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TRATAMIENTO CONDUCTUAL PARA ELIMINAR LAS FOBIAS EN NIÑOS

Definición

Una fobia es un tipo de trastorno de ansiedad. Es un temor fuerte e irracional


de algo que representa poco o ningún peligro real.

Existen muchos tipos de fobias. La acrofobia es el temor a las alturas. La


agorafobia es el temor a los lugares públicos y la claustrofobia es el temor a los
espacios cerrados. Si se siente ansioso e inseguro de las situaciones sociales
cotidianas, usted podría tener una fobia social. Otras fobias comunes incluyen los
túneles, conducir en autopistas, el agua, volar, los animales y la sangre.

Las personas con fobias intentan evitar lo que les provoca miedo. Si eso no es
posible, pueden sentir:

 Pánico y miedo
 Taquicardia, cuando el corazón late muy rápido
 Falta de aire
 Temblores
 Un fuerte deseo de huir

En general, las fobias comienzan en la niñez o en la adolescencia y continúan


durante la edad adulta. Las causas de las fobias no se comprenden bien todavía
pero sí se sabe que a veces pueden ser hereditarias.

El tratamiento ayuda a la mayoría de las personas con fobias. Entre las


opciones se encuentran medicamentos, psicoterapia o ambas.

El conductismo: una fobia es aprendida

De acuerdo a la orientación psicológica, cambia el tipo y la duración de la


terapia para las fobias. La terapia conductual es una de las más practicadas.
El conductismo sostiene que la fobia es aprendida. Así nos cuenta la Dra.
Merlyn Sacoto, directora del Centro de Psicología Aplicada de la PUCE, dice que
el fundador del conductismo, Watson, creó fobias en algunos niños:

Basándose en la reacción normal de sobresalto del organismo frente a ruidos


fuertes, Watson dio una rata a niños muy pequeños, de unos 11 meses de edad, y
ellos jugaban con este animal. De repente, Watson hacía un ruido fuerte y el niño
se sobresaltaba. Al repetirlo varias veces, el niño desarrolló fue una fobia a las
ratas blancas y a todo lo que se le parezca, por ejemplo, a conejos, abrigos de
piel, al algodón.

Más tarde, así como Watson elaboró una fobia, la curó. La terapia se basa en
romper el vínculo emocional existente entre el objeto temido y el ataque de pánico
o, en palabras de la Dra. Merlyn, en “desaprender” la fobia:

En un niño que tenía fobia a las ratas, Watson asoció la rata a otro estímulo
que no cause miedo. Entonces le daba un helado al niño para que esté chupando,
porque le gustaba, y le metían a la rata. Cada vez le iban acercando al animal un
poco más, hasta que perdió el miedo.

Ésa es la terapia conocida como desensibilización sistemática. El paciente


primero aprende técnicas de relajación, para que el fóbico aprenda a controlar las
reacciones físicas que produce el miedo. Después confronta gradualmente al
objeto del miedo; en el caso de que la fobia sea a un perro, el paciente primero
mirará a la foto de un perro, después estará en un cuarto con el perro, hasta que,
finalmente, supere su fobia por completo.

En una variación de esta terapia, se asocia al objeto del miedo con un estímulo
placentero, como describe la doctora Merlyn, para “distraer” la atención de la
mente del objeto del miedo.

Otro tratamiento dentro del conductismo consiste en la inundación o flooding en


inglés. En este caso, si el paciente tiene miedo a las arañas, le meten
directamente en un cuarto con una tarántula.
Cualquiera de estas terapias, son bastante efectivas. La Dra. Merlyn afirma que
de un 80 a 90% de pacientes con fobia se curan con una terapia conductista. Sin
embargo, varios especialistas afirman que esta tendencia psicológica no tiene las
bases teóricas suficientes, ya que no explica ni ataca a la causa de la fobia, sino
solamente a sus síntomas. A esto, la Dra. Merlyn contesta:

Para los conductistas no hay causa. En momento dado de tu ambiente externo,


se aparearon dos estímulos, la rata y el sonido fuerte, y por eso tienes fobia a las
ratas, no hay una causa interna.

TRATAMIENTO DE FOBIAS ESPECÍFICAS

Cualquier tratamiento eficaz de las fobias incluye la exposición que consiste en


afrontar repetidamente el estímulo temido, hasta que deje de producir temor.

Se han dado diversas explicaciones de por qué es eficaz la exposición.


Veamos algunas:

 Habituación. Ocurriría algo similar a lo que ocurre con los olores. Si nos
exponemos a ellos mucho tiempo, dejamos de percibirlos.
 Debilitación de la respuesta condicionada por la eliminación del refuerzo. El
temor se mantiene por el refuerzo negativo que resulta de evitar el estímulo
temido.
 Teorías sobre el procesamiento emocional. La exposición a una situación
temida proporciona información que es inconsistente con la información
almacenada previamente en la memoria emocional: ej., la habituación
durante una sesión de exposición muestra que el miedo no dura
eternamente y que el fóbico puede permanecer en presencia del estímulo
temido sin que ocurra nada malo, e incluso sin experimentar miedo.
COMPONENTES DE LA FOBIA

De manera general, las fobias tienen tres componentes:

 Fisiológica o activación del sistema nervioso simpático, que dan lugar a


sensaciones internas como taquicardia, temblor, sudoración, etc.
 Pensamientos, imágenes, o expectativas, catastróficas o ansiógenas: ej.,
me va morder, caerá un rayo, me caeré al vacío, perderé el control. Suele
existir alguna creencia de que el estímulo temido es peligroso o de que no
puede soportarse la ansiedad o aversión que produce.
 Conductas: evitación o escape, manifiesta o sutil (distraerte, agarrarte a una
barandilla). Conductas de búsqueda de seguridad (ir acompañado, llevar
medicación, comprobaciones). Son conductas guiadas por las creencias
irracionales del apartado y que, a su vez las refuerzan.

ETIOLOGÍA

Una fobia es una creación-síntoma que necesita un funcionamiento mental de


alto nivel evolutivo. La fobia se desarrolla porque una representación mental (una
idea sobre uno mismo, o sobre uno mismo en relación con los demás) produce
demasiada angustia y no puede ser tolerada en la consciencia. Esa
representación es reprimida y mandada al inconsciente donde el afecto
correspondiente a la representación es desplazado simbólicamente sobre otra
representación, el objeto fóbico, que se encuentra fuera del sujeto, lejos de la
representación original.

Volviendo a nuestro ejemplo anterior, imaginemos un individuo que siente


mucha angustia cuando tiene consciencia de su agresividad en determinadas
situaciones. Como no puede soportar esa angustia, reprime la idea de su
agresividad para no ser consciente de ella, y desplaza la angustia que le produce
sobre los perros, que se prestan simbólicamente a la idea de una agresividad oral.
De este modo son los perros los que son agresivos y que producen angustia, no el
individuo, y se puede librar de la angustia evitando los perros.

Aunque algunos investigadores han propuesto hipótesis sobre la etiología de


los síntomas psíquicos, debemos reconocer que, de momento, no sabemos con
exactitud qué configuración de factores internos y externos llevan a la producción
de síntomas específicos en todos los casos. En algunos casos concretos es
posible rastrear la creación de un síntoma, pero no es posible afirmar que todas
las fobias provienen siempre de una misma conjunción de factores.

Ahora bien, existen situaciones que tenderán a favorecer más un tipo de


patología que otra, más leve o más grave, y desde luego que la presencia de
traumatismos importantes en la temprana infancia aumentan significativamente el
riesgo de patología grave, pero no está nada garantizado: algunos sujetos son
extraordinariamente resilientes y pueden organizarse mentalmente en situaciones
que derrumbarían a otros, y vice-versa. A esto se añade que una misma situación
traumática (real y/o fantaseada) puede desembocar en síntomas muy diferentes
en personas diferentes.

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico de una fobia suele ser relativamente claro. Una fobia es


cualquier miedo irracional de cosas, animales, situaciones, o espacios que no
presentan ningún peligro objetivo.

Se tiene miedo de algo objetivamente peligroso ––un león, por ejemplo––, pero
se tiene fobia de algo objetivamente inocuo, un ratoncito. La fobia no proviene del
objeto fóbico en sí, sino de lo que ese objeto despierta en la mente del individuo
que sufre de la fobia.

Las fobias son una manera muy eficaz que utiliza el aparato psíquico para
deshacerse de la angustia interna de la que sufre el sujeto. En lugar de sentir la
angustia y el peligro dentro de sí mismo, una fobia tiene la ventaja de ser un
síntoma que localiza la angustia fuera del individuo, donde puede ser evitada.

Por ejemplo: un individuo que tiene mucho miedo de su propia agresividad


puede crear una fobia a los perros (donde deposita la idea de la agresividad).
Luego evita a los perros y así se libra de su angustia. El miedo a sí mismo se ha
convertido en un miedo a otra cosa que puede ser evitada. Huelga decir, todo esto
sucede inconscientemente, no hay una intencionalidad consciente en la creación
de un síntoma fóbico.

Precisamente por esta cualidad que tienen las fobias de localizar el peligro
fuera de sí, muchas personas pueden convivir con sus fobias sin mayores
problemas ya que sencillamente evitan el objeto fóbico, y así evitan la angustia.

Sin embargo, la situación se complica cuando la evitación del objeto fóbico


comienza a restringir seriamente la libertad del individuo, y no es infrecuente que
en determinados casos los objetos fóbicos se van multiplicando, invadiendo y
limitando cada vez más la vida del sujeto.

Es necesario diferenciar entre tipos de fobias. Una fobia a un objeto, animal o


actividad concreto remite a un funcionamiento mental distinto que una
claustrofobia, o una agorafobia. Las primeras son de orden mucho más específico,
donde las angustias que están en juego tienen que ver con situaciones
relacionales bien delimitadas. Las segundas suelen tener más que ver con
amenazas al sentimiento de ser uno mismo, a la identidad, y están ligadas a
angustias más arcaicas en el desarrollo humano. Las fobias sociales se sitúan
entre las dos, y a menudo se deben a que el sujeto que las sufre atribuye a los
demás una parte muy crítica de sí mismo.
LAS FOBIAS MÁS FRECUENTES EN LOS NIÑOS

Durante la infancia toca enfrentarse a un mundo desconocido y demasiado


grande para alguien tan pequeño. El miedo es algo habitual en los niños y además
pasa por diferentes etapas según la edad. Cuando el tema que genera el miedo
escapa a su comprensión, su mundo habitual se ve alterado y no saben cómo
reaccionar ante este cambio, el miedo puede llegar a provocar en ellos un
sentimiento de ansiedad.

Cada edad tiene sus propios temores y miedos característicos, pero todos son
pasajeros y remitirán a medida que los niños maduren y comprendan que no hay
por qué asustarse ante este asunto. Sin embargo, en otros muchos casos este
pánico puede aumentar de intensidad y repercutir negativamente en el día a día
del menor. Es en estos casos cuando los padres deben ayudar a sus hijos para
tratar de calmarlos y ayudarlos en la superación de estos miedos.

La mayoría de los miedos que sienten los niños desaparecen cuando estos
alcanzan la madurez para comprender al problema al que se enfrentaban. Son los
que la Asociación Española de Pediatría, AEPED, denomina como "miedos
evolutivos". Sin embargo existen otros muchos que podrían requerir la ayuda
paternal para superarlos como es el caso de las fobias, que suponen una reacción
desproporcionada por parte del menor ante un temor y que generan en él un
sentimiento de ansiedad. AEPED señala los siguientes miedos como los más
comunes en los pequeños:

 Miedo a la oscuridad. La hora de ir a dormir puede suponer una tortura en


muchas ocasiones para los más pequeños de la casa. Ver cómo ese cuarto
colorido y donde jugaba horas antes, ahora se convierte en un sitio umbrío
y en el que sus sentidos no perciben nada provoca en los niños un temor
bastante habitual a la oscuridad. De hecho, la AEPED señala que este
miedo aparece en uno de cada tres niños hacia los dos años y que este
porcentaje disminuye a los 8-9. Esta asociación añade que en ocasiones a
este temor se le añaden otros como el miedo a personajes imaginarios o a
la posibilidad de que alguien entre y pueda hacerles daño. La AEPED
recomienda establecer ciertas rutinas que calmen a los niños antes de
dormir tales como hablar con ellos en la cama y arroparles o leerles un
cuento; también pone énfasis en el peligro que puede tener que el pequeño
realice actividades excitantes antes de dormir o tome bebidas con cafeína y
azucaradas por la noche.
 Miedo a la separación. Perder a esa persona a la que se siente tan
apegada el niño es un pensamiento que no le gusta nada a los más
pequeños. La AEPED señala que es uno de los miedos más comunes en la
raza humana en sus primeros años de vida, en especial cuando el pequeño
teme perder a su madre, persona a la que normalmente está más unido.
AEPED recomienda fomentar la autonomía del niño desde un principio y
evitar la sobreprotección del niño. Se deben realizar separaciones breves al
principio tales como permitirles ir a jugar a casa de un amigo y con el paso
del tiempo ampliar estas actividades a dejarlos dormir en casa de esta
amistad o acudir a campamentos cuando la edad se lo permita.
 Miedos escolares. El colegio puede suponer numerosos problemas para el
niño. Y es que en este entorno el menor se ve envuelto en un entorno
competitivo donde generalmente la normal establece que debe ser el mejor.
Esto se une al hecho de tener que buscar amigos, lo cual puede provocar
en él un sentimiento de soledad. Este hecho suele remitir con el paso del
tiempo, cuando el pequeño se adapta al colegio. Por parte de los padres es
importante ser firmes en tanto que se haga entender al niño que debe
acudir a la escuela. También será importante una buena relación con el
profesorado a la hora de detectar posibles problemas como el bullyin, que
pueden provocar este miedo al colegio en el menor. Hay que evitar largas
ausencias escolares ya que esto no favorece a la aclimatación del niño en
su nuevo medio.
 Miedo a los médicos. No es raro imaginar por qué el niño teme a un
desconocido que en ocasiones cubre su rostro y que provoca en él un daño
físico o que le clava agujas para inyectarle las vacunas. Esto puede
provocar que pequeño sienta ansiedad cada vez que se le comunica que va
a acudir al médico ya que este no entiende que es para curarlo, sino más
bien para hacerle sentir dolor. La AEPED recomienda una actitud serena en
los padres para transmitirle tranquilidad al niño. Además también es bueno
que el pequeño conozca a su pediatra en un contexto más amable y
cuando este no lleve mascarilla ni otros artilugios que puedan provocar el
rechazo del menor.

ORIENTACIÓN GENERAL PARA SUPERAR LAS FOBIAS EN LOS NIÑOS

La mayor parte de los miedos infantiles desaparecen por sí solos a medida que
el niño madura y afronta las situaciones temidas. Conviene ayudar a los niños
miedosos a superar sus temores sin caer en la sobreprotección y fomentar que
sea el niño quien solucione las dificultades con ayuda, pero sin que se encuentre
siempre los problemas resueltos. Hay que tener en cuenta que a veces el miedo
se perpetúa por las ventajas que, sin proponérselo inicialmente, se obtienen con
ellos.

Huye de concesiones. Los padres suelen adoptar una actitud comprensiva


y tolerante, proporcionando al niño más caprichos o ventajas y, por otro, le
pueden descargar de obligaciones, deberes o responsabilidades. Por ello
se debe valorar realmente si es conveniente realizar ciertas concesiones
como dejarle pasar la noche en cama de los padres cuando haya miedos
nocturnos o permitirle estar en casa sin ir al colegio.
Evita el recurso al miedo para controlar el comportamiento infantil. Es
una práctica educativa inadecuada. Algunas frases como "si no eres bueno,
llamo al coco" o "si no tomas el jarabe, te llevaremos al hospital para que te
pinchen" resuelven las situaciones de forma momentánea, pero pueden
generar problemas a largo plazo. Resolver problemas con amenazas no
hará más que incrementar ciertos temores en el niño.
Presta atención a las estrategias. El niño con miedo puede emplear
estrategias para escapar o evitar las situaciones temidas como fingir dolor
de barriga para no ir al colegio o llorar cuando queda solo. Si esto sucede,
es preferible la indiferencia, tener paciencia y fingir que no se oyen las
quejas ni las rabietas y celebrar por el contrario cualquier acción positiva del
niño, por insignificante que sea, dirigida a superar el miedo.
Disimula tus miedos. La imitación tiene mucho que ver en la adquisición
de miedos infantiles, por lo que es importante mantener la compostura y
disimular los propios temores en presencia del niño. Las sensaciones de
seguridad suscitadas por la compañía de los padres contrarrestan el miedo.
Se aconseja restar importancia a las manifestaciones normales de miedo
en los menores y tratar de conservar la calma en momentos de estrés
Selecciona las películas o lecturas de tus hijos. Un mecanismo de
adquisición del miedo es la observación de experiencias atemorizantes.
Hay que seleccionar películas, lecturas, relatos y espectáculos apropiados
para su edad. Hay que evitar historias de terror o que presenten violencia
indiscriminada. Es útil en ocasiones recurrir al juego y al humor en
circunstancias de temor.

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