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[1]
El Comité Internacional, del cual nuestra corriente hizo parte y que estaba encabe-
zado por el SWP americano, surgió en el año 1953 a partir de la división de la IV In-
ternacional.
San Pablo Año IX N.° 13, p. 124184 Diciembre de 2018
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Para nosotros, así como para nuestros maestros, las únicas corrientes
revolucionarias (o consecuentemente revolucionarias) son las marxistas
y, a partir de la degeneración de los partidos comunistas y de la Tercera
Internacional, el trotskismo, tal como lo señalaba Moreno, es el “mar-
xismo actual”.
Sin embargo, nuestros maestros, en muchas oportunidades, se refieren
a corrientes que no son marxistas como “revolucionarias”. Así, hablan de
corrientes pequeñoburguesas, campesinas, nacionalistas burguesas o bu-
rocráticas como “revolucionarias”. Cuando hacen esto, no están revisando
el concepto anterior sino que se están refiriendo a corrientes que, en de-
terminados momentos, a pesar de sus intereses históricamente contra-
rrevolucionarios, adoptan, por un determinado período, posiciones
revolucionarias.
Hacemos esta aclaración porque si bien con una corriente revolucio-
naria no marxista podemos desarrollar actividades en común en la lucha
de clases, así como otro tipo de tácticas, solo con una corriente marxista
(o que ganemos para el marxismo) podremos proponernos construir un
verdadero partido revolucionario.
En las diversas formulaciones de FUR que se elaboraron a lo largo de
estos años no existía claridad sobre si estas corrientes que rompían con
los aparatos las considerábamos revolucionarias porque adoptaban, por
un periodo, posiciones revolucionarias, o si las considerábamos como
corrientes marxistas o casi marxistas.
En las Tesis de Leeds se dice:
(…) los sectores que rompen con el estalinismo se orientan rápidamente a una in-
terpretación leninista del fenómeno estalinista mundial.
(…) lanzar las consignas revolucionarias que nos permitan impulsar una acción
conjunta de las tendencias revolucionarias inconscientes en el movimiento de
masas, para elevar la acción revolucionaria de estas. A esta tarea la denominamos
Frente Único Revolucionario, para mantenernos en la tradición del marxismo de
nuestra época, que ha denominado a las otras dos estrategias más generales del mo-
vimiento comunista internacional Frente Único, el Proletario y el Antiimperialista.
Estas tácticas pueden ser cualquiera de las tradicionales, desde el acuerdo para ac-
ciones limitadísimas y urgentes con tendencias de izquierda, hasta el entrismo en
una amplia tendencia de izquierda que surja, o en un partido centrista de izquierda
ya existente. Cualquiera de estas variantes puede ser lícita, si es el fruto de un cui-
dadoso estudio de la realidad nacional, que nos lleve a la conclusión de que la táctica
político-organizativa adoptada es la mejor para comenzar a darle una nueva y vi-
gorosa dirección revolucionaria al movimiento obrero y de masas.
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Y, en 1986 afirmábamos:
¿Qué dijimos en 1985? El frente único revolucionario es un acuerdo entre corrientes
políticas de la clase obrera, que adopta un programa revolucionario y unos or-
ganismos –dirección, periódico, etc.– que le dan cierta permanencia.[5]
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[4]
“Tesis Sobre la situación mundial”, Capítulo IX, Tesis 4, Proyecto del SI de la LIT, 20
de octubre de 1984.
[5]
Intervención de Nahuel Moreno en el CEI de abril de 1986.
[6]
Título del documento “Balance y perspectivas”, 1985.
[7]
Ídem, p. 60.
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[8]
TROTSKY, León. El Programa de Transición para la Revolución Socialista. Ediciones
Crux, p. 74.
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Aunque dispuestos a cooperar con todas las organizaciones, grupos y fracciones que
realmente evolucionan desde el reformismo o el centrismo burocrático (estalinismo)
hacia la política del marxismo revolucionario, los abajo firmantes declaran al mismo
tiempo que la nueva Internacional no podrá tolerar ninguna conciliación con
el reformismo o el centrismo.
La nueva Internacional y los partidos que adhieren a ella deberán basar toda su
vida interna en el centralismo democrático.[10]
[10]
TROTSKY, León. “Declaración de los cuatro”, 26 de agosto de 1933, Escritos, Tomo
V, Vol. 1, pp. 72-77.
Nuestras experiencias
El objetivo de la táctica del FUR era conseguir que las pequeñas orga-
nizaciones trotskistas, al empalmar con importantes rupturas de los apa-
ratos de corrientes que, supuestamente, se dirigían en dirección al
trotskismo, nos permitiese pegar un salto cualitativo en nuestras orga-
nizaciones.
Pero la realidad fue que ni nosotros ni otras corrientes trotskistas con-
seguimos dar ese salto a partir de la táctica de FUR.
El análisis de Moreno del año 1958, se confirmó. Comenzó a darse
una crisis brutal en el estalinismo, con rupturas de importantes corrien-
tes. Pero lo que no se confirmó es que ellas fuesen en dirección al leni-
nismo, como preveían las Tesis de Leeds.
[12]
Tesis del primer congreso de la LIT-CI, 1985, p. 59.
Por otra parte, las organizaciones trotskistas eran tan débiles que nues-
tros llamados, en la mayoría de los casos, ni siquiera fueron escuchados.
La realidad fue que las corrientes centristas de izquierda que se des-
prendían de los aparatos encontraron nuevas referencias dentro del pro-
pio estalinismo o de las corrientes nacionalistas burguesas; así vimos
cómo las rupturas de miles de militantes con la burocracia estalinista de
la URSS fueron a nutrir las organizaciones maoístas, titoístas, albanesas,
castristas, peronistas, chavistas…
Quienes respondieron, en algunos pocos países, a nuestro llamado
para construir un FUR fueron pequeñas corrientes, en la mayoría de los
casos menores que nosotros.
En la Argentina, en la década del ’60 lanzamos un amplio llamado a
construir un FUR. La única corriente que respondió favorablemente fue
el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericanista Popular), una organi-
zación centrista de izquierda dirigida por los hermanos Santucho, y des-
pués de varios meses de trabajo en común, Palabra Obrera, dirigida por
Moreno, firmó en 1964 un acuerdo para construir un FUR con dicha or-
ganización.
El FRIP era una corriente de intelectuales y estudiantes universitarios
que se había fundado algunos años atrás (en 1959) en una provincia muy
pobre, casi sin clase obrera (Santiago del Estero). Si bien el FRIP, espe-
cialmente su principal dirigente, Mario Roberto Santucho, era muy com-
bativo, tenía profundas diferencias con Palabra Obrera. Ellos, entre otras
cosas, consideraban que el sujeto social de la revolución no era el prole-
tariado industrial sino los hacheros de la provincia de Santiago del Es-
tero; estaban en contra del régimen centralista democrático y de entrar
a la IV Internacional.
Hoy, visto a la distancia, resulta evidente que ese FUR presionó fuer-
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[13]
Texto de Palabra Obrera, diciembre de 1964, citado por Ernesto González en El
trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina”, Tomo 3, Vol. 2, p. 56.
[14]
Ídem.