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Resumen
Este trabajo analiza la evolución del mercado laboral femenino en México, así como las
características socioeconómicas que determinan la probabilidad que las mujeres mexicanas
encuentren empleo. Para ello se ha explotado la Encuesta de Población Activa del Instituto
Nacional de Geografía y Estadística. A través de modelos logit se pronostica el número de
mujeres ocupadas y en paro así como las variables (educación, empleo, estado civil, hijos);
a través de modelos de regresión lineal se analiza la probabilidad de encontrar empleo. En
general, los resultados muestran una cierta recuperación del mercado de trabajo femenino en
2017. Las mujeres con mayor probabilidad de tener empleo son aquellas más jóvenes, con
mayor nivel educativo y sin hijos, especialmente en trabajos de media jornada y del sector
terciario.
Introducción
La falta de empleo ha sido, por muchos años, el problema social más grave de México. La
carencia de empleo es una de las expresiones más agudas de la pobreza. Este fenómeno de
escasez de empleo, aunado a las diferencias salariales de México con Estados Unidos explica,
en gran medida, el fenómeno migratorio de mano de obra mexicana a ese país. La oleada
migratoria, aunque no puede considerarse un fenómeno nuevo, ha adquirido mayores
proporciones y algunas características diferentes a las de las anteriores (véase CONAPO,
2005).
En la década actual la economía mexicana ha estado lejos de generar entre uno y 1.2 millones
de empleos, que exige el aumento anual de la PEA. Ni siquiera el creciente flujo migratorio
de mexicanos a Estados Unidos ha evitado que la tasa de desocupación bruta aumentara entre
2000 y 2010. Y aunque entre 2004 e inicios de 2008 el empleo creció de manera importante
como resultado del incremento del Producto Interno Bruto (PIB) real, sigue siendo
insuficiente para cubrir rezagos, los cuáles se acentuaron con la reciente crisis económica. Al
mismo tiempo, se presenta una nueva característica: el empleo formal se parece cada vez más
al informal. La evidencia señala que no solamente ha crecido el desempleo, sino que ha
crecido la población ocupada sin prestaciones sociales, así como los empleos informales.
En efecto, en la primera década del siglo XXI, además del incremento de los niveles de
desempleo, creció significativamente la informalidad en la economía y los ocupados sin
protección social. Se observa, asimismo, un amplio vacío para generar puestos de trabajo en
sectores industriales. En suma, según cifras oficiales actualmente hay cerca de 1.5 millones
de desocupados más que en 2000. Además, en este mismo periodo la tasa de presión general
(porcentaje que representa la población desocupada más la ocupada que busca trabajo,
respecto a la población económicamente activa) creció en al menos 2 veces en 22 de las 32
entidades de la República
Con los datos recogidos por la Encuesta de Población Activa (PEA) se procedió a analizar
gráficamente la evolución de la Tasa de Paro (TPF) y la Tasa de Actividad Femenina (TAF)
desde el primer trimestre de 2005 hasta el primer trimestre de 2018.
Los datos recabados mostraron que, a pesar del transcurso de los años, los hombres son los
que ocupan el mayor porcentaje de ocupación y aunque el porcentaje de las mujeres ha ido
en aumento, aún están por debajo de los hombres
Población Económicamente Desocupada por
Sexo 2005-2018
1800000
1600000
1400000
1200000
1000000
800000
600000
400000
200000
0
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
Hombres Mujeres
La mujer mexicana a principios de siglo XXI ve en la carrera profesional un nuevo logro que
satisface la parcela laboral que es compatible con la familiar. No obstante, este crecimiento
de la Tasa de Actividad en la última década (por encima de 40 por ciento) no se ha visto
compensado con la disminución de la Tasa de Paro, la cual tuvo su mínimo histórico en 11.04
por ciento (tercer trimestre de 2012), situándose en 26.57 por ciento para el primer trimestre
de 2014, como consecuencia de la crisis económica en la cual se encuentra inmersa México
desde el año 2008.
Educación
Mujeres y hombres inscritos a inicio de cursos en el sistema educativo nacional y su distribución según el nivel educativo
Ciclos escolares 2013/2014, 2014/2015 y 2015/2016
Escolaridad
Sin escolaridad 1.3 1.2
Educación básica 39.2 40.8
Educación media y superior 49 47.9
Posición en el trabajo
Obrero 5.2 10.8
Empleado 71.8 58.1
Jornalero o peón 0.3 10.8
Trabajador por cuenta propia 7.3 7.3
Patrón o empresario 1.9 2
Trabajador no remunerado 2.2 0.3
Fuente: elabración propia utilizando bases de datos de INEGI
Al momento del matrimonio, uno de cada dos hombres y una de cada dos mujeres tenían
entre 20 y 29 años, según los datos registrados para 2015 por las estadísticas de nupcialidad
del INEGI. En los grupos de mayor edad, se observa que más hombres que mujeres se casan
después de los 30 años. Por el contrario, son casi tres veces más las adolescentes que los
adolescentes que se casan antes de los 19 años. En cuatro de cada diez matrimonios los
contrayentes tienen algún grado de educación básica (primaria, secundaria o equivalente) y
cinco de cada diez algún grado de educación media superior o superior, sin observarse
diferencias sustantivas entre ambos contrayentes. Respecto a la condición de actividad
económica de los contrayentes, 9 de cada diez hombres trabajan, mientras que entre las
mujeres una de cada dos no trabaja. De acuerdo con la posición en el trabajo que declaran
los contrayentes, siete de cada diez mujeres que trabajan son empleadas, mientras que entre
los hombres de cada diez que trabajan, seis son empleados y dos obreros, jornaleros o peones.
Para ambos contrayentes, uno de cada diez es trabajador por cuenta propia. Cabe destacar
que entre las mujeres hay un mayor porcentaje que trabajan sin remuneración (2.2%), que
entre los hombres (0.3 por ciento).
ingreso
Evolución de la mediana del ingreso
mensual de hombres y mujeres. Serie
anual de 2005 a 2017
AÑO HOMBRES MUJERES
2005 3912 2934
2006 3859 3082
2007 4104 3182
2008 3988 3032
2009 3816 2871
2010 3748 2762
2011 3820 2865
2012 3678 2758
2013 3521 2641
2014 3399 2719
2015 3532 2642
2016 3744 2737
2017 3668 2751
fuente: Elaboración propia con datos del
inegi
Otro de los tópicos centrales del análisis sobre las desigualdades en la inserción de los
hombres y las mujeres en el mercado laboral, son los ingresos que reciben por su
participación en las actividades económicas y particularmente en lo que se refiere a las
diferencias salariales desde un enfoque de discriminación laboral. Así, al analizar la cantidad
monetaria que reciben hombres y mujeres por su participación en la actividad económica, a
partir de la mediana del ingreso mensual real de trabajo, ésta muestra que
independientemente de la edad, la escolaridad y la situación conyugal de las mujeres y los
hombres, la remuneración que perciben las mujeres por su trabajo es inferior al que reciben
los hombres. Al analizar el salario real de los hombres y mujeres de 15 y más años ocupados
durante el periodo que va de 2005 a 2017, se observa que la brecha que separa la mediana de
los ingresos mensuales reales de los hombres respecto a la de las mujeres se ha mantenido
con escasas variaciones; en 2014 la brecha se redujo a 680 pesos, para volver a aumentar en
2015 y llegar, en 2016, a 1 007 pesos. Para 2017 la diferencia se redujo a 917 pesos.
Modelo logit
Con cada nivel más de educación que tenga la mujer, existirá mayor probabilidad de tener
un cargo en la empresa (manteniendo las otras variables constantes), vemos que la variable
ingreso del hombre es significativa es decir que influye en nuestra variable observada, refleja
que el hombre tiene un mayor salario y mejores oportunidades que la mujer, la variables que
se refiere a los nacimientos no es significativa al grado que la educación o el salario de los
hombres, pero no se puede dejar a un lado que mientras mayor cantidad de hijos menor, será
la probabilidad de encontrar trabajo.
Conclusiones
Del análisis de las medidas legislativas de política de empleo y de los anteriores modelos es
posible deducir:
1. Que la tasa de actividad femenina tiene una evolución creciente, favorecida por las
medidas de discriminación positiva.
2. Existe una fuerte segregación por sexo en determinadas profesiones. Las mujeres siguen
ocupando categorías profesionales con escasa calificación, baja remuneración y poco
prestigio social.
3. La mayoría de los empleos de carácter temporal creados en los últimos años son ocupados
por el colectivo femenino, cuya situación laboral es más precaria que la del colectivo
masculino.