Vous êtes sur la page 1sur 4

¿Dónde inicia la libertad?

La libertad comienza desde el momento de la concepción. Primero hay que tener


en cuenta la importancia de la libertad, pues el tesoro más preciado del ser humano,
sabiendo eso es cuestión nuestra respetar nuestra libertad, no tenemos ningún
derecho de robarle la libertad a nadie, ni nadie tiene el derecho de robarnos la
libertad o de atentar contra ella “Tu libertad termina donde empieza la mía”.

El derecho protege la libertad, pues el mal uso de esta hace que tengamos que
usar leyes para proteger la misma, el respeto debe predominar sobre la libertad,
pues jamás se debe de confundir libertad, con el simple libertinaje. Una persona que
se considera “libre” no tiene ningún derecho de pisotear a otra en nombre de la
citada “libertad”.

El problema es que, cuando hay dos libertades con aspiraciones irreconciliables,


una tiene que primar sobre la otra. No hay más salida. Si el eslogan que mi libertad
termina donde empieza la del otro pretende maximizar la libertad, lo cual es bueno,
la vida cotidiana muestra que el limite a la libertad no lo puede poner la libertad de
otros, a no ser que se quiera descender a la ley del más fuerte. Habrá que ver,
entonces, cuál de las dos libertades en pugna tiene de su parte la razón o el
derecho, pero esto implica apelar a algún bien superior a la libertad misma. Esto es
algo que va más allá de la idea en la que se funda el famoso eslogan: demuestra
que una sociedad no puede sustentarse en una mera evasión de conflictos.

Pero nace la interrogante, ¿Qué es eso que está por encima de la libertad? ¿Acaso
no es la libertad el bien superior? Aunque pareciera que sí, es absurdo creer que es
así porque la libertad es sólo una capacidad, y una capacidad necesita de un objeto
para llegar a ser plena, es decir, si no se elige algo la libertad termina en nada. Esto
obliga a volver a una concepción de la sociedad fundada en la idea del bien común.
Significa volver a una idea de la libertad que sea algo más que una ausencia de
coerción, a una idea de la libertad entendida como “libertad para”, es decir, dirigida
hacia algún bien. No es fácil determinar esto, pero la realidad suele ser compleja y
reacia a acomodarse a fórmulas y soluciones fáciles. La gran pregunta es, entonces,
donde empieza el derecho a poner límites a la libertad de otros, sobre todo, por qué.
¿Libertad y libertinaje?

El libertinaje es la actitud irrespetuosa a la ley, la ética y la moral, muchas veces


por seguir nuestra propia voluntad (a pesar de que esto infrinja la ley) pensamos
que únicamente estamos siendo libres. La libertad, en su concepción más simple,
es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad
siempre y cuando exista el respeto por todos

Libertinaje, por ejemplo, es cuando alguien abusa de la libertad que se le ha dado


para romper la confianza depositada como cuando se dice que hará algo para
después hacer otra cosa que sabe que afectará negativamente en la amistad o
cualquier tipo de relación.

La libertad ha sido retratada innumerables veces ya que es un símbolo del libre


albedrío cristiano, por ejemplo, y el uso de la voluntad individual para obrar o
expresarse sin censuras.

La libertad es un derecho y un valor que es acompañado con el respeto y la


responsabilidad. Todos tienen la libertad de actuar, pensar y decir lo que uno
quiere siempre y cuando no afecte a los otros porque sería imposible
distinguir dónde termina y empieza la libertad del otro.

Vistas estas definiciones, lo más concretas que nos podamos imaginar,


actualmente, se ha centrado en medios electrónicos de difusión: Twitter,
Facebook, etc. La verdad no importa cómo se llamen, lo importante es cómo se
usan.

Cuando alguien emite una opinión a través de cualquiera de estos medios, está
haciendo uso de la libertad. Puede también transmitir hechos, que signifiquen
denuncias de actos que esta persona considera no compatibles con el
comportamiento honesto de otro. Hasta aquí todo normal. Nadie puede negar el
derecho de una persona a manifestar su pensamiento. Cuando el pensamiento
emitido involucra a otra persona, y el contenido de dicho pensamiento se relaciona
con actos del involucrado, dejando entrever que dichos actos son o incompatibles
con lo pregonado por el afectado, o incompatibles con el manejo ético de recurso
que provienen del pueblo, merecen la respuesta del afectado, también haciendo
uso de la libertad, que desmienta lo afirmado.

Hacer uso de la libertad de expresión en este caso, no implica recurrir a la


amenaza, al insulto, al escarnio, ni siquiera a la descalificación: implica simple y
llanamente presentar las pruebas de la falsedad, por parte del denunciado, de lo
aseverado por parte de quien denuncia. Estas pruebas deben ser claras, directas,
contundentes, que no admitan réplica de ninguna clase. Una respuesta, con la
altura que la educación aconseja, con este tipo de pruebas es lo que se espera de
los funcionarios que sean objeto de las denuncias. Recurrir a la amenaza o al
insulto, eleva un manto de dudas y se orienta a confirmar veracidad en la
denuncia. La amenaza, el insulto, de parte del denunciado o de sus seguidores,
son claramente una manifestación de libertinaje, y, muy probablemente, de
culpabilidad.

¿Por qué el ser humano busca libertad?

La libertad es preciada para nuestra vida, es rara pues muchas veces la


encontramos limitada, no garantizada porque tiene muchos enemigos, y siempre
está amenazada por quienes quieren imponer su visión de vida sobre el resto. No
olvides que se puede perder en una sola generación si no se avanza, y la
defendemos. Venezuela es un ejemplo cercano.

La Libertad es parte de la naturaleza humana: somos individuos únicos, con gustos


y deseos propios, no somos una copia de algo o alguien, no somos una parte de un
ejército de robots que pueden ser programados por quien ostenta el poder.

Para ser plenamente humanos, todos debemos tener la libertad de tomar nuestras
propias decisiones y gobernar nuestras vidas según nuestras creencias y metas,
siempre y cuando permitimos lo mismo para los demás. La libertad de los otros es
parte de mi libertad.

Por lo pronto hay que decir que el hombre no puede dejar de ser libre en el sentido
de que se ve impelido a tomar decisiones. Si, paradójicamente se ve forzado a ser
libre. No puede renunciar a su naturaleza, no puede convertirse en un avión ni en
una lapicera, es un ser humano y como tal debe decidir constantemente entre
diversos cursos de acción. Incluso cuando decide quedarse quieto está eligiendo,
prefiriendo y optando. También cuando delega sus decisiones en otro, está
revelando su libertad. En resumen, el ser humano es libre a pesar suyo.

La Libertad funciona. A lo largo de la historia se demuestra una y otra vez que donde
hay libertad siempre florece la cooperación interpersonal, hay innovación y creación de
riqueza que permite a los seres humanos vivir una vida más digna. Sin libertad no hay
vida plena ni florece lo mejor de cada ser humano.

La libertad es la única forma de organización social, política y económica que requiere


que vivamos con altos estándares de conducta ética, y nos recompensa cuando lo
hacemos. Nuestro principal activo en una sociedad libre es nuestro prestigio. Esta es la
diferencia fundamental entre una sociedad que respeta la libertad, y una sociedad que
abraza los lazos paternalistas como alternativa a la toma de decisiones por cada
individuo. En las sociedades paternalistas, no surgen altos estándares éticos de
conducta. No hay premio por ser un ciudadano de bien, se le da lo mismo al que es
excelente en su actuar, que, a quien es mediocre en su caminar.

Vous aimerez peut-être aussi