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la voz y su huella

. PROLOGO

Hace veinte o veinticinco años, dos líbros compilados


por Miguel León Portilla, Visión de los vencidos [2. 11
1959} y El reverso de la conquista [2.11 1964L revelaron
al pú.blico no especializado de México y América Latina
no sólo la e xistencia de u na visión indígena de l a con-
quista del continente americano, sino también un a serie
de textos, escritos o dictados po1· 'l os propios ind ios, que
moldean tal visión en wias form as poéticas altamente eti·
cases. Los materiales reunidos por León Portilla, más allá
de su valm documental y literario, suscitan la pregun ta de
si esta uvisión de los vencidos[' representa, antes del enmu-
decimiento definitivo, el último des tello de la cap acidad
de expresión poética de los autóctonos o si, por el con -
trario, se trata del comienzo de una expresi ón literaria
nueva, no uptehispánicau sino colonial. Desde luego, e1
título del primero de estos li bros' y la elección d e los
t extos (fundamentalmente del siglo xv 1) tienden n zás b ien
a sugerir que nos encontramos fren te a tmos u niversos
cu)turales hist óricamente condenados. Esta no h.te, sin
duda, la intencíón del conzpi1ado~: en su. n ota p re1inzi"
nar a De Porfirio Díaz a Zapata [2.11 IIorcasitas 197 4),
testim:.mio náhuatl contemporáneo, León Por tilla t ela·
dona explícitam ente el texto co n los q ue él reunió en
Visión de los vencidos. Sin embargo, el hecho de ignorar,
en este libro, toda l a producción literaria de los d escen-
dientes ultedoz·es de los uvencidos", se ¡:mede considerar
como una opción ideológicomentc siqnificatiua . i'Íttg el
l vfat,iá (~'atil:a.,y, r;iot1 ero de los estu(lios ttc.rl'luas y t21aes ..
tt·o de León Portilla, si bien no mani fe stó ningún inte_:
Martin Lienharcl La uoz y su hue11a 13

.. ~.
:,. rés e~p ecial por lo que 1a literatura nálwatl transcrita o dor peruano, esta corrie11te surge y se reproduce a raíz
escrita tiene de .. colonial", ya había mostrado en su His- de una permanente situación de conflicto cultural, con-
toria de la literatura náhuatl (2.2/ 1953-1954] que la ex- secuencia, en última instancia, del contexto colonial crea-
presión poética de los . vencidos" no es simplemente ruz do por la conquista.
.canto de cisneP, sino también el resultado del vigoroso Como ya lo hace prever el título sugestivo de' su libro,
esfuerzo creativo que algunos nobles mexicanos, pasa- La otra literatura peruana, Edmundo Bendezú [3 . 2/
do el prim er m omento de estupor y de perplejidad, v uel- 1986) también evoca la existencia y la continuidad, des-
ven a desarrollar en un contexto sustancialmente nuevo: de la temprana época colonial hasta hoy, de una litera·
colonial. tura peruana marginada por la cultura colonial: la litera- ¡

tura escrita en - o .. traducida" del- quechua. La delimita-


Partiremos aqui de la coiwiccwn de que los docurnen- ción y la hmdamentaciól'l teórica del corpus de la "otra
tos :reunidos por León Portilla (amén de otros análogos) literatura", algo cambiantes en los diferentes-ensay os que
~e deben considemr no sólo como testimonios de un pa- componen el libro, parecen sin embargo insuficientes
sado histórico-cultural sumergido, sino también como para dar cuenta d e los diversos f enómenos literarios alu-
. . . _ los textos pioneros de una litet:atura ~~Iafinoamerícana " didos. Bendezú, escamoteando lzasta cierto punto los com -
····.·. escrita por medio del alfabeto europeo pero no -o liO plejos procesos de interacción cultural de los últimos si-
exclusivamente- según los cánones importados; tma li- glos (por ejemplo, el impacto de la escritura), establece
teratura relatiuamente autónoma que traduce la expe- una continui dad muy discutible entre esta literatura y la
riencia nueva, en general traum ática, de las colectivida- de los Incas; por otra parte, ignora la ubicación muy
,A. des marginadas por él régimen colonial. variable de los sectores productores de ~~literatura que-
. . , La relación entre {ales textos upionems" y una serie cllua ~; dentro de la sociedad global : la crónica de Garcila·
>de fen ómenos literarios más modernos fue · plauteada de so d e la V egaJ la de Guaman Poma de Ayala, el clranza
incisivo por el estudioso peruano A ntonio Carne- quechua Ollantay y la p oesia (en espaiiol) de 1\1elgar o
Polar {11 1978]. Limitándose en lo fu ndamental a los (en quechua) de Al encastre corresponden, sin duda algu-
literarios en el área andina íPerú), Cornejo afir- na, a prácticas literarias muy distintas que cabe situar
la existencia de una corrient.e literaria "heterogénea•, en su contexto socio--cultural. Con todo, la idea de una
ble desde los comienzos de la Colonia, cuyos tex- lítctaluta ~~o tra .. , paralela a la ·~oficial", no deja de ser una
. se caracterizarían por "la duplicid,ad o pluralidad de intuición certera.
.· · signos socio-culturales de su proceso productivou; Sin referirse a una posibl e continui dad desde la é po-
. debida al h echo de que la producción, el pro- ca colonial, Angel Rama, en el libro tTransculturación
texto y su consumo pertenecen a un universo cul- narra tiva en América Latín a { 11 1980 }, deíendió la tesis
europeizado, mientras que el referente remite a de que parte de la nueva narrativa latinoamericana - qui-
edades marginadas de ascendencia prehispáníca. zás para él la más Htwvedosa~· - extraía paradójicamente
,se desprende de las obsewaciones del investiga- sus rasgos más característicos de un fondo poético e
l'i
Martin Lienhard

terna- de las subsociedades de ascendencia africana.


ideológico que no es otw que el de las subsociedades Esta 11otran historia, la de los vencidos de la conquista, de
arcaicas marginadas -sea por la conquista sea por la mo~ los que "perdieron" no sólo la independencia, sino tam-
dernización dependiente que caracteriza la historia con- bién otras guerras ulteriores (como la expansión lati-
temporánea de todos los paises latinoamericanos. Los hmdista de fines del siglo pasado), casi no se conocía
autores a que Rama se refería (ante todo Argu.edas, Rul- -salvo para algunos momentos excepcionales- hasta hace
fo, Roa Bastos, Guimardes Rosa), son todos de origen poco. Entre la imagen de la sociedad prehispánica esbo·
•provincianon, dos de ellos ( Arguedas y Roa Bastos) ade- zada por los arqueólogos-historiadores y la de las sub·
más hablantes nativos de sendos idiomas de origen pre- sociedades uétnicas" modernas tal como aparece en la
hispánico (el quechua, el guaraní), es decir, vinculados literatura etnográfica, mediaba una zona de oscuridad
de algún modo a los uvencidos" del siglo :xvr. de siQlos. La etnohistoria, en los últimos aiíos quizás la
más exitosa de las ciencias del hombre, ha logrado, a
A partir de textos y de enfoques disímiles, todos estos travé s de un trabajo paciente e imaginativo, reducir esa
estudios coinciden, pues, en insinuar que en América zona y reconstruir, para algunas subsociedades y unos
Latina, el discurso dominante, europeizado y elitista, no períodos relativamente largos, esa "otra historian.
expresó ni expresa realmente la visión y la sensibilidad Todos estos conocimientos nuevos nos permiten ahora
de amplias muchedumbres marginadas desde la conquis- afirmar una relativa autonomía cultural de las subsocie-
ta o en una época más reciente. Todos, tambié:n, su.gie~ dades indígenas -o mestizas de ascendencia indígena-,
ren la existencia de expresiones literarias ..alternativas». e interrogamos acerca de su elaboración de una identi-
La ~~visión de los vencidos~~, la ~~narrativa de la transcu1- dad colectiva a tmvés de la literatura. Obviamente, en 1
turación", la literatura ahetemgénea .. y la "otra literatura" todas estas subsociedades, la expresión verbal fundame n -
remiten, en rigM, a algunas manifestaciones de un amplio _tal se realiza en el marco del sistema de la oralidad y se
conjunto literario que cabe relacionar con las colectivi~ sustrae en buena medida a mw investigación diacrónica;
dades históricas utesponsablesu de los textos o, cuanto por momentos, sin embargo, estas subsociedadas - o,
menos, de las interfetencias uno occidentales" que se des- más exactamente, sus representantes o portavoces letra·
cubren en ellos. dos más o menos legítimos- se sirven de la escritura
Debemos partir de la continuidad o analogía más o europea para expresar una uvisíónn alternativa. La f a-
menos evidente que existe entre los "vencidos", es decir mosa recopilación del díscw·so indígena impulsada por
las subsociedades indígenas del siglo xv1, y varios de los Olmos, 2\1otolinía, Sahagún y otros misioneros en Meso-
sectores marginales -no sólo indígenas- de.· hoy. Las américa, a lo largo del siglo xn, será un ejemplo parti-
subsociedades indígenas/ relativamente autónomas en la culm·mente significativo; pero no único en la historia
epoca colonial y -a ueces- más allá, han vivido zma ex- latinoamericana. Tampoco es único el fenómeno mexi-
periencia histótica que no coincide con la de los sec- cano de un núcleo de letrados indígenas, capaces no
tores dominantes; parcialmente análoao sería el caso
'/ sólo de reproducir el discurso oral, sino d~ manejar,'
-·no profundizado aqui por nzotivos de coherencia' in-
¡'

1
¡.
Mm:tín Lienlwrd ,a voz y su huella 11

olas o no, los discursos europeos. De he- Polar para el área andina, ·par ejemplo, se apoya toda-
·. cho, muchas subsocíedades marginales lavorecieron, en vía casi exclusivamente, pese a la novedad de la pro-
... ·algún que otro momento de su historia, una producción puesta, en las prácticas literarias que se ajustan con ma~
· · escriptural significativa que es algo más (o algo menos) tices a las tradiciones escripturaies europeas : la llamada
que la recopilación del discurso oral y que no se etnpa- literatura Hilustrada" o culta de los sectores hegemónicos.
renta directamente con la literatura dominante ( europei- Algunos de los textos a que zus referi mos pertenecen
zada o criolla) del momento. Y una parte de esta litera- por algunos de sus aspectos a esta literatura, otros no.'
tura, sepultada en los archivos, no se conoce sino gracias Nuesll"o corpus posible (estamos lejos de conocer o de
a las publicaciones etnohistóricas. imaginar todos los ta.xtos existentes) éoincide en parte .
El conocimiento de Zá "otra . historia,. permite y exige, con el que Juan Adolfo Vá zqu.ez {11 1978} llamó -no
ahora, la elaboración ele uotra historian de la literatura muy apropiadamente- Hlas literaturas indígenas latino-
latinoamericana, una historia que tendrá que relativizar americanas", pero no es así nuestro enfoque. Pensamos,
la importancia de la literatura europeizada o criolla,· ezz efecto, que las literaturas •.indígenas" -las de la co-
aquilatar la riqueza de las literaturas orales y revelar o lectíZJida d- se desarrollan fundamentalmente en la es-
subrayar la existencia ele otra literatura escrita, vincula- fera oral, y que la existencia de documentos escritos
da a los sectores marginados. (transcripciones, relaboraciones u otros procesamientos
Esta tlliteratura escrita alternativa" es la qu e consti- escripturales del discurso indígena) suporze la aparición
tuye el objeto ·principal del presente libro. N os limita- de prácticas literarias nuevas, no necesaríamente y no
remos a su variante principal, "indo-ibérica"; 1a varian- siempre "indígenas". Y su estudio exige, desde luego,
te .,afroamericana,l, en efecto, pese a muchas analogías, una especial atención a las t:elaciones interculturales que
plantea un problema que no podemos abordar aquí: la :se construyen en el seno de las sociedades globales.
referencia a Alríca [5. 21 Brathwaite 1911}, continente que Muchos, quízczs la mayoría de los documentos que me-
se sitúa fuera de nuestro campo de visión. Dejamos to- recerían estudiarse en este contexto, 110 han interesado
talmente de lado la posible ~~literatura escrita alterna- süzo a los historiadores y, más todavía, a los etnohistoria-
tiva" de los sectores populares de tradición cultural •OC· dores y los antropólogos. Alzara, para muchos de los in-
cidental"; su escasa autonomía respecto a los sectores vestigadores en ciencias sociales, los textos no son dis-
hegemónicos exige, en efecto, la elaboración de un pa· cursos provistos de una coherencia propia, sino canteras
radigma distinto. de donde extraer datos de interés histórico, sociológico
Nadie ha planteado hasta ahora, que sepamos, la exis- o antropológico. Por consiguiente, ellos iw los estudian,
tencia y la contextualización socio-literaria de este con· salvo excepcionalmente, en tanto que discursos literarios
tinente literario vasto, di fícil de percibir dada la nmlti· autónomos o en cuan to a su estética. Debemos reconocer,
plicidad de sus avatares, e ignomdo por los autores - in- sin embargo, que sin la múltiple contribución de antro-
comunicados por el espacio y el tiempo- de los textos. pólogos y etnolzistoriadores, nuestw trabajo hubiera sido
El conjunto de utextos heterDgéneos" q ue reúne Cornejo imposible. Por este motívo esperamos, también, que al-
18 Maxtin Lienhaxd J• La voz y su l1uella 19

gunas d e las muy provisionales y fragmentarias conclu-


siones suscitarán su inter._is; pensamos, por ejemplo, que punto de partida fue la obra de ] osé María Arguedas,
las literaturas escritas alternativas, marginales tanto en la znisma que inspiró las reflexiones de Cornejo Polar
el contexto cultural de los sectores hegemónicos como en acerca de las "literaturas ltetewgéneas" y las de Angel
el de las subsocieda~es oral-populares, podrían conver- Rama sobre la •transculturación narratiua ... La dinámica
tirse en un ob_ietd sugestivo p ara estudiar los procesos de de mi propia investigación sobre -la última novela ar~
aculturacíón bilaterale8; ellas configuran un conjtmto guediana {3. 21 Líenhard 1981 } y su poesía en quechua
documental en el cual las situaciones históricas de en- me llevó, a diferencia de los autores mencionados, a una
Írentamiento e interacción cultural se ven cómodamente pz·áctica -ciertamente limitada- de la oralidad quechua.
upetrificadas" gracias a la escritura. Su interés, en este Esta me hizo comprender el congénito hibridismo que-
sentido, es análogo al de la pintura mural andina estu- ch.ualespaii.ol de la obra arguediana y su. radical otredad
diada por Pablo Macera [3.21 1975, 1979}: documentos respecto a la "narra,t iva latinoamericana" (criolla) ; pero
visuales de un detertuinado momento del enfrentamiento tam bién, la falacia de los discursos sobre el carácter ge-
cultural entre las subsociedades andinas y los sectores néricamente "mestizo" de la literatura latin Jamericana.
hegetnónicos. La configuración u heterogénea" de· los tex- Más lende clescu[ní que la impor~antísima crónica del su-
tos alternativos se singulariza por la presencia semiótica l
1
.1
puest o cacíque quechua Gzwman Poma (hacia 1615) os~
del conflicto étnico-social; yuxtaposición o interpene- ! te;xtaba una analogía estructural sorprendente con la
ttación de lenguajes, formas poéticas y concepciones
cosmológicas de ascendencia indo-mestiza o europea.
l obra arguediana, y que en el área andina, a lo largo de
los últimos siglos, nunca habían dejado de surgir, desde
La ausencia d e cualquier tradición lzomogeneizadora,
J la omlida d, otros textos escritos que no cuajaban con
normativa, es flagrante. Pensamos poder mostrar, sin f
1
la llamada ,;]iteratura peruana". Otras búsquedas para·
lelas me revelaron que también en otras áreas se habían
embargo, que un cierto denominador común existe en
todos los textos de la literatura alternativa: el traslado l
(
producído... fenómenos literarios análogos, especialmente
en Mesoam éríca. El prolongado diálogo co:t la persona
-por ufiltradon que sea- del universo . oml
1
a la escritw:-.1
y la obra de Augusto Roa Bastos, iinálmente, contribuyó
.en u n contexto que llamaremos .. colonial", caracterizado
· a conuencerme de que la existencia de literaturas escri-
por la discriminación de los portadores de este universo tas alternativas podía postularse, cuanto menos, para las
-los sectores marginados de ascendencia indígena o
ttes ál'Cas mayores de enfren tamiento étnico-social en
africana.
An2érica: 1V1esoaméTica, área · andina y área tupí-guaraní.
Aunque muchos de sus autores no lo quieran admitir, La diversidad increíble de los textos en cuanto a au-
todos los intentos de teorización, en el campo de la lite- tores, motivaciones, id.iomas o lenguajes, sistemas de
ratw:a, se basan en la práctica analítica no de todos, comunicación implicados o géneros discursivos, resulta
sino de algunos de los textos existentes. En el caso de desde lueg o· zm ob stáculo tnuy serio p ata su estud io: lo
este trabajo centrado en Zas escrituras alternativas, el ejem plifica la crónica d e C uama n Pom a, ilustración con- .:.· ~
. ~
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centrada ele t odos los hibridismos de las litemturas al-
- \~
L
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· l.·.r;· ·. ' ·
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Martín Lienhard La uoz y su lzuella
21

temativas. Pensamos qw: sólo un trabajo colectívo y parecieron de gran utilidad, menos aún las periodizaci,l -
. plutidisciplinario podrá vencer tales dificultades; lo que nes basadas en la evolución · estético-cultural europea .
entregamos aquí pretende ser, ante todo, la formulación Las áreas ~1~y?res contempladas (q ue no excluyen ni
de ¿;:w propuesta y su primera puesta en práctica, no la futura s subdwzswnes ni la inclusión de otras dejadas
histoáa de las manifestaciones de la literatura escrita por ahora de lado) corresponden a las de la macro-et-
alternativa. nolzistoria : Mesoamérica, lindes, Amazonía (Brasil, Pa-
raguay), Pampa. En cuanto a periodización, parecieron
11 relev antes znomentos, como la conquista, la conflictiva
cons~li.dación de la colonia, las reformas líberales y los
Este libro se divide en dos partes. La primera ~s una rrzovm:Ientos de resistencia del siglo xvm, la ~~segunda
aproximación global a las u]iteraturas .escritas altetnati- conqu~sta" u ot:nsiva latifundista que comienza algunos
vasu a partir de dif erentes ángulos. El primer capítulo decewos despues de la "independen cia ., y, finalment e la
se centra en el choque inicial entre la cultura europea moderniz~cíón dependiente y las contraofensivas p;pu-
-con su ~~fetichis mo de la escritura~~- y las culturas pre- lares rec1entes.
dot.nhzantemente orales de los autóctonos, y en sus efec- En la segunda parte se presentan ocho estudios de ca-
tos más inmediatos sobre los sistemas de comunicación sos, representativos de un cierto número de áreas, de mo-
verbal. En el segundo se esboza una tipología de los tex- mentos de conflicto étníco-social y de ·géneros discursi·
tos alternativos a pa~tir de las m odalidades de la trans- vos. ~n vaz·ios capítulos, se intenta relacionar textos
for mación del discurso oral indo-mestizo e_n escritura. ~olomales con textos nuís modernos. Con tres estudios
La. presentación de los principales momentos de enfren- zmportantes ~VI, V II, XII), el área andina, única región
tamiento étnico-social que auspiciaron la aparición de que ofrece eJemplos de escritura alternatiua casi desde
'textos alternativos, constituye el tercer capítülo. En el l~ co~1quista hasta el día de hoy, goza de un cierto pri-
cuarto, finalmen te, se rastrea la relación entre las lite- vzl~gi?. Es tan:zbíén en el área andina (Perú) donde, como
raturas escritas alternativas y los procesos de interacción se mtenta. mostrar en . el último capítulo (XII), la oposi-
cultural en los teriezw s del lenguaje, de la religión y de cwn escrzturaloralidad tiende, sectorialmente, a trans-
la oposición oralidad/escritura. El lector notará que tra- formarse
. . en relación de complementaridad. M esoame·-
bajm'nos con unas divisiones del espacio y del tiempo que nca, zgua1mente con tres capítulos, se divide de hecho
no coinciden con las de las historias (políticas o literarias) en .México (cppítulos V , I X) y área mayanse (XI) ; cada
criollas. Para compren der la dinárnica de las literatmas u..rza de estas dos sub -áreas ofrece características distin-
escritas alternativas, en electo, se imponen las div isio- twas . A Paraguay se dedica el capítulo VIII. El capítulo
nes espacio~temporales pertinentes en el contexto de las X,. fmalmente, no se define regionalmente, sino por el
subsociedades marginadas, siempre de algún modo uau- · genero discursivo en focado: la etno!icción.
tor as~~ de les textos considerados. La división espacial Una mayoría de los estudios de casos fueron publi-
por países o la periodización de la historia criolla no nos cados anteriormente como artículos sueltos en revistas 0
La voz y su huella 23
22 Martin Lienhard

conocedor de la cultura náhuatl, difícilmente hubiera po-


libros colectivos, pero su relaboración y adaptación a los dido terminar el capítulo V. Debo a ]anett y Claudio
fi nes de este libro permit e considerarlos como ~~ínédit osa. Oroz (Cusca), además de su hospitalidad, varias suge-
Para facilitar su consulta. en el marco de investigaciones rencias para el capítulo XII. Mi deuda con un grar;t nú-
específicas, decidimos conservarles una relativa autono- mero de amigos peruanos es inmensa. El permanente
m ía; los lectores nos perdonarán algunas repeticiones, contactb "interdisciplinarion con el equipo de americanis-
inevitables a partir de esta opción. tas vinculados al siempre hospitalario Museo de Etno-
La bibliografía final se concibió no sólo para justifi- ' grafía de Ginebra fu e siempre estimulante; a Daniel
car ciertas afirmaciones, sino también como instrumento Sclwe pf, especialmente, debo sin duda algunas ideas
para trabajos futuros. De acuerdo al proyecto general de acerca del funcionamiento de las tradiciones orales. La
este libro, se la dividió en un capítulo general o supr~r:e­ "presiónu amistosa ejercida -a través de varias invita-
fJional ( 1) y cuatro capítulos regionales: Mesoamenca ciones- por Birgit Scharlau y Marh .lV1ünzel (Frankfurt)
(2) ; área andina (3); área Amazonas·Rio d~ la Plata hizo avalizar el trabajo erz algunas fases críticas. Me alen-
(tupí-guaraní, etc.) (4); otras áreas latinoamer1canas (5): t ó siem pre el interés d~ Ana Pizarra, ~Antonio Cornejo
Caribe (uincligena"), Sur, A froam érica -zonas más o m e- . Polar (Perú}, Roberto Ventura (Brasil). Aprendí mucho
nos "marginales ~~ para este trabajo, representadas por en las reuniones a veces polémicas de la Asociación para
un~ pequeña serie, puramente indicativa, de títulos. Cada el Estudio de las Literaturas y Sociedades en América
bibliografía regional se subdivide en dos apartados: 1, ( AELSAL), dirigida antaño por Alejandro Losada y aho-
documentos de carácter narrativo o poético; 2, estudios. ra por ] ean-Paul Borel (Neuchatel), o en el simposio so-
Cuando la ubicación bibliográ.lica de una obra citada no bre literatura y culturas populares organizado por Wi-
se colige del contexto, la referencia bibliográfica va pre- llíam R owe en Londres. :Muy importantes fueron los en-
cedida por las cifras correspondien tes ..iisí, el trabajo que cuentros con Alberto Rodríguez Y.; otros inv es.t igadores
corresponde a la re ferencia [3.21 Cornejo Polar 1976) de la Universidad d e Mérida (Venezuela) y con Carlos
se hallará, bajo el apellído mencionado, en el capítulo Pacheco y el grupo TILALC (Universidad Simón Boli-
3 de la bibliografía (área andina), apartado 2 ( ~studios). var, Caracas). Varias conferencias en la Universidad de'
La ventaja de .disponer así, sobre todo para las tres áreas San !Harcas (Lima), organizadas por 1V1anuel Larrú, sus
centuzles, de mínimas bibliografías específicas, campen· colegas y estudiantes, m e permitieron atinar los plant~a­
sa, creernos, la tecnicidad de las z·eferencías.
mientos generales. Los contactos con colegas y estudiatl·
t es (no puedo dejar de mencionar a Roland Baumann).
Sería imposible mencionar a todas las personas o ins- a lo largo de m i estadía docente en el Instituto Latino -¡
tituciones que lum contrib uido, mayormente sin saberlo, americano de Berlín, ap~rtaron varios elementos nuevos.
a la realización de este libro. Las conuersaciones con Gracias a la amabilidad del personal de la biblioteca del
A ugusto Roa Bastos y Rubén Barreiro Saguíer me ayuda- . Instituto Iberoam ericano (B erlín) he podido dar con v a-
r o1; a familiarizarme mínirnmnente con el universo cul- "". l·ios textos de escasa circulación. En la última fase, el in -
tural paraguayo. Sin Gordon Whíttalwr (Münster), fino
24 Martí n Lienllard

terés demostrado por ]ürgen Golte y Carlos l. Degrego-


l"Í, del Instituto de Estudios Peruanos (Lima) fue un
poderoso estímulo para daz; fin, después de ai1os de es-
fuerzo, al manuscrito. Las recientes conversaciones con
Ru.th Moya, ] ulio Pazos y Segundo Moreno, en Ecuador,
me sugirieron todauía, al preparar el nzanuscrito para
la imprenta, algunas modificaciones. A todos ellos, sin PRLVI:ERA PARTE:
exclusividad, pero también a los autores de n zuchos es-
tudios decisíuos que se mencionan en el texto, van mis PLANTEAI\IIENTOS GENERALES
agradecimientos sinceros. Este trabajo, creo, tiene un
carácter •colectivo".
Sin la comprensíó11 y el carizío de mi compaiiera Bea-
,triz y mi hija Marina (Oantu), ' este texto, desde luego,
nunca hubiera llegado a existir.

Ginebra-Berlín·Gtittingen-Caracas, 1985-1989
' CPÁPITULO I
LA IRRUPCIÓN DE LA ES~RITURA
EN EL ESCENARIO AMERICANO
El ~~descubrimiento~~ y el feti~hismo de la escritura
~-

' ¡·

La in-upción de los europeos en el. continente que


luego se iba a bautizar con el sonoro nombre de .. Amé-
rica", iniciada en el año 1492, significó para las socie-
dades autóctonas un trauma [2 . 11 Leóp.. Portilla 1959}
profundo, difícil de imaginar desde fuera y a siglos de
1
distancia: un trastorno radical de su vida sedal, políti-
ca, económica y cultural.
No fue necesariamente, en los primeros momentos, la
imposición de un nuevo poder político lá que causaría la
mayor extrañeza entre los indígenas : usur pando un po-
der estatal ya constituido (Mesoamérica, área andina), o
manipulando a su favor exclusivo un sistema de parentes-
co tradicional (área tupí -guaraní), los españoles y los por-
..'J tugueSJes no hicierqn sino repetir anteriores usurpacio-
nes y manipulaciones,· cometidas por grupos expansionis-
tas autóctonos (toltecas, aztecas, incas, tupís, guara-
níes ... ) contra otros grupos y sociedades del continente.
Ningún precedente tenía, en· cambio, una innovación
rnayor impuesta por los europeos en la esfera de 1~ co-
rnunicación y de la cultura: la valoración extrema, sin
:i..
antecedente ni en las sociedades autóctonas más uletra-
,.,!,
,'.\ das" (Mesoamérica), de la notación o transcripción grá-
fica -alfabética- del discurso, especialmente del discurso
del poder. Valoración que se halla exhaustiva y brillante-
mente ficcionalizada en 11 nome della rosa de Umberto Eco
(1/ 1981], novela .. policíaca· acerca de las misteriosas in-
trigas protagonizadas por los monjes copistas y grafóma-
nos de un monasterio benedictino del siglo xrv en el norte
de Italia. La atribución de poderes poco menos que má-
·,\ ··.· .·
: :t
.1.

Martín Lienhard La voz y su huella 29

:· r
1
·:· ;.··.··

··• gkos a la escritura permite hablar, en un sentido estricto, %:= poses10n territorial en nombr e de los reyes (católicos) y
de s:1 fetichización. el cristianismo ; en segundo lugar, autentificar y atesti-
Los primeros actos de los conquistadores en las tierras guar el papel -metáfora característica de una sociedad
. apenas udescubiertas .., en efecto, subrayan el prestigio grafocéntrica- decisivo que Colón desempeñó en ella. En
• .· y el poder que aureola, a los ojos de los europeos, la es- términos más abstractos, la escritura corresponde a la vez
critura. a una práctica político-religiosa (la toma de posesión con

¡"'
Ya antes de' pisar el suelo por conquistar, los europeos, vistas a su evangelización) y a otra jurídica o notarial
· a su modo de ver debidamente amparados en una autori- .
. (dar fe de las responsabilidades individuales implicadas).
zación escrita (la capitulación extendida por el rey -o Acerquémonos primero a la escritura en tanto que prác-
los reyes- católicos), estiman detener el derecho inobje-
table .de ocupar las tie¡,_·as evocadas en el «título" real. '
Can otro documento, redactado in situ, inmediatamente
l .
tica político-religiosa. Como se ha podido constatar, la
conquista o toma de p osesión no se apoya, des de la p ers-
pectiva de sus actores, en la superioridad político-militar
.
después del desembarque, se confirma luego la toma de
posesión europe;. Ilustra este procedimiento un apunte f de los europeos, sino en el prestig io y la eficacia casi
mágica que ellos a tribuyen a la escritura.
del Almiran te Colón, redactado el propio día del .. des- La función primera que se encarga al documento es-
cubrimento~ de la primera isla caribeña (11/10/ 1492): crito, en efecto, no es la de constatar la toma de posesión,
sino, para adoptar un concepto del lingüística J. L. Austin
El Almirante llamó a los d os capitanes y a los de- (1 / 1970], la de performarla. Ahora, la capacidad perfor-
más que saltaron en tierra, y a Rodrigo d'Escobedo, mativa de un enunciado depende menos de sus caracteris-
escrivano de toda el armada, y a Rodrigo Sánches ticas propias que de la •existencia de una suerte de cere-
de Segovia, y dixo que diesen por f é y testimonio monial social que atribuye a tal fórmula, empleada por
cómo él por ante todos tomava, y cómo de hecho tal persona en tales circunstancias, un valor particular•
tomó, possessión de la dicha isla por el Rey y por (1 / Ducrot!Todorov 1972: 429]. Sancionado efectiva men-
la Reina sus señores, haziendo las protesta9íones que te por una puesta en essena determinada, el acto escrip-
se requirían, como más largo se contiene en los tes- tural deriva aquí su eficacia del prestigio que aureola su
timonios que allí se hicieron por escripto (5 . 11 Co· origen. A los ojos de los conquistadores, la escri tura sim-
Ión 14f)2/1982 :30). boliza, actualiza o evoca - en el sentído mágico primitivo-
la autoridad de los reyes espat1o1es, legitimada por los
operac10n escriptural descrita por el Almirante, privilegios que les concedió, a raíz de la reconquista
. era manifestación en América de lo que llamaremos cristia na de la península ibérica, el p oder papal. A su
•fetichismo de la escritura~ , merece un comentario. vez, la institución romana, heredera autopr oclamada del
documento encargado al escribano Rodrigo d'Esco- legado cristiano, se considera depositária de la que fue,
.· parece que debe curriplir dos funciones principales: en la Europa medieva L la Escritura por excelencia: la
· ·lugar, •re~lizarw, ideológicamente, una toma de Biblia. El poder -o capaci dad perfor mativa- que Colón
30 Marti11 Lienhard
Le! voz y su huella 31
y sus compañeros ven encarnado en el texto escrito re-
sulta, en última instancia, un poder ideológico afianzado Castilla que entonces eran D. Fernando y Doña
en la concepción occidental etnocentrista del valor univer- Isabel, de gloriosa memoria. y a sus sucesores nues-
sal de las Sagradas1Escrituras judea-cristianas. tros Señores, con .todo lo que en ellas hay, según se
A partir de 15.13, un texto único, concebido especial- ~ contiene en ciertas escrituras. que sobre ello pasa-
. '
ron ( ... ] (ibid.]
mente para este objetivo, .. realizará .. las tomas de pose-
sión territorial de los españoles en América : el requeri-
miento. Resulta legítimo subrayar que las realiza (perfor- El texto escrito, legitimado a su vez por otras •escri-
ma), porque la formulación del documento, autoritaria en turas•, expresa en última instancia la voluntad divina.
un grado sumo, no admite réplica ni diálogo: Nótese que tal voluntad ·adquiere un cariz más político
que teológico en la medida en que se privilegia, a expen-
Por ende, como mejor puedo, vos ruego y requiero, sas del -no mencionado- fundador de la religión uni-
que [ ... ) recol\ozcais a la Iglesia por Superiora del versaL Jesucristo, a su discípulo San Pedro: el hombre
Universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado papa que instauró, según la tradición católica, el aparato po-
en su nombre y a su Maj estad en su lugar, como su- _lítico-administrativo del cristianismo, el papado.
perior y señor rey de las Islas y Tierrafirme ( ... ] . El requerimiento expresa sin ambages la función pfSl-
Sí no lo hiciéredes [ . .. ), certificoos que con el ayu- litico-religiosa que se otorgó, en los momentos inaugu-
da de Dios yo entraré poderosamente contra voso- rales de la conquista de América, al discurso escrito; fun-
tros [ .. . ) , y vos sujetaré al yugo y obediencia de ción que tenía en mente Antonio Nebrija cuando publi-
la Iglesia y de su Majestad ( ... ] (2 .1/ Cogolludo có, precisamente en 1492, su Gramática de la lengua caS-
1688/1954-1955, t. I , t. II: cap. 4) . tellana [11 1980) . En la conquista de los kbárbaros .., dice
el humanista, un idioma definitivamente codificado por
Independientemente del consentimiento de los autócto- y para la escritura permite imponer •las leies quel ven-
nos, la conquista se realiza a través del simple acto de cedor pone al vencido• (pr6logo) .
enunciar el texto del requerimiento. Para justificar la ma- E1 uso jurídico o •testimonial.. de la escritura, segun-
nifestación de tamaña autoridad, el documento subraya su da función perceptible en la operación escriptural que
genealogía nada menos que divina. Después de dejar el Almirante encargó al escribano Rodrigo d'Escobedo,
sentado que .. Dios nuestro señor Uno y Eterno .. encargó se apoya a . su vez en una tradición europea bien arraiga-
el gobierno de toda la humanidad a San Pedro y sus su- da. En una cultura oral o predominantemente oral, la me-
cesores, los pontífices o papas, prosigue: moria colectiva da fe de los comportamientos pasados
de los individuos. J;)esde la Edad Media, con el presti-
Uno d e los pontifices pasados, que he dicho, como gio creciente de la escritura y el desarrollo de un verda-
Señor del mundo, hizo donación de estas Islas y Tie- dero ,.fetichismo de la escritura .. , el testimonio oral deja
rrafirme del Mar Océano, a los católicos reyes de de tener valor, a menos de aparecer consignado en el
papel y certificado por un notario. Para mostrar el ca-
' Mru·tin !:!! n1wrd La voz y su huella 33

'Í'
rácter
,. absurdo de este prívilegi® concedido a la es :ritu- wsi en aquella tierra había caribes~ ; l a respuesta positi-
i-a. el escritor Jean Genet solía decir. cuando se le r epro- va, inmediatamente transcrita, uera título que los espa-
<:;haba la ruptura de un ·contrato que él había flrnndo: ñoles tomaban para captivar y hacer las gentes libres
•Vous avez eu ma sígnatu.re. pas ma parole" (les Ji mi esclavos ...
firma, no mi palabra) (1/ Ben Jalloun 1Q86) . En resumidas cuentas, la operación· escriptural del
En la hi storia de la conquista de América, la vertiente ~1110!1492, la primera que se realiza en América a par-
jurídica del .. fetichismo de la .e scritura .. se m a nífesta~á en tir del alfabeto, se puede consi.derar como el grado cero
el upapel~ siempre decisivo del esc:ribano. Presente ~l to- de la escritura - al estilo occidental- en el continente;
dos los momentos cruciales de la penetración europea., en '·· un grado cero que carga, sin embargo, con todo el peso
todos los ~onflictos entre conquistadores y conquistados o de su pasado europeo: la vinculación con los poderes
e~tre los propios conquistadores, este personaje desem· político y espirituaL Rodrigo d'Escobedo prefigura, de
peñará 1~ función de preservar, por medio de la escrihl~ modo algo reductivo, a los primeros <~ CS(: ritores .. colo-
ra, el control metropoli tano sobre las em presas coloniza- niales : auxiliares del pod(;!r más que literatos autóno-
doras. Como •e. lee, por ejemplo, en el informe de Pero mos, productores de un discurso politice-religioso más
Hernández [4 . 1/ 1971) sobre .la copquista de Paraguay, que creadores de discursos ficcionales o especulativos.
él escribano asistió a los dcba.tes acerca de si se justifica- El uso de la escri tura para fines científicos, especulati-
ba o no una acción bélíca contra Los . indios recalcit_ran- vos o literarios .. autónomos... antes de 1500 restringi-
tes.
,... QjQ y . memoria
. .. del rey, él consignaba para la auto- do en las propias metrópolis coloniales (España. Por-
rig~d real ·y para 1~ posterid_ a d las accione3 "buenas .. o tugal), no se iba a desarrollar sino varios decenios más
"m;;tlas• de los conquistadores . L0s documentos qu e ela- tarde, bajo el impacto de las ideas renacentistas. Toda--
boraba en tales circunstancias alcanzaban, como lo mues- vía en 1605, por ejemplo, Cervantes, en el prólogo al
tra el. mismo informe de Hernández, tin valor máximo a Ou.ijote, se burlará de sus contemporáneos que tratan de
lbs ojos de los propios . dirigentes de la expedición: al conservar, en sus libros de ficción "auténoma". la cau-
escindirse ésta en dos grupos rivales (Irala/ Cabeza de . ción de la tradición filosófi co-teológica: estos libros
Vaca) , cada uno luchó por la posesión de los documentos -escribe- atan llenos de ·sentencias de Aristóteles, de
notariales [ibid.: cap. LXXIV) . El que llegaba a adueñar- Platón· y de toda la caterva de filósofos, que admiran a
se de los documentos comprometedores:, en efecto, libre los leyentes y tienen a sus autores por hombres leídos,
de ?lanípular la l'l.istoria a su antojo, se pondría a salvo de eruditos y elocuentes . j Pues qué, cuando citan la Divi-
las acusaciones que ellos podían conten er. na Es,critura In [1/ Cervantes 1985: 13). , '
La escritura volvía también imborrables ciertas respues- .M ientras tanto, la. Corona tratará de preservar al
t<;ts que los indios, ignorando las consecuencias, daban a máximo el privilegio de la escritura ortodoxa o "canóni-
algún escribano europeo. Así, en el Caribe, como lo de- ca"; para no destnür «el autoridad . y crédito de la Sa-
I)unció el Padre de Las Casas [2. 11 M endíeta 1596/1 980 : grada Escritura y otros libros de Doctores•, como dice
L I. cap. 9) , los españoles solían preguntar a los indios una carta real de 1543 [2 . 11 García Genaro 1982: 439-
.. ,:..
34 Martin Lienhard La voz y su huella 35

440], se prohibirán repetidas veces, en efecto, la impor- Por otra parte, el poder inicialmente simbólico de la
tación y difusión, en América, de libros de ficción. escritura «Sacralizada .. se convierte en una realidad apa-
Ahora bien, la fetichización de la escritura por parte rentemente tnn gíble a partir del momento en que, gra-
de los europeos no 'tenía por qué repercutir directamen- cias a la superioridad político-miiitar de los europeos,
te, a primera vista, en sus relaciones con los autóctonos, se afianzan los mecanismos complejos de la dominación
poco preparados por sus tradiciones culturales, salvo qui- coloniaL Si la inicial toma de posesión territorial por
¡
zás en Mesoaméríca, a comprender tal obsesión por la medio de la escrítura, acto simbólico si no bluft, no. hace l.
transcripción gráfica del discurso. Dos factores, sin em- sino indicar una voluntad, no se podría ya decir lo mis-
bargo, se combinarían para favorecer, entre los. indíge- mo, u na vez establecido el aparato burocrático, de la
nas, una innegable fascinación por la escritura europea, repartición por decreto de "títulos .. o umercedes .. , para
fascinación que agilizaría la !'estructuración europea de no a ludir a las condenas formuladas por escrito: el po-
la esfera de la comunicación en América. Por una parte, der garan liza, en este caso, la aplicación de Jo que esti-
el prestigio que adhería, a los ojos de los conquistado- pula la escritura. Los autóctonos, despoj ados ulegalmen-
res, la palabra escrita, no dejó indiferentes a los indios. ten (por la escritura) de sus tierras, sometidos a juicios
Así, por lo menos, parece explicarse la relativa -aunque por su .. idolatría••, no pudieron ignorar por mucho tiem-
no siempre confirmada- eficacia de la práctica del re- po el aparente poder -un poder d elegado- de la escri-
querimiento, lectura en voz alta del documento que se tura administrativa, diplomática o judicial. A v eces lle-
acaba de reseilar. Absurda en términos de comunicación garon, sin duda, a sobrevalorarlo, a atribuirle una efi-
- los autóctonos no reciben el mensaje contenido en el cacia poco menos que mágica.
texto [3. 21 Harrison 1982: 65-67]-, la ficción de la La cultura gráfica europea suplantará, en términos de
presencia de un lejano poder udívino" d ebe de haber dominación, la predominantemente oral de los indios, sin
;hl·ado a veces como acto de una magia superior Y des- que éstos - en su inmensa mayoría- tengan acceso a la
primera. La restructuración europea de la esfera de la
conocida. Esta hipótesis va acreditada por una obse~a­
comunicación americana desemboca, pues, en la exclu-
dón del I nca e histmiador Titu Cusi Yupanqui. Según
sión de la mayoría respecto a un sistema (la escritura al~
éL los indios andinos se sorprendieron viendo a los es-
fabétic2.) que se impone como único medio de comunica-
pañoles ná solas hablar en paños blancos", es decir, leer ción oficial. Al interiorizar, a partir de su propia per-
en sus papeles. Pero más· que nada, los dej ó estupefac- cepción, el .,fetichismo de la escritura .. introducido por
tos el hecho de que los españoles s~ mostrman capaces los eul'opeos, los au tóctonos se convertirán en sus vícti-
de {jnonbrar a algunos de nosotros por nuestros nonbres mas: los europeos, po r lo generaL podrán manipular la
syn se lo dezir .naidie" (3. 11 Yu pan~:rui 1570/1985: 4): comunicación escrita a su antojo. En los no muy numero~
ellos percibieron como facultad mágica la capacidad que sos aL~tores indígenas que surgen en los decenios conse-
tenían los europeos -.de identífícax a algunos de ellos a cutivos al primer contacto, se 1;10ta el impacto de ese
partir de su documentación descriptiva ya realizada. núcleo ideológico : confiados en el poder del discurso
i
Martín Lie11lzard ~1 ..
La voz y su huella
.(.
"· 37
escrito, unos indios nobles como el apenas mencionad.o
Titu Cusi, Guamap Poma o los dignatarios mesoamen-
. ca sociat deja de ser, en rigor, la que fue: cortar árboles
f1
canos autores de títulos genealógicos y de cartas reivin- para construir una canoa o una casa y cortar la mayor
dicativas, parecen atribuir al mensaje escrito una efica-
cia intrínseca, independiente del aparato político que la
... .

.
cantidad posible de árboles para la exportación resultan,
a pesar de incluir una operación nidéntíca .. , dos prácticas
sociales distintas.
sustenta.
f .
.
La imposición de la escritura europea en tanto que
* vehículo oficial, exclusivo, de la comunicación político-
Escritura y p_9der 1 diplomática, determina, como la imposición del hacha de
hierro para cortar árboles, no tanto un cambio técnico
Estas afirmaciones suscitan un núcleo de preguntas en
en la operación tradicional, sino la aparición de una
torno. a las relaciones entre poder y escritura que no po-
nueva práctica. Para bien entender este cambio, debe-
demos ya escamotear. ¿En qué medida es lid to atribuir
mos inten-ogarnos primero, aunque sea sucintamente,
a una innovación <~técnica .. en la esfera de la comunica-
acerca de la naturaleza de los sistemas de notación au-
ción -la imposición de la escritura europea como vehícu-
tóctonos y de las prácticas que ellos auspiciaban.
lo oficial- un papel relevante en la pro ducción del trau-
ma de la conquista? ¿En qué se distingue, ~políticamen­ ;~ ·.·
.
.
.
Todas las sociedades autóctonas conocidas elaboraron,
antes de la irrupción de los europeos, algún sistema gril·
te" el sistema alfabético de notación de los sistemas .

au~óctonos, gráfi cos o no ? ¿ Podría afirmarse, finalmen-


' .

1.. fíco o de notación que correspondiera a sus necesidades


te, que existe una relación entre el instrumento de la es- concretas. Ellas no fueron, contrariamente a lo que in·
critura al estilo europeo y el expansíonismo occidental? .~l,·> sinuaran a través de sendas an écdotas Garcila so o, en
fechas más recientes, Lévi-Strauss, sociedades "sin escri-
La escritura, cualquiera que ella fuese, es una herra-
1
.\.~~ ;.
>

mienta al servicio de la comunidad que la crea o adap- tura ... Según Garcilaso [3. 11 160911959: IX, 29), un es-
pañol encargó a dos indios analfabetos el transporte de

l
ta, y no tiene como tal ningún poder real. Ahora, para
perfeccionar determi nadas operaciones, ciertas h erra- '. i ocho melones. Para evitar que ellos comieran parte en
mientas resultan más efí caces que otra s. Con los mache- el viaje, les hizo creer que la carta pata el destinatario
les o las hachas recibidos de los portugueses, por ejem- (en que constaba el número de los melones) los iba a
plo, los indios brasilei1os podrán aumentar en una . pro-
'1¡
~~
.
·_.,
..~.·-··... ;:·~;:
· vigilar en el camino. Los indios, p ues, la escondían
porción inimaginable su producción d e pau de Bms1l . .. ;llf cada vez que les entraron ganas de comerse un a· de las

.,,,1
destinada no ya a la fabricación de canoas o de otros en- frutas, quedando luego estupefactos cuando el destina ta·
seres domésticos, sino a la exportación -impulsada Y con- rio, al leer la carta, les reprochó el robo cometido. Anéc-
trolada por los colonos portugueses- hacia Europa. Si ~·
-~: -·
dota inverosímil : en el país de los h.ipu, instrumentos
el instrumento de hierro se muestra, efecti vamente, más perfeccionados para la conservaci ón de datos numéricos,
?P:-. los indios podía n perfecta mente imaginarse la capacidad

1
eficaz para cortar grandes cantidades de árbo les, la
ración del corte, realizada en el contexto de otra practl- delatora de un escrito. Tampoco convence del todo la in -
terpretación que ofrece Lévi-Strauss (1/ 1955: cap~ 28]
38 Martín Lienhard La voz y su huella
39

de s~ famosa ule9on d'écriture .. : si el jefe nambihwara grandes estados prehispánicos de l\1esoamérica y el área
imita la escritura europea para sugerir a sus compañe- andina . Si éstos son, sin duda, los que se aproximan
ros su relación privilegiada con el huésped occidental más, por su función si no en su aspecto, a la escritura
(Lévi-Strauss), ést9s no pú'eden desconocer totalmente europea, son también los que permiten la confrontación
las funciones del grafísmo. analítica más fecunda con el sistema gráfico europeo.
Poco operativa, en el otro extremo, nos · paree~ la Más precisamente, centraremos nuestra reflexión en
concepción de una uarchí-escritura.. formulada por el los dos sistemas de notación más - y mejor- conocidos, el
ugramatólogo .. Derrida (1 / 1967]: al incluir en ella, des- ~e los kipu andinos y el de los glífos mesoamericanos.
cartando el criterio d e la notación, aún las operaciones
de clasificación puramente mentales, por lo que se d es- Kipu
vanece la posibilidad de distinguir las diferentes aescri-
turas". Un excelente punto de partida, en cambio, lo cons- Los kipu an.dinos son unos artefactos confeccionados
tituye una definición del recién fallecido etnolingüista a partir de una serie más o menos larga de hilos de co-
italiano Cardona (1 / 1981: 27): ~un sistema gráfico lor que se anudan verticalmente- en una cinta horizon-
será, pues, cada conjunto (finito y numerable) de signos tal. A menudo descrito someramente por los cronistas
en el cual se asocian, a los elementos gráficos, significa- coloniales, su funcionamiento, estudiado especialmente
dos distintos y explicitables por la comunidad.~ Si rela- por Marcia y Robert Ascher [3. 21 1982L no queda to-
tivizamos la noción de .. finito y numerable• {podría davía definitivamente esclareCido. Para nuestras limita-
haber sistemas ••abiertos ..), y si sustituimos "s ensible~ a das necesidades, nos basaremos esencialmente en la in-
ugráfiCO•• (el Jdpu andino incluye signos táctiles), ten- terpretación de un ldpu estatal que los señores de Ha-
dremos un concepto de la escritura despojado de toda re- tun-Xauxa presentaron en 1561 ante la Audiencia de
ferencia a los sistemas fonográficos clásicos. Lima (3 .2/ Murra 1975 : 243-254). En cada ·uno de los
La apariencia y la función social de las escrituras pre- hilos V€1'tÍcaJes paralelos Se pueden uinscribir», por un
colombinas varía según las tradiciones culturales de la sistema de nudos, uno o varios signos numéricos. Si la
comunidad, su tamaño, su diferenciación interna, su tipo posición del hilo en el eje horizontal, quizás junto con el
de vida. De las pinturas corpóreas, los petroglifos y el color, indica la categoría a la cual se refiere el número
lenguaje de los tambores (indios caribeiios y amazóni- inscrito, l a posición del signo en el eje vertical denota
cos) hasta los códices mayas, pasando por los p aliares, una sucesión temporaL La lectura delld pu supone la per-
los k ipu o la udecoraciónu simbólica de vasijas y tejidos cepción simultánea de un signo numérico, de su posición
(área andina), las soluciones adoptadas cubren un vasto en los ej es horizontal y vettica1, y de un color, operación
abanico de opciones semióticas. facilitada por la ayuda mutua que se prestan el tacto
De todos estos sistemas de notación, muchos de ellos (nudos) Y la vista (color, p osición) . Cada signo ucompues-
poco conocidos o estudiados, nos interesan aquí priori- to .. responde por lo menos a tres preguntas : ¿cuantas uni-
tariamente los que fueron elaborados en el marco de los dades (decenas, etc.) de qué categoría en qué momento •
La voz y su huella 11
Martín I.ienhard
40
gos (posición en el eje horizontat colores), la in terpre-
de la suceslOn temporal? Nótese la aparent~ ausencia tación del .. texto", en . este caso, puede resultar uní voca.
del predicato: el ~lector .. , sin duda, lo deducla del e~~- Empleado en el marco de la producción ·o la reproduc-
.. · debió de presentar mayores dlfl- ción de un discurso histórico, en cambio, el k ipu no
texto. La operac10n no . . . .
cultades, puesto que, como lo afirma el hlstonador Jesu:- . parece auspiciar una lectura unívoca. Su uso en este cam-
ta Acosta [3 .1/ 1590/1954 : Libro VI, ~P· 8), .. p~ra dl- po, sin embargo, queda bien atestiguado. Muchas cróni-
, eros como de guerra de gobierno, de tnbutos, cas, especialmente la que se conoce bajo el nombre dé
versos gen , , .
de ceremonias, de tierras, había diversos qutpos•. "Relación de los quipucamayos.. (Collapiña 1.542-1608/
1974], subrayan que los depositarios de la memoria his-
tórica oficial no fueron otros que los hipuiwmayoq, los
eje de las categorías
7
funcionarios . responsables del cómputo. Para recitar el
2 3 4 5 6
1 discurso de la historia o las genealogías, ellos se servían,
• • • • como se lee en muchos informes coloniales, de su arte-
eje de la I
• • • • facto. ¿ Oué tipo de in formación contenían los kipu his-
sucesión II
• * · signos numéricos (*) tóricos? N a da prueba· que almacenaran otros datos que
temporal III
los mencionados, aunque el propio Acosta, con su intui-
Una lectura corrida del hipu se puede realíz~r, teórica~ ción de "semiólogo.., comparara las potencialidades del
mente en dos direcciones : horizontal o vertlc.al. En e ¡
hipu con las del al_fabeto:
.;! "

. , 1 1 t . se en"era de cuántas umdades de


pnmer caso, e ec or ~
. . . había diversos quipos o ramales, y en cada ma-
cada categoría (existen, hacen o sufren algo) en el ~omen-
n ojo de es~os ñudos y ñudicos y hilillos atados, unos
to elegido; en el segundo, el lector puede e~a! uar la
'
colorados, otros verdes, otros azules, otros blancos,
evolución cuantitativa, por etapas, de la categorw que le .!··
y finalmente tantas diferencias, que así como noso-
interesa. tros de veinte y cuatro letras, guisándolas en dife-
. d -ende de estas obser-
El sistema del hzpu, como se espr . . P rentes maneras, sacamos tanta infinidad de vocablos,
vaciones, permite dos usos relativam~nte dls:m:os. ~ or así como éstos de sus üudos y colores sacaban in-
un lado, y todos los cronistas colomales comclde~ en numerables significaciones de cosas [v. supra).
· t'l ara el gob1erno
ello sirve para almacenar d atos u 1 es P , . 1 ,

y la, administración del Estado. Tales d~to~ :odlan. flgu-


_, ..
Siel sistema de los ldpu permite almacenar, como tam-
rar en la mayor1a e
. d los rubros que mdlca la cita d e
. . . 1 bién - en la óptica de Acosta- l~s sistem~s gráficos chino
hierno tributos ceremomas, tterras, , y mexicano, "innumerables significaciones de cosas", no
A costa (guerra , go v , , • • •

a los cuales cabe agregar, siguiendo al m¡smo htstona- es capaz, en cambio, de reproducir .. vocablos ... Esto sig-
dor las ..historias", las .. leyess y las <~Cltentas ~le nego- nifica, teniendo en cuenta el fonocentrismo de Acosta, que
,· , l'b 'd ) s·l bl·en la l ectura de los datos de tlpo esta- las informaciones almacenadas en el kipu no son de natu-
·. clO
· S» 1 I · • · . · · ¿ algunos co-¿·1·
. dístico exige el conoclmlento prevlo e
42 Martin Lienltard ; La tiOZ y su huella
43.

raleza lingüística. El hipu podría aumentar al infinito las teces Y otros pueblos mesoamericanos, las consideraremos
categorías (significaciones) abarcadas, sin que por ello aqu í, teniendo en ct~'(mta ante todo su función social, como
llegai·a a fijar un discurso verbal. Todo indica, como lo variantes de un sistema único. El aspecto visual de la
subrayan Scharlau/Münzel [1/ 1986: 80-90], que este ins- escritura mesoamericana (signos gráficos dispuestos se-
trumento andino no desempeña en el contexto de la ~~his­ gún diferentes patrones geométricos), su npuesta en es-
toriografía, sino un papel de au'x iliar mnemotécnico alta- cena .. má s corriente (libros-biombos de papel amate), la
·mente sofisticado. Corrobora esta aserción el hecho de que colocación de estos ••libros.. en ..b ibliotecas", parecen
la tradición histórica oral recopilada por los españoles aproximar la cultura gráfica mesoamericana a la euro-
con la ayuda de los kipukamayoq muestre una relativa pea. Aún el modo de significar de la escritura mesoame-
coincidencia en cuanto a los hechos escuetos (por ejemplo, ricana (combinación de pictogramas, de ideogramas de
qué Inca, después de qué otro Inca, conquistó qué terri- fonogramas), 'podría r ecordar ciertas escrituras .. occiden-
torio), pero una enorme diversidad en su exposición na- tales .. muy antiguas, como la egipcia. ¿ Las culturas me-
rrativa, su perspectiva, su ornamentación. Los primeros, soamericanas, culturas del libro al estilo europeo u orien-
obviamente, se leen directamente en el kipu, mientras que tal? Muchos cronistas e historiadores no dudan en afir-
las últimas dependen en mayor o menor grado de la usub- marlo. En la .. sumaria relación de la h istoria de esta
jetividad literaria» del historiador. Nueva España .. , el historiador mexicano Fernando de
En resumen, el kipu resulta un sistema semiótico desti- Al va Ixtlilxóchitl escribe : •
nado a asegurar, en todos sus niveles, la administración
del Estado, y a facilitar, como auxiliar mnemotécnico, la .. . tenían por cada género sus escritores: · unos
producción de un discurso histórico-genealógico. La con- que trataban de. los anales, poniendo pol' su
tribución de la memoria oral, poco importante en el us_o orden las cosas que acontecían en cada up año, con
administrativo, se revela decisiva en el uso .. historiográ- día, mes y hora; otros tenían a su cargo las genealo-
fico .. del kipu. El sistema andino de comunicación (en el gías y descendencias de los reyes y señores y perso-
~ual el kipu ocupa un lugar privilegiado) , podría, pues, nas de linaje, asentando por cuenta y razón los que
ser caracterizado como .. predominantemente oral .. -con- naciati y borraban los, que morían, con la misma
cepto que desarrollaremos después de presentar el sistema cuenta. Unos tenían cuidado de las pinturas de los
de las escrituras mesoamericanas. términos, límites y mojoneras de las ciudades;- pro-
vincias, pueblos y lugares, y de las suertes y repar-
timientos de las tierras, cuyas eran y a quién perte-
Glifos
y
necían. Otros, de los libros de las leyes, ritos cere-
Pese a las notorias diferencias que, existen entre las monias que usaban en su infidelidad; y los sacerdo-
tes, de los templos, de sus ídola trias y· modo de doc- ·
escrituras elaboradas por los mayas, los aztecas, los mix-
,..

44 Mcu·tin Lienlwrd
La voz y su huella
45
trina idoÍátríca y de las fiestas .de sus falsos dioses '.
Con los cantos, pues, no con las pinturas, se observan
y calendarios. Y finalmente, los filósofos Y s~bios
(conservan) tanto las. ciencias como las historias. Los
que tenían entre ellos, estaba a su cargo el pmtar.
cantos -que no conviene imaginarse en un sentido dema~
todas las ciencias que sabían y alcanzaban, Y ense-
siado literal- son el instrumento de que se sirve la me-
ñar de ·memoria todos los cantos que observaban
moria oral tanto para almacenar como para reproducir
sus ciencias e historias (2.1/ Ixtlílxóchitl ¿ 1625?/
los discursos. Y a discursos, no a listas, se referían los
1975: I, 527; el subrayado es nuestro].
conceptos de «ciencias .. y de «historias ... En definitiva : los
Destinada a suscitar en el lector ~renacentista~ asocia- libros mexicanos, como los kipus andinos, resultan prác-
ciones con las prestigiosas metrópolis intelectuales de la ticamente autosuficientes como memoria político-adminis-
antigüedad greco-latina (Alejandría), esta evocación de trativa Y cosmográfica, pero no pasan de ser auxiliares
la cultura líbresca en Texcoco tiene el mérito de ofrecer mnemotécnicos para la conservación-reproducción de dis-
un cuadro sintético de las categorías de .. libros ~ que se cursos verbales. La memoria oral, en este caso, sigue sien-
manejaban en el México prehíspánico. Un examen rápi- do decisiva: ella debe suplir la ausencia de los elemep -
do del fragmento revela que éstas, en buena parte, se ase- tos lingüísticos que la escritura deja de fijar. Al analizar
mejan -cuando no. coinciden con ellos- a los rubros qu~ alguno de los códices coloniales realizados al modo anti-
se consignaban en los ldpu andinos: historia, guerra, h"l· guo, pero ya provistos de una transcripción alfabética del
butos, gobiernos, tierras, cuentas de negocios, ceremonias, discurso subyacente, como el llamado «Códice Aubin ..
leyes: Rubros que no suponen necesariamente _una expo· [¿ 1608?/1902], el observador constata que el texto en es-
sición discursiva, sino que pueden alojarse en Izstas, como critura mexicana no suministra, en general, sino los sig-
. eJ· emnlo al contrario de la narración histórica, los nos del año, del personaje (individual o colectivo) que rea-
p Or • ' 1 lizó o sufrió algo, o de la naturaleza del suceso imperso-
anales. La excepción más notable, en este contexto, es a
•tciencia .., sin duda un discurso difícil de · reducir a una nal (catástrofe, etc.) que caracterizó el mismo lapso de
lista. Los .. filósofosn, dueños de las uciencias ... tenía_n _a tiempo. El texto náhuat1 en transcripción alfabética, en
su cargo la .. pintura .. de sus conocimientos en las disci- cambio, proporciona en primer lugar las oraciones com-
plinas ftfilosóficas n, pero también la enseñanza de .los ~~~an­ pletas que corresponden a los signos glífícos. Por otra
tes,. con que se •observaban,. sus •ciencias .. e "h.Istonas» . parte, agrega a menudo elementos nuevos ,que no se ha-
· Q ué serían estos cantos ? Un poco antes, en el m1smo tex- llan de ningún modo ínsc;l'itos en la grafí?t ~exícana: dis-
:o Ixtlilxóchitl ya se habia referido a ellos: u • • • h e con- cursos directos pronunciados por algún personaj e, escla-
s~uído mi deseo con mucho trabajo, peregri~aci~n Y recimientos varios y aún, como lo puntualizó Garibav
suma diligencia en juntar las pinturas de las h1sto-:1as Y [2.2/ 1983 : 120] , •sagas .. enteras:
anales, y los cantos con que las observaban [op, c1t. : I,
5 25] .
46 Martin Lienlzard La voz y su huella 41

La oralidad predominante

Los hipu andi nos y las escrituras mesoamericanas no


son los únicos sistemas de conservación, de presenta-
Nicim poliuhql.l é!- CaHiy ción, de ~<encuadramiento .. de datos que se manejaron en
~ las áreas respectivas. En el área andina, por ejemplo, se
·., e> ¿ o o . manyan tlaca Hatlatzinca
conocen además del hipu varios sistemas gráficos: en la
1
00 ¡-,o o ompaqui cocolízcuitigue costa del Pacífico, unos pallares ideográficos servían

¡) ~
itoéa para la transmisión de mensajes u órdenes (3. 2/ Larco
l
in Al!ayacavin

. t l i ltue ~ pal 1a
Hoyle 1942); los signos inscritos en los cuadrados, dis-
puestos al modo de un ajedrez, de las túnicas incaicas,
1 quime tt.hui t ea xi-quipilco
presentaban una información de tipo cosmológico-re-
~ñ6 - ll. -
11
. . i't>c:.h'rti. ythan. ligiosa (3.2/ Jara 1975]; un cuadro del templo cus-

J
qtteño del Sol, reproducido por el cronista Pachacuti
Yamqui, sintetizaba la imagen inca de la sociedad y del
[ Acaecieron desgracias á los Matlatzincas; pero allí mundo (3.2/ Vallée. 1982). Ninguna de _estas prácticas
Eué herido Axayacatl por un guerrero llamado Tlil- gráficas, sin embargo, nos obliga a modificar las con-
cuespaltzin, que lo asaltó y le hirió en la pierna. clusiones que sacaremos del análisis de los dos sistemas
de notación mayores, lúpu andino y glifo mesoamericano.
Con la relativa excepción de la incipiente escritura fo-
La sofistíficación del sistema gráfico mexicano (posi-
biiidad de trm1scribir fonéticamente siquiera topónimos nética de los mayas, todos estos sistemas tienden no a
o nombres propios) no significa, pues, que el sistema glo- transcribir di scursos verbales, sino a plasmar el mundo
bal de comunicación ver bal ·deje de ser predominante- cósmico, natural y social en cuadros o listas. No previs-
mente oral. Creemos que esta afirmación se aplica tam- tos contrariamente al alfabeto, para fomentar una prác-
bién al área maya, pese al mayor desarro11o fonográfico tica escriptural discursiva, ellos auspician una práctica
de las escrituras de esta zona. Como instrumentos para esencialmente uconservadorau. Los documentos plásticos
la notación fon ética del disctirso, los glifos mayas, sin o gráficos no transcriben el movimiento de la inteligen-
duda alguna, resultan muy trabajosos. La notoria preo- cia discursiva del hombre. sino que ofrecen, bajo forma
cupación fonográfica de los mayas par~ce explicar, en sintética, el resultado de sus observaciones, reflexiones
cambio, que ellos adoptaran temprano · el alfabeto eu- y medidas. La dinámica del discurso humano, y este pun-
ropeo para transcribir, por su propia iniciativa o no, el to nos parece decisivo, se desarrolla bajo el signo de la
caudal de su tradición oral - el Popol Vuh, los Libros de Ol'alidad. Sin duda, la cosmología, la administración
;
Chilam Balam, los Cantares de Dzitbalclzé . .. (económica, demográfica, tributaria, ritual, jurídica) y la
¡
l
!
Martín Lienlwrd La voz y su huella 49

cronología histórica se hallan consignadas en las listas o do al dominio de la administración estatal [ibid.] . Cabe
los cuadros de los códices o en los nudos, ias posiciones suponer, pues, que la posibilidad de la transcripción fo-
y los colores de los l?.ipu. En cambio, la épica, la lírica, nética no desemboca, inmediata o necesariamente, en su
la dramática, la narración histórica, la didáctica y la extensión a las prácticas no administrativas de la soci~ ­
producción imaginativa, para tomar la clasificación rea- dad, en el predominio global de la escritura sob~·e los · <
'
lízada por Garibay [2 . 21 1983] para la literatura náhuatl, · otros medios de comunicación.
se elaboran independientemente de los sistemas de nota- También el uso de una escritura exclusivamente «COn-
ción, aunque luego, para su conserVación o reproducción, serva dora.! o archivista modifica sustancialmente, como
éstos puedan desempeñar algún papel. lo muestra Goody, la \Percepción intelectual del mundo
Las escrituras americanas sirven, ante todo, para al- por parte de una sociedad dada. La confección de listas
macenar da tos, para fijar un a visión del mundo ya con- y de cuadros, especialmente, supone otra práctica clasi-
sagra da, para archivar las prácticas y representaciones ficatoria que la del discurso oral: el cuadro per manece
de la sociedad. No les incumbe, o sólo en una medida y se puede retocar, mientras que la palabra oral se des-
reducida. explorar o planifica r el porvenir, jugar (filo- vanece continuamente. Si la clasificación en sí se puede
sofar) con las representaciones: éstas prácticas se reali- considerar como narchi-estructura.. (Derrida), la clasifi-
zan en la esfera oral. La notación, gráfica o plástica, de cación plástica o gráfica, «escritura" en un sentido más
las sociedades andinas y mesoamericanas, surgió sin duda estricto, permite, gracias a la presencia simultánea de
a r aíz de la necesidad de racionalizar la administración todos los datos y la posibilidad de cor;frontarlos, el de-
en unas formaciones social y económicamente comple- san·ollo de una actitud más reflexiva frente a la histo-
jas, además d e cenh·alizadas; también para fijar, de ria, la sociedad, el mundo. Sin duda, ni la elaboración
modo indiscutible, los méritos histórico-genealógicos y de los calendarios y de los ciclos astronómico- históri-
los valores de las sucesivas castas hegemónicas. cos en M.esoamérica, ni la planificación económica, es-
En este sentido, el uso de los sistemas de notación pecialmente alimenticia, en Jos Andes, h ubieran sido po-
por los grupos dirigentes de l os g r andes estados hidráu- sibles sin los si stemas de notación respectivos. Vastos
li cos y urbanos de la América prehispánica ofrece un campos de la elaboración intelectu al, en cambio, siguie-
paralelismo notable con el que se observa en los esta- ron reservados a l discurso oral : la historia en tanto que
dos relativamente comparables de la Mesopotamia anti- narracién, el .. pensamiento en movimiento .. (confronta-
gua. En esta región, en un primer tiempo, el sistema em- ción de ideas) . El peculiar uso de la .. escritura .. , en efec-
pleado (pictografía) se presta exclusivamente para los to, r elativamen te reacio a la experimen tación, resultó sin
usos administrativos . La elaboración de una transcrip· duda más adecuado para la conserva9ión de los logros
ción fonética permite luego, teóricamente, la fijación de socio-económicos e intelectuales ya al~'anzados que para
discursos verbales (1/ Goody 1977: cap. 5). Sin embar- su cuestionamiento incesante.
go, durante un lapso de tiempo prolonqado, la . inmensa
mayoría de los documentos escritos Slguc_l pertcnecien-
51.
La voz y su !mella
50 Martin Lienhard

En todas las sociedades provistas de sistemas de no-


Violencia de la escritura tación oficiales, el documento uescritou representa un
poder. Un poder local o regional, en la América hispá-
Los siste~as de comunicación andino y mesoamerica- nica ; un poder tendencialmente mundial , en el caso del
no, p~ed~mmantemente orales, no auspiciaban el inter- imperio cristiano . Las car acterísticas técnicas del alfa-
cambio mte.lectual a escala suprarregíonal. Si los eu- betc favorecieron sin duda estas a mbiciones : gracias a
ropeos, ha~1a ~500, habían acumulado y dig erido una su capacidad para fijar inequívocarnent e discursos ente-
gran experwnc1a de la diversidad de las culturas e n el ros que se iban a mover cómodam~nte e n el espacio y el
mundo, ~n buena parte g racias a la movilidad temporal tiempo (el requerimiento, las capitulaciones, toda la l e:.
Y. es?ac_1a~ d e los documentos escritos, las socieda des gislación de Indias .. . ) , l a escritura europea llegó a re-
preh~spamcas se habían contentado con una experiencia presentar un poder imperial cuyo centro de decisiones
relativa.mente local y -salvó en Mesoam · ·
. enea- ¡·1m1ta
· da se h allaba a miles de leguas del lugar donde se ejer·
en el tlem~o. Dicho de modo algo excesivo, si los eu- cía su acción. La escritura n o sólo posibilitó, sino que
r opeos pod1an imaginarse hasta cierto punto, gracias a confirmó y volvió imborrables t odos los actos y las de-
la lect~~a de Heródoto, Marco Polo o los cronistas de las cisiones de la nueva autoridad colonial - m ientras aue
exped1c1ones africanas del siglo xv, el funcionamiento
' -
las escrituras americanas necesitaban elaborar paciente-
de las sociedades no occidentales, los h abitantes autóc- mente las innovaciones que les permitirían, mal que b ien,
tonos del continente .. descubierto.. por Colón t uvieron incorporar las experien cias traumáticas nueva s. ·. '

que recunir en un primer momento, para clasificar a La p ráctica escriptural europea, exploradora, prospec·
los intrusos, a la idea mítica del retorno de alguna di- tiva y dominadora, proporciona una especie de modelo
vinidad. para la ocupación de un territorio nuevo . Como lo de-
-': part~: de lo que precede, el trastorno que supuso m uestran toda una serie de prácticas colonizadoras, los
la urupc10n de la ~scritura europea -con todo lo que eur opeos proceden como si quisieran inscribir su p oder
conno.taba- en el Sistema de comunicación ameriéano, en todas las usuperfidesn posibles del NueVO Mu!ldo.
?ebena_ de haberse vuelto tangible. Con el alfabeto A trav,~s de la cristianización de la toponimia autóc-
ll'l'UID~la la exper iencia de un mundo má s vasto d el que tona, el poder europeo se inscribe, algo más que metafó-
COllOCian los autóctonos, pero ante todo, una práctica del ricamente, en el paisaje. Ya en sus primeros apuntes, con
pod~r no sólo administrativa y conservadora, sino pros- un plumazo, Colón cambia toda la toponirnia antillana
pec~Iva, ~xploradora y expansionista. Imbuidos de la de signo : "esta [isla] de Sant Salvador.. (14 de oct.); .. a
•tm1versahdadw del cristianismo y de su Escritura los la cual (isla} puse nombre de Sancta Marí a de la Con-
europeos se habían preparado para la conquist~ de yep<;ión" (15 de oct.); .. a la cual pongo nombre la Fer·
N ~te~o s M undos antes de saber a ciencia cierta si éstos nancHna" (1 5 de oct.) ; .. a la cual puse nombre la ! sabela~
ex1st1an.
• La Escritura uJ sus apéndices (la· s e1a b orac10nes
· (19 de oct .). El r epertorio de los nuevos topónimos, no
teologico-filo séfico-gramaticales) les otorgaban el d~re­ es d ifícil constatarlo, es la esfera clc1 doble poder polí-
cho de seguir tal práctica expansionista.
Martin Lienl1ard La voz y su huella 53

tico-religioso que representan los conquistadores. Los religioso de los indios brasileños, Nóbrega, el primer su-
topónimos asentados en la memoria colectiva o también perior , jesuita en la zona, declara : uCá poucas letras
;;., . -Mesoamérica- en los códices de los autóctonos segui- bastam, porque é tudo papel branco e nao há mais que
rán, desde luego, existiendo, pero ya sin valor legaL escrever a vontade.• 1 [4 .1/ Nóbrega 1955: 10/8/1549].
puesto que la nueva legalidad instaurada por la conquista Todo parece indicar que para los conquistadores, la
se remite exclusivamente a la escritura del poder europeo. operación de escribir, sea como gesto simbólico (herrar
Es cierto que los aztecas o los incas también solían cam- esclavos, cambiar la toponimia, atestiguar un derecho)
. ~iar la toponimia de las regiones conquistadas; los nom- o como metáfora (escribir en las almas de los indios)
bres n_u evos, sin embargo, a menudo simples traduccio - apunta siempre a una práctica de toma de posesión.
nes de los antiguos a su idioma, no implicaban la ins- "sanctificadaa en última instancia por la religión del Li-
cripción en el paisaje de categorías de pensanúento tan bro en cuyo nombre se realiza.
radicalmente opuestas a las tradiciones locales. Las escrituras americanas, cabe aclararlo, nunca die-
ron lugar a una práctica político-escriptural de esta ín-
Impacientes por dejar sus huellas en cualquier super-
dole. La notación gráfica o plástica servía, a los ojos
ficie del mundo conquistado, los europeos no dudan en
- de las castas dirigentes autóctonas, para archivar, para
inscribir su poder en las propias caras de los autóctonos.
"encuadrar• los datos cósmico-histórico-sociales existen-
•El hierro que andaba bien barato .., escribe hacia 1541 el
tes; no desempeñaba ninguna función central en las em·
autor de la Historia de los indios de la Nueva Esvaña
sin duda el franciscano fray Toribio de Motolinía '(2. 1~ _
presas de exploración (en el sentido propio y figurado)
ni secretó, por lo tanto, ningún «fetichismo de la escri-
1541/1985 : párr. 50), udábanles [a los campesinos, . su-
puestos esclavos) por aquellos rostros tantos letreros de- turan comparable con el de Eui·opa.
La imposición ·arbitraria de la escritura alfabética en
más del principal hierro del rey, tanto que toda la ca ra
el continente está lejos, pues, de importar un simple
traían escrita, porque de cuantos era comprado y ven-
cambio técnico en la esfera de la comunicación autócto-
dido llevaba letreros ... Se aprecia aquí en estado puro la
na. Si bien no se trata, como a veces se sostiene, de la
violencia política que puede implicar la escritura cuan-
introducción de la escritura en unas sociedades que ni
do se la maneja como instrumento de un ejercicio to-
la podían imaginar, no se puede tampoco h ablar de la
talitario del poder - su único uso según un Lévi-Strauss
sustitución técnica, neutra, de unos sistemas de notación
[1/ 1955: cap. 28] algo maniqueo, obsesionado por la
anticuados por otro más moderno y flexible. La irrup-
oposición entre sociedades con o sin escritura .
ción de la cultura gráfica europea fue acompañada por
Otra práctica ilustra hasta qué extremos puede llevar la violenta destrucción de los sistemas antiguos. Los eu-
el <~fetichismo de la escritura .• europeo: la conquista es- ropeos, convencidos -por su propia práctica- de la
piritual. No satisfechos aún de inscribir su poder udi- existencia de un vínculo orgánico entre la escritura y un
vino .. en el paisaje y los rostros de los autóctonos, al-
gunos europeos, núsioneros, suei1an · con inscribirlo en l •Con pocas letras bastan, porque frente al papel virgen solo
sus almas. Aludiendo a la inocencia, al supuesto vado hay que escribir la voluntad.•
54 Martín Lienbard La voz y su huella 55

sistema ideológico-religioso, no tardaron, en efecto, en municac10n oral, constituirá el trasfondo sobre el cual
considerar los sistemas de notación autóctonos como in- surge la literatura .. latinoamericana•.
venciones del demonio, fundador, según ellos, de las Pocos decenios después de los primeros contactos y
«idolatrías" indigenl:!s. La destrucción de la supuesta base enfrentamientos entre europeos y autóctonos, la •con-
de las culturas autóctonas se les impuso, pues, como quista escripturai. del continente parecía tan adelantada
una necesidad ~rgente. Escasos son los documentos que que el historiador Acosta [3. 11 1590/1945: Proemio) pudo
sobrevivieron a los autodaiés anti-idolátricos, realizados decir: " .. . el mundo nuevo ya no es nuevo, sino viejo,
con tanta minucia como furia. En estas campañas se según hay mucho dicho, y escrito de él. .. •. Boutade
distinguieron toda una serie de misioneros, los más im- sin duda, la fórmula de Acosta sugiere que la cultura
buidos, entre los conquistadores, del .,fetichismo de la del continente, a los ojos de los que se consideran aho·
escritura ... Más tarde, algunos d e ellos, o sus sucesores, ra como sus únicos exponentes, ·ha dejado de ser •nue-
empezaron a comprender su error : no existía en reali- va.. (es decir exótica, indígena) para convertirse en par-
dad ninguna incompatibilidad absoluta en tre los siste- te de la cultura occidental o uuníversal ... Esta convicción
I¿las de nótación antiguos y la instauración del nuevo or- apresurada, dictada por la euforia colonialista del si-
den colonial. glo x vt, sigue teniendo, como veremos en seguida, sus
Los autodafés de documentos autóctonos hicieron, en adeptos en la América emancipada del siglo xx.
todo caso, un impacto negativo ·en las futuras élítes in-
dígenas coloniales. Constatando que con la "caída de
los reyes y señores» (mexicanos) s~ arr uinó también el
antiguo sistema cultural, el historiador Ixtlilxóchitl, que
nunca se extralimitó a criticar abiertamente el fundamen-
to del orden colonial, se atreve a hablar fuerte: .:No tan
solamente no se prosiguió lo que era bueno y no contra-
rio a nuestra santa fe católica, sino que, lo más de ellos
(los libros] se quemó inadvertida e inconsideradamente
por orde~ de los primeros religiosos, que fue uno de los
mayores daüos que tuvo esta Nueva España (2. 11 Ixtlilxó~
chitl] ·" ¿ 1625?/1975: 527).
La destrucción del sistema antiguo, basado en una
articulación equilibrada entre palabra archivadora y
palabra viva, y la imposición arbitraria de un nuevo
sistema en el cual el ·predominio absoluto de la udivina"
escritura europea relega a la ilegalidad las diab ólicas "es-
crituras .. antiguas, marginando al mismo tiempo la co·
58 Martín Lienhard La voz y su lluella 59

Híbridos, tales textos, finalmente, permiten hacer vi5- sivas coyunturas del conflicto entre grupos dominantes
lumbrar el conjunto del continente literario latinoame- y subsociedades marginadas.
ricano, en el cual la .:literatura de tradición europea -la Nos centraremos en los textos que se relacionan, de
que se autoproclama · u latino am ericana~- no constituye algún modo, con los universos orales d e los primeros
' 1
sino una práctica entre otras, desde luego privilegiada por habitantes del continente, de sus descendientes directos
su vinculación con los sectores dominantes sucesivos. (los u indios,.) o indirectos (los umestizos ..). La limitación
Hasta la generalización reciente de los medios de comu- que imponemos así a este trabajo debe permitir una ex-
nicación audiovisuales, la realidad mayoritaria del ejer- posición más clara. Creemos, además, que los textos na- ,
cicio de la litet·atura en el subcontinente ha sido, sin la cidos en el enfrentamiento entre europ eos-criollos e in-
menor duda, la práctica ora l -de las subsociedades indí- días-mestizos constituyen un conj unto a todas luces pa-
genas, mestizas o negroides, del campesinado pobre, de radigmático. Por una parte, la violencia inicial del cho-
los sectores urbanos marginales. Esta práctica, en rigor, que auspició manifes taciones particularmente instructivas
no puede conocerse sin ser vivida in sítu, es decir, en las de hibridismo literario ; por otra, la reproducción cons-
mil y una comunidades donde se desarrolla: tarea a to- tante, aunque bajo fornias cambiantes, del conflicto inau-
das luces vedada a un investigador, aún a un grupo de gural permite rastrear la interacción entre la cultura grá-,
investigadores, salvo en casos contados. La literatura fica al estilo europeo y determinadas culturas orales a
escrita híbrida, en cambio, más accesible a la investiga- lo largo de cinco' siglos de historia .. latinoamericana» y en
ción científica, ofrece siquiera a unos atisbos de lo que di versas áreas del subcontinente. El paradigma que se
pudo ser y es todavi a el continente sumergido de las li- debería ir desprendiendo d e este trabajo, basado en un
teraturas orales; al mismo tiempo, su propia existencia gran núme:co de situacion e~ podrá aplicarse sin duda a
atestigua que entre los dos universos, el de la escritura otros sectores de la .. literatura escrita a lternativa", espe·
y el de la oralidad, siempre ha habido zonas de contacto, cialmente a la que relabora los universos orales de las
de conflicto, de intercambio. poblaciones de ascendencia africana.
Para dar una idea mínima de la naturaleza de las que
llamaremos de aquí en adelante .. literaturas escrita s al- Supervivencia y transformación
tern:üivasn, esbozaremos en este capítulo, a partir sobre de las prácticas escripturales amerindias
todo d e lo s textos más antiguos, un cuadro tipológico
muy aproximado de sus manifestaciones más significati- Sí bien una d eterminada práctica escríptural europea,
vas. Describiremos la documentación a partir de su modo político-religiosa y jurídica, se impuso oficialmente des-
de .articular se respecto a la oposición universo· (predo- de los primeros momentos de la conquista, para no decir
minantemente) oral/tradición e3críptural europea , y en antes de la misma (los conquistadores llevaban en sus
cuanto al tipo de comunica ción que auspicia. En el próxi- alforjas los escritos que la justificaban). los sistemas de
mo capitulo se interrogará, en cambio, la ubicación so- notación autóctonos demoraron ü n lapso de tiempo más
cio-histórica de los textos, su vinculación con las suce- o meno s ·prolongado en perder su vigencia y extinguirse.
60 Martín L.ienhard ·~ ...
La voz y su huella 61

. En el estado maya independiente de los ítzáes, oculto e:1 nescrituras" autóctonas: a~ surge, según la clasificación
las selvas del Fetén, el sistema de notación antiguo guar-
da plena vigencia hasta fin es del siglo XVII: uConscrvan
l de Glass, el primer tipo de textos. Para )a organización
politica, espiritual y económica de las colonias, en efecto,
hoy las profecías (escritas · con sus caracteres antiguos) 1 los españoles necesitaban las informaciones que éstas
los que llaman sacerdotes en un libro como historia que 1 permitían actualizar: genealogías dinásticas, propiedad de
llaman Analte. En ella conservan la memoria de cuanto
les ha sucedido desde que poblaron aquellas tierras (2. Ú
.,:
.•..

. ;.
las tierras, demografía, sistema tributario, cosmología y
ritos. El afán de conocer el pasado-presente de los autóc-
Cogolludo 1688/1954: t. III, libro IX, cap. 14, 68] ,A .;>
tonos suscitó una vasta producción de códices de todo
En las zonas bajo control europeo, los antiguos síste- · géner o, realizados al modo antiguo o según principios
- mas de notación gráfica o plástica desempeñaron, d u- nuevos. Algunos de ellos, sobre todo en los primeros
rante decenios, un importante papel en la comunicación años, son prácticamente rema}(.es de códices prehispáni-
entre colectividades o linajes autóctonos y autoridades cos; sin embargo, a menudo, ellos incor poran ya, como
coloniales o en el seno de las propias colectividades in- sea, el presente colonial. Así, los anales del ya menciona-
dígenas. Para .lVIéxico, John Glass [1975: 13-19). distin- do cédice Aubin [¿ 1608?/1902) cubren la historia azteca
: f:

gue tres tipos de textos indígenas al modo antiguo: los de los años 1168, 1608, es decir, archivan casi 90 az1os de
que se realizaron a pedido de los españoles; los que se historia colonial. Para los lectores de este códice, en rea-
des tinaban a la comunicación con ellos; y los que cum- lidad, la irrupción de los españoles no pasa de una peri-
plían funciones in temas a la subsociedad . indígena. En pecia en la larga historia de los mexica. Con el paso
la práctica, resulta a veces dificil distinguir quién impul- del tiempo y la extinción del oficio de tlacuilo -espe-
só la realización de un códice y con qué objetivo: un tex- cialista de la escritura glífica-, los códices elaborados
to en~argado por los españoles bien puede servir, en al- por los indígenas para conservar su propia memoria
gún momento, para reivindicar derechos indígenas (co- privilegiarán una notación pictográfica cada vez menos
sofisticada.
municación con los españoles); el mismo t~xto -o su
copia-, conservado por la comunidad indígena, puede I\1uchos códices coloniales mexicanos de factura tradi-
formar parte de los archivos indígenas locales (función cional, entre ellos el propio Códice Aubin, p resentan una
intema) . Sería quizás más apropiado, pues, distinguir no transcripción alfabética -en un idioma mesoamericano o
los textos sino las funciones que ellos cumplen. en español- del discurso que la lectura de s~s glifos debe
En el área andina, después de la conquista, el instru- liberar. Realizadas eri general, e<.1mo los propios textos
mento de notación tradicional (kipu) parece haber servi- glificos, por encarg o de Jos representantc's ' eclesiásticos
Q laicos de l<l autoridad colonial, a vecei' también por la
do ante todo en el segundo de los contextos aludidos, el
de b comunicación con los españoles. ínícíativa de los historiadores índí genas asimilados, es-
En .Mesoamérica, los pr opios funcionarios coloniales tas transcripdones permitían a la ex aristocracia autóc-
favorecieron, después de h aber destruido la casi totalidad tona preservar, al amparo de la nueva ~legalidad .. escrip-
de los códices existentes, una parcial resurrección de las tural, la memoria de sus valores.
62 Martín Líenlzard La voz y su (mella 63

Poco a poco, los comentarios alfabéticos marginales un destinatario capaz de descodificarlos -ambas condi-
se irán desprendiendo de su contexto ptimitivo -los có- ciones de difícil realización en la esfera de la cultura ofi-
dices glificos- para conver tirse en discursos autónomos; cial. Huérfanas de la voz, las escrituras autóctonas (tra-
esta nueva práctica \literaria alternativa se discutirá más dicionales o adaptadas) dejan, textualmente, de tener
adelante. ,. sentido. A este motivo, más que a la represión de las
Los hipu, códices u otros medios solían servir,. por otra culturas prehispánicas, se debe sin duda la extinción pau-
parte (segunda función). de .. pruebas, que acompañaban latina de estas prácticas tradicionales.
la r eivindicación de derechos de todo tipo: títulos nobi-
liarios, tierras y territorios, rembolsos, compensaciones. Transcripción de testimonios judiciales
En algunos casos, estas ~~pruebas ", más allá de su asp~c­
to práctico, contribuyen a manifestar un incipiente dis- En 1528 o 1538, el gobernador de Nicaragua, Pedrarias
curso indígena nuevo. En México, a mediados del siglo Dávila encarga a una comisión dirigida por el fraile mer-
xvr, los scüores de la ciudad de Tlaxcala .. escriben .. a las cedario Francisco de Bobadílla una encuesta para demos-
autoridades virreinales un lienzo pictográfico de siete trar la nulidad del trabajo de evangelización que sus an-
metros de largo que figura la ínvalor;:~ble ayuda que los tecesores realizaron entre los indígenas. La «probanza .. ,
tlaxcaltecas prestaron a Cortés ·en su conquista de Teno- hecha según las normas judiciales, incluye preguntas (del
chtitlan [2 . 1/ Tlaxcala 1892). En 1561, en el Perú, los se- misionero) y respuestas (de los indios) acer ca de «SU
ñores wanka de Xatun Xauxa {Jauja) presentan ante la creencia e r itos e cerimonias [ __ . ) e qué sentían de Dios
Audiencia de Los H.eyes (Lima) un hipu. de gran enver- e de la inmortalidad del ánima" (1/ O viedo 1851-55: t.
gadura que inventaría, con extraordinaria precisión, todo IV, cap. 1-4) . Un .. grafista .. transcribe las declaraciones
el abastecimiento material (alimentos, tejidos, herramien- orales de los informantes autóctonos. Este grafísta es más
tas) así como los contingentes de soldados y de cargado- escribano que escritor; su trabajo no se inscribe en una
res que ellos pusieron a disposición de Pizarra y de tradición litera ria vigente (por ej emplo, la de la cronís-
sus sucesores en tre 1533 y 1548 (3.2/ M urra 197S). Por t~ca), sino que se ajusta a las normas .. prosaicas .. de un
las mismas fechas (hacia 1555), todavía, la comunidad de texto judicial.
Tepetlaoztoc manda al Consej o de I ndias un memorial En la prim era época colonial, las "probanzas" q ue
al estilo semitradicional para quejarse de las exacciones transcriben fragmentos importantes de un discurso in-
1
. encomendaderas (2. 11 Kingsb orough). dígena son relativamen te frecuentes. A veces aparecen en
A través de tales or;eracio.nes comunicativas, los uven- el marco de ciertos pleitos entre una colectividad indíge-
cidosa tratan de oponer, explícita o ímplicitamente, •su vi- na y un encomendero; más a menudo, sin duda, se vincu-
sión a la de los vencedores. Ahora, estos uescritosu (sal- lan a los pleitos entre la autoridad l'eal, virreina! e ecle-
vo los que ofrecen una transcripción alfabética simultá- siástica y algún pet~sonajc encumbrado.
nea), suponen la presencia de una voz que convierta en En la mayoría de estos documentos, no hay trans-
palabra viva los signos mnemotécnicos o, cuanto menos, cripción dirécta de las decla raciones del testigo indígena,
M artin L ienhard La voz y su Iruella 65

sino un discurso indirecto en tercera persona: u el testi- directamente a la cultura gráfica. Semejante el caso
go dice ... ~. de las •informacionesK [3 . 11 Millones 1971] que eJ
Si, como se dijo al princtpto, el testimonio del escri- visitador Sánchez de Albor noz sometió en los años
. bano Rodrigo d 'Escobedo en la toma de posesión _de la 1570 a varias instancias coloniales del Cusco. ucauec;a de
isla de Guanahaní podría calificarse de ~grad o cero" de los rreínos d el Perú.. [op. cit. : 1-2) y de Lima: para pro-
la literatura latinoamericana .. oficial•, las probanzas con bar su eficacia en la lucha· contra el gran movimiento ·
testimonios indígenas podrían considerarse como el gra- mesiánico del taki onqoy o •trance musical", el famo so
extirpador de idolatrías presenta los testimonios de cola-
do cero de la literatura alternativa: el discurso indígena
boradores y amigos suyos. El discurso de los predica-
entra en la cultura escrita occidental por la puerta de
servicio. Con todo, en la medida en que los informantes .
'''
~:
Jores -danzantes indígenas de este movimiento, débil
pero todavía perceptib le, atraviesa los filtros sucesivos
reproducen una tradición oral más o ·menos significativa.
sus testimonios van más allá de una simple contribución de ,su traduccipn , su reproducción por una persona aJena
al esclarecimiento de un punto lítigioso. Además. 'c ontra- y su transcripción legal. Si bien el tahí ongoy, corno lo
indican las larguísimas listas de indios condenados. in-
riamente a las otras empresa s coloniales de recopilacién
volucró a una serie de "caciquee; y principales", el movi-
. del discurso indígena, las que realíza el poder judicial
,. miento no fue contl·olado por el establishment exincaico:
da la palabra no sólo a los indios nobles, sino también a
el discurso indígena que se coló en las páginas de Albor-
unos indios comunes cuya experiencia no tenía por qué
noz sigue apegado a una cosmología no incaica , .. anímís-
coincidir siempre con la de sus .. señores". Para apreciar,
t a" y campesina, posiblemente de tradición_regional (Lu-
en 1571, la legitimidad de las reivindicaciones planteadas canas); en la medida en que se ciiie a la perspectiva de
' . por los herederos de Francisco Pizarra (indemnización por
· una revolución cósmico-social, ignorando las prerrogati-
los· gastos de su ~pacificació n .. del Perú), el Consejo de
vas aristocráticas nunca ausentes de la literatura de los
Indias recurrió al testimonio de 18 indios (comunes y «caciques y principales .. , su índole, en un sentído moder-
principales) que habían participado , en uno u otro ban- no, áparece como •popularn.
do, en los enfrentamientos militares entre fuerzas espa-
Por ello, en alg unos textos, pese a las desfa,·orables
ñolas e incaicas. La probanza asi reunida (3. 1/ Guillén
condiciones de su producción, el conjunto de los testi-
G. 1974) resulta siendo la expresión discursiva más com- monios legra restituir el eco del diálogo social indígena _
pleta de las diferentes actitudes indígena s ante las tensio- del periodo de la conquista y de la consolidación d el or-
nes provocadas por la progresiva in stauración del sistema den coloniaL
colonial. Contrariamente a todos los textos vinculados
exclusiva o prioritariamente con los linajes señoriales,
con lo caciques y principales, este .. desinteresado• texto le- El "rescate •f de la tradición oral indígena
gal hace también escuchar, sin duda deformada por la tra-
ducción al español y las técnicas de la encuesta legal, la A fines del siglo xv, el Almirante Colón encarga al
voz de los indios comunes que nunca accedieron catalán Ramón Pané, «P?bre ermitai1o de la Orden de
66 ·, .Mártin.. Lienlzard La voz y su lzuella 67

San Jeróni.mo .., la re'dacción de un tratado . sobre las cional~, Pané opta -elección histórica- por la primera so-
nct·eencias e idolatrías» de los indios taínos de la· isla lución, abierta a la radical otredad del discurso indígena.
Española. Constatando que ellos tino tienen escritura ni Traducción aparte, éste se expresa .. directamente .. en e}
letras,., el fraile, l~cido, decide remitirse al que él iden- texto, entrecortado por las descripciones etnográficas, la
tifica como el sistema autóctono para conservar los he- narración de algunas vivencias y los comentarios "perso-
chos del pasado: una tradición oral "inscrita.. en los nalesu -en rigor, prejuicios de la época- del compiU1dor.
golpes rítmicos d.el tambor. El resultado se resiente algo, desde luego, de la deficien-
cia de los conocimimientos lingüísticos del transcriptor
. . . lo mismos que los moros tienen su ley compen- (1/ Las Casas 1958: cap. CXX), . inevitable en aquellos
diada en canciones antiguas, por las cuales se rigen, momentos.
como los moros por la escritura. Y, cuando quieren El gesto histórico del pobre ermitaño, por imperfecta
cantar sus canciones, tocan cierto instrumento, que que sea su realización, inauguró no sólo, como a menudo
se llama mayohabao, que es de madera, hueco, fuer- se a firma, la etnografía americana, sino una nueva prá c-
te y muy delgado [. ~ . ] Y este instrumento tocan, el ) .'.· tica literaria destinada a un porvenir excepcional. La ana-
cual tiene tanta voz que se oye a legua y media de logia de este procedimiento (que a menudo tiene algo de
distancia. A su son cantan las canciones, que apren- uorobanzan) con el de la transcripción del discurso in-
den dE:! memoria (5 .1/ Pane 1498/1974:34). d.ígena para fines judiciales queda sin embargo patente.
En toda Mesoamérica y el ex Tawantinsuyu andino, a
Confusamente, Pané ihtuye la diferencia radical que
lo largo de la centuria que sucede a los primeros contac-
existe entre discurso oral y escrito, obstáculo principal
tos entre europeos y autóctonos, decenas de misioneros,
para un trabaj o de .. transcripción": .'
··''· clérigos, funcionarios coloniales, historiadores y miem-
bros letrados de las aristoc1·a~ias indígenas, se dedican
Y como no tienen letras ni escrituras, no saben.con-
con ahínco a ~rescatar.. , por medio de la escritura alfa-
tar bien tales fábula s, ni yo puedo escribirlas bien.
bética, las antiguas tradiciones orales amenazadas de ex-
Por lo cual creo que pongo primero lo .que debiera
t inción. No los mueve, a estos recopiladores, ningún de-
ser último y lo último primero. Pero todo lo que es-
sinteresado afán científico o literario; casi todas las
cribo así lo narran ellos, como lo escribo, y así lo
recopilaciones conocidas son el resultado de un encargo
pongo como lo he entendido de los del país [ibid. :
oficial v afirman obedecer las consignas de la instancia
~
26].
patroci~adora (iglesia, i nquisición, administración). Aho-
ra, todos los compiladores o Kautores materiales de los
Colocado ante la alternativa de presentar una transcrip-
textos .. parecen sufrir el encanto, la fascinación que ema-
ción fiel de las narraciones tainas, quizás poco inteligible
na del discurso indígena, encanto que el .. etnólogo" cal-
para un lector europeo, o de relaborar la transcripción se-
vinista Jean Léry, observador sereno de la vida de los .
gún los códigos que rigen la escritura y el discurso nra-
tupí, atribuyó a su índole poética: u . . . estans privez de
•. r ..
t'..Jartin Licnlzard La voz y su lzuelia 69

d'escritures, il leur est rualaisé de retenir todo en México, ellos subrayan desde luego la importan-
s . ch~ses en leur pureté, ils ont adiousté ceste fable, cia histórica de su propia estirpe: Tezozomoc [1609/1 975] ,
mG les Poe.tes ( ) ... " (4 .1 / Léry 1578/ 1975: cap. Ixtlilxéchitl [1608/1975). Siempre, sin embargo, la diná-
I,_ 249). 1 mica propia del discurso r escatado desvía parcial o total-
·_. ·_ Al encanto poético se agrega, ·sin que los cronistas pue- mente los textos escritos de su motivación inicial, creando
dan ~onfesarlo abiertamente, la fascinación política que una polisemia típica mente literaria. Según sus propias p a-
émana de las sociedades indígenas. casi perfectas para la bras, Sahagún, autor de la empresa de compilación más
-~o·~na . mente utópico·renacentista . vasta del siglo xv1, rescata también, más allá de sus su·
· En general, los recopiladores afirman trabajar en es- puestos objetivos anti-idolátricos, "todas maneras de ha-
trecha relación con los guardianes o depositarios de la b lar, Y todos los vocablos que esta lengua usa .. {Sahagún
memoria indígena, los calígrafistas en Mesoamérica 1956: nAl sincero lector~] : toda la cultura verbal náhuatL
(tlacuilo), o los especialistas de los ldpu (ldpulwmayoq) Los autores indígenas a penas mencionados asumen tam-
en el área andina. De acuerdo con las aptitudes idiomá- bién la tarea, a través del re scate del discurso indígena.
tic~s de los compiladores, y seg ún el uso o los destina- de construir una nueva conciencia colectiva ya no indí-
tarios previstos, los textos se redactaban en un idioma gena, sino .. mexicana ... Lo mismo intenta, por cierto le-
amerindio, en español, en· versión bilingüe o en latín. jos de su patria y del discurso andino vivo, Garcilaso de
La índole de estos textos varía en función del encargo, la Vega el Inca. Para algunos autores españoles muy iden-
, de los informantes y de los objetivos personales de sus tificados con las sociedades y culturas indígenas, la pre-
-··... autores ... Una larga serie de crónicas, firmadas por ecle- sentación de las tradiciones orales autóctonas desemboca
siásticos, transcribe el discurso «idolátrico• para facilitar en la fabricación de utopías políticas apenas disfrazadas,
. su «extirpación" o erradicación, como la de Sa hagún (2 .1/ como en los .. peruanos" Cieza de León (hacia 1550/1985}
-- · s. xvr/1950) en México o la atribuida a Avila (3 .1/ Hua- y Betanzos [hacia 1550/1 987].
rochirí 1980) en el Perú ~ Otr as . como la R elación de No se debe olvidar nunca, sin embargo, que en todos
Chincha [3 . 1/ Ortega Morejón/Castro 155811974]. basa- los casos, aún en lo s más favorables, el discurso oral in·
das en encuestas político-tributa rias, buscan desentrañar digena se upetrifica•• por su tra nscri pción y se desvía de
el antiguo sistema fiscal para adaptarlo lue go a la s n e· su público natural (la colectividad in dígena) hací a el
cesidades coloniales. Muchos trabajos. como los de Sar- público elitista de los letrados.
miento de Gamboa (1572/1901] o Santillán [1563/1968] La inmensidad del conjunto d e tales textos nos impide
en el Perú, hurgan en el pasado indígena para determi- mencionar aquí sólo una serie de casos cqnspícuos; para
nar los .. méritos" genealógicos de las fami_lias nobles; una información más completa, remitimos al lector a la
cuando los compiladores son indígtnas, como sucede ante segunda par te de este libro y a los vastos t r abajos reali-
lizados bajo la dirección de H . Clíne (2. 21 1972-1975)
" ... desprovistos de cualquier especie de escritura, les re· sobr e las fuentes etnohistóricas mesoa mericanas, a la
conservar, (y) agregaron esta fábula, corno los
excelente Historia de la literatura nálzuatl, de A. M. Ga-
La voz y su huella 71
70 Martín Lienhard

ribay (2. 2/ 1953) y, para el área andina, a Los cronis- .Middendorf, Uhle, en el Perú; Preuss en .1\'léxico; Nimuen-
tas peruanos, de R. ·Porras Barrenechea (3. 2/ 1980]. daj ú-Unkel, en el área guaraní. Sus trabajos, relativa~en­
te independien tes del contexto cultural latinoamericano,
Independient1mente de los móviles invocados para jus-
no pudieron ni pretendieron inaugurar ninguna nueva
tificar el trabajo ' de rescatar el discurso indígena, todos
práctica literar ia latinoamericana, pero se les puede con:.:
estos textos ti~nden a expresar, entre líneas o más directa-
ceder el mérito de haber señalado la capacidad de resis~
mente, un ~ malestar en la Colonia ••. una disidencia, una
tencia y de renovación de las prácticas literarias orales
~rítica del presente colonial. La simple transcripción del
en las subsociedadcs indígenas.
discurso indígena hace aparecer un abismo entre la socie-
dad evocada, la de «antes», y el reino de la arbitrariedad A partir de los años veinte, el rescate escrito . de la
que es -el lector no debe ignorarlo- la Colonia. memoria oral indígena en tanto que · práctica literaria
unuevau vuelve a ocupar un espacio importante en la vida
El carácter en fi~ de cuentas ••explosivo" de las cróni-
cultural de algunos países latinoamericanos. Entre el
cas contaminadas por el discurso indígena explica, sin
«grafistau y el informante se instaura, hoy en día, una re-
duda, la censura que se ab atió sobre ellas. Casi ninguna
lación más solidaria qúe implica también la presenta-
de ellas, por excelentes que fueran sus motivaciones ofi- ción, en el texto impreso, de la palabra indígena •origi-
••
ciales (extir pación de idolatrías, demostración de la bar- nal.;, todavía no traducida al idioma europeo. Por vez
barie indígena ... ), llega a imprimirse en su época; la primera en este contexto · surge uria especie de .. diálogo ..
(mica excepción, revocada además en el siglo xvm, los ton sciente; rastreable en el texto publicado, entre el due-
Comentarios reales, de Garcilaso, ofrecen un disc~rso in- ño del discurso oral y el autor de la transcripción. Son
dígena muy mediatizado. Con todo su prestigio intelec- lib ros -dice · el prologuista (Melia) del texto guaraní
tuaL un sabio como Sahagún no sólo no realizó su pro- Y wyrá ñé'ery [4 .1/ Cadogán 1971]- donde la conversa-
yecto de ver su obra impresa, sino que tuvo que asistir al ción entre el etnógrafo-indio (el mbya-guaraní Cadogán)
secuestro preventivo de sus manuscritos [2. 2/ Baudot y ]os indios-etnógrafos (sus amigos mbyas) produce una
1977 : 475-507) . "palabra original, en la que uno pregunta seleccionando
Si la censura política se levantó, finalmente, en el siglo y el otro responde traduciéndose ... Se podría afiJ;mar que
xrx, la autocensura de la historiografía literaria sigue ocul- el diálogo entre el informante y el transcriptor incluye
tando en buena parte estos textos ; lo demuestra, por ejem- ·· d e algún modo al lector: el primero ya no ignora, en
plo, el tomo .. colonialu de una historia actual de la lite~ efecto, que su discurso va a ser publicado bajo forma
ratura latinoamericana (1/ Iñigo 1\1:. 1982], dedicada en escrita. Textos característicos de tal práctica nueva se-
su totalidad a la literatura de tradición europea. rí an, junto al que se acaba de citar, De Porfirio Díaz a
En el siglo XIX, una S!=r ie de investigadores europeos Zapata. Memoria náhuatl de Milpa A lta (2 .1/ Horcasi-
más o menos improvisados reanudan, después de una in- tas 1968], o Kay pacha (3 .1/ Gow/Condori 1976], memo-
terrupción larguísima, la labor d e recopilar las literaturas ria oral colectiva de una aldea cusqueña.
· orales indígenas, supuestamen te desaparecidas: Tschudi.
Martín Lienhard La uoz y su huella
73

La recreación del discurso indígena a tribuye al espíritu de un líder indígena histórico, Guaixa-
rá, muerto (1567) en la lucha contra los portugueses:
. Para agilizar la ·evangelización de los indios, los mi-
síoneros franciscanos, jesuitas, etc., echaron mano, en to- Xe moajú marangatú, Molesta-me a boa gente,
das partes, de una fórmula que permitía, a sus oj os, ha- xe moyroetekatuábo, fazendo -me crua guerra;
.,·: ;

cer participar-activamente a sus protegidos en su propia Aipó tekó pysasú, o povo está diferente :
conversión : el teatro catequístico. Esta fórmula no sólo a bá sera oguerú, quem o mudou de repente,
a
involucraba directamente los indios en tanto que acto- xe retáma momoxyábo? para danhar minha terra?
res -y no meros receptores- de histonas edificantes,
sino que preparaba el bautizo que ·solía constituir el de- Xe añó Só eu sou
senlace de tales espectáculos rituales. Las obras dramáti- ko tába pupé aikó, o que nesta aldeia estou,
cas seguían en general, estrictamente, los cánones eu - serekoáramo uitekóbo, como se u guarda vi vendo,
ropeos del género. En algunos casos, sin embargo, el xe rekó rupí imoingóbo As mínhas leis en a
teatro catequístico se ser~ía no sólo del idioma, sino renda;
Kué sui asó mamóe daqui longe me vou,
también de ciertas formas rí~uales de los indios. Así, por
amó tába rapekóbo outras aldeias revendo.
ejemplo, como se desprende de unas observaciones del
jesuita luso-brasileño Nóbrega [4. 1/ 1955: 145), la dra- Abá, sera, xe jabé?
maturgia de algunos dramas catequísticos aprovecha la Como eu, no mundo,
quem há ?
de un rito de . . . guerra, sin duda un rito central para Ixé serobíarípyra, Eu sou bem ccnceituado,
los tupís a quienes se deseaba convertir. xe añangusú mixyra, · eu sou o diabao assado,
Los dramas catequísticos suelen escenificar la lucha en- Guaixará serimbaé, qu e se chama Guaíxar á,
tre el Bien y el Mal, repres~ntando al primero en los ku épe imoerapoanimbyra . em toda a terra afamado!
personajes.. de los propios misioneros y de los «indios de
'
paz .. (sometidos), al segundo en los indios que siguíen vi- Xe rekó iporangeté: Agr adável é meu modo:
viendo según su· tradición. Los monólogos de los últimos naipotári abá seytyka; nao quera ao indio venci-
pretenden reproducir el discurso indígena ~tradicional•. do .
Para dar una idea· de cómo se realiza tal imitación -más naipotári abá imombyka. nao o quera destruído.
exactamente traición- del discunw del otro, presentare- Aipotakatú teñéRemexer o povo todo ' ·
mos un fragmento de un drama tupí que Anchíeta, rnáxi- opabi tába mondyka. é somen te ;p que eu envi-
.~
mo representante del teatro jesuita en Brasil, escribi ó do. 1
en 1587 para la fiesta de S. Louren<;o, parte de la actual ¡
¡.

Niteréi [Anchíeta 1977: 141-202]. El monólogo siguien- Mbaé eté kaú guasú, E boa coisa beber,
te - traducido al portugués por el propio dramaturgo- se l$aui mojebyjebyra. até vomitar, cauim.
''.\1;'' .·.>
;{)¡
La voz y su huella 75
74 lHartin Lienhatd ~ ·~'.:··
1 i·:tt~
-~
¡ Aipó sausukatupyra. E isto o maior prazer, La imitación del discurso indígena tradicional se basa
l1
i
Aipo añé, jamombeú, Isto sé, vamos dizer
J en un procedimiento fácil de reconocer. Se eligen varios
aspectos reales de la cultura indígena, en este caso tupi:

·t~ ·
! aipó imomorangimbyra l isto é gloria, isto sim.
1 · ·'
alcoholismo ritual pintura corpórea, shamanismo, . gue-
Serapoa' ko mosakara ".:~'. rra, antropofagia ritual, poligamia. Ahora, en vez de co-
Pois sé se deve estimar :: ;

íkauinguasubaé. l• locarlos en su contexto para esclarecerlos, se los yuxtapo-


'. mo9acara beberrao. ·~
.Kaui mboapyareté, Os capazes de esgotar i ne sin orden ni lógica, nombrándolos además con los
,. 1 nombres más despectivos.
o cauim, guerreiros sao,
aé maramoñangára, sem se cansar Asistimos aquí, pues, a la fabricación de un discurso
marána potá memé. sempre anseíam por lutar J indígena ficticio, claramente instrumental: su funciÓn es
il la de denunciar la bestialidad de la vida indígena tradi-
Moraseia e ikatú E bom danc;ar, enfeitar-se
, .
.·, cional, de mostrar la necesidad indiscutible de su domes-
·.1,·.
jeguáka, jemopiránga, e tingir-se de vermelho; '·
ticación.
de negro as pemas pintar- Proponemos el concepto de uetnoficciónu para nom-

·1.~¡
.samongy, Jetymamguán-
ga, se' brar la literatura cuya estrategia fundamental consiste
jemoúna, petymbúfumar e todo emplumar-se, en la creación de una perspectiva uétnica" ficcional. En
karaí moñamoñanga e ser curandeiro velho. el caso del teatro jesuita, el destinatario de tal fiCción es
la propia colectividad indígena, y su propósito, el de
:! .. exorcizarlaa por medio ,de la imagen desfigurada de su
jemoyro, morapiti, Enraivar, andar matando
joú, tapúia rára, e comendo prisioneiros, .
aguasa, moropotára,
m a11ana syguarajy:
e viver se amancebando
adultérios espiando,
\t el diablón ensañado,/quc se llnma Ctwlxtl rt.\.len touo el mun-
do afamado!
·naipotári abá sejára. mio o deixem mcus terrei- Agradable es mi modo :lt1o quiero al indio vcncido,/no lo
ros. 1 1 quiero destruido./Agitar al pueblo todo/es sólo a lo que
convido.
Es buena cosa beberlhast¡¡ arrojar el cauín./Este es el mayor
,'.
[Anchieta 1977: 145-146) placer./sólo esto, a mi ver,/ es la gloria, eso sí.
·¡·'· ·
Pues sólo debo estimar/los que siempre están borrachos./Los
'
a Me ofende la buena gente/haciéndome la cruda guerra;/el capaces de agotar/el caín como muchos, los guerreros sin
. pueblo está diferente,/ ¿quién lo envió de repente/para da- parar,/anslando por luchar.
ñar a mi tierra'? 1 Baliar es bueno, adornarse/y teñirse de bermejo;/ de negro
1 piernas pintarse,/fumar y todo emplumarse/para ser uu bru-
Solo yo soy/el que en esta aldea estoy/ como su guardia vi-
viendo./ A mis leyes yo la riendo;/y de aquí lejos me voy/
otras aldeas reviendo.
! jo viejo.
Rabiar y andar matando/y comiendo prisioneros,/vivir siem-
pre amancebando,/ los adulterios mirando/sin dejar mis cer·
.-
caderos. --
tComo yo, otro indio habrá'?/Yo soy bien conceptuado)¡ soy ·.¡· ·.: •..· ·

'.:¡l
J
Martin Lie11hard La voz y su 1luella 77

propio discurso. Formalmente análoga, la etnoficción huatl colonial) que seguía la evolución -aculturación-
moderna, como se leerá eri la segunda parte de este tra- · del idioma hablado [Lockhart 1982}. Pese a su aspecto
bajo, suele servir un propósito ideológico opuesto al de "legal», los utítulos. ofrecen aspectos marcadamente lí-
los misioneros jesuitas: valorizar, ahora ante los ojos terarios en la medida en que relaboran, a partir de una
de los sectores dominantes, las cosmovísiones indígenas. perspectiva ya no prehispánica sino indígena colonial, el
pasado mítico-histórico de las colectividades implicadas.
En caso de litigio (por tierras o tít ulos cacicales), estos
El rescate indígena de la tradición oral
documentos, como las cartas, se presentaban como prue-
En Mesoamérica (sobre todo en las áreas central y mCJ:, bas ante las autoridades colvniales. Un ca3o famoso, gua-
ya), la práctica del rescate de la tradición oral indígena temalteco, es el del Título de Totonicapan (Carmad;:
se reparte entre la que se realiza · en la esfera del poder 1983], un texto escrito en quiché en el siglo xvr. Los in-
colonial (la acabamos de ver) y la que asumen las pro- dios lo presentaron en 1834 al juez de primera instan-
pÜlS colectividades indígenas para cumplir con sus pro- cia para apoyar sus reclamos de tierras; el padre Dioni-
pios objetivos: no dejar que la memoria colectiva, ahora sia Chonay, por encargo de los indios, lo tradujo al caste-
tan amenazada, se pierda. En la mayoría de las entida- ~lano, versión en la cual lo conoccria el público. El ori-

des .. autónomas" existe -sucesor de los tlacuilos en un ginal se creía perdido, pero Carmack, su editor, descu-
sistema hereditario- un secretario encargado de trans- brió que de hecho, los indios de la parcialidad de Xax lo
cribir la memoria de la colectividad [2. 2/ Karttunen siguieron conservando hasta hoy.
1982). Al trabajo de tales especialistas de la escritura se Con la extinción de las autonomías in dígenas mesoa-
d eben, por ejemplo, las grandes recopilaciones como el meriCanas a lo largo del siglo xvm, la práctica del res-
Popal Vuh [2 .1/ 1952] q los libros de Chilam Balam cate escrito de las propias tradiciones orales decae poco
[1 969), verdaderas enciclopedias del pensamiento mítico- a poco, y con ella, la producción escrita en un idioma
11istórico calendárico, cosmológico, ritual, etc., de dos amerindio de la región. Casos análogos de uautorrecopi-
pueblos mayanses. Aquí, el alfabeto sucede, como téc- lación indígena~ aparecen también en otros momentos his.-
nica más cómoda para la notación de discursos, a la tóricos. A partir del siglo x1x, probablemente, muchas
complicada escritura glífica de los mayas. Con su ri- comunidades indígenas en Mesoamérica y el área a ndi-
gor fonográfico, la transcripción alfabética significó mi fijan por escrito algunos de sus dramas rituales; en
probablemente la .. petrificación» de las tradiciones así Mesoamérica, la «danza de la conquista" [2 . 1/ Bode
<:onservadas. 1961, 2. 2/ Baumann 1987] o «moros y cristianos» [2. 2/
Los géneros más tenaces en el contexto de estas prác - Arróníz 1979}; en el área andina, la·s'~ evocaciones dra-
ticas fueron, sin duda, los diversos .. títulos». En México máticas -en quechua o en español- de la caída del Ta-
central, durante los tres sig los coloniales, tales textos wantinsuyu y de la muerte del Inca [3 .1/ Balmori 1955,
legales se fueron elaborando a partir de las sucesivas Mendizábal 1965, 3.2/ Wachtel 19?6, Millones 1988]. Se
perspectivas contemporáneas y con Un lenguaje (ná- trata de textos de tradición hispano-indígena mixta, de
... o
78 Martín Lienllard La voz y su huella 79
1 1

apropiaciones indígenas de los modelos dramáticos in~ l


'1 escritura alfabétí~a para ciertas necesidades . ~diplomáti­
traducidos por los misioneros para una evangelización cas" o de política ~xterior; .más adecuada ·a .la expectati-
más práctica de los indígenas. Sin duda alguna, tales re-
1
va de los interlocutores europeos, ella prometía mayores
presentaciones existían desde hada varios siglos, pero beneficios en el marco de las acciones reivindicativas.
antes del siglo xrx>" su conservación se encomendaba a Los ldpu y los códices, donde los babia, se transforma-
la memoria oral. 'tos textos dramáticos escritos parecen ron, pues, en cartas. Desde la segunda mitad del siglo ·'
simples transcripciones de los espectáculos orales; no xv1 h~sta la época contemporánea, éstas serán el vehícu~
llevan huellas de una elaboración propiamente escrip- lo principal del discurso indígena destinado a las autori-
tural. dades, coloniales o rephblicanas. El contenido y aún la
Algo diferente, sin duda, e~ un caso como el del famo ~ forma de las cartas indígenas varían mutho en función
so drama quechua Ollantay (3 .1/ 1958]. Considerado de las coyunturas que las suscitaron, como, para nom-
antaüo por algunos nostálgicos del imperio incaico como brar unos pocos ejemplos, la consolidación de la nueva
Ull drama incaico milagrosamente conservado, el texto aristocracia .· indígena .en Mesoaméríca (2. 11 Epistolario
suscita en realidad, por su construcción dramática, las 1. . 1939-1945: passím, Ziinmermann 1970, .Anderson 1976);
reminiscencias literarias europeas y su «escrituran, la l la uguerra guaranítica" [4 .1/ Mateas 1949] y la "libera-
hipótesis de una elaboración escrita. Si esta hipótesis lle- í ción~ de lo s indios guaraníes en el Paraguay del siglo
g ara a confirmarse, el Ollantay sería signo de una re-
orientación escriptural autónoma por parte de ciertas
1 xvm [Cartas. . . Guaranis 1924], o la guerra de castas
(1847-1902) en Yucatán {2 .1/ Cartas contestatarias 1952).
subsociedades de ascendencia indígena, antecedente de Debemos aplazar la mención' de textos epistolares con-
las actuales escrituras indígenas y mestizas. Análogas cretos al próximo capítulo, dedicado a las coyunturas de
observaciones se podrían aplicar a un texto bilingüe \ la literatura escrita alternativa.
(quechua/español) como Prisión, rescate y muerte del ' J

lnca Atahuallpa, de Herminio Ricaldi [1988L inscrito en


¡ Por lo g~neral, estas cartas no emanan de individuos
la tradición de los dramas de la conquista. En tales 1
particulares, sino de colectividades constituidas o de sus
representantes:· autoridades indígenas locales, cabildos,
obras, sin embargo, la posible "reorientaciónn es toda-
vía relativa: una vez acepta do por la colectividad, el tex- "caciques y principales". Redactados en españoL en latín
1 y en varios idiomas amerindios, las cartas o los umemo-
to dramático vuelve a ser un simple instrumento mnemo-
riales .. afirman ciertos derechos indígenas, ·y se quejan
técnico al servicio de su performance oral. ~ a veces muy gráficamente, de los aspectos más lamenta-
bles del régimen colonial o semicolonial (despojos, vio-
Literaturas epistolares indígenas : lencias, abusos de parte eclesiástica o latifundista), y
cartas, 4<memoriales", cartas-crónicas proponen reformas. El discurso, siempre pronunciado
1
~ por una voz que encarna una responsabilidad colectiva,
Con más o menos rapidez, según los lugares, los'· in- l se dirige, por encima de todas las instancias subalter-
dios o algunos de sus representantes habían adoptado la l
nas, a quien se supone capaz, por su encumbramiento,
1
: ·· ;

• " ~-
Martín Lienhard La v oz y su huella 81

•de entenderlo con ecuanimidad: el rey, el presidente de tario encumbrado) participan en esta operación comun i-
.;. gobierno, el gobernador. Circunscritas por lo genera] cativa. La flliteratura» epistolar indígena funciona, pues,
,, a un problema que exige una solución precisa y urgente, con un público reducidísímo y determinado de a ntema-
algunas de estas cartas, enunciadas con el característi- no. Su· u efica cia .. depende exclusivamente de la buena vo-
co «nosotros .. de la col ectividad, llegan a expresar con luritad del destinatario. Ciertas veces, las colectividades
fuerza y amplitud de criterios los sufrimientos o la a cti- indigenas quieren romp er este sistema d e comunicación
•· ' tud de digna resistencia de las subsociedades indígenas exclusiva para dirigirse a lo que hoy se llamaría la
marginadas. Así, los gobernadores de la provincia de "opinión pública": es ahí donde surge !a práctíca de los
Maní (Yucatán) esc:iben, el 121411.567, al rey Felipe II: memoriales.
El memorial, discurso eminentemente escriptural y
Después que nos vino el bien, que fu é conosc;er á de tradicién europea, no repre senta ya , en un sentido es-
Dios Nuestro Señor por solo verdadero Dios, de- tricto, una relaboración de un . discurso oral por medio
·.:(:/.
xando nuestra ceguedad é ydolatrías, y á V. M. por de la escritura. Las normas del discurso se adecuan al
:.¡
señor temporaL antes que abriessemos bien los oj os horizonte de expectativas del lector presumiblemente de
.;i
al conosdmiento de l o vno y de lo otro, nos vino cultura europea o europeizada . Con todo, dada la perso-
vnn persecución, la mayor que se puede ymaginar. nalidad cult ural de su autor (indi\;idual o colectivo), el
y fué, en el año de sesenta y dos, por parte de los memorial .. indígena .. moldea, en la medida de lo posi-
religiosos de Sant Francisco, que auiamos traydo ble, un discurso indígena en la forma impuesta por el
para que nos doctri~assen, que, en lugar de lo ha- objetivo que se q uiere alcanzar. Tales características hí-
zer, nos comen~aron á atormentar, colgandonos de brida s ostenta, por ejemplo, }a «Representación verdade-
las manos y ac;otandonos cruelmente, y colgandonos r a y exclamación rendida y lamentable que toda la na-
pesgas de piedras á los pies, y atormentando á mu- ción indiana hace a la majestad del seiior rey de las
chos de nosotros en burros, echandonos mucha can- Españas y emperador de las Indias, el señor don Fer-
tidad de agua en el cuerpo, de los quales tormentos nando VI - __ "• publicada en Madrid hacia 1750 por f.:.-.
murieron y mancaron muchos de nosotros (Zimmer- Calixto de San J osé Tupac Inca, descendiente, po:· ella l o
mann 1970 :- 36]. materno, del Inca Tupac Yupan qui:

En sus cartas reivindicativas o de protesta, raras ve- Defecit gaudium cm:dís nostri. Versus est in Luctu~n
ces de agradecimiento por ¡;tlguna' n mcrcea~, las colecti- chorus noster. Perdióse la alegría de t1Uest1·os cora-
vidades indígenas o las personalidades (nobles) que se zones. Con virtiósc en lamen to nuestro cántico; por-
consideran como sus portavoces se dirigen directamente que el gozo de ser christianos y vasallos de un Mo-
a la autoridad m áxima -en g eneral, durante la época narcha Cathólico, cayó de nuestros corazones, al
coloniaL al propio rey español. Nadie más que los inter- vernos por Christianos abatidos, y por cathólicos
locutores directos (l os au tores de la carta y su d estína- afrentados; conque el Contento de Chrístíandad re-
82 Martín Lienlzard La voz y su huella 83

dbida, sepultada la gentilidad; se ' ha tornado para representan. Resulta dificil determinar con precisión, en
nosotros llanto triste por vernos reputados de peor los dos casos, en qué m edida el discurso narrativo p erte-
·~ : condi.zión, que los Gentiles, y en concepto del Espa~ nece a la tradición europea o a la autóctona ; el rasgo
iiol por Idólatras, y assi lloramos ... dominante de su composición, sin duda alguna, es el hi-
'.,·1'
· •; (Tupac Inca 1750/1969: 25]. bridismo. Este hecho, n o la supuesta falta de elaboración
j literaria, se debe considerar como responsable del -in-
Las formas de esta lamentación. como el autor lo se- justificable- desinterés de la historiografía literaria
ñala al comienzo del texto, se inspiran en las del profe- ucriolla .. por tales textos.
ta bíblico Jeremías : en las de la Escritura por excelen~ Por vez primera, aquí, los depositarios de la memoria
cía. El subtítulo en latín debe autentificar más todavía, Y de la conciencia colectivas dejan de ser los sempiter-
en el sentido de la cultura cristiana de la época, la orto- nos uinformantesu o los redactores de escritos al estilo
doxia de lo qu e se va diciendo. La argumentación, sin europeo para convertirse en los autores, materiales o al
embargo, oculta mal su lógica andina: si el cristianismc menos intelectuales, de un texto propio en el- sentido
equivale al «Cristianismo real.. de los españoles, no re- cabal de la palabra, en ~ujetos de una práctica literaria
presenta un valor superior al de la .. gentilidad .. , es decir radicalmente nueva. La escritura, sentida primero como
de la cultura andina tradicional. un trauma, se usa ahora, quizás algo eufóricamente,
Algunas de las cartas indígenas se liberan por com - como un arma contra los opresores, como un medio para
pleto de las convenciones de la tradición epistolar (ob- hablarles de igual a igual.
viamente europea) para tomar 'la forma de un discurso
literario uautónomo " y de envergadura insospechada. Nos La escritura indígena o mestiza
referimos, especialmente, a la extensa carta-narracióD .
(66 folios) que el Inea Titu Cusi Yupanquí, autoridad su- Las «cartas .., de Titu Cusi y de Guaman . Poma o, en
1 prema del estado inca rebelde de Vilcabamba, dictó en México, el "Compendio histórico del reino de Texcoco~>,
1570 para su colega el rey español Felipe II [3 . 11 Yu- de Ixtlilxóchitl (2. 1/ 1975 a]. constituyen el verdadero
pangui 1985], y a la carta-crónica de vastísimas dimen- comienzo de una escrituta indo-hispánica. Más allá del
\ siones (11 89 folios) que el supuesto cacique quechua ksimplen rescate de la tra dición histórica autóctona, más
Guaman Poma de Ayala (1 980) quiso destinar, hacia allá también del mero gesto reivindicativo, estos textos
1615, a Felipe III. ofrecen, a r ticulando de modo inédito los d os aportes, el
europeo Y el indígena, un punto de vista nuevo, inci-
1 Estructuralmente emparentadas con las cartas indí-
genas reivindicativas (voz de representatividad ·colecti~ pientemente ·~subjetivoK, sobre el mundo: Sometida to~
va, destinatario p or encima d e las contingencias de la davía, formalm ente, a los imperativos d e la comunicación
vida coloniaL tono acusatorio), estas dos obras formu- entre las colectividades marginadas y un destinatario
lan, con un alto grado de elaboración literaria, toda la de alto nivel, esta práctica precede la de una escritura
visión histórica de los autores y de los sectores que ·ellos indígena o mestiza desvinculada de este contexto uti- ·
Martin Lienhard L a uoz y su huella
85

litario. La de una escritura liberada que propone un dis·


luntad manifiesta de los autores de vincular, de un mod:J
curso •autónomo~ sobre el mundo, como la descubrimos o de otro, la escritura o cultura gráfica occidental con
en los poemas quechuas de Wallparrimachi (3. 1/ co-
lo~ universos discursivos indígenas o mestizos, predo -
mienzo s. xix/1979) y, mucho más tarde, en diversos tex-
mmantemente orales. En cambio, las realizaciones con ~
tos actuales narrativos y poéticos -elaborados por uno s
cretas, a todas luces mu~' diversas, llevan el sello no sólo
escritores que se identifican, a raíz de su origen o de
de la estética verbal vigente en su época, sino tam bi én
su trayectoria vital e intelectual, con las subsociedades
d.~ la coyuntura histórico-social que auspició su apari:
indígenas o mestizas. Narradores como ]. TvL Arguedas ,
cron. En el capítulo siguiente trataremos de esbozar las
]. Rulfo o A. Roa Bastos, y unos poetas quechuas como
caructerísti cas de las coyunturas mas productivas en el
el mísmo Arguedas o Arirumi Kovvií (Ecuador), son au-
sentido de la «literatura escrita alternativa ~: los momen-
tores representativos de este tipo de literatura .
tos más críticos, más a gudos en la historia de las rela-
La escrituro indo-mestiza moderna, aparentemente cer- ciones en tre los sectores hegemónícos europeizados y las
cana -al menos cuando elige un idioma europeo para subsodedades o los sectores indígenas e indo-mestizos
expresarse- a la de los textos latinoamericanos europ ei- marginados.
zados, sigue en realidad exhibiendo caracteristicas hibri-
das en todo punto análogas a las que hemos atribuido a
Guaman Poma o Títu Cusi. Superponiendo códigos oc-
cidentales e indo-mestizos, ella se dirige o busca objeti-
vamente a un público lector familiarizado con los dos
sistemas culturales. Desvinculada, en un cierto sentido,
de las expresiones codífícadas de la tradición oral, esta
escritura, ante todo en su vertiente narrativa, subraya de
diversas maneras su ascendencia oral. Son muy frecuen-
tes los textos que se .. justifican .. a través de la puesta en
escena de una situación de comunicación oral -«puesta
en abismo .. de sus condiciones de producción verdaderas
o ficticias. Pero no es éste el lugar para demostrarlo : o
los escritores dndo- mestizos~ modernos, precisamente,
dedicaremos espacios importantes en la segunda parte
del pres.e nte libro (caps. VI, VIII, IX, XII).

Hemos llegado al final de este recorrido por las dífe-


rentes prácticas discursivas que abarca la «literatura es-
crita alternativa". Todas ellas se caracterizan por la vo-
CAPITULO III La voi y su 1zue1la 8:Z

CONTEXTOS HISTÓRICOS Y SOCIALES mento decisivo para la historia de las relaciones étnico~
sociales; la consolidación de la República, en cambio, si
lo es, pero en un sentido negativo: es el momento de ma~
yor oÍensiva contra las comunidades indígenas tradicio-
nales y su economía de autoabastecimiento.
Las prácticas literarias que surgen en los márgenes, La productividad literaria alternativa varía mucho de
abiertos hacia las culturas orales marginadas, de la cul- una coyuntura a otra, de un área a otra. Varía también,
tura escrita, se inscriben siempre en determinadas coyun- según las circunstancias histórico-culturales concretas, la
turas del enfrentamiento entre los sectores hegemónicos preferencia por un tipo de discurso (•género ..) u otro.
y las sociedades, subsociedades o sectores marginados, Ante la relativa "clandestinidad" de esta producción (se-
.. étnicos" o populares. Caracterizado por la imbricación pultada a menudo en archivos) renunciamos a definir es-
de antagonismos culturales y sociales, este enfrenta- tas coyunturas por su fecundidad literaria.
miento, de contundencia muy variable según las épo-
cas y los lugares, es el más tenaz que registra la his-
toria latinoamericana. Las páginas que siguen no ambi- Primeros contactos
cionan, de ningún modo resumir la larga, complejísíma
Los primeros contactos, pacíficos o bélicos, entre au-
e insuficientemente conocida historia de las relaciones
étnico-sociales en la América indo-ibérica, sino que apun- tóctonos y europeos no constituyen, en un sentido es-
tan tan sólo a aislar y comentar las coyunturas que se tricto, ninguna coyuntura de producción de textos es-
perfilan como las más significativas en el contexto de critos alternativos. En la medida en que se ensayan, a
la producción literaria alternativa: través de ellos, los sistemas de relación posibles entre
a mbos ba ndos, también en cuanto a la expresión ver-
¡ 1 . Primeros contactos estre europeos y autóctonos.
bal, resulta sin embargo indispensable focalizarlos bre-
2. Institucionalización de las relaciones .coloniales y re-
1 vemente. La nhora cero .. de la nueva historia (dependien-
¡ sistencias .. indias ...
te) del continente será, también, uno de los temas pre-
3. Reformas coloniales y movimientos insurreccionales
dilectos de la primera literatura alternativa.
del siglo vm.
El ndescubrimientou mutuo de europeos .Y autóctonos
4. <~ Segunda conquista~~: la ofensiva latifundista del
ostenta todas las características de ~na asimetría funda-
siglo xtx.
mental. Si los habitantes del continente «americano" des-
5. nindigen:i:smos· intelectuales y movimentos étnico-
cubren realmente, como lo expresará un poco más tarde
sociales modernos. el Inca Titu Cusi [3 . 11 Yupangui 1570/1985: 3]., .. un gé~
Estas coyunturas no coinciden sino en pa-rte con los pe- nero de jente no oyda ny bista en nuestras nas~Úmes .., los
ríodos de la historia latinoamericana vista bajo un ángu- europeos descubren unos tipos de sociedades que ellos
lo criollo. La ~independencia .. , por ejemplo, no es un mo- logran clasificar, hurgando ei1 sus conocimientos acumu-
,.,

Maztúz Lienlwrd
La v oz y su huella 89
lados en las recientes empresas de Reconquista (península
ibérica) o de expansión colonial (Africa), como •infielesft mutuamente provechoso, de objetos de hierro contra "pau
e ~bárbaros idólatras». Los autóctonos, en cambio, como de Brasil*, aceptan gustosamente incorporarse al sistema
paralizados por la sorpresa, demorarán un lapso de tiem- de ·parentesco tribal - para luego subvertir! o y someter-
po relativamente largo en develar la identidad, los móvi- lo a sus prop!os objetivos [4. 2/ Susnik 1965: 11 ss.;
les y los proyectos verdaderos de sus huéspedes [2 . 2.' Hemming 1978 : cap. Il
Todorov 1982: cap. II]; los únicos parámetros inmedia~.
Si, en la gestión de los primeros contactos, ambos ir..
!amente disponibles para su clasificación serán los m)-
terlocutores intentan manipuhu· al otro, los europeos se
tos de! 'retorno de un héroe civilizador (Ouet zalcoatl en
aprovechan del efecto de sorpresa provocado por su lle-
Ivléxíco. Wiraqocha en el áreJ andina) o del surgim iento
gada y su comportamiento. Antes de que los autóctonos
de un lwraí o gran shamán (área tupí-guara ní) , y las ex-
-sus aliados militares o .. parientes .. - hayan desentratla-
periencias con otras colectividades del continente. Los
do ca balmente sus intenciones estratégicas, los europeos
autóctonos se van convirtiendo en ~indios", objetos y víc-
logran echar las bases de su futura dommación colonial.
timas de un proyecto colonial de gran envergadura qu~
no aparece a -sus ojos, en el primer momento, sino come Cuando se produce la toma de conciencia indígena. el
una ~visita" inesperada pero posiblemente útil. Consi- espacio para la r esistencia ya se ha restringido. Los eu -
derados a menudo por los autóctonos como aliados bien- ropeos ya han podido crear, mediante regalos, sobornos.
venidos contra estados y grupos vecinos o hegemónicos, amen?Zé\,S o alianza matrimonial, un grupo de •amigos•
los europeos participan, tratando de ínstrumentalizarlas, totalmente adictos, y la desestructuracíón de las socieda-
en las expediciones «indígenas ~ mils prometedoras en el des autóctonas ya se encamina hacía la irreversibilidad .
sentido de sus prioridades: Cortés y sus hombres mar- Ya no cabe la posibilidaa de cerrarles simplemente la
chan contra México-Tenochtitlim al amparo de las tr0- puerta a los «huéspedes .. 1-:qolcstos: la única forma de li-
pas de Tlaxcala, ciudad rival de la capital azteca; Alv(;.- berarse de ellos sería la guerra, difícil de orcanízar
. ., en
rado, en medio de tropas mexicanas y maya-cakchique- un país ocupado.
les, conquista Utatlán, la capital de los maya-quichés; En general, la resistencia indígena contra los europeos
el portugués Alexo García, imitado posteriormente por no resulta, pues. de una reacción visceral contra el otro.
el adelantado español Alvar Núñez Cabeza de Vaca. sino que constituye el resultado de un análisis de la
"acompaña, una expedición guar::.ni tran.samazónica has- !' práctica colonial europea.
ta los contrafuertes de la cordillera andina (4. 1í Día.z Los primeros contactos, obviamente, no generaron con-
161211986]; Pizarro, finalmente. conquista el Cusco en diciones para la producción de una literatura escrita al -
tanto que nhuésped.. (y aliado militar contra los •quite- ternativa -manifestación textual de un diálogo o en-
ü.osn) de Manco Inca (3 . 1/ Yupangui 1570/1985]. frentamiento ctiltural que apenas va empezando. Pero es-
En el área amazónica, los .. huéspedes.. europeos (por- los contactos, ante todo en tanto que «trauma de la con-
tugueses, españoles, franceses) agentes de un trueque,
1
quista n de los autóctonos [2. 2/ Garibay 1953-1954, León
Portilla 1976: ca p. VL proporciOnan, en buena medí-
90 Martin Lienhard La voz y su ··huella 91

da, la materia histórica para los primeros textos indo- y del papa, se les garantizaba el respeto de . sus siste-
hispánicos. mas de sucesión en el poder, aunque no el ejercicio de
este poder . .. Hasta el año 1565, por ejemplo, el título
de tlatoani o "rey.. de México-Tenochtitlán siguió vi-
Colonia y resistencia indígena
gente; a la muerte del tlatoani d. Luis de Santa Maria
Las nuevas aristocracias indígenas Nacacipatzin, se le sustituye por e-l de .. juez gobernador•
municipal [2 .1/ Tezozomoc 1609/1975: 174-175]. En el
En la segunda fase de la historia de las relaciones Perú, muertos los Incas rivales A~au Huallpa (norte) y
étnico-sociales -la de la institucionalización de las rela- Huáscar (sur), los esp~ñoles, acatando la decisión del
ciones de tipo colonial y de la resistencia indígena- se clan dinástico cusqueño, entronizaron al futuro rebelde
intensifica el conocimiento reciproco de los dos interlo- Manco Inca [3. 21 Hemming 1983: 1~7}. Este •respeto•
cutores: 'condición sine qua non para el surgimiento de . europeo del derecho de sucesión autóctono, claro está,
'•"' era de fachada. Los espalioles presionaban para que sa-
una literatura que articule formas y discursos de ori- l

gen europeo y autóctono. liera elegido, entre los candidatos teóricamente posibles,
La literatura escrita alternativa nace de las inicíati· el más apto para cumplir el papel de rey fantoche; en
vas más variadas en los contextos más diversos. En tér- caso de necesidad, ellos se olvidaban de las reglas: así,
minos prácticos, su aparición supone que , un<' de los Andrés de Tapia 'Motelchiuhtzin, uno de los tlatoani co-
dos interlocutores , o los dos simultáneamente, adquie- loniales de Tenochtitlan, fue al parecer un ex esclavo
ra (n) el «lenguaje" o sistema de comunicación del otro: , [2. 21 Gibson 1964: 168).
el alfabeto europeo, tal vez también el idioma, para los Cuando, pese a sus precauciones, los fantoches se mos-
«indios»; el idioma indígena, para los europeos. Los pro- traban intratables, los europeos no dudaban en asesi-
tagonistas de este acercamiento mutuo y a menudo con- narlos o remplazados: por una simple sospecha mata-
flictivo serán, en el campo europeo, los misioneros y los ron a Cuauhtemoc, yerno · de Motecuhzoma [2. 11 Tezo-
funcionarios coloniales; en el campo autóctono, cier- zomoc 197 5: 165-166); al retirar$€ el exfantoche Manco
tos miembros de los antiguos grupos dirigentes. Inca a Vilcabamba para reorganizar el estado incaico,
Los europeos, núcleos reducidos de hombres disemi- los españoles coronaron en su lugar a su hermano y ri-
nados en la inmensidad territorial y demográfica del val Paullu [3 . 2/ Hemming 1983: 234}. Las platónicas
continente americano, comprendieron rápidamente la protestas de Carlos V por los asesinatos de los reyes
conveniencia de aliarse con los grupos dirigentes locales indígenas, sus vasallos, no surtieron efecto alguno: el
con vistas a usurpar su poder. Durante algún tiempo, aprovechamiento de los antagonismos ciánicos, la , elec-
para neutralizar la aristocracia antigua, dejaban subsis- ción arbitraria de los gobernantes y -cuandoi era nece-
tir -cada vez más como una ficción- los señoríos autóc- sario- su eliminación física, formaban parte de una mis-
tonos tradicionales. Si los gobernantes autóctonos reco- ma política: la destrucción programada de las dinastías
nocían la autoridad suprema del emperador o rey europeo y poderes autóctonos .

,
..
Martin Lienhard La voz y su huella 93

Una vez descabezadas y desarticuladas las aristocra- de las obligaciones laborales de los indios (servicio per-
cias autóctonas, se las reorganizaba en función de la do- sonaL trabajo comunal), serán los grandes beneficiarios
minación colonial. Los antiguos líderes étnicos (tlatoani de la primera colonización . .;·Como lo subraya Vasco de
en México, kuraka en los Andes, mburuvixá en el área Ouiroga, el famoso obispo .. utopista .. de Michoacán, cada
... tupí-guaraní) se veían nivelados en la nueva categoría_
encomendero gasta ncasi como Motezumau, y «como
social de los .. caciques", v~cablo antillano que los españo - hoy hay tantos Motezumas que mantener en esta tierra",
les difundieron por todo el subcontinente. Los parientes los indios van sufriendo una miseria nunca vista antes
de los caciques (función hereditaria) y los demás miem- [2 . 1/ Ouiroga 1940] .
bros de las antiguas aristocracias serán ~principales"; en Los caciques, antiguos señores .. naturales.. o étnicos,
esta categoría, exenta del tributo per cápita como la de a caban siendo justamente los ejecutores de la polí tica cn -
los caciques, entrarán también numerosos individuos co- comendera. Al mismo tiempo, algunos de ellos asumi·
munes que se· distinguen por su prosperidad o sus re- r án la función de preservar las tradiciones culturales es-
laciones excelentes con los encomenderos o los eclesiás- pccífícas de su grupo [3 . 11 Guaman Poma 1615/1980:
ticos [2. 21 Gíbson 1964: cap. VI]. La c1pa de los caci- f. 752-895 ; 3. 21 Spalding 1981 ; 2. 21 León Portilla 197 6 :
ques y principales, que representa en México entre el 84-87].
2°/o y el 10% de la población indígena (ibid.], debe fun- Los miembros de la aristocracia indígena colonia l,
cionar, en el marco de la organización coloniaL como co- caciques y principales, tendrán bajo su responsabilidad
rrea de transmisión entre las autoridades o los benefi- la administración interna de la llamada "República de
ciarios de la colonia y la masa de los «indios comunes~ Indios .. : las áreas indígenas cuyo acceso, en un princi-
(macehual en Mesoamérica, hatun runa en los Andes, pio, queda vedado a los no indios - para impedir que és-
auá · en el área tupí-guaraní). tos se contaminen con los vicios europeos. Los caciques
La población indígena, con sus caciques y principa- y principales elegirán y se harán elegir para los ftcabil-
les, será concentrada en ~reducciones~ o «pueblos de in- dos" y los gobiernos de las municipalidades y las provin-
dios" [4.2/ Susnik 1979-1980: 106-121; 3.2/ Málag a ci as indígena s [2. 2/ Gibson 1964: cap. VII: 3 . 2/ H em -
1974; Golte 1973: 44-50} y encomendada -cuando no se ming 1983 : 376 ss.]. Ellos desempeüan, pues, dos fun-
trata de reducciones misioneras- a los ~encomende· ciones vitales para los europeos: garantizarles, en lo
ros", conquistadores prestigiosos que asumen teórica- inmediato, la movilización de la mano de obra indí-
mente la responsabilidad de la salud espiritual de los gena (haciendas, minas, obrajes) y, más Clf general, en-
indios y de la recaudación del tributo real. En la prácti· cuadrar po1iticamente a los indios y "aqtlturarlos .. p ara
ca, la encomienda se convertirá rápidamente en el prin· asegurar, de este modo, la per petuidad d~ la dominación
cipal instrumento, duramente criticado por muchos misio- europea.
neros (Las Casas, .Montoya), de la opresión y la explota- Por estas r azones, los europeos usarán todos los me-
ción de los indios. Lo~ encomenderos, recaudando tri- dios para conseguir el apoyo incondicional del sector
butos excesivos e interpretando a su antojo !os límites aristocrático indígena, para .. asimílarlo" : títulos, privi-
Martin Lienhmd
l ,a voz y s:l huella 95
91

legios (exoneración del tributo, .. mercedes• de tien-as, de- primeros· informantes de todas las empresas de recopila-
recho de llevar un traje español, viajes a Europa . . . ), ción de las tradiciones orales que lleva~·án a cabo los mi~

..
pero también amenazas y tastigos contra los caciques
recalcitrantes o demasiado indulgentes con los indios co-
sioneros, los funcionarios y, má~ tarde, algunos miembros
de la propia aristocracia indígena; de ahí, la índole .. di-
• ¡

munes (Gua man Poma 1615/1980: f . 566}. El rechazo nástica" de la mayoría de los textos recopilados.
del sistema colonial europeo se paga con la muer te [ibid. : De informantes, algunos de los miembros de este sector
f . 572 ; León Portilla 1976: 87). pasaron a autores d e una producción epistolar conside"'
Para perfeccionar la asimilación de los .caciques y prin· rabie que denunciaba, de algún modo, su incómoda po-
cipales se recurre a la educación escolar. Todos los nú- .sición entre los representantes del poder europeo y las
cleos misioneros dispensan, teóricamente, una formación masas indígenas. Destinados al rey, al virrey, al obispo
escolar mínima a los jóvenes miembros de este sector: o a otra autoridad d e alta jerarquía, estos escritos· reve-
asi lo estipula una muy temprana instrucción real de lan la doble preocupación de mostrarse adictos al nuevo
1503 (1/ Konetzke 1979: 313}. Si nunca se pensó en es- poder y al cristianismo sin dejar de reivindicar ciertos
colarizar sistemáticamente a los indios comunes, el acce- valores antiguos -justamente los que justifican sus pri-
so de los caciques y principales a la cultura gráfica no vilegios del momento. En varios textos, los autores, poco
fu e tampoco automática. Fuera de las zonas privilegia- dispuestos a aparecer - según la fam a que habían adqui-
das para la asimilación de las élites indígenas (valle de rido- como verdugos de la población indígena, asumen
México, área quiché-cakchiquel en Guatemala, Quito, su defensa al estilo de Las Casas: así la carta que los
Cusca, reducciones misioneras del área tupí-guaraní), «señores e principales" de México central mandaron el
pocos miembros de las aristocracias indígenas· habían lle- 2 de mayo de 1556 al rey Felipe II (2.1/ Paso y Tronco-
gado a poseer, a fines del siglo xvJ, siquiera los rudi- so 1939-1942, t. XVI: 64-66], otra que las autoridades
mentos de la cultura escrita . El famoso colegio de Santa indígenas de· la provincia de Maní, Yucatán, dirigieron
Cruz de Tlatelolco, y más generalmente, la intensa acti· el 12 de abril 1567 al mismo rey (Zimmermatm 1980], o
vídad docente de alto nivel que los franciscanos desarro- todavía, la carta-relación al rey de los .. caciques y prin-
llaron en el valle de México, constituye sin duda una ex- cipales, vecinos y n aturales .. de Santiago Atitlán (Guate-
cepción -por cierto muy importante. para la literatura mala) con fecha del lro. de febrero de 1571 (Acuña 1982:
escrita alternatíva. 157-162). Un caso extremo, por sus dimensiones, es la
carta-.crónica que el verdadero o fingido .. cacique prenci-
pal" quechua Guaman Poma de Ayala [1615/1980] des-
El .. discurso del di álogo tinó a Felipe III. Sin duda, los caciques-principales exor-
cizan, a través de esta práctica literaria, su mala con-
Pese a su estrecho margen de maniobra, los caciques
ciencia de "colaboracionistas».
y principales contribuyeron en una medida altamente
significativa al surgimiento de una literatura escrita al- En las ambicio sas obras acerca de la historia autócto-
ternativa . Por una parte, este sector proporcionará los na que elaboraron ciertos grandes letrados indígenas se
\
La voz y su huella 99
98 Martín Líenlwrd

en el área tupí-guaraní, zona de progresiva unificación ríg idos·_ por los descendientes de los gobernantes prehis·
política, la resistencia indígena, como se señaló, no se pánicos, suelen tomar el aspecto sincrético de ínsurrec-
expresó en tanto que reacción viscet~al contra los intru- ~ciones mesiánicas: México después de la caída de Tenoch~
sos, sino que se desarrolla a través de la experiencia titlán (1521), Paraguay, Brasil.
p:-áctica del sist ema , c~lonial. La historiografía .. indo- En México, ante los atropellos que sufre el tlatoani
hispánic.a" y la literatura epistolar o ~~notarial» de los Iv1otec:uhzoma por parte de sus huéspedes españole$, se
caciques y principales constituye, cuando existe, uno de dibuja una acelerada toma de conciencia indígena que
los aspectos de una téma de conc iencia indígena : la reac- culmina en la expulsión de los extranjeros de México·
ción reformista de los que aceptan convertirse en aristo- Tenochtitlán: la famosa unóche triste.. del 20 de juni:J
cracia indígena colonial, pero no sin exigir uná serie de de 1520. Corte será el tiempo concedíde al estado "inde-
mejoras tanto para ellos mismos como para sus súbdi- · uendíentc .. del tlatoani sucesor, Cuauhtemoc: once me-
tos. El momento de la institucionalización de las relacio- ~es, insuficientes para restructurar las prácticas cultu-
nes coloniales auspicia , paralelamente, una reacción más rales y literarias sobre bases nuevas, suficientes para
í·adkai : el rechazo de la implantación o de la consoli- restaurar la vida y el ritual antiguos [2 . 11 Sahagún
dación del sistema colonial. La frontera entre estos dos 1956 : L. XII, cap. 27-28). La derrota final d e 1521 pro-
comportamientos opuestos es algo evanescente, porque voca, a p osteriori, la aparición sorpresiva del primer
el reformism o de los caciques y principales oculta a ve- texto indígena escri to (rn néihuatl) p ,) r 1~edio del alfa-
ces Ia maduración de una actitud de r esistencia. La asi- beto : el anónimo Relato de la Conquista, redactado en
milación puede hacer crisis v convertirse en confiicto 1528 por un a1.1.tor ele Tlatelolco (cf. Sak\gÚn 1956). En
abierto. ·~ . 1521, la r esistencia indígena en nombre de la restaura-
' ción del estado azteca se extingue definitivamente para
Por razon es oov1as, la resistencia -que ímplica el re-
chazo de los valores europeos- no da lugar, como la asi-
milación, a unas prácticas escripturales instituCionaliza-
.
das. La penetración del dis curso rebelde en los márgenes
1 .
dejar el Jugar a movimientos político-religiosos o in-
surreccíonales sincréticos y locales.
En el Perú, el Inca fantoche de les españoles, Manco,

l.
.
de la cultura gráfiCa al estilo eur opeo, o la usurpación ..
' hijo del prestigioso Inca Huayna O r:pac!, desenca-dena en
de la misma para los fines d e la resistencia, adoptan una .
el a üo cinco de la presencia española una guerra total
.
variedad de formas distintas y relativamente ,imprevisi- :, contra los intmsos que no quieren resp,etar las reglas de
·~
bles. la rcciorccidad andina; al no lograr vencerlos y -exter·
Sólo en pocas zonas del subc0ntinente subsistió o se i .:· mínarl;s, el Inca se retíra a Vilca bamoa, en la Alta Ama-
volvió a formar, después de la 1mplantacién de los eu- zonía, donde edifica, como lo expresaría más tarde Gua-
.· ropeos, e'! proyecto de restaurar -o de mantener- las man Poma (3. 11 1980: f. 409), .. otro Cuzco ciudad ... A
estructuras de los antiguos estados prehispániccs: Perú, partir de su nueva capital, Manco reorganiza el aparato
Yucatán y Cono Sur. En otros lugares, los movimientos ~olítíco-religioso del estado incaico y sus fuerzas mili·
il
de resistencia coloniales, menes centralizados y no ~H- . tares, y restablcc\0! los vincules con una serie de · seño~
"

.......
Martín Lienhard La voz y su huella 101
100
; ~:

ríos locales. Copia a escala reducida · del Tawantinsuyu, sus huéspedes a lto-amazónicos o antís; por otra parte,
el estado de Vilcabamba no abandonará hasta su fin la ~presencia, en los últimos años, de unos pocos extran-
(1571) la ambición de restaurar el sistema incaico en todá jeros tolerados por el Inca Titu Cusi Yupanqui (un secre-
la superficie de lo que ahora se llama «Perú". A lo largo tario, unos m isioneros, un cor regidor), permitieron el sur·
de más de 30 años, los Incas de Vilcabamba no sólo re- gimiente de una literatura incaica en español, destina-
chazan los ataques españoles, sino que mantienen la in- da a las autoridades españolas. Su autor exclusivo -aun-
seguridad e'n una parte de los territorios ocupados y fo- que n o su grafista- no fue otro qu~ el propio Inca. Sus
mentan o apoyan los I:Uovímientos de resistencia política cartas diplomáticas [3 .1/ Guillén G. 1976-1977] y la
0 mesiánica en las zona s controladas por el virreinato cxt1·aordinaria . carta -relación [Yupangui 1570/1985) son
[3 .1 / Hemming 19.8 3]. fina lmente los únicos textos de la literatura escrita al-
En Yucatán, los diferentes seftoríos mayas del norte terna tivél que se aferran a Ü'i hi pótesis de la sup erviven-
resisten a la conquista española hasta 1547, 30 afias des- cia de la sociedad prehispánica .
pués del primer desembarque europeo en la región. Aho- De los dos estados indígenas independientes que .re-
ra , un estado o señorío que el clan dinástico (oriundo del gistra la historia colonial, uno solo, pues, intervino di-
norte) de los Itzá había construido en el interior de la recta aunque marginalmente en la cultura gráfica al es-
penín sula, en las selvas del Petén , desde el siglo ante- tilo europeo. Sin embargo, el discurso de la resistencia
rior (2. 1/ Villagutierre 1701/1985: L. I, cap. 5), o qui- indígena acaba insinuándose e incntstándose en la pro-
zás ya en el siglo xm (2. 21 Morley 1983: cap. VI), se- ducción escriptural de modo inesperado.
gu~rá indepen,d iente 150 años más, hasta 1696. Como En el área tupí-guaraní, los misioneros, especialmente
Vilcabamba en el Perú, el estado maya rebelde será un los jesuitas, desarrollan una muy activa política d e a si-
foco de agitación .-antiespañola y de atracción para los milación de las élites tradicionales y de formaciÓn de
habitantes de los te'r ritorios ocupados por los españoles, una nueva élite -no necesariamente de origen "noble<>-
así como uria base para la r eproducción, con escasas in- de cabildantes totallnente a dictos a su proyecto. Sí la
terferencias europeas, de la cultura ancestral. alfabetización misionera alcanza posiblemente, en esta
Por lo que se colige de Jos informes contemporáneos área, un mayor porcentaje de la p oblación que en Méxi-
de su capitulación (Cogolludo 1688/1954-1955: t. 3, L. 9, co (para no hablar de 1as áreas menos privilegiadas),
cap. XIV; Villagutierre 1701/1985: pass.], las prácticas · el control misionero sobre la cultura literaria es mucho
culturales y literarias del estado itzá siguieron las pau~ más estricto. Por otra parte, los misioneros consideran
tas yucatecas tradicionales. Los códices «pintados.. por la cultura oral de los indios amazónicos o como inexis·
r: sus caligrafistas mostrarían, si no se hubieran perdido, te'Il te -«página blanca .. - o como i ncompatible con la
:;.1. el fenómeno excepcional de' una literatura al estilo pre- cristiana. Así se explica que en esta área no se promue-
>{: . hispánico en plena época colonial. La cultura inca de ven esas grandes empresas de recopilación de la tradición
·· Vilcabamba, según un testigo ocular (Rodríguez de Fí- oral que asociaban, en el Perú y Gobre todo en Mexíco, a
a 1565/1910), incorporó elementos de la cultura de «intelectuales.. nativos y europeos. No surge, en estas
102 Martín I.ienluu·d La 110z y su huella 103 '

1'
condiciones, ningún d iscurso del diálogo como, sobre Extinción vs. continuidad de la escritura
todo, en lvléxico. El discurso de la t·esistencia Hdereada alte1·nativa
por Jos .lwtai o grandes sl1amanes político-religiosos
[·±.21 Susnil;: 1979-1980 : 164-172 ; Hemming 1978 : 143- Hacia 1620, aproximadamente, después d~ siete u
157] tampoco se expresa en textos ncontrolados" por la ocho decenios de actividad, la producción esc;ita alter-
propia resistencia, sino a través de los discursos direc- nativa en los grandes centros coloniales sufre una evi-
tos que se atribuyen, en las relaciones jesuísticas, a los dente baja que se asemeja, en el caso d e la historiogra-
nmagos" indígenas (l'v1elia 1986: 170-187]. Intelectuales je- fía .. indo-hispánica .. , a un co1~pso: ¿ Cómo explicar este
suitas como Nóbr(!ga, Anchieta (Br asil) o M ontoya (Pa- fenómeno sorprendente?
raguay), grandes enemigos de los diabólicos magos, se Desde los primeros contactos con los autóctonos del
convertirán sin querer en los que difundirán, mayormente continente recién .. descubierto", la Corona española (mu-
para la posterid&d, el discurso de la resistencia tupí-gua.- cho más que la portuguesa) incentivó y exigió, a txavés
r ani. de sucesivas cédulas reales, la realización de t rabajos de
A veces, el discurso de una resistencia cada vez mis documentación (..informaciones .. ) acerca de 1as socieda-
multiforme llega a adu.::üm·se de un género específico de . des y las culturas indígenas; el conocimiento asi adqui-
la produccién textual al estilo europeo: las actas de la rido debía facili ta!' una adecuada · organización de las
Inquisicióa. En México, esta institución tuvo a su car· colonias en todos sus aspectos. Con la realización de los
go, entre 1536 y 1545, la represióq, de las idolatrías in- objetivos inmediatos (la progresiva pérdida de autono-
dígenas. El discurso subversivo p~netra en ·sus actas a mía de las sociedades indígenas, su desestrttcturación
través de los testimonios que se reúnen par a juzgar a interna y su definitiva testructuracíón sobre la s bases ce·
los disidentes. Así, por ejemplo, el discurso surnarnente loniales) . estas investiga ciones iban perdiendo su utili-
duro y audaz del cacique de Texcoco, d . Carlos Ometo- dad práctica. Por otra parte, las autoridades espatio1as
chtzin Chichimecatecuhtli se halla cons:ignv.do, bajo for- no podían ignorar los efectos negativos que p odía pro-
ma directa, gracias a los testigos nativos que depusi eron vocar la constante actualización de la memoria históri-
contr a él [2 . 11 Proceso criminal 1910). El acceso del dis- ca indígena a t ravés de las encuestas etnográficas entre
curso indígena subversivo a la cultura g ráfica no impli- los u caciques y principales•'; la preservación d e SU «Or~
ca, en este caso, la voluntad de su autor ni la del tribu- gullo étnicou. Por ello, a partir de 1577, la investigación
nal;· pero a menudo, las instancias, judiciales de la colo- sobre las sociedades e .. idolatrias,. indígenas deja de ..go-
nia , relativamente ••técnicas~ en sus encuestas, no repri- zar del beneplácito real; más aún: se abre, por lo me-
men las expresiones disidentes en sus actas: nos en México, el período de la uconfiscación de las eró~
Como se vio en el cap. rr; las probanzas judiciales nicas.. [2. 21 Baudot 1977: 475-507). En México, tam-
son, por otra parte, los únicos textos donde se expresan, bién, el deliberado deterioro del colegio de Tlatelolco .
aunque no directamente, los sectores indígenas no (disminución de la subvención virreinal y transformación
nobles. en escuela cJemental) vedará a los hijos de caciques Y

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La voz y su huella 105
Martín Uenlwrd

la oportunidad de acceder a una cultura hu- , existencial con la materia evocada, condición para una
tradición oral, dejó de reproducirse.
Si estas y otras medidas institucionales de censura de- Por otra parte, todavía, el valor práctico de cierta
bieron dificultar la preparación de trabajos uetnográ- ·historiografía .. como medio de promoción social y eco-
ficosu, ob staculiz'at~ su difusión (manuscrita) y, obvia- nómica (obtención de títulos y .. mercedes ..) iba disminu-
mente, su impresión (aleatoria desde siempre), no ex- yendo paralelamente al prestigio de la nobleza indígena
plican todavía satisfac toriamente la ca.ída en desuso de hasta tocar fondo hacia fines del siglo xvn1. La confian~
una práctica literaria. Una parte de la historiog rafia in- za exagerada en la eficacia pc:flítica de la escritura tan
dígena, especialmente en el Perú, surgió siempre al eviden:e ~n muchos alegatos indígenas del siglo xvx '(car-
mc:u:gen de los escasos centros educativos de alto nivel. tas, cromcas), debió de haber sufrido también un gran .
Por otra parte, las medidas de 1577- no parecen afectar descalabro. Las autoridades coloniales no tenían ya por
la producción de crónicas «indígenas", es decir escritas qué interesarse en las .. antiguallas~ de estos sectores de-
por in dios o mestizos social y culturalmente uíndiosM: los finitivamente vencidos y asimilados.
dos primeros decenios del siglo xxH , todaviaJ apa recen Ahora, la desaparición de la cronística indo-hispánica
como un período f?sto para esta práctica, tanto en México centrada en los grandes señoríos prehispánícos no signi-
(Tezozomoc, Ixtlílxóchitl)' como en Perú (Pachacuti Yam- fica , ni mucho menos, la extinción de todas las prácti-
qui, Guaman Poma) . Su extinción no se explica del todo, c~s historiográficas alternativas. Si se petrificó, para
pues, por consideraciones institucionales. s1empre, la memoria oficial de los señoríos prehíspáni-
La materia prima de toda la historiografía indo-hispá- cos dominantes, las tradiciones orales de las subsocíe-
nica fue siempre, esencialmente, la memoria oral de los dades ~n~genas regionales, vinculadas sólo en parte a
señoríos prehispánicos. Durante varios decenios, ésta fue la trad1c1on centraL se seguían desarrollando casi nor-
. .conservada -a veces puesta al día- por los caciques y malmente, aunque sin el auxilio de una casta especial-
principales descendientes de las familias seüoriales. Aho - mente dedicada a su elaboración, conservación y difu-
Ya, las familias indígenas nobles, ante todo las de linaje ción. Durante toda la época colonial, especialmente en
.. reaL•, fueron el objeto de presiones políticas, ideológicas Mesoaméríca (2. 21 Lockhart 1982, Karttunen 1982L
y psicológicas para que adoptaran, renegando de sus pro· unas tradiciones orales «modernas .. , mestizas, se siguie-
píos valores, los de la cultura europea. Una mayo- ron apuntando en el contexto de los autogobiernos in-
ría de ellos, especialmente en y cerca de los gran~ dígenas municipales y provinciales. Poco conocida, esta
des centros de poder colonial (México-Tenochtitlan, Cus- práctica tanto .. notarial~ como ..}iteraría•' dejó, en el ru-
ca, Lima), se sometieron sin más a tal asimilación (2. 2/ bro po.ético, unos textos tan importantes como el poco
Gíbson 1964 : 155-165; 3.2/ Golte 1980: 153-158). En e.urope1zado Popo] Vuh en el área maya-quiché o los
estos ambientes, las nalTaciones prehispánicas, cada vez libros de los Clzilam Balam en Yucatán; para la prácti-
más anticuadas respecto a la praxis contemporánea, no ca más bien notarial se puede seilalar la serie de docu-
podían ya conservarse sino por escrito: la vinculación mentos náhuas sin pretensiones literarias (testamentG.St
106 M artín I.ien!wrd La voz y su lwella 107

derechos de tierra, protocolos municipalés, cartas, etc.) en tanto que colectividades étnicas. Les caciques, temien-
que publicaron Anderson, Berdan y Lockhart (2 . 1/ , d o el deterioro de su prestigie ante ambos interlocutores
1976), o el sorprendente texto yucateco, .. informe .. de una (sus "súbditos• indígenas y los representantes del poder ,/
atribución comunal "rle parcelas que presenta F. Riese colonial, optarán, según el caso, por una mayor solida-
(1981). ' ' ~ci dad con los indios campesinos o por la alianza definiti-
En el área andina, donde las comunidades indígenas va con el poder colonial (3 .2/ Golte 1981: 153-164, Mo·
no consignan por escrito ni sus tradiciones orales ni ··, r'EllO 1985: 38\:-396}.

sus a cuerdos, su captación verbal de la realidad contem-


poránea aparece, por compiladores interpuestos, en la
Area andüia
crónica de Guaman Poma, en el manuscrito quechua tra-
dicionalmente atribuido a Francisco de Avila [3 . 1/ Tay- En el Perú, el movimiento éacical se expresó, política
1or ~ 1980] o en varios informes anti-idolatricos, especial- y militarmente, en tres ciclos de movilización que culmi-
mente de la segunda mitad del siglo .x vrx [3 . 2/ Spalding naron eu las insurrecciones armadas de 1737~1 7 38, 1750
1981, Huertas 1981] . y 1780-1782 (3 . 21 Row e 1976] . Cada una de ellas fue
La extinción de la práctica historiográfica indo-hispá- preparada y acompañada por u na cierta efervescencia ·li-
nica, centrada en el pasado de los grandes señoríos pre- teraria alternativa, obra sobre tódc· de los caciques. El
hispánicos, no significa, pues, la interrupción de toda carácter .. indígena" de esto.5 textos, a primera vista , no
práctica escrita alternativa, sino su margínalización con· es mUy perceptible : los caciques a ndinos, desde la mul·
trariamente a las crónicas i ndo-hispánicas, ni los textos tiplícación de las escuelas cacicales en el siglo xvn (Rowe
de los autogobiernos indígenas, reservados normalmen- 1976 : 16), ya se habían adueíiado , mimetizimdose, de la
te a un uso interno, ni tos informes administrativos, des- cultura gráfica al estilo euro peo. Vicente .l'Vlora Chimo
tinados a llenarse de polvo en los archivos. podrían inau- Capac, . cacique del valle de Chicama y negociador ante
gurar una literatura en tanto que sistema de comunica- la Corona de un gt·up o de caciques per'J.anos, escribió y
ción funcional y vivo. publicó en Madrid. entre 1722 y 1732, toda una serie
de ••memoriales" [1/ Medina 1958-1962, t. 6: 323-324L
Reformas coloniales práctica _que recuerda la literatura epistolar reformista
y movimientos insurreccionales del siglo XVIII de los caciques y principales del siglo xvz. Ahora, estos
A lo largo del siglo xv iu, en tod as las 'ár~as indígenas y otros escritos análogos no representan ya una perspec-
de la América española, el poder lqcal del sector de los tiva exclusivamente ca cical, sino m ás genéricamente in-
caciques y principales se va debilitando progresiva pero dígena. Asi, una "representación .. de los caciques y et
· definitivamente ante el creciente empuje de los criollos común d e Paita, publicada en M adrid (1736), denun c~a
. y los indios enriquecidos, fa~oreddo por la restructu- la «lamentable ntina .. en que se hallan los indios a raíz de
,-ración liberal de las colonias. En todo este período. está en las "vexacionesu d-el- p oder colonial [ib.id. : 262-263) .
. -la supervivencia de las subsociedades índigenas Hacia 1750, el franciscano de ascendencia incaica fray
Martín Lienlwtd La voz y su huella 109

Calixto de San J osé Tupac Inca hace imprimir una exten- recién p ublicados [3. 1/ Durand 1980-1982). Esta repre-
·"' sa representación que hostiga el senta quizás la mayor parte, pero sólo una tendencia -la
más aculturada- de la literatura alternativa del momento.
" crimen tan inhumano, que es la injuria tan grave, y
tan general a toda una Nación, tan limpia, tan No-
Par a Rowe [1976), en estas movilizaciones culmina el
.. movimiento nacional inca,., que se había manifestado
ble, tan dilatada, tan numerosa, tan humilde, tan con anterioridad por el fasto nostálgico que desplegaron
desinteresada, antiquada por más de docientos
años, y cerca de tresientos, desde el año en que el
t sus integra ntes, miembros de la nobleza neoinca, en la
celebración de ritos colectivos (desfiles callejeros) y fa-
ínclito Almirante Dn Christóval Colón, descubrió miliares (matrimonios). El vigor de la cultura neoinca
la Isla Espaii.ola, hasta los presentes de 1749, en que 1¡ en el siglo XVIII se puede comprobar en la violencia de
van docientos y cincuenta y siete años de afrentas, 1 su r epresión después de la derrota del levantamiento tu-
injurias, oprobios, y destruziones de Indios. . . [3. 11 pamarista. La sentencia del visitador Areche contra Tu-
Tupac Inca 1750/1969: 32}. pac Amaru (Durand 1981: 268-278] es también una sen-
1
1 tencia contra la sociedad y la cultura neoinca. Se prohíbe
i
Un contraste con este tono de solidaridad étnica pana- en adelante la producción de cualquier signo que pueda
mericana forman algunas cartas de principales no caci- recordar a los .,difuntos monarcas": trajes, ornamentos,
ques e indios c~:m1unes que denuncian las vejaciones sufri- retratos, las ucomedias u otras funciones públicas de las
das por parte de sus caciques y señalan, de este modo, la que suelen usar los indios para memoria de sus dichos
existencia de una conciencia de .. clase·• campesina en me- antiguos incas~. ciertos instrumentos musicales antiguos
dio de la subsociedad indígena (Golte 1981 : 155-157]. Si como los pututos, etc. También se prohíbe la firma de
se juzga a partir del excelente trabajo de Segundo More- Inca, que .. hace infinita impresión en los de su clase ...
no (1985), las insurrecciones indígenas que se suceden en Tupac Amaru solía firmar, en efecto, .. Don José Gabriel
la Audiencia de Quito (Ecuador) a lo largo del siglo xvm Tupa Amaro Inca de la sangre real y tronco principal de
corresponderían también, en su mayoria, a una conciencia los reyes": todo un programa político. Se exige, además,
campesina autónoma respecto a los intereses cacicales. Po- una castellanización acelerada de la población al).dina
siblemente se podrán descubrir, en este contexto, ejemplos [íbid. ]. El visitador no oculta la permanencia del antago-
de una literatura alternativa de tipo más radical. nismo viejo de dos siglos; el día de la conquista, dice,
La más peligrosa de las movilizaciones andina s, la que .. ellos [io) ti enen por fatal y nosotros por feliz ...
·'
encabezó, contra los urepartimientos de mercancías .. , el Una de las obras más fa mosas de la literatura andina,
cacique de Tinta José Gabriel Condorcanqui uTupac Ama- el drama quechua Ollantay, parece poder adscribirse sin
rtt ", descendiente por línea materna del Inca Tupac mayores problemas a la cultura d el .. movimiento nacio-
Amaru, último gobernante del estado incaico de Vílca- nal inca"~ podría ser una de esas u comedias .. que conser-
bamba, provocó, en su momento culminante, una vasta van la memoria de los Incas; otras -pero no exishm ma-
producción de edíctos, cartas y otros textos .. indígenas .. nuscritos del siglo xvm...,. serían sin duda las conocidas
110 Martin Lienhard La voz y su huella 111

dramatizaciones de la conquista y de la muerte del Inca tcwa (pueblos), que reunían en general varios cacicaz-
(v. cap. YH).
gos, se transfjríó al sector de los .. cabildantes », form a-
Aplastadas las últimas insú.rrecciones andinas liderea- do especial mente para esta función y no necesariamente
das por los caciques ,tradicionales, los movimientos arma~ de origen cacical (4 .2 / Susnik 1979-1980: 214-219). Ca-
dos que expresamn en los Andes, pocos años mas tar- cique y cabildantes beneficiaban a una formación esco-
de, la lucha por la emancipación de España, reconocie- lar estrictamente controlada por los eclesiásticos; si bien
ron un liderazgo nuevo: el sector más radical de la capa el idioma de instrucción -en todo caso en las reducci o-
misti, conglomerado no étnico sino social de excaciques, nes jesuíticas - era el guarani, la alfabetización suponía
notables, latifundistas, comerciantes o prefesionales an- una .. reducción" general [Melia 1978) de los indios a
dinos. En el seno de este sector -que luego seria margi- los valores cristiano-occidentales. Contrariamente a lo
nado por la oligarquía criolla de la costa- aparecen los aue muestra la etnohistoria de las <~periferias .., mesoame-
signos precursores de una nueva práctica literaria alter- ;icanas y andinas, la autonomía de los pueblos guaraníes
nativa: una poesía inspirada en los cantos orales an di-
coloniales (sobre todo en el terreno cultural) fue suma-
·nos, pero dota.da ya de rasgos de elaboración escriptu-
mente reducida. ·
ral o erudita. Los representantes más conocidos de esta
corriente incipiente sdn el alto peruano Wallparrimachi Tres acontecimientos mayores sacudieron, en el siglo
(cf. cap. VII) y el arequipeúo Melgar (3 .1/ 1971]; ambos xvm , el orden colonial paraguayo. En la primera mitad
murieron combatiendo en las filas de los movimientos del siglo, lo~ Comuneros (tectores medíos .. urbanosn),
postupacamaristas de emancipación. Si la obra de Mel- aliados con los indios laicos y acuú:urados, se rebelan con-
gar (3. 11 1971], más urbana y europeizada, opta por el tra el poder virreina!, los jesuitas y sus trepas de guara-
español como idioma de expresión literaria, la de Wa11- níe:¡ c¡istíano s. A mediados del siglo, los usiete pueblos•
parrímachi (1947], en cambio, sigue de cerca la tradición misioneros que deben ser entregados, según un conve-
oral quechua de la capa rnendonada. Contrariamente al nio hispano-luso, a Brasil, desencadenan -con el a uxi-
Ollanta, con el cual no dejan de compartir ciertos rasgos, lio de los jesuitas según sus detractores- la llamada
estasl,obras no se refieren ya al mundo incaico prehispá- guerra guaranítica contra los ejércitos aliados de las d os
nico, ni al mundo andino popular del present.e, metrópolis; a su derrota sigue la expulsión de los jesui-
tas (Ú 56). En los últimos veinte años, la nueva política
ilustrada y liberal del gobierno español, puesta en prác-
T'arnnt•ay·
- v¡.~J ¿...·:,_
tica por el virrey Bucareli y sucesores, apunta a convertir
a los guaraníes misioneros y a los indios uparaguayosu
En Paraguay, la politíca colonial -tanto la de los en- en ciudadanos .. mestizos .. libres. Dos de estos momentos
, comenderos como la de los jesuitas- había destruido el históricos suscitan una práctica literaria alternativa
pocier ae Ia antigua casta sacerdotal de los payés y re- más o menos efimera, cuyos autores ·serán los caciques,
ducido gl\adualmente la función de los mburuuixó, caci- l os corregidores indígenas o los cabildos, en co-
ques o señores étnicos. El podar politice local en los mún o por separado. Los textos producidos son cartas
Martin Lienhaz·d La voz y su lzuella 113

. destinadas a las autoridades coloniales, que expresan las damento ·de pénsar vajamente á vista del menos pre-
diferentes -y a veces encontradas- visiones históricas cio, y ultrage, con que son tratados, como viles . .... ·
de los grupos representados. [Cartas indios Guaraníes 1924).
Las cartas colectivas de los guaraníes comprometidos En Paraguay, el discurso indígena que logra adueñar-
con la guerra guaranítica (Melia 1970] expresan la opo- se, aunque sea margínalmente, de la cultura escrita al
si~ión de las comunidades a su entrega a Brasil, opera- estilo europeo, es un discurso que acepta someterse a
ción considerada como traición de las autoridades es- fondo a los códigos europeos. La voz de los indios no
paüolas: para los guaraníes misioneros, los brasileños ~ ·• conquistados o "reducidos .. , k.aiguá o monteses, no acce-
siguen siendo los nefastos cazadores de esclavos de tris- a
derá realmente la escritura sino en el siglo xx, en los
te memoria. El firmante más conocido es el legendario textos de algunos etnólogos modernos.
tirey de Paraguay .. Nicolás Ñeengiru.
Una serie de caciques expresan, en la segunda mitad La ofensiva latifundista, "segunda conquistan
del siglo, su inquietud ante los proyectos liberales, que
implican, con la creación de un mercado libre de tra- Si bien los ejércitos de las luchas por la emancipación
bajo, la dislocación definitiva de las estructuras étnicas, incluyen numerosos cuerpos indígenas, las subsocieda-
el debilitamiento de las aldeas tradicionales y la castella- des «étnicas, no disponen de mucha autonomía en un
nízación de la población ,indígena. Contra los cabildps conflicto cuyos protagonistas :políticos son los criollos y
y los corregidores, los caciques expresan el conservatis- . los representantes de la metrópoli. ~ólo en México, qui-
mo de la masa exguaraní temerosa de perder del todo su zás, con Morelos, la guerra por la independencia se con-
identidad [Susnik 1966: 26-34}. El movimiento cacical vierte por momentos en guerra social con participación
guaraní, profundamente identificado con el destino de política de indios o campesinos. En general, la indepen-
las mayorías, resulta un combate de retaguardia que no dencia, objetivo específicamente criollo, no moviliza di-
impedirá la realización de los proyectos liberales. Al rectamente a los indios.
fracasar su agitación, los caciques, como los indios co- Inmediatamente antes de la tuptura definitiva con Es-
munes, huirán masivamente de los pueblos para reubi- paña, una insutTección maya-quiché en Totonícapan
cm-se en aldeas-chacras libres o para fundirse con la (Guatemala, 1820) reivindica la abolición del Tributo
masa de los conchabados [ibíd.: 30ss.) . Real. Como lo demuestran las cartas de sus líderes [2. 21
Una visión más positiva de los mismos procesos se Contreras 1968], el movimiento no cuestiona, sin em-
halla en las cartas del sector de los cabildantes-artesa- bargo, la dependencia respecto a Españ~, sino el régi-
' nos-músicos, antiguos indios comunes con form ación es- men arbitrado de los funcionarios locales. Esta insu-
· ··,. pedalizada. Así, el corregidor y carpintero 1osé Pedro rección, última en Guatemala de toda una serie en el pe-
. · Sapí expresa, en 1780, el anhelo de una sociedad íguali- ríodo colonial, será inmediatamente seguida, ya en la épo-
sin discriminación étnica: " ... y llegará tiempo, en ca ·republicana, por otras perfectamente análogas como
se abolirá el· nombre del Indio, que es todo el fun- eran análogos los motivos para rebelarse: el Tributo Real
114 Martín Uenhard [,a voz y su bueila 11 5

se llamaba ahora «contribución .. ; el servicio personal en vertir sus poblaciones en. subsociedades dominadas con
los ~mandamientos .. (obras públicas), y los .. repartimien- cü~rta autonomía, la ofensiva ·latifundista del siglo x1x,
tos" (haciendas)' .. impuestos de vialidad.. y ' uhabilitacio- quitá ndoles su base económica, amenazó no sólo la su-
nesu (ibid.: 20) . En tesumen, como lo dice Contreras, ·la _ p ervivencia de las colectividades indígenas en tarito
independencia no cambió la situación social del indio a; que unidades sociales, económicas y culturales, sino tam-
los poderosos (hacendados, funcionarios, comerciantes) bién la propia integridad física de sus miembr os. El des~
seguirán siendo, para los autóctonos, .. españoles de Gua- pojo de las tierras comunales iba a liberar, ·y liberó de
temala o · de España .. [ibid.: 74, 76). Este ejemplo y las hecho, una mano de obra numerosa _y barata para las
observaciones que suscita se pueden generalizar para propias haciendas y las nuevas actividades que se iban
vastas áreas indígenas del subcontinente. Parece lógico, a desarrollar con la economía neocolonial. ,En varios ca-
por lo tanto, que la .. independencia .. casi no haya dejado sos, la ofensiva latifundista toma el aspecto de una de-
huellas en la conciencia indígena, ni auspiciado ningu- liberada campaña genocida con.tra los .. salvajes»: con-
na producción literaria alternativa. quista de la pampa argentina y chilena; · guerra contra
Ahora, algo iba a ·cambiar en la situación de las sub- los yanqüis en el norte de México. En el mismo contexto
sociedades indígenas a lb largo del siglo xx. Los gobier- todavía se sitúan las campañas contra movimientos po-
nos surgidos de las luchas por la emancipación declara- pulares mesiánicos: Canudos en Brasil, Tomochic en
rían a los indios ciudadanos libres de sus países respec- 1\1éxico. Y, p or fin, la guerra de la Triple Alianza contra
tivos e iguales a la población m estiza y criolla. Con esta Paraguay no deja de ofrecer notables analogías con este
medida, inspirada en el idea¡·io de la Revolución fran- esquema .
cesa, se convertía t eóricamente a los indios en campe- La fund amentación ideológica para todas estas ofen-
sinos individuales. En la práctica, se suprimía así la sivas contra los sectores m á s autónomos es el darwinis-
base legal de la autonomía comunitaria de los campesi- mo social con su exigencia de "acabar con el atraso .. , d e
nos indígenas, su base económica y cultural. Los exín~ mod ernizar el paíS, de europeizarlo en todos los terre-
dios, que de todos modos no iban a acceder (falta de cos- nos, incluido el de 1a .. raza, ; las autonomías indígenas
tumbre, de capital) a la pequeña proi?iedad, se veían o populares son, desde luego, el p eor obstáculo contra la
además despojados de la única protección que les ha- r ealización de esta política . Como lo expresa . en 1823
bía quedado : la comunidad. uno de los generales argentinos de la conquista de la
En términos muy generales (el p1·opósito de este tra- pampa :
. bajo no permite ahondar en las diferencias), la conse-
cuencia más nítida de esta polítiCa, para los sectores in- [ .. . ) los pueblos civilizados no podrán jamás · sa-
dígenas-cam pesinos, fue la progresiva invasión de las tie- car ningún partido de ellos (los indios) ni por la cul~ ·
r ras comunales por parte de los hacendados, sector en tura, ni por ninguna razón favorable a su .prosperi-
espectacular expansión económica y numérica. Si la con- dad . En 'la guerra se pÍ·ef:enta GJ único remedio, bajo
quista había destruido los estados autóctonos para con- el principio de d esechar toda idea de urbanidad y
,¡.
.
.{
1~~.
:r:-

Martin Lie nlwrd


.~ ;.·· ~~\.\
[.a voz y su huella
117
~'.
considerarlos como a enemigos que es preciso des-
truir y exterminar [5. 1/ Rodríguez 1969: 67 -68].
1
r: autonomía política de la s!-lbsociedad indígena, poco in-
~.-.-.·. .
tegrada hasta esa fecha. Cualesquiera que fueran los mo-
t··
tivos inmediatos de la guerra entre los mayas del inte-
Esta conyuntura histórica particularmente conflictiva ~·
~\_
f'· rior Y los ladinos, su efecto -la destrucción de la autono-
·. en cuanto a la relación entre lo_s sectores hegemónicos
• (que se llaman ahora «sociedad nacional») y las subso-
lk,¡¡; mía indígena en el norte de la península- permitirá la
rápida aplicación del programa hegemónico de transfor-
, ciedades indígenas o mestizas, una segunda conquista ~.J;.: mación neocolonial. Pese a las apariencias (en 1847-1848,
posiblemente más traumática que la primera, suscitó por w
t. los mayas .. agresores" logran ocupar casi toda la penín-
. •·.' lo menos tres momentos de más o menos significativa ¡;
·~.·· sula salvo las ciudades de Mérida y Campeche), la gue-
{'
producción literaria alternativa: la i<guerra de castas .. de rra de castas no fue un intento de los mayas .. salvajes ..
~'
'.;
.

Yucatán, la conquista de la pampa argentina, la .. guerra para expulsar, finalmente, a los españoles odiados des-
f
del Pacíficon. Sin duda se hallarían tatpbién materiales de la conquista, sino una guerra defensiva de los cam-
. en los contextos de la Guerra Grande del Paraguay (se i:_
.
. pesinos milperos contra el avance latifundista y la nueva
: ha aludido a una especie de "periodismo de trinchera .. .
cruzada social-darwinista -deliberadamente etnocída y
. : en guaraní) y del movimiento mesiánico de Canudos
, (cuadernos de Antonio Conselh eiro). f¡,.. ~: .
genocída- de los ladinos yucatecos.
Las prácticas escripturales que nacen y se desarrollan

Guerra de castas en Yucatán .. ·' '


~'
. en el seno de la subsociedad maya insurrecta se aseme-
jan sin duda alguna a las que se habían ínstitucionali-

No podemos aquí indagar las causas, discutidas des-


de hace más de un siglo [2 . 21 Baqueíro 1951-1952, Cli-
1 !
!.·
.
.::
zado en las áreas indígenas' de la Mesoamérica colo-
nial (pero que habían desaparecido hacia 1800): por una
parte una producción epistolar, destinada a la comuni-
ne 1945, Reed 1964] del estallido de la uguerra de cas- l' cación con el adversari<J, y por otra, la fijación por me-

l'lf·
tas• en Yucatán. En los años 1840, dos decenios después dio del alfabeto de la tradición oral contemporánea. Una
de la ruptura con España, Yucatán aparece como un ·. - vez más, al parecer, es el sector de los caciques (batab)
. ~

territorio virtual si no oficialmente independi~nte (de ·7f: el que se adueiia de la comunicación escrita con el ex-
México), pero colonial en las relaciones indiosiladinos. terior; los, intereses que defiende, sin embargo, son los
La rivalidad entre las dos "capitales .. Mérida y Campeche que le impone la masa cada vez más radicalizada de los
· lleva a los dos antagonistas a armar a sendos ej ércitos
compuestos por campesinos mayas para imponer su pre·
dominio. El porvenir de Yucatán, para el sector hegemó-
·nico, es la inserción del territorio en la economía mun-
1y¡~·,\
·>:X"
~ ~
campesinos mayas. Como lo indican los títulos que se
atribuyen los firmantes de las cartas, los c;aciques y prin-
cipales no derivan ya la legitimidad de su liderazgo de
:>u genealogía prehispánica , sino de sus aptitudes para
·\r¡W'

,:l~;
, ' dial como mono productor de la fibra de h enequén, pro- la estrategia militar: los caciques se han transformado,
. que amenaza directamente el modo de vida maya ,.:~\. quizás por a nalogía con el campo adverso, en «capita-
.,:..:·:Sf\r:·:·
· la economía milpera de autosubsistencia y 1a / nes" [2 .11 Cartas contestatarias 1952: 236-239]. Desa-
:J~¡f;
118 ll.iartin Lienllard La voz y su huella

parecida la incuestionable autoridad suprema, el rey, a Anastacío Caalam y sucesor en el oficio de secretario
cuyo juicio se podían someter, a lo largo de la época co· solía leer ante la comunidad reunida, en la fiesta anua1
1onia1, los conflictos con las autoridades o poderes co- del santuario a ldeano,)os uma~damientos .. de J uan de la
loniales, los autores de las cartas indígenas de la guen-n Cruz. Dicho de otro modo, los indios comunes de X-Ca-
de castas no reconocen ya sino la autoridad de su pro~ cal, trastocando por completo la situación inicial de la
pio juicio. Se terminó el tiempo de las súplicas, del tác· conquista, se apropiaron - contra los descendientes de sus
tico ocultamiento de los sentimientos verdaderos; ahora importadores -el . núcleo éentral de la cultura gráfica
se dice : «nosotros los indios hemos resuelto y manda- europea, la Escritura por antonomasia; no sin colocarla
mos ... "· Este tono nuevo traduce sin duda alguna, una sobre bases del todo inéditas. Mas que los caciques colo-
revolución copernicana en el pensamiento de un sector niaies, correspon sales del rey españoL más que los secre-
indígena de N1esoamérica: la subsociedad indígena vuel- tarios transcriptores de la tradición oral prehispánica,
ve, después de siglos de coloniaje, a considerarse como estos indios .. tribales" lograron liberar la cultura gráfica
de su estigma colonial.
centro. . ~~;."

La propia historia de la guerra de castas puede mos-


t rar hasta dónde puede llevar la toma de conciencia in- Guerra dei Pacífico
dígena. Derrotada la .. reco~quista .. maya, las tropas in- "
dígenas no dispuestas a entregarse se rcfugían en la sel- 1 Conflicto entre naciones latinoamericanas (Chile/Perú-
va del oriente de la península (actualmente Quintana Bolivia). la guerra del Pacífico tomará en la·sierra perua-
Roo): donde reconstruyen una sociedad .. tribal» (2. 2/ Red- na a menudo el aspecto dé. un enfrentamiento abierto
field 1941) y autárquica . . Allí surge el culto de la nCt~z entre latifundistas colaboracionistas y · comunidades in-
habladora": un .cristianismo ü1dlgena, ornullosamente dígenas; incorporadas masivamente en las gu¡::rrillas que
reivindicado frente a los anticristos, los ladinos¡ un cris- apoyan, no sin una cierta autoiiomia, las campañas del
tiani sm o con su héroe-profeta (J cr:m de l.a Ci·u7, alias J e- general •.nacionalista .. Avelino Cáceres, ellas aparecE;n
sucristo), sus sacerdotes y . .. sus secretarios. En 1887, ·como fuerzas patrióticas cuya lucha anti-terrateniente no
Anastacio Caalam, secretario de la ocruz habladora" en significó, como ·· afirmab3n sus adversarios políticos, un
X-Cacnl, coloca su firma debajo de un texto que le dictó intento de exterminar a la "raza blanca• (3. 2/ Manrique
la voz divina -f2 .1/ Sermons of the. Talking Cross 1945) .l ' 1981) .
El dlscurso transcrito - probablemente patrimonio del Si el material actualmente disponible difícilmente per~
grupo sacerdotal- constituye un llamamiento a la gue- mite postular la existencia de una práctica literaria pro-
rra de los pobres o cristianos (los indios) contra los ene· tagonizada por lo s líderes indígenas, una carta como la
migos de la fe, corruptores corrompidos por e.l dinero de los jefes guerrilleros de Comas (ibfd. : 393-394) des- \ .·

'
(los .. blancos,). Los mayas insurrectos, ahora, son dueños taca el interés que podría ofrecer un híp:•tético conjun-
de su propia Escritura Sagrada; todavía en 1930, época *'c de cartas "indígenas" redactadas en este contexto. Los .
de la ím;estigací ón de Villa Rojas, un dcs~endiente d e auto1·es, líderes de cornunidad, afirman, por vez prime-
Martín U enlw rd [.a uoz y su huella 121

ra y contra los terratenientes traidores, t.m pat~iotismo colonial del p aís, centrada en el primer momento en la
no nincaicou ni más restrictivamente "quechua», 51~0 ... na- expansión del sector ganadero, expor tador de carne y
.
c1ona 1... Resulta
~
difícil decidir
· si este nuevo patnotlsmo
. · d' cueros. La oligarquía ganadera , necesitada de ter renos
traduce una integración nacional del campesu:ado 111 1- cada vez más vastos para el pasto de los vacunos, im-
gena muy superior a la (casi inexistent~) ~el. s1glo xvm, plementa una politíca a mbiciosa de ucon quista ele la
0
si hay que entenderlo, igual que el .. cnstwmsmo" de los pampau o del "desierto", encaminada a destr uir por cual-
mayas insurrectos en Yucatán, como una nueva forma de quier medio (dispersión , aculturación, eliminación fí si-
nacionalísmo indígena. El epiteto de .. peruanos" que _se ca) las subsociedades indígenas pa mpea nas que se man-
atribuyen los j efes guerrilleros, no s~ refi~re necesana- tienen, a cultura das pero relativamente autónomas, más
rnente al concepto criollo de la nac10nalldad peruana. a llá de la frontera con el m undo europeizado. El éxito
Como se sabe, el discurso andino (desde Tupac Amaru final d e las campañas militares an ti-indígenas allanará,
hasta hoy) adopta a menudo un •nosotros ~os peruanos~ luego, el tcrl·cno para la segunda 'fase del p rograma de
que excluye a .ustedes los extranjeros ~ C~'1o~losu. ,,... r estructuración: industrialización dependiente, inmigra-
La victoria de los chilenos y el forta~eClmiento de los ción masiva d e hombres .. civilizados" (en primer lugar.
sectores oligárquicos crea condiciones muy favorab les italianos y españoles), urbanización desenfrenada. Ofi-
par a el despojo de las tierras comunales por P~_rte de ~o s cialmente presentada como f ase de la lucha de la .. civi-
latifundistas, pese a una demagógica legisl~cwn pro-m- lización " con tra la "barbarie", estas ca mpañas, no tan
digena [Kapsoli 1982: 18]. Numerosas sera n, entonces, disímiles de las ofensivas latifundistas en Yucatán, Perú
las rebeliones indígenas en la zona andina -al~unas de
y otras part es. no resultan, como lo puntualizó Viñas (5. 2/
ellas, como la famosa insurrección de At~sp.ana en la
1982) en su libro esclarecedor. sino el caso 'más extre-
siena norte, productoras de .. memoriales" md1ge~as ~~e
· · d.1can, ante ·tod. o , la abolición de la contnbucwn mo de una política casi general en la sqJunda mitad del
re1v1n . siglo XIX. Política que echa sus raíces en la - propia vio-
persona1 [z·b'd . 25-40}. A partir de. 1900,
1 .. .
aproximada-
., .
mente. surgirán una serie de mov1m~~ntos mes1am~os lencia conq uistadora. Minoritarios, aislados, sin defen-
que exigen, según algunos, la restaur acwn del Tawantm- sores en los sector es hegemónicos, los indios pa mpeanos
suyu. En la medida en que tales movimien:os s~ponen u~a resisten hasta su exter minio o la disolución de su s sub-
coyuntura nueva, caracterizada por la sobdandad pr o-m- sociedades.
digena de ciertos núcleos de intelectuales, aplazaremos La lucha, interrumpida p~r mom entos de negociac10n
su evocación al apartado siguiente. entre ambas pa rtes, suscita una corrcspon9-encia relati-
vamente nutrida entre los caciques indígenas y los- inter-
locutores «Civilizados .. , civiles o militares. Las car tas in-
La conquista de la pampa
dígenas traducen los últimos motnentos de las subsocic-
En el Cono Sur, especiálmente en Argentina, los a ños dades pampeana s: su vol untad de resistencia y a ún. su
• 1860 y 1870 son lo s de una acelerada rest ructuración neo· triunfalismo [ibid.: 212); luego, el desmoronar¡:liento de
·-
122 Martín Lien}zard La voz y su httella 123

la esperanza y el abandono de la autonomía [ibid.: 210- Los procesos de transformación social


211], que precede a su extinción. Si bien, quizás, esta lite·
ratura epistolar no este, en términos expresivos, a la al- Para las áreas "indoamericanas .. (Mesoamérica, Andes,
tura de los trági&,s sucesos, no merece ser pasada por quizás Paraguay) , la cómoda imagen de un sector hege~
alto. Poco tiempo tuvieron los caciques pampeanos para mónico europeizado que reina sobre las masas (rurales)
desarrollar una escritura alternativa. indígenas o mestizas parece - aunque . con reservas_- di-
dácticamente aceptable para discutir las prácticas litera-
A partir de la definitiva liquidación de las subsocie- rias alternativas del período colonial y del primer perío-
dades indígenas pampeanas, en Argentina, el abanico de
do republicano . A partir de la segunda mitad del siglo
las prácticas literarias teóricamente posibles se reduce xrx o, según el caso, el comienzo de nuestro siglo, esta
en una proporción notable. La característica .. monofo- imagen comienza a resultar demasiado simp lista. Es cier-
níau de la literatura argentina. .ilustrada deriva en patte,' to que en un área como la sierra mei-idional del Pen't,
sin dnda, de estos hechos y de la ideología, aún presente, sigue prevalenciEmdo, como lo sugiere , sin decirlo Flo-
que los hizo posibles. res Galindo (3. 2/ 1986: 245-260). una situación de upaís
· " ocupado .. , y lo mismo se _podría afirmar sin duda de
Bolivia, Yu catán o lo s Alto s de Guatemala. Pero todas
,.Indigenismos" intelectuales las sociedades .. in doamericanas" modernas ostentan una
y movimientos étnico--sociales modernos
estra'tificación socio-cultural cada vez rnás compleja, con
La creciente integración (dependiente) de América La- ciertas pasarelas entre los diferentes compartimentos.
tina al mundo occidental, los profundos cambios que ex- En términos demográficos simples, se asiste al creci-
perimentaron muchas formaciones sociales latinoameri- miento esp¡;ctacula r del sector .. mestizo,, mientras que
la población "indígena" se va C:~ stab ilízando . El caso de
canas en los primeros decenios de este siglo, no pudierdn .'
México, precoz perQ representativo en cuanto a las ten- .; ·
dejar de afectar las relaciones entre los sectores dominan-
dencias generales, no s servirá de ejemplo. En 1810, las
tes europeizados y las usubsociedades" de ascendencia
:estadísticas demográficas arrojan las cifras siguientes :
prehispánica, así como la propia identidad (política, so-
1.097.998 europeos y criollos, 3.676.281 indígenas,
cial, cultural) de los dos interlocutores. ~ 1.338.706 mestizos. · Y en 1885, 75 año s más ta¡·de :
Las prácticas literarias alter nativas, inscritas 1.985.117 europeos y criollos, 3.970.234 indígenas, ·
marco de estas relaciones, demuestran a su vez U_!la 4.492 .633 mesti zos (2. 2/ Sie:rra 1899/1977 : 297). Sin en-
table diversidad, comparable con la del siglo xvr; en a trar en el problema no resuelto de la definición de tales
gunos casos, logran romper el cerco de la margalcL.u'-'•<>'-• categorías y de la evolución de los criteríos , se debe ad-
e imponerse como prácticas signifiéativas para toda mitir en todo caso un aumento espectacular del sector
sociedad. mestizo. Como resulta improbable la casi cuadruplica-
ción de los mestizos de 1810, supone que buena parte
124 Martin Lienhard La uoz y su huella
125

de ellos son descendiente~ directos de indios. Para ex- con sus mecanismos de autogobierne local y regional. ~
plicar este tipo de fenómenos se ha recurrido a la teo- Desaparecida la última y suprimidas las bases legales de
ría de la .. Iadinización de los indio s" [2 . 21 Redfield 1941, las comunidades indígenas (s. XIX) , las subsociedades in-
Adams 1956]: los indios, sea como individuos, sea colec- dígenas conservan una existencia objetiva o virtual que
tivamente, tienden a cubrir más o menos rápidamente se manifiesta, ante todo, en los momentos de conflicto
las etapas de un continuum que lleva de la situación del étnico-social; un buen ejemplo sería la guerra de castas
indio tradicional a la de un ladino (no indio, "mestizo.. ) en Yucatán. En la segunda mitad del siglo xrx, la trans -
urbano. Los criterios implementados para demo strar la formación involuntaria de los indios comuneros en sier-
supuesta tendeDCÜl irresistib le a la aculturacíén unila- vos de las haciendas traga-comunidades afecta la inte-
te;al son fundamentalmente .. culturales": idioma, vesti- gridad de las subsociedades indígenas. E~ el siglo xx,
menta, estilo de vida, familia , etc. Ahora, sí la categoría a pesar de la n~-legalizadón o reconstrucción (México :
.. indio", según unos criterios socio-culturales discutibles ejidos) de las comunidades indígenas, los procesos de
pero generalmente admitidos (uso de un idioma autócto- moder nización, revolucionarios (México, Bolivia, Guate-
no, actividad agrícola comunitaria o parcelaria, preser- ,.
'¡·

mala) o autoritarios (Perú, Paraguay, Brasil), van disol-


vación de ciertas tradiciones de origen prehispánico), se viendo las subsociedades indígenas en tanto que conglo-
refieren a un sector social concreto, las de umestizou o mera dos r elativamente autótomos; la penetración del ca-
de uladino .. resultan socialmente opacas. El concepto de pitalismo mercantil o moderno en las .á reas tradicional-
~ladinización de los indios .. confunde, en efecto, procesos mente indígenas, el desarrollo de las diferencias d e clase
tan distintos como la integración regional o nacional de en el interior de las comunidades, el éxodo de los in-
las comunidades indígenas, su estratificación social cre- dios hacia las. ciudades, son a la vez signos y factores de
ciente y la aparición de una capa de comerciantes y lati- una creciente integración de las subsociedades indige~as
fundistas, el ascenso social de los jóvenes indígemls gra- o mestizas a la sociedad Knacionah.
¡ .
cias a la educación escolar, la proletarización o, más fre-
Si muchas col~ctividades indígenas de las diferentes
:(J 1. .

:t '·
cuentemente, la .. subproletarización':, individual y colec-
áreas se ha.n convertido en pueblos campesinos donde
tiva de los indios tradicionales. D e h echo, y es lo quE;
la referencia étnica no significa ya sino una figura re-
no s importa aquí, una parte de los mestizos ingresa a l os tórica, vastos sectores de la población rural m estíza (o
··:. sectores hegemónicos, por lo común en tanto que miem- mulata), marginados por los sectores d ominantes, han
bros subalternos; otros, en cambio, si bien abandonan una tomado en casi todos los sentidos el lugar de la pobla-
parte de su cultura ancestral, se siguen ubícando en los ción indígena diezmada o extinguida, como los caboclos
estratos dominados y marginados de la sociedad. en Brasil [4 . 21 Wagley 1952) o los ca~pesinos no in-
El concepto de usubsociedad indígena .. , que hemos ve- dios del noroeste de Méxíco que se manifestaron en la
nido manejando hasta aqui, pier de en el siglo xx parte aguerra cristerau (2. 21 Meyer 1973-1974]. En algunas
de su pertinencia. Hasta el siglo xvm, estas subsocíedades ciudades, especialmente en el área andina, surgió una
tenían una existencia legal: la .. República de los Indios• nueva subsociedad !•indígena .. urbana, cuya autonomía cu-:
.Martin ' Lienlw rd La voz y su huella 127

bre diferentes aspectos de la vida práctica e intelectual cial, sino también la resistencia ac~ltural .. de algunas .:o·
(en varias ciudades de Brasil, los descendientes de afri· lec ti vidades étnicas. ·
canos crearon situaciones del todo análogas). En Brasil y Paraguay sigue existiendo todavía una
1
La situación de las colectividades .. tradicionales», su ,.frontera••, cada vez más tierra adentro, detrás de la cual
relación con la' .. sociedad globah, varía tanto de un lu· ·algunos grupos rebeldes pugnan _por sobrevivir contra
gar a otro que resulta difícil indicar las tendencias gene·· los buldóceres de la civilización.
rales (1/ Chevalicr "171 7139] . A cualquier ejemplo de Contrariamente a lo que solía suceder en los siglos
integración .. se puede oponer otro que demuestra el per· XVIII Y XI,X, los movimientos de r esistencia popular (u in~
manente dinamismo, el resurgimiento de las subsocieda· dígena .. o no) pueden ahora contar con Ja solidaridad por
des indígenas. En México, por ejernpl_o, la revolución lo menos verbal de ciertos sectores urbanos, especial-
(ante todo el sexenio cardenista) creó un campesinado in· mente intelectuales. Como en el siglo xvr existen, en el
dígcna parcialrnente "nuevo". organizado en coopera ti~ sector hegemónico, divergencias profundas en cuanto al
vas no tradicionales y relativamente integrado a una so·
status que merecen ]as colectividades marginadas. Una
parte de los intelectuales, convencidos de que no se po-
ciedad nacional que se autcproclama, sin problematizar
drá marginar indefinidamente a las mayorías populares,
. el concepto, .. mestizan. Esta sociedad .. mestiza, sigue mar-
e' de que éstas, incluso, deciditán, quiérase o no, el fu-
ginando, pero sin confesarlo, a varios inillones de in- turo del país o de la región, optan por una aiianza estra~
dios más o menos conscientes de un pasado prehispání· tégica con ellos: el grupo de intelectuales indigenistas y
co que el estado y sus aparatos manejan como si fueya socialistas que se reunieron en torno a MariáteguL en
su propiedad. el Per ú de los aii.os 20, es el mejor ejemplo. Esta nueva
En Perú y Bolivia, ·en cambio, pese a una delta integra- actitud debe mucho a los movimientos socialistas o re-
ción nacional de las comunidades tradicionales, no sur~ volucionarios de comienzos del siglo (especialmente a
gió ni se proclamó ninguna sociedad nacional mestiza; Ias revoluciones mexicana y rusa) . Si los primeros in~
los propios sectores hegemónicos siguen . subrayando, telectuales comprometidos con los sectores marginados
como en la época d.e Tupac Amaru, la existencia de otra pertenecen por lo general a las capas más altas o diri-
sociedad, separada de la europeiz~da. La constante mo· gentes, se pueden encon trar-, en las generaciones sucesi-
vilización mesiánica, reformista .o revolucionaria de las vas, intelectüales de origen más modesto y, también, de .
colectividades campesinas , p oco dispuestas a dejarse uin- as·c endencía .. indígena ... Casi todos los movimientos indí-
tegrar.. en el marco de una sociedad de discriminacio- genas mencionados son ya, de algún modo, el resulta- .
nes, contribuyó a mantener o a desan-ollar una cierta au- do de la alianza entre intelectuales y sectores marg i-
tonomía (3. 2/ Flores Galindo 1986,' Rivera Cusicanqui nados .
1985). En Guatemala, los movimientos de guerrilla re-i Como se desprende de este esbozo muy somero, .las sí -
dentes (alianza entre ladinos progresistas y campesinos luaciones de conflicto socio-cultural en que vendrán a
organizados) suscitaron no sól o la feroz represión ofi- inscribirse, en el siglo xx, las practicas literarias alterna-
i

128 Martin Líenhard La v oz y su huella 129

tivas, no guardan ya una relación directa con las de la sino algunas constantes que nos parecen significativas; 1
Colonia y los primeros siglos de 1a República. Si el peso otras aparecerán en los estudios de la segunda parte.
de la referencia étnica ha disminuido considerablemen- La recopilación de las tradici ones o nan-aciones orales, 1
te, la tensión entre los sectores hegemónicos europei- práctica que reanuda la de los misionero s renacentistas, !
zados y la masa de l os marginados tiende más bien a se realiza ahora con mayor independencia res pecto al
aumentar; pese a la disminución del analfabetismo en sistema. Los informantes no son ya los ucaciques y pl:in-
casi todas partes, la cultura de los marginados --con o cipales" de antaño, sino individuos o colectividades .,anó· 1
sin televisión- sigue siendo predominantemente oral, aun- nimasa. No todos los recopila dores, ni mucho menos, per-
que cada vez más ,heterogénea y fragmentaria. tenecen o trabajan al servicio de los sectores hegemóni-
cos. Cada vez más, la publicación de los textos graba-
!
1
Viejas y nuevas prácticas literarias alternativas dos y transcritos corresponde al deseo explicito formul a -
do por los depositarios de la m emor ia oral : conseguir que
En el primer siglo de la Colonia, los a~en tcs principales se conozca !a vida y el pensamiento de los marginados.
de las prácticas literarias alternativas fueron, por un Unos textos como Cregodo Mamani [3. 11 Valderrama/
lado, ciertos misioneros y funcionarios, y por el otró, Escalante l.l)77], Antes o mundo n ao exi.<;tia [4.11 Tola-
m.3n 1980] o Rucuyaya Alonso ... [3.1/ Muratorio
algunos miembros de las aristocracias in dígenas. Los pri- :~
.f~·
1987], se publicaron a instancias o con el acuerdo de lo s
meros fungían como transcriptores del discurso de los se-
gundos; éstos empezaron síendo sus informantes, pero se i uinformantesa. Sobre todo en el érea quechua o quichua,
1 la que tiene sin duda el mayor número de lector;s en un
:}~.
iban conVirtiendo, luego,, gracias a la enseñanza de los
. primeros, en letrados d e sus propias tradiciones . idioma amerindio, se va imponiendo la publicación bilin-
.•. .. ·.

En el siglo xx, en las áreas pobladas por indígenas o


.•
güe dt;_ tales textos. ·
mestizos 'que conservan rasgos culturales antiguos, pre- Cuando 1<:1 . realiza un miembro de la subsociedad mar-
hispánicos o no, los agentes princi pales de las nuevas
i ginada, la práctica de <~J:e scate;, termina asemeji.\ndosc a
,t.
una literatura escrita en el idioma indígena. Ponqoq mos-

l
prácticas literarias alternativas serán a menudo por una .
' >
parte, los antropólogos -a vec~s los maestros; por otra, qoynin (El su.elio del pongo), fa moso cuento nresentado
los viejos, depositarios del saber oral. Cada vez más, sin
.
i .· .
.
por Arguedas (3. 11 1965), el libro Kutima.nco, de Orcgón
embargo, los propios intelectuales (en el · sentido actual) " Morales (3. 11 1984] o, en Venezuela, Achi'kíl Relatos
i ~-·.··
surgidos de las colectividades indo-p1estizas u orales se guajiros [5 .11 Jusayú 1975), constituyen ' emb riones de
encargarán de traducir en escritura el modo de sentir, de una narrativa escrita (a partir d c: la trad\dón oral) en los
. pensar y de hablar de su grupo. · idiomas indí genas. Un paso más en la m isma dirección es
La diversidad de los textos alternativos que surgen en la poesía escrita en e l idioma y con Ü1 s imág en es de la
este contexto corresponde a la diversidad de lo s proyec- cultura indígena que algunos ÍlJtel cctuales inclíg2nas o
tos que defienden los protagonistas en medio de situa- iclentificados con las subsoci cdades marginales han empe-
ciones igualmente diversas. Aqu í no p odemos mencionar zado a realizar. Es en el área andin a donde .esta práctica
JJ\..1 Martí n Lienhard La voz y su huella 131

parece más arraigada: Katatay, de Arguedas (1971/ 1983L Var ía s ••subsociedades .. mestizas rur ales, también mar-
Puhutay, de Ninamango Mallqui (1982]; f.1u!suctsurit1L ginadas peto mej or comunicadas (idioma) con la cultura
de Kowii [1988] etc. ; pero también en Paraguay, una op- h egemón ir.a q u e las colectividades indígenas, ti ene!1 en el
ci6n an ól oga va ton:ando cu erpo. En México, un volumen si glo xx sus uptop ios escritores .. : unos autores que tuvie-
colectivo, publicado - para luchar contra el colonialismo ron que abandonar sus lugares de origen (provincianos,
cultural--- sólo en náhuatl [2 . 1! Iv1art bez Henündez aldeanos), p ara representarlos, por cierto sin ningún man-
1987]; atestigua la pr oductividad escriptural d e las colee-_ dato explicito, en la literat ura . Estos escritor es se adueñan
tivídades de esa lengua. de Jos g éner os ceútrales de la li teratur a contemporánea,
la novela y el cuento, y pueden ser leidos, hasta cierto
Como en épocas anteriores, algunas colectividades in-
pu nto, como autores pertenecientes a los sectores hegemó·
dígenas -sobre todo los grupos étnicos amenazad J s en su
nicos. La narrativa d e J. M. Arguedas, de ]. Rulfo o d e
existencia- escriben cartas y manifiestos, no ya a los po - A. Roa Bastos, para no citar sino los casos más evidentes,
der es políticos .. nacionales " cuya a utoridad ellos descono- co nser van o a ctua lizan, sin embar go, numerosos r asgos
cen, sino a la opinión pública nacional o internacional. La .. a lternativos ... Sin servir se ya de informantes - las sub -
aspira ción a la autonomía, a un territorio garantizado, se wciodades mestizas, desarticuladas, carecen de portavo-
expresa ahora sin rodeos. Aquí también, el papel de los ces autorizados o tan sólo competentes- los autores se
intelectuales, indígenas o simpatizantes. es . relevante. co 1~p ortan como escritores-etnógrafos de sus propias
Cabe destacar , en este contexto, las m últip les prácticas colectividades. En la medida en que éstas, subsocieda~es
escript:urales desarrolla das por las nacionalidades indíge- populares dentro de la sociedad unacional .. , conservan
nas organizadas de Ecuador : rescate de la historia oral unas t ra diciones culturales notablemente distintas de las
(3 . 11 Males 1985], elaboración colectiva d el momento his- d;; los sector es hegemón icos, el producto literario p uede
tót ico presente (CONAIE 1989L etcétera. involucrar unos estratos de significadón ajenos a la cul -
Con el objetivo de dirigirse a un público más vusto que tura europeizan te: los textos, por lo tanto, aspiran a un
el que lee trabajos antropológicos o de recopilación, va- p úblico lector bicultural.
'
La inserción de los textos alter nativos en los contextos
rios antropólogos-escritores intentar on construir, a partir
de su conocimiento entrañable del discurso indígena, un pluricuitur ales d e su origen será la materia d el capitulo
discurso indígena ficcional. Los hombres verdaderos, de siguiente.
C. A. Castro [2. 1/ 1959], autobiografía ficticia de un jo-
ven indio mayatzeltal, o Ma íra, ambiciosa novela amazó-
nica de D. Ribeiro (4 .1/ 1976), muestr an las potencialida-
des artísticas y los lím!te3 -una evid ente artificialídad +
de tales trabajbs . La uvoz de los marginados", pese al re-
finamiento de su r econstru cción literar ia, queda fuera de
estos textos.
O IV U1. v oz .Y su huella

RA Y PROCESOS cola de dragón" [1/ Covarrubías 1611/ 1943]: un engen-


INTERACCION CULTURAL dro híbrido, inacabado. El misionero pone de reiieve,
pues, el carácter altamente conflictivo de la mixtura que
transculturación . .
provocó, en la esfera cultural, la coexistencia colonial
entre europeos e indios.
Fruto del encuentro desigual, en el marco de un sis· En varios países de población (o de tradición) multi-
tema de dominación colonial o semicolonial, entre la cul- culturales, el discurso nacionalista en boga, cuya mej or
tura de los sectores heg emónicos y la de las subsocieda- formulación se halla en Casa Grande e Senzala, del bra-
dcs marginadas, las literaturas alternativas ostentan u sileüo G. Freyre (1928], propugna la idea de una fusión
ocultan, en sus formas, sus contenidos y el sistema de co· -~~mestizaje culturah- entre los diferentes componentes
municación implicado, una m ezcla de te ndencias divel:- étnicos. Esta concepción,, anterior a la semiótica cultu-
gentes. Este fenómeno guarda una relación evidente con ral y discutible en cuanto a sus fundamentos científicos,
los p rocesos de interacción cultural (flaculturación») que escamotea la realidad plurícultural y, sobre todo, la dis-
se van desarrollando en las sociedades coloniales y pos· criminación permanente de los sectores cultural y social-
coloniales. A partir de una caracterización sucinta de la mente marginados. F. Stastny, al observar· un retrato del
índole de tales procesos, trataremos, en las páginas si- "mestizo, Garcilaso realizado por ]. Sabogal, pintor in-
guientes, de medir su repercusión en los textos alterna- d igenista peruano, plantea gráficamente la falacia del
tivos. discurso sobre el ·~ mestizaje culturaln. En este cuadro, el
Ya en el primer sl.glc del período colonial surge la idea ilustre ulnca.. aparece
de que la naciente ncultura latínoamericanaM -si se me
permite este anacronismo-: es el resultado de una mezcla con el rostro dividido en des secciones: un lado es-
entre las diferentes culturas en contacto. Una de las pri· pañol de color claro y el otro indio, de color cobri-
meras formulacione s (1'596) de lo que vendría a cono - zo. Extrañamente esta solución repite la superposi-
cerse más tarde come .. mestizaje cultural" es sin duda la ción de estilos de la arquitectura cuzqueila y es, en
de Mendieta, franciscano radicado en M éxico: .,y así po- buena parte, una negación del mestizaje. Dos medios
demos decir, que de lenguRS y costumbr es y personas de rostros distintos no crean una faz humana [1/ Stastny
diversas naciones, se han hecho en esta tierra una mixtu- 1980: 156].
ra o quimera" [2. 11 M en dieta 1980: L. IV, cap. 44) . 1 '

Observador lúcido de las nuevas realidades cultura- Para nombrar el conjunto de los proFesos de interac-
les, Mcndieta las califica de · .. quimeras... ¿ Clué valor se ción que desencadena el encuentro entre dos sociedades
atribuye, hacia 1600, a este vocablo? En el lenguaje de cultural y socialmente distintas, la naciente antropología
la épóca, nutrido de referencias greco-latinas, la quimc- moderna acuñó, ha cia 1880, el término de aaculturación"
. ra es un .. monstruo, que echa llam~s de fuego por la boca (1/ Bastide 1968]. En 1936, Redfield, Linton y H crskovits
•. y tiene cabe~a y cuello d e león, el vientre de cabra y la dieron1a formulación clásica del mismo concepto. En su
I.a v oz y su huella 135
134 M artín Lienhard

sistematización posterior, Herskovits [1/ 1958] no exclu- "" las totalidades sociales que los rodean, los orien-
ye, contrariamente a una opinión bastante difundida, la tan y los unifican." Independientemente del término
posibilidad de una ~similación parcial de los grupos domi- que se elija para nombrar los fenómenos de interacción
nantes a la cultura de los dominados, y tiene en cuenta, cultural, el primer paso debe ser su ubicación en el •con-
al menos teórica~ente, el marco socio -político en el cual junto" correspondiente. El propio concepto de «acultu-
se de·s arrollan los procesos de aculturación. En la práctica, raciónu, si se lo desprende de su ropaje evolucionista,
sin embargo, la mayoría de los estudios de esta tendencia puede ser un instrumento útil pata estudiar las trans-
dan por sentada la progresiva desaparición, sin contrao- formaciones culturales que acompañan la historia de las ·
fensivas ni desarrollo de una . creatividad propia, de las relaciones étnico-sociales C!}_ la América Latina: así lo
culturas populares, (ufolk cultures .. ) enfrentadas con la demuestran los trabajos de Arguedas [3 .2/ 1956, 1957]
cultura occidental moderna: el ejemplo clásico sería The o Wachtel [3. 2/ 1976) sobre el área andina, y los de
Folh Culture of Yucatan (2.2/ 1941) de Redfield. En el Bastide [5. 2/ 1967] acerca de las .. Américas negras~.
lenguaje corriente, "aculturaciónM terminó significando la En la América Latina, el marco socio-político de los
asimilación cultural irremediable y pasiva de las socieda- procesos de interacción entre la cultura de los sectores
des arcaicas a Ja avasalladora cultura occidental .. univer- hegemónicos y la de las subsociedades indígenas, mesti-
sak Para combatir este pseudo-concepto, que no da cuen-
zas o populares, se caracteriza en mayor o menor grado
ta de los procesos reales de interacción cultural en la his-
por una evidente asimetría: los dueños de la primera,
toria de América Latina, el antropólogo cubano Fernando
dueüos también del poder global, fijan las reglas del
Ortiz, insistiendo en el papel activo y creador de los
juego, mientras que los sectores marginados, salvo en
pueblos colonizados y subrayando la novedad irreductible
los momentos de co11t1:aofensiva general, no tienen otro
de las culturas populares latinoamericanas, propuso en
1940 el nuevo concepto de utransculturaciónu [5 . 2/ OrHz recurso sino el de reaccionar más o rrienos creativamente
1973 : cap. 2]. El discurso nacionalista y criollista latino- a la imposición de ·,los valores o anti-valores hegemó-
americano se apoderó rápidamente de este término, pero nicos.
reduciéndolo a un sinónimo del gastado concepto de Las literaturas escritas alternativas, marginales tanto
~mestizaje culturaln. El concepto de .. transculturaciónw, en el contexto cultural de los sectores hegemónicos como
impreciso en cuanto a la oposición todavía irreductible, en el de las subsociedades oral-populares, constituyen
como lo muestra el propio Ortiz en un excelente trabajo sin embargo un objeto de estudio sugestivo en el marco
[5 . 21 1950) , entre las culturas populares y las hegemó- de los procesos de aculturación : inexplicables fuera de
nicas , no resuelve el problema de la evaluación .. polí- este marco, ellas configuran un conjunto documental en
tica" de las interacciones culturales. "El contacto y sus que las situaciones históric: s J.e enfrentamiento e inter-
efectos -dijo a este respecto Balandíer [1963, cit. e~ 1/ acción cultural se ofrecen gracias al soport~ de la escri-
Bastide 1968] - no pueden comprenderse sino a condi- tura, a una observación prolongada. Sin duda, el estudio
ción de ser situados en unos «conjuntos .., es decir, en de los procesos de interacción cultural en el terreno de
La uoz y su huella
136 A1artin Lienlwrd 137

las literaturas alternativas puede arrojar una luz nueva Aunque asimétrica, la «aculturación" idiomática, en
sobre estos fenómenos . la Amér ica Latina, es eminentemente bilater al : europeiza -
La principal dificultad para el estudio de estas Hter a· ción lingüística de las su bsocíedades indo-mes tí zas, •dn~
turas, se cifra en su insoslayable vinculación con u na d igenización" de vastos sectores criollos o de origen eu-
serie de prácticas no escripturales: prácticas lingüísticas, ropeo . A menudo ignorado, el segundo aspecto n o resul-
r eligiosas o rituales, arte verbal oral. Los procesos de ta siempr e menos importante, cuan titativa o cuali tativa-
mente, que el primero.
tran sformación que se desarrollan en cada uno de es-
tos terrenos no dejan d e repercutir , m ás o m enos direc~ De modo general, e1 poder colonial y , hasta cierto
ta y profundamente, en la configuración de los textos punto, l os poderes republicanos, solían oscilar entre u na
alternativos: uso de l enguajes ameríndío s, "mixtos~ o so- política de europeización i diomática de los indi os y la
dolectales, interferencia del ídioma amerindio subya- "indigenizacíón" língüistíca de los funcionarios dir ecta-
cente en el discurso realizado en el idioma europeo, b ilín- mente dedicados a la administración o la evangelización
gü ismo; yuxtaposici ón o super posición de concepci ones de los autéctonos < En la época de Carlos V, el obj etivo
his tóricas, cosmológicas y religiosas de origen europeo estr atégi co de la Corona española (la cor ona portuguesa
y autóctono; conflictos entr e la tradición escriptural y la no parece haber dedicado ninguna atención especial a este
oral (coexísÚ:ncía de un texto ,fonético>< con un texto glí- punto) fue la castellanízacíón r ápida de las élítes au-
fico o pictográfico, formas narrativas o poéticas de as- tóctonas y, a través de ellas, la asimilación idiomática
cendencia europea e indo-mestiza). Nos centraremos en de las poblaciones indígenas. En la práctíca, sólo se rea-
tres terrenos privilegiados: procesos lingüísticos, com~ lizó la primer a etapa de este p r ograma, a veces (Yucatán,
por tami entos religiosos, oralid ad/escritura. Paraguay) ni ésta ; los m isioneros y otros eclesiásticos,
agentes oficiales de la conver sión idiomática, preferían
Procesos lingüísticos preservar, en las áreas rurales, su monopolío y el aisla-
m iento también lingüístico de la población «Ínoccnten ~
Idiomas europeos vs. idiomas amerindios ésta no debía, en efecto , contaminarse con los vicios de
los eur opeos y criollos.
En tanto que práctica verbaL la literatur a implica, en Esta política idiomática d~ los eclesiásticos se tradujo
p rimerísimo lugar, el contexto idiomático y lingüístico. en una vasta pr oducción de escritos -e impresos- en 0
En este sentido, las literaturas alternativas se ínscri- acerca de los idíomas ameríndos : gramáticas, diccion a-
ben, más o menos conflictivamente, en el complejo pa- rios, catecismos, confesionarios, sermonarios, pocsia y
norama de los procesos de aculturacién lingüís tica. Por
teatr o evangclistícos. Buena parte de los primer os cronis~
ot ra parte, éstos pueden servir, por la r elativa transpa-
tas del discurso indígena, ·. y no sólo los misioneros, se
rencia del sistema semiótico ul engua•~, de umodelo,. para
han distinguido en este campo. Algunos de estos escr itos-
la descripción de los procesos de intera<cdón en los de-
más sistemas semióticos (ritos, etcétera) . resu ltarán l as primeras_publícacioücs impresas en el con-
138 Martin Lienhard La voz y su Jwella
______________________________________________:1 39

tinente americano. La bibliografía de Rívet [3. 2/1951-56) no Y los ministros de la religión les hablen en su
para el quechua-aymara puede dar, respecto al área andi- idioma [2. 2/ Pineda 1888: 7].
/
na, una idea aproxi111ada del ingente esfuerzo lingüísti-
co realizado en este contexto. En vaí·ias áreas, y a veces hasta entrado el siglo xx,
'
La política idiomática de las subsocíedades indígenas el proceso de ~< indígenizadón " idiomática de los sectores
coloniales favorecía asimismo, por supuesto, la conser- dominantes pr evalece, de hecho, sobre el de la asimila-
vación de los idiomas ameríndios como instrumentos cen- ción lingüística de l os indios.
trales para garantizar su cohesión social y .. étnican. La En toda el área t upí-guaraní, hasta 1800, el idioma de
aparente o verdadera complicidad lingüística entre los Ol';(T•O'}
-~::-, ...l
r-rt>J·¡i •'D " l ' '
t J - - . --" t "' 11co es e
1 un1co
' · ·
111strun1ento efectivo de
eclesiásticos y los indios no dejó de suscitar ciertas in- camunícación verbal interna [4. 2/ l\1elia 1969, Bu arque
quietudes en las altas esferas del poder colonial, como 1Q'"YO so 961_, ; en .1as zonas rurales de Paraguay, la misma
.::- ;: <) : ' u - '

se colige, por ejemplo, de las críticas que se hicieron, en s1tuación se ha venido reproduciendo h asta hoy. Anú!ogo
este sentido, a los jesuitas paraguayos (Meliá 1969 : 75 es el caso, por ejemplo, del interior de Yucatán y de la sic-
ss.). En algunos momentos de crisis política abierta, como l~r2.mcridiona1 d el Perú: en las pequeñas y medianas d u-
por ejemplo ante la vasta insurreccién a ndina lídereada dJdes yuca teca s, hacia 1930, todos los habitantes, incluso
por José Gabriel CondorcanquL Tupac Amaru (1780- los de comprobado origen europeo, hab lan maya (2. 21
1782), el poder español volvió a insistir enérgicamente ~ Redfield _1940 : 42]; 'en 1940, en la provincia de Anda-
en la necesidad de castellanizar inmediatamente a los in- hua~las (donde nació el escritor y antropólogo J. M . Ar-
dios, para controlarlos mejor, (cf. cap. III) . A pesar de guecias) , a escasos 1.93 individuos monolingües del cas-
ello, nunca se realizan durante la época colonial, serios tellano se oponen 8 0.611 monolingües del quechua
"':)9 1uHin (2
y
esfuerzos de europeización idiomática· de los indios co- 9 •.:>.:J • T. "
gues · . 2/ A rguedas 1957}.
munes fuera de los centros urbanos. Estas son sin duda situaciones al9o extremas de no
Todavía en 1888, después del gran susto que experi- castellanización de los indios y de asimilación Iinaüística
mentaron los ladinos de Chiapas por la «guerra de cas- de los criollos ; en Ja costa p eruana, en el valle d; Méxi-
tas" de los indios maya-tzotziles (1869-1870), un r epre- co etc.. la tendencia general fue siempre más -bien in-
sentante autorizado del sector dominante escribe : versa . Oueda demostrado, sin embargo, que la acultura-
c:ión idiomá tica es ·-o f ue- un proceso bilateral. Más que
Esperar que los indígenas, para ilustrarse, aprendan ~~das las politicas oficiales de europ eiznción idiomática,
todos á hablar el lenguaje español, haciendo á un . · hna1mcn te, las radicales tra nsformaciones socio-cultura-
lado sus dialectos, no es posible, porque en cuatro les de !os últimos decenios (penetración del capitalismo.
siglos no lo han hecho ( .. . J. en las éreas indígenas, éxodo rural. progreso de la esco-
1
Para educar, p ues, á esta raza juzgamo s que lo
lariz~l dón) favorecieron la tendencia europ eizante. Hoy
en dw, la políti ca idiomática de las colectividades indi~
-conveniente es que la sociedad civilizada, el go
genas auspicia en generaL al lado de la conservación del
La uoz y su lzucila
141

idioma ancestral, la adquisición de los idiomas oficiale s,


los únicos que permiten el ascenso social en las élreas de procedimientos básicos : la incorporación de palabras que
\

inmigración. expresan, en el otro idioma, la realidad que se q uiere


nombrar (préstamo); la recreación, a partir de los re-
cursos del idioma receptor, de un concept o del otro (cal-
El bílíngüísmo y sus efectos co semántico o, más simplemente, "traducción .. ); la apro-
piación de un concepto del otro idioma mediante la re-
Entre las situaciones de mollolingüismo en el idioma orientación semántica de un vocablo preexistente (rese-
europeo o en el idioma amerindío surgen vastas zonas mantizacíón).
· caracterizadas por la copresencía de un idioma europeo El préstamo significa, para el idioma europeo en e!
v de uno o varios idiomas indígenas o «mixtos•. Presen - contexto americ~no, la adopción del vocablo que nom-
~ia simultánea no equivale a equilibrio entre dos prá cti· bra, en el idioma autóctono, la r ealidad nueva que se
cas de prestigio igual. El idioma europeo, aunque su pre-
qu iere expresar. Así, por ejemplo, el vocablo de origen
sencia ~n el terreno sea casi nula, como en Silo Pau!c
náhuatl macehual o macequal Gnclío común, campesi-
hasta 1800 [4. 21 Buarque 1978: 88-96], nunca deja de
no), designa en las crónicas hispano·-mexicanas a los
ser el idioma oficial o dominante: el de la administra·
ción, de la alta jerarquía eclesiástíca, de la alta justicia, campesinos mesoamericanos. Este procedimiento supone
de la literatura oficial o flde prestigio", de las relaciones . una leve interferencia del idioma indígena en el idioma
con la metrópoli. La v1gencía del idioma indígena o po- europeo; su generaliza ción puede llevar a la apa.ri ción
pular, en cambio, se limita -fuera de los dominios e~ le­ de una especie de leve «bilingüismo léxico". E l idioma
siásticos y los autogobicrnos indígenas- a la comumca- recep tor puede naturalizar, poco a poco, el injerto aje-
ción en o con los sectores marginales. Estamos, pues, fr cn· no - cosa que no sucede siempre: los cúes ("santuari os
te a una típica situación de diglosia, con un idioma de indígenas .. ), por ejemplo, diseminados en las primera.s
alto prestigio (i1) y otro de bajo prestigio (B). cr ónicas espaí1olas de Mesoamér ica, cederán su lugar a
A través del contacto, el idioma europeo y eJ autócto·· las "Pirámides" o los ~templos ... Ahora, mientras siga fí-
no pueden sufnr . c1ertas
. me d'f' . ··· e _n. ea ]1"{'1·
· 1 lCacwnr;,:..,, ..... .1 o • 1 ,.:)-:. sicamente presente el idioma intcrÍerente, el hablante del
idio~nas europeos, en cuanto a su variante uficial (escri- idioma r eceptor no p uede ignorar su parcial "bilingüis-
ta, culta), no toleran interferencias profu_nda~ en su~ .e.s- mo léxíco ...
~ •· ·
trt¡ctu_ras D1Ct1CiOJICd.S - s
·. ~ · ~t·lea
~r SJi1t3L .. : ,l v., .L~ ···n"1 ~;.; t'-llHl-'
::--· · d··"' ... ~, "'1"''~ t1..
· su
. ceoe1.1
• d-encia
. ae' jas ,...~,··,..,¡ ; L ,.,"~ e-·-,~ ; El calco semántico, en la medi da en que respeta las
t noru as ..:.~. ~ J..'-"1--''i,....- ... ..,t.,"dc..:-¡. ~ --· J ..;.-._ ...... ....o-
•n. n}"t . .. r ,-·.-
normas lingüísticas, no provoca in terferencias mayores
1ectos- de origen eurcpeo, en cambio, jnician -en alg u-
,. ·1 ogo aut·- enuco en el idioma europeo: si una crónica del 'Perú,. en vez de
nos contextos- un ella ~ .~
con los "'-· 1-il"'rr"'"':"-~ ...... rY~a
•J.da::> " · · " " ..
tomar prestado el término quechua (aqlla huasi) designa
rindios.
esa fa mosa institución incaica con el término - calco del
Las modifico.ciones más evidentes (léxicas) que su fre
quechua - «casa de las elegidas~, su d.lscurso se man tie-
un idioma en el conta cto co:1 otro corresponden a tres
ne dentr o de la normalidad lingüística más estricta.
142 Martín Lienhard La voz y su hueila 143

Los primeros calcos aparecen ante todo en la traduc- ·J.·


La resemantización, más subterránea, supone una mo-
dificación estructural en el idioma interferido: la exten- ción de los conceptos cristianos. Empleado de manera
sión del significado de un vocablo ya existente a una masiva y apoyándose a menudo en recursos poco fre-
·~
renlidad nueva, pero ''semej ante a la que abarca el signi- cuentes en el idioma amerindio, este tipo de intervención
fícado originaL puede provocar una reacción en cadena. puede afectar las estructuras sintácticas. De hecho, los
Para nom brar la nueva reaíidad .. m aíz,, por ejemplo, el procedimientos superficiales (léxicos) forman parte de
portugu és extiende el campo semémtico de milho (mijo) todo un proceso de europeización de los idiomas amerin-
al cereal americano recién descubierto que · suplantará, dios. En tanto que idiomas .. vencidos .. , ellos tuvieron que
también en .la realidad alimenticia, al miio; éste se lla- admitir, queriendo o no, la intntsién de un pensamiento
mará e:n a·delante milho miú do. lingüístico nuevo, moldeado por una tradición histórica
Los idiomas autóctonos, paralelamente, tuvieron que ajena. Comparando el proceso de europeización y racio-
adaptarse para dar cabida a las nuevas realidades mate- naliza ción escriptural del idioma guaraní con el de la
dale~> o espirítuales propuestas o impuestas por los eu- conquista o colonización político-militar, ia famosa <~re­
ropeos. Estas modificaciones, realizadas bajo la presión ducción,. de los indígenas, B..Nielü1 (4.2/ 1973) llega a
directa o ind irecta de Jos idiomas oficiales, fueron en ge- calificarlo de nreducción literaria .. : concepto análogo al
neral.. mucho mó s incisivas de li.:1s que sufrieron los idio - que Goody [1/ 1977], en su trabajo sobre la transforma-
mas de los colonizadores, también porque los idiomas
ción ' escríptural del upensamiento salvaje» en el Viejo
mnerindi os carecieron en general, después de la conquista .
Mundo, calificó de .. domesticación ... Si e n el caso del gua-
de la autonomía exigida para realizar un control satisfac-
l'aní, la ureducción .. o .. domesticación:• del idioma autócto-
torio de las normas lingüísticas. En el nivel léxico, en-
contramos también las prácticas del préstamo, del calco no fue impuesta por los misioneros, en Iv'Iéxico central, los
y de la resemantizadón . Par a nombrar al nuevo Dios propios letrados indigenas parecen haber contribuido a
cristiano en gUaraní, los misioneros impusieron el voca- realizarla [2 . 2! Karttunen 1982].
blo q ue hasta entonces, para los guaraníes, designaba a El guaraní "reducido .. por los jesuitas (que desapare-
la divinidad del t rueno, tupa: un ti pico ejemplo de rese- cerá a partir de 1768 a raíz de la expulsión de sus acrea-
mantización apoya da en una pardal analogía. En el que- dores .. ) fue un idioma en un cierto sentido artificial. De-
c11Ua. moderno, en cambio, se adoptó, para nombrar a la sanollando, ante todo, las potencialidades aglutinativas
misma divinidad cristíana, su n ombre español, Dios: del idioma amerindío, los jesuitas lo convirtieron en una
pr éstamo que ofrece la ventaja, para la pop lación que- lengua uracionah, culta, supuesto equivalente del latín y
chuahablante, de no confundirse con ningún concepto an- el g r iego, capaz de expresar los misterios de la fe cristia-
ditlo; «Dios .. , efectivamente, como lo comunica un sacer- na [4. 2/ Melia 1969) . Contrariamente al guaraní colo-
dote andino al antropólogo ]. 1v'I. Arguedas, queda .. se- nial del Pai·aguay encomendero (o al náhuatl colonialt el
parado " del tradi cional edificio religioso aridino (3 . 21 g uaraní jesuítico casi no revela, en su superficie (léxi-
Arguedas 1956]. ca, morfol ógica) , rasgos de híspanización; la .. reducción"
Mar tín Líenlwtd La voz y s11 huella 145

lingüí stica, basada en u n procedimien to neologístico in- was capable of absorbing and expressing succínctly any-
terno, se apoderó, como dijo Melia [ibid.: 110} , de l a thing Spanish hacl to offer ... 1
propia alma del idioma. El guaraní de las reducciones, I...-1 hispanizacién progresiva del idioma n áhuatl ofre-
p untualizó, dejó de ser una lengua india, «l11éÜ S elle con- ce un paradigm a que se puede sin duda. extender, salvan-
tín uait a etre Ja lan gue des indies, ces indiens étant de- do la cronol ogía y , q uizás, su profundidad, a otros idio -
venus a utres» 1 (ibid.: 73). La m isma observación parece mas amerindios.
poder aplicarse, con m atices, al q uichua del Ecuador, en Pese él la diferencia de los procedimientos técnicos, la
buena medida introducido por los misioneros del' siglo reducción del guarani por los jesuitas y la del náhuatl
X\' [ en tanto u]cngua g en era]u y «E!Stanclarízado" hoy en día por los propios letr ados indígenas (quizá s simples trans-
a trnv és de los proyectos de educación bí! ingüe. Parece- criotores de usos comunes), traduce un proceso análogo:
rí a que la supervivencia d e los idiomas amcrindios , en el la ~lomesti cación no sólo d e la len gua , sino del. pensamien-
consabi do contexto de d iscrim inación, pasa por su ure- to indígena autónomo. Las lenguas reducidas dejan ele ser
ducció n ... lenguas autócton as o pr ehispánicas para convertirse en
lcnauas u ind ias .. ; el grado de su tra nsformación es uno
En gc::ncral, la domesticación de los idiomas amerin-
de lo:; in dicadores má s serios para medir el grado de in-
di os tr::m sitó má s· bien por otros caminos . .11 partir de los
serción de las subsocíedades indígenas en la s sociedades
d oc nm cntos escritos por la aristocracia nahua colonial en-
coloniales o "naci onales ..
t re los sig los xv¡ y X\' '' '· Ka r ttuncn [2 . 2/ 1982] estable-
Ahora, el contacto lingüístico n o se da únicamente en-
ci.ó una sente ncia típica de acul turación linuüístka que
tre las d os colectividades <~crio lla·· e ~~ in dígena:• (o mes-
~dntct i 7,:1rc m o~; aquí h rcvcmc nlc. En una primera etapa,
t iza), sin o también en el seno de cada una de estas co-
el idi() m n rece ptor di qlc rc !;uccs ivMncntc las nuevas rea-
lectividades. Como hemos visto, ta nto e n los sectores he-
l id :.~tks Jil c(l í:ull.c los procedimiento s dd pn~stamo léxico
9Cmónicos como c.ntre los marg in ados existen grupos bi-
y d e ia exten s ió n dd s iu ní fi (..:ad o d e lol; n ombres. En un se-
lingües, capaces d e emplear, con un grado de competen-
~J Ullclo mome n to , e l idi oma admite una seri e d e mod ifica-
cia linnüí stica variabl e, los dos idi.omas. E l bilingüi smo de
ciones fo néticas y mol'fológicas relativa mente su per fi-
los prim eros y de los segundos es profundamen te distin -
cí n lc s. En u n a tercera fase, e l idi oma rece p tor empieza a
to en Ct\an to a su significa ción social y sus efectos.
incorpo rar el vocabulario básico del idioma europeo, in-
Los miembros bilingües de los sectores hegemónicos
cl uso los verbos, y adap ta su sintaxis a la del idioma
(cclcsiás ticos, funcionarios, 1a ti.funcH stas, comerciantes,
europeo a t ravés de la inserción de las conjunciones d e
etcélera) suelen singularizarse por el conocimiento per-
s ubordinasión europeas. ·Ha cia 1800, a l finnl de este pro-
fe-cto de s u idioma .. pa terno .• europ eo, a un que esta regla
ces o, como lo formula Karttunen [ibicl. : 407). «Nahuatl
sufra algunas excepciones en las área s densamente indí-
Mas ella continúa siendo la lc n>Jua d e l os i ndios, es tos in dios
se han cc!wcr tí do en otros. El nahu¿~Jt fu e capaz d e absorber y expresa r c u r.dqulcr cosa
que e) cspili'lol tuvie ra por c,frccer.
146 M artín Lienhard La v oz y su l!uella 147

genas. A raíz del nivel relativamente alto de su instruc- gún prestigio oficial, ni siquiera cuando predomina a es-
ción escolar, ellos resultan en general capaces de distin- cala regional. Tampoco posee instituciones eficientes para
guir cabalmente las estructuras de sus dos idiomas de rcp1~odudrse conservando sus for~as tradicionales. Muy
comunicación; su práctica del idioma indígena, sin em- variable, 'el domi nio del idioma europeo resulta, en estos
bargo, es casi s~el!lpre reductora. Su comportamiento sectores, inferior al que dem uestran los miembros del sec-
idiomático debe calificarse de diglósíco: la elección de uno tor hegemónico. Al esforzarse a hablar el idioma eu ropeo,
o del otro idioma no es facultativa, sino que obedece a el hablante del idioma «indígena, tien de a traducir, pa-
determinadas situaciones sociales. El idioma de presti- labra por palabra, un discurso pensado en su idioma ma-
gio, el idioma politice, es siempre el europeo; el idioma terno. De este modo, en mayor o m enor grado, el idioma ~.. !;

indígena sirve para comunicarse con los miembros de las europeo se tií'ie de particularldades léxicas morfológicas
capas subalterna s y a veces, también, para la intimidad y sintáctica s del idioma indígena. Destinada, en un prin-
doméstica (Paraguay) o los momentos festivos (sien·a dpio, a la comunicación con los sectores hegem6nicos,
centr al y meridional del Perú). En tales momentos, ex- esta práctica traductora puede desembocar a la larga, so-
cepcionalmente, desaparece la asimetría en las relaciones br e todo si se r estringe o ~e va perdiendo el .u so del íciío-
entre el idioma eutopeo y el indígena, como lo atestiguan ma "ind íg ena .. , en la aparición de lengua jes o sociolec-
los cantos que alten1an, sin mostrar ninguna predilección, tos mixtos más o menos estab les. Asi, unas investigado·
fragmentos en quechua y en espafí.ol: nes realizadas en el valle del .M antaro (sierra central del
· Perú) revelaron la existencia de un sociolecto español
Tukuy runan willawaran 1 fuel' temente quechuizado que se va reproc1uciendo no a
todo lo tuve por cuento, p at tir de una p~·áctL:a auténticamente bilingüe o dig lósi-
saqíri\-vanaykitaga 2 ca , sino como medio de expresión de un sector que ya no
jamás yo pensé por cierto. dispone de otra lengua para expre sarse [3 . 21 Cerrón
· (3 .'11 Escobar 1981 : no. 113) Pal omino 1972].
Si en este caso, el pen samiento lingüístico q uechua pe-
Ahor a, si enfocamos el contacto lingüístico a partir r::eiTa en d esp aüol, otr os 1·2 ngu ajes inch·hispilnicos mix-
.;c)~i son e 1 resu ''t
1 ' c.l,e procesos m as
r aoo •
b1e11 con t ranos,
• • . '
ana-
de la situación de los · bilingües cuyo idioma primero o
kgos a los de 1a hispanización dcl nóhuatl, p ero fuera del
príncipal es el de origen prehispánico - campesinos, sec-
ccnlrol de b :; jnst.:mcia s (las col cctiv idad ~s tradiciona-
tores urbanos periféricos-, el cuadro se modifica sustan-
les)_ que vigilaban }::¡ con stante re~;?_'u ducción del idioma
ciahnente. Su idioma ma terno no se beneficia de nin- (~ E s u upu reza », E n Fa l·a guay, desde la época col onial
(l\!Ielia 1969: 63-75).. un l en gua je mixto apar eció en la
1 Toda la gente me _dijo.
"or.illau autóctona de] con tacto idi omático; actual mente, en
2 Que tu me abandonarías. las zonas m-banas, el jopará - vari ante hispanizada del
' Mart ín Líenhatd La uoz y su lwel!a H9

paraguayo [Melía 1986 : 243-245}- tiende a ge- par a adapta r el lenguaje a las concreta s, y cambiantes n e-
cesidades de la comunicación entre los diferen tes sectores
e.
··, Sin embargo, en las"' J.reas indígenas o exindígcnas, a sqcio-culturales o en su interior.
' difere~cia de algunas zonas de cultura a froamericana del Es en este contexto de búsqueda y de experimentación
. · Caribe, no se puede hablar con propiedad de la apari- con varias hipótesis comunicati:va s que vienen a uinscri-
ción de verdaderos idiomas nuevos, estables y socialmen- bírse» las literaturas escr itas alternativas. La práctica li-
te · reconocidos. comparables con el créole o el papia- teraria,· expresión particularmente consciente de la co-
mento. municación verbal, juega a su conveniencia, pero dentro
Las prácticas lingüísticas conflictivas que suscitaron, de ciertos límites, con las realidades idiomáticas. Según
en la América Latina, l os procesos de •aculturación H colo- el contexto lingüístico y su propia cultura. el tipo d e dis-
niales y modernos, seüalan los límites de la conccpcién curso en que se inser ta y el público a que se dirige. el
según la cual la ~cultura latinoamericanan sería el pr o- escritor o autor de.l texto elige el o los lenguajes más
ducto de la fusión entre ingredientes autóctonos (o afri- adecuados a su proyecto literario.
canos) y eui'opeos. Si es verdad que en el terreno lin- Si los textos se insertan en un contexto idiomático
g üístico se realj.zan ciertos fenómenos circunscritos de dado, ellos no lo reflejan pasivamente. La ~s trategía lin-
fusión .· no es menos evidente que éstos no logran borrar güística presente en un texto no pcrmíte, pues, medir dí·
la coexistencia conflictiva de prácticas disímiles. Para rectamente el grado de uaculturacíón" del texto o de su
decirlo de modo muy simplificado: sí una parte de los autor. Se ha!) escrito textos muy "autónomos.. (no occi-
autóctonos se dejó euÍ·opeizar idiomá ticamente, y sí a lgu- dentales) en un idioma europeo, como se han escrito otros,
nos grupos de descendientes de los colonizadores adop- ncolonizadosu, en varios idiomas indígenas. A veces el
taron el uso de los idiomas amerindios, no desaparecieron mismo autor, a partir de una actitud que se podría lla-
~.n el continente ni las lenguas autóctonas ni las europeas. mar d iglósica, hace a lternar en su · obra soluciones co-
En cuanto a los idiomas .. nuevos" o mixtos que suscitó el municativ«s distintas . Así, el cronista mexicano Tezozo-
roce entre las primeras y las segundas, su falta de esta- moc realiza su Crónica mexicana [1598 /1980) en espa-
bilidad , d ebida a u.n hibr idismo no resuelto, no· permite üol. un espaúol algo trabajoso. micntr<:\::: que prefit~re el
colr.;uuhHl en el pcJcr.ta} dt::l mestiz.aje arm onios0 . náhuall para su Crtinic,¡ WtJsic,¡y lt/ l. \i)\)~}/l ~7!) ) ; n,\k ~•t'
que la solución ntradicionalista .. es posterior a la "acul-
Líteraturas alternativas tur~da" . . . J. M. Arguedas, escritor-an trop9logo contem-
y procesos de aculturación lingüística poráneo, escribe sus narraciones (con una .excepción) en
cspaüol, pero su poesía en quechua. En d da uno de estos
L~ 1 )• Ht d~ 1 l'lldtli 'il·cw 11 In pt•rd!do fil'U! P'(:•d vH de lo~; idio· cas os, una eva luación de las opciones idiomáticas en
tlltHi prehlsp6nkos por ¡ra r tc de las suGsodcJadcs indí - función de los procesos de interacción cultural debe tener
genas o mestizas, los procesos de aculturación lingüístic::1 en cuenta el proyecto comu nicativo que subyace a los
· . son el resultado de un esfuerzo multilateral constante _-extos. Arg ucdas, por ejemplo, se separa del público d.;;
150 Martin Líenlwrd La voz y su huella 151

sus narraciones al ponerse a escribir en quechua, sin por de la comunicación. Tal hibridismo se nutre de todas las
ello insertarse en la tradición culta de la poesía quechua . situaciones o productos de los procesos de aculturación
escrita, ni en la de ia imitación de los cantos orales. El lingüística: no sólo del bilingüismo y de la diglosia, sino
quechua usado no es ,,culto ni dialectal, sino •loraJ .. y su- también de todos fos lenguajes que se crean en el roce
prarregional. Ar g1.1edas, por lo tanto, intenta echar las entre idiomas europeos y autóctonos. Hibridismo lin-
bases de una poesía quechua inédita -quizás imposible: '\:
g·ü.ístico no equivale siempre a ininteligibilidad. Aun para
escrita, pero ~democrá tica ", arraigada en la cosmovisión -~- :
la alternancia de dos (rara vez más) idiomas, existen va-
andina sin ser tradicional. Una opción, en fin, que se pro- ·~ rios precedentes en la comunicación oral : los cantos bi-
yecta hacia un futuro incierto (d. cap. XII) . Tezozomoc, ·,~ lingües, o la conversación entre individuos bilingües que
.·.1.
.:-¡

por ·su lado, eligió el idioma en fu nción del discurso por :,t.··· p oseen un buen dominio de ambos idiomas. El hibridismo
realizar; si la Crónica 1nexicayotl, en tanto que alegato . :~ lingüístico en la literatura, producto de una realidad
personal, transcribe exclusivamente la tradición históri- ·.·~.~ ·.
~ bí- o multilingüe, halla su solución comunicativa precisa- 1

ca oral de la casa ten och-::::a, b CrJnic:1 mexicana elabo- ·~ mente en esa realidad: a texto híbrido, lector híbrido, es
rada escripturalmente a partir de fuentes múltip les , pre- ...~ decir bi- o mu!tilingüe, o todavía, hablante (y lector)
l
ten3c ser una obra historiográfica al estilo europeo; la ¡
de un lenguaje mixto.
asimilación insuficiente de les códigos occidentales ame- Con el avance de la educación escolar o universitaria
naza por trechos la inteligibilidad del texto. ¿Cuáles son (que supone una mayor asimilación lingüística de los
los d estinatarios de los textos? El primero se dirige aun autores y los lectores de textos), se va reduciendo en ge-
"n.::tlmatlato" no tan irnprobáble en las cancillerías de la neral el hibridismo lingüístico de los textos, o se lo
capital virreina!, mientras que el segundo, algo socio· moldea en formas más cultas, como la presentación bilin-
lect:al, exige no sólo U~l lector familia~·izado con mnbos güe correcta, original y traducción, de los testimonios
un iversos implicados, sino especialmente atento (v. de origen u indígena"; esta última , inaugurada por Saha-
cap. V.) gún en México, empieza a ha llar ahora, en ciertos con-
Como escritores diglósícos, Arguedes y Tezozomoc pro- textos, u n público cuyo idioma materno ya no es el de la
ceden ni m <:1s ni menos como un individuo bilingüe 'e n la traducción, sino el de la , transcripción original.
comunicación oral: a cada circunstancia el idioma más Al lado de las actitudes .. cultas .. vuelve a veces a ma-
adecuado. A veces, la alternancia de · idiomas se da en el nifestarse, como sucede en una serie de . escritores del
mis!no texto, como sucede en varias crónicas andinas Perú actual, una actitua estético-política de valorización
(Guaman Poma, Pachacuti Yamqui, M e lina uel Cusque- consciente y radical de los lenguajes híbridos creados
ño ..) y en las novelas de .Arguedas. Estos textos, obvia- " por los sectores (casi} iletrados. Más frecuentes, sin em-
mente, exigen un lector de características culturales re- bargo, es la elaboración controladísima de lenguajes li-
latívamente precisas. Ei hibridismo liilgüístico, de he- terarios levemente, .. admisiblemente.. interferidos por
cho, es uno de los rasgos constitutivos de no pocos tex- ciertos rasgos de los idiomas de origen prehispánico,
tos alternativos , facto r de su marginalidad en tt~rminos como la encontramos en varias obras de J. M. Arguedas,
Mal'tín Lierzlzard
La ¡;oz y su huella 153

· de A. Roa Bastos o en Los h'Jmbres verdaderos, de C. A.


ideológico del discurso, aunque también, a veces, en su
Castro (2 .1 / 1959], autobiográfica ficticia de un indio
estética narrativa o literaria.
maya-tzeltal de Chiapas.
En w1a parte de las líteraturas alternativas no ínter~ En este terreno tuvieron lugar sin duda a.lgurios de
fiere ya ningún idioma prehispánico, sino un sociolecto los choques más significativos entre las culturas autócto-
rural arcaico, más o menos a lej ado de la norma culta, nas o indígenas y la europea. ·Como en el de las prácti~
como sucede sin duda en los cuentos de El llano en llamas cas lingüísticas, se produjeron una serie de fenómenos
(1953), de J. Rulfo (2 . 1/ 1978). El hibridismo basado en locales de fusión , pero la tendencia general demuestra
la interferencia de un sociolecto no uindígena", sino arcai- ser otra. Las concepciones cosmológico-religiosas de los
co, probablemente casi no se percibiría si no fuera por indios, abiertas casi siempre a la novedad, solían con-
un hibridismo paralelo en las estructuras narrativas y servar, sin embargo, un núcleo mínimo irreductible. Esto
la cosmovisión subyacente. Fenómenos algo semejantes se desprende, en todo caso, de unas observaciones de
se han dado en la literatura europea; la especificidad de J. M. Argucdas acerca de los limites de la <~aculturación ij
un caso como el de Rulfo radica en que sus narraciones se en el área andina (subrayado nuestro):
hallan impregnadas de una cosmovisión campesina en que
vibra todavía la de los mexicanos antiguos (cf. cap. IX). Un aspecto de la cultu1·a era irremediablemente dife-
El rechazo, corriente entre los estudiosos de la litera- rente en la española y en la peruana a ntígua; este
t ura, de los textos alternativos por su hibridismo lingüís- aspecto fue y es todavía, para ambas, el fundam en-
tico (véase la recepción de Guaman Poma y de Arguedas), to, diríamos el eje (metáfora, aunque vulgar, muy
revela una interiorización del colonialismo lingüístico y exp1·esiva) de cada una de las culturas que examina-
una concepción .. monofónica .. de la literatura y de la cul- mos: este aspecto es el económico, el concepto de la
tura en general, no sólo poco conforme con las realidades propiedad y el trabajo. En la occidental , era y es
latinoamericanas mayoritarias, sino también combatida en mercantil e individualista; en la per uana antigua,
Europa desde siempre por una parte de los artistas y los colectivista y religiosa. El perua n~ antiguo no con-
estudiosos (1 / Bajtin 1970). cebía la posesión de la tierra. como fuente de enri·
quecimiento individual ilimitado; este coucepto esta-
ba directamente vinculado con la concepción religio-
Procesos religiosos sa que tenía de la tierra y del trabajo. El trabajo
constituía para el an tiguo peruano un acto religioso
La inserción de los textos alterna ti vos en el contexto de
los procesos d e aculturacióa lingüistica determina en par- que era ce.lebrado. Han pasado cín~:o siglas desde el
te su configuración estética y comunicativa. Su inserción encuentro de lo s dos pueblos y el Ú1dio no lza álcall-
en lo s conflictos . que se desarrollan en el terreno de las zaclo todcwía a comprender y a asimilar, por entero,
prácticas rituales y de las concepciones religiosas o cosmo- el concepto occiden tal de la prop iedad y del trabajo
]ógicas, en cambio, repercute ante todo en el aspecto (3 . 2/ Argucdas 1953} .
154 Martín Lienhard
,
. ..:~.·~
•....••. . .

La voz .Y su huella 155

Sin duda, no todas las colectividades consideradas por


,,.'(,
··~
religioso no estaba dispuesto a renunciar a su au·
l
las estadísticas como .. indígenas .. han preservado tai nú-

l~·. .
tonomia relativa) , la colonización difícilmente hubie-
cleo irreductible de identidad no occidental. O quizás · ,.
ra podido llevarse a cabo sin la contribución de los agen~
sería mejor calificar de Hmestizasn a las que no lo hicie- ' ..

tes eclesiásticos, tanto más cuanto que éstos alcanzaron a


ron. ¿Pero existe .una línea de demarcación clara entre dominar, sobre todo al comienzo, un territorio mucho
los. dos tipos de colectividades? To das las colectividades
indígenas se caracterizan por su apego a ciertas prácticas
antiguas, y al mismo tiempo, por la asimilación de otras
~J más vasto que las autorid ades hlicas : recuérdense las ,
conquistas «pacíficas" del Guairá por 1v1ontoya [4. 1/
l\1ontoya 1639/1892} o de la Verapaz (Guatemala) por
de origen occidentaL Para medir el grade de autonomía Las Casas (2. 21 Saint-Lu 1968), o el hecho de que en el
cultural de la colectividad, habría que J ;zterminar, en- interior de Yucatá.n , dmantc siglos, prácticamente no ha-
tonces, sí predominan las primeras o las segunda s. Inte- 1 bían penetrado otros europeos que los eclasiásticos (2 . 2/
rrogaremos ahora en este sentido algunas achtudes cosmo- ·J Farris 1984: 90 ss.).
lógico-religiosas de los "vencidos». En un principio, el objetivo de la conquista ~spiritual
.En el terreno religioso, el poder colonial tuvo, mu- J! fue el de convertir a los autóctonos en miembros de ple-
cho más que en el idiomático, una política relativamente no derecho de la humanidad .. universah, occidental y cris-
instransigente. ·La conservación de los idiomas prehis- tiana, si bien libres de los vicios de los cristianos eu-
pánicos no parecía deber obstaculizar la implantación del ropeos. Subvalorizando a menudo la originalidad y el
sistema colonial, mientras que la reproducción de los arraigo d e las convicciones indígenas, los misioneros, al
comportamientos religiosos antiguos resultaba incompa- comienzo, creían poder loÍ:.rrar la conversión mediante la
tible con las transformaciones político-sociales deseadas. operación del b autizo y unas pocas p rédicas, a1 estilo
Como se colige de las afirmaciones de Arguedas, la ~eor­ de las qtte se halla n consignadas en el r eq uirímíento de
ganización de la producción y de la propiedad en un sen- ,.. 1 3 (v . cap . T)
1~ :>.... _.
tido mercantil, por ejemplo, no puede coexistir con la Si los indios podían seguir ignorando las lenguas eu-
cosmovisión indígena - uanimistau en un sentido amplío roDeas, no se les concedía, pues, la misma libertad res-
del t érmino. pecto al ~~ lenguaj e.. religioso: la adquisición de sus
Perfectamente cOI:scieiltes de ello, los representantes códigos r it'uales y discursivos fue, por lo general, obliga-
del poder colonial elaboraron una política sistemática de toria. Una excepción notable p arece haber sido la prác-
erradicación de tales comportamientos antiguos. Los tica del calendario agrícola prehispánico, poco contra-
agentes ·principales de esta política, cuyas etapas suce- dictorio con el cristianismo; en e1 área maya, algunos
sivas se llamaban .. conquista espiritual .. y "extirpación de calendarios antiguos se conservaron_llasta el siglo xx
idolatrías", fueron los misioneros y demás eclesiásticos. {2. 21 l\r1iles 1952].
Si bien los conflictos entre el poder político-militar y el
eclesiástico solian ser casi constantes (el personal
Mm·tin Uenhard La uoz y su hu el?a 157

. .· LenguaJes religiosos y diglosia Las consignas no podrían ser más explícitas: la religión
autéctona (creencias y prácticas) se debe conservar a como
Los nuevos comportamientos indígenas que surgieron dé lugar; dada la momentánea relación de fuerzas, des-
al calor de la conquista espiritual son sumamente reve - favorable para los autóctonos, es lícito fingir la sumisión
ladores en cuanto a las estrategias de los indios frente y simular las prácticas cristianas: concesión que no cues-
a este intento de aculturarlos. unilateralmente. Uno de los • ' . ta muy cara; en cambio, no se u negocia .. con la base de
~
. escasos textos coloniales que expresan un punto de vista todo el sistema, la tierra sagrada (pachamama, ... madre
indígena autónomo, la nRelación .. , de Titu Cusi Yupan- tierra"); ella debe ser defendida hasta la última gota de
qui , sugiere cual puede haber sido la reacción indígen<l sangre. No podemos sab2r si estas recomendaciones del

fundamental ante la imposición de los códigos religio- ·.~
Inca han sido realmente pronunciadas o si las concibió
so-cosmológicos europeos. En esta narración dramática. su hijo. Preferiríamos decir que son la formulación líte-
Manco Inca, padre del autor, dicta a sus súbditos las nue- raria de unas -pautas que la población andina, de cual-
\'as reglas de comportamiento en materia religiosa: quier mod.o, iba a seguir .. a la letra .. , como lo demostró
la historia colonial y reciente. Esta actitud andina, ex-
... Y si acaso ellos o acometieren o quisieren tomar
cepcional sólo por su radicalismo y su larga duración,
vuestras tierras no dexeís de defenderos ·y sobre ello
se vuelve a encontrar, bajo formas n veces suavizadas,
perder la vida sy fuera menester [ .. . ) . Lo que más
en otras áreas . En el contexto colonial, tal comporta-
aveis de hazer es que por ventura estos os diran que
adoreis a lo que ellos adoran, que son unos paños miento indígena hace surgir, a la larga, un sistema di-
pintados, los cuales dizen que es Viracochan, y que cotómico (religión indígena/religión cristiana) cuyo fun·
le adoreis como a guaca, el cual no es sino pafio,_no cionamiento se puede explicar a partir de los conceptos
lo hagais sino lo que nosotros tenemos eso tened, lingüísticos anteriores.
porque corno beis las vilcas hablan con nosotros y En primer lugar, la dicotomía religiosa hará surgir
al sol y a la luna bemoslos por nuestros ojos y lo un fenómeno de .. diglosia .. : delante de los representantes
quesos dizen no lo vemos bien. Creo que alguna bez del pod er colonial se uhablarún cristiano, mientras q ue
por fuerc;:a o engaño os han de hazer adorar lo que
~¡ .. e n la comunidad indígena, 'se s.igue practicando el n idio~
'.
ellos adoran, quando m ás no pudieredes, ' hazelo de- ma" ancestra l. Muchos misioneros, defraudados por Ia
lante dellos y por otra parte no olvideis nuestras cc- poca profundidad de la con vcrsación cristiana
) . entre sus
rimonias: y si os dixieren qttc quebrantcís vuestras p rotegidos, se quejan de tal sistema u d~ nlCsico~ que re5 is~
guacas y esto por fuerc;a, mostraldes lo que no pu· te aún a la férrea reducción de los jesuitas e1.1 Paraguay:
dieredes ha'zer menos y lo demás guar da1do, que en algunos guara níes, por ejemplo, combinan la vida en el
ello me daréis a m1 mucho contento [3 . 11 Yupanguí pueblo misionero con el culto, autóctono y clandes tina,
a los .. huesos habladores .. [4. 11 1.\tlontoya 1639/1892 :
1570/1985: 26]'
cap. XXVIII] . En el sur andino, un sistema análogo si·
Martín Lien!zard La voz y su huella . 159
158

gt.'e vigente en la a ctualidad, después de más de cuatr'o costumbres antfguas y ritos del demonio»: un comporta~
siglos de colonización : miento claramente .. diglósico ...
Una práctica .. diglósica~ en materia religiosa no puede
Los dioses local¿s están presentes e:1 todos bs a s- dejar de generar, a mediano y lar go plazo, interferencias
pectos y acontecimientos importantes de la vida reciprocas de un sistema sobre el otro, condición para
individual y social; aparece!) como los dement~s el surgimiento de formas sincréticas. Las religiones glo-
en los que realmente se sustenta la seguridad tan- balmente sincréticas, .. nuevas» , son relativamente escasas · (

to individual ,como social. El culto católico se prác- en las áreas aquí privilegiadas ; su presencia es decisiva,
tica ostentosament?, sin embarg o muestra aparíen~ . en cambio, en las zona s de tradición cultural afroame-
cia s de obedecer a normas no sustancialmente rela- ricana.
cionadas con las necesidades religiosas primarias
sino a funcione.s más claramente vinculadas a otras
Reorientaciones semánticas: m isioneros e indios
necesida des, como la recreación y la promoción so-
cial (3 . 2/ Arguedas 1956). Cuando el comportamiento "diglósicoK, por la presen-
cia permanente de los age!1tes del poder y de la repre-
U~ .. informante" azteca del cronista franciscano Durán sión, no resultt:t viable, las subsociedades indigenas sue-
[2 . 1/ 1967: t. I, 2, cap. IIIL ante los reproches del mi- len recurrir a la uresemanti.zació n ~ total o parcial del
sionero en cuanto a su contradictoria práctica rituaL ha- "idioma .. impuesto. La b "; ocnción d~ Dios y de los san-
bía contestado que ellos, los indígenas, estaban todavia . to s del pantc6n cristiano disimula entonces la invocación
nepantla, es decir u en medio» de los dos lenguajes. · ~eó~ de las divinidades ant:Íguas : a cada uvocablo .. del idioma
Portilla {2. 21 1976: 79 ss.) derivó de esta respuesta tnd1· cristiano corresponde un significado que pertenece - al
gena su teoría del unepantlismo .. , el hecho de haber .. per- universo de discurso prohibido. Para nleera correctamen-
dido lo antiguo y no asimíla do lo nuevo". Es p robable que te los textos reorientados, existen unos udiccionarios .. no
el llnepantlismo", como situación de transición hacia la escritos, las .. tablas de correspondencias" (5. 2/ Bastide
asimilación del cristianismo, haya sido un fenómeno di- 1967 : 160 ss.] entre divinidades antiguas y cristianas
fundido. Pero, como lo sugieren en todo caso los ejem- -Dios y los santos. Esta estrategia ofrece la ventaja de
plos andinos, ciertos unepantlismosu no lo son sino apa· no implicar ning ún peligro ; es pn~cticamente imposible
rentemente. porque los indios no están dis~·mestos, al demostrar la exis tencia de t al reorientación semántica.
aprender el nuevo lenguaj e, a olvidar "el ar1tiguo. El pro- Lúcidos pero impotentes, lo s sacerdotes a sisten .a estas
pio interlocutor de Dur án, después de haber afirmado ceremonias cristianas astut:=nnente r esemantizada·s -un
que .. aún estaban neutros, que ni bien acudían a la una motivo de continua desesperación para · el franciscano
ley ni a la otra", prácticamente se contradice confesando\ . mexicano Durán : .. . .. fingiendo estos celebrar las fies-
que . "creían en Dios y que juntamente acudían a sus · ta s de nuestro Dios y d e los santos, entremeten y mez-
:¡'. .
,.

1'>1.arti71 Lienhard La v oz y su hue11a


(
161

clan y celebran las de sus ídolos, cayendo el mismo dia. Los misioneros, siempre en el mismo sentido, ~rese­
Y en las ceremonias mezclará n su antiguo rito~ (Durán mantizann, sin modificarlos profundamente, los ritos an-
1967: t. I, X, cap. II). tiguos. La reorientación cristiana de los ritos a ntiguos
Para acelerar la conversión de los indios, los ecle- fue justificada y teorizada por los jesuitas d el área tupí-
siásticos, a menudo, se anticipan a la resemantización in- guaraní. En 1552, Nóbrega [1955 : 145) subraya la con-
dígena del idioma cristiano a través de la profiláctica re- veniencia de
sementización cristiana de los lenguajes re ligiosos autóc-
tonos, práctica cuyos efectos parecen más que ambiguos. abra~armos com alguns costumes deste g entío, os
Así, ellos adoptan, para nombrar a las udivínidades .. cris- quais nao sao contra nossa fee catholica, nem
tianas, el nombre de una divinidad autóctona : tupá - di - sao ritos dedicados a ídolos, como hé cantar canti-
vinidad del trueno- se lla mará Dios en el área tupí-guara- gas de Nosso Senhor em sua lingoa pello seu toom
ni, wiraqocha -nombre de un grupo de héroes civiliza- e tanger seus estromentos de musíca que elles
dor es- en el área andina; en Méxi co central, tanantzin (usam) em suas festas quando matao contrairos e
-madre de los dioses aztecas- será el nombre de la- l\1a- quando a nddo bebados, e isto para os atrahir e dd-
dre de Dios cristiana. En el primer caso conocemos inclu- xarem os outros costumes esentiais . . .
so al autor de la propuesta resemantizadora: Nóbrega,
primer superior jesuita en Brasil (4 . 11 Nóhrega 1955 : Resulta difícil decidir en este caso cuál de los dos có-
444). digos superpuestos (canto de guerra/ canto de loor a
Totalment e análoga (inte nto de reo rien tacién semán - Dios) predomina en la conciencia de los protagonistas.
, tica por anticipación) es la con::;trucción de santuar io:; Según Melia, los guaraníes volvían a encontrar en la
cristianos en el propio lugar y sobre los propios ba sa- himnol ogía propuesta por los jesuitas su propia líimno-
mentos de los santuarios autóctonos, como se puede apre- logía carismática tradicional; en la medida en que ellos,
ciar en el convento de Santo Domingo en el Cusco, en la a partir de sus propias concepciones, aceptaban y adop-
iglesi a-templo de l'vlitla (Oaxaca, 1v'léxíco) o en la iglesia taban a los misioneros en tanto que shamanes (payé,
de Nuestra Señora de Guadalupe, en el cer ro Tepecac karaí), el discurso cristiano -que no se percibía nece-
cerca de México. Esta táctica peligrosa, dicta da sin duda sariamente en· función de su referente o mensaje origi-
por el deseo d e los misioneros ¿,3 poder mostror, lo mas nal- podía ser naturalizado por ellos. De ahí, sin duda,
rápidamente posible, el éxito de su campaña de conver- la aparición de un antiguo sincretismo religioso que so-
sión, permite de hecho a !os indios se guir practicandü brevivirá, en ciertos grupos de indios monteses
,. exmisione-
abiertamente sus propios cultos. EI pr opi o Sahagún (2 . 11 ros, hasta el siglo xx [Melia 1969: 118-128) .
1956: L. XI , apéndice 7] aHrma que la d evoci ón n. Nue:;- Con el sucederse de las generaciones, y suponiendo la
. .•.·. tra Seiio ra de Guadalup e es «so sp echosa•, porque se su- predicación continua de los sacerdotes católicos, es posi-
. . •. per pone al cul to que se r en día, en e1 misrno luga r, a la ble que los significados antiguos, incrustados en el len-
¡' ¡.
¡
\ ·.
uu:l\.u..c de los dioses aztecas, Tonantz!n. guaje prehispánico reorientado según una semántica cris- l
¡
Ji
162
M artin Líenha:rd· t a. voz y su huella 163

tiana, se vayan d ebilitando y acaben por perder su ín- vo, y si se adopta el cristianismo pero sin su tl? .:trato
dole subversiva. Ouc esta P'§rdida de los significados an- europeo, es para practicarlo como religión indígena.
tiguos se produzca o no depende, sin duda, de la auto- Cuan do los mixes insurrectos de Oaxaca (1660) dicen
nomía en materia t•eligiosa y. ritual cm"
1 -
-.::.:o k ' ....
..., ..... ......
~
.-.. ~·"'r"at··
..__ 11 - - • que están esperando a su r ey Condoíque que •se había
o r econquistar la subsociedad indígena. 'la reproducción. ~ retirado y escondido en una laguna donde estaba• (2. 11
de una casta sacerdotal indígena más o menos clandes- Torres 1662] , ellos afirman, por cierto. sus creencias an·
tina, tal como se constantó por lo menos en las áreas. tiguas, pero las afirman contra las creencias españolas. La
mayanse Y andina, favorece obviamente la conservacié n reafirmación de la religión indígena frente a la obliga-
de un núcleo irreductible de creencias antiguas o su ac- ción de practicar la cristiano no puede en general si no.
tualización por los propios indios. Por lo demás, tratán- exacerbar sus rasgos distintivos. Así, el movimiento me-
dose de realidades en parte psicológicas y, por ende, siúnico andino del taki ongoy (aenfermedad del canto-
d ifíciles de observar, resultará siempre casi imposible baile ..), contemporáneo de la resistencia incaica de Vil-
- fu.era de los momentos de enfrentamiento abierto- de" camba, abandona la divinidad umonoteista .. casi acepta-
terminar en qué momento el lenguaje antiguo deja de ser ble desde el punto de vista cristiano -Wiraqocha o Pa·
vigente. De ahí, las polémicas científicas constantes acer- chakamaq- para anunciar el retorno de las wa1w, cor-
ca de l.:t naturaleza verdadera de los cultos indígenas denadas sicmificativas del cosmos en la perspectiva .. ani-
cristianizados. Comoquiera que sea, en su Condlio de mista .. de los campesinos andinos. Para subrayar la ín-
los aúos 1960, el Concilio Vaticano II, convencido de la dole má s anticristiana que simplemente tradicional de
\ victoria final de la Iglesia, confirmó con una ar gumen- su doctrina, los dan zantes-predicadores del taki ongoy
! tación casi idéntica a la de Nóbrega la validez de la tác- anuncian un castigo horrendo para los qu·e sigan las prác-
l tica uresemantizadora~ [3 . 2/ Regan 1960] : Jos ritos indi- ticas cristianas (3 . 11 M illones 1971].
1 genas no idolátricos -por ejemplo agrícolas - no con tra-
En varias áreas se presencia el surgimiento de movi-
dicen e.l cristianismo, sino que deben y pueden servirle
de soporte material. mientos mesiánicos indígenas de apariencia cristiana, des-
de el de O berá, ~~hijo de Dios y de una virgen• [4. 11 Bar-
co 1602í1912 : 158-171]. en Paraguay, hasta el de la •cruz
Rechazo y apropiación exclusiua habladora .. de los mayas yucatecos insurrectos de los
del lenguaje cristiano siglos x1x-xx (cf. cap. III). Estas apropiaciones indígenas
del cristianismo, con su teolo gía .adaptada a las tradi-
Nos C!fUedan por examinar dos comportamientos extre- ciones y necesidades de la colectividad marginada, esca-
n:os de los .indios fre~te a la conquista espiritual: la prác- pan totalmente al control político-religioso de la jerarquia
~lca_ excl~s1va de la religión autóctona, y la apropiación eclesiá stica. La asimilación del idioma cristiano no equi-
md1gena d el cristianismo. Estas actitudes se inscriben vale en este caso, n i mucho menos, a una asimilación de
también en un contexto .. bilingüe .. , porque si se sigue con los valores occidentales ni a una capitulación frente al ·po- ·
\ él sis tema antiguo, se está en r ealidad rechazando el nue- .der "extranjero .. o criollo. Al contrarío, al apropiarse el
Maz·tin Lienhard La v oz y su huella 165

cristianismo, estos movimientos niegan a los europeos y sino el marco de su narracwn. En el relato dramático
a sus descendientes el derecho de llamarse cristianos. protagonizado por su padre Manco Inca, centro del tex-
Aquí, por lo tanto,'_ un idioma cristiano adaptado toma to, el narrador, hablando un lenguaje distinto, no deja
el lugar del idioma antiguo, sin que se modifique la re- de afirmar en ningún momento, como lo at estiguan las
lación antagónica entre el lenguaje de los indios y el de recomendaciones de Manco, la cigencia de los valores
los representantes del poder global. Variantes ·menos autóctonos. La ambigüedad textual (alternancia de dos
radicales -de apropiación popular del cristianismo, com- discursos antagónicos) se resuelve sólo refiriendo la obr a
patibles con la afiliación a la iglesia católica, son también a la praxis política efectiva de Ti tu Cusi: el rechazo de
frecuentes: es el famoso .. catolicismo popular.. con sus la capitulación incaica. El autor, pues, pone en práctica
santos no oficiales y, a veces, la sustitución de Jesucris- una de las recomendaciones que él atribuye, astutamente,
to por un "héroe popular.. , como Bolívar en ciertas áreas a su padre: simular la sumisión, pero no ceder en lo
rurales de Venezuela [1/ Salas 1987). fundamental.
Este breve repaso de algunos comportamientos indí- Ambiguos son también muchos de los textos que ofre·
genas ·bilingües.. en materia religiosa, muy lejos de cen, bajo varios pretextos (dar a conocer las idolatrías
agotar el vasto abanico de las actitudes históricas cono- para erradicarlas, escribir la historia), vastos fragmen tos
cidas (2 . 2/ Klor de Al va 1982). aspira ante todo a indi- de discurso indígena tradicional, como la compilación del
car las tendencias más características. saber azteca por Sahagún, la p resentación de la mitolo-
gía andina de Huarochirí atribuida a ~rancisco de t\vila,
Líte1·aturas alternativas o los trabajos historiográficos de los mexicanos Tezo-
y procesos de aculturación religiosa zomoc e Ixtlilxóchitl. ¿No se contribuye así, bajo pre-
texto de ofrecerlos a la destrucción, a fortalecer los
La configuración de los textos alternativos se vincu- valores autóctonos? ¿Y hasta qué punto las cartas indíge-
la en más de un sentido con las actitudes o prácticas re- nas escritas según todas las reglas del arte epistolar eu-
ligiosas Y rituales de las subsociedades indígenas. A me- ropeo significan la sumisión de sus autores, y n e una
nudo, éstas aparecen abiertamente como elementos temá - apropiación de lo occidental (en el sentido de la apropia-
ticos o sustentan, más subterráneamente, la a ctuación de ción indígena del cristianism o) pa ra mejor defender la
los personajes -ejemplos abundantes se hallarán en los autonomía indígena ? J;:n tales casos, la ambigüedad dis~
estudios de la segunda parte. Pero a veces, sus estr uctu- curs iva no se resuelve siquiera al referir los textos a la
ras semánticas traducen, globalmente, unas tácticas de praxis política de los autores: ella también se caracteri-
simulación análogas. za por la misma "diglosia •.
Un ejemplo clásico de ndiglosia~ ideológica sería la pro- La obra narrativa en español de ]. M . Arguedas, en
pia "Relación", de Titu Cusi Yupanqui. El Inca, r ecién sus lineamientos generales, se puede considerar como un
bautizado, se dirige como cristiano a otro cristiano, el trabajo d e reorientación semántica andina del .. lenguaje5
rey español. Ahora, este discurso cristiano no informa (formas narrativas e ideológicas) europeo. Sobre todo en
..., ...
...... ,.;,.
. ·.·· .
. >~'\'.,
i 66 La voz y su lzuella
M .:irlin Uenlzar d

.ru última novela, El zorro de arriba y el zorro de aba ·0 La evolución de la opos1c10n escritura/oralidad
r~ andino,. sinduda, predomina sobre lo occidental [3 .'2; y las 1iteraturé.1s alternativas
lienhard 1982). ·
En. su crón~ca enciclopédica, Guaman Poma de A ala ·. ·.~ Nos toca abordar, finalmente , el problema de los pr~
.oombma la afmnación disimulada de los valores andfnos ceses d e interacción cultural en el campo de la oposició.~m
ro~1 la apro~iación indígena del discurso cristiano. La entre el sistema de la oralidad, predominante en toda&
pnm~ra se suve, como en los historiadores mexicanos las subsociedadcs marginadas y el de la escritura, patrii-
dei dJsc.u_rso. historiográfico; la segunda pasa por la de~ monio de los sectores europeizados. Se subrayó e:s d
mostrac~on del carácter cristiano de los mismos valores. cap. I que el sistema europeo, a escala generaL ~
~ue eqUivale a negar la índole cristiana del discurso oc- impuso sobre el autóctono, pero si n hacerlo desapa.r:ecer.
~tJdental (cap. VI). En las subsociedades indige.nas y marginales, el $istema.
Ignorando en pleno siglo xvru el hecho de la conquista oral siguió dominando, como .. variante baja .. de un siste-
~-1 dr~~a quechua Ollantay parece practicar la ncgació~ ma udiglósico ... No se produjo ni se hubiera podido produ-
,d el ·~1d1~ma". europeo. Ahora, este ~<rechazo,., pese a las cir, desde luego, ninguna .,fusión, entre ambos; no se
apanen_c:as, 1mplica que se ·lo toma en consideración. La pueden fusionar la pluma o la máquina de escribir con
va!oraclOn de la función d el In ca, terna central de la· obra la V')Z humana.
~o ~cj,a ~~ inspir~rse, parcialmente, en las exigencias d~ Cada uno de estos sistemas representa, al estado pur~.
,a s1tuac10n colomal. Las cualidades esenciales· que debe un .. estilo cultural•; colectivo el de la oralidad, individual
~oseer el Inca no contradicen las que se atribuían, en esa el de la escritura. Ahora, si las culturas e~frentadas se
:;:o~a, al mona~ca. _español (cf. cap. VII) . Dicho de otro modificaron, en parte, a través de un largo y desigual
:Od.o, la aproptacicn de ciertos valores europeos susten- diálogo, algo también cambió en la función social de los
Yá d~ ~echo una actitud antieuropea: si el Inca reúne los dos sistemas de comunicación. El sistema oral perdió.
:reqtnsrtos que se exigen a un monarca europeo, el Inca ( ;..! n su marginalización, la vigencia Nestatal .. que alcanzó
g-ueáe y de.be. ~ob.ern,ar. El rechazo del discurso europeo en los señoríos prehispánicos; en tanto que sistema de
~ su apr~placiOn md¡gena coexisten aquí en fin solo tex- comun¡caclón locaL n o sufrió, en cambio, ninguna ' tr.ans-
~o ~ c~nflrman la tesis formulad a anteriormente: las dos formació!1 profunda . Cada vez más, sin embargo, se ve
.<&ctltuues, aparentemente antitéticas no son sino las d amenazado por e] ava nce no tanto de la escritura, rorrw
.~~ _r I · os
v.<U·as ue a m1sma moneda. de la uoralidad petrificada,. de los medios audiovisuales.
··- Estos pocos ejemplos, destinados a ilustrar la comple- El caso del sistema gráfico es sin duda más complej'G.
¡:¡dad del problema de las actitudes ambiguas -análogas ¿Hasta qué punto siguió siendo, a través de los sigloSc
:i 1~ que se de~cubren en las prácticas religiosas indí- un m edio de comunicación exclusivo de los sectore s he-
;ger,as- en las literaturas alternativas, no pretenden re- • gem6nicos? ¿En qué medida siguió privilegianda la cc;-
~oiverio. Trataremos de profundizarlo en algunos de los ···m unica ción intcr·!ndividual? La respuesta a estas pr~
Btudíos de la segunda parte de este libro. guntas se puede buscar, también. en las literaturas· alter-

1
168 Ma.r:tin Lienh<u:d r.a voz y su hue11a 169

nativas . Estas, como se d ijo, son marginales tanto den ~ leüo, etc.: relevante es siempre -por lo menos antes de
tro del sistema escriptural dominante como en el seno su recuperación por los intelectuales- la performance oral
de las colectividades orales. Sus textos se inscriben, por del texto.
una parte, en los márgenes, abiertos hacía la oralidad, de Sólo en épocas relativamente recientes aparece el fe·
la cultura dominante. Destinad os en un primer tiempo nómeno de una literatura de concepción escriptural que
a los miembros de los sectores hegemónicos, su n aturale~ t iende a ser (sin lograr lo necesa ria mente) un medio de
za híbrida impide en rigor una relación privilegiada con comunicación artística en el seno de los propios sectores
,:.:
ellos. Cuando logran dar con un público más adecuado, marginados. Esta literatura es el resultado del acceso de
capaz de leerlos a partir de su íntertexto «oral-·p opular", una élite de las colectividades marginadas a la cultura
su función comunicativa -y stt significación- se modifica escriptural moderna. Las obras que surgen de este con·
substancialmente. Aunque desti nada al r ey esp añoL la texto, si bi en "escritas", no abandonan su vinculación con
·Relación", de Titu Cusí, pa ra tomar otra vez el mismo los universos orales ; el desfase entre la for mación mo-
ej emplo, se con vi erte, si lo s sectores marginados hoy se derna de sus autores y el .. atraso", en términos de la cul-
apropia n de ella, en u n texto capaz de fortal ecer su iden- tura occidental, de los miembros comunes de estos sec-
tidad socio -cultural. tores, dificulta todavía, sin embargo, la realización pl e~
Casi toda s las s1.;tbsociedades indígenas o mestizas, ade- na de sus potencialidades.
más, echaron mano, por momentos o sistemáticamente, del O tros textos alternativos son el resultado de una tra·
medio de la escr itura, sea para dirigirse a los sectores he- yectoria más bien inversa: tratando de romper el enclaus·
gemónicos, sea para conservar sus pr opias tradiciones tramiento cultural de la litocatura woficiah, ciertos esc ri~
orales. En el primer caso, se t rata de un fenómeno de tares-antropólogos d e origen urbano se apropian en sus
•díglosia• : si se escribe a los europeos y criollos, se sigue trabajos de una serie de elementos semióticos de origen
privilegiando la comunicación oral e n el seno de la co- oral-popular, si no acogen, fldíre ctamente .., la pa labra de
mun idad. En el segundo, la escritura sirve, dentro de un los sectores marginados. La recepción de tales textos por
sistema que sigue siendo predominantemente oral, de la élite de estos sectores varía, sin duda, en fu nción de
auxiliar mnemotécnico, como, antes de la conquista, los la identificación con la otra cultura que se manifiesta en
hipu, glífos y otros medios autóctonos. Los adeptos de la ellos.
"cruz habladora" en Yucatán, en los años treinta de este
siglo, habían conservado de este modo el d iscurso «Cris~
tiano~ del héroe fundador Anastacio Caalam (v. cap. III); uDueí?.o de la escritura11
el texto - h echo significativo- se leía en voz alta y delante y ~~depositario de la nzemoria oralu
.i
de la comunidad reunida [2 .1/ Sermons ... 1945). Análo-
·i
1
go es el cas o de la poesia ca ntada no sólo transcrita, sino - Todos los textos de la literatura escrita alternativa se
!
1
impresa y comerci alizada -los corridos en México y en caracterizan, en mayor o menor med ida, por una ,doble
\ d eterminación• . La instancia responsable del texto se ve
otras partes, la literatura de cordel en el nordeste brasi·
1
:r ,
:~

La voz y su huella
1
1
170 M artín Lienlzatd

1
1
desdoblada en dos instancias cuyas funciones se distin- La índole comunitaria de la memoria oral explica la
i
' guen claramente. La primera corresponde al deposita- característica voz colectiva explícita o implícita que ha-
rio · de La memoria oral; es una instancia colectiva, due- bla en todos los textos alternat ivos, y que representa
ña del "saber .. conte\nido en el texto y factor activo de sin duda la tr ansformación más palpable que va operan·
ciertas particularidades del discurso literario. La segunda do esta práctica en el modelo escript ural ·de im porta-
es la del dueño de la escritura y corr esponde al autor
tOficial del texto en su conjunto, que controla la produc- Este tipo de moderna narrativa ·biculturak que A
ción del sentido. En los textos de r ecopilación, este des- Ranw [1/ 1980) bautizó unarrativa de la transculturacién•.
doblamiento aparece abiertamente, y se indica a m enu- crea la ilusión de una •·Ol·alidad escriba" , o de una "escri-
do la identidad de los «depositarios de la memoria oral... t ura oral .. ; ilusión que cabe aceptar como tal sin caer en
La literatura- de ficción no nombra directamente, ni po- la trampa: ~o se suprime, de cst;~ modo -Arguedas o
dría hacerlo, la .identidad d e los ·udeposit arios de la me- Roa Bastos, más que Rama, se muestran perfectamente
moria oraJ... Frecuentemente, 'sin embargo, ella pone en conscientes de ello- la vieja oposición. Las novelas .y
escena determ inados momentos de transmisión oral o cw.;ntos de Arguedas, Rulfo, Roa Bustos y dc toda una
Ü..'1ge· s.er la.simple transcripción de un discurso oral. Aún ser ie de escritores rnás jóvenes, sobre todo en Perú [3.1/
en ios textos aparentemente menos híbridos o uescíndi- A. Gálvez Ronceros 1975, G. Martinez 1976) y Paraguay ·
dos.., como en Pedro Páram :;, d e Rulfo, sólo la copre- (1 . 1/ Bareíro Saguier 1973} cons tituyen sin d ud'-'t una !i-
sencía efectiva de estas dos instancias (aunque queden teratu:·.;¡ alternativa escrita que se inscribe en los mar-
-genP.s -a'b·wrtos nacta 1as cultmas orales- de la cultura
1
retm~9as en una sola voz) explica la configuración orali-

-zante a la vez que literariamente .. vanguardista .. del dis- escriptural hegemónica. Todos estos escritores, para ad-
curso literario. A este fenómeno, sin duda, alude A. Roa quirir !as técnicas mode.r nas de narrar que ellos efectiva-
·"¡.
Bastos (4. 2/ 1987) cuando dice : mente emplean, tuvieron que •renegar», en un cierto sen-
i
tido, de la cuitura de sus antepasados. Su escritura no '1

experim entado siempre, vivencialmente, la presen- puede r-epresentar d irectam ente, p ues, la voz de las sub-
r:üa crepuscular de ese texto primero, audible más sociedades marginadas. Ahora, si esta narrativa no es to-
que legible, que remonta del hemisferio subyacente ·· davía, una literatura escr ita de los sectores marginados.
del g uaraní, y he sentido la necesidad de incorpo- es posible que la vaya preparando o antici¡::wc.-ldo.
rarlo y transfundido en los textos escritos en Ya exis ten, en el horizonte de las literaturas· ·la tinoa6

castellano; integrarlo en la escritura, si no en suma- merícanas, unos pocos ejem plos de superación parcial no
terialidad foné tica y lexical, al menos en su rique- de la oposición entl·e oralidad y escritura, sino de la de-
za semántica, en sus reverberaciones significativas; sigualdad upoliticau de ambas prácticas. Así. en el Perú.
en su radia~ión mítica y metafórica; ~n sus modu- la usubsociedad quechua.. (rur al y urbana) se sirve, aJ
laciones que hablan musicalmente de la naturaleza, lado de una práctica oral a la vez tradicional e innova-
¡¡l e la vida y. del mundo . dora, de la escritura ~Gética ,para expresar; en el ambien~
Martín Uenllard

te urbano, una sensibilidad del todo independiente de la


que se halla en la poesía escrita criolla (cap. XII). En
este caso, la oposición oralidad/escritura no corresponde
ya a un antagonismo entre los sectores marginados y he-
gem6nicos, sino a las di ferencias de ambiente socio-cul- SEGUNDA PARTE:
tural que alberga le:~ misma subsocíedad. Ambas prácti-
cas, desde luego, son prácticas marginales en el contexto ESTUDIOS DE CASOS
de la sociedad de discriminación actual. La ausencia de
antagonismo entre las dos, su complementaridad, mues-
tra, sin embargo, cuál podría ser, en un país -y en el
subcontinente- finalmente descolonizados, la relación en-
tre dos prácticas ig ualmente válidas y prometedoras. 1
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1
CAPITULO V
MESOAl\1ÉRICA:
f - LA LLAMADA CRÓNICA INDÍGENA1
j
·i.
, r r
Es sin lugar a dudas en Mesoamérica, especialmente
€n el valle de México, en Yucatán y en Guatemala, donde
la presencia de una literatura escrita alternativa, casi des-
de la instauración del sistema colonial, es más evidente,
sistemática y persistente. Los textos que la componen
-códices en escritura glífica con o sin transcripción al-
fabética, crónicas de todo tipo, .. títulos .. , cartas, en varios
idiomas mesoamericanos, en español y en latín- son co-
nocidos, a veces famosos, y numerosísimos estudios se
le han dedicado.
Uno de ellos, el · más vasto, síntesis impresionante de
un sinfín de trabajos anteriores, la presenta en su casi
totalidad: la famosa "Guía aJas fuentes etnohistóricas de
Mesoamérica••, de H . F. Cline [2. 21 1972-1975]. Sin em-
bargo, como lo subraya el propio título de este t rabajo
monumental, los textos se han reducido aquí a fuentes
f históricas, a · documen tos. En otros trabajos, como en la
¡ ya clásica an tología Visión de los vencidos; de León Por-
tilla [·2. 11 1959], una parte de este universÓ textual apa-
¡
rece como un canto de cisne de los indios vencidos. A
¡ menudo, todavía, los rnismos documentos - o parte .•de
¡ ellos- se han considerado ciertamente como textos lite-
rarios, pero «prehispánicosH. Poco se ha tomado en cuen-
1
' ta el hecho que aquí nos interesa más : la producción de
tales textos alternati vos, iniciada ya en la primera mi~

l El mesoamericanista Gordon Whíttaker contribuyó a la ver-


1
¡ i
si ón definitiva de este capítulo con varias sugerencias y su -
conocimianto del idioma y de la líteratura náhualt.
!

1
1
l.
Martin Lie12lzard La voz y su huei!a 171

del siglo xvr, no se extingue pocos decenios después contexto colonial y la intención ~literaria~ que, de hecho,
la conquista, sino que persiste durante un siglo y determinaron su escritura. No se trata, desde luego, de
medio de régimen coloniaL Esto supone, sin duda algu- declarar caducas las lecturas, fundamentales, que los en·
.na, la existencia de uno o de varios sistemas de produc- focan como documentos etnohistóricos o mitográficos •
ción literaria más o menos estable(s), como también la sino de subrayar que ellos son, en primer lugar, la ex-
de un público que valoraba los textos producidos y se presión de ciertas colectividades marginadas en determi-
reconocía en ellos. En una palabra, estos udoG:umentosn, nadas circunstancias históricas.
o una parte de ellos, son la parte «textual .. de un cir- La reorientación ·literaria» de la lectura del inmenso y
cuito literario relativamente autónomo que coexistió con plurilingüe corpus constituido por los textos alternativos
el de la literatura novohispana "oficiah, la de los sectores mesoaméricanos es impensable fuera de un trabajo colec-
europeizados. tivo e interdisciplinario, en que deberán intervenir, ade-
T~ansformar las ·fuentes etnohístórícas», la •visión de más de los estudiosos de la literatura, antropólogos, et-
los vencidosa o la .. literatura prehispánica .. en literatura nohistoriadores y lingüistas.
alternativa de la época colonial es más que un cambio En las páginas siguientes nos limitaremos a problema-
de etiqueta. Es el reconocimiento de que las poblado· tizar, a través de un ejemplo concreto, la corriente no-
nes mesoamericanas, si bien derrotadas, medio asimila- ción de .. crónica indígena• {prácticamente equivalente.
das o marginadas, no dejan de seguír su reflexión lite- para los que se sirven de ella, a .. prehispánica•) que se
raria sobre el mundo. La circunstancia de que en algunos suele aplicar, casi indistintamente, a cualquier texto es·
de estos textos no haya ninguna referencia explícita a la crito o por un autor Hindígena .., o en un idioma mesoa-
contemporaneidad coloníal, no permite deducir sín más mericano, o todavía, a partir de fuentes •indígenas•. He-
que se trate simplemente de textos prehispánicos. Rea~ mos mostrado, en la primera parte de este libro, que nin-
firmar, después de decenios de opresión-asimilación colo· ~uno de estos factores permite definir inmediatamente
nial, la memoria mítico-histórica de la colectividad, es la ubicación étnico-social 6e un discurso: los escritores
sin lugar a dudas también una manera de situarse en el uindígenasH pertenecen en general a los sectores mejor
presente. Además, un estudio lingüistíco-literario de ta- asimilados de la población autóctona; los idiomas a me-
les textos ~prehispánicos", como Dúrr (1987] lo t·ealízó rindios dejan hasta cierto punto de serlo a l sufrir un
sobre el Popal Vuh -un texto leído en general ahistóri- proceso de "domesticación"; al mísmo tk!mpo que el es-
camente como mitología .. prehispáníca .. - demostrará in- pañol metropolitano se indigeniza; el trabajo con las
mediatamente su solidaridad con el momento histórico: el ~fuentesn indígenas, finalmente, se realiza según los pro-
propio idioma, las formas de exposición, la cosmovisíón, cedimientos científicos y escripturales - la filología- que
revelarán las huellas más o menos profundas de los con- desarrolló el humanismo europeo. Si por «Crónica indí-
flictos étnicos-sociales vivídos. gena ~ se entiende un texto ajeno (salvo por el uso del
Afirmar el carácter literario de tales textos significa, alfabeto) a los procesos político-culturales de la Colo-
entonces, postular una lectura que tenga en cuenta el nia , no hay ningún ejemplo indiscutible de ella. Lo que
178 Marftin Líenhard La voz y su huella 179

'1' ~~
sí existe, son textos escritos de -.. marca- indígena que se
insertan de algún modo en un proceso literario sumamen-
te complejo a raíz de la ~ diglosiau literaria reinante.
El supuesto autor del texto que comentaremos, Fer-
mexicayotl, finalmente, es una lista genealógica poca
narrativizada que llega, con un cémputo a la vez azteca
y cris tiano d e los años, hasta el año-9-caiia/ 1578.
Dicho de otro modo, aun un texto como éste, provis·
J nando Alvarado Tezozomoc, fue nieto de Moteuhczoma,
último señor (tUztoani) precortesiano de México-Tenoch-
to de todas las marcas de la uautenticidadu (escrito en
náhuatl, d e .. au tor indígena .. ), difícilmente ·se puede con-

'
titlan. Su Crónica mexicana (1980), narra, en espailot la siderar, con todas estas intervenciones de una instancia
}' historia «oficiaL· de los aztecas. .. escriptural, como un discurso indígena prehi5pánico. Te.:
¡{
Otro texto en cuya elaboración intervino el cronista, zozomoc afirma dirigi r su texto a los mexica, a los te·
ft la Crónica mexicayotl [Tezozomoc 1975), presenta, en n~chca, es decir a su propia colectividad étnica (párra·
1 náhua tl y con fortnas d.iegéticas totalment~ distintas, una fo 3, 7). Como él mismo sugiere, su crónica se sitúa en
versión menos «mestiza,. de la historia azteca. Aquí, Te- la tradición de los códices glíficos, (párrafo 2, S); sin
1¡ zozomoc, al -par ecer redactor de la primera parte de embar go, el gesto del escritor no es .. tradicional.; o ruti~
un texto cuya cordinación se debe sin duda atribuir al narío. Volver a animar, en 1609 - e ignorando aparente-
historiador Chimalpahin, afirma que se trata de la trans· mente la ruptura que significa la conquista - tina tradi-
crip ciÓn de un huelwe tlahtolli (.. antigua amonestación•), ción interrumpid~ casi un siglo antes, trabajar en la
de la presentación del saber histórico de los ancianos conservación de la memoria étnica, es sin duda una op·
1 (párrafo 6) . Ahora, los nobles - parientes suyos- que le ·
sirvieron de informantes, como el escritor puntualiza lue-
ción política udísiden te" en el contexto colonial de co-
J mienzos del siglo xvrr; una opción que traduce el cues-
! go (párrafo 7), han sido de los primeros que adoptaron
f tionamiento de la política oficial de· asimilación de la
i el cristianismo. A otro informante, Alonso Franco (¿Fran- aristocracia indígena.
cisco?) de México·Tenochtitlán, muerto en 1602, el na· ¿Y que opción repr esenta ahora, independientemente
rrador o el .. editor" lo califica de .. mestizo, (párrafo 34).
de que su a utor sea el mismo Tezozomoc o no, la Cró~nica
Ya no resulta posible, pues, sostener que los dueños del
mexicana ? ¿Qué signíficadó a tribuir al hecho de que se
discurso oral hayan sido uindios prehispánicos ... haya escrito no· en náhuatl, sino el} español? Trataremos
Por otra parte, el conjun to del texto es sin duda al- de deducir las r espuestas a partir de un breve anális is
guna el resultado de un .. montaje .. : en el párrafo 34 se de su comienzo, que reproducimos a continuación:
menciona que termina el huebue tlaht'Jlli de Alonso
Franco (¿Francisco?); un p eco m:is tarde, en el párrafo La venida que hicieron, tiempos, y a tios que estuvie-
62, el yo del cronista se identifica ahora - sorpresa para ron en llegar á este Nuevo Mundo, adelante se dirá.
el lector que creía estar leyendo a Tezozomoc- como Do- y así ellos propios pe,rsuadiendo a los naturales por
mingo de San Antón Chimalpah:n, el conocido compila· la estrechura en que estabaN, determinó y les habl0
dor de las Relaciones originales de Chalco Amaqueme- , . su Dios, en quien etlos adoraban · Huitzilopochtli.
can [Chimalpahin 1965]; la última etap a de la Crónica" · Ouetzalcoatl, Tlalocateutl, y etros como se ir án tra~
Martin Lienlzard
La voz y su huella 181

tando. La venida de estos Mexicanos muy antiguos, tiempo que llegaron á esta Ciudad habían andado, y
de la parte que ellos vinieron, tierra, y casa antigua caminado muchas tierras, montes, lagunas, y rios
, llamada hoy dia Chicomoztoc que es casa de siete [Tezozomoc 1980: 223-224] .
cuevas cavernosas. Segundo nombre llaman Aztlan,
que es decir asiento de la Garza, (ó abundancia de El texto que se acaba de leer, fragmento de la Cró ni-
ellas). Tenían en las Lagunas, y su tierra Aztlán un ca mexicana, de Tezozomoc, parece insertarse sin dis-
Cú, y en ella el templo de Huitzilopochtli, Idolo, -cusión posible en el conjunto de 1os textos narrativos de
Dios de ellos, en su mano una flor blanca, en la lengua espaílola; su tema, historiog,ráfico, es el de los
propia rama del grandor de una rosa de Castilla, orígenes de los aztecas. Ahora ¿quién habla de hecho
de mas de una vara en largo, que llaman ellos Az- en este texto, para qué "oídos .. , y con qué actitud fre nte
taxochitl, de suave olor. Antiguamente ellos se jac· a la materia narrada? ¿Qué signifíca realmente este
taban llamar Aztlantlaca. Otros les llamaron Azte- texto?
cas Mexítin, que este nombre de Mexitin quiere
Una serie de signos textuales sugieren primero un na-
decir Mexicano: como mas claro decir al lugar ma-
rrador más que ~españoh : metropolítano. La voz que ha-
nantial de la uba, así J1,1exí, como si del Maguey sa-
bla se distancia de }os actores principales, los aztecas, re-
líera manantial, y por eso son ellos ahora llamados
firíéndose a ellos, sistemáticamente, con la tercera perso-
Mexicanos, como antiguamente se nombraban Mexi-
na del plural: uellos~ - y no, como podría esperarlo el
ca, Chichimeca, Mexicanos, Serranos, Montañeses; y
lector pensando en el apellido azteca del supuesto autor,
ahora por el apellído de esta tierra, y Ciudad de
«nosotl·os». Los aztecas, pues, como se dice, .. llegaron á
México Tenochtitlan, el tíempo que á ella llegaron
este Nuevo .Mundo~: el narrador, pese a que se ubica pre-
viniendo huyendo desbaratados de los naturales In-
cisamente en el nNuevo Mundo~ (éste N. M.), habla como
dios de Culhuacan su vecino, que ahora es á dos le·
desde la otra orílla del Atlántico; sólo desde Europa, en
guas de la Ciudad de México, persuadidos del De-
efecto, puede tener sentido referirse a México como a un
monio Huitzilopochtli, llegaron á la dicha Ciudad,
mundo unuevoa. La mención de las divinidades autócto-
que es ahora México Tenuchtitlan, porque-el día que
nas, como en cualquier panfleto misionero, va precedida
llegaron á esta Lagunn Mexicana, en medio de ella
o seguida del calificativo eurocentrísta ·ídolo .. o "demo-
estaba, y tenía un sitio de tierra, y en él una peña,
nío ...
v encima de ella un gran Tunal, y en la hora que lle~
Los p arámetros de comparación (.. del grandor de una
;aron con sus balzas de caña, ó corrido, hallaron en
el sitio la oja, piedra, y Tunal; y al pie de él un hor-
rosa de Castilla•) , igualmente, ostentan una ascendencia
transoceánica. ,
miguero, y estaba encima del tunal una águila co-
miendo y despedazando una Culebra, y así tomaron Este narrador supuestamente •español", sin embargo,
el Apellido, Armas y Divisa, el Tunal y Aguila, que no pierde ninguna oportunidad para señalar y comuni-
car su conocimiento de la cultura y del idioma autóctonos.
es Tenuchca o Tenuchtitlan, que hoy se nombra; y al
Su constante preocupación de traducir, de explicitar el
182 M artín Lierthctrd :La voz y su huella 183

universo en náhuatl sugiere que su texto se destina ex~


flor sagrada y el nombre de ésta, Aztaxochítl, pero deja
elusiva o prioritariamen t~ a lectores ajenos a este uni~
¡de explicitarla para el destinatario «español .. : Azta-xo-
verso. Sería más exacto, p~tes, calificar a este narrador
.chitl (garza-flor), hubiera t~nído que decir, es la Flor
de "intérprete intercultPrak De modo gc:1e1·aL como lo
de la Garza, y se vincula al lugar de origen de los azte-
muestra A. Escobar [3 2/ 1984) a prop6Stlto de Garcilaso
.cas porque éste, en su hipotética forma «originak suena
de la Vega ell11ca, los cronist as q',l" a sumen una función
Aztatlan (garza-lugar).
de intérprete s inte1·cvl turaJec; se apoy<: n en las conqnis~
tas cientifka:; de la fitolagia renacentista; sus explica- Para explicar la etimología de mexitin (mexicanos), el
ciones, naturalmente, siguen las pautas de la lógica oc- narrador recurre a una explicación que tiene todas las
.apariencias de un~ o~ ';;ración intercultural. Para suge-
cidental.
rir al lector (metropolitano) la imagen del para él des~
En una lectura superficial y rápida, la lógica que es-
<Conocido umananti&l del maguey", se propone' su analo-
tructura el fragmento de Tezozomoc, en efecto, parece ·
gía con la C.el supuestamente más familiar .. manantial de ·
SCl; "filológicau. U~ análisis algo pormenorizado, sin em~
Ja uva" ; analogía que se basa menos en la homologia vi-
bargo, revelará que el sistema de la traducción, más apa- sua l o botánica de las dos plantas que en el jugo fermen-
rente que real, es una forma prestada, no una estructura t ado que extrae de ambas : pulque y vino. Sí el lector está
operativa. Trataremos de mostrarlo con algunos ejemplos. sin duda dispuesto a admitir esta analogía, no puede
Los protagonistas de la narracién, se dice, trata n de entender todavía, en cambio, qué diablos tiene que ver el
persuadir a los .. naturales" de que su proyecto {la migra· magUey o la uva con los mexitin o mexica: no se le ha
ción), les conviene. ¿A quiénes se refiere el término de .a clara.d o, en efecto, que maguey en náhuatl suena m e
.. naturales,.? En e'! léxico colonial españoL esta voz se sue· _ (tl), y que xic (tli), nombligo, fuente, origena, podría lla·
le referir al conjunto de los uutóctonos, sin diferenciarlos . . marse a la herida de la cual chorrea el jugo del maguey.
socia lmente; aquí, sin embargo (la l!onfirmación se en· La elaboración de esta etimología, altamente inverosímil
cuentra en la Crónica mexicayotl), 'Fezozomoc quiere re· además de mal explicitada, dcrnuestra sin embargo las
ferírse a los macelmales, término de el a si ficación social ambiciones ufilolégicasu del texto.
que se aplica a los_campesinos o uindíos comunes ... Para explicar, más tarde, el upor qué" -es decir la eti-
Decir que Aztlan, topónimo de origen incierto, signifiGJ m ología- del topónimo Tenochtitlan, se narra toda la
.. asiento de garzas", es poco exacto en términos ftlolós¡!· historia de la llegada de los aztecas a un punto de la
cos. M ás ló§ica (pero no necesariamente cierta) es la· Laguna IV1exicana; en esta historia aparecen, sucesiva·
explicación que se sugiere en la Crónica mexieayotl (pá- .- mente, una peüa, un tunal, un hormiguero, un águila y
rrafG 29).; Aztlan sería una forma contraída de azta·tlan· una culebra. Estos elementos (sin el hormiguero), com-
(garza-lugar). «lugar de garzas". ponen, efectivamente, el «dibujo,. que significa, en los
textos glíficos, Tenochtitlan. Pero el nombre de la ciu-
Más adelal}te, el texto sl'tgiere una relación etimológi-
dad no contiene todos estos elementos, ni se compone,
ca entre el origen de los ~ztecas, el color blanco de s~t
como creerá el lector, de (por lo menos) «tunal,. y "águí~
Martín Licnlwrd .'La voz y su huella 185

la", sino de los equivalentes nahuas de la piedra (te-tl} ¡posiblemente, en una afirmación como tlotros les llamaron
.· y- el tural (noch-tli). El hormiguero, por otra parte, no ~ztecas Mexitin•.

suscitará ninguna asociación en el lector hispánico; el El segundo sistema, obviamente, es el de la tradición


. hablante del náhuatl, en cambio, lo vinculará al topóni- iundamentalmente oral de los mexica. No sólo la mayo-
mo azteca Azcapotzalco (.. lugar del hormiguero•), loca- l·ía de la información contenida en el texto, sino también
.Jidad situada a pocas leguas de México-Tenochtitlán, o su puesta en forma concreta (diégesis), se d eben atribuir
lo interpretará como •aglomeración urbana", uno de los al impacto de ese sistema autóctono.
significados de azcapotzal-li. La presencia de dos sistemas activos en un solo texto
La operación intercultural. más aparente que real, que: corresponde al desdoblamiento (típico de la escritura
<· constituye la estructura superficial de este texto, oculta alterna tiva) de la instancia narrativa, a su escisión en
'' mal el predominio de un pensamiento autóctono. las dos funciones del "dueño de la escritura .. y del adue-
no de la memoria y el discurso orales ... En el c:aso de este
, Las repeticiones sinonímicas ("llegaron viniendo .. , •an-
texto, una sola instancia (~1 supue.sto narrador Tezozo~
. dando, y caminando•) y la sintaxis a menudo paratáctica,
:mee) asume de hecho ambas funciones. Estas, sin embar-
{wy ... y ... y ... y ...), típicas de la exposición oral ná-· go, no se llegan a fusionar ni a completarse mútuamente.
huatl, así como una serie de otras particularidades sin- Se diría, más bien, que la primera estorba el trabajo de
tácticas (omisión de preposiciones, inversión del orden! la otra y viceversa .
. corriente de las palabras), contribuyen todavía a sugerir:· El f.uncionamiento de este texto, determinado por dos
el origen no hispánico, na escriptural del discurso na-· sistemas de significación rivales, se puede comparar con
rrativo. ·el de la economía de las comunidades andinas según las
El conjunto de esta<> observaciones impone una eviden-· tesis de ]. Golte y M . de la Cadena [3 . 2/1983): ésta se
cía: dos sistemas de significación netamente distintos. vería «codeterminadaH por el sistema no mercantil tra~
. compiten, s.:J superponen e interpenetran en este texto. .dicional y por el del mercado (local, nacional, interna-
' El primero, que es el de la tradición literaria y filológí- cional). El predomipio del primero <? del segundo sistema
. ca europea, determina la forma exterior del texto (cróni- .depende de la coyuntura concreta y de las soluciones
ca historiográfica), la orientación genérica de la pers- puestas en obra para enfrentarla .
.••. pectiva narrativa, los parámetros de comparación, la elec- La comparación entre estos dos casos de •codetermina~
··. ·. dén del español en tanto que vehículo idiomático y eE ·ciónM no es arbitraria, puesto que tanto en nuestro texto
: principio de la traducción de los conceptos no europeos,_
mismo sistema, todavía, es responsable de digresioncs.-
.
como en las comunidades andinas se trata de un 'entren-
tamiento, impuesto por un contexto •coloniai .., entre un \.

¿ u ....-.."- ...... tiv~s ("que ahora es á dos leguas de la Ciudad de·


i ,l
:modo de hacer tradicional, locat y otro .. moderno•, inter-
éxico·) innecesarias para un destinatario autóctono. Un· nacional.
incipiente de procedimientos de la historiografía eu- Si nos planteamos, ante el texto de Tezozomoc, la pre~
(comparación y crítica de fuentes), se puede ver,. ·g unta acerca del posible predominio de uno de los dos
lv!artin Líettlw rci .'La voz y su huella 187 i,:
186 1
,1
r:
+
sistemas, no obtend~emos sino una respues.ta ambigua. ... explicaciones .. , ella -en tanto sistema textual- no se di-
1 nivel de las oposiciones escritura/orahdad y espa- Tige realmente a un lector metropolitano. A éste, en efec-
En e 1 .· · · s im-
úol/natuatl, se imponen, desde luego, os pnnclp~o to, no se le hacen las "concesiones" suficientes. Los co-
portados. En sí, la presencia del español no :qUivale .a :mentarios explicativos no constituyen ninguna guía para
• • •
uettropetzaClOfiu ·• ·· r'- 1'.e rtoc"' textos coloniales en nahuatL
, . sm· ;que él se ubique en el universo conceptual, densamente
la menor duda, son más .. europeos" que la Cromca. m~xt- :azteca, del texto. No l1ay tampoco ninguna apropiación
cana. El empleo de la escritura europea, en cambl?, 1m- l'eal de los principios de la historiografia renacentista,
plica una ruptura radical con la oralidad. predornl?a~te como ~í la constatamos, por ejemplo, en la historiogra-
de los pueblos mesoamericanos. ,E n el mvel semantico fía del cro21ista Ixtlilxóchitl. Además, el rechazo aparan -
parecería predominar el sistema ná~uat:,. pero cabe agre- te, po1· parte del narrador, de ciertos núcleos (religión)
inmedíatamente que un muy hlpotettco lector mono- ·de la cultura autóctona, oculta mal su persistente vigen-
{i:~üe de este idioma no podría descodificar este .t~to da estructural.
elaborado en e5pañol: al náhuatl pertenece la semantlca El lector i mplícito más verosímil sería, entonces, un
de los conceptos no la del texto en general. . .azteca no urenegado .. , pero con conocimientos adecuados
De hecho, sólo un lector de tipo nuevo, bilingüe Y bt- del español y de la ésct·itura europea . ¿Pero por qué ha-
cultural, reune todas las condiciones para captarlo en to- ber escrito el texto en español, cuando en la misma épo-
das sus dimensiones . -ca, otros cronistas escribían en náhuatl y en otros idio-
La Crónica mexicana: ¿crónica europea o indjgena 1 mas mesoamericanos? Ignoramos si, históricamente, esta
Todo lo que precede nos autoriza a afirma~ que ~o es . c-énica es el resultado de un encargo o de la iniciativa
ni lo uno ni lo otro. No es tampoco .. mestlza~, st me- de su autor. Tenemos que buscar en el propio texto, pues,
diante este término se quiere aludir a un ·<:on]u~to se- un comíenzo de respuesta.
miótico cuyos signos de origen se han despr~nd1do de Escribir una "crónica ;• en es;¡ai'iol (o en latín) signifi-
sus universos respectivos para configurar un sistema d~ caba, en el contexto de la Nueva España, in sertarse en
signos nuevo, dotado de -una coherencia ~ropia; p~r~ la esfera de la literatura •universal .. del momento, la del
llegar a ser un texto .. mestizo,. en este sentido la Crom· . . .imperio mundial cristiano y espafl.o1. Normalmente, tal
ca mexicana carece, en efecto, de una lógica unív?ca que , inserción par,aría por la adcpción de las reglas que rigen
la explicaría en todos sus elementos. Si lo ~me.s tizo•, en •• -este conj Lmto: uso de un idioma •·universal .. (español o
cambio, es la esfera de lo Hhíbridon, del confhcto entre , latín) , ace¡;;tacíén del cristianismo. El autor de la . Cró-
lo s sistemas de signos autóctonos y los de origen europeo. ·.·. .nica zizexiccma decide, efectivamente, agregar su voz a las
este texto sería un execelente ejemplo para ilustrarlo. •. -que ya configuran tal litera tura «universal .. , pero sin ter-
¿Cuál es. finalmente, la .. opción .. -en el sentido. de la · nlinar de pagar el precio exigido. Su voz, en efecto, no
pregunta inicial que hicimos al texto- que reahza suena .. universal .. , sino azteca. De este modo, él propone,
Crónica mexicana? Contrariamente a lo que p~rece ' quizás sin ser consciente de ello, una transformación de
cubrir una lectura rápida, y pese a lo que sugieren . l as reglas de homogeneización cultural que rigen la li-
Martín Lienharc! CAPITULO VI
teratura .. universal" de ~u momento: ésta debería asumir LA SUBVERSIÓN DEL TEXTO ESCRITO
la pluralidad cultural que caracteriza, ~e he.cho, la auto- EN EL AREA ANDINA (GUAMAN POMA
proclamada .. Monarquía universah. Ex1genc1a que, como DE AYALA, ].M. ARGUEDAS)
sabemos, no se iba a poder cumplir en el marco .d~ un Cultura hegemónica, culturas marginadas
imperio conocido por su tendencia al monohtlsmo
cultural. La producción de textos escritos surgió, en el área an ·
Basada en esta estrategia poco realista en términos dina, como .. propiedad .. del nuevo grupo hegemónico eu-
de comunicación literaria, la Crónica mexicm:a aparece, ropeo que se impuso con la conquista. Este grupo, que
pues, más que los textos historiográficos escntos .conse- se fue ramificando y .. acriollando,. a lo largo de la histo·
cuentemente en náhuatl o en español (que no deJan d.e ría regional, dictó y sigue dictando las funciones de los
ostentar, también, rasgos de hibridismo), como un expen- ·,
textos, sus géneros, las condiciones de su elaboración
mento literario fallido. En su intento, sin embargo, de y difusión. Dentro del sistema de dependencia colonial
crear una literatura congénitamente -mestiza,., global- y semicolonial, sin embargo, el sector hispano-andino
mente irreductible a uno de los dos conjuntos de siste- dominante desempeña, ante todo, el papel subordinado
mas semióticos disponibles, este texto se ínscríbe a su d e «intérprete• de los estímulos provenientes de las me-
modo, como también los de Sahagún, Ixtlilxóchitl y otros, trópolis europeas. Las formas, las jerarquías y los valo-
en la búsqueda de una voz literaria nueva, adecuada a res literarios vigentes en un momento dado se derivarán,
una situación iguahllente nueva. pues, de los que se vayan imponiendo en las metrópolis.
Especialmente en las zonas poco atractivas desde el
punto de vista de una economía exportadora, el poder co-
lonial dejó subsistir -no sin reorganizadas previamente-
una serie de subsociedades tradicionales, relativamente
autónomas, cuyas prácticas económico-políticas y simbó-
licas siguieron, en lo esencial, unas pautas andinas .tra-
dicionales: economía de subsistencia reacia a la acumu-
lación, sistema de a:yuda mutua, propiedad comunal de la
tierra considerada como inalienable, religión agraria ba-
sada en el culto a los elementos significativos del cos-
mos natural (cerros, tierras, etc.), escasa,. división del tra-
bajo e integración de las actividades económicas y políti·
cas. Siempre, sin embargo, los comuneros se vieron por
lo menos pasajeramente propulsados en la esfera .. nacio-
nal»: trabajo más o menos forzado en las minas, leva l
militar, etcétera.
1
190 Martin Lienlzard La voz y su huella 191

Tras un relativo aislamiento de siglos, estas subsocie- proceso de decantación escriptural, no logran articular
dades· van sufriendo hoy un proceso acelerado de inte- satisfactoriamente los estimulas de los múl tiples códigos
gración contradictoria al sistema político-económico glo- ajenos a la escritura que ofrece una cultura predominante-
bal de signo capitalista; penetración del sistema del mer- mente oral como la quechua. En el choque con la cultura
cado en las comunidades, escolarización, éxodo rural. oral, el texto escrito tiende a estallar, a fragmentarse.
La más representantiva de las subsociedades tradiciona· Los textos subvertidos, suscitados en definitiva por el
les es la red de comunidades andinas quechua-aymaras, malestar de los letrados biculturales, mal asimilados al
vinculada hoy a las colonias urbanas de los excomuneros sector dominante, plantean a su modo el antagonismo
emigrados. El sistema cultural andino, de ascendencia pre- político-cultural impuesto por la conquista y perpetuado
M hispánica pero hace tiempo restructurado a partir de por los poderes virreinales y r epublicanos. E.xplícita o
~ ~na serie de elementos ajenos (cristianismo, familia eu- implícitamente, ellos proponen u na solución, una utopía ..
ropea), se ve expuesto actualmente a la penetración socio-política que se nutre fundamentalmente de los va~
masiva de las relaciones y los valores capitalistas. Las lores menospreciados de la cultura quechua -y de otras
1
!
prácticas literarias, sin embargo, van conservando una
cierta autonomía: el sistema oral sigue predominar.do.
cultliras marginadas. Según la época, e1 conjunto de ta-
les valores se manifiesta en sus grRndes líneas bajo la
La conflictiva coexistencia multisecular, en un con- forma de un .. cristianismo auténtico » (Colonia) o de un
texto colonial o semicolonial, de dos sistemas culturalés .. socialismo auténtico .. , formulaciones 2udlnas que se opo-
opuestos (.. andino• y «occidentalu) suscitó unos proce- nen a sus versiones criollas degradadas: el cristianismo
sos de intéraccién complejos, mayormente a favor d~ la
de fachada de los españoles o el socialismo esderotizado.
cultura occideo"1tal, a veces también a la inversa (apro-
inadecuado a las condiciones concretas del área, de los
piación selectiva de ciertos val~res andinos -idioma,
criollos modernos. En más de un sentido, pues, tales tex-
prácticas mágicas, etcétera- por parte de los mistis).
tos constituyen una litera tura alternativa.

Literatura al ternativa Nos referiremos a continuación a las dos obras mayo-


res de este tipo, la crónica enciclopédica Primer nueva
Una manifestación específicz: de tal interacción es el coronica y buen gobiern:; del supuesto cacique quechua
surgimiento, en el marco d e la producción literaria es- Felipe Guaman Poma de Ayala (1 615/1980], escrita e
crita, de textos interferidos por factores cuyo origen se ilustrada a comienzos del siglo xv11, y el conjunto, igual-
halla en la cultura quechua: dualismo andbo, representa- mente· enciclopédico, de 1a obra narrativa y poétiCa del
ción a ndina del espacio-tiempo, prácticas rituales y ver- misti ]osé María Arguedas (1983] . El área cultural de-
bales, idioma que.:hua. Al trasladar t~ l es elementos al terminante para ambos a utÓres ubarca los dc;_Jart.::m e:l-
texto escrito, sus autores a caban por subvertido. Los to s peruanos actuales de Huancavelica, Ayacucho y Apu-
vehículos europeos que dominan el hol'izonte literario rímac, rcg10n domínada en la época prei ncaica por la
(crónica, novela, cuento, poesía), elaborados en un largo '
.·:' codcdcrac:én de los chankas, pokras y wankawillkas.
Martin Lien!zard La voz y su huella
193

Ambos autores, casualmente, mantuvieron una relación bien Ar guedas afirma apoyarse en el socialismo andino-
privilegiada con la actual provincia de Lucanas (depar- marxista de Mariátegui, la configuración concreta de sus
tamento de Ayacucho). Como lo sugieren los estudios obras, poéticas o narrativas, tiende más bien a afirmar
etnohistóricos y. antropológicos, la cultura campesina de una utopía algo fluctuante de raigambre andina.
esta área se modificó relativamente poco entre la época La homologia entre la obra de Guaman Poma y la de
del Guaman Poma y el comienzo del siglo xx, que co- Arguedas, perceptible a · condición de manejar un con-
rresponde a la niñez de Arguedas. cepto flexible de lo «líterario~ y de tener en cuenta las
El modelo literario fundamental para la obra de Gua- sucesivas tr_a nsformaciones históricas de la jerarquía y
man Poma es la crónica histórico-filosófico-antropológica de las fu_ncwnes de los diferentes discursos escrip tura-
del renacimiento, cuya expresión más alta, en el área a n- lcs, _Pernlite captar lo que hay de perma nente, en el mar-
dina, es la Historia natural y moral de las Indias, del je- co colonial y republicano, en la relación entre el sector
suita Joseph de Acosta (1590/1954]. Como lo demostró hegemónico y las suhsociedades marginadas.
Adorno [1986]. Guaman Poma (que cita a Acosta, f. 1089)
conocía por lo menos de oídas varios textos de este Üpo.
La subversión lingüística
El proyecto concreto de Guaman Poma consiste en una
defensa e ilustración del sistema estatal andino (preinca e
i Cuáles son: en estos textos escritos, los niveles q ue
inca), una denuncia pormenorizada de los defectos d el
se ven subvert1dos, expuestos a las interferencias de or i-
sistema co1onía1 •reah y la propuesta de una «tercera gen oral-popular? Para contestar a esta pregunta, n os
vía": la integración del estado indo-cristiano (versión
acercaremos a los textos concretos. Partiremos de los fe-
algo adaptada del estado prehispáníco) en una utópica nómenos más evidentes -y superficiales- para ir des-
monarquía cristiana universal, hegemonizada por los cubriendo, poco a poco, las interferencias más subte-
reyes de Castilla. rráneas.
El punto de partida de Arguedas, en pleno siglo xx, es El lector Ele le!s obras da Guaman Poma constata, de
obviamente distinto. El modelo (o anti-modelo) para sus entrada, un hmómeno de diglosia superficial : la cita de
relatos es la narrativa "social .. de fines del siglo xzx y co- fragmentos de origen quechua u oraL La cita léxica - es
mienzos del xx, representada en la América Latina por decir el hecho de salpicar el texto escrito con una serie
el llamado "regionalismo" o su variante •indigenista ... de vocablos típicos de un idioma o sociolecto oral- ca-
Esta literatura se caracterizaba por una perspectiva total- r a.ctcriza no pocas de las primeras crónicas europeas es-
mente ajena -a menudo paternalista- a los universos cntas en América (Motolínía en México)~ Sarmiento de
"marginales" evocados. Es cuanto a la poesía en quechua Gamboa en Per ú, Léry en Brasil), donde traduce la difi-
de Arguedas, resulta difícil atribuirle un u modelo ~ ; pese cultad de hallar equivalentes léxicos españoles para los
a ciertas resonancias nerudianas, parece que aquí, los conceptos autóctonos. En la más recien.te novela ~regio­
factores subversivos arrasaron casi completamente con nal.istan venezolana o andina, para no citar sino las co-
los elementos de la tradición accidental o criolla. Si rrientes "ruralistas", la ~misma .. práctica de~e producir
,. 195 .

1 "
.
194 _,Martirt Liett1wrd

el deseado ~~color local... Para comodidad del lector ur-


\
La voz y su lmella

cepcién especial de la luz y de los sonid vs, un sector _del


mundo animal y mineral, algunos i nstrumentos musica-
~· i
bano, los editores solían agregar a los textos regionalis-
les y los ritos e1~ que se usa n . . . Estratégica, la aparici~n
tas un g losario de los vocablos exóticos. Pese a una apaw
de vocablos quechuas en los r elatos de Arguedas remtte
rente analogía, las implicaciones de la cita léxica quechua
a las cordenadas de un sistema lingüístico quechua que
en Guaman Poma y Arguedas son mucho más radicales . El informa muchas articulaciones del texto aparentemente
cronista de Lucanas subvierte sistemáticamente. su discur-
uoccidentalu.
so con conceptos quechuas estratégicos que delata·n la
presencia de las categorías analíticas (cosmológicas, so- La cita de cantos o de fragmentos enteros de di~cur­
ciales, simbólicas) de la cultura quechua: .;:;os oral solía ser, especialmente en la novela ureglOna-
lista" 0 su variante .. indigenista", un truco li te;ario pa~a
En este mes [pacha pucuy: marzo) sacrificauan car- sugerir, a ba jo costo, la presencia d:. u~~ cu1tu~u oral-
neros negros a sus ydolos y dioses, uaca biZca [divi- popular y, también, el generalmente n ct1c10 arrm?o _po-
nidad local], orcocuna [cerros), questauan nombra- pula r del a utor. Un ej em plo clásico de e.ste proce?1m1en-
das por· los Yn qas. Y hazían muy muchas seremonias to serían los cuentos .. populares " que Cu:o Alegna, c~~ ­
con los pontífezes, ualla uiza, conde uiza, y con los temporáneo y compatriota de Arg uedas, intercale. pcno-
laycaconas, hicheser os, que hablauan con los demo- dicamente en su discurso novelesco. Los fragmentos de
nios. Y hadan lo acos tumbrado, ayunado no sé qué discurso .. oral", cuidadosamente delimitados para no co~­
días el comer de la sal y de la muger nunca tocauan taminar el discurso narrativo, no modifican sino' superh-
no comían fruta alguan ni usaua taquies (música- cialmente las características convencionales del texto es-
danza ceremonial) (f. 243]. crito; es más, señalan, por el conh·aste, la exterioridad
José María Arguedas, mejor familiarizado con la pro- del narrador respecto al mundo popular evocado ..
En la obra de Arguedas, las citas largas -por eJemplo
blemática de la comunicación literaria, dosifica con cui-
dado la frecuencia de las citas léxicas quechuas. Como los cantos en versión bilingüe que aparecen en Los ríos
Guaman Poma, él no les agrega siempre su equivalente profundos y Todas las sangres- ostentan una vincula-
en espaíiol, para no perder la carga semántica del con~ ción compleja con el sistema díeg ético de lo~ texto ~: para
cepto quechua. Para permitir al lector europeizado ubi~ percatarse de ello, basta imaginarse el capltulo X (.. Ya-
carse, a pesar de todo, en un universo narrativo parcial· war mayun) de Los ríos profundos sin los textos de los
mente ajeno, Arguedas lo obliga, en sus meditaciones ca ntos : desaparecer ia, ipso tacto, la propia diégesis na~
lírico~etímol ógicas, a penetrar, a través de cadenas de · rrativa, basada en los cantos y su recepción por el audi -
asociaciones sucesivas, en el pensamiento lingüístico que- torio de la chíchería. Una funcíón imp01·ta nte de los can-
chua. Recuérdese, a este respecto, la larga digresión aso- tos transcritos, por otra parte, es la de remitir a la pre·
ciativa en el sexto capítulo de Los rios profundos: a par- · sencia, no por subterránea men.os incisiva, de un sistema
tir de los elementos primtivos yllu e illa, va surgiendo · de signos quechua q ue compite con el de origen crioll o.
todo un núcl eo semántico quechua que implica una per- ,

/
Martín Líenhard La voz y su huella 197
196

En cuanto a Guaman Poma, el hecho de reproducir los Cuando un escritor se propone trasladar un produc-
cantos, los fragmentos discursivos y otros elementos ver- to del sistema oral a un texto literario, tiene que ex-
bales en quechua sin agr egarles su traducción al español, traerlo d e su contexto original, despoj arlo de su mate~ ·
Y.: '<
ubica su crónka parcialmente fuera del circuito hispano- rialidad, reducir su espesor semiótico a la dimensión ver-
baL Los problemas planteados por la transformación de
occidental.
la ex.f?resión oral en escritura han dejado profundas hue-
En tanto que signos d e la oralidad, las .. citas" que aca- llas en los textos de Guaman Poma y Arguedas .
b amos de m encionar pla ntean, de modo más general, el El lector descubre a primera vista que la crónica de
problema de la relación entre el texto escrito y la cultura Guaman Poma com bina un sistema de signos icónicos
(di bujos) con un sistema escripturaL .Si los dibujos con -
oral que lo alimenta.
tri buyen a producir el umensaj c" Hlo bal del texto [cf. Ló-
Entre la expresión otal y el texto escrito existe una
pez Daralt 1982], ellos señala:1 al mismo tiempo su ori-
asimetría notoria. El sistema de expresión .. orak en efec- gen n o exclusivamente verba l. La secuencia dedicada a
to, trabaja con una cantidad mucho mayor de códigos los doce Incas (ff. 86-11 9) se basa sin duda en una tra-
que el de la escritura. El texto escrito tiende, esquemáti- dición cuyos uinstrumentosu fueron las momias vestidas
camente, a sugerir un discurso humano por medio de sig- Y a taviadas de los propios Incas. Durante la época íncai-
nos gráficos convencionales. Pero tal discurso sólo se ac- c.a, éstas solían exhibirse ante la población en unos r itos
tualiza (deja de ser .. letra muerta .. ) en la imaginación del de tipo •·triunfalista .. (eL cap. VII).
iector. Además d e los códigos lingüísticos (idioma y sus
La detallada descripción d el edificio social del estado
registros),. la. narr ación escrita se vale de u·n a serie de
incaico parece apoyarse, a su vez, en una tradidón oral
convenciones elaboradas fundamentalmente dentro de la
"inscrita" en los }dpu incaicos. Estos instrumentos mne-
tradición escriptural occidental. motécnicos permitían acumular datos numéricos, no dis-
El sistema de expresión .. oral .. , en cambio, emplea todo
cursos verbales, cir cunstancia qu e explica sin d uda el
un abanico de sistem as de signos: no sólo d eterm inados
carácter eminentemente estadístico de la representación
leng uajes y convenciones narrativas o poéticas, sino tam-
de las categorías sociales. Los grupos jerárq uicos o pro-
bién la pronunciación, l a entonación, el ritmo enunciativo,
la expresión facial y corporaL A estos códigos, a menudo, fesionale s, las clases .de edad, configuran uno elencos cu-
se vienen a agregar los de la música y de la coreo- yos escasos el ementos narrativos siguen .unas pautas re-
grafía. La .. obra de arte oral» in volucra, además, al pú- petidas constantemente. /
blico presente y aprovecha todo el contexto físico (pai- Ig ualmente sig nificativa resulta el ~rocedimiento se-
saje natura l y arquitectónico), el tiempo astronómico y gui do por Guaman Poma en la evocación de la vida r i-
meteorológico. El conjunto del .. texto", finalmente, se tual de los pueblos andinos. Al contrario de los cr onis-
vincula a diferentes prácticas de la colectividad · impli- tas españoles, el cronista quechua renuncia en gran par-
~ada: trabajo, política, relig ión. te a describir la actuación física que forma par te de los
¡,~
~ 198 Martín Lienhard La v oz y su huella 199
fS
¡g·
.~
·~ ritos. Su estrategia se asemeja a la de un narradór oral También elementos provenientes de fuentes escritas,
que no necesita contar a su auditorio lo q ue él y ellos transformados en fragmentos auditivos por el tratamien-
"conocen y entienden del mismo modo, puesto que per- to fonético-sintáctico .. oralizarite u a que los somete Gua-
tenecen al mismo mundd.-. Guaman Poma s;e limita a re- roan Poma, se incorporan a este mo saico. La sociedad,
producir el elemento, varl.able, los textos de los cantos, las características y los sucesos del pr esente, descritos
sin traducirlos al espmi.ol. Quizás porque dentro de su mediante fragmentos del diálogo o <~ p olílogo" social, de-
concepción, los textos transcritos llevan todavía el sello sembocan así en una especie d e sinfonía disonante, in-
de su autentificación colectiva, que impide su manipu- teligible sólo en una lectura .. auditiva ...
lación. Quizás también porque la música, la coreogra- Algo semejante se podría decir del idolecto literario
fía, siguen de algún modo adheridos a los textos en que- que el narrador-compilador emplea en su propio discur-
dma, mientras que en una traducción espailola, tales ele- so nar rativo. A menudo difícil para el lector hispánico
mentos no verbales dejarían definitivamen te de existir. porque se mueve fuera de las nor mas del'lenguaje escrito,
A partir de los cantos en quechua, un hipotético lector este discurso recupera su eficacia expresiva a condición
q uechuahablante podría todavía reconstruir, en su ima- de que el lector lo recon struya oralmente. Esta operación,
ginación, el conjunto ritual. en efecto, revela un sociolecto español transcrito fonéti-
En su exploración crítica del presente colonial, mu- camente, casi idéntico a l que emplean hasta hoy los emi-
cho más nárrativa que su representación de la h!storia grantes bilingües de la misma región (cf. 3. 1/ Gushi-
prehispánica, Guaman Poma no puede remitirse ya a ken 1979]. En vez de reprochar a Guaman Poma su
una tradición oficial: ésta fue destruida por la restruc- incapacidad idiomática, convendría subrayar, al 'contrario,
tura ción española del sistema socio-político. Ahora, en su singular capacidad para reproducir. adecuadamente
vez de evocar la nueva situación sólo a través de un dis- las características fonéticas, morfológicas, sintácticas
curso narrativo puro, el cronista presenta al lector, bajo y léxicas de un sociolecto quechuizante sin tradición
forma de mosaico, cientos de discursos, diálogos, frag- escrita. . . El hecho de que éste se siga repr oducien-
mentos de conversaciones o expresiones en varios idio- do hasta hoy evidencia indirectamente la permanen cia d e
mas y sociolectos. Un ejemplo: el galimatías quechua- los factores que lo hicieron surgir, perma nencia que con-
espaüol de ciertos sacerdotes: vierte a Guaman Poma, sin que él lo deseara, en escritor
contemporáneo.
Apamuy cauallq. Mana Tráeme el caballo. No co- Es en las obras de Arguedas donde se puede estudiar, a
.
zmcunqUI. . p a d reta
\ .
ncurz- mas. más de tres siglos de distancia,, la evolución posterior
q ui. Vete a ver al padn~ . de la escritura híbrida inaugurada por Guaman Poma.
¿Maymi soltera? ¿Maymi ¿Dónde está la soltera ? Es evidente que Arguedas, contrariamente a su coterrá·
muchachas? Apamuy do- ¿Dónde están las mu- neo antiguo, domina como pocos el español literario vi-
trinaman chachas. Tráemelas al gente en su época. Por 0tra parte, él no conoce la tradi-
(f. 624). catecismo. ción literaria occidental sólo .. de oídas», como a yeces pa~
La voz y su huella 201
Martín Lienhard

diano se encuentra quizás en la cultura oral de los mis-


rece ser el caso en Gúaman Poma. Su estrategia cultu- lis y mestizos de las ciudades y pueblos del sur andino,
ral. no tan disímil de la que informa la Primer nueva cuya expresión más característica son los waynos bilin-
. -coronica . .. , resulta por lo tanto perfectamente preme- gües con acompañamiento de guitarras:
ditada. Prenda querida, negra del alma .,
La circun stancia, excepcional par a un escritor latinoa-
mericano de su generación, de estar familiarizado tanto escúchame hay songoypa wagaynínta (de este cora-
con la cultura quechua como con la hispano-occidental, zón el llanto)
permite a Argucdas, durante sus 35 años de l~b~r l~tera­ Despierta, sal a tu ventana, gawaylwmuy
ria y etr~olégica, experimentar con dive_rsas lup~te~~s co- (mírame)
municativas. La elección de una determmada so!Ucion en soy tu fiel amante, songochallayki (tu propio cora-
un determinado momento depende de su propio análisis, zón) [Arguedas 1976).
constantemente puesto al clia, de la dinámica cultural Y
lingüística en el Perú. Si en los años 30, ~rgued~s con- Sin embargo, la alternancia •natural .. de los dos idio-
sideró el español como único idioma literano pos1ble, e~ mas que caracteriza estas canciones no parece poder
1962 empezó a escribir también en que<;:hua. No es dl- trasladarse sin más a la escritura : la distancia entre la
fícil explicar este cambio d e actitud: sí en 1935 no ~xis­ moderna expresión escrita y la cultura oral de las comu-
tía fuera de las ari stocracias provincianas d.e la s1erra nidades quechuas (los dos polos de la narrativa argue-
m~ridionat ningún publico para una literatura escrita diana) es mucho mayor que la que media entre un "verso•
en qUechua, 27 años más tarde, el éxodo rural masivo quechua y un •Verso .. español en una canción misti.
y una limitada democratización del sistema escolar po- Queremos dedicar nuestra atención a la producción
día auspiciar el surgimiento de un incipiente gnpo de central ele Arguedas, la novela. Detrás del aparente pre-
hipotéticos lectores de una literatura quechua moder- domin.l o de un sistema de signos de orientación occi-
na y escrita. dental aparecen una serie de indicios de un sistema de
Ante las múltiples soluciones comunic<l'tivas adoptadas signos quechua, en primer lugar las transcripciones de
por Arguedas a lo largo de su vida d~ es~ritor .(c.f. 3,-21 cantos quechuas y la red de interpolaciones léxicas, que
Escobar 1984), nos veremos obligados aqm a prtv1leg1ar remiten a l lector a las etnocategorías de la cultura cam-
los asoectos más generales de su escritura. La obra glo- pesina. Esta última subyace siempre al texto, aún cuan-
; b al d~ Arguedas (narraciones, poemas, ensayos) aparece, do la configuración verbal no lo indicá explícitamente.
observada desde una cier ta distancia. como estructural- Algunos trabaj os han mostrado que Los ríos profundos
mente «bilingüe ... El hecho de que todos los cuentos Y permite una lectura unilateralmente occidental si se la
todos los textos poéticos hayan sido escrítos, sin tomar coloca en la tradición europea del .. Entwicklungsroman ..
-en cuenta los préstamos léxicos, exclusivamente en espa- [3 . 21 Harss 1983}. Pero tal lectura pasa por encima de
ñol 0 en quechua, no disminuye el valor de esta afirma- otra realidad, evid ente para un lector familiarízado con
ción. El punto de partida del bilingüismo literario argue-
202 .MaJ:tin Lienlzard [.a !JOZ y SU h uella 203

la cultura quechua: el sistema de signos quechua sub- ejemplo, pt¡esenta un diálogo extenso, sumamente com-
yacente al texto lleva a reinterpretar, en un sentido colec- p lejo en su configuración lingüística, entre un industr ial y
tivo, los procesos de conciencia «individuales" del narra- u.n zorro . a ntropomorfo. El lector reconoce en el último .
dor Ernesto. Margirthl desde una perspectiva occidental, personaje una reencarnación del .,zorro de abajou del ci-
Ernesto, con su · cosmovísión hispano-quechua, aparece clo mitológico de Huarochirí (Taylor 1987]. Pero sólo un
en una lectura «andina .. como un sujeto colectivo, repre- lector familiarizado con la cultura andina es capaz de des-
sentante de los nuevos sectores cultos de origen andino. cubrir en la competición verbal representada la trans-
Baj o este ángulo, la novela anuncia una transformación posición literaria de una competición de danzantes de ti-
social cuyo éxito depende de la alianza entre los colo- jeras, rito que inaugura el ciclo agrícola en la provincia
nos de hacienda del último capítulo, los mestizos urba- de Lucanas. Así se explican, en efecto, la actuación coreo-
nos (las chícheras de los capítulos centrales) y los sec- gráfica de los interlocu tares, ininteligible fuera de este
tores apenas mencionados, único s capaces ' de entender intertexto gestuaL sus metamorfosis mágicas, la configu-
la realidad total del país y de indicar las solucione:; po- ración lingüística de un diálogo cada vez más vertigino so
liticas necesarias. que termina en un delirio verbal c~i sin sentido para un
En la última novela de Arguedas, la infiltración del lector criollo. Un lector iniciado a la cultura del área
texto por elementos ajenos a la tradiéión literaria hispá- chanka, en cambio, reconoce en este diálogo in audito la ,
...
nica es tan violenta que desconcierta a los lectores de li- dinámica del rito de los danzantes con sus fases de tran-
teratura culta. El zorro de arriba y el zorro de abajo, en ce [Lienhard 1981: cap. 3) . Consideramos esta secuencia
más de un sentido una continuación de la crónica de Gua- como un caso extremo de interpenetración de dos siste·
man Poma, se compone de un sinnúmero de discursos
mas de signos distintos, y como un ejemplo de los pro-
cuyo caos babilónico recrea de modo artístico el düHogo
blemas q ue plantean los textos híbridos , instalados entre
social y lingüístico de la costa peruana y, por ext~nsión ,
dos culturas dentro del marco ele una sociedad colonial o
del país. Un factor que dificulta todavía la recepción
es el hecho de que los retazos de conversación, elabora- semicolonial.
dos a partir de diversos registros sociolectales, se ínter-
penetren mutuamente. Así percibimos el discurso del cam- El andamiaje temporal
p esino ancashino bilingüe Esteban, ya de por sí doble- ·.,
mente determinado (español/quechua), a través del fil- Fáciles de detectar aunque no su perficiales, los efectos
tro sociolectal del criollo negro Moneada. El resultado es de la subversión lingüística del texto uespañol" por
la su perposición de tres normas lingüísticas orales. factores . oriundos de la oralidad andina, especialmente
Estos discursos no remiten sólo a una r ealidad verbal. quechua, señalan directa o indirectamente la presencia
Como a los textos quechuas sin t raducción de Guaman p erturbadora de una cosmovísión no -o no enteramente-
Poma, se les siguen adhiriendo residuos d e sistemas ges- occidental. Esta informa particularmente la organización
tuales o musicales. El tercer capítulo de la novela, por temporal y espacial del relato.
·.' 1 '
Martín Lienhard La voz y su huella 205

-~
~

menudo se ha señalado una aparente deficiencia en ¡'· q ues. En tiempo antigo lo sacaron con tanto traua-
modo de narrar de ambos escritores andinos: la rela- f jo que ci auía ·de pagar y gastar se gastaría díes o
au~encía de una gradación constante, o de otro prin-
cipio diegético conocido. Por . lo común, los lectores
1l doze mil pesos o ueynte mil pesos. Que a ntes que
fuese Ynga, como auía tanta suma de yndios y no
(acostumbrados a la tradición occidental) atribuyen esta tenía más que un rrey y seúor, lo abrieron y lo sa-
particularidad estructural a una supuesta incapacidad de 1' caron las asecyas y todas las sementeras, andenes
los autores para construir una progresión narrativa. Al que ellos llaman pata [andén), chacra [sementera],
: >examinarla, en la medida de lo posible, a partir de una larca (acequia). Y lo sacaron con mayor facilidad del
··. perpectiva que tenga en cuen ta las interferencias del dis- 1 mundo a mano cin herramienta; que parese que cada
. curso a~dino en el texto escrito, este fenómeno no resulta
sólo explicable, sino también altamente significativo.
En sus articulaciones mayores y menores, el sistema
l yndio alsaua una piedra [ .. . ] .
Y ací no se a g uardado esta ley. Y aci se pierde
todas las sementeras por falta de agua. Desto pierde
temporal que rige los textos de Guaman Poma Y de los yndíos sus haziendas y pierde su quinto rreal su
Arguedas se caracteriza por la sistemática superposición
e imbricación del pasad_o, del presente y del futuro .
1¡ Magestad y pierde la santa madre yglesia el dies-
mo que le d eue. Y ací en este tiempo los españoles
Al realizar la crítica de la opresión que sufre la pobla-. sueltan sus bestias y rreguas de mula o ganados y
dón andina, es decir la cr itica del presente andino, Gua-
t pasen las cabras, obejas y hazen grandes daños. Y se
man Poma le opone COJ1Stéintemente la excelencia del pa- sacan las dichas aguas y se quiebran las asecyas que
sado con el objetivo de hacer surgir, por el contraste, los 1 no se pueden aderesar con nengún dinero. Y la poca
lineamientos de su utopía construida a partir de los ele- agua sólo quitan a los yndios pobres. Y ací se ausen-
mentos del pasado. A nivel del texto global, la relación tan los yndios de sus pueblos.
ent~e pasado, presente y futuro aparece como secuencia Y para esto en cada pueblo a de auer un jues de
cronológica. El futuro, cuyos rasgos Guaman Poma di- asecya que llama cillquiua que rreparta agua y que
seú.a sobre todo en el . libro «Conzederación·• [ff. 923- castigue y pene y eche los ganados de las dichas ase·
973), en su- conversación imaginaria con Felipe III (974- cyas y sementeras. Cin rremición sea castigado. Con
999] y en su segundo calendario [1140-1177) -el prime- ello será seruido Dios y su Magestad y bien de las
ro era el de la época incaica-, coincide en buena parte comunidades y bien de los pobres yndios deste rrey-
con el pasado. Este principio rige también para las uni- no [ff. 958-959].
dades textuales menores y, a veces, mínimas. Como ejem-
plo nos puede servir una nconzederaciónn acerca de la Contrariamente a los cronistas hispa nizados (como el
limpieza actual de las acequias: propio Garcilaso de la Vega), que evocan insistentemen-
te la sustitución definitiva del tiempo pagano de los In- -
Conzedera que en un pueblo tienen sacado unas ase- cas por su propio tiempo, el del imperio cristiano espa-
cyas de los rríos o posos, de las lagunas o de estan- ñol, Guaman Poma subr aya el carácter pasajero del ré-
f 206 Martin Lienhard
La voz y su huella 207
1
J dos por los españoles •cristianos .. : ·Señor, ¿ hasta cuándo
1 gimen colo!líal con sus encomenderos, corregidores
.~
y pa-
daré bozes y no me oyrás? Señor, ¿hasta cuándo clama-
i' dres. El cronista quechua sugiere de este modo, como
ré y no me rresponderás? .. [922]. .
los predica dorcs·· danzan tes del tal::.i onqoy, el inevitable
1l colapso d e la domimi~ión colonial. La época inaugura- El himno quechua antiguo (cristianizado retroactiva-
!
da por los conquistadores españoles no goza, en la pers- mente) sirve así a la vez para demostrar la índole .. cris-
l
l pectiva d e Guama~ Poma, ni siquiera del privilegio de tiana .. de la sociedad preinca y para pedir (a Dios) la
h aher cristianiza do el área at)dina: lós pueblos andinos sustitución del ccristianismo reaL. de los conquistadores
antiguos - preincas- tuvieron desde el comienzo una «Son- por el cristianismo utópico de Guaman Poma.
brilla de conocimiento u de Dios; en el tiempo del segun- A un principio del todo análogo obedece la represen-
do Inca , el apóstol San B.artolomé evang elizó u Yndías".' El tación escriptural e icónica del ciclo anual andino, reali-
cronista no se limita, en efecto, a edificar su visión del zada dos veces en el texto. La primera vez, el ciclo apa-
futuro a partir de las ruinas del pasado, sino que recons- rece en su versión incaica, pero ya con la mención -ana-
truye el pasado según los principios de su utopía cristia- crónica- de los meses cristianos y con el comienzo del
no-andina. El futuro utópico r esulta análogo al pasado, año en enero (ff. 237 .!262}. La segunda vez toma la for-
previamente enriquecido con ciertos atributos del presen- ma de un ciclo agr ícola andino tradicional, cristianizado
t e (el cristianismo importado en realidad por los con- sup erficialmente: se siguen indica ndo los nombres an-
quistadores). tiguos; quechuas, de los meses, al lado de los nuevos;
Un himno dedicado al creador del mundo, citado t·epe- la caracterización de cada momento del ciclo repite las
tidas veces en el texto, ilustra g r áficam ente la superpo- pa utas antiguas. Especialmente significativos, por su car-
sición de los niveles temporales. Este himno quechua, ga alusiva, resultan los dibujos. A ilustrar, por ejemplo,
sin duda incaico, se r1tribuye, al comienzo de la crónica, el mes cristiano de agosto -o chacra yapuy quilla, .. mes
a las cuatro humanidades preincas; sin embargo, la divi- de la labranza, [1163)-, Guaman Poma introduce en la
nidad invocada lleva, anacrónicamente, el nombre de imagen, sin comentarlo en el discurso narrativo, al pro-
Dios, divinidad impuesta por los españoles. pio Inca. dirigiendo el rito ( qaylli) correspondiente. En el .
dibujo se transcribe la' letra de un qayllí (canto triunfal),
¿Hayca pachacamac, capac apo, señor, cap~lrimo­ dirigido a la qoya (esposa del Inca) y a una palla (prin-
sac? Mana oyariuanquicho, cayaríptipas, manatac cesa incaica) : todo como si no existiera el régimen colo-
hayniuanquicho, apo Dios ( .. . ].¿Hasta cuándo, se- nial español.
flor, clamaré, y n o me oyrás y daré bozes y no me
A través de estas manipulaciones temporales -la cris-
rresponderás? (78) . tianización del pasado, la "desespañolización .. del pre-
sente- Guaman Poma hace surgir un discurso utópico en
El mismo himno - pero r epr oducido únicamente en es- el cual el ~~cristianismo .. andino antiguo aparece como el
paíiol- se presenta, en su última aparición, como jacu- auténtico frente a su degradada versión española.
latoria cristiana de los índios contemporáneos, oprimí-
Mar.tin Lienhard La voz y su huella 209

La superpos1c1on de tres niveles temporales, incom- mo cósmico desencadenado por la peste, la capital depar-
patible con un discurso histórico-narrativo lineal y pro- tamental d e Apurímac, Abancay. Todas las sangres
gresivo, corresponde a las concepciones temporales que (1962), a su vez, insinúa al final un temblor cósmico que
estructuran muchos relatos de las colectividades andinas transformará la provisional derrota de los indios insu- ·.
modernas. El conocido mito de Inkarrí, por ejemplo, di- rrectos en comienzo de un pachak utiy. De modo más
fundido a través_ del área quechua, da forma a la idea de explícito y radical. todavía, el gaylli dedicado a .. nuestro
que el tiempo de los cristianos, tiempo al revés instaura- padre cread or Tupac Amaru .. (1962) , a ntici pa el desper-
do por la colonización, desaparecerá para per¡nitir el res- tar de las masas andinas y anuncia, en tanto que primer
tablecimiento del mundo-tiempo (pacha) incaico: g ran ejemplo de una literatura quechua escríta y adap-
tada a los tiempos modernos, el próximo fin del tiempo
Mundu tíkrakuptinsi In- El rey inca retornará, di-
cen, cuando se voltee el espa üol, colonial o semicolonial:
karrí kutimunga, hinaspas
puringa, ñaupa timpu ru- mundo; y él caminará co-
mo los hombres del tiem- jKachkaniraqku! Sutiyki- ¡Somos todavía ! Vocean-
nakuna hina [Ortiz 1973:
ta qaparispa , lloqllariq do tu nombre, como los
131]. po.
mayu hina, puriq nina bi- ríos crecientes y el fuego
f
na , lloqllasaqku, ñoqan- que devora la paja ma-
En otros relatos, la ruptura de la ley de la reciproci-
chispa llapan allpanchísta dura, como las multitudes 1
dad, considerada como absolutamente central por la po-
hapínaykukama, llaqtan- infinitas d e las hormigas
blación andina para la reproducción de la sociedad, pro-
chispas lla qtanchispuni selváticas, hemo s d e lan-
voca un cataclismo (pachakutiy) que despeja el horízonte 1
kanankama [1983 : 226) . zarnos h asta que nuestra !
para el restablecimiento de una sociedad justa.
tierra sea de veras nues-
José Maria Arguedas, el antropólogo andino que reve- tra tierra y nuestros pue-
ló a los criollos la existencia -para él regocijante- de b los, nuestros pueblos.
las narraciones utópico-mesiánicas quechuas, impregna-
do desde su infancia por la tradición oral de los campe- En su última novela, finalmente, El z orro de arriba y
sinos quechuas, se dejó guiar por ella para construir las el zor ro de abajo (1971), el narrador y sus personajes,
articulaciones temporales de sus propias obras literarias. así corno el propio autor, desocupan el escenario nove-
Sobre todo a partir de 1952 (fecha de su regreso cons-
lesco o existencial para entrega rlo a la , ir r upción de las
ciente a la sierra quechua), sus novelas y poemas d e-
masas populares reales. En todos es~o~ udesenlace s", el
semb ocan sistemáticamente en una apertura utópica que
deja prever la actuación · histórica decisiva del campesi- camino hacia el p orvenir pasa por Ía recuneración de
nado, .. dueño• de la tradición andina. Al final de Los
los valores del pasado. ~
ríos profundos (1956), la avalancha de lo s campesinos No podemos analizar, en este contexto macroscópico,
sin tierra (colonos de ~acienda) inunda, tal un cataclis- el impacto de las concepciones temporales andinas en la
210
Martin Lienlzard
l.a
__ v oz_ su _
y_ huella
____ _ __ _ _ ____ _ _ _ _ _21 1

representación semidocum en tal de la vida a ndina que


ofrece At gucda s. Un solo ejempl o para mostrar que tam-
La cosmología literaria
fiii:JJ (;JJ ttít; flÍ'It·] ~>1 Ap 1,:,4.·.... J~
:..e.
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t1tJ.rn'tdor pcmc !.:11 escL'TliJ, con alguna precisión, la orga- n.:J.s qt1e.cl1ttas actuales, informa d'e mo·d·o decisivo la c r-
rdzétdón del trabajo minero inventada por el alcalde- qanización del espacio narrado. En el texto literario. la
capataz indio Rendón Willka. El lector, algo perplejo, "'osmologia asen tada en la conciencia de la colectividad
se· pregunta si está presepciando un momento de la ex- se convierte en .. cosmología literaria .. , en un conj unto de
4".actores que estructuran el espacio narrado.
plotación capitalista de· una mina peruana del siglo. xx
(presente)_ un trabajo ritual incaico (pasado) o un tra- Guaman Poma sigue aferrado a l a concepción andina
bajo colectivo realizado en el marco de una sociedad an- trad icional de un ·mundo dividido en · cuatro cuadrantes
(tawcmtinsuyu: .. }as cuatro zonas ..), que él va adaptando.
dina utópica (futuro). El rito productivo, dirigido por
en la medida de sus conocimientos, al mundo entero.
el casi héroe mítico Rendón ostenta, en efecto, las carac-
Nuevo centro de una monarquía universal justificada n o
terísticas del trabajo colectivo incaico : división de los
por el colonialismo real, sino por la universalidad ideal
trabaj adores en equipos de diez hombres; competición del c1·istíanismo, será Castilla, que reinará sobre los cua-
basada en una ética colectivista, sin incentivos mate- tro suyu o cuadral}tcs: 1. Ind ias, 2. Guinea, 3. Roma,
riales; atmósfera productiva libre del peso d e la ena- 4. Turquía [f. 963]. En este estado · utópico de inspira~
jenación y de la idea del castigo qu_e implica el trabajo ci6n andina, el rey español desempeña el papel de Inca
dentro de las concepciones judea-cristian as y capitalis- o l\1onarca Universal. Los cuatro reyes regionales de-
tas. Este rito productivo uincaico• realizado en el mar- ben ser descendientes de las dinastías locales. Este sis-
co de la explotación capitalista ~iega la vigencia a lar- tema tiene la ventaja concreta de dejar a sa lvo la auto-
nom!a a ndina, exigida por la concepción a ndina de la
go plazo de la última y se erige en modelo del sistema
inalienabilidad de la tierra: ,,y los yndios son propcta-
q ue habrá de prevalece~· al terminar el tiempo .. español". rios naturales deste rreyno, y los espaiíoles, naturales
La múltiple superposición de los niveles temporales de España. Acá en este rr eyno son est ra ngeros, rnitimaysn
en la~ novelas arguedianas modifica profundamente la [f. 929}. Concep cíón q ue afirn1a , también, .Manco Inca,
secuencia temporal propuesta por . el u modelo" occiden- " líder de la resistencia incaica, e n la crón ica de su hijo
tal más verosímil, la novela .. social• o •social-realista... fYupangui 1570/1985].
Apoyada en la concepción del progreso social e histórico, Resultaría algo ocioso subrayar el carácter a ndino de
las categorías cosmológicas "menores.. en la crónica de
ésta prefería una gradación lenta y progresiva, como se
Guama:1 Poma, puesto que ésta es una de las fuentes ·
desprende de Germinal (Zola) o de uno de sus ejemplos
principales para nuestro conocimiento actual en la
andinos, Tungsteno (Vallejo) . materia.
·~.· La voz y su huella 213
Martín Lienhard
f
¡.
Las concepciones ' cosmolégicas de los campesinos que~
chuas actuales determinan ciertas categorías espacia-
r
¡;
r
tema dualista andino, aunque connotada con elementos
más modernos. La costa (abajo) connota la conquista es-
les (y temporales) de la obra de Arguedas. El núcleo t' pai1ola (nivel histórico), la explotación imperialista (eco-
nomía), la injusticia (nivel socio~polítíco), la decadencia
de los sistemas cosmológicos andinos consiste, después
de la destrucción o, por lo menos, la pérdida de vigen-
t.· cultural y moral (ética), la otredad (antropología) y, por

r
cia de la cosmología propiamente incaica, en un dualis- lo general, un presente (tiempo) intolerable. La sierra
mo complejo y múltiplemente connotado. Cada comu- (arriba) representa la pobl~ción quechua-aymara con su
nidad andina se divide, tradicionalmente, en una mítad pasado lleno de potencialidades futuras (tiempo), sus
de arriba -hanatz- y una mítad de abajo -urin. A partir
de esta división, más social (clánica) que geográfica en
su origen, se desarrolla, a base de la proliferación de
oposiciones en un eje de analogías, un sistema .. dialécti-
.co" suí géneris que permite abarcar el mundo humano y
l! valores sociales, morales, culturales y económico-ecoló-
gicos.
Cada pareja de oposiciones sectoriales representa y
contiene a las demás. La transposición literaria de este
principio permite moldear, con una gran riqueza conno-
natural en su totalídad (cf. Ansión 1987: cap. IV). Men- f
1
tativa, las relaciones entre las diferentes entidades. La
relación hombre/mujer, por ejemplo, ilumina otras opo-
cionaremos tan sólo algunas de sus articulaciones decisi-
vas para nuestro tema: la pareja de astros sol/luna do- siciones y queda, a la vez, iluminada por ellas: sol/luna,
mina el cielo; la alternancia de la luz del día y de la calor solar/tierra y agua, tierras altas/costa. Esta última
oscu.r ídad caracteriza el ciclo diarío; la producción agrí- oposición, aparentemente geográfica, connota oposicio-
cola se funda en la interacción entre calor solar y tierra nes cosmológicas y sexuales.
infiltrada por . el agua¡ la reproducción del género hu- ! Un sistema dualista con desarrollos dialécticos rige, en
mano supone la oposición hombre/mujer. En tén:n inos f todos sus niveles, la última novela de 'Arguedas, como
geográficos, la imagen andina del mundo subraya la opo- ., ;
YIJ lo insinúa su título: El zono de arriba y el zorro de
sición entre .tierras altas y tierras bajas: muchas comu- abajo. El autor es de arriba (sierra, pasado, mundo que-
nidades andinas combinan, de hecho, una economía ga- cl1Ua), mientras que el referente novelesco principal, el
nadera en las alturas con la agricultura en los valles o , :
caos fecundo de la ciudad de Chimbote, pertenece al mun-
las quebradas; la interacción a veces conflictiva en tre ~ do de abajo (costa, presente, universo occidental) . Dos
sierra y costa, por otra parte, determina~ desde la fun - zorros desempeñan oficialmente el papel de nan·adores;
dación de los .. horizontes panandinos" (primer milenio en el ya mencionado ciclo mitológico de Huarochirt ellos
antes de nuestra era), la vida en el área andina. Nótese ' ·. representan respectivamente. el arriba y el abajo de la
?.
que las oposiciones mencionadas, lejos de implicar anta- provincia homónima, mientras que aquí, un~ es •serrano~
gonismos absolutos, corresponden a relaciones de in ter- Y el otro ~~costeño ... Al mundo de arriba se adscriben los
acción, de complementaridad, de reciprocidad. Diarios del autor, referidos al pasado (del autor, de los
En la obra literaria de Arguedas se constata la proli- Andes) y al porvenir (del Perú). De "abajan es el relato
feración casi ilimitada de oposiciones derivadas del sis- novelesco, centrado en el presente costeño. De alTiba
1 '
21<1 Martín Lienhatd La voz y su huella 215

vienen los inmigrantes que pueblan los barrios nuevos de drama oral transcrito, coü sus cantos, sus oraciones, sus
la ciudad, el idioma quechua, el .. colecii vísmo" andino; de danzas, sus cuentos de animales. El presente se trans-
abajo, los extranjeros (multinacionales, sectas religiosas), for ma en pasado (ritos •andinos .. o modernos, como los
el idioma españól. la aculturación individualista. desfiles populares o el baile en el prostíbuloL embrión
La alternancia del día y de la noche provoca la alter- para un futuro utópico. Paralelamente, la vida cede el
nancia de personajes masculinos y femeninos en un esce- paso a la muerte que, a su vez, hará brotar la vida :
nal'io que se somete, también, a estos cambíos de signo: Chimbote es una especie de npozo., donde las materias
la bolichera llena de hombres pescadores, e1 puerto y los viejas, pudriéndose, se transforman en algo nuevo. En
médanos y arenales constituyen el escenario diurno, resumen, el sistema dualista tradicional se convierte, en
mientras que el prostíbulo, el reino -degradado- de las los textos de Arguedas, en un nuevo instrumento dialéc-
mujeres, domina la noche. tico, eficaz para la interpretación de una realidad com-
pleja.
Ahora, cada elemento de una oposición contiene tam-
bién su contr ario y puede transformarse en él. El propio
autor, en efecto, es también de abajo (costa, idioma es- Texto híbrido y comunicaci6n literaria
pañol) y se halla profundamente arraigado en el presen-
te. Los excampcsinos «desertores .. de las tierras altas se En los sistemas literarios de Guaman Poma y Argue-
convierten en criollos que no dejan, por otra parte, de di· das, lo híbrido, para subrayarlo nuevamente, consiste
rigir su mirada hacia arriba. El criollo negro 1Vloncada y en que el texto busca articular dos sistemas de expresión
e1 norteamericano l\1axwell, personajes ~~de abajo .. por normalmente incompatibles, opuestos por su idioma, las
excelencia, quedarán <mdinizados .. para siempre. La ciu- concepciones espacio-temporales subyancentes, su origen
dad costcúa de Chimbote, dividida a su vez en una mitad histórico y, más que nada, la situadón colonial o semí-
hanon (los médanos casi a:lil.dinos poblados por los inmi- colonial. En estos textos aparentemente occidentales {eró~
grantes serranos) y una mitad urin (el puerto y la franja nica, novela), el sistema hispano-occidental desempeña
marítima dominada por los criollos, los extranjeros. y las a menudo, como en los ritos católico-indígenas de las
prostítutas), acaba transformándose en una ciudad uandi- comunidades andinas, una función de pretexto o facha-
nw•, un «llUevo Cusco" o· centro del mundo según la cos~ da, mientras que el sistema quechua domina las zonas
mología antigua. Los signos de su modernidad, como la . · ·· más profundas. Aparece así el fenómeno de la «doble de:..
columna de humo incandescente de la fábrica de acero, · terminación» o de la udiglosia culturaL, (cf. cap. IV):
será una de sus 1uaLas (lugar sagrado en la cultura que- cada uno de los dos sistemas se impone por momentos o
dma antigua) principales. El idioma espaüol se impone por zonas; el predominio relativo de uno de ellos depen-
~;obre el quechua (tanto en el discurso narrativo como de no tanto del texto en sí, sino de su recepción.
en el universo evocado), pero lo paga con su quechuiza- Los destinatarios oficiales de las obras de Guaman
ción. El propio vehículo narrativo, la novela de origen Poma y Arguedas no reaccionaron o demoraron en reac-
ocddei1tal, acabará por desembocar en una especie de cionar a su .. mensaje». El rey de España, destinatario
1
216 Marti11 Li enhard
La voz y su huella 217

principal de la cromca de Guaman Poma (y cabeza del


Ta_wantinsuyu utópico creado literariamente por el cro- dentales .. o ucriollos .. , más libres en su manejo de los ¡
nista), parece no haberse dado por aludido. El públíco materiales discursivos, puede favorecer también el acce- ¡
criollo, orientado hacia Europa, ignoró o desprctió du- so a los textos híbridos, experimentales por definición. i
¡;
rante decenios, fuera de algunas excepciones notables, I nstrumentos útiles para la autoidentificación de los ¡,
la obra de Arguedas. Ninguna de estas actitudes debe nuevos sectores andinos urbanos, y para el autocuestiona- l·p
sorprendernos. ¿No representó o representa este destina- micnto de los uintclectuales progresistas .. , las obras de ..
~ ¡¡¡;

tario •oficial.. respectivo justamente a las fuerzas socia- G t~am an Poma y de Arguedas, juntamente con una se-
les que fueron o son responsables o cómplices de la situa- rie de obr as análogas más reCi entes, son la propuesta
ción colonial o semicoloníal en el Perú? ¿Cómo exigirle,
además, que capte un "mensaje" codificado según un có-
práctica d e una cultura escrita alternativa para el mo-
mento presente. .
l
.
digo híbrido, que incluye un sistema ajeno a su cultura? '

Con el paso del tiempo, sin embargo, un nuevo públi-


co más adecuado podría sustituir a los destinatarios ofi ... -~
ciales de antaño. Un público no sólo capaz de descodifi-
car los textos, sino también deseoso de apropiárselos. En
la época de Guaman Poma, el primer siglo de la colonia,
tal hipótesis hubiera resultado prematura: la población
andina autóctona, dada la casi ausencia de escolariza-
ción, no podía constituir un público posible ; en cuanto
1
a los españoles bilingües, numerosos, el hibridismo de
la crónica no les hubiera permitido, sin duda, considerar-
la como un texto .. serioH. Cuando Arguedas inició su
' labor literaria, la situación no se había todavía modifi-
cado substancialmente. En los últimos decenios, en cam-
bio, la situación socio-cultural se ha ido transformando
radicalmente: el éxodo ntral y la relativa hispanizadón
de la población andina, como también la extensión del
sistema escolar, son factores que aumentan el público
posible para las obras - ambas actuales~ de Guaman Pom.a
y Arguedas; el creciente inter és nnacional" de muchos in-
telectuales de clase medía, que implica un acercamiento
al mundo andino. es otro factor más. La experiencia de la
lectura, fin almente, d e los textos con temporáneos "occi-
f
1
J
CAPITULO VII La voz y su huella 219

EL HOMENAJE RITUAL AL INCA zos, dramatización del conflicto entre el Inca Viraco-
1 Y SU ADAPTACIÓN LITERARIA
EN TRES TEXTOS COLONIALES
cha y su hijo Pachacutic, y la Ynstru9íón. . . del I nca
Titu Cusi Yupanquí (Yupangui 1570/ 1985), centrada
1 (JUAN DE BETANZOS, TITO CUSI YUPANOUI en la resistencia antiespañola de su padre M anco Inca.
OLLANTAY) · . ' El olvido de estos textos en el famoso debate a cerca
1
del <~teatro incaico» (vinculado a la polémica acerca del
,i1
f
Los tres textos origen del Ollantay) se debe sin duda, como sucede en
f
otros casos análogos, al hecho de que lo s supuestos "in-
! El famos o drama quechua Ollantay, cuya primera ver- formes .. , con1o los de Betanzos o d e Titu Cusi, no se sue-
i'
sión escrita se realizó, según los datos disponibles, en la len leer como textos literarios, sino como meros· docu-
segunda mitad del siglo xvnr, ha suscitado una polé- mentos históricos o antropológicos. Sin embargo, tanto
mica larga, a menudo estéril y repetitiva, entre los defen- la Suma como la Ynstm~ión presentan un grado relati-
sores de su supuesto origen incaico y los que insisten, vamente alto de elaboración literaria - y aún dramática,
por el contrario, en sus rasgos coloniales e hispánicos. como veremos. En una investigación acerca de la super-
No queremos entrar aquí en esta polémica: partimos, vivencia literaria del whomenaje al Inca .. ofrecen, ade-
en efecto, del hecho de que el Perú, como toda el área más, serias ventajas sobre · el Oll~ntay : se conocen no
andina, sufrió en el siglo xvr un irreversible trastorno sólo sus autores, las fechas y el contexto en que conci-
global, y que a partir de entonces, cualquier manifes- bieron o escribieron sus obras, sino también sus motiva -
tación cultural andina surge en un horizonte híbrido, ciones. Ambos autores estuvieron vinculados a la dinas -
caracterizado por el predominio de la cultura oficial y tía incaica. Betanzos, uno de los primeros letrados es·
la resistencia de unas culturas autóctonas marginadas pañales en el Perú, casado · con una hermana del Inca
que se nutren tanto de su pasado autónomo como de su Atahuallpa, sirvió de intérprete e intermediario entre au-
historia en el marco colonial o semicolonial. También toridades espaiiolas e incaicas ; el último capítulo de la
los textos existentes del Ollantay, todos necesariamente SumÓ, publicado por vez primera en 1987, sugiere un
de origen colonial, se han de enfocar, por consiguiente, papel activo de nuestro aútor en los intentos para conse-
a partir de ese horizonte bi- o pluricultural. guir una capitulación ujusta" de Sayií Tupac, Inca de
Ahora, este drama no es, como se suele suponer, la • Vilcabamba . En cuanto a Titu Cusi, nieto d e Huayna
única obra literaria colonial que guarda relación con un Capac, basta decir que él fue quien dirigió, después de la
tipo de espectáculo incaico de índole épica que llama- enigmática capitulación de Sayry Tupac, el r educto in -
remos "homenaje ritual al Inca". Dos textos más, por lo caico de Vilcamba. Una confrontación de los tres · tex-
menos, remiten, más por su estructura profunda que por tos, emparentados por su temática y su exposición más
su aspecto actual, al mismo origen : los capítulos 6-17, o menos dramatizada, debería p ermitirnos definir, a par·
quizás otros más, de la Suma y narración de los Incas tir de su relación con Ia tradición oral incaica, su .. géne-
[1548 -56/ 1987) del intérprete español Juan de Betan- ro ... Esta indagación, a l mismo tiempo, contribuirá a es-


'
Mattin Lienlwtd La voz y su lzuella
221

clarecer los comienzos y primeros desarrollos de una li- preeminencia de su padre, no accede al deseo de sus
teratura •peruana8 escrita no incaica ni española, sino ... dignatarios. Pacientemente reedifica y reorganiza la· ca-
andina. pital y el reíno, dotándolo de santuarios, depósitos ace-
Sin hacer hincapié, por ahora, en las diferencias de su quias, instituyendo un calendario y repartiendo ti~rras.
escritura, resumiremos a continuación las principales ar- Acabada la obra, manda buscar a su padre, quien le im-
ticulaciones dramáticas de los tres textos. pone ahora la masl?.apaycba y el título de Pachacutic
Inca Yupanqui. El nuevo Inca castiga la deslealtad de
su padre, obligándolo a tomar chicha en un recipiente
]u.an de Betanzos : u La victoria de Paclzacutic" suelo. A la muerte de. Viracocha, Pachacutic lo honra
con una serie de ritos, en los cuales se exhiben, con acom-
En los días del Inca Viracocha, el rey o gapaq inka
pal1amiento de cantares narrativos, las momias de los
de los chancas, Uscovílca, decide imponer su autoridad Incas muertos.
en el Cusco. Ante las fuerzas superi ores del enemigo, el
Inca huye con su corte a Saccsahuana con el propósito
de llegar a un acuerdo con Jos chankas. Sólo quedan en Titu Cusí Yupanqui: «La epopeya_de Manco Incau
el Cusca su hijo menor Inca Yupanqui con tres amigos,
porque ellos prefieren morir luchando por su libertad y Cuando l?s _espaüoles llegan a Cajamarca, el ílegíti-
la del Cusco. Pese a varias embajadas, Viracocha se nie- mo Inca qulten? Atahuallpa intenta resistirles y cae pre-
ga a socorrer a su híjo en su resistencia. Gracias a las so. Desde la carcel manda asesinar a su hermano cus-
revelaciones nocturnas del dios Viracocha Pachayacha- queño, el Inca Huáscar. Los españoles ejecutan a Ata-
chic, el Inca Yupanqui vence a los chankas. Uscovilca huallpa. El soberano legítimo Manco Inca, en el Cusco
muere en la batalla. Victorioso, el hijo se presenta ante s~ alía con los pizarristas contra los capitanes del Inc~
i
su padre y le ofrece pisar las insignias y los prisioneros e_3ecutado. Challcuchíma y Ouísquis, que siguen resis- 1
. ;
i· enemigos (rito de victorht), pero éste rechaza el homena- tiendo. Los pizarristas se instalan en el Cusca, donde
je e insiste en que su hijo mayor, I nca Urca, goce de Manco Inca les tributa los mayores honores. Pero dos
, este privilegio. El Inca vencedor, considera ndo tal res- hermanos del .. marqués .. Pizarra, ~sedientos de oro, lo
puesta como afrenta, regresa al Cusca, no sin triunfar toman preso dos veces para cobrar un rescate y quitarle
antes de una traición urdida por su propio padre y los a Cura Ocllo, su hermána-esposa. Le hacen sufrir toda
.capitanes chankas. Qespués de haber vencido una segun- cJas e de vejámenes. Manco Inca les entrega .un tesoro y,
da vez a los chankas, a cuyos capitanes castiga con gran ast~tamente, una princesa que no es la qoya Cura Ocllo.
crueldad, Inca Yupanqui encarga a su amigo Vicaquirao ~aJo pretexto de un levantamiento indio, Íos pizarristas
la misión de traer a su padre al Cusca. Avergonzado, Vi- .o vuel:'e_n a enc~rcelar. El sumo sacerdote Vila Oma y
racocha Inca declina la invitación. Repetidamente, los ~m capltan, hostiles desde siempre a los españoles, le
nobles cusqueños ofrecen a Inca Yupanquí la maskapay- Instan a rebelarse. Y Manco Inca se escapa, junta tropas
cha, insignia del poder real, pero éste, respetando la de los cuatro cuadrantes del Tawantinsuyu y pone cerco
Martin Lienlwrd La voz y su huella 223
. 222

al Cusco y a Lima. Por milagro, los españoles logran Ollanta se refugia en [Ollantay-) Tampo. Allí nom-
huir. Los indios los persiguen, pero son derrotados. P~r~ bra a un sumo sacerdote. Hancco Ayllo Auqui, y a un

.
!.•

! evitar el aniquilamiento de sus tropas, Manco Inca un- lugarteniente Orcco Huarancca; luego se hace aclamar·
' cía una "larga marchfl" hacía Chachapoyas, castigando como Inca. Durante diez años logra derrotar las expe-

l
!
a los }1Uancas y a. qtros aliados de los españoles, mat~~­
do a centenares de pizarristas. Al fracasar en su pro_pos_l-
to, el restablecimiento de su poder en todo el ter_·n torto
diciones militares cusqueñas, dirigidas por su viejo ri-
val Romi Ñaui.
En el Cusca muere el Inca Pachacuti. Le sucede su
hijo Tupac Yupanqui. Romí Ñaui, nuevamente encarga-
;'1 del Perú, Manco se resigna a retirarse con sus d1gnat a-
rios al Jwtisuyu, zona de los indios amazónicos. Antes do de reconsquistar el Antisuyu, baja a Tampo, disfrazado
de emprender viaje, deja a 1-::>s indios reunidos en fOllan- de desertor, gana la confianza de Ollanta y lo confirma
tau-1 Tamoo su testamento, en el cual les exige una re- en su intención de celebrar una gran fiesta el día del inti
V watana (solsticio). Mientras tanto, en el Cusca, Yma
sistcncia permanente y paciencia hasta su retorno. ~-
J j -

rios años más tarde, en el nuevo estado incaico de Vll- Suma, hija de Cusi Ccoillor -y de Ollanta- descubre el
cabamba, algunos refugiados españoles, almagristas (fac- calabozo secreto de su madre. En Tampo, Romi Ñaui.
ción antipizarrista), asesinan por traición a !v1anco Inca. aprovechando la ebriedad festiva de los anti, c~ptura
Antes de que logren salir de los dominios del Inca, los a O llanta y a su s partidarios; luego los presenta al Inca
·.•
asesinos son captUrados ' y ejecutados con crueldad. Man· ' pidiendo par a ellos un castigo atroz. El Inca parece
co Inca, cuya agonía dura varios días, entrega el podet• aceptar la sugerencia de Romí Ñ~ui, pero en el último
a su hijo Titu Cusi Yupanqui, autor (aunque no escri- momento manda poner en libertad a los prisioneros y,
a la sorpresa general, concede al .. traidor» Ollanta la
biente) del texto.
función de segunda persona del Inca ( inka rantin) y a
J. Orcco Huarancca, el gobierno del Antisuyu. En este mo-
Ollantay mento feliz llega Yma Suma para pedir clemencia por
su madre. Acompañado por Ollanta y los demás, el Inca
Ollanta militar festejado por sus victorias sobre los
penetra en el recinto de la casa de las ñustas, donde
chanka~, waminga (general) del Antisuyu, mantiene,_. a descubre a Cusi Ccoillur y se entera de la intransigen-
escondidas, relaciones amorosas con Cusi Ccoillor, la luJ.a
cia de su padre. Reparando ia injusticia de Pachacuti,
predilecta del Inca Pachacuti. Pese a los consejos con-
le devuelve a Ollanta su esposa.
vergentes del sumo sacerdote Huillca Urna y de su pro-
pio criado Piqui Chaqui, Ollanta decide, antes de empren-
der una nueva expedición militar, solicitar al Inca su uEl homenaje ritual al Inca~~
hiia por esposa. Airado, Pachacuti le recuerda su con-
dició~ de nma (hombre común) y lo expulsa; como se Cada uno de estos tres textos, una vez despojados de
sabrá más tarde, encierra a su hija, ya encinta, en un los aspectos contingentes de su argumento, constituye
cah1bozo de la casa de las ñustas (princesas). esencialmente una reflexión dramatizada acerca del po-
/
..
''
.·.¡···.:·

· Martín l.ienlwrd La voz y su ltuella 225

. . der, las responsabilidades y las prerrogativas inherentes


'
de Titu Cusi corresponde, obviamente, a la tradición
··. ·. a la función suprema en la pirámide jerárquica del esta- vílcabambina de Manco Inca; en cuanto al Ollantay, se
do inca, la de qapaq inka. En las tres obras, esta fun- trata sin duda de una tradición colonial neoinca.
ción se ve amenazada por fuerzas periféricas o centrí-
fugas. sea por el propio Inca · aliado con los enemigos 1 El hecho de que los tres textos se centren en la fun-
ción del qapaq inlw sugiere, en todo caso; una inspira-
· · hereditarios en Betanzos, por las fuerzas conjuntas de 1 ción "incaica... Contrariamente a la memoria histórica
los españoles y sus aliados andinos en .Ti tu Cusi, o por f mesoamericana, basada fundamentalmente en la suce-
el general plebeyo (runa) Ollanta aliado con· los anti en l. sión de ciclos astronómico-matemáticos [3.2/ Brothers-
el drama quechua Ollantay. 1 ton 1979), la memoria incaica, tal como la conocemos a
No importan tanto lo s nombres propios n i la realidad través de las primeras crónicas, distingue primero las
histórica , má s o menos .. rectificados" (Betanzos, Titu épocas preinca e inca , y subdivide luego la segunda en
Cusi) o péu-~ialmente apócrifos (Ollantay) : la historio- períodos que corresponden a los reinados de los Incas.
grafía incaica, como toda historiografía dinástica, acos- ¿,Cómo se actualizaba la tradición incaica? Si nos
tumbraba, como bien lo observó el cronista Cieza de León, acercamos a las indicaciones, bastante p recisas y coinci-
ofrecer un cuadro expurgado y positivo del pasado re-
gional :

( . . . ] los que sabian los roman~es a bozes grandes,


l dentes, que varios de los cronistas mej or informados nos
tran smitieron acerca de la ritualidad incaica, veremos
surgir ante nuestros ojos y oídos no el teatro al estilo
greco-latino-renacentista que ciertos historiador es anti-
guos (entre ellos, el propio Garcilaso) y modernos tru-
mirando contra el Ynga, le contavan lo que por
sus pasados avía sido hecho; y si entre los reyes tan de defender, sino unos ritos imperiales artísticamen te
alguno salía r emiso, covarde, dado a bic;ios Y ami- elaborados, destinados a glorificar la dinastía, a afir-
go de holgar sin acrec;:entar el señorío de su ynpe- mar su origen celestial y a rendir homenaj e a sus diviní- -
rio, mandavan que destos tales oviese poca me- dades tutelares. Entre toda s las descripciones conserva-
moria 0 casi ninguna; tanto mir avan esto, que si das elegimos, por su precisión, su belleza y su estrecha
alguno se hallava era p or no olvidar el nonbre f. relación con el primero de nuestros textos, una de Be-
suyo y la <;use<;ión; pero en lo demás, se calla va tanzos :
sin contar los cantares de otros que de los buenos
y valientes (Cieza 1985: cap. XI). ( ... ) e otro día de mañana/ fue traída mucha jun-
~~ . cia/ e echada por toda la plaza/ e traídos muchos
Es probable que la evaluación de los. h echos de cada ramos e hínca dos en ella/ de los cuales ramos fue-
uno de los Incas sufriera modificaciones con cada cam- ·:r on colgados muchas flores/ e muchos pájaros vi-
bio dinástico. El texto de Betanzos, según Rostworowski vos/ e ansi los sei1ores del Cuzco/ salieron muy bien
(1987: 44 ss.), deriva de la tradición oral de la camar~­ vestidos/ de las ropas que ellos más preciadas te-
lla o panalw de los descendientes del Inca Pachacuti ; el nían/ y el Ynga juntamente con ellos. E ansi mes-
226 Martin Lienlzard La voz y su huella 221

mol v1meron los caciques/ los cuales . traían vesti- sión en períodos -cuyo interés se verá más tarde-
dos los vestidos/ que el Ynga les diera/ e luego fue- es nuestra].
ron sacados allí a la plaza/ mucha e muy gran
cantidad de cántaros de chicha/ e luego vinieron las Con g ran fuerza sugestiva , este fragmento de la Suma
set1oras/ así las mujeres del Ynga como las de los -~ . de Betanzos pone en escena el ritual de victoria q ue rea- ,
demás principales/ las cuales sacaron, muchos e di- lizó el Inca Yupanqui después de sus victorias sucesivas
versos manjares/ e luego se sentaron a comer to- sobre los chankas. Sin duda a lguna se trata fundamen-
dos/ e después de haber comido comenzaron a be- mente de un gaylli (canto de triunfo). una de cuyas va-
..:.
ber/ .Y después de haber bebido el Ynga mandó riantes, el canto de la cosecha, existe hasta hoy. En va -
sacar cuatro atambores de oro/ e siendo allí en la rias otras oportunidades, . como se desprende de la cró-
plaza/ mandáronlos poner a trecho en ella/ e luego nica, el Inca Yupanqui ordena ritos h·iunfales análogos
se asieron de las manos todos elles/ tantos a una [d. 1a. parte, cap. XIX] . .
parte como a otra/ e tocando los atambores que· En su configuración general, este homenaje parece ser
ansi en medio estaban/ empezaron a cantar todos representativo de toda una serie de ceremonias incaicas
juntos/ comenzando este cantar las señoras muje- que se escenificaban con motivo de la muerte, el nací-
res/ que detrás dellos estaban/ en el cual cantar de- miento, la ncoronaciónu o el matrimonio de un Inca. Que-
cían e declaraban/ la venida que Uscovilca había remos d estacar algunas de sus características decisivas.
venido sobre ellos/ e la salida de Viracocha Ynca/ En primer lugar. el "espectáculo .. o representación dramá-
e como Ynga Yupangue le había preso e muerto/ tica surge en medio de un rito que involucra a toda la·
diciendo que el sol le había dado favor para ello aristocracia incaica y cuyo marco, como en los ritos an-
como a su hijo/ e como después ansi mismo/ había dinos a ctuales, es una especi~ de banguete colectivo con
desbaratado y preso e ·muerto a los capitanes/ que sus comidas, la bebida sagrada (aqa : chicha) y la hoja
de coca. La representación, centrada en la victoria del
ansi habían hecho la junta postrera/ e después rles-
Inca sobre los chankas y en la afirmación del origen so-
te canto/ dando lores e gracias al sol! e ansi mis-
lar del I nca. combina el canto acompañado de los tam-
mo a Ynga Yupangue/ saludándole como a hijo del
bores, narración y danza . Más exactamente : un cantar
sol! se tornaron a sentar/ e ansi mesmo comenza- ...
épico protagonizado (como los ga:rawi campesino"s de la ,. '

ron a beber de la chicha que allí tenían/ que a según actualidad) por un grupo de señoras, un a compañamien-
ellos dicen/ había muy mucha [ .. . ] y en gran can· to rítmico (como en los ritos ganaderos - homenaje a las
tídad/ e luego les fue traído allí muy mucha coca/ divinidades wamani y a la pacha mama o ma dre tierra-
y repartida entre todos ellos/ y esto ansi hecho/ de hoy), y un baile ..:..una danza guerrera- cuya coreogra-
se tornaron a levantar / e hicieron ansi mesmo como .;
fía, con participación de los vencedores y los vencidos :
habeis oído su canto e baile/ la cua l fiesta duró seis ataviados, se describe en otra oportunidad, en la evOca-
días [Betanzos 1987: la. parte, cap. XIII; la divi- ción del rito de la v ictoria sobre lós soras (ibid.: cap..
Martin Lienhard La voz y su l1uella 229

. · Las caramuzas o danzas guerreras que se reali- to dentro como fuera de los espectáculos 'rituales "se-
····.. en muchos ritos andinos modernos reproducen, sin rios,, una expresión teatral cómica que los cronistas evo-
...•• .duda, algunos de sus rasgos. Llama la atención que Be- can con los conceptos de la cultura cómica popular de
. tanzos no aluda a la existencia de .. actor(;!s" en el sentido la Edad Media y del Renacimiento españoles; expresión
•. del teatro occidental. que se puede quizás relacionar con otra, análoga, que
Cíeza de León, cronista muy cercano, en su expe- existe en la ritualidad andina actual: wa-gones de la sie-
.· .rienda, a Betanzos, asocia insistentemente los homenajes rra central, churzchos -personajes disfrazados de indios
a los Incas con las formas tradicionales de la poesía amazónicos- en el Cusco, etcétera.
cantada en España: cantares, romances, villancicos (Cie- Los cronistas citados coinciden en que la narrac10n
za 1985, esp. cap. XI]. Más que el romance, el villanci- que guía el desan-ollo del homenaje ritual toma la for-
co suponía una coreografía detenninada. Pero Cieza men- ma de un cantar, de una relación épica cantada con acom-
ciona todavía otro recurso dramático. En los ritos de en- pai'iamíento rítmico-musical. ¿Por qué no se conservó
tronización de un nuevo Inca, que fueron al mismo tiem- ninguno de estos cantares en su forma primitiva? La res-
po homenajes rituales a los Incas muertos, se colocaban puesta es relativamente obvia: en el Perú, contrariamen-
en un escaño sus .. bultos .. (momias o imágenes), y se can- te a 1\'lesoamérica, no se recopilaron, con la excepción del
taban sus hazañas . .,y cada bulto -dice- tenía sus truha- ciclo mitológico de Huarochirí (Taylor 1987], textos lar-
nes o desidores questavan con palabras alegres con- gos en idiomas indígenas. Tenernos que formular enton-
tentando al pueblo.. [cap. XI]. Tales .. truhanes.. se po- ces la hipótesis de que los textos d e estos cantares se en-
drían quizás comparar con los que menciona el cr01ústa cuentran, bajo formas quizás modificadas, en las cróni-
Guarnan Poma · en un contexto de espectáculos cósmicos : cas históricas escritas en español. Dada la coincidencia
entre el argumento épico resumido por· Betanzos en la
Tanbién auía truhanes que les llamauan saucac ri- descripción anterior, y el contenido de la nan-ación que
mac (que dice cosas divertidas], cocho rinzac (que
la precede en el mismo texto, no dudamos en considerar-
dice cosas alegres]; éstos eran yndios de Guanca
la como transcripción -más o menos libre- de los can-
Bílca. Tanbién auía farsantes ; a éstos· les llamauan
llama, llama, haya chuco (llama, llama, sombrero tares de un .homenaje ritual: motivo por el cual intenta-
picante) que eran yndios yungas, chucare1~os sauca- mos , en la reproducción del fragmento, una división en
chicoc (que hace chistes en la corte). acichicoc períodos -puramente experimental- que haga sentir la
1 '

(que hace reír); poquis colla (Oulla estúpido], enunciación rítmica. Partiendo de otras preocupaciones,
millm.a rirzri [orejas de lana, torpe). Estos hacían Rostworo'i-vsld (1987: 48) insinúa también el~ origen can-
farsas y fies tas (Guaman Poma 1980: f. 332] . tado y las características épicas de la n~rración de Be-
tanzos. Pensarnos que la Y nstrución de Titu Cusí y, en
la yuxtaposición de las citas de Cieza y Guaman un grado menor, el Ollantay, apuntan a un origen se- ·
se desprende que en la corte incaica existió, tan- mejante.
1'

230 La voz y su lluella


Martín Lienhard 231

Ahora bien, ninguno de los elementos mencionados, ches trabajos de traducción al quechua por motivos de
sugiere la existencia de formas -u obras- teatrales se- evangelización. Después de subrayar que la ~vida y he-
mejantes al drama occidental. Níngun cronista de la épo- chos de los Ingas Capac Cuna pasados.. se han «tradu-
ca, por otra parte,, nos trasmite el argumento y la puesta cido Y recopilado de lehgua india", el cronista declara
en escena de un hipotético udramá incaico• en el sen- que •la historia de semejante materia no da lugar.., a un
tido europeo, sin duda no por falta de interés: en la mis- '"estilo gracioso y elocuencia suaveH, puesto que él, como
ma época (hacia 1590), un fraile cronista español, Juan fiel ntraducidoru, tiene que ..guardar la manera y orden
Cobo, analiza las categorías del' teatro chino y presenta de hablar de los natur~1es ••. El texto presenta la cosmo-
el resumen de dos comedias de .. cosas morales", una <>con- gonía cusqueña (cap. I-V), resume en un sólo capítulo la
tra los convites, comidas, bebidas y amistades ruinesu, y sucesión de todos los Incas hasta Viracocha Inca, para
otra «Contra la soberbia" (2.1/ Remesal 1617/ 1964-66: explayarse luego, a lo largo de 27 capítulos, en la evo-
t. II: 411-412]. ¿En qué consiste la diferencia fundamen- cación de la figura del Inca Pachacuti, sus luchas contra
tal entre los homenajes rituales incaicos y el drama oc- los chankas, el conflicto con su padre y la reorganización
cidental o la comedia china evocada por Juan Cobo? Muy total del estado incaico. Ninguno de los Incas posterio-
esquemáticamente, el teatro occidental culto (como tam- res merece los mismos honores. La atención devuel-
bién el chino) parece centrarse en los conflictos de con·. ta a Pachacuti Inca Yupanqui no es de ningún modo ca-
ciencia provocados por las circunstancias de la vida so- sual. Por un lado, Betanzos parece seguir la tradición
cial y política, mientras que el espectáculo incaico tiende del linaje de los .. descendientes y nietos de Ynga Yupan-
a enaltecer la función del qapaq inlw, a celebrar el pre- gui», segun él ulos más sublimados y tenidos en más en-
sente dínástico y a actualizar la armonía entre el sistema tre los del Cuzco que de otro linaje ninguno.. (cap.
político del Tawantinsuyu y el sistema cósmico. En tan- XXXII]. Por otro, el propio I nca parece haber prepara-
to que acto ritual, el espectáculo incaico no trabaja es~ do su culto; segun Betanzos, el Inca, arl'tes de morir,
pecialmente el «Suspense .. dramático -esencial en el tea-
tro europeo. La representación de la «vida privada .. , aun- alzó en alta voz un cantar/ el cual cantar el día de
que sea la del propio Inca, no entra en sus atribuciones. hoy/ cantan los de su generación en su memoria/
el ~ual cantar decía en esta manera/ desde que flo-
recia como la flor del huerto hasta aquí! he dado
La adaptación literaria
orden y razón en esta vida y mundo/ hasta que mis
de 1os homenaje~ rituales al Inca
fu erzas bastaron/ y ya _soy tornado tierra (ibid.J.
Juan de Eetanzos
Como lo sugiere Betanzos, Pachacuti no desperdicia
En el prólogo de su Suma, destinado al virrey A de ninguna oportunidad para "ordenar.. cantos triunfales que
Mendoza, Betanzos, quechuista respetado incluso por el conserven su memoria. Todavia Guaman Poma (1980 :
Inca rebelde Titu Cusí Yupanqui, se refiere a ·' sus mu- f. 109) afírma que Pachacuti ~compuso fiestas y meses 'y
La voz y su huella 233.
Martín Lienlzard

Por otra parte, toda la Suma, contrariamente a la cró-


pascuas y danzas», conjunto que bien pod~ía .ab~rcar los nica de Cieza (para no hablar de Garcilaso) se caracteri-
ritos de triunfo y homenaje. Esto parecena md1car que za por el predominio total de la narración sobre las di-
mucho más de un siglo después de su muerte, todavía se gresiones explicativas. Sólo muy de vez en cuando, el
recordaban estos cantares -no sabemos si su .. letra .. o autor las introduce para proporcionar ciertas informa-
su fama. ciones indispensables al destinatario (traducción de cítas y
vocablos quechuas, etimologías -como la de capac, cap.
Desde luego," la actividad npublicítaria" del Inca no es
XXVII) , o para distanciarse de ciertas creencias: así, el
el único motivo para su supervivencia .. literaria». Pacha-
narrador se ríe de las conversaciones de Inca Yupanqui
cuti fue el primero de los Incas expansionistas, figura
con el sol (cap. XXXII]. La narración propiamente dicha
ejemplar del Tawantinsuyu y .. vida" adecuada para su
combina momentos de "nan·ación pura.. (acción) y de
representación en un espectáculo didáctico-ritual. Sar- "narración escénica.. (con diálogos y monólogos). Sólo
miento de Gamboa [1572/1901), otro cronista que tra- los personajes de alta jerarquía tienen derecho al mo-
bajó con fuentes orales cusqueñas, dedica también a Pa- nólogo: los Incas, sus dignatarios (a menudo como voz
chacuti un espacio mucho mayor que a cualquier otro colectiva o .. coro,), la divinidad Viracocha Pachayacha-
Inca. chic. Los monólogos del Inca aparecen por lo general
Según Betanzos, Topa Ynga Yupanqui, su hijo, empe- como discursos a los dignatarios reunidos en «junta" o
zó a organizar el culto .póstumo a su pad re: asamblea del Tawantinsuyu. El diálogo no resulta un in-
tercambio rápido de réplicas cortas, sino más bien una
[ ... ) mandó Topa Ynga Yupangui que este bulto sucesión de largos mo~ólogos de índole hierática. A me-
(de Pachacuti) sacasen los de su mismo linaje a las nudo, los monólogos sufren una transformación en dis-
fiestas que ansi hubiese en el Cuzco Y que cuando ' curso indirecto que dificulta captar la composición dra-
ansi le sacasen le sacasen cantando las cosas que má tica del texto. A este propósito, cabe tener presente
él hizo en su vida ansi en las guerras como en su que el quechua desconoce el discurso indirecto; ·el lector,
ciudad (cap. XXXII). si desea .. reconstruir- el texto original, debe imaginar
los discursos indirectos de la traducción como directos :
Sea dicho de paso que Manco Inca, al retirarse a Vil- más de una vez, de hecho, Betanzos empieza un monólo-
cabam ba, se llevó este nbulto ... go bajo forma directa, para luego pasar a . la indirecta,
La h,)rma a parente del texto de Bctan zos es la de la .,de moda .. en el lenguaje culto de la época.
rclacióu histórica, común a muchos cron istas cspaüolcs. Un rasgo particular de la Suma es la' inserción de fra-
Sin embargo, llama la atención q ue ya al entrar en ma- ses dirigidas a un auditorio imaginario, huella sin duela
teria, Betanzos se sirva de una especie de voz colectiva, de la enunciación oral: ncomo ya habeis oído .. , .. como ya
sin duda la de la tradición mitológica oral : ~En los tiem- os he contado u. O la alusién a la transmisión oral: •Se-
pos antiguos/ dicen ser la tierra e provincias de Píru oscu- gún ell os seüalan ... De la propia prosodia épica quedan
ra/ y que en ella no había lumbre ni día u (cap. I).
La uoz y su huella 235
2 34 Martin Lfenhard

cia de los grupos de actoí·es -bailarines y los cambi os en


pocos rastros incier tos, quizás sobre todo en los monó-
la coreografía permitían entender 1a t ransición de u~a es -
logos directos. Tomado al azar, el fragmento siguiente
cena a otra, el l ector necesita, en efecto, una aclaración
suscita la impresión de la enunciación rítmica:
verbal, que Betanzos introduce de este modo: "dejare-
mos a estos ca pitanes y h ablaremos de los ot ros dos . .. ",
[... J y , estando [Inca Yupanqui] con esta pena/
"Y dejando a esto en este estad o, volvamos al, I nca Yu-
dicen que sería ya hora del sol puesto/ y que ya
panqui .., «e tornando a hablar de Vicaquirao ... "·
oscurecía la noche/ y como fuese anochecido/ q ue
Si tratamos ahora de reconstruir en la i maginación, a
dijo a sus compañeros y a los demás sus criados/
partir de los elementos disponibles, la puesta en escena
que se quedasen todos allí juntos como estaban/ e
efectiv a del h ome'n aje r itual al In ca, llegam os, con todas
que ninguno saliese con él! y ansi se salió del a po-
las reservas del caso, al cuadro síguiente. Una larga su-
sento/ sin llevar otro ninguno consigo/ ( ... ] e apar-
cesión de escenas referidas a lug ares y momentos diver -
tándose Ynga Yupangue de sus compañeros/ la no-
sos presenta la acción. La coreografía alterna danzas gue-
. che que ya la historia os ha contado/ dicen que .se
rreras -aquí <;narración pura " - y "juntas" del Inca con
fue a cierta parte/ de · ninguno de los suyos le Vle-
sus dignatarios . Los cantares, con acompañamiento de
sen/ espacio de dos tiros de onda de la ciudad/ e
tambores, ofrecen narración, monólogos, diálogos, .. co-
que allí se puso en oración a [ ... J Viracocha Fa-
r oS'' .· Ciertas réplicas podrían ser pronu nciadas por los
cha Yachachic [ ... ] : Señor Dios que me hiciste/ e
"decidores ... Lo s .. farsantes", si se extrapola a partir de los
diste ser de hombre/ socórreme en esta necesidad en.
espec táculos rúuales actuales, figurarían posiblemente,
que estoy1 pues tú eres mi padre/ y t ú me formaste
y diste ser y forma de hombre/ no permitas que yo
de modo có mico, a los pueblos sometidos.
sea muerto por mis enemigos/ dat:ne favor cont ra
ellos/ y pues tú me hiciste libre y a ti solo sujeto/ n ~ Titu Cusi Y upanqui
permitas que yo sea sujeto de estas gentes/ que ans1
me quieren sujetar y meter en servidumbre [cap . Pasemos ahora, sin i nsistir más, a la «vida" de Manco
VII-VIII}. Inca tal como su hijo Titu Cusí la dictó a sus escribas .
Titu Cusi Yupanqui, qapaq in}w del estad o n eoinca de
Las articulaciones sintácticas simples (sucesión de ora ~ Vilcabamba, sumo sacer dote consagrado a punchau, la
d ones principales separadas por la cópula y/e) Y las re- luz del día, concibió su relato con la intención d e trans-
peticiones (« no permitas. ' . u). pueden. _sugerir la. en~,n­ mitirlo, a través del gobernador Lepe Garcia de Castro,
dación métrica, apta para la neclamac10n o la recltacwn al rey español Felipe II. Así se explica la elección del .
cantada. idioma, e1 español, y la mera exis tencia de la Ynstmción
como text o escr ito. Dada Ja personalidad del autor.. no
Una serie de indicaciones parecen suplir la a usencia, en
cabe dudar de la inspiración incaica de la narración de
d texto escrito, d e los elementos visuales del espectácu-
los hechos; si bien el p ropósito inmediato es diplomá-
lo. Contrariamente al testigo vi sual a quien la alternan-
-
Martin Lienlwrd La voz · y su lzuella 237

tíco (la reivindicación de ciertos derechos dinásticos), su · que conforme al usso de su natural me ordenasen y con-
· presentación obedece a las normas del homenaje ritual al pusiesen esta relasión ... El escribano, a su vez, puntuali~
Inc.:C Al poner de relieve las hazañas de su padre Manco za que el Inca dio «avísso de todo .. [íbid: f. 62v). El de-
Inca, el Inca Titu Cusi Yupanqui sienta un ejemplo Y positario de la tradición histórica no puede ser sino
fija las pautas de su propio código político, que se cen- Titu Cusi, porque el fraile y el escdbano llegaron a
tra en la resistencia a la ocupación española por todos Vilcabamba después de la muerte de Manco Inca, respec-
tivamente en 1569 y 1560. En la escritura del texto, en
los medios: militares, religiosos, diplomáticos. Sabemos
que en Vilcabamba, como se había hecho en el Cusco para cambio, no se puede de antemano excluir la interven-
los Incas anteriores, se preparó un ~<bulto• de Manco Inca ción de las concepciones literarias del agustino. Al dic-
para los homenajes póstumos [Betanzos 1987: 2a. tado del texto asistieron, para garantizar la autentici-
parte, cap. XXXIII). Un informe agustino señala, por otra dad de lo narrado, tres dignatarios del régimen, desig-
parte, la importancia del culto que Ti tu Cusi rendía a la · nados como los ucapitanes .. Suya Yupanqui, Rimachi Yu-
memoria de su padre y demás antepasados (Calancha panqui y SuUca Yanac.
1639/ 1974: L. IV, cap. 4). Como en la Suma, de Betanzos alternan aquí escenas
A primera vista, nada dice que la Ynstru.ción sea, como de narración pura y escenas dialogales. Estas predomi-
el texto de Betanzos, la .. transcripción" de un homenaj e nan sobre las otras; todos los monólogos, diá1'ogos y de-
más réplicas se ofrecen, siempre, bajo forma de discur-
ritual a un Inca. Ella traduce, sin embargo, la tradición
so directo. Los dueños de la palabra directa son, como
oral incaica de Vilcabamba, única fuente plausible: Titu
en Betanzos, los personajes de alta jerarquía y la colec-
Cusi no presenció la mayoría de los sucesos narrados, y
tividad. En el bando incaico, sobre todo los Incas Ata-
su conocimiento de fuentes escritas es sumamente inve-
huallpa y Manco Inca, el sumo sacerdote Vila Oma, los
rosímil. Como toda tradición dinástica, su relación enfo- capitanes y el "corou de los dignatarios reunidos; en el
ca los acontecimientos a partir de la perspectiva impuesta
bando español se perfilan el Marqués (Pizarro), sus tres
por el momento presente y «rectifica", sin miramientos, hermanos y el •coro• innoble de los soldados. Los mo-
las incoherencias de la realidad histórica. Asi, por ejem- nólogos del Inca, elaborados como homilías católicas
plo, Manco Inca surge como único sucesor legítimo de [Esteve Barba 1968),. ponen de relieve la inicial mode-
Huayna Capac; sus hermanos no son sino usurpadores ración casi cristiana, también la firmeza del Inca. Gra-
o, en el mejor de los casos, Incas de transición, regentes. dualmente, ante la constante violación de las leyes andi-
La relación es el producto de la colaboración entre nas de reciprocidad (cf. Rostworowski 1987: 61-71) por
Titu Cusi, un fraile agustino y el secretario privado del los españoles, los .. parlamentos,. de Manco evolucionan
Inca, Martín Pando. Como uno sé el fras es y la manera desde una actitud favorable a los pizarrístas hacía el re-
que los españoles thíenen [sic) en semejantes avisos••, ex- chazo tajante, contrastando con el «extremismo .. inicial
plica Titu Cusi (Yupangui 1985: f. 64], urogué al muy Re- Y la posterior traición del sacerdote Vila Oma; evolución
verendo padre fray Mracos Gar<;ía y a Martín de Pando, inversa que parece corresponder a la ubicación cosmoió-
238 Martín LienJ:ard r..a voz y su huella 239

gíca opuesta de los dos máximos dirigentes incaicos: el y nosotros lo abemos de ser suyos perpetuamente pues·
'Inca, hijo del soL se asocia con la nmitad de arríbau ellos lo an querido" [ff. 40-41).
(hmian), mientras que· el sacerdote, como la esfera re- En la victoria sobre los huancas, aliados andinos de los
ligiosa en general~ . se vincula a la "mitad de abajo" españoles, se manifiesta un sarcasmo triunfalista que
(urin), al cuad~·~nte amazónico del Tawantinsuyu. volveremos a encontrar en los discursos y cantos que-
Por definición no cabe, en el discurso del Inca, ningu- cl1ltas de guerra modernos · (cf. cap. XII): .. veis aquí la
na confesión de d errota: sí se da un trato favorable a los confian<;a que tenían aquellos guancas al ydolo al que
españoles en el Per ú, no es por h,aber sido derrotado, tenia n por Víracochan, mira en qué an parado ellas y
sino por .. amor ", vocablo que traduce sin duda el concep- ellos y sus amos los espafi oles.. (f. -50).
to andino de recip rocidad. Si los españoles rompen el
Ya moribundo, Manco entrega el poder a su hijo Títu
pacto, tendrán que asumir las consecuencias lógicas:
Cusi (otra «rectificación" de la historia: a l\1anco le su-
1 cedió Sayri Tupac):
Y no penseis que os doy esto de miedo que tenga
de bosotros sino de mi boluntad mera, porque qué
Encomiendote tanbi¡;;n a estos pobres yndios que mi-
miedo avia yo de a ver de bosotro s estando toda la
r es por ellos como es razon e mira cómo me an se-
1 tierra debaxo de nü poderío y ma ndo e sy y o qui-
sies e en muy breve tienpo os poddan desbaratar a
guido y guardado y anparado en todas mis ne<;esi-
dades, dexando sus tierras y naturaleza p or amor de
I todos (f. 19] .
mi, no les travajes demasiado, no les acoses, no les
¡ riñas ni castigues syn culpa, porque en ello claras
Y luego, las amenazas:
1 mucho enoj o al Viracochan [f. 55).
f
l
! ¿Vosotros no sabeis que yo soy hijo d el sol e hijo '
Las relaciones entre el Inca y sus súbditos se expresan a
1
-~
<.lcl Viracochan como vosotros os ja tais? ¿Soy quie-
menudo en unos términos que recuerdan los ·de la rela -
~
ra quiera [sic) o algún yndio de baxa suerte? ¿Oue-
1
§
reis escandalizar toda la tierra y que os hagan pe-
ción entre el sacerdote católico y la comunidad de los
creyentes (.. queridos hermanos e hij os m íosu); su base,
da~os a todos? (f. 23].
f Ante la arrogancia de los españoles, finalmente, a sus
sin embargo, es la reciprocidad andina en su variante
"imperial..: el Inca puede exigir a sus súbditos una obe-
dignatarios : " ( ... ) luego los acabaremos syn · que quede diencia y abnegación .totales a condición de ofrecerles
ninguno y quitaremos esta pesadilla de sobre nosotros""')' bienes materiales y simbólicos equivalentes: regalos, pro-
holgarnos hemos,. (f. 34v) . tección, garantía de una vida digna y próspera. Así se
1
•1
El fracaso del sitio del Cusca, en la p erspectiva incaica,
no es ninguna derrota, sino tan sólo una etapa de una
explica también que Manco garantice repetidamente a
sus dignatarios la .. paga" (f. 44v) por sus servicios, algo
lucha a muerte. Así lo explica Manco Inca a sus digna- h.ipotética a raíz de su situación económico-política di-

., tari~s: .. ( . . . } sabed que son nuestros er1emigos capitales fícil.

1
'
240 Martin Lienlzard La voz y su lluella 241
1
1

La afectividad que tiñe estas relaciones de reciproci- laciones andinas para el l~ctor español -el propio r ey. ·'1
'

dad estalla en el ncanto" de despedida que los indios Sélo la soldadesca espaiioÍa, cuyo sociolecto se sugiere
1
dirigen a Manco momentos antes de retirarse él a Vil- con algunas interjecciones vulgares (.. ¡Ea! ¡Voto a tal! ..),
cabamba: se a1.1todescalifica moralmente faltándole a veces el res~
peto al Inca. 1
Sapaí inga, con qué corazón quieres dexar a estos Si el origen quechua de la Ynstrución no ofrece lugar
tus hijos solo s que con tanta voluntad te an desea- a duda s (el lector tiene a menudo la impresión de que
do y desean syenpre servir y que sy ne<;esario fuese se lo podría retraducir al quechua, cf. también Millones
pornian mil vezes la vida por ti sy fuese menes- en Yupangui 1985), sus caracter.ísticas escripturales y
ter, a qué rey, a qué señor, a quién l os dexas en- dramáticas no desdícen en absolu to, como se ha mostra-
comendados, qué deservü;ios, que trai<;iones, qué do, su homología con el texto de Betanzos. Paradójica-
maldades te hemos hecho para que nos quieres de- mente, ei aspecto triunfal de este probable homenaje ri-
xar ansy desanparados e syn· seiior ni rey a quién tual a un Inca resalta todavía más que en aquél: en una
respetar, pues jamás hemos conos<;:ído otr o señor situación que no deja de ser catastrófica, Manco no de-
ni padr e syno a tí y a Guaina Capac, tu padte y sus frauda en ningún m omen to las expectativas que implica
a ntepa sados [ ... ) Chicos y grandes e biejos y bie- la responsabilidad de qapaq inlw.
jas aparejados estamos para no te dexar de seguir- Podria resultar interesante confrontar la Ynstnt9ión,
te aunque tú nos dcxes [f. 44-44v) . sistemáticamente, con el único texto paralelo existente :
el final, descubierto y publicado hace poco, de la Suma
Para los súbditos, el gesto del Inca equivale a conver- ele Betanzos [1987 : 2a. parte, cap. XVII-XXXIII). Algu-
tír.los en lo que más teme el hombre andino: en wagclw nas de sus últimas escenas, como la del asesinato de Man-
-huérfano, r echazado, upohre ... Y su d olor se m oldea en co Inca, podrí9-n sugerir, hipótesi s nada inverosímil, que
un a imagen inocultablemente quechua: .. ( ... ] fueron ·ta- el cronista tuviera acceso a una tradición vilcabambina
les y tan grandes los alaridos que todos come<;:aron a dar, más antigua (época de Sayri Tupac); cabe también la
que par es<;ia que se horadaban los cerros .. (f. 46). posibilidad de que ciertas tradiciones cusquei1as se in-
Manco Inca -pese a lo que insinúa la situación real de ter esaran de cerca en los sucesos d e Vilcabamba.
dominación española- es la cúspide indiscutible d el uni-
verso textuaL Los españoles se integran, como socios me-
nores, a la jerarquía a ndina. Así, el Inca se dirige a
l Ollantay
1_
Pizarro como a uno de sus dignatarios, atribuyéndole el
titulo de apu (señor) y tuteándolo, mientras que el gober- 1.i .
La más antigua versión con ocída del Ollantay aparece
en 1816 entre los papeles de Antonio Valdez, cura de Sí-
nador, respetuosamente, lo llam a uvuesa. men;edn : de cuani. En 1768, el sacerdote, posible autor del texto, per-
este modo se «traducen .. (la morfología quechua descono- mitió a su amigo J usto Pastor Justíniani copiar el ma-
ce las formas verbales y pronominales de cortesía) las r e-
'
••'~ ' nus crito del drama que se había representado, según la
2 42 L a voz y su huella \ 243
Martin Lienhard

leyenda, delante de Tupac Amant II. Sin presentar prue- cual surgió el Ollantay. La obra, que combina rasg os
bas, cierto autor fecha en 1735 el descubrimiento de una de los homenajes rituales a un Inca y de la comedia es-
versión más antigua, desconocida , del texto [Yepez Mi- paúola, ofrece todas las características que se pueden
randa 1958]. Comoquiera que sea, el drama que conoce- esperar de un drama quechua producido en el siglo },."VIII
mos debe consiqetarse como pr oducto del siglo xvm: por o para los auténticos o supuestos descendientes de
.aunque h ubiera ·existido, como algunos afirman, un · .. mo- los Incas .
delo" del Ollantay en la epoca prehispánica, las estruc~ Ollantay presenta la forma exterior de la comedia es•
turas del dr ama actualmente a ccesible demuestran una pañola con sus t res jornadas. Si bien es cier to, como lo
evid ente adecuación a los g ustos estéticos y a las inquie- puntualizó Pacheco Zegarra [1878), que esta división
tudes del p úblico quechua colonial. El purismo quechua cuaja mal con la realidad dramática , Jos q uince cuadros
del texto, que a veces se esgrime como argumento de su escéniéos de su propia versión, muy desiguales en cuan~
a scendencia prehispánica, confirma más bien su elabora- to a su peso estructural, no t raducen tampoco Ia dinámi-
ción escriptural: los textos quechuas que re-3ultan de la ca de la. obl'a. En realidad, el Ollantriy presenta una es-
t ranscripcié n de materiales oré:!les aparecen,, en efecto, tructura dramática relativamente floja, yuxtapositiva,
con las características lingüísticas del quechua moderno, más ~~épica" que .. teatral .. - en el sentido europeo d el tér·
más o menos hispanizado; sólo una voluntad conscien- mino_
temente ••nostálgica· explica la existencia, en plena épo·- La versificación (cuartetas de versos octosilábicos ri-
ca colonial, d e un texto prácticamente sin inter ferencias mados) sigue las pautas espaií.olas más corrientes; nin~
lingüísticas españolas. Convertir el Ollantay en un dra- guno de los textos quechuas (ra nscritos en los primeros
ma prehispánico resulta , en r ealidad, una operacíón pu- decenios de la colonia (fundamentalmente cantos, oracio-
ramen te ideológica, destinada a a tribuir a la cultura in- nes, monólogos de algún Inca) presenta un sistem a mé-
-caica, sin otr o motivo que u n etnoccntrismo europeo trico de este tipo.
interiorizado, características análogas a las de la cultura La dramaturgia se vale de diálogos relativamente rá-
europea. pidos, de soliloquios y de cantos inter calados. Todo pa ~
La aparición de esta obra en el sig lo xvm, desde lue- rece denunciar aquí 1a huella de las concepciones españo-
go, no puede ser casual. En ese siglo, precisamente, se las : los homenajes r ituales, por lo que sabemos de ellos,
producen varios fenómenos r elacionados con una toma no favorecían el intercambio r ápido de réplicas, sino q ue
de conciencia andina, indígena e .. incaica ,. (cf. cap. III) : desgTanaban una sucesión de monólogos de tipo hierático,
quejas "incaicas" ante el rey n o sólo por ciertos .. abusosa, . pronunciados las más de las veces por el propio Inca o
sino por la situación general de opresión que su fre la po- por la voz colectiva de los dignatarios reunidos en asam- r1. ; ·

blación andina ; levantamientos armados en serie y de blea estatal. En el Ollantay, la única nj u nta ~ comparable
gran envergadura; desarrollo de un u movimiento nacio- a las que Betanzos y Titu Cusi emplean como medio prin-
nal inca n [Rowe 1976). Este movimiento auspicia una suer~ cipal para el diálog o, sería la coronación del Inca disi·
le de revival incaico que es, sin duda, el contexto en el dente Ollanta en la segunda jornada. Los demás iHá·
Martín Lienlwrd La voz y su l:u.ella 245

logos, en presencia o no de un Inca, ostentan un carácter tanzos no excluía, de ningún modo, la inserción de gara·
marcadamente ~privado .. , a veces confidencial, poco com- wis y otros cantos, éstos no iban a aparecer como ~ inter­
patible con el g énero del homenaje ritual a u n Inca. mezzi, mu sicales: todo el homenaje ritual se basaba en
Este parece privilegiar, siempre, las relaciones de reci- los cantares épicos y el acompañamiento rítmico-musical.
procidad entre el líder y la colectividad, y la represen- Los garawís del Ollantay, andinos pero coloniales.
tación de los momentos más espectaculares - obviamente ejemplifican la escritura híbrida del drama. El tercero
públícos- del acontecer histórico. Aquí, en cambio, como (Urpi uyuaitam clzíncachicuní/«Perdí la paloma que crié•)
en el teatro europeo de corte, se enfoca de preferencia, ofrece una pormenorizada descdpción comparativa de
aislándolo de la colectividad, al grupo de altos personajes, las bellezas de la amada, parecida a las que se escri-
y aún a los individuos que lo componen. El soliloquio de bían en la europa medieval y renacentista; la adapta-
Romí Naui derrotado por los Anti (segunda jornada), ción andina consiste en la, substitución de los términos de
ejemplo de presencia individual solitaria en el escenario, compm;a,~~,ón clásicos ;(~o~~s, claveles, perlas, cristaL m<ir-
es doblemente significativo a este respecto: impensable mol etct.}· t>r sus .. equit-alEmtes" andinos: las flores adzan-
;
en un homenaje ritual (donde la colectividad siempre pre- garay o ·. gantu, las sen1illas o piedrecitas para collares
j sente de los ••actores.. remite a la colectividad de los «es- piñi, la piedra preciosa gespi, la nieve ( riti) de los neva-
~
pectadores"), esta escena señala indirectamente la ausen- dos. Dada la peculiar relación del h ombre andino con el
i
,,¡
cia de la danza; en un homenaje ritual, la evocación de
los sucesos bélicos se hubiera apoyado, sin duda, en las
cosmos natural, tal substitución no resulta puramente
formal; si en Europa, estas comparaciones no remitían
!
j
danzas guerreras de grupos convenientemente ataviados, sino a la tradición literaria, aquí, ellas subrayan l a horno-
~·.

como lo sugiere la crónica de Betanzos [1987 : la. parte, logia entre el hombre y el cosmos natural. U na compo-
cap. XIX]. Es significativo, en el mismo orden de ideas, sición a todas luces análoga se halla entre los·poemas del
que en la leyenda oral moderna del Ollantay, descubier- 1
célebre poeta quechua Wallparrimachi [1 979). muerto en
ta por M. Palacios [1835) a comienzos del síglo XIX, l
i.
¡ un combate con tra los españoles en 181 4 : Karuncharay.
la solicitud matrimonial de Ollanta tenga lugar en pú- t
A pesar de que en este caso se trate. de un poema noto-
blico, delante de los dignatarios reunidos del Tawanlin - t
1 riamente colonial y escrito, su versificación se ve menos
suyu.: la versión oral (fuente o, por el contrario, eco del ¡ contaminada por la tradición espanola: versos penta-
drama) resulta más congénita a las tradiciones cultura-
silábicos sin rima .. deliberada .. (las rimas •involuntarias .. ,
les antiguas que la del Ollantay escrito. f
También lo s •dn termezzi .. cantados del drama quechua,
¡ suscitadas por las características morfosintácticas del que-
l cl1Ua, no provocan la misma sensación de artificio lite-
aducidos a veces como prueba de su antigüedad, remi- i
rario) . Tan to el poema de Wallparrimachi como el canto
ten más b ien a las concepciones del teatro clásico espa- 1 del Ollantay son, sin duda, rclaboraciones escripturales
ñol que preveían, para la expresión de lo .. popular .. , la i
~ de cantos quechuas orales de la capa señorial, bien aleja-
introducción de piezas folklóricas a modo de suspen-
sión musical. Aunque la fórmula épica descrita por Be- l dos de la tradi ción prehíspán ica.
j
1
l
246 Martin Lienhard . .~·¡.
. .
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La voz y su. huella 247

1 La escritura y la dramaturgia del Ollantay, como lo ~ .


·'\[
- ..
donar a sus súbditos, las reglas de reciprocidad; deberá
muestran estos ejemplos, evidencia el profundo impacto ..f :
por Jo tanto abandonar el poder a su hijo'.Pachacuti. I\1an-
de la cultura dominante hispánica. ¿Y su temática? No
co Inca, protagonista de la relación de su hijo, confir~
sabemos si una historia de amor problemático como la
ma, pese a sus «derrotas .. frente a los españoles, la !,egí-
de O llanta y Cusi Ctoillur p odía entrar a formar · parte
timidad de su liderazgo; para el lector, Manco es un
de un homenaj e '. 1;itual a un Inca. Tenemos Ja impresión
Inca victorioso y siempre preocupado por el cumplimien-
de que su papel importante en el drama se debe al im-
to de todas las norinas religiosas y sociales. En el Ollan-
pacto de la comedia española, pero esperamos los r esul-
tay se cuestiona, en definitiva, al Inca ·Pachacuti por su
tados de futuras investigaciones para pronunciarnos de-
manifiesta incapacidad para resolver el conflicto con el
finitivamente. En si, la motivación del conflicto, como lo
apu waminga O llanta: sólo con su sucesor, su hijo Tu-
demostró l\1illones [1982), ostenta raíces prehispánicas:
pac Yupanqlii, el equilibrio político se volverá a instau-
como en toda una serie de narraciones antiguas, los aman-
rar. ¿Pero por qué precisamente Pachacuti -el Inca que ·'
t~s de Ollantay resultan culpables de una transgresión
impuso, según las fuentes más fidedignas, la supremada
sexual, tanto por la diferencia social que los separa como
incaica en los Andes centrales? Una primera respuesta
por la índole excesiva de su amor. Impensable, en térmi~
aludiría a la relativa · ignorancia del pasado incaico por
nos prehispá nicos, sería sin duda el lwppy end: si se .:1

parte del autor del Ollantay. Cabe, sin embargo, otra ex-
podía, en casos extremos, perdonar el delito, no se po-
plicación más sugestiva: las luchas sordas entre las pa- .
día de ningún modo autorizarlo oficialmente. Notemos . 1 ·~

.~ . nalws compuestas por los descendientes de Pachacuti Y


de paso que en la Ynstnu;ión, de Titu Cusi, las preten·
Tupac Yupanqui suscitaron dos tradiciones incaicas di-
sienes del "Plebeyo" Gonzalo Pizarra sobre la hermana
vergentes en cuanto a la evaluación de Pachacutí {Rost-
de Ivlanco Inca se convierten en uno de los factores que
worowski 1987: 53-- ss.). Desde luego resulta difícil
desencaden~n la violenta reacción antiespañola del Inca.
·~ admitir la vigencia de tales luchas en el tercer siglo co-
Al privilegiar la afectividad contra la rigidez de las nor-
lonial. Ahora, la crónica sin duda más difundida en el .
mas sociales, el happy end del Ollantay traduce una ver·
conjunto del .. movimiento nacional inca .. fue ~a de Gar-
sión occidentalizadá de las relaciones amorosas.
cilaso, y este escritor, siempre según Rostworowski, re-
La temática general del drama se inspira en motivos Y presentaba la tradición de los descendientes de Tupac
preocupaciones indudablemente incaicas -aunque no ne~ Yupanqui.
cesariamente prehispánicas. El conflicto central, como en
Varios otros elementos del Ollantay, como la mode-
los homenajes rituales de Betanzcs y Títu Cusi, plantea
ración del Inca Tupac Yupanqui (que renuncia a ejecu-
las condiciones del ejercicio del poder en la sociedad
tar el atroz castigo previsto contra los traidores), y la
inca. La legitimidad del Inca se funda, como sabemos,
rehabilitación del traidor Ollanta, no parecen correspon-
tanto en su ascendencia como en el- cumplimiento efec-
der a la conocida intransigencia inca en tales c~sos. El
tivo de las responsabilidades inherentes a su función.
I nca Yupan qui, en Beta nzos, castiga cruelmente a les
En la Suma de Betanzos, Vir acocha Inca viola, al aban-
chankas ya vencidos; en cuanto a Manco Inca, sus ven-
248 Martin Lienhard
r:.a v oz y su huella
249
ganzas, más que intransigentes, pueden parecer arbi-
trarias: si . al principio, él persigue a los que siguen ban, en sus manifestaciones concretas, cantares épicos
resistiendo a los españoles (Ouisquis y Challcuchima), con acompañamiento rítmico-musical, danzas guerreras,
luego se desata contra los desertores de la lucha antiesoa- la presentación de las imágenes de los Incas y, quizás, la
üoUi'; en los dos casos, simplemente, el castigo se dirige intervención de "decidores .. y «truhanes•. Los espectácu-
contra los que no acatan su autoridad «divinan. Pensa mos los servían directamente los intereses momentáneos del
que la moderación atribuida en el Ollan.tay a Tupac Yu- dan dinástico y denunciaban las desviaciones y los desór-
panqui obedece no a preocupaciones incaicas, sino neo- denes provocados por otros sectores que se asociaban ,
incas. Si la aristocracia ncoinca, que carecía de un poder según las reflexiones de Zuidema [1963/4) acerca del
politice real, pretendía crear las condiciones para una Ollantay, con la «mitad de abajo" -urin.saya..:... del sistema
restauración incaica, no le convenía, por cierto, insistir en cosmológico dualista.
las prerrogativas discrecionales de los Incas históricos. Los capítulos dedicados al Inca Pachacuti en Betanzos
Para recuperar su poder en la situación política del siglo se deben considerar, según toda probabilidad, como la
:xvm, necesitaba al menos la alianza con los demás· es- transcripción de un cantar épico, complementado por la
tratos indígenas, probablemente también con los crio- narración de las escenas mímico-coreográficas del es-
llos liberales. No podía permitirse el luj o de alar mar a pectáculo ritual y algunos comentarios del autor. Los
sus hipotéticos aliados con la perspectiva de un gobier- chankas Y el propio padre del Inca homenajeado repre-
no inca totalmente inflexible. Si el Ollan.tay pertenece a sen tan el principio del desorden. Betanzos aoarece como
este contexto neoinca, es lógico· pensar que el o los au- pionero de una narrativa andina híbrida que .intenta fun-
tores del drama prefirieran ofrecer una imagen má s hu- dir la tradición oral andina con los vehículos expresivos
mana, más flexible de la antigua· política incaica, más que le ofrece la cultura dominante.
ade cuada para apoyar la lucha r eivindicativa de los .. rn- Formalmente análogo es el caso de la Ynstru9ión, de
cas .. contemporáneos. Una imagen más humana, pero
Titu Cusi. L'ls fuerzas centrífugas, aquí, son los quíte-
no desvirtuada: el drama ilustra precisamente la capa-
ños-huancas-españoles. A raíz de la escritura eminente-
cidad de la sociedad inca para restablecer, en una época
de crisis, un poder supremo «justo~. En este sentido, el mente dramática del texto, se podría casi hablar de una
Ollantay sigue, convir tiéndola en «literatura .. y adaptán- especie de guión de un homenaje ritual imaginario 0
dola a la sítuacíón del momento, en 1a tradición del ho- real. Titu Cusí, obviamente, no ambiciona fundar nin-
menaje ritual a un Inca. . gún h orizonte escriptural; su texto es prqducto de unas
circunstancias específicas, de la necesi,dad de comuni-
carse con su adversario. De hecho, la mi sma existencia
Conclusiones
de esta obra demuestra que Vilcabamba seguía totalmen-
Según los datos proporcionados ante todo por la Suma te ape:;ada a las pautas culturales andinas; que era ca-

de Betanzos, lqs homenajes rituales a los Jncas articula- paz incluso de crear, en el marco de éstas, su propia
tradición oral íncaíca.
Lo
'--------------------------------- --------------
Martín Lienbard
..1
•,·i·..·
._,:··.· ;·:\.:~

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J.a voz y su }mel la 251
¡ :· :~t ;¡.

' Si la Ynstrución no funda ningún horizonte escríp- actitud ambigua contribuye a emponzoñar el conflicto-,
/. tural, el .guión" de la epopeya de Manco Inca que ella
su calidad de layqa (brujo) lo ubica también en el urin-
j incluye corresponde '1 . un modelo que parece haberse
saya.
i transmitido, por vía dec la tradición oraL hasta el siglo
Si bien el Ollantay no es incaico en un sentido 'estric-
j xrx y, desde entonces: también bajo forma transcrita. Alu- to. se lo puede considerar, en cambio, como drama neo-
: dimos a las representaciones que actualizan periódica-
inca, es decir, adaptado a los gustos europeizantes Y a
mente y en muchas comunidades quechuas el derrumbe
del estado incaico y la muerte del ültimo Inca, general-
11
,(;·;
·,<¡';.
las r eivindicaciones políticas de la aristocracia indígena
ilustrada que actualizaba así de modo ideológico su re-
mente Atahuallpa. El texto de la Tragedia del fin de ·.;.·. ·:
lación -auténtica o ficticia- con el pasado incaico. El
·. ' •
Atawallpa, transcrito o copiado en 1871 (Chayanta, Bo- Ollantay, en' tanto que obra literaria escrita pero ba.sada
livia) y publicado por Lara en 1957, ostenta un parentes- a l menos parcialmente en tradiciones orales, const1tuye
co asombroso con la dramaturgia, la poética y varios mo- además uu eslabón entre la permanencia de la sociedad
tivos específicos del .. dramau de Titu Cusi. El diálogo andina en una oralidad exclusiva y su apropiación pro-
entre el Inca ya condenado a muerte y sus dignatarios
gresiva de la escritura.
contiene no pocas réplicas que aparecen como la versión
.,
origi11aL quechua, de las que intercambian Manco Inca ~

y sus dignatarios. Llama la atención, por otra parte, que


el texto de la Tragedia, sin que h aya motivos históricos
para ello, establezca una relación con Vilcabamba: el
hijo del Inca Atahuallpa, en efecto, piensa refugiarse allá.
Parece poder sugerirse, entonces, que este tipo de drama
ritual moderno se origina, en última instancia,. en los ho-
menajes rituales a un Inca, especialmente en los que sur-
gen, subversivos, en los primeros a ños d e la colonia.
Más p:toblemática t•:=sulta la relación del Ollantay con
·. este tipo de espectáculo ritual. El drama aprovecha o re-
elabora sin duda fragmentos épicos conservados por la
tradición oral o las crónicas españolas. La dramaturgia ri-
tual (danzas, coros,. música, cantares) cede el paso, en el
contexto colonial, a las exigencias más intimistas de un
teatro de corte al estilo europeo. Como en Betanzos o Titu
Cusi, el principio del desorden aparece vinculado al urin-
saya: el propio O llanta representa al Antisuyu, cuadran-
.· te de la mitad de abajo; en cuanto a Huillca Urna -cuya
•.
La voz y su huella
VIll 253

CATASTROFES HISTÓRICAS Y LITERARIAS sociales, económicas, religiosas y lingüísticas? ¿No fue-


EN PARAGUAY ron las «contribuciones europeas .. un programa sistemá-
(A. RUIZ DE MONTOYA, A. ROA BASTOS) tico de destrucción o desestructuración de las sociedades
La cuestión de los ucomienzosn étnicas? Pero también -dejemos las preguntas retó-
ricas- ¿cómo hay que entender la upreservaciónu de há-
bitos y creencias tribales en una población campesina na-
¿Qué continuidad existe -o .no existe-: entre las anti~ cional, oprimida y explotada? ¿Cumplen las creencias y
guas poblaciones guaraníes de los ríos Paraguay y Pa- Io:s hábitos .. conservados.. la misma función que en la
raná, y la moderna población paraguaya? Comentando época anterior a la conquista?
el estilo de vida del .. neoguaranÍ» moderno, Darcy Ribeí- La etnohistoria del Paraguay, · ciertamente, nos descri-
ro [111970: 528] escribe: be la primera parte del proceso de transformación de los
guaraníes en nneoguaraníes a, desde la conquista hasta la
La supervivencia del guaraní como lengua moder- independencia [Susnik 1979-80, Necker 1979, Meliá
na, y de las técnicas de la quema de rastrojo (coi- 1986), pero carecemos de investigaciones -difíciles por
vara], del cultivo del maíz, de la mandioca y de la escasez de documentos escritos- para un período de-
otra s planta s, así como el uso de la hierba mate y cisivo: el siglo xxx. Los estudios folklorístico s, a veces
del chinchorro y la preservación de un cuerp o de meritorios (Carvalho Neto 1961), que enumeran las .. su-
creencias y hábitos tribales, le presta una fi sonomía pervivencias .. antiguas en la cul tura rural paraguaya , no
particular y arcaica. A esta matriz indígena se su- permiten :errar el ciclo, porque no nos informan acerca
marían las contribuciones europeas, principalmente de la dinámica histórica que permitió su .. conservación .. ,
el pastoreo, algunos cultivos y técnicas nuevas y el ni en cuanto a la función y relevancia social de los ele-
'reordenamieuto social, como parcela de una econo- mentos «conservados ...
mía mundial [ ... ) . Has ta hoy, sólo una obra de ficción, quizás, ofrece una
imagen dinámica y global que vincula la desestructura·
Supervivencias, contribuciones europeas, reordenamien- cíón colonial, las restructuraciones coloniales y republi-
to social: ¿pueden dar cuen ta estos conceptos de lo que es canas y las .. supervivencia s" foiJdéri::as : se alude, claro
la sociedad .. neogU.araní .. y, ante todo, de cómo las socie- "
·~ está, a las novelas y cuentos de Augusto Roa Bastos. La
dades tribales se convirtieron en la población paraguaya narra tiva de este escritor paraguayo anticipa, por medio
actual, totalmente destribalizada -exceptuando a los gru- de la ficci ón literaria, la conclusión de das aún fragmen-
pos indígenas, marginales y amenazados en su integridad tarias investigaciones histórico-sociales. Ella capta, a su
física y cultural ? ¿No resulta poco expresivo el nreorde- modo, la npulsiónu (4. 2/ Roa Bastos 1978) que subyace
namiento social» cuando, en rigor, los grupos guaraníes al proceso histórico paraguayo, pulsión nacida y desarro-
sufrieron el destructor impacto de la conquista y la con- llada a lo largo de los .. cataclismos" que asolaron la
siguiente "reducción• (4. 21 Melia 1973) de sus pautas región.
254 Martín Uerzlw rd La voz y su huella 255

Independientemente del referente hi~tórico elegido, el A este procedimiento subyace siempre .Ia búsqueda de
núcleo de todos los universos narrativos roabastianos es los orígenes de la situación actual. En los relatos de
el «reordenamiento s.ocialn o, para decirlo con mayor pro- Roa Bastos, éstos suelen tomar la forma de un suceso
piedad, la expet:i~nda traumática de una · violenta trans- violento que alude, según el caso, a épocas históricas
formación socio-política. Evitando, gracias a la ficción, diferentes. Pero este suceso aparece siempre como re-
los escollos de una visión historica evolucionista, la obra petición 'de otros sucesos más antiguos. Si retrocedemos
de Roa Bastos se encarga de rescatar y de reinterpretar en el tiempo para descubrir la atadura, nunca nombrada
las escorias todavía incandescentes de la historia, los de.:. en los textos, de la cadena de las violencias sucesivas,
pósitos que la historia vívida dejó en la memoria-con- llegaremos inevitablemente a la conquista, comienzo y
ciencia popular. No se trata de un intento de captar la matriz de los ciclos de violencia postetiores. La conquis-
conciencia popular mediante 1a recopilación etnográfica ta en tanto que hecho histórico desapareció hace mu-·
de testimonios indivídt1ales, sino de un trabajo metó- cho de la memoria 01·al-popular paraguaya. La pobla-
dico que tiende a dar forma, nombre y c'uerpo a lo no ción «neoguaraní .. , en efecto, no se siente solidaria de
dicho o lo indecible; a movilizar, por me-dio d.e la decan- la historia indígena -lo que explica la desconfianza 'de

1
!.
tación y de la puesta en perspectiva, los significados ol-
vidados o derruidos.
los guaraníes actuales respecto a los .. paraguayos" [4 .11
Cadogán 1971: 81-84] . Si Roa Bastos se propone, ahora,
!
El procedimiento básico, sin duda, es el de relacionar movilizar esta memoria, no puede nombrar directamen-
el referente histórico elegido con otras experiencias co- te, pues, la conquista.
.'
lectivas, anteriores o posteriores. A una experiencia mo- Una fase de la conquista de los guaraníes, más exacta- . ·,

derna -como la guerra del Chaco en Hijo de hombre [4.11 mente la conquista misionera del Guairá (alto Paraná,
1985)- se superponen de algún modo otras más antiguas: hoy territorio brasileilo) , se halla" depositada en un texto
la Colonia (presencia jesuita inscrita en el paisaje), la privilegiado, escri to por su mayor protagonista: La con-
di9tadura de Francia (a través de la memoria del per- quista espiritual en las provincias del Paraguay . . . , de
sonaje Macario) o la guerra de la Triple Alianza (ure- Antonio Ruiz de Montoya [4 . 11 1892). El autor, misione-
míníscencias• o lecturas del teniente Vera, autor del dia- ro jesuita y, a partir de 1620, superior general de todas
rio) . Y sobre -las experiencias pasadas -la dictadura de las reducciones guaraníes, relata en su crónica el sur-
Francia en Yo el Supremo [1976 b)- s·e proyectan otras gimiento conflictivo de una sociedad destribalizada (je-
que ya habían tenido lugar o que iban a producirse más suítica y encomendera), y la primera catástrofe histórica
tarde. A veces, el lector puede llegar a preguntarse si que se abate sobre -ella. A través de esta experiencia
está leyendo la historia desde la Colonia a través de un traumática se van sin duda configurando, caóticamente,
suceso moderno (la huelga de los trabajadores del inge- parte de los elementos constitutivos de la cultura neo- ·
nio azucarero en uEl trueno entre las hojas": 1976 a), o ·guaraní. En un cierto sentido se van "Pl~eparando .. tam~ .
la interpretación de los sucesos actuales a través de un bíén los mecanismos que permitirán la "repetición" ·de ca:. ' '
referente histórico (Yo el Supremo). tásh·ofes análogas. ...
M artin Lien1wr d
La voz y su huella 257
256

Las obras de Montoya y de Roa Bastos se ubican, pues, La crónica de Montoya, algo más que un simple informe,
en los dos extremos del proceso histórico -y literario- alude a este contexto, pero se inscribe también en la do-
paraguayo. Se pueden tejer unas relaciones sugestivas . ble tradición de la narrativa de cruzadas, reconquistas
entre ambas. La crónica del jesuita desempei1a al pare- o conquistas, y de la novela de caballerías. Se narran las
cer un importante papel, no estudiado todavía, en el uin- andanzas y wentradas .. en territorio guaraní de los prime-
ros jesuitas, .. caballeros.. cristianos que cambiaron su
tertexto" de la narrativa roabastiana: el de un modelo
montura por la canoa. Los sucesos narrados se hallan in-
rechazado. En todo caso, la perspectiva cread a a través
sertados en un discurso cosmológico que divide el espacio
de la lectura de Montoya permite leer a Roa Bastos
Y sus habitantes en lo que es de Dios y lo que es del DP
con una mirada que proyecta en su horizonte moderno monio; la morada de los guaraníes no reducidos (los
la ausente imagen de los "comienzos... Viceversa, la ex- nuevos infieles de la cruzada española) resulta metafó-
periencia lectora de la ob ra de Roa Bastos favorece una ricamente un .. alcázar pertrechado de ardides de demo-
aproximación nueva a la crónica de .l\1on toya, atenta a nios· [Montoya 1892: 128), rodea do por el espacio libre
lo no dicho (tal vez lo no sucedido) que ésta contiene en del imperio universal. Sí el demonio se nombra y se
germen. La operación que consiste en leer a Montoya muestra bajo una gran diversidad de disfraces, Dios
a través del prisma de la de Roa Bastos y viceversa se -que no se muestra- tiene a primera vista una presen-
realiza en un único movimiento dialé'ctico. Las n ecesi- cia más difusa. El lector, sin embargo, logra ubicar su
dades de una exposición lineal impondrán a menudo, sh voz en una instancia textua l: el yo narrador. Sin equi-
embargo, una presentación aparentemente d esvincula - vocarse nunca, est~ yo~ como la propia palabra divina,
es capaz de juzgar sin apelación posible todos los aspec-
da de las dos lecturas.
tos de la contienda -recordemos [v. cap. I] que la prí- 1
. . mera escritura colonial no duda nun ca de su. inspira-
El primer apocalipsis: Montoya ción divina. Ahora, este yo es la manifestación de una 1
i
persona concreta: del propio M ontoya. Dos siqlos más
En el momento de entregar su manuscrito a la i mpren -
ta {1639) , Antonio Ruiz de Montoya, superior de todas
las reducciones jesuíticas en territorio hisp<:tno·-guarani,
tar<ie surgirá, en la misma área, una voz análo;a, la del
Supremo Dictador José Gas par de Francia, aunque 'con-
una instancia udivinan nueva: el Pueblo. Su puesta en es,
¡
¡
se halla en Madrid para solicitar a l rey del imperio ibé- cena, otros 150 ailos más tarde, por Roa Bastos en Y o
rico (unión Espaüa-Port ugal 1580-1640) el apoyo a su el Supremo, la desmitificará finalmente 'p ara el lector 1
proyecto de d efensa armada de los pueblos misioneros moderno . ·.t.
contra l os cazadores de esclavos (baadeirantes) que ope·
l\1ontoya , yo supr emo y di vi no, ofrece el relato de la
ran desde Sao Paulo d e Piratininga. Conquistados .. es-
hi storia gua raní entre, aproximadamente, 161 2 y 1638.
piritualmente" por los jesuitas, los guaraníes misioneros
Son aüos cruciales en que se decide el pqrvenir de los
están enfrentando, en efecto, una segunda conquista, más
g uara níes cristianos, de las reducciones y de los propios
traumática, la de los "paulistas" (vecinos de Sao Paulo)
)
Martin Lienh.ard La voz y su huella
258 259

I1ande1ra11tes, formalmente súbditos del rey español Y ( .. . ) Fué luego este caciq:.¡e M iguel Ar tiguaye á
aliados de los ambiguos encomenderos españoles. Toda- visitar á los Padres, y a l parecer con buen semblan-
vía existe un equilibrio inestable e::tre estos protagonis- te y rostro risueño, y á muy pocas razones de cum-
tas que van a determinar, quien más quien menos, el fu- plimiento, mudándose en una fiera bestia, prorrum-
turo de un área hoy dividida entte Brasil, Parauuay, pió diciendo á voces: Vosotros no sois sacerdotes
Uruguay y Argentina. enviados de Dios para nuestro remedio, sino de-
El narrador describe la situación del territorio tal monios del infierno, enviados por su príncipe para
como Montoya lo encontró a su llegada, la organización nuestra perdición. ¿Qué doctrina 11os habeis trai- ·
y administración de ·las reducciones, las entradas a las do'? ¿Qué descanso y contento? N úestros · antepasa-
«provincias» de los infieles para incorporarlas al territo- dos vivieron con libertad, teniendo á su favor las •
,.. mujeres que querian, sin que nadie les luese á la
rio jesuita, la defensa contra los paulistas y el gran éxo-
do Paraná abajo para salvar la empresa misionera. La mano, con que vivieron y pasaron su vida con ale-
región se encuentra dominada por dos sistemas rivales: gría, y vosotros ·quereis destruir las tradiciones su·
el infierno de los yerbales (cap. 7) que volveremos a yas, y ponernos una tan pesada carga como ·atar-
encontrar en Hijo de hombre, y los pueblos misioneros, . nos con una mujer: y saliéndnse del aposento dijo:
copias imperfectas de la Ciudad de Dios agustina. La so- N o será así, que yo lo remediaré. Los padres, que
ci edad encomendera, dueña de los yerbales, es la primera como corderos habían estado oyendo los bramidos
encarnación del espíritu diabólico que conocerá el lector, de este lobo, queriéndole detener para darle razón
combatida por la resistencia justifkadfl -lamentablemen- á sus sinrazones, no pudieron, antes arrebatado de
te upaganau- de algunos grupos indígenas (cap. 8). To- un furor diabólico, salió diciendo á voces: Ya no se
das las ciudades menos Asunción se hallan devastadas a puede sufrir la libertad de estos que en nue$tras
raíz del huracán destructor que desencadenaron los "ve- mislnas tierras quieren reducirno_s á vivir á su mal
cinos de San Pablo" -espaúoles, portugueses, tupís. Pro· mJdo [Montoya 1892 : 58).
gresiva y pacíficamente, Montoya y sus compañeros,
acompañados "'p or los indios cristianizados, van invadien- Surge 1el culto. a los .. huesos habladores .. de unas mo-
do los territorios del Demonio, de los infieles. Los indios mias de magos prestigiosos, tanto más preocupantes
inocentes reconocen a menudo en los misioneros a los su- cuanto que lo;; propios indios misioneros lo' alternan con
cesores de Santo Tomás, discípulo de Jesucristo que evan- ... la vida en las reducciones. Convertidos · en agentes se-
,.
gelizó en tiempos remotos aunque no olvidados vastas cretos, los jesuitas, al abrigo de la noche, se van en bus-
áreas de la América meridional (cap. 21-26). Pero he ca de los santuarios, los encuentran medio vados y si-
aquí que por todas partes surgen caciques malos Y .. ma- guen las huellas de los que huyeron con una momia, has:.
gos" -instrumentos del Demonio- que movilizan a los ta dar con ellos y organizar con lbs huesos un fuego pu-
indios contra los importadores de un falso dios, enemigo rificador (cap. 28-29) . En la entrada de la provincia de
especialmente de la tradicional poligamia: Tayoaba, los ucaciques grandes magos» ofrecen una resis-
Martin Lienhard La voz y su lluella 261

tencía encarnizada, y en más de una oportunida d, lo s mi- suceso se percibe en otro pueblo, a leguas de distancia
sioneros y sus acompañantes se hallan cautivos de los (ibid.). Para m.uchos de tales sucesos, signos tangibles
infieles, destinados a un banquete antropofág ico; alg':_lnos de la lucha que libran Dios y el Demonio, el propio Mon-
cristianos, pero no Montoya, gozan de este .. dichoso toya -o sus indios- hacen de testigos oculares o audi-
fin*. A menudo también, Montoya tiene que huir, cier- tivos.
ta vez disfrazado de indio, por monte y ciénagas, como Con el paso del tiempo, los demonios aparecen menos
un ucerdo .. (cap. 31 -34) . disimuladamente. Apoyando militarm ente una entrada
La lucha entre el bien y el mal repercute también en difícil, los encomenderos españoles, excelentes discípu-
;; .
otro tipo de acontecimientos. En las plazas, las iglesias los de los p·aulistas, intentan esclavizar, contra las leyes
• y las alcobas d e los pueblos misioneros, en los campos imperia les y divinas, a los indios mi sioneros. Cuando
de batalla, se producen, escenificados con una pirotec- fina lmente la provincia queda convertida en paraíso je-
nia brillante, una larga serie de fenómenos sobrenatu- suita, los demonios lanzan, dejando ya todo disfraz, el
rales de signo variable. Apenas muerto. un padre jesui- ataque decisivo: ·s aliendo de la propia boca del in fier-
ta se le aparece a un amigo (cap. 14). Otro muerto re:- no, que no es otra que la dudad de Sijo Paulo, los ban-
gresa a la tierra para llevarse a un moribundo (18). Ago - deirantes, brazo armado de los pom beros (v. infra) , arra-
nizant~ e inmovilizado en su lecho, un personaje viaja san a fuego y sangre toda el área . Total mente desenca-
a la iglesia (ibid.). lTn indio muerto resucita para con- denados, ellos siembran la muerte, esclavizan a las al-
tar las maravillas de la celestial Ciudad de Dio3 (17). mas por fortuna ya . salvadas por los jesuitas, queman y
Varias personas toman, al morir, e} aspe ct o rebosante de proÍanan iglesias. El horror se moldea en las evocacio-
individuos jóvenes. El corazón de un misionero -martiri- nes insostenibles de matanzas indiscriminadas, de ago-
zado por los infieles echa a hablar (58) , como habían ni zantes enterrados bajo pilas de cudáveres, de muertos
hablado - pero inspirados por el demonio- los huesos de cruelmente desfigurados, de carne en estado de putre-
los magos. Delante de la comunidad reunida, unos án- fa cción, de iglesias y aldeas humeantes. La atmósfera,
g.eles brillantemente iluminados salen de la iglesia, se en el sentido etimológicSJ de la palabra, es apocalíptica,
dej an admirar por los presentes y vuelven a entrar (1 8). y Montoya no duda en calificar los sucesos de .diluvio·
Pero las noches se llenan de almq.s en pena, silenciosas
(39) o de "j uicio final• (44) . Tal otro Moisés, ahora, el
0 ululantes. Por obra del Demonio se hunde el barco · yo protagonista organiza una transmigrqcién gigantes-
' de un encomendero espaúol (14). Un demonio, disfrazado
ca. En miles de b alsas y canoas, fabri~(\ldas a toda prisa
de sacerdote clérigo, incita a los indios a libe rarse ·de
los jesuitas (1 6). Otros demonios desfilan con la apa- por los indios, el pueblo misioner o electo, guiado por su
J' ..
tiencia de jesuitas, de la propia Virgen o bajo formas profeta, se mueve Paraná abajo hada la tierra prometi-
bestiales y grotescas. Un susurro, salido de las bocas ce- da. El hambre, la peste lo acompañan, en medio de un
rradas de los feligreses reunidos en la iglesia, estorba .río lleno de peces antropofágicos. Po.r fin, los fugitivos
misa (17). Al quebrar el Demonio una campana, el se instalan en un territorio nuevo, redifican sus casas y
La voz y su huella 263
Martitt Lienhard
262 ·"
1914]. Después de la conquista, la necesidad de crear
ponen en marcha su econonua. Pasado el apocalípsis, nuevas formas de cohesión social ante el derrumbe del
vuelve la abundancia y la paz {38-39). ~ antiguo orden tribal, desemboca en la aparición de. mo-
Hasta aquí, resutr}Jdas sintéticamente, las principales vimientos mesiánicos de resistencia político-religiosa,
peripecias del l:'elato' dramático de Montoya. No e~capa igualmente. dirigidos, en general, por un karaí [Métraux
., 1 lector modernó que el apocalipsis evocado, la pnmera 1967) . · No se ha podido .determinar, a estas alturas, la
;.ran crisis de la historia moderna de la región, lleva ya homología o no de movimientos «proféticos .. o .. mesiáni-
~1 germen de otros que ·se abatirán casi periódic~mente cos ...
sobre las .. mismas" víctimas, y en contextos· semeJantes: La lectura de la crónica de Montoya evoca -como las
la lucha desesperada, en ·general .. manipulada•, por. la cartas, anteriores de medio siglo, de su colega brasileño
conservación de la autonomía .. guaraní" frente a los lm- Nóbrega (4. 1/ 1955)-, un viaje por una .selva a la vez
'perialismos sucesivos. real y metafórica, cuyos árboles ocultan una serie casi
infinita 'de "magos" (Montoya) o «Santidades" (Nóbre-
Karaísmos ga): los temidos lwraí. La perspectiva narrativa elegida
por Montoya tiende a disimular (y sin duda lo disimuló
La Conquista é~piritual es un documento exce~.cional
~

ante los lectores de la época) que el personaje que habla ,


de un momento histórico crucial, , pero es tamb1en, .e~ si su actuación se pudiera ver desde afuera, tomaría muy
el sentido autóctono que veremos, un discurso .. profetl- naturalmente su lugar en la serie de los har.aí. Tal como~
cou o .. mesiánico... , . está, el texto constituye una descripción desde dentro
Sin duda ya a ntes de la conquista europea del area del movimiento nkaraisticon guataní d e mayor enverg a-
tupí-guaraní, las sociedades indígenas pron:o;!an unos · dura en esos tiempos: el que lidcrearon los propios je-
movimientos religiosos vinculados a una v1S1on catas- suitas. Los discursos (mesiánicos) y las facultades (má-
trófica de la historia y la imagen de un «tigre azul" de- g icas) que el narrador denuncia como diabólicos en sus
sencadenado (4.1/ Nimuendajú 1914: 319]. Estos m~­ rivales indígenas, fueron precisamente los instrumentos
vimientos (que han recibido la denominación ~e .. p.rofe- que él logró usar con una eficacia inédita: la síntesis
ticosn) se caracterizaban por l'arguísimas m~grac10n~s de s·u relato lo atestigua sin discusión posible. Su ac-
en busca de la tierra-sin-mal, la tierra. de la mmortah- tuación histórica, tal como la restituye su texto no des-
dad (4.2/ Métraux 1967, Clastres 1975]. Los líderes de miente en ningún momento la .de un k .::zrai autóctono. El
estos movimientos son los karaL grandes shamanes éxito de Montoya debe sin duda atribuirse menos a la
(payé) no integrados a los grupos tribales •. oradores de eficacia intrínseca del discurso cristiano que a su or~
gran poder sugestivo, guías capaces .de brmdar. p.rotec- questación según las pautas culturales de la región. Un
ción, gracias a su comunicación con el mu~do dlVmO, a eco de ello se percibe al leer la crónica, discurso profc-
sus seguidores. Las transmigraciones susclta.das por. el . t ico-mesiánico perfectamente coherente y capaz de «em-
discurso profético de un karai se suceden, sm camb1~~ ' · payenar" (hechizar) a qui~? se adentra en su universo.
sustanciales, hasta comienzos de este siglo (Nimuenda)U
La voz y su htlella 265
Martin Lienhard

parecen rev_elarse ciertos elementos de los · movimientos


. Su importancia reconocida le valió, en 1733, una traduc-
profético-mesiánicos antiguos .
. ~ión al guaraní -que no se hubiera j ustificado para un
documento puramente histórico. El propio Montoya sa-
bía, y lo consignó en una carta, que los guaraníes lo El ukaraísm o ~~ en la literatura
consideraban como !'encarnación de un gran mago an-
tiguo, Quaracití o uSol resplandecienten (4 .1/ Jarque Los 11comienzos· nunca nombrados en la narrativa d e
1900, II : cap. 22]. Roa Bastos aparecen con suma claridad, pues, en la cró-
Fueron los jesuitas los que realizaron finalmente el n ica de Montoya. En tanto que líder de un avasallador
proyecto implícito de los karaí de la época de la con- aunque inconfesado movimiento mesiánico, el superior
quista: sustituir a los jefes políticos (nzburuvixá) en las jesuita fue, además, un protagonista mayor de los suce-
dirección de una sociedad teocrática y destribalizada sos traumáticos de la primera gran crisis histórica de la
región. Roa Bastos, ahora, intelectual situado en el otro
(Clastres 1975 : 99). La dinámica creada por ellos parece .
extremo de la historia paraguaya, recoge, transforma y
¡1
desempeñar la función de una pulsión central de la his-
toria guaraní y neoguaraní. En la nguerra guaranítica• desconstruye en la ficción la pulsión ukaraísticaH. 1
(1750-1 756), desencadenada por la prevista entrega a En los cuentos de El trueno entre las hojas {1976 a), 1
Brasil del territorio de los usete pOVOSll, los guaraníes el .. karaísmo .. aparece bajo dos formas distintas. En .. El
-o n coguaraníes- "traicionados" por las autoridades es- karuguá .. , evocación de un movimiento mes1amco sin-
-pañolas q ue los quieren dejar a la merced de los demo- crético que se sitúa en la época de la guerra del Chaco
nios paulistas, .. repiten .. la gesta montoyana con semejan- (1935-38), el narrador, adoptando la perspectiva monto-
tes consecuencias trágicas. En el siglo x1x, ya disueltos yana frente a los magos indígenas, ofrece la imagen ca-
' los v ueblos misioneros y encomenderos, la población ricatura! del "profeta» Aparicio Ojeda que lleva a sus
ahor~ uparaguaya .. atribuye al Supremo Dictador Francia seguidores al suicidio colectivo en el estero. Solano Rojas,
el título de karaí guasú o gran karaí. Quizás ella sintió en cambio, héroe positivo del cuento que presta · su ti-
la dinámica paternalista y patriótica suscitada por Fran- . tulo al libro, es un .. profeta" social contemporáneo, sin-
cia y sus sucesores como una movílización según las pau- dicalista; su dimensión .. karaística» se desprende de la
tas profundamente 1nsC!·itas en la memoria colectiva. ..resurrección", en términos guaraníes, de su palabra-
Podría pensarse, en todo caso, que el .. suicidio colectivo,. alma [4 ..2/ Cadogán 1952): la música del acordeonista
de Cerro Corá con que finaliza -una vez más frente a muerto que flota en el cañón del río y actualiza su pre-
los mismos brasileños- la Guerra de la Triple Alian- 1
sencia.
za, vuelve a reproducir compor tamientos ukaraísticosu.
Dos son en este caso los lwraí: el mariscal Solano López Hijo de hombre resulta, sobre todo en su vers1on de 1
y un .. descendiente .. de Montoya, el padre Maíz. Toda- 1985, una reflexión ficcionalizada acerca de las transfor-
maciones sucesivas de la función .. karaística .. en una se·-· ' 1
vía en los movimientos populares modernos, pese a la
ríe de movimientos q ue H.ubén Bareiro (4 . 2/ 1980] reú-
desaparición del modo de pensar guarani (4 . 21 Mel ia),
1
, /

- 266 1 Martitt Lienhard


La voz. y su huella 261

r ne bajo la etiqueta de •mesiánicos... El viejo Macario del


comienzo, genealógicamente vinculado a la figura his-
populares arranca de su tltraición .. del discurso oral pro-
fético. ~

t
tórica del karaí ,guasú .Francia, guardián del . culto sin- Yo el Supremo (1976 b], por un lado, lleva a su ex-
crético al c~·isto~hijo-de-hombre, heredó de lÓs karai o t:emo -ficcional- la autoevocación de un karai inaugura- .
grandes payés ,.antiguos ante todo la capacidad de "em- aa por Montoya. El personaje literario del dictador reú-
~{ ne,. pero cómicamente, los rasgos tipicos de los profetas
payenar" [1985: 29] al auditorio con sus 1 narraciones
m
.al estilo guaraní clásico -cuya •traducción• forma part~ ant:guos: origen .. divino" (el Supremo rechaza la genca-
r• del discurso novelesco. Su doctrina actualiza el viejo dis- logla humana que se le atribuyer autocreadón o rencar-
curso u catastrófico" de los karaí antiguos ·· (p. 32). El n~ción a partir de una calavera [4. 2/ Lienhard 1977),
1 .. viejo arrugado .. que salva a los fugitivos Casiano y Natí d1scurso profético. Pero el discurso novelesco global des-
construye, a través de su polifonía, la integridad del
del infierno de los yerbales~ urencarnación•• del abuelo
1
1 y héroe fundador Cristóbal (p _- 163), combin~ los rasgos 1 P~rsonaje Y acaba desconstruyendo y -desmJtificando, al
) ll11Smo tiempo, la función ukaraísticau. Una lectura pa-
de la divinidad paterna de los guaraníes [4. 21 Roa Bas-
tos 1978: 75) con los del .. karaí .. político moderno Ra- ralela de Y o el Supl'enzq y la crónica de Nlontoya permi.
fael Ba.rrett (Roa Bastos en 4. 11 Barrett s/f: XXX s.). El te apoyar esta desconstrucción y desmitificar, al mismo
1 viejo, un poco como Montoya lo .había hecho con sus in- tiep1po, el discurso nkaraístico• d.e Ivlontoy a. El narrado'r-
dios, lleva a los fugitivos (posiblemente .. descendientes .. pro~agonista de la Conquista espiritual anticipa de hecho
.de una pareja fugitiva en Montoya: cap. 40) a la tierra vanos rasgos notables del dictador . Primero , un absoluto
.de los antiguos. El h1jo de esta pareja de sabor. neotes- egocentrismo, disfrazado de dedicación total a un ideal:
tamental, !Gritó (Cristo), rencarnación intratextual del la li~~adón por el cristianismo, para Montoya, y por e1
1 sindicalista Solano Rojas, adopta nuevamente ciertos ras- p~tnotlsmo de raíz jacobina, para el Supremo. Luego, un
d.t~curso cosmológico adecuado, centrado en la oposi·
i
!
¡ :gos d e un lwraí .social moderno, menos el arte oratoria :
1
1 Cristóbal Jara es un personaje taciturno. Como lo sugie·· Clon en tr~ un superego absolutamente justo (respectiva--
Ten otros -d os personajes, la función del k araí tiende a mente «Dios" Y el .. pueblo ..) y sus . enemigos diabólicos :
escindirse, cada vez más, en la dell~der y la d el intelec- los demonios/ bandeirantes/ encomenderos para Monto-
tual o dueño de la palabra escrita. El padre Maíz, figura. ya, Y. l_o s. oligarcas/ imperialistas/ eclesiásticos, para
(histórica) plenamente desarrollada en la versión -de 1985, ~rancia. F~nalmente, un autoritarismo sin límites, legi-
-se muestra incapaz de · cumplir con la función de k araí timado por la indiscutible representatividad .. divina"
.. heredada" d el padre Montoya, y se convertirá en un (Montoy_a) o "populéú·" (el Supremo). Si Montoya antici-
intelectual .. traidor.., preocupado sobre todo por su jus- pa _a! Dictador Supremo, éste arrastra, en su proyecto
tificación ante la historia. Lo propio hará el teniente Mi~ pohtico revolucionario, el peso contraproducente deÍ
complejo .. karaístico". La «democracia popular .. revela
911el Vera, líder a la vez que delator de una insurrec~
sus as_vectos totalitarios. La emancipación nacional (como
dón popular, narrador-escritor del manuscrito de . la no-
la defensa de la .. autonomía guaraní.. por Montoya) se
i vela ; su incapacidad para identificarse con los sectores
1

1
!
M artín Lienlw¡;d l..a v oz y Slf l'IUell a 269

1
edifica sobre manipulaciones autoritarias. El discurso real. Una lectura retrospectiva de la cron1ca de Monto-
jacobino ,(como el mesiánico de Montoya) permite mo- li ya, nutrida de la experiencia de Y o el Supremo, desig-
vilizar a las masas, pero no ganar las guerras contra el nará inmediatamente su puesta en escena como a~tifi­
. invasor. Si la experiencia lectora del texto de Montoya cio teatral-narrativo, destinado a ocultar al lector en-
· acusa los rasgos ·karaísticos .. del Supremo, la de Yo el 1 candilado }as fisuras de su ~castillo.. ideológico.
Suprem~ permite captar mejor el autoritarismo del pro- 1
yecto montoyano: la dinámica totalitaria que suscita la El ciclo de las catástrofes históricas
... ,
·

intervención d~ los jesuitas llevará. pese a su motiva- 1


~~ . ·, !
ción ~indófilaw, a la población guaraní al desastre: la Los sucesos narrados en la Conquista constituyen una
reducción de los indios en las aldeas misioneras favorece especie de matriz de los ciclos de violencia que se aba-
su captura y deportación por los paulistas. tirán sobre la población guaraní o neoguaraní. Es pro-
Si la analogía de los personajes Montoya/ Su premo se bable que su repetición bajo formas apenas cambiantes
revela relativamente perfecta, no se podrá decir lo mismo (guerra guaranítíca, guerra de la Triple Alianza, gue-
de los respectivos universos narrativos. La Conquista rras civiles, guerra del Chaco) se baya convertido, en la
materializa lo que hubiera sido, quizás, Y o el Supremo memoria-conciencia popular, en un suceso traumático
escrito por el propio José Gas par Rodríguez de Francia. único. ¿En qué elementos de la cultura popular paragua-
El texto de Roa Bastos, en cambio, multiplica, gracias a ya se manifiesta este traumatismo ? Como b investiga:
la intervención del ~~compilador", las perspectivas inter- ción de la cultura neoguaraní ostenta, al la do del dcsa·
nas; así, la coherencia ideológica del discurso .. suprémi- rro11o de la antropología y la etnohistoría indígenas, un
co" -contrariamente a la del discurso de Montoya- que- retraso notable, resulta muy difícil dar una respuesta
da destruida de antemano. Desde lueg o podemos, los oj os mínimamente satisfactoria. Si tenemos varios trabajos
e jercitados por la lectura de Y o el Supremo, introducir (más b ien catálogos) acerca de creencias, narrac.ion es y
desde fuera una perspectiva desmitificadora análoga. El ritos paraguayos, ninguno de ellos nos restituye la di-
· prota gonista de la crónica posee -se atribuye- la facultad námica del complejo cultural. Tanto en estos trabajos
d e transformar el mundo gracias a la magía del verbo di- como, por otra parte, en varios textos narra tivos de Ca-
vino encarnado en él: recordemos la lista de .. susn mila- saccia (.. La pora .., 1938), de Roa Ba stos o d e Bareiro Sa-
gros. El yo del narrador roabastiano, a su vez, encarna guier [1973]. se subraya la importan cia que tienen, para
la .. palabra-alma" o voz del Supremo Dictad or. Como la po blación rural, ciertos espíritus malignos. Nos limi-
M onto ya (y sus rivales . . _) tiene la fact¡ltad de provo- taremos aquí a . aludir a uno de ellos, rq,lativamcnte bien
car la aparición de muertos y ausentes, incluso de mu: documentado en estos tra bajos, que tiene la ventaja de
chos que no han nacido todavía. Ahora, toda esta pirotec-
nia mágica se autodenuncia, en Y o el Su premo, como un - l
&
poder vincularse, vía la crónica de Montoya, a· los •CO·
mienzos" : el pombero. En la Conquista, los p ersonaj es
artificio del discurso (de la escritura), como un blull, 'r~.
I homónimos son
mientras que el narrador de la Conquista la o.frece como :~. · .··
~--.

i~.:
-; ,:_ .

>.•-.'.
270 Martín Lienhard
!..a uoz· y su huella 271
¡ ·.
banqueros ó cajeros de los vecinos de San Pablo
á quien en lengua .portuguesa llaman pomberos, ; alude explícitamente al "rito cíclico de la san~e"; a las
en nuestro castellano palomeros, á la similitud de ~carnívoras divinidades indígenas .. que .. vuelven a mos-
los palomos dí1~stros en recoger y hurtar palomas trar en el follaje sus ojos inceneliados•, al final de un
en otros palonútres; los naturales los llaman mú. fallido levantamiento popular. Es en· aEl trueno entre
que quiere :d~ck contratantes [ . .. J. Estos pombe~ las hojas .. donde una catástrofe moderna, (la masacre de
ros, si bien profesan ser cristianos, son los mismos los obreros huelguistas) se relftciona más nítidamente
demonios del infierno [ . .. J. Tienen las casas lle~ con unos sucesos qué repiten a su vez los del •comienzo&:
nas de mujeres gentiles, compradas para sus tor- J.a penetración, en una zona caracterizada por un estilo
pezas: incitan á los gentiles á que se hagan gue- de vida autárquico, de una economía •colonial· moder-
rra, y se cautiven y prendan, y los traigan al con- , na. El grupo arcaico de los carpincheros -los ·hombres
traste y venta (cap. 70). del río»- que supo conservar su autonomía, representa
en el cuento a la vez una sociedad anterior a los •comien-
En el folklore paraguayo moderno, el pombero, a me- zos .. y una esperanza utópica.
nudo 5lSociado al yasy-yateré y a · otros genios malignos Huellas del trauma histórico serán, en los cuentos de·
[Carvalho Neto ._1961: 91-98], se conoce como 1adrón y, .M ori encia [1969], las notorias anomalías del tiempo vi·
más específicamente, como raptor de niños, niilas y mu- vido y recordado [4. 21 Lienhard 1982]. En .. Nonato .., el
jet-es, función que parece legítimo relacionar con el com- narrador-protagonista, pesado de recuerdos borrosos que
portamiep~o de los poz~ber.o~ p_aulistas y sus ejecutare~, vivirá como una pesadilla repetitiva, nace ya viejo, .. más
1os bandetrantes. Las , formulaCiones de Montoya ausp 1- vjejo . ( .. . ] que los más viejos del pueblan: pero su me-
cian ya la t}'ansformación -a la cual quizás los misione- moriéÁno conserva el nombre de la catástrofe inicial. En
ros no son ajenos- de los pomberos históricos en espíri- nBajo el puente .., el mismo personaje -el maestro- toma
tus malignos. En el discurso del jesuita, la relación de los al inorir, cc¡mo algunos muertos montoyanos, un aspec-
pomberos con la .. catástrofe., es evidente; se podría su- to juvenil. Analogía de los sucesos pasados y futuros:
gerir, entonces, que los actuales espíritus malignos son uLas cosas que decía (el maestro] no eran de ese mo-
uno de los elementos portadores del flrecuerdo.. de la mento; había_!l pasado hace mucho tiempo. O estaban
gran catástrofe periódica. A estas alturas, sin embargo, por suceder• [ibid.). La historia, descompuesta, ofrece
"' no ,resulta posible afirmarlo definitivamente. sólo la alternancia de dos tiempos ·en vez de un mínimo
Como quiera que sea, la obra narrativa de Roa Bastos ' de tres que la acreditaría como proceso: «No hay más
recoge 'Y reinterpreta de varios modos los elementos del que el principio y lo que está antes del principio .. , reza
ktraumau histórico que se han depositado en las capas la inscripición en el ataúd de Chepé (.. Moriencia .. ).
. profundas de la memoria oral , paraguaya. En El true 4
Dos son los referentes históricos fundamentales de
no . .. , sus componentes aparecen todavía relativamente Hijo de hombre: el levantamiento popular y la guerra
j}
aü¿lados, aunque en un cuento como •El prisionero.. se del Chaco. A raíz de la no linealidad y la · descomposi 4

cíón de la secuencia temporaL el levantamiento y su re~


Martín I.ien}za:rd La voz ' y su huella 273

pres10n (la explosión del tren de los insurrectos, la caza udesconstntctívan de las fuentes escritas de toda la his-
. al hombre) parece repetirse una vez tras otra, tanto más toria paraguaya hasta hoy. El aspecto ~popular• o sub-
· cuanto que se alude, de hecho, a dos levantamientos dis- versivo de tal estrategia eminentemente escriotural se
tintos, dirigidos respectivamente -nótese la coinciden- vincula a la "carnavalízación•, en el sentido de Bajtín
cia geneológica- por Casiano Jara y su híjo Cristóbal. (11 1970], de la historia escrita, como lo puntualizó
Análogo es el caso de la evocación de la guerra del Cha- Juan M anuel Marcos {4 .2/ 1983). El írrespeto risueño
co: la anticipa la lectura, por el teniente Vera, del o sarcástico por los npasquínes .. - elaboraciones ideológi-
texto autoj~stificatcrío del padre Maíz [4. 11 1986), nanti- cas- de los historiadores potencia el ·aspecto cómico-co-
héro e .. de la guerra de la Triple Alianza, como su lector rrosi vo que aparece en la obra de Roa Bastos desde H i jo
v comentarista lo ser á de la del Chaco. Todos estos mo- de hombre. Pero si al final de esta novela se expresaba
~cntos de insurgerlcia se irán, pues, superponiendo de (patéticamente) la necesidad de romper el ciclo de las
algún modo en la novela. El propio narrador (Vera) ad- catástrofes históricas, aqui -con el importante preceden-
mite que procede como el viejo k araí Mae"ario que ~su­ te d el ucirco .. de A1oriencia- se las carnavaliza. Por trá-
perponía los hechos, trocaba nombres, fechas y lugares" gicas que aquéllas hayan- sido, la risa aparece ahora
(cap. 1). De este modo, el lector llegará a percibir la como el mejor modo para pulverizar el depósito negati-
alternancia que domina la historia de la región desde sus vo que ellas constituyen en la memoria colectiva. Una
-com ienzos", y que se ve como anticipada en la crónica risa que no las niega, por cierto, pero que prepara el
de .Montoya. El jesuita evoca, justamente, estos «comien- terreno para pensar, sobre los escombros de las ideolo-
zos .. : conquista espiritual/ resistencia de los nmagos .. , gías gastadas, una utopía r adicalmente nueva.
construcción del paraíso jesuítico/ su destrucción por
los paulístas, éxodo hacia -una tierra mejor/ carta final
· de Rosa Monzón, ficticia depositaria del manuscrito no-
velesco de Vera : ucste pueblo tan calumniado de Amé-
rica, que durante siglos ha oscilado sin descanso entre la
rebeldía y la opresión, entre el oprobio de sus escar-
necedores y la profecía de sus mártires".
En Yo el Supremo, novela cuyo refer ente his.tórico
central es el p eríodo de la dictadura de José Gas par Ro-
' {
dríguez de Francia, la voz múltiple del compilador va1 '

superponiendo, en un constante movimiento de ida y


vuelta, tedas las «oscilaciones" de la histor ia paraguaya. 1
El procedimiento de las superposiciones temporales, ins-
pirado ca el funcionamiento de la memoria oral, se ve 1
enriquecido aquí por la confrontación ideológicamente
b'f!
fA~
u~('
CAPITULO · IX La voz y su huella 215
t~·
ti RULFO .. estado original .. ; que han sugerido la posible incorpo-
ración, por parte de Rulfo, de núcleos cosmológicos de la
Lecturas «Occidentalesu y ntrasterranasu

1 l .-
.. trastierraH mexicana (2. 21 Roa Bastos 1981), o su a pro~
piación de lo que la cultura campesina de Iv1éxico «tie-
ne de espaiiol y de antiguo americano• (2 . 21 Argueda~
1960) . Los escritores "provincianos" Roa Bastos Y Argue-
Las narraciones. de Juan Rulfo, contrariamente a mu-

1
i~
chos de los textos que aquí se van' discutiendo, nunca tu-
vieron en la América Latina serios problemas de acepta-
ción por parte de sus lectores, profesionales o anónimos,
sin duda en su mayoría «europeizados". ¿Significaría esto
das, sin duda, notaron en Rulfo un proyecto semejante
al que ellos mismos intentaban realizar.
Estas recepciones contrastantes del mismo texto pare-
cen confirmar, de hecho, que El llano en llamas y Pedro
que su adscripción a las corrientes alternativas carece de Páramo r eproducen la característica principal de la es-
1 sentido, que El llano en llamas (1953) o Pedro Páramo critura alternativa: el «Secuestro" de una forma de tra-
(1955) pertenecen del todo a una literatura latinoameri- dición metropolitana (en este caso, la novela vangu~r­
cana supuestamente "universal.. por su sumisión a los dista) para el~borar literariamente el discurso de un sec-
códigos fundamentales de la tradición literaria ocCiden- tor marginado - aquí, el de ciertas subsociedades rura-
les culturalmente arcaicas y políticamente periféricas.
tal? Carlos Fuentes (en 2. 2/ Rulfo 1980 : 19-30] , por
Para el escritor prof;_md~mente marcado por ·una expe-
ejemplo, no duda en relacionar la .. búsqueda del padre..
1
riencia .. provinciana .. , las prácticas simbólicas, rituales Y
por parte del hijo de Pedro Páramo con la búsqueda
narra tivas de estos sectores predominantemente orales
1 análoga de Telémaco, protagonista de una de las obras constituyen ¿omo un «texto" que penetrará de varios mo-
fundadoras de dicha tra.~lición, la Odisea homérica: ni ., '¡:
dos en el intertexto de 1a narración escrita. Lo que facilita ·
se le ocurre rastrear en México el posible origen o Ia ~·
·.... una recepción puramente .. occidentah de los tex~os es s~9
cJave de este motivo. Y no han faltado los críticos que f' duda el hecho de que el •rdueño de la escritura .. (v . cap.
señalaron la presencia de otros mitos occidentales o bí-
blicos en los dos textos, para no hablar de los numerosos
trabajos que subrayan las -evidentes- huellas de la no-
l S
IV) posee un' dominio perfecto de su tradición; l.a s pá-
ginas que siguen tratarán de demostrar que no por. ello,
la presencia del «depositario del discurso oral.. deJa de
velística de Joyce o de Faulkner: rupturas díegéticas y rep-ercutir en las estructura s profundas del texto.
temporales, fragmentación de los personajes y las per- •..1·,.:1

·. Para da.:: un primer ejemplo: la nindiferencia .., la es-


cepciones. tupefacción, el .. oscurecimiento de la conciencia .. que ca-
Han surgido también, sin embargo, otras voces que han racteriza , según William Rowe (2. 2! 1987], la actitud d.e
l los personajes de El llan::; en llamas, remite a las ac:I-
insistido en la .. matriz de oralidad.. de las narraciones ..

rulfianas (1 / Rama 1980, Pacheco inéd., 2. 2/ Rowe 1987] tudes a nálogas que los i nformantes nahuas de Sahagun
_.,
7;í· .·.
·.·1 '

-matriz tan milagrosa que éstas, al ser pr9mmdadas por atribuían a los mexicanos ante la priméra manifestación,
la prop ia voz del autor en una grabación, retornan a su 'i
' ' >~
de la violencia de los conquistadores españoles :
,~, ..
_''[..
l
Mm·lin Lienhard La voz y su huella 277

1.- Y así las cosas, luego se dísp<:.,'l'o· un "a·· · :


~ . n on pr esencia constante en Pedro Páramo, y el narr ador
como que se confundió todo. Se corría sin rumbo, -protagonista Juan Pr eciado m uere, "ant es .. de iniciar
se dispersaba l a gente sin ton ni son, se desban- su relato (pero el lector se entera de ello «después .. ), del
daban, como si los persiguieran de prisa. ..susto .. , quizás la enfermedad «fol klórica" más prestigio-
2.- Todo esto era así como si todos hubieran co· sa. El conjunto de este tipo de elementos configura una
mido hongos estupefacientes, como sí hubieran vis- especie de etnografía del campo mexicano.
to algo espantoso. Dominaba en todo el terror, como
Una lectura más paciente revela, además, la posibili-
si todo el mundo estuviera descorazonado. Y cuan-
dad de referir las articulaciones principales de su cos-
do anochecía, era grande el espanto, el pavor se
molog ía liter aria a una cosmología mexicana tradicional.
tendía sobre todos, el miedo dominaba a todos, se
Aunque no ignoramos que la cultur a rural del estado de
les iba el sueño, por el temor [2 . 11 Sahagún 1956.
Jalisco (salvo la de algunos grupos étnicos como los hui ·
L. XII, cap. 17].
choles) dejó de manifestar rasgos declaradamente pre-
hispáni cos, no excluimos su presencia subterránea, di-
Rulfo no tuvo informantes nahua s y menos del siqlo !
fícil de pr obar ante la escasez de estudios de las culturas
xv 1, pero la memoria oral de la cultura rural a rcaica ~ue r
rurales no indígenas - la r evelación con fines ideo lógi-
?1 uconservaba, seguía impregnada, sin duda, de ta les
actitudes de ascendencia antigua. Actitudes que, en Ru l·
cos de un . substrato indígena genera lizado en la cultur a 1
.m exicana que presenta ()ctavío Paz en El laberinto de la
fo como en los informantes de Baha gún, se p royectan so-
soledad [2.2/ 1959] no constit uye todmiía prueba a lg,u -
bre el modo de narrar "impersonal• , resultado de la voz na. A lo largo de sus andanzas a través del Iviéxico in-
1
!
colectiva de una comunidad q ue deja. a trás un largo dígena, atestiguadas por muchas de sus excelentes ncien !
i
aprendizaje del sufrimiento. fotografías .. (2 . 2/ Rulfo 1980), Rulfo puede haberse im-
Una lectura superficial, pero atenta a los elementos pregnado, por otra parte, de ciertos núcleos rituales y na-
"antÍS)UOS• oe Pedro Páramo descubre, a nivel temático, rrativos de los .. vencidos ... No se puede desca!'tar, fi nal-
la ab~mdancia de motivos vinculados a creencias y rí tos mente, el impacto de la lectura de los textos indíucn:.1s
pop ulares de M éxico, más que nada a las concepciones clásicos; impacto hipotético que, de ser cierto, se hu -
respecto a la muerte y la vída de ultratumba. Sólo en la biera fundido - si juzgamos a pal'tír del resultado - con
penúltima secuencia de la novela (la de la muert e de las experiencias «antiguas" concretas. La presencia de lo
Pedro Páramo), se insinúa 1) que la muerte de una per - «indígena · en Pedro Páramo, en efecto, no delata n unca
sona se percibe a distan cia, 2) que uno puede en tregar una incorporación artificiaL
mensajes a los muertos antes de que se enfríe su cuer- Comoquiera que sea, nos interesa aquí destacar, jus-
po, 3) que las oraciones sir ven para recha zar el demo- tamente, su presencia no por subterránea menos activa ,
nio que a nda suelto: todavía, 4) se ofrece una peque- Por comodidad (existencia de un conocimiento relativa-
úa Hsta de enfennedades ufolk !óricas": el u mal de ojo .. , mente seguro). referiremos los elementos de cosmovi-
los fr íos .. , la «rescoldera ... Las nalmas en pena u son Ul;a
11

sión antigua .ante todo a las cordcnadas de la cosmolo-


278 Marlitt Lienlzard
La voz y su lluella 279

gía nahua _tal como ésta se conoce a partir de los textos


publicados. No pretendemos así sugerir una ascenden- sos, abriendo un hoyo infranqueable: nLuego fueron a
cia ~<nahua" del texto de Rulfo, pero pensamos que la hacerlo y Ouetzalcóatl se cayó en el hoyo, se tropezó y
cosmovisión azteca es hasta cierto punto representativa lo espantaron las codornices. Cayó muerto y se esparcie-
de la de otras éulturas mesoamericanas. La cultura riá- ron allí los huesos preciosos" (ibid.: 21] .
huatl, además:_ central en la Mesoamérica prehispánica y En estos fragmentos.. que pertenecen a dos . textos épi-
"privilegiada.. en el período colonial, debe de haber de- ~os distintos, se anticipan (no es indispensable viajar,

jado huellas difusas en varias regiones y culturas sec- como Fuentes, hasta Grecia) las articulaciones diegéti-
toriales. cas fundamentales de Pedro Páramo: el viaje del pro-
tagonista (Juan Preciado) al reino de los muertos (Coma-
la) en busca de los restos (la memoria) de su padre (P~­
Viaje al país de los muertos dro Páramo). y el rescate difícil de los restos de· una
humanidad muerta: tanto Ouetzalcóatl como Juan Pre_.
En el códice náhuatl de Cuauhtitlan (1558), manuscri-
ciado .. morirán .. / no morirán de -ni.odo ambiguo. En el
to .que incluye varios textos distintos, se cuentan dos ha-
texto antiguo, los huesos de los muertos ·serán Ía materia
zañas sepulcrales del héroe mítico-histórico Quetzalcóatl:
a partir de la cual Ouetzalcóatl (asocia4o a la agricul-
tura, la fertilidad, la vida) creara un nuevo género hu-
Cuando ya tenía un poco de discernimiento, tenía
mano: •Y tan pronto llegó, la que se .llama Ouilaztli,
ya nueve años. Dijo: ¿cómo era mi padre? ¿acaso
que es Cihuacóatl, los molió y los puso después en un
puedo verlo? ¿acaso puedo mirar su rostro? En ver-
barreño precioso. Quetzalcóatl sobre él se sangró su
dad se murió, allá fue enterrado, ¡ven a verlo l Lue-
miembro [íbid. : 21]. \
K
go fue allá Ouetzalcóatl, en seguida escarbó y es-
Con sus poderes aná.logos, Juan Preciado creará, a
carbó, busco sus huesos. Y cuando hubo sacado
partir de los «ecos,. y los susurros, la ficticia humanidad
sus huesos, allá los fue a anterrar en el interior de
de Comala ; los pers'~najes surgirán por obra de este na-
su templo, en el que se ·nombra de la diosa Ouillaz-
rrador-protagonista que los evoca y les da voz. Pero los
tli (2. 1/ León Portilla s/f: 38] .
poderes del narrador se lin1itan al lenguaje: la humani-
dad literaria creada por él no se compone sino de som-
Algo más tarde - y en otro texto- Ouetzalcóatl se tras-
bras y esqueletos portadores de discursos; su vida du-
lada al reino del seüor de los muertGs (mictlcm): .. y lue-
rará lo que dura la lectura de la novela. El discurso ·li-
go ~fue Ouetzalcóatl al Mictlan, se acercó . a Mictlante-
terario moderno, cont'rariíilmente al mítico, no cree la
cuhtli Y a Mictlancihuatl y en seguída les dijo. -"Vengo
palabra capaz de suscitar mundos "reales ...
en busca de los huesos preciosos que tú guardas, vengo a . 1

tomarlos"., (ibid.: 20). Los paralelismos entre la historia de Ouetzalcóatl y


El señor de los muertos parece otorgarle su permiso, la de Juan Preciado, realmente asombrosos, van más le·
pero intenta obstaculizar, de hecho, la salida de los hue- jos todavía. Las dos .. creaciones .. no son sino re-creación,
re-composición. Ouetzalcóatl restituye la vida a partir
280 Ma.rtin Lieníza..rd 281
La voz y su 1zue11a

· de fragmentos de lo muerto, lo pasado, gracias a la ofren- viar sus trabajos, ellos los abastecen con alimentos, agua
da, al sacrificio de su propia sangre fecundadora. De y . . . dinero 2 . 1 1 Pozas 1948). De Coma la no se alcanza
modo análogo, Juan Preciado compone nsu texto• a par~ ~ ver las nubes: el cielo está demasiado alej ado [Rulfo
tir de los fr agmento s de discursos que revolotean en el 1978 : 63-64). Luego, sus habitantes. Una descr ipción de
aire en ra recido de Comala, fragmentos
1>
a veces anó· Eduviges manifiesta varios r asgos típicos de lo que en
nimos como los huesos de un cement erio abandonado, México se llama una calauem: calavera de arcilla que re·
discursos ~muertos" de distint as épocas. Una mujer (Do- oresenta, en el mundo prehispán_ico, a los señores del
rat ea), t ambién, compañera de tumba , preside a esta re- ~úctlarz ; ca lavera-juguete del actual día de los muertos.
creación narra tiva . Menos afortuna do que Ouetzalcóatl, calavera -caricatura de un a rtista .. popular~ corno Posada :
sin embargo, Juan Preciado no logra dar consistencia a ,5 u cara se transparentaba co rno si no tuvi era sangre.
sus personajes. La hermana-esposa d e Donis, por ejem· y sus man os estaban marchitas y a pretadas de arrugas.
plo, cuando él - como protagonista- se le acerca para No se le veían los ojos. Llevaba un vestid o blanco muy
poseerla, se deshace bajo su intervención. lVIotivo que se antiguo~ (ibid.: 19].
encuentra también en un cuento zinacanteco (Chiapas) Dos habitantes de Comala, Donis y su esposa-herma-
acerca de un descenso al r eino d e los muertos. Cuando el na, ofrecen varías características que los diferencian de
hombre, se dice ahí, uiba a tocar a su esposa, se encon- los dem ás y los hacen aparecer como «más reales" : el so -
tró con sólo un montón de h uesos" (2 . 11 Laug hlin 1977: nido de sus palabras se oye, y ellos no se desva necen al
28 -30) . En COinala, reino de los muertos resucitados gra- adormecer se Juan Preciado -es decir, ellos exi sten fuera
cias a l limitado poder de la escritura, la reproducción de su discurso o concienci a. Esta pareja seii.orea Cornala.
sexual es imposible .. En las úreas donde predomina la ese infierno de vo ces y sombras, función aná loga a la de
oralidad, la escritura , como lo afirm ó Roa Bastos repe- Mictlantecuhtli y Nlictlancihuatl, seiior y seii.ora d el reino
tidas veces, es un cementerio - el de la palabra viva. azt eca de los muertos. La existencia de esta pareja inces-
Las secuencias n arrativas que evocan, en Pedro Pá- tuosa nos remite, todavía, a la parej a incestuosa .,funda-
ramo, el pueblo de Comala en la épo ca de Juan Precia- dora~ de los toltecas y aztecas: Ouetzalcóatl y Quetzal·
do, ofrecen un núcleo de signos q ue lo asimilan al país pétatl. El reino de los muertos d e Comala, a veces compa-
de los muertos de las mitologías mexicanas (mictlan rado con el ínfíerno cristiano, se le parece poco, pues, en
para Jos aztecas y los nahuas modernos). Para empezar, su ubicación espacial y su organización «sociaL•.
las alusiones a su situación geográfica o cosmológica: le- A Comala, equival ente literario de los p ueblos abando-
janía respecto al mundo de los vivos, que exíge un via- n ados. a raíz de un a frustrante política agraria, del cam-
je penoso. El ca mino a Comala se representa como u na po mexica no (nivel de representación udcicumental .. ), ~e
baj ada casí infinita que lleva a un lugar de calor exce- superpone, pues, el reino de los muertos de ascendenc1a
sivo y sin aire (hoy todavía, los maya-tzotzilcs de Chia- prehispánica (nivel .. mítícou). Cada una de estas imáge-
pas simulan en sus entierros el via je p en oso que deben nes indisociablcmente unidas represc1:ta uno de los dos
realizar los muertos para llegar a su destino ; para alí~ aspectos de este texto hete rogéneo, el del ncluefi.o de la es-
282 Martín Líenl1ard
I.a voz y su huella 283

. critura y la tradición literaria, occidental.. , y el del <idepo-


sitario de la memoria y los valores oral-populares". Sahagún (1956: L. I, cap. IV), siguiendo a sus 'infor-
mantes nahuas¡ define así a Tlaloc: "dios que habita en
el paraíso terrenal, y que da a los hombres los manteni-
El paraíso terrenal ~ '-. mientos necesarios para la vida corporal... Esta, ahora,·
' ¡·
és . curiosamente la misma definición que hubiera podi-
Otros son los rasgos que dibujan Comala en su época do dar, acerca de su propia persona y su función, el te-
de esplendor, la de los años dinámicos de Pedro Páramo: rrateniente Pedro Páramo. De este personaje, en efec-
«Al recorrerse las nubes, el sol sacaba luz a las piedras,· to, depende en la novela la vida o la muerte de Comala, ·
üisaba todo de colores, se bebía €1 agua de la tierra, ju- la cosecha o su ausencia. Cu¡;tndo Pedro Páramo, renco-
gaba con el aire dándole brillo a las hojas con que juga- roso, se cruza de brazos, Comala se muere de hambre.
ba el aire" [ibid.: 151. Es que él. controla toda la producción agrícola y, · a tra-
Un paraíso de luz, aire, agua y tierra. El .. sol bebiendo vés de ella, la propia existencia de Comala. Lo mismo,
· el agua de la tierra expresa .., eh términos de antropomor- aplicado al mundo (de los aztecas), vale para Tlaloc. La
fismo, una relación estrecha, 1:ecíproca y fe cunda entre el asociación entre el dios de la lluvia y el poder latifun-
dista que opera Rulfo en su novela, halla como unos
cielo (aquí el sol) y la tierra. La lluvia -igualmente antro-
precedentes -una canción popular, si se quiere- en la
pomorfa- desempeña un papel decisivo: .. Fulgor Sedano
narrativa mexicana oral. En varios cuentos indígenas, en
sintió el olor de la tierra y se asomó a ver cómo la lluvia
efecto, el dios de la lluvia se ~aracteriza por una arbitra-
desfloraba los surcos [íbid. : 60).
.. riedad digna de Pedro Páramo -o de un latifundista: po-
Sexual, la relación entre la lluvia y la tierra, abrazo siblemente una clave para su interpretación. En un cuen- ·
césmico, explica en términos míticos la posibilidad de la to pima, "~os hijos de la nube.. [2. 11 Karlinger 1978:
producción agrícola. Sin arriesgarnos demasiado, pode- 51-55), este dios otorga todos sus favores a una joven
~los identificar a la divinidad celeste que se manifiesta hermosa y le permite vivir en una especie de paraíso
en la lluvia antropomorfa: se trata del dios de la lluvia terrenal, mientras que los demás hombres se mueren
que la cosmología tolteca-azteca llama Tlaloc. Igual que de hambre por la sequía, la ausencia de la lluvia -ni más
sus homólogos en otras ·cosmologías mexicanas, en efec- ni menos la propia actuación de Pedro Páramo. Otro
to, Tlaloc, que reúne los elementos opuestos y comple- cuento, mixteco, uEl joven que mató al dios de la lluvia»
mentarios del agua y del fuego, es el principio fecunda·- (ibid.: 35-39], empieza con un diluvio provocado po~ la
dor por excelencia. Según los aztecas, como lo afirmó Lau- a rrogancia del dios de la lluvia. Al fínal de la narración,
rette Séjourné [2. 21 1957: '112), la tierra produce sólo un 'joven lo mata y propicia así la trans_formación de
~penetrada por el calor solar tra9smitido por las lluvias ... una zona fértil en un llano seco. En las ¡mítologías mexi-
Tlaloc, como se aprecia en un mural teotihuacano, pre- - canas, el dios de la lluvia es el dueño de la oposición
side a] paraíso terrenal, llai?ado precisamente tlalocan, fertilidad/esterilidad, como Pedro Páramo lo es en su -¡ -~.
•lugar de Tlaloc ... ..cacicada" de la Media Luna.

\
·_,.

284 La voz y su huella


Martín Lienhard • 285

Toda una serie dc pasajes confirman, en la novela, la es imaginaria, mero efecto de la lectura: las secuencias
asociación entre Pedro Páramo y lé! lluvia. En las se~ dedicadas a su evocación -nar radas a partir de la tum-
cuencias que evocan su juventud, l a lluvia, siempre pre- · ba por el protagonista-narrador Juan Preciado - se in -
sente, acompaña al personaje. Lo acompaña rá ha sta más · terrumpen a menudo para dar paso a otras donde un nél;?
' .
. ~:~·:·
allá de la llegada de Susana San J uan. Cuando se confir.t rrador anónimo revela el pasado de Pedro Páramo. La
.··¡
ma su incapacidad para seducirla, Pedro Páramo pierde frecuei1cia de las secuencias que evocan Comala I, cabe
su interés y su empuje; no lloverá más en Comala. El tenerlo en cuenta , es mucho más elevada en la primera
' Voto que él hará, finalm ente , al cons tatar la jndiferenda parte de la novela que en la segunda.
de la gente en el entierro d,e Susana, inaug ura la sequía En cuanto al tiempo vigente dentro del mundo narra-
definitiva que convertirá a Comala, de paraiso terrenal, tiuo, el de Comal a I constituye, en primer l~gar, un pre-
en país d e los muertos. Las actitudes de Pedro Páramo sente frente al pasado de Comala II. El día astronó-
provocan, pues, las mismas consecuencias que el descui- mico con sus segmentos (día, tarde, noche) impone su
do o la muerte del dios de la l!uvia en los cuentos m en- ritmo a la vida de los protagonistas. En tanto que uní-
cionados.
dad de tiempo, el día astronómico se caracteriza por su
En r esumen , de acuerdo a las condiciones ~~alternati­ índole circular (coinciden comienzo y fin) y su repeti-
vas .. de producción del texto, las dos fa cetas de la per- ción ad irdinitum, ligada al movimiento de los astros
sonalidad de Pedro Páramo, respectivamente ~~socioló­ principales, sol y luna. Ah is tórico, el dia a.:;tronómico
gica" y umíticau, se iluminan recíprocamente. ignora la acumulación, el progreso: todos los dí as, en r i-
gor, son iguales. Por estos motivos, el narrador puede
afirmar, después de una estadía de algo más de un día en
Tíempo mítico/tiempo histórico Comala, que es .. como si hubiera retrocedido el tiempo":·
no importa cuál es la noche que comienza, la anterior o
El peculiar funcionamiento de la temporalidad en Pe-
la posterior, ya que nada las distingue. Otros «retroce-
dro Páramo ha sido el objeto de numerosos estudi os. ¿En
sos.. temporales se encuentran a cada paso. El diálogo
qué medida, los rasgos temporales de la novela se pue-
entre Juan Preciado y el arriero Abundio, casi al comien·
den explicar a partir de nuestro enfoque? Tratarem os en
zo de la novela, se relata ccn un m : wímíento adelante-
lo que sigue de dar. una respuesta a tal pregunta.
atrás continuo; el, lector tiene la impresión de que los
Tenemos que distinguir, en primer lugar, los dos es~ dos personajes repiten una vez tras otra el mis mo tra:yec-
pacios que acabamos de caracterizar: Comala en tanto to, sin poder avcmzar. Un tiempo repetipvo (no someti-
que pais de los muertos (I), y Coma! a como paraíso te- do a la linearidad cronológica) predomina en todas las
rrenal (II).
sociedades arcaicas, especialmente las ca.mpesinas. La
Si consideramos el · nivel de la enunciación (no del unidad menor es justamente el día (con sus subdivisio-
mundo evocado), el tiempo de Comala I resulta frag men·· nes); la mayor suele ser, cuando no se trata de un es-
tado. no con tinuo. La unidad del universo de Comala I lado dinústico · con sus períodos largos, el ciclo comple-
La voz y su huella 287
286 ' Martin Lie11Jzard

pe evocado y ' la duración . del texto, constatamos pocas


to de las estaciones (agrícolas, de caza), es decir un aflo.
diferencias . entre las que se dedican · a Comala I y a Ce-
L 1 renercusión de 't ales concepciones tem porales resul-
mala H. Gran parte de los fragmentos, en efecto, se ba-
ta, p;es, evidente en ComaJa I, aunque falte aqui cual-
san e~ una .. narración escénica .. (monólogos, diálogos):
quier . referencia a lfl.s estaciones del año: en tanto que
la relación entre las dos tem poralidades tiende, por con;. ....
reino de los · m~eFtos , Comala desconoce el ciclo vital
siguiente, hacía la. identidad. Para Comala I y Comala
que implican las estaciones. . ·
II, se distinguen, en cambio, los lapsos de tiempo refe-
Comala II, el paraíso terr enal dominado por Pedro Pá-
rencial ignorado, no cubierto por ' la narración. Relati-
ramo, ocupa las secuencias del narrador anénímo. Es-
vamente escasos en las secuencias a cargo de Juan Pre-
paciadas al comienzo, aumentan. su frecuencia hasta ocu-
ciado (que dispone de varias decenas de páginas para
par, al final, la tota lidad del discur so narrativo. Este ::.~

evocar 36 h oras), los lapsos de tiempo no evocado, entre


hecho produce una impresión extraña: en el mundo no-
velesco global (Comala I + II), el hijo, cuya muerte se
una y otra s'ecuencia del narrador anónimo, suponen
meses y años de la vida del terrateniente. El progreso
anuncia hacia la mitad del texto, parece anterior a su
de las dos historias paralelas resulta, entonces, muy di-
padre; Juan . Preciado engendra .. textualmente" a su pa-
símil. Cuando Juan' Preciado acaba apenas su primera
dre Pedro Páramo. Frecuente en· las mitologías amerin-
noche en Comala, Pedro Páramo, más allá de la niñez y
dias, la inversión de los papeles entre padres e hijos
la adolescencia , ya ha perdido a su padre y a su hijo,
aparece también, por ejemplo, en un cuento náhuatl n a-
se ha casado y ha llegado a la cumbre de su poder de
rrado por una señora anciana del Distrito Federal de
latifundista. La vida de Pedro _Páramo no se desarrolla
México [2 . 1/ Horcasitas 1974: 26-29]; aunque la presen-
- sólo u contra.. l a de su hijo, · sino también sobre el te-
cia de este mecanismo cumpla sin duda aquí otras fun-
lón de fondo del arreciar y el amainar de la lluvia que
ciones que en el , cuento oral, tales precedentes ·la ujus-
• . .P'' ·configura, a lo largo de la novela, un ciclo'.anual bastan-
tifican". te · completo. Observamos, pues, una oposición no sólo
En cuanto al universo narrativo de Comala II, su tiem- cuantitativa sino radical entre dos temporalidades. La
po es cronológico, histórico. La narración cubre, por ún una repetitiva, algo ·v iscosa: la o tra fuertemente progre-
lado. la biografía de Pedro Páramo, y por otro, un proce- siva - pese a los saltos adelante-atrás- y activa, transfor-
so .,histórico" que se podría, sin mayores problemas, si- madora. Todo esto n os sugiere que nos hallamos frente a
tuar .en la Historia: si el final de la era del «caciquismou, una oposición tiempo mítico/tiempo histórico, traduci-
y la revolución -ausente en tanto que tal como en la
mayoría de los cuentos de Rulfo- constituyen el telón de
do en articulaCiones narrativas. -
Otro resultado más de las condiciones d e producción
fondo de las empresas de expansión del tenateniente, il '
.. alter nativas" del texto, la coexistencia de estas dos tem-
sus últimos mes es coincid en con la .. guerra de los cris-
,- poralidades debe vincularse, para permitir su interpre-
terosu (1926-1929). tación a la caracterización a la vez ~documental• Y .. mí- ·
Si consideramos todavía, para cada una de las secuen-
cias de l a novela, la relaci.ó n entre la cantidad de tíem-
del
tica u espado y los personajes. El tratamiento umíti·
.
290 l.a voz y su Jzue1Ia 291
Martín Lienhard

de la vida y los sufrimientos de los indios, deriva -en el ser •indígena .. y •oral... El autor, en la etnoficci·ó·? ·. se ~o­
mejor de los casos- de una actitud escriptural análoga. loca la máscara del otro, empresa no sólo dificil ~m.o
La segunda opera una reflexión científica sobre el re- también, a todas luces, discutible. Dedicaremos las pagi-
sultado de la obs~vación y el discurso del otro; según nas que siguen a una serie de textos en los cuate: 1 ~ et-
las áreas cultur9les, se dio en calificarla de etnología o noficción funciona como estrategia exclusiva o prmc1pal.
antropología. , Partimos de la hipótesis de que la etnoficción latin~ ­
La última, menos frecuente pero significativa en el americana se inspira en una etnoficción europea prexls-
contexto de las relaciones interculturales que generan los tcnte (aunque no reconocida como tal), de la cual extrae
colonialismos, es la recreación «literaria" del discurso del ciertas preocupaciones y características formales , .a l.a
otro, la fabri cación de un discurso étnico artificial, des- vez que tiende a darles, en el nuevo contexto, un Sigm-
tinado exclusivamente a un público ajeno a la cultura ficado social substancialmente distinto. Para desarrollar
1 «exótica.,. A esta práctica reservaremos aquí el concep-
to de etnoficción.
esta hipótesis, intentaremos describir primero los ras-
gos funda mentales de la etnofi cción eur~~ea, hasta ahora
.ig norada como discurso literario espec1f1co.
A menudo, la configuración heterogénea de los textos
concretos impide adscribirlos a una sola de estas prácti-
cas. La obra más famosa de Lévi-Strauss, Tristes tropi- Europa: el otro como prete~to
ques, por ejemplo, se puede leer como relato (más o /

menos ficcionalizado) de un viaje etnográfico o como Antonio de Guevara


texto cie:1tífico ·(antropológico). Ciertos textos indige-
nistas, por otro lado, emplean por trechos procedimien- Los primeros atisbos de una práctica etnoficcion~l mo-
tos de índole etnoficcional; asi, Lolci Casan ova (1947), derna asoman ya en el Diario, de Colón o en las Dec.adas,
novela de Francisco Rojas González (2 .1/ 1984] acerca- de Pedro Mártir de Anglería, pero en estas narra.c1o ~e s
de la a gonía de los seri (Sonora, 1\1éxico), crea una es~­ de la época d e los primeros contactos con los amerm~1o~,
pecie de perspectiva «indígena .. en los cap ítulos dedica- la recreación de retazos de un discu rso del otro no ll1Cl-
dos a evocar la vida de las víctimas del etnocidio. Nos de profundamente en las estructuras textuales. .
parece· importante, sin embargo, distinguir estas prácti- En 1529, el franciscano español Antonio d e Guevara m -
cas : cada una, en efecto, materializa una actitud escrip~
venta, en su Rel ox de pdncipes, el famoso discurs~ del
tura1 específica frente al otro. No conviene, sobre todo,
"villano del DanubiC' ', pronunciado ante el senado lmp~­
confundir la ficción que tematiza, ndesde fuera n, las so-
ciedades exóticas, . y la que crea la ilusión de que éstas rial romano por u:1 representante autorizado de las tn ·
'nos hablan directamente. En la etnoficción, en efecto, sur- bus germánicas :
ge una contradicción entre las características ••occidenta-
1esu del texto literario (escritura, idioma, forma global, :Los tristes hados lo permitiendo, y ·nuestros
libro-mercancía) y un discurso narrativo que aparenta dos dios es nos desamparando, fué tal nuestra
292 Maxtin Lienhard La voz y su lwella 293

dicha, y mostróse a vosotros ta n fav orable v entura, peligrosa -que otros intelectua les contemporáneos, como
que los sober bios capitanes de Roma tomaron por el padre Las Casa s, no dudaban en formular sin co-
fuerza a nuestra tierra de Ger manía ; y no sin cau~ locar se máscar a s. Este texto, con su esca sa o nula fun-
sa digo que a la sazón estaban de nosotros nuestr os damentación etnográfica, ilustra bien la artificialidad del
dioses sañudos, porque sl nosotros tuviésemos a l os discurso etnofi ccíonal.
dioses aplacados, excusado era pensar vosolros ven-
cernos. Grande es vuestra gloria, ¡oh romanos !,
por lRs victorias que vosot ros hab éis habido, por
Lahontan
los triun fos que de muchos r einos habéis triunfado; Varíos t extos del Siglo de la s Luces francés confirman
pero mayor será vuestra infa mia en los siglos a ve- la ins tnxmcntaliza ción política de la per spectiva etnofic-
nideros por las crueldades que ha béis hecho, por- ciona l, a la vez que d emuestran su constante perfecciona-
qtte os hago sa ber , si no lo sab~ i :;, qu e dl ti2mpo que
miento. En los primer os aüos del s1glo (1 703, 1705). el
los truhanes van clelantc los carros triunfales di-
barón Loui s·-Armand de Lahontan, excelente conocedor
ciendo: "¡Viva, viva la invencibl e Roma k por otras
de las soci edades indigeJ1 as del Ouébec, publica dos con-
partes los p obre.:; ca utivos van en sus corazones di-
versaciones en t re é l m ism~ y Adario, calificado de «Sa u -
ciendo a los dioses : "¡Justicia , justicia: .. (1/ Gue-
vaGe de b on sens .. o "sau vage clisting ué". El lengua je y
la. ·~-r..~l._..;,.l.f" Ol dP ..._"il~a1 ._..nr¡'(,.....,, nS<llVélJ•. C n (;Ue
va ra 1S66}.
J. 'l.• eJ._ ..._ ~,,, . _. )_ .habla Ur!. fra n céS r e-

fin adísimo, son un prim-er indicio etc 1.a 111-:AOle 1 ' ¡ 1 • .


unagmarHl •

Constatamos, en est e dis,curso, una p erspectiva "étni-


de estas conversadones. Con argumentos que se voJ.ve-
ca" d el todo arti ficial. A Guevara, sin dudt1, no le in te-
I,.'.¡' cl;O s¡'.-nc: entre lo:; In"Ccur;;ores fil osó ficos de la re-
, .. .. J.. ... .. l ... ·- ~- .......

resa la cultur a o la cosmovísión de las tribus teutónicas , . -.¡o1ucié •1 franccs :.1, el indio harón fu s 1·iga el sistema ab-
ni unos acontecimientos his tóricos que da tan de 1 500 solu tista fran cés, sus leyes y ::u rcligié n . A :;us ojos, la
años. El discu rso d el otro, aqui, no es sino u n a rtHícío ·il1 St1tUCJO
· 1 1 C·t·1üCL
· • l1 c,e¡ ·· - ··...1 y- J<'•
1., ·n1''111 ' ,, ¿," · c·t1 L' l '··"'r-,o¡· clic•l-'n a u¡·r
• ~· "' -... · · " "' ·::.
l iterario que permi te arrojar una lul "in édita" sobre de -
en tre lo mío y lo tuyo son !as c.::n :saG pri nci pales de la
terú1i nados mecanismos políti cos. La condena del im pe-
\ riali smo r omano po1· un r epresen tan te de los .. vencidos.,
injusticia social y de la in capacidad para s ozar de la
vida . La escritura -casi diabólica- aparece como uno
L oculta el cucsti omnniento de una cmpre~; a exp ansíonista
de les p¡J¿u·es ' e11e .~Zt d . ual·ü¡ a c.1 so c1a
e s1g ·¡ europ:::a : a rgu·
\·i m ás cercana en el tiempo, la de Carlos V. La referen cia
m en to qt~ e dcs.3n ollarán Rousseau y Léví-Strauss, y que
a unos dioses que abandonaron a SLt pueblo parece ser,
rcchaznrá Derrida : i
ade-más, una alusión a la con ocida interpretación mexi- ¡
ca na según la cual México pudo ser conquistado porque
Ha! mauditc Ecriture ! Pemídeuse invention des
los dioses autóctonos habían abandonado a los suyos. Européan s, qui t.rcmblent a la veüe des propres chí-
•1\ ·. En este relato dramé'ltico, el otro es puro pretexto; la m crcs qu'.il s se r epréscn tcnt eux-mcmes par l'arrun·
\\
~L .:: ' etnoücción sirve p a ra expresar con cau tela un;:¡ verdad g cment d e víng t & t roí:; pctites fig ures, plus pro-

~~~- 1
¡
294
1 Martín Lienhard La voz y su hueila 295

f pres a troubler le repos des hommes qu'a l'entre-


tenir [Lahontan 1931: 227]. 1 en la asombrada conciencia de los autóctonos, los máori.
1
! ./'-.. través rle sus personajes, Diderot desarrolla, por otra
parte, los rasgos utópicos de la etnoficción, anticipando
Ahora, el ínterlocutQr imaginario del barón no se limi-
los grandes temas de un anarquismo que se -irá constitu-
ta a condenar el, sistema europeo, sino que esboza la
yendo poco a poco.· Frente .a los franceses, Aotourou Y
utopía de una sbciedad igualitaria, democrática, fede-
Orou, los .. salvajes" de Diderot, defienden sin tapujos una
ralista, sin dinero ni propiedad privada y, sobre tcido,
sociedad sin ·estado, la libertad sexual, el derecho a la
capaz de gozar la vida; el modelo propuesto no es otro
pereza; ellos niegan la validez del progreso material y
-según el texto- que ei de la sociedad de los hu;ones.
~onsideran la propiedad como robo : reconocemos los tó-
En estos diálogos, Lahontan transforma su experien-
picos que desarrollarán Proudhon, Laffargue y otros uto-
cia directa de las sociedades indígenas norteamericanas
pistas del siglo XIX. • . ·.,
en un discurso ficcional - .. filosófico .. en el lenguaje de
' A tra vés de su Suplemento, Diderot ev1denc1a tamb1en
la época- claramente tendencioso, análogo al que pre-
una gran fascinación y simpatía por la sociedad máori
sentará, con recursos semejantes aunque sin experiencia
que él, contrariamente a Lahontan respecto a los indíge-
de <~Campo .., Montesquieu en s~s Lettres persanes (1721).
nas can¿¡díenses, no conoce sino a través de informes de
La critica de la sociedad europea a partir de una pers-
viajeros. Pretexto y recurso literario en las obras de sus
pectiva inédita, y la presentación de las sociedades exó-
predecesores, los .. salvajes .. ficticios, en el texto de Di-
ticas como modelos o utopías para los proyectos de
derot, empiezan a transformarse en sujetos. El autor les
transformación social en Europa, aparecen, pues, como
ofrece, en efecto, la oportunidad de defender el derecho
-dos de los rasgos dominantes de la etnofícción clásica.
d e conservar su propia cultura, y de negar a los europeos
el derecho de colonizados. Identificamos así un tercer
.Díderot rasgo, ahora plenamente constituido, del discurso etno~
fi ccional: una crÍli ca del colonialismo po ~· su tendencia a
Unos setenta años más tarde, Diderot, en su Supplé- destruir unas culturas y sociedades no sólo dignas de
ment au' voyage de Bougainville (1772·-1779}, 1adopta un sobrevivir, sino también llenas de enseñanzas para los
procedimiento etnoficcional análogo al formular lo que europeos.
se le había olvidado apuntar al capitán-filósofo Bougain-
ville en su relato de viaje a Tahití: la impresión que ha-
Segalen
bía dejado el comportamiento de los viajeros franceses
En la novela Les immémoriaux, de Víctor Se}T~len.
1Ah l 1Maldita escritura! Perniciosa invención de los europeos
que t~emblan a 1-'l vista de sus propias quimeras, que ellos 119071, los rasgos crítico-filosóficos de la etnoficción clá-
~e repr:sentan por la combinación de veintitrés figuras peque- sica convergen con una voluntad científica y estética riue-' .
nas, mas aptas a perturbar el sueño de los hombres que a vas. Apoyándose en los conocimientos de la antro ·
.alimentarlo_
de su época, anticipándose a veces a ella, Segalen,
La voz y su lluella 291
.296 . Martin Lienhard

d espla zamientos y la evolución contr a dictoria del prota~


vertido aL "exotismo .• (el reconocimiento de la diferen-
cia) en Tahití como Ga uguin, inten ta una especie de tra - genista , la per spectiva n a rrativa, r efina da , evita los esco-
ducción ·verbal de los cua d ros del pintor. La novela se llos del m aniqueísmo li ter ario. Si lo europeo aparece, en
presenta como un discurso moldeado exclusivamente en un primer tiempo, com o lo radicalm en te exótico, en un
formas de pensamiento y de discur so a utóctonos. El dis- segundo tiempo, la pr opia sociedad máori - en vías de
curso narrativo, anónimo pero umáoriu, se r eali za a par- europcízación- será la que hace las veces de "exótica »:
tir de una perspectiva cercana a la del protagonista Térii. el protagonista, a lo largo de a ños de ausencia, se man-
haeré-po o depositario d e la tra d ición or al del p ueb lo tuvo incon tami nado . M ás tarde, sin embarg o, cuando
máori. Lejos de ser casual, esta función del protagonista el propio Térii s~ haya dejado ganar por la cultura eu-
da pie a una constante r eflexión ficcionalizada sobre la ropea, el texto mostrará el comportamiento de los máori
ora lidad. La sintaxis busca imitar en fra ncés las formas r ebeldes como casi ininteligible.
a glut inadoras del idioma máori, cua ndo no dej a ciertos Superando, gracias a la profundización antropológ ica,
concep tos indigenas sin t raducción . El lector se ve, p ues. la grosera manipulación política del discurso de otro,
oblígado a penetrar en el p en sam iento máori ta l como lo Les immémoriaux ofrece el primer ejemplo de un dis~
r econstruyó, medi.:mte los recur sos literarios, e1 m:tor curso etnoficcional convincente -para un lector europeo
e_uropco . En este discurso, lógicamente, lo máori resul - modern o; un discurso que aboga a favor de los • venci~
ta «normal", mientras que lo em·opeo, como en Dídero t. de s .. con recursos formales extraídos de la cultura «otra•.
se tii1e de exotismo. Siempre presentes, los t ó pi cos etn o-
ficciona1es (defensa de una sociedad si n estado, sin es- América Latina: La mala conciencia
cr itura. sin p r opiedad pr ivada, libertad sexual) :>2 profun-
de los intelectuales colonizados
dizan a parlir de los conocimien tos et nogrúficos o antro-
pológicos y la innovadora voluntad estética del i:lutor. Conceb ida en un principio para proponer una mirada
El di scurso n arrativ·o refleja dialécticamentc ·-porque el nueva, insólita, sobre las realidades y los sueños europeos,
protagon ista evol uciona a contracorriente de los den::. .~s la etnoficción europea emp ieza apen as a descubrir al
actores- Ja compl eja transformación (aculturación) de la otr o como sujeto cuan do este otro irrumpe en el escena-
. sociedad i slef:ía baj o la influ'enda de los colonizadores : rio internacion al. El llamad~ «despert ar d e los pueb los
·• sumisión m ás o menos interesada a los europeos, recha-
zo individual o colectivo de la cultura impuesta, acepta-
. ción superficial que oculta una resistencia pasiva, sin- l colo~j zados .. , expresión al go condescendiente par a cali~ ­
ficar la resistencia cada vez m ás consciente' y mejor or-

l
ga n izada contra el coloni alismo moderno, r evela -el
. mos conci1iatoríos o subversivos. Este vasto y di - .. otro .. ya no dud·a en tomar la pal abra y en difundirla
·co cuadro de las actitu des indígenas fren te al co lo - por t odos los medios a su a lcance- la artificia lidad d el
~alismo a~lticípa las teorizaciones de l~s mecanismos discurso etnoficcíon al europeo y contribuye, sin duda, a
lturativos hechas por los antropólogos nor tcamcr iéa-
Rqdfield [1 936), Lin ton y H er sk ovits. Al seguir los 1. volverlo obsoleto. El éxito actual d e un libro . como Le
Papalaqui [11 1981], redición de los supues,t os "discur·

1
~

.
.
.
298 Martin Lienhard La voz y su huella 299

sos de Touiavii, jefe de las tribus de Tiarea en los ma- parece significativa la ausencia de una producción etno-
res del sur.. que publicó Erich Scheurmann en 1920, su- Fccional en el área quechua, dende la población indí-
giere sin embargo que eií Europ_a, el ubuen salvaje .. si- gena puede aspirar todavía a un papel relevante en los
gue gozando los fayores del público. .¡
:respectivos estados nacionales.
En la América Latina, la etnofícción, análoga a la e u-
1
La etnofícción la tinoamericana es sin duda tributaria
1
ropea en sus procedimientos formales y nutrida de su tra- de tres prácticas científico-literarias renovadoras de ori- _,l
:' ~
dición, viene a ubicarse en un contexto histórico-cultural gén metropolitano: la etnografía o antropología moder- · .¡
j

bien diferente. Las subsociedades étnicas o populares del na, la apropiación de formas artísticas uprimitivasK por 1
¡
i
subcontinente resultan sin duda, como en el caso de los es- los movimientos de vanguardia, la exploración de les .~

critores europeos, culturalmente uotras.. para el intelec- vericuetos de la conciencia y def subconsciente (Freud,
tual latinoamericano, miembro de hecho y de derecho de Joyce, Faulkner). Todas estas prácticas, en efecto, tien-
los sectores hegemónicos europeizados. EnJa America La- den a acercarse al discurso del otro, sea éste un otro .. exó-
tina, sin embargo, la relación con el otro, habitante del tico, o el otro que se oculta en el subconciente de
mismo país y miembro (marginado) de la misma socie- cada uno.
\ dad, se presta mal a la especulación filosófica. Muy con-
creta e inevitable, la relación COJl el otro determina aquí, h1ario de Andrade
en mayor o menor grado, el porvenir de ambos y de toda
la ?Ociedad -más o menos heterogénea- de ascendencia En un cierto sentido, la rapsodia uantropofágica~ Ma~
colonial. Estas circunstancias otorgan a la escritura et- cunaíma, de l\r1ario de Andrade (4 .1/ 1928] podría con-
noficcional latinoamericana un significado social más in- siderarse como un primer ejemplo clásico de etnoficción
mediato, más existencial. latinoamericana: el texto se escribe aparentemente a par-
Fuera de algunos antecedentes lejanos, como el teatro . tir de una perspectiva indígena cuyo origen se hallaría
jesuita tupí del siglo xvr (cf. cap. II), la etnoficción la- en la mitología arekuná y ta ulípáng. No en la mitología
tinoamericana se desarrolla sólo en los últimos decenios. viva, sino en la que se rescató en los libros, muerta y
Frente al otro, las prácticas escripturales predominantes petrificada. El más evidente de los textos relaborados -o
s~ele~ ser la etnogr~fía: .la etnograya fíccionalizad~ (in- parodiados- por Andrade pertenecía ya a la cultura grá-
digemsmo) , la recop1lac10n del discurso del otro y la an- fica: Voti1 Roroima zum Orinoko, de Koch-Grünberg
tropología. En los últimos decenios, pues, la etnoficción {1924), informe de una expedición etnográfica y recopi-
se agrega a las prácticas mencionadas. Ella surge, ante lación de mitos -un clásico de la etnografía brasileña
todo, en el contexto de los grupos étnicos amenazados, en !Ventura 1987: 175-180) . Respecto al disc:..~rs o indígena,
vías de extinción o ya disueltos o destruidos. Cabe supo- Andrade, en efecto, no se inserta en ese tipo de .. nueva
ner, por lo tanto, que los escritores dudan en recrear un intertextualidad., donde, como sucede en Arguedas, Roa
discurso indígena ficcional referido a poblaciones indíge- Bastos o Rulfo, la palabra oral viva constituye el •texto·
nas que mantienen una fuerte presencia. En este sentido, original.. que se trata de transformar. Los indios, ade~
Martín Lienlzard La voz y su huella 301

constituyen el interés principal del Ebro: l\:1a- tro (2.1/ 1959]. antropólogo y lingüista de los maya-
·.•·"'""'"'.....u"', el héroe ebrio de amor y, como lo dice el sub - tzeltales del oriente de Chiapas (México). Todo el texto
. :,¡·
.. ·

titulo, usin carácter", debe representar menos a una mi- es un discurso autobiográfico ficti cio de un joven indio
. ~~ría indígena que a los brasileños modernos. De hecho, '
tzeltal de la época cardenist~, cuyas formas lingüí sticas
... los signos culturales que Andrade introduce en su texto y poéticas, hasta donde el lector es capaz de afirmarlo,
·: remiten, más allá de los que extrae de Koch-Grünberg y recrean en español el universo discursivo d e este grupo
·o'tros trabajos etnológicos, a 'los más variados sectores étnico relativamente importante. Ahora, este discurso et-
socio-culturales -especialmente de ascendencia africa- noficcíonal, sin duda el más logrado en términos lin-
na- de Brasil. ,El juego irrespetuoso con las formas in· güísticos, está claramente al servicio de dos objetivos que
dígenas (los contenidos se desvanecieron en las sucesi- resultan limitativos para la ficción novelesca: la descrip-
·. vas operaciones escri pturales), en Macunaíma, remite al ción etnográfica ca si enciclopédica de una comunidad
· _uprímitivismoK vanguardista, más que a la antropología. indígena, y la defensa práctica, poco disimulada, de la
Hay, sin embargo, un .. mensaje antropológico" en la sín- política a graria -integración de los indios al campesi-
.· tesis cultural ~~nacional" que el protagonista va realizan- nado nacional- inaugurada por Cárdenas (que excluye,
do y que anuncia también, pero sin sus deslizamientos naturalmente, la: elaboración de una utopía basada en los
ideológicos, el trabajo clásico a . propósito del supuesto valores del .. otro ..): Estas características, que no reducen
mestízaje cultura l brasíleño : Casa Grande e Senzala, de el valor de Los hombres verdaderos ni lo excluyen de la
G. Freyre (4 . 2/ 1933]. La índole manifiestamente lúdi- corriente etnoficcíonal, lo alejan a la vez tanto de la tra-
cra y. paródica del texto no lo aleja sólo de las teoríza- dición europea como de las tendencias más típicas de
ciones de Freyre, sino también de la etnoficción, aunque este discurso literario. En el próximo capítulo, dedicado
mantenga . con ésta ciertos vínculos: la construcción de 1'·•·
al área maya, lo discutiremos en el marco de las a uto-
una utopía a partir de · los recursos -en el lenguaje de biografías uindígenas~ .
~,, la época- uprimitivistas". Posteriormente, Andrade denun-
ció autocríticamente el carácter uaristocratizante .. del que-
Ríbeho

"-.:,".;'·~.:'·•~,;.·~: ~~~~~O~~:t~~:ld~~a~ ~~ ;:;a~~::;:~.ó:1 ~~r~~~~J:m~: r~~


0 7
. .•".·:·.·· Contraria mente a este ejemplo de una etnoficcíón
~.. vela a su modo la distancia que media entre el intelec-
¡;;; '; ', tual y los sectores marginados reales. upráctica .. , Maíra, novela del antropólogo brasileño Dar-
~>:·~: cy Ribeiro [1978}, vuelve a las es peculaciones filos ófi-
cas de la Ilustración. , La narración , cuyo ·'marco
'
aparen-
·.'::;J Castro te es la investigación de una muerte mi~teriosa, pone en
'. escena el conflicto entre una sociedad indígena aldeana,
En un cierto sentido, el mejor ejemplo de la etnofíc- construida entre otros a partir de elementos de la cul-
cíón latinoamericana sería sin duda la poco conocida tura tupí, y los sectores más o menos europeizados de
novela Los hombres verdaderos, de Carlos Antonio Cas- la sociedad brasileüa . El espado se organiza en círculos
La voz y su huella 303
302 Martitt Lienhard'

simboliza el destino de los gr upos indígenas brasileños,


concéntricos alrededor de la .comunidad indígena, re- acorralados por la expansión capitalista nacional e in-
presentativos de colectividades cada vez más occidentali- ternacional. Irremediablemente "otros", estos grupos, pa-
zadas: otros grupos étnicos amazónicos, una aglomera- rece sugerir el texto, no pueden ni evitar ni resístir el
ción cabocla (mesbza), comerciantes, fu ncionarios indi- choque con la cultura occidental. La novela asume, de
genistas, misioneros tradicionales (católicos) y .. moder- este modo, la defensa de la otredad amenazada, tanto a
nos" (protestantes), antropólogos y, finalmente, repre- tr.qvés de su confíguración narrativa como por medio del
sentantes de la sociedad capitalina y del Vaticano. Al discurso ideológico que se desprende de ella. El discur-
modo vanguardista, la novela multiplica las perspectivas so etnoficcional se apropia de la .. visión de los vencidos .. ,
internas a la comunidad y las externas; para el lector, de los que son demasiado débiles para defenderse frente
las primeras mantienen en cada momento .s~ hegemo- a los sectores hegemónicos, para exigir el reconocimien-
nía. Las perspectivas indígenas y mestizas (aspecto pro- to del carácter plu~icultural de la sociedad brasileña.
piamente etnoficcional de la novela) se basan en un co- • Vi::;ión de los vencidos.. recreada por el escritor, aná-
nocimiento a la vez práctico y teórico de las subsocieda- loga al •pensamiento salvajeu reconstruido por los antro-
des brasileñas, de su pensamiento y sus estructuras de pólogos: sin garantía de autenticidad. La hipotétiCa iden-
parentesco. Su realización literaria, sin embargo, como tificación total del antropólogo-escritor con el discurso
el propio Ribeiro lo admitió a lguna vez en una entrevis- del otro significaría, en efecto, su salida del circuito de la
ta, hubiera sido imposible sin la familiaridad con la palabra i~presa.
novelistica joyceana (u somos todos hijos del Ulis es").
La experimentación con los recursos literarios más va-
riados y la a tmósfera jocosa que nace a raíz de la acti- Tangol
tud hedonista atribuida a los indios, otorga a . este texto
Si Maíra expresa, aunque sea lúdicramente, la preocu-
-como sucede en Macunaíma- un aspecto claramente
pación de un intelectual hegemónico acerca de la ame-
lúdrico. La aldea tupí resulta un paraíso, amenazado por
naza muy tangible que pesa sobre los últimos grupos in-
los buldóceres reales y metafóricos de la sociedad occi-
dígenas de BrasiL dos textos chilenos evocan, como una
dentat de la alegría de vivir y de la libertad, ante todo
tragedia irremediable, el etnocidio cometido contra sen-
sexual. Como en Diderot, Segalen y Andrade, el ejerci-
dos gntpos autóctonos. .
cio libre de la sexualidad constituye un elemento clave
Leyendas de Karukinká, obra póstuma del antropólogo
para una utopía social que se ofrece como alternativa a
chilote Nicasio Tangol [5 . 11 1982], recrea la plitología
la sociedad judea-cristiana, capitalista y represiva. En
de los ona, gnipo étnico cuyos últimos miembros murie-
este sentido, el parentesco entre Maíra y la etnofícción
ron en los años setenta. El discurso indígena trasladado
del Siglo de las Luces queda patente.
a l a escritura re~resenta aquí la voz de los que ya no
Un segundo aspecto de la novela se refiere directamen- pueden tomar la palabra por haber sido sistemáticamen-
te, en cambio, a la situación sociocultural de Brasil y re ~xterminados desde el siglo XIX. Especie de epitafio,
,_
otras regiones latinoamericanas. La imaginaria aldea tupí
M artin Lienhard La. voz y su huella 305

esta narración mitográfica se distingue de las tradiciona- ctnod dio. En Actas del alto Bio-Bio, el poeta, cantante
les relaboraciones de mitos y leyendas indígenas por la y .;:;,sayista chileno Patricio Manns (1985) evoca la hi stó-
originalidad de su enfoque narrativo. Solidaria con la rica masacre de los mapuches de esa reglón por las fuer-
materia mítica, pero al mismo tiempo plenamente moder- zas conjuntas del ej ército y de los latifundista;; (19 34) .
na p or el 'uso de un lenguaje poético contemporáneo, la La forma elegida por el escritor para exüa¿;r del olvido
narración permite y obliga al lector a sumergirse, sin estos hechos sangrientos es tan original como signific a-
guardar sus distancias, en el universo indígena recreado. tiva. Un narrador a nónimo provisto de una grabadora,
El texto, que ya no puede abogar a · favor de los ona de- ,sin duda un doble literario del autor, funciona como ca·
saparecidos, imprime al paisaje de Tierra del Fuego la talizador de una conversación a lo largo de la cual una
imborrable presencia de los dioses y semidíoses ona, los pareja de solitarios sobrevivientes de la masacre (Angol
que le dieron forma, nombre y sentido. Las historias di- Mamalcahuello y Anima Luz Boroa) evocan l os ante-
vinas que se van contando a lo human o, como en las ceden tes, el desarrollo y el desenlace de los sucesos trá-
epopeyas homéricas, subrayan los posibles aportes pós- gicos. Las siete partes o .. memoriales .. del libro corres-
tumos de la cultura y ]a cosmovisión indígenas a la de los ponden al encuentro inicial del yo visitante con los dos
opresores y sus descendientes: el anhelo de libertad, la mapuches viejos y a las seis fases de un día de 24 horas ,
necesidad de la coperación entre hombres y mujeres, que coinciden con seis momentos de intensa conversación
la belleza de la seducción erótica no contaminada por la acerca de seis etapas de la lucha evocada. La narración
culpabilidad y el comercio. Los parcos comentarios qu e restablece así ficticiamente la forma ritual que toma la
aluden,. en el apéndice, a la trágica historia reciente de transmisión de la memoria histórica oraL pero indica al
los ona, permiten al lector, retrospectivamente, medir la mismo tiempo las circunstancias extraordinarias de esta
magnitud del crimen de Ia sociedad occidental. Karukin- transmisión: la presencia de un forastero con su g raba-
ká, expresión -más claramente que Maíra- de la mala dora, condición para la aparición de un texto escrito. El
conciencia de un sector de los uopresores•, actualiza así lector no debe conservar la ilusión de p oder leer sin in -
los rasgos que se han -revelado constitutivos del discur- termediario's un discurso indígena.
so etnoficcional: denuncia de la violencia occidental y En Actás del alto Bio-Bio volvemos a encontrar los tó-
construcción de una utopía cuya me.d itación podr_ia qui- picos de la etnoficción : crítica de la sociedad occidental,
zás contribuir a salvar una humanidad encaminada a la
construcción de una utopía social que coincide con la
destruccién de cualquier otredad.
vida real de la sociedad indígena. El librq de 1\1anns,
sin embargo, es el pÍ'ímer texto etnoficcional·que se ofre-
.lVIanns ce como tal, sin disimular las condicion~s de su produc-
ción. La etnoficción aparece como una traición de la pa-
El último texto que focaliza nuestra atención permitirá labra viva; traición que sólo la solidaridad con el otro
precisar la estrecha relación que existe entre la etno- oprimido puede compensar. En este texto, pues, la etno-
ficción la tinoamericana y la amenaza o la realidad deJ ficción ·empieza a liberarse de su ambigüedad congénita.
'
306 Martin Lienhard
C.APITULO XI
1--
li
$ Conclusión
TENDENCIAS ETNOFICCIONALES
1 -En las tres últimas obras -Actas del alto Bio-Bio, Ka-
rukinl?.á, Maíta-, la etnoficción rescata el discurso indí- EN EL AREA MAYA (YUCATAN, GUATEMALA.
gena con un doble., propósito:· servir en la medida de lo CHIAPAS)
1 posible la cattsa de los grupos étnicos amenazados, y El ••corpusn y sus características
1 proponer al presumible lector no indígena, a través de
la puesta en escena de las sociedades indígenas, el ejem- Hace unos veinte años, ]. Sommers [2 . 2/ 1964], ante
plo de unas sociedades cuyas relaciones internas y con el la pujanza de una narrativa regional en el estado mexi-
cosmos natural no llevan, como quizás suceda con las cano de Chiapas, señaló el fenómeno de una .. nueva co-
occidentales,: a su autodestrucción. Si quiere ~alir del ca- rriente literaria .. cuyo interés radicaba, para él, en una -
nueva actitud de los intelectuales mexicanos hacia los
llejón histórico, el mundo occidental -parecen decir éstos
grupos indígenas -en este caso mayanses-, y su cultura.
textos- no debe ignorar el mensaje indígena.
El crítico norteamericano aludía a Ricardo Pozas (luan
No es casual que estos tres relatos hayan surgido en Pérez ]alote, 1948), Ramón Rubín (El callado dolor de
el contexto de las dictaduras militares del Cono Sur. La lo's tzotziles, 1949), Rosario Castellanos (Balún Canán,
evocación directa ~ indirecta de las amenazas que pesan 1957, etc.), Eraclio Zepeda (B enzulúl. 1959) y M. Lombar-
sobre los grupos étnicos marginales se puede leer, espe- do d e Caso (La culebra tapó el río, 1962) . Chiapanecos de
cialmente en ~ctas del alto Bio-Bio, como una alusión origen o por elección, estos escritores revolúcionaban
velada a una situación represiva más general. Sin duda, siempre, según Scmmers, la tradicional escritura indige-
el intelectual amenazado en su propia integridad se ima- nista, gracias sobre to do a su mayor familiaridad con el
gina mejor la opresión sufrida por el otro marginal. mundo indígena, el abandono del didactismo social y la
! (•.
La diferente función de la etnofícción latinoamericana apertura h acia una estética literaria más moderna. Si es-
respecto a la europea se perfila ahora nítidaménte. Para tas observaciones siguen siendo en general vá lidas -aun~
el autor europeo, las sociedades exóticas cuyo discurso que menos para Rubín y Lombardo del Caso-, la creciente

l
1
él imita, son_ ante' todo el instrumento para crear un dis-
curso alternativo, inaudito, acerca de las realidades eu-
ropeas, también un punto de partida fascinante para la
distancia temporal respecto a las obras reseñadas por
Sommers permite ahora un nuevo examen en un contexto
ampliado. Agotado en pocos años, el ciclo narrativo de
especulación intelectual. Si bien el autor Iati-noamerica- Chiapas, en efecto, no fue totalmente nuevo ni aislado.
n_o .de ~-~noficci.on~s parte de principios análogos, su par- Lo precedió y acompañé un breve «ciclou yucateco (An-
tic1pac1on subJetiva es mucho mayor: la causa d& las tonio Mediz Belio, La tierra del faisán \ y .del venado,
subsoc_ie~ades exóticas, en-buena parte, es su propia cau- 1922; Ermilo Abreu Gómez, Canek, 1940, y La conjura
sa. Su d1scurso indígena ficticio expresa, en fin de cuen- ·\ _ -. .
de Xinum. 1958) , como también la a ctividad literaria del
tas, sus propias angustias y deseos, los de un intelectual guatemalteco Miguel Angel Asturias (Leyendas de Guate-
que ~ercibe su país como una zona todavía ocupada. m ala, 1930 ; Hombres de maíz, 1949). Asturias, precisa-
mente, escribió la novela más ambiciosa y compleja no
308 Martín Lienhard. La voz y su huella 309

del "ciclo" de Chiapas, sino de una serie literaria mayor, viviera en la actualidad y sin tiera, a su manera pe-
caracterizada por la tendencia de sus autores, todos mexi~ culiar, todas esas cosas suyas. Los temas están sa-
canos salvo el autor de H onzbres de maíz, a incorporar c4tdos de la tr adición, de huellas de los antiguos li-
elementos significantes de origen o apariencia mayanse. bros, del alma de los mismos indios, de sus danzas ,
Resulta legítimo interrogarse acerca de la pertinencia de sus actuales supersticiones (restos vagos de las
. de un criterio "étnico" para considerar una práctica !ite- grandes r eligiones caídas) y, más que nada, de lo
raría que se realiza, de hecho, en el seno de las socieda- que yo mismo he ·visto, oído, sentido y podido pe-
des de clases ladinas («mestizas ..), regionales (México) o netrar en m i primera juventud, pasada en medio de
nacionales (México, Guatemala). Sólo el examen crítico esas cosas y de esos hombres. Todo ello me rodeó
de los textos y su contextualización histórico-social per·· al nacer y fu e impresionado, antes que pm nada, por
mitírá decidir si el área umayan corresponde a una rea- ese color, por esa mela ncolía d el pasado muerto, que
lidad específica desde el punto de vista literario. Quere- se hace sentir, sin sentir, en las ruinas de las ciu-
mos adelantar algunos elementos que acreditan la legiti- dades y en la tristeza del hijo de las grandes razas
midad del criterio nétnico ... Todos los narradores ímplí- desaparecidas ( ... ] dt.
cados inscriben sus textos en el campo de las ten siones
entre sociedades ladinas y subsociedades m ayanses. To- La larga cita se justifica por la acumulación de tépi·
dos coinciden, contrariamente a los demás escritores me- cos ladinos acerca de los ~hermanos" indios: "raza desa-
soamericanos, incluidos autores indigenistas como Mon- parecida", triste, supersticiosa, incapaz de actualizar la
teforte Toledo (Guatemala) o Rubín (Chiapas), en la es- cultura de sus antepasados. Llama la atención, todavía,
trategia de inventar estructuras narrativas inéditas por
la pretensió n ladina no sólo de conocer a los indios por
la adaptación o el traslado a la escritura de núcleos de
haberse rozado con ellos, sino de tener el der echo de
supuesto origen indígena. Como se verá, tal estrategia
habla1· en su nom bre. Entre los escrítores posteriores,
corresponde a la voluntad de s uperar, por m edio de la
ficción, el antagonismo entre los sectores ladinos y las dueños ya de una, "conciencia antropológica .. , tales des-
col ectividades indígenas, obstáculo principal para la lices ideológicos, si bien bajo formas atenuadas, se se-
constitución de sociedades regionales o nacionalE:;s inte- guirá n manifestando: siempre, los ladinos se ven en el
grad as. papel de guias espirituales de las socied ades regionales.
La primera formul ación de este proyecto estético co- lVIediz Eolio, por otra parte, anuncia ya la mayoría de
mún, la más ideologizada también, se halla en una car ta
los procedimientos que a doptarán los nanador es ladinos
de Mcdiz· Belio, incluida en el pl"ólogo a La tierra del
para lograr un discurso literario de apariencia indígena:
f aisán y del vencido:
tr~1slado de l a sintaxis maya al espaiiol, construcción de

( ... 1 he pensado el libro en maya y 1o he escrito una perspectiva indígena ficticia, referencia a las reco-
en castellano. He hecho como un poe ta indío que pilaciones mayas coloniales, incorporación de creencia s
f 310 Martin Lienhard La voz y su huella 311

I Y
--p-1-.á-c-tl-.c_a_s_
r i-tu_a_l_e_s_d_e_l_o_s_in_d_i_o_s.-_-r-e-cr_e_a_c-io-'n_v_e_r_b_a_l_d_e
la recreación al gusto ladino de las tradiciones orales
las antiguas formas arquitectónicas. mayas [!v1enéndez 1951]. ,

El ciclo narrativo del área maya es un interesante la- Al contrario de los libros de tradiciones, el texto de
1 boratorio de prácticas .. etnoficcicna1es. Dos de sus textos Mediz Belio, compuesto por siete ul.ibros .. , un •pórtico ..
¡ ~

' se convirtieron en ,.clásicos de sendas corrientes litera- y un ftcontrapórtico u, revela un proyecto orgánico . La
1 rias: Hombres de maíz, para el .. realismo mágico .. o .. ma- tierra . del faisán y del venado - nombre que los mayas.
! ravilloso .. [cf. 1/_Chiampi 1983], y Juan Pérez ]olote, según la crónica del franciscano Landa (2 . 1/ ·1978: cap.
¡
1
para la narración etno-testímonial. Los hombres verda- II], dieron a la península- ·evoca, al modo poemático-
!
deros, novela poco conocida, es uno de los intentos et- legendario, un .. Mayab» (Yucatán) intemporal. El narra-
n'oficcionales más consecuentes de la literatura del sub- dor, autodesignándose como baltzam (recitante) indio,
continente. no oculta su ambición de ofrecer una. especie de equiva-
Nuestra exposición seguirá un criterio regional (Yuca- lente moderno del libro de Clzilam Balam [1969), reco-
tán-Guatemala-Chiapas) que coincide, grosso modo, con pilación maya colonial en que se mezclan discursos míti-
el o~den de aparición de los textos. co-históricos, proféticos, rituales, calendáricos, etc. El pro-
pio Mediz Belio, conocedor del maya como gran parte
de la aristocracia yucateta de la época (e[ cap. III), tra-
Yucatán duciría al español una de sus versiones, la de Chumayel
1 [Mediz Bollo 1930] . Ahora, el contradictorio narrador
l lvledíz Bolío
1 de La tierra. . . escribe en español y se refiere al •indio"
como a una entidad ajena, expresando asi sin querer la
·. Antonio Mediz Belio, intelectual de la aristocracia me-
dificultad que experimenta el escritor ladino a convertir-
f1 rideña, fue uno de los cofundadores del Ateneo de la
se en portavoz de ladinos e indios. Un examen detalla-
1 Juventud Mexicana (1909), círculo de escritores y artís-
do del texto revela, a cada paso, dicha ambigüedad. Va-
J tas moderados que prepararon el ·terreno cultura l para
rios libros presentan co'n ocidas leyendas yucatecas sobre
j el posporfirismo. La tierra del faisán y .del venado (1922),
¡1 el pasado prehispánico del territorio . Así, el gLibro de
I_:_j . su libro principal, se inserta en el contexto de rápida
Chichen Itzá y de la princesa Sac-Nicté" explica, basan-
"' transformación socio-cultural que surge en Yucatán a

1~
. dese en el motivo del rapto de una esposa, la ruptura de
raíz de la Revolución Mexicana. La 'tierra . .. ostenta, sin
embargo, no pocos rasgos que la vinculan a un , g énero; la alianza entre las tres ciudades de la uliga de Mayapán ...
m narrativo que dominé casi desde la independencia, al Uxmal, Chichen y la propia Mayapán, y el éxodo del
~-' lado de la historiografía·. la vida literaria del Yucatán clan dinástico itzá al Petén hoy gu2.temalteco. Su fuen-
~ ladino: la "tradición.. (Mediz Belio en 2 . 11 Menéndez te no es, como el texto sugiere, la tradición oral maya
I/
,,~, ~
1951]. Consistía ésta, por lo común, en una elaboración
romántico-nostálgica de escenas de la conquista o de la
contemporánea, sino las crónicas coloniales del yuca-
teca üópez Cogolludo [1688/ 1954-55) y del español· Vi-
~~ij;,, vida colonial [2.1/ El secreto . .. 1980], como también en
llagutierre [2. 1/ 1701]. El «Libro de Uxmal y del rey
Martín Lieni:ard La voz y su huella 313

enano" relata la historia del hijo de una bruja, nacido de se hacen nuevas todas las cosas ... •· Aquel a quien no se
· un huevo, que vence, a través de una serie de pruebas, ve ... Para el l ector que ignora el maya, su eficacia -el
al rey. Si bien este núcleo de motivos existia en la tradi- hecho de sugerir el carácter or al y sa g r ado del texto - se
.. , , ción maya contemporánea [2 . 21 Redfield/ Villa 1934: debe sin duda a las asociaciones con el ienguaj e bíblico
' 335,-337], Mediz Eolio l o tomó de la versión muy «acul- que suscita.
tur~da .. del historiador y autor de novelas históricas Eli- ¿Cuál es el referente histórico de La tí erra . .. ? Cuatro
gio Ancona [2. 21 1889). El descubrimiento, en 1942, de de los siete libros reinterpretan, con un leng ua je y unas
los Cantares de Dzitbalché [2 . 1/ Barrera Vásquez 1965), imágenes'· que r ecuerdan las evocaciones medievales del
manuscrito maya de danzas rituales, permite confirmar, modernismo, las épocas d el esplendor y de decaden cia
.'., .·
para el .. Libro de las siete danzas", el alejamiento de Me- de las ciudades mayas del norte de Yucatán. El derrum-
·~ )
.;
diz Belio respecto a las tradiciones propiamente mayas. ~ j be d e la civllízación maya no se relaciona en nin g ún mo-
El artificio empleado por el autor para sugerir el ca- :\ ~
mento con la conquis ta espaiiola y la Colonia. Los de-
rácter umaya.. de su discurso poético-narrativo. es 1a' ,,
.: . l
más libros y los "pórticos .. , si bien enfocan al campe-
creación de un lenguaje especial que actualiza en el texto sino maya contemporán eo, no dísefían en realidad ningún
ciertos mecanismos de significación del idioma maya. horizonte moderno: se escamc~eu la misma ex ist2ncía de
Asi , los nombres comunes o propios y los topónimos ins- los la dinos. El pr o tagonista es el Indio por e~celenci a,
ta lados e n el t exto no son simples signos exóticos, sino ser ahis tórico y a -social. Su cultura, fuera de algunas
factores que desencademm o determinan ciertos aspectos creencia s especificas com o la q¡_¡e se vincub a la Xtabay,
de la narración. Maní, por ejemplo, voz que encabeza un e spíritu maligno con a parícncia de muj er hermosa, se re-
capítulo, no designa sólo la ciudad homónima , sino que duce a un ani t11ismo muy genérico. Como guionista de
anticipa con su significado ('todo pasó') el relato del de- La noche de los mayas (1939), p elícula de Chane Urreta,
rrumbe de la civilización maya. En la historia del prín~ Mediz Eolio apHcará a la cultura maya una análoga pers·
cipe Can -Ek ('negra-serpiente') y de la princesa Sac-N!c- pectiva rednccioni st;:t [2. 2/ García Riera 1969] .
té ('blanca-flor'), la etimología de los nombres prop1os Borrando de h memoria litera r ia la Cobnia y las su -
determina parte de la caracterización .de los protagonis· cesivas épocas de opresión ]•t:n·n los indígenas, constru -
ta s. La flor sac-nicté que florece en el mes maya de moan yendo la imagen d(' un Mayab f uera d el tiempo , Mediz
(20 de abril - 10 de m ayo) es· el usigno mnemónico" que Bolio escamotea tvmh.ién la duda qu.e pesa sobre la le-
suscita cada año, según el texto, r ecuerdo de la leyenda g itimidad d el poder ladino , En un Yucatún ·eterno que
vinculada a la princesa homónima. no con o:::ió el trau ma de b conqu ista, los; ladinos, libres
U na particularidad sintáctica, el u so frecuente de la ya de cualquier sospeché'\ de culpa histórica, pueden atri-
construcción NOMBRE/PRONOMBRE + PROPOSI- buirse una borrosa ascendenc.ia maya y hablar, q uitán-
CION RELATIVA CON FUNCION DE EP!TETO, co- doles la p alabra, en nombre de los mayas antiguos y mo-
rresponde a las com posiciones nominales del m aya yu- dernos.
cateco (cf. 2. 2/ Barrera V ásquez 1977) : "la época en que
314 Martín Lienhard La voz y su huella
315

Abreu Gómez re~adones equilibradas entre los peones mayas y los


m1embros sin poder (niños, mujeres), de la familia •blan·
"En el extremo opuesto, aparentemente, se halla el Ma- ~a~ .. Esta, además, ha adoptad.o ciertos comportamientos
váb creado
' -
por Ertnilio Abreu Gómez en Cane}¿ y en La md1genas, como el r ito para deshacer los eclipses de la
conjura de Xínum: un territorio que vive al ritmo del luna [IL 32]. Pero a medida que avanza el relato las
antagonismo histórico entre ladinos y mayas. Apoyándo- apariciones del terrateniente muestran la inconsist:ncia
se, como su colega, en fuentes ladinas -en las que se cen- de este ~equilibrio... Canek inculcará a sus compañeros
tran en los momentos de tensión socíal e interétnica- una doctrina moral que se basa en el rechazo de los blan-
Abreu Gómez, identificado sin duda con los postulados cos Y de su injusticia. La guerra, inevitable al fin cul-
indigenistas del sexenio cardenísta. (1934-1940L invierte, mina en la masacte de los indios y la ejecución d~ Ca·
respecto a sus fuentes, los papeles de abuenosu y ilmalos~. nek, su dirigente. Los indios sobrevivientes no admi-
Canek actualiza, trasladando los sucesos a un presen- ten la realidad de su muerte. Las relaciones amisto sas
te algo ucrónico, la que los historiadores ladinos califi- que :e había.n tejido entre el indio sabio y el niño Guy,
can de "insurrección de Quisteih (1761). Este movirnien- sobrmo scnstble d el hacendado, y el camino común que
>to, que no pasó en realidad de una respuesta local a los emprenden, después de muertos, ambos personajes al fi.
abusos de un latifundista, fue interpretado por la tradi- nal de la novela, sugiere la utopía de un mundo «mestizo•
sin tensiones interétnicas ni sociales. '
ción ladina como expresión de una peligt:osa actitud a !l-
t Los epígrafes de los diferentes capítulos, extraídos en
1 ti-ladina de todos los campesinos mayas (Casarrubías
1 su casi totalidad del Libro de Chilam Balam d e Chuma-
1951) . .t:l.~sí lo presenta en 1845, poco antes del estallído
~ yel (l\1ediz Bolio 1930). indican la voluntad del autor de
'de la "guen:a de castas" (v. cap. III), el trasfondo seudo-
inscribir su texto, ficticiamente, en la tradición indíge·
1
¡ históricode una romántica histotia de amor interétni-
n~ . La aparición, en tanto que p ersonaje secundario, del
1 co, .. La hija del sublevado" de R. Carvajal [El secre-
t n.1eto de Juan José Hoil, compilador maya del libro men-
to. . . 1980). Al apropiarse hasta cierto punto de esta cionado, ref uerza esta ilusión de continuidad entre las
clásica interpretación de los hechos, Abrcu Gómez jus- t radiciones mayas y Canek.
tifica, sin embargo, la actitud de los rebeldes. Comparando esta obra de Abreu Gómez con la de !vie-
La novela se compone de una rápida sucesión de se~ diz Bolio, se constata un cambio en . la 2ctitud política,
cuencias breves que presentan, a modo de parábolas, las p ero no en b c::stética. Como La. tierra . .. , los momentos
características y la evolución de las relaciones interét- ctnoficcionales de Canek resultan en buena medida una
nicas. En la mayoría de los casos, la última palabra o sen- mistificación, "bien intencionada", del discurso indígena
tencia moral pertenece a Jacinto Canek, cuyo modelo que pretenden recrear.
histórico, según la tradición la,dina, poseía una formación La conjura de Xinum, crcmca novelesca de la guerra
en teología moral [Casarrubias 1951]. Al comienzo, la no de castas (cap. III), no entra realmente en el terreno de
presencia textual del hacendado deja desarrollarse unas la etnoficción. El n arrador, ubicuo, "'~luela" de un camp o
La voz y su huella 317
Martín Lienlwrd
316

Guatemala : Asturias
a otro y observa los sucesos a partir de la perspectíva co~
rrespondíente, pero sin colarse en las conciencias de los Menos que cualquier otro de los textos consider ados,
protagonistas. Como las crónicas español~s d.e la ~on~ una interpretación de Hombres de maíz podría circuns-
auista , ubicadas en la frontera entre la h1stonograha Y cribirse a examina r el modo en que el escritor convierte
ia ficción, La conjura admite, sobre todo cuando el na~ en len guaje ar tístico el conflic.to histórico entre indios y
rrador se halla en el campo de los mayas insurrectos, la ladinos en . el área maya. A este aspecto, sin embargo,
aparición de hechos maravillosos; el texto no los adscri- punto d·2 arranque para muchos malentendidos interpre-
be, sin embargo, a ningún discurso indígena. Este r elato tati vos, dedícarem·o s aquí nuestra atención exclusiva. El
ágiL independi entemente de su interés literario, nos co n- éxito público de la s tan frecuentes como contradictorias
cierne aquí sobr e todo por s u relación temática. (ev~ca~ · · declaraciones de Asturias acerca de su uascendencia maya ..
ción de las .. guerras de castas" de la segunda m1tad del - mitolo gía personal del premio l"'1obel- justificaría por
siglo x 1x en Yucatá n o Chiapas) con Oficio de tiníeb~as, si so.l o este enfoque.
de R. Castellanos, y por las declaraciones que el texto m s- La trama de la nove la arranca d e un hecho hi stórico
piró a su prolÓguista: Asturias. . no mencionado: la lucha de los indios ixiles de Il óm
Adoptando u n plural mas que equívoco (.. nosotros m· contra la invasión de unos colonos mexicanos (l'v1ar tin en
digenas de nacimiento , pensamh;nto o voca ción ..), Astu- 2. 1/ Asturias 1981 ]. EJ texto l a convier te en una lucha
rias reivindica la ascendencia indígena de La conjura. 1~1 í tica entre los ind ios que siembran el m:lÍz sagrado para

«Nuestra historia -dice- no está toda escrita, pero está su propio consu mo, y los «maiceros" capitalistas ladinos .
Al comienzo del texto le ~~hablau al lector un n~rrador
hablada., Al escr ibirla, l os escritores -afirma- l a convier-
anónimo, interior al universo indígena: es ·e! momento
ten en texto «sagrado" ; l a literatura es un alega to .. en re~
propia men te et noficciona1 de Hom bres de maíz. La con~
clamo ele lós que por mccstr o verbo hablan, piden ,• cla - tinuación de la novela, centrada en épocas de apariencia
man , lloran , se arrebatun, protesta n, ríen con risa de cada vez m ás .. modernas" de la hü;tori a, se enca rga a pers·
móscaras 0 se conforman con callar". La obra, ><sueií.o pectivas na.rrau.,·as menos nsxóticaS•• . lviás exactamente,
'real" , no se refiere a ninguna época específica, porque to- A~;tu;;ias, siguiendo quizás a l Eisenstein de la pelicula
da::: las épocas, dcsd~ 'l a conquista, se asemejan. Las flo- in r:;)n.cJusa ¡ Qu.j viua 1'-léx:ico ! [2 . 1./ 1.96 ~±], superpone las
ridas dc~laraci.cnes (o d edan.1adones) d<~l escritor gua- difer::ntcs «edades" históricas que coexistían, · según una
,
terllDJt-sco 'd ac1 poco
, Cll re~1 l 1r · A.. er·
· d1.... •"'t'
- . . . tH ;. ~-~:.~l~ ~-· Cl'QI'Í<:t~ra
-~· .1·>
. ~) 8. ., .,., ' ~ -· .....
.L.""'
de • .. . , ,.
opwwn <tuuno •c,a l
1 .
e.n aquc1 entonces (ren1ér{lese también
,e, 1o ..l··c,,- ;:,;, 1 ,-,~·
so', ~-.inn ificativas en lt:t medida en que a c3e respecto Los pasos perdidos, 1953, de Carpentier),
J. .\ '"-' '-
.&..i. .._....,_, 4- " t ,J

aluden a su propio m odo de situarse ante la literatura. en la Amér ica Latina. Martín (en Asturias 1981] distin-
guió en la novela la presencia de cuatro situaciones his-
Treinta aüos después de Ivlediz Bolío, Asturias vuelve a
tórico, espacíat;s que se vi nculan a las cua tro e tapas en la
plantear la idea de que el escritor ladino es p ortavoz
relación indios/ladinos según el ccmtínuum aculturativo
también -o sobre todo- d e ios uvencidos••.
318 Martín r.ienhard
La voz y su huella
'Í . 319
que lledfield [1941] estableció para Yucatán. Estas situa-
ciones imitan o •parodianu, al mismo tiempo, las cuatro .. chos estudiosos. La ausencia de criterios de verosimT-
tud ct~ográfica permite a Asturias mezclar 0 modifi~a r
-.;. ~ 1
humanidades míticas que aparecen en el texto quiché evo-
cado por el título de la novela: el Popal Vuh [1952]. En crcenc1as y prácticas indígenas de procedencia diversa
este contexto de lrtitificadón literaria, el referente indíge- ~~ para los ü: dios mayanses, el "nahualu (o su equiva~
na de Hom.br~s· de maiz carece, naturalmente, de cualquier '.
¡ 1'ente en las diferentes lenguas del área) es un elemento
precisa caracterización étnica. Asturias no enfoca a nin- :_, J a~l cosmos natural que acompaña y protege a los indi-
gún grupo indígena específico (su atribución de una una- VIduos [2.21 Pozas 1959: 199-210; Wagley 1957: 201-
·,.¡
cionalidad" chuj al correo Nicho parece casual) ni al 204], para los aztecas, como se colige de Sahagún [1956:
conjunto de los indios guatemaltecos. La comt·.nidad del L. ~' cap. 9] el «nahuaJ., resulta un brujo capaz de con-
cacique Gaspar Ilom no es un personaJe colectivo cons- vertlrse en animal. El largo epi'sodio novelesc~ del co-
truido a partir de los recursos de la antropología o la rreo-coyot~ Nicho combina libremente las dos opciones
etnohistoria (como lo será la colectividad tzeltal en Los ~ara te:nunar en un descenso a una cueva, metáfora del
hombres verdaderos, de Castro) . El objetivo prioritario mconsc1ente colectivo al modo de Jung. La curación de
de Asturias no es sin duda el de rescatar, por medio de b .c~uera de Gayo Yic, por otra parte, actualiza una
la etnoficcién , los ~alares específicos de los indios gua- practlc~ azteca descrita por el mismo Sahagún (cf. Mar-
temaltecos, ni el de documentar su opresión. ¿Qué papel tm en .n.sturias 1981].
desempeña, en tonces; lo umaya"' en Ho mbres de maíz? L~s adaptaciones de tales núcleos de creencias mesoa-
Asturias, como su colega, contemporáneo y compatriota . ~~:lcanas s~ jt:mtan con otros recursos literarios (elabo-
Cardoza y Aragón (2. 11 1955], con·oció la cultura maya ra~Io_nes socwlectales, palabras-signos mayas, guatemal-
en Europa. Lo demuestra, con su positivismo civilizador, teqUismos -en su mayoría de origen ná,huatl) para crear
su tesis sobre el problema indígena [2 . 2./ 1971], reali- ~~~,~ordenadas de un país ficticio que el lector p~rcibc
zada en 1923 antes de salir del país. En París, el futu ro co,"'u "Guatemala": la propia estrategia de Mediz Belio
novelista conoció paralelamente el surrealismo y la cul- respecto al "J\1ayabu yucateco.
tura maya clásica, la de los museos y las bibliotecas. El
surrealismo lo preparó para lee1·, creativamente, no con - 1
,.;a -:prop~acíón
, J, ~S l:
literari~ .
de la cultura "maya .. en Hom-
mazz ofrece tamb1en, a primera vista, una cierta
ojos de etnohistoriador ni de antropólogo, el Pop::;l Vuh a~alog~a con 1~ ~p:·opiación_ ladina, en el mundo político,
~._ la figura h1stcnca del dirigente quiché rebelde (siglo
.,:.;
y otros textos semejantes (2.2/ Rincón 1 978) . Hómbres
de maíz, después de Leye11das de Guatemala (1930/1977], XVI) Tecum Umán: no s~tisfechos todavía con haber ex-
es un resultado mayor de esta lectura. plot~do y oprimido a les indios, los ladinos guatemaltecos
La prosodia, las imágenes y los conceptos inspirados m_a~IpuJan a su antojo, en aras d~ un nacionalismo dema-
en los del Popol V uh y otros textos mesoamericanos, no g ogico, la memoria de un héroe que combatió a sus
antepasados.
siempre mayanses, contribuyen a crear esa .. magia .. de
apariencia maya [2. 21 Estrada 1961] que mencionan mu- A este aspecto demagógico se opone en la novela, sin
embargo, una reflexión ficcionalizada sobre las sucesí-

tk'~atllkw-..~-..~-------------· ··
Martin Lienlwrd L;¡ v oz y su huella
32 1

vas manípulaciones de la materia mítico-legendaria San Cr is tóbaL Todos ellos, pues, independientemente de
Como U!l «mito auténtico·• funciona por ejemplo la muer - las circunstancias de su origen, tuvieron la oportunidad de
te, a raíz de una traición, del cacique de Ilóm, la maldi- observar, de cerca o no, la vida de los campesinos indí-
ción de los brujos de las luciérnagas contra Ios culpa- g enas de la zona, la evolución ·de la relación indios/la--
bles y su cumplimiento: la inmolación en el fuego de dinos y la transformación acelerada de la sociedad re-
Machojón hijo y de las tropas represivas. El episodi o g ionaL
timítico" de Machojón hijo se convierte luego en chis- Un a ilo antes de la aparición de Hombres de m aíz
me aldeano, para ser actualizado, en tanto realidad fi n- (1 949), el antropólogo Ricardo Pozas publica su "bio-
gida, por. Ivlachojón: tres manifestaciones de la misma grafía de un tzotziJ,., ] uan Pérez ] olote. En 1959, el mis-
~materia mitíca". El lector asiste también a la invención mo Pozas entrega a la imprenta su estudio etnogr áfi co
de una leyenda (la de Miguelita de Acatán y su máqui- sobre los tzotziles, Chamula. El mismo año, precedido
na de coser) por parte del personaje Hilario, y a su por Rosario Castellanos con su Balún Canán (1957), otro
transformación en realídad colectiva. El personaje de un antropólogo, Carlos Antonio Castro, da a conocer su
cura cronista que apunta y analiza ciertos sucesos m íti- novela Los hombres verdaderos. Todavía en 1959 sale
co-novelescos, todavía, contribuye a mantener despier - Benzulúl, de Eraclio Zepeda, seguido tres años más tarde
to el sentido crítico frente a la «realidad" de lo narrado. por la segunda novela de Castellanos, Oficio de tinie-
~~Hilando" 1a historia de todos los sucesos y cuentos pa- blas.
sados, el mismo Hi1ario, finalmente. aparace en el texto El conjunto de estas obras abarca tod o un abanico dis-
como un doble interno del autor, encargado de desmiti- cursivo, desde la novela "pura" (Balún Canán) hast a el
ficar la percepciqn mítica de la realidad novelesca. A en sayo etnográfico (Chamula), y pasando, ante todo, por
través de estas y otras «manipulaciones". la novela aca - el etnotestimonio (Juan Pérez ]alote) y la novela pro -
b:l cuestionando su propio status y se designa como fic- piamen te etnoficcional (Los hombres verdadero s).
ción de ficciones . Considerada bajo este punto de vista,
la índole a primera vista demagógica de Hombres de
Autobiografías d ndígenasu: Castro y Pozas
maiz resulta un juego dialéctico d e rnitificaciones, des-
.. -. . ·.t. r· . . .
~ '
lllltlt1cac1ones y re1n1 .1~1cacrones, CEif.1dZ cic stt.~cJ.~.at Ctl e1
Aparen temente homólogos a no ser por la diferencia
lector una reflexíón liberadora acerca de la naturaleza
que sugieren sus subtítulos (biografía/novela), Los
del "realismo múgico;, asturiano.
hom bres verdadel'os y ] uan Pérez ] olotei introducen una
novedad dcci síva en la narrativa del área maya: un dis-
curso "indígena" de apariencia auténti~a, puesto en boca
de sendos narrador es autobiogr áfic os. La confrontación
Los cuatro e:;critores significativos del uciclo de Chia· de las dos n arraci ones permite discutir el status de la
pas" trabajaron todos en algún momento para el centro lí nea de demarcación que separa el discurso testim onial
cordinador del Instituto Nacional Indigenista (INI) en del discurso etnoficcional. Los dos textos presentan la au-
~ 322
1¡ Martin Lienhard
f La voz y su huella 323
t?biografia de un individuo umaya", tzeltal (LHV) 0 tzot-
1
' z:1 (]P]). A~bos combinan la evocación de las peripe- p ero admite cier tas libertades, mal definidas , en la forma
cias de su v1da con una descripción etnográfica apenas de presentarlos. No existe, en cambio, ninguna cláusula
j
f narrativizada de lo? ritos de pasaje (nacimiento, ma- que exija la representatividad social del informante. El
¡
trimonio, muerte) y'- del ciclo anual que marcan la lector se compromete a creer en la honestidad intelectual
f . pauta de la vid~ 'comunitaria. Paradójicamente, el dis- del autor. No se debe suponer, entonces, que el infor-
l
lj . curso testimonial de ] P] ofrece mayores desarrollos .. no- mante de Pozas haya pronunciado alguna vez su autobio-
velescos .. que el discurso ficcional de LHV, que se ciñe g rafía tal como figura en el lib ro, ni que su discurso sea
a lo "verosimiJ,._ Si bien es cierto, como se suele decir necesariamente representativo para la cultura tzotzil.
que la rea~ídad supera siempre a la ficción, nos toca pre~ El contra to etnofi ccional moderno, p or otro lado, no
gunt~r que, en estos textos, es «real" o .,ficticio ... ¿En qué admite que el autor invente libremente todos los elemen-
cons1ste, en el fondo, la diferencia entre discurso testi- tos de la narración. Las descrip ciones etnog ráficas deben
monial Y etnoficcional? Según el sentido común, el pri- ser fidedign as, los p ersonajes y sus actos verosímiles,
mero se limita a reproducir por escrito un discurso a demás de repr esentativos. en el contexto de la cultura
oral que fue realmente pronunciado, mientras que el se- elegida. La recreación del discurso ind ígena debe apoyar-
gundo inventa un discurso oral ficticio. Ahora, la interven- se en un conocimiento entrañable del pensamiento . sub-
ción creadora que acompaña, en los dos casos, d trasla- yacente. El lector, a su vez, admite que .. los personajes
do del discurso indígena a la escritura, no permite acep- y sucesos no guardan ninguna relación con personas o
tar tal respuesta categórica; ::tmbos discursos narrativos suce sos reales ", como reza el comentario final de mu -
representan un trabajo de recreación escriptura1 del dis- chas obras cinematográficas.
curso oral. Pese a las apariencias, la narrativa testimo- A partir de toda la riqueza de su conocimien to antro-
nial, no sólo por la necesidad de presentar un texto or- pológico, especialmente lingüistico-literario, Castro ela-
gánico, sino también por las características de su pro- boró un discurso indígena verosimil en su contexto, mo l-
ducción (ante todo la existencia de preguntas anteriores dtado en unas imágenes y u na sintaxis que trasladan al
al discurso), no garantiza 1a fidelidad al discurso indíge- texto en español las particularidades de una percepción
na tradicional. En pocas palabras: ella recompone frag- supuestamente tzeltal. La novela reproduce una serie de
mentos de un discurso oral que no hubiera sido pronun- d iscui·sos codificados (narracion es) cuya a utenticidad se
ciado sin la intervención del antropólogo. puc::.L:: comprobar, hasta cierto punto, al para ngonarlos
T· Se im?one, pues, la introdu~ción de otro criterio para con los textos recopila dos y publicados en versión b i-
arferenctar los dos discursos: el del «contrato" que las lingüe por el mismo autor [2. 11 Ca stro 1965) . La lec-
normas del género establecen entre el autor, el propio tura de la novela da la impresión de vivir paulatinamen-
texto Y su lector. En líneas generales, el contrato testi- te, instalado en la concien cia de un individuo fuer temen-
monial estipula que el texto no ofrezca sino materiales te identificado coi~ su colectividad, la transformación ac-
transcritos a partir de las declaraciones del informante, tua l de la sociedad r egiona L Aunque el lenguaje suene
,,auténtico" , el lector no lo percibe como una voz viva,
324 Martín Lienhard · 325
La voz y su. huella

smo más bien como un m onólogo interior. No deja de lote, pero sí su relevancia como documento "indígena•
notar, también, un cierto artificio en la presentación casi
científico.
exhaustiva de las prácticas de 1~ comunidad, improbable
Las dos autobiografías, en buena cuenta, ofrecen dos
· en un r elato oral.
variantes sugestivas. igualmente contradictorias, de ela-
] uan Pérez ] o lote, gracias sin duda a las preguntas boración escriptural de un discurso maya moderno.
precisas qtJe el antropólogo hizo a l informante, propor-
ciona también un amplio espectro de prácticas sociales.
Sin embargo, el lector se fija más en la personalidad del Rosario Castellanos
narrador, un individuo maduro que cuenta, con un cier-
to desenfado, las hazañas de su vida pasada. Leyendo ,Los procedimientos narrativos desarrollados. por Pozas
] P] , el lector no se halla instalado en una conciencia in- y Castro en su trabajo de resti tución del .. ¿.1:curso ~el
dígena, sino frente a un narrador. Si L HV permite hacer otro" suponen un avance decisivo en la reflex10n etnohc-
surgir mejor la vo~ colectiva, ]P] tiene la ventaja d e su" cional 1:cspccto a Mediz Belio y Abreu Cómez. Asturias,
g crir las dimensiones indi viduales de una vida indíge- por otra parte, aporta una upolifonía., lin?üi~tico-n~rra­
na: para describir a la colectividad, Pozas, como sabe- üva que t raduce, de algún modo, la reahclaa multlcul-
mos, optó por la etnografía científica. Pero como autor tural de las sociedades complejas del área. En las nove-
l .
de un ctno-tcstimonio, Pozas abusó sin duda de la im- las de R0sario Castellanos, ahora, l as aos opc10nes se
precisién del contrato en cuanto a la presentación de despliegan paralelamen te.
lo s matcrblcs: no sabemos, en efecto, en qu<2 idioma se Balún Canán narra, ubicando los acont ecimientos en
pronunciaron los fragm entos autobiográficos : t zctzil o la ép oc¿~ de la reforma agraria cardcnistn, el acel~rado
E::spaiiol. La aus~ncia de rasgos de una poética or al y el 1
tin de una famíl ia terrateniente que enfren ta un go(nerno
empleo ele un lenguaje colo quj al mexicano su9icren que se pro-campesino, e1 d espertar y el )cvanta.mi e~to, de sus
trata de 1a leve ada pta ción de un discurso enunciado en peones tzeltales, la maldición de los bruJos md1genas.
espa ñol. En sí, el empleo -en el trab.::jo de recopila" La primera y la tercera parte de esta novela-reta~~o
ci ón - del espaüol podría ser perfect amente legítimo; s 2 cuentan a partir de la perspectiva di recta de una mna
así se p roporcionarían, incluso, interesantes datos res-
ladina, hija de los hace::.dados. Las condiciones fictícias
pecto a la "aculturación lingüística .. de los hablantes de . .. 1 l·a ·, ··o
de la producción del t exto se aproxnnan por 10 • ·· ' ,
idiomas nativos. Pero sabemos (cap. IV) que en una situa-
salvo en cuan to a la eda d de la narradora, a las reales:
ción de diglosia, e1 uso de un idioma o del otro implica
una autora ladina, hija de hacendados también, que es-
un cierto tipo de comunicación social que repercute, tam-
cribe sobre el mundo indígena y ladino. Esta situación
bién , en la forma y el contenido del discurso. La precisión,
narrativa suhe, sin embargo, una serie de derogaciones
en este nivel, resulta entonces indispensable. Estos repa-
0 inconsecuencias. Por un lado, la niña testigo es capaz
ros no disminuyen, desde luego, el valor propiamente de reproducir, sin teñ.irJos ele su v jsión infantil, discur-
literario - de "ficción", prúctícamente- de ] uall Pérez ]o· sos de adulto s ladinos e indios, como también cartas Y
M attin Lienlwrd La voz y su huella 329
328

La conjura de Xínum experimenta en esta novela una De indio a campesino: Zepeda


notable profundización. La perspectiva narrativa no se
limita a inst~larse en los dos camp os enfrentados, sino Con Benzulúl [1959), pequeño libro de cuentos publi-
cado tres años antes de Oficio de tinieblas, Eraclio Ze-
que se asienta, más sistemáticamente que en Balún Ca-
peda revoluciona profundamente la escritura "indigenista ..
nán, en las propias conciencias de indios y ladinos. La
y "etnoficcional .. del área maya. Su punto de ·partida,
.. corriente de conciencia.. indígena, centrada en la ilol
que determinará las características principales de su
o sacerdotisa Catalina, no se inspira ya en la retórica de
mundo narrativo, es una nueva interpretación de la fi-
los textos mayas petrificados por su transcripción y tra-
gura social del .. indio". Recqpitulemos los avatares litera-
ducción. Como en Los hombres verdaderos de Castro, ' El indio con mayúscula
rios sucesivos de esta fi gura.
ellá adopta una flexibilidad que denota a la vez una
de Mediz·{].)olio fue una 'cori'§trucción puramente ideológi- ·
mayor familiaridad con las escrituras de vanguardia y
ca, antepasado ficticio de los poetas yucatecos •aris-
una -más limitada- aproximación intelectual al pensa-
tocráticos" que se consideraban - cuando escribían- he-
. miento indígena. ' ·.
rederos de una identidad .. maya ... En Abreu Gómez, por _
Anticipá ndose en una cierta medida a investigaciones el contrar_io, los indios tendían a encarnar un proletaria-
recientes (Rus 1983)s Oficio de tinieblas cuestiona y des- do sui géneris, protagonista,:d e una revolución étnico-so-
truye a sí el tendencioso texto historiográfico que le sirve cial. Los ü'ldlos g uatemaltecos mitificados de Asturias, des-
de fu ente, la Historia de las sublevaciones . . .. de Pineda provistos de rasgos étnicos específicos, figuraban ideo-
[1888], panfleto que justificaba la masacre de los indios lógicamente un elemento de cohesión para un estado na-
por la política supuestamente agresiva, anti-ladina, de cional por crear. Para los antropólogos· Pozas y Castro,
los insulTectos. La .. polifonía" narrativa que desarrolla los grupos étnicos tzotzil y tzeltal eran el «Otro" que im-
Castellanos en esta novela, no necesariamente convin- portaba conocer y defender en cuanto a sus valores "ét-
cente en sus a spectos etnoficcionales, revela en todo caso nicos... Castellanos, por fin, apoyándose en los conocí- \
la ín dole monoló gica d e la versión ladina canónica. mientas antropológicos existentes, se centraba en las
uNos arrebataron la palabra .. . ", reza la primera frase complejas relaciones que se tejen entre los diferentes sec- ·
de Balútz Canán, pronunciada por b nana tzeltal: las tores indígenas y los diversos grupos ladinos en el seno
novelas de Rosario Castellanos, que sin duda intentan de la sociedad regional; usus indios .. eminentemente so-
restituir esa palabra arrebatada, contribuyen de hecho, ciales eran por lo t9-11t0 ef producto de tale~ relaciones.
como los otros textos ladinos, a desn aturalizarla. Pero Los personajes de Zepeda, ahora, ya ,no son ~indios ..
Oficio de tinieblas, al proponerse desmontar la sociedad sino campesinos: una catego.r ia de campesinos mexicanos
regional en todas sus relaciones (sociales, étnicas, sexua- que conserva o actualiza ciertos comportamientos de ori-
les) y a partir de todas su s perspectivas, no pudo prescin- gen .. indígena•. La decisión de convertir a los «indios .. en
dir de ella: la polifonía así lograda sal va, sin duda, la campesinos, fundada en una observadón que va confir-
legitimidad del resultado. mada por ' ciertas investigaciones recientes (2 . 21 Deverre
326 La voz y su lmella 321
Martín Lienhar d

otros documentos escritos. El discurso narrativo trabaja, ante todo, pues, por la apropíaci6n d e textos ya escritos
entonces, con dos perspectivas narrativas distintas aunque y traducddos.
índisociables: la i~fantil de la niña, y la adulta de una Más compleja que en las p artes laterales resulta la
especie de "cronista ...
.'- !
situación narrativa en la parte central, qu e cuenta los
En el capítulo I/ 18, la narradora lee un cuaderno que momentos más dramá ticos en el enfrentamiento in dios/
se supone escrito -¿en español?- por el .. hermano ma- ladinos. El discurso oscila, por una parte, entre una pers-
yor " de la tribu de Chactajal para los miembros de la pectiva omnisciente ladina y otra indígena; p or otra, se
comunidad. Algo inverosímil, este texto actualiza las re- acerca a toda una serie de personajes ladin os e indios,
sonancias de los textos mayas antiguos y la forma de los cuyo discurso aparecerá bajo fonna de diálogo, monó-
.. títulos .. genealógicos escritos (cf. cap. II y III) que las logo interior o discurso indirecto libre y, de nuevo, como
élites indígenas coloniales presentaban ante las autori-
memoria indígena escrita.
dades españolas para justificar sus reivindicaciones. Para
Oficio de tinieblas constituye, en más de un sentido, ·
convocar la presencia del discurso indígena, Castellanos
una ampliación de la segunda parte de Balún Canán. La
se remite, pues, a la textualidad maya coloniaL ya con- J
novela más ambiciosa de Castellanos podría p arecerse, a
vertida en ~~literatura ... M uy ilustrativo, en el mismo sen-
prímera vista, a un remahe d e La conjura de Xinum , re-
tido, es el propio cpmienzo de la novela: el discurso de
ferido a la .. guerra de castas" de Ch iapas (1868-1870),
la nana (niñera) tzeltal que abre el relato aparece como
otro supuesto intento de eliminación física de los uespa~
la continuación del epígrafe, cita de un cam ucú -canto de
ñoles" por parte de in dígenas mayanses. Pero tanto el
despedida- del Popol Vuh. El supuesto discurso tzeltal tratamiento de la historia como la s articulaciones inter-
modemo extrae su poética y prosodia de la traducción de nas revelan un proyecto distinto. La posibilidad de un
¡ un texto quiché que data de varios siglos. Y con sus n a- d iscu~so informativo se desvanece desde el comienzo al
rraciones mítico -legendarias, por otra parte, la nana for- superponerse la Í11Surrección umesiánica" de los tzotziles
1
¡ ma el pensamiento literario de la niña narradora. Todo al proce5o de la reforma agraria cardenista : historia-fic -
contribuye así a crear la ilusión de una genealogía de ción, no crónica de sucesos histéricos. Por medio de la
discursos que empie~a en los textos mayas coloniales ficción, se reÍlexíona sobre la historia y sobre su p ercep-
para desembocar en un relato novelesco que lleva, con - ción nor los a ctores históricos y sus descendientes. La
secuentemente, un titulo indígena: Balún Canán -los «Sie- historia no se cuestiona sól o a través de la sup erposi-
te guardianes", nombre de una constelación estelar y a n- ción de varios momentos -tres, si se incluye (Sommers
tiguo nombre de la ciudad de Comítán. No sólo la prime- 1978] el de la escritura- sino también por la oposición
ra, sino las tres partes de la novela se abrigan -como en o la simple yuxtaposición de versiones contrastantes : una
Canel<.- detrás de un epígrafe maya sacado, además d el práctica que r ecuerda, sin el aspecto de la .. mitificación",
Popol Vuh, del Libro de Chilam Balam y de los Anales la de Asturia s en H ombres de m aíz. La técnica de la ubi~
cuidad narrativa empleada ya por motivos análogos en
de los Xahil. El acercamiento al discurso indígena pasa
\ La voz y su huella 331
330 Martín Lienhc<rd

la distancia entre un discurso indígena ficcional ·y el


1980], provoca, en el campo de la estética literaria, unas probable horizonte discursivo del lector (Castro).
consecuencias importantes. Ver a lo s uíndios .. bajo su as- Si el lenguaje narrativo es un sociolecto rural artísti-
pecto de campesinos significa negar su exotismo y con- camente elaborado, la cosmovisión expresada, otra vez
tribuye a disminu~r la distancia entre el escritor y sus como en Rulfo, es la de un campesinado sin duda arcai-
personajes. En ,tanto que campesinos, en efecto, los ••in- co, pero ya no protegido por la organización comunita-
dios .. hablan español -aunque conserven, para determi- ria de las subsociedade~ indígenas. Ca da ,personaje se
nadas circunstancias, su idioma ancestral; su universo · e!lcuentra (como en Rulfo ... ) solitario y aislado frente
·intelectual, rural y arcaico pero no .. indígena .. , deja de a la violencia omnipresente y arbitraria de los abigeos,
ser radicalmente .. otro" con respecto a un universo in- los funcionarios, las fuerzas rcpresi';as. El pensamiento
telectual provinciano. Desde luego, la simple decisión antiguo, actualización de núcleos de origen indígena, ca-
de convertir a los «indios .. en campesinos no resuelve, de res:; de eficacia en este contexto udesindígenizado .. , aun-
por sí, los problemas de la ex etnoficción o uagroficciónu. que resulte, a los ojos de los protagonistas y sus dobles,
Todo depende ahora· de la capacidad del autor para in- los narradores, capaz de explicar -pero no de transfor-
ventar un lenguaje artístico que traduzca convincente- mar- el mundo. El cuento "Benzulúl", por ejemplo, no
mente las implicaciones de la nueva estrategia. Zepeda niega que el poder del abigeo Encarnación Salv~tierr.a
elabora el lenguaje de los indios-campesinos no a partir Tadique en su patrónimo español (variante de la d1fund1-
de textos escritos antiguos (Asturias, Castellanos), ni a da creencia maya según la cual los ladinos poseen un
base de la sintaxis y las imágenes de un idioma indígena nahual más poderoso que los indios), pero Benzulúl, al
actual (Castro), sino tratando de potenciar artísticamente, sustituir el patrónimo .. fuerte .. del abigeo por su ape-
como Rulfo, un sociolecto hispánico rural. El compromiso llido maya , incurre en la venganza asesina del ladino.
con la literatura, cuando ésta logra elevar .. a la más alta En .. Patrocinio Tipáu, el hecho de que una urraca se lle-
categoría artística el difícil lenguaje del pueblo .. , como vara, al nacer el p erso naje, su corc!ón umbilical, impide
escribió Arguedas [2 . 21 1960] acerca de Rulfo, resulta que sus padres lo entierren como lo exige la c~s~nn~bre
sin duda el mejor compromiso con los oprimidos que y explica, así, los desastres en cadena que sufnran el Y
un escritor puede realizar. su familia; pero este saber no permite evitados . Un es-
La mayoría de los cuentos de Benzulúl alternan el dis- C[L'.ema análogo rig e la mayoría de los cuentos. Los c~­
curso de un narrador .. anónimo .. con el discurso, directo o cligos indígenas to davía respetad os por estos campe st~
interior, de un protagonista ; es' altamente significativo nos resultan, pues, un obstáculo para una verdadera toma
que los dos se distingan casi sólo por el cambio del pro- de conciencia. Los "indios ., han sido abandonados, para
nombre: él/ yo. El narrador, por lo tanto, se halla mime~ siempre, por sus .. dioses... . . ;

tizado en un un iverso lingüístico q ue lleva todos los sig- En todos sus niveles, Benzulúl señala el fin de una épo~
nos de lo oral y lo .. popular». Desaparece así la oposi- ca y de una práctica literaria. Por encima de los despo-
ción de registros (discurso indígena/discurso ladino) jos de los indigenismos y la etnoficción ladinos, el dis-
que caracterizaba las novelas de Castellanos ; disminuye
332 M artín LienJwr d
CAPITULO XII
curso nan-ativo de Zepeda, aparentemente pesimista y
destructivo, construye su propio signo artístico, lrreduc· PACHAKUTIY TAKI. CANTO Y POESÍA
tible a las sucesiTas ideologías ladinas. QUECHUA DE LA TRANSFORMACION
DEL MUNDO
uTradiciónn oral y modernidad
en el área quechua del Perú

En ~1 área andina, como en otras áreas análogas de la


América Latina, la actividad literaria aparece como irre-
mediablemente escindida entre dos prácticas por lo co-
mún independientes la una de la otra; hemos . ido seña-
lando las excepciones a lo largo de este libr o. Una, la
práctica escrita en último análisis dentro de las tradicio-
ne europeas u occidentales, expresión -a veces disidente-
de los sectores domínan.tes •europeizados•, se autopro-
clama uperuana~, ·boliviana.. o •ecuatoriana•. La otra, un
conjunto de prácticas verbales orales de arraigo más o
menos local, casi siempre difíciles de disociar de su con·
texto artístico (música, danza) y social (rito) , tiene su
tronco central en las narraciones, los cantos y otros dis-
cursos de las culturas andinas; se expresa ante todo en
quechua o en aymara, aunque también en español. La
primera, gracias a su modo de producción internaciona-
lizado, se suele considerar como plenamente moderna o
contemporá nea, mientras que la segunda, llamada _tam-
bién, a veces. con un cierto menosprecio,. •tradición orah,
se ve como vestigio de tiempos más que pasad os.
Para u n letrado europeo o europeizado .resulta difícil
imaginar una literatura oral bajo otro aspeCto que no sea

l Todas las traducciones de los textos quechuas (orales y escri-


tos) han sido realizadas o revisadas por el autor de acuerdo
a los fines de este trabajo -que exigen la máxima litera li·
dad posible; hay que considerarl o por lo tanto, como sim-
ples mater ias de trabajo, no como propuestas de traduc-
ciones definitivas. Debemos varias aclaraciones y sugerencias
a Janet y Claudio Oroz. Cusco.
f
i
334 Martin Lienhard
La uoz y su huella 335

¡
~
el de una práctica cultural anticuada, repetitiva, incapaz
de enfrentarse artísticamente con un mundo cada vez teristicas del público, del lugar~ etc. Además, se van
más complejo y múltiplemente dependiente. Estamos creando, a partir o en contra de las convenciones, nue-
acostumbrados, desde la antigüedad helénica, a conside- v~s te~tos o discursos (géneros) que enriquecen el pa-
1 rarla como la etapa'- más arcaica de una expresión verbal trtmomo oral latente. Sin embargo, en la cultura oral
humana que evoluciona inexorablemente hacia formas contrariamente a la escrita, la innovación en sí no repre~
1 cada vez más sofisticadas de la escritura o, actualmen- senta ningún valor; la evolución de los discursos suele
resultar, por tal motivo, más lenta· que en ésta.
te, de la producción audiovisual. La cultura oral, en una
palabra, se nos figura incompatible con la modernidad. No cabe duda de que también la producción literana
1! Tal convicción -que no pasa de ser un prejuicio- se oral reacciona, con mucha sensibilidad, a las rupturas
debe en primer lugar al hecho de que nosotros, en nues- histórí.cas. Aunque nos falten archivos para documentar,
tra mayoría, conocemos las literaturas orales exclusiva por eJemplo, la ev0lución d el discurso literario andino
o casi exclusivamente a tra~és de las transcripciones ar- en los últimos cuatro siglos, podemos afirmar, a partir
bitrariamente elegidas que se publican, si es que se pu- de las transcripciones más o menos casuales que existen,
blican, años o decenios después de su performance o; que la producción actual no es en absoluto la repetición •
actualización oral. Es decir, nos acercamos a ellas como de la del siglo XVI ni de la del siglo xvm.
a los objetos ·extraídos de su contexto y expuestos en un En los últimos decenios, a raíz de la mayor integra·
museo etnográfico, y cuyos creadores han muerto hace ción (conflictiva) de la población andina a la sociedad
tiempo o viven en regiones muy periféricas para nuestra global, la s . innovaciones er el campo de la .. tradición
concepción del mundo. oral.. deben de haber sido particularmente significativas.
La literatura oral -nuestro grafocentrismo no nos per- En el área quechua del Perú (espacio al cual dedicare- .,
;
mite siquiera nombrarla sin recurrir a nuestras catego- mos estas páginas), nuevos grupos de creadores, a veces
rías letradas - se basa, como se sabe, no en textos fija- jóvenes andinos formados también al estilo occidental
han interven.ido, con sus propias preocupaciones, en 1~
.' i ¡ .
:, :·
dos de una vez por todas mediante un sistema de nota-
ción gráfica, sino en la memoria de la colectividad o de· producción o modificación de los textos orales. En más
sus especialistas literarios. Latente en la memoria de sus de un caso, la propia .. oralidad, se ha mostrado capaz de
portadores, el texto verbal -que es sólo un aspecto de servirse, para sus propios fines, del aporte más bien téc-
un texto múltiple: verbal, musica L gestual- se actualiza nico de la escritura [Millones s/f]. Las innovaciones que
oralmente, en general pública mente, y es memorizado en se descubren a partir de una observación muy fragmenta-
tal oportunidad por una nueva "generación.. de depo- ria de la p;:oduccíón oral parecen indicar un cambio
sitarios y de la tradición. Ahora, el texto se renueva cons- en la r ecepción, la exigencia de una audición menos
tantemente, es siempre otro en cada performance; el tex- ~rituaL. y más .. consciente•.
to se modifica o porque lo quiere su •autor .. , o por la:
Semejantes preo.cupaciones, por otra parte, han dado
presión de las circunstancias, o incluso, por las carac-·
origen, en la «emigración", a una nueva poesía· quechua
Martin Lienhard La voz y su huella :.::.?

que busca un flauditorio .. fuera de las zonas do- cantos por la mayor evidencia del carácter colectivo de
};', minadas por la oralidad. su arraigo, de su actualizacion y de su impacto. En cuan-
· ·'' En la moderna expresión poética quechua del Perú to a la literatura quechua escrita, la elección no presenta
(oral y escrita) es interesante constatar la presencia casi mayores problemas: la poesía es (salvo los casos de trans-
- ; obsesiva de un núcleo de motivos vinculados con un di- cripciones-relaboradones de cuentos) su vehículo de ex-
fuso "mesianismo .. , «Utopismo .. O nprofetismo" andino -nos presión único.
referimos, sin entrar en el viejo debate terminolégico, a Dadas las condiciones de marginalídad, de casi clan-
la espera, no siempre inactiva, y al anuncio, de una rup- destinidad de la expresión •verbal• quechua, no sabemos
tura histórica considerada como poco menos que inevita- hasta qué punto los pocos ejemplos que discutiremos a
ble. Tales rupturas, en la tradición q-uechua, se suelen de- continuación representan UJta tendencia decisiva; consi-
nominar pa.chahutiy o •vuelta-del-mundo-tiempo•; a los deramos, sin embargo, que e.n este case , el silencio -que
poemas o cantos (takí) que las evocan atribuiremos, por ha durado ya demasiado -seria peor que el posible error.
tanto, 'el nombre de pachakutiy taki. Dentro de la cultu-
ra quechua, la preocupación «mesiánica .. no se limita, ni
mucho menos, al génerq taki; ella penetra toda clase de Pachakutiy taki
discursos narrativos como los relatos míticos sobre In-
karrí, la destrucción de un pueblo por un •viejo sarnien- El lenguaje-acción: Rumitage (Canas, Curso) 1921
to•• o el ~telar de los antiguos .. , los cuentos de condena-
Los .. versos de escarnio de los indios contr
. a los mistis• '
dos y muchos cuentos t~profanos•, como Ponqoq mosgoy-
de los cuales rep¡;oducimos un fragmento, fueron pronun-
nin (.. El sueño del pongo~), recopilado y relaborado por
J. 1\1. Arguedas [1965]. ciados en el contexto de un enfrentamiento violento entre
hacendados y campesinos cusqueños, y seguidos, luego,
La vuelta por el pasado como camino para el futuro es
de una respuesta misti de análoga tonalidad. El .. contra·
el principio más caracteristico de la discursividad .. me-
siánica .. , como bien lo ilustra un relato de Chuschi, Aya· punto .. , frecuente por ejemplo en los cantos de carnaval
cucho, Ñaupa runakunapa awanan (.. El télar de los an- y en los discursos de insultos que acompañan las actuales
tigu os"): para invertir la situación de esterilidad y de batallas rituales, parece indicar el carácter ritual del
abandono de su comunidad, una joven, instruida por su texto; su poética, bastante libre y espontánea, no remite
abuela moribunda y con la ayuda de un hombre «antiguoll, a la de los cantos. Ignoramos su .. puesta en voz .. concre-
descubre el funcionamiento del telar de los antiguos, con ta (sin duda una recitación a gritos colectiya); la «Coreo-
lo cual se propicia el regreso de los emigrados y se res- grafía .. más probable es !a disposición h:~mtal de los ban-
tablece la antigua prosperidad [Szeminski/Ansión 1982: dos antagónicos. .~
217-221}
Si bien no descartaremos a continuación las expresiones. ( .. ') ( .. 'J
narrativas del .. mesianismo" andino, privilegiaremos los Kunan punchaymanta Desde el día de hoy
33~
La voz y su huell a
338 Martín LienJ1ard

pañan ·los ritos de guerra andinos. Lo en.cont~amos, ya,


chayga karago tukukapu- caraja se terminó en los monólogos que Titu Cusi Yupanqm atrtbuye a su
nésto padre Manco Inca (Yupanqui 1570/1.985; cf. aquí cap.
tukuyta qonqanayki has de olvidarlo del todo VII], así como en los cantos que acompañan las batallas
· Suwa suwarunakuna Ladrón hombres ladrones rituales modernas entre dos comunidades:
Maytaq chakrayku Dónde están nuestras cha-
cras Ama wayqey manchanki- No tc:nas hermano
maytaq uywayku dónde nuestros animales chÜ
Suwa allqu mistikuna Ladrones perros mistis fulano herma,no fulano hermano
kunan makiykupi wañun- Hoy en nuestras manos rumí chiqchi chayaqtinpas y cuando llegue el granizo
kichis van a morir de piedra
Kunan · manañar Hoy no somos ya fulano hermano fulano hermano
ñaupañachu kayku como en el tiempo pasa- sara hank'allan ninki di- ~ es tostado de maíz no~
do más ..
rás
manañan muspaykuchuya no estamos delirando fulano hermano fulano hermano
ni puñuykuchuni - durmiendo yawar unu puriqtinpas y cuando corra el río de
\ ... Kunanqa allintam rikcha- Hoy pues empezamos a sangre
riyku fulano hermano fulano hermano
despertar del todo ayrampu unullan ninki dirás .. es agua de ayrampu
karaqocarajo no más•
[Valencia s/f: 112-114] . fulano hermano fulano hermano
(Chiaraqe y Toqto, Cusca)
Un .. n osotros• exclusivo (ñoqayku) se opone a un .. vo-
sotros .. calificado de ladrón ( suwa), pero ( allqu) y mis·. La diferencia fundamental entre este canto Y nuestro
ti, epítetos que aparecen como sinónimos. El grupo .. no- ejemplo anterior estriba en la' naturaleza del enfre~t~­
sotros .. no lleva epíteto, pero posee un rasgo distintivo: miento: ritual (y fraternal) aquí, histórica (y antagom~
es propietario colectivo de chacras y de a nimales domés- ca) allá.
ticos. La comunicaCión va, pues, del dueño colectivo le- El texto de Rumitaqe establece implícitamente tres ni-
gítimo al ladrón. veles temporales: un pasado anterior a la invasión ·de
La función principal de estos "versos .. fue sin duda los mistis; un presente-pasado caracterizado por la opre-
d oble: levantar el ánimo de los campesinos y provocar siva presencia de los mistis o hacendados · - una pesadi-
la ira de los hacendados. El .. triunfalismo.. sarcástico lla; y un presente~futuro, tiempo en devenir, cuyo tér-:; .
que domina la tonalidad de estos versos (subrayado por mino no podrá ser sino el r establecimiento del pasado ,.
la repetición rítmica de un caraja tomado en préstamo remoto. En la articulación de los niveles temporales (el .;
de los mistis) es característico de los discursos que acom-

\
verdaderos amantes de la Pátria natal (Manríque 1981:
futuro como restablecimiento del pasado), reconocemos
393).
inmediatamente el esquema temporal de los relatos mi-
La patria que defiende el «nosotros .. de esta carta , como
tíco-utépico quechuas, cuyo ej emplo más conocido es el
se indica más abajo, tiene un nombre, Perú; en cuanto a l
«mito de Inkard*: el rey Inca, descabezado por el Inca
contenido que el colectivo «nosotros• atribuye a concep-
español, se va recomponiendo para luego volver a ejer-
to tan manoseado, resalta sobre todo la identida d entre
cer su poder. En los dos casos, la transición de un nivel
lucha antí-chílena y anti-olígárquica. Tal patria .. demo -
temporal a otro toma la forma de una ruptura violenta. cráticaQ bien podría corresponder al futuro que anhelan
Sabemos que la tradicional concepción mítico-históri- los campesinos cusqueños de 1921.
ca andina solía trabajar con el esquema de una alternan- Debe subrayarse que este discurso de la revolución es,
cia más o menos repetitiva entre dos •situa ciones~ opues- como resulta del contexto inmediato, pura acción, ele-
tas; la situación nueva, resultado de una ruptura cosmo- mento entrañable del enfrentamiento, no propaganda ni
lógica, ofrecía siempre una gran analogía con la situación conmemoración.
antepasada. En estos versos funciona un p t ind pio idén -
tico; la mirada, sin embargo, abarca tan sólo tres <~Situa ­ El discurso actualizado de la historía:
ciones .. y dos rupturas; la usitua ción» d el presente-pasa-
Toqroyoq (Espinar, Cusco) años 80
do, totalmente negativa , debe ceder su lugar al restab le-
cimiento del equilibrio anterior. En el sistemá tradicional, En la comunidad campesina de Toqroyoq (prov. de Es-
la ruotura era propiamente cósmica, una "revolución dei pinar, Cusco) , una danza guerrera dedicada a Domingo
mundo-tiempo• (pachakutiy). Ahora , en cambio, se in- Huarca Cruz se ha convertido, en los últimos años, en una
siste en el papel protagónico de .. nosotros .. , de los hom- «pieza .. central del ciclo fe stivo (29 de junio) . Domingo
bres, del campesinado. L'l «revolución .. será el resul tado Huarca , lider, en las provincias de Espinar Y Canas, de
d e uno torna de conciencia previa (manarían muspaylw- uno de los movimientos (mesiánícos) de insurrección
clzu, ya no deliramos). que sacudieron la sierra p eruana en los ar~ os 20, fue aj us-
ticiado cruelmente por las tropas represivas. Se le acu-
Llama la atención que todo el discurso de la rup tura,
só en ese tiempo de la muerte del hacendado Alencastre,
pese a las circunstancias locales que lo origi naron, se
.. interlocutor" de los versos de escarnio que a cabamos
p lantea en términos generales; el o los hablantes se con-
de oresentar.
sidera (n) parte de una colectivi dad amplia no especifi-
cada, pero que excluye a los mistis. En este contex to
si los códigos musicales, coreográficos y rítmicos de
la danza siguen pautas .. tradicionales", el texto nhistóri-
sería sugestiva, aunque algo atrevida , la comparación
CO", producto de una investigación .. ora l ~, constituye una
con una ca rta q ue los jefes guerrilleros de Comas, com-
innovación para la cual podemos encontrar, sin embargo,
batien tes anti-chilenos, mandaro:1 en 1882 a un hacen-
interesante s anteced entes en los numerosos dramas colo-
dado del partido civilista. Reproch ándole su traición,
niales o de creación más reciente [Balmori 1955, Lara
ellos a firman: " . . . nosotros con razón y justicia unáni-
1957 , Millones 1988} que actua lizan la muerte del I nca
memente levantamos a d efínder á nuestra Patria somos
: 342 Martín Lienhard
La voz y su huella 343

Atawallpa. Estos dramas, considerados a veces, sin duela


algo precipitadamente, como expresión directa del perma- sonqonta aysaspa le sacaton el corazón
·. nente espíritu de resistencia de la población andina, sue- qallunta aysanku la lengua le sacaron
en la tierra en la tierra
len ofrecer un valor a la vez ritual (actualizar la cohe- pampa pampaman
sión de la comunidad) y conmemorativo (no olvidar los chakatayurunku [ . .. ] lo crucificaron [ . . . ]
1 lejanos orígenes de la situación actual). En el caso de · Domingo Hua'rcaqa supay Domingo Huarca fue ·.
.in danza dedicada' a Domingo Huarca percibimos, al lado qaripunin un hombre endemoniado
de varías analogías (el despedazamiento del héroe, etc.), Llaqtanta munaspar Por haber querido a su
una cierta modificación de la utradiciónn. Por una parte, el pueblo
personaje se ubica en un pasado cercano ; por otra, es un ' wañuntapas tarín encontró su muerte
héroe ucomúnu, campesino como los demás. Por último, la llaqtanta munaspan a hablar se puso Domingo
función del propio texto parece menos conmemorativa pueblo
(ureferencialu según la famosa clasificación de J akobson) vidanta entregan entregó su vida
que in dativa 0 uconativaK! l
La voz del mártir campesino se dirige a los qepa wi-
Domingo Huarcata presu- Cuando tomaron preso a íiaq, a los-que-crecen-atrás, a la posteridad: a ]Ós pre-
ta sentes que resultan, como siempre en el arte . oral, espec-
hapispa (bis) Domingo Hu arca tadores a la vez que .. actoresM -posiblemente no sólo de
Hasta Yauril\ama · chaya- Hasta Yauri lo llevaron
la danza, sino de la historia. Domingo Huarca es un cam-
rachí
pesino más, pero también un hombre excepcional; su epí-
sqaku ( . .. ) [ ... J
teto, supay (nombre que los misioneros impusieron al d ia-
Domingo Huarcaqa suyay "Esperen .. dijo Domingo
nirapuni Huarca ' blo cristiano), recupera su valor más antiguo de •espíri-
Domingo Huarcaqa ri ma- a hablar se puso Domingo tu visionario" [cf. Guaman Poma 1980: 264). La muerte
riran puní Huarca de D bmingo, lejos de aparecer como un punto final,
Oepa wiñaqkuna sayariy .. Los que habéis de crecer a nuncia, como la de Inkarry o la de Tupac Amaru (otros
h éroes nmiticos" despedazados q ue esperan su recompo-
chis nispa (bis) levantáosn dijo (bis) sición), como la de Jesucristo igualmente crucificado, la
Domingo Huarcata sipira- A Domin:::¡o Huarca lo llegada de otros tiempos ; su voz, pese a la lengua corta-
pu da, sígue vibrando en la de sus descendientes.
r
sqaku {bis) mataron (bis)
1 El can to grabado que se analiza aquí fue proporcionado por La tradición subvertida : A yacucho 1987
Cbudio Oroz (Centro Bartolomé de Las Casas, Cusco), quien
contribuyó así como también Nilo Tomailla (Ginebra), a su Desde el comienzo de los años 80, el .departamento
transcripción y traducción.
de Ayacucho se ha convertido en el escenario de una re-
Martin Lienhard La voz y su huella 345

,.~resión generalizada que, bajo pretexto de lucha antite- guedas (1985: 155), es o bravÍa, guerrera, trágica y VIO-
rrorista, va desembocando en lo que se parece cada vez lenta" ;
más a una campaña de exterminación del campesinado
pobre y como tal .. sospechoso·. Tales sucesos, hasta aho- Río Alameda Río Alameda
ra casi ausentes de la literatura escrita -alusiones vela- río caudaloso río caudaloso
das se hallan en ciertos cuentos recientes de Zein Zorri- caudalchallaykim tu cauce ya
lla [1987)-, no pueden haber dejado d e reperGutir en la quntaruchkanña se está llenando
producción oral de las víctimas sobrevivientes. Por moti- runapa weqenwan con las lágrimas de la
vos obvios, esta producción campesina no se filtra ha- gente
cia afuera; sin embargo, aunque de modo alusivo, una Yakuchallay kim tus aguas ya
cultura oral de corte más bien urbano se encarga de tras- qun taruchkanña se están llenando
mitir algo del horror vívido . . runapa llakinwan con el sufrimiento de la
En el ejempÍo siguiente (Huamanga 1987), el vehícu- gente
lo poético de tal mensaje es un canto de carnaval. Recor-
damos que los modernos ritos de carnaval tienen su ori- Malicia malicia Malicia malicia
gen menos en el carnaval europeo que en antiguos ritos cierta malicia cierta malicia
de-guerra [Arguedas 1985: 151-155]; en tiempos recien- Yanachallay kíqa Dicen que tu enamorado
tes todavía, el carnaval es uno de los momentos privile- Infiernillupis en Infiernillo
giados para la realización de batallas rituales. Una de penata pasachkan está penando
las imágenes más obsesivas de los cantos de carnaval, el Kuyay yanallariqa Dicen que tu querido
yawar mayu (río de sangre), se refiere sin duda tanto a Puracutipis está en Puracuti
los ríos crecidos del momento culminante del período de · Cierta malicia Cierta malicia
lluvias, como a la sangre humana que corre :
Justicia justicia Justlcia justicia
Mayupas purin ¡ ppkllay l El río camina ¡carnaval! mala justicia mala justiciq.
qaqaman chayaspa ¡ puk- cárcel wasíman que a la cárcel
llayl y cuando llega a la l'Oca runa qayachiq hace llamar a la gente
¡carnaval! mala justicia mala justicia
yawartaraq waqan sangre todavía llora Adiós Huamanga Adiós Hu ama'ng~
(Lauriault 1958: 7] triste Huamanga triste Huarnan ga
üama üoqaqa Yo y~
. . En tales imágenes tradicionales se basa el canto si- pasachkanii1a m e estoy yendo
·, · guíen te; pese a las apariencias, no debe leerse como la- kayta musiaspa meditando en esto
to, porque la· música de carnaval, como apunta Ar~ [Farfán 19R7}
34ó Martín Lienhard
La uoz y su huella 347

Aparentemente clásico, este canto de carnaval se abre


con la invocación del río que va creciendo, imagen que Una nueva escritura.poética andina
corresponde a la estación del año (febrero). Pero inmedia-
Como se apuntó al comienzo, a la .. renovación~ que
tamente, esta imagen va cambiando de sentido: la crecida
atraviesa la poesía quechua oral en los últimos decenios
se debe a las lqgri~as de la gente (lúgrimas cuyo ori-
corresponde, en otro terreno. el surgimiento de una nue-
gen el auditorio conoce de sobra). La estrofa siguiente,
va poesia quechua escrita. Aunque casi siempre haya
de tema amoroso aparentemente tradicional en el contex-
existido, desde la Colonia, una cierta producción poéti-
to del carnaval (fíesta de ·los solteros), se desvía más
ca escrita en quechua, ésta, hasta épocas recientes, poco
claramente todavía de la norma: el enamorado no se
tenía que ver con los universos culturales d e los campe-
enamoró de otra, ni tampoco se fue por su propia volun-
tad traicionera; él .está no exactamente en el Infierno, sinos o excampesinos andinos . ..se trata de u.na lengua
literaria sofisticada a la que a veces es difícil llegar des-
sino -negro juego de palabras- en Infiernillo, lugar don-
de se descubrió una fosa común de víctimas de la re-
.. de el suelo de la _lengua hablada .. , observa Bendezú [3 . 2/
presión, o en Puracuti, lugar de otro descubrimiento ma- 1986) al comentar la poesía de Alencastre, mayor repre-
cabro. La evocación de la cá1·cel, en la tercera estrofa, sentante de la poesía quechua mistí moderna.
es otro motivo tradicional que cobra un significado muy El desarrollo de una unueva .. poesía quechua coinci-
preciso en el contexto actual. El final, casi cita del ·cé- de, como apunta Barquero [1980], con el ugran torrente
lebre wayno Adiós pueblo de Ayacucho, cierra el canto de movilizaciones en el campo .. , y más generalmente, con
con su polisémico . pasachkaniñ.a kayta musyaspa, .. ha- las profundas modificaciones de la relación entre las co-
biéndolo meditado 1,11e voyn: ¿adónde? L:.:t ruptura a la munidades quechuas y la sociedad global. Las comuni-
cual alude este verso no tiene (todavía) nombre ni con- dades se ven invadidas por la economía mercantil y ca-
tenido preciso: al interlocutor incumbe la tarea d e dár- pitalista, también por la educación escolar; pero al mis -
selo.
mo tiempo, ellas -o sus representantes- inundan las ciu-
Este canto, más cercano a la utradiciónu poética que- dades y la capital nacional, llegand:.:J incluso a convertir-
clma que los precedentes, demuestra, con la eficacia su-
las, de espacios urbanos o umetropolitanosu, en aglome-
gestiva de su lenguaje poético, -la capacidad que aquélla
raciones casi aldeanas o ~~andinas " .
tie!le para adaptarse a la sensibilidad del momento sin
traicionar su mundo. Es en este contexto urbano umoderno .. , no en el de la
vieja tradición quechua misti, qu e va surgiendo, muy
No querernos tampoco traicionar mós el mundo de la
poco a poco, una poesía , quechua escrita que nada o
oralidad quechua sacando unas conclusiones <~definiti­
poco tiene que ver con la poesía peruana contemporá-
vas .. a partir de unos (pocos) textos que ahora, cúando
nea en español, p ero que tampoco sigue la tradición· de
los estamos comentando, ya son otros, y que además
los poemas cantados. Aunque todavía mardinal, esta poe-
nunca fueron lo que no pueden dejar de ser en estos pa-
sía podría llegar a ser, según las opciones político-cul-
peles. Oue el hipotético lectó! nos perdone ...
turales que se vayan imponiendo, una de las expresiones ·.
La voz y su huella 349
Martin Lienhard

que están escritos los . poemas, pero má s todavía, qui-


má s sig nificativas de los sectores urbanos andinos o de zás, la dificultad de sítuarlos en el panorama de la pro-
origen andino. ducción poética p eruana y latinoamericana (escrita).
No debería de sorprender que también en una parte de Así, un poema como el uhaylli-taki" Tupac Amaru lw-
esta poesía -cuando sus autores se identifican con la maq taytanchísman (A nuestro padre creador Tupac
cultura quechua campesina- , lo3 m:::ivos .. mesiánico s ~ Amaru) (1 962/1984 : 9-19], pese a ser un texto elabora-
ocupen un lugar central. Tratándose de poesía escrita, no do por escrito, se halla sin duda más cerca del univer-
debemos presu poner en estos textos un parentesco superfi- so discursivo quechua que de la llamada .. poesía perua-
cial con los cantos que acabarnos de presentar; si los na" (criolla) . El hablante . p oético, como en los versos de
can tos disponen de una m~ltiplicidu d de medios expre- escarnio de los campesinos de Canas, es un unosotros ..
sivos («letra u, voz, melodía, ritmo, a veces coreogra- quechua exclusivo (tio qayku); un nosotros que se opo-
fía y, siempre, la relación d irecta con el público), los ne tajan temente a uellos", a los enemigos principales,
t alzi. escritos deben concentrar toda su significación en el los hita wiraqochal<.una, los .. despreciables wíraqochasu,
discurso verbal, que podrá aparecer, por los mismos mo- calificados igualmente de ladrones de tierras, de chacras
tivos como más .. complejo ... La relación que q ueremos (secuencias 10-11) .
establecer entre cantos quechuas y ·poesía quechua escri- Formalmente, este poema combin"a ante todo la tradi-
ta no pasa, pues, necesariamente por su u letra .. ; la homo- ción de los himn os que los Incas dirig ían a la divinidad
logía se sitúa, más bien, en su sígni ficaci.ón social. Wiraqocha con la del qaylli, canto ele triunfo q ue se
entonaba para h omenajear a un Inca victorioso o para
celebrar - hoy todavía- la cosecha . Esta doble tradición
]osé lv1. Arguedas exp lica quizás en par te la alternancia de dos discursos :
uno de gran violencia, de a firma ción triunfal - r ío en la
De todos los a utores de pachalwtí ta !ú, J. M . Arg ue- estación de ll uvias; el otro más l.í rico, de invocación-
das es el único realmente uconocido .. , aunque no preci- r ío tranquilo y poderoso. La métrica no sigue la de los
mente corno autor de poesía escr ita en quechua . La no- cantos: como lo comprueb a la audición de la cinta gra-
tor iedad de Arguedas se construyó alrededor de su na- bada por el pr opio autor, ella se constr uye fundamental-
rrativa, a nte tod o a par tir de L os ríos proÍund os (1958). mente a partir de la repetición rítmica de determinadas
Mucho más tarde se .. descubrieron" sus trab ajos etno- construcciones sintácticas o ucadenas .. de sufij os; La si-
gráficos y socio-antr opológicos. Su poesía espera hasta
tuación enunci ativa - el diálogo con la divinidad mu da-
hoy una atención crítica adecuada . Nadie cuestionó pú- es tipíca de los himnos antiguos. La pregunta Ínicial
bÚcamente su valor : con muy pocas excepciones (Corn e-
jo 1976) , el silencio es la actitud crítica más frecuen~e Maypitaq kanki ilo qayl~u ¿En dónde estás desde
al r especto. ¿A qué se d ebe el largo, tenaz purgatorio rayku que te
de esta parte d e su obra ? Pensamos que existen dos mo- wailusqaykima nta mor iste por nosotros?
tivos princip ales: por un lado, el idioma no europeo en
La voz y su huella 351 ,·
350 Martin I..ienhard

Por un lado, como se apuntó antes, Tupac Amaru apa-


cita o recuerda la pregunta obsesiva que el hablante an- rece como una rencarnadón andina de Jesucristo: un
tiguo, el propio Inca, dirigía a una divinidad demasiado Jesucristo que no murió por toda la humanidad, sino
!ejana y abstra¡;:ta (aunque aquí, claramente, el interlo- - también como Domingo Huarca- por su gente, por el
. cutor divino oft:cce un rasgo central de la biografía de
• .' 1
unosotros" exclusivo de los «quechuas ... La presencia de
1 Jesucristo - su muerte por .. nosotros .. ): .. Jesucristo .. en un canto quechua no debe sorprender:
en e] panteón surandino, Cristo existe como una divini-
Pin kanki ¿Quién eres? clad de rango intermedio (apu) , especializada en las
maypin kanki ¿Dónde estás? quejas p or injusticias sufridas (Núñez del Prado 1969-
manachu rikaykiman ¿No podría verte? 1970} . La mitificación de Tupac Amaru seapoya, por otra
(Arguedas 1955: 124) parte, en la actualización de su nombre (o título): amaru.
El destinatario del poema debe saber (porque el texto
La tonalidad triunfalista que caracteriza este poema no lo puntualiza) que la serpiente mitológica de este
de Arguedas difícilmente se podría derivar exclusiva- nombre aparece siempre en los momentos de crisis cós-
mente de la experiencia concreta de la fuerza inven- mica, de pachalwtiy -en esta verdad mitológica se basa
cible del .. pueblo qu~chua ... Sin duda alguna, ella remi- también un inquietante cuento reciente del narrador an-
te también a la tradición del qayllí, reivindicada direc- dino Edgardo Rivera Martín€z: Amaru [1986]. Esta ser-
tamente en el subtítulo : haylli-taki o .. canto de triunfo». piente es también, poéticamente, 1ían kanclzariq . .. paq-
Si el qaylli es un homenaje ritual a un Inca victorioso, cha, una cascada que ilumina él camino. Tupac Amaru,
¿quién sería aquí el u Inca .. homenajeado ? Obviamente el amaru o hijo de amaru, se formó a partir de la nieve
propio Tupac Amaru, un Tupac Amaru múltiple: el úl- del Sallqantay, de un cerro donde se ubica, para una
timo de los Incas de Vilcabamba, pero al mismo tiempo parte de las poblaciones apurímeña y cusqueña, la di-
~~ sobre todo, J osé Gabriel Condorcanqui, lider de una vinidad quechua suprema [Núñez del Prado 1969-1970).
vastísima insurr ección andina, en quien las masas cam- Y, finalmente , Tupac Amaru -con el título antiguo de
pesinas del siglo xvm veían a un Inca resucitado; sin (paclw ) Jwmaq o uel-que-ordena (-el mundo) .. es precisa-
·duda el mismo personaje cuyo recuerdo se conmemora mente tal divinidad suprema.
en el mito de Inkarrí. La voz: del hablante poético invoca a esta divinidad · ... .
l ~ '•

Si se alude aquí a Tupac Amaru en tanto que perso- a la vez nueva (cre~da por el poeta) y ,familiar" (sus
naje histórico (pero no en el sentido anecdótico), el poe- componentes son andinos tradicionales) con el nombre de
papay (mí padre) y de waugey (mi hermano); el nuevo
ma celebra ante todo a un Tupac Amaru convertido en
udios creador" quechua, personaje histórico mitificado,
héroe mítico o divinidad: todavía incipiente. la misma
resulta mucho más próximo al hombre que el Wiraqo·.
tendencia aparece, como hemos observado, en la danza cha Jejano invocado por los Incas en .sus himnos. En
guerrera dedicada al héroe campesino Domingo Huarca.
352 M artin I.ienh ar.-1 La IJOZ y su buellq__ 353

definitiva, Tupac Amaw lwmaq taytanchis (nuestro pa- Kay weraqochakunaq uma Subvertimos poco a poco
dre ordenador T. A.) no es en el fondo sino el nombre llaqtanta, iioqayku, as el pueblo-capital de estos
que se atribuye a la memoria histórica, la cultura y la asllamanta tikrasianiku wiraqochas
ilimitada fuerza colectiva del hombre andino. El ha-
blante poético, miembro -especie de amauta o líder in- El éxodo, )ejos .de significar el·fin de la ctdtura andina,
telectual- de la colectividad andina, dialoga con una significa pues más bien el fín del predominio occidental
divinidad que es la emanación de una subsociedad colo· en el «Tawantinsuyth. El levantamiento andino, como en
nizada que mantuvo un núcleo de valores a través de los versos de escarnio. de Canas, no se concíbe como un
450 años de opresión. Y la experiencia de Ja opresión, pi·oyecto, sino como_ una realídad que ya se está vivien-
lejos de debilitarlo, otorgó al hombre (andino) las fuer- do: j Hatatisiarzila.tn . . . ! -nos estamos levantando (se-
zas necesarias para .. voltear" ·el mundo: cuencia 5) . Y aquí también, la victoria sobre los opreso-
res aparece no como un sueño, _sino como un hecho tan
Kíkin wañuymanta kallpa La fuerza que surge de la
inevitab le con:o el amanecer después de la noche;:
hatariqqa pachata kuyu- propia muerte podría mo-
chinmanmi, tíkranmanmi, ver el mundo, volteado,
Na.s pacha a<:hikyay; ru- Ya brilla la aurora del
mosoqyachinmanmí. hacerlo de nuevo naq pachawaray kanchari- mundo, el amanecer del
sianña. hombre.
Si bien la expresión pacha-tihray (voltear el mundo)
puede ser sinónima del concepto un tanto abstracto de La poderosa contraofensiva de los despojados -que arra- .
pacha-kutiy, ella se enriquece aquí con un significado -sa, tal un cataclismo cósmico, con todo -no terminará
más concreto: en este ucantou, tihray se refiere a to da .· antes de restablecer el p oder del colectivo *•nosotros .. :
esa actividad "subversiva" que el colectivo .. nosotrosK, los
hombres (ex) andinos, van realizando en la transforma~ Lloqllasaqku ñoqanchispa Como una avalancha nos
ción de Ia sociedad y cultura criollas. En un primer mo- llapan allpanchista precipitaremos hasta vol-
mento, nnosotrosn, hapínaykukama; ver a tomar toda nuestra
llaqtanchispas llaqtanchis- tierra; hasta que todos
ayqespa, mastarinakuniku huy endo, nos hemos ex- puni kanankama. nuestros pueblos sean de .
lliu tawantin suyupí tendido por · todas las veras nues~ros pueblos.
,,cuatro regiones".
~ ,.
.. i ~

Lo mismo expresaron, en fin de cuentas, aunque con


Es decir, el despojo de las tierras indígenas, paradój ica- otra formulación, los campesinos de Canas. Pero 'aquí
mente, permitíó -gracias al éxodo rural- al hombre no ~ha blan los campesinos•. La «persoaalidadu del hablan-
quechua reconquistar todas las cuatro partes de su mun- te poético arguedúmo, algo borrosa al comienzo, se va
do. Luego, .. nosotros ·• perfilando más nítidamente a lo largo del poema: el
·1¡
354 La voz y stt l!uella 355
Martín Lienhard

colectivo .,nosotros" no es la comunidad andina nt el ~ .. no suceso, sino que forma parte de é);)a capacidad his-
co~junto de los campesinos quechuas, sino el de los ·que hóríca del ••pueblo quechua .. se representa literariamente,
em1graron a la costa: es decir, el hablante poético coin- como en h danza guerrera de Toqroyoq, a través de un
cide usociológicamente" con el _sector del cual pueden personaje histórico mitificado, ser.1ejante al Inkarrí de
1
¡. s~rgir los po~ibles · lectores · del poema, necesariame.nte la~> nac-racioiles míticas:· Lu complejidad aparentemente
1 b1culturales Gos auditores, en cambio, podrían ser mo- mayor del poema escrito se explica no tanto por la eru:-
nolingües del quechua: de hecho, el texto se ha difundi- dición de su autor culto, sino por el medio elegido: la
1 do por ra~io' en zonas rurales del Cusco). Este sector escritura. El poema escrito se entrega por entero y se
reúne las mejores condiciones para hablar en el nombre agota en su texto legible, mientras que los textos orales
de todos los quechuahablantes, de los que •Se qued~rono .. viven·• en s u articulación con· otros medios de expre-
en sus comunidades y de los que se establecieron en las ' sión de gi'aR riqueza, y en su ' capacidad de renovarse
ciudades: su memoria, eh efecto, abarca la experiencia · constantemente según los contextos.
h~stórica -~ndina y la de la megalópoli moderna. Es qt,li- Lo que separa realmente, en- fin de cuentas, el poema
zas tamb~en el sector .. quechua.. mejor preparado para argued.íano de los cantos orales~ es ante todo su desti~
ver las luchas ' campesinas en el contexto de las luchas natarío: en vez del campesino quechua, el homhre que-
populares nacionales y plan.etarias. Así, y no demagógi- chua (bicultural) de la ciudad. Esta poesía quechua es-
camente, se explica. la referencia a. otros mundos leja- crita, en efecto: es una literatura urbana de tipo nuevo,
nos (quizás China) donde se han desarrollado, con éxito, una ex presión nueva no sólo por sus alcances formales,
sucesos análogos: ·-'sino por ¡Jertenecer (aunque ·sea como ''perspecti'{a futu-
ra) a unos sectores marginados que hasta su aparición
- .ñas huk karu karu llaqta dicen que en otros pue- nada tenían que ver con ninguna literatura escrita. Es
kunapipas muchuq runa- " como
cierto, por lo tanto, que el poeta quechua Arguedas,
blos muy lejanos los hom-
kuna wamaniña kanku, ' bres ya son wamanis, le intuyó A . Cornejo (1970), es un upoeta indígena• ; ya
hatun pawaq kunturña . cóndores 'de alto vuelo: no sorprende, entonces, su exclu~ión por · parte de los
(
historiadores literarios criollos. -
Pese a las apariencias, el poema de Arguedas ofrece
1 una conveTgencia relativamente global con los cantos Poesía quechua reciente
j •' ~ue presentamos en la primera parte del ensayo. A par-
1 tir no de la . uletra., sino del aespíritu• de unas formas A1·gueda s demostró ampliamente la posibilidad de una
'l poéticas tradicionales se elabora, como en el canto de ' poesía quechua mode.r na. Su ejemplo, obviamente, toda- .
!¡ camaval ayacuchano. un contenido " contemporáneo y \ .. via no ha sido seguido p or ·muchos poetas, porque lo im~ •··.
¡
J
candente; .como eje narrativo si~e, .como en los <~versos pide la situaCión socio-cultural vigente con sus
l {¡ de .escarmo,., un pachak utiy, una •revolución.. cósmico- minaciones en cadena ; los pocos udiscípulos .. casi
! social ya en marcha; el poema rio documenta este mag- que se conócen demues~ran, sin embargo, que,
¡
JI {
' •.
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,;t,¡e .h .t u c.;,,t¡_a, t: .!. LU!.ü/.>....H1 , tJil.C ll , t! ~( d tCHlO J.i:-UllJ U I' , eXCid lU.d

que hermoso , smo un pionero. el yo poético en Pulwtay (NiVlani.angm), mientras que en


Eduardo Ninama ngo Ma11 qui (Pukutay , 1982), Di da N a nay (Huamán) se dice: mayulwnapas pulwyanmil as-
Aguirre (.. Poemas quechuas", 1983) · e Isaac Huamán tawa n hay· lulwynumtanz, "Y los r íos se vuelven rojos/
Manriquc (poernas inéditos), expresándose en el q ue- por todo esto (que nos cae} .. , Imágenes andinas clásicas
chua del área Huan cavelica-Ayacucho, crearon unos uni- · del cataclismo que podemos conocer ya, por ejemplo,
versos poéticos «cataclísmicosn que no desmienten su p a- a través eL~ CÍGtos cantos tradicionales de carnaval (agua
r entesco con el de Arguedas, ni tampoco con los de la colorada, río de sangre), también por las narraciones del
• 1 , •• , l ' 1 . •.
«juicio", a.e ~a uestrucclCn oc un Inunc o-pueo o mc11g no
tradición oral.
En Ninaméi!.ngo y Huamán, el yo poé ti co habla como por un uvíejo desconocido•• -tal como aparece por ejem-
desde él corazón de una tormenta q ue se percibe. en un plo en el cuento quechua ucscríto n Kutit~wiZco, de José
comienzo, corno un dolor: N anay, ~dolor", se intitula pre- Orec~ón Morales [1984) .
cisamente uno de los poemas de H uamán. El sufrimiento En los uPoemas q uechuas", de Dida Aguirre, en cam-
agudo liberará, sin émbargo, una energía transformado- bio, quien desencadena -y con trola- la ~tormenta» no
ra (i\lmwy): es otro si no el propio colectivo ••nosotl·os», un .. nosotros•
particularmente activo, perfectamente identificado con el
Nanaymi úau sayniyta tu- El dolor acabará con mi cosmos natural. El cataclismo cósmico-social consciente-
ku chinqa ceguera mente .. provocado.. es la r espuesta a una situación de
repapapaspa llullunmanta ll ameando desde lo más opresión y explotación insufribles. En el primer poema
tierno ele Dida Aguirr e, no sólo se nombra directamente al
enemigo, los .. místís de corazón negro" (yana songo mis-
Energía qu e se traduce en esta imanen .. solar": t:ikzma) , sino que se caracteriza, con precisión poética.
su actuación :
ii oqmn lluksichísaq sin- Yo haré salir un poderoso
chi kanchariyta resplandor ankal1a11a qaway qawa- rapaces como águilas
muchkan p awaykamuq- están acechándonos
El cataclismo en marcha al que se refieren los p oe- JJanña [ .. . ) revolotea ndo ( . . . )
mas parece menos d1istóricon, más .. cósmico•• que en el apaq aparqonampaqpara llevarse. para robar
qaylli argu ediano. En los textos de Ninamango y Hua- (lo nuestro)
mán, contrariamente a los de Arguedas --y de D ida
Aguírre, como veremos- no se designa explícitamente a En t odas las compoSlClOnes de este ugrupou de poetas
ningún .. enemigo,. humano. La ~~tormenta .. , opaca para jóvenes, el hablante poético es un yo (o nosotros) sin
la conciencia h umana, se desarrolla como fuera del con- rasgos individuales, un suje to plural consciente de re-
trol de los hómbres : paclzapa sonqonsi lw.nummuchhan, presentar . en tanto que udueño de la palabra•, a una co-
f
358
Martín Lie!zhard La ucz y su buella 359
f
¡
1 - lectívidad más amplía. Menos ~sociológicalt que en el
i poema de A1·guedas, la identidad de este sujeto plural
El llamado al más fuerte, sea éste quien fuera, expre-
sa sir; duda -en un sentido amplio~ una concepció:q. •re~
sttrge, de algún m~do, de la . utierra .. (allpa). Es en los ligiosa" del mundo. En los poemas de H uamán · Manri-
poema s: de Dida Aih'ürre donde la identificación· del co- a ue este ser umás fuerte" -una función, no un perso- ,..,~~ ..
lec~ivo •nosotros ..··con el espacio andino apal'ece con la I~aj~- aparece con toda una gama de variaciones. En ·
r:nayor intensidad. Su punto .de apoyo es una •piedra ' Nanay, el interlocutor poderoso es sinclzíllay, "mi (ama ~
salvaje,. (purwz rumi), cuyo atributo purun a lude a una do) poderoso», título que se atribuía a los jefes de guerra
h umani~ad poderosa anterior, la prime-;; según el esque- andinos. En Taytachallay, el yo reprocha a un dios se-
ma evo.tutivo Jiseñado por G uaman Poma de Ayala Dejante al cristiano su incuria para con los hombres, su
[J. 98 0]- Afianzado en esta u piedra", el colectivo .. nosotross, abandopo, para finalmente in timarle:
al ~n~do de una ••roca ardí ente .. ( qaqa rupariclzaq hina)
Kuyuchiy kay pachata Haz temblar- esta -tierra
Y "hablan4o como la lluvia; el viento · y el relámpago•
qechipraykíwan, taytay ;" , con tu pestaña, mi señor;
( pa!·a wayra toa}uilla.f¡a rimaríspa), se conve~tirú en la
ñoqam inkari nisaykí yo te diré : Inkari,
fuer~a ' capaz df· recuperar o fortalecer la relación etitra· taytachay mí gran señor
ñable; amenazada por los enemigos (los m isti), con ·nues-
tra 1 madre-tierra (mama pacha allpaclzallanchik), con las Inkarí: el dios o héroe mítico descabézado cuya de-
plantas Y las piedras: r elación q"ue existió plenamente en mora en retoniar se va volviendo insoportable. . . En
la época de los ugentiles .. -época de la autonomía andina. Qamuy, fin almente, el .interlocutor es un •hermano•
El hablan te p~ético plural aparece, en estos poemas, '' (waut¡ey), pero un ·hermano mayor con voz de t11:1eno
como .p~nta de un triángulo de interlocutot'es: suj eto/ ( sullallalJa rimayniykiwan) qu~ alzará a} yo COn !:>U5_ ma-
col_ecttvtdad más amplia/ fuerza ~superior". En Pulwtay nos de ~cerro .. (au.ki makiykiwan): sin duda_el equiva-
(Nmamango Ma_1Iqui), la voz se dirige por un lado a l os lente de un cerro-dios. Todos estos interlocutores pode-
maclw taytanclzilwna,, ;ñuestros abuelosu, vlos que gri- rosos aparc::cen ~omo variantes, como avatares de una .. di-
tan .desde el propio corazón "'de los cetros~. para pedir- vinid ad andina• múltiple cbtyas relaciones con los hom-
les la sangre . d.e los waniiguos dioses.. Ci?awpa apunclzik), bres se caracteriza}) por su reciprocidad.
O a] _ n o tradiC10naJ udios de la tierra» (pachapa apun), En los poemas d'e Dida Aguirre, en cambio, ·n o se des~
Y por otro lado, al «hermanoM (wauqey), ·al hombre-com- cubre ninguna ,.fuerza superior " semejante a una instan-
paiiero que comparte las mismas experiencias. Conciei1- cia .divina: consubs tanciado ·con el cosmos natural, el
c~a de la col~ctividad, el yd (como el «nos9tro~.. argue- · propio colectivo humano -compuesto por el .. nosotros•
dxano) n.eceslta la ayudót de los antiguos, de los apu activo y el sector más amplio de los waqchalwna (•huér~ ..;
_(cerros-dtOses), para encaminar el cataclismo, con sus fanosu, pobres, abandonados)- tomará esta función : ~. '. ·
1guales, en la buena dirección: no hay futuro - sin la ,
fuerza que almacena todavía el pasado.
¡ mancha~í ma yu hinam! .como dos temibles
360 Martin Liell h ard [.a voz y su huella 361

weqenchik timpu tim p u- nuestras lágr imas herví- ' de los him nos quechuas católicos, tradición notoriamente
k unga! ¡ qaparilmspa! rán! j gr itando! sincrética, hispano-quechua : T aytachallay y Oamuy. Con-
i qayarikuspa! ¡llamando! siderando su "mensaje .. , sin embargo; la supuesta .. inser-
ri pu1<; u).las:¡ni1a iremos ya ción~ va resultando una "subversión· de dicha tradición ;
pasakullasuniia viaj;:; ''L'ffi? S y a en .e stos poemas, en efecto, 'una perspect!va andina vuel-
lliu llaki wauqenchik lle van do tristeza ve a controlar el texto en su conjunto. De los otros poe-
waqchahmata llevando pobreza herma- mas, Narzay y Llaqt;;ysí, el segundo sigue una exposición
aysarilmykuspa na de la mano narrativa, mientras que el primero procede, poéticamente,
por asociaciones paradigmáticas. Si bien Huamán Man-
¿Cómo se sitúan estos textos, en cuanto a su poética, rique trabaja con unas uni dades métricas más regulares
frente a la tradición? Di da Aguírre es la que más se q ue las de Ninamango, su gramá~ica poética no tiende
acerca, en su g ramática poética como en sus imágenes, a a acercarse a la de los cantos quechuas.
las formas de los cantos orales. Cada uno de sus poemas
se abre con la invocación tradicional a un elemento del De acuerdo a ·la vtslon más .. cósmica• que ·histórica"
cosmos nat ural: la flor de fuego, el arbusto waranway. que adoptan estos poemas quechuas contempo~áneos, el
el cernícalo. Los r ecursos gramaticales dominantes, como conflicto que suscita la •tormenta.. -salvo, hasta cierto
lo muestra en parte el fr agmento transcri to, son los de punto, en Dida. Aguírre- no se nombra ni se explicita.
los can tos orales: repetición siti on ímíca, paralelismo sin- . ¿ Retroceso en la toma de conciencia andina? No lo cree-
táctico, repetición invertida de sin tagmas. La brevedad . mos. Parecería, más bien, que convendría establecer una
de la s unidades rítmicas -a menudo pentasilábicas- es distinción entre varios modos poéticos quechuas que tras-
otra' característícfl que estos poemas comparten con los cienden las fron teras entre la escritura y la oralidad.
cantos orales. La forma g lobal de los textos, sin embarg o, Predominantemente narrativo y denotativo - ~histórico .. - ,
lejos de "imitaru la de los can tos, debe de con siderarse el primero (como la danza guerrera de Toqroyoq y, con
como inédita. matices, el poema .. tupacamarista" de Arguedas) es el
, M ás ulíbre" respecto a la tradición oral es la po ética único que permite el ftaná lisis~ de los hechos. El· segun-
de Ninamango M a llgui, difícil de ubícar según una tradi- do, más bien •poéti co .. - en el sentido del predominio de
ción codificada, tributaria en alguna m edida de las con- la función poética-, acttia sobre la sensibilidad poética
'
i "'
quistas del va nguardismo poético criollo. Aunque no (can-to d e carnaval ayacuchano, uKatatay•, de Arguedas o
falt en los paralelísmos sintáctkos, ellos se ven como los poemas d e Ninamango, H uamán y Aguírre). El ter-
ane9ados en un discurso que, si se partiera de la presen- cero, propiarnent'e •conativo n, incita a li acción de la cual
tación gráfica por versos, se caracterizaría más b~en por forma parte in~egrante (.. versos de escarnio• de Canas,
la tendencia, occidental, al hipérbaton. poemas de Dida Aguirre). La .. conciencia .. , para concluir,
Por lo menos dos de los poemas de Huamán Manri~ se codifica estéticamente según las exigencias del modo
que parecen insertarse libremente en la tradición formal elegido.
362 Martín Lienhard BIBLIOGRAFÍA

No pensamos haber agotado el análisis y la interpre-


'
tación -limitados, de todos modos. a la expresión poéti-
-
ca d el nCataclismou- dé ninguno de }os c~ntos O poemas . '
que hcmos r'eunido-¡ ?quí. Esperamos tan sólo haber de-
jado constancia ,d,el vigor y de la vigencia -en sus con-
textos respectivos- de la producción poética oral y es:
crita en lengua quechua, y de haber 'mostrado la comple- 1 . GENERAL (América Latina en general. Europa y otros conti-
aentes, obras de interés general).
mentaridad social de sus dos grandes modos de existir.
Los cantos y la poesí_a· <IU:echÚa escrita, en efecto, no se AA. VV. .,
!
oponen (como se oponen todavía la cultura andina y la 1982 : L'écrit et l'oral», no. spécial de Itinéraius. Littératures et
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Prólogo 1 11
PRIMERA PARTE: PLANTEAMIENTOS
GENERALES 1 25
Capítulo I: La irrupción de la escritura en el escenario
americano 1 27
El "descubrimiento" y el fetichismo de la e;;crítura 1 27
Escritura y poder 1 36
Kipu 1 39
Glifos 1 42
La oralidad predominante 1 47
Violencia de la escritura 1 50
Capítulo II: De la oralidad a la escritura alfabética 1 56
Una literatura escrita alternativa 1 56
Supervivencia y transformación de las escripturales
amerindias 1 59
Transcripción de testimonios judiciales 1 63
El urescaten de la tradición oral indígena 1 65
La recreación del discurso indígena 1 72
El rescate indígena de la tradición oral 1 76
Literaturas epístolas indígenas : cartas, umemoriales»,
cartas-crónicas 1 78
La escritura indígena o mestiza 1 83
Capítulo III: Contextos históricos y sociales 1 86
Primeros contactos 1 87
Colonia y resistencia indígena 1 90
Las nuevas aris~ocracias indígenas 1 90
El discurso del diálogo 1 94
f El discurso de la resistencia 1 91 SEGUNDA PARTE: ESTUDIOS DE CASOS 1 173
1 Extinción vs. continuidad de la escritura Capítulo V: Mesoamérica: la llamada crónica
indígena 1 175
alternativa 1 103
Reformas coloniales y movimientos insurreccionales del Capítulo VI: La subversión del texto escrito en el área
1 siglo xvm 1 106
andina (Guaman Poma de Ayala, J. M . Arguedas) 1 189
1 Area andina 'l, 101 Culfura hegemónica, culturas marginadas 1 189
Paraguay. / ·110 'Literatura alternativa 1 190 .
La ofensiva latifundista, •segunda conquista .. 1 113 La subversión lingüís tica 1 193
Guerra de castas en Yucatán 1 116 El andamiaje temporal 1 203
Guerra del Pacífico 1 119 La cosmología literaria 1 211
La conquista de la pampa 1 120 Texto híbrido y comunicación literaria 1 215
.. Indigenismos.. intelectuales y movimientos étnico-so Capítulo VII: El homenaje ritual al inca y su adaptación
ciales modernos 1 122 literaria en tres textos coloniales (Juan de Betanzos, Titu
Los procesos de transformación social 1 123 Cusi Yupanqui, Ollantay) 1 218
Viejas y nuevas prácticas literarias Los tres textos 1 218
alternativas 1 128 J uan de Betan zos : "La victoria de Pachacuticu 1 220
Capitulo IV: Escritura y procesos de interacción cul- Titu Cusi Yupanqui: uLa epopeya de Manco Inca .. 1 221
O llantay 1 222
tural 1 132
Aculturación, transculturaci6n 1 132 "El homena je ritual al Inca .. 1 223
Procesos lingüísticos 1 136 La adaptación literaria de los homenajes rituales al
Idiomas europeos vs. idiomas amerindios 1 136 Inca 1 230
El bilingüismo y sus efectos 1 140 ] uan de Betanzos 1 230
Literaturas ;fllternativas y procesos de aculturación Titu Cusi Yupanqui 1 235
lingüística 1 148 Ollantay 1 241
Procesos religiosos 1 152 Conclusiones 1 248
Lenguaj es religiosos y diglosia 1 156 Capítulo VIII: Catástrofes históricas y literatura en Pa-
Reorientaciones semánticas: misioneros e indios 1 159 raguay (A. Ruíz de Montoya, A. Roa Bastos) 1 252
Rechazo y apropiación exclusiva del lenguaje cristia- La cuestión de los ucomienzoss 1 252
no 1 162 El primer apocalipsis: Montoya 1 256
Literaturas alternativas y procesos de aculturación re- Karaísmos 1 262
ligiosa 1 164 El "karaísmo" en la literatura 1 265
La evolución de la oposición escritura/oralidad Y las El ciclo de las catástrot'es históricas 1 269 - -
literaturas alternativas (167 Capítulo IX: Rulfo 1 214
uDueií.o de la escritura» y .. depositario de la Lecturas .. occidentales" y .. trasterranas" 1 274
memoria ora l .. 1 169 Viaje al pais de los muertos 1 218
: :~.

El paraíso terrenal .¡ 282 El discurso actualizado de la historia: Toqroyoq


Tiempo mítico/tiempo histórico 1 284 (Espinar, Cusco) a ños 80 1 341
Capítulo X : Etnoiicción 1 289 La tradición subvertida: Aya cucho 1987 1 343
Europa : el otro como pretexto 1 291 Una nueva escritura poética andina 1 347
Antonio de Guevara 1 291 ]. M. Arguedas 1 348
Lahontan 1 293 Poesía quechua reciente 1 355
· Diderot 1 294 Bibliograiia 1 363 . 1

Segalen 1 295
~América Latina : la mala conciencia de los intelectuales
colonizados 1 297 1
Mario Andrade 1 299 · .. ;
Castro 1 300
Ribeiro 1 301
Tango} 1 303
Manns 1 304
Conclusión 1 306
Capítulo XI : Tendencias etnoficcionales en el área maya
' (Yucatán, Guatemala, Chiapas) 1 307_
El .. corpus" y sus características 1 307
Yucatán 1 310
Mediz Belio 1 310
Abreu Gómez 1 314
Guatemala: Asturias 1 317 1
1
Chiapas 1 320
Autobiografías uindígenas": Castro y Pozas 1 321 1
Rosario Castellanos 1 325 1
De indio· a campesino: Zepeda 1 329
Capítulo XII: Pachalwtiy tald. Canto y poesía quechua
de.la twnsiormación del mundo 1 333 l.
.. Tradición" oral y modernidad en el área quechua de1 1
' ·.
Perú 1 333
.}
¡
·:. \
Pachakutiy taki 1 337 ¡
í
El lenguaj e-accién: Rumítaqe (Canas, Cusco) f 1

l
1921 1 337
¡

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