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Parece sorprendente recordar que más de cuatro décadas han pasado desde el
momento en que Antonio Cornejo Polar propusiera las categorías centrales que
articularon su pensamiento crítico. Mucho más tiempo nos separa, incluso, del
momento y de las coyunturas en las que se originaron algunos de esos conceptos
dentro del área cultural andina.
No es del caso realizar aquí una arqueología histórica exhaustiva de tales categorías
crítico-teóricas, sino reflexionar, más bien, sobre cuestiones vinculadas a su vigencia
y rearticulación en tiempos globales, de cara a las nuevas formas de hegemonía y
marginalidad que los nuevos escenarios imponen a nivel planetario. Si algo va
quedando en evidencia en los tiempos que corren, es el hecho de que gran parte de
los modelos interpretativos de la modernidad resultan insuficientes para dar cuenta
de los nuevos escenarios políticos y de los desarrollos socioeconómicos que
asimilamos al capitalismo tardío. La imposición de regímenes de trabajo flexible, la
primacía del capital financiero que desborda, afantasmado, naciones y regiones, la
proliferación de los mundos virtuales y el colapso de las formas tradicionales de
expresión y representación política (partidismo, sindicalismo, etc.), correlativo a la
emergencia de las modalidades infra-políticas, obligan a repensar los conceptos de
nación, identidad, internacionalismo, consenso, soberanía, hegemonía, y tantos otros
que constituyeron pilares en los campos de las ciencias políticas y las humanidades
hasta el fin de la Guerra Fría. En ese sentido, la revisión de algunos conceptos claves
del debate latinoamericanista permitiría una aproximación crítica al tema de la
relación entre localidad y globalidad, particularismo y totalización, relación tensa y
conflictiva que está en la base de las preocupaciones de Cornejo Polar desde la
década de los años setenta, y que se proyecta aún en debates actuales.
Heterogeneidad estructural
Valga traer a colación, por ejemplo, el hecho de que el uso del concepto de
heterogeneidad se remonta a los trabajos de los economistas de la CEPAL y
particularmente de Raúl Prebisch, en el contexto de las discusiones sobre desarrollo,
a comienzos de los años 50, rearticulándose luego a la teoría de la dependencia, en
la década siguiente.
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Como ha sido con frecuencia señalado en el campo de las ciencias sociales, uno de
los méritos principales del concepto de heterogeneidad, particularmente el uso de la
idea de “heterogeneidad estructural” resultó de inmenso rendimiento teórico como
elemento analítico para contrarrestar los esquemas dualistas de la teoría del
desarrollo (centro / periferia, sociedad tradicional o primitiva/ sociedad moderna).
En efecto, la idea de heterogeneidad estructural introducía, junto a la verificación
de los desniveles que caracterizaron el crecimiento económico en la modernidad, la
pregunta acerca del origen de esas desigualdades y las formas de acción que habían
sido desplegadas siguiendo las direcciones marcadas por diversos grupos de interés
en el contexto del capitalismo. Se expandía así el debate desde la descripción de
sistemas económico-productivos, al nivel de las causas políticas que motivaban
formas y grados tan diversos de desarrollo, tanto cualitativo como cuantitativo,
perspectiva que representaba bien la orientación de los debates en la polarizada
escena política de esa época. 1
En los años sesenta, el libro de Armando Córdova y Héctor Silva Michelena,
Heterogeneidad estructural y crecimiento económico, consolida el uso de la idea de
heterogeneidad cultural como elemento caracterizador del capitalismo en sus áreas
menos desarrolladas. Según han indicado Senghaas y Menzel acerca del concepto
de heterogeneidad estructural, “Todo análisis de las sociedades periféricas sería
errado sin recurrir explícitamente a él” (60, cit por Nohlen y Sturm 46).
“Heterogeneidad estructural” nombra así una condición relacional, sistémica,
vinculada no sólo a lo distinto sino a lo desigual, avanzando desde el plano del mero
registro de la existencia de modos diferentes de apropiación de lo moderno, hacia la
verificación y denuncia de las desigualdades inherentes a ese proceso de
incorporación científico-tecnológica, urbanización intensiva y comodificación de
todos los aspectos de la vida que llamamos modernización. En otras palabras, el
problema de lo heterogéneo se traslada del terreno económico al socio-cultural y al
político, abriéndose así al tema de la injusticia social y al debate sobre colonialidad,
el cual sería desarrollado con posterioridad por Aníbal Quijano a partir de los
pioneros análisis de Mariátegui.
La noción de heterogeneidad estructural se vincula, a partir de esos usos, a otra serie
de ideas que constituyen el campo semántico que se aplicará luego al análisis de la
cultura. Samir Amín y otros críticos utilizan términos similares al de heterogeneidad,
tales como distorsión, desarticulación, deformación, desequilibrio, diferencia inter o
intrasectorial, diversidad, coexistencia de registros, etc. (Nohlen y Sturn 47-48) para
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Obras citadas
Bielsa Mialet, Esperanza. “Debates culturales sobre la globalización: entrevista a Néstor García Canclini”
Guaraguao, 4, 10 (2000) 134-148.
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García Bedoya, Carlos. “Categorías latinoamericanas para una mundialización intercultural”. Cuadernos
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286.
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Pinto, Aníbal y De Filippo, A. “Desarrollo y pobreza en América Latina”. Estudios Sociales 18
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Poblete, Juan. “Literatura, heterogeneidad y migrancia transnacional”. Nueva sociedad 201 (Enero
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nuevos contenidos? Las ciencias sociales en America Latina yl Caribe ante el nuevo svglo, Heinz
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Ritter, Luis Pulido. “Resumiendo la hibridez: crítica y futuro de un concepto” Cuadernos
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Robertson, Roland. “Glocalization: Time-Space and Homogeneity- Heterogenity”. Mike
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44.
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Sobrevilla, David. “Heterogeneidad y transculturación: avatares de dos categorías literarias en
América Latina”. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana XXVII, 54 (2001) 21-33
1
Sigo aquí las ideas de Nohlen y Sturm sobre “heterogeneidad estructural”.
2
Nohlen y Sturm ofrecen una visión crítica bien desarrollada acerca del modo en que la escuela estructuralista y la
teoría de la dependencia utilizan la noción de heterogeneidad estructural, noción cuya aplicabilidad se ensaya
también en países industrializados, pudiendo entenderse que es el capitalismo, en cualquiera de sus grados, el que
produce heterogeneidad estructural, la cual sólo puede ser evadida en un desarrollo socio-económico no capitalista.
La explicación del capitalismo periférico se articulará así a partir de dos dualismos centrales: dominación /
dependencia y homogeneidad / heterogeneidad, llegando a conclusiones como la siguiente: “El capitalismo
metropolitano es dominante y homogéneo y el capitalismo periférico es dependiente y heterogéneo” (Nohlen y
Sturm 61). Al mismo tiempo, la heterogeneidad es vista como una estructura de profundidad, que permanece a
pesar de los cambios y que se manifiesta e n todos los niveles de lo social.