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Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA)
Editorial Horizonte
ISSN 2313-2922
Editado por:
Bach. Guillermo Alexís Fernández Ramos
Av. Nicolini 478, Urb. Palao – San Martín de Porres
Impreso en:
Impresiones Quiñones
Jr. Chancay 446 Of. 103, Lima Cercado - Lima
Mayo 2014
Recibido: 05-10-2013
Aprobado: 05-12-2013
Modificado: 05-02-2014
C
oontrahistoria del liberalismo es un libro publicado originalmente en el año 2005
por Domenico Losurdo, filósofo italiano cercano a los predios del comunismo
italiano que ha escrito otros textos como Stalin. Historia y crítica de una leyenda
negra (El Viejo Topo, 2011) y El lenguaje del Imperio. Léxico de la ideología americana
(Escolar y Mayo editores, 2008).1 El denominador común en los tres textos es el desmon-
taje y la desmitificación de aspectos fundamentales de la historia moderna de occidente,
especialmente desde una perspectiva crítica que se opone a elevar o degradar a personajes
y procesos que oscurecen la comprensión del pasado europeo, en su lugar busca más bien
realzar los efectos de esos procesos y hechos que pasan desapercibidos en la configuración
de lo que es el mundo moderno.
Una de las corrientes políticas e ideológicas que ha tenido un efecto influyente en la
historia del mundo en los últimos doscientos años ha sido el liberalismo. No obstante el
liberalismo como tantas otras corrientes surgidas en Europa y transmitidas al resto del
mundo como el anarquismo, el socialismo, el comunismo, el fascismo y el propio neoli-
beralismo, no es una corriente homogénea o uniforme. El liberalismo, en tanto doctrina
e ideología, tiene una forma de entender la sociedad liberal en función de realidades di-
ferentes y particulares según el lugar y el tiempo donde se generó, no obstante, Losurdo
detecta dos principios fundamentales que unifican todas estas variedades de liberalismo:
los individuos y su derecho natural a la libertad frente a cualquier entidad organicista que
obstruye su capacidad autónoma de decisión y acción; y, su reivindicación para preservar
la libertad de los individuos como principios necesarios para un orden basado en la ley o
norma constitucional.
1 Del primer texto de Losurdo se hizo una reseña en la revista Síntesis Social n° 4 (2012).
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Vale la pena subrayar este carácter fundamental presente en todas las tendencias li-
berales porque el texto de Losurdo no es enfático en señalar estas características fun-
damentales para el análisis de su historia. Su abordaje del liberalismo es más bien la de
un fenómeno social, político y cultural que dio origen y forma a una doctrina para una
sociedad en transformación y expansión planetaria entre los siglos XVIII hasta principios
del siglo XX. De allí la necesidad de la contrahistoria, una estrategia metodológica capaz
de contar algo que no ha sido contado a la luz de su propia historia y que más bien debe
ser puesto a contraluz de sus propios principios ideológicos (p. 9).
Hecho el aclare de este enfoque podemos ver al liberalismo no como doctrina o ideo-
logía sino como un hecho histórico social. ¿En qué medida las ideologías traducen hechos
sociales y no solo ideas y doctrinas del pensamiento racional? En la medida que suelen
ocultar aspectos que el discurso, la fraseología y la ideología nunca señalarían como parte
de su prédica pero que a pesar de todo aparecen con claridad en su práctica.
En el intento por superar las dificultades con las que se tropieza al definir la so-
ciedad inglesa de los siglos XVIII y XIX, en ocasiones, en lugar de liberalismo, se
prefiere hablar de “individualismo”, y es cierto que la historia de tradición de pen-
samiento que es objeto de investigación en este trabajo, resulta atravesada por un
“individualismo propietario” o “posesivo” (possesive individualism del autor). Esta
definición tiene una legitimidad parcial propia […]
Y sin embargo, un examen más atento, la categoría del “individualismo propieta-
rio” se revela del todo inadecuada. Estamos en presencia de una sociedad y de una
tradición de pensamiento que, lejos de estar inspiradas en un respeto supersticioso
por la propiedad y el derecho de propiedad en cuanto tales, en realidad legitiman
colosales expropiaciones en prejuicio de los irlandeses y de los pieles rojas (p. 126).
europeos pero católicos: Irlanda); y, confrontación y lucha contra otras tendencias del
liberalismo continental (el jacobinismo francés). Tercero: esboza la lógica de la razón
fundamentalista del liberalismo no solo para entender la lucha de quiénes se apoyan en
él, sino de quiénes buscan desde el interior de las propias prácticas liberales, proteger sus
intereses en una sociedad supuestamente democrática (en este caso la guerra civil nor-
teamericana no solo basó sus argumentos en favor de la libertad de los esclavos sino que
también buscó defender desde la perspectiva de los propietarios esclavistas la auténtica
libertad contra el intervencionismo estatal abolicionista del norte; en Europa, esta posi-
ción conservadora afirma el derecho de los propietarios y patrones europeos para a negar
derechos a sus clases trabajadoras, para eso se basó en una misma concepción el laissez
faire o librecambismo).
Si bien el liberalismo que estudia Losurdo es el censitario, hay que recordar que es esta
la versión ideológica y doctrinaria hegemónica entre los círculos propietarios y privile-
giados de Inglaterra, EEUU y Francia. Este liberalismo apunta a señalar la legitimación
de las desigualdades sociales y excluyentes que no solo es defendida y reproducida por
los propietarios sino por pensadores, filósofos, intelectuales y políticos al punto tal que
consolidan la naturalidad del discurso hegemónico logrado en base a la potencia econó-
mica material y al dominio militar ejercido sobre los demás pueblos. Es en todo caso el
estudio de la superestructura de una sociedad dominada por una burguesía emergente
cuyo principal rasgo no es solo ser productora de libre comercio, que defiende doctrinal-
mente a rajatabla sobre el principio del derecho de propiedad, sino también que ejerce
una legitimidad de la guerra y la conquista al que tampoco negará espacio para expresarse
libremente. El libro se estructura de este modo en diez capítulos y aborda los temas que
conectan la experiencia capitalista comercial e industrial con el poder militar de una clase
que tiene conciencia de saberse a si misma como hegemónica.
El primer tema parte por eso con la esclavitud y su afirmación de la íntima conexión
entre capitalismo, señorialismo aristocrático y surgimiento del liberalismo. ¿Qué puntos
de convergencia podían haber entre el liberalismo norteamericano luchador y proclama-
dor de las libertades de los ciudadanos frente a la tiranía de la monárquica inglesa con el
esclavismo decimonónico especialmente establecido en las Américas? La idea de que no
se podía vivir la libertad sin esclavitud es un recurso teórico constantemente reclamado
por John Locke, Thomas Jefferson y Alexis de Tocqueville. Teniendo en cuenta que por
lo menos para los dos primeros que tenían intereses íntimamente vinculados a las empre-
sas esclavistas, esta es una actitud muy coherente entre el interés material y la ideología;
Tocqueville en cambio remite la justificación de tal hecho a una matriz ideológica pro-
pia, la de una sociedad extinta, que es apelada por un noble que añora los privilegios de
casta jerárquica previa a la Revolución Francesa. El punto de conexión ideológica entre
libertad individual de unos pocos y la necesidad del sometimiento de otros muchos, se
basa en principio consustancial a esta sociedad burguesa emergente: la libertad al ser un
bien escaso no puede ser poseída por muchos, sino solo por los que la ejercen con sus
propios bienes. La libertad en todo caso se goza y se aprecia mejor cuando es privilegio
de unos pocos. Este razonamiento del liberalismo censitario describe para Losurdo una
convergencia lógica de dos sistemas que no por ser aparentemente contradictorios tienen
un parto gemelar: liberalismo y esclavitud racial (pp. 136-137). La descripción de cómo
pueden convivir los principios más avanzados de la civilización con uno de los aspectos
más degradantes y bárbaros de la sociedad moderna como es la esclavitud por motivos
raciales, convergen en esta explicación de manera armoniosa: una superestructura que
proclama la ausencia de libertad para todos avala la desigualdad de una estructura social
basada en jerarquías y exclusiones.
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seculares para reforzar la lógica excluyente del mismo y dotarle de un sentido religioso de
sobrevivencia. Para sustentarlo se basa en los orígenes geográficos, históricos y sociales del
liberalismo primigenio enraizado al sustrato protestante de corte puritano, que reivindi-
caba desde el hebraísmo más antiguo el carácter de los propietarios como “pueblo elegido”
que debía defenderse de las amenazas de los pueblos paganos e infieles (e incivilizados)
a capa y espada hasta someterlos o exterminarlos: “No por casualidad, los países clásicos
de la tradición liberal son aquellos en los que, a través del puritanismo, ha actuado más
profundamente el Antiguo Testamento” (p. 306). El derecho de la guerra y la conquista
por motivos teológicos cruza aquí el pensamiento liberal censitario.
El liberalismo descrito por Losurdo es en este sentido un liberalismo específico, de
clase conservadora y con raigambre religiosa fundamentalista, que se mostrará entre los
siglos XVIII y XIX no menos tiránico que la que ostentaba el liberalismo jacobino rous-
seniano, más agnóstico o panteísta, propia de clases medias y populares ilustradas, que
reivindicaba en cambio la igualdad y la fraternidad. En el caso inglés y norteamericano
es la libertad de los individuos consecuente con sus intereses de clase y raza la que guía
al espíritu liberal: libertad en tanto no exista la opresión de un poder superior a ellos
mismos (propietarios de bienes y capitales enfrentados a una tiranía política) y en tanto
existan aquellos que, por múltiples motivos, no poseen derechos y libertades y no tengan
derecho a una pertenencia de hombres libres (esclavos, indígenas norteamericanos, pobres
y extranjeros de otras confesiones, irlandeses por ejemplo), por eso hay la necesidad de
defender a la comunidad de los libres frente a los no libres. Esto se ejercerá bajo la forma
de conquista imperial.
En síntesis: la paradójica relación entre liberalismo y esclavismo, liberalismo y exter-
minio de pueblos indígenas, liberalismo y opresión irlandesa, liberalismo y explotación
de clases bajas, liberalismo e imperialismo, liberalismo y racismo, liberalismo y clasismo
no es la de una ideología que precede al capitalismo, es la ideología del capitalismo de
esos siglos que debía ocultar los aspectos menos gratos de su propia historia para resurgir
años después como una “ideología liberadora” antes que solo conservadora (pp. 339-340).
En este sentido ¿por qué el liberalismo reseñado por Losurdo se convirtió en un vehículo
con capacidad de recuperación y posicionamiento en el mundo actual? Para el autor el
liberalismo tiene capacidad de resurrección porque ha poseído la capacidad de superar sus
propios errores no por la insistencia prístina de su lógica doctrinal, sino por los procesos
sociales que le obligaron a asumir los cambios de su época o muy posterior a su época
dentro de una estructura subyacente de pensamiento reaccionario, es decir, ha tenido
la capacidad de superar la lógica cerrada y excluyente de su época para apropiarse en su
sentido histórico de los acontecimientos que han marcado el rumbo de la humanidad, en
un sentido más abierto al “progreso” y a la inclusión de nuevos actores sociales. Su mirada
retrospectiva del fenómeno liberal censitario en todo caso afirma que la postura origi-
nal de desigualdades y exclusiones ha evolucionado a la inserción de nuevos actores que
probablemente otras ideologías difícilmente no han poseído (critica al socialismo de esta
insuficiencia tras la caída del Muro de Berlín). Desde esta perspectiva Losurdo coincide
con otro filósofo, Michael Walzer, en las virtudes que el liberalismo tiene para ejercitar en
el mundo social un arte de las separaciones entre intereses públicos y privados:
Los teóricos liberales preconizaron y aplicaron el arte de la separación, oponiéndo-
se de este modo al mundo antiguo. Trazaban líneas que delimitaban los dominios
específicos y, así, compusieron un mapa sociopolítico que todavía hoy nos resulta
familiar. La separación más famosa es la del muro erigido entre la Iglesia y el Esta-
do, pero existen muchos más. El liberalismo es un mundo de muros, y cada uno de
ellos engendra una nueva libertad (Walzer, 2001: 93).
CRÍTICA 19
El liberalismo tuvo como fin primigenio poner frenos y balances al poder absoluto e
institucionalizar los límites de cualquier poder en favor de la libertad de los individuos.
Para entenderlo, explica Losurdo, hay que ver estos aspectos más allá de los hechos con-
textuales, hay que concentrarnos en su lógica desenvolvente de postulados y principios
que le dan ese poder de organización a las sociedades modernas capitalistas. Esto implica
comprender que fundamentos históricos dieron nacimiento al liberalismo a pesar de sus
prácticas nefastas y atroces, tienen capacidad de adaptación dentro de las estructuras de
acción y pensamiento de una sociedad, de allí que esta corriente haya pasado a ser de un
vector de opresión a un vector de liberación del mundo contemporáneo. Según Losurdo
esto podría ser cierto en la medida que el socialismo por ejemplo aún no ha podido adap-
tarse a las necesidades del siglo XXI, sin embargo nada asegura que en ese arte de las sepa-
raciones que hoy en día plasma el liberalismo contemporáneo surjan nuevas exclusiones;
y, nada asegura tampoco, que el liberalismo actual aunque pueda ser capaz de liberar a
la sociedad de las opresiones y desigualdades germinadas en el seno de la sociedad no
avale opresiones previas en consonancia a los intereses predominantes, por el contrario,
es la propia sociedad la que a través de nuevas propuestas y acciones no necesariamente
liberales deba abrir nuevos caminos para la liberación.
Referencias
Dummont, Louis (1970). Homo hierarchicus. Ensayo sobre el sistema de castas. Madrid:
Aguilar.
Meza, Mario (2012). Domenico Losurdo. Stalin. Historia y crítica de una leyenda
negra. Síntesis Social. Revista de Investigaciones Histórico Sociales (Lima), 4, 302-309.
Walzer, Michael (2001). Guerra política y moral. Barcelona - Buenos Aires - México:
Ediciones Paidós - I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona.