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Expediente: --9166-2012

Tribunal: Superior Tribunal de Justicia


Competencia: Recursiva
Fecha: 19/03/2014
Libro de Acuerdos: 57
N° de Registro: 56
Ver Dictamen
Voces Jurídicas
EXCEPCION DE FALSEDAD DE TITULO; FALSEDAD IDEOLOGICA; PERICIA CALIGRAFICA;

TEMAS: JUICIO EJECUTIVO. EXCEPCIÓN DE FALSEDAD DE


TÍTULO. FIRMA EN BLANCO. FALSEDAD IDEOLÓGICA.
PERICIA CALIGRÁFICA. VALOR PROBATORIO.

(Libro de Acuerdos Nº 57, Fº 200/204, Nº 56). En la ciudad


de San Salvador de Jujuy, Provincia de Jujuy, a los 19 días
del mes de marzo del año dos mil catorce, los Señores Jueces
del Superior Tribunal de Justicia, doctores Sergio Ricardo
González, Clara D. L. de Falcone, José Manuel del Campo,
María Silvia Bernal, Sergio Marcelo Jenefes, bajo la
presidencia del primero de los nombrados, vieron el
expediente Nº 9166/12, caratulado: “Recurso de
inconstitucionalidad interpuesto en el expte. Nº 12580/12
(Sala I - Cámara de Apelaciones Civil y Comercial) Ejecutivo -
Embargo Preventivo: Gutiérrez, Raúl Ángel c/ Carrizo,
Graciela del Rosario”.

El Dr. González dijo:

En los autos principales promovió RÁG. con el patrocinio


letrado del Dr. F.Z ejecución en contra de G.RC, procurando
el cobro de la suma de veinticuatro mil ochocientos pesos ($
24.800), proveniente de un pagaré sin protesto suscripto por
la ejecutada en fecha 15/02/2008. Librado el mandamiento
de pago y citación de remate respectiva, el Juzgado de
Primera Instancia con la sentencia de fs. 132/134, desestimó
la excepción de falsedad articulada por la deudora, mandó
llevar adelante la ejecución en contra de la misma por la
suma requerida ($ 24.800) con más intereses legales; impuso
las costas a la vencida y difirió la regulación de los honorarios
de los letrados actuantes.

En contra de dicho resolutorio, articuló la ejecutada recurso


de apelación, por medio de su apoderado Dr. JT.
Substanciado el mismo, los autos fueron elevados al tribunal
de alzada.
La Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial,
rechazó el remedio tentado, en cuyo mérito desestimó los
agravios formulados por el letrado. Impuso las costas al
apelante vencido y difirió la regulación de honorarios.

Para fallar así, entendió contradictorio el planteo efectuado


por la deudora. En lo que aquí interesa reseñar, la ejecutada
se agravia de la aserción efectuada por el juez de grado quien
presume se libró un documento en blanco, lo que niega en
forma rotunda, esgrimiendo que se adulteró el título traído a
ejecución en tanto se consignó en el mismo la suma que es
objeto de ejecución. El tribunal sentenciante entendió que si
se ha introducido en el instrumento la suma objeto de
reclamo, fue porque ese espacio estaba en blanco o si no se
encontraba en blanco, es porque fue llenado con anterioridad
al estampado de la firma y con conocimiento de la
suscriptora. Concluyó, que en cualquiera de los dos casos
referidos, caen los argumentos del apelante para dejar sin
efecto la ejecución admitida por el a-quo, no considerando
necesarias más consideraciones al respecto.

En contra de ese resolutorio, articula recurso de


inconstitucionalidad el Dr. T, en representación de GRC por
sentencia arbitraria. Luego de relatar los antecedentes de la
causa, expresa los agravios que el fallo le ocasiona a la parte
que representa.

Refiere en primer lugar, que conforme surge de las


conclusiones de la pericia caligráfica producida en autos, el
instrumento traído a ejecución es indudablemente falso, en
tanto el perito concluye que el llenado del monto del mismo
no fue realizado por el puño y letra de su mandante. Dice que
el a-quo pretende fundar el fallo presuponiendo que el
documento fue dado en blanco, lo que fue negado por su
parte, al tiempo de interponer la excepción de falsedad.

Alega que la falsedad de título interpuesta oportunamente, es


siempre relativa a los aspectos puramente externos del título,
incluidas las eventuales adulteraciones, como la alegada en
autos, en tanto el perito ha demostrado categóricamente la
existencia material de “adulteración” cuando afirma que el
llenado del monto no ha sido efectuado por el puño y letra de
su mandante.
Dice conculcado su derecho de defensa, por cuanto el juez de
grado se excedió en sus facultades al fallar en tal sentido.

Insiste en su postura al afirmar, que su mandante negó


categóricamente la deuda reclamada; no firmó el pagaré en
blanco, menos aún por el monto que se inició el juicio y que
el documento se encuentra adulterado, lo que fue demostrado
con el informe brindado por perito calígrafo.

Peticiona en definitiva se haga lugar a su recurso con costas y


formula reserva del caso federal.

Admitido el recurso incoado mediante providencia de fs. 15 y


concedido el beneficio de litigar sin gastos a favor de la
recurrente, se corre traslado del mismo a RÁG, presentándose
éste a contestarlo con el patrocinio letrado del Dr. SFZ a fs.
18/19.

Solicita el rechazo in limine del recurso incoado, en tanto


aduce que el mismo es improcedente, infundado e ilegítimo,
ya que la ejecutada pretende por cuarta vez abusar y seguir
aprovechando las vías procesales existentes con la sola
finalidad de seguir dilatando el proceso indefinidamente y no
abonar el crédito adeudado. Endilga mala fe a la ejecutada y
su letrado.

El letrado de la deudora –prosigue- insiste en cuestiones que


ya fueron resueltas oportunamente tanto en la instancia de
grado como en el tribunal de alzada, constituyendo dichos
pronunciamientos actos jurídicamente válidos con
fundamentos sólidos, ajustados a derecho. Refuta el
argumento esbozado por la contraria, cuando expresa que
surge en forma indubitable de las conclusiones del perito
calígrafo que el documento traído a ejecución es falso; lo que
niega en forma rotunda. Por ello y transcribiendo los
fundamentos expuestos por el ad-quem en el fallo en crisis,
solicita el rechazo del remedio tentado, con costas.

Repuestos los aportes debidos por el letrado del recurrido se


manda a integrar Tribunal. Presentada a fs. 29 la renuncia al
mandato por parte del Dr. T, intimada la recurrente a
designar nuevo apoderado, se presenta a fs. 43/44 como su
representante, el Dr. EMA. Denuncia que el título traído a
ejecución, carece de uno de los requisitos exigidos por el art.
1º inc. 7º del decreto ley 5665/63, esto es, el lugar de
creación del mismo, por lo que siendo facultad del juez
examinar en cualquier instancia el título motivo de ejecución,
peticiona se revoque la sentencia atacada.

Cumplido por el Dr. A. con el pago de los aportes y multa


debidas, se remiten los autos a dictamen del Ministerio
Público. Lo pronunció el Sr. Fiscal General, propiciando el
rechazo del mismo.

Traídos los autos para el dictado de la sentencia, anticipo mi


voto en igual sentido al emitido en el dictamen reseñado.

Es reiterada jurisprudencia que, a los fines casatorios y/o de


inconstitucionalidad, los litigantes no pueden soslayar la
obligación de precisar concretamente, a través de un análisis
razonado y mesurado, en qué consiste el agravio que causa el
pronunciamiento, pues no basta que manifieste que el
Tribunal ha violado la ley sustantiva o que omitió aplicar las
reglas de la sana crítica. Ello deberá demostrarse y
expresarse clara y concretamente, ya que las
generalizaciones conceptuales no son idóneas para fundar
estos remedios excepcionales. La doctrina es conteste en
afirmar que no basta con que se cite la ley que se considera
aplicable, inaplicable o infringida, sino que ha de expresarse
además, en qué consiste su infracción o inaplicabilidad (cfr.
L.A. 29 Fº 106/108 Nº 44).

No sólo el recurso en tratamiento no cuenta con debida


fundamentación sino que propone la revisión de la plataforma
fáctica del caso, diseñada por el tribunal de la causa a partir
de la valoración de la prueba lo que, como tantas veces se ha
dicho, es materia vedada a través de este excepcional
remedio.

De ese principio sólo es dable prescindir en caso de absurdo


ostensible que descalifique el fallo como acto jurisdiccional, lo
que en modo alguno ocurre en el caso.

De una lectura exhaustiva efectuada al escrito recursivo,


surge palmariamente que el mismo no expresa agravios, sino
que reitera en otras palabras supuestos y aparentes
argumentos, los cuales ya han sido analizados, meritados y
valorados por el tribunal de grado al momento de fallar la
causa.

Surge claro que la queja esbozada por el recurrente, traduce


descontento o disconformidad con el criterio y razonamiento
efectuado por el ad-quem al tiempo de fallar, por lo que
concluyo que se trata de un recurso de inconstitucionalidad
carente de fundamento alguno.

Tampoco advierto exista gravamen irreparable para los


intereses del recurrente.

En efecto, la sentencia cuestionada no tiene el carácter de


definitiva en los términos que prevé el artículo 8 de la ley
4346 modificada por ley 4848 para la habilitación de esta
instancia. Ello así porque, tratarse de la recaída en juicio
ejecutivo, el eventual agravio puede ser conjurado en proceso
ordinario posterior, tal como lo prevé el Art. 490 de nuestro
Código de rito. Y si bien tal principio admite no pocas
excepciones (L.A. 38, Fº 2124/2125, Nº 865; L.A. 46, Fº
1123/1126, Nº 449; L.A. 47, Fº 1123/1126, Nº 134; L.A. Nº
48, Fº 4/6, Nº 2), no hay razón que justifique establecer
alguna porque la sentencia aquí recurrida se presenta como
razonada derivación del derecho aplicable al caso y ninguna
de las enunciadas causales de arbitrariedad convergen en el
caso.

Analizadas las constancias de autos, la ejecutada repele la


ejecución tentada en su contra, oponiendo excepción de
falsedad de título, aduciendo que la firma estampada en el
pagaré y que se le atribuye, así como el llenado del mismo no
le pertenece habiendo sido adulterado (fs. 12/12 vta.). Ante
ello, y en aras de llegar a la verdad jurídica objetiva, se abre
la causa a prueba y se ordena la producción de una pericia
caligráfica.

Realizada la misma el perito determina e informa que la firma


ilegible dubitada obrante en el pagaré emitido el 15 de
febrero de 2008 ubicada sobre el lateral izquierdo parte
inferior, fue realizada por el puño y letra e individual gráfica
de GRC (ver conclusiones informe pericial fs. 49/55).
Sin embargo, el Dr. T. solicita ampliación de informe, en tanto
el perito omitió expedirse en torno al llenado del documento;
informe este que es producido a fs. 73/74, en donde el
facultativo concluye que las escrituras manuscritas que se
hallan ubicadas en el sector de la cantidad de veinticuatro mil
ochocientos pesos del pagaré en litis, no fue realizado por el
puño y letra de la deudora.

Producido el informe pericial ordenado, el juez de grado, dicta


sin más sentencia de trance y remate en contra de la
ejecutada, valorando la prueba producida.

Respecto a la arbitrariedad endilgada al fallo atacado por el


Dr. T, referida a que el tribunal de grado desestimó las
conclusiones arribadas por el perito calígrafo, quien concluyó
que el documento se encontraba adulterado y por ende es
falso, debe ser desestimado, ello en tanto el perito calígrafo
fue contundente en su conclusión, al afirmar que la firma
estampada en el pagaré pertenecía a la recurrente y nada
dijo respecto a su adulteración.

Cabe recordar, que falsedad en un sentido amplio significa


“falta de verdad o autenticidad”. En el lenguaje jurídico el
concepto es algo más concreto, debiendo entenderse que es
la imitación, suposición, alteración, ocultación o supresión de
la verdad, hecha maliciosamente en perjuicio de otro (Horacio
Bustos Berrondo, “Juicio Ejecutivo”, 7º Edición, Editorial
Platense, pág. 340).

En este tipo de proceso, por falsedad debe entenderse aquella


que afecte al documento mismo (raspaduras; sobrelineados;
agregados; lavados; etc.). Se sigue así, que la “falsedad
ideológica” (abuso de firma en blanco) no es debatible en
este tipo de proceso, pues la excepción en tratamiento se
vincula exclusivamente con los vicios extrínsecos que puedan
afectar al título.

Y es en el sentido arriba reseñado, que nuestro código de rito,


regula la excepción en tratamiento, al establecer que la
falsedad consiste en la adulteración del documento, art. 486
inc. 4º.
El Codificador en sus Notas, al tiempo de comentar el artículo
citado, expresa “… como podrá observarse, además de
haberlas indicado con toda precisión, aclaramos en algunos
casos como en los previstos en los incs. 2º, 3º, 4º, 8º y 11º
los requisitos que deben concurrir o demostrarse al oponer las
respectivas defensas, lo que tiende a impedir “ab inicio” que
se ejerciten defensas transgrediendo el espíritu normativo
que las autoriza (…) Se aclara, en cuanto a la de falsedad,
que sólo comprende la adulteración material del documento.
A esta excepción, dice Rodríguez, se le concede una amplitud
que no tiene, haciéndosela valer “en la mayoría de los casos,
fundándose el que la opone en hechos o circunstancias que
no se refieren al título del mismo, sino a sus antecedentes, al
derecho de ejecutar o a la obligación de pagar (…) y así se da
lugar a que se produzcan discusiones y se rindan justificativos
propios del juicio ordinario, pero que pugnan con la
tramitación rápida y sencilla del ejecutivo”. Tales razones
hemos tenido en cuenta “(Código Procesal Civil de la Provincia
de Jujuy, con notas del Dr. Guillermo Snopek, Tomo II,
Ediciones Noroeste Argentino, año 2001).”

Considero que el perito se ha expedido en forma detallada y


las conclusiones a las que arriba resultan categóricas. Así
también, advierto que la pericia ha sido llevada a cabo en
legal forma; pues el perito ha sido designado dada su calidad
de experto en la materia sin que ninguna de las partes
objetara su idoneidad para realizar la pericia. Siendo ello así,
no puede admitirse que ante un resultado adverso de la
pericia pretenda tergiversar las conclusiones a las que arriba
el facultativo.

El perito es un experto designado para informar en la causa


sobre cuestiones técnicas que en general, no hacen al
conocimiento científico del juez; ante ello sus conclusiones
deben ser atendidas salvo que el informe resulte erróneo en
forma evidente o palmaria, o que a la luz de otros elementos
de prueba agregados a la causa se pudiera predicar su
equívoco. Nada de ello ocurre en autos, por tanto no existe
razón para apartarme de las conclusiones de la pericia
realizada en estos obrados; en tanto la firma estampada en el
pagaré traído a ejecución, pertenece de puño y letra a la
recurrente y como refiere el ad-quem si se ha introducido en
el instrumento la suma objeto de reclamo, es porque ese
espacio estaba en blanco, situación ésta que dista mucho de
decir que fue adulterado.

Por ello, sostengo que la sentencia atacada, esta exenta del


vicio de arbitrariedad que le endilga el recurrente.

Resta expedirme sobre el planteo efectuado por el nuevo


apoderado de la recurrente a fs. 44 vta. de autos. En torno a
ello diré, que debe sin más desestimarse dicho planteo por no
corresponder su tratamiento en esta instancia recursiva, al no
haber sido oportunamente opuesto en la instancia anterior.

Por los argumentos expuestos y los emitidos por el dictamen


Fiscal, que hago míos, propicio por rechazar el recurso
incoado y confirmar el resolutorio de la Sala I de la Cámara
de Apelaciones en lo Civil y Comercial de 22 de junio de 2012.

Respecto a las costas, no existe motivo para apartarme del


principio general de derrota por los que se imponen al
recurrente vencido (Art. 102 del C.P.C.).

En cuanto a la regulación de los honorarios de los


profesionales intervinientes, se difiere la misma para cuando
haga lo propio la instancia anterior.

Tal es mi voto.

Los Dres. de Falcone, del Campo, Bernal y Jenefes, adhieren


al voto que antecede.

Por ello, el Superior Tribunal de Justicia,

Resuelve:

1. Rechazar el recurso de inconstitucionalidad tentado por el


Dr. Jorge Daniel Toril en representación de Graciela del
Rosario Carrizo respecto de la sentencia dictada por la Sala I
de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de fecha
22 de junio de 2012 y su aclaratoria de 31 de julio del mismo
mes y año.

2. Imponer las costas al recurrente vencido y diferir la


regulación de los honorarios profesionales.
3. Registrar, agregar copia en autos y notificar por cédula.

Firmado: Dr. Sergio Ricardo González; Dra. Clara Aurora De


Langhe de Falcone; Dr. José Manuel del Campo; Dra. María
Silvia Bernal; Dr. Sergio Marcelo Jenefes.

Ante mí: Dra. María Florencia Carrillo – Secretaria Relatora.

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