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0. INTRODUCCIÓN
1. Saber “vulgar”
2. Saber mítico-mágico
3. Saber técnico
4. Saber religioso
5. Saber simbólico
6. Saber científico
7. Saber filosófico
1. El arte
2. La religión
3. La filosofía
1. División amplia
2. División más estricta
a. Filosofía de la existencia
b. El problema del ser o el sentido del ser
c. El problema del lenguaje y del conocimiento
d. La teoría de la interpretación o el auge de la hermenéutica
e. El análisis de la sociedad
f. La filosofía de género
g. El cansancio de la modernidad y la “condición posmoderna”
h. El pensamiento de la debilidad
8. América Latina
9. Colombia.
1. INTRODUCCIÓN
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Un pueblo sin filosofía es como un
hombre sin alma, un robot.
Sobre el papel que desempeña la filosofía en los procesos históricos basta afirmar
que, si bien, la razón no es el único elemento que dirige la historia de la humanidad,
puesto que hay otros factores a veces tan determinantes o más determinantes que la
misma razón, como son las pasiones humanas, los conflictos de diversa índole, o
incluso los azares de la historia, entre otros, la reflexión filosófica permite a los
humanos discernir en todo tiempo el puesto que ocupamos en el cosmos y el papel
que desempeñamos como seres inteligentes en el rumbo de nuestro destino.
Preguntarnos por el objeto o posible objeto del cual se ocupa el quehacer filosófico y por su
método, nos permite no sólo distinguirla de los demás ámbitos del saber, sino también, y
sobre todo, reconocer su particular carácter de urgencia y de permanente actualidad.
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La esencia de la felicidad consiste en un
acto del entendimiento (S. Tomás I, II, 3,4).
Se trata de los modos, posturas y actitudes como el hombre enfrenta, comprende y expresa
la realidad.
¿Cuándo decimos conocer una cosa? ¿El modo como conocemos el tiempo y el modo
como lo conoce un meteorólogo es la misma cosa? ¿Podemos decir que un filósofo sabe
más que un científico? ¿No es verdad que sobre una misma realidad – por ejemplo el
hombre- puede haber varias formas de conocimiento?
La siguiente lectura nos ayudará a comprender más rigurosamente las diversas acepciones
del término “saber”:
El vocablo “saber” (usado a veces como verbo y a veces como sustantivo: “el saber”) se
equipara con frecuencia al término “conocimiento”. Sin embargo, es muy común en la literatura
filosófica de varias lenguas (por ejemplo español, francés, alemán) emplear “saber” en un
sentido más amplio que “conocimiento”. De acuerdo con ello, mientras el conocimiento se
refiere a situaciones objetivas y da lugar, una vez debidamente sistematizado, a la ciencia, el
saber puede referirse a toda suerte de situaciones, tanto objetivas como subjetivas, tanto
teóricas como prácticas. En este amplio sentido se usan locuciones tales como: “saber a qué
atenerse” – que, según Ortega y Gasset, constituye la raíz de todo saber -, “saber cómo
comportarse”, etc.
Entendido en un sentido muy amplio, el saber es un “contacto con la realidad” con el fin de
discriminarla: el término “saber” está relacionado con “sabor”, y este último indica que se trata
de “probar” las cosas y ver a lo que “saben”. Pero este sentido de “saber” no es preciso.
Además de un “contacto con la realidad”, el saber requiere de ciertos elementos: tendencia a
una objetivación y universalización de lo sabido, tendencia a hacer consciente lo que se sabe,
actitud crítica, interrogación, etc. Esta última actitud –la interrogación- puede desempeñar en
una fenomenología del saber un papel importante. En su libro La pensée interrogative (1954)
Jeanne Delhomme ha escrito que el pensamiento interrogativo surge como consecuencia de la
superación de dos actitudes insuficientes y opuestas entre sí: la “atención a la vida” (…) y el
mero “sueño”. La “atención a la vida” subraya la pura presencia; el sueño, la simple ausencia.
La interrogación, en cambio, incluye ambos opuestos, y a la vez los integra. Dentro de su
ámbito se da –o se puede dar – el saber.
(…) Según Zubiri, el saber aparece primero, según se advierte en Parménides, como un
discernir. La realidad se ofrece como algo que parece ser algo y es otra cosa; el saber-discernir
distingue entonces entre el parecer y el ser, en virtud de esa experiencia o sentido del ser que es
la inteligencia, Nous. Este saber proporciona un juicio sobre el ser verdadero y o enuncia,
mediante el Logos como la idea de la cosa sabida. En segundo lugar, el saber, como se advierte
en Platón, un definir; por lo tanto, no sólo consiste en distinguir entre lo que es y lo que parece
ser, sino que es averiguación de aquello en que consiste lo que es: la esencia. En tercer lugar, el
saber es, como ya indicó Aristóteles, un conocer por qué la cosa examinada es como es: saber
es, en tal caso, conocimiento no sólo de la idea, sino de la causa formal, es decir,
conocimiento de la “esencia no sólo como contenido de la definición, mas como lo que
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esencialmente constituye la cosa”. Saber es, en suma, saber de la substancia de la cosa; es
entender y demostrar. Tal entendimiento o sapiencia del saber se efectúa en varias etapas: se
demuestra la necesidad de la cosa en el raciocinio y en la argumentación (silogismo, lógica del
raciocinio); se va más allá del mero discurrir sobre los momentos principales de la cosa para
aplicarse a los principios (lógica de los principios); se descubre que el principio es la
simplicidad, lo que no ofrece doblez ni apariencia y lo que, al mismo tiempo, permite
reconstruir la cosa y efectuar una completa demostración de su ser verdadero (Descartes,
Leibniz); se tiende a entender no sólo la idea o principio de lo real en sí mismo, sino a
entenderlos como principios efectivos de la realidad – por lo tanto, mediante una especulación
que presenta cada cosa como algo en que en principio está todo -, de tal suerte que el mero ser
queda desbordado por un llegar a ser y el saber es descubrir cómo algo ha llegado a ser lo que
es, cómo dialécticamente se ha constituido (idealismo alemán). Mas el saber puede también ser,
y aspira sobre todo a ser, un atenerse a la realidad misma, una huida de aquella abstracción que
diseca continuamente el saber efectivo y plenario, una marcha hacia lo concreto. (J. F. Ferrater
Mora, diccionario de filosofía, p. 3140ss).
1. Saber “vulgar”
Es el conocimiento del sentido común (espontáneo, vulgar, empírico), que se da sólo por el
hecho de vivir. Es la “experiencia de la vida”. En muchas de sus manifestaciones este saber
adopta un realismo ingenuo según el cual las cosas son tal como aparecen. En todo caso
este saber posee un mínimo de de elementos universales y de leyes. Se ha dicho a veces
que este saber carece de método y organización, o en todo caso, que se trata de un método y
de una organización no sistemáticos. El saber “vulgar” o “común” puede, y suele, estar
mezclado con pre-juicios de todas clases, pero es frecuente que los saberes más rigurosos
están fundados parcialmente en dicho saber (Cf. F. Mora). Aquí entran por ejemplo: las
nociones del hombre campesino sobre el tiempo, la sabiduría contenida en los proverbios
populares, las recetas caseras tanto de orden culinario como terapéutico, las tradiciones
populares, etc.
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Este tema se encuentra desarrollado de una manera amplia y sencilla en, Garavito, J. A. Epistemología, I. U.
J. C, Tunja, 1996.
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Aunque es un conocimiento imperfecto, impreciso, erróneo a veces, asistemático siempre,
constituye un saber obvio, válido e indispensable. Fue este conocimiento el que permitió al
hombre primitivo pasar por los distintos estadios hasta llegar a su humanización.
2. Saber mítico-mágico
Entre las primeras formas de explicación con las cuales el hombre quiere penetrar la
naturaleza, entenderla, darle un sentido y expresarla, están los mitos.
El mito se puede definir como aquella narración de hechos que escapan a la historia en la
que intervienen dioses, poderes o fuerzas sobrenaturales.
Hoy día en el lenguaje corriente, mito significa ficción, mentira o ilusión, aquello que no
puede existir en la realidad. Nada más erróneo que concebir el mito, históricamente
hablando como una creencia ilusoria y falsa. La conciencia mítica puede ser pre-científica,
pero no por esto la podemos catalogar de falsa. Es una lectura distinta de la realidad por
cuanto sigue otras vías que no son la racionalidad y la lógica, pero que pueden expresar
lecturas y concepciones distintas sobre la realidad.
3. Saber técnico
Tomándola muy ampliamente, la técnica denota la habilidad o destreza para ejecutar ciertas
actividades, tanto para lo necesario (producir cosas) como para lo bello (hacer visible una
idea). No es cualquier habilidad sino que exige ciertas reglas por medio de las cuales se
consigue algo.
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A partir de la técnica surge la tecnología, que es el estudio o conjunto de estudios de los
procesos técnicos.
El saber técnico tiene su origen en la necesidad, la cual puede ser material, en cuyo caso
tenemos la técnica en sentido estricto, pero puede ser también espiritual, en cuyo caso el
saber técnico es un entrenamiento espiritual, entrenamiento psíquico (ascesis, ascética) (Cf.
F. Mora).
La técnica nació siendo un medio. Hoy corre el riesgo de convertirse en un fin, y por lo
mismo, de usar al hombre, de convertirlo en un medio. Es entre otros, el riesgo del llamado
tecnicismo.
4. Saber religioso
El punto de partida es la fe. Se afirman dos clases de religión: las reveladas (Dios se
muestra a un pueblo, a un grupo humano, a un hombre) y las naturales (conjunto de verdes
adoptadas por el hombre como principios religiosos).
5. Saber simbólico
El arte es una forma especial de conocimiento humano, más de intuición que de raciocinio.
Desde el principio el hombre se valió de las formas simbólicas para expresar sus
sentimientos y acercarse a la realidad. Al comienzo se sirvió sobre todo de la pintura y la
música. El arte nace a partir de la intuición de lo bello.
Por características de la obra artística podemos señalar: posee carga subjetiva, se manifiesta
como proceso desde el asombro a la contemplación, goce desinteresado y plenitud
liberadora.
Finalmente, podemos afirmar que el arte posee su propio criterio de verdad: en relación con
el artista, el arte es verdadero cuando es espontáneo y auténtico; respecto a sí mismo,
cuando posee su propia inteligibilidad, coherencia y perfección formal; respecto a su
significado, cuando es expresión de alguna realidad, ya sea material o ideal.
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6. Saber científico
Los dos últimos saberes (el científico y el filosófico) se les llama también “saberes cultos”
(M. Scheler). El saber culto puede tener su origen en la admiración y en la curiosidad
(entendida esta como “curiosidad noble”, curiosidad de esencias). El saber culto puede
tener sus raíces también en la necesidad, y ser un instrumento para el dominio de la
Naturaleza o de los hombres, pero en su esencia es desinteresado (Cf. F. Mora).
Describámoslos separadamente:
Platón distinguía rigurosamente entre episteme (ciencia) y doxa (opinión) y afirmaba que la
opinión no es simple no saber; es algo situado entre la perfecta ciencia y la absoluta
ignorancia.
7. Saber filosófico
El conocimiento filosófico nació para abrirse camino a la verdad de los seres. Sirge del
asombro, de la admiración. La “sorpresa de ser” pone para cualquier persona un día u otro
preguntas como:
¿Qué somos nosotros? ¿De dónde venimos? ¿Para dónde vamos?¿Que es todo eso que nos
rodea en el mundo? ¿Cuál es lugar en el universo? ¿Qué es lo que me distingue de todos los
demás seres? ¿La existencia humana es absurda o tiene sentido? ¿Por qué vivo? ¿Por qué
me muero? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué vivir en esta vida que no pedí para vivir? ¿Cuál
es el fin de mi existencia?, etc.
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Se puede entender el conocimiento filosófico como “la comprensión reflexiva, critica,
lógica, metódica, de todos los conocimientos, valoraciones, y posibilidades del hombre….”.
La Filosofía se legitima por la doble necesidad del hombre, de todo hombre: de saber y de
amar, de verdad y de felicidad. Eso es precisamente lo que significa el término “filosofía”
(en griego: filien=amar; sophia=sabiduría), quiere decir: para alcanzar la sabiduría hay que
amar (la); para amar es preciso conocer.
Pero es preciso afirmar que la filosofía no es sólo amor a la sabiduría sino también
sabiduría efectiva. Siempre y cuando se entienda sabiduría también como una actitud de
búsqueda y al mismo tiempo, como una mayor capacidad de comprensión de la realidad.
“La religión, el arte y la filosofía dan al hombre una convicción total acerca del sentido de
la realidad entera; pero no sin esenciales diferencias. La religión es una certeza recibida por
el hombre, dada por Dios gratuitamente: revelada; el hombre no alcanza por sí mismo esa
certidumbre, no la conquista ni es obra suya, sino al contrario. El arte significa también una
cierta convicción en que el hombre se encuentra y desde la cual interpreta la totalidad de su
vida; pero esta creencia de origen ciertamente humano, no se justifica a sí misma, no puede
dar razón de sí; no tiene evidencia propia, es en suma, irresponsable. La filosofía por el
contrario, es una certidumbre radical universal que además es autónoma; es decir, la
filosofía se justifica a sí misma, muestra y prueba constantemente su verdad; se nutre
exclusivamente de evidencia; el filósofo está siempre renovando las razones de su certeza
(Ortega)”3.
1 El arte
El término arte ha tenido dos acepciones básicas. Arte como técnica, u oficio, por ejemplo
cuando se dice, “el arte de escribir”, “el arte de vivir”, “el arte de hablar”, o “hacer las cosas
con arte”; y en sentido estricto de Arte, alusivo a lo estético, como “el Arte”. Aquí nos
referimos a esta última acepción, es decir, como el conjunto de las bellas artes: pintura,
3
Cf. Prólogo a Historia de la Filosofía de Julian Marías, Alianza Universidad, Salamanca, 1993, p. 2.
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escultura, poesía, arquitectura, música (para mencionar las cinco actividades artísticas
clásicas), y hoy también las artesanías.
El arte es incluido entre los saberes no en el sentido que es un conocimiento de algo, sino
más bien en cuanto nos proporciona un cierta “imagen del mundo”. Se puede, en efecto,
“ver” el mundo de muy distintas maneras; verlo desde el punto de vista artístico o como
materia para elaborar obras de arte. Se tiene, pues, un cierto conocimiento del mundo por
medio del arte (y es lo que significa que el arte es una cierta “revelación” del mundo) (Cf.
F. Mora).
El hacer: aquí entra la técnica, pues para ejecutar una idea el artista tiene que seguir
una técnica. La técnica funciona como parte material del arte.
.
2. La religión
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Suele hablarse de so tipos de religión: las reveladas y las naturales. Por reveladas se
entienden aquellas que se fundan a partir de una manifestación de Dios a un pueblo o a
individuos particulares. Es el caso del judaísmo, del cristianismo o del mahometismo. Las
religiones naturales son aquellas que poseen una serie de verdades, principios o normas,
que en principio no son compatibles con la religión revelada.
Dentro de los tipos de religión también se puede hablar: politeísmo: que supone la
pluralidad de dioses; el monoteísmo: que afirma la existencia de un solo Dios. Dentro de
este puede haber, deísmo (afirma la existencia de un Dios que puede deducir la razón, pero
dicho Dios no se ocupa de la vida de los hombres) o teísmo (sostiene que Dios es una
persona), panteísmo (afirma la identidad de Dios con la creación)
3. La filosofía
Nos podemos mover a lo largo y ancho de tres conceptos distintos de filosofía, que
emergen en última instancia de tres dimensiones del hombre:
Hemos intentado explanar los diversos tipos de saberes con el fin de descubrir el estatuto
propio de la filosofía, esto es, el tipo de conocimiento que es propiamente la filosofía, el
saber filosófico.
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Cf. Prólogo a Historia de la Filosofía de Julian Marias, Alianza Universidad, Salamanca, 1993, pp. XXIV-
XXXII.
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4. Que el objeto de la filosofía no es comparable a ningún otro objeto. “Si toda
ciencia versa sobre un objeto real, ficticio o ideal, el objeto de la filosofía no es ni real, ni
ficticio, ni ideal: es otra cosa, tan otra que no es cosa”.
5. Se comprende que este objeto no se puede hallar separado de ningún otro
objeto real, ficticio o ideal, sino incluido en todos ellos, sin identificarse con ninguno. Se
trata de un objeto “fugitivo”.
6. De lo que huye dicho objeto es precisamente de la simple mirada de la
mente. El acto con que se hace patente el objeto de la filosofía no es una aprehensión, una
intuición, sino una reflexión. Una reflexión que no descubre por tanto, un nuevo objeto,
cualquiera que sea. No es un acto que enriquezca nuestro conocimiento de lo que las cosas
son. Nos enriquece simplemente llevándonos a otro tipo de consideración.
Mientras cualquier ciencia y cualquier actividad humana consideran las cosas como son y
tal como son, la filosofía considera las cosas en cuanto son.
Tenía razón Kant cuando decía que no se aprende filosofía sino que se aprende a filosofía, o
más exactamente, se aprende filosofía poniéndose a filosofar.
En este sentido podemos citar a Platón: “Es hermoso y divino el ímpetu ardiente que te
lanza a las razones de las cosas; pero ejercítate y adiéstrate en estos ejercicios que en
apariencia no sirven para nada, y que el vulgo llama palabrería sutil, mientras eres aún
joven; de lo contrario, la verdad se te escapará de las manos (Parm, 135 d). No es tarea ni
fácil ni grata. (…). No es grata porque envuelve, hoy más que nunca, una íntima violencia y
retorsión para entregarse a la verdad: “la verdad está tan obnubilada en este tiempo –decía
Pascal del suyo- y la mente está tan sentada, que, a menos de amar la verdad, ya no es
posible conocerla” (Pensamientos., 864). Y es que, como decía San Pablo de su época, “los
hombres tienen cautiva la verdad” (Rom 1, 19). El pecado contra la Verdad ha sido siempre
el gran drama de la historia. Por eso Cristo pedía para sus discípulos: Santifícalos en la
verdad” (Jn, 17, 17). Y San Juan exhortaba a sus fieles a que fueran “cooperadores de la
verdad)5´.
Lectura complementaria:
Oigamos o leamos los nombres de esta ocupación a que los hombres se han dedicado en
Occidente desde hace veintiséis siglos y los títulos de los libros en que esa ocupación se
perpetúa y las calificaciones o motes que el lenguaje dedico a los hombres que en ello
andaban.
5
. Ibid.
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Parménides y otros de su tiempo dieron a la exposición de su doctrinal el nombre de
“alétheia”. Este es el nombre primitivo del filosofar. Ahora bien, el instante en que un
nombre nace, en que por primera vez se llama a una cosa con un vocablo, es un ninstante de
excepcional pureza creadora. La cosa está ante el Hombre aún intacta de calificación, sin
vestido alguno de nombramiento; diríamos, a la intemperie ontológica. Entre ella y el
Hombre no hay aún ideas, interpretaciones, palabras, tópicos. Hay que encontrar el modo de
enunciarla, de decirla, de transponerla al elemento y “mundo” de los conceptos, lógoi o
palabras. ¿Cuál se elegirá? Notemos ya algo que va a ocuparnos a fondo mucho más
adelante. Se trata de crear una palabra. Ahora bien, la lengua es precisamente lo que el
individuo no crea sino que haya establecido en su contorno social, en su tribu, en su polis,
urbe o nación. Los vocablos de la lengua tiene ya su significación impuesta por el uso
colectivo. Hablar es, por lo tanto, usar una vez más ese uso significativo, decir lo que ya se
sabe, lo que todo el mundo sabe, lo consabido. Mas ahora se trata de una cosa que es nueva y,
por lo mismo, no tiene nombre usual. Hallarle una denominación no es “hablar” porque no
hay aún palabra para ella –es “hablar uno consigo”-. Solo uno mismo tiene a la vistan la
“nueva cosa” y, al elegir un vocablo para nombrarla, solo uno entiende este. Asistimos, pues,
a una función del lenguaje que es lo contrario de la lengua o hablar de la gente o decir lo
consabido. Ahora, es menester que el que ve por vez primera la cosa se entienda él mismo al
llamarla. Para ello buscará en la lengua, en aquel vulgar y cotidiano decir, un vocablo cuya
significación tenga analogía –ya que no puede ser más- con la “nueva cosa”. Pero la analogía
es una transposición de sentido, es un empleo metafórico de la palabra, por tanto, poético.
Cuando Aristóteles se encuentra con que todo está “hecho de algo”, como sillas y mesas y
puertas están hechas de madera, llamará a ese de qué están hechas todas las cosas, la
“madera”, se entiende, la “madera por excelencia, la última y universal madera” o “materia”.
Nuestra voz materia no es sino la madera metaforizada.
(…) Esta situación, esta experiencia viviente del nuevo pensar griego, que iba a ser el
filosofar, fue maravillosamente denominada por Parménides y algunos grupos alerta de su
tiempo con el nombre de “aletheía”. En efecto, cuando al pensar meditando sobre las ideas
vulgares, tópicas y recibidas respecto a una realidad, encuentra que son falsas y le aparece
tras ellas la realidad misma, le parece como si hubiera quitado de sobre esta una costra, un
velo o cobertura que la ocultaba, tras de los cuales se presenta en cueros, desnuda y patente la
realidad misma. Lo que su mente ha hecho al pensar no es, pues, sino algo así como un
desnudar, des-cubrir, quitar un velo o cubridor, re-velar (=desvelar), descifrar un enigma o
jeroglífico. Esto es literalmente lo que significa en la lengua vulgar el vocablo aletheía _
descubrimiento, patentización, desnudamiento, revelación (…).
En tanto que aletheía, nos aparece, pues, la filosofía como lo que es –como una faena de
descubrimiento y descifre de enigmas-. Aletheía significa verdad. Porque verdad ha de
entenderse no como cosa muerta, según veintiséis siglos de habitación, ya inercial, nos lo
hace hoy entender, sino como un verbo- “verdad” como algo viviente, en el momento de
lograrse, de nacer; en suma, como acción-. Altheía=verdad es dicho en términos vivaces de
hoy: averiguación, hallazgo de la verdad, o sea de la realidad desnuda tras los ropajes de
falsedad que la ocultaban. (…)
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“Verdad”, “averiguación” debió ser el nombre perdurable de la filosofía. Sin embargo, solo se
la llamó así en su primer instante, es decir, cuando aún la “cosa misma” –en este caso la
filosofía- era una ocupación nueva, que las gentes no conocían aún, que no tenía todavía
existencia pública y no podía ser vista desde fuera. Era el nombre auténtico, sincero que el
filósofo primigenio da en su intimidad a eso que se sorprendió haciendo y que para él mismo
no existía antes. Está él solo con la realidad –“su filosofar”- delante, en estado de gracia
frente a ella, y le da, sin precaución social alguna, inocentemente, su verdadero nombre
como haría el poeta “terrible” que es el niño.
Mas, tan pronto como el filosofar es un acontecimiento que se repite, es una ocupación que
empieza a ser algo habitual y la Gente empieza a verla desde fuera – que es como la gente ve
siempre todo- la situación varía. Ya el filósofo no está solo con la cosa en la intimidad de su
filosofar, sino que además es, como tal filósofo, una figura pública, lo mismo que el
magistrado, el sacerdote, el médico, el mercader, el soldado, el juglar, el verdugo. El
irresponsable e impersonal personaje que es el contorno social, el monstruo de n+1 cabezas
que es la gente, comienza a reobrar ante esa nueva realidad: “el averiguador”, es decir, el
filósofo. Y como el ser de este –su filosofar- es una faena humana mucho más íntima que
todos aquellos otros oficios, el choque entre la publicidad de su figura social y la intimidad
de su condición es mayor. Entonces a la palabra “aletheía”, “averiguación”, tan ingenua, tan
exacta, tan trémula y niña, aún de su reciente nacimiento, empiezan a “pasarle cosas”. (J.
Ortega y Gasset, en Epílogo a Historia de la Filosofía de J. Marías).
a. Química
b. Biología
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c. Física
d. Mecánica
e. Astronomía
f. Astrofísica
a. Historia
b. Arqueología
c. Etnografía
d. Geografía
e. Estadística
f. Política
g. Economía
h. Jurisprudencia
i. Sociología (Cf. Disciplinas filosóficas)
j. Psicología (Cf. Disciplinas filosóficas)
3. Ciencias Formales
a. Matemáticas
b. Lógica
IV DISCIPLINAS FILOSÓFICAS
1. ¿Qué es el hombre?
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b. Gnoseología: Parte de la filosofía que trata de la posibilidad, esencia, origen, crítica
y objetividad del conocimiento, para saber si las operaciones de la mente pueden
llegar a conocer la verdad.
a. Ética: Disciplina filosófica que tiene por objeto los juicios de valor cuando se
aplican a la distinción entre el bien y el mal.
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b. Axiología: Estudia los valores.
1. India
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Para este apartado y el siguiente seguiremos fundamentalmente a Hans Joachim Störig, Historia universal
de la filosofía, Tecnos, Madrid, 1995, pp. 49ss.
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surgiendo las clases que en términos generales hoy se conservan: Sacerdotes; príncipes,
reyes y guerreros; libres o comerciantes; sudras; parias o descastados (como esclavos); y
por último, los intocables.
Esta unidad vital de creencia religiosa y filosofía es lo que ha hecho que los temas que
dominan la mentalidad india sean en general las cuestiones sobre Dios, la libertad, la
inmortalidad y el sentido de la vida.
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2. China
El antiguo pensamiento chino está desde el principio fuertemente dirigido hacia el campo
del actuar práctico y de la vida humana en comunidad. Es decir, hacia la ética.
La filosofía china la podemos caracterizar más o menos con los siguientes rasgos:
a. Como motivo fundamental del pensamiento filosófico de los chinos podemos ver la
aspiración a la armonía. Rasgo muy presente especialmente en el confucionismo.
b. En todas las escuelas filosóficas, esta aspiración lleva a la idea de consonancia del
hombre y el universo.
c. Lleva además, además, de un modo claramente visible en Lao Tse, a la idea de
consonancia del hombre con la naturaleza.
d. Estrechamente conectado con la aspiración a la armonía está el rechazo de los
chinos por todo tipo de unilateralidad o extremismo. Al “o lo uno o lo otro” se
prefiere siempre el “tanto lo uno como lo otro”.
e. Estrechamente hermanado con esto está el pensamiento de la interacción de dos
principios. En casi todas las escuelas encontramos el principio activo y pasivo,
como Yang y Yin, como Li y Ki, como razón y materia.
f. Con la inclinación de no dejar que los contrarios se excluyan, sino buscar la síntesis,
debe asociarse también a notable tolerancia de los chinos en lo que se refiere a la
visión del mundo. Pueden convivir sin mucha dificultad filosofías variadas como
religiones y creencias.
g. El modo chino de tolerancia (a diferencia del hindú) gira en torno al centro de
gravedad de la vida que es el más acá. El pensar chino tiene el carácter de la
mundanidad, la inmanencia.
h. Relacionado con esta peculiaridad está el humanismo de la filosofía china. No
existe ningún sistema china que no pinga al ser humano en el centro.
i. Observamos que la moderación, el atenerse a una medida, el equilibrio interno y la
paz del alma, son, según la concepción china, ineludibles para la felicidad del alma.
j. En lo que se refiere a la estima de la naturaleza humana, son una amplia mayoría los
pensadores que dan su reconocimiento a la frase de Meng Tse: el ser humano es
bueno.
k. Casi en ninguna parte encontramos el conocimiento humano como ideal. Toda la
filosofía china ve su fin en la orientación del comportamiento y la acción rectas, y
por ello es, esencialmente ética.
l. Como los filósofos chinos no sólo ven al ser humano inserto al contexto de la
naturaleza, sino también, siempre, en el de la familia, la sociedad y el Estado, la
filosofía china es política y filosofía social.
m. Por ultimo, es propio, tanto del pensamiento chino como de la cultura china en
general, un cierto aislamiento y autosuficiencia.
Estos rasgos y otros muchos que seguramente se nos escapan por la brevedad de estas
páginas, han despertado el interés de muchos filósofos occidentales por la filosofía china.
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Entre los pensadores europeos que han valorado la cultura, las tradiciones y el
pensamiento chinos se encuentran, Halle Christian Wolf, Voltaire y Goethe, Diderot. Este
último escribió al respecto: “Estos pueblos son superiores a todos los demás por su
antigüedad, espíritu, arte, sabiduría, política (…) (Durant, Osten, p. 683). 6
3. Grecia.
Pone su centro de gravedad en las eternas preguntas por Dios, la libertad y la inmortalidad.
Junto a ello el bien y el mal del actuar humano.
Después de Aristóteles y hasta Descarte, predominó en largas épocas la filosofía como una
forma de vida, la vida del sabio sereno e imperturbable. Como un ideal humano.
“En Descartes, al comenzar la época moderna, no se trata ya de una época, o por lo menos
simplemente de ella, si no de una ciencia para la vida. Se trata de vivir, de vivir de cierto
modo, sabiendo lo que se hace, sobre todo, lo que se debe hacer. Así aparece la filosofía
como un modo de vida que postula una ciencia. pero al mismo tiempo se acumulan sobre
esta ciencia las máximas exigencias de rigor intelectual y de certeza absoluta”.
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Ahora se prefieren la intuición, la aprehensión por el sentimiento, la visión inmediata, la
“comprensión” y la vivencia. Hay una nueva concepción de la realidad que se puede
resumir en cuatro palabras: dinamicidad (en contra de la concepción estática de la realidad),
irracionalidad, realismo, pluralismo. Al tiempo hay un auge notorio de la filosofía de la
historia.
1. Filosofía de la existencia
La filosofía actual se ha visto dominada por un “giro lingüístico”, que supone que los
problemas filosóficos pueden ser resueltos o disueltos mediante una reforma del lenguaje o
mediante una comprensión mejor del lenguaje que hablamos.
La atención al lenguaje, con mayor o menor énfasis, en toda la historia de la filosofía, pero
la reducción de la filosofía al análisis del lenguaje es propio de la filosofía reciente.
Son temas de estos adelantos: el origen del lenguaje, la relación lenguaje – mente - mundo,
el problema de la traducción de los idiomas, la descripción de la realidad (el lenguaje limita
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nuestro mundo) y los mundos posibles, el problema del análisis del lenguaje ordinario y el
lenguaje de la lógica.
-El lenguaje tiene una gran relevancia: “El lenguaje es el ámbito que permite que el ser
humano posea un mundo propio desde el que es posible realizar cualquier tipo de
interpretación, y es el especio en el que se muestra la tradición y la historia que nos hace ser
lo que somos”.
5. El análisis de la sociedad
El origen del análisis social a partir de la década de los cuarenta se encuentra en el tema
del holocausto judío y en general en lo que fue la Segunda Guerra mundial. No es tema
exclusivo, pero este hecho determinó una reflexión social que analiza temas como los
totalitarismos, las víctimas en la guerra, los procesos sociales, los compromisos políticos,
las reglas de juego social. Etc.
Uno de los filósofos vigentes más influyentes de esta corriente se encuentra Haberlas. El se
centra en la necesidad de elaborar una teoría de conjunto de la sociedad, de acuerdo con los
esquemas de una renovada teoría crítica.
6. La filosofía de género
La filosofía de género pretende analizar aquello que se encuentra tras la distinción entre
los géneros: encuentra una manifestación concreta en la distinción hombre/mujer, pero que
no se reduce a ella.
Aquí se analiza el problema de la dominación masculina desde la perspectiva del poder, del
lenguaje, de la concepción del mundo, de las lecturas que hace uno y otro género, etc.
Este tema hace referencia a un supuesto fin de la edad moderna. Al agotamiento del
ejercicio de la razón occidental. A veces se denomina, crisis de la modernidad. Esto supone
reconocer que los conceptos de sujeto, conocimiento y acción que surgieron en el siglo XVI
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y alcanzaron su cenit en el siglo XVIII, ha entrado en una crisis profunda que hace dudar de
su validez.
Hace referencia dicho cansancio al hecho que lo que llamamos modernidad y claridad
racional se pone en duda. La modernidad no parece tener las bondades que la humanidad
supuso y por lo mismo, la razón occidental no sería el instrumento ideal para alcanzar dicho
ideal humano.
8. El pensamiento de la debilidad
Ante esa crisis Vattimo propone la necesidad de una nueva actitud. Esa actitud es
justamente el “pensamiento débil”. Este no es una razón son fuerza, que no posee rigor ni
capacidad crítica. Es más bien, un pensamiento de la “debilidad” o “debilitamiento” de las
grandes categorías de la tradición metafísica occidental que ya no puede ofrecer un
adecuado concepto de realidad y de sujeto. Cultivar este tipo de racionalidad supone valorar
la ausencia de un centro, reivindicar el fragmento frente al sistema y abandonar la
pretensión de encontrar un sentido unitario a la historia. Es decir, exige elaborar un
pensamiento de la caducidad que considere con “piedad” los restos de la razón clásica, que
serán considerados como “monumentos” de un pasado que no volverá a repetirse.
8. América Latina
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extraños en la ausencia de un pensamiento filosófico propio del continente
latinoamericano.
Sin embargo, ha habido esfuerzos desde finales del siglo XIX por pensar desde América
Latina. Por pensar nuestra historia, nuestros problemas y nuestro destino. En este sentido sí
se puede afirmar que hay algo propio en nuestro pensamiento, pues, como afirma
Marquínez Argote, “ser originales no quiere decir que debamos partir de la nada, de un
especie de borrón y cuenta nueva. Somos deudores de una tradición, la occidental, cuyas
raíces últimas se alimentan en el pensamiento griego y cuyas posteriores secuencias
históricas contribuyeron a conformar el ser de Europa y en gran parte el ser
latinoamericano. Somos en parte occidentales, pero no somos europeos. Culturalmente
somos triétnicos. Nuestra propia realidad originaria tan compleja nos debe dar que pensar,
puesto que plantea problemas propios que exigen respuestas originales, latinoamericanas.
No podemos seguir repitiendo: “que piensen ellos, lo nuestro es practicar “lo que piensa
Europa”. Esto sería pereza, escapismo y en el fondo complejo de inferioridad. No hay nada
que nos impida pensar por nuestra propia cuenta nuestros propios problemas o problemas
universales en perspectiva latinoamericana (M. Argote, 1986, p. 9).
Este pensamiento que se ha esforzado por ser propiamente latinoamericano, se suele dividir
en cuatro generaciones, con características más o menos particulares. La primera,
denominada Generación de los fundadores, conformada por los pensadores nacidos hacia
1870. esta generación se caracteriza “por la reacción y rechazo de los dogmas del
positivismo puro, en los cuales habían sido e educados; como vuelta al humanismo y a la
metafísica; como aspiración a una filosofía de la libertad y del espíritu; como anhelo
creativo de un pensamiento propio, latinoamericano. Por este anhelo, que ellos no pudieron
realizar, se les reconoce con el nombre de “fundadores” de la filosofía del siglo XX” (Ibíd,
p. 11). Entre estos pensadores hay que citar a: A. Korn, J. E. Rodó, C. V Ferreira, E.
Molina, A. Deustua, R. Farías, J. Vasconcelos y Antonio Caso.
La tercera se denomina “Generación técnica”. Denominada así por el manejo que hacen de
todos los medios, metodologías y técnicas disponibles del quehacer filosófico. Son nacidos
en la segunda década del siglo XX. Continúan el enfoque de la generación anterior, pero ya
con la ventaja de que el quehacer filosófico se ha normalizado. Se explicita mejor la
necesidad de hacer una filosofía original. Su preocupación tanto por hacer una filosofía
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capaz de dialogar con la europea, así como la de hacer un pensamiento propio, a partir de
los problemas particulares del continente, dio frutos de consolidación. Esta generación
estuvo enriquecida a lo largo del continente por muchos pensadores españoles que exiliados
de España con el triunfo del franquismo. Fueron traductores, maestros introductores del
pensamiento europeo, divulgadores y muchos también enraizados pensadores que
aportaron al pensamiento original latinoamericano. Aquí podemos citar: Luis E. Nieto
Arteta, Cayetano Betancur Leopoldo Zea, José Gaos.
9. Colombia
Germán Marquínez Argote, filósofo español que desarrolló toda su actividad filosófica en
Colombia, ha descrito de manera bastante plástica el problema de la filosofía colombiana.
Una lectura atenta y crítica del siguiente texto: De la repetición a la investigación: el
problema de la filosofía colombiana visto a través de la obra de Fernando González O,
nos puede ayudar a iniciar este diálogo sobre nuestros desafíos. Este texto fue presentado
como ponencia el día 18 de diciembre de 1980, en el I Encuentro de investigadores en
Filosofía, organizado por el ICFES y la Universidad de los andes. (En, ¿Qué es eso de
Filosofía latinoamericana?: Introducción al filosofar, 1986, pp. 137ss).
Cuando la filosofía ha sido original ha partido siempre del origen o arkhé, que para
cada filósofo es la realidad que le toca gozar o sufrir. En cambio, en sus peores
momentos y exponentes el quehacer filosófico ha caído al plano del simple
comentario escolástico, preocupado entonces más en analizar y repetir textos que en
agarrar problemas. Este es el mal secular que aqueja a la filosofía en Colombia.
Estamos habituados a repetir, mal que bien, lo que en otras parte se piensa,
aquerenciados al viejo vicio de la repetición que constituye nuestra pobre tradición.
Frente a esto, es preciso instaurar la tradición de la investigación y de la creación que
nos libere del ingenuismo escolástico, de la inercia imitativa y del pensamiento
desarticulado de la realidad colombiana. Porque la filosofía o se hace desde una
situación dada o degenera en un “bla-bla-bla” abstracto que responde a problemas
que nadie se plantea.
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En orden a enfocar adecuadamente el problema, he tratado de ubicarme en la obra de
un pensador, F. González, que, aún mal conocida si no desconocida, constituye el más
formidable alegato contra nuestro aquerenciamiento a la imitación y repetición, a la
vez que una invitación apasionada a ser originales y creadores, asumiendo el debate
de nuestra propia autoexpresión.
Si, durante los tiempos coloniales y aún mucho después, filosofar consistió
para muchos en inocente repetición de una tradición pretérita y
definitivamente preterida, en nuestro siglo se inaugura un nuevo modelo de
práctica filosófica consistente en importar pensamiento alemán, anglosajón,
ruso o chino según los gustos o intereses ideológicos. En muchos casos se
importa pensamiento acríticamente, es decir, sin naturalizarlo ni referirlo a la
realidad colombiana. Parece que el interés en tal caso era estar à la page, a la
última moda filosófica, que casi siempre, por dificultades de comunicación,
era la penúltima. Si la escolástica mantuvo a los intelectuales en le limbo
colonial de los niños, el modelo importador ha dado a las nuevas
generaciones una sensación de modernidad. Pero cuando la importación es
mera importación, cuando se piensa el pensamiento y no la realidad desde el
pensamiento, este se convierte en un ejercicio idealista desarticulado de la
realidad de hecho y, por lo mismo, inoperante.
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II. Modelos de filosofar investigativo
2. 1 Investigar es desideologizar
“Cuando mis hijos sean mayores, os suplico que los hostiguéis, que os
atormentéis como yo os he atormentado a vosotros, si veis que prefieren las
riquezas a la virtud y que se creen algo cuando no son nada. No dejéis de
ponerlos en vergüenza si no se aplican a lo que deben aplicarse y creen ser lo que
no son. Porque así yo he obrado con vosotros. Si me concedéis esta gracia, lo
mismo yo que mis hijos no podremos menos de alabar vuestra justicia”.
(…) Investigar es proyectar, imaginar lo que vamos a ser. Esto es válido para el
individuo, para cada ser personal, y también para los pueblos y culturas. (…) “El
hombre, ha escrito F. González, es un proceso de liberación. (…).
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VI. PREGUNTAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFÍA (Kant)
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-Reflexiona sobre la dimensión trascendente del ser humano. Estudia la religión y un ser
superior.
-Se refiere al sentido propuesto por la religión. Sentido de la vida y sentido del fin.
Del griego philo-sophia= amor, o sea búsqueda de la sabiduría: con este término se
entiende una forma de saber que se distingue del saber común (o vulgar) en cuento
sistemático y riguroso, y del saber científico particular, en cuento exhaustivo y omni-
explicativo. Entre las innumerables definiciones que se han dado, es digna de mención
particular la de los estoicos retomada después por Cicerón: “la filosofía es ciencia de las
cosas humanas y divinas y de sus causas”. Todo es susceptible de indagar filosóficamente.
“Los filósofos son importantes no sólo por aquello que dicen, sino también por las
tradiciones que generan y que ponen en movimiento: algunas de sus posturas favorecen el
nacimiento de ciertas ideas, pero, al mismo tiempo, impiden el surgimiento de otras”
(Reali – Antiseri).
Hemos dicho más arriba que la filosofía cumple tres tareas primordiales: la de ser un saber
acerca de las cosas, la de discernir una dirección para el mundo y la historia, y la de forjar
una forma de vida. A esto apuntan los pensadores italianos que acabamos de citar cuando
intentan definir el papel del filósofo. Discernir en todo tiempo lo que somos, discernir
nuestro destino, e indagar por otros mundos posibles, esto es, otras maneras de ser
humanos, pertenece al filósofo y a todos los hombres y mujeres que no se conforman con
la inmediatez de las cosas, sino que elevan su espíritu hasta las preguntas últimas del ser y
del obrar humanos.
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desarrollar de forma metódica los distintos problemas, y para leer de manera crítica la
compleja realidad que los rodea” (Ibid).
Lectura complementaria:
Se discute qué es filosofía y para qué sirve. Se esperan de ella conclusiones extraordinarias o se la
arrincona con indiferencia, como un pensamiento inutilizable. Se la ve con asombro, como el
esfuerzo importante de personas extraordinarias o se la desprecia por considerarla inútil
preocupación de unos pocos soñadores. Se la tiene por algo que incumbe a todo el mundo y que,
por lo mismo, debería ser en el fondo algo sencillo y comprensible, o es considerada algo tan difícil
que resulta empresa desesperada ocuparse de su análisis. En suma, el nombre de filosofía, de hecho,
ofrece juicios encontrados (Jaspers).
En general, el común de la gente entiende por filosofía lo que describen innumerables libros, lo que
cultivan los filósofos en las universidades, lo que tiene carácter de una ciencia establecida y que
para comprenderla se debe estudiar con mucho esfuerzo. Por lo mismo, la filosofía se ha visto
privada del calor popular. Ver así la filosofía, es tener una imagen desfigurada de ella, porque ese no
es su sentido. La filosofía es en realidad un asunto que atañe a todo ser humano que busca un
sentido a las cosas. (Cf. A. Anzenbacher Introducción a la filosofía, p. 15ss).
La filosofía no es nada nuevo. Empieza con una pregunta que se nos plantean cuando el mundo nos
desafía. ¿Por qué existen las cosas? ¿Qué sentido tiene el universo? ¿Por qué existo? ¿Qué es la
vida? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Qué es justo? ¿Qué es la paz? ¿Qué es el amor? y otras
muchas preguntas que nos permiten desarrollar nuestra condición de seres inteligentes.
Preguntas como estas son para el hombre necesarias e inevitables. Afectan a cada hombre de forma
inmediata. Es verdad que usted puede cerrar los ojos a las mismas y hacer como si no existieran:
pero su propia experiencia personal y la de todos los hombres, nos hacen ver que deberíamos
afrontarlas. Toda persona lleva la filosofía (o vocación a la sabiduría) en el alma y ha sido la
actividad humana más antigua, después de la vivencia del amor y la religión. (Cf. Ibíd.).
Como este es un coloquio muy informal, te invito a responder espontáneamente a los siguientes
planteamientos:
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- ¿Podría usted dar dos razones por las cuales en las pruebas de Estado se incluye un
cuestionario de filosofía?
- Si alguna vez se te ha ocurrido acercarte de verdad a la filosofía, ¿cuáles han sido las
razones que te han movido a ello?
Primera razón: Aquí deseo plasmar de una vez el sentido profundo de la filosofía. Su puesto en la
vida del hombre, en la vida de los pueblos, en la vida de la humanidad.
Recordemos que en la vida de todo hombre y en la vida de toda sociedad existen unas dimensiones
o componentes imprescindibles (es decir, que no pueden faltar), so pena de mutilar la experiencia
humana. Ellas son:
Si en un momento dado tú te encontraras con un individuo de otra cultura, como por ejemplo un
árabe y le preguntaras cómo es la organización de su país, es decir, como tienen expresadas las
dimensiones anteriormente citadas, te encontrarás con la sorpresa de que en cada una de dichas
dimensiones el árabe es diferente a ti. Se organizan socialmente de forma distinta. La política la
entienden de otra manera, su cultura es y la desarrollan de manera diversa a la nuestra, la economía
está basada sobre otros recursos y la distribución de los medios es diferente, la dimensión religiosa
la desarrollan con otras creencias. Este ejercicio te servirá para comprender que ELLOS PIENSAN
DIFERENTE. Es decir, tienen otra filosofía. Lo que nos demuestra que LA FILOSOFÍA está a la
base de toda organización. Tanto que tú podrías preguntarle a cada persona o a cada organización
¿CUÁL ES SU FILOSOFÍA? ¿Con qué filosofía está gobernando el actual presidente? ¿Con qué
filosofía actúan los militares en su organización? ¿Con que filosofía funciona la economía de este
país? etc. Esto significa que la filosofía es algo que está ahí, en el fondo, en las razones últimas que
hace actuar a los hombres y a las organizaciones humanas.
De modo que cuando a ti te dicen que la filosofía no sirve para nada, te están engañando. y lo hacen
ignorantemente o lo hacen con la intención de que permanezcas ignorante frente a la manera como
te están EXIGIENDO QUE VIVAS, por aquello de que: ·”Cuanto más ignorante sea el hombre, más
fácilmente se le manipula” (Marcuse). Ahora si entiendes por qué las facultades de filosofía en
nuestros países no son muy bien acogidas?
Segunda razón: comprenderás que la primera razón ya es suficiente para pensar que
definitivamente toda persona que desee prepararse para la vida y para SERVIRLE a su generación,
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debe tener muy presente que las ciencias filosóficas son tan importantes como el idioma, o las
matemáticas, y otras ciencias que están a la base de la vida de los individuos y de los pueblos.
Sin embargo, es importante conocer otra razón que se refiere especialmente a la REALIZACIÓN
DE CADA PERSONA HUMANA. Así como hoy nos podemos preguntar por la filosofía que
mueve a X empresa, Estado, o actividad humana, de la misma manera podemos preguntarnos cuál
es la filosofía que mueve a X individuo. Recordemos que la filosofía es la ciencia que busca la
verdad a través de la razón. O como dicen los filósofos griegos, es el amor a la sabiduría ( filein:
amar y sofía: sabiduría, en griego). El hombre se define como el ser racional, gracias a su
capacidad que posee de pensar, razonar, buscar la certeza, buscar la verdad. Sin equívocos
podríamos decir que un hombre es lo que piensa. Y esa ciencia que plasma el pensamiento de los
individuos y de las generaciones se llama filosofía.
Si yo te preguntara en este momento, tú que piensas del hombre, qué piensas del estudio, qué
piensas de la justicia, qué piensas del sexo, qué piensas de la mujer o del varón, qué piensas de la
política, de la felicidad, qué piensas de una prueba académica , qué piensas de este país, qué
piensas de las elecciones, de la guerra, de la paz, de la religión, qué piensas de Dios, que piensas
del mundo, etc., te estoy preguntando exactamente, ¿cuál es tu filosofía ?. Pues a esto quería llegar:
tu vida depende de tu filosofía. Pues en definitiva tú serás lo que pienses. Porque tus pensamientos
decidirán básicamente tus acciones, tus hechos, tus anhelos, tus sueños.
Hasta aquí podrás ir concluyendo que se habla de una ciencia llamada filosofía. Pero que en la
realidad se puede hablar de muchas filosofías. Sólo que existen algunas que están muy
sistematizadas, con unos principios definidos, y otras filosofías que se dan espontáneamente en la
vida de los hombres.
Tú me dirás, pero los individuos van cambiando de pensamientos, de concepciones, esto quiere
decir que van cambiando de filosofía? Exactamente. Hoy tú piensas diferente de lo que pensabas
ayer, de lo que pensabas hace un mes, de lo que pensabas cuando tenías catorce años, de lo que
pensabas cuando eras apenas un niño. Y el pensamiento cambia porque tu vida es como un caminar
permanente en busca de LA VERDAD, que es la única que te va autodescubriendo como alguien,
que está en el mundo, que tienes una razón de ser, y que estás llamado a ser feliz y a realizarte
dentro de una sociedad concreta. Y mientras no descubras toda la verdad de las cosas, tu alma no
descansará.
Para terminar esta reflexión, te quiero hacer una pregunta definitiva. ¿Con qué filosofía has asumido
tu carrera? Pero sobretodo, con qué filosofía te vas formando como profesional? Con la filosofía de
quien desea triunfar, de quien cree que definitivamente va a triunfar? O con otra filosofía.
Recuerda que tú eres lo que piensas. En la vida irás plasmando las ideas que has concebido en tu
mente. Si hasta el momento tus pensamientos no han sido los pensamientos de un triunfador, te
invito para que comiences ya. Piensa lo que eres, en tu inteligencia, en tus capacidades, en tus
ideales más altos y sublimes, piensa en lo que podrías llegar a ser si te decides. Piensa en la
oportunidad que te está dando la vida para construirte a ti mismo y para construir un mundo
maravilloso. Piensa en definitiva que tú eres el verdadero protagonista de tu destino. Decide ser lo
que eres: un ser humano. El ser más perfecto de la creación. El culmen de una evolución de
millones de millones de años. Pero sobretodo, piensa que tú eres una criatura hecha a imagen y
semejanza del Creador. Tú eres hijo de Dios. Se cuenta que Alejandro Magno llegó a ser el hombre
más famoso de su tiempo y de generaciones futuras, tanto que mereció el nombre de Magno, que
significa GRANDE, porque cuando pequeño se le dijo que él era hijo del dios Zeus, y él lo creyó, y
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siempre actúo y vivió como el hijo del dios Zeus, y mire a dónde llegó. Te pregunto: ¿tú has
pensado que tú eres Hijo de Dios? no ya de un ídolo como el dios Zeus, sino del único Dios, el
Creador, el dueño de todas las cosas. Y estás llamado a ser más que Alejandro Magno, estás llamado
a transformar el mundo.
Si tú crees en ti mismo, crecerá tu autoestima, tu seguridad, y serás capaz de las cosas que te
propongas y aún de cosas mayores. Si es así, continúa en este camino PREPARÁNDOTE PARA
LA VIDA, y las pruebas académicas y muchas cosas más vendrán por añadidura. Cada meta que te
propongas será una experiencia más en tu vida, pero especialmente será ocasión para demostrarte a
ti mismo, para demostrarle a tu familia, a tu comunidad, a tu región al país, que contigo ha nacido
una nueva generación A.C.M.)
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--.
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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
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