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Análisis del mercado laboral femenino en

México: evolución y factores


socioeconómicos determinantes del empleo.

Alicia Sarai López Cortés


Andrea López Bernal
Universidad Veracruzana
Facultad de economía

Resumen

Este trabajo analiza la evolución del mercado laboral femenino en México, así como las
características socioeconómicas que determinan la probabilidad que las mujeres mexicanas
encuentren empleo. Para ello se ha explotado la Encuesta de Población Activa del Instituto
Nacional de Geografía y Estadística. A través de modelos logit se pronostica el número de
mujeres ocupadas y en paro así como las variables (educación, empleo, estado civil, hijos);
a través de modelos de regresión lineal se analiza la probabilidad de encontrar empleo. En
general, los resultados muestran una cierta recuperación del mercado de trabajo femenino en
2017. Las mujeres con mayor probabilidad de tener empleo son aquellas más jóvenes, con
mayor nivel educativo y sin hijos, especialmente en trabajos de media jornada y del sector
terciario.
Introducción

La participación visible de la mujer en el mercado de trabajo mexicano es un hecho que se


remonta al último tercio del siglo XX, donde medidas elaboradas por los sucesivos gobiernos
han tendido a facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar, además de un cambio en
la mentalidad del colectivo masculino en el sentido de que las labores del hogar no
constituyen una tarea que han de realizar sólo las mujeres. Ellas no son las únicas que deben
equilibrar las demandas de trabajo remunerado y el trabajo doméstico (Ferreira, 2004), sino
todos los miembros de la unidad familiar que trabajen fuera del hogar, independientemente
del género.

La mayor participación de la mujer en los diferentes ámbitos laborales ha sido un hecho


social de particular importancia. El aumento de la población activa femenina y su incursión
en el mercado de trabajo han tenido gran repercusión, provocando evidentes avances de la
mujer a nivel social y cultural. Entre ellos destaca la modificación de su rol dentro de la
estructura familiar (no es sólo la cuidadora y aseguradora de la armonía familiar, ya es
suministradora de rentas) aportando una parte importante de los ingresos de la unidad familiar
por un trabajo remunerado fuera del hogar, como consecuencia de una distribución más
equitativa de las tareas del hogar entre hombre y mujer que le ha permitido disponer de
tiempo para realizar un trabajo externo. Ya no es el varón el encargado de mantener a la
familia y la mujer de cuidarla, cada vez más se considera a ambos, hombre y mujer, la cabeza
del hogar, asumiendo la mujer la tarea de aprovisionar ingresos al igual que el hombre y éste
realizando labores en el hogar que hasta hace unas décadas serían impensables por estar
asociadas al sexo femenino. Este avance en la sociedad ha ido acompañado también de un
rechazo hacia todo lo referente a tareas que puedan identificarse como específicas de un solo
sexo. Frases que en los años sesenta del siglo XX eran muy comunes en los hogares
mexicanos como “el cocinar o planchar es cosa de mujeres” ahora son rechazadas por la
sociedad y consideradas como “machistas”; también es más habitual ver anuncios de
televisión de productos del hogar anunciados por varones, es decir, la publicidad ha cambiado
y se dirige a los dos colectivos. Se trata de una evolución hacia la igualdad donde frases como
la anterior o “esto es cosa de hombres” se consideran discriminatorias y mal vistas en la
sociedad mexicana actual.
Este avance ha permitido que la incorporación de la mujer al mercado de trabajo sea uno de
los fenómenos de mayor calado de la historia reciente, siendo un hecho imparable.

La falta de empleo ha sido, por muchos años, el problema social más grave de México. La
carencia de empleo es una de las expresiones más agudas de la pobreza. Este fenómeno de
escasez de empleo, aunado a las diferencias salariales de México con Estados Unidos explica,
en gran medida, el fenómeno migratorio de mano de obra mexicana a ese país. La oleada
migratoria, aunque no puede considerarse un fenómeno nuevo, ha adquirido mayores
proporciones y algunas características diferentes a las de las anteriores (véase CONAPO,
2005).

La Población Económicamente Activa (PEA) en México representa cerca de 60% de la


población de 14 años y más, y si bien ha disminuido su tasa de crecimiento medio anual de
3.5 a 1.9% del periodo 1982-1993 al 1994-2010, ésta sigue siendo alta en comparación con
el ritmo de crecimiento del empleo remunerado. En 2004, la PEA ascendía a 42 millones. El
número de empleos requeridos para cubrir las necesidades del incremento anual de la oferta
laboral era de poco más de un millón cien mil (Censos Nacionales de Población y
Vivienda, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México).

La economía mexicana no ha sido capaz de generar el número total de empleos formales


requeridos en ninguno de los últimos quince años, para no hablar de la llamada "década
perdida", de los años ochenta. Por ello, podemos inferir que, sin lugar a dudas, hay un déficit
acumulado de empleo, difícil, sin embargo, de precisar.

En la década actual la economía mexicana ha estado lejos de generar entre uno y 1.2 millones
de empleos, que exige el aumento anual de la PEA. Ni siquiera el creciente flujo migratorio
de mexicanos a Estados Unidos ha evitado que la tasa de desocupación bruta aumentara entre
2000 y 2010. Y aunque entre 2004 e inicios de 2008 el empleo creció de manera importante
como resultado del incremento del Producto Interno Bruto (PIB) real, sigue siendo
insuficiente para cubrir rezagos, los cuáles se acentuaron con la reciente crisis económica. Al
mismo tiempo, se presenta una nueva característica: el empleo formal se parece cada vez más
al informal. La evidencia señala que no solamente ha crecido el desempleo, sino que ha
crecido la población ocupada sin prestaciones sociales, así como los empleos informales.
En efecto, en la primera década del siglo XXI, además del incremento de los niveles de
desempleo, creció significativamente la informalidad en la economía y los ocupados sin
protección social. Se observa, asimismo, un amplio vacío para generar puestos de trabajo en
sectores industriales. En suma, según cifras oficiales actualmente hay cerca de 1.5 millones
de desocupados más que en 2000. Además, en este mismo periodo la tasa de presión general
(porcentaje que representa la población desocupada más la ocupada que busca trabajo,
respecto a la población económicamente activa) creció en al menos 2 veces en 22 de las 32
entidades de la República

Análisis econométrico del mercado laboral femenino en México

Población Económicamente Ocupada por Sexo 2005-


2018
40000000
35000000
30000000
25000000
20000000
15000000
10000000
5000000
0
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
Hombres Mujeres

Con los datos recogidos por la Encuesta de Población Activa (PEA) se procedió a analizar
gráficamente la evolución de la Tasa de Paro (TPF) y la Tasa de Actividad Femenina (TAF)
desde el primer trimestre de 2005 hasta el primer trimestre de 2018.

Los datos recabados mostraron que, a pesar del transcurso de los años, los hombres son los
que ocupan el mayor porcentaje de ocupación y aunque el porcentaje de las mujeres ha ido
en aumento, aún están por debajo de los hombres
Población Económicamente Desocupada por
Sexo 2005-2018
1800000
1600000
1400000
1200000
1000000
800000
600000
400000
200000
0
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018

Hombres Mujeres

La mujer mexicana a principios de siglo XXI ve en la carrera profesional un nuevo logro que
satisface la parcela laboral que es compatible con la familiar. No obstante, este crecimiento
de la Tasa de Actividad en la última década (por encima de 40 por ciento) no se ha visto
compensado con la disminución de la Tasa de Paro, la cual tuvo su mínimo histórico en 11.04
por ciento (tercer trimestre de 2012), situándose en 26.57 por ciento para el primer trimestre
de 2014, como consecuencia de la crisis económica en la cual se encuentra inmersa México
desde el año 2008.
Educación

Mujeres y hombres inscritos a inicio de cursos en el sistema educativo nacional y su distribución según el nivel educativo
Ciclos escolares 2013/2014, 2014/2015 y 2015/2016

2013/2014 2014/2015 2015/2016


Nivel educativo
Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres
Total (miles) 17764 17981 17938 18123 18155 18238
Educación básica (%) 71.8 73.3 71.3 72.8 70.2 72.1
Preescolar (%) 13.3 13.5 13.2 13.4 13.1 13.3
Primaria (%) 40.2 41.4 39.2 40.4 38.5 39.8
Secundaria (%) 18.3 18.5 18.8 19 18.6 18.9
Educacion media superior (%) 13.2 13 13.4 13.3 13.8 13.6
Profesional técnico (%) 12.9 12.8 13.2 13.1 13.6 13.6
Bachillerato (%) 0.3 0.2 0.2 0.2 0.2 0.2
Educación superior (%) 9.5 9.6 9.7 9.8 9.9 10.1
Técnico superior 0.3 0.5 0.4 0.5 0.4 0.6
Normal licenciatura (%) 0.5 0.2 0.5 0.5 0.4 0.2
Licenciatura universitaria y tecnológica (%) 8 8.3 8.1 8.5 8.4 8.8
Posgrado (%) 0.7 0.6 0.7 0.6 0.7 0.6
Otro 5.5 4.1 5.7 4.1 6.1 4.1
Capacitación para el tabajo 5.5 4.1 5.7 4.1 6.1 4.1
Fuente: elaboración propia utilizando bases de datos del INEGI.
Entre los ciclos escolares 2013/2014 y 2015/2016, la diferencia entre el número de hombres
inscritos respecto al de mujeres disminuye de 217 mil a 83 mil, lo cual significa un mayor
incremento de mujeres matriculadas en el SEN que de hombres. La distribución porcentual
por sexo y nivel educativo permite observar que el grueso de la población matriculada en el
ciclo escolar 2015/2016 se encuentra en primaria (39.8% en los hombres y 38.5% en las
mujeres) y en secundaria (18.9% en los hombres y 18.6% en las mujeres). Para este mismo
ciclo escolar, la diferencia por sexo más amplia se observa en la educación básica (1.9 puntos
porcentuales) particularmente en la educación primaria (1.3 puntos porcentuales). En la
educación media superior las alumnas superan a los alumnos en 0.2 puntos porcentuales,
cifra similar a la que se muestra en la educación superior, en donde el porcentaje de población
masculina inscrita es más alto que el de la femenina en esa misma condición; sin embargo,
en normal licenciatura y en posgrado el porcentaje de mujeres es mayor que el de los hombres
en 0.2 y 0.1 puntos porcentuales, respectivamente.
Estado civil

Distribución de mujeres y de hombres contrayentes de


matrimonio por grupos de edad, nivel de escolaridad,
condición de actividad económica y posición en el trabajo
2015
Porcentaje
Concepto Mujeres Hombres
Total de contrayentes 100 100
Edad
Menores de 19 años 14.5 5.7
De 20 a 29 años 54.4 52.9
De 30 a 44 años 23.7 30.5
De 45 y más años 7.2 10.7

Escolaridad
Sin escolaridad 1.3 1.2
Educación básica 39.2 40.8
Educación media y superior 49 47.9

Condición de actividad económica


Trabaja 45.2 94.8
No trabaja 51.3 3.4

Posición en el trabajo
Obrero 5.2 10.8
Empleado 71.8 58.1
Jornalero o peón 0.3 10.8
Trabajador por cuenta propia 7.3 7.3
Patrón o empresario 1.9 2
Trabajador no remunerado 2.2 0.3
Fuente: elabración propia utilizando bases de datos de INEGI

Al momento del matrimonio, uno de cada dos hombres y una de cada dos mujeres tenían
entre 20 y 29 años, según los datos registrados para 2015 por las estadísticas de nupcialidad
del INEGI. En los grupos de mayor edad, se observa que más hombres que mujeres se casan
después de los 30 años. Por el contrario, son casi tres veces más las adolescentes que los
adolescentes que se casan antes de los 19 años. En cuatro de cada diez matrimonios los
contrayentes tienen algún grado de educación básica (primaria, secundaria o equivalente) y
cinco de cada diez algún grado de educación media superior o superior, sin observarse
diferencias sustantivas entre ambos contrayentes. Respecto a la condición de actividad
económica de los contrayentes, 9 de cada diez hombres trabajan, mientras que entre las
mujeres una de cada dos no trabaja. De acuerdo con la posición en el trabajo que declaran
los contrayentes, siete de cada diez mujeres que trabajan son empleadas, mientras que entre
los hombres de cada diez que trabajan, seis son empleados y dos obreros, jornaleros o peones.
Para ambos contrayentes, uno de cada diez es trabajador por cuenta propia. Cabe destacar
que entre las mujeres hay un mayor porcentaje que trabajan sin remuneración (2.2%), que
entre los hombres (0.3 por ciento).

ingreso
Evolución de la mediana del ingreso
mensual de hombres y mujeres. Serie
anual de 2005 a 2017
AÑO HOMBRES MUJERES
2005 3912 2934
2006 3859 3082
2007 4104 3182
2008 3988 3032
2009 3816 2871
2010 3748 2762
2011 3820 2865
2012 3678 2758
2013 3521 2641
2014 3399 2719
2015 3532 2642
2016 3744 2737
2017 3668 2751
fuente: Elaboración propia con datos del
inegi

Otro de los tópicos centrales del análisis sobre las desigualdades en la inserción de los
hombres y las mujeres en el mercado laboral, son los ingresos que reciben por su
participación en las actividades económicas y particularmente en lo que se refiere a las
diferencias salariales desde un enfoque de discriminación laboral. Así, al analizar la cantidad
monetaria que reciben hombres y mujeres por su participación en la actividad económica, a
partir de la mediana del ingreso mensual real de trabajo, ésta muestra que
independientemente de la edad, la escolaridad y la situación conyugal de las mujeres y los
hombres, la remuneración que perciben las mujeres por su trabajo es inferior al que reciben
los hombres. Al analizar el salario real de los hombres y mujeres de 15 y más años ocupados
durante el periodo que va de 2005 a 2017, se observa que la brecha que separa la mediana de
los ingresos mensuales reales de los hombres respecto a la de las mujeres se ha mantenido
con escasas variaciones; en 2014 la brecha se redujo a 680 pesos, para volver a aumentar en
2015 y llegar, en 2016, a 1 007 pesos. Para 2017 la diferencia se redujo a 917 pesos.
Modelo logit

Con las variables seleccionadas y explicadas anteriormente se procedió a desarrollar un


modelo logit para explicar la probabilidad de una mujer mexicana de estar trabajando,
teniendo en cuenta sus características personales. Para variables cualitativas (nivel de
estudios, estado civil, la cantidad de hijos) se utilizaron variables dummy (asignándole el
valor 1 a la categoría que se está analizando y 0 al resto). Las demás variables al ser numéricas
se trataron como tales.

Con cada nivel más de educación que tenga la mujer, existirá mayor probabilidad de tener
un cargo en la empresa (manteniendo las otras variables constantes), vemos que la variable
ingreso del hombre es significativa es decir que influye en nuestra variable observada, refleja
que el hombre tiene un mayor salario y mejores oportunidades que la mujer, la variables que
se refiere a los nacimientos no es significativa al grado que la educación o el salario de los
hombres, pero no se puede dejar a un lado que mientras mayor cantidad de hijos menor, será
la probabilidad de encontrar trabajo.

Conclusiones

Del análisis de las medidas legislativas de política de empleo y de los anteriores modelos es
posible deducir:

1. Que la tasa de actividad femenina tiene una evolución creciente, favorecida por las
medidas de discriminación positiva.

2. Existe una fuerte segregación por sexo en determinadas profesiones. Las mujeres siguen
ocupando categorías profesionales con escasa calificación, baja remuneración y poco
prestigio social.

3. La mayoría de los empleos de carácter temporal creados en los últimos años son ocupados
por el colectivo femenino, cuya situación laboral es más precaria que la del colectivo
masculino.

4. La cantidad y calidad en la incorporación de la mujer al trabajo remunerado está


mediatizada por la calificación y formación profesional. A medida que aumenta el nivel de
estudios se incrementan la actividad y la ocupación, disminuyendo por tanto el paro
femenino, pero a veces esta disminución se debe al subempleo. La mujer mexicana ocupa un
puesto de trabajo por debajo de su categoría profesional no acorde con su nivel de estudios o
preparación académica.

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