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Introducción

El Estado Moderno se sustenta sobre la relación triangular existente entre


fuerza, poder y Derecho; entendida esta como una relación dinámica en el
proceso de transformación del poder en Derecho y del Derecho como respaldo
de la fuerza.
Esta relación dinámica, obedece a una lógica jurídica, que implica la
codependencia triangular entre la fuerza, el poder y el Derecho. Es decir, que el
Estado ejerce el monopolio de la fuerza; esa fuerza, esta regulada a su vez, por
el Derecho; este conjunto de normas otorga a su vez la facultad de ejercer el
poder; manifestado a través de la autoridad legal y la fuerza pública. Por lo
antes descrito, intenta aproximarse a una estructura teórica de la relación
triangular del Estado Moderno que implica los conceptos de fuerza, poder y
Derecho a través de los comentarios que la filosofía política realiza de estas
definiciones.
Las sociedades humanas, como es sabido se encuentran en constante
evolución, esta evolución, es siempre motivada por la necesidad de aunar
esfuerzos para lograr objetivos convenidos, que no serían realizables de
manera individual. La constante transformación de las sociedades, es asimilada
e integrada a un entramado cultural, integrado por hilos invisibles que unifican
la vida humana como la memoria colectiva, las tradiciones, los mitos, las artes
e historia, entre otros; que hace posible las innovaciones en armonía con un
orden social establecido.
Esta organización de la vida humana en sociedad, es tarea de individuos
o grupos de individuos encargados de asignar valores a una comunidad
determinada, investidos de autoridad. Desde la antigüedad, estos individuos
asociados, constituyeron instituciones conformadas por grupos de personas
con roles específicos, que han impuesto autoritariamente principios y
decisiones destinadas al bien común.
Para zanjar los conflictos entre humanos, establecer reglas de
convivencia y protegerse de amenazas externas, los ciudadanos se someten a
la autoridad de un gobernante o a grupos de individuos que gobiernan a otros.
Este es el principio que originó, la noción de comunidad, Ciudad y más tarde,
de Estado.
Desarrollo
Existen muchas definiciones de control social aunado a muchos autores,
esta misma se podría definir ya leído y analizados varios conceptos como el
derecho y el deber Constitucional y legal que tienen los ciudadanos, para
ejercer el seguimiento, monitoreo y control de la administración pública; así
como para prevenir y combatir la corrupción, asegurar la transparencia y
proteger el Patrimonio Público.
Se puede establecer que el orden social como propuesta con capacidad
pacificadora de las relaciones sociales siempre estuvo y estará ligado a las
relaciones de fuerza existente en una sociedad y a la amenaza o el ejercicio de
la violencia para hacer cumplir las leyes que emergen del propio orden social.
Ahora bien, el control social responde a la pregunta de cuáles son los
elementos, positivos y negativos, que mantienen una sociedad y en su
acepción estricta, supone la definición de la desviación y la reacción a la
misma.
Ahora bien bajo cualquier punto de vista, se puede instituir que el control
social es el ejercido en la sociedad política por el aparato institucional del poder
público, es decir, sobre el común de los ciudadanos, de manera global, y sobre
determinados grupos, frecuentemente marginados o resistentes, de una
manera particular; entonces el conocimiento de control social remite, así, a la
relación del poder con los ciudadanos, para obtener la conformidad o
adaptación del individuo a sus postulados normativos donde la comunidad se
sirve de dos clases de instancias o portadores del control social las cuales se
pueden identificar como instancias formales e instancias informales.
Se debe tener siempre presente las responsabilidades del ciudadano las
cuales son: la obediencia a las leyes e instituciones legítimas, el ejercicio de su
soberanía, exigir el respeto de sus derechos, el cumplimiento de sus deberes,
entre los cuales destaca el ejercicio del control social, en donde este se perfila
como un tema novedoso en la agenda social las política del Estado venezolano
en virtud de que los ciudadanos actualmente se interesan por vigilar, fiscalizar y
supervisar el manejo de los recursos que se asignan a las comunidades, así
como también la ejecución de los proyectos en los cuales se benefician.
Por cuanto la participación es un derecho que tienen los ciudadanos de
incluirse en los asuntos públicos, es decir, que la participación le proporciona a
cada individuo la potestad de opinar acerca del cumplimiento de la normativa
legal existente, entonces en este caso se pudiese afirmar que la participación
ciudadana es la que da paso al ejercicio del control social, para que el
ciudadano al ejercer su derecho de participación puede observar, vigilar, y
realizar seguimiento al desempeño que ejercen las instituciones en la
prestación de servicios públicos.
A lo largo de la producción de Bourdieu, las clases sociales ocupan un
papel fundamental, analizando en base a ellas los distintos estilos de vida. Para
diferenciar las clases sociales, parte de la existencia de un espacio social
formado por distintos campos (económico, cultural, social, simbólico) a los que
corresponden respectivos capitales. Las clases sociales resultan de la posición
ocupada en el espacio social según los capitales que se posean en el presente
y la herencia social, dicha posición en el espacio social constituye las
condiciones sociales de existencia, que dan lugar a distintos hábitos, gustos,
prácticas y estilos de vida. la ubicación en el espacio no viene dada
fundamentalmente por las "valías" de las personas, sino por la trayectoria
seguida por su familia, no siendo partidario el autor de las teorías de la
movilidad social funcionalistas, que sirven como teorías legitimadoras del
poder, frente a ellas defiende la existencia de unas trayectorias de clase de las
que resulta difícil escaparse, aunque acepta la existencia de desclasamientos.
La realidad social de la persona jurídica se encuentra en la colectividad:
la auto descripción socialmente vinculante de un sistema de acción organizado
como un vínculo cíclico de identidad y acción. Resulta obvio que las
colectividades no actúan, sino sólo los individuos, y que no son sino las
acciones de éstos las que se agregan en la acción colectiva.
Un ejemplo muy notable es la novedad de la construcción la cual recae
en las siguientes cuestiones, las mismas difieren punto por punto de las
visiones tradicionales que evoca el lenguaje ordinario: como primero tenemos
que las organizaciones no están compuestas por seres humanos como
miembros, sino por comunicaciones; concretamente por decisiones, que son
sus elementos auto-constitutivos.
En segundo término se puede ver que las organizaciones “conocen”. A
través de la comunicación interna construyen sus propias realidades sociales,
las cuales difieren considerablemente de las construcciones de la realidad de
sus miembros individuales. En pocas palabras: las organizaciones son sujetos
epistémicos. En tercer lugar citamos que las organizaciones no son capaces
per se de acción colectiva. Se transforman a sí mismas en actores colectivos
mediante la constitución comunicativa de su identidad. Y por último se
establece que la capacidad de acción colectiva surge cuando las
organizaciones, en su identidad colectiva, producen acciones y, viceversa, la
acción organizativa produce su identidad colectiva.
Evidentemente, estas cuatro cuestiones sugieren una realidad social de la
persona jurídica que se encuentra más allá de los territorios sobradamente
conocidos de las teorías de la ficción, de la agrupación o de la entidad de la
persona jurídica
Este ejemplo debería haber puesto de manifiesto que el problema ya
mencionado de la comunicación no se debe tanto a la oscuridad del lenguaje
sino a la limitada capacidad de nuestro lenguaje para expresar la construcción
de realidades sociales cuando éstas son percibidas de manera novedosa. Al
menos esto es lo que tienen en común las siguientes teorías del Derecho: post-
estructuralismo, teoría crítica y autopoiesis.
La norma fundamental, según KELSEN, es el principio y el cierre de la
unidad y coherencia del ordenamiento, actuando como fuente originante de su
carácter sistemático, siendo este autor acusado de que al explicar el carácter
sistemático del ordenamiento, se ha fijado solamente en la dimensión
puramente formal o procesal de su existencia, por lo que su doctrina carecería
de solidez suficiente, ya que parece difícil hablar de sistema cuando sólo existe
entre las normas unidad en cuanto al modo en que han sido creadas, pero no
en el contenido regulativo.
En la actualidad ha adquirido plena solidez el punto de vista que explica
el Derecho como una realidad normativa constitutivamente sistemática, es decir
que es un conjunto de normas que funciona unitariamente, de tal modo que
entre las múltiples disposiciones contenidas en esa norma no se dan nunca
contradicciones.
El uso de la locución “sistema jurídico” tiene otras dos significaciones: el
primero es el que puede tener como “sistema deductivo” que es igual que
afirmar que todas las normas que lo integran son derivables lógicamente de
algún principio jurídico fundamental. Un segundo sentido es el de “sistema
científico” refiriéndose a que es un material científico susceptible de ser
explicado mediante una construcción lógica unitaria y coherente en la que
quedan ordenadamente integrados todos los elementos conceptuales que lo
representan.
En consecuencia, cuando hoy se afirma es, o constituye un sistema
normativo, sólo puede significar que, en el seno de los distintos ordenamientos
jurídicos, las normas están relacionadas entre sí por el vínculo de la coherencia
funcional. Y eso significa que no pueden subsistir incompatibilidades o
contradicciones entre dichas normas (contenido negativo del carácter
sistemático del Derecho) y que, de otro, ha de darse inevitablemente una
relación de mutua complementariedad entre ellas (contenido positivo de ese
carácter sistemático), de tal modo que todas las normas contribuyan
armónicamente al logro de los objetivos sociales que intenta realizar cada
Derecho.
Hobbes se plantea la figura del poder, por qué debe existir y cómo ha de
ser. Para responder a estos interrogantes la figura del contrato social es clave.
para Hobbes el orden político es el resultado de un contrato por el que se
fundamentan las bases del poder. Para Hobbes, si a lo último básico y
fundamental a lo que se puede reducir la naturaleza humana es a un instinto de
conservación, y la naturaleza humana no hace distinciones sociales y políticas,
por tanto, los hombres son iguales por naturaleza. La naturaleza humana es un
instinto de conservación que cada uno tiene derecho a conservar; pero la
consecuencia de ese derecho es un enfrentamiento entre los hombres, es
decir, las guerras.
Por tanto, ya que no hay norma que regule la convivencia entre los
hombres, es necesario crear un orden artificial. Para ello, nadie puede
quedarse sin ninguna partícula de libertad, entendida ésta como la posibilidad
de hacer lo que se quiera para conservarse, pues se volvería al orden natural.
El nuevo orden social es un contrato por el cual los individuos renuncian a
ser naturalmente libres. Así, el poder debe ser absoluto para evitar que los
integrantes de la comunidad se enfrenten y no renuncien a su libertad natural y
se vuelva a la naturaleza humana. Hobbes pretende crear unas condiciones
que evite ese enfrentamiento y que alguien mande por la fuerza. En el estado
de naturaleza no hay normas que indiquen el bien y el mal que sí existen en el
orden artificial, y para establecer esas normas debe existir una autoridad que
dirima sobre lo que está bien y lo que está mal.
. La teoría de Rousseau tiene muchos puntos en común con la tradición
individualista de Locke, aunque también se diferencia de aquella en muchos
aspectos. El postulado de Rousseau, que da nombre a esta teoría, emplea el
lenguaje jurídico propio de las relaciones privadas entre los hombres. Este
pensador, a partir de su observación de la sociedad, constituida en ese
entonces por masas sometidas al Rey, discurre acerca del vínculo que existe
entre el soberano y los súbditos. Descarta que el vínculo se halle en la fuerza o
la sumisión, sino que por el contrario, los hombres voluntariamente renuncian a
un estado de natural inocencia para someterse a las reglas de la sociedad, a
cambio de beneficios mayores inherentes al intercambio social. Este
consentimiento voluntario se materializa a través de un contrato, "el contrato
social" en este caso.
Para Rousseau, el hombre primigenio (el que estaba en el Estado de
naturaleza) es un ser sin maldad, en el que predominan dos sentimientos
básicos: el amor de sí, es decir el instinto de autoprotección, y la piedad
(repugnancia por el sufrimiento ajeno), pero a medida que va creciendo la
población se van juntando grupos, esa unión crea falsas necesidades, para
cubrirlas el hombre inventa la agricultura y la ganadería, pero cuanto más tiene
el hombre más desea, y ciertas personas acumulan riquezas, éstos sufriendo
por sus vidas y por sus riquezas debido a los recelos creados promueven un
pacto, este pacto será el primer código jurídico.
En el Estado Moderno, existe una relación dinámica entre el gobierno,
ente encargado de la asignación autoritaria de valores a la sociedad y su
ambiente social inmediato, integrado por las distintas formas de asociación
humana en grupos, que inciden, de alguna manera, en la toma de decisiones.1
Esta relación dinámica, obedece a una lógica jurídica, que implica la
codependencia triangular entre la fuerza, el poder y el Derecho. Es decir, que el
Estado ejerce el monopolio de la fuerza que es la potestad de hacer cumplir las
leyes de forma coercitiva; esa fuerza, está regulada a su vez, por el Derecho;
este conjunto de normas otorga a su vez la facultad de ejercer el poder;
manifestado a través de la autoridad legal y la fuerza pública.
El carácter coactivo de las normas jurídicas es la característica distintiva
del Derecho con respecto a los órdenes normativos de la conducta humana,
por no poseer tal carácter. La amenaza de la aplicación de la fuerza obliga a
asumir el comportamiento prescrito en las normas, y la misma consiste en la
privación forzada si fuere necesario, de bienes como por ejemplo el derecho a
la vida, a la libertad o cualquier otro valor tenga o no contenido pecuniario. A
este acto coactivo se le denomina sanción. Dentro de una sociedad organizada
la sanción representa bajo la forma de pena o ejecución forzosa por ser la
respuesta inmediata que el Derecho proporciona a todos aquellos actos
contrarios a lo impuesto por las normas jurídicas (Rincón y Parra, 2002: 108).
Conclusión

El ser humano y la realización de su dignidad constituyen el centro de


los derechos humanos, de la democracia y del desarrollo humano. Los
derechos humanos expresan la idea que todas las personas, tanto hombres
como mujeres, tienen derecho a disponer de las capacidades necesarias y de
mecanismos sociales adecuados que los protejan de los peores abusos y
privaciones y les permitan disfrutar de su dignidad como seres humanos. El
desarrollo humano es a su vez, un proceso para lograr que las personas
alcancen la plena realización de sus facultades tanto físicas como emocionales
y vocacionales en el curso de su vida. Cuando el desarrollo humano y los
derechos humanos progresan juntos, se refuerzan mutuamente, aumentando
las capacidades de las personas y protegiendo sus derechos fundamentales y
sus libertades y como resultado se profundiza la democracia.
La importancia de la interdisciplinariedad aparece con el propio
desarrollo científico-técnico, que desembocó en el surgimiento de múltiples
ramas científicas. Esta dinámica hizo que la necesidad de integrar situaciones y
aspectos para generar conocimientos sea cada vez mayor.
la relación triangular entre Fuerza, Poder y Derecho dentro del Estado
Moderno, es preciso que sean entendidos como tres mecanismos dinámicos y
codependientes que figurar como elementos dentro de la concepción del
Estado desde su más abstracta acepción, porque al mismo tiempo se
encuentran presentes de manera explícita en las instituciones del sistema
político.
Desde la perspectiva jurídica-política, cada elemento de la relación
triangular posee una dinámica direccional, que abarca desde el gobierno hasta
la comunidad y en dirección inversa. De allí que tanto la fuerza, el poder, y el
Derecho puedan expandirse o anularse dentro de la comunidad en función del
mantenimiento de la tensión sistémica en el sistema político de determinado
Estado.
La tensión sistémica, es la relación dinámica de conflicto razonable entre
los sistemas para poder sobrevivir, pero la elevación de sus niveles puede
poner en peligro la vida del sistema político y por ende del Estado.
Referencias Bibliográficas

RINCÓN, Miriam y PARRA, Ivonne (2002-2003). La Relación Triangular:


Fuerza, Poder y Derecho, en: Boletín Nº 5 del Instituto de Filosofía del
Derecho Dr. José Manuel Delgado Ocando. Elida Aponte Editora.
Instituto de Filosofía del Derecho dr. J. M. Delgado Ocando de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad del Zulia.
Maracaibo, Venezuela.
ROUSSEAU, Jean (1962). El Contrato Social. Editorial Jorge Mestra. Ediciones
Escolares 103 28129. Madrid, España.
KELSEN, Hans (1974). Teoría Pura del Derecho. Editorial Universitaria de
Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina.
HOBBES, Tomas (1660). Leviathan. Capitulo XVIII de los Derechos de los
soberanos de la Institución. En Filósofos del siglo XVII y XVIII.
Disponible en www.oregunstate.edu/instruct/iphl302/text/being/hobbes.
Fecha de Consulta: 20 de Enero de 2004.
Pierre Bourdieu, (2011). Poder, derecho y clases sociales. Editorial: Descleé De
Brouwer.

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