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10 de marzo de 2018.
COMISIÓN INTERAMERICANA DE
DERECHOS HUMANOS DE LA
ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS.
¿Desea usted que la CIDH mantenga su identidad como peticionario en reserva durante el
procedimiento?
No es necesario.
3. El cuatro de mayo de dos mil diez, aproximadamente a las diez horas con treinta
minutos (10:30 am), fui detenido arbitrariamente en la carretera federal Aguascalientes-León
por agentes de la policía federal de investigación, quienes me dijeron que mejor ni la hiciera de
emoción y que me iban a poner unos kilitos de nieve para que ellos pudieran cumplir con su
cuota, me tuvieron incomunicado por espacio de veinte horas y luego trasladado al rancho “Las
Adelitas” en la madrugada del cinco de mayo.
4. Ese cinco de mayo hacia a las seis horas con cuarenta y siete minutos (6.47 am), sin
haber sido puesto a disposición del ministerio público, fui fotografiado y filmado, contra mi
voluntad, por los medios de comunicación en lo que se hizo aparentar la detención de una de
las organizaciones de delincuencia organizada más peligrosas del país, denominada “Los Q”.
La noticia y las imágenes que ahí se exhibieron fueron ampliamente difundidas en los
principales noticiarios de la televisión, matutinos y en demás horarios.
5. Finalmente, ese día, a las diez horas con dieciséis minutos (10:16 am), fui puesto a
disposición del Ministerio Público adscrito a la Subprocuraduría Especializada de Investigación
en Delincuencia Organizada (SEIDO).
6. Ese mismo día, a las quince horas con diez minutos (03:15 pm), sin haber sido
enterado del derecho a la información, rendí mi declaración ministerial bajo tortura física y
psicológica.
7. El seis de mayo de dos mil diez a las doce horas con diez minutos (12:10 pm), la
autoridad judicial decretó mi arraigo por noventa días.
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8. El diecinueve de mayo de dos mil diez designé defensor al abogado Víctor Manuel
Martínez Nava, quien logró ingresar al centro de arraigos el veintiocho de mayo sin poder
acceder al expediente de averiguación.
10. El trece de junio de dos mil diez, la Dirección General de Supervisión e Inspección
Interna para la Agencia Federal de Investigación de la Visitaduría General de la Procuraduría
General de la República abrió el expediente DII/094/AGS/10 para investigar “las conductas
indebidas en que incurra el personal policial o administrativo de la Agencia”.
11. El catorce y quince de junio de dos mil diez, en la ciudad de San Diego, California,
en los Estados Unidos de América, en las oficinas de subagregaduría de la Procuraduría
General de la República, dos testigos, Cristina Ríos Valladares y su hijo menor Christian Hilario
Ramírez Ríos, rindieron declaración en la que cambiaron sus versiones y, ante una fotografía
mía y un registro de mi voz, manifestaron reconocerme.
12. El veintiuno de febrero de dos mil seis, firmé un escrito en el que reclamé no estar
enterado de quiénes deponían en mi contra y el hecho de que mi abogado no había podido
siquiera consultar la indagatoria. Mi defensor pudo protestar el cargo el veintisiete de junio de
dos mil diez.
13. El tres de julio de dos mil diez, el Ministerio Público de la Federación ejercitó acción
penal en mi contra por los delitos de privación ilegal de libertad en la modalidad de secuestro,
delincuencia organizada, delitos contra la salud por la posesión de dos kilos de cocaína y
portación de arma y cartuchos exclusivos del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.
14. El tres de julio de dos mil diez, se abrió la causa 32/2010 ante el Juzgado Primero
de Distrito de Procesos Penales Federales en el estado de Aguascalientes y el once de ese
mismo mes se dictó auto de prisión en mi contra.
15. El dos de marzo de dos mil once, la Agencia Federal de Investigación por conducto
de su Dirección General Adjunta de Asuntos Jurídicos reconoció ante la Comisión Nacional de
Derechos Humanos y a instancia del reportero Rubén Dario, a quien tocó transmitir las escenas
televisadas, que el “operativo desarrollado por elementos de la Agencia Federal de
Investigación no se precisó que la detención de las personas ocurrió antes de su llegada y por
lo tanto no se le proporcionó información completa, objetiva y veraz.”
16. El veinticinco de abril de dos mil trece, fui condenado a tres años de cárcel.
17. El dos de marzo de dos mil catorce, el tribunal de apelación, Primer Tribunal
Unitario en Materia Penal del Primer Circuito modificó la sentencia e incrementó la pena a
treinta años, al tenerme responsable del delito contra la salud por la posesión de dos
kilogramos de cocaína.
18. El trece de mayo de dos mil catorce, la policía federal presentó a los medios de
comunicación un nuevo video en el que aparece una persona que dijo llamarse Juan Páramo,
ser secuestrador y haberme conocido como cómplice; el video es ampliamente difundido.
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19. El tres de junio de dos mil quince, se da a conocer el contenido de la declaración
judicial del mismo David Orozco quien declara ante la autoridad judicial no conocerme y haber
sido torturado para incriminarme.
20. Acumulo 1726 días de injusta cárcel. He sido condenado por efecto de un montaje
del gobierno y de la manipulación de mala fe de testimonios que han mudado al compás de las
necesidades publicitarias de la acusación. La realidad de un proceso paralelo de orden
mediático y la manipulación que éste ha exigido, han anulado el debido proceso y el principio
de inocencia y me han privado de una oportunidad efectiva de defensa.
f) Pruebas disponibles:
Ejecutoras:
C. Directora del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan del Gobierno del Distrito
Federal.
1. Desde aquí buscaremos enunciar los “argumentos centrales” que en el caso puesto
a consideración de “la Comisión” acreditan la inobservancia de la obligación del Estado
Mexicano de asegurar el “DERECHO A UN PROCESO PENAL REGULAR”, en el marco de lo
dispuesto en los arts. XVIII y art. XXVI de la Declaración Americana de los Derechos Humanos,
y de corroborar que en el supuesto que se denuncia se ha vulnerado seriamente la obligación
del Estado Mexicano de asegurar una “Administración de Justicia Seria, Objetiva y Predecible”.
1. Deber de Garantía:
3. En ese sentido, y en virtud del citado artículo 1.1 de la CADH, la primera obligación
asumida por los Estados Partes, es “respetar los derechos y libertades reconocidos en la
Convención”, lo cual implica el deber de los Estados de asegurar la vigencia, el goce y disfrute
de los derechos humanos mediante un sistema jurídico, político e institucional adecuado.
3. Derecho a la Justicia:
2. Resulta también una consecuencia del Deber de Garantía de que toda pretensión de
que se ha lesionado alguno de estos derechos, implica también necesariamente, la de que se
ha violado la obligación general de impartir justicia.
FIRMA:
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VÍCTOR MANUEL MARTÍNEZ NAVA
ABOGADO DE WILLIAM HAYES