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Susana Peñalva

I T N . M .VA, Susana. Espacio urbano y sociedad en América Latina: la proble-


i i i . i i i i - ; i local, emergente en un contexto de crisis. Revista Mexicana de
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PORTES, Alejandro, JOHNS, Michael. Class structure and spatial polarization: México. Estudió en la Escuela de Economía y en la Facultad de
an assessment of the recent urban trends in Latin America. Journal of Filosofía y Letras, ambas de la UNAM. Ha sido colaborador de
Economic and Social Geography. Special issue: Spatial mobility and urban diversas revistas y diarios mexicanos desde 1956. Ha impartido
change. Amsterdam: KNAG, I, XXVII, 5, 1986, p. 378-88. cursos en la Essex University (Traducción y Literatura Latinoa-
PREALC-OIT (Programa Regional sobre Empleo en América Latina y el Cari- mericana, 1970-1971), el King' s College (Literatura Latinoame-
be/Organización Internacional del Trabajo). Deuda social. ¿Qué es, cuánto ricana, 1971) y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
es y cómo se paga! Santiago de Chile, 1988. (Política y Novela, 1972). Ha publicado: Antología de la poesía
PRETECEILLE, Edmond. Crise hégémonique et restructuration territorial de mexicana del siglo XX (1966), Principados y potestades (1969),
l'État. La gauche et la décentralisation en France. Revue Internationale Días de guardar (1971), Amor perdido (1976), En torno a la
d'Action Communautaire. Les ambiguítés dupouvoir local. Montréal: Saint- cultura nacional. Historia general de México (1981), Escenas de
Martin, n. 13/53, 1985. pudor y liviandad (1981) y Entrada libre (1987).
. Mutations urbaines et politiques locales. Paris: CSU, 1988, v. 1.

Y viendo el humo de su incendio, dieron voces, dicien-


do: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?

Apocalipsis 18, 18

I nstalada sobre la destrucción de un imperio, la Ciudad de México


encontró en este hecho — un hacerse entre ruinas — su primera y~
última definición. Desde entonces, y a lo largo de los siglos, la ciudad ha
crecido hasta perder la conciencia de límites, ha canjeado a los cantores
por los gestores, se ha dejado ceñir por lemas de la mitomanía ("La ciudad
de los palacios", "La región más transparente del aire") y ha vuelto
siempre al principio: la relación entre los arrasamientos de toda índole y
el proyecto inacabable de construcción.
Como toda ciudad, la de México se ha sujetado a ideas preconcebi-
das, que suelen volverse prácticas fatalistas. A la ilusión primera de una
"ciudad de Dios", curas y frailes le imponen el amor al Supremo Creador,
74 Carlos Monsiváis México, ciudad del apocalipsis a plazos 75

que es aliado del rey cié lispaña, y virreyes y explotadores de minas y de de los liberales, y el nuevo trato simbólico y real de la sociedad con el
indios le añaden la munificencia de edificios que son apetito de grandeza espacio citadino. La admirable severidad de templos y conventos ya no
en medio de hi así llamada barbarie. Al sueño de la urbe virreinal, asiento será la norma; es el tiempo de edificios de gobierno que obliguen a pensar
del esplendor sin paralelo, la Colonia le aporta el trabajo esclavo y el en el vigor irrefutable del Estado, de mansiones a modo de delirios
sai jiieo de recursos. Vivir como Dios man da sólo es posible en residencias aristocráticos, de grandes paseos y avenidas (el paseo Montejo en Marida,
como loríale/as, donde el boato pertenece a la técnica de consolidación: él paseo de la Reforma en México), de teatros donde la decoración se
a la sociedad novohispana la apuntalan el lujo de fuerza y las intimida- refleja en el vestuario de los asistentes, de ambiciones culturales marcadas
ciones del ¡ojo. Nadie se preocupa — no es asunto pensable — por las por el tono operático.
condiciones de vida de indígenas y parias urbanos. Inconcebible que Y el resto — la ciudad sin prestigio — parece no importar.
habiten <YMY/.V; a ellos les corresponden chozas, tugurios, meros hacina-
mientos, lil orgullo estético es argumento prescindible ante la mayor El México de principios del siglo XX, de fotingos y tranvías, de
ra/ón de ser de la ciudad: este es, y que a nadie se le., olvide, él" centro... sombreros de palma y carencia de neurosis urbana, es por comparación
jxili'lieo, religioso y social, cultural, de un país donde la única justicia es la ciudad aislada y despoblada que ignora sus reservaciones marginales,
la grande/a de su clase dirigente. y acepta sin gratitud la docilidad de las masas para quienes la cultura o el
arte no son siquiera preocupaciones lejanas. A los ruidos de cohetes y
I ,& literatura en esta etapa aporta, en lo que se refiere a la ciudad,
vendedores callejeros, se suman murmullos de placer al paso de las
¡minero el asombro ante la fantasía de los idólatras, y lo que fue Tenoch-
carretelas adornadas, suspiros de compasión teatralizada ante las irrup-
lillán, y luego la variedad de técnicas para darle a la nueva "ciudad de
ciones de los pobres y movimientos de cabeza que compendían la sabi-
I )ios" el orgullo que sea también el severo deseo de vivir según la norma.
duría de la ciudad: ¡qué bella traza y qué sociedad tan equilibrada! Y para
Así el cronista Bernardo de Balbuena comienza su Grandeza mexicana
quienes aceptan que el destino fija, por razones que sólo a él competen,
con lo que es, al mismo tiempo, reconocimiento de majestuosidad,
los sitios en la escala social, la ciudad jerárquica asume las proporciones
adulación y técnica de construcción del ego colectivo: "De la soberbia de una naturaleza ceremonial.
México el asiento..." y esto, con las variantes a que va obligando el fin del
ensueño teocrático, persiste a lo largo de los tres siglos coloniales. En el porfiriato se aplica con puntualidad una estrategia; que sean
todo lo invisible que se pueda los Intrusos (los pobres, los miserables)
En el siglo XIX, la necesidad — real y programática — de la
cuya sola presencia afea y calumnia a la única zona del país capaz de
mentalidad crítica que sea el signo de la nación independiente influye
librarse del primitivismo. Por lo pronto, se cree y se dice de mil maneras,
poderosamente en descripciones y concepciones de la ciudad. Porun lado,
la población de este país es irredimible, o su salvación es tan a largo plazo
abundan quienes se atienen a la frase atribuida al barón de Humboldt ("La
que no le interesa a su cúpula. Queda tan sólo auspiciar zonas de privilegio
ciudad de los palacios") y se jactan de la belleza de la capital y el porvenir
en las ciudades principales: Guadalajara, Puebla, Veracruz, Marida,
a que esa belleza obliga. Pero lo más común entre novelistas y cronistas
Chihuahua y, especialmente, la capital que, en el México independiente,
es señalar limitaciones (la mayor: el tedio de la ciudad cuyo gran deporte
será sinónimo del proyecto aprobado por la credulidad colectiva: si
es atrapar reflejos de las metrópolis) y depositar el desarrollo y el sentido
seguimos con brío la lección del virreinato, y liberamos a determinadas
de la ciudad en la conducta de sus clases medias, vistas con sorna y
zonas de todo signo de atraso o de miseria, esta ciudad será mundialmente
admiración. Y la literatura apenas capta fenómenos centrales. Por ejem-
célebre y respetada. Y si un viajero metropolitano no se siente por .un
jilo, suele referirse de modo colateral al proceso de secularización que es
momento habitando tierras de barbarie, la ciudad logrará el objetivo
el principio de la renovación urbana. íntimo de su dirigencia. Nada tienen en común la élite criolla y la minoría
A mediados del siglo XIX a la burguesía liberal le urge eliminar de liberal y radical, salvo un punto de acuerdo: el carácter de la ciudad
la ciudad el aspecto de cindadela clerical, y por ello, y aún a sabiendas de depende de su capacidad para asimilar los modelos europeus. El Progreso
la he I le/a sacrificada, se decide extirpar de la traza urbana algunas señales es un concepto y una práctica siempre externos. En pos de la meta
v ¡si I >les i leí sueño teocrático. La piqueta que derrumba templos y conven- anhelada, la oligarquía se atiene al consumo ostentoso y los liberales a la
lo:; anuncia con violencia las exigencias políticas, morales y económicas secularización.
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liste proyeelo atraviesa la dictadura de Porfirio Díaz y persiste en De la Revolución Mexicana ansiedad especulativa
los regímenes de la Revolución Mexicana. Uno es su propósito: alejar el
apocalipsis contenido o apenas retenido en esas masas cobrizas, llenas de Entre 1910 y 1917, en la capital la revolución se anuncia con las
IcaUlad y miu'iv. ingenuas al punto de adorar a quienes las desprecian, multitudes de fisonomías antes sólo localizadas a través del pintoresquis-
siempre entrando o saliendo de las pulquerías, destruyendo las haciendas mo. A la ciudad la modifican de golpe el desfile de zapatistas y villistas
l'nsil en mimo, invadiendo el horizonte reservado a otras imágenes. Evitar (de rostros desafiantes y atuendos que el cine expropiará volviéndolos el
o (le:;len:n el apocalipsis: este proyecto no es sinónimo de civilización guardarropa del primitivismo), y de familias de clase media — "las
;;¡n<> de poder perfecto y lleva a encarcelar limosneros antes de la llegada moscas", las llama el novelista Mariano Azuela — que huyen de la lucha
de un visilanlc ilustre y a crear los ghettos que se llamarán "ciudades armada.
perdidas", "cinlurones de miseria" o "colonias populares". "Fuera de México", afirma un refrán, "todo es Cuautitlán", un modo
como otros de referirse a la desolación pueblerina.
Ninguna de las razones del centralismo es propiamente estética. Al
sentimiento de vanidad por el hecho de vivir en lo que fue capital de la
Noticiero del apocalipsis I Nueva España, lo suplanta la indiferencia hacia la condición de la ciudad,
actitud que distinguirá al afán de modernidad ("No importa cómo se vea,
Y el primer ángel reunió las cifras y dijo: pero que se vea como de otro país") y que le permitirá a especuladores y
— En 1940, en la Ciudad de México 1,76 millón de habitantes contratistas aprovechar a fondo el crecimiento irracional. De 1920 a 1960,
ocupaba 11.753 hectáreas. En 1988,18,5 millones de personas ocupan la fe en el Progreso desbarata cualquier ordenamiento civilizado. La
125.680 hectáreas. ciudad se extiende por todas partes, las colonias residenciales crecen y en
— Porcentaje de la población total del país que vive en la Ciudad diez años se descubren pasadas de moda, los edificios virreinales y
de México: 22%. \ Magnitud del crecimiento urbano de 1950 a 1982: 36,5 metros neoclásicos son derribados para erigir rascacielos, el concepto de Subur-
bia encandila a la nueva generación de profesionistas, el funcionalismo
arquitectónico disemina horrores que el capitalino considera parte de su
cuadrados diarios. destino fatal. La arquitectura: la escritura en la pared. No hay educación
— Del suelo no urbanizado, el 70% de los bosques y el 99% de los estética, y el único valor que se ensalza es lo nuevo.
lagos. En estos años, el optimismo es tan excesivo que nadie le dedica un
— Tasa de crecimiento anual: 2,7%. instante a pensamientos apocalípticos. Se va hacia adelante y la intensa
movilidad social disipa temores y dudas. Hay pobres, pero ya aprenderán
— Tasa de mortalidad infantil: 2,8%.
a no dejarse ver; hay problemas, pero la censura los aleja de los medios
— Niños en la miseria: 68 mil, durmiendo en las calles. informativos y la ciudad capital es el gran botín que atrae a los especula-
— Consumo de agua por minuto: 1,274 millón de litros. dores urbanos, los casatenientes, los deseosos del cambio rápido.
— Porcentajes del volumen de agua potable destinada a uso indus-
trial: 75%. "Las ciudades destruyen las costumbres"
— Centímetros al año en que se calcula el hundimiento de la Ciudad
Desde los años 50 la suerte de la ciudad está decidida: será el recinto
de México: 15.
de la explosión demográfica que promueva la ortodoxia católica ("Cada
- Cantidad de basura diaria que produce un habitante de la Ciudad hijo trae su pan, su cobija, su mala suerte"), los habitantes de la familia
ilr México: 940 gramos. tribal y las presunciones del machismo. Y alucinados por los trabajos, la
Tiraderos clandestinos de basura (esquinas, parques y camello- relativa seguridad, la diversión y la vida liberada del control parroquial
nes): <S',.<í mil. acuden a diario al Distrito Federal, para ya no abandonarlo, 500 o 600
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l « molías, inmigrantes de todos los sitios del país, que saturan vecindades nización y la ciudad se desenvuelve, sin que se tenga en cuenta una
v .T/.ok'.as, viven en los resquicios cedidos por los parientes o en departa- característica central: por su mismo vigor, la capital es el gran instrumento
l ü i n i l i í o s a sólo tres horas del sitio de su trabajo. de la sociedad laica, de la tolerancia, de la creación de estímulos culturales.
/.Como surgen los ghettos, las "ciudades perdidas" o "colonias Lo moderno para quienes carecen de recursos: el goce de las liber-
populares"? A un terreno baldío acuden 20 o 30 familias, que se instalan tades (la primera de ellas: el desorden relativo) y la promiscuidad incon-
romo pueden, en chozas precarias a las que por cariño les dicen casa, con trolable que trae consigo el desarrollo urbano. Por un tiempo, en la capital
piso de tierra y paredes de cartón. El líder les exige dinero para tratar con lo urbano es sinónimo de lo popular, porque en las colonias residenciales
las autoridades, los colonos entregan lo que pueden, el líder va con el a lo que aspiran propietarios y arquitectos es a construir y habitar
funcionario y le grita recordándole los derechos del pueblo, o simplemen- mansiones "fuera del tiempo", donde la ostentación dé aviso de la nueva
te aguarda y pide más dinero, y el tiempo pasa, y si no hay desalojos aristocracia que reemprende el camino de la munificencia virreinal (esas
violentos, 20 o 30 años después los colonos han conseguido una o dos colonias son ahora homenajes al costumbrismo desvencijado). Y las
escuelas, una iglesia (donde no pueden casarse porque las bodas son muy masas definen por un tiempo el sentido de lo urbano.
caras), agua potable, luz eléctrica y algún otro atributo urbano. Falla el Luego, lo que en todas partes o en casi todas partes: la fiebre de la
transporte (en el que invierten tres o cuatro horas al día), falla el drenaje, americanización, el deseo compulsivo de una clase ansiosa de habitar el
son mínimos o inexistentes los estímulos culturales (ajenos a los que gran suburbio de Los Angeles y de "californizar" la apariencia citadina.
proporcionan el cine, la radio y, sobre todo, la televisión). Y, en un año, La americanización fue y es muchas cosas, pero en la arquitectura de y
los inmigrantes desisten de hábitos arraigados a lo largo de las generacio- para clases medias se define como el olvido del pasado en beneficio del
nes. Quien desee adaptarse a la ciudad no le hallará sentido a la mayoría autoengaño. Mira esta casa. Es igualita a una que vi en un suburbio de
de las trabas depositadas por la región y las tradiciones familiares. Y se San Diego. ¿Y quién desmentirá al alucinado y feliz propietario?
institucionalizan las dos ciudades: la que cada quien elabora, por su Como en casi todas partes, pocos se oponen, ni siquiera la derecha
cuenta, la geografía personal del hogar, el trabajo y los (cada vez más antiyanqui, a la americanización, bajo cuyo prestigio se cuelan el arrasa-
escasos) sitios de esparcimiento, y la otra ciudad, la del anonimato sin miento estético y ecológico, la instalación de industrias sin tomar mínimas
excepciones. precauciones, la destrucción del patrimonio artístico, el desbordamiento
Así, por ejemplo, en los años 50, Nacho López, un extraordinario urbano. Se admite que el trato con la tecnología, por más superficial que
('ológrafo, captó una Ciudad de México de los pobres y de la vida sea, es la compensación al alcance para quienes viven en las márgenes de
nocturna, y en su obra se filtra el nuevo optimismo popular: nada estará la prosperidad. Y luego, si falla la resistencia ideológica, triunfa la
muy mal mientras nosotros a ratos nos sintamos tan magníficamente; el resistencia en la vida cotidiana, que asimila sin ser asimilada en lo
Progreso también consiste en ver en la ciudad el mayor espectáculo fundamental, adaptando irónica y ferozmente el modelo y "nacionalizan-
concebible, el majestuoso desfile al que hemos llegado por la resignación do la americanización" (si la frase procede). Esto, creo, explica muchas
y d hábito, pero al que es ya hora de admirar porque es el único show que cosas: el auge del seudoarte (de tan kitsch, la Ciudad de México resulta
nos incluye. En pos del optimismo que no se reconoce como tal, Nacho otra cosa), la complementación intensa entre la modernidad y el anacro-
<':.¡»loró la zona entonces sin reconocimiento estético posible, la ciudad nismo, la dualidad singularidad-imitación que rige a la mayoría de los
i Ir los pobres, los barrios en la madrugada con su cauda de borrachos y ofrecimientos visuales.
vrudi-dorcs de comida típica, los cabarets y su repertorio prostibulario,
I":; dillares, los circos... Esos mismos escenarios unos años antes hubie--
U n i irsuliado amenazadores, escalofriantes. Ahora resultan típicos, y el Noticiero del apocalipsis II
¡' i t u m o incluye el deseo de salir del arrabal, de la pobreza, y la certidurn-
í'f 'Ir i j i i r la pobreza ya es inofensiva. Entonces, las colectividades Y después de estas cosas oí una voz de gran compañía en el cielo, y
|io|>nl;iir;; s;ilicn que son algo nuevo pero no saben lo que son, se el segundo ángel emitió más datos:
modernizan sin Icner muy presente las implicaciones del término moder- — El Distrito Federal tiene el 15% de la vivienda del país.
III! Carlos Mons'iváis México, ciudad del apocalipsis a plazos

Del total de viviendas, el 52% son rentadas. o no lo que los teólogos de la liberación llaman eclesiogénesis, la creación
—De los rentistas o casatenientes, el 10% tiene 30 viviendas o más; de la Iglesia desde abajo, desde el pueblo? La pregunta me sobrepasa,
<•/ 20%, de 10 a 30; y el 70%, de 1 a 3 viviendas. pero si no hay eclesiogénesis, sí hay, estrepitoso, rugiente, omnitronante,
—Del total de viviendas, cerca del 41 % presenta graves deterioros. el tumulto que democratiza los ritos, enloquece a la montaña, sana y
enferma al lunático, eleva y derrumba las madererías de Dios sobre las
—El 15% no tiene drenaje, el 12% sin agua potable, el 1,5% sin luz muchedumbres labrantías, deshace los ordenamientos jerárquicos, le da
eléctrica, el 7% son hechas de adobe, madera o lámina.
al ruido la doble calidad de presagio de la tierra desordenada y vacía antes
— El 25% de las viviendas alberga, cada una, más de 5 habitantes. del génesis o del apocalipsis, hace de la devoción un acto de contempla-
El 23% es de un sólo cuarto, y el 20%, de dos cuartos. ción múltiple, incorpora la fe a las coreografías, no le concede reposo a
—Déficit de viviendas: 2 millones, a las que cada año se incorporan la atención.
220 mil en razón del deterioro. En el tumulto de la religiosidad, la creencia va y viene, reza, canta,
— En 1989, FIVIDESU, la compañía del Estado, construyó 612 se desfoga eurítmicamente, pasea, se apretuja, compra, come, conversa,
viviendas. Además, disponer de una vivienda de interés social (de bene- se deja llevar por la aglomeración de creencias idénticas, se desmaya, se
ficencia estatal) le cuesta a cada postulante una suma equivalente a los recupera, entona canciones rancheras, certifica que no hay sensación más
2 mil dólares. pagana que la doctrina incontaminada, se añade cada cinco minutos a
— 2 millones y medio de personas carecen de drenaje, 300 mil cualquiera de las interminables colas móviles, se enreda entre las mantas,
capitalinos, por lo menos, carecen de agua. El 75% del agua de lluvia se agita los cascabeles en los pies, deshace las teologías bien portadas, se
desperdicia por falta de infraestructura, y el 33% del agua potable, por deja traducir por teponaxtles y tambores, encarna al mismo tiempo en
los daños en la red de tuberías. peregrinos y turistas, se abisma igualmente en ritmos prehispánicos y en
marchas de John Phillip Sousa, calienta tortillas, bebe de aquí a la
siguiente sobriedad, deposita flores en el altar, se santigua, se enfada al
Imágenes contradictorias y complementarias no sentirse súbitamente iluminada.
A diario, cerca de 5 millones de capitalinos utilizan el sistema del El peregrino que avanza de rodillas hacia la Basílica concentra la
Metro, en batalla álgida por el oxígeno y el espacio (la masificación de la mirada en un punto del infinito. No obstante la precaución de los fami-
secuencia delirante de Una noche en la ópera, de los hermanos Marx, una liares que colocan mantas a su paso, él se ve desfalleciente, las rodillas le
multitud entra a un camarote pequeñísimo). Como en ninguna parte, en sangran, el rezo languidece. Pero habrá de prevalecer, así lo exige su
el Metro se escenifica el sentido de la ciudad contemporánea, que todo lo compromiso con la Virgen, él y su familia han sufrido mucho y ya es justo
incluye: indiferencia por los demás y por uno mismo, humor a ráfagas, que la pasen bien, y ese sacrificio redituará, no porque él quiera comprar
tolerancia un tanto a fuerzas, lucha — no tan metafórica — por la a la Virgen, ella no es como los policías o los funcionarios, pero sí
supervivencia, fastidio de siglos, resignación y energía. En el fondo el demostrarle que se le quiere hasta las lágrimas que no se evitan, hasta el
significado esencial: esas multitudes (y los individuos que las componen) dolor y la sangre. Al paso del supliciante, todos se hacen a un lado, lo
han recibido la herencia de la corrupción institucionalizada, la devasta- suyo es religiosidad que se admite pero que se comparte cada vez menos,
ción ecológica y la supresión de los derechos básicos y, sin desviar la la vida secular rechaza los afanes penitenciales, es mejor y más cómodo
ini-iria del legado, lo humanizan a su manera. Es el humanismo del que todo quede en el diálogo íntimo, sin exhibición de sacrificio.
" ;i| iivlu jón" que proclama la democratización forzada, la del interminable En la mañana, acaparan la atención los grupos de concheros, las
mi-irado en calles y zaguanes donde media ciudad le vende al resto, la tribus danzantes que se multiplican en el país que quiere ser moderno. Su
« i r I automóvil como prisión ambulante. número aumenta cada año, algo quizás atribuible a la vuelta a la religio-
I íii i-l otro extremo y en la misma lucha por el centímetro cuadrado, sidad (o al estudio de la religiosidad, como aseguran en la industria
l,i ciudad religiosa se centra y se aglomera en la Basílica de Guadalupe y académica), al amor hipnótico por los ritmos cosmogónicos, al gusto por,
i 11 su atrio. ¿Allí cada 12 de diciembre, día de la Guadalupana, se produce bailar horas y horas sin obstáculos ni reconvenciones. Los concheros son
puntuales, disciplinados, incansables, y su dignidad se desentiende de las — Número de empresas, de las 500 más importantes en el país,
ITÍI ¡cas que los tradicionalistas podrían hacer de sus atavíos, tan deudores radicadas en el Distrito Federal: 149.
de los modistos del Ballet Folclórico de Amalia Hernández, tan compro- — Porcentaje del área destinada a usos viales dentro de la zona
metidos con el diseño hollywoodense de los 40, que, sin que nadie jamás urbana ocupada: 27,5%.
lo contradijese, se imaginó a los prehispánicos más cerca del show-busi-
ness que de la Coatlicue. Tal vez así sea, pero los danzantes anulan pronto
la fantasía aztecoide de sus atavíos, uno entiende las razones de la falta Donde cupo una ciudad, cabrán cincuenta
de poder adquisitivo, y puede contemplarlos, feliz, durante horas. En ellos
En 30 años (1950-1980), la capital pierde lo que se consideraba su
¿>
el ritual es la más cumplida descarga catártica.
El aspecto de los cantantes en el atrio es ciertamente bélico, desafían organización racional, se extiende hasta incluir todo el Valle de México
a las fuerzas del mal y del bien, se indignan con el silencio, la blandura y se transforma en megalópolis o, en rigor, cadena de ciudades. Hay una
del ánimo, la falta de inciensos y oro que ofrecerle a Ella. Cantan con la meta no tan oculta: que para fin de siglo el país sea una sola ciudad, la
vibración que extermina pecados, sistemas acústicos, indiferencias, bue- capital ampliada. Ya para 1980 el tamaño- de la ciudad derrota todas las
nas voluntades... Y, de golpe, sueños y vigilia se agregan al estruendo, previsiones y políticas de contención. En la catástrofe intervienen distin-
que es el idioma litúrgico de la hora, la síntesis sonora de rezos, cánticos tos factores, entre ellos:
a la Morena del Tepeyac, canciones de José Alfredo Jiménez, bendiciones 1. La ausencia en las autoridades de proyectos urbanos a mediano y largo
dichas como si fueran maldiciones, sones de mariachi, música transmitida plazo. Todo se hace en función de la coyuntura electoral, de la
de siglo en siglo, fragmentos de conversaciones, órdenes iracundas de los necesidad de satisfacer clientelas, de la improvisación que es resultado
técnicos de televisión, pregones comerciales... En el atrio de la Basílica, de la falta de especializado!! de los funcionarios.
la religión popular demuestra que el relajo y el respeto pueden ser formas ?,. La red de corrupción que enlaza al aparato administrativo con los
de la misma trascendencia, que unifican religiosidad y laicismo en el empresarios y que afecta la idea misma de gobierno. Gracias a la
maremágnum que, para darle el único orden posible, el onomástico, corrupción se edifica en sitios prohibidos, se permite la destrucción de
hemos dado en llamar Ciudad de México. monumentos coloniales, se destruyen por sistema los pulmones eco-
lógicos, se fomentan invasiones de terrenos (previamente comprados
por los funcionarios a través de preestanombres). Manos sobre la
Noticiero del apocalipsis III ciudad: la especulación es el nombre del juego.
¡. Kl fracaso de la política demográfica del gobierno, que no logra
Y el tercer ángel derramó también su copa informativa: cumplir ninguna de sus metas, entre otras cosas por la presión de la
— Plantas productivas ubicadas en el Distrito Federal: 30 mil. Iglesia católica, que combate a fondo el control de la natalidad.
— Porcentaje de la población que tiene entre O y 29 años de edad: ! ¡i íl desastre agrario, que impulsa a diario las migraciones masivas a
74,4%. < siiadalajara, Monterrey y, sobre todo, Estados Unidos y la Ciudad de
----- Nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil: 167,2. México.
• Porcentaje del área que ocupan los espacios abiertos dentro de A mediados de los años 70 retorna, vigorizada, la idea del apocalipsis
Id -.-.ona urbana ocupada: 8,9%. • . ' i ' i l a l i n o , sustentado en hechos incontrovertibles, en la,noción despre-
• i ; n i v a del Tercer Mundo, y en el miedo a las masas. El catastrofismo
Hectáreas ocupadas por el área de desarrollo urbano: 63.382.
• linde, como ideología pública (el catálogo de males que se avecinan),
IIccláreas empleadas para la creación de parques y jardines Blii 11¡ ras la ideología secreta es la esperanza que cada quien alberga de
durante /'AS'.S'.- 38,5. < i m i l i de los afortunados que se libren de la lluvia de fuego o sus
< 'iisi-ltts telefónicas que en toda la ciudad prestan servicio al • I H I Y.-ili-nlc-s: la inversión térmica, la destrucción de la capa de ozono, la
publico: /. BSC avciente del agua, la imposibilidad de abastecer de comida a í;i
84 Carlos Monsiváis México, ciudad del apocalipsis a plazos 85

ciudad monstruosa. No en balde el éxito en México (renovado cada año) habitantes, que son a la vez emblema de la vitalidad urbana y opresión
de la película Soylent Green, una antiutopía, del tiempo en que la sin salida.
sobrepoblación llevará al gran recurso alimenticio del canibalismo. Y la
megalópolis se convierte, en las profecías comunes, en la nueva Calcuta,
la ciudad más poblada del mundo en donde se ensayarán todas las
Noticiero del apocalipsis IV
conflagraciones. Y vino otro de los ángeles, y habló conmigo, diciéndome: "Ven acá,
Los 18 o 20 millones de habitantes son la ola incesante que configura y te mostraré la condenación de la ciudad que ya no termina nunca, y te
la nueva ley de psicología social: de aquí en adelante un paisaje semide- la expresaré en los nuevos presagios, los datos estadísticos":
sértico será aquel en donde sólo vaguen, como almas en pena, 100 o 200 — En 1988 hubo en promedio 487 delitos cada 24 horas. En 1989
mil personas. Y la explosión demográfica es el hecho que va ubicando fueron 415. De éstos, 139 correspondieron a hechos delictivos cometidos
los ofrecimientos visuales, gastronómicos y culturales que la ciudad con violencia y relacionados con robos: 2 en casas de habitación con sus
conserva: el Centro Histórico, las ruinas prehispánicas, San Ángel, inquilinos en ellas, 9 en negocios con los propietarios o sus clientes
Coyoacán, Tlalpán, las colonias residenciales, los museos, el paseo de la presentes, 12 de automóviles con sus pasajeros en ellos, 20 a transeúntes
Reforma, Polanco, la Zona Rosa, los monumentos cívicos que el poder y 21 a repartidores. De numerosos delitos no se tiene noticia porque las
difunde a modo de noticieros de su permanencia. víctimas prefieren no dar parte a la policía.
A las muchedumbres que invaden, consumen y definen el Distrito — Un caso típico (1989) de una familia que vive en la colonia
Federal, nada las lleva a la apreciación de la belleza urbana. Confinadas irregular "Las Agüitas", en la parte alta de los cerros de Ecatepec en la
en la aglomeración de las calles y de camas, sólo creen en una meta:' Sierra de Guadalupe. El padre trabaja como obrero en una fábrica de
hacerse de una propiedad, la que sea, y en función de esa angustia se cadenas para camiones, gana el salario mínimo (algo más de 300 dólares
desentienden de la ciudad elegante que crece al sur de la ciudad, de gustos al mes) y cada semana le entrega a su esposa entre 50 y 60 mil pesos
derivados de Houston y Dallas y menú cosmopolita. Fuera de sus zonas (más o menos entre el 70 y el 85% de su ingreso) para el gasto diario en
privilegiadas, la ciudad es producto de la prisa múltiple (vender los alimentos, agua, útiles escolares, etcétera. A la mujer le toca, entre otras
terrenos antes de que los compradores protesten por la falta de servicios, muchas actividades, asegurar el abasto de agua en el hogar, y para ello
asegurar la complacencia o la indiferencia de las autoridades, poseer casa I res veces a la semana llena 2 tambos de 200 litros de agua cada uno; en
propia aunque carezca por un tiempo de puertas y ventanas), y esa prisa total, compra 6 tambos (1,2 mil litros de agua) a la semana y gasta 10,8
acumula sin seleccionar: que las casas se vean bien o mal no importa, que mil pesos, porque como vive en lo alto, cada tambo se lo venden en 1,8
todo parezca fruto de la improvisación. La-ciudad-de-los-muchos se mil pesos (a 9 pesos el litro de agua). Esto significa que, sólo en la compra
aprovecha de cualquier espacio, y suele dirimir su acercamiento a Lo de agua, se le va el 20% del gasto total familiar.
Bonito (el sinónimo popular de lo Bello), favoreciendo las sensaciones — Desde hace varios años, el 70% de los niños ya nace con plomo
más obvias. Por eso el auge interminable del melodrama, porque las cu la sangre. •
sensaciones cuestan bastante menos que los objetos. — Por cada uno de los 18 millones de habitantes, 130 mil fábricas
En el terreno visual, la Ciudad de México es, sobre todo, la dema- v ->' millones de vehículos producen 4 kilos de agentes químicos nocivos .
siada gente. Se puede hacer abstracción del asunto, estudiar o fotografiar
amaneceres desolados, redescubrir el poderío estético de muros y plazue-
las, vivir en lugares protegidos y aislados del ruido y la presencia de
"No nos une el amor, sino el espanto..."
iniilliludes. Pero la obsesión permanente (el tema insoslayable) es la ¿Qué es una mentalidad apocalíptica? Hasta donde veo, algo opuesto
al acecho, la manera en que cada persona, así no lo sepa o no lo :i lo detectable en la Ciudad de México. Allí, en medio de cifras que cada
la en rl esplendor de su residencia, vive temiendo perder el mínimo-
r:,|>;ir¡o I|IH> la dudad le concede. Las imágenes íntimas se construyen a 1'líenles: Revista Nexos, jun. 1990; revista Barrio Nuevo, mayo y jun. 1990; Informe tle la
¡ « ; n i < ! de la ivalklad física, psicológica, cultural, visual, de los demasiados ONU sobre Asentamientos Humanos en el Tercer Mundo.
Carlos Monsiváis

quien maneja desde lo que es en la práctica "el chovinismo de la catás-


trofe", "el chovinismo demográfico", muy pocos se van porque, sociedad
laica al fin y al cabo, muy pocos toman en serio las predicciones del fin
del mundo, f i n i r é quienes menos las toman en serio, los escritores. No
hay antiutopfas, la ciudad no es el peso opresivo (eso lo sigue siendo la La ciudad en sus símbolos:
provincia), y nada más lejos del ánimo capitalino que compartir las
proferías de Fuentes en Cristóbal Nonato y en el relato "Andrés Aparicio" una propuesta metodológica
de At;ini quemada. Según Fuentes, la ciudad ha llegado a su límite.
Reflexiona uno de sus personajes: para la comprensión de lo urbano
I ,e daba vergüenza que un país de iglesias y pirámides edificadas para la en América Latina
eternidad acabara conformándose con la ciudad de cartón, caliche y caca.
1 .o encajaron, lo sofocaron, le quitaron el sol y el aire, los ojos y el olfato.

Pero incluso el universo apocalíptico de Fuentes en Cristóbal No- Armando Si,


iidlo (ecológico, político, social, lingüístico) se deja invadir por el relajo,
fin el fondo, si la catástrofe es muy cierta, pocos toman en serio el
Colombia. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de
catastrofismo y la mayoría halla a contracorriente numerosos estímulos. Colombia en los departamentos de Arte y de Antropología, con
En la ideología urbana de la Ciudad de México, ocupa un papel central la formación en Ciencias Sociales y Filosofía. Autor de varios libros
idea del fin del mundo, de la destrucción que engendra el hacinamiento, relacionados con la imagen y la ciudad: Comunicación visual
de los vientres prolíficos como responsables de las turbas arrasadoras. (1979); Graffiti: una ciudad imaginada (1986 y 1988); Punto de
Pero en la práctica, lo que se vive es una mentalidad postapocalíptica, lo vista ciudadano (1987) e Imaginarios urbanos, Bogotá y Sao
peor ya pasó porque han nacido los millones que devastarán y vivirán Paulo: cultura y comunicación urbana en América Latina (1991).
apretujados. Lo peor ha transcurrido porque lo peor es lo inevitable.
Ésta es la paradoja: a la ciudad con signo apocalíptico la habitan
quienes, en su conducta sedentaria y por el mero hecho de no irse, se
manifiestan como optimistas radicales. Ser urbano
• /^\ue es ser urbano en nuestras sociedades de América Latina? Sin
(j \Jáuá& no se trata de afirmar solamente que ello corresponde a una
condición de quienes habitamos una ciudad. Lo anterior es cierto, pero
no suficiente.
Desde sus orígenes el ser de una ciudad ha estado ligado a un orden
imaginario con distintas transcripciones simbólicas por parte de quienes
representan su ciudad: porque allí es la tierra de sus muertos o antepasa-
dos, térra patrum, patria, porque aquí están los manes de mi familia, como
recuerda el historiador Fustel de Coulanges en el origen de la ciudad
antigua; o porque en ese espacio vital vive o ha vivido el respectivo grupo
familiar o tribal, ligándose así la ciudad a las tradiciones culturales de la
sociedad; o porque se conciba la urbe dentro de unos límites geográficos
que la constituyen, en cuanto a la ciudad-frontera que fue adquiriendo

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