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Encabezado: ¿Debemos seguir empleando el concepto de raza?

¿Debemos seguir empleando el concepto de raza?

Angie Paola Delgado Castro

Universidad de la Costa

Agosto 14 de 2019

Notas del autor

Facultad de Humanidades

Universidad de la Costa

Programa: Psicología

Semestre: III

Fundamentos de la Psicología Social


¿Debemos seguir empleando el concepto de raza? 1

¿Debemos seguir empleando el concepto de raza?

El próximo 30 de octubre se cumplirá una década de la partida del antropólogo francés Claude

Lévi-Strauss, una de las grandes figuras de la antropología en la segunda mitad del siglo XX. Es

el padre de lo que se conoce como antropología estructural, siendo la “relación entre unidad

humana y diferencia cultural”, uno de los temas más escudriñados y fundamentales de sus obras.

De distintas formas, tanto en sus trabajos escritos como en sus intervenciones públicas, Lévi-

Strauss adoptó una particular forma de relativismo cultural, es decir, adoptar la postura hacia la

critica del Evolucionismo y más en específico al concepto de raza como parámetro para evaluar

o determinar la vida cultural de una comunidad. Por tanto, esta filosofía infiere que cada cultura

debe ser estudiada o interpretada desde sus propias creencias, valores, prácticas, hábitos, entre

otros aspectos. Pazos (2010) en su artículo conmemorativo de este erudito, hace un repaso de lo

que esta posición debe a los presupuestos básicos del estructuralismo; reflexiona asimismo sobre

las diversas nociones de Lévi–Strauss respecto de la unidad humana e introduce una crítica del

relativismo estructuralista y una defensa de un universalismo de lo social.

La magnitud y la ambición de la etnología es algo que el autor resalta de ésta ilustre figura de

su obra en conjunto, proponiéndose en ella como una tarea que se basa en la descripción y

análisis del sentido, que consideró pudiera llegar a catalogarse como un saber que lograría

integrar o sintetizar al resto de las ciencias humanas, en la medida justamente en que el sentido y

no, por ejemplo, lo social o la historia, se entendiera como el ámbito específico del ser humano.

Su etnología, que se entiende como la ciencia social que estudia y compara los diferentes

pueblos y culturas del mundo antiguo y actual, afirma Pazos, se ha movido siempre entre

“paradojas”. Toma como punto de partida la inacabable diversidad de formas sociales, que el
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análisis se propone referirse a un limitado conjunto de principios concebidos llamados

“estructuras”; el nivel en que se comunican todas las sociedades y que es común a todas ellas.

Sin embargo, no ofrece contenidos propios, sino que consiste en relaciones diferenciales. No es

éste el único modo como el estructuralismo orquestó lo que llegó a considerar tema y problema

permanente para la investigación etnológica: la unidad humana y la diferencia cultural. Pero en

todo caso esas frases expresan muy bien el tratamiento tan singular que Lévi-Strauss reservó a

las relaciones entre grupos y sociedades, no ya en el dominio de la teoría sino en sus

intervenciones públicas. Apuntan al particular relativismo cultural que en esos dominios

caracteriza al estructuralismo, que ilustran dos de los textos más conocidos y polémicos del

antropólogo francés, éstos sobre el tema de la raza y los prejuicios raciales.

El autor del artículo hace una delimitación de las temáticas estudiadas por Lévi-Strauss, de la

cual comienza con el Relativismo cultural de la antropología estructuralista. En esta parte se

menciona su obra Raza y cultura: raza e historia, un ensayo manifiesto publicado en 1952 y

posteriormente en 1971 para una conferencia solicitada por la UNESCO, para abrir el año

internacional de la lucha contra el racismo. El objetivo de dicho escrito fue el de desmontar los

mitos que fundan las ideologías o prejuicios racistas. En él se explica, critica y matiza una serie

de conceptos que se utilizan muy a la ligera en la vida cotidiana pero que tienen un peso

específico en este objeto de estudio, como lo son: la historia, la cultura, la diversidad y el

progreso. Lo que acapara la atención de este ensayo es como se pone en valor la diversidad,

dándole énfasis a su mantenimiento y proliferando su equilibrio. Se habla de culturas,

abandonando el concepto de raza. Se defiende un relativismo cultural que descansa en una

particular concepción de la cultura, y en una absolutización de la diferencia como fundamento

antropológico y como valor que le es, en cierto modo, consustancial. La “cultura” se entiende
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como sistema organizado y coherente de contenidos; como unidad de sentido, que posee su

propia razón de ser, y que se mueve por un impulso de perseverar en su ser singular; como

configuración que, además de consistir en relaciones entre rasgos, mantiene relaciones, lógicas

más que reales, con otras unidades del mismo tipo. Critica vorazmente la mirada etnocéntrica

occidental, que impregna básicamente todo lo que hacemos y todas nuestras interacciones con las

demás personas; así como también al Evolucionismo cultural, cuestionando aquellas teorías que

indican que por ser el “futuro”, se es más que otros que han existido antes. Por ende, este escrito

pretende destruir esa idea de que somos la civilización más evolucionada, que está basada en la

creencia de ser más que otros, que a fin de cuentas resulta ser soberbio, racista y tremendamente

ofensivo.

Otro aspecto importa a tratar es el de Sociedad y simbolismo. Este último término, se refiere a

las manifestaciones estructuradas de algo que es común a toda sociedad: la expresión de

instituciones y costumbres mediante símbolos. Lo simbólico es social o colectivo y, en rigor, no

hay simbolismo individual, como pretenderían algunas aproximaciones psicoanalíticas,

empezando por el mismo Freud. Psicoanálisis y antropología han debatido largamente sobre el

plano en el que era procedente interpretar los símbolos: o bien existen unos contenidos

universales porque el simbolismo depende de experiencias genéricas del ser humano, y puede

elaborarse entonces un código con el que interpretar las diversas manifestaciones simbólicas de

culturas diferentes; o bien la clave del sentido de los símbolos reside en los contextos y en las

constricciones culturales, y se nos presentan constructos relativos que hay que interpretar

localmente.

Por tanto, el objeto de investigación que se propone la etnología estructuralista no consiste en

las sociedades en sus diversas realidades históricas, institucionales y subjetivas, sino las culturas
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en tanto que formas de pensamiento, principios de organización intelectual de la realidad y

sistemas de sentido. La elección de este objeto explica el tipo de universalismos que aparecen en

la obra de Lévi–Strauss.

Los universalismos de Lévi–Strauss, otro de los puntos tocados por el autor, se opone

explícitamente al evolucionista. Las estructuras de pensamiento o del espíritu humano se

despliegan no en una línea temporal de sentido, sino como un campo, que trasciende los datos

históricos, en el que se presentan todas las posibilidades lógicas. Este nivel, de las estructuras

inconscientes del pensamiento, permite un análisis objetivista del sentido, más allá de la división

epistemológica entre explicación y comprensión; un análisis que consiste, en última instancia, en

cartografiar el Espíritu Humano, inventariar el repertorio de elecciones de que dispone la

humanidad en su conjunto.

Finalmente, el autor hace mención del Universalismo de lo social. El universalismo que se

precisa no sería, entonces, de la diferencia cultural, ni de la especie natural, sino establecido en la

ontología de lo social. Para las ciencias sociales es un reto, en efecto, buscar los criterios de la

unidad humana en un terreno no ya natural sino histórico, por cuanto la condición del humano es

histórica: se trata de referirse a algo que, aunque no nos identifique como especie natural, sea

propio del campo problemático específicamente humano; esto es, definitorio del campo en el que

los grupos y las sociedades se plantean, en su seno y en sus relaciones mutuas, cuestiones que

como tales no surgen en otros niveles de vida, y que no pueden reducirse a dificultades que el ser

humano tiene en tanto que ser biológicamente definido. Es significativo que los dos ejes que

parecen constitutivos de toda sociedad humana, y que acotarían aquel campo, hayan quedado

fuera del interés estructuralista; me refiero al hecho institucional y a la subjetivación, que

podrían apuntar la base a la que recurrir para elaborar cualquier propuesta universalista.
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Con lo anterior y a modo de sacar conclusiones, se puede inferir que pretender emitir un

concepto de antropología es bastante complejo en el sentido de la cantidad de elementos

culturales, sociales e históricos que lo componen; y que, en ese sentido, es necesario a acudir a

diversos autores a modo de construir uno propio.

Dentro de la psicología social, en el amplio temario que se puede encontrar tenemos los

prejuicios y la socialización. Con Lévi–Strauss se trató entonces de rescatar conceptos e ideas

que permitieran hacer un acoplamiento literario. Se resalta entonces la decidida afirmación de

que la diversidad de sociedades y civilizaciones son el rasgo propio del desarrollo de la

humanidad, y que la diversidad de culturas humanas es extraordinariamente mayor que la de

razas. Prevaleciendo entonces el concepto de cultura, aclarando que ninguna de éstas puede

emitir, por tanto, un juicio verdadero sobre otra, pues cada una es un principio de valor y un

sistema de referencia propios. Cultura inherente a un progreso, el cual no es único, continuo ni

unidireccional, sino que corresponde a diversas sociedades y procede por saltos, que se

acompañan, además, de cambios de dirección.

Del mismo modo, Lévi–Strauss enfatiza que lo simbólico sea colectivo o social precede a la

realidad individual; histórica, pero sobre todo lógica. Si son elementos individuales los que

aportan material para la construcción del sistema simbólico, éste es, sin embargo, la condición de

posibilidad de cualquier conducta, actividad o experiencia particular. En Raza y cultura afirma

Lévi–Strauss, que los problemas planteados por los prejuicios raciales reflejan, a escala de los

humanos, el problema más vasto y más urgente de las relaciones entre la especie a la que éstos

pertenecen y el resto de las especies; al punto que de nada sirve pretender resolver el primero si

no se plantea simultáneamente el segundo. El deseable respeto por sus semejantes es un caso

particular del respeto que deberían merecerle al ser humano todas las formas de vida.
Referencias

PAZOS, Á. (2010). In memoriam. La obra de Claude Lévi-Strauss (1908-2009). Unidad

humana y diferencia cultural. Revista de Antropología Social, 19, 9-23.

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