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espacios urbanos
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El circuito "familia-escuela".
En la Argentina de fin de siglo XIX y principios del siglo XX, una vez lograda la
organización institucional del Estado, se plantea como problema el logro de la
integración social en un contexto de crisis política -revolución del '90- del modelo
de Paz y Administración del primer gobierno de Roca (1880-1886). Este modelo,
genera un rápido proceso de modernización y crecimiento demográfico de la
sociedad civil aluvial y trae una serie de consecuencias en relación con la
composición social y moral, vinculadas, fundamentalmente, a la inmigración
europea meridional. En este sentido, en el segundo gobierno del presidente Roca
(1898-1904) se afianza una política de centralización institucional estatal que
apunta a un doble objetivo: por un lado, consolidar un proyecto de apertura hacia
afuera, en procura de una inserción definitiva dentro de un conjunto de naciones
civilizadas, y por el otro, a través de una mirada interna, lograr una
homogeneización geopolítica de toda la Nación a partir de un repertorio
consensuado de emblemas culturales, costumbres sociales e ideologías
nacionales que marcan el desarrollo de la Nación. Las expresiones científicas y
ensayísticas del pensamiento positivista intentan articular una interpretación de
esta realidad social nacional con la acción concreta de instituciones públicas y
estatales -educativas, jurídicas, sanitarias y militares- sobre los problemas de
este contexto señalado: una masa social en proceso de integración; una
distribución marcadamente desigual del crecimiento económico, producto de la
economía agroexportadora favorecida por la coyuntura mundial. Desde el
discurso académico -biologicista y medicalizado- estos y otros obstáculos y
efectos no deseados del proceso de modernización, son interpretados como
expresiones de patologías sociales e individuales. Estas patologías, como por
ejemplo la delincuencia, exigirán una intervención racional para restablecer
desviaciones o favorecer el desarrollo esperado tanto del individuo como de la
sociedad.
Desde este discurso académico, la concepción del niño se aleja de la figura del
niño inocente, ángel, libre de pecados. En el marco de la ley biogenética
fundamental haeckeliana, según la cual el desarrollo del individuo recapitula las
etapas del desarrollo de la propia especie, adquiere la categoría de “evidencia”
que el niño contenga manifestaciones de violencia de la personalidad primitiva y
poco desarrollada del hombre en su adaptación al medio. Constituye una
analogía entre el período infantil de la humanidad y las etapas infantiles del futuro
adulto.
Está claro que uno de los temas de la historia social occidental moderna es la
construcción de la familia burguesa, cuya conformación se produce de manera
paralela y a la vez innescindible con el lugar símbolico y real que tendrá la niñez
en el mundo de los adultos. En ese sentido destacar una dimensión particular del
circuito familia-niño no puede dejar de lado plantearla desde una historia
de valores, creencias y representaciones con un fuerte impacto en el
mundo moral. Es decir aceptar que no es solamente la faz pública de la
institución familiar desde donde se puede pensar la emergencia del niño como
nuevo actor social. Se necesita, en ese sentido, indagar la faz subjetiva e íntima
de vínculos que tienden a constituirse en un campo de tensiones entre la
dimensión gobernada por los ideales del orden público y político de las
sociedades modernas y la experiencia individual, psicológica de los integrantes
del seno familiar.
Ahora bien, la eficacia del sistema de educación pública plantea una doble
exigencia: definir claramente los fines de la educación (en concordancia a los
fines de la sociedad en la que se desarrolla) e implementar los medios
adecuados para el logro de aquellos fines. En los discursos pedagógicos,
aparece asumida como “natural” cierta valoración ideológica en relación con los
fines, al mismo tiempo que la pedagogía y la didáctica se presentan como
disciplinas científicas, objetivas y neutras, que basan sus conclusiones en el
conocimiento psicológico científico y en la reflexión filosófica “positiva”, en tanto
reflexión a partir de lo que los hechos muestran y como complemento de los
mismos. Se busca en la psicología el conocimiento científico de los procesos de
conocimiento (en relación con los problemas del conocimiento en general), y del
desarrollo del niño (en relación con las cuestiones evolutivas), a partir del cual los
educadores intentan "deducir" conclusiones prescriptivas que guían las
intervenciones didácticas. Desde estas ideas se intenta fundamentar la
necesidad de desarrollar una “pedagogía nacional”, una “pedagogía argentina”,
que persiga como fin primordial el desarrollo de la nacionalidad. Se señala la
necesidad de partir de un nivel local e inmediato para luego acceder al plano de
lo universal y a los ideales más lejanos. También aparece aquí la idea sobre la
posibilidad y la necesidad de prever la dirección de la evolución y anticiparse a él
para evitar o corregir desviaciones, interrupciones, etc. En última instancia, toda
intervención que no sea exclusivamente sobre lo orgánico, supone una
intervención educadora, y como tal es interpretado como una intervención
psicológica, ya que se actúa sobre los procesos de conocimiento, el desarrollo de
aptitudes y de comportamiento.
"Lo normal" en el ámbito escolar queda definido como "la norma de desempeño
esperable para la etapa evolutiva en la que se encuentra el niño". Pero esta
norma encierra, paradójicamente y en forma oculta, una descripción estadística y
una valoración ideal, a partir de la cual lo que se aleja de ella significativamente
es catalogado como "anormal". La "norma" pretende apoyarse en una norma
natural, definida por la propia evolución. Esto conlleva a que ciertas carencias del
niño con respecto al estado adulto sean “toleradas” como normales. Sin
embargo, esta norma supuestamente naturalencierra un ideal, el ideal educativo
propio del ámbito escolar. Y como la escuela, en cuanto proyecto moderno,
encarna los ideales de racionalidad propios de la cultura occidental adulta, la
definición de la norma y lo normal en el niño-alumno queda enraizada en un ideal
propio de la etapa adulta de una determinada cultura. Así, la indisciplina se
plantea como un problema de intervención sobre la desviación con respecto a la
norma, como un problema de intervención sobre lo anormal. De esta forma no se
ve la contradicción entre postular como conocimiento natural las tendencias
violentas en la evolución individual del niño (que reproduciría etapas más
primitivas de la evolución de la humanidad) y concebir la indisciplina como algo
anormal.
La vida en la calle.
No se trata ya de la calle como ámbito de encuentro con los amigos del barrio,
que se complementa con el hogar al que siempre se puede volver en busca de
refugio. En esos casos, siguen siendo la casa o la escuela los lugares
privilegiados. Se trata más bien de la "calle" en tanto ausencia de refugio, en
donde la privacidad ha dejado de existir como tal ya que todo queda a la vista,
donde el propio espacio es aquel por el que todos circulan, es de todos y de
nadie a la vez, fuente de peligros y de inmoralidad en tanto no respeta los límites
de la privacidad e intimidad. Como señala PhilippeAriès , la calle sólo deja de ser
inmoral cuando se convierte en un lugar de tránsito y cuando pierde "el carácter y
la tentación de la permanencia".
"La inhabilidad de los padres está determinada por una multitud de problemas,
siendo uno de los más fundamentales el industrialismo, que, al llevar a la mujer a
la fábrica, obliga al abandono de los hijos, unido esto a las dificultades que, en
general, presenta la vida obrera en nuestro país".
"(...) La mayor parte de los [menores] penados, con familia, son los hijos
menores de hogares pobres, cuyos padres necesitan el día íntegro para obtener
el sustento de todos, con lo que se ve claramente que la vagancia tiene que ser
un modo de vida común de vida en esos menores."
"Los hijos llegan a ser una carga pesada y nadie puede sorprenderse, si
conoce las condiciones de la vida obrera, y de los barrios bajos de nuestra
metrópoli, si de 200 menores detenidos en la cárcel de Encausados, 83 no
recibieron visita alguna durante su estadía en el establecimiento; 81, furon
visitados por uno de los padres solamente y solo 36 casos se registró la visita de
ambos padres. Se sabe, también, depadres que han cambiado secretamente de
domicilio, estando el hijo preso, para perderlo definitivamente".
"Son muchos los menores que, en esas condiciones huyen de tales hogares;
como son muchas las menores que ceden a los halagos del "niño" de la casa,
que encuentra cómodo, compatible con la moral, prostituir a la hija de nadie que
en ella se alberga."
"Es esto un foco de dlincuencia en el que la falta de una familia propia, y la falta
de dirección moral de la ajena -sería interesante que la defensoría averiguara
cuántos, de los niños depositados en casas particulares van a la escuela-
pervierte al menor ..."
No lo debéis maltratar.
-¿No le he de castigar
Las acciones que se realizan para resolver estos problemas específicos se dan
en campos diferentes. Desde el punto de vista del derecho promulgado, el
Código Penal de 1886, sostine en el artículo 81 inciso 2º que los menores de 10
años están exentos de pena. La ley presume juris et jure que a esa edad no
existe discernimiento en el niño. El inciso 3º del mismo artículo dice: "Quedan
exentos de pena: los mayores de 10 años y menores de 15 a no ser que hayan
obrado con discernimiento". Como el juez tiene que decidir si ha obrado con
discernimiento o no para declararle culpable, debe indagar y apoyarse en
informaciones confiables antes de establecer una conclusión fundamentada. El
problema del discernimiento no es, por otra parte, una cuestión menor, ya que
dentro del marco naturalista determinista de pensamiento que se extiende por
estos años, el libre albedrío y la responsabilidad terminarán constituyendo
categorías metafísicas incompatibles con la "nueva concepción científica" de la
moral y el derecho.
"En el transcurso del año pasado al retirarnos una mañana de nuestro servicio
en el Hospital Alvear, un grupo de cinco o seis madres que acababan de ser
dadas de alta conjuntamente con sus hijitos, lloraban amargamente, al
despedirse de la Maternidad. Nuestro primer impulso fué sospechar que sólo se
trataría de la exteriorización de un sentimiento de cariño o de gratitud para con la
casa que las había rotulado madre; pero después la sospecha de que a su vez
pudiera ser la resultante de alguna inconveniencia, nos determinaron a indagar
su verdadera causa.
(...) Ahora bien, si por accidente, alguna de estas menores llega a ser madre,
no obstante las generosas prescricpciones de la ley y el celo y paternal interés de
los señores defensores de menores, la menor no encuentra ya hogar que la
ampare con su hijo.
Ilustración Nro. 1
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Ilustración 2
Hacia 1914, veintidos años después del Congreso Pedagógico Nacional, el país
cuenta con seiscientos cuarenta y cuatro escuelas para 190.000 alumnos. Pero
era la mitad de la población en edad escolar. Tanto en las zonas urbanas como
rurales las menores tasas de escolaridad corresponden a los sectores de
menores recursos económicos. El sueño sarmientino de difundir la instrucción
pública entre las clases y las regiones del país menos favorecidas se encontraba
lejos de concretarse.
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Ilustración Nro. 3
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Ilustración Nro. 4
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Ilustración Nro. 5
La tarea emprendida por las instituciones del Estado tendientes a formar y educar
a los niños argentinos, desde una perspectiva psicosocial, consistió en imponer la
identidad nacional a los hijos de inmigrantes: reverenciar a los símbolos patrios
así como participar de la ceremonia diaria de entonación del Himno nacional. En
esto se basó el ideal de formación patriótica-pedagógica: incorporar símbolos y
emblemas que constituiran los valores de la nacionalidad.
Ilustración 6:
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Ilustración Nro. 7
Para los niños del Centenenario los espacios abiertos se constituian en una
necesidad vital para gozar del sol y del aire libre. Una alternativa es la puerta de
entrada a la urbe cosmopolita, ya que por ese entonces Buenos Aires
prácticamente no contaba con plazas de juegos distribuidas en el espacio
urbano.
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(Al margen)
Ilustración 9.
(Al margen)
(Al margen)
Ilustración Nro. 11
"Niños en un acto político", 1905
La confrontación con las políticas del estado por parte de los grupos socialistas y
libertarios exhibian un ideario basado en la responsabilidad y el protagonismo de
clase. Esta concepcíon de un individuo, pleno de derechos, que constituiría un
nuevo orden social y económico, una nueva sociedad, se sostenía en la lucha y
la participación de todo el conjunto del pueblo sin exclusiones.
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Ilustración Nro. 12
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