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ESTRUCTURA DE LA CONSTITUCIÓN

AUTORES:
JENNY ARBELAEZ VILLADA
PEDRO PEÑA ESCOBAR
JOHN GRAJALES BERMUDEZ
CARLOS RAMIRO RESTREPO RESTREPO

DOCENTE
ALEX COLL

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CATÓLICA LUMEN GENTIUM


TEORIA CONSTITUCIONAL
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS
DERECHO
SANTIAGO DE CALI
2019
TEORIA CONSTITUCIONAL

Analizar la Estructura de la Constitución desde la Teoría Constitucional y explicar


claramente cada uno de los siguientes puntos:

1. Objeto de la Constitución.
2. Contenido de la Constitución.
a. Normas relativas a la organización del Estado (parte orgánica).
b. Declaraciones de derechos (parte dogmática).
c. Normas ajenas a la organización del Estado (neutras).
3. Presentación de la Constitución.
4. La Constitución Política de Colombia.
5. Reforma de la Constitución.

Desarrollo del trabajo

Para el desarrollo de los puntos descritos es importante tener claridad respecto a la


definición de la Constitución, en donde:

“Una constitución (del latín constitutio-ōnis) es un texto codificado de carácter


jurídico-político, fruto de un poder constituyente, que tiene el propósito de constituir
la separación de poderes, definiendo y creando los poderes constituidos
(legislativo, ejecutivo y judicial), que antes de la constitución estaban unidos
o entremezclados, define sus respectivos controles y equilibrios (checks and
balances), además es la ley fundamental de un Estado, con rango superior al resto
de normas jurídicas, fundamentando (según el normativismo) todo el ordenamiento
jurídico, incluye el régimen de los derechos y libertades de los ciudadanos y delimita
los poderes e instituciones de la organización política. En la actualidad también se
tiene como costumbre adicionar normas ajenas a la regulación del poder político,
dependiendo de la ideología, tales como los fundamentos del sistema económico. La
constitución no constituye al estado o la nación, debido a que ambos ya son hechos
anteriores constituidos. En ciencia política los estados que tienen separación de
poderes se la añade el término «constitucional» a su forma de estado (como es el
caso de la monarquía constitucional o la república constitucional). En el uso cotidiano
del término, se le llama constitución a todas las leyes supremas de los Estados
aunque no cuenten con separación de poderes”, (Constitución, Wikipedia la
enciclopedia libre, 2019, https://es.wikipedia.org/wiki/Constituci%C3%B3n#cite_ref-
7).
Igualmente, en el libro Teoría Constitucional e Instituciones Políticas se indica:

“La palabra Constitución puede tener dos sentidos, según se tome en


consideración el aspecto puramente normativo, o sea las reglas de derecho
que ella contiene, o se refiera a las formalidades que revisten la elaboración y
la modificación de esas mismas reglas. En el primer caso se habla de definición
material de Constitución o de Constitución en sentido material; en el segundo
se habla de definición formal o de Constitución en sentido formal (Naranjo,
2014, p.338).”

En cada Estado la constitución presenta modalidades muy diversas y su contenido


varía notablemente. Sin embargo, una vez entendido el término de constitución, se
concluye que por la finalidad y naturaleza de este estatuto jurídico fundamental, debe
obedecer a reglas que se consideran ineluctables, y en sí mismas definidores del
carácter de constitución, es así, como puede indicarse que de acuerdo con su objeto,
los pilares fundamentales sobre los cuales se cimenta la estructura de una
Constitución son uniformes.

Una vez entendido lo enunciado, se da respuesta a cada uno de los puntos.

1. Objeto de la Constitución.
La Constitución tiene como objeto lo siguiente:

a. Organizar el ejercicio del poder en el Estado.


b. Consagrar los principios que servirán de guía para la acción de los órganos del
poder público.
Es así, como a través de la constitución podemos establecer las reglas de juego de
la vida institucional y vemos como esta, refleja una filosofía política.

Ahora, explicaremos los objetos de la constitución:

1.1. Organización del ejercicio del poder en el Estado.


La organización del ejercicio del poder en el Estado o como vimos en el enunciado
anterior, la fijación de las reglas de juego, se divide en normas que determinan el
status y la naturaleza de los gobernantes, así como los fines de su actividad política.

En esta forma la Constitución se designan los siguientes:

 Los individuos a quienes corresponderá la adopción de las decisiones, fijando


su competencia y las modalidades del ejercicio de sus funciones.
 Los procedimientos según los cuales serán designadas las autoridades
públicas.
Igualmente, el poder se basa en una normatividad general y permanente, la cual es
conocida y acatada por todo el conglomerado y reposa en cabeza del Estado, esta
normatividad es la que debe plasmarse en el marco de la Constitución, como es el
caso de la Constitución Política de Colombia, en donde podemos citar como por
ejemplo el título IV que tratan de la participación democrática y de los partidos políticos
y el título V de la organización del Estado.

Es necesario un título para gobernar y es la Constitución la que establece y define las


condiciones en las cuales ese título puede ser adquirido, determinando las voluntades
individuales que expresaran a su turno, la voluntad del Estado.

Es así como, la Constitución es para los gobernantes el fundamento de sus


prerrogativas y la ley de sus funciones, determinando:

 Su legitimidad, que se traduce en el hecho de que el individuo o el grupo que


gobierna cumplen su tarea en virtud de un título que emana de la Constitución.
 Sus decisiones, las cuales no pueden legítimamente imponerse, sino en cuanto
se presume que son decisiones de un órgano constitucional que valen como
decisiones del Estado.
 El ámbito de competencia de los gobernantes, al señalar las funciones que a
estos corresponderá desempeñar cómo tales.
Conforme a lo anterior, el poder legítimo dentro de un Estado de derecho, es aquel
que surge y se ejerce en los términos establecidos previamente por la Constitución
respectiva, dentro de los términos previstos por ella misma, también la acción de los
gobernantes estarán limitadas al ámbito señalado en las normas, en donde la finalidad
será la búsqueda de la satisfacción de los intereses de la comunidad nacional.

1.2. Señalamiento de los principios que deben inspirar la acción pública.


Naturalmente, nos enfocamos en la Constitución en la organización del ejercicio del
poder del Estado, pero es importante tener presente el aspecto filosófico o ideológico
de la Constitución, puesto que este es el aspecto de fondo de la Constitución, el
aspecto formal.

Este aspecto formal, determina los principios que deben inspirar la acción del Estado
y el funcionamiento de los órganos del poder público, señalando metas precisas a la
actividad de los gobernantes a los cuales se confiere poder. Estos principios se fijan,
por regla general, en las llamadas declaraciones de derechos que se incluyen en casi
todas las constituciones, aunque también ellos pueden ir, y de hecho van, implícitos
en las reglas generales de organización del ejercicio del poder.

Es así como, por ejemplo al estipular una Constitución, caso también de la


Constitución Política de Colombia, que el poder legislativo se ejercerá por los
representantes directos del pueblo o que el poder ejecutivo será encabezado por un
individúo elegido directamente por aquel, se está indicando que esa Constitución se
inspira en una concepción democrática del orden jurídico y político, totalmente distinta
de aquella según la cual el poder legislativo se ejerce al arbitrio de un gobernante
absoluto, el cual no debe su elección al pueblo, sino a otras fuentes, como la herencia
o el respaldo de la fuerza.

La Constitución Política de 1991, tiene un alto contenido ideológico, enmarcado


dentro de los lineamientos del régimen democrático liberal, y plasmado en amplios
catálogos de derechos, tanto individuales como colectivos.

Como anotación, Colombia con la Constitución Política de 1991, definió una


estructura nacional general del Estado que involucra las 3 ramas del poder público,
correspondientes a la ejecutiva, la legislativa y la judicial, los órganos de control y los
órganos autónomos, fortaleciendo así la función pública de control a los poderes
públicos y concediendo independencia a la organización electoral. Caso especial para
la Rama Judicial, en cuanto la Asamblea Nacional Constituyente, concedió mayor
autonomía, debido a que quedaron inscritos a esta el Consejo de Estado, el Consejo
Superior de la Judicatura (actualmente funciona, pero no existe esta entidad), Corte
Suprema de Justicia, Corte Constitucional y Fiscalía General de la Nación.

2. Contenido de la Constitución.
El contenido de una Constitución debe obedecer a los objetivos que esta se propone
y que son fundamentalmente, los siguientes:

 Organizar el ejercicio de poder en el Estado.


 Fijar los principios esenciales que deben inspirar la acción pública.
Es así como podemos afirmar que una Constitución debe constar, básicamente, de
dos tipos de normas:

1. Normas de carácter orgánico.


2. Normas de carácter dogmático.
Las normas de carácter orgánico se refieren directamente al objetivo de organizar el
ejercicio de poder en el Estado y las dogmáticas consagran los derechos, libertades
y responsabilidades de los asociados y establecen los principios filosóficos que deben
inspirar la acción de los gobernantes.

Por lo anterior, siempre hablaremos en las constituciones de una “parte orgánica” y


de una “parte dogmática". Sin embargo, las constituciones también pueden contener
una “cláusula de reforma", es decir, una o varias normas destinadas específicamente
a prever y describir los mecanismos para su propia reforma, como es el caso de la
Constitución Política de Colombia de 1991, en donde en su titulo XIII, incluye lo
correspondiente a la Reforma de la Constitución.

La Constitución también contiene normas que no se refieren propiamente ni a la


organización del poder ni a declaraciones de derechos, es decir, normas ajenas tanto
a la parte orgánica como a la dogmática, que se podrían clasificar como de neutras,
pero que, por su importancia, el constituyente ha considerado conveniente
incorporarlas al cuerpo constitucional.

2.1. Normas relativas a la organización del Estado, o parte orgánica.


En toda Constitución se consagran las siguientes normas:

 Que definen al Estado mismo, la forma que este adopta, su sistema de


gobierno y su régimen político, su división territorial.
 Referentes a la población, nacionalidad, ciudadanía.
 Que determinen la titularidad del poder público, su distribución en ramas u
órganos, los procedimientos para la designación de los gobernantes y sus
atribuciones.
 Reglas sobre el ejercicio del poder, los controles y limitaciones a que están
sometidos los gobernantes, los términos de su mandato y en general las
condiciones en las cuales debe organizarse el Estado y ejercerse el poder
soberano.

Estas normas definidas, varían en cada Constitución, según el Estado de que se trate.
No obstante, estas normas tienden a repetirse en los textos constitucionales, lo que
hace de las constituciones textos que no tienen realidad con las condiciones políticas,
económicas, culturales y sociales de cada Estado.

Como indicamos, es posible que el constituyente se limita en su tarea a copiar


esquemas constitucionales de otros Estados, sin prestar la necesaria atención a las
condiciones sociales, económicas, culturales y políticas propias del medio y de la
época en que la Constitución o sus reformas se van a realizar y a regir.

En la elaboración de las reglas constitucionales tiene el constituyente el medio más


adecuado y eficaz para plasmar las concepciones políticas y socioeconómicas que,
consultando la realidad social, deben definir los principios rectores de la vida del
Estado.

Como indica Xifra Heras, no hay que considerar como constitucionales las leyes
‘orgánicas’ relativas a la organización y funcionamiento de determinadas
instituciones; dice él que esas leyes complementan las constituciones pero no forman
parte de ellas.

No se comparte dicha apreciación, si aceptamos como valedera la noción de


Constitución en sentido formal.

En efecto, si se admite que toda norma incluida mediante los procedimientos


establecidos para el efecto, en un texto constitucional, cualquiera que sea su
naturaleza, tiene ese valor, tendremos que concluir con que son constitucionales
todas las disposiciones consagradas en una Constitución.
Debe sí evitarse que la ley suprema contenga normas de tipo reglamentario, o ajenas
a lo que debe ser el contenido mismo de un documento de estas características, el
cual debe limitarse, por esencia, a consagrar, como se estableció en la definición, las
normas fundamentales, es decir básicas, tanto para la organización general del
Estado como aquellas atinentes a los derechos individuales y colectivos, las libertades
públicas y su garantía.

Para el caso de Colombia, la Constitución Política de 1991, por ejemplo, contiene


numerosas disposiciones que no debieran ser propiamente objeto de un texto
constitucional, como por ejemplo:

 Normas de procedimiento penal.


 Normas de procedimiento administrativo.
 Garantías de estabilidad a funcionarios de un determinado instituto.
 Normas sobre viajes de los congresistas al exterior.
 Normas sobre asistencia de los contralores departamentales a juntas
directivas.
Estas normas, no dejan de tener formalmente rango constitucional, ya que así lo
determinó el constituyente.

De otro lado, es importante mencionar que la parte orgánica contiene las normas
relativas a la estructura del Estado, de la cual derivan todas las demás leyes
secundarias y orgánicas.

2.2. Declaraciones de derechos o parte dogmática.


La parte dogmática de la Constitución es la declaración de derechos, por cuanto en
los albores del constitucionalismo los derechos del individuo frente al Estado se solían
promulgar en un documento especial que recibía esta denominación, acaso particular,
con el Bill of Rights(Declaración de Derechos)inglés, con los Bill of Rights
norteamericanos y con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
de la Revolución francesa.

Antes de la era del constitucionalismo se habían promulgado declaraciones de


derechos en documentos especiales, por parte de los monarcas en distintos lugares
y épocas. Tales declaraciones tenían unas características que las distinguen de las
promulgadas en la época moderna y contemporánea, a saber:

a) Eran concesiones graciosas del rey.


b) Tenían un carácter individual, y no universal.
c) Beneficiaban únicamente a un grupo de súbditos, generalmente a la mediana
y alta burguesía.
d) Implicaban ciertas restricciones a la autoridad del rey.
e) Se mantenía el principio del absolutismo monárquico.
Las declaraciones de derechos modernas y contemporáneas, por el contrario, se
caracterizan por ser de carácter universal, es decir que benefician a toda persona y a
todo ciudadano, son obtenidas no por la voluntad omnipotente del gobernante de
turno sino como resultado de las conquistas políticas logradas por el movimiento
constitucionalista, tanto liberal como social, e implican una concepción democrática y
no absolutista del poder público.

Las declaraciones de derechos (lo que por ende incluye una declaración de deberes)
tienen por objeto esencial, el que los ciudadanos conozcan, de manera precisa y
solemne a la vez, cuáles son los derechos y libertades que el Estado les garantiza y,
al mismo tiempo, cuáles son las limitaciones impuestas al ejercicio de esos derechos
y libertades.

La primera declaración de derechos de la llamada era del constitucionalismo fue en


1780 del Estado de Massachusetts, seguida de las de otros Estados de la unión
americana, y de las diez primeras enmiendas a la Constitución de Filadelfia
aprobadas en 1791y la francesa de 1787 que ha sido la de mayor trascendencia para
el mundo moderno.

Desde entonces, y por influencia de estas, las constituciones modernas han sus
correspondientes declaraciones de derechos, a las cuales se han dedicado títulos o
capítulos especiales dentro del cuerpo de la Carta. Pero así mismo esas
declaraciones suelen estar consignadas, aunque de modo más genérico, en los
preámbulos.

El preámbulo.

El preámbulo es esa fórmula solemne colocada, a manera de introducción, en el


encabezamiento de la Constitución, y que resume las grandes directrices que inspiran
la promulgación de esta, y que deben servir de pauta o guía a gobernantes y
gobernados en la vida del Estado. Puede definirse también como “la enunciación
previa contenida en las constituciones, donde se exponen los grandes principios y
fines que han guiado al constituyente para redactar las normas básicas de la
organización política del país”. En materia de preámbulos, el de la Constitución de los
Estados Unidos de 1787 sirvió de modelo clásico a la gran mayoría de las
constituciones americanas y europeas del siglo XIX, e incluso, de la época
contemporánea. Este preámbulo dice:

“Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una unión más
perfecta, establecerla justicia, asegurarla tranquilidad interior, proveer a la
defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la
libertad para todos nosotros y para nuestra posteridad, ordenamos y
establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América”.

Igualmente, si analizamos el preámbulo de la Constitución argentina de 1853, en


buena parte es copia de la de Estados Unidos:
“Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en
Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que
la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de
constituirla unión nacional, afianzarla justicia, consolidar la paz interior, proveer
a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios
de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres
del mundo que quieran habitar en el suelo argentino invocando la protección
de Dios, fuente de toda razón y justicia, ordenamos, decretamos y
establecemos esta Constitución para la Nación Argentina”..

De otro lado, el preámbulo de la Constitución Política de Colombia de 1991, reza así:

“El pueblo de Colombia, en ejercicio de su poder soberano, representado por sus


delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios,
y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida,
la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz,
dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden
político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la
comunidad latinoamericana decreta, sanciona y promulga la siguiente Constitución
Política de Colombia.”

La anterior Constitución colombiana, la de 1886, por su parte, adoptaba una fórmula


más sucinta, pero no menos expresiva:

“En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad, y con el fin de afianzar los
bienes de la justicia, la libertad y la paz, hemos venido en decretar, como decretamos,
la siguiente Constitución Política de Colombia".

Otras constituciones, particularmente las llamadas “dogmáticas”, contienen


preámbulos muy extensos y pormenorizados, cargados de contenido doctrinario.
Citamos la de la Unión de Republicas Socialistas y Soviéticas de 1977, cuyo
preámbulo es una larga enunciación ideológica del marxismo-leninismo.

La tendencia contemporánea es la de prescindir de los preámbulos, al menos de los


de corte clásico que, siguiendo el viejo modelo angloamericano, pretenden encerrar
en un breve párrafo toda una declaración de principios fundamentales.

A. Declaraciones de derechos en el cuerpo constitucional.


La fórmula solemne adoptada en los preámbulos se complementa, o, más
exactamente se desarrolla dentro del cuerpo de la Constitución, a través,
especialmente, de las normas que consagran derechos, tanto individuales como
colectivos. En su conjunto este tipo de normas son las que reciben el nombre de
declaraciones de derecho.

Estas normas, pueden estar consagradas de manera dispersa a lo largo del texto
constitucional, u ordenadas dentro de un título o un capítulo especial, es esta la
manera más adecuada de consagrar formalmente las declaraciones de derechos, y
así lo hacen la mayoría de constituciones modernas comenzando con la de los
Estados Unidos, cuyo Bill of Rights (Declaración de derechos) está formado por las
diez primeras enmiendas introducidas a ella, entre 1789 y 1791.

Las constituciones modernas y contemporáneas han ampliado considerablemente el


catálogo de derechos fundamentales. Hasta bien entrado el siglo XX, la mayor parte
de ellas, se limitaban a la consagración de los derechos individuales y las libertades
públicas esenciales, dentro de la filosofía individualista que las inspiraba; estos han
sido llamados “derechos de primera generación”.

Durante el período de entre guerras se comenzaron a consagrar también los llamados


“derechos de segunda generación”, es decir aquellos necesarios para la protección y
garantía de los de primera generación. Son básicamente los llamados derechos
sociales, como el derecho al trabajo, el derecho a la huelga, el derecho a la libertad
sindical, el derecho a la función social de la propiedad, etc.

A partir de 1948, con la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas, que proclamó,
entre otras cosas, la libre autodeterminación de los pueblos y el derecho al desarrollo
de todos los Estados, se reiteraron los derechos de primera y segunda generación y
se consagraron los llamados “derechos de tercera generación”. Esos derechos se
predican para las colectividades, pueblos, minorías étnicas o políticas, grupos
religiosos, etc. Entre estos derechos se destacan el derecho a la solidaridad, a la paz,
al ambiente sano, así como los derechos culturales, etc. Como garantía de ellos se
consagran las llamadas “acciones populares” o de grupo.

En Colombia desde la reforma constitucional de 1936, se consagraron los llamados


derechos sociales, rompiendo así la tradición liberal individualista que caracterizaba
nuestro ordenamiento constitucional. La Constitución Política de Colombia de 1991
complementó sustancialmente estos derechos, e incluyó además los de tercera
generación, como se indica continuación:

Título II “De los Derechos, las Garantías y los Deberes”, dividido en 5 capítulos:

 Capítulo 1, consagra los derechos fundamentales.


 Capítulo 2, los derechos sociales, económicos y culturales.
 Capítulo 3, los derechos colectivos y el ambiente.
 Capítulo 4, la protección y aplicación de los derechos.
 Capítulo 5, los deberes y obligaciones de las personas.
Además, por fuera de este título se encuentran a lo largo del texto constitucional otros
derechos, individuales y colectivos.

Por imprecisión en la codificación, muchos de los derechos que aparecen


consagrados por fuera del capítulo 1 “De los derechos fundamentales”, también
puede considerarse como tales, es decir como fundamentales, conforme a
interpretación reiterada de la Corte Constitucional. Entre estos cabe destacarse el
derecho de acceso a la administración de justicia (art. 229).

La Constitución se ocupa, además de establecer formas efectivas para garantizar


estos derechos, a través de instituciones como la acción de tutela (art. 86) y las
acciones populares (art. 88).

Como complemento, es importante definir los derechos primera, segunda y tercera


generación:

Primera generación. Derechos civiles y políticos.

Los derechos humanos, tratan esencialmente de la libertad y la participación en la


vida política. Son fundamentalmente civiles y políticos, y sirven para proteger al
individuo de los excesos del Estado. Los derechos de primera generación incluyen,
entre otras cosas, la libertad de expresión, el derecho a un juicio justo, la libertad de
religión, y el sufragio. Estos derechos fueron propuestos por primera vez en la Carta
de Derechos de los Estados Unidos, y en Francia por la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano en el siglo XVIII, y fueron consagrados por primera vez
a nivel global por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y
dándole lugar en el derecho internacional en los artículos 3 al 21 de la Declaración
Universal y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Fueron
reconocidos fundamentalmente con la Revolución Francesa y la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano.

Segunda generación. Derechos económicos, sociales y culturales.

Los derechos humanos de la segunda generación están relacionados con


la equidad y comenzaron a ser reconocidos por los gobiernos después de la Primera
Guerra Mundial. Son fundamentalmente sociales, económicos y culturales en su
naturaleza. Aseguran a los diferentes miembros de la ciudadanía igualdad de
condiciones y de trato. Incluyen el derecho a ser empleados, los derechos a vivienda,
a la educación y a la salud, así como la seguridad social y las prestaciones por
desempleo. Al igual que los derechos de primera generación, también fueron incluidos
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en los artículos 22 al 27 y,
además, incorporados en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales.

Tercera generación. Derechos de solidaridad.

La tercera generación de derechos, surgida en el siglo XX, se vincula con la


solidaridad. Los unifica su incidencia en la vida de todos, a escala universal, por lo
que precisan para su realización de una serie de esfuerzos y cooperaciones en un
nivel planetario. Normalmente se incluyen en ella derechos heterogéneos como el
derecho a la paz, a la calidad de vida o las garantías frente a la manipulación genética.
Este grupo fue promovido a partir de los ochenta para incentivar el progreso social y
elevar el nivel de vida de todos los pueblos. Entre otros, destacan los relacionados
con:

 El uso de los avances de las ciencias y la tecnología.


 La solución de los problemas
alimenticios, demográficos, educativos y ecológicos
 El ambiente.
 Los derechos del consumidor.
 El desarrollo que permita una vida digna.
 El libre desarrollo de la personalidad.

Cuarta generación. Derechos Digitales.

A la tradicional clasificación de los derechos humanos en tres generaciones, se


incluye una cuarta generación de derechos humanos, que incluiría derechos que no
se pueden incluir en la tercera generación, reivindicaciones futuras de derechos de
primera y segunda generación y nuevos derechos, especialmente, en relación con el
desarrollo tecnológico y las tecnologías de la información y la comunicación y el
ciberespacio.

Entre los derechos de cuarta generación se pueden citar:

 El derecho de acceso a la informática.


 El derecho de acceso a la sociedad de la información en condiciones de
igualdad y no discriminación.
 Al uso del espectro radioeléctrico y de la infraestructura para los servicios en
línea sean satelitales o por vía de cable.
 El derecho a formarse en las nuevas tecnologías.
 El derecho a la autodeterminación informativa.
 El derecho al Habeas Data y a la seguridad digital.
La quinta generación de derechos humanos tampoco será estrictamente extensible a
seres humanos, sino a maquinas, artefactos, robots y software inteligente. Ejemplo
será el día en que un robot pueda tener una conducta autárquica con respecto a su
programador y realice un acto ilegal.

La sexta generación de derechos humanos sí que será aplicable a seres humanos, o


no exactamente, porque será a seres trans-humanos y en un estado ulterior
(posterior) post-humano, o por utilizar una expresión mucho más viable, personas con
identidad genética cognitiva informacional alterada por la modificación gano-nano-
robo-tecno.

B. Valor Jurídico de las declaraciones de derechos.


Es importante mencionar que, para algunos autores, las declaraciones de derechos
tienen por objeto inspirar al legislador, pero no pueden imponerse al juez, en tanto
que, para otros, al contrario, tendría valor de ley constitucional y podrían, por
consiguiente, ser sancionados, en caso de violación. Prácticamente, el problema se
reduce a saber si un individuo puede jurídicamente reclamar el beneficio de una
disposición inscrita en la declaración, para obtener reparación si ella es desconocida.

Los estudiosos de la Constitución norteamericana de 1787 se plantearon, al entrar


está en vigencia, el problema del alcance jurídico de su preámbulo. Estimaron que la
finalidad de la fórmula era la de condensar los principios ideológicos que inspiraban
todo el documento constitucional. El preámbulo venía a ser, pues, “el faro que ilumina
todo el cuerpo de la Constitución” y por lo tanto, el punto de referencia o de orientación
para interpretar y aplicar los preceptos constitucionales, y para desentrañar cuando
estos no fueran diáfanos, el espíritu que animó al constituyente que los concibió.

Sin embargo, surgió el problema jurídico de si el texto del preámbulo de la


Constitución de los Estados Unidos tenía o no fuerza normativa. La Corte Suprema
sostuvo, en 1905, al respecto lo siguiente: “Aun cuando el preámbulo indica el
propósito general para el cual el pueblo ordenó y estableció la Constitución, este
nunca ha sido considerado como fuente de ningún poder sustantivo conferido al
gobierno de los Estados Unidos...”.

Para resolver el problema del valor jurídico de las declaraciones de derechos, es


necesario distinguir en las declaraciones dos categorías de disposiciones:

a) Las que enuncian una regla de derecho positivo.


b) Las que están desprovistas de la fuerza obligatoria propia del derecho positivo.
Las primeras al promulgarlas, el legislador constituyente ha querido consagrar una
norma jurídicamente obligatoria aplicable de inmediato en el estatuto de derecho
existente, como por ejemplo las disposiciones que prohíben la esclavitud, la pena
capital, o que estipulan la libre escogencia de profesión u oficio.

Las disposiciones que están desprovistas de la fuerza obligatoria propia del derecho
positivo, determinan la finalidad de la institución estatal o fijan metas al legislador. Tal
sería, por ejemplo, el derecho al trabajo. Por lo que, el derecho no es inmediatamente
exigible y por lo tanto no podría ser jurídicamente sancionado.

2.3. Normas ajenas a la organización del Estado o “neutras”.


Al lado de las normas puramente constitucionales, en sentido material, las
constituciones incluyen muy frecuentemente, una serie de normas que no se refieren
directamente a la organización del Estado y que tampoco hacen parte de las llamadas
declaraciones de derechos, o parte dogmática, pero que por la importancia de las
materias que regulan, el constituyente ha considerado necesario y conveniente
incorporar dentro de la ley fundamental, a fin de hacerlas más estables y otorgarles
una categoría superior a la de la ley ordinaria.

La Ley ordinaria es la norma de rango legal que constituye, generalmente, el primer


escalón en la jerarquía jurídica de las leyes de un Estado, tras la Constitución y
paralelamente a las leyes orgánicas u otras equivalentes (que suelen poseer
requisitos extraordinarios para su aprobación y versan sobre materias especiales), de
mismo rango jerárquico y distintas a nivel competencial.

La aprobación de las leyes ordinarias corresponde al Congreso o Parlamento,


normalmente, por mayoría de los miembros en ejercicio de las cámaras
correspondientes. En los sistemas democráticos los miembros del parlamento o
congreso son elegidos por sufragio universal. La aprobación de las leyes se puede
realizar por votación en el pleno de la cámara, o por alguna de las comisiones
legislativas que pueden existir.

Igualmente, dentro de esta categoría pueden incluirse todas aquellas disposiciones


referentes, por ejemplo, al régimen de familia, al ejercicio de ciertas profesiones u
oficios, al régimen de propiedad o, en general, normas de carácter social o económico
distinta de las que consagran derechos específicos en estos campos.

Se consideran estas disposiciones como extrañas al contenido lógico de una


Constitución, pero erróneamente, puesto que “la Constitución no tiene solamente por
objeto definir el status orgánico del Estado, sino también expresar la idea de derecho
directriz de la actividad estatal.

Como ejemplo de este tipo de normas pueden citarse varias de las que contiene la
Constitución Política de Colombia de 1991, como son:

 Las que obligan a las instituciones de educación, oficiales o privadas, al estudio


de la Constitución y la instrucción cívica (art. 41).
 La que dispone que los servicios de salud se organizarán en forma
descentralizada, por niveles de atención (art. 49).
 La que prevé una comisión permanente integrada por el gobierno, y
representantes de los empleadores y de los trabajadores para fomentar las
buenas relaciones laborales, etc. (art. 56).
 La que dispone que el destino de las donaciones intervivos o testamentarias
no podrá ser variado ni modificado por el legislador a menos que el objeto de
la donación desaparezca (art. 62).
 La que dispone que las normas que se dicten en materia crediticia podrán
reglamentar las condiciones especiales del crédito agropecuario, teniendo en
cuenta los ciclos de las cosechas y los precios, como también los riesgos
inherentes a la actividad y las calamidades ambientales (art. 66).
3. Presentación de la Constitución.
Resulta tanto complejo describir las diversas formas en las cuales pueden
presentarse los textos constitucionales, según el querer de cada Estado. Las hay muy
extensas y pormenorizadas, que van en ciertos casos hasta el detalle superfluo, y
caen en un reglamentarismo impropio de una Constitución. Las constituciones
expedidas en el mundo en las últimas décadas tienden a ser de este tipo, al incluir
normas que no son propiamente constitucionales y caer, en veces, en excesivo
reglamentarismo.

Como ejemplo de estas tenemos la española de 1978, la brasileña de 1989 y la


colombiana de 1991, así como algunas centroamericanas. La colombiana de 1991
resulta ser, adicionalmente una de las más extensas del mundo, con 380 artículos,
además de 50 artículos transitorios. Las hay, por otra parte, breves y concisas como
la de los Estados Unidos que se limitan a lineamientos muy generales.

También las hay redactadas con claro sentido político y dogmático, y las hay
redactadas en forma técnica y esquemática, más con un criterio jurídico que
ideológico. Pero en términos generales, dado su objeto y contenido material, las
constituciones suelen coincidir en su esquema de presentación.

Es importante indicar que la solución mejor para la presentación de una Constitución


parece estar en el justo medio, ya que si, por un lado, el excesivo laconismo de una
Constitución puede permitir al legislador ordinario cambiar, en la práctica,
sensiblemente el mismo contenido mediante sus normas de actuación, de otro lado
la prolijidad excesiva disminuye su prestigio, ya que requiere demasiadas y frecuentes
revisiones.

Por regla general, las constituciones van precedidas de un preámbulo en el cual, se


consignan en forma solemne los principios ideológicos que han inspirado al
constituyente para promulgarla. Viene enseguida el contenido mismo de la Carta, el
cual se suele dividir por materias, en títulos, o capítulos, o secciones. Cada uno de
ellos se compone de artículos, en los cuales se consignan las disposiciones
particulares correspondientes a la materia de que se trata. Los artículos pueden, a su
turno, estar subdivididos en ordinales, parágrafos o en partes. También pueden
constar de varios numerales, cuando se trata de relacionar, por ejemplo, las
atribuciones o funciones de algún órgano del Estado, autorizaciones, prohibiciones o
limitaciones concedidas o impuestas a determinado agente del poder. Por lo general
las cláusulas de reforma van al final del texto constitucional y las declaraciones de
derechos al comienzo del mismo.

De otra parte, las constituciones mas antiguas del mundo son la de Reino Unido
(1215), Estados Unidos de América (1789), Noruega (1814), Holanda (1815), también
tenemos la constitución de México (1917), y algunas muy recientes como son las de
Egipto, Tailandia y Túnez del año 2014.
4. Constitución Política de Colombia.
La Constitución Política de Colombia consta de un preámbulo:

PREÁMBULO

El pueblo de Colombia,

en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea


Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la
unidad de la nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la
justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico,
democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo,
y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana, decreta,
sanciona y promulga la siguiente:

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA

13 títulos divididos en 380 artículos, así:

- Título I - De los principios fundamentales.


- Título II - De los derechos, las garantías y los deberes.
- Título III - De los habitantes y del territorio.
- Título IV - De la participación democrática y de los partidos políticos.
- Título V - De la organización del estado.
- Título VI - De la rama legislativa.
- Título VII - De la rama ejecutiva.
- Título VIII - De la rama judicial.
- Título IX - De las elecciones y de la organización electoral.
- Título X - De los organismos de control.
- Título XI - De la organización territorial.
- Título XII - Del régimen económico y de la hacienda pública.
- Título XIII - De la reforma de la constitución.
En su aspecto formal la Constitución, resulta excesivamente larga y reglamentarista;
contiene, además, como también se ha dicho, normas que no serían propiamente
constitucionales por su contenido, y peca de algunas imprevisiones, e incluso errores
en su redacción, por contraste con la anterior Constitución, la de 1886, redactada en
forma más clara y concisa.

No obstante, lo anterior, en los aspectos de fondo la Constitución de 1991 representa


un considerable avance en materia de derechos humanos, de ampliación de los
espacios de participación democrática, y de modernización de las instituciones
políticas, en relación con la Constitución de 1886.

5. Reforma de la Constitución.
Las constituciones son hechas con vocación de permanencia, es natural que ellas
deban prever los mecanismos para su propia reforma, cuando las circunstancias
políticas, económicas, sociales o culturales así lo exijan, teniendo en cuenta que estas
circunstancias son cambiantes.

La necesidad de un cambio institucional que se adecúe a las nuevas realidades de


un Estado es lo que motiva la reforma constitucional, la cual no implica
necesariamente el cambio de una Constitución por otra. Más aún, la estabilidad de la
Constitución consiste en que esta se adecúe, a través de las necesarias reformas, a
las situaciones cambiantes de la sociedad a la cual ha de aplicarse. Por ello, cada vez
que esos cambios se producen, no es el cambio de Constitución la vía más acertada
para la estabilidad institucional, sino el de la reforma.

Citamos la Constitución colombiana de 1886, la cual alcanzó a durar más de un siglo


en vigor, habiendo optado el constituyente colombiano, a lo largo del siglo XX, por la
sabia vía de irle introduciendo paulatinas reformas. Solo el constituyente de 1991,
elegido para reformar una vez más la Constitución, resolvió, a la postre, expedir una
nueva Carta Política.

La revisión o reforma de una Constitución no plantea los mismos problemas que su


establecimiento. Los procedimientos de revisión constitucional son muy diversos,
según el tipo de régimen político imperante y según la tendencia a facilitar o no las
modificaciones constitucionales. Pero, en general, el problema cobija tres aspectos
diferentes, que es necesario examinar, como son:

1. Los relativos a la iniciativa para emprender la reforma.


2. La determinación del órgano competente para realizarla, y
3. El procedimiento mismo de reforma a utilizarse.

5.1. La iniciativa de la reforma.


Uno de los medios de lograr mayor estabilidad para una Constitución es el de limitar
la posibilidad de emprender reformas a la misma. Por lo general se confiere este
derecho al órgano del Estado al cual se quiere dar, en un sistema determinado mayor
preponderancia política.

Así, en el sistema presidencial la iniciativa de la reforma es compartida entre las ramas


ejecutiva y legislativa, cuando no se le da exclusivamente al gobierno, lo cual resulta
a todas luces antidemocrático, en tanto que en el sistema parlamentario se le da,
generalmente con exclusividad, al Parlamento. Pero si lo que se quiere es ampliar la
democracia, a través de una mayor y más directa participación ciudadana en materia
tan trascendental como esta, la iniciativa debe dársele también al pueblo. En
consecuencia, la iniciativa de la reforma constitucional puede ser restringida,
compartida, o popular.
A) Iniciativa Restringida. Cuando la tiene, de manera exclusiva, el gobierno. Ello
ocurre en las constituciones inspiradas en la idea de fortalecer ante todo al
órgano ejecutivo, constituciones estas de corte autoritario. También puede
hablarse de iniciativa restringida, aunque más democrática, en los casos en
que ella se le da exclusivamente al Parlamento. Más democrática, porque en
fin de cuentas el Parlamento es el órgano de representación popular. Aunque
pudiera aducirse también que cuando, como ocurre en el sistema presidencial,
el jefe del Estado es elegido popularmente, él es igualmente un genuino
representante del pueblo. Pero en ningún caso es lo mismo que la iniciativa la
tenga una sola persona a que la tenga una corporación de personas elegidas
todas ellas popularmente.
B) Iniciativa compartida. Cuando la iniciativa la comparten el gobierno y el
Parlamento, como se da en los sistemas de gobierno presidencial, caso
colombiano, en los cuales se busca un equilibrio entre las ramas del poder.
Este caso es más democrático que el anterior, por cuanto los dos órganos
actúan como representantes del pueblo, elegidos por él.
C) Iniciativa popular. Cuando se le da al pueblo también la iniciativa, que puede
operar mediante ciertos procedimientos, no exentos de complejidad. El
procedimiento de la iniciativa popular ha sido muy utilizado en países de alto
nivel de organización y desarrollo, y ha sido adoptado por otros en los cuales
se aspira a que germine el concepto de democracia participativa, como ocurre
en Colombia, donde la Constitución de 1991 prevé también la iniciativa popular
en materia de reforma constitucional.

5.2. El órgano competente para hacer las reformas


En la mayoría de los regímenes demoliberales contemporáneos ese órgano es el
Parlamento; pero puede ser también un cuerpo especial, o el pueblo mismo, o
adoptarse un sistema mixto.

A) El Parlamento. Es, como decimos, el órgano al cual se confía, en la mayoría


de los casos, la atribución de dar trámite a los proyectos de reforma. Siendo la
gran mayoría de las constituciones de carácter rígido, lo que se hace es
consagrar en ellas, para efecto de reformas a la Constitución, un procedimiento
más complicado o agravado que el previsto para la aprobación de leyes
ordinarias, con objeto de que aquella no pueda ser constantemente modificada.
B) Un órgano especial. Muchas veces con miras a agilizar las reformas a la
Constitución, o para sustraerlas del ámbito del Parlamento, por razones
diversas, se confía la competencia para realizarlas a un órgano especial, que
puede ser una asamblea constituyente, o una Convención, o una asamblea
especial.
C) El pueblo. Como en el caso del establecimiento de la Constitución, el pueblo
puede ser también competente para adelantar su reforma, por medio del
procedimiento del referéndum constitucional. El procedimiento del plebiscito
también puede ser utilizado para reformar una Constitución.
D) Sistema mixto. Consiste en que la reforma se confíe, en etapas sucesivas, a
dos órganos distintos, por ejemplo, asambleas especiales y Congreso.
Cabe anotar, que nunca en una democracia puede ser el gobierno el órgano
encargado de hacer la reforma a la Constitución, pues ello desvirtuaría
totalmente la naturaleza de ese régimen.

5.3. Los procedimientos de revisión


Una Constitución rígida implica que para su revisión se utilicen procedimientos
especiales, diferentes a los utilizados para la reforma de las leyes ordinarias. Para
ello se plantean dos sistemas:

a) Partiendo del principio de que un acto jurídico no puede ser modificado sino
según las mismas formas como ha sido establecido, se tendrá que la Constitución
no puede ser revisada sino por la misma autoridad y los mismos procedimientos
utilizados para su establecimiento;

b) Si se pretende tan solo garantizar la estabilidad de la Constitución, la cual es el


objeto de la rigidez constitucional, no será necesario ir hasta el extremo de exigir
que la revisión sea hecha por el mismo cuerpo y los mismos procedimientos que
se utilizaron para su establecimiento, sino que bastará hacer este procedimiento
más complejo que el previsto para la revisión de las leyes ordinarias.

Los tres principales sistemas utilizados en la práctica para la revisión de las


constituciones son:

a) El de revisión por el Parlamento, pero con una formación y un procedimiento


especiales, que es el más común entre las democracias occidentales.
b) La revisión por una asamblea especialmente elegida para el efecto, como
sucede en el sistema norteamericano.
c) La intervención del pueblo por la vía del referéndum constitucional. En algunos
países, se combinan el primero y el tercero; en los Estados Unidos, el primero
y el segundo. En la Constitución colombiana de 1991 se combinan los tres
procedimientos.
Finalmente, algunos sistemas fijan limitaciones en el tiempo para proceder a una
reforma constitucional, lo cual puede traducirse en un mecanismo automático de
revisión.

A lo que no puede concederse valor jurídico alguno, es a las disposiciones que


hagan una Constitución inmodificable: reconocerle verdad jurídica a semejante
disposición, equivaldría a admitir que el poder constituyente ha desaparecido, lo
cual, como anteriormente se explicó, no es posible, ya que una de las
características de este, es la de ser permanente.
BIBLIOGRAFIA

- Teoría Constitucional e Instituciones Políticas, Vladimiro Naranjo, 2014, Editorial Temis


S.A.
- Constitución Política de Colombia de 1991.
- https://es.wikipedia.org
- https://es.wikipedia.org/wiki/Constituci%C3%B3n#cite_ref-7
- https://es.wikipedia.org/wiki/Tres_generaciones_de_derechos_humanos
- https://dhpedia.wikis.cc/wiki/Derechos_humanos_de_cuarta_generaci%C3%B3n

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