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Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Pero ¿Cómo este concepto de “trabajo” aplica para aquella personas con más de 65 años de edad
puesto que la mayoría ya han cumplido con sus roles, metas, y sueños?.
Cuando las personas llegan a la tercera edad, muchas veces se ven alejadas de la vida productiva
no solo por enfrentar su jubilación sino por la existencia de prejuicios y estereotipos sociales, que los
sentencian a una vida pasiva y alejada de posibilidades de permanecer en el mercado productivo.
Cada vez habrá más personas adultas mayores; es decir, que superen los 65 años de edad. Esto se
debe, principalmente, a la disminución en las tasas de mortalidad y en las de natalidad, lo que da
como resultado una población cada vez más “envejecida”. Al reflexionar sobre la actividad
productiva de las personas adultas y su valiosa contribución al bienestar familiar y
social. Se presenta el paradigma del envejecimiento productivo y sus diferentes dimensiones
en la vida cotidiana de los adultos haciendo hincapié en el potencial productivo como un factor
influyente en la calidad de vida y un recurso esencial para el desarrollo de la sociedad. Asimismo, se
destaca la existencia de redes de apoyo social basadas en la reciprocidad como un mecanismo
recurrente de las personas, que provee de oportunidades. Así pues, las dimensiones del
envejecimiento productivo son numerosas entre las personas, pudiendo identificar cuatro grandes
grupos de aportes: el trabajo remunerado, el trabajo familiar-doméstico, el trabajo voluntario en la
comunidad y las actividades educativas-culturales. Todas las personas adultas mayores, tienen
potencialmente derecho a ser contratadas para desempeñar un trabajo remunerado, sin que sea
impedimento la edad, siempre que la labor de que se trata, sea acorde con sus condiciones físicas y
psíquicas. Hay muchas personas selectas que conservan aceptables aptitudes en dichos aspectos,
para que continúen desarrollando actividades productivas, sean físicas o intelectuales, aprovechando
de esta manera sus conocimientos, experiencias y habilidades, además de que muchas y muchos
tienen una disciplina muy hecha para el trabajo, lo que les permite ser puntuales y rendir para
beneficio de sus empleadores. Por razones de la edad, que es un estado psicológico, no puede
negarse a adultos mayores la oportunidad de un empleo, que de concedérseles, será benéfico para
su estado anímico, valorando de ese modo sus aptitudes y su utilidad, permitiéndoles obtener un
ingreso que les dé independencia, cuando menos relativa, respecto de sus familiares si es que los
tienen o que por carecer de apoyo familiar y de un trabajo, se vean forzados a recurrir a la dádiva
pública y a la mendicidad en general.
El objetivo de este estudio ira en recabar la historia personal de una persona de más de 65 años de
edad que en base a su experiencia nos ayude a entender que sucede en la sociedad mexicana con
respecto a darle empleo a adultos que están en la etapa de la “vejez”, indagaremos en autores que
nos ayudaran a esclarecer algunas dudas sobre los cambios físicos, emocionales, psicológicos,
cognitivos e incluso la manera en la que la sociedad afecta a esta población, autores como Diane E.
Papalia, Sally Wendkos Olds, Ruth Duskin Felman, Grace J. Craig y don Baucum.
Para lograr un resultado exitoso utilizaremos el método cualitativo el cual constara de 6 sesiones en
donde nuestro sujeto (como ya había mencionado) nos contara su experiencia laboral, nos ira
develando las dificultades y las facilidades con las que obtuvo empleos a medida que su edad
avanzaba.
Desarrollo humano III
Entrevista a Adulto Mayor
Cuestionario
Primera sesión.
Preguntas base
¿Cómo se llama?
Agustín
¿En qué año nació?
76 años
¿Dónde vive?