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SIMBOLOGIA

DE LA SALUD

Edgardo Werbin
Médico
SIMBOLOGIA DE LA SALUD

"Como el sol, como la luna, como el agua


como el oro, se claro y brillante y
refleja lo que hay en tu corazón".
Inscripción en un antiguo espejo chino - Museo de Hanoi.

El final del Siglo Veinte, la culminación del Segundo Milenio d.C y la transición hacia una
nueva Era Astronómica, la Era de Acuario, colocan al hombre actual frente a las más
arcaicas y profundas preguntas de siempre: “¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿dónde estoy?, ¿a
dónde voy?”. Frente a tales incertidumbres e impermanencias la vida cronológica se
prolonga a expensas de las innovaciones tecnológicas, pero el hombre original sigue
enfermo, encerrado en sus jaulas de oro y cemento.

La Salud como concepto aislado se polariza como un tomo en un gabinete de


fragmentación. Cada territorio epistemológico toma el concepto para sí y lo desmenuza al
igual que al hombre enfermo en manos de la medicina occidental sofisticada e
hiperespecializada: nos referimos al enfermo del hígado, a la niña de cadera deforme o al
paciente cardíaco, todas parcialidades de una realidad no considerada.

EL SER HUMANO ESTA ENFERMO

La conciencia humana es polar, dual, dividida. En el primer acto consciente, el


discernimiento nos ubica entre la luz y la oscuridad, lo bueno y lo malo, lo frío y lo
caliente. Las diferencias nos condicionan a elegir en función de la realización de actos
concretos. Una parte es aceptada y la otra es rechazada, destinada a nuestro arcón de
sombras. La polaridad es una puerta que en un lado tiene escrita la palabra entrada y en el
otro salida, pero siempre es la misma puerta.

Desde la historia bíblica de la creación del hombre y a medida que avanza la narración se
acentúa el tema de la polaridad: luz-tiniebla, tierra-agua, sol-luna. La división y la
separación se adueñan de los hechos. Sólo el hombre fue creado como hombre y mujer
(Génesis, I-Versículo 27). Dios toma de la criatura completa y sana un costado y con él
hace algo independiente. Para ello "Adán se sumió en un sueño", pierde su conciencia.
Conviene recordar aquí la relación entre el Sueño, "Hypnos", y la Muerte, "Tánatos",
divinidades hermanadas en el panteón de la mitología griega: se verifica simbólicamente la
muerte de una identidad para generar el nacimiento de otra. La palabra costado, TSELAH
en hebreo, contiene en su raíz la palabra sombra, Tsel.

La división de las formas y la diferenciación generan el origen de la caída del hombre. El


"pecado" del ser humano consiste en su separación de la unidad. La palabra pecado,
proviene del verbo griego HAMARTANEIN, "fallar el punto", "errar el tiro". La incapacidad de
acertar el punto, símbolo de la unidad, crea el fallo, la falta, el error, la desviación del
sendero al uno.
LA SOMBRA Y EL SINTOMA

La enfermedad del ser humano es un estado que indica que el individuo, en su conciencia,
ha dejado de estar en orden o armonía. Esta pérdida del equilibrio interno, se expresa en
el plano corporal por síntomas. Estas "señales", "coincidencias", "el caer en", revelan la
configuración del polo no aceptado, del plano descartado, de aquello que no queremos
vivir ni encontrar en nosotros. La sombra está formada por todos los principios que el yo
no ha querido asumir. La sombra nos enferma, es decir, nos hace incompletos. Para estar
completos nos falta todo lo que hay en ella. El ser humano es un microcosmos que lleva
latentes en su conciencia todos los principios del macrocosmos. Dado que el hombre, a
causa de su facultad de decisión, sólo se identifica con la mitad de principios, la otra mitad
pasa a la sombra y se sustrae a la conciencia del hombre.
Un síntoma es una parte de la sombra que se ha introducido en la materia. El síntoma,
valiéndose del cuerpo, reintegra la plenitud al ser humano. Si una persona se niega a
asumir conscientemente un principio, este principio, se introduce en el cuerpo y se
manifiesta en forma de síntoma. El síntoma completa al hombre, es el sucedáneo físico de
aquello que falta en el lo intangible del ser. Así como "el mundo es un objeto simbólico", todo
es síntoma para el hombre sufriente. Todo es factible de ser leído como principio
arquetípico, que al no ser reconocido como propio pasa a la penumbra de la conciencia
generando sombra, angustia, dolor y posteriormente la cristalización en enfermedad.

LAS CAUSAS DE LA ENFERMEDAD

La medicina occidental académica trata de averiguar las causas reales y auténticas de los
síntomas de la enfermedad. En ejemplos clásicos, agentes patógenos, traumas psicológicos,
situaciones sociales, son focalizados como causales del desajuste de la salud. En la
causalidad aristotélica, la causa efficiens o causa del impulso es la base de las ciencias
naturales: la ley causal gobernada por un impulso energético. Se apoya en una causalidad
originada en el pasado y una relación de efecto mecánico con la materia y el cuerpo.
Requiere una linealidad temporal: un antes y un después con respecto al efecto. El tiempo
surge en nuestra conciencia como producto de la polaridad que nos obliga a dividir en
correlación consecutiva la simultaneidad de la unidad. El tiempo, la linealidad y la
causalidad, son consideraciones subjetivas del ser humano. Las causas halladas sólo son
resultado de las propias expectativas.

El concepto de causa finalis o de la finalidad, aplicada a cada circunstancia, necesita de un


propósito, un objetivo, un para qué. La causa de todas las causas es la base de las ciencias
filosóficas, y se apoya en la causalidad final, del futuro y en las motivaciones o propósitos
de la mente y el espíritu. Aquí el tiempo-espacio, la materia tosca y gruesa, se disuelve en
la unidad y la indiferenciación. No hay tiempo ni espacio. Sólo aquí y ahora eterno. El
punto que todo lo abarca, la "nada". La geometría moderna demuestra que no hay líneas
rectas. Cada recta es un arco de circunferencia. Ambos extremos, pasado y futuro, se
encuentran en el presente al cerrarse el círculo. La causalidad fluye en ambos sentidos,
hacia cada punto, lo mismo que el tiempo.
El mundo polarizado, el cientificismo, la causalidad pura, apoya su estructura de búsqueda
en el hemisferio cerebral izquierdo: desde la lógica racional intenta encontrar una relación
de efecto. Se basa en proyecciones horizontales, en el concepto temporal del "antes-
después". Se produce una acentuación en las diferencias.

La forma de pensamiento analógico, persigue los principios originales en sentido vertical, a


través de todos los planos de sus manifestaciones. Se apoya en el hemisferio cerebral
derecho, en la visión unitaria y global del mundo, en la percepción intuitiva abarcando la
diversidad para formar modelos universales. Predomina el sincronismo del "siempre-
cuando-entonces". La causalidad analógica, es un sistema de coordenadas con el que
podemos interpretar coherentemente nuestro mundo polar: descubre en todos los planos
de los fenómenos aparentes un principio original común. Hace visible relaciones y
modelos que se sustraen a la visión causal. Produce una visión de conjunto, una figura
total, generando la capacidad para captar el sentido, fuera de la lógica y del fin: el
propósito de la enfermedad, la significación del hecho.

Este enfoque es semejante al de la antigua visión oriental de la salud, donde la vuelta a la


condición normal del espíritu, la conciencia cósmica, el pensamiento absoluto mas allá de
cualquier límite, revela el estado de perfecta armonía. Todo lo que divide, categoriza,
parcializa, conceptualiza, discrimina. Todo lo que opone, separa, pone en dualidad. Todo
lo que es tributario del espacio-tiempo, lo que procede de la conciencia reflexiva del
pensamiento humano, es en definitiva todo lo que no procede del absoluto y de la
perfección y es considerado como un estado enfermo. En el origen de los trastornos
psicofisiológicos se sitúa la noción de ilusión: lo que trastorna y perturba, lo que
atormenta y aflige. Es el conjunto de las funciones físicas y mentales que desordenan y
apenan al cuerpo-espíritu. Un sutra budista habla así de las causas de aparición de una
enfermedad: "Cuando la buena conducta moral y física, tal y como ha prevalecido en el pasado,
comienza a declinar, aparece la enfermedad". Para esta concepción también, las
enfermedades surgen cuando predominan el egoísmo y la búsqueda de la satisfacción
personal tanto espirituales como materiales.

LA ENFERMEDAD COMO CAMINO

El cambio de ver de la enfermedad propia y la de nuestros semejantes a través del manejo


de analogías y símbolos permite el desarrollo de las primeras cualidades de la sanación: el
autoconocimiento, la integración de nuestras partes dispersas. Detrás de cada síntoma hay
un propósito, un fondo, que para adquirir formas, tiene que utilizar como causa todas las
causas imaginables. La enfermedad tiene múltiples fases de expresión sintomática,
multivariables posibilidades de llegar hacia el objetivo. La enfermedad tiene un propósito y
una finalidad.

Cada síntoma debe ser interrogado en profundidad, debe ser definido en su intención, en
su significado esencial. Aplicando el modelo de la causalidad final, el concepto intemporal
de la analogía, se pueden despejar los múltiples obstáculos y espejismos, los aspectos no
asumidos manifestados en la sombra, en el camino hacia el conocimiento de uno mismo.
Dethlefsen y Dahlke, en su libro "La enfermedad como camino" sugieren ciertas estrategias
de aproximación al síntoma y la enfermedad a las que adhiero y transcribo. En primer
lugar, en la interpretación de los síntomas se debe renunciar a las aparentes relaciones
causales. Los "por qué‚" que puedan utilizarse para la realización del síntoma son
indiferentes para la explicación de su significado. En segundo lugar, el momento exacto en
el que aparece un síntoma puede aportar una información fundamental sobre la índole de
problemas que se manifiestan en el síntoma. Los sucesos sincrónicos y su consideración
conjunta enriquecen el marco simbólico de resignificación del sentido global del proceso.
En tercer lugar, poseer la facultad del pensamiento analógico, hacer abstracción del
síntoma, convirtiéndolo en principio y trasladarlo al plano psíquico. Hay que reconocer en
lo concreto el principio que en él se expresa y trasladarlo a otro plano. El concepto de
que "todo es síntoma y todo síntoma es un símbolo", permite asociar que todos los
elementos contenidos en la mente tienen su contrapartida en el cuerpo y viceversa. Para
ello debemos sustituir el pensamiento analítico y racional (hemisferio cerebral izquierdo)
por un pensamiento plástico, simbólico y analógico (hemisferio cerebral derecho):
transformar el "cuerpo calloso" que separa a ambos en una membrana transparente,
porosa y bidireccional.

Como cuarto procedimiento preguntarnos: “¿Qué me impide el síntoma?, ¿Qué‚ me


impone el síntoma?”. Observar los cambios de conducta obligados que surgen de cada
síntoma. Este activa el polo rechazado, corrige desequilibrios. Es importante dejarse
trastornar por el trastorno.

Toda enfermedad es una crisis y toda crisis exige una evolución. La enfermedad nos
conduce a zonas nuevas, desconocidas, no vividas: nos hace sinceros para con nosotros
mismos. Todo lo que pasa en el cuerpo da experiencia. Sólo la captación del principio, el
fondo, nos despoja de su carácter doloroso. Cuanto mayor es la resistencia, mayor será
la presión del síntoma. No hay grandes enfermedades ni accidentes que se produzcan
brusca en inopinadamente como un relámpago en cielo abierto; sólo hay personas que se
empeñan en apegarse al cielo azul. Quien no se engaña no sufre desengaños.

EL MEDICO INTERIOR

Dice Khalil Gibran en El Profeta: "Gran parte de vuestro sufrimiento/ es por vosotros mismos
escogido./ Es la amarga poción con la cual/ el médico que se oculta en vosotros/ cura a vuestro yo
doliente./ Confiad, por lo tanto, en el médico,/ y bebed su medicina en silencio/ y con
tranquilidad:/ porque su mano, aunque pesada y dura,/ está guiada por la suave mano del
invisible". El abrir los ojos, el modificar la visión, el "conócete a ti mismo", el aprender a
verse tal como uno es, es el camino de la salud, el camino que va desde el yo al ser, de la
cárcel a la libertad, de la polaridad a la unidad.

Desde la unidad interior lograda a partir del amor, sustancia pura de unificación de los
contrarios, conjugación perfecta de la "coincidentia opositorum", se puede transmutar la
enfermedad en curación. Se consigue incorporando el principio que falta y por lo tanto no
es posible sin una expansión de la conciencia. El propósito no es combatir la enfermedad
sino servirnos de ella. La curación significa que el ser humano se hace más sano, más
completo; se amplía el horizonte en una aproximación a la plenitud de la paz. El proceso
de transformación genera un toma de conciencia de elementos inconscientes donde el
criterio de sucesión se trastoca por el de simultaneidad. En el "aquí y ahora", nuestro
cuerpo se integra al todo cósmico, dejando lugar a otras resonancias. El variar la
frecuencia mental modificando sus ritmos y cambiando los ángulos de incidencia de la
realidad produce la activación de los procesos psíquicos más arcaicos y puros: el despertar
de la intuición primordial generadora de la máxima claridad de nuestro ser.

Ser terapeuta y curador de uno mismo, es sólo consagrarse "servidor", "cuidador", "un ser
susceptible de cultivo" del legado cósmico canalizado en nuestra existencia. Profundizar
esta responsabilidad diariamente es el trabajo más fructífero y creativo que una vez
interiorizado se manifiesta en frutos de luz y sabiduría. La palabra hebrea BRIUT, salud,
contiene en su raíz otras palabras que amplifican su significado, entre otras: BARA que
significa crea-creación; BORI, sano-saludable; AB, padre; OT, letra, signo; BAR, hijo; AOR, luz;
REI, espejo. Crear un estado sano, es ser hijo-espejo de lo creado: cuanto menos distancia
exista entre el mundo viviente y el mundo interior, más sano el mundo exterior que nos
liga.

La enfermedad es la gran oportunidad del ser humano, es la maestra de cada cual, su guía
en el camino de la curación. Los sabios dicen: "La nada es eficaz, cuando la parte fracasa". La
rectitud de la conducta, la posición erecta, en enderezamiento de la columna vertebral
(meditación oriental), la mirada constante hacia lo superior, previenen contra la caída en
lo dual y la consecuente separación entre el individuo y su entorno. La solución está más
allá de la polaridad: unificar los polos, reconciliar los contrarios. El Solve et coagula
("Disuelve y Coagula") de los alquimistas nos simplifica el accionar: primero ver las
diferencias, sentir la separación, la división, "la noche negra del alma"; luego unir los
contrarios, la unidad, la luz del conocimiento que permita ver el camino a través del
sufrimiento y el dolor como un acto significativo.

Decía Lo Iadúa, el Rabí Desconocido: "El movimiento armónico es siempre unitario. Corre por
nuestro cuerpo como un río. Fluye con la linfa y la sangre. Su corriente tiene el secreto de lo más
elevado. Pero, como ese secreto es la luz, ocurre que poco a poco reducimos en nosotros la
actividad de lo sombrío cuando comprendemos que <la sombra no tiene realidad> (Bahir).
Apenas si es la escoria de la luz; apenas si es la estaca que sostiene el tallo de nuestro
crecimiento". Un auténtico terapeuta es el que nos reintegra a la circulación universal de la
energía, el que elimina nuestros obstáculos, aquel que deshace el temor con ternura o
como dijo el Baal-Shem ToB, aquel que reduce la soledad de los hombres a la mínima
expresión.

El arquetipo del guerrero interior liberador de su propia energía se logra, en la visión de


Chogyam Trungpa, "si examinamos nuestra postura, nuestro comportamiento, nuestra
existencia y nos encontramos con los atributos del Gran Sol del Este reflejados en nuestro actos. Y
eso nos da una sensación de ser realmente humanos... De este sentimiento emana una enorme
sensación de salud, que puede propagarse a los demás. Más aún: propagar la salud al mundo es
una de las disciplinas guerreras básicas".

Nuestras armas son los caminos que conducen a nuestra integración con el todo. Los
símbolos-síntomas de la existencia cotidiana funcionan en forma permanente como
puertas vaivén hacia la miríada de significados que nos permiten iluminar desde la
intuición, nuestro cerebro primordial, la marcha diaria hacia la libertad del ser. La salud
nos espera en cada reflejo de nuestra sombra: bebamos de su luz.

Edgardo Werbin
Médico UBA – MN 56128

BIBLIOGRAFIA

* Deshimaru, T. - "La practica de la concentración" -Visión Libros - Barnaven, C.A.

* Deshimaru, T.; Ikemi, Y. - "Zen y autocontrol" - Editorial Troquel.

* Dethlefsen, T.; Dahlke, R. - "La enfermedad como camino" - Plaza y Janes Editores.

* Locke, S.; Colligan, D. - "El médico interior" - Ed. Sudamericana.

* Satz, M. - "El dador alegre" - Héptada Ediciones.

* Satz, M. - "Oraita, Cuentos Jasídicos" - Ediciones Obelisco.

* Trungpa C. - "Shambhala. La senda del guerrero" - Editorial Troquel.

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