NOMBRES: Morales Danny FECHA: 10 de mayo del 2019 MATERIA: Deontología CURSO: Grupo 1 NIVEL: Noveno PERIODO: 54
CARACTERÍSTICAS DE LOS VALORES
Las características de los valores pretenden establecer entre ellos diferentes jerarquías o categorías. No están todas las que son, pero no nos cabe duda de que son todas las que están. Durabilidad: Mientras que ciertos valores se mantienen durante toda la vida y a lo largo de los siglos, otros cambian. Los valores de igualdad o de justicia son valores que tienen o deberían de tener una gran durabilidad mientras que otros valores pueden ir modificándose o volviéndose más o menos importantes según la época o la persona. Integralidad: Los valores no son divisibles, sin íntegros en sí mismos. Jerarquía: Algunos valores, como la libertad o la dignidad de las personas, se consideran por encima del resto para las personas o para la sociedad en general. Cada persona, a lo largo de su vida, va escogiendo qué valores ocupan los puestos más altos en su jerarquía persona. Transcendencia: los valores dan sentido a la vida y nos hacen ser humanos en todo su significado. Complejidad: los valores personales y sociales son causa de muchas discusiones y de luchas interiores o sociales. No son conceptos simples, son conceptos abstractos que no es fácil definir y que muchas veces encierran grandes conflictos éticos. Aplicabilidad: los valores no son tan solo motivo de una discusión teórica, tienen su aplicación práctica en todos los actos que se realizan en la vida. Flexibilidad y dinamismo: las experiencias vitales de las personas y los cambios en la sociedad llevan con ellos cambios en los valores que los rigen. Satisfacción: el tener una escala de valores debe de causar una satisfacción interior a la persona. En el caso de la sociedad, si esta tiene valores que corresponden con la mayoría de sus ciudadanos, esto también es causa de una satisfacción general. La dependencia Los valores necesitan plasmarse en bienes para concretizarse, ya que no existen por sí mismos. Por eso se dice que son dependientes, es decir, necesitan un depositario u objeto en que apoyarse. Sin los objetos, los valores son meras posibilidades. Los valores son las cualidades o propiedades de los depositarios, llamados bienes. Por ejemplo, la belleza de una escultura, la elegancia de un vestido, la utilidad de un vehículo, etc. El valor no es un elemento ni agrega cosas, tampoco confiere ser a una cosa, es una especie de cualidad no esencial para la existencia del objeto. La escultura sigue siendo un objeto o bien sin la cualidad de la belleza. La polaridad La polaridad consiste en que los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. La polaridad encierra los dos valores límites: bueno – malo (moral), verdadero – falso (ciencia.), bello – feo (arte). Al primer término de toda valoración se le llama valor positivo; al segundo, valor negativo, disvalores, antivalores o contravalores. La cualidad Los valores son totalmente independientes de la cantidad y por eso no pueden establecerse relaciones cuantitativas entre las cosas valiosas. Por ejemplo, el amor es un valor que no se puede cuantificar; una cualidad que no se puede determinar numéricamente. ¿Cuánto ama una madre a su hijo?, o ¿cuánto quiere la esposa al marido? La jerarquía Valorar no es sólo optar entre un valor y el correspondiente disvalor; no consiste en la opción tajante entre extremos excluyentes; no es sólo establecer la diferencia entre bien y mal. Valorar es también definir prioridades jerarquías, gradaciones. Es lo que llamamos jerarquía de los valores. Esto significa que los valores se presentan de acuerdo con una gradación: hay valores inferiores y valores superiores. Los valores superiores pueden pasar a ser inferiores por razones circunstanciales. Por ejemplo, para un árabe extraviado en el desierto una fruta de coco puede ser más valiosa que una bolsa de perlas, porque en ese momento no le sirven para nada. Así, el valor circunstancial de los objetos reales depende de la estimación que se tenga de ellos. Otras características Los valores tienen un origen sociocultural: nacen en el seno de las sociedades humanas y funcionan como elementos de unión entre los individuos y, al mismo tiempo, como formas de afirmación de la individualidad. En primer lugar, los valores se presentan siempre en una escala que va del menos al más. A esta ordenación cualitativa de los valores se le da el nombre de jerarquización (como ya se mencionó anteriormente), es decir, los valores varían de persona a persona; cada uno tiene su escala de valores que influirá en sus elecciones/decisiones. Por otro lado, los valores aparecen siempre con una doble cara: positiva y negativa. A un polo positivo (por ejemplo: bonito) se opone siempre un polo negativo (en el ejemplo: feo). Existen los juicios de hecho y juicios de valor. Por los juicios de hecho entendemos los que son descriptivos o de existencia. Describen e informan acerca de la realidad concreta sin emitir preferencias y apreciaciones. Pueden ser fácilmente considerados verdaderos o falsos, según se adecuen o no a la realidad, y pueden ser objeto de verificación empírica. Es decir, con respecto al juicio: “El árbol dio frutos”, que es un juicio de hecho, puedo mirar y verificar si es verdad o no. Son muchas las clasificaciones que se podrían hacer sobre los diferentes tipos de valores, así que como no es el tema principal del artículo he preferido limitarme a una básica y muy esquemática. Valores morales o éticos: son los principios personales que cada ser humano desarrolla a lo largo de su vida. Valores económicos: Es la escala con la que se mide la importancia de los bienes económicos, los precios de las cosas o las retribuciones a percibir. Valores religiosos: son los valores morales que proceden de las creencias religiosas de cada individuo. Valores estéticos: es la sensibilidad personal que nos hace valorar algo como hermoso o feo; como arte u obra sin valor. Por supuesto es muy subjetivo y varía en cada persona. Valores sociales: son los valores compartidos por la sociedad en su conjunto y que están aceptados mayoritariamente. Los valores tienen cuatro características básicas que hay que conocer: Son trascendentales: dan significado a la vida humana y a la sociedad. Son apreciaciones mentales: como, por ejemplo, el valor de la amistad, no se puede tocar, pero sabemos que existe. Individuales y colectivos: individuales porque son interiorizados por la persona y forman su personalidad. Colectivos, porque se comparten con la sociedad y personas que habitan en esta. Histórico-sociales: porque se asignan a un periodo y estado determinado. Pero además de estas cuatro características, nos encontramos con otras destacables: Duraderos e inagotables: se van desarrollando a lo largo de la vida y no tienen fin. Polares: tienen sentido positivo y negativo, ya que cada valor va acompañado de un contravalor. Jerárquicos: hay valores considerados superiores y otros inferiores. Se entiende por valores a ciertas cualidades de los objetos y/o los sujetos, que se consideran positivas. Estas cualidades son reconocidos o atribuidos por un grupo social en base a su comportamiento, sus actitudes o sus propiedades en un ámbito determinado. En otro sentido valor, es también la aceptación o rechazo (es decir, la valoración) que se le da al sujeto u objeto. Por ejemplo, al decir que un objeto es más valioso que otro. Basándonos en los valores que compartimos con nuestra sociedad, podemos evaluar todo a nuestro alrededor. Los objetos, los individuos y las acciones son considerados en base a un sistema abstracto e ideal presente en nuestra cultura. Así, podemos juzgarlos en base a lo convenientes o no, lo aceptables o no, prestigiosos o no, etc., que resulten. No existe un listado específico de valores humanos, ya que su definición puede variar de acuerdo al filósofo o el pensador que los proponga como resultado de sus investigaciones. Cabe destacar que, en ocasiones, el valor humano se refleja en leyes u obligaciones. En determinados contextos, un individuo no escoge ser responsable por su mera intención de actuar «correctamente», sino también porque la irresponsabilidad constituye un delito; esto ocurre, por ejemplo, cuando decidimos no beber alcohol antes de conducir.