Vous êtes sur la page 1sur 98

CARLOS MARX

Carlos Marx nació en Trier, Alemania, el 5 de mayo de 1818. Su padre fue un


abogado judío convertido en protestante. En 1835 comenzó sus estudios
universitarios en la Facultad de Derecho de Bonn, y en 1836 los continuó en
Berlín, donde se doctoro en 1841. Paralelamente estudio filosofía e historia y tomo
contacto con los helegianos de izquierda, dedicándose a fondo a la comprensión
del sistema filosófico de Hegel, que ejercía en él una gran influencia. Desde 1841
hasta 1843 colaboro como periodista y jefe de redacción del diario liberal
Rhenische Zeitun. Pero por la tendencia democrática revolucionaria del periódico
fue censurado varias veces, hasta suprimirlo. En esa época conoce a Feuberbach,
helegiano de izquierda que evolucionó hacia el materialismo, otra de sus
importantes influencias. También en esos años se familiariza con los escritos de
Proudhon, Fourier y Leroux, a quienes luego denominarían socialistas utópicos.
En 1844 se traslada a París, en Francia conoce a los socialistas revolucionarios, y
se interioriza de los escritos de Saint Simon, quien también ejerce una gran
influencia en Marx. En ese año, conoce a Federico Engels, con quien Marx
compartió la elaboración de su pensamiento y quien además de ser un importante
colaborador, se convierte en fundamental complemento hasta el punto de que
muchos de los elementos del sistema marxista se deben a su inspiración. En
1845, Marx escribió con Engels "La Sagrada Familia", obra dirigida contra los
hermanos Bauer, helegianos de izquierda y en ese mismo año también redactan la
Ideología Alemana, obra que contiene los primeros esbozos del materialismo
histórico. En 1845 Marx es expulsado de París y se traslada a Bruselas. En 1847
escribe "Miseria de la Filosofía". También en ese año funda la liga de los
Comunistas de Londres y escribe a petición de ella junto con Engels "El Manifiesto
Comunista" que sintetiza los principios marxistas. En los años revolucionarios
Marx dirigió en Colonia el diario "New Rheinische Zeitung", que fue clausurado al
poco tiempo, y después del fracaso de la revolución de 1848, se dirijo a París, en
donde fue expulsado por la manifestación del 13 de junio de 1849, entonces
marcho a Londres donde paso el resto de su vida.

En Inglaterra alternó su tiempo entre los estudios que fueron base de su obra
cumbre "El capital", las actividades revolucionarias, otros escritos y trabajo como
corresponsal del New York Tribune. Marx, además estudia en profundidad los
clásicos de la economía del período anterior (Quesnay, Smith, David Ricardo),
estos son los años de elaboración del Capital, cuyo primer tomo le demando casi
dos décadas de trabajo.

En 1859, publico su "Critica de la Economía Política", y más tarde en 1864 fundo


la Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como la I Internacional,
Marx fue el alma de esta organización. Unificando el movimiento obrero de los
diferentes países, orientando por el cauce de una actuación conjunta a las
diversas formas del socialismo no proletario premarxista, a la par que combatía las
teorías de todas sectas y escuelas, Marx fue forjando la táctica común de la lucha
proletaria de la clase obrera en los distintos países. Pero ya no podía existir mas
en Europa, entonces Marx consiguió que se trasladase a Nueva York. La I
Internacional había cumplido su misión y dejaba paso a una época de desarrollo
incomparablemente más amplio del movimiento había de desplegarse en
extensión, con la creación de partidos obreros socialistas dentro de cada Estado
nacional.

En 1867 se publica el primer tomo de "el capital", los otros fueron publicados por
Engels después de la muerte de Marx que fue el 14 de marzo de 1883.

En conclusión, su vida fue una constante emigración, Berlín-Paris-Bruselas-


Colonia-Londres, en este breve resumen biográfico hemos señalado las
principales influencias del pensamiento marxista. En primer lugar los helegianos
de izquierda, de quienes Marx tomo la dialéctica como método. Feuerbach, que
determinó su acercamiento al materialismo. Los socialistas utópicos y
especialmente Saint Simon, quienes contribuyeron a su concepto de socialización
y los economistas clásicos que permitieron a Marx una comprensión de la
economía política, y del funcionamiento de las relaciones de producción de la
época, uno de ellos David Ricardo quien formuló la teoría del valor.

2. Las condiciones económicas en la época de Marx

En 1789 la revolución francesa determinó el ascenso de la burguesía liberal al


poder, culminando un proceso de lucha entre esta y el sistema feudal. Unos años
antes se había iniciado la revolución industrial en Inglaterra, cuyas consecuencias
transformaron los modos de producción, facilitando el avance de la burguesía, que
había acumulado importantes riquezas durante la época mercantilista anterior. En
Francia se produce una transformación política impulsada por la burguesía. Es así
que la burguesía propietaria de las industrias inicio una rápida expansión creando
nuevas fabricas que ocuparon a la población campesina que había abandonado
los campos. Esta situación dio a lugar a la formación de un proletariado urbano,
que fue creciendo a medida que se incrementaba la producción y cuyas
condiciones de trabajo estaban sujetas a la ley de la oferta y demanda, a la vez
que no había leyes sociales y sindicatos organizados suficientemente para
proteger los derechos obreros. El resultado de esta situación eran míseros
salarios, que en muchos casos no cubrían las necesidades de la simple
subsistencia. Mientras mas adelantos técnicos se introducían en la producción
menos obreros se necesitaba y mas miseria había.

Esta situación llevo a Marx a determinar la existencia de 2 clases básicas y


contrapuestas en la sociedad; la burguesía propietaria de los medios de
producción y el proletariado que solo poseía su fuerza como herramienta de
trabajo. Marx llego a 3 conclusiones fundamentales:

 La relación entre el trabajo y el valor de cambio de los bienes que se


producen y consumen en la sociedad cosa que lo lleva a formular su teoría
del valor-trabajo.
 El concepto de plusvalía que surgen de la relación del salario que se paga
al obrero y el valor trabajo por este efectuado
 La lucha de clases que se produce en el seno de una sociedad determinada
por las relaciones de producción.

3. Sus conceptos Básicos

 Método dialéctico:

La base de la dialéctica marxista es la helegiana. El método dialéctico de Hegel


consiste en que cada manifestación del Espíritu engendra su propia contradicción,
que implica una negación de lo afirmado. La manifestación del espíritu es la tesis,
esta tesis tiene una contradicción y entonces se produce una antitesis, ahora bien,
tanto la tesis como la antitesis se perfeccionan en una síntesis en la que queda
absorbido lo afirmado (t) y lo negado (a) convirtiéndose en una nueva afirmación o
tesis que inicia un nuevo procesos anterior, hasta llegar a la idea absoluta que es
el máximo en perfección. En su filosofía de la historia Hegel parte de los pueblos
orientales que se desenvuelven dialécticamente hasta llegar al Estado Ideal.

Carlos Marx criticó el sentido ideal de la dialéctica de Hegel, en la que dice que
está totalmente desconectado de la realidad. Marx parte de una concepción
materialista. Son las relaciones de producción y de cambio, es decir, las relaciones
económicas, las que determinan dialécticamente el curso de la historia, o sea
cambio el desarrollo de la idea o espíritu por el del mundo materialista y
económico.

Marx termina diciendo que no es la conciencia de los seres humanos lo que


determina a su ser, sino el ser social lo que determina su conciencia.

El método dialéctico lo llevo a sostener que el capitalismo industrial (afirmación o


tesis) engendra al proletariado (negación) y ambas contradicciones son superadas
en la sociedad sin clases. Además, Marx definió al hombre en relación con su
dimensión productiva y económica y encontró en la creación del estado, la
propiedad y el capital el origen de toda la enajenación humana.
 Materialismo histórico:

El marxismo sostiene que la historia es consecuencia del desarrollo dialéctico de


la infraestructura económico-social, causa de los hechos y motor de la evolución
de la humanidad. Las relaciones económicas dan origen a las clases sociales y a
la infraestructura que determina la formación de una superestructura, integrada
por la ética, la cultura, la religión y el ordenamiento jurídico. Esto es así porque
según Marx, la ideología de una época es la de la clase dominante. De esta
manera, la burguesía al apoderarse del poder, desde su condición de propietaria
de los medios de producción (infraestructura) crea un sentido de la ética, una
cultura y un ordenamiento jurídico (superestructura) que forman una conciencia
favorable al sistema.

En el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en


contradicción con las relaciones de producción existentes, y esas relaciones se
convierten en trabas de las relaciones productivas. Se abre entonces una era de
revolución social, que afecta a la estructura ideológica, de forma que los hombres
adquieren conciencia del conflicto. Históricamente, las relaciones capitalistas de
producción serían la última forma antagónica del proceso histórico. El modo de
producción del capitalismo industrial conducirá a la superación de la propiedad
privada, no sólo por la rebelión de los oprimidos sino por la propia evolución del
capitalismo, en el que la progresiva acumulación del capital determinaría la
necesidad de nuevas relaciones de producción basadas en la propiedad colectiva
de los medios de producción. Superada la propiedad privada, el hombre vencería
la enajenación económica y a continuación, todas las demás.

La sociedad sin clases alcanzada mediante la praxis (práctica) revolucionaria,


sería la síntesis del proceso histórico.

 Propiedad privada:

El marxismo habla de abolir la propiedad de los medios de producción en cuanto


ello esta realizada por el trabajo social, y no puede pertenecer a nadie
privadamente, ya que tal situación configura un poder en manos de un sector que
determina la explotación de otro. Para el marxismo el capital no es una fuerza
personal, sino una fuerza social, que se obtiene por medio del trabajo colectivo.
Además sostiene que la propiedad de los medios de producción debe ser abolida
porque institucionaliza la explotación del hombre por el hombre.

 Valor-Trabajo

Para el marxismo, el valor está determinado por el trabajo que los bienes
contienen, y este se mide por el tiempo necesario para producirlo. Según él, sólo
el trabajo es lo que posibilita que un bien tenga valor. Con esto quiere decir que
hay bienes con un gran valor y cuya obtención ha costado poco trabajo. En
conclusión a mayor tiempo de trabajo corresponde mayor valor e inversamente a
menor tiempo menos valor. Por eso, una máquina que tiene una gran
productividad, proporcionará artículos más baratos, mientras que si el mismo
producto es hecho a mano, costará mas caro.

 Plusvalía

Al alcanzar la producción de mercancías un determinado grado de desarrollo, el


dinero se convierte en capital. La fórmula de la circulación de mercancías era: M
(mercancía)-

D (dinero) – M (mercancía), es decir, venta de una mercancía para comprar otra.


La fórmula general del capital es, por el contrario, D – M – D, es decir, compra
para la venta (con ganancia). El crecimiento del valor primitivo del dinero que se
lanza a la circulación es lo que Marx llama plusvalía. Ese "acrecentamiento" del
dinero lanzado a la circulación capitalista es un hecho conocido de todo el mundo
y es lo que convierte el dinero en capital, en una relación social de producción
determinada. La plusvalía no puede provenir de la circulación de mercancías,
pues, ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de
un aumento de los precios, pues las pérdidas y las recíprocas de vendedores y
compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno social medio, generalizado,
y no de un fenómeno individual. Para obtener la plusvalía, "el poseedor de dinero
necesitan encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la
singular propiedad de ser fuente de valor, una mercancía cuyo proceso de
consumo sea, a la par, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es
la fuerza del trabajo del hombre. Su uso es el trabajo, y el trabajo crea el valor. El
poseedor de dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, como el de cualquier
otra mercancía, por el tiempo de trabajo necesario para su producción (es decir,
por el costo del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez comprado la
fuerza de trabajo, el poseedor de dinero tiene el derecho de consumirla, es decir,
de obligarla a trabajarla durante un día entero, supongamos que durante doce
horas. Pero el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario") un
producto que basta para su mantenimiento, durante las seis horas restante
(tiempo de trabajo "suplementario") engendra un "plusproducto" no retribuido por
el capitalista, que es la plusvalía. Desde el punto de vista del proceso de
producción, en el capital hay que distinguir dos partes: el capital constante,
invertido en medios de producción (máquinas, instrumentos de trabajo, materias
primas, etc.) - y cuyo valor pasa sin cambios (de una vez o en partes) al producto
elaborado -, y el capital variable, que es el que se invierte en pagar la fuerza de
trabajo. El valor de este capital no permanece inalterable, sino que aumenta en el
proceso del trabajo al crear la plusvalía. Para expresar el grado de explotación de
la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvalía no con el
capital total, sino con el capital variable.

 El concepto Marxista del Estado:

Marx dice, que las ideas de una época son las de la clase dominante. En
consecuencia el Estado burgués tiene la tarea de asegurar, no solo, las relaciones
de producción y la propiedad privada de sus instrumentos, sino la de desarrollar la
cultura y educación burguesa. ¿Y que es el gobierno? Para Marx "...El gobierno
del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios
comunes de toda la burguesía..." "...El Estado no tendrá razón de existir cuando
se hayan suprimido las clases sociales..."

 La lucha de clases

Todo el mundo sabe que en cualquier sociedad las aspiraciones de los otros, que
la vida social está llena de contradicciones, que la historia nos muestra la lucha
entre pueblos y sociedades y en su propio seno; sabe también que se produce
una sucesión de períodos de revolución y reacción, de paz, y de guerras, de
estancamiento y de rápido progreso o decadencia. El marxismo da el hilo
conductor que permite descubrir la lógica en este aparente laberinto y caos: la
teoría de las luchas de clases. Sólo el estudio del conjunto de aspiraciones de
todos los miembros de una sociedad dada, o de un grupo de sociedades, permite
fijar con precisión científica el resultado de estas aspiraciones.

El origen de esas aspiraciones contradictorias son siempre las diferencias de


situación y condiciones de vida de las clases en que se divide toda sociedad. La
historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días - escribe
Marx en el Manifiesto Comunista (exceptuando la historia de la comunidad
primitiva)- es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos,
patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra:
opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante,
velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la
transformación revolucionaria de toda la sociedad o del hundimiento de las clases
beligerantes... La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas
de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clases. Unicamente ha
sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas
de lucha por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue,
sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad
va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos
grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.
Desde la Gran Revolución Francesa, la historia de Europa pone de manifiesto en
distintos países con particular evidencia la verdadera causa de los
acontecimientos, la lucha de clases. Ya la época de la restauración dio a conocer
en Francia algunos historiadores (Thierry, Guizot, Mignet, Thiers) que, al sintetizar
los acontecimientos, no pudieron por menos de ver en la lucha de clases la clave
para la compresión de toda la historia francesa. Y la época contemporánea, la
época que señala el triunfo completo de la burguesía y de las instituciones
representativas, del sufragio amplio (cuando no es universal), de la prensa diaria
barata y que llega a las masas, etc., la época de las potentes asociaciones
obreras y patronales cada vez más vastas, etc., muestra de un modo todavía más
patente (aunque a veces en forma unilateral, "pacífica", "constitucional") que la
lucha de clases es el motor de los acontecimientos. El siguiente pasaje del
Manifiesto Comunista nos muestra lo que Marx exigía de la sociología para el
análisis objetivo de la situación de cada clase en la sociedad moderna, en relación
con el análisis de las condiciones de desarrollo de cada clase: De todas las clases
que hoy se enfrentan con la burguesía, solo el proletariado es una clase
verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y
desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es
su producto más peculiar. Las capas medias – el pequeño industrial, el pequeño
comerciante, el artesano, el campesino -, todas ellas luchan contra la burguesía
para salvar de la ruina su existencia como tales capas medias. No son
revolucionarias, sino conservadoras. Más todavía, son reaccionarias, ya que
pretenden volver atrás la rueda de la historia.

Son revolucionarias únicamente cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito


inminente al proletariado, defendiendo así no sus intereses presentes, sino sus
intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los
del proletariado. En bastantes obras históricas, Marx nos ofrece ejemplos
profundos y brillantes de historiografía materialista, de análisis de la situación de
cada clase concreta y a veces de los diversos grupos o capas que se manifiestan
dentro de ella, mostrando hasta la evidencia por qué y cómo "toda lucha de clases
es una lucha política". El pasaje que acabamos de citar indica lo intrincada que es
la red de relaciones sociales y grados transitorios de una clase a otra, del pasado
al provenir, que Marx analiza para extraer la resultante de la evolución histórica.

El proletariado como clase revolucionaria

El capitalismo convierte en proletariado a más de la mitad de los individuos de un


país, por eso esta clase social al no querer perecer o morir está obligada a hacer
una revolución: toma en sus manos el poder (dictadura del proletariado), y
convierte los medios de producción en propiedad del Estado. Así acaba con todas
las diferencias entre clases el, y de esta forma se llegará al verdadero comunismo.

4. Las obras cumbres de Carlos Marx

El Manifiesto Comunista: Marx se basa en el trabajo preparado por Engels y


representaba la primera sistematización de la doctrina del socialismo moderno.
Las proposiciones centrales del Manifiesto, constituyen la concepción del
materialismo histórico. Marx concluyó en el Manifiesto que la clase capitalista sería
derrocada y suprimida por una revolución mundial de la clase obrera que
culminaría con el establecimiento de una sociedad sin clases. Esta obra ejerció
una gran influencia en la literatura comunista posterior y en el pensamiento
revolucionario en general.

El capital: Realizada en 1867, fue un análisis histórico y detallado de la economía


del sistema capitalista, en que desarrollo la teoría de la plusvalía.

Crítica de la economía política: Basado en el concepto del Materialismo histórico.

Difusión del Marxismo


Esta difusión se dio entre el proletariado y pensadores europeos, y llegó a ser
identificado con el socialismo y el movimiento obrero. Se crearon Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), obreo francés, social demócrata alemán y social
demócrata ruso. El primer partido que llego al poder lo hizo en Rusia.

La I Internacional

Se fundó por un proceso objetivo: la necesidad de agrupar sindical y políticamente


a los obreros de los países europeos, contra la explotación capitalista. Reunía
sindicatos y organizaciones políticas y agrupaba prácticamente a todo el
movimiento obrero. El proceso de diferenciación interna, entre sectores que tenían
programas y prácticas opuestas, y la terrible derrota histórica que sufrió el
movimiento con el fin de la Comuna de Paris, llevó a la desaparición de la I
Internacional.

La II Internacional

También surgió a través de un proceso objetivo: el crecimiento espectacular de la


clase obrera, producto del boom del desarrollo capitalista en el último cuarto del
siglo pasado. Surgen partidos socialistas de masas en toda Europa. Otro hecho
objetivo vino a destruir la II Internacional: la guerra mundial de 1814 que llevó a
cada partido socialista a defender a su burguesía en la guerra y, por lo tanto, a
llamar a matar a los trabajadores de los otros países, inclusive de su propio partido
"hermano". Fue por tanto un hecho objetivo, la guerra, además de la aristocracia
obrera y el oportunismo, lo que destruyó a la II Internacional.

La III Internacional

Surge de este hecho histórico y reunió a aquellos que se resistían a abandonar la


lucha de clases, el internacionalismo y el marxismo. Se destruyó (fue disuelta) por
el stalinismo que fue otro proceso objetivo.

La IV Internacional

Fue fundada con un programa, una teoría y una política, para enfrentar a la
degeneración del primer Estado obrero revolucionario. Surgió para dirigir la
revolución socialista mundial y para salvar los principios del marxismo: el
internacionalismo, la independencia de clase, la democracia obrera, la defensa de
la moral proletaria y la principal herencia del marxismo que es la existencia de una
Internacional. Pero fallo.

5. Marxismo – Leninismo

Se considera al marxismo como una teoría cuya iniciación se debe a Carlos Marx.
La mayoría de los opositores de esta corriente tienden a formar un cuerpo
doctrinario conocido como Marxismo – Leninismo (M–L), el cual se fue articulando
con los aportes de diferentes autores. De este modo existiría un marxismo
correspondiente a la propia autoría de Marx, y un M–L o escuela marxista, que
incluye principalmente el autor inicial, a Engels, Lenin y otros. En el Nuevo
Humanismo se tiene en cuenta a esta ideología como corriente, aun cuando se le
pueda analizar detalladamente por autor o por diversas posiciones críticas.
(Humanismo marxista, Humanismo filosófico y Antihumanismo).

El M-L es un sistema científicamente fundamentado de conceptos filosóficos,


económicos y político-sociales; es la ciencia del conocimiento y de la
transformación del mundo, de las leyes del desarrollo de la sociedad, la naturaleza
y del pensamiento humano, de las vías para la supresión revolucionaria del
régimen de explotación y de la construcción del comunismo, la cosmovisión de la
clase obrera y de su vanguardia, los partidos comunistas y obreros.

El marxismo surgió en los años 40 del siglo XIX. Las necesidades de un progreso
social que había puesto al desnudo los vicios radicales del régimen capitalista, de
todo el sistema de explotación, el despertar del proletariado a las luchas políticas,
los grandes descubrimientos en las ciencias naturales y el nivel de las
investigaciones históricas y sociales plantearon ante el pensamiento social la tarea
de elaborar una teoría nueva, científica, que pudiese responder a las cuestiones
suscitadas por la vida. Esta tarea histórica fue cumplida por Marx y Engels, Lenin
empezó su actividad científica revolucionaria en la mitad de los siglos XIX y XX, en
la época del hundimiento del capitalismo, que había pasado a su ultima fase: el
imperialismo, y del surgimiento de la sociedad socialista, defendió el marxismo
contra los ataques de sus enemigos y elevo la teoría marxista a un nivel de
desarrollo nuevo.

La aparición del M-L es un cambio revolucionario en la historia del pensamiento


humano. Es la continuación directa y el desarrollo de los avances del pensamiento
social precedente en el terreno de la filosofía, de la economía política y del
socialismo. Con el M-L surge por primera vez una doctrina que refleja íntegra y
totalmente la realidad objetiva, que ofrece la posibilidad de explicar el mundo y las
vías para su transformación: surge por primera vez una ciencia que descubre en el
interior de la propia sociedad, la fuerza para realizar dicha transformación radical.

El M-L comprende 3 partes:

A. La filosofia-el materialismo dialéctico e histórico


B. La economía política
C. El comunismo científico

Se puede hablar de la ciencia marxista de la historia, de la doctrina marxista del


derecho, de la doctrina de la guerra y la paz, de la estética, de la historia de la
literatura, de la pedagogía, etc. Marxista.

En la economía política los fundadores del marxismo concentraron la atención en


el análisis de las leyes del desarrollo y el hundimiento de la formación economico-
social capitalista; la economía política del socialismo es una rama independiente
de la economía política marxista.

En el M-L ocupa un lugar importante la teoría del comunismo científico que pone al
descubierto las leyes políticos sociales, y que encarna con el mayor relieve el
principio activo contenido en el M-L. Lo principal en el comunismo científico es la
teoría sobre la ambición historia de la clase obrera como fuerza llamada a destruir
el poder del capital y a encabezar la construcción de una sociedad nueva, la
sociedad comunista.

En el M-L es la ideología del proletariado que expresa los intereses vitales de


todos los trabajadores. Sus adeptos no se niegan a colaborar, para la defensa de
la democracia, de la paz y del progreso social. Como doctrina revolucionaria, el M-
L se contrapone al reformista. Si bien reconoce la necesidad de luchar por
reformas bajo el capitalismo, el M-L nunca ha renunciado ni renunciara a su
programa y táctica revolucionaria.

El Marxismo ha recorrido un largo camino de casi siglo y medio. El primer periodo


abarca la formación y crecimiento de la clase obrera en los piases adelantados, la
unión incipiente del socialismo científico con el movimiento obrero, la formación y
consolidación de los partidos obreros marxistas. El segundo período comienza con
la demolición revolucionaria del capitalismo y las transformaciones socialistas. La
victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre significa un verdadero triunfo
del M-L, que había pasado la prueba histórica decisiva en el fuego de la practica
revolucionaria.

Marx en los años 50-60 del siglo XIX centro su actividad teórica en el estudio de la
teoría económica, mientras en las obras y cartas de Engels de los años 80-90
ocupa un lugar especial de elaboración de las concepciones filosóficas. Durante la
preparación directa de la revolución socialista de Rusia, Lenin presto gran
atención a la elaboración de la teoría marxista sobre el Estado, a la teoría de la
revolución social proletaria.

Las ideas del M-L se formaron y desarrollaron en el capitalismo, cuando las clases
explotadoras dominantes poseían el monopolio de los medios de enseñanza y de
la actividad científica. En la actualidad, el M-L es la ideología dominante en la
URSS y otros países socialistas.

La aplicación de la teoría M-L en diferentes piases del mundo y su utilización


demuestran la certeza y veracidad de sus proposiciones.

El M-L es una teoría de alcance internacional. En incompatible con la prédica del


comunismo nacional y con los intentos de inventar un marxismo nacional
cualquiera que sea. La difusión del M-L no puede ser aplicada automáticamente a
cualquier país; su aplicación requiere una apariencia minuciosa de las
particularidades nacionales, históricas, etc., un análisis profundo de la situación
concreta.
Después de haber desarrollados los principales aspectos del marxismo, podemos
llegar a la conclusión de que además de una ideología, es un sistema filosófico,
político, sociológico y económico. Sobre este ultimo aspecto elaboro sus otras
concepciones que están profundamente ligadas a él. Carlos Marx y Federico
Engels, creadores de la teoría, le dieron el nombre de socialismo científico, a
diferencia de los otros tipos de socialismo que existían en esa época. Partiendo de
la economía elabora un método de interpretación del desarrollo del hombre, que
es el materialismo histórico, en base a este método el marxismo intenta explicar
no solo el desarrollo de la historia a través de las relaciones de producción e
intercambio, sino a partir de allí y analizando la fase que se presenta en la
actualidad, hace un pronostico de cual será la evolución del que hacer humano
después de ella.

Cuando el hombre descubrió que la apropiación de bienes materiales le confería


un poder objetivo, sistematizo las relaciones económicas creando una estructura o
superestructura como decía Marx, que le permitiera mantener una posición
hegemónica. Luego es lógico suponer que este poder derivado de una condición
económica, haya sido origen de conflictos motivados por el impulso del hombre
para lograr mejores condiciones de vida.

Es importante diferenciar 2 aspectos fundamentales de la teoría marxista;

1. El marxismo como método de análisis económico político, basado en el


materialismo histórico y,
2. El marxismo como prognosis dogmática a partir de un sistema ideológico.

Pero el primer método no significa que la utilización del materialismo histórico


conduzca a una aceptación dogmática de todas las propuestas marxistas, y
tampoco a la creencia absoluta de que la historia esta conducida por un inevitable
determinismo económico. Pero es indudable que surge de la observación de los
hechos.

Marx parte de la lucha de clases, expresión de las relaciones de producción e


intercambio que van desarrollando la historia hasta la última etapa, en donde el
proletariado toma el poder, suprime las clases sociales y se inicia una sociedad sin
divisiones ni antagonismos, en razón de que los medios de producción son de
propiedad colectiva. Con la supresión de las clases sociales, se suprime el estado
que era el instrumento de dominio de la burguesía y se llega así a la sociedad
comunista que asegura la libertad objetiva.

El pronóstico marxista, de que en los países industrializados se produciría el


ascenso del proletariado al poder, impulsado por las contradicciones del sistema
capitalista, no se ha concretado y el siglo XX desarrollo un capitalismo totalmente
distinto al que analiza Marx hace mas de 100 años. Pero su teoría ha ejercido una
importante influencia en los últimos 100 años y ha contribuido a la modificación del
capitalismo anterior.

7. Comunismo

Propugna la abolición total de la propiedad privada y el establecimiento de la


colectivización de los medios de producción y consumo y el reparto equitativo de
todo el trabajo en función de la habilidad y de todos los beneficios de las
necesidades.

También debe luchar, por medio de la revolución, para satisfacer las necesidades
públicas recayendo en el Estado.

La idea de una sociedad comunista surgió, como repuesta al nacimiento y


desarrollo del capitalismo moderno. Esta sociedad sería organizada, de
trabajadores libres y conscientes.

El comunismo en la actualidad es indistinto del sistema marxista y se


complementa con aportes por Lenin, pero ha sufrido algunas escisiones por
Trosky, por Mao Tse-Tung, por "Che" Guevara.

Todos respondieron a diferencias tácticas, conservando lo esencial de marxista y


del ideario comunista. Los ideólogos mencionados han logrado dejar herederos
activos. Existen además otros expositores, en el campo intelectual.

La organización social de esta corriente, aseguraría el desarrollo de cada ser


humano y la utilización de todas sus dotes y capacidades con el mayor provecho
para sí y para la sociedad. Además, se harían realidad las relaciones armónicas
entre el individuo y la sociedad.

8. Antecedentes históricos:

El comunismo primitivo se encuentra, según Marx, en la comunidad tribal, en la


que el tipo de propiedad imperante es la colectiva, y el trabajo no persigue la
producción excedentaria, sino la estricta subsistencia de la comunidad y de sus
miembros. La organización social, muy simple, de fundamenta en la familia, y
apenas existe jerarquización.

Antigüedad:

Cristo, puede ser considerado un precursor del comunismo en su predicar


igualitarias y de denuncia contra los ricos. Luego en la justicia social cristiana
prima el renunciamiento y la humildad, no identifican al comunismo actual.

Platón, propugna la comunidad de propiedad, exigió que los hijos y las mujeres
fueran comunes para todos los ciudadanos y establecía clases.
Utopías del Renacimiento:

El término, fue usado por primera vez en Utopía de Tomás Moro. Este pensador
postulaba una sociedad de agricultura sedentaria, basada en la familia, en la que
no existía la propiedad privada y el dinero no se usaría como medio de cambio.

Tommaso Campanella imaginó una sociedad comunista, tanto en lo referente al


régimen de la propiedad como en la comunidad de mujeres e hijos.

La historiografía marxista reconoce en las utopías el origen del comunismo como


movimiento contra la nobleza y el clero. En la Revolución de Oliver Cromwell en
Inglaterra, se cita, la igualdad de bienes y oportunidades para todos.

9. El comunismo como necesidad histórica:

El término comunista surge cuando Marx y Engels adosan el nombre para el


Manifiesto que le encargó la Liga de los Justos, luego transformada en Liga de los
comunistas. Engels comenta que el nombre de Manifiesto del partido Comunista
fue adoptado para diferenciar su pensamiento de los socialistas utópicos.

Con posterioridad al manifiesto, muchos partidos marxistas se denominaron


socialistas y se identifican como adscriptos al socialismo científico.

El manifiesto exponía las leyes del desarrollo social y afirmaba que la historia de la
sociedad era la historia de la lucha de clases. Marx y Engels consideraron que el
proceso culminaría con el desmoronamiento del capitalismo y la aparición de una
sociedad sin clases: el comunismo.

Los objetivos inmediatos de los comunistas serían el derrocamiento de la


dominación burguesa, la conquista del poder político por el proletariado y la
abolición de la propiedad privada. El establecimiento del comunismo no sería el
resultado inevitable de un proceso histórico.

Fases del comunismo:

A la critica al programa de Ghota, Marx consideró que, entre el fin de la sociedad


capitalista y la culminación de revolución proletaria con el advenimiento de la
sociedad comunista, se extendería un largo periodo de transición que él denominó
sociedad socialista.

Establecidas las condiciones políticas y económicas, sobrevivirían, en la sociedad


socialista elementos fundamentales de la vieja sociedad: relaciones económicas,
sociales, jurídicas, intelectuales, etc. E n esta primera fase el comunismo no
desaparecería todavía la oposición entre el trabajo intelectual y manual, y el
insuficiente grado de desarrollo económico y espiritual haría aún necesaria la
distribución de los productos de consumo según la cantidad y calidad del trabajo,
así como el mantenimiento de las relaciones monetario-mercantiles en la
sociedad.

Cumpliendo el periodo de socialista, se restauraría ya la sociedad comunista, se


haría realidad la propiedad colectiva y desaparecería cualquier diferenciación
entre clases, entre la ciudad y el campo, etc. El trabajo sería una necesidad vital y
las fuerzas productivas alcanzarían su más alto desarrollo. Con al desaparición de
las clases desaparecería también el estado.

Con anterioridad a al revolución rusa, ningún partido que propugnara la


transformación revolucionaria de la sociedad, se denominó a sí mismo comunista.
Socialistas o socialdemócrata eran las apelaciones más comunes. No sería hasta
1917 cuando Lennin, adopto para su partido la denominación de comunista.

La aparición de partidos comunista se remonta, a la mitad del siglo XX. Ya en


1864 se fundó, por iniciativa de Marx, la Primera Internacional cuyo propósito era
la coordinación de los distintos movimientos revolucionarios y la consecución del
estado comunista. La escisión anarquista y el auge de la socialdemocracia
alemana, condujeron a la ruina de al Primera Internacional tras la muerte de su
creador.

La Segunda Internacional, fundada en 1889, se vio pronto dividida en dos grandes


tendencias: la facción moderada de los socialdemócratas defendía en al práctica
una evolución pacífica hacia el socialismo mediante el empleo de los cauces
parlamentarios; los radicales, que darían origen a los partidos comunistas, estaban
dirigidos por Lenin y postulaban la necesidad de la revolución y el establecimiento
de la dictadura del proletariado.

Tras el estallido de la revolución y la toma del poder político por los bolcheviques,
se dieron el nombre de Partido Comunista de Todas las Rusias. Finalmente, en
1952 se adoptó la denominación de Partido Comunista de la Unión Soviética.

En 1919 fue fundada por Lenin la Tercera Internacional, que tomó el nombre de
Internacional Comunista (Komintern). Los partidos que se unieron a ella adoptaron
la denominación de comunistas. La Tercera Internacional fue disuelta en 1943.

Tras la segunda guerra mundial, comenzaron a surgir las primeras diferencias en


un movimiento que había sido hasta entonces monolítico. Yugoslavia, se distanció
de al Unión Soviética, y a partir de 1956 se inició un progresivo alejamiento entre
chinos y soviéticos, alejamiento que supuso un golpe definitivo a la unidad de los
partidos comunistas.

En Iberoamérica, el Partido Comunista de Cuba desde 1965, se mantuvo una


línea afín a la de la Unión Soviética.
Surgieron nuevas vías teóricas y políticas en el movimiento comunista, entre ellas
el eurocomunismo, que afirmaba la posibilidad de alcanzar a sociedad comunista
dentro de un marco democrático y fue asumido por Italia, Francia, España y
Japón.

En 1980 el sistema comunista comenzó a descomponerse en la Europa oriental y


en la Unión Soviética. El fracaso se consumó en 1991 con la disolución del Pacto
de Varsovia y con la extensión del estado soviético.

El comunismo mundial:

La relación entre el primer Estado comunista y el resto del mundo fue


problemática. Occidente, un gobierno comunista siempre constituiría una amenaza
y desde su implantación, se intentó destruirlo por la fuerza. El régimen comunista
también necesitaba establecer relaciones comerciales y alianzas con otros países.

Entre 1945 y 1975 el número de países comunistas aumentó espectacularmente,


porque los movimientos revolucionarios comunistas fueron ganando fuerza en
muchos países del Tercer Mundo.

Los rápidos cambios políticos ocurridos en Europa del Este, la URSS y otros
lugares del mundo entre 1989 y 1991 redujeron en forma dramática el número de
regímenes comunistas existentes. Los gobiernos comunistas que aún perduran
siguen leales a las doctrinas de Marx y Lenin, pero difieren en la interpretación de
sus principios, objetivos y forma de gobierno.

10. El socialismo Utópico:

La revolución francesa fue la que favoreció la aparición del socialismo utópico. Los
socialistas utópicos consideraron que la igualdad política resultaría alcanzable
mediante el logro de la económica. Partían de que el hombre en estado natural era
bueno, y que la propiedad era la vida individual y la economía y que todos los
hombres colaborarían libre y voluntariamente.

Estas doctrinas consideraban que era posible alcanzar sus ideales por medio de la
colaboración de los diversos estancamientos sociales. Sin embargo, Babeuf,
encabezó en la revolución francesa un movimiento revolucionario – los iguales-
que defendía la implantación por la fuerza de un régimen popular basado en la
distribución igualitaria de la tierra y de la renta.

El conde Henri de Saint-Simon propuso la hermandad de todos los hombres, y


defendió las intereses entre patronos y obreros.

Charles Fourier, postuló la organización de pequeñas comunidades, denominadas


falansterios, sus miembros realizarían tareas libres y creativas.
Surgieron así diversas comunidades de corta vida, basadas en la autosuficiencia y
el aislamiento, dependían del esfuerzo de sus miembros y de la existencia de un
líder carismático.

Con autoridad a Marx, pensadores políticos formularon el protagonismo de la


clase obrera y su afirmación como una fuerza histórica autónoma. DONDE VA???

11. Diversas opiniones de la doctrina marxista

La Iglesia ha rechazado también las soluciones perversas del colectivismo


marxista, que ahoga la libertad, reprime la iniciativa, reduce la persona humana a
la simple condición de mera pieza de un engranaje, fomenta el odio y termina en el
empobrecimiento que quería superar, y en la más degradante esclavitud.

(Discurso a los habitantes de la favela Lixiao de San Pedro, en Victoria, Brasil, 19


de octubre de 1991.)

La memoria histórica [...] debe acompañarnos para que podamos atesorar la


experiencia de estos interminables decenios en los que también vuestro país ha
experimentado el peso de una férrea dictadura que, en nombre de la justicia y de
la igualdad, ha violado la libertad y la dignidad de las personas y de la sociedad
civil. ¿Cómo ha podido suceder todo esto? El análisis sería complejo. Sin
embargo, me parece que puedo decir que entre las razones no últimas se
encuentra el ateísmo militante en el que se inspiraba el marxismo: una ateismo
ofensivo incluso contra el hombre, a cuya dignidad arrebata el fundamento y la
garantía más sólida. A este error se añadían otros, como la concepción
materialista de la historia la visión ásperamente conflictiva de la sociedad, el papel
"meceánico" atribuido al partido único, señor del Estado. Todo convergía para que
este sistema nacido con la presunción de liberar al hombre terminase por
convertirlo en esclavo.

(Discurso a los intelectuales en Vilnius, Lituania, 5 de septiembre de 1993)

Porque tenían miedo de la libertad, los ideólogos transformaron una puerta en un


muro. Precisamente en este punto de Berlín, simultáneamente punto de
conjunción de Europa y punto de división artificial entre el Este y el Oeste,
precisamente en este punto se ha manifestado a todo el mundo el rostro
despiadado del comunismo, al cual resultan sospechosos los deseos humanos de
libertad y de paz. Teme, sobre todo la libertad de espíritu.

(Discurso en la puerta de Brandeburgo, Berlín, en la ceremonia de despedida de


su viaje a Alemania, 23 de junio de 1996)

En un discurso a Moscú el 1 de enero de 1991, Boris Yeltsin dijo: "Nuestro país no


ha tenido suerte...Se decidió realizar este experimento marxista en nosotros...Y
simplemente nos empujo fuera del camino de los países civilizados...Al final
demostramos que estas ideas no tienen cabida en ninguna parte."

12. Socialismo

Concepto:

Se llama socialismo a un conjunto de teorías socioeconómicas basadas en la


socialización de los sistemas de producción y en el control estatal de los sectores
económicos. Este movimiento abarca el comunismo y anarquismo, y a distintas
prácticas políticas que tienen en común abolir las diferencias y conflictos entre
clases.

Cabe rescatar, que está ligado al desarrollo de la industrialización y al movimiento


obrero.

Su término comenzó a ser utilizado en forma habitual en la primera mitad del siglo
XIX por los intelectuales radicales.

Desde la antigüedad han existido teorías de características socialistas que, no


eran conocidas con esta denominación. Se trató solamente de pensamientos
aislados y determinados por las eternas pretensiones de justicia y sin posibilidades
reales de concreción. Para que hiciera su aparición el socialismo moderno,
aproximadamente tal cual hoy lo conocemos, hacía falta una evolución en las
técnicas de producción y un cambio en las formas de la actividad económica. Este
fenómeno lo configuró la revolución industrial originada en Gran Bretaña. Origino
un nuevo tipo de sociedad dividida básicamente en 2 clases: la burguesía y
proletariado. La burguesía conquistó el poder político en Francia con la revolución
de 1789 y después en otros países. El poder de esta, se afianzó al mismo tiempo
en que se proclamaban los principios liberales de libertad, propiedad privada e
igualdad política.

Las diferentes teorías socialistas surgieron como reacción contra esta situación,
con la idea de conseguir la armonía social mediante la transferencia de la
propiedad de los medios de producción a la comunidad. Las consecuencias serian
la abolición del trabajo asalariado y una gestión socializada en cuanto a la acción
económica con el objeto de adecuar la producción económica a las necesidades
de la población.

Algunos teóricos socialistas postularon la revolución violenta como medio para


alcanzar la nueva sociedad, mientras que otros, como los socialdemócratas,
consideraron que las transformaciones políticas debían realizarse de forma
progresiva y dentro del marco de los sistemas democráticos y de la economía
capitalista o del mercado.
Dentro de estos pueden ser considerados como pioneros Babeuf, con su
Conspiración de los Iguales durante la Revolución Francesa y los denominados
utópicos, entre los que sobresalieron Claude Henri y Francois Charles Fourier en
Francia y Robert Owen en Inglaterra que se oponían al capitalismo por razones
éticas y prácticas. Según ellos, el capitalismo constituía una injusticia: explotaba a
los trabajadores, los degradaba, transformándolos en máquinas o bestias y
permitía a los ricos incrementar sus rentas y fortunas aún más mientras los
trabajadores se hundían en la miseria. Mantenían también que el capitalismo no
proporcionaba trabajo a toda la población y generaba lujos, en vez de satisfacer
necesidades.

Dentro del socialismo se encuentra una rama llamada Socialismo Utópico, el cual
intento crear comunidades económicas basadas en los principios socialistas. De
los utópicos se han desprendido distintas corrientes a la vez que otros pensadores
y organizaciones activistas que actuaron en el siglo XIX. Esta generación posterior
está representada, entre otros, por Louis Blanc, Blanqui, y Proudhon en Francia y
por el movimiento cartista en Inglaterra, que fue el primero en introducir las ideas
de democracia, igualdad y colectivismo en una agrupación obrera de envergadura.

De esta etapa surgen algunas conclusiones:

1. Que el socialismo como organización vinculada y fundada en base a la


clase obrera es de origen inglés
2. Que el socialismo como filosofía, crítica de la sociedad capitalista, que a la
vez constituye un conjunto de propuestas para la construcción de un nuevo
ordenamiento económico y social, es una creación francesa.
3. Que los pensadores socialistas de esta etapa no produjeron un diagnostico
certero del carácter del capitalismo, fundamentalmente al plano político
moral, intentando convencer a la clase burguesa de las ventajas que
significarían para la sociedad la adopción de medidas socialistas; creían
que la sociedad humana alcanzaría un alto grado de perfección con el
socialismo y que, si esta convicción era transmitida a la clase dirigente, la
transformación se podría producir.

13. El socialismo desde el punto de vista marxista

Carlos Marx y Engels crearon una doctrina sólida basada en la síntesis de la


filosofía helegiana, la economía clásica británica y el socialismo francés. Marx
consideró la sociedad como un todo estructurado en el que los elementos
determinantes eran los factores y relaciones de producción y la lucha de clases y
vio en la revolución violenta el único medio para imponer la dictadura del
proletariado, un nuevo orden que habría de conducir a una sociedad justa,
igualitaria y solidaria. Marx denomino a su doctrina socialismo científico y
considero utópicas las anteriores teorías socialistas. El marxismo conceptúa al
socialismo como el resultado inevitable de las leyes que condicionan el desarrollo
del capitalismo.
Marx y Engels evitaron intencionalmente definir el socialismo, al que,
fundamentalmente lo presentan como una negación del sistema capitalista en el
que el proletariado sería sujeto y el objeto del cambio revolucionario. Se trata de
transformar el modo de producción capitalista en uno socialista. Para ello es
necesario abolir la propiedad privada de los medios de producción.

Marx y Engels, ni ningún socialista, hablaron de abolir la propiedad privada de uso


particular. Solamente se socializará la que es utilizada como instrumento para
explotar a otros hombres. El socialismo pretende ser el único sistema que puede
asegurar a todos el acceso a una vivienda digna. Este será el punto de partida del
desarrollo socialista.

El objetivo más importante del funcionamiento del socialismo fue expuesto por
Marx en su obra "Crítica del Programa de Gotha" la cual cita que la táctica del
proletariado debe tener presente en cada etapa de desarrollo dos partes:

Una parte, aprovechando las épocas de estancamiento político para desarrollar la


conciencia, la fuerza y la capacidad combativa de la clase de avanzada y por otra
parte, encauzando toda esta labor de aprovechamiento hacia el "objetivo final" del
movimiento de dicha clase.

Esto es lo que permitiría entrar en la segunda etapa, la de la realización


comunista. En ella desaparecerá el estado, instrumento que era resabio de las
épocas en que la sociedad estaba dividida en clases y se utilizaba para asegurar
el dominio de los explotadores sobre los explotados. En esta etapa inicial del
socialismo, fue necesario su mantenimiento para consolidar el triunfo
revolucionario y la abolición de las clases sociales. Ahora, con la extinción de
éstas, ya no será necesario y deberá ser reemplazado por otro instrumento que
solamente se encargue de la administración de las cosas. Se impondrá la
creatividad humana, el hombre valorará su doble condición de individuo y de
miembro de la sociedad, lo que posibilitará e impulsará el crecimiento de los dos
términos. Los seres humanos serán valorados por una doble condición: capacidad
y necesidad.

En la etapa comunista no se establecerán separaciones entre trabajadores


manuales e intelectuales, entre hombres de campo y de ciudad entre hombres y
mujeres, etc. La fórmula distributiva será la siguiente: " de cada cual según su
capacidad y a cada cual según se necesidad"

El beneficio personal se logra por medio, no sólo del trabajo, sino de la


especulación. Además los seres humanos que viven en el capitalismo, no se ven
como tales sino en función de las cosas que poseen o de las que quieren
alcanzar, para lo cual los otros hombres no son más que meros instrumentos.

No se puede concebir una sociedad en la que para producir se empleen máquinas


que trabajan automáticamente y se mantengan las relaciones de explotación que
caracterizan al binomio capitalistas-trabajadores. El momento en el que el
capitalismo haya desarrollado todas las fuerzas productivas, indicará el tránsito
hacia la sociedad socialista.

El socialismo se implanta también en las naciones subdesarrolladas. Aquí juegan


otros factores: la oportunidad política, las condiciones extremas de miseria que las
hacen posible, un grupo revolucionario eficaz, coyunturas internacionales
favorables, etc. Sin embargo, en otros casos, la aplicación del socialismo, pese al
apoyo mayoritario de la sociedad, costará esfuerzos mayores.

Marx llamo socialismo a la fase inferior de la sociedad comunista. En


consecuencia es comprensible por qué muchos partidos que se llaman comunistas
como el PCUS actúan en una república denominada socialistas hacen referencia a
líderes como Lenin, conocido como comunista, o se refieren al comunismo como
objetivo final.

Del marxismo, o socialismo científico, se han derivado distintas corrientes que se


denominan socialistas o comunistas, o en otros casos adoptan el nombre de su
teórico principal. A la mayoría se las puede incluir en el socialismo científico o
marxismo.

14. Social democracia

La social democracia ha privilegiado la metodología democrática para implantar el


socialismo. Lograría reformas que posibilitarían a la clase obrera un mejor nivel de
vida e irían llevando la sociedad hacia el socialismo. En la actualidad la social
democracia influye en Europa occidental, pues en su organización hay miembros
de América del Norte, América Latina, Asia y África.

La social democracia, pese a sus iniciales declaraciones ortodoxas, ha privilegiado


la metodología democrática para implantar el socialismo. Además lograría
reformas que posibilitarían a la clase obrera un mejor nivel de vida e irían llevando
la sociedad hacia el socialismo. En la actualidad la social democracia influye en
Europa occidental, aunque en su organización hay miembros de América del
Norte, América Latina, Asia y Afrecha. En el caso de Europa occidental, esta ha
abandonado la dictadura del proletariado para insertarse en la lucha parlamentaria
y así acercarse a la socialdemocracia.

Otras ramas son:

Trotskismo: Su inspirador fue León Trotski. Es una corriente considerada como


marxista clásica. Su teoría de la revolución permanente es fundamental.

Trotski consideraba que la transición al socialismo debía realizare por medio de


diferentes conmociones: económicas, políticas y sociales. Esta se radicaría en
diferentes estructuras sociales y niveles y en diversas coyunturas históricas. La
revolución debe comenzar en una nación y luego se extenderá al ámbito
internacional de acuerdo a las distintas coyunturas históricas y realidades
socioeconómicas.

Trosky introduce una democratización de la dictadura del proletariado. Esta en la


industria, tendrá el control y la gestión de la producción por medio de comités de
fábricas, y en el consumo deberán controlar la distribución y precio de los
productos.

En Argentina existen dos partidos troskianos: el MAS (movimiento al socialismo) y


el PO (el partido obrero).

Maoismo: fundamentado en el pensamiento de Mao tse-tung. Esta adaptado a una


revolución prolongada en la que se va destruyendo progresivamente la sociedad
anterior, se va construyendo el socialismo. Según Mao es imposible aplicar el
socialismo si que el hombre acompañe previamente su evolución. El campesinado
esta determinado por una estructura económica agraria.

En Argentina su influencia es escasa y estuvo remitida a la década de 60 cuando


se fundo el actualmente extinguido Partido Comunista Revolucionario, surgido del
Partido Comunista argentino

15. Bibliografía

Diccionario Enciclopédico
Enciclopedia Encarta
www.geocities.com/CapitolHill/Senate/3035/lenKM.txt
http://www.sigloxxi.org/david.htm
www.geocities.com/SunsetStrip/Studio/2982/socialismo.html
http://members.tripod.com/hnreference/diccionario/marxismolennismo.html
http://ekeko.rcp.net.pe/IAL/vm/bec/extext/cents02.htm

Los Fundamentos del Marxismo


Publié le 12 mars 2009 par Critique Sociale

El marxismo es un pensamiento crítico, pero no un « sistema »: « Nunca he


establecido un sistema socialista« , escribía Karl Marx en sus notas críticas sobre
Adolphe Wagner (1880). El marxismo es un análisis de la evolución del mundo tal
como es, un método que debe vincular íntimamente práctica y teoría.

He aquí los principales fundamentos del marxismo:

* La oposición a un sistema económico desigual, basado en la alienación, la


explotación de la mayoría (a través del sistema del salariado), y dirigido hacia la
consecución del beneficio para algunos, y no hacia la satisfacción de las
necesidades de todos. Se trata del capitalismo, pero se pueden obviamente
imaginar otros sistemas que presentan similares características esenciales, a los
cuales los marxistas se opondrían igualmente.
Para la transformación de la sociedad, el marxismo considera necesario un
proceso revolucionario que permita llegar a una sociedad basada en la
cooperación y la gratuidad.

* « La emancipación de los trabajadores debe ser la obra de los propios


trabajadores« . Éste es un principio inherente al verdadero marxismo, que implica
la democracia y la autoemancipación; así como que la democracia es elemento
fundador indispensable para una nueva sociedad (a la que se denomina
socialismo o comunismo). Sociedad que debe construirse liberada de las diversas
formas de dominación.

* El internacionalismo, que es, a la vez, la constatación del interés común de los


trabajadores del mundo entero y de la necesidad de la lucha a escala mundial, y el
objetivo de la superación de las naciones hacia una comunidad humana mundial.

* El conocimiento y el análisis de la Historia (concepción materialista de la


historia).

* La constatación de la existencia de clases sociales que dividen a los hombres y a


las mujeres en distintos segmentos de población; la constatación de las profundas
desigualdades e injusticias entre esas clases; y la constatación de que mientras
exista la división de la sociedad en clases, habrá luchas entre esas clases (lucha
de clases).
En consecuencia, mientras participan actualmente en la lucha de clases de los
trabajadores, los marxistas militan por una reorganización de la sociedad
destinada a acabar con esa división clasista.

* El libre ejercicio del espíritu crítico. « Duda de todo« , decía Marx, siendo el
objetivo conocer la realidad tal como es, para comprenderla mejor y así
transformarla.

Estos principios, o algunos de ellos, pueden perfectamente ser compartidos por


otras teorías políticas y sociales: si es el caso, ¡obviamente tanto mejor! El
marxismo no pretende aislarse, todo lo contrario: el objetivo es contribuir a la
constitución de un movimiento del conjunto de la sociedad para crear « una
asociación donde el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo
de todos » (Karl Marx, Manifiesto Comunista).

Economía
El marxismo en la práctica aboga por una completa intervención del Estado en el
mercado y por la abolición de la propiedad privada para individuos y sociedades.
Es una economía centralmente planificada que pretende acabar con las clases
sociales, haciendo a todos iguales económicamente, pero para ello, en lugar de
"distribuir equitativamente" la riqueza, los empobrece a todos concentrando el
capital en manos del gobierno, lo que constituye un "capitalismo de Estado".

No obstante, dentro de la teoría marxista, existe una segunda fase hipotética hacia
la consecución de la 'sociedad comunista', en la que se llegaría a un equilibrio
económico, parecido al que existe hoy en día en el capitalismo, que no requeriría
de intervención estatal alguna. Es a lo que se le ha llamado una especie de
equilibrio económico buscado.

La imposibilidad práctica de alcanzar esta hipotética fase ha motivado a los


marxistas a incorporar en su discurso apologético la afirmación de que el
comunismo nunca se ha constituido como régimen económico, y que por ello,
regímenes como la URSS, el estalinismo o el castrismo en Cuba, no representan
al verdadero comunismo, y en su lugar reivindican a figuras como Trotsky y
Ernesto Guevara.

Aparente oposición al capitalismo

Según el marxismo, una minoría ilustrada en la sociedad capitalista es la única


que tiene acceso al conocimiento y dicho conocimiento es el único que puede o
dominar si se trata de las clases que detentan el poder económico o ser utilizado
como combustibles sociales para conducir a la sociedad marxista.

Los sectores burgueses son los que dentro de esta teoría conducen a la dictadura
del proletariado y son a su vez los mismos que llevaron las teorías comunistas a
los proletarios.

A pesar de que el marxismo surgió como una crítica o antítesis del capitalismo, y
ante la opinión pública en general suele presentarse como una ideología o sistema
opuesto a él, en realidad comparten bases doctrinales materialistas y ambos
buscan la desaparición del Estado, aunque por distintos medios. Además, Marx y
posteriormente la Revolución Rusa, fueron financiados, al igual que otros
revolucionarios, por banqueros judeo-norteamericanos de Wall Street y de la
banca Británica.[2]

Dictadura del proletariado


Artículo principal: Dictadura del proletariado
Cartel de propaganda marxista. Marx, Engels, Lenin y Stalin.

La dictadura del proletariado, concebida por Marx como la forma pseudo-


parlamentaria de la Comuna de París, basada en una especie de pluralismo
político, que realizaría la transformación de la sociedad.

De acuerdo con Lenin, "marxista es sólo aquel que extiende el reconocimiento de


la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado".

La dictadura del proletariado no es, para Marx, más que la conquista del Estado
por parte del proletariado que, organizado en clase políticamente dominante,
alcanza en su primera fase el Estado Interventor y la supresión de todas las
clases.

El primer paso de la revolución obrera es el ascenso el proletariado a clase


dominante... El proletariado utilizará su dominio político para arrancar poco a poco
a la burguesía todo el capital y concentrar todos los instrumentos de producción en
manos del Estado, es decir, del proletariado organizado en clase dominante.

Lenin, en El Estado y la Revolución confirma la tesis marxista:

El proletariado tiene necesidad del Estado sólo por un cierto tiempo. En cuanto a
la supresión del Estado como meta, no nos diferenciamos en ese punto
completamente de los anarquistas. Afirmamos que para alcanzar esta meta, es
indispensable utilizar temporalmente contra los explotadores, los instrumentos, los
medios y los procedimientos del poder político, así como es indispensable, para
suprimir las clases instaurar la dictadura temporánea de la clase oprimida... Pero
el Estado no está todavía enteramente muerto, porque lo salvaguarda aún el
"derecho burgués", que consagra, de hecho, la desigualdad. Para que el Estado
perezca completamente, es necesario el advenimiento del comunismo total.
Materialismo histórico y materialismo dialéctico

El materialismo es la ideología, opuesta al espiritualismo y al idealismo, que


reduce todo fenómeno existente como producto de la materia, otorgándole así
mayor importancia al mundo material.

El estudio y la interpretación materialista dialéctica de la Historia es el objetivo


fundamental de la actividad marxista porque considera que los pueblos van
haciendo su Historia pero no son conscientes de ella.

Lo anterior no significa que la historia sólo cuente el desarrollo de las fuerzas


productivas, es decir el desarrollo de los modos o formas de producir que hacen
evolucionar al hombre; lo que quiere decir es que las fuerzas productivas son los
hechos históricos básicos. Por tanto la historia tiene un fundamento real en la
infraestructura o economía (determinada por la naturaleza material), y no es una
mera narración o exaltación de figuras históricas. Por esta razón el materialismo
histórico, (interpretación dialéctica de la historia) y el materialismo dialéctico
(interpretación dialéctica de la naturaleza), (por lo que según los marxistas) son las
dos vertientes de la única visión científica de la naturaleza y del hombre.

El materialismo histórico:

Es La concepción (que) parte de la tesis de que la producción, y tras ella el cambio


de sus productos, es la base de todo orden social; de que en todas las sociedades
que desfilan por la historia, la distribución de los productos, y junto a ella la división
social de los hombres en clases o estamentos, es determinada por lo que la
sociedad produce y cómo lo produce y por el modo de cambiar sus productos.
Según eso, las últimas causas de todos los cambios sociales y de todas las
revoluciones políticas no deben buscarse en las cabezas de los hombres ni en la
idea que ellos se forjen de la verdad eterna ni de la eterna justicia, sino en las
transformaciones operadas en el modo de producción y de cambio; han de
buscarse no en la filosofía, sino en la economía de la época de que se trata.

Karl Marx, Del socialismo utópico al socialismo científico de 1880.

Para Marx no existe, por lo tanto, la naturaleza por un lado y la sociedad por otro.
La naturaleza es la totalidad de lo existente y, al mismo tiempo, un momento de la
praxis humana.[3]

Es así como marx agrega: "La propiedad del hombre sobre la naturaleza tiene
siempre como intermediario su existencia como miembro de una comunidad,
familia, tribu, etc., una relación con los demás hombres que condiciona su relación
con la naturaleza".
el comportamiento obtuso de los hombres frente a la naturaleza condiciona su
comportamiento obtuso entre sí.

A lo que agregaría:

El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social


política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su
ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.

Karl Marx, Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859).

Lucha de clases
Artículo principal: Lucha de clases

El análisis marxista de las clases sociales considera que la sociedad capitalista se


divide principalmente en dos clases:

 La clase trabajadora o proletariado. Marx definió a esta clase como "los


individuos que venden su mano de obra y no poseen los medios de
producción", a quienes consideraba responsables de crear la riqueza de
una sociedad (edificios, puentes y mobiliario, por ejemplo, son construidos
físicamente por miembros de esta clase; también los servicios son
prestados por asalariados). El proletariado puede dividirse, a su vez, en
proletariado ordinario y lumpenproletariado, los que viven en pobreza
extrema y no pueden hallar trabajo lícito con regularidad. Éstos pueden ser
prostitutas, mendigos o indigentes.

 La burguesía. La que posee los medios de producción y emplean al


proletariado. La burguesía puede dividirse, a su vez, en la alta burguesía y
la pequeña burguesía: quienes emplean la mano de obra, pero que también
trabajan. Éstos pueden ser pequeños propietarios, campesinos
terratenientes o comerciantes.

Para Marx, el comunismo sería una forma social en la que la división en clases
habría terminado y la estructura económica sería producto de "la asociación de los
productores libres", y el producto social se distribuiría según el criterio "de cada
cual según su capacidad; para cada cual según sus necesidades".

Algunos pensadores socialistas opinaban que la clase trabajadora debía


apropiarse del Estado capitalista existente y convertirlo en un Estado
revolucionario obrero que implantaría las estructuras democráticas necesarias
para luego marchitarse. Cabe mencionar que Lenin en su obra El Estado y la
Revolución explica que el estado burgués debe ser destruído para luego instaurar
un Estado revolucionario y que sería este estado quien se extinguiría conforme
desaparezcan las contradicciones de clase (El Estado y la Revolución). Por otro
lado, otros pensadores socialistas como Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin,
compartiendo la idea de la lucha de clases, afirmaron que el Estado o cualquier
forma de autoridad y centralización de poder, per se, era el problema (político-
económico), y que destruirlo debía ser el objetivo de toda actividad revolucionaria.
Esta dictomía frente al Estado marcó la división definitiva entre marxistas y
anarquistas.

Doctrina de Odio

Toda la filosofía marxista se basa así, en última instancia, en alimentar el odio, la


envidia y el resentimiento de las clases bajas contra las clases altas, y toda acción
violenta y sangrienta para alcanzar el ideal revolucionario en el cual el orden debe
invertirse para que las clases bajas tomen el poder, está justificada.

El 26 de junio de 1918, Lenin escribe a Zinoviev: "No hay que vacilar en golpear
con el terror de masas a los diputados de los soviets, cuando se trata de pasar a
los actos".

En Krasnyi Metch ("La daga roja"), órgano de la Cheka de Kiev, podía leerse en
agosto de 1919: "Nuestra moralidad no tiene precedente, nuestra humanidad es
absoluta, porque descansa sobre un nuevo ideal: destruir cualquier forma de
opresión y violencia. Para nosotros todo está permitido, pues somos los primeros
que en el mundo han levantado la espada no para oprimir y esclavizar, sino para
liberar a la humanidad de sus cadenas […] ¿La sangre? ¡Que la sangre corra a
mares!"

Desaparición del Estado burgués y del Estado proletario

El Estado del proletario, según el marxismo, es un semi-Estado porque el Estado


integral es el burgués. Incluso este semi-Estado, según los marxistas, debe a su
vez morir de muerte natural. Quieren la destrucción del Estado burgués, pero
asimismo la conquista del Estado por el "proletariado", que es el único que
conducirá a la sociedad comunista.

Al contrario del marxismo, el anarquismo, busca la extinción del Estado mediante


la revolución social y la constitución de un orden nuevo autonomista-federal.

Los marxistas le critican a los anarquistas su deseo de abolir el estado de un día


para otro. Ya que la evolución que llevará a la sociedad comunista, sólo puede ser
conducida gradualmente ya que sucederá por leyes materialistas.
Marx y Engels profetizaron claramente la desaparición del Estado, y esto explica la
posibillidad que existió en el seno de la Primera Internacional una convivencia
política entre socialistas marxistas y socialistas bakuninistas, convivencia que
hubiese sido imposible sin aquella coincidencia básica.

Engels, por su parte, afirmaba:

El Estado desaparecerá inevitablemente junto con las clases. La sociedad, que


reorganiza la producción sobre la base de la asociación libre de todos los
productores en pie de igualdad, relegará la máquina gubernativa al puesto que le
corresponde: el museo de antigüedades, junto a la rueda y el hacha de bronce.

Esta teoría de la extinción del Estado, básica en el libro de Lenin "El Estado y la
revolución" fue tomada de Engels, que en La subversión de la ciencia por el señor
Eugen Duhring, dice:

El proletariado toma el poder del Estado y transforma inmediatamente los medios


de producción en propiedad del Estado. Por este acto se destruye a sí mismo en
tanto que proletariado. Elimina las diferencias de clases y todas las
contradicciones de clases, y al mismo tiempo incluso al Estado en cuanto Estado.

Marx escribía en La miseria de la filosofía:

La clase trabajadora sustituirá en el curso de su desarrollo la antigua sociedad por


una asociación que excluirá las clases y su antagonismo. No habrá ya poder
político propiamente dicho, pues el poder político es precisamente el resumen
oficial del antagonismo en la sociedad civil.

El marxismo alcanzó su expresión más sistemática en su obra más importante, El


Capital, crítica de la economía política.

Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX,
como Louis Althusser, Toni Negri o Miguel Abensour han señalado en la obra de
Marx, el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza.

Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han apelado al
marxismo como base intelectual de sus políticas, que pueden ser radicalmente
distintas y opuestas. Una de las mayores divisiones ocurrió entre los
socialdemócratas, que alegaban que la transición al socialismo puede ocurrir
dentro de un sistema pluripartidista, democratico y capitalista, y los comunistas,
que alegaban que la transición a una sociedad socialista requería una revolución.
La socialdemocracia resultó en la formación del Partido Laborista (Reino Unido) y
del Partido Socialdemócrata de Alemania, entre otros partidos; en tanto que el
comunismo resultó en la formación de varios partidos comunistas; en 1918 en
Rusia, previo a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,
dimanan dos partidos del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia: el Partido
Comunista, formación comunista, y el Partido Social Demócrata de Rusia, de
tendencia socialdemócrata.

Aún sigue habiendo muchos movimientos pseudo revolucionarios y partidos


políticos en todo el mundo, desde el final de la Unión Soviética, aunque el
internacionalismo obrero ha sufrido una grave crisis. Aunque hay partidos
socialdemócratas en el poder en varias naciones de Occidente, hace mucho que
se distanciaron de sus lazos históricos con Marx y sus ideas. En la actualidad en
Laos, Vietnam, Cuba, la República Popular China y Moldavia hay en el poder
gobiernos que dicen ser marxistas. Países que viven en la miseria total.

Diferencias con el anarquismo

Tanto la tesis marxista, como la anarquista, comparten el deseo de abolir el


Estado, pero los medios para conseguirlo son diferentes. Ninguna de estas tesis
ha visto la realización de este ideal ya que es impracticable, aunque sólo el
neoliberalismo se ha aproximado a la desaparición del Estado al concentrar el
poder en el mercado. Por esta razón las teorías marxistas acerca de su desarrollo
han variado entre sus distintas vertientes.

La diferencia entre los marxistas y los anarquistas consiste en lo siguiente:

1. Los marxistas, incluso proponiéndose la destrucción completa del Estado,


no la creen realizable sino después de la destrucción de las clases por obra
de la revolución socialista, como un resultado del advenimiento del
socialismo, que terminará con la extinción del Estado; los anarquistas
quieren la completa supresión del Estado de un día para otro, sin
comprender cuáles son las condiciones que, según los marxistas, la
posibilitarían.
2. Los marxistas proclaman la necesidad para el proletariado de la apropiación
del poder político, de destruir enteramente la vieja máquina estatal y
sustituirla por una nueva, consistente en la organización de los trabajadores
armados, al estilo de la Comuna: los anarquistas, reclamando la
destrucción de la máquina estatal, no saben exactamente "con qué cosa"
será sustituida, por el proletariado, ni "qué uso" hará éste del poder
revolucionario; llegan hasta repudiar cualquier uso del poder político por
parte del proletariado revolucionario y rechazan la dictadura revolucionaria
del mismo.
3. Los marxistas buscan preparar al proletariado para la revolución empleando
en su beneficio el Estado moderno, y los anarquistas rechazan este
método.

De acuerdo con esta tesis, la destrucción del Estado, como a su vez de la


dictadura del proletariado, acontecerá como consecuencia natural, únicamente por
medio de los designios de las fuerzas ciegas de la materia.

Religión

El marxismo es opuesto a todas las religiones, por lo que es una doctrina


fundamentalmente atea. Marx escribió al respecto que la religión es el opio del
pueblo. La fundamentación filosófica del rechazo de la religión ha sido
desarrollada por el materialismo dialéctico de autores como Engels y Lenin. Su
principal argumento consiste en considerar a la religión como un invento de la
burguesía para controlar y manipular a las clases bajas.

En cualquier caso, ha habido diversos teóricos autodenominados marxistas que


consideran que ser marxista y religioso es compatible. Dentro de ellos se puede
señalar al irlandés James Connolly y sobre todo a diversos autores dentro de la
Teología de la liberación como Camilo Torres Restrepo, a pesar de la condena de
la carta encíclica Divini Redemptoris de Pío XI contra el marxismo.

Pero la crítica teórica hacía cualquier religión se basa en que ésta es concebida
como el resultado de la producción de la superestructura de la sociedad, es decir,
de la fabricación de fundamentos ideológicos que se hace una sociedad sobre sus
propios modos de producción ecónomicos. Así, para el marxismo, la religión
siempre es una concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar y sustentar
la estructura ecónomica existente.

Los textos marxistas donde se puede encontrar información sobre la concepción


marxista de la religión son: La ideología alemana de Karl Marx y Friedrich Engels y
La Filosofía como arma de la revolución de Louis Althusser.

Las raíces filosóficas del marxismo

Marx tuvo dos grandes influencias filosóficas: la de Feuerbach, que le aportó y


afirmó su visión materialista de la historia, e indudablemente la de Hegel que
inspiro a Marx acerca de la aplicación de la dialéctica al materialismo. Aunque
para su trabajo de disertación doctoral eligió la comparación de dos grandes
filósofos materialistas de la antigua Grecia, Demócrito y Epicuro, Marx ya había
hecho suyo el método hegeliano, su dialéctica. Ya en 1842 había elaborado su
Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel desde un punto de vista materialista.

Pero a principios de la década del 40, otra gran influencia filosófica hizo efecto en
Marx: Feuerbach. Especialmente con su obra La esencia del cristianismo. Tanto
Marx como Engels abrazaron la crítica materialista de Feuerbach al sistema
hegeliano, aunque con algunas reservas. Según Marx, el materialismo
feuerbachiano era inconsecuente en algunos aspectos, idealista. Fue en las Tesis
sobre Feuerbach (Marx, 1845) y La ideología alemana (Marx y Engels, 1846)
donde Marx y Engels ajustan cuentas con sus influencias filosóficas y establecen
las premisas para la concepción materialista de la historia.

Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir contradictorio que reflejaba el


autodesarrollo de la Idea Absoluta, en Marx son el desarrollo de las fuerzas
productivas y de las relaciones de producción las que determinan el curso de la
historia, la base del desarrollo político, cultural, ideológico. Para los idealistas la
historia era el desarrollo de las ideas. Marx expone la base material de esas ideas
y encuentra allí el hilo conductor del devenir histórico. Marx resume la génesis y
sintetiza su concepción materialista de la historia en Contribución a la crítica de la
economía política (1859):

el primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una
revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción
apareció en 1844 en los "Anales francoalemanes", que se publicaban en París. Mi
investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como
las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada
evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las
condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el
precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de
"sociedad civil", y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la
economía política. En Bruselas a donde me trasladé a consecuencia de una orden
de destierro dictada por el señor Guizot proseguí mis estudios de economía
política comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez
obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la
producción social de su vida los hombres establecen determinadas
relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de
producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus
fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre
la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que
corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de
producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social
política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que
determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su
conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas
materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de
producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con
las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De
formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en
trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base
económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa
superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay
que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones
económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las
ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o
filosóficas, en un a palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren
conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no
podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar
tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que , por el
contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida
material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las
relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se
desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás
aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las
condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia
sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los
objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que
estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando,
las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos
designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la
sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno
burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica
del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo
individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de
vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la
sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la
solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la
prehistoria de la sociedad humana.

En su labor política y periodística Marx y Engels comprendieron que el estudio de


la economía era vital para conocer el devenir social. Fue Marx quien se dedicó
principalmente al estudio de la economía política una vez que se mudó a Londres.
Marx se basó en los economistas más conocidos de su época, los británicos, para
recuperar de ellos lo que servía para explicar la realidad económica y para superar
críticamente sus errores.
Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y
las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta
disciplina se dividió en dos.

Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el


origen de la riqueza era el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el
plustrabajo no retribuido a los trabajadores en sus salarios. Aunque ya había
escrito algunos textos sobre economía política Trabajo asalariado y capital de
1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política de 1859, Salario, precio y
ganancia de 1865) su obra cumbre al respecto es El Capital.

El Capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera
edición es de 1867) estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer
volumen, y particularmente su primer capítulo (Transformación de la mercancía en
dinero), se encuentra el núcleo del análisis marxista del modo de producción
capitalista. Marx empieza desde la "célula" de la economía moderna, la
mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor
de cambio. A partir del análisis del valor de cambio, Marx expone su teoría del
valor, donde encontramos que el valor de las mercancías depende del tiempo de
trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor de cambio, esto es, la
proporción en que una mercancía se intercambia con otra, no es más que la forma
en que aparece el valor de las mercancías, el tiempo de trabajo humano abstracto
que tienen en común. Luego Marx nos va guiando a través de las distintas formas
de valor, desde el trueque directo y ocasional hasta el comercio frecuente de
mercancías y la determinación de una mercancía como equivalente de todas las
demás (dinero).

Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza
la abstracción para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las leyes
fundamentales de su movimiento. Luego desanda ese camino, incorporando
paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de determinación concreta y
proyectando los efectos de dicho estrato en un intento por llegar, finalmente, a una
explicación integral de las relaciones concretas de la sociedad capitalista
cotidiana. En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario la herencia de
Hegel.

La crítica de Marx a Smith, Ricardo y el resto de los economistas burgueses


residen en que su análisis económico es ahistórico (y por lo tanto, necesariamente
idealista), ya que toman a la mercancía, el dinero, el comercio y el capital como
propiedades naturales innatas de la sociedad humana, y no como relaciones
sociales productos de un devenir histórico y, por lo tanto, transitorias. Junto con la
teoría del valor, la ley general de la acumulación capitalista, y la ley de la baja
tendencial de la tasa de ganancia, son otros elementos importantes de la
economía marxista.
Revoluciones y gobiernos inspirados en el marxismo

La revolución de octubre de 1917, encabezada por los bolcheviques (cuyas figuras


principales eran Vladimir Lenin y León Trotsky) fue el primer intento a gran escala
de poner en práctica las ideas socialistas de un Estado obrero. A raíz de la muerte
de Yosif Stalin se comenzó un proceso de progresiva liberalización económica,
que tuvo su culminación con la perestroika.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la ideología marxista, con respaldo militar


soviético, dio origen a partidos comunistas revolucionarios en todo el mundo.
Algunos de estos partidos lograron a la postre tomar el poder y establecer según
ellos su propio Estado marxista. Estas naciones comprendían a la República
Popular China, Vietnam, Rumania, Alemania Oriental, Albania, Polonia, Camboya,
Etiopía, Yemen del Sur y otros.

Muchas de estas naciones que se proclamaron marxistas estaban muy influidos


por el leninismo, lo que llevó a que algunos seguidores de Karl Marx las criticaran,
por considerarlas dictatoriales, dándose un debate entre defensores y detractores.
Los seguidores de las corrientes dentro del marxismo que se opusieron a Stalin se
agruparon principalmente en torno a Trotsky, tendieron a ubicar el fracaso en el
plano del fracaso de la revolución mundial; para que el comunismo, como meta
final del socialismo científico, hubiera triunfado éste tenía que abarcar todas las
relaciones comerciales internacionales que antes había desarrollado el
capitalismo.

En 1991, la Unión Soviética se disolvió y el nuevo Estado ruso ya no se identificó


con el marxismo. Otras naciones del mundo siguieron el mismo camino.
Actualmente el socialismo científico ha dejado de ser una fuerza política
prominente en la política mundial.

Muchos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos académicos


han afirmado fundamentarse en principios marxistas. Ejemplos particularmente
importantes son los movimientos socialdemócratas de la Europa del siglo XX, el
bolchevismo ruso, la Unión Soviética y otros países del bloque oriental como
Vietnam, China bajo el gobierno de Mao Tse Tung, Cuba con Fidel Castro y
Ernesto "Che" Guevara, Santucho y otros revolucionarios en países agrarios en
desarrollo. Estas luchas han agregado nuevas ideas a Marx y, por lo demás, han
transmutado tanto el marxismo que resulta difícil especificar el núcleo de éste.
Actualmente las transformaciones socio-económicas han obligado a repensar al
marxismo en una línea llamada posmarxismo en la cual se encuentran autores
como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.

La crítica liberal

Los miembros de la escuela austríaca fueron los primeros economistas liberales


en criticar sistemáticamente la escuela marxista. Esto fue, en parte, una reacción a
la Methodenstreit (controversia sobre la cuestión del método), cuando atacaron las
doctrinas hegelianas de la escuela histórica. Aunque muchos autores marxistas
han intentado presentar a la escuela austríaca como reacción burguesa a Marx, tal
interpretación es insostenible: Carl Menger escribió sus Principios de economía
casi al mismo tiempo que Marx completaba El capital. Los economistas austríacos
fueron, no obstante, los primeros en enfrentarse directamente con el marxismo, ya
que ambos trataban de asuntos como el dinero, el capital, los ciclos económicos y
los procesos económicos. Eugen von Böhm-Bawerk escribió críticas extensas de
Marx en los años 1880 y 1890, y varios marxistas prominentes (como Rudolf
Hilferding) asistieron a su seminario en 1905-1906.

Posteriormente existió un debate entre Ludwig von Mises (discípulo de Böhm-


Bawerk), quien consideraba que el socialismo era imposible al no existir un
mercado y una todapoderosa Mano Invisible que determinase los precios, y Oskar
Lange, quien defendía una economía socialista con un mercado estatal en la que
los precios fuesen determinados según un método de ensayo y error, hasta hallar
un precio adecuado. La crítica de Mises al marxismo se extendió a la metodología
de interpretación histórica con su crítica al polilogismo clasista. El debate entre
ambos economistas continuó durante varios años, hasta que Oskar Lange afirmó
que Von Mises tenía razón. Sin embargo, años después volvió a modificar su
punto de vista, y defendió la economía soviética asimilando el aporte de Von
Mises al análisis de la acción humana: la praxeología. La respuesta austríaca a los
argumentos de Oskar Lange se vio completada con el análisis de Friedrich Hayek.

Diversos autores marxistas han ofrecido en los años posteriores respuestas a los
argumentos liberales. Mientras que algunos defienden modelos de socialismo de
mercado más refinados que el de Oskar Lange (por ejemplo, David Schweickart),
otros consideran aun que es posible establecer una economía socialista sin
mercado. En este último grupo se puede diferenciar entre los que sostienen que el
método de cálculo en el socialismo debe realizarse según la teoría del valor
trabajo y los que sostienen que el valor trabajo sólo existe en las sociedades
capitalistas. Actualmente la crítica más refinada de la escuela austríaca al
socialismo en todas sus variantes ha sido realizada por Jesús Huerta de Soto en
su libro Socialismo, cálculo económico y función empresarial.

También existe un grupo de socialistas que han dado su apoyo al libre mercado
entre productores. Proponen un socialismo sin planificación colectivista mediante
la combinación de individualismo y supresión de la propiedad privada lockeana.
Sus representantes, varios precursores o representantes del mutualismo, son
Thomas Hodgskin, Pierre-Joseph Proudhon, Benjamin Tucker, Silvio Gesell, Franz
Oppenheimer, y Kevin Carson.
EL MARXISMO Y EL HOMBRE NUEVO

El pensamiento marxista, nutriéndose de toda la obra de creación humana que le


antecedió, sitúa al hombre no sólo como centro de sus preocupaciones filosóficas,
sino que propone las vías para lograr una verdadera existencia humana, y en ese
sentido proyecta la formación de un hombre nuevo, un individuo superior,
plenamente emancipado y desarrollado multifacéticamente en todos sus aspectos,
es decir, perfeccionado espiritual, moral, físico y estéticamente.

El humanismo marxista no se basa en una concepción general abstracta del


hombre, sino en una visión histórica y social, es decir concreta de lo humano;
donde el hombre es, a la vez que creador, resultado de la sociedad en que vive.

Para Marx el hombre es ante todo el conjunto de sus relaciones sociales "... la
esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su
realidad, el conjunto de sus relaciones sociales". Relaciones que no son
puramente espirituales, entre conciencias, sino la unidad de lo espiritual y lo
material, relaciones establecidas a través de la interacción del hombre con la
naturaleza en el proceso de producción y reproducción de su vida material y
espiritual.

Por medio del trabajo el hombre transforma la naturaleza y crea objetos. El


producto es obra humana, proyección u objetivación del hombre. Por medio del
trabajo el hombre pone la naturaleza a su servicio, la humaniza, pero, al mismo
tiempo el hombre se eleva sobre ella, se remonta sobre su ser natural; en una
palabra, se humaniza a sí mismo. Si el trabajo es de este modo, la autoexpresión
del hombre y el proceso de su autodesarrollo, debería ser pues, fuente de
satisfacción para éste, pero pierde esta posibilidad en el proceso de su
enajenación, en la conversión del trabajador en mercancía, efecto de la división
social del trabajo, que en las condiciones de la propiedad privada, lo reduce a una
fracción de hombre.

Marx analiza la relación existente entre propiedad privada y trabajo enajenado. El


trabajo enajenado se vincula con la naturaleza esencial de la propiedad privada y
con su desarrollo, por lo que la liquidación de la propiedad privada en un estadio
dado del desarrollo social- a través de la revolución social del proletariado- implica
simultáneamente la eliminación del trabajo enajenado.

Ya Hegel, en la Fenomenología del Espíritu, había tratado el problema de la


enajenación, visto como un recurso de negación dialéctica que permite un
autoconocimiento del Espíritu Absoluto, en tanto desaparece la relación sujeto-
objeto, para nivelarse en la relación sujeto-sujeto. Para Marx, la enajenación es el
concepto que permite explicar aquellas relaciones que conducen a una forma de
trabajo en la cual queda anulada la libre actividad humana, sustituyendo la función
social del trabajo, orientada hacia el establecimiento de vínculos humanos entre
los hombres, por la cosificación de esas relaciones.

El hombre se afirma como ser humano cuando realiza la actividad de forma libre,
capaz de proporcionar placer y no una actividad forzada. En el capitalismo, donde
la actividad humana se realiza en los marcos de la propiedad privada, la
explotación del trabajo asalariado se convierte en un medio de obtención de
riquezas. Las relaciones entre los hombres pierde su carácter esencialmente
humano y se potencian las necesidades no satisfechas y la descomposición de los
valores espirituales.

En el devenir histórico, la propiedad privada limitó el proceso natural de desarrollo


del individuo, quedando frustradas las posibilidades de revelar libremente sus
capacidades creativas, y el propio proceso del trabajo, dejó de ser un elemento de
reafirmación del hombre en la sociedad. Es por ello que en la sociedad burguesa
el hombre se ve impedido de desarrollar plenamente sus potencialidades
humanas.

Un elemento importante de las reflexiones de Marx, lo constituye la idea acerca de


la necesidad de superar la propiedad privada como causante de la
deshumanización. Feuerbach consideraba la exteriorización de la esencia humana
únicamente como alienación, Marx ve en ella la forma en que se concretan las
fuerzas creadoras del hombre, fuerzas que se alienan sólo en condiciones
determinadas y por tanto de forma transitoria.

Mientras que Feuerbach no toma en cuenta la práctica transformadora del


hombre, Marx define al hombre no sólo en su aspecto genérico, sino
esencialmente en su determinación social, como resultado del medio y como
fuerza esencial de su transformación. Asume de Feuerbach, la idea de que la
alienación constituía la característica de la sociedad deshumanizada, y que la
supresión de ella resultaba una condición necesaria para devolver al hombre sus
condiciones de ser humano, superándolo al sustentar el criterio de que la
transformación de la sociedad exige la supresión del trabajo alienado y esto se
logra con la revolución del proletariado, con el cambio del carácter de las
relaciones de propiedad. En Marx se presenta la definición de la actividad, como
modo específicamente humano de relación entre los hombres, y de éstos con la
naturaleza, en el curso de la cual se forma el hombre y se transforma el mundo.

El hombre creador es analizado por Marx no como un ente abstracto, aislado y


dotado de propiedades innatas, sino como individuo concreto, que encuentra la
medida y el grado de realización de su esencia en el carácter del régimen
socioeconómico en que vive y se desenvuelve.

En la sociedad en que está establecida la división del trabajo (basada en la


propiedad privada), "las actividades espirituales y materiales, el disfrute y el
trabajo, la reproducción y el consumo, se asigna a diferentes individuos, y la
posibilidad de que no caigan en contradicción reside solamente en que vuelva a
abandonarse la división del trabajo" ; por lo que ello genera distribución desigual
del trabajo y de sus productos; o lo que es lo mismo la propiedad, "... división del
trabajo y propiedad privada -escribió Marx- son términos idénticos: uno de ellos
dice, referido a la actividad, lo mismo que el otro, referido al producto de ésta".
Marx hace este planteamiento en el sentido de que la división del trabajo es la que
sirve de base a la división de la sociedad en clases. Quiere decir, que la base
material de la producción mercantil es la división social del trabajo, pero no su
causa, puesto que la causa de la producción mercantil es la propiedad privada
sobre los medios de producción, en tanto aislamiento de los productores.

De esta forma, la división social del trabajo provoca que cada hombre cree con su
trabajo, sólo un fragmento de la cultura humana, el resto de la riqueza de la
humanidad se mantiene para él como algo ajeno, situado fuera de él y que se le
contrapone como una fuerza ajena. Lo que significa que la enajenación del
hombre aumenta en la medida que aumentan las riquezas que él mismo produce y
reproduce con su trabajo, que crea fuera de sí y contra sí.

La división social del trabajo y el nivel de desarrollo logrado por las fuerzas
productivas, a la vez está enlazada estrechamente con el carácter del régimen
social y es un indicador de las relaciones sociales en cuyo ámbito se realiza el
trabajo. Bajo el capitalismo, la división del trabajo se desarrolla de modo
espontáneo, las industrias y producciones se desenvuelven de manera desigual y
no dejan de surgir desproporciones entre ellas. El ahondamiento de la división del
trabajo imprime al proceso de producción un carácter cada vez más social,
mientras que la apropiación de los resultados del trabajo sigue siendo cada vez
más privada. Sólo al cambiar el carácter de esa división se crean las condiciones
para el completo desarrollo del hombre.

Al analizar el planteamiento de Marx y Engels acerca de la eliminación de la


división social del trabajo, aspecto que tratan en varias de sus obras, entendemos
que el mismo está encaminado no a la eliminación de la división del trabajo, sino
al carácter enajenante que le imprime a ésta la existencia de la propiedad privada
sobre los medios de producción. Es necesario analizar la división social del trabajo
como dos lados de un mismo proceso: por un lado el desarrollo de las fuerzas
productivas, su desarrollo, genera el aislamiento de los productores, condicionada
por la existencia de la propiedad privada, por el otro, genera un mayor nivel de
especialización de los productores, lo que hace que cada vez más, para producir
un producto se necesite del trabajo de un mayor número de productores. De todos
modos en el comunismo el individuo tendrá que atender una parte del trabajo
productivo, pero el empleo de forma social y planificada de los medios de
producción y el desarrollo de la ciencia y la técnica, brindarán la posibilidad de
desarrollar todas sus capacidades. Quiere decir que lo que cambia es el carácter
enajenador de la división del trabajo.

La sociedad se adueña de todos los medios de producción y los emplea de forma


social y planificada, de esta forma acaba con el sojuzgamiento a que se ha visto
sometido el hombre bajo el dominio de sus propios medios de producción, y como
condición, debe desaparecer la vieja división del trabajo. Al respecto Engels
plantea:

Su lugar debe ocuparlo una organización de la producción en que, de un lado,


ningún individuo pueda desatenderse de su parte de trabajo productivo, que es
condición natural de toda existencia humana, cargándola sobre otros y en la que,
de otra parte, el trabajo productivo se convierta, de medio de esclavización, en
medio de emancipación del hombre, que brinde a todo individuo la posibilidad de
desarrollar y ejercitar en todos los sentidos todas sus capacidades, tanto físicas
como espirituales, y se transforme de una carga en un goce.

El despliegue de las potencialidades humanas está dado en el contenido social de


toda la realidad, en la realidad humanizada que debe ofrecer la sociedad futura. La
socialización de la propiedad sobre los medios de producción aparece así como
condición indispensable para el progreso de la humanización del hombre, y, por
tanto, para el despliegue de todo su ser social.

La socialización de la propiedad sobre los medios de producción, es ante todo la


socialización de la actividad, la socialización del trabajo, la planificación y dirección
consciente de las fuerzas productivas; "sustituir al individuo parcial, simple
instrumento de una función social de detalle, por el individuo desarrollado en su
totalidad, para quien las diversas funciones sociales no son más que otras tantas
manifestaciones de actividad que se turnan y revelan". Lo que equivale a decir que
debe crearse una generación de productores dueños de sus condiciones de
producción y reproducción, formados y capacitados universalmente, que conozcan
las bases científicas de toda la producción industrial y cada uno de los cuales haya
aprendido prácticamente toda una serie de ramas de la producción desde el
principio hasta el fin.

Para Lenin la expropiación capitalista permitirá un gigantesco desarrollo de las


fuerzas productivas y con ello la eliminación de la vieja división del trabajo. Lo que
no se puede precisar es qué tiempo se empleará para lograr ese desarrollo, ni "la
rapidez con que se llegará a romper con la división del trabajo, a suprimir el
contraste entre el trabajo intelectual y manual, a convertir el trabajo 'en la primera
necesidad vital' ."

La transformación de las fuerzas personales en materiales provocada por la


división del trabajo no puede eliminarse, quitándose de la cabeza la idea acerca
de ella, sino logrando que los hombres sometan bajo su mando estos poderes
materiales y supriman la vieja división del trabajo.

El carácter esencialmente humano de la sociedad futura estará dado en las


posibilidades que tendrá el hombre de desplegar todo su potencial humano,
hacerse verdaderamente un hombre rico, un individuo cuya vida abrace una esfera
de variadas actividades de relaciones prácticas con el mundo, que lleve una vida
multilateral, que su pensamiento tenga el mismo carácter de universalidad que
cualquier otra manifestación de vida de este individuo.
Es decir, para los clásicos del marxismo, la sociedad comunista liquidará la vieja
división del trabajo sustituyéndola por una distribución racional de los diversos
tipos de actividad, una distribución entre individuos, rica y multilateralmente
desarrollada.

El filósofo de la otrora URSS, E.V.Ilienkov, en su obra De ídolos e ideales, al


referirse a esta problemática, considera que un modelo de comunidad organizada
al modo comunista, se puede construir sólo de individuos multilateralmente
desarrollados, un modelo de organización donde el único objetivo de la actividad
humana es aquí el propio hombre, y todo lo demás sin exclusión, se convierte en
medio que por sí mismo no tiene significación alguna. Es por ello que el
comunismo es la única doctrina que contempla la completa liquidación de la
enajenación, manteniéndose como ideal a alcanzar.

El descubrimiento de las leyes del desarrollo social y la consolidación de una


teoría filosófica científica, le permitieron a Marx afirmar que el hombre es un ser
que realizará su esencia humana en la medida y el grado en que lo permita el
carácter del sistema social en que vive, por ello plantea la necesidad de superar la
sociedad capitalista como causante de la deshumanización moderna, y crear una
sociedad que propicie la plena realización del hombre.

De todo este análisis se infiere que para Marx, el hombre nuevo es el individuo
que corresponde a la sociedad comunista, sociedad que permitirá el libre
desarrollo pleno y armónico del hombre, un productor capacitado universalmente,
conocedor de las bases científicas de la producción, y con un pensamiento
universal que le permita la plena satisfacción de las necesidades materiales y
espirituales, con un alto desarrollo ideopolítico, estético y moral.

El triunfo de la Revolución Socialista de Octubre transformó en realidad las ideas


liberadoras de Marx, Engels y Lenin, multiplicándose en todo el mundo la doctrina
emancipadora de los clásicos del marxismo, no solamente en Europa sino también
en América Latina. En el caso de Europa, se destacó sobremanera el filósofo y
luchador italiano Antonio Gramsci, quien fundó en su vida y obra la más estricta
fidelidad al espíritu creador del marxismo. Este reconocido marxista, puso en el
centro de su análisis la cuestión de la cultura espiritual y el papel de la
intelectualidad en el proceso revolucionario.

Antonio Gramsci, al igual que Marx, considera que el hombre es el conjunto de sus
relaciones sociales; el hombre activo que modifica el ambiente, entendiendo por
ambiente el conjunto de las relaciones en las que interviene cada individuo. Por
tanto, si la individualidad propia es el conjunto de las relaciones sociales, hacerse
una personalidad significa adquirir conciencia de tales relaciones, de ahí que
planteara que "... la actividad revolucionaria que crea al "hombre nuevo", […] crea
nuevas relaciones sociales".

Para Gramsci, en el período de la creación revolucionaria y de la fundación de la


nueva sociedad, la resistencia y el sacrificio no tienen límites, y el hombre nuevo
tendrá que luchar constantemente con el "burgués" al acecho. Utiliza el término
hombre nuevo para referirse al hombre que se forma en la actividad práctica, al
hombre que se va cambiando en tanto cambian las circunstancias. Como veremos
más adelante las coincidencias del Che con estas visiones filosóficas de Gramsci
son significativas.

Para Gramsci, en el Partido Comunista como organización que agrupa la


vanguardia, puede encontrarse el germen de libertad que tendrá su desarrollo y
expansión plena una vez que el Estado obrero haya organizado las condiciones
materiales necesarias.

La obra de este autor se difunde en América Latina a partir de los años 50, y por
los puntos de coincidencia que encontramos en la concepción guevariana con la
de este autor, pudiera afirmarse que su obra fue conocida por el Che, pues es bien
conocido que en éste se da lo que Aricó dijo de Gramsci: "Ante todo y por sobre
todo fue un político práctico". Ambos planteaban la necesidad de transformar al
hombre en la misma medida que se transforma la sociedad que construye el
socialismo, donde el hombre adquiere nuevos valores en la actividad práctica, "el
socialismo no se impone con un fiat mágico: el socialismo es un desarrollo, una
evolución de momentos sociales cada vez más ricos en valores colectivos"

Como ya hemos señalado, al igual que para todo el mundo, para América Latina,
la Revolución de Octubre también constituyó un extraordinario hecho histórico. Al
influjo de este acontecimiento, toma auge la difusión del marxismo-leninismo aún
cuando desde antes, esas ideas habían entrado en la región, divulgándose a
través de diferentes vías, aunque muchas veces en formas tergiversadas.

En el caso de Cuba, varios intelectuales revolucionarios no solo colocaron al


hombre en el centro de sus concepciones e ideales, como fue el caso de Julio
Antonio Mella, sino que intentaron crear las condiciones objetivas y subjetivas para
su logro. En el resto de Latinoamérica encontramos también dignos ejemplos de
pensadores marxistas de una amplia y profunda concepción humanista como fue
el caso del peruano José Carlos Mariátegui, del argentino Aníbal Ponce, el
también argentino Carlos Astrada y el mexicano Vicente Lombardo Toledano, por
solo mencionar algunos de los más destacados.

José Carlos Mariátegui analiza la realidad de América Latina desde un enfoque


dialéctico, considerando la correlación sociedad-individuo a partir de las
particularidades de la región, por ello señala: "no queremos que el socialismo sea
en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con
nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano.
He aquí una visión digna de una generación nueva," se trata de pensar con ideas
propias, de buscar soluciones a los problemas devenido de nuestra realidad, tarea
que debe enfrentar un hombre que piense diferente, pero sin menospreciar los
valores morales creados por las sociedades que le antecedieron, hace un análisis
objetivo de los problemas socio-culturales y clasistas de la realidad
latinoamericana. Es la línea que sigue al analizar la realidad peruana, según su
opinión, "El socialismo nos ha enseñado a plantear el problema indígena en
nuevos términos. Hemos dejado de considerarlo abstractamente como problema
étnico o moral para reconocerlo concretamente como problema social, económico
y político y entonces lo hemos sentido, por primera vez esclarecido y demarcado".
Ello le permite proponer soluciones a los problemas del momento y trazar la
estrategia de la lucha latinoamericana, ve el socialismo como porvenir de América,
y a las nuevas generaciones como sus protagonistas, quienes deben crear y
realizarse en el trabajo; por eso expresó: "El destino de un hombre es la creación.
Y el trabajo es creación, vale decir liberación. El hombre se realiza en su trabajo".
Es decir que para este pensador, el trabajo es la vía hacia la realización humana,
por lo que se debían crear las condiciones que hicieran posible que el individuo se
viera realizado en su obra.

Para Anibal Ponce, la existencia de la propiedad privada sobre los medios de


producción, hace que la máquina triture al obrero y lo degrade. En el comunismo,
en cambio, la máquina liberará al obrero con la reducción de la jornada laboral y el
bienestar creciente, le dará posibilidad de asomarse al mundo de la cultura. Al
respecto planteó:

[...] La máquina, que es por esencia liberadora, acentúa bajo el capitalismo la


estrechez de las especialidades con el "idiotismo profesional" que en poco tiempo
crean [...] ¿Cómo devolver al individuo mutilado por la especialidad, su desarrollo
completo, su sed de totalidad? Por la conquista del poder político que será el
resultado de la victoria proletaria.

Para este pensador, la eliminación de la división social del trabajo, es el


fundamento de la formación de la personalidad de nuevo tipo, que junto a la
educación, que es la encargada de combinar la teoría con la práctica, asegurarían
el desarrollo universal de las capacidades humanas. Sostenía que "El socialismo,
aunque digan lo contrario sus enemigos, aspira a realizar la plenitud del hombre,
es decir a liberar al hombre de la opresión de las clases para que recupere con la
totalidad de sus fuerzas, la totalidad de su yo [...]".

De aquí que para Ponce, el término hombre nuevo, esté referido al hombre de
desarrollo integral, para quien las diversas funciones sociales no serían más que
maneras diferentes y sucesivas de su actividad; hombres que pueden formarse en
determinado momento del desarrollo histórico. La formación del hombre nuevo, se
fundamenta en dos premisas: en la conquista del poder político por el proletariado
y en la eliminación de la división social del trabajo, así como en la posibilidad que
tendrán los hombres de dominar la cultura.

Otro argentino, Carlos Astrada quien fuera en sus inicios seguidor del
existencialismo (corriente ético-filosófica que ganó muchos adeptos en América
Latina); se separa de éste al comprender la incapacidad de dicha filosofía para
resolver los problemas del hombre, desembocando finalmente en el marxismo.
Astrada, siguiendo la concepción marxista, ve en el proletariado la clase
emancipadora, que al cumplir su misión histórica de superarse a sí misma como
clase, debe abolir la sociedad clasista, provocando el advenimiento del hombre
humano, rotas las ataduras de la enajenación, mediante el salto al "reino de la
libertad". Partiendo de Marx, ve al comunismo como positiva superación de la
propiedad privada, como condición necesaria del retorno del hombre a sí mismo
como ser social, donde puede llegar a ser un "hombre total", es decir, devenir
universalmente humano. "Ahora -señala Astrada- se encamina a una nueva
realización de su ser, a una nueva imagen suya. Aspira a realizarse y concebirse
en todas sus posibilidades inmanentes, a integrarse en sus potencias,
reencontrarse, en fin, a sí mismo en una plenaria concreción de su humanidad
esencial". Astrada tiene en cuenta la formación de un hombre nuevo en
correspondencia con la sociedad sin clases, donde se afirme a sí mismo como
humano, movido por nuevas necesidades, nuevos fines y nuevos valores. Aborda
la problemática, teniendo en cuenta factores económicos, políticos y ético-
filosóficos.

Este análisis ha permitido entender que el problema de la formación del hombre


nuevo, que ha sido tratado a través del decursar de la historia y comprendido
desde ópticas diferentes, fue tema de preocupación esencial de los fundadores del
marxismo y de sus seguidores.

En nuestro tiempo, pensadores de la talla de Ernesto Che Guevara, Fidel Castro y


otros revolucionarios, han hecho suyos los legados del marxismo para encauzar
en la práctica la formación de las nuevas generaciones.

Tomando como fundamento la teoría marxista, concebimos al hombre nuevo,


como aquel hombre capaz de transformarse a sí mismo, de apropiarse de forma
dialéctica de valores nuevos, de interpretar y transformar la realidad, al tiempo que
se enriquece su propia esencia. Un hombre que pueda autovalorarse
deliberadamente como sujeto y objeto del desarrollo; un hombre que sólo puede
ser alcanzable cuando desaparezcan todas las formas de enajenación social, en
primer lugar las económicas.

Cómo funciona el marxismo

 Folletos
Existe el mito muy difundido de que el marxismo es difícil. Ha sido propagado por
los enemigos del socialismo y un tipo particular de académicos, que se proclaman
"marxistas". Por tanto no hay nada de sorprendente en que muchos socialistas
que trabajan 40 horas por semana y más acaben concibiendo el marxismo como
algo que nunca tendrán tiempo u oportunidad de entender. Este folleto pretende
brindar una introducción a las ideas marxistas, que haga más fácil a los socialistas
la comprensión de lo que Marx planteaba y entendía, y el desarrollo del marxismo
de la mano de los aportes de Frederick Engels, Rosa Luxemburg, Vladimir Lenin,
León Trotski...

Introducción
1.Por qué necesitamos la teoría marxista
2. Comprendiendo la historia
3. Lucha de clases
4. Capitalismo. ¿Cómo se inicio el sistema?
5. La teoría del valor-trabajo
6. Las crisis económicas
7. La clase trabajadora
8. ¿Cómo se puede transformar la sociedad?
9. ¿Cómo se vuelven revolucionarios los trabajadores?
10. El partido socialista revolucionario
11. Imperialismo y liberación nacional
12. Marxismo y feminismo
13. El socialismo y la guerra
Introducción

Existe el mito muy difundido: "el marxismo es complicado". Este ha sido


propagado por los enemigos del socialismo -Harold Wilson, un importante líder
laborista británico, se ufanaba de nunca haber sido capaz de ir más allá de la
primera página de El Capital. Y es un mito que también ha sido respaldado por un
tipo particular de académicos, que se dicen "marxistas": ellos deliberadamente
utilizan frases oscuras y expresiones místicas, con el fin de dar la impresión de
que poseen un conocimiento especial, negado a otros. Por lo tanto nada hay de
sorprendente, en que muchos socialistas que trabajan 48 horas semanales en
fábricas, minas y escritorios, acaben concibiendo al marxismo como algo que
nunca tendrán tiempo u oportunidad de entender.

En realidad las ideas básicas del marxismo son particularmente simples. Ellas
explican, como ningún otro conjunto de ideas consigue hacerlo, la sociedad en
que vivimos. Estas ideas posibilitan entender un mundo destrozado por las crisis,
con pobreza en medio de tanta riqueza, con golpes de estado y dictaduras
militares, en el que invenciones fantásticas llevan a millones al desempleo y la
miseria, donde existen "democracias" que toleran la acción de torturadores y
países "socialistas" que amenazaban a la población de otros países con misiles
nucleares.

Pero aunque el marxismo no sea difícil, existen algunos problemas para el lector
que toma contacto con los escritos de Marx por primera vez. Marx escribió hace
más de 100 años. Utiliza el lenguaje de su tiempo, realiza referencias a personas y
eventos entonces familiares para casi toda la gente, pero ahora conocidos
solamente por historiadores especializados. Recuerdo mi perplejidad, cuando
estando en la Facultad intenté leer su obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte. No
sabía que significaba Brumario, ni quien era Luis Bonaparte. ¡Cuántos habrán
abandonado sus tentativas de aproximarse al marxismo, después de experiencias
como esta!

Aquí se halla la justificación para este pequeño libro. Pretende brindar una
introducción a las ideas marxistas, que haga más fácil a toda la comprensión de lo
que Marx planteaba y entendía, y el desarrollo del marxismo de la mano de los
aportes de Federico Engels, Rosa Luxemburg, Vladimir Lenin, León Trotsky y un
grupo de pensadores menores.

La mayoría de lo que esta escrito en este folleto, apareció en una serie de


artículos publicados en el Socialist Worker bajo el título "Marxism Made Easy"
[Marxismo para todos]. Pero con el agregado de una cantidad importante de
material nuevo. Este proviene de dos intentos anteriores de proveer una
exposición simple de las ideas de Marx: El Significado del Marxismo de Duncan
Hallas, y la "Serie de Educación Marxista" del Comité de Norwich del Socialist
Workers Party de Gran Bretaña.
Chris Harman

1. Por qué necesitamos la teoría marxista

¿Por qué necesitamos una teoría? Sabemos que hay crisis. Sabemos que somos
robados por nuestros patrones. Sabemos que esto nos indigna. Sabemos que
necesitamos el socialismo. Todo lo demás es sólo para intelectuales. A menudo
pueden escucharse palabras como estas venir de militantes sindicales y
socialistas. Tal visión es promovida fuertemente por aquellos que están en contra
del socialismo, quienes intentan dar la impresión de que el marxismo es una teoría
oscura, complicada y aburrida.

Ellos dicen que las ideas socialistas son "abstractas". Pueden parecer muy
correctas en teoría, pero el sentido común nos dice absolutamente lo contrario. El
problema con esos argumentos es que las personas que los defienden, tienen su
propia "teoría" de las cosas, aunque se nieguen a reconocerlo. Si uno les pregunta
sobre cualquier aspecto de la sociedad, ellas responderán con alguna
generalización. Estos son algunos ejemplos:

"Las personas son naturalmente egoístas".

"Cualquiera puede triunfar en la vida, si se esfuerza lo suficiente".

"Si no hubieran ricos, no habría gente con dinero para proveernos de empleos".
"Si pudiésemos educar a los trabajadores, la sociedad cambiaría".

"Es la decadencia moral lo que ha llevado al país a este estado de cosas".

Uno puede escuchar afirmaciones como estas en cualquier discusión en la calle,


en un ómnibus o en un boliche. En todas y cada una de ellas está presente una
visión sobre las razones de por qué la sociedad es como es, y sobre cómo las
personas pueden mejorar sus condiciones de vida. Tales visiones, son "teorías"
sobre la sociedad. Cuando las personas dicen que no tienen una teoría, lo que
realmente quieren decir es que ellas no han clarificado sus concepciones.

Esto es particularmente peligroso para quienes estamos intentando cambiar la


sociedad, puesto que los diarios, las radios y la televisión están llenando
permanentemente nuestras mentes con explicaciones del caos en que se
encuentra la sociedad. Esperan que aceptemos lo que ellos dicen sin pensar más
en esos temas. Pero uno no puede luchar efectivamente para cambiar esta
sociedad, si no aprende a reconocer lo que es falso en todos esos argumentos y
explicaciones diferentes.
Esto tuvo demostración por primera vez hace 150 años. Entre las décadas de
1830 y 1840 el desarrollo de la industria en regiones como el noroeste de
Inglaterra arrastró a cientos de miles de hombres, mujeres y niños a trabajos con
pagas miserables. De hecho, fueron forzados a soportar condiciones de increíble
pobreza. Ellos comenzaron a luchar contra esta realidad, creando las primeras
organizaciones de masas de los trabajadores -los primeros sindicatos, y en Gran
Bretaña el primer movimiento por derechos políticos para los trabajadores, el
cartismo. Junto con esos movimientos surgieron los primeros pequeños grupos de
personas dedicadas a la causa de la conquista del socialismo.

Inmediatamente surgió el problema sobre cómo podría el movimiento obrero


alcanzar este objetivo. Algunas personas decían que por medios pacíficos sería
posible convencer a quienes dominan la sociedad de cambiar las cosas. La
"fuerza moral" de un movimiento pacífico de masas, aseguraría que fuesen
concedidos beneficios a los trabajadores. Centenares de miles de personas se
organizaron, movilizaron y trabajaron para construir un movimiento basado en
esas concepciones -solamente para acabar derrotados y desmoralizados.

Otros reconocieron la necesidad de usar la "fuerza física", pero concluyeron que


esto solo podía ser realizado por pequeños grupos de conspiradores, aislados del
resto de la sociedad. Esto también condujo a decenas de miles de trabajadores a
luchas para acabar también derrotados y desmoralizados. Había otros además,
que consideraban que los trabajadores podían alcanzar sus objetivos a través de
la acción económica, sin confrontar al ejército y a la policía. También estos
argumentos llevaron a acciones masivas. Durante 1842, en Inglaterra se realizó la
primera huelga general de la historia, llevándose a cabo en las áreas industriales
del norte, con decenas de miles de trabajadores parando por cuatro semanas,
hasta ser forzados a retornar al trabajo fruto del hambre y las privaciones.

Fue al final de esta primer etapa de derrotas en las luchas obreras, en 1848, que
un socialista alemán, Karl Marx, expuso el conjunto de sus ideas en un trabajo
llamado El Manifiesto Comunista. Sus ideas no venían de la nada. Ellas intentaban
proporcionar una base para responder a todas las interrogantes que habían sido
levantadas por el movimiento obrero de su época. Las ideas que Marx desarrolló
son relevantes todavía hoy. Es absurdo decir, como algunas personas hacen, que
estas ideas están pasadas de moda porque fueron escritas 150 años atrás. De
hecho, todas las nociones de la sociedad que Marx defendió, están todavía muy
extendidas. Los cartistas discutían si "fuerza moral" o "fuerza física", y los
socialistas de hoy discuten si "vía parlamentaria" o "vía revolucionaria". Entre
aquellos que son revolucionarios la discusión entre posiciones contrarias o
favorables al "terrorismo" está tan viva hoy como lo estaban en 1848.

Los idealistas

Marx no fue la primera persona en intentar describir lo que venía ocurriendo en la


sociedad. En el tiempo en que él escribía, nuevas invenciones en las fábricas
proporcionaban riquezas en una escala nunca soñada por las generaciones
precedentes. Por primera vez parecía que la humanidad tenía los medios para
defenderse contra las calamidades naturales que nos habían azotado en épocas
anteriores.

Pero esto no significó ninguna mejora en la vida de la mayoría de las personas.


Más bien todo lo contrario. Los hombres, las mujeres y los niños que trabajaban
en las nuevas fábricas, llevaban una vida mucho peor que sus abuelos, que
trabajaban en el campo. Sus salarios no daban para mantenerles por encima de la
línea de pobreza, y las crisis periódicas de desempleo acababan por dejarlos bien
por debajo de la misma. Vivían amontonados en tugurios miserables, sin
condiciones sanitarias apropiadas, a merced de terribles epidemias. En vez de
traer la felicidad y el bienestar general, el desarrollo de la civilización estaba dando
origen a una miseria mucho mayor.

Esto no fue solo advertido por Marx, sino también por otros grandes pensadores
del período -gente como los poetas ingleses Blake y Shelley, los franceses Fourier
y Proudhon, y los filósofos alemanes Hegel y Feurbach. Estos últimos daban el
nombre de "alienación" al estado de infelicidad en el cual se encontraba la
humanidad -un término que todavía puede escucharse con frecuencia. Por
alienación Hegel y Feuerbach entendían que los hombres y las mujeres
continuamente se encontraban dominados y oprimidos por lo que ellos mismos
habían hecho en el pasado. Por esta razón, decía Feuerbach, la gente desarrolló
la idea de Dios -y se inclinaron ante ella, sintiéndose miserables por tener que vivir
de acuerdo a aquello que ellos mismos habían creado. Cuanto más avanza la
sociedad, más miserables y "alienadas" se volvían las personas.

En sus primeros escritos, Marx tomó la noción de "alienación" y la aplicó a


aquellos que crean la riqueza de la sociedad.

El trabajador se vuelve más pobre cuanto más produce, y cuanto más crece el
poder y alcance de su producción... El aumento en el valor del mundo de las cosas
ocurre en proporción directa con la desvalorización del mundo de los hombres...
Los objetos que el trabajo produce se presentan ante el trabajador como algo
ajeno a él, como un poder independiente al productor...

En tiempo de Marx, las explicaciones más populares sobre lo que estaba mal en la
sociedad, eran de naturaleza religiosa. La pobreza de la sociedad, decían, existía
porque las personas no conseguían hacer lo que Dios quería que hiciesen. Si
todos "renunciáramos al pecado", las cosas serían mejores. Una visión similar y
frecuentemente escuchada en estos días, niega cualquier carácter religioso. Ella
afirma que "para cambiar la sociedad, necesitamos primero cambiar nosotros
mismos". Si las mujeres y los hombres se liberaran de su "egoísmo" y de su
"materialismo" (y ocasionalmente de sus obsesiones) la sociedad se volvería
automáticamente mejor. Una visión parecida a esta plantea no el cambio de todos
los individuos, sino el de algunos individuos claves aquellos que ejercen el poder
en la sociedad. La idea es intentar que los ricos y poderosos "entren en razón".
Uno de los primeros socialistas británicos, Robert Owen, comenzó intentando
convencer a algunos empresarios para que fueran bondadosos con sus
trabajadores. La misma idea todavía es dominante entre los líderes del Partido
Laborista británico, incluida su ala izquierda. Y esto se nota cuando ellos juzgan
los crímenes de las patronales como "errores", como si un poco de
convencimiento pudiera persuadir a los grandes empresarios de aflojar su presión
sobre la sociedad.

Marx se refiere a todas estas visiones como "idealistas". No porque él estuviera en


contra de que la gente tuviera "ideales", sino porque esas visiones consideran que
las ideas existen aisladas de las condiciones en las cuales viven las personas. Las
ideas de las personas están íntimamente ligadas al tipo de vida que ellas son
capaces de vivir. Vamos a tomar al "egoísmo" como ejemplo. La actual sociedad
capitalista estimula el egoísmo -incluso entre aquellas personas que intentan
sacrificar sus propios intereses en beneficio de los demás. Un trabajador que
intenta hacer lo mejor por sus hijos, o ayudar a sus padres a tener una vida mejor
en la vejez, descubre que el único método para realizar esas cosas es luchar
continuamente contra las demás personas -conseguir un empleo mejor, hacer más
horas extras, ser el preferido del patrón, etc. En esta sociedad no nos podemos
librar del "egoísmo" y de la "ambición" apenas cambiando la mentalidad de los
individuos.

Es todavía mas ridículo hablar de cambiar la sociedad a través de cambiar las


ideas de capitalistas y gobernantes. Supongamos que conseguimos conquistar a
un gran empresario para las ideas socialistas y él deja de explotar a sus
trabajadores. Este empresario simplemente perdería en la competencia con los
empresarios rivales y quedaría fuera del negocio. Incluso para aquellos que
gobiernan la sociedad lo que importa no son las ideas, sino la estructura sobre la
cual se apoyan esas ideas.

Esto se lo puede decir de otra manera. Si las ideas son las que pueden cambian la
sociedad, es importante saber de dónde vienen las ideas. Vivimos en un
determinado tipo de sociedad. Las ideas divulgadas por los periódicos, la
televisión, el sistema educativo y demás, defienden este tipo de sociedad.
Entonces: ¿Cómo es que las personas pueden ser capaces de desarrollar ideas
completamente nuevas y diferentes? Porque las experiencias de la vida cotidiana
contradicen las ideas oficiales sobre nuestra sociedad. Por ejemplo, no podemos
explicar que muchas menos personas sean religiosas hoy que hace 100 años,
solamente porque sea grande la divulgación de las ideas ateas. Al contrario, es
preciso explicar por qué las personas adoptan estas ideas de un modo que no lo
hacían 100 años atrás.

De la misma manera, si quisiéramos explicar la capacidad de liderazgo de los


"grandes hombres", tenemos que explicar primero por qué las personas
concuerdan en seguirlos. No alcanza decir, por ejemplo, que Napoleón o Lenin
cambiaron la historia, sin explicar por qué millones de personas aceptaron hacer lo
que ellos proponían. Al final, ellos no eran especialistas en hipnosis colectiva.
Alguna cosa en cierto momento en la vida de la sociedad llevó a las personas a
sentir que lo que ellos proponían parecía correcto. Sólo llegaremos a entender
cómo las ideas cambian la historia, si comprendemos de dónde vienen las ideas y
por qué las personas las aceptan. Esto significa intentar conocer, además de las
ideas, las condiciones materiales de la sociedad en la cual ellas surgen. Por esto
es que Marx insistía en que "no es la conciencia la que determina el ser social,
sino el ser social el que determina la conciencia".

2. Comprendiendo la historia

Las ideas por si mismas no pueden cambiar la sociedad. Esta fue una de las
primeras conclusiones de Marx. Al igual que muchos pensadores antes que él,
Marx insistía en que para entender la sociedad era preciso entender a los seres
humanos como parte del mundo material. El comportamiento humano estaba
determinado por fuerzas materiales igual que cualquier otro objeto natural. El
estudio de la humanidad es parte del estudio científico del mundo natural. Los
pensadores que defendían esta concepción eran llamados materialistas.

Marx consideraba el materialismo como un gran avance en relación a las variadas


concepciones idealistas y religiosas de la historia. Significaba que se podía discutir
científicamente sobre las condiciones del cambio social y este no dependía más
de las súplicas a Dios y de un "cambio espiritual" en las personas. El reemplazo
del idealismo por el materialismo era el reemplazo del misticismo por la ciencia.
Pero no todas las explicaciones materialistas de la conducta humana son
correctas. Así como ha habido teorías científicas equivocadas en biología, química
o física, ha habido intentos fallidos de desarrollar teorías científicas de la sociedad.
A continuación algunos ejemplos.

Una visión materialista muy difundida, no marxista, es aquella que considera a los
seres humanos simples animales, que se comportan "naturalmente" de cierta
forma. Del mismo modo en que la naturaleza del lobo sería la de matar y la de la
oveja ser pacífica, la naturaleza del hombre sería la de ser agresivo, dominador,
competitivo y ambicioso (así como las mujeres estarían destinadas a ser dóciles,
sumisas, respetuosas y pasivas). Una reciente formulación de esta visión puede
ser hallada en el libro de gran venta The Naked Ape [El Mono Desnudo]. Las
conclusiones que son extraídas en el libro son invariablemente reaccionarias. Si
los hombres son naturalmente agresivos, no tiene ningún sentido intentar mejorar
la sociedad. Las cosas siempre van a llegar al mismo lugar. Las revoluciones
"siempre fracasarán".

Pero, la verdad, es que la "naturaleza humana" varía de sociedad a sociedad. Por


ejemplo, la competencia, que es entendida como propia de nuestra sociedad,
raramente existió en muchas de las antiguas sociedades. Cuando los científicos
intentaron por primera vez aplicar tests para medir el coeficiente intelectual en los
indios Sioux, descubrieron que ellos no conseguían comprender por qué no se
podían ayudar unos a otros en las pruebas. En la sociedad en que ellos vivían se
enfatizaba la cooperación, no la competencia. Lo mismo ocurre con la agresividad.
Cuando los esquimales se encontraron por primera vez con los europeos, no
tenían la menor idea de lo que era una "guerra". La idea de un grupo de personas
intentando aniquilar a otro grupo les parecía absurda. En nuestra sociedad se
considera natural que los padres amen y protejan a sus hijos. En la ciudad de
Esparta, en la Grecia antigua, se consideraba "natural" llevar a las criaturas a lo
alto de las montañas y abandonarlas allí para medir su capacidad de resistir al frío.

Las teorías que defienden una "naturaleza humana inmutable" no pueden ofrecer
una explicación de los grandes acontecimientos de la historia. Las pirámides de
Egipto, las maravillas de la Grecia antigua, los imperios romano e incaico y la
moderna ciudad industrial, son colocados al mismo nivel que los campesinos
ignorantes que vivían en las chozas inmundas de la Edad Media. Todo lo que
importa es un "mono desnudo" -no las grandiosas civilizaciones que el "mono"
construyó. Siendo irrelevante que algunas formas de sociedad hayan sido capaces
de alimentar a los "monos", mientras otras dejan a millones morir de hambre.

Muchos aceptan una concepción materialista diferente, que enfatiza lo necesario


de cambiar el comportamiento humano. Igual que los animales pueden ser
entrenados para comportarse en forma diferente en un circo que en la jungla, el
comportamiento humano también podría ser cambiado. Bastaría con que las
personas adecuadas tomasen el control de la sociedad, para que la "naturaleza
humana" fuese transformada. Esta visión es ciertamente un gran paso frente a la
del "mono desnudo". Pero falla al momento de explicar la transformación de la
sociedad como un todo. Si todos están absolutamente condicionados en la
sociedad de nuestros días: ¿cómo alguien podría colocarse por encima de los
otros y poner en funcionamiento los mecanismos que condicionaran los cambios
sociales? ¿Sería una especie de minoría escogida por Dios para ser inmune a las
presiones que dominan a todos los demás? ¿Si todos somos animales en un circo,
quién podría ser el domador de leones?

Aquellos que sustentan esta teoría terminan diciendo que la sociedad no puede
cambiar (como en el "mono desnudo") o creen que los cambios sólo podrían ser
realizados desde fuera de la sociedad por Dios, o los "grandes hombres", o por el
poder de las ideas individuales. Su "materialismo" nos lleva a una nueva versión
del idealismo que entra por la puerta de atrás. Como señaló Marx, esta doctrina
acaba necesariamente por dividir la sociedad en dos partes, una de las cuales
sigue siendo superior a la otra. Esta concepción "materialista" es, en general,
reaccionaria. Uno de los más conocidos partidarios de esta visión, es un psicólogo
de derecha llamado Skinner. El propone condicionar a las personas para que se
comporten de ciertos modos. Pero como él mismo es un producto de la sociedad
capitalista norteamericana, su "condicionamiento" persigue simplemente que las
personas se conformen con esa sociedad.
Otra visión materialista culpa a la "presión demográfica" de toda la miseria del
mundo (es común que se llame malthusianismo a esta concepción, ya que fue
Malthus, un economista inglés del siglo XVIII el primero en desarrollarla). Pero
esta no puede explicar por qué en los Estados Unidos, por ejemplo, se queman
cereales mientras que en la India muere gente de hambre. Ni puede explicar por
qué 150 años atrás no había en EE.UU. alimentos suficientes para 10 millones de
personas y hoy la producción es capaz de alimentar a 200 millones. Esta visión
olvida que cada boca a ser alimentada es también la de un individuo más, capaz
de trabajar para crear riquezas.

Marx denominaba a todas estas explicaciones como formas "mecanicistas" o


"vulgares" del materialismo. Estas visiones olvidaban que siendo parte del mundo
material, los seres humanos también son criaturas vivas y activas cuyas acciones
lo transforman.

La interpretación materialista de la historia

Los seres humanos se pueden diferenciar de los animales por la conciencia, la


religión y cualquier otra cosa que queramos considerar. Pero, ellos solamente
empiezan a diferenciarse de los animales en cuanto comienzan a producir sus
propios medios de subsistencia -comida, vestimenta y viviendas.

Con estas palabras, Marx quería enfatizar antes que nada lo que era distintivo de
su explicación de cómo se desarrolla la sociedad. Los seres humanos son
animales que descienden de los primates. Al igual que en los otros animales, su
primera preocupación es la alimentación y la protección del clima. Pero el modo en
que los demás animales satisfacen estas necesidades depende de su naturaleza
biológicamente heredada. Un lobo se mantiene vivo cazando y matando a sus
presas, de la forma en que sus instintos biológicos determinan. Su piel se
mantiene caliente en las noches frías. Cría a sus cachorros de acuerdo a patrones
de comportamiento heredados.

Pero la vida humana no está determinada de esta manera. Los hombres que
vagaban por el planeta 30.000 y 100.000 mil años atrás vivían de un modo
completamente diferente al nuestro. Lo hacían en cavernas o en agujeros en el
suelo. No poseían recipientes para almacenar los alimentos o el agua, y para
alimentarse dependían de la recolección de frutos o de derribar animales con
piedras. Ellos no podían escribir, o contar más allá de los dedos de sus manos. No
poseían ningún conocimiento de lo que ocurría más allá de las tierras que
habitaban o de lo que sus antepasados habían realizado. Con todo, físicamente, el
hombre de 100.000 años atrás era semejante al hombre moderno y el de 30.000
años atrás idéntico. Si bañáramos y afeitásemos al hombre de las cavernas, lo
vistiéramos con un traje y lo llevásemos a caminar por una avenida céntrica, nadie
lo consideraría extraño. Como el arqueólogo Gordon Childe dice:

Los más antiguos esqueletos de nuestra especie pertenecen a las fases próximas
de la última Edad de Hielo... Para el momento de los primeros registros geológicos
del Homo Sapiens... la evolución física del hombre había llegado a un punto de
estabilidad, aunque su progreso cultural estaba justo comenzado.

El mismo punto de vista es defendido por otro arqueólogo, Leakey:

La diferencia física entre los hombres de las culturas Auriñaciense y


Magdaleniense (25.000 años atrás) y el hombre contemporáneo, es despreciable.
Mientras que la diferencia cultural es inconmensurable.

Lo que el arqueólogo llama "cultura" son aquellas cosas que los hombres y las
mujeres aprenden y enseñan unos a otros. Por ejemplo, cómo fabricar ropas con
lana y piel de animales, cómo hacer vasijas de barro, cómo hacer fuego, cómo
construir casas y demás. Esta idea contrapone la cultura a aquellas cosas que los
animales saben instintivamente.

Las vidas de los primeros humanos ya eran inmensamente diferentes a las vidas
de los otros animales. Porque ellos eran capaces de usar las características
físicas propias del ser humano -cerebro grande, miembros posteriores capaces de
manipular objetos- para modificar el ambiente de modo de tornarlo conveniente a
sus necesidades. Esto significaba que ellos podían adaptarse a una gran variedad
de condiciones ambientales, sin cambiar en nada su estructura fisiológica. Los
seres humanos ya no necesitaban luchar contra las condiciones naturales. Podían
actuar sobre dichas condiciones para transformarlas en su beneficio.

Al principio ellos usaron piedras y palos para atacar a los animales salvajes,
obtenían luz y calor a partir del fuego que surgía accidentalmente en la naturaleza,
se cubrían con vegetación y pieles de animales. Transcurridas muchas decenas
de miles de años, ellos aprendieron a hacer fuego por sí mismos, a dar forma a las
piedras con otras piedras, a cultivar alimentos a partir de simientes que ellos
mismos plantaban, a guardarlas en recipientes hechos de arcilla y a domesticar
algunos animales. En tiempos relativamente recientes -hace apenas 5.000 años,
al lado del medio millón de años de historia humana- los seres humanos
aprendieron el secreto de transformar minerales metálicos en herramientas
resistentes y armas eficaces.

Cada uno de estos avances tuvo un enorme impacto, no solo por hacer más fácil
la alimentación y el vestuario de los seres humanos, sino también al transformar la
propia organización de la vida humana. Desde el inicio la vida humana fue social.
Solamente la unión de los esfuerzos de varios seres humanos les posibilitaba
matar animales, recoger alimentos y mantener vivo el fuego. Tenían que cooperar.
Esta cooperación continua también los llevó a que se comunicaran a través de la
emisión de sonidos y al desarrollo de lenguajes. En el comienzo, los grupos eran
simples. En ninguna parte existía una provisión natural suficiente para mantener a
más de dos docenas de individuos. Todo el esfuerzo tenía que ser dirigido a las
tareas básicas de conseguir alimento, lo que llevaba a que todos hiciesen el
mismo trabajo y viviesen el mismo tipo de vida.
Sin medios para acumular alimentos, no podía haber propiedad privada o división
entre clases sociales, y ni el saqueo ni el pillaje podían presentarse como motivos
para la guerra. Hasta hace pocos años, todavía había centenares de sociedades
en las más variadas partes del globo en el que este patrón social permanecía. Es
el caso de algunos indígenas de América del Sur y del Norte, ciertos pueblos del
África ecuatorial y del Pacífico, además de algunos aborígenes australianos. No es
que estos pueblos fuesen menos inteligentes que nosotros o tuviesen una
"mentalidad primitiva". Los aborígenes de Australia, por ejemplo, aprendieron a
reconocer literalmente millones de plantas y los hábitos de una gran diversidad de
animales para poder sobrevivir. El profesor y antropólogo Firth lo describe de esta
forma:

Las tribus australianas... conocen los hábitos, características, zonas de


procreación y migraciones estivales de todos los pájaros, peces y demás animales
que son objeto de caza para su alimentación y vestuario. Conocen tanto las
propiedades externas, como algunas menos obvias, de piedras, grasas, resinas,
plantas, fibras y cáscaras; saben como hacer fuego, como utilizar el calor para
aliviar el dolor, detener sangrados y retardar el deterioro de los alimentos frescos;
saben también utilizar el fuego para endurecer algunas maderas y ablandar
otras... Saben lo básico sobre las fases de la luna, el movimiento de los mares, los
ciclos planetarios y las secuencias y duración de las estaciones, relacionan los
cambios climáticos con sistemas de vientos, patrones anuales de unidades,
temperaturas y flujos de crecimiento y presencia de las especies naturales...

Además realizan un uso inteligente y económico de los subproductos de los


animales muertos para alimentación; la carne del canguro es comida; los huesos
de las piernas son utilizados para realizar herramientas como hechas de piedras o
de madera; los tendones son utilizados para amarrar las puntas de piedra de las
lanzas; las garras forman collares atados con fibras y ceras, la gordura combinada
con ocre rojo es usado como cosmético, la sangre mezclada con carbón se
transforma en un pigmento... Tienen algún conocimiento de los principios básicos
de la mecánica y por eso trabajaban sus bumerangs una y otra vez hasta darles la
curvatura correcta...

Son mucho más "capaces" que nosotros para lidiar con los problemas de la
supervivencia en el desierto australiano. Lo que ellos no aprendieron fue a
sembrar y cultivar su propio alimento -algo que nuestros ancestros aprendieron
hace sólo unos 5.000 años, cuando ya habían vivido en el planeta un período 100
veces mayor. El desarrollo de nuevas técnicas para producir bienes -los medios
necesarios para la continuidad de la vida humana- siempre hizo que nacieran
nuevas formas de cooperación entre los seres humanos, nuevas relaciones
sociales. Por ejemplo, luego de que las personas aprendieron a cultivar su propio
alimento (sembrando la tierra y domesticando animales) y los almacenaron (en
vasijas de barro) hubo una completa revolución en la vida social -llamada por los
arqueólogos "la revolución neolítica". Los seres humanos tenían que cooperar
entre sí para limpiar la tierra, recoger el alimento, así como para cazar animales.
Podían vivir juntos en grupos más numerosos que antes, podían guardar comida e
iniciar la práctica de intercambiar bienes con otros asentamientos humanos.

Las primeras ciudades se desarrollaron. Por primera vez había posibilidades de


que algunas personas vivieran sin dedicarse únicamente a la producción de
alimentos: algunos se especializaron en la fabricación de vasijas, otros al trabajo
de la piedra y más tarde a la producción de herramientas y armas, otros
desempeñaron tareas administrativas elementales para el grupo como un todo.
Pero lo malo fue que el excedente de comida ofreció un motivo para la guerra. Al
comienzo, la gente había comenzado a descubrir nuevas maneras de relacionarse
con el mundo que los rodeaba, o de someter a la naturaleza a sus necesidades.
Pero en el proceso, sin querer habían transformado la sociedad en que vivían y
con ella sus propias vidas. Marx describió este proceso del siguiente modo: el
desarrollo de las "fuerzas productivas" transformó las "relaciones de producción" y,
a través de ellas, la sociedad. Existen buenos ejemplos más recientes...

Hace mas de 300 años la gran mayoría de la población de Gran Bretaña vivía en
el campo, cultivando alimentos con técnicas que eran las mismas desde hacía
siglos. Su horizonte intelectual estaba delimitado por la aldea en la que vivían y
sus ideas estaban muy influenciadas por la iglesia local. La gran mayoría no tenía
necesidad de la lectura o la escritura, y nunca aprendieron a utilizarlas. Entonces,
200 años atrás, la industria comenzó a desarrollarse. Decenas de miles de
personas fueron llevadas a las fábricas. Sus vidas sufrieron una transformación
completa. Ahora vivían en grandes ciudades, no en pequeñas aldeas. Precisaban
aprender habilidades nunca imaginadas por sus ancestros, incluyendo la
capacidad de leer y escribir. La llegada del ferrocarril y la navegación a vapor
volvieron posible viajar a gran parte del planeta. Las viejas ideas martilladas en
sus cabezas por sus padres ya no tenían sentido frente a todo eso. La revolución
material en la producción fue también una revolución en el modo en que ellos
vivían y en las ideas en que creían.

Cambios parecidos están aún hoy afectando a un gran número de personas.


Basta con observar como los habitantes de las aldeas de Bangladesh o de
Turquía acuden a las fábricas de Alemania y de Inglaterra en busca de empleo. Y
como, muchos de ellos descubren que sus antiguas costumbres y actitudes
religiosas ya no son adecuadas. Basta observar como en los pasados 50 años la
mayoría de las mujeres se han acostumbrado a trabajar fuera del hogar y como
esto les ha llevado a desafiar la vieja concepción de que ellas eran prácticamente
propiedad de sus maridos. Los cambios en el modo en que los seres humanos
trabajan colectivamente para producir sus alimentos, vestimentas y viviendas
propicia cambios en el modo en que la sociedad se organiza y en el
comportamiento de las personas al interior de ella.

Este es el secreto del cambio social -en la historia- que los pensadores anteriores
a Marx (y muchos después de él), idealistas y materialistas mecanicistas, no
pudieron comprender. Los idealistas entendían que los cambios ocurrían -pero
decían que debían ser enviados por el cielo. Los materialistas mecanicistas
entendían que los seres humanos eran condicionados por el mundo material, pero
no veían cómo los seres humanos pudiesen algún día llegar a transformarse. Lo
que Marx vio fue que los seres humanos efectivamente estaban condicionados por
el mundo que les rodea, pero también que ellos reaccionan ante su medio,
trabajando sobre él para hacerlo más habitable. Pero al hacerlo ellos transforman
a su vez las condiciones en las cuales viven y por ende a ellos mismos.

La clave para entender el cambio social reside en la comprensión de cómo los


seres humanos hacen frente a los problemas de cultivar su alimento, construir sus
viviendas y proveerse de vestimenta. Este fue el punto de partida de Marx. Pero
esto no significa que los marxistas crean que los avances de la tecnología
automáticamente produzcan una sociedad mejor, o que las invenciones lleven
necesariamente a los cambios sociales. Marx desaprobaba esta concepción
(algunas veces conocida como determinismo tecnológico). Repetidas veces en la
historia, las personas han rechazado ideas que hubieran permitido aumentar la
producción de alimentos, viviendas o vestimentas porque estas chocaban con las
conductas o formas de sociedad existentes.

Por ejemplo, en el Imperio Romano aparecieron muchas ideas sobre cómo


incrementar la cosecha en una limitada extensión de tierra, pero las personas no
las adoptaron porque requerían una dedicación al trabajo que no podía ser
obtenida de los esclavos que cumplían su labor bajo el miedo al látigo. Cuando
Gran Bretaña dominó a Irlanda en el siglo XVIII, intentó impedir el desarrollo de la
industria local porque chocaba con los intereses de los empresarios de Londres. Si
alguien encuentra el método para resolver el problema del hambre en la India
matando a las vacas sagradas o abasteciendo a cada habitante de Gran Bretaña
con suculentos bifes surgidos del procesamiento de carne de ratón, sería ignorado
debido a los preconceptos establecidos.

El desarrollo de la producción desafía los viejos preconceptos y los antiguos


hábitos de organización social, pero no los derrota automáticamente. Muchos
seres humanos luchan para evitar el cambio -y aquellos que quieren introducir
nuevos métodos de producción deben luchar para cambiar las cosas. Si los que se
oponen vencen, las nuevas formas de producción no pueden ser puestas en
funcionamiento y la producción puede quedar estancada o retroceder. Utilizando la
terminología marxista diríamos que: cuando las "fuerzas productivas" se
desarrollan, ellas chocan con las "relaciones sociales" preexistentes y con las
ideas que surgen en el marco de las viejas fuerzas productivas. Es así que las
personas que se identifican con las nuevas fuerzas productivas pueden ganar este
enfrentamiento o pueden hacerlo aquellas identificadas con el viejo sistema. En el
primer caso, la sociedad se mueve hacia delante, en el último, esta permanece
paralizada o incluso retrocede.
3. Lucha de clases

Vivimos en una sociedad dividida en clases, en donde algunas personas poseen


grandes cantidades de riquezas y la mayoría de nosotros no posee prácticamente
nada. Naturalmente, tendemos a dar por sentado que las cosas siempre fueron
así. Pero de hecho, durante gran parte de la historia humana no existieron las
clases, la propiedad privada, la policía ni el ejército. Esta fue la situación durante
medio millón de años de desarrollo hasta hace unos 5.000 o 10.000 años. Como
no era posible que una persona con su trabajo produjera más alimento que el
necesario para mantenerse en condiciones de trabajar, no podía haber división en
clases. ¿Que motivo podía haber para tener esclavos si todo lo que producían
sería utilizado para mantenerlos vivos?

Pero pasado cierto punto, el avance de la producción hizo que la división en


clases fuera posible y necesaria. Podía producirse suficiente alimento para que
quedara un excedente, luego de que los productores inmediatos tomaran lo
necesario para sobrevivir. Y comenzaron a existir los medios que permitían
almacenar alimentos y transportarlos de un lugar a otro. Las personas que con su
trabajo producían todo el alimento, podían simplemente comer el que les quedaba
excedente. Como vivían en condiciones de extrema pobreza estaban fuertemente
tentados a hacerlo. Pero los dejaría desprotegidos contra los desastres naturales,
tales como hambrunas o inundaciones del año siguiente, y contra ataques de
tribus hambrientas venidas desde otras áreas.

En un primer momento era una gran ventaja para todos el que un grupo especial
de personas tomase a su cuenta la riqueza excedente, almacenándola en
prevención contra futuros desastres, usándola para apoyar a los artesanos,
construyendo medios de defensa, utilizando una parte para intercambiar con otros
pueblos distantes a cambio de objetos útiles. Estas actividades comenzaron a ser
llevadas a cabo en las primeras ciudades, donde los administradores, mercaderes
y artesanos vivían. A partir de marcas hechas en tablas para registrar diferentes
tipos de productos, la escritura se empezó a desarrollar.

Tales fueron los primeros pasos vacilantes de lo que nosotros llamamos


"civilización". Pero -y este pero es más que importante- todo esto estuvo basado
en un creciente control de la riqueza por parte de una pequeña minoría de la
población. Y esa minoría usaba la riqueza para su propio bien, así como en
beneficio del resto de la sociedad como un todo. Cuanto más se desarrollaba la
producción, más riquezas se concentraban en las manos de esta minoría -y más
de la misma era retirada al resto de la sociedad. Las "reglas" que al principio eran
un medio para mejorar la vida social, se transformaron en "leyes", donde se
insistía en que las riquezas que la tierra producía eran "propiedad privada" de una
minoría. Una clase dominante comenzó a surgir -así como las leyes que defendían
su poder.
Podemos preguntarnos si tal vez hubiera sido posible que la sociedad se hubiese
desarrollado de otra manera, de modo que aquellos que trabajaban la tierra
hubiesen podido controlar su producción. La respuesta es, no. Y no por causa de
la "naturaleza humana", sino porque la sociedad era todavía muy pobre. La
mayoría de la población del planeta estaba ocupada escarbando el suelo en busca
de su subsistencia, como para dedicar tiempo a desarrollar la escritura y la lectura,
para crear obras de arte, para construir navíos, determinar el curso de las
estrellas, descubrir los rudimentos de las matemáticas, para saber cómo actuar
cuando los ríos se desbordaban o cómo podían ser construidos canales de riego.
Estas cosas podían darse solamente porque algunos medios de vida fueron
retirados a la población y usados para mantener a una minoría privilegiada que no
tenía que trabajar de sol a sol.

Pero esto no significa que existiese una división en clases como la de hoy en día.
En los últimos 100 años se ha visto un desarrollo jamás soñado en la historia
previa de la humanidad. La escasez natural ha sido vencida lo que existe ahora es
una escasez artificial, creada por los gobiernos con la destrucción de alimentos
almacenados. La sociedad de clases de hoy está retrasando a la humanidad,
impidiéndole avanzar. No fue solamente aquel cambio inicial que transformó a las
sociedades puramente agrícolas en sociedades urbanas, el que provocó,
necesariamente, las nuevas divisiones de clases. El mismo proceso se repitió
cada vez que se desarrollaban nuevas formas de producción.

Así, en Gran Bretaña, mil años atrás, la clase dominante estaba formada por
señores feudales que controlaban la tierra y vivían del trabajo de los siervos.
Cuando el comercio comenzó a desarrollarse a gran escala, surgió junto con ellos
una nueva clase privilegiada, la de los ricos comerciantes. Cuando la industria
empezó a desarrollarse en una escala respetable, su poder, a su vez, fue
cuestionado por los propietarios de las industrias. En cada etapa de desarrollo de
la sociedad hubo una clase oprimida, cuyo trabajo generó la riqueza, y una clase
dominante que controló esa riqueza. Pero al desarrollarse la sociedad tanto los
oprimidos como los opresores sufrían cambios.

En la sociedad esclavista de la Roma antigua, los esclavos eran propiedad


personal de la clase dominante. Al propietario de esclavos pertenecían los bienes
producidos por sus esclavos, fruto de que ellos eran de su propiedad.
Exactamente de la misma forma en que a él le pertenecía la leche producida por
las vacas de que era dueño. En la sociedad feudal de la Edad Media, los siervos
poseían su propia tierra y poseían aquello que era producido en ellas. Pero para
mantener esa tierra, ellos tenían que trabajar un cierto número de días por año en
las pertenecientes al señor feudal. Su tiempo estaba dividido -tal vez la mitad del
mismo era dedicado al trabajo en las tierras del señor y la otra mitad en sus
propias tierras. Si ellos se negaban a trabajar para el señor, él tenía derecho de
castigarlos (con golpes, prisión o cosas peores). En la moderna sociedad
capitalista, el patrón no posee físicamente a sus trabajadores, ni tiene derecho a
castigar a un empleado que se niegue a trabajar gratis para él. Pero el patrón
posee la empresa donde el trabajador tiene que conseguir empleo para seguir
viviendo. Y es por esto que es muy fácil para él obligar al trabajador a producir a
cambio de un salario, cuyo monto sea mucho menor al de los bienes producidos
por él en la fábrica.

En cada caso la clase opresora toma el control de toda la riqueza una vez que las
necesidades más elementales de los trabajadores han sido cubiertas. El
propietario de esclavos quería mantener su propiedad en buenas condiciones. Por
eso alimentaba a sus esclavos de igual forma en que nosotros le ponemos
combustible al auto. Pero todo lo que excediera las necesidades físicas del
esclavo, su propietario lo usaba en su propio beneficio. El siervo feudal tiene que
alimentarse y vestirse con lo producido en su propio pedazo de tierra. Todo el
trabajo extra que pone en las tierras del señor beneficia a este último. El
trabajador moderno tiene un trabajo remunerado. Pero toda la riqueza que él crea
queda en manos de la clase dominante como ganancia, intereses o rentas.

La lucha de clases y el Estado

Los trabajadores raramente han aceptado su destino sin resistencia. Hubieron


revueltas de esclavos en Egipto y Roma antiguos, levantamientos de campesinos
en la China imperial, guerras civiles entre ricos y pobres en las ciudades de la
Grecia antigua, en Roma, y en la Europa renacentista. Por eso es que Karl Marx
inició su Manifiesto Comunista, insistiendo en que "la historia de todas las
sociedades hasta ahora ha sido la historia de la lucha de clases". El desarrollo de
la civilización ha dependido de la explotación de una clase por otra y por lo tanto
de la lucha entre ellas.

Por más poderoso que fuese un faraón egipcio, un emperador romano o un señor
medieval, por más suntuosas que fueran sus vidas, magníficos sus palacios, ellos
siempre necesitaron asegurarse la apropiación de los productos cultivados por los
campesinos y los esclavos más humildes. Solamente podían hacer esto si junto
con la división de clases también se desarrollaba algo más: el control sobre los
medios de violencia en su favor y el de sus aliados. En las primeras sociedades no
había ejército, policía o aparato gubernamental al margen de la mayoría de la
población. Así mismo hasta hace 50 o 60 años atrás era posible encontrar, por
ejemplo, en algunas regiones de África, sociedades en las cuales la situación era
la misma. Muchas de las tareas que cumple el Estado en nuestra sociedad eran
realizadas informalmente por la población en general o por asambleas de
representantes. Tales asambleas juzgaban a cualquier persona cuya conducta
fuese considerada una desobediencia a alguna ley social importante. La
penalización podía ser aplicada por toda la comunidad por ejemplo, forzando a los
infractores a dejarla. Todos coincidían en la necesidad de penalizar la infracción,
no haciendo falta una fuerza policial independiente. Si una guerra daba comienzo,
todos los hombres jóvenes tomaban parte bajo el liderazgo de las personas
escogidas para la tarea, sin la necesidad de una estructura militar especializada.
Pero cuando se tiene una sociedad en que una minoría controla gran parte de la
riqueza, estas maneras de mantener la "ley y el orden" y una organización militar
como la mencionada, dejan de funcionar. Cualquier asamblea de representantes o
banda de jóvenes armados se dividiría conforme a los intereses de clase. El grupo
privilegiado solamente puede sobrevivir si comienza a monopolizar en sus manos
la implementación de castigos, las leyes, la organización militar y la producción de
armas. Por eso, la separación en clases sociales fue acompañada por el
surgimiento de jueces, policías, personal de inteligencia, generales, burócratas -a
quienes la clase privilegiada ofreció parte de la riqueza de la cual se apropia, a
cambio de la protección de su dominio.

Aquellos que sirven en las filas de ese Estado fueron entrenados para obedecer
sin vacilar las órdenes de sus "superiores" y romper todos los lazos sociales
normales con las masas explotadas. El Estado se desarrolló como una máquina
asesina en manos de la clase privilegiada. Y es una máquina extremadamente
eficaz. Por supuesto, los generales que controlan esta máquina frecuentemente
derrocan a determinado rey o emperador e intentan colocarse a si mismos en el
poder. La clase dominante, habiendo armado al monstruo, muchas veces no
consiguen controlarlo. Pero como la riqueza necesaria para mantener la maquina
asesina funcionando viene de la explotación de las masas trabajadoras, cada
revuelta de estas es seguida por la continuidad de la sociedad bajo los viejos
esquemas.

A lo largo de la historia las personas que realmente quisieron cambiar la sociedad


para mejor se encontraron enfrentados no sólo a una clase privilegiada, sino
también a una máquina armada, un Estado, que sirve a los intereses de esta
clase. Las clases dominantes, junto a sacerdotes, generales, policías y los
sistemas legales que los sustentan, surgieron en primer lugar porque sin ellos la
civilización no se hubiera podido desarrollar. Pero una vez que se establecieron en
el poder, pasó a ser interés suyo el que la civilización no se desarrollara. Su poder
radica en la habilidad para forzar a aquellos que trabajan, a entregarles la riqueza
que producen. Están alertas a todo nuevo sistema de producción que sea más
eficiente, pues temen que el control se les escape de las manos. Temen cualquier
cosa que lleve a las masas explotadas a desarrollar iniciativa e independencia. Y
temen también el surgimiento de nuevos grupos privilegiados con riqueza
suficiente para asumir el costo de sus propias armas y ejércitos. A partir de cierto
punto, en vez de ayudar al desarrollo de la producción, ellos comienzan a
impedirlo.

Por ejemplo, en el Imperio Chino, el poder de la clase dominante se apoyaba en la


propiedad de la tierra y el control de los canales y diques que eran necesarios
para la irrigación y freno de las inundaciones. Este control fue la base para una
civilización que se extendió por cerca de 2.000 años. Pero al final del período la
producción no estaba mucho más avanzada que a su comienzo a pesar del
floreciente arte chino, el descubrimiento de la pólvora y de la imprenta, todo esto
en una época en que Europa estaba sumergida la Edad Oscura de comienzos de
la Edad Media. El motivo fueron las nuevas formas de producción que
comenzaron a desarrollarse en las ciudades, a través de la iniciativa de
comerciantes y artesanos. La clase dominante le temía al crecimiento del poder de
los grupos que no estaban completamente bajo su control. Por esto,
periódicamente las autoridades imperiales tomaban duras medidas para
enlentecer la creciente economía de las ciudades, disminuyendo la producción y
destruyendo el poder de las nuevas clases sociales.

El crecimiento de las nuevas fuerzas productivas -de los nuevos medios de


producir riquezas- chocaron con los intereses de la vieja clase dominante. Y se
desarrolló una lucha cuyo resultado determinó el futuro de toda la sociedad.
Algunas veces el resultado, como en China, fue que las nuevas formas de
producción fueron sumergidas y la sociedad permaneció estancada por largos
períodos de tiempo. Otras veces, como en el Imperio Romano, la ineptitud de las
nuevas formas de producción determinaron que no hubiera creación de riquezas
suficiente para mantener a la sociedad sobre sus viejas bases. La civilización
entró en colapso, las ciudades fueron destruidas y las personas volvieron a vivir en
sociedades agrícolas. Y otras veces una nueva clase, basada en nuevas formas
de producción, fue capaz de organizarse, debilitar y derrumbar a la vieja clase
dominante, junto con su sistema legal, sus ejércitos, ideología y religión. De este
modo, la sociedad pudo avanzar.

En cada caso, la sociedad avanzaba o retrocedía dependiendo de quien venciera


en la guerra entre las clases. Y como en cualquier guerra, la victoria no estaba
garantizada de antemano, dependía de la organización, unidad y liderazgo de las
clases en lucha.

4. Capitalismo. ¿Cómo se inició el sistema?

Uno de los argumentos más absurdos que pueden escucharse, es que las cosas
no hubieran podido ser diferentes de lo que hoy son. Pero, las cosas ya fueron
diferentes. Y no hay que ir muy lejos para descubrirlo. En Gran Bretaña por
ejemplo, la realidad era diferente hace no mucho tiempo. Apenas 250 años atrás
las personas nos hubieran considerado locos, si les describiésemos el mundo en
que hoy vivimos, con grandes fábricas, aviones, misiones espaciales. Incluso las
vías férreas estaban lejos de su imaginación. Porque ellos vivían en una sociedad
que era fundamentalmente rural, en la cual la mayoría de las personas nunca se
había alej ado a más de 15 kilómetros de su aldea, y en la cual el ritmo de vida por
miles de años, estuvo determinado por el cambio de las estaciones. Pero hace
700 u 800 años ya comenzaba un desarrollo que iría a transformar toda la
sociedad. Grupos de artesanos y negociantes empezaron a establecerse en las
ciudades, no prestando sus servicios a cambio de nada como sí lo hacía el resto
de la población, sino intercambiando sus productos con varios señores y siervos a
cambio de alimentos. Cada vez más se comenzó a utilizar el metal como medida
de cambio. Fue un gran paso ver en cada operación de intercambio una
oportunidad para conseguir un poco del precioso metal del cual obtener alguna
ganancia.

Al comienzo las ciudades sólo podían sobrevivir al contraponer un señor feudal


contra otro. Pero a medida que las habilidades de sus artesanos se fueron
perfeccionando, más riquezas producían y mayor poder de influencia obtenían.
Los "burgueses" comenzaron a surgir como clase social al interior de la sociedad
feudal de la Edad Media. Pero ellos obtenían su riqueza de un modo diferente a
como lo hacían los señores feudales que dominaban la sociedad. Un señor feudal
vivía directamente de la producción agrícola que era capaz de obligar a sus
siervos a producir en sus tierras. Este usaba su poder personal para forzarles sin
necesidad de pagarles. Diferente a las clases ricas de las ciudades que vivían de
la manufactura de bienes no agrícolas. Ellos les pagaban a los trabajadores para
que produjesen para ellos, por día o por semana.

Estos trabajadores, frecuentemente siervos escapados, eran "libres" de ir y venir -


desde el momento en que terminaban el trabajo por el cual se les había pagado.
Lo "único" que los llevaba a trabajar era el hecho de que morirían de hambre si no
encontraban a alguien que los empleara. Los ricos se hacían aún más ricos
porque para no morirse de hambre, los trabajadores libres aceptaban menos
dinero del valor de los bienes que ellos producían con su trabajo. Volveremos a
este punto más tarde. Ahora lo que nos interesa es que la burguesía y los señores
feudales obtenían sus riquezas de diferentes fuentes. Esto los llevaba a querer
organizar la sociedad de diferentes formas.

La sociedad ideal de los señores feudales era una sociedad en la cual ellos
tuviesen el poder absoluto sobre sus tierras, sin restricciones en la ley escrita, sin
intromisión de cualquier ente externo, teniendo a sus siervos imposibilitados de
escapar. Ellos querían las cosas tal como eran en los tiempos de sus padres y de
sus abuelos, con todos aceptando la situación social existente al momento de
venir al mundo. La recién enriquecida burguesía necesariamente veía las cosas de
forma diferente. Quería restringir el poder individual con que los señores feudales
y los reyes interferían en el comercio o robaban las riquezas que producían.
Soñaban conseguirlo a través de un cuerpo estable de leyes, que serían escritas y
refrendadas por sus propios representantes electos. Querían liberar a los pobres
de la servidumbre para que pudiesen trabajar (y aumentar las ganancias de los
burgueses) en las ciudades. En cuanto a ellos mismos, sus padres y sus abuelos
ya habían estado bajo el yugo de los señores feudales y ciertamente no querían
que eso continuase.

En una palabra, ellos querían revolucionar la sociedad. Sus desacuerdos con el


viejo orden no eran solamente económicos sino también políticos e ideológicos. Y
desacuerdo ideológico significa principalmente desacuerdo religioso, en una
sociedad analfabeta en donde la principal fuente de las ideas generales sobre la
sociedad eran el resultado de la predicación de la Iglesia. Debido a que la Iglesia
medieval era dominada por obispos y abades que también eran señores feudales,
ellos propagaban visiones en favor del feudalismo, atacando como "pecaminosas"
muchas de las prácticas de la burguesía urbana. Por esto en Alemania, Holanda,
Gran Bretaña y Francia en los siglos XVI y XVII sectores de la burguesía
organizaron su propia religión, el protestantismo una religión que predicaba el
ahorro, la sobriedad, el trabajo duro (¡principalmente de los trabajadores!) y la
independencia de la congregación de los obispos y abades. Estos sectores de la
burguesía crearon un Dios a su imagen, en oposición al Dios de la Edad Media.

Hoy cuentan en la escuela y en la televisión que hubieron grandes guerras


religiosas y civiles que estuvieron motivadas por diferencias religiosas, como si los
hombres fuesen lo suficientemente locos para luchar y morir por las razones
esgrimidas para ellas el papel de la sangre y del cuerpo de Cristo en la Sagrada
Familia. Mucho más estaba en juego -el choque entre dos formas completamente
diferentes de sociedad, basadas en diferentes formas de organizar la producción
de riquezas. En Gran Bretaña, la burguesía venció. Tan horrible como debe
parecerle a nuestra actual clase dominante, sus ancestros consolidaron su poder
cortando cabezas coronadas, justificando el acto con palabras de los profetas del
Antiguo Testamento. Pero en otros lugares el primer round fue para el feudalismo.
En Francia y Alemania la burguesía protestante revolucionaria fue liquidada
después de terribles guerras civiles (aunque una versión feudal del protestantismo
sobrevivió como religión en el norte de Alemania). La burguesía tuvo que esperar
más de dos siglos hasta alcanzar su triunfo en el segundo round, que comenzaría
esta vez sin ropaje religioso, en París en el año 1789.

Explotación y plusvalía

En las sociedades esclavista y feudal las clases superiores tenían que tener
control legal sobre la masa trabajadora de la población. De otro modo, aquellos
que trabajaban para el señor feudal o el propietario de esclavos huían, dejando a
la clase privilegiada sin nadie que trabajara para ella. Pero el capitalista,
generalmente, no precisa controles legales sobre la persona física del trabajador.
No necesita poseerlo, porque sabe que el trabajador al negarse a trabajar para él
morirá de hambre. En lugar de poseer al trabajador, el capitalista puede prosperar
porque posee y controla las fuentes de supervivencia del trabajador -las máquinas
y las fábricas.

Las necesidades materiales de la vida son producidas por el trabajo del ser
humano. Pero este trabajo es casi inútil sin herramientas para cultivar la tierra y
procesar materias primas. Las herramientas pueden variar enormemente de
simples implementos agrícolas como arados y asadas hasta complicadas
máquinas en las modernas fábricas. Pero sin herramientas ni el más habilidoso
trabajador es capaz de producir las cosas necesarias para sobrevivir. El desarrollo
de esas herramientas llamadas por nosotros "medios de producción" separan al
ser humano moderno de sus distantes ancestros de la Edad de Piedra. El
capitalismo está basado en la propiedad de esos medios de producción por parte
de unas pocas personas. En la Gran Bretaña de hoy, por ejemplo, un 1% de la
población controla el 84% del capital y de las acciones de la industria. En sus
manos está concentrado el control efectivo sobre la gran mayoría de los medios
de producción máquinas, fábricas, campos petroleros y las mejores tierras de
cultivo. La masa de la población solamente puede sobrevivir si el capitalista le
permite trabajar con dichos medios de producción. Esto le da a los capitalistas un
poder inmenso para explotar el trabajo de las demás personas, aunque a los ojos
de la ley "todos los hombres sean iguales".

Se necesitaron algunos siglos para que los capitalistas monopolizaran el control


sobre los medios de producción. En Gran Bretaña, por ejemplo, los parlamentos
de los siglos XVII y XVIII tuvieron que aprobar una sucesión de Leyes de
Alambramiento de los campos que separaron a los campesinos de sus medios de
producción, o sea de la tierra que ellos habían cultivado por siglos. Ella se volvió
propiedad de una parte de la clase capitalista y la gran mayoría de la población
rural fue forzada a vender su trabajo para los capitalistas o morirse de hambre.
Una vez alcanzado el monopolio de los medios de producción, el capitalismo pudo
permitir que la mayoría de la población disfrutase, como los capitalistas, de una
aparente libertad e igualdad de derechos políticos. Ya que, por mas "libres" que
fuesen, los trabajadores aún tenían que trabajar para vivir. Los economistas
favorables al capitalismo tienen una explicación simple sobre lo ocurrido entonces.
Ellos dicen que al pagar salarios, el capitalista compra el trabajo del empleado. Y
debe pagar un precio justo por él. Caso contrario, el trabajador iría a emplearse
con otra persona. El capitalista paga un "salario justo" al trabajador, por lo tanto el
trabajador debe dar un "día de trabajo justo" al patrón.

¿Cómo entonces, podemos explicar las ganancias? Las ganancias, afirman, son
una "recompensa" para el capitalista por el "sacrificio" que ha hecho para poner en
actividad los medios de producción (capital). Es un argumento que difícilmente
convence a ningún trabajador que piense esto dos veces. Tomemos una empresa
que anuncia una "tasa de ganancias neta" de 10% al año. Estarían afirmando que
si el costo de toda su maquinaria, instalaciones y todo lo que posee es de 100
millones de libras, le sobran 10 millones después de pagar salarios, la materia
prima y el costo de reposición de la maquinaria desgastada en un año. No es
preciso ser un genio para ver que después de 10 años, esa empresa totalizará una
ganancia de 100 millones- o sea, el monto integral de la inversión original.

Si es el "sacrificio" el que está siendo recompensado, entonces seguramente


después de 10 años toda ganancia debería cesar. Pues entonces los capitalistas
ya habrían recibido el equivalente a lo que invirtieron al inicio. Entretanto, la
verdad es que el capitalista se hizo dos veces más rico que antes. Se quedó con
la inversión inicial más la ganancia acumulada. Mientras tanto el trabajador
sacrificó gran parte de la energía de su vida trabajando 8 o más horas por día, 48
semanas por año, en una empresa. ¿Estará dos veces mejor al final de ese
tiempo que al inicio? Puedes apostar tu ropa a que no. Aunque él ahorrase todo el
dinero que pudiese, no podría ser capaz de comprar mucho más que un televisor
color, un sistema de calefacción barato o un automóvil de segunda mano. Nunca
será capaz de juntar dinero suficiente para comprar la empresa donde trabaja. El
"justo día de trabajo por un justo jornal" multiplicó el capital del capitalista,
mientras dejaba al trabajador sin capital y sin más opción que ir a trabajar apenas
por ese jornal. La "igualdad de derechos" entre capitalistas y trabajadores ha
incrementado la desigualdad.

Uno de los mayores descubrimientos de Marx fue la explicación de esa aparente


anomalía. No existe mecanismo que obligue al capitalista a pagar a sus
trabajadores el valor integral del trabajo que realizan. Un trabajador empleado hoy
(1979), por ejemplo en la industria, puede crear 400 libras de productos por
semana. Pero esto no significa que él o ella reciban esa suma. En 99 casos de
100 ellos recibirán mucho menos. La alternativa de los trabajadores, es trabajar o
morir de hambre (o como máximo vivir algunos meses con un miserable subsidio
de desempleo). Por ello los trabajadores no reivindican el valor integral de lo que
producen, apenas lo suficiente para tener un nivel de vida aceptable. El trabajador
recibe apenas lo suficiente para reponer diariamente todas fuerzas y capacidades
de trabajo a disposición del capitalista.

Desde el punto de vista de los capitalistas, si los trabajadores están recibiendo lo


suficiente para mantenerse trabajando y criar a sus hijos, quienes serán la nueva
generación de trabajadores, están entonces recibiendo un salario justo por su
fuerza de trabajo. Pero el total del valor necesario para mantener a los
trabajadores en condiciones de trabajar, es considerablemente menor que la
cantidad de riqueza que ellos producen -el valor de la fuerza de su trabajo es
considerablemente menor que el valor creado por su trabajo. A la diferencia que
va a parar a los bolsillos de los capitalistas, Marx la llamó "plusvalía".

La autoexpansión del capital

Si leemos los escritos de los apologistas del actual sistema, vamos a notar que
ellos comparten una extraña creencia: el dinero tiene una extraña propiedad
mágica. Puede crecer como una planta o un animal. Cuando un capitalista coloca
dinero en un banco, su expectativa es de que crezca. Cuando ellos invierten en
acciones de Unilever, por ejemplo, esperan ser recompensados al año con
generosos retornos en dinero, en forma de beneficios. Marx notó eso y llamó a
este fenómeno "autoexpansión del capital", en relación a lo cual elaboró una
explicación.

Como vimos anteriormente, su explicación comienza no con el dinero, sino con el


trabajo y los medios de producción. En la sociedad actual, aquellos que poseen
riqueza suficiente pueden comprar el control de los medios de producción. Pueden
entonces obligar a cada uno de aquellos que no tengan ese poder, a vender la
fuerza de trabajo necesaria para hacer funcionar los medios de producción. El
secreto de la "autoexpansión del capital", de la milagrosa capacidad del dinero de
crecer y multiplicarse para quien ya posee grandes cantidades de él, reside en la
compra-venta de esta fuerza de trabajo.
Tomemos como ejemplo un trabajador, a quien daremos el nombre de Jack. El
consigue un empleo con un empresario, Sir Browning Browne. El trabajo que Jack
puede hacer en 8 horas diarias creará un volumen adicional de valor -tal vez de
unas 48 libras. Pero Jack está dispuesto a vender su trabajo por mucho menos
que eso, ya que su alternativa es el seguro de desempleo. Hay parlamentarios
favorables al capitalismo que afirman que con 12 libras diarias un trabajador y su
familia pueden subsistir, y pagar un seguro de desempleo mayor a esa cifra
implicaría "destruir el incentivo para trabajar". Si Jack quiere ganar más de 12
libras diarias, tendrá que vender su habilidad para trabajar, su fuerza de trabajo,
aunque le ofrezcan mucho menos que las 48 libras que él puede crear en sus 8
horas de trabajo. Podrá trabajar, quizás, por 28 libras diarias. La diferencia diaria
de 20 libras irá al bolsillo de Sir Browning. Esta, es la plusvalía de Sir Browning.

Porque tuvo riqueza suficiente para comprar el control de los medios de


producción en primera instancia, Sir Browning Browne puede asegurar
enriquecerse en 20 libras al día por cada trabajador que emplea. Su dinero sigue
creciendo, su capital se expande, no por causa de alguna ley natural, sino debido
al hecho de que su control sobre los medios de producción le permite comprar el
trabajo ajeno a bajo precio. Por supuesto que Sir Browning no guarda
necesariamente la totalidad de estas 20 libras para si mismo. El puede alquilar
instalaciones fabriles o tierras. Puede haber pedido dinero prestado a los otros
miembros de la clase dominante para iniciar su negocio y ellos van a exigir una
parte de su plusvalía. Tal vez, ellos exijan 10 libras como pago, dejando a Sir
Browning apenas las restantes 10 libras de beneficios.

Aquellos que viven de rentas probablemente nunca han visto a Jack en su vida.
Sin embargo, no fue el poder místico del dinero lo que les proveyó de ingresos,
sino el muy físico sudor de Jack. Los dividendos, los intereses, los beneficios,
todos ellos provienen de la plusvalía. ¿Qué es lo que determina cuánto consigue
Jack por su fuerza de trabajo? Su empleador va a intentar pagarle lo menos
posible. Pero en la práctica existen límites, debajo de los cuales los salarios no
pueden llegar. Algunos de esos límites son físicos -no es recomendable pagar
salarios tan miserables como para que los trabajadores estén desnutridos e
incapacitados de poner esfuerzo en el trabajo. Ellos también tienen que ser
capaces de viajar hacia y desde el trabajo, y tener algún lugar para descansar en
la noche, para no caer de sueño sobre las máquinas. Desde este punto de vista,
vale la pena incluso pagar por aquello que los trabajadores consideran "pequeños
lujos" -como unos tragos a la noche, un televisor, y ocasionalmente unas
vacaciones. Todo esto da al trabajador nuevo ánimo para trabajar mejor. Sirve
también para que el trabajador "reabastezca" su fuerza de trabajo. Y un hecho
importante es que donde los salarios son mantenidos muy bajos, la productividad
también cae.

El capitalista tiene que preocuparse por otra cosa también. Su empresa va a estar
en actividad por muchos años. Mucho tiempo después de que sus actuales
trabajadores ya estén muertos. Su empresa va a precisar de los hijos de estos
trabajadores, por lo que tiene que pagarles lo suficiente como para que los críen.
También tienen que asegurar que el Estado provea a través del sistema de
educación, ciertas habilidades a esos niños (como leer y escribir). En la práctica,
una cosa más es importante -aquello que el trabajador considera como un "salario
decente". Un trabajador que recibe un salario más bajo del que podría percibir
puede ser negligente con sus responsabilidades laborales, importándole poco
perder su empleo ya que este le parece "inútil". Todos esos elementos
determinantes del salario tienen una cosa en común. Todos intentan asegurar que
el salario sea suficiente para mantener viva la fuerza de trabajo, para que el
capitalista la compre por hora. Los trabajadores reciben una paga para
mantenerse ellos y sus familias, vivos y aptos para trabajar.

En la actual sociedad capitalista, un aspecto más debe ser destacado. Grandes


cantidades de dinero son gastadas en cosas como fuerzas policiales y
armamentos. Tales instrumentos son utilizados por el Estado en defensa de los
intereses de la clase capitalista. De hecho, ellos pertenecen a la clase capitalista,
aunque sean dirigidos por el Estado. El valor que es gastado en ellos pertenece a
los capitalistas, no a los trabajadores. Esto también es parte del plusvalor.

Plusvalor = beneficio + renta + intereses + gastos en policía, ejército y demás.

5. La teoría del valor-trabajo

Pero maquinaria y capital producen tanto bienes como trabajo. Si este es el caso,
es una cuestión de justicia que el capital, así como el trabajo, reciban su parte de
la riqueza producida. Cada "factor de producción" tiene que tener su recompensa.

De esta forma respondería al análisis marxista de la explotación y la plusvalía,


alguien que hubiese aprendido un poco de economía favorable al capitalismo. Y a
primera vista, esta objeción parece tener algún sentido. Pues ciertamente no se
puede producir bienes sin capital.

Los marxistas nunca argumentamos que fuera posible. Pero nuestro punto de
partida es bien diferente. Comenzamos por preguntar en primer lugar: ¿de dónde
viene el capital? ¿cómo surgieron los medios de producción? La respuesta no es
difícil de hallar. Todo lo que el hombre utilizó en su historia para crear riquezas
desde un hacha neolítica a la más moderna computadora fue producido por el
trabajo humano. La misma hacha fue producida con otras herramientas, que a su
vez eran producto de un trabajo previo. Es por eso que Marx acostumbraba
denominar a los medios de producción como "trabajo muerto". Cuando los
hombres de negocios exaltan el capital que poseen, en realidad están resaltando
el hecho de que ellos controlan el enorme manantial de trabajo de las
generaciones precedentes. Y eso no significa que sea el trabajo de sus ancestros,
quienes no trabajaron más de lo que ellos lo hacen ahora.
La noción de que el trabajo es la fuente de la riqueza comúnmente llamada "teoría
del valor-trabajo" no fue descubierta originariamente por Marx. Todos los grandes
economistas favorables al capitalismo del tiempo de Marx aceptaban esa teoría.
Esos hombres, como el economista escocés Adam Smith o el inglés David
Ricardo, produjeron sus teorías cuando el sistema capitalista industrial todavía era
muy joven pocos años antes y después de la Revolución Francesa. Los
capitalistas todavía no dominaban la sociedad y necesitaban conocer la verdadera
fuente de su riqueza si querían llegar al poder. Smith y Ricardo sirvieron a sus
intereses afirmando que el trabajo creaba la riqueza, y que para aumentar sus
riquezas ellos tenían que "liberar" el trabajo del control de las antiguas clases
dominantes precapitalistas. Pero no se demoró mucho para que los pensadores
cercanos a la clase trabajadora volvieran ese argumento contra los amigos de
Smith y Ricardo: si el trabajo crea riquezas, entonces el trabajo crea el capital. Y
los "derechos del capital" no son más que los derechos del trabajo usurpados.
Pronto los economistas que apoyaban al capital, comenzaron a afirmar que la
teoría del valor-trabajo no pasaba de ser un montón de ideas sin sentido. Pero
cuando la verdad es echada por la puerta de adelante, ella acostumbra volver por
la puerta trasera.

Enciende la radio. Escúchala algún tiempo y oirás a algún experto diciendo que el
problema de la economía es que las "personas no trabajan suficientemente duro"
o, de otro modo, que "la productividad es muy baja". Olvidemos por un momento si
el argumento es correcto o no. En lugar de esto, echémosle un vistazo. Ellos
nunca dicen "las máquinas no trabajan suficientemente duro". No. Son siempre las
personas, los trabajadores. Afirman que si los trabajadores se esforzasen más,
mayor sería la riqueza creada, y eso posibilitaría más inversión en nuevas
máquinas. Las personas que usan este argumento pueden no saberlo, pero están
afirmando que más trabajo crea más capital. El trabajo es la fuente de la riqueza.

Digamos que tengo un billete de 5 libras en mi bolsillo. ¿Cuál es su utilidad para


mí? Después de todo no pasa de ser un pedazo de papel impreso. Su valor para
mi reside en el hecho de que puedo conseguir, a cambio de él, algo útil, que fue
hecho gracias al trabajo de otra persona. El billete, en verdad, no es más que una
representación de los productos de ese trabajo. Dos billetes representan los
productos de dos veces ese trabajo, y así sucesivamente. Cuando medimos la
riqueza estamos midiendo el trabajo que fue realizado para crear esa riqueza.

Obviamente, no todos producen la misma cantidad de trabajo en el mismo período


de tiempo. Si yo decidiera, por ejemplo, hacer una mesa, me llevaría cinco o seis
veces más tiempo que a un carpintero experimentado. Pero nadie en sus sana
conciencia consideraría a la mesa que yo hice cinco o seis veces más valiosa que
la mesa realizada por el carpintero experimentado. Sería preciso evaluar mi
trabajo de acuerdo a la cantidad de trabajo necesario para que un carpintero la
haga y no de acuerdo a la cantidad de trabajo realizado.O sea, si a un carpintero
le llevase una hora realizar la mesa, el valor de la mesa será considerado como el
equivalente a una hora de trabajo. Este sería el tiempo necesario para hacer una
mesa, tomando en cuenta el nivel general de técnica y habilidad existentes
actualmente en la sociedad.

Por esa razón, Marx insistía en que la medida del valor de cualquier cosa no es
simplemente el tiempo que le lleva a un individuo hacerlo, sino el tiempo de trabajo
que un individuo emplearía dentro del nivel medio de tecnología y habilidad él
llamaba a ese nivel medio de trabajo"el tiempo de trabajo socialmente necesario".
Este punto es importante porque el capitalismo siempre está avanzando
tecnológicamente, lo que quiere decir que cada vez se necesita menos y menos
trabajo para producir cada mercancía. Por ejemplo, cuando se acostumbraba
fabricar radios utilizando válvulas térmicas, esos productos eran muy caros,
porque había gran cantidad de trabajo en la fabricación de las válvulas, para
conectarlas y todo lo demás. Entonces fue inventado el transistor, que podía ser
confeccionado y conectado con mucho menos trabajo. De repente, todos los
trabajadores de las fábricas de radios que aún utilizaban válvulas descubrieron
que el precio de lo que ellos producían estaba desfasado. Porque el precio de las
radios ya no estaba más determinado por el tiempo trabajo necesario para fabricar
válvulas, sino por el tiempo necesario para fabricar transistores.

Un último punto. Los precios de algunos bienes fluctúan de forma desenfrenada


de un día a otro o de una semana a otra. Estos cambios pueden ser causa de
muchas otras cosas, además de los cambios en la cantidad de trabajo necesario
para producirlos. Cuando una helada en Brasil arrasó todos los cultivos de café, el
precio del café se disparó porque esto provocó una escasez mundial y las
personas terminaron pagando más por ese producto. Si mañana alguna catástrofe
natural destruye todos los televisores, no hay duda de que los precios de los
aparatos de televisión se van a disparar de la misma forma. Lo que los
economistas llaman "la oferta y la demanda" causa constantemente estas
fluctuaciones en los precios.

Por esta razón, muchos economistas favorables al capitalismo dicen que la teoría
del valor-trabajo no tiene sentido. Afirman que solamente importa la ley de la
oferta y la demanda. Pero esto sí que carece de sentido. Porque este argumento
olvida que cuando alguna cosa fluctúa, fluctúa generalmente alrededor de un nivel
medio. El mar avanza y retrocede debido a las mareas, pero eso no significa que
no podamos localizar un punto en torno al cual se mueve, al cual llamamos "nivel
del mar". De la misma forma, el hecho de que los precios suban y bajen
diariamente, no significa que no existan valores fijos en torno a los cuales fluctúan.
Por ejemplo, si todos los aparatos de televisión fuesen destruidos, los primeros en
aparecer serían muy buscados y alcanzarían precios elevadísimos. Pero no se
demoraría mucho para que más aparatos llegasen al mercado, compitiendo unos
con otros hasta que los precios fuesen forzados a bajar, hasta llegar cerca de su
valor en términos del tiempo de trabajo necesario para producirlos.
Competencia y acumulación

Hubo un tiempo en que el capitalismo parecía ser un sistema dinámico y


progresista. Durante la mayor parte de la historia humana, las vidas de la mayoría
de los hombres y las mujeres fueron dominadas por el trabajo pesado y la
explotación. El capitalismo industrial no cambió esto cuando apareció en los siglos
XVIII y XIX. Pero parecía haberle dado al trabajo pesado y a la explotación un
propósito útil. En vez de gastar grandes cantidades de riqueza en lujos para unos
pocos aristócratas parasitarios o en la construcción de imponentes tumbas para
los monarcas muertos, o en absurdas guerras para conquistar un pedazo de tierra
para el hijo de algún emperador, usó la riqueza para construir los medios de crear
más riquezas. El surgimiento del capitalismo fue un período de crecimiento de las
industrias, ciudades, medios de transporte, en una escala nunca soñada por la
historia humana anterior.

Puede parecer extraño hoy, pero lugares como las antiguas ciudades industriales
de comienzos del capitalismo, eran sitios en donde se operaban milagros. La
humanidad nunca había visto antes tanto algodón e hilados transformados tan
rápidamente en vestimenta para vestir a millones. Esto no ocurrió porque los
capitalistas tuviesen alguna virtud especial. Ellos eran siempre, más bien,
personas avaras, obsesionadas por colocar sus manos sobre la mayor cantidad de
riqueza posible, pagando el más bajo precio posible por el trabajo que utilizaban.
Muchas clases dominantes anteriores habían sido como ellos en este aspecto, sin
haber levantado industrias. Pero los capitalistas fueron diferentes en dos aspectos
importantes.

El primero con el que hemos tratado es el hecho de que ellos no poseían sus
propios trabajadores, pero pagaban a los trabajadores por hora por su habilidad en
el trabajo, por su fuerza de trabajo. Eran esclavos asalariados, ya no solamente
esclavos. El segundo aspecto es que ellos no consumían los bienes producidos
por sus trabajadores. El señor feudal vivía directamente de la carne, el pan, el
queso y el vino producido por sus siervos. Pero el capitalista vivía de la venta a
otras personas de los bienes producidos por los trabajadores. Esto daba al
capitalista individual menos libertad para hacer lo que quería, que la que tenían los
señores feudales y los propietarios de esclavos. Para vender las mercancías, el
capitalista tenía que producirlas lo más barato posible. El capitalista poseía la
fábrica y era todopoderoso dentro de ella. Pero no podía usar este poder de
cualquier forma. El también tenía que inclinarse ante la necesidad de competir con
otras fábricas.

Volvamos a nuestro capitalista favorito, Sir Browning Browne. Consideremos que


una cierta cantidad de tela de algodón lleva 10 hs. del tiempo de un trabajador de
su fábrica para ser producida, pero en otra fábrica esa misma cantidad lleva
apenas 5 hs. Sir Browning Browne no podría fijar el precio de su mercancía por su
equivalente a 10 hs. de trabajo. Nadie en su sano juicio pagaría ese precio si
puede pagar más barato por la tela unas cuadras más adelante. Cualquier
capitalista que quisiera sobrevivir en el negocio tenía que asegurarse que sus
empleados trabajasen tan rápido como fuera posible. Pero esto no era todo. El
también tenía que prever que sus empleados trabajen con la maquinaria más
moderna, de modo que su trabajo produjera tanta cantidad de bienes en una hora
como los empleados que trabajan para otros capitalistas. El capitalista que
quisiera permanecer en el negocio, tenía que asegurarse de poseer cada vez
mayor cantidad de medios de producción -o como Marx dice: ¡acumular capital!

La competencia entre capitalistas produjo un poder, el sistema de mercado, que


tenía a todos y cada uno bajo su control. Obligaba a todos a acelerar el proceso
productivo todo el tiempo e invertir todo lo que pudieran en nuevas máquinas. Y
solamente podían darse el lujo de gastar en nuevas máquinas (y obviamente, en
llevar su lujosa vida) si mantenían los salarios de sus trabajadores lo más bajo
posible. En su mayor obra, El Capital, Marx escribe que el capitalista es un tacaño,
obsesionado en juntar más y más riquezas. Pero,

lo que en el avaro es mera idiosincrasia es, en el capitalista, el efecto de un


mecanismo social en el cual no pasa de ser uno de los engranajes... El desarrollo
de la producción capitalista vuelve necesario el permanente crecimiento del total
del capital colocado en un determinado emprendimiento y la competencia hace
que las leyes inmanentes del capital sean percibidas por cada capitalista como
leyes coercitivas externas. Eso los obliga a mantener a su capital creciendo
constantemente para preservarlo. Pero ellos solo pueden hacer esto a través de
una acumulación progresiva.

¡Acumula, acumula! ¡Dicen Moisés y otros profetas!

La producción no se desarrolla para satisfacer las necesidades humanas incluso


las necesidades humanas de la clase capitalista sino para posibilitar al capitalista
sobrevivir en la competencia con otros capitalistas. Los trabajadores que son
empleados por el patrón, descubren que sus vidas son dominadas por la
necesidad de sus empleadores de acumular más rápidamente que sus rivales.
Como dice Marx en el Manifiesto Comunista:

En la sociedad burguesa el trabajo vivo no pasa de ser un medio para acumular


trabajo muerto... El capital es independiente y tiene su individualidad, las personas
son dependientes y no tienen individualidad.

La tendencia compulsiva de los capitalistas a la acumulación en la competencia,


fue el gran empuje de la industria en los primeros años del sistema. Pero otra cosa
también resultó de esto: repetidas crisis económicas. Las crisis económicas no
son nuevas, son tan viejas como el propio sistema.
6. Las crisis económicas

Acumulación de riqueza por un lado y de pobreza por el otro.

Es así como Marx resume la principal tendencia del capitalismo. Cada capitalista
le teme a la competencia de otro capitalista, y es por esto que hacen que sus
empleados trabajen lo más duro posible, pagando los salarios más bajos que
puedan arrancarles. El resultado es una desproporción entre el enorme
crecimiento de los medios de producción por un lado, y el limitado crecimiento de
los salarios y del número de trabajadores empleados por el otro. Esta, insistía
Marx, es la causa básica de las crisis económicas. El modo más fácil de entender
esto es preguntarnos: ¿quién compra la siempre creciente cantidad de
mercancías? Los bajos salarios que tienen los trabajadores les impiden comprar
los bienes que ellos mismos producen. El capitalista no puede elevar los salarios
porque esto iría en contra de sus ganancias que son la fuerza impulsora del
sistema.

Pero si las empresas no pueden vender los bienes que producen, ellas tienen que
cerrar sus puertas y despedir trabajadores. El monto de los salarios, entonces, cae
aún más, y más empresas no consiguen vender sus mercancías. Una "crisis de
superproducción" se instala, con mercancías acumuladas por toda la economía,
que las personas no serán capaces de adquirir. Este ha sido un aspecto
recurrente en la sociedad capitalista en los últimos 160 años. Pero cualquier
apologista atinado del sistema, podría llamar la atención sobre un medio fácil de
salir de esta crisis. Todo lo que los capitalistas deberían hacer sería invertir sus
beneficios en nuevas fábricas y máquinas. Esto ofrecería empleo a los
trabajadores, que podrían entonces ser capaces de comprar los bienes
invendibles. Esto significa que contando con que se realicen nuevas inversiones,
todas las mercancías podrían ser vendidas y el sistema podría ofrecer empleos
para todos.

Marx no era necio y reconocía este hecho. Ciertamente, como vimos, él sabía que
la presión de la competencia que obligaba a los capitalistas a invertir, era central
para el sistema. Pero, él se preguntaba: ¿esto significa que los capitalistas
invertirían todos sus beneficios, todo el tiempo? Los capitalistas sólo invertirían si
considerasen que existe la garantía de una ganancia "razonable". Si ellos no creen
que pueda lograrse tal ganancia, no arriesgarán su dinero en inversiones. Lo
pondrán en el banco y lo dejarán allí.

Que el capitalista invierta o no, dependerá de cómo evalúe la situación económica.


Cuando parece favorable, todos los capitalistas se precipitarán a invertir al mismo
tiempo, abalanzándose unos sobre otros buscando sitios de construcción,
comprando máquinas, escarbando el suelo en busca de materias primas, pagando
de sobra la mano de obra calificada. Esto es llamado por lo general el boom. Pero
la frenética competencia por la tierra, la materia prima y la mano de obra calificada
hace subir los precios de estas cosas. Y se llega repentinamente a un punto
donde algunas empresas descubren que sus costos se han elevado tanto que
todas sus ganancias han desaparecido.

El boom de inversiones repentinas da lugar a una caída de las inversiones. Una


depresión. Nadie más quiere nuevas fábricas -los trabajadores de la construcción
pierden sus empleos. Nadie quiere nuevas máquinas -las industrias de maquinaria
entran en crisis. Nadie quiere el acero y el hierro que están siendo producidos -la
industria del acero comienza de repente a producir por "debajo de su capacidad" y
"deja de brindar ganancias". Quiebres y cierres se desparraman de industria en
industria, destruyendo empleos -y con ellos la capacidad de los trabajadores de
comprar bienes de otras industrias. La historia del capitalismo es la historia de
esas periódicas caídas y depresiones, y de la demencial situación de los
trabajadores desempleados muriendo de hambre al lado de fábricas vacías,
mientras los stocks de mercancías "indeseadas" se pudren. El capitalismo crea
periódicamente crisis de superproducción, porque no existe una planificación que
impida las corridas y fugas simultaneas de los capitales invertidos en la
producción.

Las personas acostumbraban pensar que el Estado podía detener esto. A través
de su intervención en la economía, aumentando la inversión gubernamental
cuando la inversión privada estuviese baja y reduciéndola cuando el capital
privado volviese a invertir, el Estado mantendría la producción en un nivel estable.
Pero hoy en día las inversiones estatales también son parte de la locura general.
Veamos el ejemplo de la British Steel. Algunos años atrás, cuando la empresa
todavía era pública, los metalúrgicos fueron notificados de que sus empleos serían
eliminados, para abrir camino a modernos hornos automáticos que producirían
más acero a menores costos. Hoy les dicen que todavía más trabajadores deben
perder sus empleos Gran Bretaña no fue el único país en embarcarse en estos
planes de inversiones masivas. Francia, Alemania, Estados Unidos, Brasil,
Alemania, Surcorea, todos hicieron lo mismo. Hay ahora un excedente mundial de
acero una crisis de superproducción. La inversión estatal está siendo recortada.

Los metalúrgicos, por supuesto, sufren en las dos etapas. Cuando las inversiones
crecen y cuando las suspenden. Este es el precio que la humanidad paga por un
sistema económico en que la producción de enormes riquezas es controlada por
un pequeño grupo privilegiado, interesado solamente en las ganancias. No importa
si esos pequeños grupos privilegiados poseen directamente las empresas o las
controlan indirectamente a través de su poder sobre el Estado (como es el caso de
British Steel). Si ellos usan su control para competir unos con otros, sea a escala
nacional o global, siempre son los trabajadores los que sufren. La mayor locura del
sistema es el hecho de que las "crisis de superproducción" no ocurren de forma
alguna fruto a la superproducción. Todo el excedente de acero, por ejemplo,
podría haber ayudado a resolver el hambre mundial. Campesinos de todo el
mundo tienen que arar la tierra con arados de madera arados de acero hubieran
ayudado a aumentar la producción mundial de alimentos. Pero los campesinos no
tienen dinero, entonces el sistema capitalista no se interesa no hay manera de
obtener beneficios de esa forma.
¿Por qué las crisis tienden a empeorar?

Las crisis no ocurren con una regularidad monótona. Marx también previó que se
volverían peores a medida que pasara el tiempo. Aunque las cosas acontecieran
de forma uniforme, sin convulsiones ni sobresaltos, esto no detendría la tendencia
general rumbo a las crisis. Y esto porque la competencia entre capitalistas (y entre
las naciones capitalistas) los obliga a invertir en equipamientos que ahorran mano
de obra.

Actualmente en Gran Bretaña casi todas las nuevas inversiones son diseñadas
para recortar el número de trabajadores. Es por esto que hay menos trabajadores
hoy en la industria británica que 10 años atrás, aunque la producción se haya
incrementado en ese período. Solamente a través de una "producción
racionalizada", del "aumento de la productividad" y de la disminución de la mano
de obra, un capitalista puede hacerse de un pedazo más grande de la torta. Pero
el resultado para el sistema como un todo es desastroso. Pues esto determina que
el número de trabajadores no crezca a la misma velocidad que las inversiones.
Aun así la fuente del beneficio es la labor de los trabajadores, el combustible que
mantiene funcionando al sistema. Si hicieran más y más inversiones, sin el
correspondiente aumento de la fuente de ganancias, estarían rumbo al colapso -
esto es tan cierto como si quisiéramos mover un gran auto con la misma cantidad
de gasolina utilizada para mantener un autito pequeño funcionando.

Es por esto que Marx argumentaba 100 años atrás que es el éxito mismo del
capitalismo en acumular grandes inversiones en nuevos equipamientos, lo que
produce la tendencia decreciente de la tasa de ganancias, cuya mayor
consecuencia es el empeoramiento de las crisis. Este argumento puede ser
trasladado muy simplemente al capitalismo de hoy día. Al revés del viejo dicho
sobre los "malos tiempos" que dieron lugar a los "buenos tiempos", de la
depresión transformándose en expansión, lo que nosotros presenciamos es una
recesión sin final. Cualquier relanzamiento de la producción se trans- forma en
desempleo, es de alcance limitado y de corta duración. Los apologistas del
sistema dicen que esto ocurre porque no se realizan inversiones suficientes. Sin
inversiones nuevas no se crean nuevos empleos y no hay dinero nuevo para
comprar nuevas mercancías. Hasta ahí podemos coincidir en lo que ocurre sólo
que no podemos acordar con la explicación que le dan al hecho.

Ellos culpan a los salarios. Están muy altos, dicen ellos, limitando las ganancias
hasta el hueso. Los capitalistas están recelosos de invertir porque no conseguirán
un "retorno suficiente". Pero las crisis se presentaron también en épocas en que
las políticas salariales recortaban el nivel de vida de los trabajadores y
garantizaban beneficios elevados a los patrones. En los años 1975-1978
presenciamos los mayores recortes salariales que los trabajadores hayan sufrido
en este siglo, volviéndose los ricos más ricos todavía el 10% más rico aumentó su
participación en la riqueza nacional del 57,8% en 1974 al 60% en 1976. Y así
mismo no había inversión suficiente para detener la crisis y esto ocurría no
solamente en Gran Bretaña, sino también en otros países donde los salarios
fueron reducidos, como en Francia, Japón y Alemania. Sería mejor oír lo que Marx
decía 100 años atrás, que brindar oídos a los actuales apologistas del capitalismo.

Marx previó que en la medida en que el capitalismo envejeciese, sus crisis


empeorarían, ya que su fuente de beneficios, la mano de obra, de ninguna forma
conseguiría crecer con la misma rapidez que las inversiones necesarias para
colocar esa mano de obra a trabajar. Marx escribió en una época en que el valor
de una fábrica y de la maquinaria necesaria para lograr poner en actividad el
trabajo era muy baja. Desde entonces, este costo se disparó y hoy (1979) puede
llegar a 20.000 o 30.000 libras. La competencia entre las empresas capitalistas los
forzó a usar maquinarias cada vez más caras y mayores. Llegándose al punto en
que, en la mayoría de las industrias las nuevas maquinarias son garantía de
menos trabajadores empleados.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha


previsto que el desempleo en las mayores economías del mundo decaería [...] sólo
si se diese algún milagro y las inversiones se disparasen. Y esto no va a ocurrir.
Porque los capitalistas cuidan sus beneficios, y si sus inversiones se cuadriplican
pero sus beneficios solamente se doblan, no estarán muy felices. Pero es esto lo
que debe ocurrir si la industria crece mas rápido que la fuente de sus beneficios, el
trabajo humano. Como dice el propio Marx, la tasa de ganancias tiende a decaer.
El preveía que se alcanzaría un punto, a partir del cual cualquier nueva inversión
sería una peligrosa aventura. La escala de los gastos necesarios para nuevas
máquinas e instalaciones sería colosal, y la tasa de ganancias sería aún más baja
que antes. Cuando este punto fuese alcanzado, cada capitalista (o Estado
capitalista) soñaría con nuevos y enormes programas de inversiones -pero tendría
terror de implementarlos por miedo a la quiebra.

La actual economía mundial tiene mucho de esto. Rover planea nueva líneas de
producción -pero teme perder dinero al hacerlo. La British Steel sueña con tener
aquellas gigantes instalaciones planeadas -pero tuvo que congelar sus planes
porque no consigue vender su actual producción. Los fabricantes japoneses de
buques desistieron de invertir en nuevas instalaciones y algunas de las antiguas
fueron cerradas. La propia capacidad del capitalismo para construir máquinas
cada vez más productivas y mayores, trajo al sistema al punto de una crisis
aparentemente permanente.

Este punto fue alcanzado en las sociedades esclavistas de la antigüedad y en las


sociedades feudales de la Edad Media, en que o la revolución transformaba la
sociedad o esta entraría en una crisis que la haría retroceder. En el caso de
Roma, la revolución no ocurrió y llevó precisamente a la destrucción de la
civilización romana y a la Edad Oscura. En el caso de algunas sociedades
feudales Gran Bretaña y, mas tarde, Francia la revolución destruyó el antiguo
orden y permitió que nuevos avances sociales ocurrieran, bajo el capitalismo.
Ahora el propio capitalismo enfrenta una elección entre las crisis permanentes,
que irán eventualmente sumergiendo a la humanidad en la barbarie gracias a la
miseria y la guerra, o la revolución socialista.
7. La clase trabajadora

Marx inició el Manifiesto Comunista afirmando que "la historia de todas las
sociedades que han existido hasta nuestros días ha sido la historia de la lucha de
clases." La cuestión de cómo la clase dominante obligaba a la clase oprimida a
producir riquezas para sí es crucial. A causa de esto en todas las sociedades
anteriores ocurrieron enormes luchas de clases, que frecuentemente culminaban
en guerras civiles las insurrecciones de los esclavos en la Roma antigua, las
insurrecciones campesinas en la Europa medieval, las grandes guerras civiles y
revoluciones de los siglos XVII y XVIII. En todas esas grandes luchas, la masa de
las fuerzas insurgentes venía de la parte más oprimida de la sociedad. Pero, como
Marx luego demostró, al final todos los esfuerzos de esa mayoría oprimida solo
servía para sustituir en el gobierno a una minoría privilegiada por otra. Por
ejemplo, en la China antigua hubo sucesivas revueltas campesinas pero ellas
apenas sustituían un emperador por otro. De la misma forma, aquellos que más
lucharon en la Revolución francesa fueron los "bras nus" las clases más pobres de
Paris. Y al final, la sociedad terminó siendo gobernada no por ellos, sino por los
banqueros y los industriales que asumieron en lugar del rey y de los nobles.

Había dos principales razones para esta imposibilidad de las clases bajas de
mantener el control sobre las revoluciones en las cuales ellos luchaban.
Primeramente, el nivel general de riqueza de la sociedad era bastante bajo. Esto
ocurría porque la gran mayoría de las personas era mantenida en la extrema
pobreza, para que una pequeña minoría tuviese tiempo y sosiego para desarrollar
las artes y las ciencias con el fin de mantener a la civilización. En otras palabras,
la división social entre las clases era necesaria para que la sociedad pudiese
progresar. En segundo lugar, la vida de las clases oprimidas no los preparó para
dirigir la sociedad. En general ellos eran analfabetos, tenían poca idea de cómo
eran las cosas mas allá de la localidad en que vivían y, sobretodo, su vida giraba
en torno a competir unos contra otros. Cada campesino se preocupaba en cultivar
su propio pedazo de tierra. En las ciudades, cada artesano trabajaba en su
pequeño negocio. De ese modo, competía con otros artesanos y no se unía con
ellos.

Las revueltas campesinas comenzaban con un gran número de personas


exigiendo la división de las tierras del señor feudal local, pero una vez que el señor
feudal era derrotado, la personas comenzaban a luchar entre sí por como las
tierras deberían ser divididas. Como Marx dijo, los campesinos eran como papas
en una bolsa. Ellos podían estar juntos por una fuerza externa, pero eran
incapaces de juntarse permanentemente para defender sus propios intereses. Los
trabajadores que crean las riquezas bajo el moderno capitalismo difieren de todas
las clases subordinadas anteriores. Primero porque la división de clases ya no es
necesaria para el progreso humano. Tanta riqueza es creada, que la sociedad
capitalista por sí misma destruye periódicamente enormes cantidades, en guerras
o crisis económicas. Riquezas que podrían ser divididas igualitariamente y todavía
permitir el florecimiento de la sociedad en los campos de la ciencia, las artes y
demás.

En segundo lugar, la vida bajo el capitalismo prepara de varias formas a los


trabajadores para tomar el control de la sociedad. Por ejemplo, el capitalismo
necesita de trabajadores calificados e instruidos. Fuerza a millares de personas a
reunirse en grandes locales, en enormes urbanizaciones, donde toman contacto
unas con otras y donde pueden volverse una poderosa fuerza de transformación
social. El capitalismo lleva a los trabajadores a cooperar en la producción dentro
de las fábricas, y éstas facultades pueden fácilmente ser dirigidas contra el propio
sistema, como ocurre cuando los trabajadores se organizan en los sindicatos. El
hecho de estar concentrados en grandes unidades productivas vuelve más fácil a
los trabajadores controlar estas unidades. Hecho que no ocurría en relación con
las anteriores clases dominantes.

A pesar de esto, el capitalismo tiende poco a poco a transformar a grupos de


personas que se consideran superiores a los trabajadores manuales (como
oficinistas y técnicos), en trabajadores que son forzados a organizar sus
sindicatos, del mismo modo que los demás trabajadores. Recientemente el
desarrollo de las comunicaciones -ferrocarriles, carreteras, el transporte aéreo, el
sistema postal, los teléfonos, la radio y la televisión, el correo electrónico y la
Internet- permiten a los trabajadores comunicarse con localidades o fábricas
distantes. De este modo, pueden organizarse como clase a escala nacional e
internacional -algo muy lejos de los sueños de las previas clases dominadas.
Todos esos hechos demuestran que la clase trabajadora no se limita a ser una
fuerza capaz de rebelarse contra la sociedad existente, sino que ella puede
organizarse, eligiendo y controlando a sus propios representantes, para
transformar la sociedad según sus propios intereses y no solamente instalar en el
poder a otro emperador u otro grupo de banqueros. Como dice Marx:

Todos los movimientos anteriores en la historia fueron movimientos de minorías en


favor de los intereses de las minorías. El movimiento obrero es el movimiento
conciente e independiente de la inmensa mayoría en favor de los intereses de la
inmensa mayoría.

8. ¿Cómo se puede transformar la sociedad?

La mayoría de los socialistas y de los sindicalistas generalmente han argumentado


que la sociedad puede ser transformada sin necesidad de llevar a cabo una
revolución violenta. Dicen que lo necesario es que los socialistas conquisten el
apoyo popular para controlar las instituciones políticas "tradicionales" como los
parlamentos nacionales y locales. Entonces los socialistas estarían en condiciones
de cambiar la sociedad tomando el control del actual Estado la administración, la
justicia, la policía, las fuerzas armadas para imponer leyes que restrinjan el poder
de la clase dominante. De esta forma lo que afirman es que el socialismo puede
ser introducido gradualmente y sin violencia, a través de la reforma del actual
sistema.

Esta concepción es generalmente llamada "reformismo", aunque ocasionalmente


puede recibir el nombre de "revisionismo" (porque envuelve una revisión completa
de las ideas de Marx), o "socialdemocracia" (aunque hasta 1914 este término
significase socialismo revolucionario). Es una concepción que fue aceptada tanto
por la izquierda como por la derecha del Partido Laborista británico, por ejemplo.
El reformismo parece, a primera vista, muy razonable. Concuerda con lo que nos
dicen en la escuela, los periódicos y la televisión que el "parlamento gobierna el
país" y que "el parlamento es electo de acuerdo a la voluntad democrática del
pueblo". Sin embargo, todas las tentativas de introducir el socialismo a través del
parlamento han fracasado. Tuvimos tres gobiernos con mayoría laborista en el
parlamento británico entre 1945 y 1979 con amplias mayorías en 1945 y 1966 y
así mismo los británicos no estamos más próximos al socialismo de lo que lo
estábamos en 1945.La experiencia fuera de Gran Bretaña nos muestra lo mismo.
En Chile durante 1970, el socialista Salvador Allende fue electo presidente. Las
personas decían que era un "nuevo camino" para llegar al socialismo. Tres años
más tarde los generales que habían sido llamados a sumarse al gobierno
derrocaban a Allende y el movimiento obrero chileno era destruido.

Existen tres razones interrelacionadas por las cuales el reformismo está


condenado a fracasar siempre. Primero, mientras las mayorías socialistas en los
parlamentos van "gradualmente" introduciendo medidas socialistas, el poder
económico real continúa en manos de la vieja clase dominante. Ellos pueden usar
este poder económico para cerrar secciones enteras de la industria, crear
desempleo, forzar el aumento de los precios, enviar dinero al exterior para crear
una crisis en la "balanza de pagos", y lanzar campañas en la prensa culpando al
gobierno socialista por todo esto. De esta forma el gobierno laborista de Harold
Wilson fue forzado en 1964 y nuevamente en 1966 a retirar medidas que
beneficiaban a los trabajadores debido a una fuga en masa de capitales
individuales y empresariales al exterior. El propio Wilson lo describe en sus
memorias diciendo:

Llegamos a una situación en que un gobierno recién electo fue informado por los
especuladores internacionales de que el programa político con que disputamos y
vencimos en las elecciones no podía ser implementado... Al primer ministro de la
reina le fue solicitado que bajase la cortina de la democracia parlamentaria,
aceptando el hecho de que las elecciones británicas fueron una farsa y que el
pueblo británico no podía escoger entre dos políticas.

Es preciso agregar en relación a la fundada indignación de Wilson, que por los


seis años siguientes él en verdad llevó adelante el tipo de política que agrada a los
especuladores. El mismo tipo de crisis deliberada de la balanza de pagos, forzó al
gobierno laborista electo en 1974 a realizar tres cortes consecutivos en los gastos
en salud, educación y los servicios sociales. El gobierno de Allende en Chile
enfrentó un boicot aún mayor por parte de los grandes empresarios. Por dos
veces, ramas industriales enteras cerraron sus puertas debido a huelgas
patronales, por lo que la especulación aumentaba los precios a niveles muy altos y
sacaba las mercancías de circulación, obligando a la población a enfrentar colas
enormes para comprar bienes esenciales. La segunda razón por la cual el
capitalismo no puede ser reformado se debe al hecho de que la maquinaria estatal
actual no es "neutra", fue hecha de arriba hacia abajo, para preservar la sociedad
capitalista. El Estado controla casi todos los medios por los cuales se ejerce la
violencia. Solamente si la organización del Estado fuese neutra e hiciese todo lo
que un gobierno cualquiera quisiese, fuese capitalista o socialista, el Estado
podría ser usado para detener el sabotaje económico de los grandes empresarios.
Pero basta mirar el modo como la maquinaria estatal trabaja y quien realmente da
las órdenes, para ver que ella no es neutral. La maquinaria estatal no se reduce al
gobierno. Es una vasta organización con diferentes ramas -la policía, el ejército, el
poder judicial, los servicios públicos, las empresas públicas y demás. Muchas de
las personas que trabajan en estas diferentes ramas estatales vienen de la clase
trabajadora son asalariados y viven como los otros trabajadores.

Pero no son esas personas las que toman las decisiones. Los soldados rasos no
deciden donde ni cuales guerras deben ser peleadas, ni si las huelgas deben ser
reprimidas. El funcionario de la seguridad social no decide cuál debe ser el valor
de una jubilación. Toda la maquinaria estatal está basada en el principio de que
las personas que están abajo deben obedecer a los que están arriba en la escala.
Este es esencialmente el caso de las secciones de la maquinaria estatal que
ejercen la violencia física ejército y policía. La primer cosa que los soldados
aprenden cuando se alistan mucho antes de que puedan tomar las armas es a
obedecer órdenes, independientemente de sus opiniones personales en relación a
esas órdenes. Es por esto que ellos hacen entrenamientos absurdos. Si ellos
hacen movimientos absurdos en un entrenamiento militar, es de esperar que
también tiren cuando les sea ordenado, sin reflexionar sobre eso. El mayor crimen
en cualquier ejército es rehusarse a cumplir órdenes. Esta ofensa es vista de
forma tan rígida, que el motín en tiempo de guerra es penado en Gran Bretaña con
el fusilamiento.

¿Quién da las órdenes? Si observamos la jerarquía de mandos en el ejército


británico (y en otros ejércitos no es diferente) veremos que desciende desde el
general al soldado. El ejército es una gran máquina de matar. Las personas que la
dirigen y tienen el poder de promover a otros soldados para que asciendan a las
posiciones de mando son los generales. Por supuesto que en teoría los generales
tiene que responder ante los gobiernos electos. Pero los soldados son entrenados
para obedecer a los generales, no a los políticos. Si los generales prefieren dar
órdenes a los soldados que discrepan con los deseos del gobierno electo, éste no
puede impedir el cumplimiento de esas órdenes. Puede apenas persuadir a los
generales de cambiar sus intenciones, siempre y cuando el gobierno supiese el
tipo de órdenes que están siendo dadas -porque los asuntos militares son casi
siempre secretos y es muy fácil para los generales esconder a los gobiernos que
no son de su confianza lo que están haciendo. Esto no significa que los generales
siempre ignoren lo que el gobierno tenga para decirles. En Gran Bretaña es
común que los militares hallen conveniente hacer las cosas como el gobierno lo
sugiere. Pero, en situaciones de vida o muerte, los generales son capaces de
colocar su máquina asesina en acción sin siquiera oír al gobierno. El gobierno no
tiene mucho que hacer en relación con eso. Fue esto lo que los generales
terminaron haciendo en Chile cuando Allende fue derrocado.

Por esto la cuestión no es "¿Quién manda en el ejército?" sino "¿Quiénes son


esos generales?". En Gran Bretaña el 80% de los oficiales de alto rango vienen de
las más caras escuelas. La misma proporción de 50 años atrás (17 años de
gobiernos laboristas no cambiaron esto). Ellos están vinculados con quienes
manejan los grandes negocios, pertenecen a los mismos clubes, ejercen las
mismas funciones sociales, comparten las mismas ideas. [...] Esto mismo ocurre
con los jerarcas del servicio público, los jueces y los jefes de policía. ¿Crees que
esas personas van a obedecer las órdenes de un gobierno que quiera tomar el
poder económico de sus amigos y parientes que participan en los grandes
negocios, solamente porque algunas personas se manifestaran en frente al
parlamento? ¿No sería mucho más probable que ellos siguiesen el ejemplo de los
generales, jueces y jerarcas chilenos, que sabotearon las órdenes
gubernamentales durante tres años y cuando llegó el momento adecuado
derrocaron al gobierno electo?

En la práctica, la particular "constitución" de países como Gran Bretaña, posibilita


que aquellos que controlan la maquinaria estatal sean capaces de distorsionar la
voluntad de un gobierno de izquierda democráticamente electo, sin que sea
necesario derrocarlo. Si un gobierno de ese tipo fuese electo en Gran Bretaña,
enfrentaría un incansable sabotaje económico por parte de la clase dominante
(cierre de fábricas, fuga de capitales al exterior, desabastecimiento de artículos de
primera necesidad, inflación de los precios). Y si ese gobierno intentase lidiar con
ese sabotaje a través de los "medios constitucionales" aprobando leyes
descubriría que está con las manos atadas. El parlamento se negaría a aprobar
esas leyes retardando su aprobación [durante meses]. Y si por ventura alguna de
ellas fuese aprobada, los jueces las "interpretarían" de modo de restringir su poder
de acción. Los jerarcas del servicio público, los generales y los mandos policiales
usarían las decisiones de la justicia y del parlamento para justificar su propia
voluntad en el cumplimiento de aquello que fuese decidido por los ministros. Y
serían apoyados prácticamente por toda la prensa, que denunciaría a gritos que el
gobierno se está comportando "ilegalmente" e "inconstitucionalmente". Los
generales usarían entonces esos argumentos para justificar los preparativos para
derrocar al gobierno "ilegal". El gobierno estaría impotente para lidiar con el caos
económico a menos que actuase realmente de forma inconstitucional y llamase a
los funcionarios de la administración, policías y soldados a rebelarse contra sus
superiores.

En caso de que alguien piense que esto es pura fantasía, debo decir que han
habido por lo menos dos ocasiones en la historia reciente de Gran Bretaña, en que
los generales de hecho sabotearon decisiones del gobierno que no eran de su
conveniencia. En 1912, la Cámara de los Comunes [órgano similar a una Cámara
de Diputados] aprobó una ley creando un parlamento "local" para dirigir una
Irlanda "unida". El líder conservador, Bonar Law, inmediatamente acusó al
gobierno (¡liberal!) de ser una "junta ilegal" que "violaba la constitución". La
Cámara de los Lores [órgano que podría asimilarse a una Cámara de Senadores]
retardó, naturalmente, la aprobación de la ley lo máximo posible (dos años),
mientras tanto el ex ministro conservador, Edward Carson, organizaba una fuerza
paramilitar en el norte de Irlanda para resistir al cumplimiento de la ley. Cuando los
generales que comandaban el ejército británico en Irlanda recibieron órdenes de
enviar tropas al norte para hacer frente a los paramilitares, ellos se rehusaron a
hacerlo y amenazaron renunciar a sus cargos. Fue por causa de esta actitud,
conocida como el "Motín Curragh", que el norte y el sur de Irlanda no consiguieran
un parlamento unificado en 1914, y permanecen separadas hasta hoy.

En 1974 aconteció una repetición en miniatura de los eventos de 1912. Los


partidarios de la derecha leales a la corona británica en Irlanda del Norte,
organizaron una interrupción de la actividad industrial, usando barricadas para
impedir que las personas fueran a trabajar. Ellos no aceptaban ser gobernados por
una coalición de protestantes y católicos, formada para dirigir Irlanda del Norte.
Los ministros británicos llamaron al ejército de Gran Bretaña y a la policía de
Irlanda del Norte, la Royal Ulster Constabulary, para disolver las barricadas y dar
un fin a la huelga. Los oficiales de mayor rango del ejército y los comandantes de
la policía afirmaron al gobierno que esto sería desaconsejable, y que ninguno de
los soldados ni de los policías marcharía contra los partidarios de la Corona. El
gobierno de coalición entre protestantes y católicos fue forzado a renunciar, ya
que el punto de vista de los militares se mostró más poderoso que el punto de
vista del gobierno británico. Si esto pudo acontecer en 1914 y en 1974 con
gobiernos moderados intentando llevar a cabo medidas tímidas, imaginen qué
ocurriría si un gobierno realmente socialista fuese electo. Cualquier mayoría
reformista seria en un parlamento sería obligada a escoger: entre abandonar sus
reformas para calmar a quienes controlan posiciones claves a nivel industrial y
estatal, o prepararse para un conflicto abierto que irá inevitablemente a significar
el uso de algún tipo de fuerza contra aquellos que controlan esas posiciones.

La tercera razón por la cual el reformismo es una vía muerta es el hecho de que la
"democracia" parlamentaria contiene mecanismos que impiden que cualquier
movimiento revolucionario pueda tomar forma a través de ella. Algunos reformistas
argumentan que la mejor manera de tomar el poder de quienes controlan las
posiciones claves en la maquinaria estatal es que la izquierda obtenga la mayoría
parlamentaria. Este argumento falla porque el parlamento siempre minimiza el
nivel alcanzado por la conciencia revolucionaria de la mayoría de la población. La
mayoría de la población solamente va a darse cuenta que puede gobernar la
sociedad cuando comience en la práctica a transformar la sociedad a través de la
lucha. Es en los momentos en que millones de trabajadores ocupan sus fábricas y
toman parte en las huelgas generales, que las ideas socialistas revolucionarias se
vuelven de pronto realistas.
Pero tal nivel de lucha no puede ser mantenido indefinidamente, a menos que la
vieja clase dominante sea arrancada del poder. Si ella consigue resistir, solo habrá
que esperar a que las ocupaciones y las huelgas declinen, para usar su control
sobre el ejército y la policía para quebrar las luchas. Y una vez que las
ocupaciones y las huelgas comienzan a flaquear, el sentimiento de unidad y
confianza entre los trabajadores empieza a desvanecerse. Esto da lugar a la
desmoralización y la angustia. Incluso los mejores comienzan a sentir que la
transformación de la sociedad es solo un sueño imposible. Es por esto que los
empleadores siempre prefieren que las votaciones en favor o en contra de una
huelga, se desarrollen cuando los trabajadores están en sus casas obteniendo sus
ideas de la televisión y los diarios, no cuando están unidos en asambleas de
masas, escuchando los argumentos de otros trabajadores como ellos. Es por esto
también que las leyes antisindicales casi siempre incluyen una cláusula que obliga
a suspender las huelgas mientras se realizan elecciones. Tales cláusulas son
correctamente llamadas períodos de "enfriamiento" -idea- dos para echar un balde
de agua fría en la confianza y unidad de los trabaj adores.

El sistema electoral parlamentario contiene votaciones secretas y períodos de


calma. Por ejemplo, si un gobierno viene siendo derrotado frente a una huelga
masiva, es probable que diga, "bueno, esperen unas semanas hasta que una
elección general pueda resolver la cuestión democráticamente", con la esperanza
de que en ese interín la huelga sea suspendida. La confianza y unidad de los
trabajadores decaería. Los empresarios podrían hacer listas negras con los
militantes. La prensa y la televisión capitalistas podrían volver a funcionar
normalmente, martillando la cabeza de las personas con ideas en favor del
gobierno. Y la policía podría arrestar "revoltosos". Entonces cuando esta elección
finalmente ocurriera, el voto ya no reflejaría el punto alto de la lucha de los
trabajadores, sino el punto bajo posterior a la huelga. En Francia durante 1968, el
gobierno del General de Gaulle usó las elecciones exactamente en este sentido.
Los partidos reformistas de los trabajadores y los sindicatos plantearon a los
trabajadores que pusieran fin a sus huelgas. Y De Gaulle venció en las elecciones.
El primer ministro británico Edward Heath intentó el mismo truco al enfrentar una
gran huelga victoriosa de los mineros, en 1974. Pero esta vez los mineros no
cedieron. Mantuvieron el movimiento y Heath perdió la elección. Si los trabaj
adores esperan las elecciones para decidir las cuestiones claves de la lucha de
clases, nunca alcanzarán ese punto alto.

El Estado de los trabajadores

Marx en su obra La Guerra Civil en Francia, y Lenin en El Estado y la Revolución,


esbozaron una concepción completamente diferente sobre cómo podía
conquistarse el socialismo. No habían sacado sus ideas de la nada: ambos
desarrollaron sus concepciones observando a la clase trabajadora en acción Marx
fue testigo de la Comuna de París, Lenin de los soviets rusos (consejos de
trabajadores) de 1905 y 1917. Marx y Lenin insistían en que la clase trabajadora
no puede iniciar la construcción del socialismo sin antes haber destruido el viejo
Estado basado en jerarquías y relaciones burocráticas, para luego crear un nuevo
Estado basado enteramente en nuevos principios. Lenin subrayó que este Estado
sería totalmente diferente del viejo, llamándolo un "Estado Comuna, un Estado
que no es un Estado".

Un nuevo Estado, decían Marx y Lenin, era necesario si la clase trabajadora


quería imponer sus decisiones a los remanentes de la clase dominante y la clase
media. Es por esto que ellos llamaban a este tipo de gobierno "dictadura del
proletariado" -la clase trabajadora tenía que definir la forma en que sería dirigida la
sociedad. También tenía que defender su revolución de los ataques de los
gobiernos capitalistas de otras partes del mundo. Para cumplir estas dos tareas,
tenía que tener sus propias fuerzas armadas, y algunas formas de fuerza policial,
tribunales y hasta prisiones. Para que este nuevo ejército, policía y sistema legal
fuesen controlados por los trabajadores y nunca se volviesen contra sus intereses,
tendrían que estar basados en principios completamente diferentes de los del
Estado capitalista. Tenían que ser un instrumento con el cual la clase trabajadora,
siendo mayoría, dictara las reglas para el resto de la sociedad, y no una dictadura
contra la mayoría de la clase trabajadora.

Las principales diferencias son estas. El Estado capitalista sirve a los intereses de
una pequeña minoría de la sociedad. El Estado de los trabajadores tiene que
servir a los intereses de la gran mayoría. La violencia en un Estado capitalista es
ejercida por una minoría de asesinos contratados, separados de la sociedad y
entrenados para obedecer a los funcionarios de la clase alta. Pero en un Estado
de los trabajadores, la violencia sería necesaria apenas para que la mayoría
pudiese protegerse contra las acciones antisociales de los vestigios de las
antiguas clases privilegiadas. Las funciones militares y policiales en un Estado de
los trabajadores pueden ser ejercidas por trabajadores comunes y corrientes, que
pertenezcan al mismo medio que sus demás compañeros trabajadores,
compartiendo las mismas ideas y viviendo el mismo tipo de vida. De hecho, para
que no exista el peligro de que soldados y policías nunca se separasen de la
mayoría de los trabajadores, esos "soldados" y "policías" deberían ser
trabajadores ordinarios de fábricas y oficinas que se rotaran en el desempeño de
esas funciones. En vez de ser dirigidas por pequeños grupos de oficiales, las
fuerzas armadas y la policía serían dirigidas directamente por representantes de
los trabajadores.

Los representantes parlamentarios en la sociedad capitalista aprueban leyes, pero


dejan para los burócratas, jefes de policía y jueces la tarea de implementarlas.
Esto significa que [senadores, diputados y ediles] pueden siempre escudarse en
millones de disculpas cuando no se cumplen sus promesas. Los representantes
de los trabajadores en un Estado de los trabajadores tendrán que hacer que sus
leyes se pongan en práctica. Ellos, y no una elite de burócratas, tendrán que
explicar a los trabajadores de los servicios públicos, el ejército y demás, como
deberán ser hechas las cosas. De la misma forma, los representantes de los
trabajadores electos tendrán que interpretar las leyes para los tribunales. Los
representantes parlamentarios en un Estado capitalista están separados de
aquellos que los eligieron por sus altos salarios. En un Estado de los trabajadores
los representantes no van a recibir más que el promedio de los salarios del
conjunto de los trabajadores. Lo mismo vale para aquellos que trabajaran en
puestos claves ejecutando las decisiones tomadas por los representantes de los
trabajadores (el equivalente de las actuales autoridades).

Los representantes de los trabajadores, y todos los que se ocuparan en la


implementación de las decisiones del conjunto de los trabajadores, no serían
como los parlamentarios actuales con inmunidad y un mandato garantido por 5
años (o de por vida como ocurre en algunas funciones). Ellos deberán someterse
a elecciones anuales, y abandonar su mandato si aquellos que los eligieron
consideraran que ellos no están cumpliendo sus deberes. Los parlamentarios son
electos por todas las personas que vienen en cierta localidad -por la clase alta, la
clase media y la clase trabajadora, por propietarios e inquilinos, por especuladores
financieros y empleados. En un Estado de los trabajadores, solamente votarían en
las elecciones aquellos que trabajan, haciéndolo solo luego de una discusión
abierta sobre las cuestiones del momento. Así, el núcleo del Estado obrero serían
los consejos de trabajadores en las fábricas, minas, puertos, oficinas, y grupos
como las amas de casa, los jubilados y los estudiantes, quienes también elegirían
a sus propios representantes. De este modo, cada sección de la clase trabajadora
tendría su propio representante, y sería capaz de juzgar directamente si él o ella
está representando sus intereses. Así mismo, el nuevo Estado no podrá volverse
una fuerza separada y contraria a la mayoría de la clase trabajadora -como
[aconteció] en los regímenes estalinistas, llamados así mismos como
"comunistas".

Al mismo tiempo, el sistema de consejos de trabajadores proporciona un buen


ejemplo de cómo los trabaj adores podrían coordinar sus esfuerzos en la dirección
de la industria de acuerdo con un plan nacional democráticamente aprobado, y no
acabasen por llevar a sus fábricas a competir unas contra otras. Es fácil ver como
[...] las computadoras podrían posibilitar a todos los trabajadores recibir
información sobre las opciones económicas abiertas a la sociedad, y a orientar a
sus representantes de modo de escoger aquello que la mayoría de los
trabajadores entiende son las mejores opciones por ejemplo, se debería gastar
recursos en un avión costoso o en un sistema de transporte público barato y
confiable, sería mejor construir bombas nucleares o aparatos de hemodiálisis, y
así en todo lo demás.

La desaparición del Estado

Debido a que el poder del Estado no sería más algo separado del conjunto de los
trabajadores, sus funciones estarían mucho menos ligadas a la coerción que en el
capitalismo. A medida que los vestigios de la vieja sociedad se resignasen al éxito
de la revolución, y que otras revoluciones en el extranjero derrocasen a sus
respectivas clases dominantes, sería cada vez menos necesaria la coerción, y los
trabajadores no precisarán dedicar parte de su tiempo a trabajar como policías y
soldados. Esto es lo que Marx y Lenin querían decir cuando afirmaban que el
Estado se iría debilitando. Al contrario de servir a la coacción de la gente, el
Estado se volvería un simple instrumento de los consejos de trabajadores para
decidir como producir y distribuir las riquezas.

Los consejos obreros surgieron de una forma u otra siempre que la lucha de
clases dentro del capitalismo alcanzó un nivel muy elevado. Soviet es la palabra
que los rusos utilizaron para sus consejos de trabajadores en 1905 y 1917. En
1918 los consejos de trabajadores en Alemania fueron, por un breve tiempo, el
único poder en dicho país. En España durante 1936, varios partidos y sindicatos
de trabajadores estuvieron unidos en los "comités de milicias", que dirigían las
localidades y eran muy parecidos a consejos de trabajadores. En Hungría durante
1956, los trabajadores eligieron consejos para dirigir las fábricas y localidades
durante la lucha contra las tropas rusas. En Chile entre 1972 y 1973, los
trabajadores comenzaron a formar "cordones" -comités de trabajadores que
estaban ligados a las grandes fábricas.

El consejo de trabajadores comienza como un contingente de trabajadores que se


unen para coordinar sus luchas en contra del capitalismo. Puede hasta comenzar
con funciones modestas, levantando fondos para una huelga, con trabajadores
electos en forma directa por los demás trabajadores y con mandatos revocables. Y
en los momentos más radicales de la lucha, pueden llegar a coordinar los
esfuerzos de toda la clase trabajadora. De este modo se comienzan a colocar las
bases para el poder de los trabajadores.

9. ¿Cómo se vuelven revolucionarios los trabajadores?

En Gran Bretaña, la mayoría de los trabajadores durante este siglo han apostado
al Partido Laborista y al parlamento para el cambio social. Una minoría importante
ha apoyado las ideas reaccionarias del Partido Tory (conservador). Mientras que
los partidarios del socialismo revolucionario han sido generalmente pocos en
número. Esta indeferencia u oposición de los trabajadores al socialismo no es
nada sorprendente. Todos nosotros fuimos criados en una sociedad capitalista en
donde se considera cosa común el hecho de que todos sean egoístas, que la
televisión y la prensa digan que solamente una minoría privilegiada tiene
capacidad para tomar las decisiones importantes en la industria y en el gobierno,
en donde la gran mayoría de los trabajadores es educada desde el primer día de
escuela a obedecer órdenes dadas por aquellos que sean "más viejos y más
sabios".

Como dice Marx, "las ideas dominantes son las ideas de la clase dominante" y un
vasto número de trabajadores las acepta. A pesar de esto, repetidas veces en la
historia del capitalismo, movimientos revolucionarios de la clase trabajadora han
sacudido un país tras otro. Francia en 1871, Rusia en 1917, Alemania y Hungría
en 1919, Italia en 1920, España y Francia en 1936, Hungría en 1956, Francia en
1968, Chile en 1972- 1973, Portugal en 1975, Irán en 1979, Polonia en 1980. La
explicación para estos levantamientos reside exactamente en la propia naturaleza
del capitalismo. Es un sistema que tiende a las crisis. A largo plazo, no puede
ofrecer el pleno empleo, no puede ofrecer prosperidad para todos, no puede
asegurar nuestros actuales niveles de vida contra las crisis que producirá en el
futuro. Pero durante los períodos de expansión del capitalismo, los trabajadores
llegan a esperar esas cosas.

Por ejemplo, durante la década de 1950 y principios de los años sesenta, los
trabaj adores británicos llegaron a creer en el pleno empleo, un "estado de
bienestar" y una gradual pero real mejora en su calidad de vida. A diferencia de
eso, en los últimos 25 años sucesivos gobiernos permitieron que creciera el
desempleo hasta abatir a 4 millones de personas, transformando el "estado de
bienestar" en corte de nuestros niveles de vida. A causa de que absorbemos
muchas ideas capitalistas, aceptamos esos ataques. Pero inevitablemente
llegamos a un punto en que los trabajadores concluyen que ya no se puede
aguantar más. De repente, cuando nadie se lo espera su ira explota y toman
medidas contra empresarios y gobiernos. Quizás sea a través de una huelga o de
una manifestación.

Cuando esto ocurre, les guste o no esto a la mayoría de los trabajadores, ellos
hacen cosas que contradicen todas las ideas capitalistas que aceptaban.
Comienzan a actuar de forma solidaria unos con otros, como una clase, contra los
representantes de la clase capitalista. Las ideas del socialismo revolucionario que
ellos rechazaban, ahora empiezan a adecuarse a lo que están haciendo. Por lo
menos algunos de ellos empiezan a tomar en serio aquellas ideas -desde que
ellas se les vuelven accesibles. El alcance que esto tendrá dependerá del alcance
de la lucha, no de las ideas que estaban en la cabeza de los trabajadores. El
capitalismo los obliga a luchar aunque tengan la cabeza llena de ideas favorables
al capitalismo. Y es la lucha la que los obliga a cuestionar esas ideas. El poder del
capitalismo se sostiene sobre dos pilares -control de los medios de producción y
control del Estado. Un genuino movimiento revolucionario de los trabajadores,
comienza cuando la lucha de masas de trabajadores por sus intereses
económicos inmediatos (salario, empleo, etc.) los lleva a chocar contra los pilares
del capitalismo.

Tomemos como ejemplo un grupo de trabajadores empleados en la misma


empresa por años. Todo su patrón de vida normal depende del trabajo que
desarrollan allí. Un día el empresario anuncia que va a cerrar la fábrica. Inclusive
aquellos trabajadores que votan a los partidos más conservadores entran en
pánico y quieren hacer algo. En la desesperación, ellos deciden que el único
medio de continuar llevando el mismo tipo de vida que les enseñó el capitalismo a
tener, es ocupando la fábrica y tomando el control de los medios de producción.
Luego descubren que esto significa luchar contra el Estado, una vez que el
empresario llama a la policía para que le devuelvan el control de su propiedad. Si
quieren tener una chance de mantener sus empleos, los trabajadores ahora
tendrán que enfrentar a la policía, la maquinaria estatal y a los empresarios. De
este modo el propio capitalismo crea las condiciones para un conflicto de clase
que abre la mente de los trabajadores a ideas totalmente opuestas a aquellas que
el sistema les enseñó. Es por esto que la historia del capitalismo ha sido marcada
por periódicas irrupciones de sentimientos revolucionarios entre millones de
trabajadores, aunque la mayoría de las veces ellos acepten las ideas que el
sistema les impone.

Una última cuestión. Una de las cosas más fuertes que impide a los trabajadores
apoyar las ideas revolucionarias, es que entienden que no vale la pena hacer nada
porque los demás trabajadores no van a apoyarlos. Pero cuando ellos descubren
que los demás trabajadores están actuando igual que ellos, súbitamente salen de
su apatía. Lo mismo ocurre cuando los trabajadores que antes se encontraban
incapaces de gobernar la sociedad, al trabar grandes luchas contra la actual
sociedad, acaban por darse cuenta que están tomando para sí mucha de esa
responsabilidad. Es por esto que una vez iniciados, los movimientos
revolucionarios pueden crecer como una bola de nieve a una velocidad increíble.

10. El partido socialista revolucionario

La premisa básica del marxismo es que el propio desarrollo del capitalismo lleva a
los trabajadores a rebelarse contra el sistema. Cuando una revuelta se desata
sean gran- des manifestaciones, insurrecciones armadas o incluso una gran
huelga la transformación de la conciencia de la clase trabajadora es increíble.
Toda la energía mental que los trabajadores antes consumían en una y mil
diversiones desde apostar a los caballos a mirar la televisión, es súbitamente
dirigida para intentar resolver el problema de cómo cambiar la sociedad. Millones
de personas trabajando en un asunto como este produce soluciones de increíble
ingeniosidad, lo que frecuentemente deja a los revolucionarios experimentados tan
confusos como a la clase dominante frente a los rápidos cambios de la situación.
Como por ejemplo, en la primera revolución rusa de 1905, donde una nueva forma
de organización de los trabajadores, los soviets el consejo de trabajadores surgió
y se desarrollo a partir de un comité instalado durante una huelga de los trabaj
adores gráficos. Al principio, el Partido bolchevique el más militante entre los
partidos socialistas revolucionarios miraba a los soviets con desconfianza: no creía
que fuese posible para la masa de los trabaj adores, originalmente despolitizada,
crear un instrumento genuinamente revolucionario.

Tales experiencias se presentan en muchas huelgas: los antiguos militantes son


tomados por sorpresa cuando los trabajadores que habían ignorado sus consejos
por tanto tiempo, de repente comienzan a organizar ellos mismos acciones
militantes. Esta espontaneidad es fundamental. Pero es errado concluir de eso
que por existir la espontaneidad no es necesario un partido revolucionario, como
hacen los anarquistas y otras tendencias cercanas al anarquismo. En una
situación revolucionaria, millones de trabajadores cambian sus ideas muy
rápidamente. Pero ellos no cambian todas sus ideas de una sola vez. Dentro de
cada huelga, manifestación y levantamiento armado, se dan discusiones muy
frecuentes. Algunos trabajadores entienden que la acción que están realizando es
el preludio para la toma del control de la sociedad por parte de la clase
trabajadora. Otros se opondrán a cualquier acción de ese tipo porque eso iría
contra el "orden natural de las cosas". En el medio de todo eso estarán la mayoría
de los trabajadores que se sentirán atraídos por unos u otros argumentos.

De un lado de la balanza, la clase dominante colocará todo el peso de su prensa,


la máquina de propaganda para denunciar la acción de los trabaj adores. También
utilizará la fuerza para debilitar la huelga, con la policía, el ejército, o las
organizaciones de extrema derecha. Del lado de los trabajadores debe haber una
organización de socialistas que sea capaz de hablar sobre las luchas de clase
pasadas, y que pueda también colocar los argumentos socialistas en la balanza.
Una organización que pueda sistematizar la creciente conciencia de los
trabajadores en lucha, de modo que puedan actuar juntos para cambiar la
sociedad. Y este partido revolucionario necesita estar presente antes de que la
lucha co- mience, pues la organización no nace espontáneamente. El partido se
construye en el continuo intercambio entre las ideas socialistas y la lucha de
clases -apenas entender a la sociedad no basta: solamente aplicando esas ideas y
experiencias de la lucha de clases, en huelgas, manifestaciones y campañas, los
trabajadores tomarán conciencia de su poder para cambiar las cosas y ganarán
confianza para hacerlo. En ciertos momentos y situaciones, la intervención de un
partido socialista puede inclinar la balanza hacia el cambio, hacia la transferencia
revolucionaria del poder a los trabajadores, hacia la sociedad socialista.

¿Qué tipo de partido?

El partido socialista revolucionario necesita ser democrático. Para cumplir su


papel, el partido precisa estar siempre en contacto con la lucha de clases y esto
significa estar en contacto con sus propios miembros y aliados en los lugares de
trabajo donde acontece la lucha de clases. Necesita ser democrático porque su
liderazgo debe siempre reflejar la experiencia colectiva de la lucha. Al mismo
tiempo, esta democracia no es meramente un sistema de elección sino un
continuo debate dentro del partido -una continua interacción de las ideas
socialistas en las que el partido se basa con la experiencia de la clase trabajadora.

Pero el partido revolucionario también debe ser centralizado -pues es un partido


activo, no un grupo de estudio. Debe ser capaz de intervenir colectivamente en la
lucha de clases y responder rápidamente. Por lo tanto precisa tener un liderazgo
capaz de tomar decisiones día tras día en nombre del partido. Si el gobierno
ordena el encarcelamiento de quienes se hallan realizando un piquete, por
ejemplo, el partido debe tener que poder actuar inmediatamente sin necesitar
convocar primero a una conferencia para tomar decisiones democráticas. En una
situación como esta las decisiones deben ser tomadas de forma centralizada y
ejecutadas inmediatamente. La democracia entra en escena después, cuando los
miembros del partido evalúen las decisiones tomadas, correctas o no y talvez
puedan hasta cambiar la dirección partidaria si ella pierde contacto con las
necesidades de la lucha.

El partido socialista revolucionario necesita mantener el fino y delicado equilibrio


entre democracia y centralismo. La clave de la cuestión es que el partido no existe
para sí mismo, sino como un medio para posibilitar los cambios revolucionarios
para el socialismo, lo cual solo puede ocurrir a través de la lucha de clases. Por lo
que, el partido debe adaptarse continuamente a la lucha. Cuando esta se
encuentra en un nivel bajo, y pocos trabaj adores creen en la posibilidad del
cambio revolucionario, entonces el partido será pequeño y debe estar contento de
ello, pues diluir sus ideas políticas con el fin de aumentar la cantidad de sus
miembros sería inútil. Pero cuando la lucha crece, un gran número de trabaj
adores pueden cambiar sus ideas muy rápidamente, descubriendo a través de la
lucha su poder para cambiar las cosas entonces el partido debe ser capaz de abrir
sus puertas, de otra manera será dejado al margen. El partido no puede sustituir a
la clase trabajadora. Debe ser parte de la lucha de clases, buscando siempre unir
a los trabajadores con mayor conciencia de clase, para hacer de ellos líderes en la
lucha. El partido tampoco puede decidir lo que la clase trabajadora debe hacer. No
puede simplemente autoproclamarse el liderazgo, sino que debe intentar
conquistar esa posición, probando en la práctica la verdad de las ideas socialistas
-lo que implica desde una pequeña huelga hasta la revolución misma.

Algunas personas ven al partido socialista revolucionario como un precursor del


socialismo. Esto es completamente erróneo. El socialismo solo puede darse
cuando la propia clase trabajadora asuma el control de los medios que permiten
crear las riquezas y usarlos para transformar la sociedad. No se puede construir
una isla de socialismo en un océano de capitalismo. Los intentos de pequeños
grupos de socialistas de aislarse y llevar una vida de acuerdo a las ideas
socialistas siempre fallan a largo plazo -para empezar, las presiones económicas e
ideológicas nunca desaparecen. Y si se apartan del capitalismo, estos pequeños
grupos también acaban apartándose de la única fuerza que puede conquistar el
socialismo -la clase trabajadora. Está claro que los socialistas luchan contra los
efectos degradantes del capitalismo todos los días: contra el racismo, contra el
machismo, la explotación y la violencia. Pero solamente podemos hacerlo
utilizando la fuerza de la clase trabajadora como la fuente de nuestras energías.

11. Imperialismo y liberación nacional

En toda la historia del capitalismo la clase dominante siempre se ha procurado una


fuente de riqueza adicional apoderarse de la riqueza producida en otros países. El
desarrollo de las primeras formaciones capitalistas al final de la Edad Media fue
acompañado por la creación de vastos imperios coloniales de los Estados
occidentales los imperios de España, Portugal, Holanda, Francia y Gran Bretaña.
Las riquezas fueron transferidas a las manos de las clases dominantes de Europa
occidental, por lo que sociedades enteras que estaban en lo que ahora es
conocido el "Tercer Mundo" (África, Asia y América Latina) fueron destruidas.

El "descubrimiento" de América por los europeos en el siglo XVI produjo un


enorme flujo de oro hacia Europa. La otra cara de la moneda fue la destrucción de
sociedades enteras y la esclavización de aquellas que sobrevivieron. Por ejemplo
en Haití, don- de Colón inició su primer colonización, los nativos indios Harawak
(tal vez medio millón) fueron exterminados en apenas dos generaciones. En
México la población indígena fue reducida de 20 millones en 1520 a 2 millones en
1607. La población indígena de las Indias Occidentales y de partes del continente
americano fueron sustituidas por esclavos capturados en África y transportados a
través del Atlántico en condiciones abominables. Se estima que cerca de 15
millones de esclavos sobrevivieron a la travesía del Atlántico mientras que 9
millones murieron en el camino. Cerca de la mitad de los esclavos fueron
transportados en navíos británicos lo cual es razón para que el capitalismo
británico fuera el primero en expandirse.

La riqueza generada por el tráfico de esclavos ofreció medios para financiar la


industria. Como dice un viejo dicho "los muros de Bristol fueron cimentados con la
sangre de los negros" -y esto puede ser aplicado para otros puertos británicos.
Como dice Karl Marx, "la esclavitud velada del trabajo asalariado en Europa fue
erigida sobre el pedestal del esclavismo simple y puro del Nuevo Mundo". El
esclavismo fue completado con el saqueo -como cuando Gran Bretaña conquistó
la India. Bengala estaba tan avanzada que los primeros visitantes británicos
quedaron asombrados de lo magnífica de su civilización. Pero esta riqueza no
duró mucho tiempo en Bengala. Como escribió Lord Macauley en su biografía de
Clive, el conquistador:

la mayoría de la población fue entregada como presa. Enormes fortunas fueron


rápidamente acumuladas en Calcuta, mientras que 30 millones de seres humanos
fueron reducidos a la más extrema pobreza. Estaban acostumbrados a vivir bajo
una tiranía, pero no a una tiranía como ésta.

Desde este punto en adelante, Bengala comenzó a ser famosa no por su riqueza
sino por la extrema pobreza que cada poco llevaba a millones a morir de hambre,
una pobreza que aun hoy continúa. En los años 1760, en un tiempo en que el total
del capital invertido en Gran Bretaña no era más que 6 o 7 millones de libras, el
tributo que los británicos sacaban anualmente a la India ascendía a 2 millones de
libras.

Los mismos procesos estaban desarrollándose en la más antigua de las colonias


británicas -Irlanda. Durante la gran hambruna de final de los años 1840, cuando la
población irlandesa se redujo a la mitad debido al hambre y a la inmigración,
mayor cantidad de trigo a la suficiente para salvar a la población de la inanición
fue remitido del país para los propietarios británicos como renta. Hoy es costumbre
dividir el mundo entre países "desarrollados" y "subdesarrollados". La impresión es
que los países "subdesarrollados" se están moviendo en la misma dirección que
los "desarrollados". Lo han hecho por cientos de años, sólo que a una velocidad
menor. Pero de hecho una razón del "desarrollo" de los países occidentales fue
que a los países restantes les fueran robadas sus riquezas y fueran mantenidos
en el atraso. Muchos de ellos son mas pobres hoy que hace 300 años. Como
resaltó Michael Barratt Brown,

la riqueza per cápita de las actuales regiones subdesarrolladas, no sólo en la


India, también en China, América Latina y África era mayor que la Europa del siglo
XVII y fue cayendo a medida que crecía la riqueza en Europa Occidental.

Poseer un imperio permitió a Gran Bretaña volverse la primera potencia industrial


del mundo. Quedó en la posición de poder impedir a los otros Estados capitalistas
el acceso a las materias primas, mercados y áreas de inversión rentables en la
tercera parte del planeta que ella dominaba. A medida que las nuevas potencias
industriales como Alemania, Japón y Estados Unidos crecían, querían obtener esa
ventaja para ellas mismas. Querían construir imperios rivales o "esferas de
influencia". Frente a la crisis económica, cada gran potencia capitalista intentaba
resolver su problema escogiendo la esfera de influencia de sus rivales. El
imperialismo llevó a la guerra mundial. Esto, a su vez, provocó grandes cambios al
interior de la organización capitalista. La herramienta para trabar guerras, el
Estado, se volvió mucho más importante. Funcionaba en forma muy parecida a las
empresas gigantes con el fin de reorganizar la industria para la competencia
externa y para la guerra. El capitalismo se volvió un capitalismo estatal.

El desarrollo del imperialismo determinó que los capitalistas explotaran no sólo a


la clase trabajadora de su país, sino también que tomaran el control físico de otros
países y pasaran a explotar a sus trabajadores. Para las clases más oprimidas de
los países coloniales esto significaba ser explotados por imperialistas extranjeros y
además por sus propias clases dominantes. Ellas eran doblemente explotadas.
Pero parte de las clases dominantes de los países coloniales también sufrieron.
Vieron robadas por el imperialismo muchas de sus propias oportunidades de
explotar a la población local. Del mismo modo sufrieron las clases medias de los
países coloniales, a quienes les hubiera gustado ver una rápida expansión de la
industria local, para así haber tenido buenas oportunidades en sus carreras
profesionales.

Los últimos sesenta años han visto revueltas de varias clases de los países
colonizados y excolonizados contra los efectos del imperialismo. Se desarrollaron
movimientos que intentaron unir a la población en general contra el dominio
imperialista extranjero. Sus reivindicaciones han sido: expulsión de las tropas
imperialistas extranjeras; unificación de todo el territorio bajo un único gobierno,
siendo contrarios a su división entre diferentes imperios; reestablecimiento de la
lengua original en la vida cotidiana, por oposición al lenguaje impuesto por la
dominación extranj era; y utilización de la riqueza producida por el país para
expandir la industria local, posibilitando el "desarrollo" y la "modernización"
nacionales. Estas fueron las reivindicaciones de los repetidos levantamientos
revolucionarios en China (1912, 1923-27 y en 1945-48), en Irán (en 1905-12,
1917-21 y en 1941-53), en Turquía (después de la Primera Guerra Mundial), en
las Indias Occidentales y América Latina (de 1920 en adelante), en India (en los
años 1920- 48), en África (después de 1945), en Vietnam (hasta que los
norteamericanos fueran derrotados en 1975).

Estos movimientos eran frecuentemente liderados por fracciones de las clases


altas y medias, pero para las clases altas de los países avanzados, eso significaba
enfrentar a más de un oponente, además de a su propia clase trabajadora. El
movimiento nacional en el llamado "Tercer Mundo" desafió a los Estados
imperialistas capitalistas, al mismo tiempo en que lo hacían sus propias clases
trabajadoras. Para el movimiento obrero de los países avanzados esto tenía gran
importancia. Significaba que en su lucha contra el capitalismo ellos tenían un
aliado en los movimientos de liberación del "Tercer Mundo". Por ejemplo, los
trabajadores de la Shell en Gran Bretaña tenían un aliado en las fuerzas de
liberación sudafricanas, que estaban luchando para tomar las propiedades que la
Shell posee en aquel país. Si la Shell lograba frustrar los objetivos de los
movimientos de liberación del "Tercer Mundo", ella se volvería entonces más
fuerte para resistir las exigencias de sus trabajadores en Gran Bretaña.

Esto era verdad aunque el movimiento de liberación de un país del "Tercer


Mundo" no tuviera una dirección socialista es verdad, aunque este liderazgo
simplemente qui siera sustituir el dominio extranjero por un dominio capitalista
local. El Estado imperialista que está intentando aplacar al movimiento de
liberación es el mismo Estado imperialista enemigo mayor del trabajador
occidental. Es por eso que Marx insistía en que "un Estado que oprime a los otros
no puede liberarse a sí mismo" y es por eso que Lenin defendía una alianza entre
los trabajadores de los países avanzados y los pueblos oprimidos del "Tercer
Mundo", aunque tuviesen liderazgos no socialistas.

Esto no significa que los socialistas estén de acuerdo con el modo en que los no
socialistas lleven adelante la lucha de liberación nacional en un país oprimido (no
más de lo que necesariamente concordamos con el modo en que un líder sindical
lleva adelante una huelga). Pero tenemos que dejar bien claro, antes de nada, que
apoyamos esta lucha. De lo contrario terminaríamos fácilmente apoyando a
nuestra propia clase dominante contra el pueblo al que ella está oprimiendo.
Tenemos que apoyar las luchas de liberación nacional incondicionalmente, antes
de criticar el modo en que ella está liderada. Pero los socialistas revolucionarios
de un país que está oprimido no pueden dejar las cosas por allí. Deben discutir día
a día con otras personas, cómo debe ser librada la lucha por la liberación nacional.

Aquí, los puntos mas importantes están contenidos en la teoría de la revolución


permanente desarrollada por Trotsky. El comenzó reconociendo que
frecuentemente los movimientos contra la opresión son iniciados por personas de
clase media o incluso por sectores atrasados de las clases altas. Los socialistas
apoyan estos movimientos porque buscan remover una de las cargas que pesa
sobre la mayoría de la clase oprimida y los grupos sociales. Pero tenemos que
reconocer que aquellos que vienen de las clases medias o altas no pueden liderar
esta lucha consecuentemente. Ellos tendrán reparos con respecto a desatar una
sangrienta lucha de masas, en el caso que esa lucha desafiara no solamente la
opresión externa, sino también su propia habilidad de vivir de la explotación de las
clases más oprimidas. En cierto momento ellos van a abandonar la lucha que
comenzaron, y si es necesario, se unirán con el explotador extranjero para
aplastarla. En este punto, si las fuerzas socialistas de la clase trabajadora no
toman la dirección de la lucha por la liberación nacional, esta lucha será derrotada.

Trotsky hizo una observación más. Es verdad que en los países del "Tercer
Mundo" la clase trabajadora representa una minoría, frecuentemente una pequeña
minoría de la población. A pesar de esto, ella es bastante grande en términos
absolutos [...] y crea una enorme porción de la riqueza nacional en relación a su
tamaño, y se concentra abrumadoramente en las ciudades que son clave para el
dominio del país, cuando llega la hora de tomar el poder. Es así que en un período
revolucionario, la clase trabajadora puede tomar el liderazgo de todas las clases
oprimidas y de países enteros. La revolución puede volverse permanente,
empezando con reivindicaciones por la liberación nacional y terminando con
exigencias socialistas. Pero sólo si los socialistas de un país oprimido han
organizado desde el comienzo a los trabajadores como una clase independiente
apoyando en general al movimiento de liberación nacional, pero siempre
advirtiendo que no se puede confiar en el liderazgo de la clase media y la clase
alta.

12. Marxismo y feminismo

Hay dos maneras diferentes de abordar la liberación de las mujeres el feminismo y


el socialismo revolucionario. El feminismo ha sido la influencia dominante en los
movimientos de mujeres que surgieron en los países capitalistas avanzados en las
décadas de 1960 y 1970. Parte de la visión de que los hombres siempre han
oprimido a las mujeres, y de que la constitución psíquica y biológica de los
hombres es la que los hace tratarlas como inferiores. Esto lleva a que la liberación
de las mujeres es posible si existe una separación entre hombres y mujeres a
través de la separación total de las feministas que quieran vivir un "estilo de vida
liberado", o de la separación parcial de las mujeres en comités de mujeres,
convenciones y eventos abiertos a la participación exclusiva de mujeres.

Muchas de las que apoyaban esta separación parcial se consideraban a si mismas


como feministas socialistas. Pero más tarde, ideas feministas radicales de una
total separación se introdujeron en el movimiento. Estas ideas separatistas
terminaron siendo un ala levemente radical en los servicios sociales, y en los
refugios para mujeres. Esta división ha llevado a muchas feministas por otra
dirección a la participación en organizaciones reformistas, como el Partido
Laborista británico. Ellas creen que la conquista de derechos en los lugares
apropiados, como miembros del parlamento, sindicatos oficiales, jueces, etcétera,
servirá de alguna forma para ayudar a las mujeres a encontrar la igualdad.

La tradición del socialismo revolucionario parte de ideas diferentes. Marx y Engels


escribiendo ya en 1848, argumentaban que la opresión de las mujeres no surgió
de la cabeza de los hombres, aunque sí del desarrollo de la propiedad privada y,
con ella, de la urgencia de una sociedad basada en clases. Para ellos luchar por la
liberación de las mujeres era por tanto inseparable de la lucha por el fin de la
sociedad de clases de la lucha por el socialismo. Marx y Engels también
resaltaban que el desarrollo del capitalismo, basado en el sistema fabril, trajo
profundos cambios en la vida de las personas, especialmente en la vida de las
mujeres. Ellas fueron empujadas nuevamente a la producción social, de donde
habían sido progresivamente excluidas, con el desarrollo de la sociedad de clases.
Esto dio a las mujeres un potencial que nunca habían tenido. Organizadas
colectivamente, las mujeres como trabajadoras tenían mayor independencia y
capacidad de luchar por sus derechos. Esto determinaba un gran contraste con su
vida anterior, cuando su papel en la producción era cuidar de la familia, lo cual las
tornaba totalmente dependientes del jefe de la familia el marido o el padre.

De esto, Marx y Engels concluyeron que la base material para la existencia de la


familia y, por lo tanto de la opresión femenina, ya no existía. Lo que impedía a las
mujeres que se beneficiaran de este hecho era que la propiedad permanecía en
las manos de unos pocos. Lo que hoy mantiene a las mujeres bajo la opresión es
el modo en que el capitalismo está organizado en particular, el modo en que el
capitalismo utiliza la forma específica que tiene la familia para asegurarse que los
trabajadores procreen y ofrezcan nuevas generaciones de trabajadores. Es una
gran ventaja que las mujeres dediquen la mayor parte de sus vidas a asegurar, sin
retribución alguna, que sus maridos estén en condiciones de trabajar en las
fábricas, y que sus hijos sean criados por ellas para hacer lo mismo.

En el socialismo, por el contrario, se realizarán en sociedad muchas de las


funciones familiares que pesan tanto sobre las mujeres. Esto no significa que Marx
y Engels pregonaran la "abolición de la familia". Los defensores de la familia han
sido capaces de movilizar muchas mujeres oprimidas en defensa del núcleo
familiar -pues ellas entienden por "abolición de la familia" la idea de dar libertad a
sus maridos de abandonarlas con las responsabilidades y los hijos. Los socialistas
revolucionarios han intentado demostrar, por el contrario, que en una sociedad
mas justa, una sociedad socialista, las mujeres no serían forzadas a tener la vida
miserable y cruel que llevan en las familias de hoy en día.

Las feministas siempre han desaprobado este tipo de análisis. Lejos de entender
que las mujeres tienen el poder de cambiar el mundo y terminar con su opresión -
en el trabajo es donde ellas son colectivamente fuertes- ellas las entienden como
víctimas y tolerantes. Al inicio de los años 1980, por ejemplo, fueron hechas
campañas que abordaban cuestiones como la prostitución, las violaciones o la
amenaza de las armas nucleares a las mujeres y sus familias. Todo esto partía de
la idea de que las mujeres son débiles. El feminismo parte del supuesto de que la
opresión está por encima de la división de clases. Y esto lleva a conclusiones tales
que dejan intacta la sociedad de clases y mejoran la situación de algunas mujeres
-una minoría. Los movimientos de mujeres tienen la tendencia a ser dominados
por mujeres de "clase media alta", periodistas, escritoras, etcétera, y las obreras
son dejadas de lado.

Sólo en períodos de cambios radicales y levantamientos revolucionarios la


cuestión de la liberación de las mujeres se vuelve realidad, no solamente para una
minoría sino para todas las mujeres de la clase trabajadora. La Revolución
bolchevique de 1917 produjo una igualdad nunca vista antes. El divorcio, el aborto
y el acceso a métodos anticonceptivos se volvieron disponibles libremente. La
educación de los niños se volvió una responsabilidad de la sociedad. Se inició la
utilización de restaurantes, lavanderías y guarderías comunitarias, que dejaban a
las mujeres más margen para escoger y controlar como llevar sus vidas. Claro que
el destino de estos avances no podría estar separado del destino de la propia
revolución. El hambre, la guerra civil, la destrucción de la clase trabajadora y el
fracaso de la revolución internacional significaron la derrota del socialismo en la
propia Rusia. Los avances en la igualdad fueron revertidos. Pero los primeros
años de la república socialista mostraron lo que la revolución socialista puede
conquistar, aún bajo las más desfavorables condiciones.

Hoy las perspectivas para de las mujeres son mucho mejores. En Gran Bretaña y
en los países capitalistas avanzados, más de dos trabajadores en cinco son
mujeres. Esto muestra que la liberación colectiva de las mujeres solamente puede
ser alcanzada a través del poder de la clase trabajadora. Esto obliga a rechazar la
idea feminista de crear organizaciones separadas de mujeres. Solamente hombres
y mujeres actuando juntos como parte de un movimiento revolucionario unido
pueden destruir la sociedad de clases y acabar con la opresión de las mujeres.

13. El socialismo y la guerra

El siglo pasado ha sido un siglo de guerras. Diez millones de personas murieron


en la Primer Guerra Mundial, cincuenta y cinco millones en la Segunda, dos
millones en las guerras de Indochina. Estados Unidos y las demás superpotencias
nucleares poseen en la actualidad, los medios para destruir la especie humana
varias veces. Explicar este horror es difícil para aquellos que consideran la
sociedad actual como la única posible. Ellos concluyen que existe algún impulso
innato, instintivo en los seres humanos, que los lleva a querer asesinatos en masa.
Pero las guerras no son un fenómeno conocido en todas las sociedades humanas.
Gordon Childe anota que en la Europa de la Edad de Piedra:

los primeros Danubianos parecen haber sido un pueblo pacífico. Las armas de
guerra están ausentes en sus sepulturas. Sus aldeas no poseían defensas
militares. [Pero] en las fases más tardías del período neolítico los armamentos
comenzaron a ser más evidentes...

Las guerras no son causadas por alguna agresividad humana innata. Son el
producto de la división de la sociedad en clases. Entonces, 5.000 o 10.000 años
atrás, una clase de propietarios surgió, y necesitaba encontrar los medios
adecuados para defender sus riquezas. Comenzaron a constituir fuerzas armadas,
un Estado separado del resto de la sociedad. Esto entonces se volvió un valioso
medio para aumentar aún más sus riquezas, a través del saqueo de otras
sociedades. La división de la sociedad en clases determinó que la guerra se
volviera una característica permanente de la vida humana.

Las clases dominantes propietarias de esclavos en Grecia y Roma antiguas no


podían sobrevivir sin guerras continuas para la obtención de más esclavos. Los
señores feudales de la Edad Media tenían que permanecer armados para
subyugar a los siervos locales y protegerse de los robos hechos por otros señores
feudales. Cuando las primeras clases dominantes capitalistas surgieron hace 400
o 500 años atrás, ellas también tuvieron que recurrir frecuentemente a las guerras
tuvieron que desarrollar terribles guerras entre los siglos XVI, XVII y XVIII para
establecer su supremacía sobre los restos de los antiguos señores feudales.

Los países capitalistas más poderosos usaron la guerra para expandir su riqueza,
atravesando los mares, robando en la India y en Irlanda, transportando millones de
personas como esclavos de África para América, transformando todo el mundo en
una fuente de robos para sí mismos. La sociedad capitalista se constituyó a través
de la guerra. No asombra que aquellos que viven en su interior lleguen a
considerarla no sólo "inevitable" sino "justa". Aún así, el capitalismo no puede
basarse siempre y totalmente en la guerra. La mayoría de su riqueza surge de la
explotación de los trabajadores en fábricas y minas. Y esto es algo que puede ser
interrumpido por cualquier enfrentamiento que se desarrolle dentro las "fronteras
nacionales". Toda la clase capitalista a escala nacional quiere paz en casa, por
eso desarrolla las guerras en el extranjero. Por un lado estimula la creencia en las
"virtudes militares", y por otro ataca fuertemente la "violencia". La ideología
capitalista combina, de un modo completamente contradictorio, la exaltación al
militarismo con frases pacifistas.

En el siglo pasado, la preparación para la guerra se tornó más central para el


sistema de lo que jamás fuera antes. En el siglo XIX la producción capitalista
estaba basada en muchas pequeñas empresas compitiendo unas contra otras. El
Estado era un cuerpo relativamente pequeño que regulaba las relaciones entre
ellas y con los trabajadores. Pero en el siglo que acaba de terminar las grandes
empresas engulleron a la mayoría de las pequeñas empresas, acabando con la
mayoría de la competencia dentro de cada país. La competencia se vuelve más y
más internacional, entre gigantes de diferentes naciones. No existe un Estado
capitalista internacional para regular la competencia. Al contrario, cada Estado
ejerce toda la presión de la que es capaz para ayudar a sus capitalistas a
conseguir ventaja sobre sus rivales. La lucha a vida o muerte de los capitalistas
unos contra otros puede volverse una lucha a vida o muerte entre los Estados,
cada uno con su gran dispositivo bélico de destrucción.

Por dos veces éstas luchas llevaron a guerras mundiales. La Primera y la


Segunda Guerra Mundial fueron guerras imperialistas, conflictos entre alianzas de
Estados capitalistas por la dominación del planeta. La Guerra Fría era una
continuación de esta lucha, con los más poderosos Estados capitalistas alineados
unos con otros en la Alianza Atlántica (OTAN) y el Pacto de Varsovia. Además de
este conflicto global, otras guerras han estallado en diferentes partes del mundo.
Como de costumbre, han sido luchas entre diferentes Estados capitalistas por
quién debería controlar una determinada región, como ocurrió en la Guerra entre
Irán e Irak comenzada en 1980 y la Guerra del Golfo de 1991. Los mayores
poderes incitan a la guerra para vender la más sofisticada tecnología militar a los
Estados del "Tercer Mundo".

Muchas personas que aceptan el capitalismo en general, no les gusta esta


realidad repugnante. Quieren el capitalismo pero no quieren las guerras. Intentan
encontrar alternativas dentro del sistema. Por ejemplo, existen quienes creen que
la ONU puede impedir las guerras. Pero la ONU es la arena donde se encuentran
los diferentes Estados que priorizan la guerra. Allí ellos miden sus fuerzas, como
luchadores se estudian antes de golpearse. Si un Estado o alianza supera la
fuerza de sus oponentes con un pequeño margen de ventaja, ambos coinciden en
que se trata de una guerra sin sentido, cuyo resultado es conocido de antemano.
Pero si surge una pequeña duda sobre el resultado final, ellos solamente conocen
un medio para resolver la contienda. Declarar la guerra.

Esta era la verdad, en relación a la OTAN y al Pacto de Varsovia. Así, aunque


occidente tuviera una pequeña ventaja sobre el bloque oriental, la desventaja no
era tan grande como para que hacer creer a los rusos que tenían a favor una
desventaja irreversible. Por esto, a pesar del hecho de que una Tercera Guerra
Mundial hubiera barrido la vida humana en el planeta, tanto Washington como
Moscú elaboraban planes para desarrollar y vencer una guerra nuclear.

La guerra fría llegó a su fin con el levantamiento político en Europa Oriental en


1989 y el colapso de la Unión Soviética y sus repúblicas constitutivas en 1991. Se
hablaba

mucho entonces de un "nuevo orden mundial". En lugar de eso, sin embargo,


hemos visto una sucesión de bárbaras guerras -la guerra de Occidente contra su
anterior aliado Irak, la guerra entre Azerbaijan y Armenia en la ex URSS, las
horribles guerras civiles en Somalia y la ex Yugoslavia. Ni bien una rivalidad militar
entre poderes capitalistas se resuelve, ya otra aparece. En todos los lugares, las
clases dominantes saben que la guerra es una manera de incrementar su
influencia, cegando a trabajadores y campesinos con nacionalismos.

Se puede estar en contra de la guerra sin oponerse a la sociedad capitalista. Pero


no se puede acabar con ellas de este modo. La guerra es un producto inevitable
de la división de la sociedad en clases. La amenaza que representan nunca
cesará implorando a los gobernantes a que hagan las paces. Las armas tienen
que ser arrancadas de sus manos por un movimiento que luche para derrocar a la
sociedad de clases de una vez por todas. Los movimientos pacifistas que
aparecieron en Europa y Norteamérica al final de los años 1970 no comprendieron
esto. Ellos lucharon para detener la introducción de misiles Cruise y Persing, por el
desarme unilateral, por un congelamiento nuclear. Pero creían que la lucha por la
paz podía ganarse aislada de la lucha entre el capital y el trabajo. De este modo,
solamente se frustraría la movilización del único poder capaz de detener los
intentos de guerra, la clase trabajadora. Solamente la revolución socialista puede
detener el horror de la guerra.

Vous aimerez peut-être aussi