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la reconciliación y la paz
CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA
Carrera 58 No. 80 - 87 - PBX:(57-1) 4 37 55 40
Bogotá D.C. - Colombia
ISBN: 978-958-663-043-6
Impreso por:
Pictograma Creativos S.A.S.
Tel: 300 0881 / 82
Bogotá D.C.
Contenido
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6. Criterios pastorales y compromisos de la Iglesia ____________ 35
8. Conclusión. __________________________________________ 39
La reconciliación es la creación de un nuevo ser humano 39
9. Anexos ____________________________________________ 43
Conclusión ____________________________________________ 78
4
Icono del Buen Samaritano
5
El caballo es símbolo de nobleza. Quien va a caballo se sabe
superior, pero esa superioridad nunca debe ser manifestada
ni ostentosa, y es por ello que se exige humildad al caballero,
para que siendo más fuerte sea benévolo con los derrotados,
siendo más poderoso sea caritativo con los humildes.
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Presentación
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Todos anhelamos la paz aquí en Colombia, los caminos a
veces son diferentes, unos ven un camino y otros ven otro,
pero el objetivo final es la paz, y como la paz es don y ta-
rea, hemos de trabajar por ella y hemos de pedírsela a Dios,
porque es Él quien transforma los corazones; de corazones de
piedra a corazones llenos de misericordia, llenos de paz.
8
«Felices los constructores
de paz» (Mt 5,9)
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“Bienaventurados los constructores de paz” (Mt 5,9). Es una
llamada siempre actual, que vale para todas las generaciones.
No dice: “Bienaventurados los predicadores de paz”: todos son
capaces de proclamarla, incluso de forma hipócrita o aun en-
gañosa. No. Dice: “Bienaventurados los constructores de paz”,
es decir, los que la hacen. Hacer la paz es un trabajo artesanal:
requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón. Bienaventu-
rados quienes siembran paz con sus acciones cotidianas, con
actitudes y gestos de servicio, de fraternidad, de diálogo, de
misericordia. Estos, sí, “serán llamados hijos de Dios”, porque
Dios siembra paz, siempre, en todas partes; en la plenitud de
los tiempos ha sembrado en el mundo a su Hijo para que tu-
viésemos paz. Hacer la paz es un trabajo que se realiza cada
día, paso a paso, sin cansarse jamás.
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
1 Cfr. Ponencia: «Colombia es capaz de Misericordia». Cardenal Rubén Salazar Gómez, 2014 (Anexo I)
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el mismo amor de Cristo y adquiere los rasgos de su amor mi-
sericordioso (Flp 2,5). En Cristo, somos capaces de misericordia.
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
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1. La reconciliación es misión
de la Iglesia
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Pero llevamos este tesoro en vasos de barro, para que
aparezca que la extraordinaria grandeza del poder es de
Dios y que no viene de nosotros. Atribulados en todo, mas
no aplastados; perplejos, mas no desesperados; persegui-
dos, mas no abandonados: derribados, mas no aniquilados;
llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el
morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestro cuerpo (2 Cor 4:7,10).
En consecuencia:
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
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2. Icono: el Buen Samaritano
(Lc 10, 25-37)
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2.1 Reconocer: los rostros de la violencia
• Violencia estructural:
–– Pobreza extrema e inequidad profunda.
–– Ausencia de garantías para el ejercicio de la ciuda-
danía.
–– Ausencia de condiciones para el desarrollo humano
integral.
• Violencia cultural:
–– La sociedad colombiana ha interiorizado la violencia
y ha permanecido indiferente frente al sufrimiento
de un porcentaje tan alto de víctimas.
–– Una cultura que ha legitimado la violencia y que ha
hecho que no exista un compromiso efectivo con las
víctimas de las atrocidades y se empeña en cerrar las
alternativas para la conversión de los victimarios.
–– Algunos símbolos y discursos han desarrollado una
ideología cuyo resultado ha sido impedir que se le-
vanten voces críticas frente a la violencia directa o
a la violencia estructural o que se puedan expresar
quienes proponen una sociedad acorde con los valo-
res del Evangelio.
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
Raíces de la violencia
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humano busca sus fines lejos de Dios hiriendo, abusando, do-
minando, destruyendo y ultrajando.
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
2.2 Discernir
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los demás, a rechazar consciente o inconscientemente la
apertura y la disponibilidad.
• Escapismo: surge la tendencia a delegar en otros las
propias responsabilidades. La negativa a asumir nuestra
propia misión rompe drásticamente la comunión con los
hermanos y nos niega el acceso a aquellos que Cristo ha
llamado dichosos (Mt 5, 3-12).
• Solidaridad
Es necesaria una actitud de solidaridad, alimentada por
una visión clara y una práctica generosa de la comunión y de
la pertenencia eclesial. Así mismo es necesario crecer en una
relación de la vida y la fe de la Iglesia con la realidad social
y política del país, para incidir en la sociedad con la luz y la
fuerza del Evangelio.
• Fraternidad
Sobre el fondo del amor a Dios se funda el amor al prójimo,
(1 Jn 4,20), bajo una clave antropológica: cada persona es mi
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
• Perdón
Jesús enseñó a sus discípulos el perdón, y quiso que su Igle-
sia fuera signo e instrumento de su designio de reconciliación,
haciéndola sacramento «de la unión íntima con Dios y de la
unidad de todo el género humano» (LG, 1). En virtud de esta
misión, el ministerio apostólico es «ministerio de la reconci-
liación» (cfr. 2 Co 5, 18-20), y todo bautizado debe sentirse
«ministro de la reconciliación», ya que, reconciliado con Dios y
con los hermanos, está llamado a construir la paz con la fuerza
de la verdad, la justicia y el amor.
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de la mano y ayudarlos a pasar de su condición de víctimas a
la de sobrevivientes y de su realidad de victimarios a repara-
dores del sufrimiento de sus víctimas, de forma adecuada a las
diferentes circunstancias de cada una de ellas. No podemos
olvidar que la reconciliación genera y alimenta sentimientos
de generosidad y compasión, que deben tener un lugar en las
diferentes orillas, para romper con el espiral de la violencia y
alcanzar la reconstrucción de las relaciones personales.
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
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• La coyuntura política, social y cultural del país, es un mo-
mento privilegiado para fortalecer los valores cristianos
y anunciar la salvación de cada uno de los colombianos.
• Debemos comprometernos en la generación de una cul-
tura de la vida, la dignidad, la justicia, el encuentro y el
perdón como elementos indispensables para reconstruir
el entramado social y político del país.
• La reconstrucción del entramado social exige una pers-
pectiva ética. La ética del valor de la vida, la ética de la
inclusión, la ética del respeto a la dignidad de cada per-
sona, la ética en las estructuras organizacionales, la ética
de la misericordia y del perdón.
• Reconocer en el otro una voz que necesita ser escucha-
da; si parto de que el otro es enemigo, difícilmente voy a
establecer con él canales de diálogo y mucho menos de
comunión.
• La cultura del encuentro, del diálogo, de la oración por
quien nos causa mal, el perdón, el vencer el mal con la
fuerza del bien es el camino para la paz.
• Proyectar una pastoral diocesana donde la familia cris-
tiana pueda vivir la alegría de ser santuario de la vida,
de tal manera que de ella brote la paz para toda la fami-
lia humana, (S.S. Juan Pablo II, mensaje para la jornada
mundial de la paz de 1994).
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
4. Reconciliarnos con la
naturaleza
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Por eso, frente a esta problemática, el cristiano debe ser
consciente de la realidad en donde vive y poder adquirir unos
compromisos que contribuyan al cuidado del medio ambiente
o de la casa común2:
2 Papa Francisco. Carta encíclica Laudato Si, Sobre el cuidado de la creación. Capítulo VI.
Vaticano 2015.
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misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a
todos sin excluir a ninguno» (Misericordiae Vultus, 24).
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
6. Criterios pastorales y
compromisos de la Iglesia
1.
L a pastoral para el perdón, la paz y la reconciliación es
parte integrante y prioritaria de la acción evangeli-
zadora de la Iglesia en Colombia. Requiere, por tanto, de
agentes, estructuras y medios adecuados para favorecer
su integración en la pastoral de conjunto de las jurisdic-
ciones eclesiásticas y en los proyectos de reconciliación y
paz desarrollados por las autoridades civiles (a nivel na-
cional y local), por la comunidad internacional, la acade-
mia y las diversas organizaciones de la sociedad civil.
2. La pastoral para el perdón, la paz y la reconciliación ha
de partir de un análisis serio y objetivo de la realidad na-
cional y local -de las causas estructurales de la violencia y
de sus diversas manifestaciones- con el fin de responder,
progresiva, integral y eficazmente, a los desafíos que di-
cha realidad presenta hoy a la Iglesia y a la sociedad.
3. Desde la perspectiva pastoral es imposible pensar la paz
desligada de las regiones, así nos lo enseña el libro del
Génesis con la historia de Caín y Abel, una historia de
violencia pero sobre todo una historia de cómo la paz es
una construcción permanente en cada región, una his-
toria que simboliza las luchas de apropiación de la tierra
y de sus bienes, del reconocimiento y la transformación
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de la realidad. Construir la paz desde los territorios, sig-
nifica hacerlo desde las relaciones cotidianas con la na-
turaleza, con la comunidad a la que se pertenece, con
las demás comunidades y con la organización política y
comunitaria que regula las relaciones sociales. La cultura
y la espiritualidad de un pueblo, ligadas a su forma de vi-
vir y de pertenecer o apropiarse de un territorio, marcan
la forma como se transforman en él los conflictos.
4. Es necesario incorporar, en la formación y en el acompa-
ñamiento de los agentes pastorales y de los fieles laicos,
una mayor atención al análisis de las realidades políticas
y sociales de su entorno cultural, económico, político y
social, favoreciendo el sentido de responsabilidad, parti-
cipación y compromiso de los bautizados en la construc-
ción de la justicia y de la paz evitando una fe espiritualis-
ta y desencarnada. El renovado estudio y divulgación de
la Doctrina Social de la Iglesia adquiere, en ese contexto,
una particular urgencia.
5. Frente a la «anticultura de la violencia», la Iglesia en Co-
lombia ha de favorecer una cultura del perdón, la paz y
la reconciliación impulsando la asimilación de comporta-
mientos, convicciones y actitudes de paz, diálogo, respe-
to y fraternidad. Es necesario priorizar, en ese contexto,
la pastoral familiar, la pastoral educativa y de la comu-
nicación, como ámbitos privilegiados de formación en
valores éticos y morales.
6. La sanación de las heridas que la violencia ha dejado en
el corazón de los colombianos es tarea prioritaria para la
Iglesia en Colombia. Es por ello necesario favorecer un
mayor acompañamiento a las víctimas y a los agentes de
la violencia para que puedan recuperar su dignidad herida.
Privilegiar la experiencia sacramental del perdón y la recon-
ciliación, así como las palabras y los gestos de fraternidad.
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Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz
7. Líneas de acción y
compromisos de la Iglesia
1.
C rear o fortalecer las Vicarías episcopales de reconci-
liación en cada una de las jurisdicciones eclesiásticas
con el fin de impulsar la pastoral de la reconciliación y
la paz en las iglesias locales. La Vicaría es un llamado
profético que convoca a los cristianos a lanzar iniciativas
compartidas para la construcción de una sociedad recon-
ciliada, en paz, incluyente y con justicia social.
2. Crear observatorios de realidad, en la Conferencia Epis-
copal y en las provincias eclesiásticas, con el fin de hacer
seguimiento a las diversas manifestaciones de violencia,
elaborar un diagnóstico de las causas y proponer accio-
nes pastorales que contribuyan a una integral solución.
3. Educar para el perdón, la reconciliación y la paz. Elaborar
insumos y favorecer espacios formativos para los presbi-
terios, la vida consagrada y para los fieles laicos sobre
temas relacionados con la realidad política, económica,
cultural y social del país, con especial énfasis en los de-
rechos humanos, la democracia participativa, la pastoral
del perdón, la reconciliación y la paz, desde la perspec-
tiva del Magisterio y de la Doctrina Social de la Iglesia.
4. Elaborar estándares de educación para la paz, el perdón
y la reconciliación con criterios pedagógicos y diferencia-
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les, dirigidos a escuelas, colegios y universidades, cáte-
dra de la paz.
5. Generar procesos y espacios de comunicación para el
perdón, la reconciliación y la paz. Elaborar insumos de
formación en nuevos procesos comunicacionales que
favorezcan un lenguaje de paz, perdón y reconciliación
en los medios de comunicación eclesiales y comunitarios
(escritos, radio, televisión y TIC).
6. Posibilitar espacios para la dignificación de las víctimas.
Potenciar los espacios para el acompañamiento y la dig-
nificación de las víctimas y de los victimarios a través de
la escucha de sus experiencias, acciones simbólicas e im-
plicación ciudadana en los procesos de reparación inte-
gral y de reintegración a la vida civil.
7. Desarrollar procesos de paz desde las regiones. Favore-
cer, a nivel regional y local, espacios de encuentro y de
diálogo de la Iglesia, la sociedad civil y las autoridades
políticas, para generar acciones articuladas de perdón,
reconciliación y paz.
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8. Conclusión.
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Por otro lado, en este mismo nivel la reconciliación pasa por
el arrepentimiento y la petición de perdón por parte de quienes
han cometido violencia o atrocidades y su compromiso de que
esos hechos no se repetirán. Pedir y ofrecer el perdón son parte
de la dinámica que lleva a un cambio profundo en las relaciones
entre víctimas y agresores y de esta manera es una dinámica
que crea un nuevo ser humano en ambas orillas del conflicto.
Nos volvemos nueva creatura en la medida en que recuperamos
la dignidad y reconocemos la de los demás sin distinciones.
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9. Anexos
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2. Crear observatorios de realidad
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falta de autenticidad. Es normal que una injusticia nos duela
y deje una herida. Si no queremos verla, no podemos sanarla.
Entonces estamos permanentemente huyendo de la propia
intimidad, es decir, de nosotros mismos y el dolor nos carcome
lenta e irremediablemente.
¿Qué no es el perdón?
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todas tus culpas, quien cura todas tus heridas; quien redime tu
vida desde la tumba, quien te corona con amor y compasión…
Él no nos trata según nuestros pecados ni nos hace pagar por
nuestra falta» (Salmo 102, 3-4.10).
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cristiana para el perdón, la reconciliación y la paz; es una ne-
cesidad y urgencia en nuestro país, para favorecer un clima de
verdadera transformación social que posibilite el respeto por
el otro, la construcción de una antropología cristiana y una
espiritualidad creyente del perdón y la reconciliación. Para tal
fin se proponen los siguientes ejes temáticos entorno a los
diversos mensajes de los Papas a propósito de las Jornadas de
Oración por la paz.
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que las víctimas, los victimarios y el Estado, asuman desde
la verdad, la justicia y la reparación, el lenguaje del perdón,
de la reconciliación y de la paz. Los efectos de la violencia se
pueden contrarrestar cuando los comunicadores, a través de
los medios, generan procesos comunicativos con los cuales las
personas adquieren el poder de dialogar para tomar decisio-
nes sobre el futuro de la comunidad.
Justicia restaurativa
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4 Ponencia: «Colombia es capaz de Misericordia». Cardenal Rubén Salazar Gómez, 2014 (Anexo I)
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Los fines de la justicia restaurativa busca que las víctimas se
muevan más allá de la ira y de la incapacidad; que los ofen-
sores se reintegren a la sociedad y que la comunidad permita
el reconocimiento público de lo sucedido a fin de facilitar la
reparación integral.
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5 Ibíd.
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Para abordar el tema de la misericordia desde las víctimas,
debemos mirar a Cristo como víctima, ya que en él, Dios quiso
hacerse víctima para que todas las víctimas pudieran descubrir
el sentido profundo de su dolor y pudieran transformarlo con
la fuerza de la resurrección.
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Acompañar la rehabilitación de víctimas, victimarios y co-
munidades, que permite la sanación y el perdón.
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comunidad, no pueda ser hecha solamente bajo la óptica de
la violencia ejercida o sufrida, de alguna forma en ella se ha
hecho presente la fuerza transformadora y se ha manifestado
el don del Espíritu que da la paz. Desconocer esa historia y las
acciones del Espíritu Santo en las comunidades, destruye la
posibilidad de comprender la complejidad de un territorio que
ha sido escenario de esfuerzos enormes por construir paz más
allá de los conflictos y de la violencia.
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2. Ponencia: «Colombia es capaz de misericordia».
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esperanza sobre el destino del hombre. Dios cuida de él. Dios
seguirá amándolo con amor siempre fiel.
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Esta realidad profunda es la que nosotros creemos y afir-
mamos. Colombia es capaz de misericordia; en ella todos y
cada uno de los seres humanos somos capaces de misericordia
porque el Hijo de Dios con su muerte y resurrección nos ha
arrancado del pecado y de la muerte y nos ha dado la posibili-
dad de amar, con amor que asume la miseria del amado.
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¿Dónde estaba el Señor cuando una inconsolable madre re-
cibe el cuerpo inerme de su hijo discapacitado mental, con el
inri de haber muerto como un subversivo en combate?
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Las víctimas y los victimarios ante el amor
misericordioso de Dios
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¿Qué dice el Señor a la víctima, qué nos dice a todos noso-
tros? San Pedro en su primera carta nos dice: «Cristo suf rió por
ustedes, dejándoles un ejemplo para que sigan sus huellas» (1
Pd 2,21). Al contemplar al Señor como víctima aprendemos el
itinerario que hay que recorrer para que la fuerza de la resu-
rrección del Señor inunde nuestro propio dolor, transforme
nuestra condición de víctima en una realidad positiva que
contribuye a la salvación del mundo.
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los carceleros que se robaron el don preciado de la libertad
y tuvieron a soldados y policías enjaulados, como en campos
de concentración? ¿Por los que se han negado a pedir perdón
y no han mostrado arrepentimiento por sus actos atroces? A
la luz del amor misericordioso de Dios, descubrimos que son
ellos quienes más allá de su soberbia están más heridos; los
que tienen más sed de Dios, aunque no lo conozcan, aunque
aún no sepan que también son sus hijos; los que más necesita-
dos están de su misericordia divina y de alcanzarla por medio
de nuestra oración de intercesión, de la donación de nuestro
dolor y de nuestro perdón. Una vez más oímos la voz del Señor
en la cruz: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»
y nosotros nos preguntamos: ¿Aunque no pidan perdón? Sí.
Aunque no pidan perdón.
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Pero cuando escucho a algunas de ellas decir, por ejemplo: «Yo
no soy capaz de perdonar al asesino de mi hijo», «No perdo-
no al que me dejó discapacitado por una mina» pido a Dios
que nos enseñe cómo su hijo Jesucristo tomó sobre sí todo
el dolor, todo el sufrimiento, toda la injusticia y perdonó a
sus victimarios, para que Dios nos pudiera dar por medio de
Cristo el perdón y la capacidad de perdonar. Por eso insistimos
en pedirle a Él, que nos haga capaces de perdonar; que nos
haga capaces de justicia rehabilitadora; que nos haga capaces
de reconciliación. Esto significa la toma de conciencia de que
nuestro corazón es un corazón débil, es un corazón frágil, es
un corazón egoísta, es un corazón mezquino que necesita
del corazón de Dios, para poder perdonar, para recibir y dar
misericordia. De ahí la necesidad de que el proceso de acerca-
miento entre víctimas y victimarios que se está realizando en
estos días en La Habana esté soportado por nuestra oración…
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de todos estos años de conflicto y, por lo tanto, que poco a poco
puedan descubrir toda la verdad. Y a la luz de esa verdad sean
capaces de darse cuenta de la enormidad del crimen cometido y
el daño causado a la dignidad de otros seres humanos.
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de amor, al que ella llegó no por la vía del intelecto sino por
la vía de la experiencia:
Conclusión
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Todo nuestro sufrimiento, pasado, presente y futuro lo do-
namos hoy a los pies de la cruz, lo unimos al sufrimiento de
Cristo, que es el mismo sufrimiento de Dios con nosotros y por
nosotros, para que Dios lo tome, lo acepte como ofrenda y los
transforme en fuerza redentora y salvífica, haciéndolo amor-
misericordia. No es el sufrimiento el que nos redime sino el
amor. Un sufrimiento que ofrecemos hoy por aquellos que nos
han causado tanto dolor, los que han derramado la sangre de
sus hermanos, para que Él los transforme y tenga piedad de
sus corazones de piedra y de nuestros corazones, endurecidos
por décadas de violencia.
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Oración por la paz
de Colombia
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Este documento fue impreso en la ciudad de Bogotá,
en los talleres de Pictograma Creativos en el mes de septiembre de 2015.