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Curso

Psicología Cognitiva

Título del trabajo:


Ensayo argumentativo sobre ¿qué es la mente humana?

Presentado por:

Luis Arbeláez – ID: 335293

Docente:

Heberth Rodriguez Rengifo

Colombia, Guadalajara de Buga Agosto 15 de 2019


La mente, maestra de nuestro discernimiento.

La mente humana, uno de los más grandes misterios de todos los tiempos, no por la falta

de estudios sobre la misma, sino por la cantidad de estudios desarrollados en torno a ella, pero

aun así, después de cientos de años de investigación, análisis y estudios, no se ha logrado aún

obtener un consenso sobre ella misma.

Según la Real Academia de la Lengua española, la mente se define de 3 formas

diferentes: Potencia intelectual del alma; designio, pensamiento, propósito, voluntad y

conjunto de actividades y, por último, procesos psíquicos conscientes e inconscientes,

especialmente de carácter cognitivo.

La mente es considerada como algo fundamental del ser humano, pero verdaderamente

¿qué es la mente humana? ¿será un órgano tangible?, o por el contrario, ¿será algo de carácter

intangible?.

Desde hace miles de años “(…) la mente humana intrigó a los filósofos griegos durante

la época más boyante de la civilización griega, y durante todo el medioevo igualmente capturó

la atención de sabios y gente común” (Medina, 2007, p. 1) de esta forma se puede evidenciar que

la mente no es algo estudiado solo por la comunidad psicológica y/o científica actual, sino que,

por el contrario, durante cientos y miles de años, ésta ha sido objetivo de grandes

investigaciones, por medio de las cuales se busca entender, interpretar y descifrar su

funcionamiento, características y funcionalidades.


Considero que la mente no es un órgano intangible, pero sí es parte de uno de ellos, como

lo es el cerebro. Muchas personas podrían confundir a la mente y al cerebro, pero el cerebro es

un órgano tangible, mientras que la mente, aunque hace parte del cerebro, no es un órgano, sino

que es una característica del cerebro la cual es totalmente intangible y, al no tener cualidades

físicas, posee la gran capacidad de sobrepasar los límites materiales, pudiendo de esta forma

trascender al tiempo y muchas otras limitaciones que no podría sobrepasar un órgano con

características físicas. Los griegos consideraban a la razón como la facultad encargada del poder

de discernimiento (Medina, 2007) planteamiento con el que coincido totalmente, debido a que la

mente, al tener la capacidad de trascender tiempo y leyes, puede tener, en sí misma, la capacidad

de discernir sobre todo.

Platón con su mundo ideal proponía que el poder de discernimiento se alcanzaba solo

después de la muerte (Medina, 2007) postulado contrario a mis ideales, al considerar que el

discernimiento es una facultad y cualidad propia e intrínseca de la mente, por ello, el ser

humano, en vida, puede analizar, mediante sus sentidos, y la experiencia a lo largo de su vida, las

diferentes situaciones vivenciadas diariamente para, de esta forma, tomar las decisiones de su

diario vivir; respecto a ello Aristóteles proponía que el poder de discernimiento era una facultad

que resultaba de la organización de los datos de los sentidos, y que allí era la vista la que

ocupaba un lugar muy importante (Medina, 2007).

El arduo estudio sobre la mente se ha adentrado más profundo de lo que se cree en cuanto

a cultura se refiere, es por ello que con el paso de los años el estudio de esta misteriosa cualidad

sufrió y enfrentó grandes cambios, uno de ellos tuvo lugar durante la edad media, momento
histórico en el que la cultura religiosa tomó gran poder e influencia, y fue allí cuando el término

“razón” fue sustituido de forma gradual por un nuevo concepto introducido gracias a la

influencia de la iglesia, “el alma”. (Medina, 2007).

Con el gran auge del pensamiento religioso dentro de todas las instancias y esferas

sociales, se empezó una lucha por dignificar al ser humano, como resultado de ello se pasó de

llamar “razón”, a darle el nombre de “alma”, enseñando a todos los seguidores de la iglesia que

era esta una entidad viva que vivía dentro del ser humano, y es ella la que permite ser salvos o

no, o dicho de otra forma, es el alma la que obtiene la vida eterna, o la condenación eterna, y

ello, debido a las cualidades sapienciales que posee en sí misma, por ello, todos esos fueron

motivos suficientes por los cuales fue que se propuso que el alma fue el atributo especial que

diferencia al hombre de los animales. (Medina, 2007).

Durante varios siglos solo se habló de “la razón” como la facultad o cualidad especial del

ser humano, ésta era atribuida, en ocasiones, al cerebro, órgano físico y tangible, el cual también

causaba gran misterio y el cual también ha sido el objetivo de múltiples investigaciones, pero

como “la razón” no era algo físicamente tangible, y por consiguiente era invisible, no se logró

determinar su ubicación exacta, o su origen o causa, pero pocos siglos después fue el gran

dominio e influencia del pensamiento religioso que cambió el término “razón” por “alma” y

empezó a trasmitir la enseñanza que “(…) el alma era una entidad invisible e intangible”

(Medina, 2007, p. 3), y aunque era algo que no tenía una posible comprobación científica como

consecuencia de su invisibilidad e imposible demostración por medios físicos, aun así “(…) el
cristianismo convenció a sus feligreses de que existía y que habitaba en nuestro cuerpo”

(Medina, 2007, p. 3).

Poco tiempo después, ya en medio del gran auge y dominio del pensamiento religioso,

apareció un gran filósofo y pensador griego llamado Descartes, él inició investigaciones sobre la

razón, o como ya era conocida, el alma, y concluyó que se trataba de dos entidades diferentes,

explicando que una cosa era el cuerpo, y otra muy diferente era el alma, lo que implica la

dicotomía de alma y cuerpo, con una división absoluta, y es a raíz de sus grandes avances en

temas de investigación sobre el alma y el cuerpo que en la modernidad “(…) el dualismo

cartesiano cobro aceptación e impactó el pensamiento moderno de manera contundente”

(Medina, 2007, p. 3).

Si bien, yo considero a la mente como la maestra de nuestro discernimiento, debido a sus

características intangibles e invisibles, gracias a su carácter divino y espiritual, debo resaltar que

ello es así porque la mente está diseñada para ser más grande que nosotros, nuestros

pensamientos son más grandes que nosotros, y no cuentan con limitación alguna, mientras que

órganos físicos como el cerebro sí tienen limitaciones al no poder trascender más allá del tiempo

o el espacio, debido a su carácter humano, orgánico y físico, por ello mi postura respecto a la

mente es que es, no solo, la fuente de nuestra vida, porque de ella depende lo que somos, sino

que más allá de eso coincido perfectamente con los postulados de Descartes en los que él “(…)

fundaba la verdad última de su sistema en Dios” (Medina, 2007, p. 3) expresando que “(…) Dios

estaba en la base de todo y consistía la garantía final de todo conocimiento” (Medina, 2007, p.

3).
Poco tiempo después, “(…) en el siglo XX, la filosofía positivista y los trabajos de Iván

Pavlov sobre los reflejos condicionados cambiaron el panorama de lo mental en forma

definitiva” (Medina, 2007, p. 4), fue hasta entonces que “la razón” o “el alma” empezaron a

quedar lentamente cortas ante las necesidades de explicaciones científicas y físicas, y se hacía

necesario empezar a prescindir de términos que no fuesen estrictamente demostrables u

obsérvales, es por ello que se da lugar al positivismo, el cual “(…) tenía como credo lograr un

lenguaje preciso y ligado a un referente empírico directo” (Medina, 2007, p. 4) por ello “(…)

términos tales como “hambre”, “deseo”, “anhelo”, y, por supuesto, “mente” quedaron

sancionados como palabras ambiguas que difícilmente podrían dar lugar a una disciplina

científica” (Medina, 2007, p. 4).

Según Pavlov, “(…) todo podría explicarse mediante asociaciones entre estímulos y

respuestas que tenían su base material en las conexiones nerviosas” (Medina, 2007, p. 4) Watson

manifestaba que “(…) el problema de la psicología consistía, precisamente, en proponer

instancias inobservables, como la mente, la conciencia o el pensamiento, como objetos de

estudio” (Medina, 2007, p. 4) mientras que para Skinner, “(…) lo importante en una ciencia de la

conducta consiste en observar los estímulos del ambiente y relacionarlos sistemáticamente con

las respuestas conductuales” (Medina, 2007, p. 5).

La historia ha dado muchos cambios respecto a la evolución de la mente y el pensamiento

del ser humano, y aunque, en esencia, pueden seguir siendo lo mismo, los términos que son

utilizados actualmente pare referirse a ella pueden distar demasiado de los usados anteriormente

y es por ello que “(…) la psicología, a lo largo de su historia, perdió primero la razón, después el
alma y, finalmente, la mente” (Medina, 2007, p.5), no implicando esto que haya desaparecido

como tal, debido a que su esencia sigue estando innata, lo que ha cambiado, y se ha perdido, es la

concepción que se tenía sobre la misma debido a teorías y postulados científicos que, en

ocasiones defienden a la mente, mientras que otras tantas la niegan o marginan.

Considerando a la mente como la maestra del discernimiento, no puedo decir que ésta ha

desaparecido por el simple hecho que la percepción sobre la misma haya cambiado, y no debe

ser motivo de preocupación los diferentes cambios o interpretaciones frente a la mente, debido a

que a lo largo de la historia “(…) no existe ninguna definición de mente que haya sido aceptada

de manera unánime”. (Medina, 2007, p. 7) por ello sigo firmemente planteando que es la mente

la maestra del discernimiento humano, apoyando mi argumento en que “(…) lo único constante

en las aproximaciones seleccionadas – Piaget, Vygotsky y Bruner – es su perspectiva evolutiva y

su carácter constructivista” (Medina, 2007, p. 7) lo que deja en claro manifiesto que, aunque la

percepción sobre la mente enfrente algunos cambios en la terminología utilizada para referirse a

ella, en innegable que su esencia sigue aun siendo la misma, la de una cualidad intangible e

invisible, con la diferencia que, debido a los grandes avances, y al conocimiento adquirido, la

misma mente ha avanzado aún mucho más aumentando su nivel de evolución y su complejidad

en su construcción a la hora de pensar y discernir cada situación. Entonces, si la mente humana

es la misma en esencia, ¿por qué la ciencia ha intentado darle una muerte a la mente solo por su

perspectiva evolucionista y su carácter constructivista y no le dan el valor que verdaderamente

debería tener, como la maestra del discernimiento humano?


Bibliografía:

Medina. A. (2007). Pensamiento y Lenguaje. Enfoques constructivistas. México. McGrawHill.

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