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UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y EDUCACIÓN


ESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO DE RAFAEL GAMBRA

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

INTEGRANTES:

ANTÓN NORIEGA, MILAGROS


APONTE VÍLCHEZ, JOAO
CORREA CORREA, PAMELA
VILCHEZ MARCELO, DIANA

DOCENTE
DINA SAAVEDRA PINTADO

PIURA PERÚ
2019
ÍNDICE
I. LIBERTAD .........................................................................................................................4
II. Biografía de Rafael Gambra: ........................................................................................6
III. LIBERTAD SEGÚN GAMBRA ...................................................................................7
IV. Libertad de coacción y libertad de arbitrio según Gambra ........................................8
V. LEY DE LIBERTAD RELIGOSA. ...................................................................................9
VI. LA LIBERTAD, ¿ES ALGO REAL, EXISTE O SE TRATA DE UN ESPEJISMO?
10
6.1. Determinismo: ..........................................................................................................10
6.2. Indeterminismo: .......................................................................................................11
VII. LA LIBERTAD EN LA SOCIEDAD DE MASAS ....................................................12
VIII. RAFAEL GAMBRA: UNA DENUNCIA PROFETICA. LA LIBERTAD RELIGIOSA, LA TRAICION
DE LOS CLÉRIGOS Y LA AGONÍA DE LA CIUDAD HUMANA ........................................................17
A) Una denuncia profética ............................................................................................17
Los jalones de esa denuncia profética.................................................................................17
B) La apostasía de las naciones católicas a través del régimen de libertad religiosa,
considerada en su principio..................................................................................................19
C) La traición de los clérigos y la agonía de la ciudad humana ....................................19
I. LIBERTAD

1.1 Definición

El origen en castellano de la palabra libertad proviene del latín libertas, -ātis, de igual
significado, mientras que la palabra inglesa para libertad, freedom, proviene de una raíz
indoeuropea que significa amar; la palabra de la misma lengua para decir miedo, afraid, viene
de la misma raíz, usado como contraposición a libertad mediante el prefijo a por influencia del
latín vulgar.

Según la Real Academia Española (RAE), el término libertad tiene 12 acepciones:

1. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo
que es responsable de sus actos.

2. Estado o condición de quien no es esclavo.

3. Estado de quien no está preso.

4. Falta de sujeción y subordinación. A los jóvenes los pierde la libertad.

5. En los sistemas democráticos, derecho de valor superior que asegura la libre determinación de
las personas.

6. Prerrogativa, privilegio, licencia.

7. Condición de las personas no obligadas por su estado al cumplimiento de ciertos deberes.

8. Contravención desenfrenada de las leyes y buenas costumbres.

9. Licencia u osada familiaridad.

10. Exención de etiquetas.

11. Desembarazo, franqueza.

12. Facilidad, soltura, disposición natural para hacer algo con destreza.

En términos de Andre Comte-Sponville, quien plasma en su libro “Invitación a la filosofía”, la


libertad es un tanto distinta para algunos pensadores por lo que pone de manifiesto la manera en
cómo la ve cada uno.

Como se sabe, la libertad es la condición humana, libertad de acción, de pensamiento, de


elección, sin imposiciones ni impedimentos. Ser libre implica hacer lo que uno quiere y el único
límite es la libertad del otro.
Según Hobbes, podemos ser libres según el espacio que nos den, o sea cuando nada ni nadie nos
impide la acción.

Bergson afirma que somos libres cuando nuestros actos surgen de nuestra personalidad, son
fieles a ella, la expresan y la definen.

La voluntad está determinada por el cerebro dicen los neurólogos, pero eso no importa, porque
ser libre es depender de lo que se es. Por lo tanto, concluye Bergson, libre, es todo acto que
surja del yo y que lleva la marca de la persona; eso sería la espontaneidad de la voluntad. Yo
quiero lo que quiero y soy libre de quererlo.

La libertad es relativa si depende de mi yo, o absoluta si el yo depende de ella.

El libre albedrío, según Marcel Conche, es la capacidad de determinarse a sí mismo sin ningún
otro determinismo. Esa libertad es la misma que entienden Descartes, Kant y Sartre. Mi
existencia la creo o la elijo libremente y no está determinada por mi esencia, o sea por lo que
soy.

Descartes comprendió que el concepto de libertad exige una autonomía absoluta, por lo tanto,
libertad y creación es la misma cosa.

Para Sartre, la existencia precede a la esencia, antes de existir el hombre no es nada, sólo es lo
que hace de sí mismo y es libre cuando se puede elegir. Cada persona es una elección absoluta
de sí misma.

Platón, lo ilustra en el mito de Er, las almas eligen sus cuerpos y su vida entre dos
encarnaciones. Kant lo denomina carácter inteligible y Sartre la llama libertad original, que está
antes de toda elección y de la que depende toda elección.

Pero más importante que la libertad es la liberación, que implica una tarea y un objetivo, ser
cada vez más libres. La liberación es la sabiduría.
II. Biografía de Rafael Gambra:

Rafael Gambra Ciudad nació en Madrid el 21 de julio de 1.920. Estudió en el Colegio del Pilar
de Madrid. De familia oriunda del Valle del Roncal, Navarra. Era hijo de Eduardo Gambra y
Sanz, notable Arquitecto, un Roncalés casado con una andaluza, hija del Presidente del Tribunal
Supremo, Rafaela Ciudad Orioles, sevillana, alegre, guapísima: un matrimonio feliz, pero ella
falleció pronto.

Fue uno de los representantes de la Arquitectura española que surge tras el desastre colonial de
1898. Para esta escuela el regeneracionismo pasaba por recuperar aquellos elementos
arquitectónicos que estuvieron presentes en los momentos más esplendorosos de la Historia de
España, tales como la época de los Reyes Católicos, la época de la hegemonía imperial, etc.

Otra de sus actuaciones destacadas consistió en la reforma y ampliación del Palacio del Marqués
de Miraflores sobre una puerta antigua (1920) en la Carrera de San Jerónimo. También destacan
el edificio Omnia, en la Plaza de Colón, y un edificio en López de Hoyos nº 5, donde residió
mucho tiempo el Marqués de Lozoya. Eduardo Gambra Sanz siempre llevó barba, y era un
hombre de apariencia triste, al que comparaban con Don Ciprés, el personaje de Xaudaró, pero
Carlista y cristiano profundo.

Al iniciarse la Cruzada de Liberación Nacional Española, Rafael Gambra combatió, cuando sólo
tenía 16 años de edad, en el Tercio del Alcázar, y ya como Alférez, entró al Mando de una
Sección, al final de la contienda, en Lliria, Valencia.

Ganó distintas Condecoraciones, como la Medalla de la Campaña 1936-1939, Cruz Roja del
Mérito Militar, Cruz de Guerra y la Medalla de Voluntarios de Navarra. Terminada la Guerra,
cursó Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, y en 1942, en sólo tres años, obtuvo la
Licenciatura.

El 3 de agosto de 1943 se incorporó, como Catedrático de Filosofía, al Cuerpo de Catedráticos


Numerarios de Institutos Nacionales de Enseñanza Media de España, iniciando el desempeño de
su cometido como Funcionario en el Instituto Príncipe de Viana de Pamplona, durante once
años, de donde pasó a los institutos Cervantes y Lope de Vega de Madrid. Fue Inspector
Nacional de Enseñanzas Medias.

Autor de doce libros, destacan: Breve historia de la Filosofía; La historia de la filosofía en


esquemas; El silencio de Dios; El lenguaje y los mitos; Historia sencilla de la filosofía; Curso
elemental de filosofía; La filosofía católica en el siglo XX; La Primera Guerra Civil Española;
Tradición o mimetismo; Unidad religiosa y derrotismo católico; La Monarquía tradicional en el
pensamiento de Mella; etc.
También publicó numerosos artículos, sobre todo en Fuerza Nueva, El Alcázar, La Nación,
Verbo, Siempre P'Alante y en innumerables boletines carlistas. Por uno de ellos recibió el
Premio Manuel Delgado Barreto de los Círculos San Juan.

También pronunció numerosas conferencias en la Ciudad Católica, Fuerza Nueva, Jornadas por
la Unidad Católica, Homenaje a Mella, Priorato de la Hermandad de San Pío X y en el
Movimiento Católico Español, entre otras tribunas de prestigio.

Co-Fundador de Fuerza Nueva junto a Blas Piñar y otras personalidades, era un sincero
admirador de Franco y José Antonio. Fue una de las grandes figuras del pensamiento
Tradicionalista Carlista español, y Jefe de la Secretaría Política de SAR Don Sixto Enrique de
Borbón.

Falleció en Madrid el 13 de enero de 2.004, a los 84 años de edad.

III. LIBERTAD SEGÚN GAMBRA

El término libertad se ha convertido para nuestra época en un ideal ante el cual debemos
doblegarnos. Con ello, se puede decir que a medida que la vida humana va sintiéndose
progresivamente masificada y programada por la tecnocracia, el término libertad se magnifica
ante los ojos de todos, participando por igual en el ideal, en el axioma y en el dogma.

Ahora ya no es lo que libertad significaba en el siglo pasado cuando se decía, por ejemplo “si
oyes virotear a la libertad, atranca tus puertas y ventanas”. En la guerra de España, uno de los
diarios más característicos del Madrid rojo se titulaba “La Libertad”.

Sin embargo, hoy en día el fenómeno es planetario: todo movimiento, sea de pensamiento o
acción, se define así mismo como de liberación (o liberador) respecto a algo o alguien que por
su adhesión positiva a ideas o creencias.

Incluso la misma Iglesia se ha visto afectada por esta fiebre “liberadora” hasta sustituir en varias
ocasiones el concepto de redención por el de liberación. Desde su proclamación de “libertad
religiosa”, sus preces y designios van siempre en el sentido de la liberación del hombre (de
cosas siempre terrenales: el hambre, el subdesarrollo, la marginación, la ignorancia, entre otros),
incluso se ha elaborado en dentro de ella todo una “teología de liberación”.
Libertad, también fue el primer lema de la Revolución que adquirió dentro de sus designios, el
mismo puesto clave o fundamental que el primer mandamiento de la Ley de Dios tenía en la
anterior sociedad religiosa.

Por ello, la consecución de este primer ideal quedaría confiado a la inmediata consecución de
igualdad, que podría alcanzarse a golpe de legislación y guillotina: igualación de clases, de
leyes, de países, de poderes. Es por ello, que la herencia de la Revolución Francesa ha sido,
hasta ahora, una lucha constante contra toda constricción teórica o práctica.

Dentro de toda la idea moderna de libertad cabe preguntarse: “¿Ama el hombre realmente la
libertad, la desea en toda su profundidad?”, para responderla se impone una distinción entre dos
significados distintos del término libertad: lo que se ha llamado libertad de coacción (que
coincide con la libre espontaneidad) y la libertad de arbitrio.

IV. LIBERTAD DE COACCIÓN Y LIBERTAD DE ARBITRIO SEGÚN


GAMBRA

La libertad de coacción es común al hombre y al animal. Por ejemplo, si monto un caballo lo


mantengo coaccionado por la brida y la espuela, se dirige a donde yo quiero y al paso que le
marco. Si hago un alto para descansar, suelto al animal, digo que lo dejo en libertad: el animal
podrá tumbarse, pastar si tiene hierba o beber si tiene agua a su alcance. Se ve libre entonces de
coacción exterior, pero no por eso poseerá el libre albedrío humano: su acción se verá siempre
determinada por sus instintos y necesidades y por los estímulos sensibles que lo reclamen. Podrá
moverse con espontaneidad, pero no con libertad de arbitrio.

En cambio, un esclavo, así sea el más encadenado, carecerá de libertad de coacción y de posible
responsabilidad de sus actos exteriores, pero nunca dejará de poseer el atributo humano de libre
albedrío. Por ejemplo, podrá unir su voluntad a aquello que se le manda realizar o hacer, o
sustraerla de ello: será así capaz de obrar el bien o el mal, de decidirse por sí mismo (ser árbitro
en decisión), pecar o merecer salvarse o condenarse.

El hombre ama la primera de esas libertades: a nadie le gusta vivir coaccionado o sometido a
una libertad exterior; más bien, lo que todo el mundo desea es el ejercicio de su propia
espontaneidad. En ello coincide con el animal.

Por ejemplo, la vida de un perro doméstico suele ser un gran anhelo de salir al exterior para
gozar, así sea solo un momento, del aire libre y de la libre espontaneidad de movimientos.
El hombre ama su propia libertad de arbitrio con el peso de la responsabilidad. Basta notar, con
cuánta facilidad se nos dan consejos, pero qué trabajosamente los obtenemos cuando lo
solicitamos, es decir, cuando ese consejo puede venir unido a la responsabilidad de una decisión
grave.

Entonces, ¿qué es libertad? Se podría definir como el atributo de la voluntad, siendo que el
atributo es una característica, que, sin pertenecer a su esencia, acompaña siempre a algo que en
ello se manifiesta, mientras que la voluntad es el apetito o apetición racional.

La apetición, en general, es la tendencia que se desencadena en un ser a partir de antecedentes


cognoscitivos, la voluntad es aquella apetición cuyos antecedentes no son sensitivos sino
racionales. Por ello, es la facultad propia y exclusiva del hombre que le diferencia de los
animales, cuya tendencia no va más allá de la apetición sensible.

V. LEY DE LIBERTAD RELIGOSA.

Rafael Gambra recuerda estar reunido un 20 de mayo de 1967, aun en la dictadura de Franco,
para realizar un homenaje a aquellos que habían votado en contra de la Ley de Libertad
Religiosa impuesta en España la cual ellos consideraban que venía propuesta por el propio
Concilio Vaticano II.

Los procuradores fueron los que supieron defender en ese momento la Unidad Religiosa de
España, sin embargo les lanzaran piedras desde la parte exterior, estas eran lanzadas por los que
ellos llamaban Católicos Rojos o Progresistas quienes terminan sus actividades con el puño en
alto y cantando la internacional

La Unidad Religiosa se suprimió de forma definitiva en la legislación española, pero sus efectos
fueron fulminantes como: Cierre de seminarios, templos vacíos de juventud o se convierten en
cátedras de narcismo, en los colegios se marxistica, la enseñanza religiosa se suprime como
enseñanza oficial.

Algunos piensas que esto fue los más favorable para España; sin embargo, Gambra hace un
listado de lo que fueron las consecuencias en la que se muestra todo lo contrario, esto se inicia
con la caída del Régimen Nacional por la falta de la asistencia espiritual y poco antes la caída
del Régimen de Portugal.

Los socialistas llegan al poder dando pase a la ley del divorcio, la despenalización de la
homosexualidad y del aborto, la guerra terrorista se expande amenazando la disgregación de la
patria.
Se extiende a través de espectáculos blasfematorios el sacrilegio y el demonismo sostenidos por
el Ministerio de Cultura, simultáneamente se da la difusión del Ocultismo, Hinduismo y de la
droga que atrapa a la juventud.

Gambra sostiene que sin una religiosidad de base en un país es imposible una religiosidad
popular, para mantener la fe es necesario tener una costumbre común a todos.

Con la Ley de Libertad Religiosa todo es posible y si se gobierna es a través de la fuerza y del
soborno, aquí nada se prohíbe, todo se permite. Da ejemplos claros según las dignidad de la
persona humana es así que si alguien quiere practicar la poligamia se acerca a la religión
musulmana, quien quiere practicar la eutanasia apela al sintoísmo o los que quieren practicar la
promiscuidad se respaldan en los cultos Dionisiacos.

El Gobierno es imposible con la Ley de Libertad Religiosa, desde entonces la Unidad religiosa
fue arrebatada y mantuvo su lucha con la frase de que Dios está con nosotros y las cosas
volverán a su cauce.

VI. LA LIBERTAD, ¿ES ALGO REAL, EXISTE O SE TRATA DE UN


ESPEJISMO?

La libertad está relacionada a la expectativa vital humana en la que siempre está presente la
posibilidad que se tiene de autodecisión, de poder realizar resoluciones y llevarlas a la práctica.

Nuestra historia siempre se ha presentado a dos posiciones antagónicas:

6.1. Determinismo:

Esta posición niega la existencia de autodecisión, manifestando que todos los actos humanos
son predeterminados comparándolos con los fenómenos naturales.

Un ejemplo claro donde se pone en manifiesto el pensamiento del determinismo es en la


mentalidad oriental, en ella los hambres han aceptado que todo cuanto sucede es porque ya está
escrito todo aquello que les puede suceder en su vida.
Según la filosofía se entienden los siguientes tipos de determinismos:

a) Cosmológico:

En ella se entiende que las decisiones tienen su inicio en factores externos a nosotros, un
ejemplo claro es que se atribuimos a los dioses según sea nuestra creencia o pueden ser
cósmicas.

b) Fisiológicas:

Este tipo de determinismo por su parte atribuye el origen de nuestras decisiones a nuestro
carácter biológico según sea nuestra herencia de temperamento o carácter.

c) Psicológicos:

Este tipo de determinismo coloca como principal motivo de la toma de decisiones nuestra
conciencia, es decir condiciones internas y no externas como lo sostiene el determinismo
cosmológico.

Lo primero que nos guía son los motivos, entendiéndose como un determinismo mental.

6.1. Indeterminismo:

Está a favor del libre albedrío humano, manifiesta que desde si ya existe siempre una refutación
para cada una de las ideas deterministas.

El indeterminismo sitúa como principio la apelación a la conciencia universal sirviendo como


árbitro de las responsabilidades de los actos involuntarios.

La segunda argumentación es el entendimiento de la voluntad como la libertad del ejercicio,


querer o no querer, a su vez guiado por la especificación, que es el caso en el cual podemos
tener más de una alternativa a realizar.
VII. LA LIBERTAD EN LA SOCIEDAD DE MASAS
Después de la Revolución, se dirige todo el esfuerzo, en nombre de la Igualdad, a abolir toda
diferencia de clase y vinculación, de status social: sólo individuos iguales ante una ley constitu-
cional única. A suprimir con ello el sentido último del derecho de propiedad que es correlativo
deber de protección y defensa, convirtiéndolo de vincular en móvil y dinerario. A abolir,
igualmente, toda diferencia histórica y jurídica entre los países y municipios creando entidades
administrativas uniformes.
Abre así la Revolución las puertas a un proceso de masificación humana cuyos términos visibles
corresponden a nuestro siglo y también a un nuevo concepto de libertad: la libertad masificada
que llega a ser el único que el hombre de hoy comprende.
El hombre-masa será así, tras un proceso parecido, un sujeto sin una diferenciación mental o
jurídica, igual a todo otro en lo que no sea individuación biológico--natural, y susceptible de
numerarse o "ponerse en cola" con los demás. El estado de conciencia propio de la sociedad de
masas es aquel en que la idea dominante es la Igualdad, y el sentimiento común, la envidia (el
odio a toda diferenciación o jerarquías). Resulta curioso observar que cuando hace casi dos
siglos de que la Revolución suprimió las clases como status jurídico-social, el hombre
masa sigue clamando contra el "clasismo" y las "diferencias de clase" (diferencias que son ya
sólo de dinero). La idea de Igualdad, animada siempre por la subyacente pasión de la envidia,
crea de continuo un enemigo contra quien alzarse, aunque sea éste ya el producto mismo de su
obra niveladora.

La sociedad de masas, por el hecho de serlo, no es ya una sociedad con estructura, susceptible
sólo de ser regida y gobernada, sino un sustrato pasivo e inerte, susceptible y con necesidad de
ser organizado, manipulado, rehecho sin cesar en su cuerpo y en su alma. La actitud de los
hombres hacia el poder público varía a partir de este momento: a no será éste una instancia a la
que pedir justicia, sino la fuente de todo orden especie de forma sustancial~ a la que pedir todo.
Si a Luis XIV pudo atribuírsele la frase "el Estado soy yo", al hombre contemporáneo
podría atribuírsele esta otra: "yo soy por (y para) el Estado".

La sociedad de masas, tecnológicamente organizada según criterios exclusivos de eficacia y


rentabilidad, podría también definirse como un medio en el que el hombre llega a no carecer de
nada, excepto de un algo que pueda considerar propio y diferenciado, y, como consecuencia, del
sentimiento de continuidad y de la posibilidad de ser fiel a ella. Se la ha definido también como
una sociedad en la que se posee todo, excepto espacio y tiempo (que son el ámbito de la
existencia); o, más bien, como una sociedad construida contra el espacio y contra el tiempo.
Pero seguramente su mejor definición es la de un mundo en el que codo es posible menos
la continuidad la fidelidad: los bienes más caros al corazón humano, definitorios de toda
personalidad y de todo ambiente.

A partir de cierto grado de desarraigo en los hombres respecto a los cuerpos históricos
diferenciados, el proceso de masificación avanza ya sin resistencia, incluso con el aplauso de
una mayoría cada vez más amplia. El hombre entra en este juego por tres posibles vías
psicológicas. La primera es el impulso de huir de la responsabilidad y de la comparación con los
demás: es la mentalidad de los incapaces (y de los que se creen incapaces), muy numerosos en
la sociedad.
La segunda es el instinto de "plegarse al viento de la Historia", de darlo por inexorable y no
resistirlo: es la actitud de aún más numerosos que los primeros. (Estos suelen tener como
coartada moral para su abandonismo de todo lo propio en aras de la socialización el interés de
los pobres. Yo debo ceder en todo, traicionar a todo, en nombre de los pobres, porque yo tengo
y ellos no tienen. La supuesta causa de 'los pobres es, como se sabe, el caballo de Troya en la
Iglesia actual y en la civilización occidental.)
La tercera vía es la de aquellos, más sagaces, que comprenden que la mejor forma de huir de la
igualdad es dirigirla, esto es, formar en el grupo de sus apóstoles y organizadores: es la postura
de los "apóstoles sociales", primero, y de los "tecnócratas" y "ejecutivos" más tarde.

En los tres casos, sin embargo, se da una renuncia a la más íntima libertad de espíritu y una
traición (más o menos consciente) a cuanto se ha sido, se ha servido o se ha significado. Con-
sumada la masificación, el hombre-masa se cree libre por no sentirse atado por las creencias,
costumbres e imperativos morales que ha aprendido a ver, ya desde fuera, como trabas y
tabús desdeñables; y lo es en verdad, pero dentro del marco de una especie de espontaneidad
animal: la fácil búsqueda de los menudos placeres y objetivos de consumo y confort con que se
le invita a llenar su vida.
El Estado que, en nombre de la Igualdad, y apoyándose en las comunidades del estado llano,
anuló a la nobleza, y que anuló después la autonomía de esas mismos comunidades en nombre
del individuo y de su libertad, crece ahora sin límites ni trabas.
Ya no tiene frente a sí la estructura de una sociedad orgánica ni la estructura de las mentes.
Todo aparece ante él pasivo y amorfo como la masa. Es el momento de atacar al individuo
mismo en esa trivial libertad de la que todavía se considera poseedor y aun conquistador y de la
que emergen a veces actitudes de rebeldía o de protesta.
Los medios para este definitivo asalto a las almas por parte de la tecnocracia estatal son
fundamentalmente dos: uno consiste en convertir a los ciudadanos en funcionarios del propio
Estado. El hombre masificado nada desea más que alcanzar tal condición, con la
irresponsabilidad y la seguridad que proporciona.
La masa pide a un sujeto implícito (que es el Estado) todos los servicios, la máxima seguridad
"social", la cultura para todos y su gratuidad, el deporte y la tutela de la igualdad
adquirida mediante una constante política niveladora de fortunas y "oportunidades·". Los
propios estudiantes se amotinan para exigir del Estado no sólo la gratuidad de estudios, sino
dotación económica, puesto que "se preparan para ser futuros funcionarios".
El Estado de hoy ha averiguado que el más fácil medio de gobernar una sociedad de masas es
seguir y alentar la demagogia.
Conceder subsidios, pensiones de estudios, seguros sociales, "cultura y deporte" bajo control, es
aniquilar el último bastión de resistencia humana que radica en la personalidad de cada hombre.
La segunda arma para este definitivo asalto a la intimidad del hombre está en los hoy llamados
medios de comunicación especialmente la televisión, generalmente bajo control estatal y que
sustituye en el hombre la función intelectual por la función imaginativa. (Nunca he
comprendido por qué se llama medios de comunicación a la prensa, radio y televisión, que· lo
son sólo de difusión). Nadie en ellos se comunica como por medio del correo o del teléfono,
sino que el lector, el oyente o el televidente es allí como sujeto pasivo de una difusión masiva:
Se forma con ello "un mundo embrutecido por el ruido de su propia opinión.

El Estado quiere, por tanto, hacerse dueño de ella para, halagándola, manipularla. Y gobernar
es cosa fácil si se dispone del monopolio de los Mass Media. Porque el individuo, ante la
información escueta y la información deformada por un mito cualquiera elige siempre la
segunda. Lo imaginativo triunfa siempre sobre lo real en la sociedad de masas contemporánea.

La manipulación de la masa, la profanación de las almas, es, a partir de este momento, cuestión
de técnica, de canalización y dosificación. Ideas-fuerza, slogans-axiomas, imágenes de compor-
tamiento, se crean por ‘1a teoría de los reflejos condicionados’ como en el reino animal. Los
hombres se creen informados mientras son deformados, se creen libres y liberados justamente
en la medida en que son mentalmente esclavizados; se creen "avanzados" y "'espiritualmente
adultos" en los momentos en que son reducidos a: un infantilismo lindante con la
irresponsabilidad.
En los Mass Media todo lleva, como por instinto, un mismo sentido: el de la nivelación social y
mental, el de la destrucción de los límites, hitos y estructuras mentales, que deben ser pre-
sentados como "tabús" y "prejuicios" de un pasado irracional; el de la trivialización y
hedonización (sexualización principalmente) de los impulsos, atemperándolos a la producción
por medio de la publicidad. La tecnocracia estatal moderna aplica así su descubrimiento de que
es mucho más fácil gobernar a favor de la demagogia y de la anarquía mental que contrariando
las. Y ello no sólo a corto plazo, sino también en la colaboración del futuro". Fomentar
creencias y conv1cc10nes morales, criterios mentales, es a la corta y a la larga-crear dificultades
de gobierno. Sólo la masa igualitaria, creyente sólo en la evolución y en la relatividad de las
ideas, es susceptible de una manipulación total. Estabilizado el sentido de los Mass Media,
cualquier reacción a favor de su corriente se ve infinitamente potenciada; cualquier reacción
contra ese sentido, neutralizada y ridiculizada.
La técnica de licuefacción espiritual de masificaciones, desde este momento, minuciosa,
inexorable.
Las noticias de aspecto "objetivo" lo son sólo en apariencia: hay siempre en ellas
un punto de valoración según la "ortodoxia pública" de la sociedad socialista. El matiz es, a
menudo, captado más por el subconsciente que por el consciente del lector u oyente.
Toda autoridad, excepto la tecnocracia establecida, es siempre mala y opresora ("paternalista"
en el mejor de los casos); toda rebelión es siempre buena o "contiene factores positivos" ; la
lealtad y la firmeza son formas de reaccionarismo recusables o, cuando menos, productos de una
"alienación"; toda posición disolvente de alguna estructura, norma, autoridad o costumbre es
una actitud "valiente" y "al día"; lo establecido es estruc1:ura caduca, por el hecho de estarlo, y
debe ser sustituido; el halago a la "juventud" y al "pueblo trabajador" no tiene límite ni medida;
cualquier forma de convicción, de coherencia o la simple afirmación de algo
es "particularismo", cuando no un síntoma de "clasismo" o de "preteritismo". De vez en cuando
puede insertarse alguna noticia o comentario "contra corriente": ello hace de contrapunto
excitante para la mentalidad- masificada, resulta pintoresco o excita la irritación contra el
"irracional pretérito"; presta, además, al conjunto una mayor apariencia de "neutralidad".
Factor importantísimo es también el "abaratamiento de los grandes temas", su buscada pro-
fanación por las masas. Encuestas de aspecto científico sobre temas sexuales en toda su crudeza
y aun en sus formas morbosas, que minan el sentido de la intimidad y del pudor;
encuestas sobre los grandes temas de la fe, sobre la misma existencia de Dios, con opiniones en
"igualdad de oportunidades" de teólogos, filósofos, toreros, futbolistas y cantantes ligeros, que
socavan el espontáneo sentido reverencial de la religión.
A través de toda esta manipulación por los mass media, la noción de respetabilidad
se sustituye por la de popularidad. Todo el mundo -sea cual fuere su rango o la dignidad de su
puesto desea actuar en los espacios ''punta" de los grandes rotativos o de las pequeñas pantallas.
Nadie se niega, sea cual fuere el tema que le propongan o el papel que haya de desempeñar:
no existe ya otra categoría, prestigio ni fama que el otorgado por los Mas media.
Al término de este proceso, el hombre-masa se cree libre y festeja su liberación porque ya no
siente sobre sí ni la costumbre, ni la autoridad con rostro humano o divino, ni el sentimiento de
respeto, ni el de pudor, ni el sentimiento de lo sagrado.
En realidad, ya no existe la libertad en un universo de almas prefabricadas, dóciles en su
informe rebeldía, apenas humanas en su supuesta "madurez humana"; ni existe siquiera
memoria de lo que es libertad, porque nadie recuerda ya los cimientos políticos y mentales sobre
los que la libertad se ejercía. Diríase confirmada hoy aquella "creencia en la indefinida
plasticidad del hombre y negación de la naturaleza humana".

En medio de los inmensos avatares sufridos por nuestra civilización desde el Renacimiento y la
Reforma hasta la Revolución y el Socialismo, la permanencia de la Iglesia católica en una fe y
en una continuidad fue para todo hombre -aun para los no católicos-un cierto punto de
referencia de la verdad y del orden. Una instancia superior de todos reconocible (por ser la
tradición común) adonde no llegaban los sueños delirantes de la razón desencarnada o de las
pasiones humanas. Con la madre anciana que evita con su sola presencia silenciosa la definitiva
ruptura de una familia dislocada, así la Iglesia ha sido para la civilización el núcleo permanente
de donde recibían, aun sin saberlo, cuanto de verdad y de orden retenían los medios dispersos de
la modernidad. Cuando -para asombro de nuestra generación-esta misma Iglesia llamada
posconciliar parece incorporarse a la "ortodoxia filantrópica y pacifista" de los Mass media, y
diríase que abjura de su pasado y de su tradición y que corre a coger el tren del Socialismo
aunque sea en su furgón de cola, es éste 131 momento en que las vías de la masificación -y de
esa "libertad en el vacío'' aparecen definitivamente libres de todo obstáculo.
La captura de los que han caído en la trampa intelectual aparece ya consumada y sin remedio, al
paso que la tentación del desaliento en quienes conservan alguna forma de consciencia se hacen
casi insuperables. Se hace preciso entonces refugiarse, sobre naturalmente, en la promesa dada a
la Iglesia por su divino Fundador por cuya virtud "las puertas del Infierno no prevalecerán
contra ella". Y recordar aquella frase de Francoise Chauvin según la cual "la lucidez es la peor
de las cegueras si no se ve más allá de aquello que se ve". Palabras que completaba Gustave
Thibon con estas otras: "El cristiano, a imitación del apóstol San Pablo, está obligado a esperar
contra toda esperanza, porque Cristo ha vencido al mundo y esta victoria abarca la totalidad del
tiempo y del espacio. Y, por inciertas que sean las probabilidades de éxito, nuestra misión
aquí abajo consiste en restaurar pacientemente, en nosotros y en torno nuestro, las condiciones
para una reedificación de la Ciudad de los hombres; es decir, en preparar un porvenir a la
eternidad.
VIII. RAFAEL GAMBRA: UNA DENUNCIA PROFETICA. LA LIBERTAD
RELIGIOSA, LA TRAICION DE LOS CLÉRIGOS Y LA AGONÍA DE LA
CIUDAD HUMANA

A) Una denuncia profética


Uno de los aspectos más notables de su existencia es la fidelidad sagrada a la fe tradicional de la
Iglesia Católica.

De esa fidelidad diamantina Gambra nos dio un ejemplo perenne. Primero, como maestro del
pensamiento tradicionalista hispano, monárquico y legitimista, de la segunda mitad del siglo

Segundo, como auténtico profeta de una España que entró por las vías del compromiso con el
espíritu del laicismo y de la defección de la unidad católica.

Dice Santo Tomás que “faltando la profecía, el pueblo se desmoraliza. Por eso, en todos los
tiempos son los hombres instruidos por Dios (a través de las profetas) sobre lo que deben
practicar, según conviene a la salud de los elegidos”

Cuando se examina su obra, se tiene la impresión de que Gambra fue mucho más allá. En los
momentos en que la “traición de los clérigos”, como él la llamó, se consumaba en el rostro
humano de la Iglesia universal, al punto de que Pablo VI desde la Cátedra de Pedro reconocía la
presencia de la “autodemolición” y del “humo de Satán”, él tuvo la iniciativa, como miembro de
la Iglesia discente, ante el silencio de tantos, de denunciar lo que significaría para España el
ceder en uno de los puntos neurálgicos de esa autodemolición, cual era, la aceptación
indiscriminada de la libertad religiosa del Vaticano II en desmedro de la unidad católica. Lo que
hoy se llama, con eufemismo, la “sana laicidad”

El término “denuncia” es quizás algo impreciso para expresar la postura de Gambra. Lo que él
hizo propiamente fue resistir públicamente, por amor a la Fe, a la actitud secularizadora de la
llamada “libertad religiosa”, y como esa resistencia fue reflexiva, acompañada de argumentos
filosóficos e históricos que respaldaron su evaluación del presente y del futuro, tal resistencia se
convirtió ineludiblemente en una “denuncia”.

Los jalones de esa denuncia profética.

Los jalones de esa denuncia fueron varios. Mencionemos tres:

1. El libro La unidad religiosa y el derrotismo católico. Estudio sobre el principio


religioso de las sociedades históricas, y en particular sobre el catolicismo en la
nacionalidad española que constituye la base esencial del pensamiento de Gambra.
2. El libro Tradición o mimetismo, que renueva las tesis de La unidad religiosa y el
derrotismo católico en lo que se refiere a la Cristiandad y a su proceso disolutorio, y
analiza además los efectos desorientadores del Concilio Vaticano II en la sociedad
temporal de los países católicos.

3. Su declaración sobre la “libertad religiosa”

¿Cuáles son los antecedentes remotos de esta última tesis, corruptora a la vista, y que hoy, sin
embargo, es tenida como natural?

A) En el plano filosófico:
 Bodino (especialmente en sus Seis Libros sobre la República, 1576) reivindica para las
monarquías europeas el imperium de los romanistas, el origen incondicionado y
absoluto del poder temporal, prescindiendo de todo lazo con el Pontificado o con algún
poder religioso nacional.
 Hobbes construye (especialmente en su Leviatán) la justificación del absolutismo de
Estado. La religión queda sujeta al poder temporal.

 Locke manifestó que sostener que un Estado deba profesar una fe se convierte en un
sinsentido. La libertad religiosa –la “tolerancia” y la “libertad de cultos” en términos
lockeanos– ha de ser un principio que se integre al pacto social. Queda así configurado
el ideal laicista moderno en sus líneas fundamentales

Lo más grave, sin embargo, para Gambra, proviene de lo que se está operando en el seno de la
misma Iglesia católica. Con palabras de dolor constata: “Corresponde, sin embargo, a nuestro
tiempo, como hecho insólito y sin precedentes, el que autores diversos–y aún una amplia
corriente– dentro del catolicismo acojan el ideal secularizador de la sociedad y propugnen la
teoría de la coexistencia neutra como una doctrina no solamente incompatible con la fe católica,
sino la más acomodada a su verdadero espíritu. Se trata de lo que hoy conocemos genéricamente
por progresismo católico.
B) La apostasía de las naciones católicas a través del régimen de libertad religiosa,
considerada en su principio.
El término apostasía usado por el autor podría parecer, a primera vista, bastante duro. Para su
mejor comprensión podemos sintetizar grandes afirmaciones:

1. Primera gran afirmación: La sociedad y su gobierno deben profesar la religión


verdadera en una comunidad histórica de tradición católica, la aplicación de la tesis es
ineludible, y su renuncia una verdadera apostasía. Aceptar que en España el Estado o
poder público deba mantenerse indiferente en materia religiosa, es un grave pecado en
el orden teológico y moral.

2. La segunda gran afirmación se refiere a la “traición de los clérigos”. Es decir, es muy


difícil que la unidad religiosa se mantenga en las naciones católicas si las propias
autoridades de la Iglesia promueven el régimen de “libertad religiosa”, guiando a los
fieles hacia el “derrotismo católico”.

El régimen de libertad religiosa, propugnado por la Santa Sede a partir de la Declaración


Dignitatis humanae del Vaticano II, si se aplica en el contexto de la religión “problemática”
(religión progresista o humanista), desata y desatará en la sociedad temporal española un
cúmulo de errores y desviaciones:

 Escepticismo religioso y político;


 Desorientación general de la Iglesia, que verá debilitada la creencia en una sola fe y en
una sola disciplina,
 Decadencia de la moral pública,
 Eclosión de los separatismos,
 Descrédito de la tradición ante el extranjero y lo europeizante,
 Proliferación de las sectas anti-católicas

3. Tercera gran afirmación: la autodemolición de la Iglesia será seguida de la


autodemolición de la civilización occidental toda.
Gambra sostiene tajantemente que la actual sociedad humana permisiva y laica de
Occidente lleva en su seno el germen de una muy rápida disolución.

C) La traición de los clérigos y la agonía de la ciudad humana


En un pasaje de las Sagradas Escrituras, objeto de amplios comentarios por parte de Doctores y
Padres de la Iglesia a lo largo de los siglos se lee lo siguiente:

“Antes (del advenimiento de Cristo) tiene que venir la apostasía casi general de los fieles y
manifestarse el hombre de pecado, el hijo de la perdición, el cual se alzará con soberbia contra
todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo
de Dios (...). El misterio de iniquidad está ya en acción; sólo falta que el que lo detiene sea
quitado de en medio” (II Tes. 2 1-7).

¿En qué consiste ese “obstáculo” –“lo que detiene”– que mientras se mantenga garantiza a la
Iglesia su misión eficaz sobre los pueblos sujetos a su influencia?

1. Unos dicen que es el Imperio Romano, y su continuación en la historia en el Sacro


Imperio Romano Germánico y finalmente en el Imperio austro-húngaro, representantes
de la Cristiandad.
2. Otros hablan de una generación de hombres santos a quienes Dios concede una gracia
especial para obstaculizar el triunfo definitivo del mal en las naciones cristianas, ya
evangelizadas.
3. La misma Iglesia, cuya presencia constituye el último obstáculo para la manifestación
del Anticristo.
Revisada la noción de apostasía, reconocida la posibilidad de que ella sea universal y que afecte
grandemente a la Iglesia, por una defección amplia de sus ministros, no es razonable imputar
una actitud de disentimiento a Rafael Gambra.

Él previó las consecuencias devastadoras que el régimen de libertad religiosa (aplicado de


acuerdo a lo que podríamos llamar la hermenéutica de la religión problemática) acarrearía a las
naciones católicas, y específicamente a España. Y no podría ser de otro modo, pues, como
advirtió lúcidamente nuestro autor, en la práctica dicho régimen significa una apostasía de la fe,
primero y formalmente, en la institucionalidad político-jurídica, y posteriormente, por vía de
ejemplaridad, en la vida pública.

Que esa apostasía conduzca a la agonía de la ciudad humana es indudable. Que esa apostasía no
haya sido evitada por las autoridades de la Iglesia es lamentable. Que Gambra haya mostrado
una y otra cosa, ante el silencio de todos, es un título de gloria para el pensamiento tradicional
hispano. Porque bien pueden aplicarse a Rafael Gambra Ciudad estas palabras únicas de San
Francisco Palau:

“Nosotros los vigilantes nocturnos damos el grito de ¡alerta! ¡A las armas católicos! Alerta, pero
la gente duerme tan profundamente que no nos oyen y si alguno hay que esté despierto no nos
entiende; piensa que el sereno se ha vuelto loco anunciando catástrofes y desgracias”.

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