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Voy a ser muy breve. Yo hablaré concretamente de esta proposición global que vengo
denominando la Regionalización Transversal, a la cual con tanta generosidad se han
referido los dos expositores que me han precedido, el Gral. Mercado Jarrín y el senador
Murrugarra. A ambos les expreso mi agradecimiento.
Es bueno referirnos a los antecedentes de la regionalización, a los antecedentes
recientes, aquellos que por lo general la mayor parte de la gente ignoran, porque es
costumbre entre nosotros conocer bastante la historia ya un poco remota e ignorar lo
que acaba de ocurrir en el país.
Como se ha dicho acá por el señor Murrugarra, el Gobierno de las Fuerzas Armadas en
1975 publicó un anteproyecto de regionalización del territorio, anteproyecto de
regionalización para la administración del desarrollo. Después de la publicación el
gobierno empezó a recibir una cantidad de comunicaciones y consideró que era
conveniente crear una comisión de geógrafos y de gente que estudiaba estos problemas
de la regionalización, para encomendarles a ellos el análisis de todos los documentos
que habían llegado.
Así que se creó una Comisión de 12 ó 14 estudiosos de la geografía. Se me invitó también
a participar en esta comisión y por ser tan numerosos los miembros, se dividió en dos
secciones: la A, a la que yo pertenecía y que presidió Alberto Arca Parró, un ilustre
peruano; y la B, que presidió el Dr. Emilio Romero, a quien se le ha tributado anoche un
homenaje muy merecido.
Ha dicho el señor diputado que casi llega al 30% de las disposiciones constitucionales,
en las cuales se refiere con mayor claridad y precisión al problema de la regionalización.
Pero la filosofía de la Constitución es conseguir el desarrollo del país por medio de la
descentralización, previa regionalización, o sea que es muy claro el mandato, hay que
regionalizar el país, hay que demarcar las regiones, hay que establecer los límites.
Inmediatamente después hay que legislar para descentralizar y conseguir el desarrollo
del país, un desarrollo armónico, todos saben, por eso no repito en qué consiste el
desarrollo, pero evidentemente ése es el espíritu de la Constitución.
Cuando sube el Presidente Belaúnde al poder, el año 80, cumple fielmente lo establecido
por la Constitución y se prepara para enviar el Plan Nacional de Regionalización al
Legislativo. Crea una Comisión, que se llamó la Comisión Nacional de Regionalización
cuya sigla era CONAR, formada por miembros natos (esta expresión en el Perú nos
conduce a una serie de gravísimos errores). Los miembros natos eran —digamos— 27,
los ministerios, es decir los sectores y aquellas dependencias que funcionaban como
ministerios aún cuando el jefe de ella no tuviera carácter de ministro. Puedo decirles
que pasados unos días, el presidente Belaúnde consideró invitar a otras personas y tuve
el honor de ser invitado a formar parte, a incorporarme a la CONAR. Me incorporé junto
con Emilio Castañón Pasquel y con el arquitecto Raúl Morey Menacho.
Trabajamos con el mayor interés, discutimos casi 2 años, cada quien presentó su punto
de vista sobre lo que debería ser la regionalización, interpretando el espíritu de la
Constitución. ¿Y qué ocurrió? Que al final el Director del Instituto Nacional de
Planificación llevó a la CONAR una computadora, se le preguntó a la computadora cuál
era la mejor respuesta y la computadora elaboró un proyecto. Este proyecto fue enviado
al Legislativo y los senadores, más sabios que la computadora, lo rechazaron. Entonces
quedaba, de acuerdo con el texto constitucional, la urgencia de volver a presentar el
proyecto y el proyecto se presentó dentro de los términos. ¿Pero qué ocurrió? Que este
Plan de Regionalización, y lo digo con mucho respeto al Congreso y al Ejecutivo,
realmente no es un Plan de Regionalización, y lo que después se ha enviado, que es la
Ley de Bases, creo más bien que es un Plan de Regionalización.
Me entristece mucho oír aquí lo que se ha informado, y es que entre hoy y mañana se
aprobara ya el proyecto y que este proyecto, de acuerdo con las palabras del ilustre
señor diputado, va a producir la democracia espontánea de la regionalización, de abajo
hacia arriba. Yo les digo sin temor, sin el más mínimo temor de equivocarme, que eso es
absolutamente imposible, que eso no se va a producir; piensen solamente en el Valle
del Mantaro, en las discrepancias entre Huancayo y Jauja, piensen en el valle de
Huánuco o de Pilco, las discrepancias entre Ambo y Huánuco, o entre Huánuco y Tingo
María, o una serie de antagonismos. Si nosotros vamos a entregar el destino de la
regionalización al afloramiento de los antagonismos y de los resentimientos de
campanario, nunca regionalizaremos el país.
Queremos regionalizar para que se produzca el desarrollo, para que tengamos un nivel
más alto de vida, una mayor dignidad humana, una mejor salud, una mejor educación,
para que reine la paz y la justicia y la libertad; para eso queremos regionalizar. Pero para
eso es indispensable determinar cuáles van a ser las regiones, para que dentro de ellas
se legisle lo conveniente al uso pleno de los recursos naturales que van a conducir a la
obtención de todo lo que hace falta para la satisfacción de nuestras necesidades, para
la producción de excedentes y para incorporar el país en el camino de los pueblos que
están en la marcha del desarrollo.
Con estas ideas previas quisiera remitirme al mapa del Perú. El país es realmente
alargado en la dirección de los meridianos y puede verse con facilidad cómo están las
200 millas de nuestro Mar Territorial, luego viene el estrecho corredor de la Costa,
inmediatamente después, las grandes cadenas andinas (que no son 3 en realidad,
porque hay que agregarle la cadena ultraoriental y la cadena de la Costa, son 5 cadenas),
y más allá la Selva, entonces hay 4 grandes elementos de los cuales nosotros no
podemos prescindir para entender la regionalización: el Mar, la Mamacocha, la Costa o
Chala; los Andes y las Selvas.
El mar ha sido más rico que la tierra porque en él, por una acción espontánea de los
fenómenos del mar, hay plankton, que cubre íntegramente, que llena íntegramente las
aguas; y a expensas de ese plankton vivía una especie maravillosa, la anchoveta,
pequeño pez al cual los antiguos peruanos le denominaron choque chaihua, que quiere
decir el pez de oro, porque convertía el alimento invisible del plankton en carne superior
y se convertía en el primer eslabón de la vida superior en el océano nuestro.
El Mar Pacífico peruano así tenía, lo dijo Erwin Schweigger hace más de 20 años, más o
menos entre 20 y 25 millones de toneladas de anchoveta y este inmenso forraje
alimentaba desde la gigantesca ballena hasta todas las otras 400 o 500 especies que hay
en nuestro mar, mejor dicho que había. Pero no se siguió el consejo de la ciencia. La
ciencia había dicho que solamente se puede aprovechar de esta biomasa el 30%, porque
si no, lo que quede entrará en regresión irreversible y así ha sido. Se sacaron inmensos
volúmenes, fuimos el primer país pesquero de la tierra, fuimos el primer productor de
aceite de pescado, y de repente, cero, se había acabado el stock.
Cuando dicen que la anchoveta ha sido sustituida por la sardina, es cierto en parte,
porque la sardina cuando es pequeña, cuando está en la etapa de alevino es también
plantívora, pero cuando crece ya es caníbal y entonces empieza a comer a sus
congéneres y no puede crecer ilimitadamente como creció la anchoveta. Pero se ha
usado sardina y se está usando seguramente, —no es un cargo, son los datos que da el
periódico-- para hacer harina de pescado. Yo vi hace apenas año y medio en el puerto
de Pimentel cómo los pescadores sacaban de sus bolicheras grandes bolsas de sardinas,
que pasaban de alguna manera, porque había portero que se los impedía. Y averigué yo
por qué lo impedían (porque estaba prohibido) y cómo se puede prohibir que el
pescador lleve un poco de pescado a su casa. Fui al mercado de Chiclayo y no había
sardina para el público, había pescados que costaban de 300 soles para arriba el kilo,
mientras a la sardina se le vendía en ese momento a 11 soles el kilo para el productor
de harina y a 13 soles al productor de conserva.
Si nosotros no controlamos, el mar se depredará. Podríamos decir, casi sin error, que el
mar está ya depredado. Nosotros tendríamos que acuñar una frase; nunca más se hará
harina de pescado ni aceite de pescado con anchoveta, porque éste es el animal que
tenemos que proteger. Cuando aparece en el Sur, entonces se dice que hay que sacarlo
antes que la saque Chile. Falso, éste no es un pez que tenga veloces desplazamientos,
éste es un pez que se ha conservado un poco en los mares fríos, de los mares que fueron
nuestros hace poco tiempo y entran de nuevo a nuestro territorio. ¿Pero qué se hace?
Se les pesca en Ilo y eso no se puede hacer.
Más arriba de la Chala o Costa están los Andes. En las tierras más bajas de los Andes,
que son las Yungas, prospera un hombre especial que ha aprendido a utilizar el valle de
piedras, el valle rocalloso, que ha sacado el agua del río profundo y lo ha echado sobre
las escarpas y ha logrado producir allí maravillosos frutos. Recuerden ustedes la palta,
la chirimoya, la guayaba, el pacae. De éste diré una cosa que generalmente no se
recuerda porque no se lee los cronistas de la Conquista: al pacae se le secaba al sol, se
le convertía en una melcocha y luego se le guardaba en las tierras frías.
Cuando pasa Pizarro por Jauja, por Xauxatambo, pide comida y le dicen que ya no hay,
pero que queda una melcocha, la prueba y es excelente y esta melcocha no era sino
pacae. Hoy no se usa para nada esta planta, casi no llega ni al mercado; no se usa
tampoco la guayaba, la guayaba fue cortada por un acuerdo tomado en un congreso así
como éste, por alguien que probó más que lo que debería de probar. Pero lo interesante
es que en esta región en medio de las rocas se producía la coca.
Cuando el General Mercado Jarrín ha dicho que las abras entre Chile y Argentina
producen el movimiento de la población, que nosotros no tenemos sino un solo abra
que es Porculla, yo quiero recordarles que no hacían falta en el antiguo Perú estas abras,
porque teníamos nosotros la coca que significa alimento excelso. El que la masca puede
subir a los 3,500 y a los 3,800 y pasar de un lado al otro de la cordillera, haciendo este
esfuerzo superior a la capacidad normal de las personas. Y al día siguiente no queda
habituado al uso de la coca, porque la masticación de la hoja no produce adicción de
ninguna clase. Por eso es que estos hombres pasaban a través de las Yungas y subían a
las Quechuas, a las tierras del maíz de caña dulce, esta tierra en donde se creó el huerto
quechua en el cual había 150 especies diferentes de vegetales alimenticios y el dueño
de la huerta, es decir el padre de familia, podía dar a sus hijos alimentos frescos durante
10 meses al año y solamente dos meses al año dependía del trueque o de los elementos
deshidratados que él conservaba.
Más arriba están las Yungas y está un hombre admirable que en el Perú se llama el
chucuy; era el forestador por excelencia, el que allí donde la lluvia tiene de 700
milímetros a 1,000 milímetros por año y en donde se generan los huaycos, para
impedirlo sembraba una planta llamada suni o sone o mallao y al caer la lluvia el agua
se guardaba en una especie de esponja viva que evitaba la escorrentía violenta y la
creación de aguas salvajes. No había huaycos en ese entonces, además, ese hombre
aprendió a seleccionar plantas de maravillosa capacidad nutritiva: la quinua, que es un
alimento prácticamente completo, que solamente le hace falta un poco de grano.
Cuando comen quinua y le agregan otro grano, digamos arroz o maíz, entonces tienen
un alimento que vale más que 100 dentro de una escala de 100 para lo mejor. Allí el
chucuy logró la domesticación de ese animalito extraordinario que es el cuy. No le
hemos pedido los peruanos a este animal el favor extraordinario que puede hacer al
país, porque todos podemos producir proteína animal en nuestra casa, no todos
podemos criar vacas ni cabras pero sí podemos criar cuyes, especialmente en las áreas
suburbanas y rurales.
Más arriba de esta región de la Suni está la Puna, en donde se cultivaban en inmensas
extensiones luqui, mauna, chiri y 20 especies más de papas amargas que se habían
convertido por medio de la insolación, de la congelación, en chuño. El chuño es el
alimento extraordinario, es el pan del pasado. Es el pan que le permitió a Andrés Avelino
Cáceres resistir a los chilenos e imponerles que firmaran el Tratado de Ancón (porque
en realidad ese tratado era inferior a lo que ellos pretendían originariamente). El pan de
chuño se llama otongo; los jaujinos lo comen todavía algunas veces en el pueblo de
Marco. El otongo es una masa de harina de chuño con pasta de maca que producía un
inmenso poder nutritivo y que además garantizaba la multiplicación de la especie
humana hasta más arriba de los 4,500. Esto se ha perdido, pero lo podemos recuperar.
Las gentes subían así por los Andes y pasaban a la otra vertiente y llegaban hacia los
1,000 metros. Allí encontraban que había otro hombre. Naturalmente habían
encontrado en relación inversa a la Puna, la Suni, la Quechua, la Yunga y llegaban a la
Selva hasta digamos Tingo María, y allí encontraron al chuncho. Esa palabra se utiliza
como peyorativa pero no es tal, esa es una palabra que más bien es un gran elogio,
porque quiere decir “el amigo de los hombres”, el que sacaba las pepitas de oro, el que
sacaba las semillas, los condimentos, los tintes, las fibras, los venenos, los arcos, las
flechas y las macanas. Este era el amigo de las otras culturas y es el que sacó las semillas
que después se han aclimatado en otras regiones de los Andes. Y allí terminan los Andes.
Cuando pasábamos de la Selva Alta y estábamos hacia los 400 metros y se ve únicamente
al otro lado la inmensidad de la Selva Baja, la Omagua, allí encontramos que por primera
vez se generó la agricultura incipiente. El hombre que ahí ha estado y está desde hace
más de 20 mil años, diría 30 mil años sin error, hacía una agricultura incipiente cada vez
que el rio se retiraba en la vaciante, dejando varias extensiones de playas barriales en
donde basta con echar la semilla y se vuelve a recoger la cosecha. Esta agricultura
incipiente, el hombre más tarde la habría de practicar en las tierras altas, cuando llega a
la Puna subiendo por los ríos en contra de la corriente. Allí está el omagua, al cual se le
llama charapa, que también se usa como palabra peyorativa y que constituye un grave
error creerlo, por cuanto eso no es otra cosa que “el padre de los hombres”. Conforme
a la teoría de Tello, el hombre ha venido por la Amazonía y por los Andes y ha subido
por los ríos hacia arriba, hasta llegar a las punas.
Estos son los siete grupos humanos para los ocho pisos ecológicos de los Andes y allí es
donde se encuentran todos los productos complementarios, allí es donde se encuentra
la posibilidad de integrar económicamente una región con la otra, de manera que no
hay ninguna separación. Claro que aparecen como islotes, pero están integrados. Los
caminos no se hacían por el fondo de los valles, como se hace ahora, para que el camino
sea arrasado por el huayco, el camino se hacía por la cresta como hizo el constructor del
ferrocarril, Meiggs, que la mayor parte del camino lo ha hecho siempre a media falda;
pero solo cuando por el consejo equivocado de alguien lo hizo por el fondo del valle, allí
el camino ha sido destruido por el huayco.
No hemos recuperado todavía esa ciencia, que nosotros tenemos que considerar para
poder considerar bien la regionalización. Cuando se quieren crear regiones que sean
ricas para la descentralización, para la administración del desarrollo, hay que darle a
cada región el mayor número de recursos posibles. Entonces creo que tenemos que
pensar qué es lo que debemos proponerle al Parlamento que está ahora a punto de
votar una ley: que vuelva la ley a comisión. Me parece, necesitaríamos que por un
tiempo más se
discuta y se considere. No es tan urgente que se dé ahora mismo esa ley, puede darse
en la próxima legislatura o quizás con el próximo gobierno para que no le dejemos a la
espontaneidad del odio, de la rencilla, a la espontaneidad del bando de campanario a la
pelea de familia, el producir una regionalización imposible.
Yo estoy estudiando desde hace dos años un camino que parte de Iquitos y que va hacia
el norte hasta llegar a Marsella, toma allí las carreteras de la Occidental Petroleum, que
son 620 kilómetros en uso actual (muchos de nosotros no sabemos que existen), y de
allí sigue hacia Borja. Y a Borja, poquito más allá, a Sarameriza llega la carretera que
parte de Olmos y va a través de Porculla a lo largo del Marañón hasta Borja. Luego al
norte la carretera va a ir de Marsella hasta Güeppi. Entonces tendremos por lo menos,
cuando este proyecto se realice, lo que ya el Ecuador posee y que el general nos ha
mostrado perfectamente. Es decir, nosotros estamos preestudiando, estamos en la
prefactibilidad, mientras los vecinos ya están en uso de los proyectos cumplidos.
Yo creo que la Selva Baja —esto lo digo porque considero que ustedes tienen eco, que
ustedes tienen tribuna para exponer el pensamiento— les puedo asegurar, que no habrá
solución a os problemas del Perú sin el desarrollo de la Selva Baja. No se trata de que en
los Andes trabaje una u otra persona y que en la Costa trabajen solamente los capitales
extranjeros, no, se trata de que la Selva Baja guarda 16 millones de hectáreas de tierras
que nunca se usan.
Pero en la cuenca de Chinchipe —yo he trabajado y vivido año y medio allá— el río de
Shumba es una esmeralda maravillosa de todos los tonos del verde porque esa gente
sabe sembrar arroz. Hay que ver que hay arroz recién sembrado, hay arroz que está en
proceso de maduración. ¿Cómo se le quita el agua a esa gente? No podemos desvestir
a un santo para vestir a otro, no podemos sacar el agua del Chinchipe para llevarla a
Olmos. En cambio, llevemos a los agricultores del Olmos más atrás de la montaña, en
donde tienen tierras a su disposición. Esto no lo digo yo solo aquí, ya lo he dicho en
Lambayeque, ya lo he dicho en la universidad.
La segunda será La Libertad, Ancash, San Martín, hasta la frontera con el Brasil,
incluyendo un poco al sur de Requena, una poderosa región plenamente rica. Luego en
el centro, el núcleo central de cohesión: Lima, Pasco, Huánuco, Junín y Ucayali, para ir
hasta la frontera con el Brasil, una poderosa región, quizás la más rica de todas, por
cuanto tienen ya dentro de su área 3 vías de penetración. Más al sur la región de Ica,
tomando un pedacito pequeño de Arequipa, Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Cusco
y la parte occidental del departamento de Madre de Dios; y al sur la quinta región,
Arequipa, Moquegua, Tacna, Puno y la parte oriental de Madre de Dios.
Todas las regiones son ricas, lo único que falta es que el hombre sea rico en acción. Si el
hombre trabaja conforme a la disposición del artículo 121 de la Constitución, todo lo
que se obtenga como recurso será en beneficio de la zona. Por eso es que a los
departamentos los he nombrado así, para no hacernos problemas de delimitaciones. La
gran región tendrá subregiones que serán los departamentos y las provincias y distritos
serán las microrregiones; y cada microrregión podrá perfectamente desarrollarse de
acuerdo con la actividad que el hombre desarrolla. Hay que planificar todo eso.
Veamos cualquiera de las regiones, por ejemplo, la del Sur. Si se une solamente Tacna y
Moquegua, qué se va a unir: la sed con la mayor sed. Si dejamos únicamente a Puno
como región, qué va a ocurrir: pus cuando venga una sequía se va a quedar
definitivamente sin alimentos; y si dejamos solo a Madre de Dios, bueno, está muy lejos,
no está completamente unido para que por sí mismo pueda sobrevivir, o vendrá lo que
ha anunciado el Gral. Mercado Jarrín, que ya en Iñapari está Brasil. Y hemos hecho
nosotros un arreglo —muy bondadoso de nuestra parte— en un río cerca de Puerto
Maldonado, creo que en el propio río Amarumayu, están haciendo un puente al cual
creo que ha contribuido Brasil en algo, y le hemos puesto Brasil a este puente. Nosotros
estamos haciendo que ya avance el nombre de Brasil dentro de nuestro territorio.
No vamos a descentralizar para volver a crear centralismo. Ahora la sede de la región va
a ser totalmente distinta a lo que ha sido y a como ha funcionado la capital. La capital
ha sido absorbente, ha sido el pulpo estrangulador, la sede no. Incluso puede haber
sedes rotativas en todas las capitales de los departamentos integrantes de la región,
porque basta que haya un aula para que funcione una asamblea de la región.
Pero miren la riqueza, un mar riquísimo en peces, una tierra óptima para producir
frutales de calidad magnifica, insustituible, y entre ellas la famosa aceituna de Ilo. Los
que han estado desterrados sabrán como yo —he estado desterrado 10 años—- el deseo
que se tiene de poder comer una aceituna de llo con pan y no poder (en el destierro no
hay aceituna comparable) ¿Pero por qué no producen más en llo? Porque el agua está
en el Lago Titicaca, y yo, sin ofensa a la diplomacia nacional, quiero decirles a los señores
diplomáticos que no se han manejado bien nuestras relaciones en relación con la
posesión del Lago Titicaca. Hay muchas declaraciones nuestras por las cuales se dice que
el Lago es internacional y se reconoce el 50% o lo que toque a Bolivia, pero no hay una
sola declaración boliviana que nos reconozca a nosotros el porcentaje correlativo. Y algo
más, no podemos usar el agua del lago. ¿Saben para qué la usa Bolivia? Para que vaya
al Lago Aullaga o Lago Poopó. Entra en aquella cuenca salada del Aullaga y allí se evapora
el agua, para eso la usan. Nosotros con solamente bajar unos pocos centímetros al lago,
produciríamos un inmenso potencial hidroeléctrico y la irrigación de 200 mil hectáreas
en Arequipa, Moquegua y Tacna con grandes volúmenes de cosecha —no para regar por
inmersión o por inundación, sino para regar con los métodos más modernos que Israel
ha descubierto y nosotros estamos practicando—. Hay que usar el Lago para el
desarrollo de esa región.
Y en Puno, hay que regar también los campos y hay que volver a sembrar semillas de
pastos que ya las alpacas han agotado porque se comen las plantas más pequeñas
palatables, cuando recién nacen, antes de que den semilla. Hay que volver a sembrar.
Nadie siembra pastos de la puna, salvo por experimentación algunas misiones
extranjeras. La alpaca tiene una lana, como dicen ahora, una fibra, sin par en el mundo
y una carne que también diría sin par en el Perú, porque es una mezcla muy agradable
de carnero con chancho. Y podríamos tener carne, pieles, fibra o lana que Puno
naturalmente tiene desde la antigüedad, como nos lo revela García Diez de San Miguel,
que allí estaban los 1000 indios más ricos del Perú, porque ellos tenían su dominio
vertical de las ecologías en todos los pisos ecológicos que llegan al mar.
Pero ha ocurrido algo que es realmente deplorable. He ido al mercado de Tingo María,
por donde pasa una autopista como la Panamericana, y en el mercado ya no hay ningún
plátano, ni pituca, ni yuca producidas en el lugar; hay papas, ollucos, ocas, mangos, etc.
que llegan de las tierras altas de Huánuco. Y es que las gentes del lugar ya no cultivan
comida sino que cultivan otra cosa, que como he dicho antes no es mala. Lo que es malo
es lo que se saca como alcaloide criminal. De manera que el hecho de la transversalidad
se cumple allí perfectamente.
Allí donde se abra una carretera transversal allí se instalará la gente permanentemente
a lo largo, especialmente si hay —como ha querido el senador Murrugarra— una política
descentralista. Naturalmente lo que ha dicho el senador es cierto. Pero es un hecho
sabido: para que se regionaliza, para descentralizar. No se regionaliza para tener un
mapita diferente con colores distintos, no, se regionaliza para descentralizar, para saber
en qué ámbito vamos a administrar el desarrollo. Ese es el propósito, si no estaríamos
pensando ciertamente en cosas de chicos.
La Constitución dice que se integrará áreas contiguas, integradas histórica, económica y
culturalmente. Yo les digo a Uds., en el Perú que departamento no está integrado
culturalmente uno con otro; todos están completamente integrados. Alguien ha dicho
que aquí no nos presentaron anoche una marinera del Norte, pero nos presentaron la
zamacueca que es lo que da origen a la marinera; de tal manera que aquí hay una
integración, todos estamos integrados culturalmente, a todos nos gustan las mismas
comidas, las mismas bebidas. Tenemos dejos diferentes, según nuestro lugar de origen
(algunos me han dicho que yo ya estoy hablando como loretano, es posible, pero
también hablo como huanuqueño), pero todos estamos integrados, y si las carreteras
nos van a dar complementariedad económica, entonces naturalmente vamos a tener
integración económica, cultural.
Históricamente todos somos una misma cosa, todos pensamos en San Martín, en
Bolívar, en Túpac Amaru, también pensamos en Manco Cápac y más recientemente en
otras personas, estamos integrados histórica, económica y culturalmente. De manera
que déjense de pensar que va a haber un gran problema, que las regiones
no se entienden. Pero si dejamos solo a Ucayali, qué le va a pasar: si se le entrega la
provincia de Ucayali, tendrá que pensar en los plátanos de Masisea iguales a los de
Tiruntán, no hay integración, es absolutamente imposible.
En cuanto a eso de explotación del bosque, generalmente se lee todos los días que no
hay que usar el bosque, que hay que impedir la tala. No señores, hay que cortar la
madera, hay 40 millones de hectáreas de madera, usémosla. Los economistas saben
muy bien cuánto rinde una hectárea de madera en pies cúbicos por hectárea y cuánto
vale cada pie cúbico en dólares. Hay miles de millones de dólares que hay que usar, pero
hay que ir sembrando.