Aportes p ar a l a
C e le
l eb r ac i ó n
Homilía y guión para la Santa Misa
Domingo 21º durante el año 25 de agosto de 2019
Ciclo C. Color:Verde Año XXIII - Nº 1331
Aportes para la homilía
Dios ofrece su salvación
Is 66, 18-21; Sal 116, 1-2;
Heb 12, 5-7. 11-13; Lc 13, 22-30
Todos nosotros conocemos la historia
del hundimiento del Titanic. Era el barco más
lujoso, caro y seguro que se había construi-
do a principios del siglo XX. Mayormente lo
abordaron personas adineradas y pocas de
clase baja, que iban a buscar un futuro mejor
en Estados Unidos. Pero un iceberg lo dañó
de manera irreversible en su viaje inaugural,
la noche del 15 de abril de 1912. Transportaba
2200 pasajeros y, en la tragedia, murieron
1495 personas, porque no había suficientes
barcas de salvataje para todos. Ese día sobre-
vivieron pocas personas que fueron socorridas
por el Carpathia, otro trasatlántico más mo-
desto y solidario. El majestuoso trasatlántico
no estaba preparado para salvar a todas las
personas, aunque se privilegiaron los niños
y las mujeres.
¿Por qué recordar hoy esta historia triste?
Porque la palabra de Dios nos plantea el tema
siempre inquietante de la salvación. ¿Quiénes
se salvan? Es la misma pregunta que se
hicieron los primeros discípulos y es lo que
muchos siempre han tratado de responder.
Algunos se creen los dueños de la salvación
e imponen una serie de requisitos y normas
a las personas para que accedan a la salva-
ción. Son como el Titanic: caben todos, pero
tiene pocas barcas de salvación. Otros, más
condescendientes, piensan que no es nece-
sario pasar por tantas pruebas y normas, sino
depender de la bondad de Dios.
Muchos de nuestros contemporáneos no
se plantean el tema, porque para ellos “des-
pués de esta vida no hay otra”. Los discípulos
misioneros no pensamos de la misma manera.
Pensamos que hay una vida después de la
vida. Esa vida será con Dios o lejos de él.
¿Cómo se llega a ella? Se llega, según Jesús,
por una puerta estrecha. Él nos ha dejado
unas barcas para llegar a la salvación y son
los sacramentos y la sagrada dignidad de la
persona de quienes son nuestros hermanos,
especialmente los pobres, los que sufren y
por alguna causa padecen en su dignidad
humana.
El Señor tiene la voluntad de acercar la
salvación a todos. Esto es lo que el profeta
Isaías nos ha hecho ver en la primera lectura.
Dios no quiere que sólo Israel sea el pueblo
destinatario de su amor, de sus favores, aun-
que lo ama como un padre a su primer hijo. El
profeta anticipa, en cierto modo, lo que será
la propuesta de Jesús, que todos los pueblos
alcancen la salvación. El profeta nos hace ver
la reunión de todos los pueblos, de todas las
lenguas y todas las naciones para que vean
la gloria del Señor.
La salvación de Dios es gratuita, pero
nos obliga a cambiar, es decir a entrar en un
proceso de conversión personal y conversión
comunitaria. Si gratis recibimos, debemos aco-
modarnos a ese don de amor de Dios trans-
formando la vida, entrando en lo que la Carta
a los Hebreos llama “corrección del Señor”.
Esta duele, como duele todo cambio; “pero,
más tarde, produce frutos de paz y de justicia
(Continúa en la p. 4).
Aportes - 1
Guión para la Santa Misa
1)  Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas. Sean todos

bienvenidos a la Cena del Señor.
Hemos sido convocados por el
Padre para escuchar la palabra
de Dios y comulgar con el Cuerpo y la
Sangre de Cristo. Hoy nos dedicamos a
reflexionar sobre nuestra salvación, la que
recibimos el día del Bautismo y cómo de-
beremos acrecentarla. Y al desarrollarla,
cómo deberemos comportarnos. Somos
los hijos de Dios que hemos encontrado
salvación en Jesucristo y queremos que
todos los pueblos se salven. Con esta
intención iniciamos la eucaristía cantando
con alegría…
2)  Saludo inicial
Hermanos y hermanas. Jesucristo
trajo la salvación para todos los
pueblos. Que teniendo vida en él,
permanezcamos unidos a él y que su
amor esté con todos ustedes.
3)  Acto penitencial
La salvación de Dios es la per- 6)  Credo
sona de su Hijo Jesús. Él quiere
que todos los pueblos se salven
y vivan en justicia y paz. Invoquemos su
misericordia.
- Tú que has venido a buscar al que
 estaba perdido: Señor, ten piedad. 7)  Oración de los fieles
- Tú que has querido dar la vida en
rescate por todos: Cristo, ten piedad.
- Tú que reúnes a tus hijos dispersos:
Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga misericordia
de nosotros, perdone nuestros peca-
dos y nos lleve a la vida eterna. Amén. 4  Por la Iglesia, administradora de los
4)  Gloria
Alabemos al Señor porque eterna es su
misericordia, porque eterno es su amor
Aportes - 2
de Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Por eso (decimos) (cantamos):
Gloria…
5)  Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Is 66, 18-21): Dios

ama a su pueblo Israel, pero quiere
que todos los pueblos se salven.
Así lo enseña el profeta Isaías.
Salmo (Sal 116, 1-2): El breve salmo de
alabanza lo hacemos nuestro, porque
el Señor nos ama infinitamente. A cada
estrofa respondemos: Vayan por todo el
mundo y anuncien el evangelio.
Segunda lectura (Heb 12, 5-7. 11-13):
Dios nos corrige, así como un padre lo
hace con sus hijos. Aceptemos con hu-
mildad su corrección para luego vivir en
paz y justicia.
Evangelio (Lc 13, 22-30): Jesús respon-
de a una inquietante pregunta sobre la
salvación y, por medio de sus enseñan-
zas, explica qué es y cómo debemos
recibirla.
Jesús es nuestra salvación. Él es
la Puerta por donde entramos a
gozar de la salvación de Dios. Por
eso con confianza rezamos: Creo…
Habiendo recibido la palabra de
salvación, movamos nuestros
corazones hacia el Señor que
escucha nuestras súplicas.
 
A cada intención respondamos:
Muéstranos tus caminos, Señor.
dones de la salvación, para que ayude
a muchos a entrar por la puerta que
lleva al Señor y Salvador de la huma-
nidad. Oremos…
4  Por nuestro País, que a veces padece 11)  Cordero de Dios
de desesperanza, para que la alegría El Señor muestra que el servicio
de la salvación de Jesús abra un hasta dar la vida es el camino
tiempo de optimismo, justicia y paz. para alcanzar salvación. Este es
Oremos…
el Cordero de Dios que quita el pecado
4  Por los niños misioneros, que celebran del mundo. Felices los invitados a la Cena
el día de la infancia misionera, para del Señor.
que vayan por todo el mundo anun-
ciando la buena noticia de la salvación. 12)  Comunión
Oremos… Somos un pueblo reunido por el

4  Por nuestra comunidad, que abre sus Padre y necesitamos el alimento del
puertas a todos, para que seamos Cuerpo del Señor para poder cami-
respuesta de amor, verdad, fraterni- nar sin tropiezos por los caminos
dad y paz para quienes lo necesitan. de la salvación que él nos ha alcanzado.
Oremos… Por eso vayamos a comulgar cantando…
(Se pueden añadir y/o 13)  Avisos parroquiales
sustituir oraciones).

(Después de la Oración
Dios y Señor nuestro, que nos das
poscomunión).
la salvación en cada momento,
acepta nuestras oraciones y mués-
tranos tus caminos de salvación. Te lo 14)  Rito de conclusión
pedimos a ti que vives y reinas por los Motivación: Somos una comuni-
siglos de los siglos. dad de salvados y en cada momen-
to experimentamos la salvación de
8)  Presentación de las ofrendas nuestro Señor y Maestro, Jesucristo.
El pan y el vino que presentamos

Bendición: El Señor esté con ustedes.
reflejan nuestra humildad para
Dios nuestro, tú nos muestras el camino
ponernos en las manos de Dios
angosto de la salvación, que tu gracia nos
y ser transformados por el amor.
mantenga siempre fieles. Y la bendición
Que ellos sean alimento para muchos.
de Dios…
Mientras los acercamos al altar, cantamos
con alegría… Despedida: Llevemos al mundo la verda-
dera salvación, que va por los caminos de
9)  Prefacio de los domingos
durante el año, II
Alabemos y demos gracias al Padre
la humildad, de la santidad y del servicio.
Con esta misión, ¡vayamos en paz!
15)  Canto final

porque Jesús, redención y libera-
Muchos de nuestros contemporá-
ción para toda la humanidad, obe-
neos no se fascinan por la salva-
deció al plan de salvación de Dios.
ción que nos ha traído Jesucristo.
10)  Padrenuestro Somos discípulos misioneros que
El perdón de nuestros pecados y debemos llevar esta alegría al mundo,
el auxilio de la gracia de Dios, que anunciarla con convicción y testimoniarla
no nos deja caer en tentación, son con las obras de justicia y paz. Agrade-
motivo para nuestra oración. Confiada- cidos por el don de esta eucaristía nos
mente rezamos: Padre nuestro… retiramos cantando…
Aportes - 3
(Viene de la p. 1).
en los que han sido adiestrados por ella”. La
conversión que opera la gracia de Dios es para
que seamos artífices de paz y de justicia; es
decir, que llevemos concordia, entendimiento
y unión a todos lados, a la familia, el trabajo,
la política y la comunidad cristiana. Así, la
salvación de Dios es reconciliación. Además,
la salvación de Dios es justicia, en el sentido
bíblico de santidad o plena comunión con el
Señor. Es tener un alma llena de evangelio,
en lugar de veneno o ser espiritualmente
personas tóxicas. Dar frutos de justicia es ser
otros cristos en nuestro mundo. Y por eso,
cuando la persona se santifica, comunica
justicia en el sentido humano que es equidad,
honradez pública, servicio desinteresado,
recta distribución de los bienes, buen uso de
la comunicación social.
Esta salvación es la que nos trae Jesús
con su persona y su mensaje. El Señor nos
salva de una vida sin sentido, por medio de la
dinámica de la universalidad, de la conversión,
de la justicia y de la paz. Eso es como una
puerta angosta, por la que cuesta pasar. En
cambio, el mundo nos hace ver lo fácil que
es entrar por la puerta ancha del bienestar
para unos cuantos, nos muestra que todo lo
que sea vanidad y humillación pasa por las
grandes vías, así como entraban triunfantes
los emperadores vencedores hacia el Senado
Romano, desfilando coronados de laureles
por los arcos de triunfo, acarreando tras de
sí botines de guerra, gracias al saqueo de los
pueblos sometidos y arrastrando a miles de
esclavos encadenados, que eran hombres y
mujeres a los que los habían despojado de
su preciosa libertad. Esa no es la puerta de
la salvación de Dios.
Jesús trae una salvación para quienes
comen y beben con él y escuchan sus pala-
bras. La salvación del Señor llega por medio
del servicio, como él lo demostró la noche del
Jueves Santo, cuando se quitó el manto, se
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Aportes - 4
arrodilló como esclavo y lavó los pies a los
discípulos. Quienes se sientan a su mesa y
no siguen este ejemplo son perfectos desco-
nocidos para su corazón, que desenmascara
la avaricia, la mezquindad y el egoísmo. Para
salvarnos debemos ser como él cada uno de
los días de la semana. Podríamos decir que
somos discípulos eucarísticos que llevamos la
salvación al mundo, para que todo el mundo
entre en la dinámica del servicio, del compartir
y la fraternidad. Por eso Jesús expresa: “¡Apár-
tense de mí todos los que hacen el mal!”.
La máxima que nos deja el Señor al final del
evangelio señala que esta salvación se alcanza
a través del servicio: “Hay algunos que son los
últimos y serán los primeros, y hay otros que
son los primeros y serán los últimos”. La sal-
vación es universal, no importa si los pueblos
son del oriente o del occidente, del norte o del
sur, lo que importa es que hayan aceptado
esa oferta de salvación y vivan la dinámica de
estar al servicio de los demás, que es donde
reconocemos si actuamos como salvados.
La Iglesia nos enseña que “la buena
noticia de la salvación tiene nombre y rostro:
Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador” y que
“la salvación consiste en incorporarnos a
nosotros mismos en su vida, recibiendo su
Espíritu. Así se ha convirtió «en cierto modo,
en el principio de toda gracia según la huma-
nidad». Él es, al mismo tiempo, el Salvador y
la Salvación” (Congregación Para la Doctrina
de la fe, Placuit deo. Sobre algunos aspectos
de la salvación cristiana, 1/3/2018, nn. 8. 11).
Somos discípulos del Salvador y respondemos
a la pregunta de muchos: “¿qué es la salva-
ción?”. Por eso, escuchando el evangelio de
hoy, podemos responder que en el barco de
Dios hay lugar para todos, que todos están
llamados a ser salvos, pero que deben entrar
por la puerta estrecha del amor. El barco que
es la Iglesia ofrece la salvación a todos los
hombres y mujeres del mundo, pero deben
subir a las barcas de la justicia, de la paz y
de la santidad.