , al morir su ma- años y lograr algún ascendiente en el ánimo de A n t o n i o
rido, fué á vivir con su hermano, decidida á no contraer y de Dianora, para no temer sus amonestaciones, empezó
nuevo matrimonio. á dar de lado á los libros eclesiásticos y á manejar las ar-
Tenía maese A n t o n i o , á espaldas de l a casa que habi- m a s , que era lo que más le deleitaba. Corría, saltaba y
taba, u n a viña, en la cual, por lindar con varios huertos, se luchaba con sus camaradas, cuyos ejercicios y otros de
podía entrar fácilmente por todos lados. Sucedió que una igual índole eran su pasión favorita, siendo en ellos, por
m a ñ a n a , poco después de salir el sol, paseaba Dianora su valor y agilidad, muy superior á todos sus compañe-
(que así se llamaba la h e r m a n a de A n t o n i o ) por la viña, ros. Si por acaso leía alguna vez, era en libros que h a -
cogiendo, según costumbre de las m u j e r e s , hierbas para blaran de guerras ó de hazañas de grandes hombres,
sus condimentos, cuando notó moverse los pámpanos de cosa que apesadumbraba mucho á maese A n t o n i o .
u n a vid y, m i r a n d o al sitio, parecióle que oía llorar; Vivía en L u c a un noble de la familia Guinigi, lla-
acudió en seguida y vio el rostro y las manos de un mado Francisco, que en riqueza, gallardía y valor sobre-
niño que, envuelto en las hojas, parecía pedirle no le pujaba mucho á todos ¡os demás luqueses. Su profesión
abandonara. era la milicia, habiendo servido bastante tiempo á los
E n t r e maravillada y asustada, llena de compasión y Visconti de Milán. E n el bando gibelino, que era el
de miedo, le recogió, llevó á casa, lavó y envolvió en suyo, se le estimaba en Luca el primero. Acostumbraba
blancos paños, según es costumbre, presentándole á á reunirse con otros luqueses por mañana y tarde, cuando
TOMO I I . 2 I
residía en esta ciudad, en la galería del Podestá, que bres y su inestimable modestia, no haciendo ni diciendo
está enfrente de l a plaza d e San Miguel, la principal de nada que desagradase, siendo respetuoso con los mayo-
Luca, y vio muchas veces á Castruccio j u g a n d o con los res, modesto con los iguales y cariñoso con los inferio-
d e m á s muchachos á los ejercicios que acabo de referir, res, cualidades que le hacían amar, no sólo de toda la
advirtiendo que, además d e superarles en destreza, tenía familia Guinigi, sino de todos los luqueses.
sobre todos ellos u n a autoridad regia, sabiendo hacerse Diez y ocho años tenía Castruccio cuando ocurrió que
querer y respetar de ellos. Preguntó quién era aquel los güelfos arrojaron de Pavía á los gibelinos, y los
niño, dijéronselo los circunstantes, y tuvo mayor deseo Visconti de Milán enviaron en favor de éstos á F r a n -
de conocerle. Llamóle u n día y le preguntó dónde vivi- cisco Guinigi, con quien fué Castruccio, encargado v a d e
ría m á s á gusto, ó en c a s a de un caballero que le ense- todo lo relativo á la compañía que, aquél mandaba. E n
ñara á m o n t a r á caballo y á manejar las armas, ó en esta expedición dió Castruccio tales pruebas de valor y
la de un sacerdote d o n d e no se oyeran más que rezos y habilidad, que ninguno logró t a n t a f a m a como él, no
misas. sólo en Pavía, sino en toda la Lombardía.
Advirtió Francisco la alegría de Castruccio al ha- D e vuelta á L u c a , con mayor estimación de la que
blarle de caballos y a r m a s ; pero la vergüenza le impedía tenía al salir, procuraba, en cuanto le era posible, ga-
responder. A n i m á n d o l e á hablar Francisco, dijo al fin narse amigos, apelando á los procedimientos m á s opor-
que, si quería maese A n t o n i o , para él no habría mayor t u n o s para conseguirlo. Ocurrió entonces la muerte de
placer que el de dejar los estudios eclesiásticos y empren- Francisco Guinigi, quien dejó un hijo de trece años,
der los de soldado. A g r a d ó á Francisco la respuesta, y llamado Pablo, y por tutor y administrador de sus bienes
en pocos días procuró y consiguió que maese Antonio á Castruccio, á quien llamó antes d e morir y le rogó que
se lo entregara, influyendo para ello, más que ninguna educara á su hijo con el mismo celo que él había sido
otra causa, el carácter del muchacho y el convencimiento educado, y que los servicios que ya 110 podía prestar al
de que 110 podría tenerle mucho tiempo á su lado. padre, los prestara al hijo.
Pasó, pues, Castruccio de casa de Antonio Castracani, Muerto Francisco Guinigi, y convertido Castruccio en
canónigo, á la de F r a n c i s c o Guinigi, condottiero ó capi- t u t o r y gobernador de Pablo, creció t a n t o su crédito y
t á n de soldados, y f u é cosa extraordinaria el poco tiempo poder, que el general cariño de los luqueses á él convir-
que empleó en aprender t o d a s las cualidades y costum- tióse, en parte al menos, en envidia, tanto, que muchos
bres que pueden exigirse á un caballero. Primero se hizo le calumniaban suponiéndole hombre sospechoso é incli-
excelente jinete, m a n e j a n d o un fogoso caballo con suma nado á la tiranía. E n t r e éstos estaba J o r g e de Opizi, jefe
destreza, y en justas y torneos, á pesar de su corta edad, del bando giielfo. E s p e r a b a éste llegar á ser, por la
era el más admirado, p u e s n i en fuerza ni en destreza le muerte de Francisco Guinigi, el principal en el gobierno
superaba ninguno. A ñ a d í a s e á esto sus buenas costurn- d e L u c a ; pero la nueva posición de Castruccio, y la i n -
fluencia que le d a b a n sus cualidades personales, eran un que, por tanto, llegaron á ser enemigas de Uguccione y
obstáculo á sus miras, y por ello andaba sembrando calum- de los luqueses.
nias que le privaran de simpatías. A l principio se indig- Creyeron los florentinos y otros güelfos que el bando
nó Castruccio, y después unióse á la indignación el temor gibelino había adquirido en Toscana sobrada autoridad,
de que J o r g e t r a b a j a r a p a r a hacerle sospechoso al Vicario pusiéronse de acuerdo para restablecer en L u c a á los
del rey Roberto de Ñapóles, y éste le expulsara de Luca. desterrados y, organizando numeroso ejército, vinieron á
E r a entonces Señor de P i s a Uguccione de la F a g g i - V a l de Nievole y ocuparon á Montecatini, desde donde
nola, de Arezzo, á quien los pisanos nombraron capitán fueron á acampar en Montecarlo, para tener libre el paso
y de quienes se hizo Señor. Con Uguccione estaban al- h a s t a Luca.
g u n o s desterrados luqueses del bando gibelino, y con P o r su parte, Uguccione reunió bastantes tropas de
ellos t r a t ó Castruccio para que, ayudados por Uguccione, L u c a y Pisa, además mucha caballería tudesca que t r a j o
pudieran volver á su ciudad. Dió cuenta de este proyecto de Lombardía, y fué en busca de los florentinos, que al
á algunos de sus amigos de L u c a , que no podían sufrir saber la marcha del enemigo, partieron de Montecarlo y
el poder de los Opizi. se situaron entre Montecatini y Pescia. Uguccione se
Convenido lo que cada cual debía hacer, fortificó C a s - estableció por bajo de Montecarlo, á dos millas del ene-
truccio con cautela l a torre de los Onesti, llenándola de migo, y d u r a n t e algunos días hubo escaramuzas entre la
víveres y municiones para, en caso de necesidad, mante- caballería de ambos ejércitos, porque enfermo Uguccione,
nerse en ella algunos d í a s y, al llegar la noche convenida ni los pisanos ni los luqueses querían arriesgar la bata-
con Uguccione, dió la señal á éste, que con muchas tro- lla. A g r a v a d a la dolencia, retiróse Uguccione para cu-
pas había bajado al llano, entre los montes y Luca. rarse á Montecarlo, dejando el cuidado del ejército á
V i s t a la señal, se acercó á la puerta de S a n Pedro y Castruccio. E s t o fué causa de la ruina de los güelfos,
porque les animó la creencia de que el ejército enemigo
prendió fuego á la anteporta.
estaba sin general.
Castruccio dió la a l a r m a dentro, llamando al pueblo á
las armas, y forzó por el interior la puerta, entrando Conociólo Castruccio y, durante algunos días, obró de
L'guccione con sus tropas, apoderándose de la ciudad, modo que confirmaran esta opinión, aparentando temer-
matando á maese J o r g e , á todos los de su familia y á les, y no dejando salir á nadie de los atrincheramientos.
muchos de sus amigos y partidarios, y expulsando al C u a n t o m á s miedo fingía Castruccio, más insolentes eran
gobernador. E l gobierno de 1a. ciudad s e reorganizó á los güelfos, presentando todos los días la batalla. P e r o
gusto de Uguccione, con grandísimo daño de ella, por- cuando Castruccio juzgó haberles confiado bastante y,
que m á s de cien familias fueron expulsadas de Luca. conoció bien sus disposiciones, determinó dar la batalla
P a r t e de ellas se t r a s l a d a r o n á Florencia, y las demás á arengando antes á sus soldados, á quienes prometió se-
Pistoya, ciudades donde dominaba el bando güelfo, y g u r a victoria si obedecían sus órdenes.
H a b í a observado Castruceio que el enemigo ponía sus pensaba m á s que en el modo de acabar con él, parecién-
mejores tropas en el centro y las más débiles en las alas, dole que aquel triunfo, en vez de darle el poder, se lo
y el hizo lo contrario, colocando en éstas sus más bravos quitaba. Preocupado con este proyecto, y esperando oca-
soldados, y en el centro los de menos confianza. Orde- sión propicia de realizarlo, ocurrió el asesinato en L u c a
nado así el ejército salió de las trincheras, llegando á la de Pedro A n g e l Micheli, persona muy distinguida y de
vista del enemigo, que insolentemente, y según costum- g r a n consideración. E l asesino se refugió en casa de
bre, venía á buscarle. Determinó Castruccio que el centro Castruccio, quien rechazó á los arqueros del Capitán
fuera despacio y avanzaran las dos alas t a n t o que, al cuando fueron á prenderle, de suerte, que por el auxilio
venir á las manos, sólo se combatía en ambas alas, que- de Castruccio se salvó el homicida.
dando inactivo el centro, porque el del ejército de Cas- Supo ü g u c c i o n e , que estaba entonces en P i s a , el su-
truccio había quedado t a n detrás, que el del enemigo no ceso y, juzgando el motivo suficiente para castigar á Cas-
lo alcanzaba. truccio, llamó á su hijo Neri, á quien ya había dado l a
De esta suerte, las mejores tropas de Castruccio com- Señoría de L u c a , y le encargó que, con pretexto de con-
batían con las peores ele los florentinos, y las más bravas vidar á Castruccio, le prendiera y matara. F u é Castruccio
de éstos estaban inactivas, sin poder ofender al enemigo al palacio del Señor familiarmente y sin sospechar ofensa
que tenían enfrente, pero lejano, ni auxiliar á los suyos. alguna, invitóle N e r i á cenar y después le prendió.
Sin g r a n dificultad fueron rechazadas las dos alas del Sospechando N e r i que, si le m a n d a b a matar sin mo-
ejército florentino, y el centro, viéndose sin apoyo en los tivo justificado, se sublevaría el pueblo, le tuvo vivo en
flancos y sin tener ocasión de mostrar su valor, huyó t a m - su poder h a s t a cerciorarse de lo que ü g u c c i o n e disponía
bién. en definitiva. Censuró éste la t a r d a n z a y cobardía de su
L a derrota y la m a t a n z a fueron grandes, pues perdie- hijo para cumplir el encargo, y salió de P i s a con cuatro-
ron los Güelfos m á s de diez mil hombres, entre ellos mu- cientos caballos en dirección á L u c a ,
chos jefes y g r a n d e s caballeros de toda la Toscana, per- A u n no había llegado á Baqui, cuando los pisanos se
tenecientes al bando güelfo, y además varios príncipes sublevaron y dieron muerte á su Vicario y á los demás
que habían acudido en su favor, como Pedro, hermano de su familia que quedaron en Pisa, nombrando señor
del rey Roberto, y su sobrino Carlos, y Felipe, Señor de de la ciudad al conde Gaddo de la Gherardesca.
Tarento. Supo ü g u c c i o n e , antes de llegar á Luca, lo ocurrido
Castruccio no perdió más que trescientos hombres, en Pisa, y no creyó conveniente volver atrás, para evitar
entre ellos Francisco, hijo de Üguccione, que jovenzuelo que los luqueses, siguiendo el ejemplo de los pisanos, le
y ávido de gloria, murió en el primer asalto. cerraran también las puertas. Pero los luqueses, al saber
E s t a victoria d;ó fama tan grande á Castruccio, que lo de Pisa, y á pesar de la venida de ü g u c c i o n e , apro-
ü g u c c i o n e , llenó de celos y envidia por su posición, no vechando la ocasión de pedir la libertad de Castruccio,
empezaron por h a b l a r sin respeto de U g u c c i o n e en los ilustres de sus compatriotas, á quienes había ganado.
corros formados en l a p l a z a , y después se sublevaron E l pueblo, pues, le eligió solemnemente príncipe de Luca.
acudiendo á las a r m a s y e x i g i e n d o la libertad de Castruc- Vino jx>r entonces á Italia Federico de Baviera, Rey
cio, de tal suerte, que U g u c c i o n e , por temor á mayores d e Romanos, para coronarse emperador, y Castruccio
males, le sacó de la prisión. contrajo amistad con él, yendo á buscarle con quinientos
Inmediatamente C a s t r u c c i o , ayudado por sus amigos caballos, dejando en L u c a por lugarteniente á Pablo
y contando con el f a v o r del pueblo, acometió á Uguc- Guinigi, al cual, por la mémoria de los favores que debió
cione, quien no pudo resistir, y huyó con sus partidarios á su padre, estimaba como hijo propio.
á Lombardía, r e f u g i á n d o s e en casa de los Señores de la Federico recibió á Castruccio honrosamente, conce-
Scala, donde murió p o b r e m e n t e . diéndole muchos privilegios y nombrándole su lugarte-
Convertido Castruccio d e prisionero en casi príncipe niente en Toscana. Además, como los pisanos habían
de Luca, trabajó con sus a m i g o s y aprovechó el reciente expulsado á Gaddo de la Gherardesca, y, por miedo á él,
favor del pueblo de t a l m o d o , que fué nombrado general acudido á Federico en demanda de auxilio, éste nombró
de las tropas de la R e p ú b l i c a por un año. P a r a adquirir á Castruccio Señor de Pisa, aceptándole los pisanos por
reputación en la g u e r r a , determinó recuperar muchas temor al partido giielfo, y en particular á los florentinos-
plazas que se habían rebelado á los luqueses después de Volvió Federico á A l e m a n i a , dejando en Roma un
la partida de Uguccione y, aliado á los pisanos, fué, con gobernador encargado de sus asuntos en Italia, y todos
ayuda de éstos, á acampar j u n t o á Serezana. P a r a ex- los gibelinos toscanos y lombardos afiliados al partido
pugnarla construyó u n f u e r t e que dominaba la ciudad, del E m p e r a d o r acudieron á Castruccio, prometiéndole
y que, reconstruido después p o r los florentinos, llámase cada cual el dominio de su ciudad cuando, por medio de
hoy Serezanello. A los dos meses de sitio tomó á Sere- él, lograra volver á ella. E n t r e éstos estaban Mateo
zana. P o r consecuencia de esta victoria, se le entregaron G u i d i , N a r d o Scolari, Lapo U b e r t i , Gerozzo N a r d i y
Massa, C a r i a r a y L a v e n z a , y en brevísimo tiempo ocupó P e d r o Buonaccorsi, todos ellos gibelinos y desterrados
toda la L u n i g i a n a . P a r a cerrar el paso que desde la de Florencia.
Lombardía conduce á l a L u n i g i a n a , se apoderó de Pon- Resolvió Castruccio. valiéndose de estos desterrados y
triemoli, expulsando á A n a s t a s i o Palavicino, Señor de de todas sus fuerza?, dominar la Toscana y, para au-
e s t a ciudad. mentar su crédito, se alió á Mateo Visconti, duque de
A su vuelta á L u c a , después de estas victorias, todo Milán, y organizó militarmente la ciudad y el territorio
el pueblo salió á recibirle, y j u z g ó Castruccio el momento de Luca.
oportuno para hacerse Señor de la ciudad, contando P o r q u e L u c a tenía cinco puertas, dividió en cinco
para ello con P a z z i n o del P o g g i o , Puccinello del Por- partes el condado, armando y distribuyendo los habitan-
tico, Francisco Boccansacchi y Cecco Guinigi, los más tes con banderas y jefes. De esta suerte podía reunir
inmediatamente veinte mil hombres, sin contar los que ejército, y dejando al frente del resto á Pablo Guinigi,
vinieran en su ayuda de Pisa. vino á la ciudad. C o n t r a lo que esperaba, vió que había
Provisto de esta f u e r z a y de estos amigos, ocurrió que cesado el motín, y colocó á sus partidarios, armados, en
M a t e o Yisconti fué atacado por los güelfos de Piacenza, todos los sitios oportunos.
que habían expulsado á los gibelinos, con ayuda de los
J u z g a b a E s t e b a n de Poggio que Castruccio debía es-
florentinos y del rey Roberto de Ñapóles. Pidió Yisconti
tarle obligado, y fué á verle, 110 rogando por é l , pues
á Castruccio que atacara á los florentinos para que, obli-
creía 110 necesitarlo, sino por sus parientes, suplicándole
gados éstos á defender sus propias tierras, retiraran las
que tuviese en cuenta l a juventud de los culpados y la
t r o p a s de L o m b a r d í a . Inmediatamente Castruccio, con
a n t i g u a amistad y servicios que le había prestado su
b a s t a n t e s t r o p a s , invadió el Yaldarno inferior y ocupó.
casa. Respondióle Castruccio cariñosamente que se t r a n -
Fueecbio y S a n Miniato, causando grandes desórdenes
quilizara, porque le producía mayor satisfacción encon-
en la comarca. E s t o obligó á los florentinos á llamar sus
t r a r apaciguado el tumulto que disgusto tuvo al saber
tropas, que a p r e s u r a d a m e n t e llegaron á Toscana, cuan-
este desgraciado suceso. Pidió además á Esteban que le
dq ; Castruccio, obligado por otra necesidad, volvió á
trajera á todos los comprometidos, dando gracias á D i o s
Lúea.
por la ocasión que le deparaba de demostrar su clemen-
L a familia P o g g i o era poderosa en esta ciudad, no cia y liberalidad. Pero, cuando llegaron á su presencia,
sólo por haber favorecido á Castruccio, sino también por confiados en la palabra de Castruccio y en la de E s t e b a n ,
ser la que m á s contribuyó á hacerle Señor y, juzgando fueron, con éste, presos y muertos.
que sus servicios no habían sido bien remunerados, pú- Mientras tanto, los florentinos habían recobrado S a n
sose de acuerdo con o t r a s familias para sublevar la po- Miniato; pero á Castruccio pareció oportuno cesar en
blación y expulsar de ella á Castruccio. U n a mañana aquella guerra, porque h a s t a asegurarse en Luca, no de-
empuñaron las a r m a s , fueron al palacio donde residía el bía apartarse de esta ciudad. Hizo, pues, proponer u n a
lugarteniente de Castruccio, encargado de administrar tregua á los florentinos, que éstos aceptaron inmedia-
justicia, y le m a t a r o n . Seguidamente empezaron á suble- tamente, á causa de estar agotados sus recursos y ne-
var al pueblo; pero E s t e b a n Poggio, hombre anciano y cesitar suprimir los g a s t o s . Pactóse la tregua por
pacífico, que n o había tomado parte en la conspiración, dos años, quedando cada cual dueño del territorio que
acudió a n t e los conjurados y, con su autoridad, les hizo poseía.
deponer las armas, prometiendo ser mediador entre ellos Libre Castruccio de los cuidados de la guerra, para
y Castruccio para que realizaran sus aspiraciones. Rin- que no renaciera el peligro en que había estado su domi-
dieron, pues, las a r m a s con t a n escasa prudencia como nación en L u c a , con diferentes motivos y pretextos se
las habían tomado; porque sabedor Castruccio d é l o ocu- deshizo de cuantos, por ambición, podían aspirar al domi-
rrido en L u c a , sin pérdida de tiempo, con parte de su nio de la ciudad, no perdonando á ninguno, privándoles
d e la patria y de los bienes, y á los que pudo coger, de
Llegaron ambos á P i s t o y a y fueron recibidos como
la vida, y asegurando haber conocido por experiencia que amigos, dándoles entrada en la población. C u a n d o C a s -
n i n g u n o de ellos podía serle fiel. P a r a mayor seguridad truccio juzgó el momento oportuno, hizo señal á P a b l o ,
construyó u n a ciudadela en L u c a , empleando como ma- y entonces el uno mató á Jacobo y el otro á Sebastián
teriales los de las torres pertenecientes á los que había de Possente. L o s partidarios de uno y otro fueron ó
desterrado ó muerto. muertos ó presos, quedando Castruccio dueño de P i s -
Mientras Castruccio, h e c h a la paz con los florentinos, toya, cuya Señoría expulsó del Palacio y obligó al pue-
se fortificaba en L u c a , s e g u í a haciendo cuanto pudiera, blo á prestarle obediencia. P a r a atraerse su benevolen-
sin manifiesta g u e r r a , c o n t r i b u i r á su mayor grande- cia, perdonó muchas de las deudas antiguas y le h i z o
za; y muy deseoso de o c u p a r á P i s t o y a , por creer que, muchísimas ofertas, como también á toda l a comarca, de
dueño de esta ciudad, t e n í a p u e s t o u n pie en Florencia, cuyos habitantes, la mayoría acudió á ver el nuevo P r í n -
procuró por varios p r o c e d i m i e n t o s atraerse á los habitan- cipe. P o r las esperanzas que dió y por su conocido
t e s de la montaña. A l m i s m o tiempo se gobernaba de tal valor, consiguió que todos trancjuilamente le obede-
suerte con los bandos de P i s t o y a , que todos confiaban cieran.
en él. P o r entonces, la carestía de víveres produjo algunos
E n c o n t r á b a s e entonces dividida esta ciudad, como lo tumultos en B o m a , porque el pueblo atribuía la causa
estuvo siempre, en B l a n c o s y Negros. E l jefe de los de este m a l á la ausencia del P a p a , residente en A v i ñ ó n ,
blancos era Sebastián de P o s s e n t e , y el de los negros quejándose del gobierno de los tudescos y siendo fre-
Jacobo de A b r a , A m b o s t e n í a n con Castruccio secretí- cuentes los homicidios y otros desórdenes, sin que E n -
simas negociaciones, y cada u n o de ellos deseaba expul- rique, lugarteniente del E m p e r a d o r , pudiera remediarlo.
sar al otro, h a s t a el p u n t o de que, después de varias Temió E n r i q u e que los romanos le expulsaran de la
cuestiones, acudieron á las a r m a s . Jacobo se hizo fuerte ciudad y llamaran al rey Roberto de Ñapóles, restitu-
en la P u e r t a F l o r e n t i n a y S e b a s t i á n en la Luquesa y, yendo R o m a al P a p a . N o tenía amigo m á s próximo á
confiando los dos m á s en Castruccio que en los florenti- quien poder acudir que Castruccio, y le rogó, no sólo
nos, por creerle m á s expedito y dispuesto á la guerra, que le auxiliara, sino ir personalmente á R o m a . Creyó
ambos le pidieron secretamente auxilio, y á ambos lo Castruccio que debía hacerlo inmediatamente, para pres-
prometió Castruccio, diciendo á Sebastián que iría en tar un servicio meritorio al E m p e r a d o r , y porque la a u -
persona, y á Jacobo que enviaría á su pupilo Pablo Gui- sencia de éste era, á su juicio, muy perjudicial á su do-
minación en R o m a .
nigi. F i j a d o el m o m e n t o oportuno, envió á Pablo por la
vía de P i s a , y á media n o c h e f u é él directamente á Dejando en L u c a á Pablo Guinigi, fué con seiscien-
Pistoya, porque así lo h a b í a n convenido Castruccio y tos caballos á Roma, donde le recibió E n r i q u e con gran-
Pablo. des honras, y en breve tiempo su presencia aumentó
t a n t o el prestigio del partido del Emperador que, sin
partidarios del bando güelfo, acampó en el territorio de
sangre ni violencias, quedó restablecida la tranquilidad
esta ciudad.
pues Castruccio hizo traer por mar, de la comarca de
Castruccio, con el suyo, vino á Montecarlo y, al saber
P i s a , b a s t a n t e trigo, y con ello quitó motivo á los tu-
donde estaba el de los florentinos, determinó,'no ir á su
multos. Después, aconsejando unas veces y castigando
encuentro á la llanura de Pistoya, ni esperarle en la de
otras á los principales de Roma, á todos les redujo á
Pescia, sino dar la batalla, si le era posible, en el desfi-
obedecer á E n r i q u e . E l pueblo nombró á Castruccio se-
ladero de Serravalle, ea cuyo caso creía segura la victo-
nador de R o m a y le concedió otros muchos honores.
ria, aunque sabía que los florentinos tenían treinta mil
D e l cargo de senador tomó posesión Castruccio con
hombres y él solo había excogido de los suyos doce mil.
grandísima p o m p a , poniéndose u n a toga de brocado con
A u n q u e confiaba en su genio y en el valor de sus solda-
u n letrero que decía por delante: Es lo que Dios quiere;
dos, t e m í a que, en terreno llano, le envolviera la multi-
y por detrás: Será lo que Dios quiera.
t u d de sus enemigos.
Mientras t a n t o , los florentinos, descontentos de que
Serravalle es un castillo situado entre Pescia y P i s -
Castruccio se hubiera apoderado de Pistoya durante la
toya, sobre u n a colina que cierra el valle de Nievole. N o
t r e g u a , meditaban l a m a n e r a de sublevarla, cosa que
está junto al camino, sino á distancia de un tiro de arco
en su ausencia creían f á c i l . E n t r e los desterrados de
y dominándolo. E l sitio por donde se pasa es escarpado;
Florencia que vivían en P i s t o y a , encontrábanse Babbo
la pendiente suave por a m b a s laderas, pero t a n estrecha,
Ciechi y Jacobo Baldini, personas de autoridad y dis-
sobre todo en la altura donde se dividen las aguas, que
puestas á intervenir en todo trastorno. E s t a b a n en inte-
veinte hombres de f r e n t e pueden ocuparla.
ligencia con sus amigos de dentro de Pistoya, y, ayu-
E s t e fué el punto donde Castruccio determinó hacer
dados por los florentinos, penetraron de noche en esta
f r e n t e al enemigo, ó para que sus pocas tropas tuvieran
ciudad, expulsando de ella á l o s partidarios y á las au-
ventaja, ó para que no vieran á los enemigos antes de
toridades puestas por Castruccio, matando á algunos y
la batalla, á fin de que el gran número de éstos no les
devolviendo la libertad á su patria.
asustara.
L a noticia de este suceso causó vivo enojo á Cas-
E l gobernador del castillo de Serravalle era M a n -
truccio y, con licencia de Enrique, regresaron él y sus
fredi, alemán, quien, antes de que Castruccio fuera Se-
tropas apresuradamente á Luca.
ñor de P i s t o y a , conservó la fortaleza como sitio común
A l saber su vuelta, los florentinos, creyendo que no á los de L u c a y á los de Pistoya, y después nadie quiso
se detendría h a s t a llegar á Pistoya, determinaron anti- agredirle, prometiendo él la neutralidad y 110 ponerse
cipársele y ocupar con sus tropas V a l de Nievole; ocu- de parte de n i n g ú n bando. P o r esto, ó por ser muy fuerte
pación que, á su juicio, cortaba el paso á Castruccio el castillo, quedaron así las cosas; pero, en las circunstan-
para recobrar á Pistoya. Su ejército, engrosado con los cias actuales, deseó Castruccio apoderarse de aquel p u n -
to y, teniendo estrecha a m i s t a d con uno de los del cas-
fes era imposible, por lo estrecho del sitio, ir adelante ni
tillo, convino con él enviarle en l a noche, víspera de la ba- atrás, de suerte que, en tan g r a n confusión, nadie supo
talla, cuatrocientos soldados y q u e m a t a r a al gobernador. lo que podía ni lo que debía haceiv E n t r e t a n t o , la ca-
A s i dispuestas las cosas, n o movió el ejército de Mon- ballería que había venido á las manos con la infantería
teca'rlo, para que los florentinos se animaran á pasar. enemiga, era destrozada sin poder defenderse, porque la
E s t o s , que deseaban alejar la g u e r r a de Pistoya y redu- estrechez del terreno no le permitía desplegarse, y más
cirla á V a l de Nievole, a c a m p a r o n bajo Serravalle con porque por voluntad resistía, pues teniendo á los dos
propósito de pasar al día s i g u i e n t e el desfiladero ; pero flancos la montaña, detrás á los suyos y delante á los
Castrnccio que, sin ruido, se apoderó aquella noche del enemigos no les quedaba sitio por donde huir.
castillo, partió á media noche d e Montecarlo y silencio-
E n t r e t a n t o Castruccio, en vista de que los empeñados
samente llegó al amanecer con el ejército al pie de Se-
en el combate no eran bastantes para rechazar al ene-
rravalle, de suerte que los dos ejércitos empezaron á migo, envió infantería p o r el camino del castillo, a t a -
subir, cada cual por su lado, l a colina. cándole por el flanco con t a n t a furia, que los florentinos
Dirigió Castruccio su i n f a n t e r í a por el camino ordi- no pudieron resistir el ímpetu, y vencidos m á s bien p o r
nario, y un cuerpo de cuatrocientos caballos por la iz- las malas condiciones del terreno que por la fuerza del
quierda hacia el castillo. enemigo, empezaron á huir. L o s que estaban detrás
Los florentinos, por su lado, enviaron delante cuatro- emprendieron la f u g a hacia P i s t o y a y , extendiéndose
cientos caballos, después la i n f a n t e r í a y t r a s ella los por la llanura, cada cual procuraba salvarse como mejor
hombres de armas, no e s p e r a n d o encontrar á Castruccio podía,
sobre la colina, porque i g n o r a b a n que se había apoderado L a derrota fué g r a n d e y sangrienta. Cayeron prisione-
del castillo. r o s muchos capitanes, entre ellos, Bandino de Rossi,
De pronto, la caballería florentina, al llegar á lo alto, Francisco Brunelleschi, J u a n de la Tossa, todos ellos no-
descubrió la infantería de Castruccio t a n cerca, que ape- bles florentinos, y otros muchos toscanos y napolitanos
nas tuvieron tiempo l o s florentinos para calar las ce- que envió el rey Boberto en favor de los güelfos y mili-
ladas. t a b a n con los florentinos.
Los de Castruccio, dispuestos al ataque contra sus L o s de P i s t o y a , al saber la derrota, inmediatamente
enemigos desprevenidos, les acometieron resueltamente, expulsaron á los partidarios de los güelfos y se entrega-
y éstos casi no pudieron resistir, siendo pocos los que ron á Castruccio, quien, no contento con esto, ocupó á
liiceron frente. A l correr la noticia de este encuentro en P r a t o y todas las fortalezas del llano á ambos lados del
el ejército florentino, todo f u é confusión y desorden. L a Arno, acampando con su ejército en la llanura de Pere-
caballería no podía moverse e n t r e la infantería, y ésta tola, á dos millas de Florencia, donde estuvo muchos
era atropellada por los caballos y los carruajes. A los je- días repartiendo el botín y festejando la victoria con ca-
TOMO I I . 22
rreras de caballos y otros juegos, en que tomaban parte
chi y á J u a n Giudi, ambos florentinos, desterrados en
hombres y meretrices, y haciendo acuñar moneda, como Pisa.
en desprecio de los florentinos.
Castruccio prendió y mató á L a n f r a n c h i , desterrando
También intentó corromper á algunos nobles ciudada-
á todos sus pariente?. También mandó decapitar á m u -
nos p a r a que abriesen d e noche las puertas de Florencia;
chos otros nobles ciudadanos.
pero, descubierto el complot, fueron presos y decapitados
Conoció que no le era posible contar con la fidelidad
los jefes, entre ellos T o m á s Lupaccio y Lambertuccio
d e Pistoya y de P i s a y, por todos los medios de astucia
Frescobaldi.
y de fuerza, procuraba consolidar en ellas su poder, lo
A s u s t a d o s los florentinos por aquella derrota, apenas cual dió tiempo á los florentinos para reunir tropas y es-
veían medio de salvar su independencia y, para tener perar la venida de Carlos. Cuando éste llegó, determi-
mayor certeza en el auxilio del rey Roberto de Ñapóles, naron no perder tiempo, y j u n t a r o n numeroso ejército
le enviaron embajadores, prometiéndole en cambio la so- por haber llamado en su auxilio á casi todos los güelfos
beranía de Florencia. E l Rey aceptó el ofrecimiento, no d e Italia. E s t e ejército contaba más de treinta mil sol-
t a n t o por el honor que le dispensaban los florentinos, dados de infantería y diez mil de caballería.
como por saber lo mucho que importaba á sus Estados
Discutido si debían atacar primero á Pistoya ó á Pisa,
que el partido giielfo c o n t i n u a r a dominando en Toscana. decidieron acometer á P i s a como empresa de más fácil
Convino con los florentinos que éstos le pagaran dos- éxito, por la reciente conjuración que en ella había ocu-
cientos mil florines a n u a l e s , y envió á su hijo Carlos con rrido contra Castruccio, y de mayor utilidad, pues creían
cuatro mil caballos. que, t o m a d a Pisa, se rendiría Pistoya,
Mientras t a n t o se veían los florentinos libres de la ve- Á principios de Mayo de 1 3 2 8 salió á c a m p a ñ a este
cindad de las tropas de Castruccio, porque éste tuvo ne- ejército florentino, y ocupó inmediatamente á L a s t r a ,
cesidad de ir á P i s a p a r a reprimir una conjuración con- S i g n a , Montelupo y E m p o l i , llegando á S a n Miniato.
t r a e'1, suscitada por Benedicto Lanfranchi, uno de los P o r su parte, Castruccio, al saber el numeroso ejército
principales de aquella ciudad, quien, no pudiendo sufrir que los florentinos habían organizado contra él, no se
q u e su patria f u e r a súbdita de un luqués, se sublevó con- asustó en manera alguna, creyendo había llegado el mo-
t r a él con propósito de ocupar la ciudadela, expulsar la m e n t o en que la f o r t u n a pusiera en su mano la domina-
guarnición y m a t a r á los partidarios de Castruccio. Pero ción en Toscana, porque el enemigo no se mostraría más
como en tales negocios el secreto sólo puede mantener- esforzado en P i s a que lo había estado en Sen-avalle y
se entre pocos comprometidos y éstos no bastan para ahora no le quedaría ni l a esperanza de rehacerse como
l a ejecución, cuando buscaba mayor número de afilia- entonces. Beunió, pues, veinte mil i n f a n t e s y cuatro mil
dos, encontró quien descubriera la conspiración á Cas- caballos, situándose en Fucecchio, y envió á Pablo G u i -
truccio; atribuyéndose esta infamia á Bonifacio Cer- nigi con cinco mil hombres de infantería á P i s a .
E l castillo de Fucecchio es el m á s fuerte de la comarca
de Pisa, por estar situado e n t r e l a Gusciana y el Arno punto de hacer difícil el paso á los que venían tras ellos;
y en u n a elevación sobre l a l l a n u r a . E n aquel punto el porque muchos, al no pisar tierra firme, se encabritaban
enemigo no podía impedirle, sino dividiendo sus fuerzas contra los jinetes, y muchos más se hundían en el fango,
en dos partes, recibir provisiones q u e le llegaban de Pisa quedando sin poder moverse.
y de Luca, ni sin g r a n d e s v e n t a j a atacarle ó acometer á Viendo los generales florentinos la dificultad de pasar
P i s a , porque, en el primer caso, q u e d a r í a entre el ejército el río por aquel punto, llevaron las tropas río arriba,
de Castruccio y el que había en P i s a , y en el segundo para encontrar fondo más firme y cauce m á s fácil de
teniendo que pasar el A r n o , n o podría hacerlo con el cruzar.
enemigo á su espalda, sino c o n g r a n d í s i m o peligro. Para Á este paso se oponían los infantes enviados por
animar á los florentinos á p a s a r el río, Castruccio había Castruccio hacia aquella parte. A r m a d o s á la ligera con
colocado su ejército, no en l a orilla del A r n o , sino junto rodelas y lanzas cortas, les herían en Ja cara y en el
á los muros de Fucecchio, d e j a n d o espacio entre el río y pecho, dando al mismo tiempo grandes gritos, con los
sus tropas. cuales y las heridas espantaban á los caballos, q u e , re-
Ocupado .San Miniato, los florentinos celebraron con- vueltos unos con otros, rehusaban avanzar.
sejo para decidir entre atacar á Castruccio ó dirigirse á L a pelea entre la gente de Castruccio y los que habían
P i s a y, calculadas las dificultades de cada u n a de estas pasado el río, fué ruda y terrible. D e a m b a s partes las
empresas, decidieron dar l a b a t a l l a . L a s a g u a s del Arno bajas eran numerosas, y cada una hacía los mayores es-
iban entonces t a n bajas, que se p o d í a vadear el río, pero fuerzos para vencer á la otra. L o s de Castruccio querían
mojándose los soldados h a s t a los h o m b r o s y los caballos echar al río á los florentinos, y éstos g a n a r terreno para
h a s t a la silla. A l amanecer el día 1 0 de J u n i o , los flo- que, saliendo del agua los que estaban pasando el A r n o ,
rentinos, dispuestos á la batalla, hicieron pasar el río á pudieran entrar en combate. Á la obstinación de los sol-
parte de su caballería y u n cuerpo d e diez mil infantes. dados se unían las excitaciones de los jefes. Castruccio
Castruccio, atento á lo que le c o n v e n í a hacer, atacó con recordaba á los suyos que tenían delante á los mismos
cinco mil infantes y tres mil caballos á los que pasaban que poco antes habían vencido en Serravalle, y los ge-
el río y, sin darles tiempo á q u e t o d o s estuvieran fuera nerales florentinos censuraban á sus tropas que se deja-
del agua, vino con ellos á las m a n o s . A d e m á s envió mil sen vencer por t a n pocos.
infantes ligeros por la orilla del A r n o , a g u a arriba, y otros Viendo Castruccio que la batalla duraba y que todos
mil agua abajo. L a infantería florentina, agobiada con el los combatientes estaban cansados, siendo muchos de
peso de las a r m a s y del a g u a , a u n 110 había salido toda ambas partes los heridos y los muertos, mandó avanzar
del cauce del río. A l pasar los p r i m e r o s caballos, que no un nuevo cuerpo de cinco mil infantes y, cuando estuvo
fueron muchos, removieron el f o n d o del A r n o , hasta el detrás de los que combatían, ordenó á éstos q u e , como
si huyeran, se retiraran á derecha y á izquierda de este
nuevo cuerpo. A l hacer dicha retirada, los florentinos
los grandes designios que de mucho tiempo antes medi-
avanzaron y g a n a r o n algún terreno; pero al llegar á las taba realizar, y que sólo la muerte podía impedir.
manos los f a t i g a d o s por la lucha con los que venían de Durante el día de la batalla se había fatigado mucho
refresco, al poco tiempo les rechazaron e'stos hasta el río. Castruccio y, al terminar ésta, lleno de cansancio y sudor,
L a lucha entre l a caballería de ambos ejércitos era aún se retiró á la puerta de Fucecchio, esperando allí la vuelta
incierta. Conocedor Castruccio de la inferioridad de la d e sus soldados victoriosos, para recibirles personalmente
suya, había ordenado á los capitanes que se limitaran á y darles las gracias, y también para acudir, si el enemigo
resistir el choque del enemigo, porque esperaba vencer la continuaba haciendo f r e n t e en alguna parte, al p u n t o
infantería y , vencida ésta, rechazar con más facilidad que fuera necesario; porque juzgaba que el oficio de u n
la caballería, como así sucedió, porque, cuando los infan- buen general obligaba á ser el primero en montar á ca-
tes enemigos se retiraron h a s t a el río, envió el resto de ballo y el liltimo en apearse. A s í estuvo expuesto á u n a
su infantería contra los caballos, hiriéndoles con lanzas brisa que hacia el mediodía se eleva del Arno, brisa, casi
y dardos. E n t o n c e s atacó la caballería de Castruccio con siempre pestilencial, que le enfrió todo el cuerpo.
mayor í m p e t u , y obligó á huir á los enemigos. N o hizo caso Castruccio de esta molestia, como hom-
Observando los generales florentinos las dificultades bre habituado á tales indisposiciones, y su negligencia
de su caballería para atravesar el río, intentaron que pa- le costó la vida; porque, á la noche siguiente, fué atacado
sara i n f a n t e r í a por más abajo para atacar por el flanco á de u n a fiebre violentísima y, yendo en aumento, todos
las t r o p a s de Castruccio; pero la altura de las márgenes los médicos j u z g a r o n mortal la dolencia. Comprendiendo
y el estar ocupada la opuesta por los soldados de éste, Castruccio la gravedad de su estado, llamó á Pablo
hicieron fracasar dicha tentativa. F u é , pues, el ejército Guinigi y le dijo:
florentino derrotado, con gran gloria de Castruccio y, de « Si hubiera creído, hijo mío, que la fortuna me de-
t a n g r a n número de tropas, sólo se salvó una tercera tuviese en mitad del camino de la gloria que ambicio-
parte. Quedaron prisioneros muchos jefes, y Carlos, hijo naba, después de tan grandes éxitos, mis esfuerzos no
del rey Roberto, con Miguel Agnolo, Falconi y Tadeo fueran tantos, y te dejara, con E s t a d o m á s pequeño,
de Albizzi, Comisarios florentinos, se refugiaron en E m - menos enemigos y menos envidias; porque, satisfecho
poli. F u é el botín g r a n d e y l a mortandad grandísima, con la dominación de P i s a y de L u c a , n o hubiera sojuz-
como puede imaginarse por l a importancia y tenacidad gado á los de Pistoya y, con t a n t a s ofensas, irritado á
de la lucha. D e los. florentinos murieron veinte mil dos- los florentinos. H¡.,:éndome amigo de Florencia y P i s -
cientos t r e i n t a y un hombres, y de Castruccio mil qui- toya, mi vida, si no más l a r g a , hubiese sido más t r a n -
nientos setenta. quila, dejándote E s t a d o menos grande, pero sin duda
m á s sólido y seguro. P e r o la fortuna, que quiere ser ár-
P e r o la fortuno, enemiga de su gloria, cuando más
bitra de todas las cosas humanas, ni me dió juicio bas-
debía prolongarle l a vida, se la quitó, interrumpiendo
t a n t e para conocerla, n i t i e m p o suficiente p a r a domi-
narla, pues, sino con tu propia habilidad y el recuerdo de m i
»Tú sabes, porque m u c h o s te lo han dicho y yo no lo valor, y con la reputación que te dará la presente victo-
he negado, cómo, siendo m u c h a c h o , entré en casa de tu ria que, si la aprovechas con prudencia, servirá para que
padre, privado de c u a n t a s esperanzas caben en un ánimo h a g a s la paz con los florentinos, quienes, asustados por
generoso; cómo tu padre me crió y educó con afecto pu- la derrota, accederán á ella de buen grado. Yo procuraba
ramente paternal, y cómo, bajo su dirección, llegué á ser tenerles por enemigos, por creer que su enemistad me
valeroso y digno de l a f o r t u n a que has visto y ves A l proporcionaría poder y gloria; pero tú debes buscar por
morir tu padre encomendó á m i lealtad tu persona y todos los medios su amistad, porque, con ella, vivirás
t o d a su fortuna. Te h e e d u c a d o y he acrecido tu herencia tranquilo y seguro.
con el cariño y la fidelidad á q u e estaba obligado por los » E n este mundo es muy importante conocerse á sí
beneficios de tu padre. mismo y saber calcular la posición y los recursos. Quien
se reconoce incapaz para la guerra, debe ingeniarse para
» P a r a que fuese tuyo, no sólo todo lo que tu padre te
reinar por medio de las artes de la paz. Te aconsejo que,
dejo, sino también lo que con m i valor y f o r t u n a ganase, por este camino, procures gozar el fruto de mis esfuer-
j a m á s quise tomar esposa, á fin de que el amor de los hi- zos y peligros, lo cual lograrás fácilmente, si estimas
jos no me impidiera en a l g ú n m o d o m o s t r a r á tu padre y á acertados mis consejos. A s í tendrás conmigo doble
t i la gratitud á que me juzgo obligado. Te dejo un grau obligación, la de haberte dejado t a n t o s dominios y la de
E s t a d o , con gran satisfacción mía; pero me contrista enseñarte á conservarlos.»
dejártelo débil y mal seguro. T e q u e d a la ciudad de Luca,
D e s p u é s mandó venir á los ciudadanos que de L u c a ,
que nunca estará satisfecha de v i v i r bajo tu dominación
P i s a y Pistoya militaban á sus órdenes, y recomendán-
Te queda P i s a , donde viven hombres de condición in-
doles á Pablo Guinigi, hizo que le j u r a r a n obediencia.
constante y de mala fe; ciudad que, aunque acostum-
H e c h o esto, murió, dejando á l a posteridad gloriosa me-
b r a d a a estar en dominio ajeno en varias épocas, se
moria, y causando á sus amigos mayor pesar del produ-
desdeñará de servir á un Señor Iuqués. Pistoya también cido en todo tiempo por la muerte de un príncipe.
te sera poco fiel, por estar dividida en bandos é irritada
S u s honras fúnebres fueron celebradas con g r a n
contra nosotros á causa de recientes injurias. Tienes
pompa, sepultándole en la iglesia de S a n Francisco en
por vecinos á los florentinos ofendidos, á quienes de mil
Luca.
modos hemos injuriado, sin acabar con su poder, y reci-
N i el mérito ni la fortuna fueron t a n amigos de P a -
birán la noticia de mi muerte con m á s alegría que la de
blo Guinigi como de Castruccio, pues, poco después,
l a conquista de toda Toscana, N o puedes confiar en los
perdió á P i s t o y a y en seguida á Pisa, manteniendo, no
duques de Milán ni en el E m p e r a d o r , por vivir lejos
sin trabajo, la dominación en Luca, que continuó en su
ser perezosos y tardíos en enviar socorro. N o cuentes,
familia h a s t a su biznieto.
F u é , pues, Construccio, como lo demuestra cuanto desprecio, le escupió al rostro. E l adulador dijo enton-
hemos dicho, hombre de raro mérito, no sólo entre sus c e s ; «Los pescadores mojan todo su cuerpo en las
contemporáneos, sino comparado con los de pasadas aguas del mar por coger un pequeño pez; bien puedo yo
épocas. D e elevada estatura, bien proporcionado y t a n dejarme mojar con t u saliva, para coger una ballena.» *
amable y cariñoso con cuantos se le acercaban, que nin- Castruccio, no sólo le oyó pacientemente, sino que le
guno de los que le hablaron se separó de él descon- premió.
tento. Sus cabellos eran casi rojos y los llevaba cortados Diciéndole un religioso que no era bueno viviese con
por encima de las orejas. E n todo tiempo, aunque llo- tanto lujo, respondió : «Si esto f u e r a vicio, no haríais
viera ó nevara, iba con la cabeza descubierta. t a n brillantes fiestas á vuestros santos.»
F u é cariñoso con sus amigos, terrible con sus ene- A l pasar por una calle vió á un jovenzuelo que salía
migos, justo con sus súbditos, infiel con los extran- de casa de u n a meretriz y que se ruborizó porque le vie-
jeros. ra. Castruccio le dijo: « N o te avergüences cuando sales,
Si podía vencer por astucia, no empleaba la fuerza, sino cuando entras.»
porque decía que lo que da f a m a es la victoria, no los Dióle un amigo á desatar un nudo muy bien hecho, y
medios de alcanzarla. N i n g u n o fué t a n audaz para afron- le d i j o : «¿Crees, necio, que quiera yo desatar lo que
tar los peligros, ni t a n cauto al salir de ellos. A c o s t u m - atado me da t a n t o que hacer?»
braba á decir que los hombres deben intentarlo todo sin Diciendo á uno que presumía de filósofo: «Sois como
asustarse de nada, y que Dios ama á los hombres animo- los perros, que andan siempre alrededor de quienes pue-
sos, porque siempre se vale de ellos para castigar á los den darlos mejor de comer, le respondió aquél: « Y
pusilánimes. también somos como los médicos, que vamos á casa de
E r a , además, admirable por la oportunidad de sus res- quienes m á s nos necesitan.»
puestas y por la agudeza ó urbanidad de sus sátiras. E n I b a por m a r de P i s a á L i o r n a y le sorprendió furiosa
éstas no perdonaba á nadie, pero tampoco se ofendía tempestad, asustándole mucho. U n o de sus compañeros
porque no le perdonasen. De aquí que se citen muchas le motejó su pusilanimidad, diciendo que él 110 tenía
frases mordaces dichas por él y muchas que oyó con p a - miedo, á lo cual contestó Castruccio: «No me maravilla,
ciencia, como las siguientes: porque cada cual estima su alma en lo que vale.»
Compró u n a perdiz en un ducado y, censurándole un P r e g u n t á n d o l e uno cómo lograba hacerse querer, le
amigo su prodigalidad, le dijo : «¿Tú no darías por ella respondió: « P r o c u r a , cuando vayas á un convite, que
más que un sueldo?» «Así es la verdad», respondió el sobre la silla de madera no se siente un madero.»
amigo. A lo que replicó Castruccio: « P u e s un ducado Vanagloriándose uno de haber leído mucho, le dijo
para mí vale mucho menos.» Castruccio: «Mejor es vanagloriarse de haber retenido
E n cierta ocasión tenía a n t e sí un adulador y, por algo en la mente.»
NICOLAS MAQÜIAVELO.

A otro que se envanecía d e beber m u c b o y n o e m b r i a - P e d í a l e uno cierto favor con m u c h a s é inútiles f r a s e s ,


g a r s e , le replicó: « L o m i s m o hace u n buey.» y le d i j o : « C u a n d o quieras algo de mí, envía á otro q u e
V i v í a C a s t r u c c i o en g r a n d e i n t i m i d a d con u n a j o v e n . lo pida.»
U n a m i g o se lo censuró, diciéndole que hacía m a l en A otro c h a r l a t á n que le pronunció largo y f a s t i d i o s o
p e r m i t i r que le d o m i n a r a u n a m u j e r . «Te equivocas, le discurso, diciéndole al final: « T e m o haber c a n s a d o vues-
respondió; no me posee, yo la poseo.» t r a atención con mis palabras», le respondió: « D e n i n -
C e n s u r á n d o l e otro su afición á m a n j a r e s m u y delica- g ú n m o d o , p o r q u e no he oído n a d a d e lo que h a s
dos, replicó: « T ú n o g a s t a r í a s en ellos lo que yo gasto.» dicho.»
Y diciendo aquél que era cierto, a ñ a d i ó : « E n t o n c e s t ú D e uno que f u é hermoso niño y h a b í a llegado á ser
eres m á s avaro que yo g l o t ó n . » h o m b r e gallardo, decía que e r a demasiado ofensivo, p u e s
E l l u q u é s T a d e o B e r n a r d i , b o m b r e riquísimo y e s - primero q u i t ó los m a r i d o s á l a s m u j e r e s y ahora q u i t a b a
pléndido, le convidó á cenar. A l llegar á su casa, le llevó las mujeres á los maridos.
T a d e o á u n a h a b i t a c i ó n cubierta t o d a d e tapices, y cuyo Á un envidioso que reía, le dijo: «¿Ríes porque t e s u -
p a v i m e n t o era u n mosaico de piedras finas e n t r e l a z a d a s cede algo bueno, ó porque á otro le ocurre algo malo?»
d e modo que f o r m a b a n flores, r a m a s y follaje. E n t o n c e s C u a n d o estaba a ú n á las órdenes de F r a n c i s c o G u i -
C a s t r u c c i o escupió á Tadeo en la cara. E n o j a d o éste, dí- nigi, le dijo u n o d e s ú s c a m a r a d a s : « ¿ Q u é quieres, si m e
j o l e a q u é l : « N o sabía d ó n d e escupir que t e ofendiera dejas d a r t e u n b o f e t ó n ? » B e s p o n d i ó C a s t r u c c i o : « U n
menos.» yelmo» (1).
P r e g u n t á r o n l e cómo m u r i ó C é s a r , y contestó «¡Quiera M a n d ó m a t a r á u n c i u d a d a n o d e L u c a que le ayudó á
D i o s q u e yo m u e r a como él.» e n g r a n d e c e r s e , y le dijeron que hacía m a l en m a t a r á
E s t a n d o u n a nocbe en casa d e uno de sus capitanes, u n a n t i g u o a m i g o ; á lo cual r e s p o n d i ó : « N o me engaño,
d o n d e h a b í a n sido convidadas b a s t a n t e s señoras p a r a porque m a t o u n enemigo nuevo.»
u n a fiesta, y b a i l a n d o y b r o m e a n d o m á s de lo que á su A l a b a b a C a s t r u c c i o á los hombres que vivían con
posición convenía, un a m i g o se lo censuró, y él le d i j o : m u j e r sin casarse, como á los que p r o y e c t a b a n n a v e g a r
« Q u i e n es juicioso d e día, no será loco de noche.» y no se embarcaban. « M e m a r a v i l l a n , decía, los h o m b r e s
F u é uno á pedirle u n favor, y Castruccio hizo como que, cuando c o m p r a n u n objeto de barro ó de cristal, le
q u e no le oía; el solicitante se arrodilló, y Castruccio le hacen sonar a n t e s p a r a ver si es bueno y, p a r a t o m a r
c e n s u r ó esta humillación. « L a culpa es t u y a , dijo aquél, m u j e r , se c o n t e n t a n con verla.»
por t e n e r los oídos en los pies.» P o r e s t a r e s p u e s t a con- P r e g u n t ó l e u n o , cuando e s t a b a expirando, como q u e r í a
siguió doble de lo que p r e t e n d í a . ser enterrado: « C o n la cara contra la tierra, respondió;
A c o s t u m b r a b a decir que el camino p a r a ir al infierno
era fácil, porque se iba h a c i a a b a j o y con los ojos cerrados. (1) Un casco que cubría las mejillas.
porque sé que, muerto yo, todo este país se volverá de estuvo encadenado en la prisión y que a u n se ven hoy en
arriba abajo.» la torre de su casa, donde mandó fijarlas para perpetuo
Preguntáronle también si, para salvar su alma, había testimonio de sus adversidades.
pensado alguna vez en hacerse fraile, y respondió que no, Y como en vida no f u é inferior á Filipo de Macedonia,
porque le parecía e x t r a ñ o que F r . Lazarcone fuera al padre de Alejandro, ni á Scipión el Africano, murió á la
paraíso y Uguccione de la F a g g i o l a al infierno. misma edad de ambos. A los dos hubiera superado, de no
Otra p r e g u n t a hecha á Castruccio f u é la de cuándo nacer en Luca, sino en Macedonia ó B o m a .
convenía comer para estar sano, y contestó: « E l rico,
cuando tiene apetito, y el pobre, cuando puede.»
Á uno de sus oficiales que se hacía ayudar por su criado
para vestirse le dijo: «Dios quiera que también t e n g a n
que llevarte la comida á la boca.»
Había puesto uno en la fachada de su casa un letrero
en latín pidiendo que Dios'le preservara de malvados.
Castruccio lo vió, y dijo: «Preciso es, para conseguirlo,
que él no ponga los pies en su casa.»
P a s a n d o un día por una calle donde había u n a casa F I N D E LA VIDA D E CASTRUCCIO CASTRACANI.
muy pequeña con una puerta muy grande, exclamó:
« E s a casa se escapará por la puerta.»
Discutiendo con un embajador del rey de Nápoles so-
bre los bienes de los desterrados, llegó á acalorarse, y el
E m b a j a d o r le dijo: «¿No temes al rey de Nápoles?» Cas-
truccio le respondió: «¿Vuestro Rey es bueno ó malo?
— Bueno, contestó el E m b a j a d o r . — E n t o n c e s , replicó
Castruccio, ¿cómo quieres que tema á los hombres
buenos?»
Podría referir otros dichos suyos llenos de ingenio y
seriedad: pero creo que los expresados bastan para tes-
timonio de sus g r a n d e s cualidades.
Vivió cuarenta y cuatro años, y en la buena y mala
f o r t u n a fué excelente: de la buena hay suficiente memo-
ria; sus desgracias las atestiguan las esposas con que
DE CÓMO EL DUQUE VALENTINO
DISPOSO LA MUERTE DE

Vitellozzo Vitelli, Oliverio de Fermo, el señor


Pablo y el Duque de Gravina Orsini (1).

H a b í a vuelto el d u q u e V a l e n t i n o (2) de L o m b a r d i a ,
donde f u é á vindicarse d e l a s m u c h a s calumnias p r o p a l a -
d a s contra e'1 por los florentinos, á causa de la rebelión de
A r e z z o y de o t r a s p l a z a s d e V a l d e C h i a n a . L l e g a d o á
I m o l a , d e t e r m i n ó realizar con su ejército la empresa
• contra J u a n B e n t i v o g l i o , t i r a n o de Bolonia, porque d e -
seaba a p o d e r a r s e de e s t a ciudad y hacerla capital de su
d u c a d o de la B o m a ñ a .
Sabedores del proyecto los Vitelli, los Orsini y s u s
secuaces, parecióles q u e el D u q u e era ya demasiado p o -
deroso, y que, si t o m a b a á Bolonia, deberían temer q u e
p r o c u r a r a acabar con ellos, á fin d e ser el único que que-
dase en I t a l i a con las a r m a s en la m a n o .
»
(1) Esta descripción está tomada de un despacho oficial que
Maquiavelo escribió al Consejo de los Diez cuando estaba co-
misionado cerca del duque Valentino.
(2) César Borgia.
TOMO II. 23
P a r a t r a t a r <le esto celebraron u n a j u n t a en Magione,
Cuando éstos supieron la rebelión de U r b i n o opinaron
cerca de P e r u s a , concurriendo á ella el cardenal Orsino,
que no debía desaprovecharse aquella ocasión y, reunidas
Pablo, el D u q u e de Gravina Orsini, Yitellozzo Yitelli,
sus tropas, avanzaron para tomar las poblaciones de
Oliverio de Ferino, J u a n P a b l o Baglione, tirano de
este E s t a d o que quedaban en poder del duque Valen-
P e r u s a , y niaese Antonio de Yenafro, enviado por P a n -
tino. De nuevo enviaron emisarios á Florencia en de-
dolfo Petrucci, jefe del gobierno de Siena, en la cual se
m a n d a de que esta República se uniera á ellos, á fin de
deliberó acerca del engrandecimiento del duque Valen-
apagar el incendio que á todos amenazaba, puesto que el
tino, de sus intentos y de la necesidad de refrenar su
partido del duque Valentino estaba vencido, y la ocasión
ambición, si querían evitar el peligro de ser víctimas
no podía- ser m á s propicia.
de ella.
P e r o los florentinos, que por diversos motivos odia-
Acordaron no abandonar á Bentivoglio y procurar la
ban á los Yitelli y á los Orsini, no sólo no se unieron á
ayuda de los florentinos. P a r a esto enviaron emisarios á
ellos, sino enviaron á su secretario, Nicolás Maquiavelo,
aquél, prometiéndole auxilio, y á los florentinos pidién-
para ofrecer al duque Valentino refugio y auxilio contra
doles que se unieran á ellos contra el enemigo común.
estos nuevos enemigos suyos.
P r o n t o se supo en toda Italia esta asamblea, y los-
E s t a b a el D u q u e lleno de temor en Imola, pues, por
pueblos disgustados por la dominación del Duque, entre
la repentina é inesperada defección de sus soldados, en-
los cuales estaba el de Urbino, cobraron esperanza de
contrábase desarmado y con la guerra inminente. P e r o
cambiar de gobierno.
animáronle los ofrecimientos de los florentinos, y deter-
A s í las cosas, algunos de Urbino determinaron apo-
minó entretener la guerra con las pocas tropas que le
derarse del castillo de San Leo, que pertenecía al D u -
quedaban, distrayendo, además, al enemigo con proposi-
que, valiéndose, para ello, de la siguiente estratagema. E l
ciones de arreglo, mientras le llegaban socorros que se
gobernador del castillo mejoraba las fortificaciones, y al
procuró de dos modos: uno, pidiendo gente al rey de
efecto hacía llevar gran cantidad de maderos. L o s con-
F r a n c i a , y otro, asoldando algunos hombres de armas y á
jurados consiguieron echar muchos de ellos sobre el
cuantos pudieran guerrear á caballo; á todos los cuales
puente levadizo para que los de dentro no pudieran levan-
daba dinero.
tarlo; entonces los que estaban apostados ocuparon el
A pesar de ello, los enemigos avanzaron, viniendo
puente y en seguida la fortaleza.
hacia Fossombrone, donde les hizo f r e n t e alguna tropa
Tan pronto como se supo esta conquista, sublevóse
del Duque, que los Vicelli y los Orsini derrotaron. P o r
todo el ducado de Urbino y proclamó á su antiguo D u -
ello el D u q u e decidió ver si podía salvar las dificultades
que. M á s esperanzas que en la ocupación del castillo
apelando á un acuerdo. Siendo maestro en disimular y
tenían los sublevados en los de la junta de Magione, que
fingir, apeló á todos los medios para hacerles compren-
juzgaban habían de socorrerles.
der que empleaban injustamente las a r m a s contra él,
porque lo que había conquistado era para ellos y, bastán-
por toda la R o m a ñ a , el duque Valentino fué á fines de
dole el título de príncipe, quería dejarles el principado.
Noviembre, con los hombres de armas franceses, á Ce-
T a n t o persuadió á les aliados de este intento, que le
sena, donde estuvo muchos días discutiendo con los emi-
enviaron para negociar el acuerdo al señor Pablo y al sarios de los Vitelli y de los Orsini (que estaban al frente
duque de Gravina O r s i n i , y suspendieron las hostili- de sus tropas en el ducado de Urbino) que empresa
dades. debería realizarse de nuevo. N o convinieron en nada, y
Mientras tanto, el duque Valentino no cesaba en sus los aliados le enviaron á Oliverio de F e r m o para decirle
preparativos, y con g r a n actividad aumentaba su caba- que, si quería invadir Toscana, estaban dispuestos á se-
llería é infantería, distribuyéndola por diferentes puntos guirle, y si no, atacarían á Sinigaglia.
de l a R o m a ñ a p a r a no alarmar al enemigo. También Contestó el "Duque que 110 quería mover guerra en
llegaron entonces quinientas lanzas francesas; y aunque Toscana, porque los florentinos eran amigos suyos; pero
reunía ya fuerzas bastantes para vengarse de sus enemi- le parecía bien que fuesen contra Sinigaglia.
gos.en guerra abierta, creyó que era m á s seguro y útil A l poco tiempo llegó noticia de que habían tomado
engañarles, y continuó las negociaciones para el acuer- esta ciudad; pero el gobernador del castillo se negaba á
do, con t a n t a eficacia, que ajustó la paz, confirmándoles rendirlo, por deseo de entregarlo personalmente al b u q u e
los antiguos contratos para tenerles á su servicio, dán- y no á otro. A causa de ello pedíanle los aliados que
doles cuatro mil ducados al contado, prometiéndoles no fuera. Pareció al Duque ocasión oportuna para no i n f u n -
molestar á los Bentivogli y h a s t a emparentar con J u a n , dir sospechas á los Vitelli y los Orsini, puesto que ellos
el jefe de esta casa. Además, convino en que no podría mismos le llamaban y no iba de propia voluntad y, para
obligarles á presentarse á él sino cuando ellos qui- confiarles más, licenció todos los soldados franceses, que
sieran. volvieron á L o m b a r d í a , excepto cien lanzas de su cu-
L o s aliados le prometieron restituirle el ducado de ñado monseñor de Candale.
U r b i n o y las d e m á s tierras que habían ocupado; servirle A mediados de Diciembre partió de Cesena y fué á
en todas sus expediciones, y no hacer guerra, ni contra- F a n o , donde, con toda la astucia y sagacidad que le
tar con otros sus servicios sin licencia suya. eran propias, persuadió á los Vitelli y á los Orsini para
H e c h o este convenio, Guido Ubaldo, duque de Urbino, que le esperaran en Sinigaglia, mostrándoles que el con-
se refugió de nuevo en Venecia, mandando arrasar antes venio hecho con ellos 110 podía ser duradero ni fielmente
todas las fortalezas de aquel Estado, por no poder de- observado si persistían en desconfiar de él, cuyo deseo
fenderlas, ni querer que las ocupara el enemigo, sirvién- era servirse de los consejos y de las armas de sus
dose de ellas para tiranizar á su pueblo, que le era amigos.
adicto. A u n q u e Vitellozzo seguía desconfiando de César B o r -
F i r m a d o el acuerdo, y habiendo repartido sus tropas gia, porque la muerte de su hermano le había enseñado
que no se debe ofender á un príncipe y fiarse después de pues, que andar b a s t a n t e camino por los montes para ir
él, sin embargo, persuadido por Pablo Orsino, á quien á Sinigaglia y, al llegar al arroyo que bordea esta ciudad,
los regalos y las promesas de César Borgia habían sedu- se camina por su orilla izquierda el espacio de un tiro
cido, consintió en esperarle. de ballesta, hasta un puente que está casi enfrente de la
E l día antes de partir de F a n o , que fué el 30 de Di- puerta de la población, no en línea recta, sino transver-
ciembre de 1502, comunicó el D u q u e su proyecto á ocho sal. D e l a n t e de la puerta hay un caserío con u n a plaza,
de sus más fieles amigos, entre ellos á D . Miguel y á uno de cuyos lados lo forma la orilla del arroyo.
monseñor de E u n a , que fué después cardenal, y les dijo L o s Vitelli y los Orsini habían dado las órdenes ne-
que t a n pronto como Vitellozzo, Pablo Orsino, el duque cesarias para a g u a r d a r al Duque y hacerle honroso re-
de Gravina y Oliverio de F e r m o salieran á recibirle, dos cibimiento y, á fin de dejar espacio á las tropas de César
de aquéllos se colocaran á cada lado de u n o de éstos, de- Borgia, retiraron las suyas á algunas fortalezas distantes
signando los q u e debían ser, y les entretuvieran en con- seis millas de Sinigaglia, y dejaron sólo en esta ciudad á
versación, no separándose de ellos hasta llegar al aloja- Oliverio con su gente, compuesta de mil infantes y ciento
miento del D u q u e , en Sinigaglia, donde serían presos. cincuenta caballos, alojados en el caserío antedicho.
Ordenó en seguida que todas sus tropas de á pie y á A s í ordenadas las cosas, se dirigió el d u q u e Valentino
caballo, que eran más de dos mil caballos y diez mil in- á Sinigaglia y, al llegar los primeros caballos al puente,
fantes, estuvieran al amanecer del día siguiente á orillas no lo pasaron, formando unos hacia el río y otros hacia
del río Metauro, que corre á cinco millas de F a n o , y allí el campo, y quedando entre ellos el camino'•por donde
le esperaran. E l último día de Diciembre llegó el Duque desfilaba la infantería, que, sin detenerse, entró en la
al sitio donde estaba su ejército y mandó avanzar unos ciudad.
doscientos caballos. Después movió la infantería, siguién- Vitellozzo, Pablo Orsino y el duque de Gravina salie-
dola él con sus demás hombres de armas. ron á caballo al encuentro del Duque, acompañados de
F a n o y Sinigaglia son dos ciudades de la Marca, si- pocos jinetes. Vitellozzo iba sin armas, con u n a capa fo-
tuadas en la costa del mar Adriático y que distan entre rrada de verde, y abatido, como si presintiera su próxima
sí quince millas. Yendo á Sinigaglia, quedan á la dere- muerte, tanto, que causaba admiración á los conocedores
cha l a s montañas, cuyos estribos llegan á veces t a n cerca de su valor y anterior fortuna.
del mar, que entre ellos y el agua casi no queda paso, y Dícese que cuando se separó de los suyos para venir
donde éste es más ancho, apenas tiene dos millas. Sini- á Sinigaglia al encuentro del Duque, despidióse de ellos
gaglia dista de las montañas poco m á s de un tiro de ba- como por última vez. A sus capitanes les recomendó su
llesta, y próximamente una milla de la costa. J u n t o á familia y bienes, y á sus sobrinos que recordaran, más
ella corre un arroyo que baña sus muros por la parte que que la f o r t u n a de su casa, el valor de sus padres.
da hacia F a n o y frente al camino de esta población. H a y , A l llegar los tres a n t e el duque Valentino y saludarle
respetuosamente, recibióles César B o r g i a con amabilidad,
D u q u e matar á Vitellozzo y Oliverio; lleváronles juntos
y en seguida los designados para ponerse á los lados de
á un sitio apartado, y los estrangularon. N i n g u n o de
ellos cumplieron la orden. P e r o al ver el D u q u e que fal-
ellos dijo al morir nada digno de su pasada vida; por-
taba Oliverio, el cual quedó con sus tropas en Sinigaglia
que Vitellozzo rogó t a n sólo que pidieran al P a p a indul-
ejercitándolas en la plaza delante de su alojamiento in-
gencia plenaria para sus pecados, y Oliverio, llorando,
mediato al arroyo, bizo señas á D . Miguel, encargado de
acusaba á Vitellozzo de ser el causante de las ofensas
la custodia de Oliverio, p a r a que impidiera se escapase.
hechas al D u q u e .
D . Miguel se adelantó, llegó junto á Oliverio y le dijo
Pablo Orsino y el d u q u e de Gravina quedaron vivos
que no era momento oportuno de tener las tropas fuera
h a s t a que César B orgia supo que el Papa había preso en
del cuartel, porque podrían ocupar éste las del D u q u e ;
Roma al cardenal Orsino, al arzobispo de Florencia y
por tanto le aconsejaba acuartelarlas é ir con él á recibir
á maese Jaeobo de S a n t a Cruz . Cuando tuvo certeza de
al Duque. Oliverio siguió el consejo y llegó á donde es-
ello, el 18 de E n e r o , en Castel de la Pieve, fueron t a m -
taba César Borgia, quien, al verle, le llamó. Después de
bién, por orden suya, estrangulados.
saludar á César, se unió á los que le acompañaban.
E n esta forma entraron en Sinigaglia; echaron pie á
tierra delante del alojamiento del Duque, y llegaron con
"él á u n a habitación interior, donde fueron presos.
César Borgia m o n t ó en seguida á caballo y ordenó des-
valijar á los soldados de Oliverio y de los Orsini. L o s de
Oliverio fueron saqueados, por estar más cerca. L o s de
Vitelli y los Orsini, que se encontraban m á s lejos y ha-
bían presentido la r u i n a de sus jefes, tuvieron tiempo
para unirse y, recordando el valor y disciplina de los
Orsini y Vitelli, marcharon e s t a s tropas u n i d a s por me-
dio del país enemigo, salvándose, á pesar de los esfuer-
zos de los h a b i t a n t e s y del ejército contrario.
P e r o los soldados del d u q u e Valentino, no satisfechos
con el saqueo de los de Oliverio de F e r m o , empezaron á
saquear la ciudad de Sinigaglia, y á no ser porque el
Duque, matando á algunos, contuvo á los demás, la sa-
quean por completo.
Llegada la noche y reprimido el tumulto, ordenó el
DICTAMEN
SOBRE LA R E P O M A DE LA CONSTITUCIÓN DE FLORENCIA

HECHO A INSTANCIA DEL PAPA LEÓN X.

L a causa de los frecuentes cambios de institucio-


nes en Florencia, consiste en no haber sido nunca ni re-
publicanas ni monárquicas con las cualidades genuinas
de cada u n a de estas formas de gobierno; porque se llama
monarquía sólida aquella en que la deliberación es de
muchos y la ejecución de uno, y no puede ser república
duradera la en que no se satisface la opinión de la m a -
yoría, pues al desatenderla, se arruina el régimen repu-
blicano .
E s t a verdad la demuestran los cambios operados en
Florencia desde 1393 h a s t a ahora.
E m p e z a n d o por la reforma que hizo entonces Maso de
Albizzi, se verá que quisieron los florentinos organizar
una república aristocrática; pero había en ella tantos de-
fectos, que no vivió m á s de cuarenta años, y hubiese
durado menos á no mantener la unión en Florencia el
peligro de la guerra contra los Yisconti.

J
í
S u s defectos fueron, e n t r e otros, h a c e r los escrutinios toridad y r e p u t a c i ó n de los m a g i s t r a d o s y funcionarios
p a r a l a r g o s plazos (1), en los que e r a n fáciles los f r a u d e s públicos. Tal c o s t u m b r e es contraria á todo buen orden
y la elección podía n o sor b u e n a , p o r q u e los sorteables político. A estos vicios añadíase otro a u n m á s i m p o r t a n -
n o d e s e m p e ñ a b a n los c a r g o s sino b a s t a n t e t i e m p o des- te, cual era el que el pueblo no tenía intervención a l g u n a
pués del escrutinio y, por los f r e c u e n t e s cambios d e con- en el g o b i e r n o .
diciones y s e n t i m i e n t o s , a u n siendo buenos cuando el Todos estos d e f e c t o s ocasionaban infinitos desórdenes,
escutrinio, podían no serlo al t i e m p o d e ejercer los em- y á no ser, como h e indicado, por la g u e r r a exterior, h u -
pleos, r e s u l t a n d o en tal caso el escrutinio b u e n o y la elec- bieran arruinado aquella f o r m a d e gobierno m u c h o m á s
ción, p o r suerte, mala. A d e m á s , n a d a se estableció p a r a pronto.
i m p e d i r á los poderosos f o r m a r sectas y b a n d o s , que son Sucedió á esta constitución la de Cosme de M é d i c i s ,
l a r u i n a d e cualquier E s t a d o . T e n í a t a m b i é n l a Señoría con m á s t e n d e n c i a s á l a m o n a r q u í a que á la república, y
poca consideración y s o b r a d a a u t o r i d a d , p u e s podía dis- su mayor d u r a c i ó n f u é p o r dos condiciones: u n a , e s t a r
p o n e r , sin apelación, de la v i d a y h a c i e n d a d e los c i u d a - hecha con el apoyo del pueblo, y o t r a , dirigir el gobierno
d a n o s , y convocar al pueblo, s e g ú n su v o l u n t a d , á a s a m - dos hombres p r u d e n t e s , cuales f u e r o n C o s m e de M é d i c i s
bleas e x t r a o r d i n a r i a s ; convirtiéndose, p o r t a n t o , n o en y su nieto L o r e n z o . S i n embargo, la necesidad d e some-
defensora del E s t a d o , sino en i n s t r u m e n t o de su r u i n a , t e r á deliberación las e m p r e s a s que C o s m e se proponía
siempre que un ciudadano i m p o r t a n t e l o g r a r a d o m i n a r l a ejecutar, hizo este gobierno t a n débil, que m u c h a s veces
ó dirigirla. A d e m á s , s e g ú n h e dicho, su r e p u t a c i ó n era estuvo á p u n t o de perecer. P o r ello las f r e c u e n t e s convo-
escasa, por figurar en ella con frecuencia hombres abyec- catorias de las asambleas del pueblo y los m u c h o s destie-
t o s o demasiado jóvenes, y p o r q u e los Señores lo eran rros que se hicieron d u r a n t e este orden de cosas, que al
por t a n poco tiempo, que n o lo t e n í a n p a r a realizar las fin desapareció cuando el accidente del paso por F l o -
g r a n d e s empresas q u e d a n crédito y f a m a , rencia del rey de F r a n c i a , Carlos Y [ I I .
H a b í a , además, en esta constitución u n vicio g r a v e , D e s p u é s de este suceso quiso la ciudad t e n e r f o r m a d e
cual era que los p a r t i c u l a r e s i n t e r v e n í a n en los Consejos gobierno republicana, y n o atino á establecerla de s u e r t e
d o n d e se t r a t a b a de los a s u n t o s públicos. E s t o d a b a i m - que fuese d u r a d e r a ; p o r q u e las nuevas instituciones, n i
p o r t a n c i a a a l g u n o s hombres privados á costa d e la au- satisfacían las pasiones populares, ni servían p a r a conte-
nerlas; a p a r t á n d o s e t a n t o d e las que son propias de u n a
verdadera república que u n confaloniero vitalicio, si
(1) Estos escrutinios consistían en encerrar en una bolsa los era hábil y ambicioso, con facilidad podía ser príncipe, y
nombres de los ciudadanos á quienes se juzgaba aptos para des-
si bueno y débil, con m a y o r facilidad podía caer, a r r a s -
empeñar cargos públicos, que se proveían después por suerte,
entre las personas cuyos nombres estaban en las bolsas electo- t r a n d o con él la r u i n a d e l a s instituciones.
rales. Y porque sería l a r g a m a t e r i a la de exponer t o d a s l a s
razones, sólo diré' u n a , cual es que el confaloniero no años, es imposible q u e , m a n t e n i d o el m i s m o gobierno, no
t e n í a á su alrededor q u i e n pudiera defenderle siendo s u b s i s t a n l a s m i s m a s costumbres, siendo pocos los que
bueno, ni refrenarle ó corregirle si era malo. se o p o n g a n , y a u n éstos, por el h á b i t o de la sumisión,
L a c a u s a de que t o d a s e s t a s instituciones hayan sido cederían sin dificultad. A ñ a d e n á estas r a z o n e s la de la
defectuosas, consiste en q u e l a s r e f o r m a s n o se hacían necesidad, p o r q u e , en su opinión, n o puede estar F l o r e n -
a t e n d i e n d o al bien común, sino el dominio y la seguridad cia sin jefe, y vale m á s tenerlo d e estirpe r e s p e t a d a ya
d e los p a r t i d o s , lo cual t a m p o c o se conseguía, porque e n tal cargo, que carecer de él y vivir en la a n a r q u í a ú
siempre quedaba a l g u n o d e s c o n t e n t o y constituía exce- obedecer á u n e x t r a n j e r o , menos considerado y m e n o s
lentísimo i n s t r u m e n t o p a r a los deseosos de m u d a n z a s . a g r a d a b l e á los ciudadanos.
R é s t a m e h a b l a r del r é g i m e n que ha existido desde L o s adversarios de e s t a opinión sostienen q u e el g o -
1 5 1 2 (1) h a s t a a h o r a y de su fuerza ó debilidad; pero, bierno o r g a n i z a d o d e tal suerte es peligroso por su de-
por ser cosa reciente y d e todo el m u n d o sabida, n a d a bilidad: que si el de C o s m e de M é d i c i s era t a n débil
diré de él. Y e r d a d e s que, ocurrida la m u e r t e del duque c o m o a n t e s h e dicho, el de ahora lo sería m u c h o m á s ,
de U r b i n o (2), y t r a t á n d o s e del establecimiento de nuevo porque l a ciudad, los ciudadanos y los t i e m p o s h a n cam-
gobierno, creo que, en prueba de mi buena f e con S u biado. N o sería, pues, posible organizar en Florencia u n
S a n t i d a d , debo decirle c u a n t o pienso. gobierno sólido que se pareciera al de C o s m e . E n primer
E m p e z a r é por m a n i f e s t a r l e la opinión d e otros m u - l u g a r , e n t o n c e s le favorecía la opinión p ú b l i c a , v a h o r a
chos, según la h e oído, y después e x p o n d r é la m í a , ro- le sería c o n t r a r i a . L o s florentinos de aquel tiempo n o
g a n d o á V u e s t r a S a n t i d a d que, si yerro, m e e x c u s e , por h a b í a n t e n i d o gobierno a l g u n o que satisficiese mejor s u s
ser mayor mi celo que mi h a b i l i d a d . intereses, y los d e a h o r a h a n gozado d e u n o que j u z g a n
S e g ú n unos, no puede establecerse gobierno mejor que m á s respetuoso de s u s derechos y q u e les g u s t a m á s .
el habido en tiempo de Cosme y d e L o r e n z o d e Médicis. N o h a b í a e n t o n c e s en I t a l i a ni ejército ni potencia ó
O t r o s lo quisieran m á s liberal. A q u é l l o s sostienen que las E s t a d o á quien los florentinos con sus t r o p a s , a u n sin
cosas vuelven fácilmente á su estado n a t u r a l y , siendo aliados, n o p u d i e r a n c o n t r a r r e s t a r . A h o r a , d o m i n a d a
n a t u r a l en los florentinos h o n r a r v u e s t r a c a s a , gozar d e I t a l i a p o r E s p a ñ a y F r a n c i a , preciso es vivir en amistad
los beneficios que é s t a h a d i s p e n s a d o á Florencia, a m a r lo con u n a de estas dos ¡potencias, y si es vencida, los
q u e ella a m a b a , a c o s t u m b r á n d o s e á ello d u r a n t e sesenta aliados son i n m e d i a t a m e n t e presa por el vencedor; peli-
g r o que en t i e m p o de C o s m e n o existía, L o s ciudadanos
e s t a b a n a c o s t u m b r a d o s entonces á p a g a r b a s t a n t e s t r i -
(1) Desde la vuelta de los Médicis á Florencia y el restable-
cimiento de su poder. b u t o s ; hoy, por impotencia ó f a l t a de c o s t u m b r e , se ven
libres de e s t a s cargas, y s u j e t a r l e s á ellas de nuevo sería
(2) Lorenzo de Médicis, que, con título de general de los flo-
rentinos, habia gobernado á Florencia. inconveniente y peligroso. L o s Médicis, q u e entonces
R E F O R M A D E LA CONSTITUCIÓN* D E F I / ' R K N ' C I A . 369

gobernaban, criados y educados entre sus conciudadanos,


L u i s Sforza, duque de Milán, se hubiera aliado con
t r a t a b a n á e'stos con u n a familiaridad que atraía en su
L u i s X I I de F r a n c i a , ' d e poder hacerlo.-Lo mismo hi-
favor todas las voluntades; ahora h a n llegado á t a n t a
ciera el rey Federico de Ñapóles, de encontrar ocasión
grandeza, que se encuentran f u e r a de las condiciones de
propicia. A m b o s perdieron sus E s t a d o s por la imposibi-
igualdad civil, no pueden vivir en intimidad con sus
lidad de tratar, á causa de mil inconvenientes que lo es-
conciudadanos, y, por t a n t o , no conseguirían su afecto.
torbaron. Así, pues, bien considerado, no se puede lla-
E n vista de t a n g r a n diferencia en los hombres y en los
mar este régimen de gobierno n i seguro ni estable, exis-
tiempos, es p u r a ilusión creer que, á materia tan distinta, tiendo t a n t a s causas de instabilidad que ni Vuestra Santi-
sea posible d a r igual forma; y si entonces los Me'dicis dad ni sus amigos t e n d r á n motivo alguno para preferirlo.
estaban expuestos cada diez años á perder la dominación,
E n c u a n t o á los que desean un régimen m á s amplio,
ahora la perderían en seguida. N o es creíble que los
diré que si la amplitud no llega h a s t a l a organización
hombres vuelvan fácilmente á vivir conforme á las anti-
de u n a república bien ordenada, sólo servirá para apre-
g u a s costumbres, porque esto sólo sucede cuando aqué-
surar la ruina del E s t a d o . Si especificaran cómo desean
llas agradan m á s que las nuevas: si no ocurre así, vuel-
organizar el gobierno, respondería yo detalladamente;
ven forzados y sólo mientras la fuerza dura.
pero, limitándose á generalidades, de igual suerte con-
A d e m á s , aunque sea cierto que Florencia no puede vi- testo, y creo que esta contestación basta.
vir sin j e f e , y que, teniendo que elegirle entre sus conciu-
Respecto al gobierno de Cosme, digo que ningún E s -
dadanos, preferiría la casa Médicis á cualquier otra; si la
tado puede vivir ordenadamente sino con verdadera mo-
elección es entre la influencia decisiva de un hombre que
narquía ó verdadera república, porque todo régimen in-
no ejerce cargo público y un magistrado, siempre será
termedio es defectuoso. L a razón es clarísima : la
p r e f e r i d a la de éste, aunque sea e x t r a n j e r o , á l a d e aquel- monarquía, como la república, sólo tienen un camino de
Creen a l g u n o s que sólo puede destruir el gobierno destrucción; para aquélla convertirse en república, para
u n a agresión e x t r a n j e r a y que siempre se está á tiempo ésta, en monarquía. L o s gobiernos intermedios tienen
de hacer un t r a t a d o de amistad con los agresores, lo cual dos vías: u n a la que les conduce hacia la monarquía, y
es un error, porque las más veces no se contrae alianza otra la que les lleva hacia la república, y de aquí su ins-
con el m á s poderoso, sino con quien puede perjudicar tabilidad.
m á s fácilmente ó con quien el capricho ó las inclinacio-
Si V u e s t r a S a n t i d a d desea crear en Florencia un go-
nes aconsejan. E s entonces probable que vuestro aliado bierno • estable para gloria suya y provecho de sus ami-
sea vencido y quedéis con él á discreción del vencedor, gos, tiene, pues, que elegir entre u n a monarquía verda-
porque éste no quiera acuerdo con vos, ó por no habér- dera ó u n a república organizada conforme á los princi-
selo pedido en tiempo oportuno, ó por rencor, á causa de pios que le son propios : todas las demás formas de go-
vuestra alianza con su enemigo. bierno son vanas y de brevísima vida.
TOMO IL
E n cuanto á la monarquía, no entraré en detalles, por •está muy inclinado á establecerla, y se cree que no lo h a
las dificultades con que tropezaría su establecimiento y hecho ya por desear un orden de cosas que m a n t e n g a y
la falta de persona á quien dar la autoridad suprema. fortalezca su autoridad en Florencia, y asegure la posi-
Debo hacer observar á V u e s t r a Santidad que nada es ción y tranquilidad de sus amigos. H e meditado esta
t a n difícil como f u n d a r una monarquía en donde existe solución, y deseo exponer á V u e s t r a Santidad mi pensa-
la igualdad civil para todos los ciudadanos: así pues, miento , p o r q u e , si encuentra en él algo útil, lo aprove-
para organizar u n a república en Milán, donde existe tan c h a r á , y, en todo caso, conocerá m i p r o f u n d a sumisión á
g r a n desigualdad entre los ciudadanos, sería indispensa- su persona.
ble acabar con la nobleza, sometiendo á los nobles á la V u e s t r a Santidad observará que en m i organización
misma condición de los plebeyos; porque son tantos los republicana no sólo subsiste, sino a u m e n t a su autoridad;
hombres de posición superior al pueblo, que no bastan sus amigos conservan la posición y consideraciones que
las leyes para contenerles y se necesita un poder enér- hoy gozan, y la generalidad de los ciudadanos tiene mo-
gico, u n a potestad regia que les reprima : por lo contra- tivos evidentes para vivir satisfecha.
rio, para crear u n a monarquía en Florencia, donde la E u e g o á V u e s t r a S a n t i d a d que ni elogie ni censure
igualdad es grandísima, sería preciso antes establecer la este dictamen mío h a s t a que lo lea t o d o , y también le
desigualdad, crear l a nobleza poseedora de villas y cas- suplico que no se asuste por los cambios que propongo
tillos que, de concierto con el príncipe y estrechamente en las m a g i s t r a t u r a s , porque donde la organización po-
unida á él, empleara las a r m a s en dominar la ciudad y lítica no h a sido b u e n a , cuanto menos se conserva,
todo el E s t a d o florentino. P o r q u e un monarca solo y menos malo queda.
sin nobleza que le apoye no puede sostener el peso de la L o s que organizan una república deben hacer interve-
monarquía ; necesita entre él y el pueblo u n a clase inter- nir en ella á las tres clases de hombres que forman la
media que le ayude á soportarlo. •ciudad : los principales, los medianos y los últimos.
E s t o se ve en todas las monarquías, y principalmente A pesar d e la igualdad q u e , según liemos dicho, existe
en F r a n c i a , donde los nobles dominan al pueblo, los en F l o r e n c i a , hay en ella personas de elevado carácter
príncipes á los nobles y el rey á los príncipes. que bien merecen estar al frente de sus conciudadanos,
Como el f u n d a r u n a monarquía en un E s t a d o con y cuyas aspiraciones, en la organización republicana,
condiciones propias para u n a república, ó viceversa, es conviene tener en cuenta. P o r no atender esta necesidad
por demás difícil, y por su dificultad, inhumano é in- se arruinó el anterior Gobierno y, p a r a satisfacerla, es
digno de todo hombre generoso y bueno, no hablaré de preciso dar importancia á los primeros cargos de la re-
la monarquía, y sí de la república, tanto porque en F l o - pública, á fin de que, en sus personas, conserven una es-
rencia existen las mejores condiciones para esta forma pecie de majes! ad.
de gobierno, como porque se dice que Vuestra Santidad N o es posible este crédito en los altos cargos en F i o -
rencia manteniendo la organización de l a Señoría y de REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN DE FLORENCIA. 373

los Colegios como lo lia estado h a s t a ahora, porque r a r a s


reces permite figurar en ellos hombres graves y dignos, pxíblica la dignidad y consideración que merecen, y que
de respeto. Conviene, p u e s , ó colocarlos en g r a d o infe- los hombres graves y autorizados siempre ocuparán estos
rior ( l o cual es contrario á todo buen orden político), primeros p u e s t o s , sin que para ello necesiten intrigar
ó devolverlos á los primeros ciudadanos, reformándolos como particulares, lo cual es, según antes d i j e , muy
de modo que los más ambiciosos se consideren satisfe- pernicioso en toda república. Los 32 á quienes no co-
chos con su desempeño. rrespondiera gobernar en cada año, podrían auxiliar á
los gobernantes con sus consejos y su vigilancia.
E s t o puede conseguirse del modo siguiente :
H a y que suprimir la Señoría, el Consejo de los Ocho E n l a primera elección de estos sesenta y cinco pudie-
y el de los Doce hombres b u e n o s , y para a u m e n t a r l a ran resultar elegidos los amigos y partidarios de V u e s -
dignidad del gobierno, reemplazarles por 65 ciudadanos t r a Santidad, según diré m á s adelante.
de cuarenta y cinco años de e d a d , 5 3 de ellos escogidos P e r o pasemos á la organización de otros centros g u -
en las artes mayores y 12 en las mencres. L o s 65 ejer- bernativos.
cerían el gobierno d u r a n t e su vida, en esta f o r m a : Creo que, dividiéndose en tres l a s clases de ciudada-
Nombraríase de entro ellos un Confaloniero de justi- nos, deben ser tres y 110 m á s los órdenes de magistratu-
cia por dos ó tres a ñ o s , cuando no se juzgara conve- r a s en una república. Convendría, pues, abolir la multi-
niente que lo fuera por toda su vida. L o s 64 ciudadanos- t u d de Consejos que ha existido durante algún tiempo
restantes formarían dos agrupaciones de á 3 2 , y cada en nuestra ciudad, Consejos que fueron organizados, 110
año gobernaría una de ellas, en unión con el Confalo- por necesidades de gobierno, sino para satisfacer mayor
niero. E s t a s dos agrupaciones, llamadas á gobernar al- número de ambiciones particulares, y satisfacerlas con
ternativamente con el Confaloniero, formarían la nueva honores que en rigor nada importaban á la tranquilidad
Señoría. y bienestar de Florencia, puesto que disponía de ellos el
bando triunfante.
L o s 32 encargados del gobierno se distribuirían en-
cuatro agrupaciones de á ocho, y los de cada g r u p o Queriendo, pues, distribuir en tres categorías las ma-
- gistraturas, opino cjue deben abolirse el Consejo de los
habitarían con el Confaloniero durante tres meses en el
Setenta, el de los Ciento y el Consejo del pueblo y m u -
Palacio ; tomarían posesión de sus cargos con las cere-
nicipal, y, en cambio de todos ellos, crear un Consejo de
m o n i a s a c o s t u m b r a d a s , y desempeñarían todas las fun-
doscientos ciudadanos que hayan cumplido cuarenta años
ciones que hoy corresponden á la Señoría , á los Ocho y
d e edad; ciento sesenta elegidos de las artes mayores, y
á los C o n s e j o s , cuya supresión he propuesto. É s t a sería
cuarenta por las menores. N i n g u n o de este Consejo po-
la primera magistratura del E s t a d o , y, bien e x a m i n a d a ,
dría ser de los sesenta y cinco; el cargo de consejero sería
se verá que devuelvo á los altos funcionarios de la R e -
vitalicio, y esta corporación se llamaría Consejo de los
Selectos. Con los sesenta y cinco desempeñarían tocias
l a s funciones que hoy están e n c o m e n d a d a s á los d i f e r e n - a u t o r i d a d . C o m o la devolución completa c i n m e d i a t a
tes Consejos cuya supresión propongo, y constituiría la sería p e l i g r o s a p a r a el m a n t e n i m i e n t o del poder d e
s e g u n d a m a g i s t r a t u r a del E s t a d o , siendo todos e s t o s V u e s t r a S a n t i d a d y la seguridad de s u s amigos, es in
consejeros nombrados por V u e s t r a S a n t i d a d . d i s p e n s a b l e devolverla en p a r t e y en p a r t e prometerla, d e
P a r a hacerlo y o r g a n i z a r y m a n t e n e r estas d i f e r e n t e s suerte q u e t e n g a n p a r t e d e s u s derechos y la esperanza
instituciones y las que mencionaré m á s adelante, como d e que se l o s completen. P a r a ello j u z g o necesario resta-
t a m b i é n para asegurar l a autoridad de V u e s t r a S a n t i d a d blecer el Consejo de los Mil, ó al m e n o s d e seiscientos
y la de s u s amigos, daríase por la Balía á V u e s t r a S a n - c i u d a d a n o s , y concederle desde luego el n o m b r a m i e n t o
t i d a d y al reverendísimo C a r d e n a l d e Médicis (1), du- p a r a todos los empleos y m a g i s t r a t u r a s , excepto los c a r -
r a n t e la vida de ambos, t a n t a autoridad como la que c o - g o s del C o n s e j o d e los S e s e n t a y cinco, de los Doscien-
r r e s p o n d e á todo el pueblo de F l o r e n c i a . t o s y de l o s O c h o d e la B a l í a , que, d u r a n t e la vida d e
V u e s t r a S a n t i d a d t e n d r í a derecho á n o m b r a r d e V u e s t r a S a n t i d a d y la del C a r d e n a l quedarían á elec-
tiempo en tiempo el Consejo de los Ocho de la g u a r d a y ción v u e s t r a .
B a l í a ó Consejo extraordinario. P a r a q u e vuestros a m i g o s estuvieran seguros de q u e
P a r a mayor seguridad del gobierno y de los a m i g o » s u s n o m b r e s eran incluidos en l a s bolsas electorales,
d e V u e s t r a Santidad, con l a s milicias d e infantería f o r - Vuestra S a n t i d a d designaría ocho escrutadores que, ha-
m a r í a n s e dos divisiones, al m a n d o cada u n a de u n C o - ciendo los escrutinios en secreto, dieran los votos á quie-
misario n o m b r a d o por V u e s t r a S a n t i d a d . n e s V u e s t r a S a n t i d a d quisiera, n o siendo permitido re-
S e ve, pues, que, con tales instituciones, queda s a t i s - cusar p ú b l i c a m e n t e á nadie. Y p a r a que el pueblo creyera
fecha l a ambición de dos clases de c i u d a d a n o s y sólida- que e s t a b a n en l a s bolsas los n o m b r e s de los que resul-
m e n t e establecida en F l o r e n c i a vuestra autoridad y la de- t a r a n elegidos, se d a r í a al C o n s e j o la facultad de nom-
v u e s t r o s amigos, porque el ejército y la justicia criminal b r a r dos c i u d a d a n o s de su seno p a r a que presenciaran el
quedan en vuestras manos; l a s leyes V u e s t r a S a n t i d a d acto de poner los n o m b r e s en las bolsas.
las h a r á inpetto, y t o d o s los j e f e s del gobierno serán, ~ J a m á s se h a o r g a n i z a d o u n a república estable sin
p a r t i d a r i o s suyos. a t e n d e r los deseos del pueblo, y n o quedará satisfecha la
R e s t a a h o r a contentar á la tercera y ú l t i m a clase, q u e generalidad d e los c i u d a d a n o s florentinos si n o se r e s t a -
la f o r m a n la generalidad de los ciudadanos, la cual no- blece el Consejo d e los M i l . Conviene, pues, si se ha d e
q u e d a r á satisfecha (y quien opine lo contrario es poco- o r g a n i z a r u n a república en esta ciudad, dicho restableci-
cuerdo) si n o se le devuelve ó se le promete devolver su m i e n t o , con l a s atribuciones de d i s t r i b u i r los cargos pú-
blicos. V u e s t r a S a n t i d a d debe saber que el primer am-
(1) El cardenal Julio de Mediéis, primo de León X, v q u e bicioso q u e a t e n t e c o n t r a su autoridad en F l o r e n c i a ,
lúe r a p a con el nombre de Clemente VII. p r o c u r a r á , a n t e t o d o , restablecer el Consejo de los Mil, y
más vale que Y u e s t r a Santidad prevenga este designio
con útiles precauciones, y que impida á sus enemigos ción de cualquiera de éstos, exigiendo que antes se dis-
valerse de esta m e d i d a para privarle de su autoridad y cuta por los t r e i n t a y dos Señores.
arruinar á sus a m i g o s . De igual modo no podrán determinar nada los treinta
y dos Señores sin la presencia de dos prebostes, á quie-
Organizadas así las instituciones, aunque Y u e s t r a
nes corresponda el derecho de interrumpir cualquier de-
Santidad y el reverendísimo Cardenal vivieran eterna-
liberación, exigiendo que se someta el caso al Consejo
m e n t e , 110 sería necesaria n i n g u n a otra reforma. P e r o
d e los Selectos.
siendo forzosa l a m u e r t e y queriendo los dos que en Flo-
A l Consejo de los Doscientos también le estará prohi-
rencia quede u n a república perfecta y consolidada en t o -
bido hacer cosa alguna sin la presencia de seis de los
das sus partes, y q u e cada cual vea y comprenda que l a s
diez y seis confalonieros y dos prebostes, cuyas únicas
cosas lian de subsistir así; p a r a que el pueblo, por lo q u e
facultades consistirán en apelar de las decisiones de este
se le da y por lo q u e se le promete quede contento, es
Consejo a n t e el Consejo grande, siempre que para ello
preciso ordenar a d e m á s lo siguiente :
estén tres de acuerdo.
. Que los diez y seis confalonieros de las compañías del'
N o celebrará sesión el Consejo grande sin la presencia
pueblo sean elegidos en la misma forma y por el m i s m o
d e doce confalonieros, y entre ellos, lo menos tres pre-
tiempo que lo lian sido basta aquí, correspondiendo la
bostes; todos los cuales tendrían voz y voto como los
designación al Consejo ó á V u e s t r a Santidad, según le
d e m á s consejeros.
plazca, a u m e n t a n d o sólo las exclusiones, para que sea
E s t a organización de Consejos es indispensable des-
mayor el número de ciudadanos que p u e d a n optar al cargo,
p u é s de la muerte de V u e s t r a Santidad y del reveren-
y ordenando que 110 lo sea ninguno de los del C o n s e j o
dísimo Cardenal, por dos razones: una, para que la Seño-
de Sesenta y cinco. U n a vez elegidos, serían n o m b r a d o s
ría ó el alto Consejo si, por desunión de sus miembros, no
de entre ellos c u a t r o prebostes que desempeñen el c a r g o
d e t e r m í n a l o conveniente, ó, por malicia, intenta algo
d u r a n t e u n mes, p a r a que, al finalizar el plazo de d u r a -
contra la salud del E s t a d o , t e n g a cerca quien le con-
ción de esta m a g i s t r a t u r a , todos hayan sido prebostes.
t e n g a , apelando de sus determinaciones á otro Consejo;
D e los cuatro será elegido uno, el cual habitará u n a se-
porque no conviene que una m a g i s t r a t u r a ó Consejo
m a n a en el Palacio con los nueve Señores residentes, y
pueda decidir, sin que institución alguna t e n g a faculta-
de esta suerte, á fin del mes, habrán residido allí los c u a -
des para corregir sus decisiones, ni que los ciudadanos
tro. L o s nueve Señores residentes en el Palacio no p o -
queden libres de toda vigilancia y con facultades para
d r á n determinar n a d a en ausencia del preboste; pero é s t e
realizar el mal sin obstáculo.
no t o m a r á parte en sus deliberaciones y. acuerdos, limi-
L a otra razón consiste en que, privando á la generali -
tándose á ser testigo de ellos.
d a d de los ciudadanos de condiciones para llegar á la
E s t a r á , sin embargo, facultado para impedir la ejecu- Señoría (cambiada como he propuesto la organización de
ésta), es necesario darle un poder idéntico al que se le-
quita, y el que le atribuyo es más importante, más útil cuenta d u c a d o s , y en atentados contra las personas
á la Rejráblica y m á s honroso que el que pierde. cuando hubiera fractura de hueso ó derramamiento d e
Conviene nombrar desde luego confalonieros, p a r a sangre, ó ascendiera el daño á cincuenta ducados.
habituar la ciudad á estas autoridades, pero no permitién- H e explicado detalladamente las instituciones de una
doles que ejerzan el derecho de apelación sin licencia República que, sin v u e s t r a autoridad, pueda subsistir;
de Vuestra Santidad, quien podrá emplear este derecho- pero en vida de V u e s t r a Santidad y de monseñor el
para conseguir que los actos todos del Gobierno concurran Cardenal será una m o n a r q u í a , porque tendréis el m a n d o
al m a n t e n i m i e n t o de su autoridad. de la fuerza a r m a d a y la dirección de los tribunales d e
A d e m á s de la citada reforma, para mayor consolidación justicia criminal; conforme á vuestra voluntad se h a r á n
de la República, d espués de la muerte de Vuestra S a n - las leyes, y no es posible t e n e r ni desear m á s en un E s -
tidad y del reverendísimo Cardenal, y para que nada t a d o . N o se ve peligro alguno para vuestros amigos, q u e
quede imperfecto, es preciso establecer un recurso j u d i - son buenos y quieren vivir con el producto de sus bienes
cial a n t e los Ocho de la guarda y treinta ciudadanos sa- ó trabajo, conservando V u e s t r a Santidad un poder t a n
cados entre los elegibles para el Consejo de los Doscien- amplio, y pudiendo ocupar ellos los primeros cargos del
tos y de los Seiscientos; ante cuyo Consejo podrá llevar gobierno. N o veo motivo p a r a que el pueblo deje de e s t a r
el acusador al reo en un plazo fijado. E s t e recurso n o so satisfecho, cuando sepa que se le devuelve en parte el
empleará durante la vida de Vuestra Santidad, sin su derecho á la distribución de los cargos públicos y se le
licencia. promete devolvérselo todo poco á poco; porque V u e s t r a
Dicha apelación es indispensable en u n a República en Santidad podrá dejar a l g u n a vez al Consejo del pueblo
que tribunales de corto número de jueces no se atreven la elección para cubrir las vacantes del de los Sesenta y
á imponer castigo á los poderosos, siendo preciso q u e Cinco, y t a m b i é n de los Doscientos, ó hacer directamente
concurran como jueces muchos ciudadanos, á fin de q u e los nombramientos, según las circunstacias.
los autores del fallo, disimulados por el n ú m e r o , p u e d a n Seguro estoy de que en poco tiempo, gracias al as-
negar su participación en él. cendiente de V u e s t r a S a n t i d a d y á su dirección de los
Servirá también esta apelación durante vuestra vida, asuntos públicos, estas dos formas de gobierno, m o n á r -
para que el tribunal de los Ocho despache las c a u s a s quica y republicana, se modificarían de tal suerte la una
pronto y con justicia, porque, temeroso de que p e r m i - por la otra, que llegarían á formar un solo sistema, para
táis la apelación, juzgará con mayor rectitud. P a r a q u e tranquilidad de Florencia y perpetua fama de V u e s t r a
no se abuse de la apelación, se determinará que s ó ' o S a n t i d a d ; porque su autoridad en el gobiprno le daría
pueda interponerse, por ejemplo, en los delitos de robo,, siempre los medios de corregir los defectos que'la expe-
cuando el'valor de lo robado fuera al menos de c i n - riencia demostrara.
» E n mi opinión, los mayores honores que pueden t e -

K
i
r o s , pidiendo d e continuo que se organice otro nuevo,
n e r los hombres son los q u e v o l u n t a r i a m e n t e les concede
s e g ú n u n o s m á s l i b e r a l , según otros m á s r e s t r i n g i d o ,
su patria, como el m a y o r bien que p u e d e hacerse y el
sin que n i n g u n o d i g a l a a m p l i t u d ó l a restricción que h a
m á s g r a t o á D i o s es el que se hace á la patria. A p a r t e d e establecerse, por reinar e n t r e ellos la m a y o r c o n f u -
d e esto, los h o m b r e s m á s enaltecidos por s u s actos son sión. C o m p r e n d i e n d o la inseguridad del r é g i m e n actual,
los que con instituciones y leyes r e f o r m a n l a s repúblicas n o saben cómo r e f o r m a r l o , ni confían en que h a y a quien
y los reinos. D e s p u é s d e los deificados, merecieron siem- lo r e f o r m e . T a n t a confusión es capaz de enloquecer el
pre las m a y o r e s a l a b a n z a s . P o r ser pocos los que h a n cerebro mejor organizado.
t e n i d o ocasión de hacer e s t a s r e f o r m a s y poquísimos los
Sólo h a y dos m a n e r a s d e evitar estos d i s g u s t o s : ó su-
que h a n sabido h a c e r l a s , la g l o r i a de reformadores al-
p r i m i r l a s a u d i e n c i a s , n o p e r m i t i e n d o á n i n g ú n ciuda-
c a n z a á corto n ú m e r o de p e r s o n a s , siendo t a n e s t i m a d a
d a n o d i r i g i r o s , ni a u n por los procedimientos ordinarios,
q u e algunos, i m p o s i b i l i t a d o s d e o r g a n i z a r prácticamente n i n g u n a p e t i c i ó n , n i siquiera hablar si n o se les p r e -
« n a república, la o r g a n i z a r o n p o r escrito. A s í lo hicieron g u n t a , como lo h a c í a el D u q u e ( 1 ) de i l u s t r e memoria,
Aristóteles, P l a t ó n y o t r o s m u c h o s , queriendo demostrar ú o r g a n i z a r el E s t a d o d e m o d o que se a d n m i s t r e por sí
a l m u n d o que si, como Solón y L i c u r g o , n o crearon un m i s m o , b a s t a n d o á V u e s t r a S a n t i d a d dirigirle media
r é g i m e n político, no f u é por ignorancia, sino p o r impo- ojeada.
1611C1&.
D e a m b o s recursos, el p r i m e r o libra á V u e s t r a S a n t i -
N o puede d a r el cielo á u n h o m b r e mayor beneficio ni d a d de d i s g u s t o s , y el s e g u n d o de d i s g u s t o s y peligros.
m o s t r a r l e m á s gloriosa vía; y e n t r e t a n t a s felicidades I n s i s t i e n d o en los peligros á que e x p o n e el a c t u a l o r -
como ha proporcionado D i o s á vuestra casa y á la per- d e n d e c o s a s , quiero hacer u n pronóstico. Si sobreviene
s o n a de V u e s t r a S a n t i d a d , e s t a es la mayor;' porque os
u n accidente y el gobierno 110 e s t á r e f o r m a d o , o c u r r i r á
d a ocasión y medios de i n m o r t a l i z a r v u e s t r o nombre
u n a de estas dos c o s a s , ó a m b a s á la v e z : que en el t u -
superando la gloriosa f a m a d e v u e s t r o p a d r e y de vues-
m u l t o a p a r e z c a u n jefe i n e s p e r a d o , el cual con l a s a r -
t r o abuelo.
m a s y la violencia defienda el E s t a d o , ó que u n a p a r t e
Considere V u e s t r a S a n t i d a d q u e , m a n t e n i e n d o el ac-
del pueblo se apodere d e la sala del Consejo y convierta
t u a l orden de cosas en F l o r e n c i a , al m e n o r accidente se
á la o t r a en v í c t i m a suya. S i cualquiera d e a m b a s cosas
p u e d e n correr mil p e l i g r o s , y sin que esto suceda , V u e s -
sucede (Dios 110 lo q u i e r a ) , piense V u e s t r a S a n t i d a d
t r a S a n t i d a d t e n d r á que s o p o r t a r mil insufribles disgus-
c u á n t a s m u e r t e s , c u á n t o s d e s t i e r r o s , c u á n t o s atropellos
t o s d e a l g u n o s de los cuales p u e d e d a r o s f e monseñor
s e r á n su consecuencia, capaces d e hacer morir d e dolor
el C a r d e n a l , que acaba de p a s a r varios meses en F l o -
r e n c i a , d i s g u s t o s que n a c e n en p a r t e de l a s exigencias
p r e s u n t u o s a s y excesivas d e m u c h o s c i u d a d a n o s , v en
(1) Probablemente Lorenzo de Mediéis, duque de Urbino.
p a r t e de creer que, con el l é g i m e n actual, no viven segu-
a l h o m b r e m á s c r u e l y, con m a y o r m o t i v o , á V u e s t r a
S a n t i d a d , que es p i a d o s í s i m o .
E l único medio d e evitar eg£os males es o r g a n i z a r en
F l o r e n c i a un g o b i e r n o sólido , y lo será c u a n d o todos
i n t e r v e n g a n en é l , s a b i e n d o cada cual lo q u e tiene que
hacer y lo que debe esperar; cuando n i n g u n a clase d e
c i u d a d a n o s , por f a l t a de seguridad ó por a m b i c i ó n , de- ÍNDICE.
see innovaciones ó r e f o r m a s en el gobierno.

HISTORIA D E FLORENCIA.

Págs.

L I B R O SEXTO.—SUMARIO: Í. Consideraciones sobre


el objeto de las guerras y la utilidad de las victo-
rias.—II. El duque de Milán negocia con el conde
Francisco Sforza, cuyas negociaciones producen re-
celos y disgustos entre el Conde y los venecianos.—III.
Ravena se somete á la dominación de Venecia (1440).
FIN DE LAS OBRAS HISTÓRICAS. El Papa vende el Burgo de San Sepolcro á los flo-
rentinos. Nicolás Piccinino hace libremente corre-
rías, durante el invierno, en los dominios venecia-
nos.— IV. Llegada la primavera, y comenzadas las
hostilidades, obliga á Sforza á levantar el sitio de Mar-
tinengo. Se enorgullece después tanto por esta victo-
ria, que el duque de Milán, para vengarse de él, hace
la paz con los aliados (1441). Francisco Sforza, con-
forme al convenio, se casa con la hija del Duque y
recibe en dote Cremona.—V. Alfonso de Aragón em-
prende de nuevo la guerra por la posesión de Ñapó-
les, de Benevento y de otras ciudades y comarcas del
reino. Pactan alianza con él y contra Sforza el du-
que de Milán y el Papa, y nombran general del ejér-
cito á Nicolás Piccinino (1442). Á Renato de Anjou,
de Nápoles, expulsado por Alfonso, le reciben
•nente los florentinos, que hacen causa común
N Sforza.—VI. Nuevas discordias en Fio-
a l h o m b r e m á s c r u e l y, con m a y o r m o t i v o , á V u e s t r a
S a n t i d a d , que es p i a d o s í s i m o .
E l único medio d e evitar eg£os males es o r g a n i z a r en
F l o r e n c i a un g o b i e r n o sólido , y lo será c u a n d o todos
i n t e r v e n g a n en é l , s a b i e n d o cada cual lo q u e tiene que
hacer y lo que debe esperar; cuando n i n g u n a clase d e
c i u d a d a n o s , por f a l t a de seguridad ó por a m b i c i ó n , de- ÍNDICE.
see innovaciones ó r e f o r m a s en el gobierno.

HISTORIA DE FLORENCIA.

Págs.

L I B R O SEXTO.—SUMARIO: Í. Consideraciones sobre


el objeto de las guerras y la utilidad de las victo-
rias.—II. El duque de Milán negocia con el conde
Francisco Sforza, cuyas negociaciones producen re-
celos y disgustos entre el Conde y los venecianos.—III.
Ravena se somete á la dominación de Venecia (1440).
FIN DE LAS OBRAS HISTÓRICAS. El Papa vende el Burgo de San Sepolcro á los flo-
rentinos. Nicolás Piccinino hace libremente corre-
rías, durante el invierno, en los dominios venecia-
nos.— IV. Llegada la primavera, y comenzadas las
hostilidades, obliga á Sforza á levantar el sitio de Mar-
tinengo. Se enorgullece después tanto por esta victo-
ria, que el duque de Milán, para vengarse de él, hace
la paz con los aliados (1441). Francisco Sforza, con-
forme al convenio, se casa con la hija del Duque y
recibe en dote Cremona.—V. Alfonso de Aragón em-
prende de nuevo la guerra por la posesión de Nápo-
les, de Benevento y de otras ciudades y comarcas del
reino. Pactan alianza con él y contra Sforza el du-
que de Milán y el Papa, y nombran general del ejér-
cito á Nicolás Piccinino (1442). Á Renato de Anjou,
de Nápoles, expulsado por Alfonso, le reciben
•nente los florentinos, que hacen causa común
N Sforza.—VI. Nuevas discordias en Fio-
384 ÍNDICE.

rencia. Animosidad contra Neri de Gina Capponi Págs


(1443).—VII. Por traición de Bartolomé Orlandini es
negocia con el rey de Ñapóles entregarle su Estado,
muerto Baldaccio de Anghiari. Reforma del gobierno
; pero el valor y firmeza de Antonio Gualandi per-
en favor del partido de los Médicis (1444). —VII I.
j. turba sus proyectos (1453).—XXXI. Renato de Anjou
Muerte de Piccinino. Fin de la guerra. —IX. Bau-
vuelve á Italia llamado por los florentinos, y poco
tista Canneschi mata á Aníbal Bentivoglio en Bolo-
después regresa á Francia, — X X X I I . Por interven-
nia y el pueblo m a t a á Canneschi, produciendo estas
ción del Papa se ajusta la paz entre los principes belige-
muertes graves disturbios en aquella ciudad (1445).—
rantes (1454).—XXXIII. Jacobo Piccinino ataca á los
X. Es llamado al gobierno de Bolonia Santi, supues-
sieneses. Los Turcos son derrotados en Belgrado.—
to hijo de Hércules Bentivoglio. —XI. Guerra gene-
XXXIV. Espantoso huracán en Italia—XXXV. Ge-
ral en Italia con daño del duque de Milán.—XII. E l
nova se da al rey de Francia (1458).—XXXVI. Muerte
Duque hace un convenio con Sforza.—XIII. Muer-
de Alfonso de Aragón, rey de Nápoles. Le sucede su
te del duque de Milán Felipe Visconti. Los milaneses
hijo Fernando. El papa Calixto I I I muere cuando
nombran á Sforza su general (1447).—XIV. Negocia-
proyectaba dar el reino de Nápoles á su sobrino Pe-
ciones del Pontífice, para pacificar Italia. Opónenseá
dro Luis Borgia. Le sucede en el pontificado el sienés
ellas los venecianos—XV. Alfonso de Aragón ataca á
Eneas Silvio Piccolomini, con el nombre de Pío II.—
los florentinos.—XVI. Es obligado á pedir la paz y á.
X X X V I I . Discordia en Génova entre J u a n de Anjou
partir (1448).—XVII. El conde Sforza guerrea con
y los Fregosos que resulta en daño de éstos (1459). —
ventaja contra los venecianos. — X V I I I . Continúa la
Anjou invade el reino de Nápoles y vence al rey
guerra.—XIX. El Conde obliga á los venecianos á pe-
Fernando.—XXXVIII. El rey Fernando, con el auxi-
dir la paz.—XX. No pareciendo bien la paz pactada á
lio del Papa y del duque de Milán, recupera el trono
los milaueses, se alian con los venecianos contra el
(1460). Génova sacude el yugo d e los franceses. J u a n
C o n d e . — X X I . Sforza sitia á Milán.—XXII. Fin-
de Anjou, abandonado por Jacobo Piccinino, es de-
ge retirarse del a-edio de Milán. — X X I I I . Diversas
rrotado en el reino de Nápoles, refugiándose en Ischia,
opiniones en Florencia sobre la conducta que se debe
observar con Sforza. - XXIV. Los milaneses son sitia- desde donde Vuelve á Francia (1162)
dos de nuevo y, reducidos á extremas penalidades, se LIBRO SÉPTIMO. — SUMAKIO: I. Relación que tienen
sublevan contra los magistrados, entregándose á Sfor- con la historia de los florentinos los negocios de los de-
za (1450). —XXV. Liga entre el nuevo duque de Mi- más principes de Italia. Discordias que dañan á la Re-
lán y los florentinos de una parte, y el rey de Ña- pública. Carácter de estas discordias.—II. Cosme de
póles y los venecianos de otra.—XXVI. Consecuen- Médicis y Neri Capponi llegan por diverso camino á
cias de estas alianzas.—XXVII. Llega á Florencia el ser poderosos. Reforma en la elección de los magistra-
emperador Federico I I I (1451). Guerra en Lombardia dos favorable á Cosme.. Descontenta á los poderosos
entre el duque de Milán y los venecianos.—XXVIII. esta reforma—III. (145S) Acuden éstosá Cosme, que
Fernando, hijo de Alfonso, rey de Ñapóles, en guerra les niega su apoyo, con el intento de hacerse más ne-
contra los florentinos, invade la Toscana (1452).— cesario.—IV. Tiranía y soberbia de Lucas Pitti y de
X.XIX. Conjuración de Esteban Porcari en Boma con- —V. Muerte de Cosme de Médicis (1464). Su
tra el Gobierno pontificio, descubierta y castigada Su política—VI. Su elogio.—VII. El
XXX. Gherando Gambacorti, señor de Val d» " ">a á Génova. Fernando de Aragón
4
e los barones que le eran ene-
"""•no es preso y muerto.—
25
Págs.
I X . Esfuerzos infructuosos del papa Pio II para exci- >s primeros por los soldados del Duque y el -último
tar á los cristianos c o n t r a los turcos (1465). Muerte

Í
del duque Francisco Sforza (1466). — X . Conjuración
de Diotisalvi Neroni c o n t r a Pedro de Médicis XI.
Prosigue el mismo a s u n t o . — X I I , Fiesta en Florencia.
— X I I I . Inconstancia d e los florentinos con Pedro de
Médicis —XIV. Nicolás Soderini elegido Confaloniero. ücapitado por el verdugo 75
Grandes esperanzas que en él se tienen para el resta- jjRO OCTAVO.—SUMARIO: I. Situación d é l a fami-
blecimiento de l a tranquilidad.—XV. Los dos partidos a Médicis en Florencia.— I I (1473). Desavenencias
toman las armas.— X V I . L a mayoría de los ciudadanos i t r e l a s familias Pazzi y Médicis.—III. Conjuración
se pone del lado d e Médicis.—XVII. Reforma del go- e los Pazzi, en la cual entran el papa Sixto IV y el
bierno á favor de Pedro de Médicis. Dispersión de sus rey de Nápoles.—IV. Continúa el mismo asunto.—V.
enemigos. Decadencia de Lucas P i t t i . — X V I I I . Carta Organización de la conjura.—VI. Ejecución del com-
de Agnolo Acciaiuoli á Pedro de Médicis.—XIX. Los plot. J u l i á n de Médicis es m u e r t o ; Lorenzo se salva.
desterrados florentinos excitan á los venecianos á de- —VII. E l arzobispo Salviati, al i n t e n t a r apoderarse
clarar la guerra á F l o r e n c i a . — X X . Guerra entre vene- del Palacio, es preso y ahorcado.—VIII. Suerte que
cianos y florentinos (1467), terminada con la paz (1468). corren los demás conjurados.—IX. E l peligro á que
Muerte de Nicolas Soderini.—XXI. Casamiento de Lo- estuvo expuesto y el amor de los florentinos aumentan
renzo de Médicis con Clarice Orsini.—XXII. Sixto IV, , el poder de Lorenzo de Médicis. Fin que tuvieron los
elegido papa. Su c a r á c t e r . — X X I I I . I n t e n t a Pedro de conjurados.—X. E l Papa excomulga á Florencia y,
Médicis refrenar las violencias q u e se cometían en aliado al rey de Nápoles, envía el ejército contra esta
Florencia, pero sus esfuerzos los i n t e r r u m p e la muerte República; Lorenzo de Médicis habla á los ciudadanos
(1469).—XXIV. Maese Tomás Soderini, ciudadano de reunidos en el Palacio.—XI. Los florentinos apelan al
gran reputación, se declara partidario d é l o s Médicis.— f u t u r o Concilio. Solicitan la alianza de los venecianos.
XXV. Tumulto que en Prato mueve Bernardo Nardi. — X I I . Los venecianos niegan la alianza. Empieza la
X X V I . Bernardo h a c e prender al podestà de Prato, i guerra.—XIII. Desórdenes en Milán. Genova se re-
Petrucci, pero deja á medio ejecutar su empresa ' bola contra el duque de M i l á n — X I V . Siendo inefi-
XXVIT. E s preso y se restablece- la tranquilidad caces las tentativas de acuerdo, los florentinos com-
baten contra los ejércitos pontificio y napolitano, y los
(1470).— X X V I I I . Relajación' de las costumbres en
rechazan al territorio de Pisa.—XV. Invaden los do-
Florencia. Incendio de l a iglesia del Espíritu Santo
minios del Papa y derrotan sus tropas en Perusa
(1471).— X X I X . Rebelión de V o l t e r r a . — X X X . E s
(1479).—XVI.—Victoria del duque de Calabria contra
t o m a d a Volterra por fuerza y saqueada (1472).—XXXI.
los florentinos en Poggibonsi.—XVII. Lorenzo de Mé-
Origen de la enemistad entre Sixto IV y Lorenzo de
dicis determina ir á Nápoles para t r a t a r la paz con el
Médicis (1473).—XXXII. Carlos de Braccio, de Perusa,
Rey.—XVIII. Luis Sforza, apodado el Moro, y sus her-
ataca á los sieneses, y después, por consejo de los flo-
manos, son llamados á Milán. Variaciones en el go-
rentinos, se retira (1476). — X X X I I I . Conjuración con-
bierno de aquel Estado.—XIX. Lorenzo de Médicis
t r a Galeazzo, duque de Milán.—XXXIV. J u a n Aa«'
ajusta la paz con el rey de Nápoles, pero no asienten á
Lampognano, Carlos Visconti y Jerónimo /"" "
ella el Papa y los venecianos — X X . Los turcos asal-
t a n al duque en San Esteban, y ellos son.i an y toman á Otranto (1480).—XXI. Los florentinos
" f i l i a n con el Papa.—XXII. Nuevos procedi-
, m e r r a en Italia. Discordia entre el mal-
los venecianos (1481). — X X I I I .
" los florentinos atacan los Es-
388 ÍNDICE.

_Pága

tados del Papa con daño de aquéllos.— XXIV. El


rey de Ñapóles, el duque de Milán, los florentinos y c^
Papa se alian contra los venecianos (1482),—XXV.
Derrota de los venecianos en el Bondeno (1483).—
X X V I . Se rompe la alianza ( 1 4 8 4 ) . - X X V I I . Dis-
cordias entre los Colonnas y los Orsini". — X X V I I I .
Muerte de Sixto I V ; elección de Inocencio VIII.—
XXIX. Origen y estado del banco de San Jorge.—
XXX. Guerra entre los florentinos y los genoveses
por la ocupación de Sarzana.—XXXI. Bendición de
Pietrasanta.—XXXII. Guerra entre el Papa y el rey
de Nápoles por la posesión de la ciudad de Aquila
(1485). Termina con la paz (I486).—XXXIII. Bené-
volo el Papa con los florentinos, á pesar de que habían
ayudado en la última guerra al rey de Nápoles, inter-
viene como mediador entre ellos y los genoveses, pero
infructuosamente. Los genoveses son derrotados por
los floren ti nos; pierden á Sarzana y se entregan al
duque de Milán (1487). — X X X I V . Boceolino de Osi-
mo entrega 1a. ciudad al Papa. Jerónimo Riario, se-
ñor de Forli, muere victima de una conjuración
(1488).—XXXV. Galeotto Manfredi, señor de Faen-
za, es muerto por traición de su mujer, á quien expul-
san los faentinos, recomendando el gobierno de la
ciudad á los florentinos (1492).—XXXVI. Muerte de
Lorenzo de Médicis. Su elogio 139
Fragmentos históricos 209
Extractos de cartas á los Diez de la Balia 279
Vida de Castruccio Castracani y] Q
De cómo el duque Valentino dispuso la muerte de Vite-
llozzo Vitelli, Oliverio de Fermo, el señor Pablo y el
duque de Gravina Orsini 354
Dictamen sobre la reforma de la constitución de Flo-
' —
rencia
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