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REVOLUCIÓN INFORMÁTICA:
LA GLOBALIZACIÓN:
En nuestra época el consumo se transforma en escenario a través del cual se cree resolver la
realización feliz y lograda de la vida. Ser es tener, consumir es vivir. La intensa experiencia
de la vida es casi imposible ahora por fuera del consumo. Consumir permite gozar ya
mismo, El consumo tiene el poder de producir psíquicamente sensaciones ciertas de vida
ahora mismo, no en el ayer ni tampoco en el mañana. Sensaciones de inclusión social,
además, para sentirse “in” y no “out”.
La sociedad posmoderna se desenvuelve con base, la informática, los medios de
comunicación, la tecnología sofisticada, todo ello con miras a incentivar un consumo
creciente. Frente a las preocupaciones de la producción estandarizada propias de la
modernidad, surge ahora las preocupaciones del consumo masivo como característica del
capitalismo posmoderno. Ello conlleva la necesidad de producir constantemente nuevas
mercancías y servicios con apariencia y cualidades novedosas, innovadoras que sean
atractivas para el consumidor, en una economía que se caracteriza por ser dinámica, volátil
y compleja como la época misma.
EL TIEMPO Y EL ESPACIO:
Recordemos que en la época antigua tiempo y espacio eran poco cambiantes. Se seguía la
tradición, el pasado, las costumbres. Se vive la vida siguiendo las pautas de los orígenes,
del fundamento, de dios. El espacio seguía los mismos pasos y por los mismos caminos. En
la modernidad, el tiempo y con él la cultura, se dinamizan. El tiempo es oro, se
racionaliza, se controla, se mide y se proyecta al futuro, a la idea de progreso creciente;
surge la idea del ahorro como promesa de un mañana mejor. Hoy, en la posmodernidad, el
tiempo se acelera vertiginosamente, el espacio y las distancias se reducen, el presente, el
instante, el acá y el ahora determinan la viabilidad y permanencia de las organizaciones. El
gran objetivo de la empresa posmoderna es mejorar drásticamente el rendimiento operativo
a la velocidad que el cambio en el mercado imponga, para lo cual se tienen que tomar
decisiones rápidamente pero sin caer en improvisaciones que las lleven al caos
organizacional. La velocidad de respuesta y cambio a los retos son otros aspectos
igualmente significativos, debido a que el tiempo - y por ende el espacio, las distancias- son
y seguirán siendo el verdadero problema a resolver en las empresas del siglo XXI.
Las organizaciones actuales deben ser flexibles y tener velocidad de respuesta al cambio,
ya que el mercado se modifica de una manera muy rápida, el ritmo de las modificaciones
puede ser cuestión de días y a veces hasta horas; aunque no es posible reducir la velocidad
del medio comercial externo, hay mucho que hacer internamente para acelerar a las
empresas, con el fin de intentar mantener al ritmo del mercado.
TRABAJO Y EMPRENDERISMO
La relación con el trabajo ha ido cambiando a medida que cambian las concepciones del
mundo y las mentalidades (subjetividades). En la edad antigua, la concepción religiosa del
mundo judeo-cristiano vio en el trabajo un castigo de Dios producto de la transgresión o
pecado originario. La parsimonia del taller o del cultivo de la tierra con la fuerza de la mano
o del animal doméstico contrastará con dinámica propia de la revolución industrial, el
descubrimiento de la máquina y de las energías fósiles. La modernidad, con su ciencia y su
concepción instrumental del mundo, apoyada en la reforma luterana de la iglesia, ve ahora
en el trabajo, en el dinero, un ideal para lograr la felicidad, no en el más allá de una vida
vivida virtuosamente, sino en el más acá de una vida vivida en y para el trabajo. El trabajo,
el dinero que del él se decanta, pasan a convertirse ahora en finalidad, en razón de ser de un
proyecto de vida dedicado al mundo laboral
Los sujetos posmodernos son especialmente difíciles para la vida organizacional y del
trabajo disciplinado y esforzado. Estos sujetos contemporáneos son ideales, es cierto, para
el consumo ansioso y el uso y abuso del dinero plástico, pero apenas funcionales para el
trabajo disciplinado. Por las mismas razones suelen ser emprendedores, para en uso de su
autonomía que aborrece todo tipo de subordinación, convertirse en empresarios
subordinados sólo de sí mismos.
La imagen y la estética prevalecen en esta época sobre otras que se pasan por alto como la
relación con el otro, El poder simbólico de las marcas suma a este mundo de
representaciones. Y el cuerpo se convierte en el representante del sujeto. Es decir, el cuerpo
es el lugar donde el Yo psíquico se traslada a vivir. Templo y objeto de culto estético
inducido y provocado, el cuerpo ha devenido en el lugar del goce de la vida y de la
individualidad extrema narcisista. De allí el escenario creciente de organizaciones que giran
en torno al cuerpo, a la estética corporal y las intervenciones sobre e cuerpo, a los textiles y
los accesorios, a la cultura fitness.
Los sujetos contemporáneos padecen de una especie de desmotivación y desesperanza de
época que afecta severamente la solidez del vínculo laboral y el sentido de pertenencia y
por tanto de permanencia. Las organizaciones deben invertir en motivación hoy en día lo
que antes no era necesario porque el trabajo en sí mismo otorgaba sentido a la vida, daba
dignidad y llenaba de alegría la existencia por esforzado que fuese. Hoy el trabajo no es un
fin, es solo un medio para consumir, para vivir el ahora, el presente fugaz.