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PROGRAMA No.

066

MATEO

Capítulo 5:1 - 3

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por las páginas del Nuevo Testamento. Y
hoy en nuestro estudio del evangelio según San Mateo, pasamos a considerar los capítulos 5, 6 y
7, y llegamos así al primer discurso principal de Jesús, que Mateo describe. Mateo describe tres
de los discursos principales de Jesucristo. En los capítulos 5, 6 y 7, tenemos el Sermón del
Monte. En el capítulo 13, está el discurso de las parábolas misteriosas. Y por último, en los
capítulos 24 y 25 aparece el discurso del Monte de los Olivos. El Sermón del Monte es el
“manifiesto del Rey”. Luego, el discurso de las parábolas de misterio, da la dirección que tomará
el reino de los cielos después del rechazo de Jesús. Y por último, el discurso del monte de los
Olivos es profético, y mira al futuro, hacia el fin del mundo.

Al considerar el Evangelio de Mateo, hay que tener presente que este evangelio no hace
ningún esfuerzo por darnos un relato cronológico de la vida de Cristo. Presenta a Jesús en su
Evangelio como Rey, y sigue un plan que es una moción para presentar al Rey y Sus derechos
reales ante la nación de Israel. Y es importante que observemos eso. Si perdemos esta
presentación en Mateo, perdemos el propósito de este Evangelio.

Ahora, el tema del capítulo 5, es el Sermón del monte; las relaciones entre los súbditos del
reino y la ley. El Sermón del Monte, que aparece en los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo, sin duda fue
predicado, en muchas ocasiones. El Señor repitió muchas de las verdades y parábolas dadas en
este Sermón en muchas ocasiones. El doctor Lucas nos da solamente una porción de este
Sermón, y estamos seguros que Mateo también sólo escribió una parte del Sermón del Monte.
Creemos que el Señor dio muchísimo más que lo que se escribe aquí en Mateo, pero lo que se
encuentra allí se da para nuestra instrucción y entendimiento hoy en día.

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En la exposición de las Escrituras hoy, hay teólogos que se inclinan, o bien muy a la
izquierda, o bien muy a la derecha. El teólogo liberal se encuentra a la izquierda y trata el
Sermón del Monte como si fuese el Evangelio mismo, en su totalidad. Se porta como si esta
fuera la única parte de las Escrituras que es importante. Uno de estos predicadores liberales dijo
en cierta ocasión que todo lo que se necesitaba en la Biblia era el Sermón del Monte. Aun dijo
que todo lo que se necesitaba era la regla de oro que aparece inscrita en Mateo 7:12. Dice allí:
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

Ahora, esto parece muy bueno. Parece muy pío; suena muy piadoso. Pero, la pregunta no es
si uno cree que el Sermón del Monte es su religión. La pregunta, amigo oyente, es si está
viviendo usted de conformidad con él. El contenido del Evangelio cristiano no se halla en el
Sermón del Monte. No se hace ninguna mención de la muerte y la resurrección de Cristo en él.
Pablo dijo a los Corintios, en su primera carta, capítulo 15, versículo 1: . . . os declaro,
hermanos, el evangelio. Entonces, ¿qué es el Evangelio? ¿Es el Sermón del Monte? ¿Es eso lo
que predicó Pablo? ¡Claro que no! Pablo dice en los versículos 3 y 4 de su primera carta a los
Corintios: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. El Sermón del Monte es algo
muy piadoso, pero el Evangelio no se encuentra allí. A los hombres les gusta decir: “Vivo según
el Sermón del Monte”, cuando realmente no lo hacen. Este es un punto de vista muy extremo,
pero es típico de un segmento bastante grande de los liberales hoy en día.

Si un hombre es sincero y lee el Sermón del Monte, se dará cuenta que no vive de acuerdo
con él. Si esta es la norma de Dios, y a propósito lo es, ¿qué hará un hombre si comete una falta?
¿Tiene entonces un Salvador? ¿Tiene a alguien que pueda extenderle su misericordia? ¿Tiene a
alguien que pueda alargar la gracia y salvarle por la fe cuando no le es posible vivir conforme a
este Sermón? Reducir el mensaje cristiano al Sermón del Monte es una simplicidad, que las
Escrituras no permitirían bajo ninguna circunstancia. Este es el punto de vista de la extrema
izquierda.

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Ahora, tenemos el punto de vista de la extrema derecha. Este grupo trata el Sermón del
Monte como si fuera la plaga bubónica. No quieren tener nada que ver con él. Dicen que no
sirve para los cristianos de ninguna manera. Este grupo se conoce como hiper-
dispensacionalistas. Ahora, no nos entienda mal, amigo oyente. Somos dispensacionalistas, pero
no somos hiper-dispensacionalistas. El Sermón del Monte tiene significado para nosotros hoy,
pero no creemos que sea necesario repetirlo en un servicio de edificación cada domingo por la
mañana. Es trágico, de veras, dárselo a un hombre no regenerado como una norma de conducta,
y decirle que, si vive de conformidad con este Sermón, es cristiano. El Sermón del Monte es la
ley elevada a un grado más alto que lo que los hombres pueden alcanzar. Al hombre no le es
posible, por su propia fuerza, cumplir la ley del Antiguo Testamento. ¿Cómo, pues, puede
guardar el Sermón del Monte, que es elevado aún a un grado aún más alto? También es correcto
que el modo de funcionar para el vivir cristiano no se halla realmente en este pasaje, porque no
enseña la verdad de vivir la vida cristiana por medio del poder del Espíritu Santo, que mora en el
creyente en Cristo. Considere usted lo que dice el Apóstol Pablo, en Romanos capítulo 5,
versículos 1 al 5: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también
nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la
paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

No se encuentra contenido en el Sermón del monte el ministerio del Espíritu Santo. Claro
que contiene normas éticas y prácticas que no son contrarias al vivir cristiano, y el hecho es que
expresa la mente de Cristo que también debe ser la mente del cristiano. Los grandes principios
enunciados aquí son provechosos para que el cristiano los estudie y los aprenda, pero nunca
puede alcanzar a cumplirlos por su propia fuerza; tendrá que ir a otra parte para buscar el poder.
Lo que tiene en el Sermón del Monte es una maravillosa bombilla eléctrica, pero no tiene el
generador que produce el poder que dará la luz.

El propósito principal del Sermón del monte es el de presentar a los hombres la ley del reino.
Hablamos acerca del Rey en Mateo, el cual ha llegado para presentarse. Juan el bautista fue Su
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precursor, y el Rey llamó a los discípulos para que le siguieran. Ahora, proclama la ley del reino.
Este es el manifiesto del Rey, y la declaración formal del Príncipe de Paz. ¡Y es la ley! Será la
ley de este mundo durante el milenio, y luego encontrará su fruto completo. Cristo reinará en la
tierra en persona y ejecutará cada palabra de ella. El Sermón del Monte por fin prevalecerá
cuando venga Él quien tiene el derecho de gobernar. Ahora, nos es inconcebible que cualquier
hombre que le reconozca hoy como Señor, desprecie este documento, o se aparte de él. El
cristiano que llama a Jesucristo su “Señor”, buscará hacer lo que Él manda, pero sólo puede
obedecer por el poder del Espíritu Santo. Es peor que inútil imponer el Sermón del Monte a un
mundo rebelde. Sólo el Evangelio de la gracia de Dios puede lograr que los hombres obedezcan
a Cristo, y fue dado para traer a los hombres a una obediencia a Dios.

El Sermón del Monte necesita ser predicado para traer convicción a los corazones de los
hombres. Este documento deja saber a los hombres que han pecado, y revela que no hay justo, y
que todos están destituidos de la gloria de Dios.

El cristiano puede tomar los principios enunciados en el Sermón del Monte y considerarlos a
la luz de otras Escrituras. Esto proveerá una perspectiva más amplia, y un mejor entendimiento
de la mente de Cristo. Por ejemplo, sólo aquí se puede hallar la definición de Cristo del
asesinato y adulterio. Cristo tomó dos de los mandamientos y los elevó al máximo: “No matarás.
No cometerás adulterio”. Así lo leemos en Éxodo 20:13 y 14. Ahora, ¿son estos dos los únicos
que elevó al máximo? La respuesta parece ser obvia. Estos dos son los únicos que se dan en
Mateo. Al parecer, elevó cada mandamiento a un nivel mucho más elevado y menos posible de
lograr. Si se pudiera decir en cuanto a la ley mosaica: “. . .por las obras de la ley nadie será
justificado”, según lo dice el Apóstol Pablo en su carta a los Gálatas, capítulo 2, versículo 16,
luego sería diez veces más difícil que un hombre sea justificado por el Sermón del Monte.

Un predicador que fue invitado en una ocasión a dar un mensaje breve en un almuerzo de
unos hombres de negocio en la Cámara de Comercio, al llegar, se acercó a la mesa de los
oradores donde se pararon algunos hablando. Un hombre bien vestido y de buen aspecto le dio la
mano al predicador y empezó a tomar el nombre de Dios en vano y hablar cosas profanas.
Preguntó luego al predicador: “¿Cuál es su engañifa?” A lo cual él contestó que era predicador y
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entonces quien había hablado primero, comenzó a excusarse enseguida en cuanto a su habla.
Siguió explicando que él era oficial de una cierta iglesia liberal, o sea de aquellas que no prestan
mucha atención a la Palabra de Dios, y añadió que el Sermón del monte era su religión. “Usted
sí tiene una religión maravillosa”, le dijo el predicador. “¿Cómo le va con el Sermón del Monte?
¿Lo está guardando?” A lo cual, el interpelado contestó: “Bueno, trato de guardarlo”. Luego, el
predicador preguntó: “¿Le importa si le doy un pequeño examen?” Como estuvo dispuesto a
tomarlo, el predicador le dijo: “El Sermón del Monte dice que si se enoja contra su hermano, será
culpable de juicio. ¿Puede guardar eso?” Aquel hombre pensó que bien podía guardar ese
mandamiento porque nunca se enojaba lo suficiente para matar a alguien. Luego, el predicador le
dijo que si un hombre miraba a una mujer para codiciarla, ya era culpable de adulterio. “¿Qué le
parece ese?”, le preguntó. El hombre contestó: “Ay”, eso sí me entramparía”. “Pues, sospecho
que haya muchas cosas en el Sermón del Monte que le atraparían”, contestó el predicador. “Al
parecer, no está usted viviendo su religión. Si yo fuera usted, – dijo para terminar el predicador –
cambiaría de religión y conseguiría una que tuviera buen éxito”.

Amigo oyente, muchas personas hoy en día son como aquel hombre. Dicen piadosamente
que el Sermón del Monte es su religión, cuando en la realidad quieren decir que es un buen
documento con una expresión buena que no los afecta de ninguna manera. Si este sermón es su
religión, amigo oyente, mejor es que no deje de guardarlo. Si lo viola, se hallará en apuros. Sin
embargo, si considera el Sermón del Monte de veras, le traerá al Salvador que murió por usted y
por mí, en la cruz del Calvario. Será la cosa más importante que jamás usted haya visto. Ahora,
¿fue dado en una sola ocasión el Sermón del Monte? Esta es una pregunta que se hace repetidas
veces. Aquí en el evangelio según San Mateo, evidentemente fue dado en una ocasión, y es
considerada en Mateo, capítulo 5, versículos 1 y 2. Sin embargo, Jesús repitió Sus enseñanzas en
muchas ocasiones, y le encontrará usted dando una parte del Sermón del Monte también en un
llano. En el evangelio según San Lucas, por ejemplo, capítulo 6, versículo 17, leemos: Y
descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran
multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido
para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades.

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Note usted que dio las bienaventuranzas en esta ocasión. Hay una unidad en la narración en
Mateo que verifica el reclamo de que el Sermón fue dado en una ocasión. El propósito principal
del Sermón del Monte es el de presentar a los hombres la ley del reino. Y se puede dividir de la
siguiente manera:

Primero, la relación de los súbditos del reino entre si. (Mat. 5:1-16)

En segundo lugar, la relación entre los súbditos del reino y la ley. (Mat. 5:17-48)

En tercer término, la relación entre los súbditos del reino y Dios. (Mat. 6:1-34)

Y en cuarto lugar, la relación entre los súbditos del reino y otros. (Mat. 7:1-29)

Vamos a considerar ahora las bienaventuranzas. El Sermón del Monte principia con las
bienaventuranzas; declaran lo que son los súbditos del reino y cómo pueden llegar a ser este tipo
de personas.

En primer lugar, debe notarse que el Señor realmente no dio el Sermón del monte a la
multitud. Lo dio a los discípulos, a aquellos que ya eran de Él. Dicen los versículos 1 y 2 del
capítulo 5 de Mateo:

1
Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2Y
abriendo su boca les enseñaba, diciendo: (Mat. 5:1-2)

La escena y la condición de la multitud impulsó al Señor Jesucristo a declarar Su manifiesto.


Más adelante, vio las multitudes dispersas como ovejas que no tenían pastor. Aquí ve a esta
gente como una multitud sin rumbo que necesitaba un Rey. La primera bienaventuranza tiene
significado especial para nosotros. Note usted lo que dice en el versículo 3 del capítulo 5 de
Mateo:

3
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mat.
5:3)
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Este versículo dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu”. No nos dice cómo llegar a ser
pobres en espíritu. La palabra “bienaventurado” ocurre 9 veces. El libro de los Salmos principia
con esta misma palabra. “Bienaventurado el varón”. El Salmo 1, versículo 1, comienza
diciendo: Bienaventurado el varón. Note usted sin embargo, el contrate con la ley mosaica en
Deuteronomio 27, versículos 16 al 26. Allí todo es maldición. Encontramos la bendición en
Deuteronomio 27:12; nos dice: Cuando hayas pasado el Jordán, éstos estarán sobre el monte
Gerizim para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. Ahora,
encontramos la maldición en Deuteronomio 27:13. Ahí dice: Y éstos estarán sobre el monte
Ebal para pronunciar la maldición: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí. Las maldiciones
son dadas en Deuteronomio. Las bendiciones son dadas en el Sermón del Monte. Y quisiéramos
concluir hoy, diciendo que hoy en día sólo el pecador que ha sido salvado puede darse cuenta,
puede conocer su pobreza de espíritu.

Continuaremos con este interesantísimo tema en nuestro próximo programa. Confiamos que
usted nos vuelva a sintonizar. Como es nuestra costumbre, le sugerimos leer los siguientes
versículos del capítulo 5 del evangelio según San Mateo, que estamos estudiando, para estar
familiarizado con su contenido y que sea más fácil para usted sacar el mayor provecho de este
estudio bíblico. Le recordamos que las notas y bosquejos que hemos preparado con este fin,
están a su disposición sin costo alguno de su parte. Tome nota de la dirección que mencionamos
al concluir, y solicite este material, que como dijimos es gratuito. Cuando nos escriba, indique
con toda claridad su nombre y dirección completos y en orden, lo que nos permitirá enviarle las
notas y bosquejos a su dirección sin contratiempos. Tenga muy en cuenta esta recomendación al
escribirnos, y esperamos recibir su carta, de ser posible, esta misma semana. En la seguridad de
encontrarnos de nuevo en este mismo punto del dial en nuestro próximo programa, ¡deseamos a
usted las ricas bendiciones del Señor!

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