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MAESTRIA EN EDUCACIÓN
ABRIL-2007
Se propone construir una nueva actitud colectiva hacia la educación en el Perú, una
mirada que deje atrás la resignación y la incertidumbre que hoy prevalecen, para abrir
espacio a un nuevo reclamo, a un compromiso, y en la primera instancia, a un nuevo
sentido para la educación.
Vivimos una antieducación que genera un antidesarrollo: reproduce y amplifica
desigualdades, promueve una cultura autoritaria, afirma una sola forma cultural en
detrimento de otras, desdeña y anula saberes, prácticas y actitudes creativas existentes
en la población, y se amuralla tras un pacto implícito de mediocridad que ya dura
década.
El proyecto Educativo nacional tiene que traducirse en visones y políticas sostenidas en
el largo plazo como decisiones de Estado, y como compromisos políticos y sociales –
sinceros y sólidos- tanto en el escenario nacional como en las diversas regiones y
localidades del país, ajenos a la volatilidad y la improvisación.
Un proyecto Educativo Nacional – como dada política de Estado digna de ese nombre-
no puede ser un repertorio de opciones aisladas elegibles o desechables a voluntad, sino
un conjunto armonizado de propuestas que d3eben emprenderse de manera articulada y
alineada, con seriedad y perseverancia. El consejo nacional de Educación propone en él
un camino practicable a partir de un conjunto de políticas que constituyen una respuesta
orgánica y de carácter integral, con objetivos, plazos, logros y resultados verificables
que deben comprometer a todas las instancias del poder político y movilizar a la
sociedad entera.
Los objetivos que encabezan esta matriz de política son: (1) Genera oportunidades y
resultados educativos de igual calidad para todos, cerrando las grandes brechas
educativas hoy existen; (2) Transformar las instituciones educativas en organizaciones
aprendizajes pertinentes y de calidad; (3) Garantizar la existencia de maestros bien
preparados que ejerzan la docencia con profesionalismo y compromiso (4)Asegurar una
educación gobernada con transparencia y que logra resultados con un financiamiento
adecuado; (5) Asegurar una educación superior de calidad en todas sus modalidades,
que se constituye en un efectivo soporte del desarrollo del país; (6) Formatear una
sociedad que forma ciudadanos para una nación democrática.
Necesitamos un fuerte impulso que rompa la inercia educativa. Y ello demanda a su vez
una visión de estadísticas por quienes gobiernan y representan a la Nación;
compromisos Lucidos de los sectores sociales en general, y una clara voluntad de
cambio de la comunidad educativa en particular. Esta propuesta les habla a todos y los
interpreta. Nos toca a todos, ahora, debatir, enriquecer, asumir y convertir en acción este
proyecto y honrar así nuestra deuda con los niños y jóvenes del Perú.
Las familias peruanas objetivos y ambiciones muy modestos y, por ello, difícilmente
aguardan más de lo que esta les puede otorgar. La injusticia representada en una
educación deficiente, precariamente atendida por el Estado, ha impregnado y reducido,
así, las expectativas de la población.
Los tiempos que vivimos, en los que el realismo se confunde con el conformismo, han
aplanado el horizonte de nuestras aspiraciones, e inclusive estas imágenes se han
replegado. El Perú parece hoy conforme con una educación de objetivos mínimos:
estudiantes que lean, escriban, sumen y resten al terminar la secundaria cuatro paredes
pintadas con los colores del partido político que gobierne; acaso una sala de
computadoras de estreno cerrada con llave y candado. Este panorama parece ser todo lo
que el Estado peruano está dispuesto a ofrecer a las niñas, los niños y los adolescentes
de hoy. Peor aún: según lo muestran repetidamente diversas pruebas nacionales e
internacionales, ni siquiera esos objetivos mínimos se están cumpliendo.
Gravita sobre esta visión, que hace suya esta propuesta de Proyecto Educativo Nacional,
la concepción del desarrollo humano como “el proceso de expansión de las capacidades
y derechos de la personas, dentro de un marco de igualdad de oportunidades, en el cual
odas las personas pueden progresar en libertad” y en el cual debe avanzar cada uno al
mismo tiempo que progresan todos. La libertad, el bienestar y la dignidad de todos
constituyen, así a aspiración que concepción de educación para el desarrollo debe
realizar.
Es por todo que una propuesta de renovar nuestra educación prestando atención al
desarrollo debe otorgar prioridad al desenvolvimiento cognitivo, afectivo, actitudinal y
axiológico de las personas para sus vidas futuras.
Desde el Consejo Nacional de Educación postulamos un desarrollo integral del ser
humano y rechazamos aquellas visiones que, al considerar a las personas en sus simples
funciones de productoras y consumidoras, terminan por reducirlas a su sola condición
material. Al mismo tiempo, valoramos la dimensión colectiva, solidaria y cooperativa de
desarrollo, superando una visión individualista.
En segundo lugar, esta noción de desarrollo demanda que las sociedades sean espacios
para la igualdad en la diversidad. Contra lo que a veces parece suponerse, la diversidad
de un país no es desventaja, sino un recurso potencial; una oportunidad antes que un
problemas. Por ello, una sociedad que se desarrolla se constituye en un espacio
integrador que nos acoge con iguales derechos y oportunidades y al mismo tiempo,
respeta las diferencias colectivas, que surgen de nuestra condición de seres con historia,
con raíces culturales y con tradiciones. En tal sociedad , la unidad y la cohesión deben
coexistir con la libertad individual y también – como asunto de primera importancia en
un país pluriétinico como el Perú con las particularidades culturales de las distintas
colectividades humanas que ella alberga.
Este debe ser sostenible no sólo por la preservación del ambiente natural , sino tambien
por la capacidad para reproducir a lo largo del tiempo los logros de bienestar que la
sociedad va conquistando.
Proceso
Sostenible, que
Preserva el ambiente
Natural y reproduce
Los logros de
Bienestar conquistado
Desarrollo
humanista,
Integra y
Desarrollo humanista,
Personas centrado en la
Integral Atendidas en plena realización
Y centrado eSus
la necesidades de las personas y Sociedad,
Plena realización su comunidad Unida y cohesionada
Y potencialidades;
De a personas Con libertad individual
Con facultades
Y su comunidad Y particularidades de las
Creativas, abiertas
colectividades
Al diálogo uy a
La interacción
Se trata, además, de desigualdades históricas, que han tenido una larga existencia en el
Perú. Pero también significa que no son fruto de la casualidad sino que han sido
producidas por la manera particular en que a transcurrido nuestro pasado: por ejemplo,
por el desprecio de los pueblos nativos por parte del mundo criollo y urbano; por la
organización de nuestra vida económica de manera favorable a la costa y en detrimento
de la sierra y la amazonía; por la identificación del estado y sus instituciones con un
solo mundo cultural, y su desdén de las otras culturas que componen nuestra sociedad.
Estas desigualdades tiene, por último, un carácter estructura: son “un complejo
entramado que limita el desarrollo de las capacidades personales y menoscaba las
oportunidades de las familias pobres de percibir los ingresos necesarios y superar la
condición de pobreza a partir de su propio esfuerzo”
Las tenazas de la miseria y el hambre
En el Perú, el 54, 3% de una población estimada en 26.748.972 habitantes se encuentra
en situación de pobreza. Esto significa que más de 14 millones de personas no pueden
acceder a una canasta mínima de bienes y servicios. La realidad es más dramática aún
para las personas pobres que viven en situación de pobreza extrema. El 23, 9% de
peruanos, es decir, más de seis millones, no pueden procurarse siquiera una consta
básica de alimentos.
Los más duramente golpeados por la pobreza son los niños, “Las cifras de desnutrición
infantil no pueden dejar indiferente a nadie. La desnutrición crónica infantil. Aquella
que perjudica de manera irreparable el desarrollo cerebral, neuronal y psicomotor.
Afecta a uno de cada cuatro niños peruanos. En los Andes, la realidad es aún más dura;
en Huancavelica, por ejemplo uno de cada dos niños padece este mal crónico.
“hablamos de una injusticia radical de un serio obstáculo para un logro educativo de
millones de niños peruanos. Para el consejo nacional de educación como debe serlo
también para toda la comunidad, vulnerabilidad de los niños y niñas ala extrema
pobreza del hambre la radical desprotección y el maltrato físico y moral de los que son
víctimas cotidianas, constituyen uno de los rasgos más ominosos de la injusticia en el
Perú.
PRIMERA ESCENA
¿QUÉ EDUCACIÓN QUEREMOS?
Son instituciones educativas cuyos padres y vecinos cumplen con sus deberes cívicos y
participan de un gobierno municipal que tiene entre sus objetivos primordiales
promover relaciones solidarias y de cooperación entre los habitantes de la zona. Padres
y vecinos orgullosos de vivir y construir su comunidad, que transmiten ese orgullo a
sus hijos y convierten el barrio o la colectividad en la principal escuela de ciudadanía
desde pequeños porque tienen oportunidades de jugar, aprender, expresarse, encontrase
y convivir gracias a que las empresas y organizaciones de la localidad, sus líderes, los
medios de comunicación, han asumido su responsabilidad educadora.
Construir una sociedad equitativa es, ciertamente, una meta ambiciosa; pero ineludible.
Demanda actuar simultáneamente sobre diversas dimensiones del tejido institucional y
social del país. de un lado, el rostro mas visible de la necesaria equidad puede ser el
acceso a servicios básico como son la atención de salud, servicios de educación de
calidad , seguridad social, vivienda, seguridad ciudadana y acceso a la justicia; al mismo
tiempo, sólo es factible hablar de equidad ahí donde la población tiene tan bien acceso a
un empleo digno y productivo, a un ambiente saludable y a disfrutar de esparcimiento y
de bienes culturales.
Ellos mismos hace cinco o diez años, se comparan con el resto del mundo, y trata e
ganar posiciones en la competencia mundial por las inversiones y las exportaciones. Ven
la economía global como un tren en marcha, en el que uno se monta, o se queda atrás. Y,
tal como me lo señalaron altos funcionarios chinos en Beijing, en lugar de enfrascarse
en interminables discusiones sobre las virtudes y los defectos del libre comercio, o del
Neoliberalismo, o del Imperialismo de turno, China se encuentra en el tema que
considera prioritario: La competitividad. Y lo mimos ocurre en Irlanda, Polonia o la
república Checa.
Cuando les comenté a varios amigos dedicados al análisis político en América Latina
que estaba escribiendo este libro, tratando de comparar el desarrollo de Latinoamérica
con el de otras regiones del mundo, muchos me dijeron que estaba perdiendo el tiempo.
Era un ejército inútil, decían, porque partía de la premisa falsa de que hay grupos de
poder en la región que quieren cambiar las cosas. Aunque muchos miembros de las
élites latinoamericanas saben que sus países se están quedando atrás, no tienen el menor
incentivo para cambiar un sistema que les funciona muy bien a nivel personal, me
decían. ¿Qué incentivos para cambiar las cosas tienen los políticos que son electos
gracias al voto cautivo de quienes reciben subsidios estatales que benefician a algunos,
pero hunden a la sociedad en su conjunto? ¿Por qué van a querer cambiar las cosa los
empresarios cortesanos, que reciben contratos fabulosos de gobiernos corruptos? ¿Y por
qué van a querer cambiar las cosas los académicos y los intelectuales “Progresistas” que
enseñan en universidades públicas que se escudan detrás de la Autonomía universitaria
para no rendir cuentas a nadie por su ineficiencia?.
Por mas que digan lo contrario, ninguno de estos sectores quiere arriesgar cambios que
podrían afectarlos en el bolsillo o en su estilo de vida, se encogían de hombros mis
amigos. Mi esfuerzo era bienintencionado, pero totalmente inútil, decían.
No estoy de acuerdo. Hay un nuevo factor que está cambiando la ecuación política en
América Latina, y que hace que cada vez menos gente esté conforme con el statu quo:
La explosión de la delincuencia. En efecto, la pobreza en América Latina a denegado de
ser un problema exclusivo de los pobres. En el pasado, los niveles de pobreza en la
región eran altísimos, y la distribución de la riqueza era obscenamente desigual, pero
nada de eso incomodaba demasiado la vida de las clases más pudientes. La gente sin
recursos vivía en las periferias de las ciudades y – salvo esporádicos brotes de protesta
social- no alteraba la vida cotidiana de las clases acomodadas. No era causal que los
turistas Norteamericanos y Europeos que visitaban las grandes capitales
latinoamericanas se quedarán deslumbrados por la alegría de vida que se respiraba en
sus barrios más pudientes. “¡Los latinoamericanos si que saben vivir!”, exclamaban los
visitante las vacaciones de cuatro semanas, los restaurante repletos, el hábito de la
sobremesa, las reuniones familiares de los domingos, el humor ácido sobre los
gobernantes de turno, la pasión compartida por el fútbol, la costumbre de tomarse un
café con los amigos, la riqueza musical y el paseo por las calles le daban a la región una
calidad de vida que no se encontraba en muchas partes del mundo. Quienes tenían
ingresos medios o altos decían, orgullosos: “A pesar de todo, aquí todavía se puede vivir
muy bien”. Aunque América Latina tenía una de las tazas de pobreza mas altas del
mundo, y la peor distribución de la riqueza del planeta, su clase dirigente podía darse el
lujo de vivir en la negación. Los pobres estaban presentes en el discurso político, pero
eran invisibles en la realidad cotidiana. La pobreza era un fenómeno trágico pero
disimulable detrás de los muros que se levantaban a los costados de las autopistas.