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ACCESO A LA INFORMACIÓN

PÚBLICA EN PARAGUAY
por Federico LEGAL AGUILAR*

Este artículo fue publicado originalmente en Revista Científica de la Juventud de la


Secretaría Nacional de la Juventud, 2019, pp. 99—110. La presente versión contiene
mínimas correcciones de errores materiales y de edición respecto a la versión original.

Resumen: El presente artículo expone de manera general una


serie de análisis y observaciones sobre el derecho de acceso a la
información pública en Paraguay consagrado legalmente en la Ley N°
5.282 “de libre acceso ciudadano a la información pública y
transparencia gubernamental”. En este sentido, el presente artículo
apunta a ofrecer una visión general sobre la importancia de este derecho
como un derecho humano fundamental; como una herramienta para
combatir la corrupción; y, como una llave para ejercer otros derechos
individuales y sociales. Igualmente, expone sobre algunos principios
fundamentales y una serie de obligaciones que nacen de los estándares
internacionales con la finalidad de que el derecho sea garantizado de
manera adecuada dentro del ordenamiento jurídico. Finalmente,
mediante una visión general aborda sobre aspectos que deberían ser
analizados para una futura revisión de la ley.
Palabras clave: Derechos humanos, derecho de acceso a la
información pública, transparencia

*
Abogado, Universidad Nacional de Asunción (2011).
ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA EN PARAGUAY

I. Introducción
Desde hace algunos años, los vientos de cambio en Paraguay
están corriendo con gran intensidad y potencia. De un día para otro, el
viento de la transparencia arribó con fuerza escandalosa e inadvertida,
destapando fuertes y sólidas estructuras de corrupción. El periodismo de
investigación, la sociedad civil y diversos grupos sociales se han nutrido
vitalmente con el aire de este viento que vino a demoler los techados de
la secrecía y la opacidad. Esto ha permitido que la débil y convaleciente
institucionalidad democrática, con heridas sumamente graves, comience
a recuperarse lentamente.
El aire de la transparencia que más ha nutrido al Paraguay ha
sido el “acceso a la información pública”. Con su venida, una gran
revolución ocurrió. La lógica de poder entre el Estado y sus
contribuyentes cambió repentinamente. La buena salud que gozaba el
autoritarismo, la arbitrariedad burocrática, y los hilos corruptos de
poder, ha quedado afectada intensamente.
A partir de una icónica sentencia de la Corte Suprema de Justicia
de Paraguay (en adelante, “Corte Suprema”) de 2013, en el caso “Vargas
Telles c/ Municipalidad de San Lorenzo” (en adelante, “caso Vargas
Telles”), el derecho de acceso a la información pública fue reconocido
plenamente como un derecho humano fundamental de acuerdo con la
Constitución y la Convención Americana de Derechos Humanos (en
adelante, “Convención Americana”). Esta decisión judicial generó —más
allá de lo jurídico— un impacto político sin precedentes en el país. La
misma Corte Suprema, pese a no estar obligada jurídicamente por su
decisión, al mencionar y dejar en claro que los sueldos de los
funcionarios públicos municipales forman parte de lo público por
encontrarse en una “fuente pública de información”, decidió publicar la
nómina de funcionarios de su cartera con sus salarios. Una decisión
histórica y de alto impacto político. Luego, con base en estas decisiones
—tanto la decisión judicial como la decisión de publicar la nómina de
funcionario—, el poder ejecutivo hizo lo mismo con sus dependencias, y
más tarde lo hizo el congreso presionado por una serie de pedidos de
información por parte de los medios de prensa1.
A raíz de esta “primavera de la transparencia”, como fue
denominada esa época (Costa, 2014), varios casos de presunta
corrupción fueron destapados por el periodismo de investigación lo que

1 Sobre la historia del derecho de acceso a la información pública en Paraguay, véase:


SANTAGADA, Ezequiel F., (autor). Prólogo de ABED, N. Patricia. Acceso a la información
pública. Historia de un juego de poder. Instituto de Derecho y Economía Ambiental (IDEA).
Asunción, Paraguay, 2015. Sobre los diversos análisis jurídicos en el contexto paraguayo,
véase: COSTA, José. M. (coord.). El Acceso a la información pública en Paraguay. Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la Corte Suprema de Justicia. Asunción, Paraguay. 2015

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generó todo tipo de reacciones y protestas mediante las redes sociales y


la salida a las calles de decenas de personas. La prensa publicó sobre
casos de nepotismo, asignaciones irregulares de salarios y viáticos,
tráfico de influencias, entre otros. Todo con base en la información que
estaba publicada en los portales webs y otras fuentes de información
complementarias propias del periodismo de investigación.
El derecho de acceso a la información pública ha jugado un papel
central para que esto sea posible. Queda claro que este derecho es
fundamental para combatir la corrupción. No obstante, permite el
ejercicio de otros derechos humanos sociales e individuales que en
definitiva impactan en la calidad de vida de las personas.
Dada la importancia de este derecho, el presente artículo
abordará de manera amplia sobre los principios que le rigen de acuerdo
con la legislación vigente y los estándares internacionales; y tratará de
analizar muy brevemente su puesta en práctica.
II. Derecho humano de acceso a la información pública
El activismo de personas defensoras y organizaciones de la
sociedad civil ha sido fundamental para combatir la impunidad, el olvido
y la reiteración de violaciones de derechos humanos en toda la región.
Estas impulsaron casos y litigios estratégicos con la finalidad de sentar
estándares y obligaciones que los Estados deban seguir a la hora de
diseñar e implementar políticas públicas relacionadas con la protección
y promoción de los derechos humanos, así como para garantizar el
derecho a la verdad, la condena a los responsables y la obligación de no
repetir esas violaciones. Varios casos emblemáticos han sido resueltos
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, “Corte
IDH”) como máximo y último interprete de las disposiciones de la
Convención Americana.
Dentro de este grupo de casos emblemáticos, por su
trascendencia e impacto a nivel regional resalta el caso “Claude Reyes vs.
Chile” (en adelante, “caso Claude Reyes”) resuelto por la Corte IDH en
2006. Este caso sentó los principios y estándares del derecho de acceso a
la información pública como un derecho autónomo que se desprende del
artículo 13 de la Convención Americana que reconoce el derecho de toda
persona de “recibir”, “buscar” y “difundir” información e “ideas” de todo
tipo “sin consideración de frontera”. Los argumentos de la sentencia del
caso Claude Reyes han sido base para la consolidación y el
fortalecimiento de una serie de principios, estándares y buenas prácticas
en diversos países de la región. Señala Edison LANZA, “[la Corte IDH]
condenó al Estado chileno por no adoptar mecanismos que garantizarán
a los ciudadanos el acceso a la información pública” (Costa, 2014, pág.
16). En este sentido, menciona que “[s]e trata del primer fallo a nivel
internacional que reconoció este derecho como autónomo”, y, en esta

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línea, “generó un gran impacto en la región” (pág. 16). Finalmente,


menciona que “[e]ste fallo estableció el derecho al acceso a la
información pública como un derecho básico para los sistemas
democráticos” (pág. 16).
El Comité Jurídico Interamericano (en adelante, “Comité
Jurídico”) de la Organización de Estados Americanos (en adelante,
“OEA”) en 2008 publicó los “Principios sobre el Derecho de Acceso a la
Información” con base, entre otras consideraciones, en el caso Claude
Reyes. En 2009, la Asamblea General de la OEA encomendó al
Departamento de Derecho Internacional (en adelante, “DDI”),
dependiente de la Secretaría de Asuntos Jurídicos de ese cuerpo
supranacional, las tareas destinadas a coordinar la redacción de una ley
modelo. Con base en esta delegación, el DDI organizó una serie de
discusiones y grupos de trabajo con diversos sectores y representantes
de sociedad civil. En 2010, la Asamblea General de la OEA aprobó la “Ley
Modelo Interamericana de Acceso a la Información Pública” y una “Guía
de Implementación” con la finalidad: de impulsar un instrumento soft
law armonizado con los mejores estándares sobre este derecho “para
funcionar tanto en sistemas de [d]erecho [a]nglosajón (common law)
como de [d]erecho [c]ivil”; y de servir de guía para que los Estados
puedan introducir estos estándares mediante la adopción de leyes de
acceso a la información pública. Con esta amplia gama de instrumentos
conformado por declaraciones, principios, decisiones judiciales y una
serie de estándares reconocidos en el sistema interamericano de
derechos humanos y en el seno de la OEA, quedó claro y de manera
contundente que el derecho de acceso a la información era un derecho
humano fundamental para 1) consolidar la institucionalidad de la
democracia de los países de la región y combatir la corrupción; 2)
mejorar la calidad de vida de las personas con base en la información en
poder de los Estados.
En una serie de declaraciones conjuntas adoptadas en distintos
años, relatores especiales o representantes en materia de libertad de
expresión, a saber, de la Organización de Naciones Unidas (ONU),
Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH),
Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa para la
Libertad de los Medios de Comunicación (OSCE) y la Comisión Africana
de Derechos Humanos y de los Pueblos (CADP), han destacado la
importancia del derecho de acceso a la información pública para la
plenitud del ejercicio de la libertad de expresión y otros derechos
humanos sociales e individuales, así como para combatir la corrupción y
fomentar la rendición de cuentas; y han señalado las obligaciones que los
Estados deben cumplir para garantizar el derecho de manera efectiva en
las sociedades democráticas. La Relatoría Especial para la Libertad de
Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en

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adelante, “Relatoría Especial”) ha desarrollado un papel fundamental


para difundir los estándares y buenas prácticas en toda la región
mediante sus informes temáticos, anuales y especiales y otros
mecanismos de promoción, que además han alertado a los Estados sobre
potenciales retrocesos y temas pendientes 2.
III. Principios del derecho de acceso a la información
pública
La Relatoría Especial (2010) ha destacado dos principios
fundamentales de los cuales se derivan una serie de “consecuencias” y
“obligaciones” para que los Estados garanticen de manera plena el
derecho de acceso a la información pública en las sociedades
democráticas. Estos dos principios: 1) de “máxima divulgación”; y, 2) de
“buena fe”.
El principio de máxima divulgación apunta a que toda la
información en poder del Estado debe considerarse y presumirse de
libre acceso. Como consecuencia de este primer principio, la Relatoría
Especial (2010) destaca que las limitaciones a este derecho deben
encontrarse bajo un “régimen limitado de excepciones” establecido por
ley e interpretarse “de manera restrictiva”. Esto además genera la
consecuencia de que el Estado deba cargar con la obligación de fundar
debidamente cualquier negativa conforme con los parámetros de una
sociedad democrática. Finalmente, en caso de duda, “vacío legal” o
“conflicto de normas” que pueda presentarse, “debe primar el derecho de
acceso a la información”.
El “principio de buena fe” afirma que quienes están encargados
de cumplir con las obligaciones que nacen del derecho de acceso a la
información público actúen de manera tal a garantizar la efectiva
aplicación del derecho de acuerdo con los fines que persigue. Es decir,
los funcionarios deben tomar las medidas adecuadas y orientadas a
cumplir con las obligaciones de brindar y divulgar información pública.
La Relatoría Especial (2010) menciona al respecto, “resulta esencial que
los sujetos obligados por este derecho actúen de buena fe, es decir, que
interpreten la ley […] para cumplir los fines perseguidos por el derecho
de acceso” de manera tal a “asegu[rar] [su] estricta aplicación” (pág. 5).
Entre otras medidas, deben “brin[ar] los medios de asistencia necesarios
a los solicitantes”, “promov[er] una cultura de transparencia”,
“coadyuv[ar] a transparentar la gestión pública” y “actú[ar] con
diligencia, profesionalidad y lealtad institucional” (pág. 5).

2Véase en:
http://www.oas.org/es/cidh/expresion/documentos_basicos/declaraciones.asp

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IV. La ley de acceso a la información pública de Paraguay


La ley paraguaya de acceso a la información pública
naturalmente se nutrió de todo el paquete de la ley modelo
interamericana, y ya ampliamente difundido en toda la región. La
sociedad civil en Paraguay, luego de años de intento para lograr una ley
de acuerdo con lo las buenas prácticas internacionales y estándares
reconocidos, aprovechó el campo fértil creado como consecuencia de la
primavera de la transparencia e impulsó una nueva ley armonizada con
los estándares internacionales. El caso Vargas Telles, que descansaba en
el despacho de la Sala Constitucional de la Corte Suprema desde 2008,
fue reactivado en atención al contexto político que se estaba viviendo y la
seguidilla de pedidos de información al poder legislativo por parte de
medios de prensa que no encontraban respuesta positiva. El caso sin
duda fue la cosecha más grande que generó una serie de frutos
impensados. El fruto más grande de este caso fue la sanción y
promulgación en de dos leyes orientadas al acceso a la información
pública: la primera, la ley “que establece la obligatoriedad de la provisión
de informaciones en el uso de los recursos públicos sobre
remuneraciones y otras retribuciones asignadas al servidor público de la
República del Paraguay”, o también llamada “ley de transparencia
activa”, sancionada el 20 de noviembre de 2013 y promulgada el 20 de
mayo de 2014; y la segunda sancionada el 21 de agosto de 2014 por el
cuerpo legislativo paraguayo y promulgada por el ejecutivo el 18 de
septiembre del mismo año, llamada “ley de libre acceso ciudadano a la
información pública y transparencia gubernamental” o conocida también
como “ley de acceso a la información”.
No obstante, a causa de una serie de circunstancias políticas que
se presentaron en el contexto y otras barreras políticas de larga data, la
ley de acceso a la información omitió algunos estándares modelos como
la institucionalidad de un “órgano garante” encargado de supervisar el
cumplimiento de la ley y tomar decisiones ante las negativas, y el listado
de “excepciones” como las únicas válidas o admitidas de acuerdo con el
art. 13 de la Convención Americana.
La Relatoría Especial (2014) destacó en su informe anual la
promulgación de la ley. Sin embargo, observó que la ley “no prevé la
creación de una autoridad que se encargue de aplicar la norma y de
controlar su cumplimiento” (pág. 269).
Pese a esta “falencia” y otras omisiones que puedan observarse
en la ley paraguaya en comparación con los estándares internacionales,
en lo sustancial reconoce principios y formalidades que permiten hacer
operativo el derecho.
De acuerdo con el marco jurídico interamericano sobre el
derecho de acceso a la información pública expuesto por la Relatoría

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Especial (2010), dentro del “[c]ontenido y alcance del derecho de acceso


a la información” se encuentra: el reconocimiento de la titularidad
universal del derecho; y la identificación de los sujetos obligados que
tienen la obligación positiva de brindar información pública. La ley
paraguaya reconoce en sus artículos 4 y 2 respectivamente dichos
supuestos. En este sentido, el primer artículo señalado dispone,
“cualquier persona, sin discriminación de ningún tipo” tiene derecho de
acceder a la información que obra en poder del Estado. Luego, el segundo
artículo señalado enumera las instituciones públicas que deben cumplir
con las obligaciones emanadas de la ley.
Con respecto al “objeto del derecho” de acceso a la información
pública, de acuerdo con el marco jurídico interamericano expuesto por la
Relatoría Especial (2010), este derecho recae sobre la información:
custodiada, administrada o bajo poder del Estado; producida o que “está
obligad[a] a producir”; administrada por personas que brindan
“servicios” y administran “fondos públicos” “únicamente respecto de
dichos servicios o fondos”; obtenida por el Estado; recolectada “en
cumplimiento de sus funciones” (pág. 6).
De acuerdo con los artículos 2 y 3 de la ley paraguaya, toda la
información “producida, obtenida, bajo control o en poder” de las
instituciones públicas, “independientemente de su formato, soporte,
fecha de creación, origen, clasificación o procesamiento”, debe
presumirse como pública “salvo que se encuentre establecida como
secreta o de carácter reservado por las leyes”; y las instituciones públicas
deben llevar adelante una serie de medidas que la ley señala para
“asegurar el más amplio y fácil acceso a los interesados”. Estos dos
artículos a su vez se correlacionan con el art. 8 que dispone de la
“información mínima” o “información clave” que está sujeta al régimen
de “transparencia activa” que se traduce en el listado de informaciones
que las instituciones públicas deben publicar obligatoriamente sin
necesidad de que recaiga una solicitud de acceso a la información.
De acuerdo con el marco jurídico interamericano señalado por la
Relatoría Especial (2010), los Estados deben llevar adelante una serie de
medidas para garantizar adecuadamente el cumplimiento de las
obligaciones que nacen con el derecho de acceso a la información
pública. En este sentido, a saber, expone sobre las siguientes
obligaciones 1) “responder de manera oportuna, completa y accesible a
las solicitudes que sean formuladas”; 2) “contar con un recurso que
permita la satisfacción del derecho de acceso a la información”; 3)
“contar con un recurso judicial idóneo y efectivo para la revisión de las
negativas de entrega de información”; 4) “transparencia activa”; 5)
“producir o capturar información”; 6) “generar una cultura de
transparencia”; 7) “implementación adecuada”; 8) “adecuar el

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ordenamiento jurídico a las exigencias del derecho de acceso a la


información”.
Con respecto a la primera obligación, “responder de manera
oportuna, completa y accesible a las solicitudes”, la ley paraguaya
menciona en su art. 16 que las solicitudes deben ser respondidas “dentro
del plazo de quince días hábiles, contados a partir del día siguiente de la
presentación”. La modalidad de la entrega, de acuerdo con el mismo
artículo, puede ser personal o mediante el formato elegido por el
solicitante. El cumplimiento de esta disposición se verifica cuando la
institución pública respondió: dentro del plazo o de manera inmediata
cuando la información ya esté disponible por cualquier “medio
fehaciente”; de manera congruente con lo solicitado; en el formato
requerido que a su vez esté disponible para cualquier persona.
Con respecto a la segunda obligación, “contar con un recurso que
permita la satisfacción del derecho de acceso a la información”, la
Relatoría Especial (2010) señala, “debe ser un recurso sencillo”
orientado a llenar “requisitos básicos” como “la identificación razonable
de la información solicitada”, así como “los datos requeridos para que la
administración pueda entregarle la información al interesado”; “gratuito
o de bajo costo”; “plazos cortos pero razonables”; amplitud en la
modalidad de la presentación, por ejemplo “de forma oral”; obligación de
“asesorar al solicitante”; “obligación de que la respuesta negativa sea
motivada y la posibilidad de que ésta pueda ser impugnada ante un
órgano superior o autónomo y posteriormente cuestionada en la vía
judicial” (pág. 7).
La ley paraguaya en su art. 12 reconoce el derecho a solicitar
información mediante una amplia gama de posibilidades, ya sea
presentando la solicitud “ante la oficina establecida en la fuente pública
correspondiente, personalmente, por correo electrónico, en forma
escrita o verbal”. De acuerdo con el mismo artículo, “[l]a presentación
contendrá la identificación del solicitante, su domicilio real, la
descripción clara y precisa de la información pública que requiere, y
finalmente, el formato o soporte preferido, sin que esto último constituya
una obligación para el requerido”. En el art. 13 de la ley paraguaya, de
acuerdo con el principio de buena fe que señalan los estándares
interamericanos, en caso de que la solicitud presentada no posea todos
los datos requeridos el funcionario público debe advertir al solicitante
“los defectos” “para que los subsane y complete su presentación, a los
efectos de su tramitación”. Asimismo, en esta misma línea, el art. 14
señala que “[s]i la fuente pública requerida no cuenta con la información
pública solicitada”, ya sea porque es incompetente para entregarla “o por
no tenerla”, el responsable debe “enviar la presentación a aquella
habilitada para tal efecto”. Además, de manera a reasegurar la garantía
de acceso, la ley dispone en su art. 15 que “[n]o podrán ser motivo de

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rechazo o archivo” las solicitudes por defectos formales o incompetencia.


Las únicas limitaciones se dan cuando la información pública ya está
disponible, y en ese caso, de acuerdo con el art. 17, el funcionario público
debe indicar la disponibilidad de la información e “indicar la fuente, el
lugar y la forma en que puede tener acceso a la misma”, con lo cual, de
acuerdo con la ley, “se [entiende] que se dio cumplimiento a la obligación
de informar”. El art. 4 de la ley dispone la gratuidad de la información y
la eximición de cualquier obligación de justificar los motivos del porqué
se requiere la misma. Esta disposición cambia una cultura arraigada en el
autoritarismo en la cual el funcionario y las autoridades han estado
acostumbrados a indagar los motivos por los cuales cualquier persona o
grupo de personas podrían estar interesados en solicitar información.
Además, las barreras económicas que pueden presentarse para grupos
vulnerables deben quedar totalmente allanadas con la ley. En
consecuencia, tanto el costo como la necesidad de motivar un pedido de
información queda totalmente abolido por ley y los funcionarios públicos
son responsables de actuar de buena fe para cumplir con estas
disposiciones. Además, para asegurar que la disposición sea efectiva, la
ley en su art. 31 obliga a las instituciones a prever las partidas
presupuestarias necesarias de manera tal a implementar adecuadamente
las obligaciones de acceso a la información pública.
La ley paraguaya además reconoce el recurso optativo de
reconsideración ante las negativas de proveer información por parte de
las instituciones públicas, ya sea por respuestas parciales, incompletas y
en los casos de silencio. En todos los casos, de acuerdo con el art. 19, la
negativa deber ser mediante “resolución fundada, la que deberá ser
dictada por la máxima autoridad de la fuente pública requerida, quien
expresará los motivos de hecho y de derecho en que se basa la decisión”
y además, en este caso, el funcionario público “debe indicar” “las vías
procesales que le son otorgadas [al solicitante] para el reclamo de la
decisión así como los órganos legales competentes para entender en esa
cuestión”. Esta obligación legal es un gran avance en comparación a la
tradición clásica del derecho administrativo que exige agotar los
recursos puramente administrativos antes de elevar a la justicia.
Con respecto a la tercera obligación, “contar con un recurso
judicial idóneo y efectivo para la revisión de las negativas de entrega de
información”, el recurso judicial está expresamente establecido en la ley
bajo el título de “Acción Judicial” y dispone una serie de cuestiones desde
el 23 al 27. Sin embargo, la ley no deja en claro cuál debe ser el
procedimiento mediante el cual debe sustanciarse el eventual juicio sino
que solo otorga la posibilidad de “acudir ante cualquier Juez de Primera
Instancia con jurisdicción en el lugar de su domicilio o en donde tenga su
asiento la fuente pública”. Sobre el punto, la Acordada N° 1.005 de fecha
21 de septiembre de 2015 de la Corte Suprema de Justicia estableció que

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el procedimiento de amparo constitucional es el procedimiento mediante


el cual debe sustanciarse un juicio de acceso a la información pública. A
esto, cabe sumar que, de acuerdo con la Constitución, el procedimiento
del amparo debe ser “breve, sumario y gratuito”.
Sobre la cuarta obligación, la “transparencia activa” se encuentra
a partir del título III “[i]nformación [m]ínima” en la ley paraguaya. La ley
enumera una serie de informaciones clave o “información mínima” que
debe ser puesta a disposición en las páginas webs de las instituciones
públicas y, además, se establecen obligaciones especiales para los tres
poderes del Estado.
Con respecto a la quinta obligación, “producir o capturar
información”, la ley paraguaya impide la posibilidad de realizar pedidos
de información que implique realizar “evaluaciones o análisis que no
corresponden al ámbito [de las] funciones” de las instituciones públicas.
Una interpretación en contrario sugeriría que la obligación existe cuando
la competencia esté expresamente señalada en la ley orgánica de la
institución. De acuerdo con lo expuesto por la Relatoría Especial (2012),
sobre la información respecto de graves violaciones a los derechos
humanos, “la Corte Interamericana, en el Caso Gomes Lund y otros
(Guerrilha Araguaia), reconoció que el derecho de acceso a la
información no se satisface plenamente con una respuesta estatal en la
que se declara que la información solicitada es inexistente” (pág. 102). Al
respecto, menciona que en las situaciones en las cuales el Estado carga
con las obligaciones de conservar, producir o capturar información “y
considera sin embargo que la misma no existe” asimismo carga con la
obligación de “exponer todas las gestiones que adelantó para intentar
recuperar o reconstruir la información perdida o ilegalmente sustraída”
(pág. 102).
En relación con la sexta obligación, la ley paraguaya no
menciona expresamente sobre medidas que deba llevar el Estado para
“generar una cultura de transparencia”. Lo más parecido a esto podría
decirse que se encuentra en el art. 31 por el cual se expresa la obligación
de prever en el presupuesto los recursos para implementar las
obligaciones de la ley.
Con respecto a la séptima obligación, “implementación
adecuada”, muy ligada a la anterior, la ley paraguaya tampoco menciona
nada al respecto. Sin embargo, merece observarse que distintas
instituciones públicas y distintas acciones provenientes por parte de
organizaciones de la sociedad civil y acciones concretas en el marco de
las políticas de “gobierno abierto” están vinculadas directamente a los
esfuerzos encaminados a implementar adecuadamente el derecho de
acceso a la información pública.

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Sobre la octava obligación, “adecuar el ordenamiento jurídico a


las exigencias del derecho de acceso a la información”, la ley paraguaya
contiene los estándares mínimos para garantizar el derecho de acceso a
la información pública. No obstante, la técnica legislativa empleada en la
ley omitió derogar de manera expresa aquellas disposiciones
incompatibles con este derecho. En este sentido, una serie de
limitaciones establecidas de manera directa e indirecta se encuentran
actualmente vigentes en el marco normativo paraguayo (Legal Aguilar,
2018). De acuerdo con esta situación, corresponde al poder judicial en
los casos concretos determinar la validez de disposiciones contrarias a
esta ley y posibles inconstitucionalidades o normas contrarias a la
Convención.
Finalmente, respecto a las excepciones al derecho la ley se limita
a mencionar que “[l]a información pública reservada es aquella que ha
sido o sea calificada o determinada como tal en forma expresa por la ley”.
Sobre el punto, de acuerdo con el marco normativo interamericano
expuesto por la Relatoría Especial (2010), las “[l]imitaciones del derecho
de acceso a la información” deben responder a una serie de condiciones
tales como la excepcionalidad o restricción de las limitaciones; la
legalidad “por razones de interés público”; finalidad legítima de acuerdo
con la Convención Americana; “necesidad y proporcionalidad de las
limitaciones”; “[d]eber de justificar con claridad las respuestas negativas
a las peticiones de acceso a la información bajo control del Estado” .
Come fue mencionado, el art. 19 de la ley paraguaya dispone que “[s]olo
se podrá negar la información pública requerida mediante resolución
fundada, la que deberá ser dictada por la máxima autoridad de la fuente
pública requerida, quien expresará los motivos de hecho y de derecho en
que se basa la decisión”.
V. La ley de acceso a la información en la práctica
De acuerdo con los datos publicados en el Portal Unificado de
Información Pública, 15.896 solicitudes se encuentran cargadas desde su
puesta en funcionamiento en 2015. Con respecto a la “satisfacción” de los
usuarios sobre las respuestas brindadas por las instituciones públicas,
con base en 1.014 solicitudes, el 27.2% ha señalado que no han sido
satisfechas. Con base en esta estadística, al menos unos doscientos
usuarios han recibido o: respuestas incongruentes; fuera del plazo; en
formatos no accesibles; no han recibido respuestas. Las estadísticas
señaladas por el Portal no indican bajo qué parámetro ha ocurrido la
insatisfacción. Por otro lado, si se observan los datos publicados por la
Dirección de Transparencia y Acceso a la Información Pública de la Corte
Suprema de Justicia, al menos 50 casos judiciales se han presentados
para requerir información pública por la vía judicial. La relación de datos
sugiere que un alto porcentaje de solicitudes que encontraron negativas
en instituciones públicas no se encuentran judicializadas, aunque no se

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advierte que las mismas hayan sido reconsideradas o respondidas luego


de la reconsideración.
Los datos sugieren que la vía judicial no es la vía común
adoptada. Un análisis más detallado debería explorar las razones del
porqué las personas eligen no judicializar las negativas.
VI. Conclusiones
El breve artículo se propuso describir de manera general y
amplia la situación actual del derecho de acceso a la información pública
en Paraguay. De acuerdo con el desarrollo expuesto, se observa una
correlación positiva entre las disposiciones de la ley y los estándares
internacionales. No obstante, algunas cuestiones puntuales, como la
institucionalidad de un órgano garante, la consagración de un listado
taxativo de limitaciones, así como la necesidad de publicar estudios
detallados sobre el cumplimiento de la ley y las barreras reales con
respecto a los recursos jurídicos que la ley ofrece para cuestionar
negativas de acceso a la información, merecen ser atendidas
detalladamente con la finalidad de armonizar totalmente la legislación
de acuerdo con los estándares internacionales.
VII. Bibliografía
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