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Cuando Tom se despertó, al principio no podía creer lo que veía; era todo

como un sueño. Él estaba acostado sobre una cómoda colchoneta en una sala
cálida y llena de luz. Más allá, al otro lado de la sala, había una gran mesa
colmada con los mejores manjares, carne, pan, frutas, vegetales cocidos,
ensalada y cosas que, hasta ahora, Tom nunca había visto.
En la banda de los ladrones, nunca comían cosas como aquellas que
estaban en la mesa. Cuando el jefe de los bandidos traía algo para comer, a los
niños sólo les dejaba los restos y éstos debían peleaban por obtener la mejor
porción. Además, los niños más fuertes, siempre se quedaban con la mejor parte.
Pero Tom había aprendido ser listo y paciente, sabiendo cómo obtener un buen
trozo de comida, ya sea de los restos o utilizando otras artimañas aprendidas con
el tiempo y el hambre.

En ese momento, Tom sentía mucha hambre, así es que miró a todos
lados, fijándose en que nadie lo observase. Pero justo, en ese preciso instante,
entraron unos niños muy luminosos y extraños, que se sentaron tranquilamente
alrededor de la mesa, haciendo señas a Tom para que se acerque a comer con
ellos. Sin embargo, él ya estaba escondido tras un sillón, pensando en que los
niños seguramente querían atraparlo. Tom no confiaba en nadie.
Luego de un momento, uno de los muchachos, que era bastante grande,
se levantó a buscar al “huésped”, que seguía escondido tras el sillón, pero Tom
golpeó alrededor suyo como una bestia salvaje, así es que lo dejaron seguir
escondido.
Cuando los niños comenzaron a comer, Tom se asomó de atrás del sillón
para poder observarlos. Él no podía creer lo que veía: nadie robó la comida del
otro y hasta compartían entre sí los diferentes platillos; era increíble. En la banda
de los ladrones, en cambio, sólo pensaban en llenarse la boca y los bolsillos tan
rápido como sea posible y comer era un acto apresurado y escondido, siempre
alerta a que otro pueda quitar el botín. Acá, todo era tan tranquilo, los niños se
tomaron el tiempo para conversar y reírse; nadie tiró los huesos a la cabeza del
otro, nadie se limpio sus manos en la ropa, nadie gritó.
Realmente, era tan diferente a la casa de los ladrones que Tom casi se
olvidó de su hambre por tanto asombro.
Sin embargo, en cuanto los niños terminaron su comida y salieron de la
sala, Tom corrió rápidamente a la mesa, observando todo lo que quedaba en ella;
de prisa tomó algunos comestibles que le eran conocidos y los escondió junto con
él tras el sillón. Allí se sentía seguro para disfrutar tranquilamente de su pequeño
festín
Pero ¿dónde estaba? ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Acaso no fue ayer cuando
ocurrieron esas cosas horribles y asombrosas a la vez? Sin un motivo aparente,
los ladrones le habían golpeado aún más que de costumbre, y cuando les
amenazó con que huiría de ellos, lo ataron y lo encerraron en un calabozo oscuro.
Una vez encerrado, Tom gritó tan fuerte como pudo, gritó con toda su rabia y
desesperación, hasta quedar sin voz, sólo sollozos en la oscuridad.
De pronto, escuchó una extraña vos, una voz desconocida que negociaba
con los ladrones. Esos bandidos eran unos sinvergüenzas y pedían un precio
altísimo. Como el negocio terminó, no podía escuchar, pero pronto se abrió su
oscura celda; un hombre claro, como la luz, cortó sus cuerdas y lo sentó consigo
en el caballo. Al parecer, en ese momento, se quedó dormido.
El hombre lo rescató, era extraño, muy distinto de los ladrones. ¿Por qué
no le temía?
De repente, la puerta de la sala se abrió y el hombre luminoso estaba
otra vez allí; no se enojó cuando vio que Tom ya había comido. Sino que rió
ampliamente y dijo:
-supongo que te gusta estar aquí Tom, pero hay muchas más cosas
maravillosas para ti. - ¿Qué piensas de un baño de tina? ¿Ya has visto alguna vez
un baño?. El hombre salió y Tom, el pequeño ladronzuelo, dudaba
desconfiadamente de sus buenas intenciones. Ésta podía ser una trampa. ¿Qué
le esperaba afuera de la sala? Pero tampoco quería ser cobarde, por otro lado,
tenía mucha curiosidad, así es que siguió al hombre.
Al otro lado de la puerta, había una pequeña habitación verde, donde se
encontraban muchas cosas extrañas y brillantes. En el medio de la pieza, había
algo como un pequeño lago
y cuando Tom decidió probar el agua con la mano, quedó sorprendido, era
caliente. Tom pensaba para sí mismo que sería maravilloso poder bañarse en esta
agua caliente. Entonces, el hombre le ofreció amablemente que se quite la ropa y
se sumerja en el agua
En ese momento, Tom pensó: ¿Despojarse de su ropa? –No - ¡Su ropa le
pertenecía a él. Nunca la entregaría a otro. Con rebeldía se quedó parado. El
hombre, sin embargo, se quedó esperando. Al parecer, tenía mucho tiempo.
Pero ¿por qué esperaba? El hombre luminoso era el más fuerte de los
dos, el podría obligarle a meterse al agua sin mayor esfuerzo.
El jefe de los bandidos, lo hubiera hecho así.
No obstante, el agua era muy atractiva. Tom quería bañarse con todas
sus ganas, pero ¿dejar su ropa? Eso no, Ya estaba acostumbrado a ella. Si, era
cierto, los pantalones ya hace tiempo no le quedaban bien, eran demasiado
estrechos y cortos, ni hablar de su camisa, la cual tenía más agujeros que
tela. Seguramente, su olor tampoco era muy agradable- pero despojarse
de su ropa, jamás.
-No regales nada a nadie- esta era la ley de los ladrones y así lo había aprendido.
Sin embargo, cuando sus pulgas lo picaron más y más y no pudo aguantar,
sólo entonces, entendió que únicamente un salto al agua le podía ayudar.
Rápidamente se sacó la ropa. Y cuando vio los andrajos sucios en el
suelo, notó que realmente no tenían lugar allí. Tampoco le importó en ese
momento que el hombre os haya tomado y los haya tirado al fuego.
¡Que maravillosa era esta agua!
Con una esponja suave, el hombre
acarició el cuerpo flaco del niño y se conmovió cuando vio lo que se
escondía bajo la capa negra que cubría la superficie del agua.. Rasguños, cototos,
chichones, ronchas, cicatrices e inflamaciones. Con lágrimas en los ojos, el
hombre envolvió a Tom en una suave toalla y, muy cuidadosamente, o puso algo
blanco sobre las heridas. Después Tom recibió nuevos pantalones y una
camisa blanca para vestirse.
Cuando terminó todo el proceso de limpieza de Tom, el hombre sonrió
alegremente y llevo al niño a una pared, donde podía verse como en un
espejo. Pero, no era posible que este niño en el espejo fuera él.- tan
luminoso, limpio y lindo.
El niño se pellizcó fuertemente- y le dolió.
Entonces comprendió que sí era el mismo. Asombrado, buscó la mirada del
hombre luminoso y éste lo guió de regreso a la primera sala. Ahí se sentó en un
sillón rojo gigante y colocó a Tom en su regazo. El niño se entregó
completamente, su pequeño corazón sintió todo el calor de amor paternal de
este hombre, y de pronto lo supo: en este hombre puedo confiar plenamente.
Tom se acurrucó en sus brazos y estaba tan feliz, que quería quedarse
para siempre allí.
Tom nunca había experimentado algo así, sentirse protegido por unos
brazos fuertes que lo apretaban, pero sin causarle dolor. Un regazo donde podía
descansar sin miedo y más seguro que la cueva más profunda. Hasta con
los ojos cerrados, Tom sintió la mirada de este hombre lleno de luz, y le
hizo muy bien hasta lo más profundo de su interior.
Tom tenía la impresión de que, por fin, había llegado al lugar que había
buscado por toda su vida. Un lugar al cual pertenecía, que era su
lugar.
En realidad Tom no quería hacer otra cosa que disfrutar de ese
maravilloso momento. Pero, después de un tiempo, entraron los otros niños. Ellos
traían pequeñas coronas doradas sobre sus cabezas y le entregaron al hombre
una corona; este se la puso a Tom y le dijo alegremente: -Tom. tú eres, de ahora
en adelante, también mi hijo. En ese preciso momento Tom lo miró y supo, de
pronto, y con mucha seguridad: Este hombre es el rey. Pero era tan extraño, Tom
no tenía miedo de él. Bueno el estaba sentado sobre su regazo. ¡Él era ahora su
hijo!
Correcciones

y éstos debían peleaban por → y éstos debían pelear por


Tom había aprendido ser listo → Tom había aprendido a ser listo
Tom para que se acerque a comer → Tom para que se acercará a comer
amablemente que se quite la ropa y se sumerja en el agua → amablemente que
se quitara la ropa y se sumergiera en el agua
muy cuidadosamente, o puso algo → muy cuidadosamente puso algo
en este hombre puedo confiar → en este hombre podia confiar
que quería quedarse para siempre allí → que quería quedarse allí para siempre
más profundo de su interior → más prfundo de su ser

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