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SINOPSIS

Ophelia siempre ha sido tratada como una niña rica y mimada. Solo una
vez, ella quiere ser vista como una mujer.
Cuando choca con el hijo de su ama de llaves el día que él sale de la cárcel,
ella obtiene su deseo, y más.
Después de siete años tras las rejas, Ezra no puede controlarse alrededor de
una cosa tan dulce y joven como Ophelia.
Ella dice ser la vecina de su madre y él siente que ella está mintiendo ... pero
más adelante tendrá que preocuparse por los detalles.
Después de que haya sido reclamada ...
TABLA DE CONTENIDO
Capítulo uno
Capitulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capitulo cinco
Capitulo seis
Capitulo siete
Epílogo
CRÉDITOS
Traductoras

NickStyle
Katherine

Correctora

Yareth

Diseño

Juli
CAPITULO UNO
Ophelia
MANEJO MI Bugatti a un espacio de estacionamiento fuera del
viejo edificio de apartamentos y me tomo un respiro. Este vecindario
está muy lejos del mío, pero definitivamente no soy una extraña aquí,
considerando que mi ama de llaves, Leeza, olvida su medicamento para
el corazón por lo menos una vez a la semana. Con mi madre viviendo
en Praga(Capital de la Republica Checa) indefinidamente y mi padre
prácticamente durmiendo en la oficina, soy la única persona que vive
en casa de manera constante, así que tengo que ir a buscarla.
Bueno, no es necesario exactamente.
Podría haber una pequeña posibilidad de que la sirvienta chiflada
me haya caído bien. No es que lo admita en voz alta.
Iba camino a la playa cuando Leeza me llamó, lamentando su
olvido, e hice un rápido giro, a toda velocidad hacia Queens(El distrito
mas grande de New York), donde Leeza ha vivido durante décadas en
su pequeña casa de dos dormitorios. Voy a tomar la medicación,
dejarla en la casa de mi familia en el Upper West Side( parte de
Manhattan en New York) e intentaré llegar a la playa al atardecer.
Honestamente, me gradué de la preparatoria hace una semana y no he
recibido ni un solo rayo de sol en mi pálido trasero. Ya es hora.
Al ajustar la correa de mi bikini, salgo del auto y lo cierro detrás de
mí con un pitido. Utilizo el juego de llaves que me dio Leeza hace
mucho tiempo para entrar por la puerta de metal oxidado del edificio
y subir por la sucia escalera hasta el segundo piso. Le pagamos a Leeza
una pequeña fortuna para que limpie la casa y nos alimente, lo
suficiente como para vivir en un lugar mucho más agradable, pero ella
se niega, alegando que no necesita nada elegante para ser feliz.
No puedo evitar pensar que está en algo, ya que mis padres tienen
billones de dólares y nunca he conocido a dos personas más
miserables.
En cuanto a mí.... no sé exactamente si soy feliz.
Sé que debería estarlo. ¿Verdad? Tengo todo lo que una chica de
18 años podría querer. Me voy a Princeton(una de las cuatro
instituciones mas antigua de alto nivel educativo in USA)en otoño. Al
igual que mi padre, mi madre y varios abuelos. Estoy conduciendo un
coche que ni siquiera está a la venta en los Estados Unidos. Mi futuro
está asegurado.
Estoy segura de que este impulso de salir corriendo en la dirección
opuesta pasará.
También está el pequeño problema de que el socio de negocios de
mi padre me chantajea. Si. No podemos olvidarnos de eso.
Como si pudiera. Parte de la razón por la que estoy escapando a la
playa hoy es para no mirar mi teléfono celular aterrorizada, esperando
a que suene. Aterrada de oír esa voz sarcástica que ha estado
persiguiendo mis pesadillas durante un mes, desde que Wagner
empezó a llamar.
Haciendo demandas.
Decidida a olvidar el hecho de que el futuro de mi familia podría
estar en peligro a menos que yo cumpla con las demandas de Wagner,
sacudo la llave correcta de la puerta del apartamento de Leeza, la
introduzco en la cerradura y la giro. Estoy tan acostumbrada a entrar
en la casa de Leeza y a ir directamente a la fila de frascos de pastillas
en el alféizar de la ventana de su cocina, que casi no me doy cuenta
del hombre sentado en la butaca de cuero junto a la ventana.
Cuando lo noto, mi corazón se mete en mis pulmones y tropiezo de
costado contra la pared, jadeando. Oh, Dios mío jadeo. ¿Quién eres
tú?
Su rostro está envuelto en sombras hasta que inclina su enorme-y
me refiero a su malditamente enorme-cuerpo hacia adelante y sus ojos
grises plateado cortan la neblina de la tarde. Jesús, ¿Ese es....Thor?
¿Dios del Trueno? Podrían ser gemelos. Aunque este tipo es
definitivamente el gemelo malo. Los tatuajes que adornan sus brazos
musculosos son una colección de cráneos, muerte y caos.
Tú primero escofina, sus largos y entintados dedos flexionando
donde descansan sobre sus rodillas.
Miré hacia la puerta de reojo, calculando si puedo escapar en dos
o tres segundos como mucho. O….Olvidé la pregunta tartamudeo.
¿Me imaginé la comisura de su boca saltando? ¿Quién eres? dice,
lentamente. ¿Y por qué estás en el apartamento de mi madre?
¿Madre?
Todo hace clic a la vez.
Este es el hijo de Leeza, Ezra. Aunque ella ha hablado de él cientos
de veces, nunca lo he visto cara a cara.
Simplemente no he tenido oportunidad desde que ha estado preso
en Rikers Island(carcel situada entre Bronx y Queens in New York)
durante siete años. Ella mencionó que volvería a casa pronto, pero no
le dio una fecha específica.
¿Cuándo salió?
Mi corazón comienza a latir aún más rápido cuando veo la bolsa de
lona en la habitación. ¿Salió de Rikers hoy? La evidencia ciertamente lo
sugiere. Pero antes de que pueda intentar hablar o actuar para salir de
esta situación repentinamente peluda, Ezra se pone de pie y yo doy un
paso más hacia atrás. Dios mío, su cabeza color rubio-oscuro casi
alcanza el techo. Si intento huir de este hombre y me atrapa, no tendré
ninguna posibilidad de escapar, y además se enfadará.
Este no es un hombre al que se moleste.
Definitivamente no debería sentirme atraída por el peligro que lo
rodea. Definitivamente no.
Da un paso adelante hacia la luz, resaltando los planos de los
músculos bajo su camiseta blanca desgastada, el grosor de sus
muslos....y siento una extraña presión en mi barriga. Una que nunca
había experimentado antes. Es en parte miedo, en parte emoción y no
estoy segura de que me guste. Sé que quiero sentirlo de nuevo para
poder hacer un juicio preciso. Eso es lo justo.
Estoy esperando una respuesta, pequeña dice, su voz oscura y
mal humorada.
Mis pezones se tensan en puntos dolorosos y cruzo mis brazos para
protegerlos de su vista, y es entonces cuando recuerdo que llevo un
bikini bajo el más delgado de los pareos de playa. El kimono blanco
apenas me roza la parte superior de los muslos. Cuando me puse mi
ropa, no esperaba salir del coche hasta que llegara a la playa y este
atuendo era aceptable. Los pequeños triángulos rosados sobre mis
pechos y el montículo femenino no parecen suficientes ahora, con este
poderoso gigante mirándome fijamente.
Soy la... vecina. Vivo al final del pasillo No estoy segura de por qué
miento, exactamente. Tal vez porque la gente tiende a odiarme por lo
que perciben como mi fácil estilo de vida en la calle. No estoy segura de
querer evitar el odio de Ezra porque así estaré más a salvo. O si sólo
quiero ser una mujer para él. Una mujer normal sin un fondo fiduciario
de 20 millones de dólares.
Tiende a hacer a la gente rara.
Después de dieciocho años de que todos me juzguen como una
mocosa malcriada al escuchar mi apellido, sólo quiero ser otra persona
por cinco minutos.
¿Qué estás haciendo aquí? Ezra pregunta de nuevo.
Vine a regar las plantas respondo, suavemente, señalando la
planta moribunda en el mueble de la televisión. Tu madre me pidió
que viniera. Nunca.... te he visto aquí antes
Su lengua se desliza con interminable lentitud sobre su labio
inferior, esos ojos gris plateados hambrientos sobre mis muslos. Acabo
de salir de la cárcel hace una hora gruñe.
Oh Se me revuelve el estómago. Qué bien
Esa no es la palabra que usaría después de siete años Se adelanta
y me doy cuenta del contorno de su erección. Se hace más grande y más
visible con cada movimiento que hace en mi dirección. Y no puedo
evitarlo, estoy.... excitada. Desde que era una niña, mis padres,
maestros y amigos me han llamado rebelde. Siempre he pensado que
encasillarme de esa manera era ridículo. Tal vez sólo eran aburridos.
Pero no. Obviamente soy una completa loca. Los hombres no me han
interesado hasta ahora. En este mismo instante. Me atrae el caos en
sus ojos. Quiere hacerme algo y yo debo estar loca por querer saber
más. Para experimentarlo.
Es posible que haya estado demasiado tiempo en la mansión de mi
padre.
Cualquiera que sea la razón por la que mi cuerpo se tensa en lugares
extraños, me encuentro levantando mi barbilla y juntando mis muslos
para su placer visual. ¿Tienes planes ahora que estás fuera...
¿Cuántos años tienes? Su gran pecho jadea y golpea el aire con
un dedo contundente. ¿Es legal ese coño?
La parte del cuerpo en cuestión se aprieta contra su lenguaje vulgar.
Tengo dieciocho años
Sus susurros son de agradecimiento hacia el techo. Mira, pequeña.
Estoy en un maldito lío aquí Se acerca hasta que me domina, y sin
mirar hacia abajo, lo siento acariciando su enorme excitación a través
de sus vaqueros. No voy por ahí pidiendo a jovencitas follar. Ni antes
ni después de la cárcel. Pero esos años dentro me alcanzaron en cuanto
entraste. Nunca he visto nada tan bonito Me mete un dedo entre los
pechos. Si no consigo meterme dentro de ti, es mejor que me encierren
de nuevo en la cárcel porque voy a perder la cabeza
CAPITULO DOS
Ezra
Y AQUÍ pensé que cumplir mi condena me había robado hasta el
último gramo de decencia. No debe ser verdad, porque definitivamente
estoy avergonzado de mí mismo, hablando con esta chica de rostro
fresco como si fuera un compañero de prisión. Honestamente, no estoy
seguro de lo que me ha pasado. No tenía planes de encontrar una mujer
hoy, aunque he sido célibe durante siete largos años. No, después de
dejar mis cosas en casa de mi madre, el plan era tomar una cerveza fría
y ver el partido.
Entonces ella entró.
No estaba mintiendo cuando dije que nunca había visto algo tan
bonito. Antes, durante o después de la prisión. Es una princesita
morena con tetas grandes y ojos que deletrean problemas. Si. Ella
mantendría a un hombre sobre las puntas de sus pies. Hay un millón
de pensamientos en su cabeza ahora mismo y ella cree que no es obvio.
Lo es.
Quiero que cada uno de esos pensamientos sea sobre mí.
Mi polla no solo está dura por la lujuria. Está presionando
dolorosamente contra mi cremallera porque quiero acostar a esta chica
y marcarla como mía. Mi piel está caliente, la sangre se me espesa por
segundos, una pulsación involuntaria en la mejilla. Envuélvela
alrededor de tu polla. Hazla tuya. Tiene que haber miles de hombres
tratando de atrapar a esta dulce cosita. No voy a dejar que se vaya
cuando alguien más puede reclamarla. Lo harían en un abrir y cerrar
de ojos. Se la quitaría a quien se la haya robado, por supuesto, pero la
idea de que otro hombre respire cerca de ella hace que mi presión
sanguínea se dispare. Estoy seguro de que no dejaré que llegue a eso.
Primer punto del orden del día. Necesito meterme entre sus muslos.
Los está frotando y mordiendo ese labio. También podría estar
ondeando una bandera roja frente a un toro.
¿Quién es esta chica?
¿Por qué me está afectando así?
Si no consigo meterme dentro de ti, es mejor que me metan de nuevo
en la cárcel porque voy a perder la cabeza.
Eso es lo último que le dije a esta diosa y está lógicamente
conmocionada. Únete al club, cariño. Nunca he necesitado nada tan
mal en mi vida como para ansiar tocarla. Hay algo en ella que me dice
que me traerá problemas de vuelta a mi vida cuando el plan era dejarlos
atrás. No hay nada que me impida tener hambre de ella, sin embargo.
Nada puede detenerme de envolver su delgada garganta ligeramente con
una mano y de frotar mi pulgar en círculos alrededor de su delicado
hueco.
¿También eres así de suave en todas partes?
No susurra, cambiando. Todos dicen que tengo la cabeza dura
Un chasquido de risa me deja. Hay algo en esta chica. Me está
haciendo latir el pulso de una forma nueva. Pensé que mi corazón
estaba muerto después de tanto tiempo dentro de esos muros de
concreto, pero cada momento que paso a su alrededor me revive un
poco más. Tal vez es la vida que resplandece de dentro de ella. El hecho
de que no haya huido de mí, a pesar de que soy un hijo de puta
aterrador. No sólo es hermosa, es valiente. O imprudente. Toda ella me
llama. Quiero saber todo sobre esa cabeza dura, pero primero necesito
que te acuestes y abras tus muslos para mí
Su boca forma una O.¿Es una forma normal de hablarle a
alguien?
No lo sé Presiono mi pulgar contra su yugular y veo cómo se
dilatan sus pupilas. Nada normal sobre lo mal que tengo que
montarte—
Su exhalación se precipita sobre mi muñeca. ¿Y qué pasara
después de eso?
Entonces... Deslizo mi mano hacia arriba y le agarro la
mandíbula. Entonces supongo que yo tendré que disculparme por ser
tan duro con ese coño de princesa, limpiarte y hacerlo todo de nuevo
Se me ocurre una idea loca. No eres virgen, ¿verdad?
¿No? ¿Yo? No Ella se ríe. Por supuesto que no
No voy a mentir, me encanta la idea de ser el primero de esta chica,
pero estoy demasiado nervioso para mostrar el tipo de delicadeza que
necesita una virgen. Me estoy apegando a esta chica como un perro con
un hueso carnoso. Tengo presemen goteando por la parte interior de mi
pierna y me duelen mucho las pelotas. No creo que haya tenido tanta
hambre de sexo ni un día en mi vida. Es ella. Ella me está haciendo
esto. Necesito enterrar mi polla en su tentador cuerpo antes de que me
rompa los vaqueros con sólo mirarla. He estado en la cárcel por mucho
tiempo, pequeña. Estoy seguro de que los hombres se tropiezan consigo
mismos tratando de conseguir una cita contigo, y aquí estoy, rogando
follarte cuando nos acabamos de conocer. Pero no tengo elección Puse
mi boca contra la de ella y probé su dulce aliento. Me tienes tan
destrozado, princesa. Tienes que curarme
Después de un minuto, ella asiente con la cabeza y mis manos se
mueven por sí solas. Un segundo, ella está parada frente a mí, y al
siguiente está acostada de espaldas en el sofá de mi madre, rebotando
por el impacto de haber sido arrojada en el. No hay duda de lo apretado
que va a estar su coño. No cuando se sonroja como una colegiala y esa
pequeña tira de material rosa entre sus piernas cubre todo su coño. No
tengo nada que hacer más que meter mi polla dentro de una chica de
la mitad de mi tamaño, y estoy empezando a sentirme como un bastardo
por lo que voy a hacer, pero luego ella se sienta y se quita el pareo
transparente por la cabeza, dejándolo caer al suelo.
Puedo ver lo mucho que te duele susurra, con las cejas juntas,
casi como si estuviera perpleja. No me gusta. No me gusta que te hagas
daño
Es mi alma gemela.
Lo sé en este momento.
Nunca había creído en esa mierda hasta ahora, pero cuanto más
cerca estoy de ella donde yace en el sofá, más apretado se me pone el
corazón alrededor de la yugular. Estoy siendo impulsado hacia ella por
una fuerza magnética y ella también debe sentirlo. Es lo que la hace lo
suficientemente valiente como para acostarse por un hombre que
parece que mataría con sus propias manos. ¿No quieres que me haga
daño, princesa?
No Ella mueve la cabeza lentamente y levanta los brazos para
hacerme señas para que me acerque. No puedo explicarlo, pero... tu
dolor me está haciendo daño a mí también
Necesitando rozar su piel desnuda contra la mía, me bajo la
cremallera con las manos temblorosas. No queriendo asustarla, dejo mi
polla metida dentro de su prisión de mezclilla y me quito la camisa,
viendo sus pupilas expandirse, sus dedos de los pies enroscándose en
los cojines del sofá. Sé que doy miedo
Sus amplios ojos vagan sobre mis cicatrices y tatuajes. Tal vez un
poco
Gruño. Las personas que tienen que temerme son tus enemigos.
Tú no. Tu nunca. ¿Me entiendes, pequeña?
Sí
Bien Me agacho y le meto el dedo en la parte trasera de su traje
de baño y se lo bajo por las piernas, revelando el tipo de coño mojado y
pequeño que podría lanzar una guerra de mil años. Maldita sea, soy
un hijo de puta con suerte Tomo sus rodillas en mis manos y las
mantengo abiertas, colocándome entre sus piernas en el sofá sobre los
cojines, gimiendo bajo mi considerable peso. Muéstrame las tetas
Su rubor se hace más profundo y me preocupa que esté siendo
demasiado tosco, pero ella desliza los triángulos hacia un lado y me
muestra sus pezones rojos. Sentados en la cima de dos hermosos y
gordos montículos, ella no lo sabe todavía, pero esos bonitos bebés van
a ser follados regularmente. Probablemente tan pronto como termine de
explotar su coño.
Eres una maldita princesa preciosa, ¿No? 
Pareces el Rey de Asgard murmura.
¿Sí?  No tengo ni idea de lo que está hablando, me inclino y miro
más de cerca al único coño que quiero ver por el resto de mi vida. ¿Se
supone que el rey se tira a la princesa?
N-no
Me burlo de su hendidura con la punta de mi lengua. Oh bien Tan
pronto como el sabor de su miel golpea la parte posterior de mi
garganta, es como si una nueva y cruda hambre se despertara dentro
de mí. Ya estoy desesperado por entrar en ella, pero ahora estoy
hambriento. E impaciente. No hay manera de que pueda meter mi polla
dentro de ella sin comerme este coño primero-y no me quejo- así que
zizagueo mi lengua entre sus pliegues para separarlos y gimotear
cuando me encuentro con su clítoris por primera vez. Es pequeño,
rosado y se hincha para mi boca como si hubiera estado esperando a
que viniera a tratarlo bien. Enrosco mi lengua alrededor de ella como
una serpiente y la giro, haciendo que sus caderas se muevan fuera del
sofá.
Oh, Dios mío
Ezra es tu Dios ahora, pequeña. Llama mi nombre o el de nadie
Sus muslos se abren bien y de par en par con mi tono dominante
y la lujuria se clava en mis huesos. Joder, sí, esta dulzura es mi alma
gemela. Ha sido moldeada y diseñada sólo para mí. No tengo que tener
miedo de asustarla o de ser demasiado rudo. Cada señal que me da
me dice que no sólo lo tolera, sino que le encanta. Y cuando sus uñas
marcan mi cuero cabelludo y lloriquea mi nombre, estoy perdido.
Gruño en mi próxima lamida, haciendo de ella mi objetivo. Cuanto más
rápido pueda hacerla venir, más rápido podré enterrar mi polla en su
delicioso coño. La como como si fuera mi última comida, gruñendo,
lamiendo y usando mi pulgar para burlarme de su clítoris cuando
tengo que hacer una pausa para respirar. Su olor llena mi nariz,
convirtiéndome en un animal.
Ezra solloza, moviendo sus caderas para encontrarse con mi
lengua. No sé qué está pasando. Pero, por favor, sigue adelante
Sus palabras me confunden. ¿No sabe lo que le pasa a su cuerpo?
No, debe querer decir que no sabe lo que está pasando entre nosotros.
Esta intensa conexión la está pillando por sorpresa, igual que a mí. Le
beso el vientre, la parte interior de los muslos para calmarla y volver a
follarla con mi boca. Me está empapando la barba, está muy caliente
para correrse, y sé que no hará falta mucho para empujarla más allá
de la línea de meta, así que me apoyo en su clítoris con la parte plana
de mi lengua y lo arrastro de un lado a otro, con suavidad, rapidez, y
observo cómo se apodera de su cuerpo. Su jadeo llena el aire y sus
piernas salen a patadas, y luego se juntan hacia sus hombros.
¡Ezra!
Escucharla decir mi nombre mientras tiene un orgasmo es
demasiado y no puedo hacer nada más que seguir mi instinto. Mi
cuerpo la pega a los cojines del sofá y saco mi polla, empujándola en
su agujero apretado y tenso entre sus muslos, metiéndola en tantos
centímetros como puedo mientras ella está en la agonía del placer.
Tómalo, pequeña. Tómalo
Oh... ¿eso es todo? Sus uñas se clavan en mis hombros. Por
favor, que eso sea todo
Eso ni siquiera es la mitad. Abre tus muslos y déjame entrar
Su grito llena el apartamento mientras yo empujo con fuerza y
rompo una delgada barrera. El shock hace que mis movimientos se
detengan, pero detenerse no es fácil. De hecho, es la cosa más difícil
que he hecho en mi vida, quedarme quieto en lugar de meter mi polla
en el coño mojado y apretado en el que estoy enterrado hasta las
pelotas. Mierda. Es el coño más caliente que se pueda imaginar y
pertenece a una virgen.
Algo primitivo dentro de mí ruge con victoria y posesividad de que
yo soy el primero. Joder, sí que lo soy. Nadie va a tocar a esta chica.
Mía. Mi princesa. Mi coño. Para siempre. Pero incluso cuando esos
votos se afianzan dentro de mí, estoy lleno de preocupación. No estoy
hecho para una virgen. Y me han privado de sexo demasiado tiempo
para ser amable, como ella necesita. Incluso ahora, mis caderas están
comenzando a desplazarse, incapaces de evitarlo. ¿Cómo puedo parar
cuando ella es lo mejor que he sentido, visto y tocado? Mi aliento entra
y sale en su cuello, mis manos agarrándole las muñecas para
sostenerla, reclamarla. Follala
Debiste decírmelo digo con rudeza. Estoy muy lejos ahora
Tal vez eso es lo que quería
Ah, Dios. A una cosa tan bonita como tú debería gustarle esto mas
suave, pero yo no puedo. No puedo...
No quiero que sea suave me susurra al oído. Por eso me acosté
contigo
Posesión cobra vida dentro de mí, caliente y resplandeciente.
Escucha, pequeña Le meto la polla con fuerza. A menos que quieras
que vuelva a prisión, es la última vez que andas en traje de baño, a
menos que esté contigo. Porque mataré a cualquiera que mire a mi
princesa. ¿Me estás escuchando?
Sí Ella se mueve por debajo de mí, tratando de ponerse cómoda,
pero sólo logra hacer a mi polla más gorda. Cuando se da cuenta de
eso, se detiene con un sollozo. No lo haré. Lo prometo
La embisto con fuerza, rápido. Una y otra vez. Follando su cuerpo
arriba y abajo en el sofá. No puedo creer que hayas estado caminando
sin mi protección tanto tiempo. ¿Cómo carajo mantuviste esa cereza?
Le pregunto a través de mis dientes apretados. Ya no importa,
princesa. Te tengo follada y sangrando por todo el sofá, ¿No? Eres mía
ahora. Toda mía
Por largos momentos, no hay nada más que mi cuerpo inconciente,
restregandose y bombeando sobre el suyo, la bofetada de mis bolas
contra su trasero resonando en la sala de estar. Estoy gimiendo tan
fuerte que apenas reconozco el sonido de mi propia voz. No hay nada
que hacer. Me ha sujetado la polla tan fuerte y ahora sé que es porque
nunca ha tenido un hombre. Con ese increíble pensamiento sonando
en mi cabeza, no puedo evitar sostenerla hasta que se derrita en los
cojines y la golpee más fuerte, entrando en ella con húmedos golpes de
nuestra piel.
Ezra gimotea, sus muslos se enredan alrededor de mi cintura.
Ohhhhh, está empezando a sentirse tan bien. Esas cosquillas están
volviendo
Rujo mi satisfacción en su cuello. ¿Puedes dejar que la sangre
virgen se seque en tus muslos, pequeña? Eso es algo muy bueno,
porque tengo toda una vida sin ti para compensar, a partir de ahora.
Este coño está reservado para los próximos setenta años
Ese pequeño destello de problemas que vi en sus ojos antes ha
vuelto. Se hunde los dientes en el labio inferior y aprieta los músculos
de su coño. Duro. Tú también estas todo reservado susurra.
No espere que la demanda de propiedad salga de su boca y me
arruino. Malditamente me destroza. Antes de que pueda detenerlo,
semen sale disparado de mis pelotas y llena su pequeño coño hasta el
borde. Los músculos de mi garganta me duelen por mi grito, mi
abdomen se estrecha y tiembla con la fuerza del semen que sale de mi
cuerpo. Jesucristo. ¡Joder! Mi mente grita una negación sobre el
hecho de que llegué demasiado pronto, pero mi desilusión en mí mismo
es absorbida por la mera magnitud de mi placer.
La habitación se desvanece a nada a mi alrededor y no hay nada en
el mundo excepto su agujero húmedo, aceptando mis empujes una y
otra vez. Incluso después de llenarla con mi corrida, continúo
chapoteando hacia adentro y hacia afuera, enviándole salpicaduras en
el estómago, los muslos, el sofá. Y sigo adelante. Viniéndome. Debo
haber estado almacenando esta presión dentro de mí durante siete
malditos años. Más tiempo. Porque he estado sin ella toda mi vida. Mi
orgasmo tarda varios minutos en agotarme y cuando lo hace, mi cuerpo
se debilita.
Sus manos limpian mi sudor en mi espalda y, por primera vez desde
que salí de la cárcel, me siento como en casa.
Cuando una onza de mi fuerza regresa, levanto mi cabeza y miro
hacia abajo a su hermosa y sonrojada cara. Beso su boca, su frente, su
nariz. Deberías haberme dicho que eras virgen
Se ve momentáneamente arrepentida hasta que su descaro vuelve a
resplandecer. ¿Habría sido diferente lo duro que me tomaste?
Ahora estoy arrepentido. Hoy no, princesa Compartimos una
sonrisa perezosa y me doy cuenta de algo con una sensación de
hundimiento. Algo importante. Ni siquiera te he preguntado tu
nombre
Su vacilación es corta. Ophelia
Dios, es tan bonito que es casi digno de ella. Ophelia La beso largo
y fuerte. Ahora perteneces a Ezra
Ella asiente lentamente.
Traeré una toalla y te limpiaré digo, poniéndome de pie con un
gemido y estirándome, dejo que sus ojos exploren mi cuerpo. Incluso
media dura, mi polla la hace suspirar y decido que fue bueno que no la
viera antes de follar o se hubiera puesto demasiado nerviosa para tomar
una sola de mis treinta centimetros. No te muevas
Sólo estoy en el baño un minuto porque no soporto estar lejos de
ella. Quiero abrazarla, besarla, averiguar dónde viviremos juntos. Y
quiero poner mi boca en sus pezones, mis manos en su culo. Sí, ya me
estoy poniendo duro otra vez para mi Ophelia.
Así que cuando salgo del baño con un paño caliente, ella se ha ido,
sin dejar nada más que las gotas de sangre virgen en los cojines del
sofá, mi bramido es lo suficientemente fuerte como para romper el
cristal de la ventana delantera de mi madre.
¡Ophelia!
Pisoteo el frente del apartamento justo a tiempo para verla salir del
espacio de estacionamiento de abajo y la negación surge dentro de mí
como un maldito maremoto. ¿Qué hice para que corriera?
No lo sé. No lo sé.
No lo sé, pero la encontraré. Inmediatamente.
Una vez que eso suceda, ella no volverá a desaparecer de mi vista.
CAPITULO TRES
Ophelia
DOS DÍAS DESPUÉS y todavía no estoy estable en mis pies.
Me gusta fingir que es mi equilibrio lo que está mal, en lugar de toda
mi existencia. Como si no viera la sonrisa de Ezra cada vez que parpadeo
o sintiera su tacto cada vez que me muevo. ¿Cómo puedo extrañar a
alguien que sólo conocí por una hora como máximo? Nuestra relación
pudo haber sido incluso menor de una hora, pero me desmayé durante mi
primer orgasmo, así que los detalles son imprecisos.
Nota al margen: los orgasmos son el negocio.
Dicho esto, estoy inquieta, con hormigueo e irritable, en parte porque
ese segundo orgasmo nunca ocurrió. Tan cerca. Taaaan tan
increíblemente cerca. Pero estoy inquieta porque me preocupa haber
cometido un error al dejar a Ezra sin despedirme. Pero no tuve elección.
¿Verdad?
Me dejo caer en el antiguo sillón con vistas al río Hudson, los hombros
caídos. Esta estúpida sensación de vacío en mi pecho sólo parece
empeorar, no importa cuántas veces me recuerde por qué me escapé. Ezra
me llamó suya. Me hizo suya. Pero no quería experimentar el dolor de que
cambiara de opinión cuando descubra que no sólo soy una niña rica
consentida, sino que empleo a su madre. Somos de dos mundos
diferentes. Quiere a la chica atrevida que tiene un romance con un extraño
de inmediato, no la mocosa con un estilo de vida mimado que nunca ha
hecho nada por su propia voluntad.
Al otro lado de la habitación, mi teléfono suena con un mensaje
entrante y el miedo me obstruye la garganta.
Otra vez no.
Me paro lentamente, moviendo las puntas de mis pies. No queriendo
ver el nuevo mensaje de texto, pero sabiendo que no tengo otra opción,
cruzo la habitación y tomo mi celular.

Mañana por la noche a las 6 de la tarde. No lo olvides.

Otro llega en un momento después.

Recuerda, es sólo nuestro pequeño secreto. Todos tenemos secretos,


¿verdad, Ophelia? Especialmente tu padre. No queremos que nadie se
entere de eso, ¿verdad?

Un pequeño sonido sale de mi boca y suelto el teléfono como si


estuviera ardiendo.
Puede que sea una niña rica mimada, pero no soy el erudito de la Ivy
League(un grupo de colegios y universidades establecidos hace mucho
tiempo en el este de los EE.UU. con un alto prestigio académico y social)
que es como mi padre me ha presentado. Soy un fraude. A pesar de todas
las ventajas, no pude entrar en las mejores escuelas por mis propios
méritos, así que mi padre tuvo que sobornar a un facilitador. Ni siquiera se
suponía que yo supiera sobre el pago secreto que hizo, pero lo escuché
hablando con el hombre al que contrato una noche por teléfono. Sólo hay
otra persona que sabe lo del soborno.
El socio de mi padre, Wagner.
A cambio de su silencio, está pidiendo una cosita. Yo.
En retrospectiva estoy empezando a pensar que una pequeña parte de
la razón por la que me entregué a Ezra es porque no podía soportar la idea
de que Wagner fuera el primero. No cuando podía tener la pasión y la
posesión que Ezra me ofrecía.
Un día más hasta que Wagner utilice el chantaje para ponerme las
manos encima, como sospecho que ha querido hacer durante mucho
tiempo, y no hay nada que pueda hacer para detenerlo. Si no me quito la
ropa para el socio de mi padre, podría arruinarnos. Enviar a mi padre a
prisión, hacer que mi futuro se evapore como una burbuja. Podríamos
perderlo todo.
Las palabras de Ezra me llegan de la nada.
Mataré a cualquiera que mire a mi princesa.
La emoción se apodera de mis terminaciones nerviosas y cierro los
ojos, deseando que la bestia grande y aterradora que es ese hombre
estuviera de pie frente a mí. El me ayudaría a resolver el problema de
Wagner... hasta que descubriera que le mentí. Me representé a mí
misma como algo que no era. Entonces Ezra probablemente no querrá
tener nada que ver conmigo. Pensaría que soy tonta, malcriada y
frívola, como todo el mundo. Aunque asistí a la escuela secundaria con
muchos niños ricos, yo era la más rica de todos y la mayoría de ellos
nunca me hablaron. Nadie excepto mi amiga, Sienna.
No le he contado a Sienna lo del chantaje de Wagner, porque sé lo
que hará. Ella correrá hacia su hermanastro y le rogará que
intervenga. Lo haría, por supuesto, porque está envuelto en el dedo
meñique de Sienna, especialmente ahora que están casados.
Masticando mi labio, miro mi teléfono, sabiendo que debo llamar a
Siena.
Pero mis problemas no siempre deben ser resueltos por otra
persona. No entré a Princeton por mis propios logros, así que
realmente, esta situación es obra mía. Si hubiera estado más
agradecida por las ventajas que me han dado, tal vez habría sido
aceptada en la universidad por mi cuenta. Soy responsable de este lío,
así que tengo que enfrentarme a la música y salir de él. Me niego a
molestar a mi padre cuando ya ha tenido que hacer tanto para ayudar
a su hija.
Necesito chocolate negro
Con un gemido, me levanté del suelo y bajé volando por las
escaleras. La única otra persona en casa ahora mismo es Leeza, así
que no me molesto en atarme la bata de seda. Nuestra criada me ha
visto en varias etapas de desvestirme desde que era preadolescente,
así que mis bragas y mis pechos desnudos ya ni siquiera las toma en
cuenta.
Leeza digo, mi mano bajando por la barandilla. ¿Recuerdas
dónde puse el chocolate negro? No nos lo comimos todo anoche
durante "Amas de casa", ¿verdad?
Doblo la esquina hacia la cocina y me detengo.
Ezra.
Está aquí.
En mi cocina.
Oh, mierda digo, retrocediendo unos pasos, mi corazón se eleva
hacia el cielo a pesar de mis mejores esfuerzos. Oh no
Al verme, todo el cuerpo de Ezra se contrae, como un gran músculo
tenso y excitado, es incluso más caliente de lo que recordaba. La parte
superior de su cabeza casi alcanza el candelabro de la cocina y parece
que ha estado levantando carros desde la última vez que lo vi. Con
vaqueros descoloridos, una camiseta negra y botas raspadas, las
paredes de esta elegante mansión nunca han visto nada parecido a él.
Sus ojos son carbones chispeantes que me observan de pies a cabeza,
dejando fuego a su paso. ¿Ophelia?
Abro la boca para decir: Hola, Ezra pero por supuesto murmura
una cadena de sandeces.
Leeza se interpone entre nosotros, con la mirada entre nosotros.
¿Ustedes dos se conocen?
Así que esto es incómodo. Um....
Avanza sobre mí con pasos lentos y medidos, con furia que hace
vibrar esos hombros montañosos. ¿Dónde has estado?
Aquí y allá Forzó mi barbilla hacia arriba, tratando de parecer
valiente. Principalmente aquí
Tú.... Mira a su alrededor, observando la costosa decoración,
aparentemente por por primera vez. ¿Vives aquí?
Ezra se ríe Leeza, tratando de entrometerse entre nosotros otra
vez. He trabajado para la familia de Ophelia durante muchos años
No me hablaste de ella en ninguna de tus cartas. habría recordado
el nombre
Por supuesto que no te hablé de la familia rica para la que trabajo
Ella rechina la lengua. ¿Qué pasaría si otro recluso se apoderara de
la carta y se presentara a robarles cuando fuera liberado? No soy nada
si no soy discreta
Leeza es la persona menos discreta del planeta.
Es parte de la razón por la que la amo. Es imposible escandalizarla
y dice lo que piensa. Aparte de Sienna, es fácilmente mi mejor amiga.
Hacemos faciales, comemos juntas durante un reality show y
compartimos productos para el cabello. Me conoce mejor que mi propia
madre. Pero no he tenido tiempo de decirle que Ezra tomo mi tarjeta
V(se refiere a la virginidad).
Y si soy sincera, no lo planeaba.
Lo que no esperaba era que él apareciera aquí, lo cual fue muy poco
previsor por mi parte. Es totalmente normal que un hijo visite a su
madre en el trabajo.
Ezra todavía está procesando el hecho de que Leeza es nuestra
sirvienta. Veo que algo se oscurece en sus ojos y mi estómago se
hincha. Aquí viene. Me va a descartar como una debutante privilegiada
y me va a hacer caso omiso.
A menos que
A menos que lo haga por él.
Y entonces nunca tendré que saber si planeó ignorarme.
Recordando que mi cuerpo está a la vista, me pongo la bata con un
movimiento preciso y cruzo los brazos, haciendo todo lo posible para
encarnar a la mocosa más mimada del planeta. Leeza, ¿Dónde está
mi chocolate? Lo quiero ahora
Leeza me aspira. Encuéntralo tú misma
Le arrugo la nariz. De acuerdo. Primer intento: Fallo. Me gustaría
que me prepararas un baño. Con pétalos de rosa y..
Vuelve a esnifar. Perra, por favor. Es la hora de mi siesta
Con un gruñido, me doy la vuelta en un talón y salgo de la cocina,
pero los pasos fuertes de Ezra me siguen y las punzadas suben por mi
columna vertebral. Apenas llego a la escalera antes de que su brazo se
envuelva alrededor de mi cintura y me tire hacia atrás contra su pecho.
¿Por qué huiste de mí?
Porque habíamos terminado y yo estaba aburrida
Mentirosa me dice jalándome con más fuerza contra su enorme
y ardiente cuerpo. ¿Nunca usas ropa? Sus dientes me aprietan la
oreja. ¿O sólo caminas todo el día con esas tetas desnudas
moviéndose alrededor?
La piel de gallina me cubre de pies a cabeza y me olvido de respirar.
A L-Leeza no le import
¿Qué hay de tu padre? Su gran mano tira de un extremo del
cinturón de mi bata y se abre, permitiendo que su palma callosa raspe
sobre mi pecho, apretando. ¿Alguna vez te ha visto así?
No
Buena chica. Ni siquiera papá mira lo que es mío, ¿Entiendes?
Su mano se mueve hacia mi otro pecho, haciendo rodar mi pezón entre
dos dedos. Ahora dime por qué me hiciste sufrir durante dos días.
Destrocé la mitad de la ciudad buscándote. ¿Por qué huiste,
princesa?
Te lo dije murmuro, inclinando mi cabeza a un lado para que
pueda prestarle atención a mi cuello, y lo hace. Estaba aburrida
Me agarra la mandíbula. Dime la verdad o te llevaré arriba y te
follare
Mi jadeo es un poco dramático y muy excitante. Tu madre está
aquí
Ella puede verme tomarte a cuatro patas por lo que a mí respecta
Pone sus caderas contra mi trasero y siento su gruesa polla. Estoy
queriendo acabar dentro de ti
Pero...
Me hace girar y roza sus labios sobre los míos. ¿Pero qué?
¿No te importa que sea...? ¿Rica? Y tú eres...
¿No? Ezra deja salir una exhalación en ráfaga, su mirada oscura
recorriendo el lujoso interior de nuestra casa. No voy a mentir, no me
encanta
Oh Asiento con la cabeza desigualmente, el corazón partido por
la mitad. ¿Ves? Eso es lo que pensé...
Pero sólo me va a motivar. para darte este tipo de vida por mi
cuenta
Sus manos cubren mis pechos, masajeándolos en un patrón
hipnótico. Haré lo que sea necesario para tenerte, Ophelia. Cualquier
cosa para hacerte feliz
No necesito nada de esto para ser feliz, quiero decir. Pero de repente,
mi situación con Wagner me golpea entre los ojos. Mañana sacrificaré
mi cuerpo al socio de mi padre para salvar a esta familia. Mi propia
reputación. No tengo elección en el asunto, y si Ezra lo supiera, tengo
la sensación de que se convertiría en un salvaje destructor. Mataría a
Wagner y volvería a la cárcel. No puedo permitir que eso suceda.
Tampoco puedo permitir que se descubra el soborno de mi padre
porque me enamoré de un ex convicto.
Oh, Dios mío. Me he enamorado de él. ¿Cómo pasó esto tan rápido?
Las manos de Ezra serpentean alrededor de mi trasero y agarran
fuertemente mis nalgas, tirando de mí hacia arriba en los dedos de los
pies, balanceando nuestras partes inferiores juntas. Te necesito
mucho, pequeña
El calor presiona la parte de atrás de mis párpados. ¿Tengo que
alejar a Ezra para salvarlo? ¿Salvar a mi padre?
Lo siento, pero... Con un aliento tembloroso, me alejo de Ezra.
Es... bueno, sería imposible que alguien con antecedentes penales me
diera este tipo de vida Trato de mirarlo con arrogancia, pero las
lágrimas sin derramar en mis ojos probablemente lo hacen poco
convincente. Soy feliz aquí donde estoy. Y lo que hicimos estuvo bien,
pero no voy a poner en peligro mi felicidad. Mi futuro. ¿De acuerdo?
Así que creo que es mejor que me dejes en paz

Los ojos escépticos viajan por la parte delantera de mi cuerpo. ¿Vas a


quedarte ahí de pie con la cara seria y pedirme que te deje en paz? Te
has empapado en esa tanga blanca y apretada desde que me viste en la
cocina
El calor al rojo vivo impregna mi cara. Dije que lo que hicimos estuvo
bien. No lo negué.....
Encontré a una virgen a la que le hace cosquillas en la barriga
cuando la estoy regañando como una bestia. Una virgen cuyas piernas
se abren cuando le gruño. Eso no está bien, princesa. Eso es tiempo
fuera. Eso es casarse con ella y dejarla embarazada
Tu madre te va a oír susurro furioso. No puedes hablarme así.
Es de mala educación y...
Y te hace querer acostarte y extenderlas de nuevo
Basta Presiono mis muslos juntos para ocultar el hecho de que se
están volviendo resbaladizos con mi excitación. ¿Cómo se atreve? Estoy
tratando de salvar al mundo y él se está burlando de mí. De todos
modos, podrías haberme hecho sentir cosquillas en la barriga, pero...
no me las diste la segunda vez
Cuando la sonrisa desaparece de su cara, inmediatamente me
arrepiento de mis palabras. No había tocado nada más que mi propia
mano en siete años, princesa. Es un milagro que haya durado dos
segundos en ese coño pequeño Me agarra la bata con un puño y me
jala contra él. Si quieres que te lo entregue, muéstrame dónde
duermes. te follaré hasta el cielo
Estoy a punto de decir que, sí por favor, y apuntarlo en la dirección
de las escaleras, porque no quiero nada más que tener a este hombre
en mi cama. Quiero su piel áspera y marcadas en mis sábanas. Quiero
que gruña, sude y me use para su propia satisfacción. Y podría haber
dejado que me llevara arriba si Leeza no se hubiera precipitado a la
entrada con una mirada salvaje en sus ojos.
Tu padre vuelve a casa, Ophelia. A cinco minutos de distancia
dice Leeza jadeando, mirando fijamente a su hijo. No puedes estar
aquí. No hay hombres en la casa. Especialmente los hombres que se
parecen a ti. Me despedirán tan rápido que mi cabeza dará vueltas. Por
favor, Ezra. Vete
La simpatía llena mi pecho por Ezra. No puede evitar ser
amenazador. Probablemente está acostumbrado a usar su tamaño para
su ventaja en prisión. Ahora está en casa y es una desventaja. Eso tiene
que ser horrible y confuso. Levanto la vista y lo encuentro mirándome
con el ceño fruncido.
¿De verdad quieres que me vaya, princesa?
No. Creo que es lo mejor
Su garganta se mueve. ¿Permanentemente?
Respiro hondo y me alejo, abrochando mi bata por novena vez desde
que bajé las escaleras. Como dije susurro, mirando hacia abajo. No
serás capaz de hacerme feliz
Me inclina la barbilla hasta que me veo obligado a mirarlo. Cuando
tenías mis treinta centímetros enterradas en ti, Ophelia, me dijiste que
me tenías reservado. Todo tuyo. ¿Recuerdas eso? Su aliento me hace
cosquillas en la boca. ¿Lo decías en serio?
No me las arreglo para decir, la mentira sentada como ácido en
mi lengua. Son estupideces dice ferozmente. Voy a descubrir tus
secretos
Vas a desear no haberlo hecho
Leeza aleja a su hijo de mí. Por favor, Ez. Necesito este trabajo
Veo a un Ezra irse renuente y cabreado con un agujero en el
estómago. En cuestión de segundos, echo de menos su toque. ¿Lo
volveré a ver alguna vez?
La mirada que me envía antes de salir me dice que sí.
No me voy a escapar de él tan fácilmente.
CAPITULO CUATRO
Ezra
HAY ALGO QUE OPHELIA no me está diciendo.
Cuando entró en la cocina y me vio allí de pie, sus ojos se iluminaron
de alegría antes de esconderlo. Desde que me dijo que me fuera, que no
puedo hacerla feliz, recuerdo ese momento en la cocina una y otra vez para
mantenerme cuerdo. Y no es fácil mantener la cabeza bien cuando la
necesito tanto. No soy el tipo de hombre que deja que la llegada de otro
hombre lo haga correr y esconderse como un marica. Si no pensara que
esto haría que despidieran a mi madre, habría llevado a Ophelia arriba a
su habitación, independientemente de la inminente llegada de su padre.
Intenté volver a Queens y reagruparme. Lo hice. Pero me encontré de
nuevo en el Upper West Side, de pie en las sombras frente a la casa de
Ophelia. La necesidad de verla lo abarca todo. Manos invisibles me
estrangulan alrededor del cuello. No respirare bien hasta que la vea . O
más bien, hasta que esté taladrando su dulce coño y le dé ese segundo
orgasmo del que fue privada hace dos días.
Mis labios se retraen en un gruñido sólo de pensar en ella insatisfecha.
Me está comiendo vivo.
Su padre se fue hace horas en una limusina y ahora que está sola en
casa, me está costando mucho no tirar la puerta abajo y secuestrarla. Para
llevarla a un lugar donde podamos estar solos sin que nos interrumpan,
para que pueda averiguar qué es lo que no me está diciendo. No sé por
qué mi instinto me dice tan fuerte que se guarda algo para sí misma, pero
tengo que creer en ello.
Si no, está diciendo la verdad y no me quiere cerca.
Necesitando acercarme a ella, espero a que una ola de taxis pase y
luego cruzo la calle. Hay una escalera de piedra que lleva a la entrada,
pero los escalones están bañados de luz y no quiero que me vean, así que
me muevo por el lado derecho de la parte inferior de la escalera, y es
entonces cuando la veo a través de la franja de vidrio de la puerta
principal.
El cristal está ligeramente biselado, pero reconocería su cara en una
tormenta de arena. Lo que no espero es encontrarla fregando el suelo de
la entrada con las manos y las rodillas.
¿Qué diablos...?
No es que no odie la idea de que mi madre realice trabajos manuales,
pero estoy bastante seguro de que fregar el suelo recae en la sirvienta, no
en el millonario dueño de la casa.
Infierno. Si se fuera conmigo, tendría que fregar sus propios pisos,
¿No? Al principio.
Me rompería el culo para darle una vida mejor. Haría lo que fuera para
que pudiera dormir en sábanas de seda, comer en los mejores
restaurantes y tomar el sol en las playas internacionales. No siempre fui
un maldito criminal. Érase una vez, yo tenía aspiraciones de ser más.
Mucho más. Yo estaba trabajando en mi camino a través de las filas de
uno de los mayores fabricantes de piezas de automóviles en los Estados
Unidos. Puede que no sepa mucho, pero sé muy bien cómo hacer que un
coche ronronee como un gatito y eso me hizo ganar un lugar en la sala de
juntas, un lugar en el que nunca pensé que estaría.
Un par de buenas llamadas y decisiones inteligentes más tarde, estaba
a punto de convertirme en socio.
Fue entonces cuando me enteré de que la empresa importaba mucho
más que piezas de automóviles.
E hice algo al respecto.
Algo que haría de nuevo, aunque me haya ganado siete años en el
infierno.
No era el único hombre en la compañía que estaba sorprendido y he
estado en contacto con mis antiguos colegas. Tenemos un plan para
construir una operación más grande, más honorable, esta vez. Podría
llevar años ver esa visión y sé que es egoísta pedirle a Ophelia que deje su
torre de marfil por mí, que sea paciente con un hombre con antecedentes
penales y una boca como la de un marinero, pero no puedo imaginarme
alejándome y viviendo el resto de mi vida sin ella.
Se supone que estaré en Michigan la próxima semana para reunirme
con mis antiguos colegas. Tenemos reuniones agendadas y lugares de
alquiler para visitar, pero no me voy a mover hasta que resuelva esto con
la chica del otro lado del cristal.
Atraído hacia ella como un marinero hacia una sirena, mis pies
suben los escalones sin permiso y veo su pequeño trasero moverse
dentro de un pequeño par de pantalones cortos de spandex rojo
mientras friega el mármol. Mi polla se llena de presión caliente,
apretando la bragueta de mis vaqueros. Mi aliento acelerado empaña
el cristal y ella se gira, sacando su auricular y mirándome con los
ojos muy abiertos. Abre la puerta, pequeña digo.
Unos segundos después, sacude la cabeza. Levanto una ceja.
¿No?
Es una mala idea
¿Por qué?
Sé por qué quieres entrar aquí
¿Ah, sí? ¿Por qué?
Ella jala el dobladillo de la parte superior de su camisa, pero
vuelve a subirlo rápidamente. Para hacerme cosas malas
Ah, no, princesa. Quiero hacerte cosas buenas. Cosas realmente
buenas Con ella moviéndose descalza, puedo ver que no estoy
llegando a ninguna parte, así que saco las barras de chocolate negro
de mi bolsillo trasero y las presiono contra el vidrio. Déjame entrar y
te prometo que sólo hablaremos
Oh, ella quiere ese chocolate. Ferozmente. Ella se está lamiendo
los labios al mirarlo y yo juro que tendré esa linda boca alrededor de
mi polla algún día muy pronto. Ella me llevaría lo suficientemente
profundo como para ahogarme por puro orgullo y me encantaría
probar esa teoría en este momento, pero ella desconfía de mí y eso no
me gusta. Quiero ser su zona de seguridad. La persona con la que
puede bajar la guardia porque sabe que arreglare cualquier problema
que se le presente.
Puedes derribar esta puerta de una patada, de todos modos,
¿No? Ophelia dice, más para sí misma que para mí. Si abro la
puerta, evito tener que explicarle lo de una puerta rota a mi padre y
me das chocolate negro, así que no hay otra opción...
Finalmente, gira dos cerraduras y abre la puerta.
Entro y casi me disloco un músculo deteniéndome de agarrarla.
¿Qué haces limpiando el maldito suelo?
Se encoge de hombros. Me gusta limpiar el suelo
Inténtalo de nuevo
Una ráfaga de un suspiro la deja. La siesta de tu madre se alargó
un poco hoy y no llegó a terminar. Si el suelo está sucio, mi padre le
descontará el sueldo, así que...
Joder, estoy enamorado de ella. Ahora nunca se librará de mí.
Eres un amor en secreto, ¿Verdad, Ophelia?
Ella arruga la nariz. No
Sí, lo eres. Pensaste que creería antes cuando entraste a la
cocina y le pediste a mi madre que te preparara un baño. Pero yo
diría que es más probable que lo hagas para ella
Ella respira y se quita los AirPods(Audífonos inalambricos).
¿Puedo tener mi chocolate?
¿Con o sin nueces?
Sin nueces. Si tiene nueces significa menos chocolate Mis
labios saltan. Ahora lo sé
Pateo la puerta principal cerrándola detrás de mí y sostengo la
barra de dulce, forzándola a venir a quitármela. Cuando la toma, la
mantengo fuera de su alcance. Utilizo mis dientes para abrir el
paquete y romper un cuadro de chocolate, frotándolo contra sus
labios. Abre la boca para mí
Sus pequeños pezones se tornan en puntas bajo su camisa y me
alegro de que no pueda ocultar su atracción. Ella separa sus labios y
yo deslizo el chocolate sobre su lengua, gruñendo mientras mastica.
Gracias susurra. Es bueno
Sólo lo mejor murmuro, rompiéndole otro trozo. Maldita sea, le
besaría la boca hasta que le dolieran los labios si no hubiera prometido
que hablaríamos. Y sinceramente, quiero hablar con Ophelia. Quiero
saber todo sobre ella. Cómo piensa, qué la asusta, qué quiere de la
vida. Lo más importante, quiero saber por qué me está alejando
cuando puedo sentir la intensidad entre nosotros y saber que es algo
real. Después de guardar el chocolate, le acuné en lado de la cara en
la mano. ¿Por qué estabas en casa de mi madre el otro día? 
La verdad, princesa
Olvidó su medicación para el corazón se queja. Mi pulso es más
fuerte. ¿Ophelia?
¿Qué?
Eres mía
No puedo ser tuya, Ezra
Demasiado tarde
Al igual que la primera vez que nos vimos, veo la emoción bailando
en sus ojos y sé que hay mucho dentro de ella. Tantas verdades ocultas
y rarezas. Es una pequeña caja de Pandora, voy a abrirla y dejar salir
todo, aun si acaba conmigo. Demonios, me está matando quedarme
quieto y dejar que me estudie cuando quiero tener mis manos por todo
su cuerpo, pero me gusta que parezca que se está poniendo menos
nerviosa cuanto más tiempo me abstengo de manosearla.
¿Quieres algo de beber? pregunta ella, girando sobre sus talones
y caminando en dirección a la cocina. Le sigo el paso, observando cómo
su trasero se mueve en esos pequeños, provocadores shorts rojos y la
observo tomar agua desde una botella en el refrigerador.
Cuando termina, ella asiente al refrigerador con una mirada
interrogativa y yo sacudo la cabeza. Nada para mí, gracias contesto,
inclinándome hacia adelante a través de la isla de granito. Así que,
dime, Ophelia...
Uh uh. Ya me has interrogado. Es mi turno Se apoya en la nevera
y parece que se prepara. ¿Por qué estuviste en prisión?
Incendio premeditado digo sin dudarlo. ¿Eso es mejor o peor de
lo que pensabas?
Pasa un segundo. No lo sé. ¿Ha muerto alguien?
No
Sus hombros se relajan. ¿Me dirás qué pasó?
Asiento con la cabeza, de repente en un suelo inestable. No le he
contado a nadie sobre el incidente en mucho tiempo. Siete largos años.
Y nunca me ha importado la opinión de nadie sobre lo que hice hasta
ahora. Para resumir, trabajé para un fabricante de piezas de coche.
Exportamos esas partes internacionalmente La ira se eleva dentro de
mí como la masa en el horno. Descubrí que el dueño era una escoria
también estaba enviando mujeres. Enviándolas para venderlas y... Me
detengo con una maldición. Me hizo parte de algo sin mi
conocimiento. Algo enfermo. Mi temperamento no se detuvo a hacer
preguntas, princesa. Prendí fuego a toda la maldita instalación.
Después de horas laborales, para que nadie saliera herido. Era la
forma más rápida de ponerlo fuera del negocio. Fue arrestado y
acusado. Las dos docenas de mujeres detenidas fueron liberadas. Pero
aparentemente llamar a las autoridades habría sido mejor para mí. Las
fuerzas de seguridad tienden a fruncir el ceño ante un incendio de
cincuenta mil pies cuadrados
Ophelia está callada un momento. Salvaste a esas mujeres
No suficientes
Ella se empuja del refrigerador y empieza a venir hacia mí.
¿Todavía te sientes culpable?
Gruño y digo que sí.
Lo siento. No es justo Después de haberme alcanzado, ella
desliza una mano cautelosa por mi pecho. No está bien que un
hombre honorable sea etiquetado como indigno
Se siente tan bien tener su mano sobre mí, que mis ojos se cierran
solos. Ahora mismo, sólo me preocupa lo que tú piensas
Su tono es pura inocencia cuando confiesa en un susurro: Creo
que yo también habría quemado a ese hijo de puta
Después de la conmoción, mi polla se pone bien y dura. Esta chica
es una bomba. Quiero acostarla y deleitarme con ella. Avivar el fuego.
Mirar cómo se quema. Mi turno para una pregunta digo con
aspereza. Mantén tus manos sobre mí mientras pregunto
Ella agrega su segunda mano y sus palmas de las manos hacia
arriba y sobre mis pectorales en paralelo. Me está matando y no tiene ni
idea. ¿Qué quieres saber?
¿Por qué no me dijiste quién eras? Cuando nos conocimos
Ophelia está visiblemente conmocionada. Sus manos se caen de mi
pecho y tengo que envolver con un brazo la parte baja de su espalda
para mantenerla cerca. Princesa
Dios. Se supone que debes empezar con preguntas de deportes,
Banda favorita, comida favorita...
Te tome con salvaje crudeza en el sofá de mi madre antes de saber
tu nombre, pequeña. Hemos estado jugando duro desde el principio
Su boca se abre. ¿Salvaje crudeza? ¿Qué es eso?
Te tomé sin condón
Oh, Dios mío La cara se vuelve rosa y se queda mirando al
espacio. ¿Estoy embarazada?
Dios, eso espero
Me mira estupefacta. Se supone que debo ir a Princeton en otoño
Es una bala en mi estómago. Nueva Jersey está muy lejos de
Michigan, a donde me dirigiré pronto. Eso es un sueño tuyo, supongo
Ophelia está callada tanto tiempo, que no estoy seguro de que vaya
a responderme. No, para nada susurra finalmente. Ni siquiera entré
por mis propios méritos. Nunca hago nada por mi cuenta. Sólo soy una
mocosa mimada. ¿Por qué no te diste cuenta enseguida y me dejaste en
paz?
Ahora estamos llegando a algo. En primer lugar, no tengo planes
de dejarte sola, así que acostúmbrate. Segundo, no hay muchas
mocosas que hagan las tareas de su ama de llaves y vayan a Queens a
recoger su medicina
Se mofa. Esas son sólo pequeñas cosas
No, princesa. No lo son. Me dicen exactamente quién eres La
agarro por la cintura y la acomodo en la isla de la cocina. ¿Realmente
pensaste que si te hacías pasar por una chica rica y mimada antes, me
arrepentiría, me alejaría y te dejaría caer como un mal hábito?—
Sí Sus ojos están perturbados. Eso es exactamente lo que
deberías hacer
¿Por qué?
Presiona los labios y no contesta.
Si quieres ir a Princeton, haremos que funcione. Haré que
cualquier situación funcione mientras seas mía Le subo las manos por
los muslos y meto los pulgares en el dobladillo de los pantalones
cortos. No soy un hombre sin un plan. Si confías en mí, te lo daré todo
a su tiempo
No puedo susurra.
Algo se me ocurre y es una posibilidad tan inquietante que mi
sangre se convierte en un hervor rápidamente. ¿Hay otro hombre? Si
no hubiera estado prestando mucha atención, me habría perdido la
chispa del pánico en sus ojos. Pero no me la perdí. Y la temperatura ya
hirviendo de mi sangre se convierte en un infierno. ¿Quién coño es él?
No Ella mueve la cabeza rápidamente. No hay nadie. Lo juro
Ophelia me desanimo, siento como si mi pecho se derrumbara.
No me mientas
¡No lo hago! llora. No hay nadie que me haya hecho sentir como
tú. Nadie podría hacerlo. Fregué el suelo más tiempo del necesario
porque estaba tratando de agotarme Le salen lágrimas en los ojos.
Tenía miedo de no volver a verte nunca más. No sé cómo sentirme por
todo esto, pero yo... Ella se frota sus ojos húmedos y mi posesividad
lucha con la negación. Ella nunca debería llorar. Sé que necesito que
me toques tanto que duele
La tiro por encima del hombro izquierdo y subo las escaleras, ya
desabrochándome los vaqueros con la mano derecha....
CAPÍTULO CINCO
Ophelia
CON UN MASCULINO EZRA en mi habitación, sus adornos
femeninos nunca habían sido más obvio.
Cuando me pone a los pies de mi cama, el espejo de cuerpo entero a
mi derecha refleja nuestra diferencia de altura. Apenas llego a su
hombro. Fácilmente duplica mi tamaño y está lleno de músculos.
Novecientos de ellos se flexionan mientras él me mira, su mano ocupada,
dentro de sus pantalones. Está masturbando su dura carne, y
gruñendo. Estoy distraída por la vista de su antebrazo. El montón de
venas y tendones que bailan mientras se toca, con sus ojos ardientes
sobre mí.
El hombre que entró a mi casa era intenso, pero dulce. Él habló
conmigo. Me alimentó con chocolate. Este hombre en mi habitación está
celoso y enojado. Él quiere comerme viva.
No sé qué parte de él me distrae más. Pero estoy fascinada. Tan
fascinada.
En el fondo, siempre he sabido que tenía lo que se necesita para ser
una chica mala. Y lo demuestro apoyando mis caderas contra la cama y
arqueando mi espalda, tirando de mi cabello y permitiéndole usar mi
cuerpo como pornografía. ¿No es eso lo que estoy haciendo? ¿Le
proporciona una imagen para hacer que la gran polla entre sus piernas
se haga cada vez más dura, para que pueda ponerlo dentro de mí?
Eso es lo que quiero. Si mi corazón no estuviera atravesando mi
pecho con excitación, la humedad que se extiende entre mis piernas me
confirmaría cuánto lo necesito. Si lo distraigo de su sospecha de que hay
otro hombre... bueno, eso es solo una ventaja adicional.
Él no puede saberlo.
Él nunca puede saber que hay otro hombre. Uno que detesto. Uno
que desprecio.
Uno que está usando la locura de mi padre para meterme en su
asquerosa red.
No pienses en eso ahora. Enfócate en el hombre que quieres. Que
necesitas.
—Soy tu hombre, Ophelia — Ezra jadea, sacando su erección en un
puño apretado y frotándola sobre mi estómago desnudo. —Primero,
último. Único. Jodidamente mía—
Hay tantos obstáculos. Wagner. Princeton. Su historial en la prisión-
la reacción de mi padre ante él. Ninguna de esas cosas parece importar
en este momento en la oscuridad de mi habitación, pero sé que en la
mañana la realidad volverá con una venganza. Sin embargo, no quiero
expresar mis preocupaciones ahora. Quiero que Ezra me abrume. Que
me haga pensar solo en él. Me está mirando con las cejas arqueadas
esperando que le diga, sí, soy tuya. Pero no puedo hacer eso, sabiendo
que muchas cosas se interponen en nuestro camino.
Así que se lo muestro en su lugar. Le muestro cuánto me posee,
cuerpo y espíritu, incluso si no puede hacerlo de otras maneras. Me
arrodillo frente a él y me quito la camisa, tirándola para que pueda pasar
mis manos por sus muslos gruesos y resistentes. Mirar su pene desde
abajo hace que parezca aún más grande. Se extiende desde una mata
de pelo negro indomable, una vena ancha que palpita a lo largo de la
parte inferior, un casco gordo que adorna la punta. Una vez en la
escuela, escuché por casualidad a una compañera de clase hablando de
una película porno que encontró en la computadora portátil de su
hermano, en la que un hombre azotaba a una chica arrodillada con su
erección. En ese momento, me pareció terrible. ¿Ahora? Me arrastraría
sobre vidrios rotos para que me azotara con esa cosa tan grande. Al verlo
me siento tan emocionada, porque sé que lo hice enorme, duro y que
soy la única que puede tocarlo.
—¿En qué estás pensando pequeña? —
Froto mi mejilla contra su muslo interno. —Nada. Solo en tu polla
abofeteándome en la cara —
Ezra aspira en un gemido. —Eso no es nada, princesa. Y vas a
llamarlo la polla de mi hombre a partir de ahora. Así es como se llama —
—Está bien— respiro, inspeccionándolo de cerca, lamiendo mis
labios y decidiendo por dónde quiero comenzar. —¿Podrías? ¿Hacer... lo
que dije? ¿O es una tontería quererlo? —
Su puño se ahoga hasta la punta, se vuelve púrpura, y luego vuelve
a bajar. —No me gusta la idea de abofetearte en la cara. De ninguna
manera —
Muevo mi lengua a la par que su excitación. —Entonces, ¿por qué
estás respirando tan fuerte? —
Y él está haciendolo, su estómago subiendo y bajando en rápida
sucesión. —Mírame como si fuera tu señor, tu salvador y aprieta esas
tetas—
Estoy bastante segura de que así es como ya estoy mirando a Ezra,
así que palmeo mis pechos, atrapando mis pezones entre dos dedos y
apretándolos. La suave cabeza de su polla se arrastra a lo largo de la
costura de mis labios separados. Derecha, izquierda, derecha... luego
me golpea la boca con su larga y gruesa excitación. Un lado y luego el
otro, gritando mi nombre entre maldiciones. Para cuando termina, tengo
la boca hinchada y he empapado mis pantalones cortos.
—Jesucristo, Ophelia— Ezra gruñe. —Si hubiera sabido que había
una pequeña chica caliente esperándome para golpearla con mi polla…
habría arrancado las malditas paredes de esa prisión para salir—
No tengo la oportunidad de responder, porque Ezra aprieta mi
mandíbula para hacer que mi boca se abra de par en par y su grosor se
mete dentro de mi boca. Cada rincón de mi boca está llena hasta el tope
y todavía estoy mirando hacia abajo la longitud rojiza de él. Vaca santa
su textura no es como la esperaba. Pensé que sería carnoso y flexible.
En cambio, es liso y duro como el concreto. Pulsante, lleno de vida. Y
mirando a Ezra, me doy cuenta de que todo su mundo se ha reducido a
mi boca. Él está conteniendo la respiración, sufriendo y gozando de
felicidad a la vez. Es hermoso.
—¿Qué vas a hacer con eso, pequeña? —
Mi mano agarra la mitad inferior de su polla y empiezo a chupar,
volteando mi cara de lado a lado, girando, succionando profundamente
con grandes jalones. Ezra gime —Miiiiierda princesa— sus
bolas se sacuden, se abultan y se aprietan delante de mis ojos. Sus
dedos se retuercen en mi cabello, su postura se ensancha y comienza
dar metidas y sacadas frenéticas en mi boca. La idea en general es tan
erótica, estoy casi mareada por lo caliente. Con hambre. Me encanta ser
usada como un bonito juguete, un lugar para aliviar sus necesidades
masculinas. Quiero probar más y más, así que aflojo los músculos de
mi garganta y lo dejo hundirse aún más profundamente, escuchando
los estrangulados gritos de mi nombre. Tengo que aferrarme a sus
muslos para no caerme, ahora se está metiendo en mi boca con tanta
fuerza, y todo en lo que puedo pensar, es más, más, más. Por favor.
—Toma mí sabor en tu boca y en tu bonita garganta, Ophelia.
Memorízalo. Esa es la única polla en el mundo que chuparás— Él
mueve sus caderas hacia adelante en un movimiento lento y jadeo
alrededor de su carne. —Cuando sientes el sabor de tu hombre y este
sobre tus rodillas, significa que estás a punto de ser follada duro y
sucio—
No tengo tiempo para prepararme antes de que Ezra saque su
erección de mi boca. Me desplomo contra él e inhalo oxígeno en grandes
bocanadas, todo mi cuerpo tiembla de lujuria. Las yemas de mis dedos
agarran sus grandes muslos y levanto la vista, observando mientras se
quita la camiseta, usándola para limpiar la saliva de mi barbilla. Y luego
estoy siendo tirada en la cama. —Sí. Sí— me quejo, apretando mis
muslos y arqueando mi espalda, rodando y pellizcando mis pezones. —
Lo vas a poner dentro de mí, ¿verdad? Por favor, Ezra. Por favor—
—Dios mío— él se retuerce desde el lado de la cama, mientras empuja
sus pantalones. —¿Cómo voy a alejarme de ti por un solo segundo, mi
pequeña caliente? Mira cuánto quieres mi polla—
—La quiero, la quiero— canto, sin pensar. No puedo pensar, ni
respirar, ni esperar otro momento. Ese cosquilleo que tuve en mi
estómago la primera vez que Ezra me tocó ha florecido y se ha extendido
por todo mi cuerpo. Estoy prendida. Le necesito tan desesperadamente.
—Ezra—
Cuando él se sube a la cama, enorme, salvaje y desnudo, me
incorporo y lo alcanzo, pero el mundo gira de lado. Me pone boca abajo
y me jala de las manos y rodillas. Las manos de Ezra agarran con fuerza
mis nalgas y deja escapar un gruñido eufórico. —Todo este dulce y rosa
coño es solo para mí. Desde tu culo apretado a ese coño que gotea. Todo
jodidamente mío—
—Sí— gemí en el edredón, inclinando mis caderas para mostrarle
todo. Todo. Solo quiero dárselo a este hombre y ponerlo a cargo de aliviar
mi dolor. Sé que lo hará. Sé que él me cuidará.
—Lléname. Me duele mucho—
Estoy moviendo mis caderas en el aire sin vergüenza y rezo-en voz
alta- porque me llene, pero en cambio, el aliento caliente de Ezra me
hace cosquillas en el interior de los muslos, en mi sexo y, de repente, su
boca está succionando mi clítoris desde atrás. Grito y me presiono
contra su boca, bombeando mis caderas hacia arriba y hacia abajo,
apretando la textura húmeda de su lengua, tratando de correrme de
cualquier manera que pueda. Y cuando presiona su dedo en mi entrada
trasera, no espero la sacudida de placer cegador.
—Oh Dios mío. ¡Oh, Dios mío, ¡por favor! —
Su lengua deja mi apretada carne y sollozo, hasta que se desliza en
mi entrada, hacia adelante y hacia atrás, que finalmente se sumerge.
Al mismo tiempo, Ezra comienza a frotar círculos en mi clítoris y me
convulsiono en un orgasmo ensordecedor. Ensordecedor porque no
puedo escuchar, aunque sé que estoy gritando, por el dolor en mi
garganta. ¿Cómo puedo no gritar cuando mi cuerpo está en medio de
una felicidad tan increíble?, cuando la presión me deja en olas calientes
y catastróficas. Estoy temblando, mi núcleo se acelera, se suelta, se
acelera...
Y luego Ezra me embiste con su polla desde atrás y alcanzo el clímax
nuevamente.
Ese grosor inevitable es lo que he estado anhelando, cada minuto
desde que entró en mí en el sofá de su madre y me dejó en el precipicio
del placer. Oh, Dios. Oh, Dios mío. ¿Cómo he vivido todos los días de mi
vida sin este hombre enterrado en mí como una parte faltante?
De alguna manera todavía quiero más. Me ha hecho insaciable. Creo
que me sentiré insatisfecha hasta que sienta su placer vertiéndose en
mí. Estoy dolorida por ese calor. Esa prueba de su necesidad. Quiero
que me llene y gotee mis muslos. Lo necesito ahora.
—Duro— gemí, apretando el puño de las sábanas. —Duro. Por favor.
Tómame duro—
—Sí. Estás caliente por mi corrida, ¿Verdad pequeña?. Te gustó mi
lengua en tu bonito y rosado agujero, ¿verdad que sí? — Ezra me muerde
por encima de la cabeza, sus caderas empiezan a golpear con fuerza mis
nalgas, su gruesa y deliciosa virilidad me araña como un ariete(arma
para derribar paredes). Tan profundo que duele, pero me encanta el
dolor. El dolor es mío. Lo poseo, y sé que conduce al placer, así que
bombeo mis caderas para cumplir con sus empujes. —Ruega por mi
corrida, Ophelia. Ruega—
Esa contracción reveladora en mi barriga me hace lloriquear y hago
lo que me dice. Me encanta hacer lo que me dicen cuando Ezra es el que
da las órdenes. Justo cuando abro la boca para suplicar como un
mendigo para que me llene, vuelvo la cabeza y encuentro a mi padre
deteniéndose en el pasillo frente a la puerta abierta de mi habitación,
con un sobresalto escrito en cada línea de su rostro. La repentina rigidez
de Ezra me dice que él también ve a mi padre, pero no deja de empujar.
No creo que él pueda parar. Él está grueso dentro de mí, está
luchando para encajar su polla y sus gruñidos frustrados rebotan en las
paredes de mi habitación. Lo que significa que mi padre los está
escuchando. Mi padre me está mirando mientras me dan por detrás. Él
puede ver las manos tatuadas que sostienen mis caderas en un apretón
de castigo, tirando de mí. El sonido de las bofetadas se junta con el de
mis gemidos agudos, gemidos que no puedo parar a pesar de que debería
estar avergonzada. Debería estar horrorizada por quien está mirando.
Pero estoy demasiado aturdida en la lujuria y no creo que haya una sola
cosa en este planeta que pueda detenerme a satisfacer a mi hombre
cuando está tan duro entre mis muslos y en la necesidad evidente de
alivio. Soy una sirviente de su hambre ahora mismo en este momento,
así que mi vergüenza tendrá que esperar.
—¿Quieres quedarte allí y verme correrme en tu hija? — Ezra le
gruñe a mi padre. —Si no, te sugiero que te vayas a la mierda—
Dios me ayude, el que le diga a mi padre que se vaya a la mierda
hace que mi clítoris se estremezca una vez más y gimo, levantando mi
trasero por más. Soy inconsciente de todo menos de la fricción húmeda.
Su creciente tamaño. Los dedos clavándose en mis caderas. Su sudor
goteando sobre mi espalda.
—Mejor vete pronto— La mano derecha de Ezra deja mi cadera para
juntar mi cabello, tirando de mi cabeza hacia atrás, así que estoy
sollozando, mirando al techo, el golpe de sus testículos contra mi culo
haciendo eco detrás de mí. —Cristo, voy a explotar en cualquier
momento. Vete—
Mi padre pisa fuerte murmurando y oigo el portazo de su oficina.
—Hay un nuevo papi en la ciudad, pequeña— Ezra me dice en el
oído, lamiéndolo largo y duro. —Ahora, ruega por mi maldita corrida,
como te dije—
Mis muslos empiezan a temblar incontrolablemente. —Por favor,
córrete dentro de mí— Las palabras surgen desde lo más profundo de
mí y sé que son lo suficientemente fuertes como para ser escuchadas en
toda la casa, incluso a través de la puerta más gruesa, pero no puedo
evitarlo. Solo existo en este momento por lo que sucede entre Ezra y yo.
—Por favor. Lléname. Lo quiero tanto—
—Oh, mierda— gruñe, sus movimientos se vuelven descontrolados.
—Oh, mierda, voy a correrme tan duro en tu coño. Me está chupando
como lo hizo tu pequeña y hambrienta boca—
—Me encanta chuparte— gemí.
—Maldita sea. Lo que me haces, Ophelia. No puedo soportarlo más—
Ezra cae hacia adelante, aplastándome en la cama de forma tan
inesperada, que el aliento sale de mis pulmones, sus poderosas caderas
se estrellan contra mí, sin duda dejando moretones, sus gritos de
liberación vibran en mi cuello. Eyacula con tanta fuerza, siento que los
chorros ásperos aterrizan en lo profundo de mi núcleo, el tronco de su
polla frotando el lugar secreto dentro de mí, y vuelvo a correrme, mis
gritos sonoros como para despertar a los muertos. Mis piernas están
abiertas por los impacientes muslos cubiertos de pelo mientras él
continúa drenándose dentro de mí, la humedad se desparrama de mi
entrada y empapa el edredón, mis muslos, todo. Ezra todavía se conduce
dentro de mí, una y otra vez, hasta que finalmente cae a mi lado
gruñendo mi nombre.
Me pone de costado y me empuja contra su pecho, acariciando mi
espalda con una mano temblorosa, su cálido aliento se desliza sobre mi
frente.
—Supongo que debería estar triste porque tu padre nos haya
atrapado, pero soy un bastardo posesivo cuando se trata de ti, Ophelia.
Quiero que todos los hombres de ambos lados del ecuador entiendan
que eres mía. Sólo. Mía— dice, metiendo un cabello suelto detrás de mi
oreja. —Pero estoy seguro de que no me gusta la idea de que estés
molesta. ¿Estás molesta porque nos haya visto? —
Estoy exhausta y acurrucada contra su pecho como un gatito.
Decirle que no podemos estar juntos ahora mismo sería cómico.
Mañana se lo diré y será pronto. —No es un hombre al que le guste
probar su orgullo— le susurro, aturdida. —Lo pagaremos de alguna
manera—
—No pagarás por una mierda, Ophelia. No te pasará nada malo
mientras esté cerca—
Por la mañana, voy a hablarle de Wagner. Porque creo a Ezra cuando
dice que nada malo me pasará cuando él esté cerca. Y porque ni siquiera
puedo imaginar a otro hombre tocándome después de que las manos de
Ezra hayan estado en mi cuerpo.
Presiono mi cara contra el pelo de su pecho e inhalo profundamente,
dejando que su olor se filtre en mis huesos. Me estoy quedando dormida,
totalmente repleta de cualquier cosa que se parezca a la energía. Esa
debe ser la razón por la que mis defensas se caen por completo y, justo
cuando me estoy alejando, susurro. —Te amo, Ezra—
Su latido atronador es lo último que recuerdo.

***
Ezra
ELLA ME AMA.
Si saltara de un pico de montaña en este momento, volaría. Estoy
seguro de ello.
Mierda. Cómo un exconvicto grosero y malhablado como yo a
conseguido a una dulce princesa como Ophelia es un maldito misterio.
Pero me la estoy quedando. Voy a construirle un imperio y colocarla en
un trono donde pueda adorar sus pies por el resto de mi vida.
Dios ayude a cualquiera que intente detenerme.
Tengo la sensación de que su padre lo hará.
Es por eso por lo que dejé a mi pequeña durmiendo como un ángel
en su cama y estoy caminando por el pasillo hacia la oficina de su padre.
Vamos a enfrentarnos cara a cara como hombres, otra vez, y esta vez
llevaré ropa y no tendré las bolas en su hija.
Sin embargo, si me salgo con la mía, volveré estar profundo en ella
por la mañana.
El solo hecho de pensar en su coño apretado y jugoso me hace la
boca agua. En el espacio de unos pocos días, había pasado de ser una
virgen a una pequeña esclava llorando por mi polla. No hacen a las
mujeres como Ophelia. Ella es un regalo del cielo. No puedo creer que
esté con ella. Ni siquiera puedo creer que ella me dejara ponerle un solo
dedo encima y mucho menos que estuviera a su lado en esa cama.
Besando sus labios todavía hinchados por chupar mi polla. Me siento
como un puto oso en este momento, mi pecho se hincha con el derecho
de protegerla. El derecho a… casarme con ella.
Pero ese derecho es algo que voy a obtener de su padre.
No me importa particularmente si él me aprueba o no. La aprobación
de Ophelia es todo lo que necesito. Pero pude ver el surco en su frente
cuando mencioné a su padre. Todavía es joven y vive con el hombre. Por
supuesto que ella no quiere distanciarse de el. Es su padre. Nunca supe
del mío, pero deben tener algún tipo de relación que ella no quiere
perder. Así que aquí estoy, preparado para cooperar cuando lo que
realmente quiero es volver a la cama con Ophelia.
O bien voy a salir de la oficina con su bendición para casarme con
Ophelia.
O me casaré con ella sin la bendición.
Preferiría la primera, pero la estoy haciendo mía, ya sea en el infierno
o en altas aguas. Hay una gran probabilidad de que esto pueda poner
en peligro el trabajo de mi madre, por lo que ya me he comprometido a
cuidarla. Proporcionaré para las mujeres en mi vida, en espadas. Sólo
tienen que confiar en mí.
Me detengo frente a la puerta y golpeo con firmeza.
—Entra— dice con fuerza.
El piso cruje bajo mis botas cuando entro a la oficina y cierro la
puerta detrás de mí, cayendo en una de las sillas frente a su escritorio.
Su cabello está desordenado, como si hubiera estado haciendo todo lo
posible para no jalarlo, las comisuras de su boca están hacia abajo.
—¿Quién demonios te crees que eres? — Exige, golpeando el
escritorio con un puño. —Debería llamar a la puta policía—
—¿Por qué no lo has hecho? —
Su mirada parpadea con vergüenza. —Ophelia tiene dieciocho
años. Y ella no parece haber sido ... coaccionada—
La satisfacción corre a través de mí. —No. Ella definitivamente no
fue coaccionada— Lo observo un momento. Dinero. Este tipo tiene
mucho. El privilegio se sienta sobre sus hombros como dos barras de
oro. Me siento bastante fuera de lugar entre la opulencia de su oficina,
pero me moriría antes de dejar que lo supiera.
—Bien— responde. —¿Por qué estás aquí?, ¿Para alardear?
Obviamente lograste lo que viniste a hacer esta noche—
—No por mucho tiempo— digo en voz baja. —Esto no es una
aventura de una noche—
Él aprieta la mandíbula. —Siento discrepar—
La bestia dentro de mí se alza ante la implicación de que me
mantendrá alejado de Ophelia. Mantén la calma. No reacciones de forma
exagerada todavía. El hombre solo me vio follar a su hija al estilo perrito,
se ha ganado el derecho a estar un poco enojado. —Estoy aquí
para pedir permiso para casarme con ella—
Su silencio aturdido y su posterior risa me paran los pelos. —Claro—
Dobla su mano una encima de la otra y se inclina hacia adelante. —
Claro, cásate con mi hija. Solo hazle saber que perderá el fondo
fiduciario de veinte millones de dólares que reservé una vez que se
gradúe de Princeton. Porque no estoy soltando nada si ella está casada
con alguien como tú—
Intento no mostrar mi reacción a veinte millones de dólares, pero mis
entrañas se desmoronan como un castillo de arena bajo una ola. Dentro
de cuatro años, Ophelia podría hacerse a la sombra con un título de la
Ivy League y suficiente dinero para construir una mansión con chocolate
negro si así lo desea. No hay manera en el infierno de que me escoja
sobre ese dinero.
No hay manera en el infierno que ella deba.
Me conoce hace menos de una semana y no tiene motivos para creer
que le daré un futuro cómodo. Demonios, acabo de salir de Rikers. Tengo
años de trabajo antes de que pueda comprarle una casa. Tengo cojones
de acero puro y reforzado, pero incluso no tengo las bolas para pedirle
que renuncie a veinte millones de dólares.
—Eso debe sonar como mucho dinero para alguien como tú— dice
el padre de Ophelia.
—Sigues diciendo eso. Alguien como yo. Ni siquiera me conoces—
Me mira con desagrado. —Sé que nunca podría llevarte con amigos
de la familia. O colegas. Pareces un hombre que lleva un cuchillo en la
bota. O tal vez alguien que sigue adelante cuando el padre de la chica
con la que está follando entra— Se limpia la saliva de la boca. —Y puedes
pensar que no tengo ni una pizca de inteligencia callejera, pero
reconozco la tinta de la prisión cuando la veo. La tienes toda sobre ti.
Así que, a menos que quieras robarle a mi hija su futuro, además de su
dignidad, debes dejarla en paz—
—La amo— me manejo alrededor del nudo en la garganta. —No hay
un hombre vivo que trabajará más para hacerla feliz. O cuidarla—
Sintiendo que estoy parado en arenas movedizas, desvío la mirada hacia
la pared de ventanas. —No es fácil para mí pedirle a otro hombre nada,
pero te estoy pidiendo que me des una oportunidad. No tomare su fondo
fiduciario. Si no he cumplido mi promesa de darle una vida cómoda para
cuando se gradúe de la universidad... me despediré. Ella tendrá todo ese
dinero para sí misma y no voy a reclamarlo—
—La dejarías sola? ¿Así sin más? —
—No, no sería así. Me arrancaría el maldito corazón. Me mataría—
contesto con los dientes apretados. —Pero rogaré, negociaré y robaré por
Ophelia—
—Esa es la cosa— dice, su sonrisa se ha ido. —Ella no debería tener
que conformarse con alguien que necesita mendigar, negociar y robar—
Después de un momento de tranquilidad, su padre se pone de pie y lo
juro, puedo escuchar los clavos siendo clavados en mi ataúd. —
Manténte alejado de ella o su fondo de fideicomiso dejará de existir.
Aléjate de ella o la echaré de esta familia tan rápido que su cabeza girará.
Tenemos una reputación que mantener y tú la mancharás. Y a ella—
Casi me doblo por el dolor del fracaso. Le fallé a Ophelia.
No hay manera de renunciar a ella. No puedo. No lo haré.
Pero tengo que idear otro plan. En este momento, no tengo nada más
que mis promesas, y mis promesas no significan nada para su padre. El
hombre que tiene las llaves del tesoro. Un tesoro demasiado grande para
pedirle a ella que renuncie.
Con la derrota pesada sobre mis hombros, salí de la habitación. Me
detengo en la puerta de su dormitorio, para echarle un último vistazo.
Mi princesa, tendida en las sábanas que huelen a nuestro amor. Sólo
aguanta, Ophelia. Solo espérame.
Con los ojos de su padre clavados en mi espalda, me obligo a bajar
la escalera y salir de la casa.
CAPÍTULO SEIS
Ophelia
—Estoy segura de que regresará— mi amiga, Sienna, dice con
dulzura. —Después de todo lo que me contaste sobre Ezra,
suena súper posesivo. Los hombres como él no se van sin una palabra—
Ella lo sabe. Su hermanastro convertido en su esposo tiene seis
guardaespaldas parados afuera de la puerta de mi habitación en este
momento. Estoy bastante segura de que Sienna tiene más seguridad que
el vicepresidente. Le tomó meses convencer a Grant para que la dejara
venir a mi casa. Todos los miembros de la casa pasaron por un proceso
de revisión y, afortunadamente, lo aprobaron. Estoy tan contenta de que
ella esté aquí ahora. No he tenido noticias de Ezra en todo el día y esta
noche es mi reunión con Wagner. Mi pecho se siente tan pesado como
si tuviera bolsas de arena y es todo lo que puedo hacer para no mirar
el reloj.
¿A dónde fue él? Iba a decirle todo. Ahora, con cada momento que
pasa, confío en Ezra un poco menos... y mis temores sobre Wagner
aumentan. Para esta noche, las balanzas podrían estar inclinadas y no
tendré más remedio que ir a la reunión. Mi teléfono está en silencio y
escondido debajo de mi almohada, por lo que Sienna no sabrá que
Wagner continúa enviándome mensajes, recordándome que no llegue
tarde. Dios, odio a ese hombre. Odio que me esté haciendo esto. ¿Dónde
está Ezra?
Sostengo mi almohada contra mi pecho. —Cuando me desperté, él
se había ido. Ni una nota nada— Mi labio inferior comienza a temblar,
pero lo muerdo. —Le dije que lo amaba. Se ha asustado. Seguro.
¿Verdad? Debería haber esperado hasta que él lo dijera primero—
—¿Estás segura de que no solo está siguiendo tu dirección? Le dijiste
que no podíais estar juntos—
—Confía en mí, a él no le importó. Él era todo, Ophelia es mía. Pecho
hinchado, eructo, rascado de pelotas—
Sienna se ríe. —Eso suena familiar. A pesar de que Grant es más
ajuste de gemelos, el ceño fruncido, bragas rasgadas—
—¿Las suyas o las tuyas? —
—¡Mías! — Sienna se derrumba de lado con una risa. —Ahora me
estoy imaginando a Grant en bragas—
—Apuesto a que serían extra formales, con un lazo de corbata —
Mi amiga rubia resopla. —Detente—
Duele sonreír cuando estoy tan asustada, pero me las arreglo.
—Entonces, ¿cómo es la vida matrimonial? —
Sienna se pone de espaldas y se estira las manos por encima de la
cabeza, su cara se vuelve rosa. —Mágica— Ella me lanza una mirada.
—Pero al principio teníamos nuestra cuota de barreras que superar. Tú
y Ezra llegarán allí eventualmente—
—No lo sé. Anoche, pensé que haríamos cualquier cosa para que
funcione. Pero ahora... parece tan inútil cuando somos de mundos tan
diferentes. Y mira a tu alrededor, ni siquiera está aquí y mi padre se ha
ido desde hace horas— Me muerdo el labio un momento. —Hablando de
mi padre, ¿Te dije que él entró y nos encontró anoche? —
Ella se dobla en la cama. —Mentira—
—Es verdad. Estaba a punto de conseguir el negocio justo donde
estás sentada— Me río de la sonrisa congelada de Sienna. —El pobre
hombre ni siquiera podía mirarme en la cocina esta mañana—
—No se supone que los padres vean eso—
—No— Dejo escapar un suspiro y me caigo de costado.
—Definitivamente no—
Sienna me mira. —Dices que la situación parece desesperada porque
Ezra y tu no son del mismo mundo, pero ¿Es realmente por eso que
crees que necesitas mantenerte alejada? —
—¿Qué quieres decir? —
Ella se encoge de hombros. —Nunca pareciste el tipo de persona que
le importan... — Ella hace un gesto hacia mi habitación gigantesca. —
Estas cosas. Riqueza. Ir a una escuela de lujo... —
—No me importa— le susurro. —De ningún modo—
—Entonces, ¿Cuál es la verdadera razón? —
Siento la vibración de mi teléfono debajo de la almohada y sé que es
Wagner. Otra vez. No hay manera de que pueda decirle a mi amiga sobre
el chantaje. Es demasiado humillante. Y no puedo simplemente flotar
en la vida, dejando que todos los demás se encarguen de los problemas
de una niña rica. No entré en Princeton por mi cuenta. Si lo hubiera
hecho, esto no estaría sucediendo. Es mi cruz. De nadie más.
Mi silencio está empezando a hacer sospechar a Sienna, pero me he
salvado de tener que responder cuando se escuchan pasos en el pasillo.
Son nítidos, precisos y Sienna se sienta automáticamente, su pecho
comienza a subir y bajar rápidamente. —Es Grant—
Siempre me fascina ver a mi mejor amiga interactuar con su nuevo
esposo y esta vez no es una excepción. Grant entra en mi habitación
como si fuera el dueño del mundo, con su traje negro almidonado y sus
intensos ojos azules clavados en Sienna. —Se acabó el tiempo. Iremos a
casa ahora, ángel—
—Está bien— susurra, sus manos agarrando la parte delantera de
su chaqueta, con ojos grandes e inocentes. —¿Podemos tener
helado para la cena? —
—Cada sabor que puedas imaginar—
Sin darme un vistazo, levanta a Sienna de la cama y la saca de la
habitación.
—¡Mantenme informada, Ophelia! —
—¡Lo haré! — respondo, bien acostumbrada a que nuestras visitas
terminen abruptamente. —¡Adiós! —
—¡Adiós! —
Pasos, cortesía del ejército de seguridad de Sienna, se desvanecen
después de un momento y finalmente saco mi teléfono de debajo de la
almohada. Esta vez, Wagner me envió una fotografía, en lugar de un
simple mensaje de texto. Se trata de una dirección de correo electrónico
redactada para el New York Times, que describe la participación de mi
padre en un soborno para meterme en Princeton. Dejo caer mi teléfono
antes de que termine de leer, pero lo levanto de nuevo con dedos
temblorosos cuando vuelve a sonar.
Por si acaso estás teniendo dudas.
No estoy segura de cuánto tiempo me siento en mi habitación,
mirando al vacío, esperando despertarme de esta horrible pesadilla, pero
la tarde se convierte en noche y me doy cuenta de que no tengo otra
opción. Tengo que reunirme con Wagner y entregar mi cuerpo como un
sacrificio. Ezra todavía no ha aparecido. Probablemente haya decidido
que una mocosa malcriada del Upper West Side es más problemas de lo
que vale y se mudó a pastos más verdes. Las lágrimas brotan de mis
ojos ante ese pensamiento, pero me obligo a bajar de la cama y caminar
a la ducha.
Una hora después, mi cabello y mi maquillaje están listos y estoy
parada frente a mi armario con una bata. Mi piel pica mientras arrastro
una tanga negra de encaje por mis piernas, sabiendo que Wagner será
la que me la quite más tarde. Dios. Tendré suerte si no vomito por todas
partes en el momento en que abra la puerta esta noche.
Después de un poco de debate, saco de forma desafiante una
minifalda de cuero del colgador y la combino con una camiseta sin
mangas blanca de corte bajo. Sin sujetador. Si voy a ser un sacrificio,
podría ir directamente al grano. De ninguna manera voy a dejar que
Wagner vea mi horror o mi miedo. No, él es obviamente el tipo que se
aprovecha de esas debilidades. Voy a aparecer con la barbilla en alto.
Me doy ánimos mientras me preparo, pero mis agallas se desvanecen
cuando salgo de la casa, cerrando la puerta detrás de mí. Gracias a Dios
que es el día libre de Leeza porque una mirada a mi cara y ella sabría
que algo está mal. Y algo está mal. Terriblemente mal.
Siento la humedad en mis ojos y desciendo las escaleras con piernas
temblorosas.
Ezra, ¿Donde estás?

***
Ezra
¿DÓNDE DIABLOS va Ophelia vestida así?
Gruño en la taza de café que estoy bebiendo en la cafetería al otro
lado de la calle de su casa. He estado sentado aquí por horas,
conteniéndome para no ir a verla. No podría permitirlo hasta que tenga
un plan sólido como una roca. De ninguna manera puedo pedirle a
Ophelia que renuncie tanto por mí. De ninguna manera. Necesito algo
concreto para ofrecerle, y creo que acabo de darme cuenta de mi plan.
Le dije al padre de Ophelia que rogaría, negociaría y robaría para
tenerla en mi vida. Resulta que eso no será necesario. Hice una llamada
a mis colegas en Michigan esta mañana, para informarles que tenía
negocios con los que lidiar en Nueva York-también conocida como la
morena caliente que recorre la concurrida avenida en un trozo de cuero-
podría demorarse un poco. Fue entonces cuando me informaron sobre
el considerable fondo que habrían reservado en mi honor. Dinero. Lo
suficiente para mantener a Ophelia cómoda hasta que despegue mi
negocio.
Hace siete años, no era el único hombre al que mi asqueroso
empleador hizo culpable sin su conocimiento. Un puñado de mis
compañeros de trabajo trabajaban en la trata de personas sin siquiera
saberlo, y esos hombres todavía están enojados por ser engañados,
hasta el día de hoy. Vengué a todos cuando incendié el almacén. Sin
mencionar que los salvé de ser investigados y posiblemente enviados a
prisión por delitos en los que participaron en contra de su voluntad.
Algunas de las piezas del automóvil se rescataron y se vendieron
para cortar el negocio después del incendio, y el dinero de esas ventas
se reservó con mi nombre.
Tengo medio millón en un banco en Michigan y no tenía ni idea. Mi
plan era acercarme nuevamente al padre de Ophelia esta noche con un
plan sólido pero austero para cuidar a su hija, pero parece que los
planes han cambiado. Cuidar de ella ahora será mucho más fácil,
gracias a Dios.
Dejando mi café humeante en el mostrador, salgo del pequeño café
y sigo a Ophelia, preguntándome a dónde se dirige. Cada hombre que la
pasa da una segunda mirada y les advierto con los dientes descubiertos
y miradas mortales. Ella es mía. Ni siquiera lo pienses.
Me estoy preparando para dar a conocer mi presencia llamando a
Ophelia, pero ella se detiene en un paso de peatones y le miro la cara.
Está pálida como un fantasma, sus ojos enormes y nerviosos en su
hermoso rostro. ¿Qué diablos está pasando?
Empiezo a acelerar el paso, intentando alcanzarla, tomarla en mis
brazos y exigir saber a quién debo matar por poner esa expresión en su
rostro. Pero ella cruza la avenida mientras trota y, después de respirar
profundamente, sube las escaleras de una casa de mármol blanco. Una
fracción de segundo antes de que toque el timbre, sé que esto tiene algo
que ver con lo que ella me ha estado ocultando.
Anoche en su cocina, no admitió que había otro hombre. Pero vi su
vacilación. Lo vi, pero me convencí de que lo había imaginado. No hay
forma de que ella pueda entregarse tan completamente si alguien más
estuviera en el mapa. Y todavía no lo creo.
Algo está mal. Algo que no estoy viendo.
Incluso antes de la noche anterior, cuando aparecí en su cocina y
ella hizo todo lo posible para alejarme, aunque sabía que me deseaba,
sabía que había algo que no me estaba contando. Un secreto.
Eso es. Lo puedo sentir en mis huesos.
Y lo que sea que la asuste. Mi Ophelia.
Observo con incredulidad cómo un hombre mayor responde a la
puerta, la agarra del codo y la empuja hacia dentro, cerrando la puerta
de golpe detrás de él.
La gente en la acera se encoge ante mi rugido.
Con el asesinato en mi furiosa sangre, cruzo la calle corriendo a toda
velocidad
CAPÍTULO SIETE
Ophelia
NO PUEDO HACER ESTO.
La realización es un gran alivio, me hace caer contra la pared de
entrada.
Tan pronto como Wagner abrió la puerta, tomé la decisión de irme.
¿Lo que suceda con mi familia como resultado de negarme al socio
comercial de mi padre? Lo manejaremos. O mejor dicho, nuestros
abogados lo manejarán. Pero si le digo que sí a Wagner en este momento,
¿Quien sabe si se detendrá alguna vez? Siempre tendrá los medios para
chantajearme a mí y a mi padre. No tengo forma de evitar que envíe ese
correo electrónico al New York Times( un periódico importante de Nueva
York pero con noticias del mundo entero) en el futuro. Todo lo que estoy
haciendo es retrasar lo inevitable.
Y luego está Ezra.
Incluso si nunca lo vuelvo a ver, no voy a ensuciar el recuerdo de
nuestro tiempo juntos al dejar que este asqueroso viejo verde me toque.
Mi cuerpo pertenece a Ezra, al cien por ciento.
Un sollozo se levanta en mi garganta. Yo lo extraño mucho.
—Vamos, Ophelia. He estado esperando mucho tiempo por esto—
Repugnante. He cumplido dieciocho años como, hace dos segundos.
Siento que insectos se arrastran en cada centímetro de mi piel.
Wagner lleva una bata de seda y zapatillas de casa. Él huele a
Tums(pastillas para el acido estomacal)
De todos modos, no habría aguantado ni cinco segundos sin vomitar.
Me voy de aquí.
—No te voy a dejar que me toques— respiro, girando hacia la
puerta...
Él agarra mi brazo, sus dedos se hunden dolorosamente en mis
bíceps. —Mantendrás tu parte del trato, bomboncito o la
cara de tu padre estará en todas las noticias de la noche— Su aliento
caliente entra en mi cara y comienza a arrastrarme con fuerza hacia la
sala de estar. —Esto funciona perfecto para mí de muchas maneras.
Pequeña malcriada puedo meterte en los pantalones de todos en la
oficina después. Y tu padre se verá obligado a renunciar a su cargo
dejándome la empresa a mi—
—¡Déjame ir! — Grité, clavando mis talones en la alfombra.
Wagner agarra un mechón de mi cabello, usándolo para jalarme
hacia la parte posterior de su casa. Grito y tropiezo, y ahí es cuando se
abre la puerta de la casa.
Ezra está parado en el marco, su enorme cuerpo vibrando de rabia,
con los puños apretados a los costados. Observa la escena con una
mirada feroz-yo luchando por liberarme-Wagner me suelta el pelo y su
gruñido suena como algo que sale de lo más profundo y oscuro de una
jungla. Es tan ruidoso y amenazador que Wagner me suelta el pelo y
corre hacia la pared más cercana, retrocediendo contra ella.
—¿Qu-quién eres? — Wagner resopla. —¡Sal de mi casa! —
La puerta se balancea sobre sus bisagras bajo la fuerza de Ezra al
patearla. Avanza a la habitación, la luz de la vieja lámpara de araña
sobre su expresión asesina. —Sabía que estabas ocultándome
algo, Ophelia— dice ásperamente, caminando lentamente hacia Wagner.
—Nunca más. ¿Me entiendes? Tus problemas son mis problemas—
Estoy tan aliviada de verlo, solo puedo asentir aturdida.
—¿Qué tiene él sobre ti, princesa? — Habiendo alcanzado a Wagner,
Ezra se arrodilla y envuelve un puño alrededor de la garganta del
hombre mayor, apretando. —Sea lo que sea, espero que valga la pena
morir por tratar a mi chica con algo menos que respeto—
—Ezra, no— Me zambullí hacia Ezra y envolví mis manos alrededor
de sus gruesos bíceps, tratando de alejarlo. Él no se mueve ni un
centímetro y empiezo a sollozar. —Por favor. Esta es una de las razones
por las que no te lo dije. Vas a matarlo y regresar a la cárcel. Por favor.
No puedo ser la razón por la que vuelvas allí. No te alejes de mí, por
favor—
—Puso sus malditas manos sobre ti— dice Ezra con los dientes
apretados, presionando su agarre y volviendo la cara de Wagner un
morado moteado. —Puso sus jodidas manos sobre ti mi Ophelia. Tiene
suerte de que lo esté haciendo tan rápido—
—¡No! — Sabiendo que me quedo sin tiempo, tomo la cara de Ezra y
la giro hacia mí. Su ira me roba el aliento, sus pupilas son casi negras
por la emoción. Hago lo único que se me ocurre. Yo lo beso. Una vez,
dos veces, retorciendo los dedos en su pelo. —Te necesito. Te necesito.
No vale la pena perdernos uno al otro, Ezra. Por favor—
—¡Mía! — Le grita a Wagner.
—Sí, soy todo tuya— Me subí al regazo de Ezra y me inundé de alivio
cuando me dejó quitar sus manos del cuello de Wagner, quien
inmediatamente se echó hacia atrás, jadeando por aire. Me coloco en el
regazo de Ezra y me desplazo lo más cerca posible, dejando caer besos
en cada centímetro de su cara. —Te extrañé. ¿Dónde has estado? —
—Tratando de arreglar cómo mantenerte— él contesta rudamente
con sobras de ira vibrando sus músculos. —Fui a pedirle permiso
a tu padre para casarme contigo-pensé que te gustaría-él me contó sobre
tu fondo fiduciario, princesa. Me dijo que te lo quitaría si te quedabas
conmigo. Necesitaba elaborar un plan. No soy digno de ti, pero mientras
tuviera un plan para algún día ser digno... —
—Shhh— le digo contra su boca, besándolo ligeramente, mi corazón
cargando en mis costillas. —Tú eres digno. Justo en este momento. Y
no me importa el fondo fiduciario. Solo te quiero a ti—
Él le muestra los dientes al hombre que se ha desplomado al suelo
detrás de nosotros. —¿Me apartaste por este cerdo? —
—Estaba preocupada de que lo mataras, sí. Pero... — De repente
avergonzada, agacho la cabeza. —Iba a contarte todo esta mañana—
Busco las palabras correctas. —Toda mi vida, todo me ha sido entregado
fácil. Sólo una vez, quería resolver mi propio problema. Mi padre tuvo
que sobornar a un reclutador para que me llevara a Princeton. Y…
simplemente no podía soportar pedirle que también me sacara del
chantaje—
—¿Eso es lo que estaba haciendo este maldito? — Ezra se eriza,
recordándome a un león que acaba de ver una gacela. —
¿Chantajearte por algo que hizo tu padre? —
Ups. Probablemente debería haber guardado esa información para
más tarde. —No importa— murmuro, frotando nuestros labios. —
Se acabó. No pude hacerlo. No podía dejar que me tocara cuando te
pertenecía tan completamente— Siento que su polla se pone rígida entre
nosotros y me muevo contra ella instintivamente, ignorando al hombre
tendido a solo un metro de distancia. —Me hiciste tuya. Así es como
quiero quedarme—
Un gemido se libera, profundo de su pecho, y mientras cubrimos el
uno la boca del otro, sus manos se arrastran por debajo de mi falda para
agarrar mis nalgas. Bajé el escote de mi camiseta sin mangas para
mostrarle mis pechos desnudos y él da una maldición baja, quitando
una mano de mi parte trasera para desabrochar sus pantalones.
—Nunca volverás a ocultarme nada, Ophelia— dice, gruñendo mientras
saca su polla y la golpea contra la tira trasera de mi tanga. —Casi me
muero cuando te metió aquí. Nadie toca lo que es mío. Nadie toca a la
chica que amo—
—Nadie— le susurro a sus labios, levantándome para que él pueda
colocar su rigidez en mi agujero mojado. Deslizo mi lengua en la boca de
Ezra,s jugando con la suya más grande, luego me bajo lentamente sobre
su gruesa polla, dejando que me llene hasta que estoy gimiendo y
arañando sus hombros. —También te amo, Ezra— jadeo, moviendo mis
caderas hacia atrás y moliéndolas hacia adelante. —Oh Señor—
—Joderrrrr— Él golpea mi nalga derecha, agarra la carne y la usa
para impulsarme a un ritmo áspero, sus dientes desnudos contra mi
boca. Gruñendo posesivamente. Me aferro con fuerza a los anchos
hombros de Ezra y monto su polla pulsante, mis muslos flexionándose
alrededor de sus caderas. Wagner tiene una visión más cercana y
personal de nuestros cuerpos unidos y no me importa nada. Necesito a
Ezra en este momento y cuando eso sucede, nos convertimos en las
únicas dos personas en el planeta.
Además, puedo sentir que Ezra todavía está conmocionado al
haberme visto siendo arrastrada por otro hombre por mi cabello. Los
sonidos y movimientos que hace son desesperados, cortados con rabia
residual. Quiero tranquilizarlo. Quiero que esté seguro sabiendo que es
el único al que se le permitirá tocarme. Quiero hacer de Ezra mi maestro
ante los ojos de cada hombre vivo... empezando por Wagner.
—Eres tan grande— respiro, inclinándome hacia atrás y montando
con lentas ondulaciones de mis caderas. —Nunca podré tomarla
toda—
La fuerte garganta de Ezra queda expuesta cuando su cabeza cae
hacia atrás en un gemido masculino. —Este payaso no sabía que tenías
treinta centímetros gordos, ¿Verdad, princesa? — Coge mi barbilla y
levanta mi cara. —Tal vez necesita que se lo digan—
Arqueando, dejo caer mi cabeza hacia atrás por lo que estoy mirando
a Wagner en su cara roja y escandalizada. —Mi hombre tomó mi
virginidad con sus treinta centimetros— Empujo mis caderas hacia
adelante en esas tres palabras finales, apretando mis paredes internas
alrededor de la polla de Ezra y él responde a una maldición. —Se siente
tan bien dentro de mí—
Ezra retuerce una mano en mi camiseta sin mangas y tira de mí de
nuevo, reclamando mi boca con un húmedo beso. Aterriza un fuerte
azote en mis nalgas, luego sacude la carne de mi nalga derecha. —No
eres lo suficientemente hombre para esto— le dice a Wagner, pero está
mirando mi boca. —Nadie jamás tendrá este coño, nadie, excepto Ezra.
¿No es así, princesa? —
—Sí— me las arreglo, jadeando cuando Ezra se reclina hacia atrás y
comienza a bombear su polla dentro de mí-rápido,rápido,rápido-
húmedas bofetadas llenan la habitación. —Ezra, oh, mi Dios. ¡Ezra!

Su pulgar encuentra ese botón sensible entre mis muslos, jugando
con él, sus movimientos se vuelven aún más feroces, levantándome del
suelo, así que estoy saltando arriba y abajo en su regazo, volando varias
pulgadas y saltando, empalada en su gruesa erección. Me siento
inesperadamente malvada al saber que tenemos una audiencia que me
observa ser poseída con tanta fuerza. Puedo sentir los ojos de Wagner
sobre nosotros, observándome desde atrás, viendo cada centímetro de
la polla de Ezra deslizarse en mi abertura rosa, y eso me hace correrme.
Me vengo con tanta intensidad, mi grito duele en mis propios oídos
y siento el flujo de humedad que recorre de la carne de Ezra, goteando
en su regazo y en su estómago, a su vello púbico. Los músculos de mi
garganta se tensan y me sacudo con una violencia que no sabía que mi
cuerpo era capaz de hacer. Antes de que sepa lo que está pasando, Ezra
me sujeta por mi espalda y golpea su polla contra mí, otra vez,
nuevamente, la parte superior de mi cabeza viene a una pulgada del
muslo de Wagner con cada empuje. —Mi pequeño y apretado
juguete— bramó a Wagner. —No será tuya. No es de nadie. Mía—
La mandíbula de Ezra se afloja y una inundación caliente se libera
dentro de mí. Sobre mí, sus músculos se estremecen con el ataque de
placer y sus caderas bombean y bombean, enviando fluidos salpicando
en todas direcciones en el piso de Wagner.
—Ophelia— él empuja con los dientes apretados, finalmente se deja
caer encima de mí y me da besos en la cara, el cuello y el cabello. —Ah,
princesa. Te amo—
—También te amo— le susurro, con mi corazón en mi garganta. —
Vamos a casa—
***
Ezra
Cuando llevo a Ophelia a la oficina de su padre veinte minutos más
tarde, él se levanta de un salto detrás de su escritorio, golpeando el
teléfono contra su base. —Ophelia— salta enfurecido. —
Debería haber sabido cuando no veniste a casa o contestaste tu teléfono
que estabas con este matón—
—Este matón me salvó de cometer un gran error—
Me da palmaditas en el pecho hasta que la bajo, aunque me está
costando mucho quitarle las manos de encima, incluso por un segundo.
Su padre frunce el ceño. —¿De qué estás hablando? —
—Ella está hablando de tu socio de negocios— le dije. —Él la ha
estado chantajeando a cambio de... —
Me vuelvo loco de nuevo y tengo que reunir toda mi fuerza de
voluntad para evitar arrojar un puño contra la pared más cercana.
Mierda. Si no la hubiera visto al otro lado de la calle, ni siquiera quiero
pensar en lo que podría haber sucedido. Esa mierda estaba preparada
para tomar a Ophelia en contra de su voluntad y tendré pesadillas al
respecto por el resto de mi vida.
—¿A cambio de qué? — Exige el padre de Ophelia.—¿De qué estás
hablando? —
Incapaz de ayudarme a mí mismo, me acerco al escritorio y golpeo
un puño contra la madera antigua. —A cambio de ella. En su cama—
Necesitando tocar a mi chica y asegurarme de que esté bien, me giro y
la tomo entre mis brazos, volviendo a recuperar la calma cuando se
acurruca en mi agarre. —Él sabe sobre el soborno que pusiste para que
ella entrara en Princeton. Él amenazó con arruinarte a menos que ella
se rindiera—
—Cambié de opinión— dice Ophelia, enfrentando a su padre con la
mejilla aplastada sobre mi corazón. —Pero él no iba a aceptar un no
por respuesta. Ezra apareció y pateó la puerta abajo— Ella besa mi
pecho a través de mi camisa. Una vez, dos veces. —Él me protegió—
Alejo mi atención de Ophelia para encontrar a su padre pálido y
agachándose en su silla. —No puedo creer esto. Le conté a Wagner sobre
el soborno en confianza y él ... ¿Usó la información para intentar poner
sus manos de mierda en mi hija? — Sus ojos turbados se posan en
Ophelia. —Deberías haber venido a mí—
Ella sacude la cabeza tristemente. —Mira todo lo que me han
dado. Cada beneficio. Tutores. Las mejores escuelas— Sus ojos brillan
con lágrimas no derramadas. —Todo me es dado sin cuestionamiento.
Quería pararme en mis propios pies. No quería ser una carga—
El hombre parece estupefacto. —Todas esas cosas que te
doy, hija... son porque te quiero. Nunca serás una carga—
—Gracias— Ella desliza su mano en la mía, cuadrando sus hombros
y nunca he estado más orgulloso de nadie en mi vida. —Pero todavía
quiero estar de pie por mi cuenta. Durante mucho tiempo, he querido
eso. No necesito los lujos, el dinero y Princeton. Quiero tomar mis
propias decisiones y enfrentar el mundo como soy. No es para lo que he
sido creada. Padre, necesito tomar mis propias decisiones. Y mi primera
decisión es elegir el amor. Escojo a Ezra—
No hay manera de mantener la felicidad fuera de mi cara. No cuando
me mira con amor brillando en sus ojos. —Ophelia— respiro, apartando
su cabello hacia atrás. —Mi princesa—
—Amo a Ezra— murmura ella. —Y dejaré todo esto atrás en un
instante para estar con él—
—No tienes que hacer eso— dice su padre, suspirando. —No
completamente—
Lo mira desconcertada.
Él está de pie una vez más. —Estoy en una gran deuda contigo Ezra.
Ya es bastante malo que mi socio comercial haya llegado tan bajo. Si
realmente hubiera sido capaz de llevar a cabo sus amenazas...— Cierra
los ojos y se estremece. —Pondremos a Princeton en espera por ahora.
Eres joven hija. Si aún estás contenta dentro de cuatro años y Ezra ha
cumplido su promesa de proporcionarte la vida que te mereces, entonces
celebraremos. Si no... — Me mira con atención. —Tu fondo fiduciario
estará esperando—
En otras palabras, tengo cuatro años para probarme a mí mismo.
Poco sabe, tengo suficiente motivación y capital inicial para hacerlo
en la mitad de ese tiempo. Y lo haré. No hay una montaña que no pueda
subir por la chica que está a mi lado. Ella podría haberse enamorado de
un exconvicto, pero voy a hacer que se sienta orgullosa.
Comenzando desde ahora.
Levanto a mi princesa con mis brazos y la llevo fuera de la oficina,
susurrándole al oído lo mucho que la amo, cómo moriría por ella, que
me casaré con ella lo antes posible.
Y lo hago.
EPÍLOGO
Ophelia
Cinco Años Después
ME SUBÍ a mi Bentley y dejé escapar un largo suspiro, apoyando mi
cabeza contra el reposacabezas de cuero. Una sonrisa curva mi boca.
Las razones de mi feliz agotamiento-mis hijas gemelas-me saludan
desde la ventana de arriba de la casa, con Leeza parada detrás de ellas
con las manos en los hombros de sus nietas. Le hago una señal a mi
suegra para avisarle que volveré pronto, ella vive en la casa de
huéspedes que se encuentra a media milla en nuestra propiedad. Luego
enciendo el auto, moviéndome alrededor de la fuente de piedra
centelleante que se encuentra en nuestro camino de entrada y
comenzando el viaje por el sendero bordeado de árboles hacia la
carretera principal.
Los recuerdos me llegan de todos lados. La primera vez que Ezra me
trajo aquí hace dos años, llevándome por el umbral como una novia,
aunque ya llevábamos tres años casados. Puedo verlo persiguiendo a
nuestras hijas a través del huerto, simulando ser un monstruo, la luz
del sol parpadeando alrededor de sus sombras. En unos pocos meses,
las luces de Navidad colgarán de estos árboles, haciendo que nuestra
casa se vea como un paraíso invernal.
La vida es bella.
Estoy casada con el hombre más apasionado, cariñoso y trabajador
de la tierra y me dirijo a verlo ahora mismo. Mis muslos se estremecen
de anticipación mientras hago un giro en la carretera que me llevará a
la planta de fabricación. La que Ezra construyó desde cero y se convirtió
en una operación multimillonaria en solo cinco años.
En realidad, logró lo que se propuso hacer mucho antes que eso. En
aquellos primeros días cuando nos mudamos a Michigan, Ezra nos
encontró un pequeño apartamento de una habitación. Estaba lleno de
sol y tenía una pequeña chimenea. Lo más importante, tenía una cama.
Ezra me hizo el amor tantas veces en ese pequeño y feliz apartamento
que perdí la cuenta. Y nada ha cambiado desde que nos mudamos a la
mansión de catorce dormitorios en el lago Erie.
No, mi esposo está tan hambriento de mi cuerpo como siempre. O
más. Su descanso para el almuerzo comienza en ocho minutos y dejó
claro por teléfono que estoy en el menú.
Mis pezones se contraen contra mi vestido y presiono un poco más
el acelerador, mi respiración se acelera. Me tomó contra la pared de la
ducha esta mañana. Tan fuerte que grité y le saqué sangre de la espalda.
Pero somos insaciables. La mayoría de las noches que viene del trabajo
apenas llega a la puerta antes de gritar a su madre que saque a las
gemelas a jugar.
Dejo escapar una larga exhalación y me ordeno enfocarme en el
camino. Un choque no sería ideal, ¿verdad?.
El plazo de cuatro años establecido por mi padre vino y se fue sin
darnos cuenta. ¿Mi fondo fiduciario? No lo necesito.
Ezra había estado trabajando en nuevas ideas mientras estaba en
prisión y las usó para sacudir la industria automotriz. Su compañía
utiliza diferentes materiales sostenibles para crear piezas más elegantes
a un menor costo y su imperio se convirtió en uno gigante casi de la
noche a la mañana. En otras palabras, cuando ocasionalmente nos
encontramos con mi padre para cenar en Manhattan, Ezra recoge el
cheque.
Todavía no encaja con el mundo de élite en el que me criaron.
No, él es seguro de sí mismo. Él es feroz. Él es mejor que todos ellos.
Y todo mío.
Flexiono mis dedos en el volante y el diamante en mi dedo atrapa la
luz. ¿Me gusta tener todos los lujos que me ha dado? Claro, ¿quién no?
Me siento tranquila por la noche sabiendo que a nuestros hijos nunca
les faltará nada.
¿Lo dejaría todo y seguiría a Ezra en cualquier lugar? ¿Volvería a
vivir en un apartamento de una habitación en la ciudad? En un instante.
Viviré cualquier vida mientras él este conmigo.
Tuve la idea de mi propio negocio dentro de las cuatro paredes de
ese primer pequeño apartamento. Ezra estaba tan motivado por tener
éxito que me picó el bicho emprendedor. Teníamos un buen nido para
empezar, gracias a la deuda de gratitud de los colegas de Ezra, pero la
mayor parte se destinó a hacer que el negocio de autopartes despegara.
Aun así, cuando le dije a Ezra que quería comenzar mi propia marca de
chocolate negro, se aseguró de reservar capital.
Años después, el chocolate de Ophelia está comenzando a
expandirse. Tengo varios pedidos que cumplir para los principales
minoristas de alimentos y el interés crece a diario. La necesidad de Ezra
de mantenerme segura y cerca de casa lo llevó a construir una cocina
industrial y una sala de empaque en nuestra propiedad, para que pueda
dejar a mis empleados en su trabajo y pasar tiempo con nuestras hijas
con facilidad.
Estoy muy agradecida por cada momento de esta vida. Es casi
demasiado perfecto para ser real.
Minutos más tarde, entro a la oficina de mi esposo y cierro la puerta
sin hacer ruido, me apoyo contra ella y lo miro. Sus enormes hombros
rellenan completamente la camisa de vestir abotonada, probando las
costuras. Su cabello rubio oscuro está recogido en un pequeño moño en
la base de su cuello y esa barba, la que deja marcas de irritación en el
interior de mis muslos, está cortada y salpicada de gris.
Cuando Ezra me ve, se detiene a mitad de la frase y cuelga la llamada
que está haciendo, parado lentamente detrás de su escritorio. Detrás de
él, la pared de ventanas da a los acres de tierra en que se encuentra su
negocio. Los trabajadores se mueven entre edificios y camiones,
cargando piezas para la entrega. Pero solo los noto fuera de mi periferia,
porque no puedo apartar los ojos de Ezra. Se pasa la mano por la boca
abierta y me mira, de la misma manera que me miró cuando acababa
de salir de la cárcel. —¿Ese vestido es nuevo, pequeña? — Se agacha y
ajusta su virilidad. —Ven aquí y déjame echar un vistazo más de cerca—
Dejé mi bolso y crucé la habitación, deslizándome entre el gran
cuerpo de mi marido y el borde del escritorio. Él me aprieta hasta que
me veo forzada a deslizar mi trasero en la orilla, y honestamente, estaría
más que feliz de que me arrancara las bragas, me metiera su gruesa
polla y me tomara fuerte. Pero mi marido parece querer saborearme. Sus
dedos deshacen lentamente los botones de mi nuevo vestido de color
crema, hasta que puede apartarlo y toca mis pechos desnudos.
—¿Cómo te pones más hermosa cada vez que te veo? — Ezra respira,
inclinando su cabeza para chuparme los pezones, uno por uno. —Es un
misterio cómo me las arreglé para construir este negocio cuando me
siento aquí pensando en ti cada segundo del día—
—Pienso en ti también. Cada segundo— Murmuro, pero me interrumpe
con su boca voraz.
Empuja el dobladillo de mi vestido hasta mi cintura, acercándome al
borde del escritorio y abro las piernas, como a él le gusta. Sus ásperas
manos moldean mis pechos y gimo en su boca, rogándole sin palabras
para que me haga el amor. Cuando él simplemente aspira oxígeno y se
sumerge de nuevo en otro beso, me quejo en mi garganta y le desabrocho
los pantalones, deslizando mi mano dentro para acariciar su polla.
—Ah, mierda, eso es tan bueno— muerde, bombeando sus caderas
hacia mi toque. —No me siento vivo sin tus manos sobre mí. Si por mí
fuera, estarías encadenada a este escritorio, ¿Lo sabes verdad? Donde
podría sentarte en mi regazo y mantenerte allí todo el día. Donde
perteneces—
—Mmmm— Inclino mi cabeza hacia atrás y le dejo chupar una
marca roja en mi cuello. —Creo que podemos arreglar eso para tu
cumpleaños este año—
Levanta la cabeza y veo que sus pupilas se expanden. —¿Sí? —
Deslizo mi mano fuera de sus pantalones y juego con mis pezones,
torciendo mi cuerpo de lado a lado en una broma. —¿Qué más
podría conseguir para el hombre que tiene todo? —
Ezra gime, sus ojos fijos en mis pechos. —Dios sabe que eso es
verdad. Lo tengo todo— Presiona su frente contra la mía. —Tuve todo lo
que necesitaba en el segundo que me elegiste— Sus labios saltan en un
extremo. —Pero no estoy rechazando tenerte encadenada a mi
escritorio—
—No. No te sugiero que lo hagas—
Compartimos una risa tranquila
—¿Princesa? —
—¿Sí? —
Sus manos se deslizan por mis muslos, los dedos enganchados en la
cintura de mis bragas y tirándolas hacia abajo, hasta que me las quita.
—Voy a dejarte embarazada de nuevo—
Mi cuerpo está de acuerdo con Ezra de todo corazón. La humedad se
extiende cada vez más entre mis piernas, resbalando mis pliegues
mientras observo a Ezra sacar su enorme polla. La golpea contra mi
sexo, su respiración se hace corta, y luego se desliza dentro de mí con
un gemido cordial.
—Cristo— Él golpea el escritorio con fuerza. —Todavía tan apretado
como el día en que te rompí—
Aprieto el puño en su camisa y lo empujo más cerca, gimiendo y
retorciéndome en el escritorio. —Ezra, te amo. Te amo. Déjame hacerte
papi—
—Yo también te amo, princesa. Hasta el día que muera—
Luego procede a mostrarme cuánto.

***
Ezra
Seis meses después
MI ESPOSA CUMPLE sus promesas.
Nunca he estado más caliente en mi puta vida. Lo que está diciendo
algo, considerando que soy una bestia para esta mujer. Cada mañana,
cada noche, ella me consume. Me convierte en un animal que necesita
follarla para sobrevivir.
Hoy es mi cumpleaños y Ophelia está encadenada a mi escritorio con
nada más que un par de tacones rojos. Su estómago está hinchado con
nuestro tercer hijo, un hijo para complementar a nuestras hijas
gemelas. Y ella se inclina, ofreciéndome ese culo apretado y maduro.
—Feliz cumpleaños, esposo— Ella mueve ese trasero sexy en mi
regazo y un chorro de semen salen de mi punta, rodando por su muslo
interno.
—Donde tu quieras. Como tu quieras—
Jesús.
Si viviera hasta los mil años, no podría expresar mi gratitud por lo
que me ha dado. Esta mujer increíble es mi alma gemela. Lo supe en
cuanto la vi. De alguna manera, contra todo pronóstico, la convencí de
que me amara. Ella es una madre maravillosa. Ella dirige su propio
negocio exitoso, y su vagina es un jodido sueño hecho realidad.
La semana pasada llegué dos veces tarde al trabajo porque no podía
dejar de comerls. Dios, es jodidamente dulce. Ophelia es dulce por todas
partes. Dentro y fuera. Estoy obsesionado con ella. Si ella supiera
cuánto, probablemente la sorprendería. Aunque no tengo idea de por
qué, ya que incluso cuando no estamos juntos, me aseguro de estar en
contacto constante. Cuando estamos juntos, no puedo dejar de besarla
y tocarla. Soy como un hombre poseído.
Mi esposa es mi vida
Le he construido este imperio y le he dado el estilo de vida que se
merece.
Pero ella me ha dado mucho más. Tengo el mundo en mis manos
porque ella me ama.
—Ezra— murmura, lanzando su largo y oscuro cabello hacia atrás.
—Me estás haciendo esperar—
Sacudiendo mi cabeza sobre su perfección, corro mis manos
devotamente por su espalda y agarro su hermoso culo. —¿Me estás
ofreciendo esta cosa hermosa pequeña? —
—Eres dueño de cada parte de mí. Siempre he sido tuya para ser
tomada— dice ella, mirándome por encima del hombro, con una
expresión obediente. Ella tira de las cadenas y hace un puchero. —
Además— dice, mordiéndose el labio, —no podría detenerte si quisiera—
Mierda.
La lujuria y la anticipación estrujan mis entrañas y me desabrocho
los pantalones, pateándolo de mi piernas para poder ver su trasero.
Lamí mis labios al ver ese pequeño rosa y arrugado orificio, lo escupí,
extendiendo la humedad alrededor con mi pulgar y sumergiéndolo
dentro y fuera. Añadiendo dos dedos. Minutos más tarde, cuando sus
gemidos me dicen que está lista y puedo escuchar su coño goteando en
el suelo, hundí mi polla en su trasero dulce, sin follar y gemí lo
suficientemente fuerte como para sacudir las ventanas.
—Mía. Toda tú, esposa. Mía para siempre—
—Tuya, Ezra— solloza, mi cuerpo comienza a sacudir el suyo contra
el escritorio, cada vez más rápido.
—Siempre, por siempre tuya—

Fin
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