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Por otra parte, en relación con la doctrina de la Sala de Casación Civil, si bien
parece lógico que existiendo una relación contractual arrendaticia entre las
partes, en principio, lo lógico sería que en caso de perturbación en la
posesión, el arrendatario demandara al arrendador a mantenerlo en el uso y
goce pacífico de la cosa arrendada conforme a lo previsto en el ordinal 3º del
artículo 1585 del Código Civil, sin embargo, al respecto también manifiesto mi
disenso, en virtud de que, ninguno de los procedimientos previstos en el
Código de Procedimiento Civil ni en la Ley para la Regularización y Control de
los Arrendamientos de Vivienda, constituyen vías breves, tal como lo exige
el artículo 27 de la Constitución a los fines de restablecer inmediatamente la
situación jurídica infringida, por la cantidad de incidencias que se presentan
en dichos procedimientos, y esto es un hecho notorio en la actividad
jurisdiccional. Sin perjuicio de lo antes expuesto, la acción de amparo
constitucional está prevista a texto expreso en el artículo 2.º de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, como la
vía idónea para el restablecimiento de la situación jurídica infringida contra las
vías de hecho, independientemente de que si existe o no una vía judicial
ordinaria, cualquier opinión en contrario, implica una violación de lo previsto
en el artículo 2.º de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales.
Resulta oportuno citar el encabezamiento del artículo 4º del Código Civil, que
dice: “A la ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente del
significado propio de las palabras, según la conexión de ellas entre sí y la
intención del legislador”.
Por último, cabe observar que las vías de hecho se adecuan a los tipos
penales de prohibición de hacerse justicia por mano propia y usurpación de la
posesión pacífica, previstos en los artículos 270 y 472 del Código Penal. Así
el artículo 270 dispone: “El que, con el objeto solo de ejercer un pretendido
derecho, se haga justicia por si mismo, haciendo uso de violencia sobre las
cosas, cuando podía haber ocurrido a la autoridad, será castigado con multa
de doscientos cincuenta unidades tributarias (250 U.T.) a dos mil unidades
tributarias (2.000 U.T.). Si el culpable se valiere de amenaza o violencia
contra las personas, aunque no haya empleado violencia sobre las cosas será
castigado con prisión de uno a seis meses o confinamiento de tres meses a
un año. Si la violencia se ha cometido con armas, será castigado con el duplo
de la pena establecida.
Y si resultare cometida lesión corporal o algún otro delito, será castigado con
la pena correspondiente a estos hechos punibles. Si el hecho no fuere
acompañado de otro delito enjuiciable de oficio, no se procederá sino a
instancia de parte.” Sobre este tipo penal encontramos que: “Todas las
reclamaciones que puedan existir por razón de los derechos que se nos
lesione o que creamos lesionados, deben ser resueltas por la autoridad
competente. Nadie está autorizado para hacerse justicia por sí mismo, pues
ello traería el caos, el irrespeto a las leyes, la intranquilidad, la falta de
confianza en la sociedad y una multitud de males a veces irreparables. (…)
Previsora la ley, ha establecido el principio de que las reclamaciones de
cualquier orden que sean se ventilen ante los Tribunales encargados de
administrar justicia. Allí, ante ellos, van las partes y exponen sus quejas y el
juez las pesa, las medita, y las sentencia, esto es, establece el derecho y lo
da a quien, según su criterio y conforme a las leyes respectivas, lo tiene o lo
prueba. (…) Por ejemplo, el arrendador no podrá desalojar y tomar posesión
del inmueble arrendado, aún en caso de terminación del contrato, ejerciendo
violencia sobre su propio inmueble, para echar por la fuerza al inquilino, ni
el propietario de un fundo, que pretende tener el derecho de servidumbre de
paso sobre otro fundo, quitar obstáculos, cercas, puertas, etc., para pasar
libremente.” (CÓDIGO PENAL DE VENEZUELA. Universidad Central de
Venezuela, Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas, artículos 195 al
272; Caracas 1995; páginas 631 a 633).