Vous êtes sur la page 1sur 8

EL LUGAR DE LAS POSESIONES EN LA VIDA

Lucas 12:13-34

Uno de tantos se dirigió a Jesús, y le pidió: Maestro, hazme el favor de decirle a mi hermano que reparta la herencia
conmigo. -¡Pero, hombre! -le contestó Jesús- ¿quién me ha puesto a mí de juez o repartidor entre vosotros? -Y entonces
se dirigió a todos-: ¡Guardaos muy mucho de toda clase de avaricia! La vida humana no consiste en la cantidad de
riquezas que se tienen-. Y entonces les contó una parábola-: Érase una vez un tío muy rico, y su hacienda producía unas
cosechas de miedo. Y él cavilaba y se decía para sus adentros: ¿Qué voy a hacer ahora? Porque ya no tengo sitio donde
meter toda la cosecha.» Y tuvo una idea: «¡Ya sé lo que voy a hacer! Voy a derribar los almacenes y a construirlos más
grandes, y así podré guardarme todas mis cosechas y mis riquezas. Y entonces me diré: ¡Venga, tú! ¡Ahora sí que tienes
un montón de cosas buenas seguras para mucho tiempo! ¡Deja ya de trabajar, y dedícate a comer y a beber lo que te dé
la gana, y a pasártelo bien!» Pero entonces Dios le dijo: «¡Idiota! Esta misma noche te vas a morir, ¿y quién va a disfrutar
de todo lo que has almacenado?» Eso es lo que le pasa al que no se preocupa más que de amasar riquezas, y para Dios
es un pobre hombre.

No era extraño en la Palestina de aquel tiempo el llevar los pleitos a los rabinos más respetables; pero Jesús se negó a
dejarse involucrar en cuestiones de dinero. Eso sí: aprovechó la ocasión para establecer cuál había de ser la actitud de
sus seguidores en relación con las cosas materiales. Jesús tenía algo que decirles tanto a los que tenían abundancia de
bienes materiales como a los que no.

(i) Jesús dirigió esta parábola del Rico Insensato a los que tienen muchos bienes de este mundo. Dos cosas resaltan en
ese hombre.

(a) Nunca veía más allá de sí mismo. Es la parábola en que aparecen más palabras de la primera persona: yo, me, mí,
mi, mío. A un alumno le preguntaron una vez qué clase de palabras eran mío y tuyo, y contestó: «Pronombres agresivos»
-en vez de posesivos. El rico insensato era agresivamente egoísta. Si le sobraba algo, no pensaba en dárselo a nadie.
Toda su actitud era lo contrario del Evangelio: en vez de negarse a sí mismo se afirmaba agresivamente a sí mismo; en
vez de encontrar la felicidad en el dar, la buscaba en el guardar para sí.
El principio de John Wesley era ahorrar todo lo que pudiera, y dar todo lo que pudiera. Cuando estaba en Oxford tenía
unos ingresos de 30 libras al año: vivía con 28 y daba las otras 2. Cuando sus ingresos ascendieron a 60 libras, a 90 y a
120 al año, todavía vivía con 28 y daba el resto. El inspector general de la plata le dijo que tenía que pagar un impuesto,
y Wesley contestó: " Tengo dos cucharillas de plata en Londres y otras dos en Bristol. Esa es toda la plata que tengo de
momento, y no tengo intención de comprar más mientras haya tantas personas a mi alrededor que necesitan pan.» Los
Romanos tenían el dicho de que el dinero es como el agua del mar: cuanta más se bebe, más sed se tiene. Mientras se
tenga la actitud del rico insensato, el deseo es tener más -y eso es lo contrario del Evangelio.

(b) Nunca veía más allá de este mundo. Todos sus planes eran para esta vida. Una vez estaban hablando un joven
ambicioso y un hombre mayor que conocía la vida. El joven decía: " Me prepararé para una profesión.» Y el hombre le
preguntaba: " ¿Y luego?» «Pondré un negocio.» «¿Y luego?» " Haré una fortuna.» "¿Y luego?» «Supongo que me iré
haciendo viejo, y me retiraré y viviré de las rentas.» "¿Y luego?» «Bueno, supongo que algún día me tendré que morir.»
«¿Y luego?» ¡Inquietante final! El que no quiere acordarse de que hay otra vida está destinado a sufrir la más trágica
desilusión.

(ii) Pero Jesús tenía algo que decirles a los que tenían pocos bienes de este mundo. En todo este pasaje, lo que Jesús
prohíbe es la ansiedad o la preocupación. Jesús no dijo nunca que tenemos que vivir como unos vagos, o manirrotos, o
pródigos. Lo que sí dijo es que tenemos que hacerlo todo lo mejor posible, y dejar el resto a Dios. Los lirios de los que
habla Jesús eran las amapolas, que pueblan las laderas de los montes después de los infrecuentes chubascos
veraniegos. En un día florecen y mueren. La leña escaseaba en Palestina, y se usaba la hierba y las flores secas para
calentar el horno. "Si Dios -dijo Jesús- se cuida de los pájaros y de las flores, ¡cuánto más se cuidará de vosotros!»

Jesús dijo: " Buscad en primer lugar el Reino de Dios.» Ya hemos visto que el Reino de Dios se hace realidad en la
Tierra cuando se hace la voluntad de Dios tan perfectamente como en el Cielo; así es que Jesús estaba diciendo: "
Aplicad todo vuestro esfuerzo a obedecer a la voluntad de Dios, y contentaos con eso. Mucha gente aplica todos sus
esfuerzos a amontonar cosas que por naturaleza no pueden durar. Trabajad por las cosas que duran para siempre, que
no tendréis que dejar atrás cuando salgáis de este mundo, sino que podréis llevar con vosotros.»
En Palestina, como en el resto del mundo, la riqueza se veía muchas veces en la manera de vestir; ¡pero la ropa lujosa
puede ser presa de las polillas! En cambio, si una persona viste su alma con ropa de honor y pureza y bondad, nada de
este mundo la puede estropear. Si buscamos nuestro tesoro en el Cielo, allí se orientarán los anhelos del corazón; y, si
en la Tierra, en ella quedará retenido nuestro corazón, y algún día tendremos que decirles adiós; porque, como dice el
tenebroso y realista proverbio español, «Una mortaja no tiene bolsillos.»
La avaricia,Mat_12:13-21.
13
Díjole uno de la muchedumbre: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. u El le respondió:
Pero, hombre, ¿quién me ha constituido juez o partidor entre vosotros? 15Les dijo: Mirad de guardaros de toda
avaricia, porque, aunque se tenga mucho, no está la vida en la hacienda. 16 Y les dijo una parábola: Había un
hombre rico, cuyas tierras le dieron gran cosecha. 17 Comenzó él a pensar dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré,
pues no tengo donde encerrar mi cosecha? 18 Y dijo: Ya sé lo que voy a hacer: demoleré mis graneros y los
haré más grandes, y almacenaré en ellos todo mi grano y mis bienes, 19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos
bienes almacenados para muchos años; descansa, come, regálate. 20 Pero Dios le dijo: Insensato, esta misma
noche te pedirán el alma, y lo que has acumulado, ¿para quién será? 21 Así será el que atesora para sí y no
es rico ante Dios.

Lc pone una introducción histórica, que le da motivo para insertar luego la parábola sobre la avaricia. Es el
único evangelista que la trae.
Una persona le pide un día, basado en el prestigio que tenía, más que como un simple rabí, que
intervenga en un asunto familiar. En la Ley se decía que el hermano mayor, cuando eran dos, llevaría dos
partes de la hacienda, y el menor una (Deu_21:17). Pero, cuando eran más hermanos, los rabinos resolvían la
cuestión de maneras distintas 3. En la Mishna hay una sección para las herencias, y que era orientadora para
las consultas que les hacían a los rabinos. Nada se dice aquí si el mayor retenía injustamente la parte del
menor o si, siendo varios, a éste no le satisfacía la solución aceptada según el criterio rabínico. En todo caso,
siempre era un asunto enojoso la intromisión en partición de herencias, y, sobre todo, Cristo le hace ver que
su misión es otra, no la de arreglar cuestiones materiales. “No quiere aparentar que aprueba una actitud de
absorción por los bienes de este mundo” (Harrington).
Y Lc relata la parábola de Cristo contra la avaricia. Lo que sugiere en el hermano antes citado una
retención injusta de la hacienda (v.15).
Cristo hace la pintura colorista de un rico que sólo se dedica a atesorar riquezas, pensando disfrutar
largos años de buena vida con ellas. Pero la muerte le sobrevino: la avaricia le hizo no poder disfrutarlas 4. La
palabra “alma” (ψυχή ) está por vida. Se le llama “insensato” (φρων ) que en A.T. (Sal 14) se aplica al que, en
la práctica, niega a Dios; aquí absorbido por las riquezas de la vida. Y termina con esta sentencia: “Así será el
que atesora para sí y no es rico ante Dios.”
Acaso en su situación en el kérigma de la Iglesia se la valore en función “escatológica.”
Este versículo añade un elemento nuevo a la parábola. Esta hace ver la inutilidad del atesorar para
prolongar la existencia, pero aquí se añade un pensamiento nuevo: la riqueza en función de la vida eterna.
Por eso algunos la tienen por un elemento “adventicio” a la parábola, aunque tomado de otra sentencia del
Señor 5.

[=] * Mt 6:19
[.] LA CODICIA. - LA PRODUCCION ¿Quién me ha nombrado juez o repatidor entre ustedes? Jesús no
resuelve pleitos judiciales como hacían los maestros de la Ley, por el hecho de que la Ley decidía tanto sobre
asuntos civiles como sobre cuestiones religiosas. Eso le permitió reservar su autoridad para lo esencial
desenmascarar la codicia que nos domina es más importante que examinar los derechos de cada uno.
Eviten con gran cuidado toda clase de codicia (15). No se trata de que vivamos resignados en la mediocridad
o la miseria, de que estemos conformes con dormir diez personas en la misma pieza o marginados de la
educación. Pues sabemos que todo esto impide el desarrollo de las personas conscientes de su dignidad y de
su vocación divina. Toda la Biblia aspira a formar una comunidad humana auténtica, que no puede existir
mientras unos pocos sean dueños de la riqueza, de la cultura y las responsabilidades. Pero una cosa es
buscar la justicia porque sin ella no hay paz ni comunión, y otra es fijarse en lo que tienen otros para compartir
su codicia. Hoy pretendemos exigir la justicia, pero mañana solamente nos preocuparemos por tener más.
Esta codicia nunca nos permitirá descansar y, desde ya, nos cierra la puerta del Reino. No son sus
posesiones las que le dan vida. Que tu preocupación por obtener lo que te falta no te haga descuidar lo que
hoy te daría vida. Aquí deberíamos dejar la palabra a todos esos hermanos nuestros que, sumidos en la
pobreza o la marginación, siguen siendo personas que viven, en el sentido más fuerte de la palabra;
¿debemos tener compasión de ellos, o bien hemos de contarlos entre los pocos que ya gozan del Reino de
Dios? Uno de los mayores obstáculos que se presentan en el esfuerzo por liberar a los pueblos es su propia
codicia.
El día que acepten participar en los grandes boicots y no se dejen dividir por las promesas en beneficio de tal
o cual categoría, serán más fuertes que cualquier trust o mafia, y encontrarán la vida como pueblos. ¿Qué
voy a hacer? El rico de la parábola proyectaba construir graneros más amplios para su solo beneficio, y Jesús
lo condena. También nosotros debemos preguntarnos sobre lo que deberíamos cambiar en nuestro
comportamiento para que la economía permita una distribución mejor de las riquezas. El que trabaja para
Dios sabe encontrar su felicidad en el momento. Procura crear donde vive un tejido de relaciones sociales,
mediante las cuales cada uno da a los demás y recibe de ellos, en vez de ambicionar y conquistar las cosas
en forma egoísta.

El pasaje arriba trascrito presenta el ejemplo singular de un hombre que parecía dispuesto a mezclar
las cosas de este mundo con la religión. Tal vez tenía una vaga esperanza de que Jesús fuera a
establecer un reino en este mundo y a gobernar sobre la tierra y resolviendo hacer pronto una
súplica respecto de sus asuntos pecuniarios, rogó a nuestro Señor que interviniese en la distribución
de su herencia. Acaso otros oyentes estaban pensando en la vida venidera. El individuo de quien
hablamos estaba más afanado por la vida presente.
Cuantos oyentes del Evangelio no se parecen a ese hombre. Cuantos no están formando planes y
proyectos respecto de lo que pertenece al tiempo, aún a vista de las cosas de la eternidad. El
corazón del hombre no convertido es siempre el mismo. Ni aún Cristo, cuando predicaba, pudo
atraer la atención de todos los que le oían. En nuestros días, pues, el ministro del Evangelio no debe
extrañar si observare, en el seno de su congregación, falta de atención y apego al mundo.
El siervo no debe esperar que sus sermones sean mejor apreciados que los de su Maestro.
Notemos que admonición tan solemne hace nuestro Señor respecto de la avaricia. "Mirad y
guardados de la avaricia." A poco conduciría averiguar cual es el pecado más común en el mundo.
Puede asegurarse, sin embargo, que no hay ninguno al cual el corazón sea más propenso que el de
la avaricia. Fue uno de los pecados que causaron la caída de algunos ángeles. Estos no estaban
contentos con su primitivo estado y codiciaron algo mejor. Fue uno de los pecados que causaron la
salida de Adán y Eva del paraíso, y que trajeron la muerte al mundo. Nuestros primeros padres, no
estando contentos con lo que Dios les dio en el Edén, codiciaron, y de este modo creyeron. Dicho
pecado ha sido, desde la caída, causa fecunda de malestar y desgracia. Guerras, contiendas,
discusiones, envidia, celos, odios de todas clases, casi todos tienen su punto de partida en esta
fuente.
Que la admonición que pronunció nuestro Señor se grave profundamente en nuestro corazón y
produzca frutos en nuestras vidas. Procuremos aprender la lección que Pablo llegó a poseer cuando
dijo: "Yo he aprendido a contentarme con lo que tuviere" Fil. 4.11. Pidamos a Dios que nos de
confianza completa en el cuidado paternal que él ejerce en todos nuestros negocios, y en esa su
sabiduría que dispone todo para bien de la humanidad. Si tenemos poco, podemos estar seguros de
que no sería bueno para nosotros tener más. Si perdemos lo que tenemos, estamos persuadidos de
que hay razón para ello. Feliz aquel que está convencido que cualquier cosa que le sucede es lo
mejor que le podría acaecer, y dejando de alimentar vanos deseos, se contenta con lo que tiene.
Notemos también con cuanto tino ataca nuestro Señor la mundanalidad. Hace la pintura de un rico
mundano cuya mente está totalmente ocupada de las cosas terrenas. Lo describe trazando planes
de la manera como había de arreglar sus bienes, como si fuera dueño de su vida y no tuviera que
hacer otra cosa que decir: "Haré esto", y al instante quedara hecho. En seguida cambia la escena, y
representa a Dios pidiendo el alma de este avaro, y haciéndole esa pregunta solemne: "¿Y lo que
has aparejado, cuyo será?" Es que Jesús quiere que sepamos que el que piensa solo en su dinero
no es más que un insensato.
Contrista y espanta saber que hombres como el de la parábola no son raros. Millares de personas en
todos los siglos han vivido en pugna abierta con los preceptos que Jesús dio en el pasaje de que
tratamos. Millares hay que hacen lo mismo hoy día, que están amontonando tesoros en la tierra y
que no piensan sino en cómo han de aumentarlos. Constantemente están agregando algo a sus
caudales como si hubieran de gozarlos por toda la eternidad, y como si no hubiera muerte, ni juicio,
ni vida futura. Y sin embargo, estos son los hombres que reciben los epítetos ¡inteligentes y
prudentes y sabios! Estos son los hombres que reciben el incienso de la alabanza, encomio y
estimación pública. ¡Verdaderamente el Señor lo ve todo bajo diferente punto de vista que el
hombre! Oremos por los ricos. Sus almas se encuentran en mucho peligro. "El cielo" dijo en su lecho
de muerte un hombre distinguido, "es un lugar al cual llegan muy pocos reyes y muy pocos ricos."
Aun después de convertidos, los ricos tienen que luchar con muchos obstáculos, y con grandes
desventajas recorren el camino que conduce a la salvación. El dinero tiende a endurecer la
conciencia. Es difícil decir lo que haríamos si fuésemos ricos. "Porque el amor del dinero es raíz de
todos los males; el cual codiciando algunos erraron en la fe, y así mismos se traspasaron de muchos
dolores" El pobre tiene muchas desventajas; pero las riquezas pierden más almas que la pobreza.
Notemos, además, en estos versículos, cuán importante es ser rico en cosas espirituales. He aquí la
verdadera sabiduría.
He aquí el mejor modo de antever a las necesidades de la vida futura. Aquel es sabio que no piensa
solo en los tesoros de la tierra, sino también en los del cielo.
¿Cuándo puede decirse que un hombre es rico en cosas espirituales? Solo cuando lo es en gracia,
en fe, en buenas obras.
Sólo cuando ha acudido a Jesús y ha comprado de El "oro afinado en el fuego". Rev. 3.18. Solo
cuando tenga una morada eterna en los cielos "no hecha de mano de hombre". Solo cuando su
nombre esté inscrito en el libro de la vida, y cuando sea hecho heredero de Dios y coheredero de
Cristo. Tal hombre es verdaderamente rico. Su tesoro es incorruptible. Su herencia no se acaba.
Ningún mortal puede arrebatársela. La muerte no puede quitársela de las manos. ¡Todo es suyo:
vida, muerte, presente, porvenir! Aun más, lo que tiene ahora es nada comparado con lo que tendrá
después.
Estas riquezas están al alcance de todos los pecadores que acudieren a Cristo para recibirlas. Ojalá
que nosotros no descansemos hasta que las poseamos. Acaso nos cueste algún sacrifico el
conseguirlas. Acaso seamos víctimas de la persecución, del ridículo y del desprecio; pero
consolémonos con saber que el Juez Universal ha dicho: "Tu eres rico".
Apo. 2.9. Solo el verdadero cristiano es verdaderamente rico y sabio.

13 Díjole uno de la multitud: Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. 14 Pero él le
contestó: ¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o partidor entre vosotros?

El derecho sucesorio judío estaba regulado por la ley mosaica. Se supone una situación agrícola, en la cual el
hermano mayor hereda los bienes raíces y dos tercios de los bienes muebles (Deu_21:17). En el caso que se
propone a Jesús, parece ser que el hijo mayor no quiere entregar absolutamente nada. Dado que el derecho
sucesorio estaba regulado por la ley, fácilmente se recurriría al dictamen y a la decisión de los doctores de la
ley. El hombre del pueblo acude a Jesús, al que trata como a doctor de la ley, a fin de que en el asunto de su
herencia dé un dictamen y con su autoridad ejerza influjo sobre su hermano injusto. Jesús es considerado
como acreditado doctor de la ley, que se presenta y actúa con autoridad.

Cuando el pueblo acude a Jesús con sus miserias del cuerpo y del alma, lo halla dispuesto a socorrerle. En
cambio, el hombre que se presenta con su pleito hereditario tropieza con una repulsa. ¡Hombre! Aquí esta
palabra suena áspera y dura. Jesús no quiere ser juez ni árbitro en los asuntos de los hombres. Las palabras
con que lo expresa traen a la memoria las que fueran respondidas a Moisés cuando quiso dirimir una querella
entre dos hebreos: «¿Y quién te ha puesto a ti como je£e y juez entre nosotros?» (Exo_2:14). En su obrar se
inspira Jesús en las decisiones expresadas por la palabra de Dios en la Sagrada Escritura. La palabra de la
Escritura le muestra también los inconvenientes que tiene el constituirse árbitro en tales asuntos.

Con su palabra se niega Jesús a intervenir para poner orden en las condiciones perturbadas de este mundo y
a decidir con su autoridad en favor de este o del otro orden social. Su misión y la conciencia de su vocación
que le da la voluntad de Dios, la dejó ya bien establecida reiteradamente al comienzo de su actividad en
Nazaret y todavía antes en la tentación en el desierto. Ha sido enviado para anunciar a los pobres el
Evangelio, para llamar a los pecadores (Exo_5:32), para salvar a los que estaban perdidos (Exo_19:10), para
dar su vida en rescate (Mar_10:45), para traer al mundo la vida divina (Jua_10:10).
15 Entonces les dijo: Guardaos muy bien de toda avidez, pues no por estar uno en la abundancia, depende su
vida de los bienes que posee.

Toda ansia de aumentar los bienes es enjuiciada como un peligro del que han de guardarse bien los
discípulos. El ansia de poseer descubre la ilusión de creer que la vida se asegura con los bienes o con la
abundancia de los mismos. La vida es un don de Dios, no es fruto de la posesión o de la abundancia de
bienes de la tierra y de la riqueza. De hecho, no es el hombre el que dispone de la vida, sino Dios.

16 Luego les dijo esta parábola: Un hombre muy rico tenía una finca que le dio una gran cosecha. 17 Y
discurría para sí de esta forma. ¿Qué voy a hacer si ya no tengo dónde almacenar mis cosechas? 18 Y
añadió: Voy a hacer esto: derribaré mis graneros para edificar otros mayores; así podré almacenar allí todo mi
trigo y mis bienes. 19 Y diré a mi alma: Alma mía, ya tienes muchos bienes almacenados para muchos años;
ahora descansa, come, bebe y pásalo bien. 20 Entonces le dijo Dios: ¡Insensato! Esta misma noche te van a
reclamar tu alma, y todo lo que has preparado, ¿para quién va a ser? 21 Así sucederá con aquel que atesora
riquezas para sí, pero no se hace rico ante Dios.

La narración de un ejemplo presenta gráficamente lo que se ha expresado con la sentencia: la vida no se


asegura con los bienes. El rico labrador revela su ideal de vida en el diálogo que entabla consigo mismo: vivir
es disfrutar de la vida: comer, beber y pasarlo bien; vivir es disponer de una larga vida: para muchos años;
vivir es tener una vida asegurada: ahora descansa ¡ética del bienestar! ¿Cómo puede alcanzarse este ideal de
vida? Almacenaré: hay que asegurar el porvenir. Varían las formas de esta seguridad. El labrador edifica
graneros. ¿El moderno hombre de negocios...? La economía de este labrador no tiene otro sentido que el de
asegurar la propia vida.

La entera forma humana de proyectar flaquea. El hombre no tiene en su mano la vida como dueño y señor.
No puede contentarse con hablar consigo mismo: Dios interviene también en el diálogo. Este hombre debería
también tratar con otros hombres, pero le importan tan poco como Dios mismo. El hombre es insensato si
piensa así, como si la seguridad de su vida estuviera en su mano o en sus posesiones. El que no cuenta con
Dios, prácticamente lo niega, y es insensato (/Sal/013/014/01). Que nuestra vida no se asegura con la
propiedad y con los bienes lo pone al descubierto la muerte. Te van a reclamar tu alma: los ángeles de la
muerte, Satán por encargo de Dios. ¡Esta misma noche! El rico había contado con muchos años...

La riqueza que el hombre acumula para sí, con la que quiere asegurarse la existencia terrena, no le
aprovecha nada. Tiene que dejársela aquí, en manos de otros. «Muévese el hombre cual un fantasma, por un
soplo solamente se afana; amontona sin saber para quién» (Sal_39:7). Sólo el que se hace rico ante Dios, el
que acumula tesoros que Dios reconoce como verdadera riqueza del hombre, saca provecho. El querer el
hombre asegurar nerviosamente su vida por sí mismo lleva a perder la vida, sólo la entrega a Dios y a su
voluntad la preserva. ¿Cuáles son los tesoros que se acumulan con vistas a Dios?

Luke 12:16-21 Entonces le dijo uno del auditorio: "Maestro, di a mi hermano que me de la parte que me toca
de la herencia". Mas El le respondió: "Oh hombre, ¿quién me ha constituído a mí juez o repartidor entre
vosotros?" Y les dijo: "Estad alerta, y guardaos de toda avaricia; que no depende la vida del hombre de la
abundancia de bienes que posee". (vv. 13-15)
Y les contó una parábola diciendo: "El campo de un hombre rico había llevado abundantes frutos. Y él
pensaba entre sí mismo, y decía: ¿Qué haré porque no tengo en dónde encerrar mis frutos? Y dijo: Esto haré:
Derribaré mis graneros, y los haré mayores; y allí recogeré todos mis frutos y mis bienes. Y diré a mi alma:
Alma, muchos bienes tienes allegados para muchísimos años: descansa, come, bebe, ten banquetes. Mas
Dios le dijo: Necio, esta noche te vuelven a pedir el alma, ¿lo que has allegado, para quién será? Así es el que
atesora para sí y no es rico en Dios". (vv. 16-21)

San Ambrosio
Todo lo que precede nos enseña a sufrir por confesar al Señor, o por el menosprecio de la muerte, o por la
esperanza del premio, o por la amenaza del castigo eterno, del que nunca se obtiene el perdón. Y como la
avaricia suele tentar con frecuencia la virtud, nos da un precepto y un ejemplo para combatir esta pasión; por
eso cuando dice: "Entonces le dijo uno del pueblo: Maestro, di a mi hermano que me dé la parte que me toca
de la herencia".
Teófil
Como estos dos hermanos disputaban sobre la partición de la herencia del padre, era de suponer que el uno
quisiera engañar al otro. El Señor, pues, enseñándonos que no debemos inclinarnos hacia las cosas terrenas,
rechaza a aquel que le llama para la división de la herencia. Por esto sigue: "Mas le respondió: Oh hombre,
¿quién me ha constituido a mí juez o repartidor entre vosotros?".

Beda
Aquel que quiere molestar con la partición de la tierra al Maestro -que recomienda la alegría de la paz
celestial-, merece con razón que se le llame hombre; como dice San Pablo (1Co_3:3): "Puesto que hay entre
vosotros celos y cuestión ¿no sois hombres?".

San Cirilo, in Cat. graec. Patr


El Hijo de Dios, cuando se hizo hombre semejante a nosotros, fue constituido por Dios Padre, Rey y Príncipe
sobre su santo monte de Sión, anunciando la ley divina.

San Ambrosio
Por esta causa prescinde de lo terreno Aquel que había descendido por las cosas divinas. No quiere ser juez
de los pleitos, ni árbitro de las facultades, siendo juez de los vivos y de los muertos y el árbitro de los méritos.
Por esto hay que considerar no lo que pides sino de quién lo pides; además procura no llamar hacia cosas de
menor importancia la atención del que se ocupa de otras más interesantes.1 Por esta causa es rechazado con
razón aquel hermano que procuraba ocupar al Dispensador de las gracias celestiales en las cosas
corruptibles, cuando entre hermanos no debe ser el juez, sino el cariño, el que medie en la partición del
patrimonio. Y los hombres han de mirar más al patrimonio de la inmortalidad que al de las riquezas.

Beda
Con motivo de habérsele presentado este necio pretendiente, exhortó contra la peste de la avaricia a las
turbas y a sus discípulos, con sus preceptos y ejemplos; por lo cual prosigue: "Y les dijo: Estad alerta y
guardaos de toda avaricia". Dice, pues, de toda avaricia, porque algunas cosas parecen hacerse con
sencillez, pero la conciencia discierne la intención con que se hacen.

San Cirilo, ubi sup


De toda avaricia, esto es, de la grande y de la pequeña, porque la avaricia es inútil, como dice el Señor por
medio de Amós (Amó_5:11): "Edificaréis casas magníficas, y no habitaréis en ellas"; y en otro lugar
(Isa_5:10): "Diez obradas de viña llenarán un lagar pequeño, y treinta modios de simiente darán tres modios".
Y hace ver también de otro modo que es inútil, diciendo: "Que la vida de cada uno no está en la abundancia
de las cosas".

Teófil
Esto dice el Señor para confundir la intención de los avaros que se empeñan en amontonar riquezas como si
hubieran de vivir siempre. ¿Pero acaso te harán vivir más tiempo las riquezas? ¿Por qué sufres entonces un
trabajo cierto por un descanso incierto? Porque es dudoso si llegarás a la vejez, para la que tanto atesoras.

Notas
1. "La petición cristiana está centrada en el deseo y en la búsqueda de Reino que viene, conforme a las
enseñanzas de Jesús. Hay una jerarquía en las peticiones: primero el Reino, a continuación lo que es
necesario para acogerlo y para cooperar a su venida (...) Al orar, todo bautizado trabaja en la Venida del
Reino. Cuando se participa así en el amor salvador de Dios, se comprende que toda necesidad pueda
convertirse en objeto de petición" Catecismo de la Iglesia Católica, 2632-2633.

Teofilato
Después que dijo que la vida humana no se prolongaba por tener muchas riquezas, para que se creyera en
esto continúa de este modo: "Y les contó una parábola diciendo: El campo de un hombre rico", etc.

San Basilio, hom. de divit. agri fertilis


Si este hombre no hizo buen uso de la abundancia de sus frutos -frutos en los que se patentiza la generosidad
divina, que extiende su bondad hasta los malos, lloviendo lo mismo sobre los justos que sobre los injustos-,
¿de qué modo paga, pues, a su bienhechor? Este hombre olvida la condición de su naturaleza y no cree que
debe darse lo que sobra a los pobres. Los graneros no podían contener la abundancia de los frutos, pero el
alma avara nunca se ve llena. Y no queriendo dar los frutos antiguos por la avaricia, ni pudiendo recoger los
nuevos por su abundancia, sus consejos eran imperfectos y sus cuidados estériles. Por lo cual sigue: "Y él
pensaba entre sí mismo", etc. Se quejaba también como los pobres, pues el el oprimido por la miseria se
pregunta, ¿qué haré?, ¿en dónde comeré?, ¿dónde me calzaré? También este rico dice lo mismo, porque
oprimen su alma las riquezas que proceden de sus rentas. Y no quiere desprenderse de ellas para que no
aprovechen a los pobres, a semejanza de los glotones que prefieren morir de hartura a dar a los pobres lo que
les sobra.

San Gregorio, moralium 15,2


¡Oh angustia nacida de la saciedad! Diciendo ¿qué haré?, manifiesta que se halla como oprimido por los
efectos de sus deseos y, digámoslo así, por el peso de sus riquezas.

San Basilio, hom 6 ut supra


Debía haber dicho "abriré mis graneros y convocaré a los pobres". Pero piensa, no en repartir, sino en
amontonar. Continúa, pues: "Y dijo, esto haré; derribaré mis graneros". Hace bien, porque son dignos de
destrucción las adquisiciones de la maldad: destruye tu también tus graneros, porque de ellos nadie ha
obtenido consuelo. Añade: "Y los haré mayores". Y si también llenas éstos, ¿volverás acaso a destruirlos?
¿Qué cosa más necia que trabajar indefinidamente? Los graneros son para ti -si tú quieres- las casas de los
pobres; pero dirás: ¿a quién ofendo conservando lo que es mío? Y prosigue: "Y allí recogeré todos mis frutos
y mis bienes". Dime, ¿qué bienes son los tuyos? ¿De dónde los has tomado para llevarlos en la vida? Como
los que llegan temprano a un espectáculo, impiden que participen los que llegan después, tomando para sí lo
que está ordenado para el uso común de todos, así son los ricos, que apoderándose antes de lo que es
común, lo estiman como si fuese suyo. Porque si cualquiera que habiendo recibido lo necesario para
satisfacer sus necesidades, dejase lo sobrante para los pobres, no habría ni ricos ni pobres.

San Cirilo, in Cat. graec. Patr


Es de notar lo inconsiderado de sus palabras cuando dice: "Allí recogeré todos mis frutos", creyendo que sus
riquezas no le vienen de Dios, sino que son el fruto de sus trabajos.

San Basilio, ut supra


Pero si confiesas que los frutos provienen del cielo, ¿será injusto Dios cuando nos distribuye sus dones de
una manera desigual? ¿Por qué tú vives en la abundancia y el otro pide limosna, sino para que consiga el
primero el mérito de la caridad y el último el que se alcanza con la paciencia? ¿No serás por ventura
despojador, reputando tuyo lo que has recibido para distribuirlo? Es el pan del hambriento el que tú tienes, el
vestido del desnudo el que conservas en tu guardarropa, es el calzado del descalzo el que amontonas y la
plata del indigente la que escondes bajo la tierra. Cometes, pues, tantas injusticias cuantas son las cosas que
puedes dar.

Crisóstomo, hom 8 in ep. 2 ad Tim


También se equivoca el que toma como bienes lo que es indiferente; porque hay cosas que son buenas, otras
malas y otras medianas. La castidad, la humildad y otras virtudes semejantes, son de las primeras; y cuando
el hombre las elige, hace el bien. Las opuestas a éstas son las malas, y hace el mal el hombre que las acepta.
Y, en fin, las medianas, como por ejemplo las riquezas, son las que se destinan al bien, como en la limosna, o
al mal, como en la avaricia. Lo mismo sucede respecto de la pobreza, que lleva a la blasfemia o a la sabiduría,
según los sentimientos de los que la padecen.

San Cirilo, in eadem Cat. graec. Patr


El rico no prepara graneros permanentes, sino caducos y, lo que es más necio, se promete una larga vida.
Sigue pues: "Y diré a mi alma: alma, muchos bienes tienes allegados para muchos años". Pero, oh rico, tienes
frutos en tu granero ciertamente, pero ¿cómo podrás obtener muchos años de vida?

San Atanasio, contra Antigonum ex eadem Cat. graec


Si alguno vive como si hubiese de morir todos los días -porque es incierta nuestra vida por naturaleza-, no
pecará, puesto que el temor grande mata siempre la mayor parte de las voluptuosidades; y al contrario, el que
se promete una vida larga, aspira a ellas. Prosigue, pues: "Descansa -esto es, del trabajo-, come, bebe y
goza"; esto es, disfruta de gran aparato.

San Basilio, hom 6 super destruam horrea mea


Piensas tan poco en los bienes de tu alma, que ofreces a ésta los alimentos del cuerpo. Sin embargo si tiene
virtud, si es fecunda en buenas obras, si se unió a Dios, posee muchos bienes y disfruta de grande alegría.
Pero como eres todo carnal y estás sujeto a las pasiones, tu devoción depende del vientre y no del alma.

Crisóstomo, hom. 39, in 1 ad Cor


No conviene, pues, darse a las delicias de la vida, engordar el cuerpo y enflaquecer el alma, cargarla de peso,
envolverla en tinieblas y en un espeso velo; porque en las delicias se avasalla el alma que debe ser la que
domine, y domina el cuerpo que debe ser esclavo. El cuerpo no necesita de placeres sino de alimento, para
que se aliente, y no se destruya y sucumba; y no solamente para el alma, sino que también para el cuerpo son
nocivos los placeres, porque el que es fuerte se hace débil, el sano enfermo, el ligero pesado, el hermoso
deforme y viejo el joven.

San Basilio, ut supra


Se le permite deliberar sobre todas las cosas y manifestar su propósito con el fin de que reciban sus pasiones
el castigo que merecen. Pero mientras habla en secreto, sus palabras son examinadas en el cielo, de donde
le viene la respuesta. Y continúa: "Mas Dios le dijo: necio, esta noche te vuelven a pedir el alma", etc. Atiende
al nombre de necio, que te corresponde, que no te ha impuesto ningún hombre, sino el mismo Dios.

San Gregorio, Moralium 22,12, super Iob 31,24


Desaparece aquella misma noche el que se prometía vivir mucho tiempo; de modo que el que había previsto
una larga vida para él, amontonando medios de subsistencia, no vio el día siguiente de aquel en que vivía.

Crisóstomo, in Matthaeum hom. 29


"Te pedirán". Pedía, pues, su alma sin duda algún valioso poder enviado al efecto. Porque, si cuando
pasamos de una ciudad a otra necesitamos quien nos guíe, con mucha mayor razón necesitará el alma
separada del cuerpo ser guiada cuando pase a la vida futura. Por esto el alma resiste muchas veces y se
abisma cuando debe salir del cuerpo; porque siempre nos asusta el conocimiento de nuestros pecados
especialmente cuando debemos ser presentados ante el juicio terrible de Dios. Entonces se presenta a
nuestra vista la serie de nuestros crímenes, y teniéndolos delante de nuestros ojos, nuestra imaginación se
estremece. Además, como los encarcelados que siempre están afligidos, pero particularmente cuando deben
presentarse al juez, así el alma se atormenta y duele por sus pecados, sobre todo en este momento, y mucho
más al salir del cuerpo.

San Gregorio, Moralium 15,1 super Iob 34,19


Es arrebatada el alma por la noche, cuando se exhala en la oscuridad del corazón; es arrebatada por la noche
cuando no quiso tener la luz de la inteligencia con que debía prever lo que podía padecer. Añade pues: "¿Lo
que has allegado para quién será?".

Crisóstomo, in Cat. grac. Patr., ex hom. 23, in Gener


Aquí lo dejarás todo, no solamente no recibiendo ventaja ninguna, sino llevando sobre tus hombros la carga
de tus pecados. Y todo lo que has amontonado, acaso vendrá a parar a mano de tus enemigos, siendo tú, sin
embargo, a quien se pedirá cuenta de ello. Prosigue: "Así es el que atesora para sí y no es rico para Dios".

Beda
Este es un necio y desaparecerá de noche. Luego el que quiere ser rico para Dios, no atesore para sí, sino
distribuya sus bienes entre los pobres.

San Ambrosio
En vano amontona riquezas el que no sabe si habrá de usar de ellas; ni tampoco son nuestras aquellas cosas
que no podemos llevar con nosotros. Sólo la virtud es la que acompaña a los difuntos. Unicamente nos sigue
la caridad, que obtiene la vida eterna a los que mueren.

Vous aimerez peut-être aussi