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LA HISTORIA DE LAS COSAS

Josué Borraz Chacón

Annie Leonard en este video documental de más de 20 minutos nos enseña la


manera de cómo el consumismo irracional de productos está acabando con nuestro
planeta. Se aborda el sistema de consumo existente llamado economía de
materiales, el cual se basa en la extracción, producción, distribución, consumo y el
descarte de productos de manera rápida. El error de este sistema es que se genera
de manera lineal, mientras que los recursos que se expropian son limitados.

Lo increíble también es que un producto antes de llegar a su destino final puede


pasar por diversas manos en diferentes lugares. La extracción puede llevarse a
cabo en una montaña de Chiapas, ensamblado en china con tecnología japonesa o
norteamericana, sus dueños pueden ser canadienses y distribuida en todo el mundo
a través de una cadena comercial europea, y finalmente, los residuos pueden llegar
a África.

Sin embargo, no es proporcional lo extraído a lo producido. Para crear un


aparato radiofónico son necesarias cantidades enormes de cerros para extraer los
metales. De igual manera, son explotados recursos naturales ocasionando una
ruptura al equilibrio que debe existir en cada ecosistema. No es posible demandar
a la naturaleza cuando no se le retribuye, ya que, al entrar a la producción, son
mezclados con componentes tóxicos que conciben a su vez nuevas toxinas que
poco a poco envenenan el ambiente y son una fuente de nuevas enfermedades o
afecciones para los seres vivos.

Hace pocos años leí el libro “Pequeño cerdo capitalista” y ahí su autora nos
sugiere que antes de comprar algo nos preguntemos ¿lo quiero o lo necesito? Y a
partir de la respuesta obtenida podremos saber la conveniencia y beneficio de
adquirirlo. La mayor parte de los objetos que compramos no son imprescindibles o
vitales para nuestra supervivencia. Mucho de ello no lo necesitamos y el adquirirlo
está basado en el impulso o satisfacción de tener algo novedoso, aquello que
proporciona estatus y reconocimiento al comprador.

Menciona el video que al termino de la guerra, el analista de mercado Víctor


Lebow mencionaba como una posible solución: "Nuestra economía, enormemente
productiva, exige que hagamos del consumo nuestro estilo de vida, que convirtamos
el comprar y utilizar bienes, en auténticos rituales, que busquemos nuestra
satisfacción espiritual, la satisfacción del ego, en el consumir… necesitamos que se
consuman cosas, se quemen, se sustituyan, y se tiren, todo ello a un ritmo cada vez
más rápido".

La filosofía del consumismo estriba en esta premisa, adquirir por adquirir, no


importan los servicios básicos para la humanidad como salud, alimentación,
educación, siempre y cuando lo mercantil sea lo primordial. Es aquí en donde entra
en juego la obsolescencia programada, misma que provoca que un producto deje
de tener su funcionamiento correcto o le brinde el mismo estatus a los pocos años,
originando que el comprador se vea forzado a adquirir uno nuevo, desechando el
producto “viejo”, mismo que será devuelto a la tierra como basura y residuos tóxicos.
Al adquirir de nuevo un producto trae consigo nuevamente el sistema económico
extracción, producción, distribución, consumo y el descarte, lo que a su vez
repercute drásticamente en la vida del planeta, al procesar, fabricar y transportar
esos productos; donde el aire, el agua y el suelo se contaminan en muchos puntos
del ciclo vital del sistema.

Lo bueno es que existen caminos o posibles soluciones para reducir este


desastre que generamos la mayoría de las personas al ser esclavos del
consumismo. Podemos moderar esta práctica reutilizando materiales y objetos de
consumo; hacer conciencia de la importancia del reciclaje de manera correcta;
apoyar a los negocios locales, y sobre todo, actuar de manera tal para contrarrestar
el uso indiscriminado de objetos que sepamos dañan al ecosistema. No tenemos
otro planeta en donde vivir, así que es nuestra obligación cuidarlo entre todos,

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