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UNIVERSIDAD PRIVADA SERGIO BERNALES
Prefacio:
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Naturaleza y
La Justicia y el La Ética, Moral Razones
El Pensar Filosófico
Derecho Y el Derecho Filosóficas del
Derecho
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Índice del Contenido
I. PREFACIO 02
II. DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS 03 - 174
UNIDAD DE APRENDIZAJE 1: EL PENSAR FILOSÓFICO 05-48
1. Introducción 06
a. Presentación y contextualización 06
b. Competencia 06
c. Capacidades 06
d. Actitudes 06
e. Ideas básicas y contenido 06
2. Desarrollo de los temas 07-34
a. Tema 01: Filosofía y experiencia. 07
b. Tema 02: Filosofía del derecho y práctica de la filosofía del derecho. 17
c. Tema 03: Filosofía del hombre, el mundo del ser y él debe ser. 23
d. Tema 04: Razones de epistemología del derecho. 31
3. Lecturas recomendadas 35
4. Actividades 35
5. Autoevaluación 46
6. Resumen 48
UNIDAD DE APRENDIZAJE 2: LA JUSTICIA Y EL DERECHO 49-87
1. Introducción 50
a. Presentación y contextualización 50
b. Competencia 50
c. Capacidades 50
d. Actitudes 50
e. Ideas básicas y contenido 50
2. Desarrollo de los temas 51-73
a. Tema 01: La justicia 51
b. Tema 02: El derecho como objeto de la justicia 60
c. Tema 03: La norma jurídica. 65
d. Tema 04: La ley. 70
3. Lecturas recomendadas 74
4. Actividades 74
5. Autoevaluación 85
6. Resumen 87
UNIDAD DE APRENDIZAJE 3: LA ÉTICA, MORAL Y EL DERECHO 88-125
1. Introducción 89
a. Presentación y contextualización 89
b. Competencia 89
c. Capacidades 89
d. Actitudes 89
e. Ideas básicas y contenido 89
2. Desarrollo de los temas 90-118
a. Tema 01: La Moral 90
b. Tema 02: La sociedad y los valores éticos. 95
c. Tema 03: Administración de la justicia. 106
d. Tema 04: El nivel prudencial. 113
3. Lecturas recomendadas 119
4. Actividades 119
5. Autoevaluación 123
6. Resumen 125
UNIDAD DE APRENDIZAJE 4: NATURALEZA Y RAZONES FILOSÓFICAS DEL DERECHO 126-170
1. Introducción 127
a. Presentación y contextualización 127
b. Competencia 127
c. Capacidades 127
d. Actitudes 127
e. Ideas básicas y contenido 127
2. Desarrollo de los temas 128-156
a. Tema 01: El derecho natural, historicidad y relatividad de la realidad jurídica. 105
b. Tema 02: Los derechos, deberes y las normas naturales. 136
c. Tema 03: Razones filosóficas de derecho civil, protección social y buena fe. 145
d. Tema 04: Razones filosóficas de derecho comercial, Antecedentes, el proceso según la 151
filosofía.
3. Lecturas recomendadas 157
4. Actividades 157
5. Autoevaluación 168
6. Resumen 170
III. GLOSARIO 171
IV. FUENTES DE INFORMACIÓN 173
V. SOLUCIONARIO 174
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Introducción
a) Presentación y contextualización:
b) Competencia:
El estudiante discierne sobre el que hacer filosófico, el rol de la filosofía
jurídica como saber especulativo y como un valor práctico.
c) Capacidades:
d) Actitudes:
Conoce la filosofía.
Determina la filosofía que se utiliza en el derecho y la práctica de la filosofía del
derecho.
Identifica la Misión, Función y sentido de la filosofía y del derecho.
Conoce las verdades de hecho y razón.
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Filosofía y TEMA 1
con la
Experiencia
Competencia:
Conocer la filosofía.
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Desarrollo de los Temas
Tema 01: Filosofía y con la Experiencia
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Aristóteles (2006). Metafísica. pp. 76-77
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ORIGEN DE LA FILOSOFÍA
La filosofía comenzó mezclada con la metodología o con
Cosmogonía. Este término es procedente de la palabra griega
"Kosmogonia", compuesta a su vez de "kosmos" (orden, mundo
universo) y "goné" (generación, producción) que etimológicamente
significa "origen del universo". La cosmogonía es un relato de
carácter mítico con el que se quiere explicar el origen y la
constitución del universo, a partir de la acción de los dioses y a
través de varias generaciones.
El primero que se autodenominó como filosofo fue el griego Pitágoras de Samos (-572
a -496. Nació en Jonia, en la isla de Samos, hacia el 572 a.C.).
La filosofía como ciencia, tema discutido. Algunos filósofos, como Kant, refieren que la
filosofía es ciencia, pero, es más. Dado los temas materia de análisis, interpretación que
son de carácter universal, general, abstracto y sobre todo la problematización de un
determinado tema, como por ejemplo la vida.
La filosofía no tiene la particularidad de la ciencia, los métodos de investigación,
interpretación y estudio pueden ser los mismos, pero la diferencia está en el uso que se
da; pues en la filosofía es de carácter amplio, integral y externo, mientras que en la
ciencia es de carácter interna, trata de explicar físicamente la composición y
funcionamiento de la cosa investigada.
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Entre la filosofía hay una relación constante, se diría que es mancomunada, ambas se
desarrollan, se necesitan, pero nunca se las debe confundir, como ha sucedido. Cada
una en su campo, pero están relacionadas, no son islas, y cada una por su lado, si ello
sucede solo es porque el ser humano, ya no tiene nada que explicar filosóficamente o
científicamente.
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Federico Engels. El papel del trabajo en el proceso de transformación del mono en hombre. 1876.
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¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
Gran pregunta hasta la actualidad no se ha dado respuesta definitiva, lo que resulta un
problema filosófico. Es una de las más importantes interrogantes filosóficas, para la que
no se tiene una respuesta única. La filosofía como la ciencia están consideradas como
formas superiores del conocimiento humano, es la expresión del desarrollo cultural del
hombre.
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Ante esta inquietud de dar respuesta a la pregunta planteada, recogemos las diferentes
definiciones hechas por los filósofos:
Pitágoras, Amor a la sabiduría. El filósofo no es un sabio sino un buscador
desinteresado del saber.
Sócrates (- 470 a – 399), Modo de vida dedicada a la búsqueda de la
sabiduría. La sabiduría es de carácter moral e igual para todos.
Platón, en su obra titulada Eutidemo, define a la filosofía como el uso del saber
para ventaja del hombre. O también dirá: Dialéctica o procedimiento racional
que permite conocer las esencias. Estas esencias o formas existen
independientes de las cosas materiales.
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ACTITUD FILOSÓFICA
La actitud filosófica es una de las tantas formas de reaccionar frente a la realidad. (¿Por
qué? ¿Para qué? ¿Cómo?).
La actitud filosófica es la disposición humana superior
de aceptación o valoración del conocimiento. Parte de
la propensión natural del hombre por conocer la
realidad, con una particularidad analítica, crítica,
problematizadora, buscando el fundamento de los
objetos, los hechos y las circunstancias que le rodean, y
asumiendo una posición totalizadora.
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PIAGET, J., Epistemología de las ciencias humanas, Buenos Aires, 1972, Proteo, p. 172
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OTRAS ACTITUDES
Dentro de una sociedad, los seres humanos reaccionamos de diferentes maneras ante
alguna situación que nos encontremos. Los filósofos ante estas situaciones tienen
reacciones nada comunes, tal como podremos diferencias de las siguientes actitudes:
LA ACTITUD PRAGMÁTICA
Es la actitud práctica, la más común y de todos los días. Considera las cosas como
objetos de uso y de consumo; las cosas las distingue por su utilidad. Todas son para
algo, para la alimentación, vestido, vivienda, etc. Es la actitud visible en la señora que
va al mercado por ejemplo o el trabajador en la fábrica; pero, también en el filósofo o el
científico, cuando se viste y cuando se alimenta.
Podemos decir de la actitud pragmática es una actitud práctica, por
ejemplo, el hecho de usar un par de zapatillas mientras estén en
buen estado, luego cuando ya estén muy usados, simplemente no
la uso, las desecho, o cuando la madre de familia está en actitud
pragmática cuando en el mercado busca lo más barato y lo más rendidor. Barato y útil.
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LA ACTITUD MORAL
Es la actitud frente a las acciones humanas, a la
conducta humana. Para esta actitud los actos humanos
son buenos o malos. Sus manifestaciones son la
aprobación y el aplauso o el reproche y la censura. La
abnegación y la benevolencia son aplaudidas; la
hipocresía y la deslealtad son censuradas.
Es la evaluación que las personas hacemos de las acciones de acuerdo a las normas y
valores del grupo social. Por tales acciones pueden ser calificadas con criterios morales
como bueno, malo, justo, honesto, etc.
Esta actitud se refiere en sí, a que cada persona dependiendo de la sociedad en la que
viva va a juzgar determinada acción correcta o reprochable. Un ejemplo que se me viene
a la mente ahora es el hecho de que en la mayoría de países occidentales la poligamia
es considerada una infidelidad y en definitiva que no está bien, mientras que en el medio
oriente (ejemplo países árabes), ésta práctica es de lo más normal.
También podemos mencionar la actitud moral de un profesor cuando califica de “malo”
la tardanza del alumno.
LA ACTITUD ESTÉTICA
Es la actitud que goza con la presencia de las cosas. Es la actitud ante un bello rostro,
un bello cuerpo, una hermosa flor, una hermosa
canción, un hermoso cuadro, una bella página bien
escrita, una catedral, un acantilado, un espectáculo o
simplemente un insecto. Para esta actitud, las cosas
no son útiles; no son objetos de conocimiento, son
objetos para gozar de su presencia.
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LA ACTITUD RELIGIOSA
Es la actitud que ve las cosas como la obra de un ser supremo. Todas las cosas son
obra de Dios; en todas está la presencia divina; no hay una sola cosa que no obedezca
a su poder y a su bondad. La expresión de esta actitud es la devoción. Es decir, es la
relación que establecemos entre las cosas, personas o hechos y la divinidad con un
ente superior. Cuando nos persignamos y oramos pidiendo a Dios cese un temblor, y
evitar el daño consiguiente. O consideramos que tales temblores es consecuencia a la
desobediencia a Dios, y éste sanciona.
LA ACTITUD CIENTÍFICA
La actitud científica se trata de una predisposición a detenerse frente a las cosas para
tratar de desentrañarlas: interrogando, buscando respuestas y sin instalarse en certezas
absolutas.
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Filosofía del
Derecho y TEMA 2
Práctica de la
Filosofía del
Derecho
Competencia:
Determinar la filosofía que se utiliza en el
derecho y la práctica de la filosofía del
derecho.
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Por nuestra parte, creemos acertada la segunda opinión, pero claro que entendiendo la
palabra ciencia en sentido estricto. Para comprenderlo mejor basta contener en cuenta
que la filosofía nos da no sólo la fundamentación de las ciencias, pues investiga y
esclarece los presupuestos de las mismas, sino que es también una coronación de las
ciencias, porque nos da el sentido último de los objetos a que se refiere (el derecho, por
ej.). Dentro de una concepción total del mundo y de la vida. Y esto, entiéndase bien,
referido a cualquier sector ontico, pues hay no solo una filosofía de lo cultural, sino
también, de la naturaleza, de los objetos ideales, etcétera.
4
Enciclopedia jurídica http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/filosof%C3%ADa-del-derecho/filosof%C3%ADa-del-
derecho.htm
5
Al respecto Friedrich Engels, en su opúsculo titulado “el papel del trabajo en la transformación del mono al hombre” y su obra
Dialéctica de la Naturaleza, tratan sobre la naturaleza, hoy debe ser preocupación filosófica la afirmación: EL SER HUMANO PARA
SU EXISTENCIA NECESITA DE LA NATURALEZA, PERO LA NATURALEZA PARA SU EXISTENCIA NO NECESITA AL SER HUMANO.
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Karl Marx, en su diversidad actitud crítica filosófica, sobre todo a uno de los máximos
exponentes de la filosofía alemana, es decir a Georg Wilhelm Friedrich Hegel, nos ilustra
respecto el carácter especulativo del derecho, tal como se puede abstraer de la siguiente
cita: “La crítica de la filosofía alemana del Estado y del Derecho, filosofía que ha
alcanzado en Hegel su versión más consecuente, rica y definitiva, es ambas cosas: por
una parte es análisis crítico del Estado moderno junto con la realidad que éste comporta;
por la otra, es además la negación decidida de todo el tipo anterior de conciencia política
y jurídica en Alemania, cuya expresión más distinguida y universal, elevada a Ciencia,
es precisamente la filosofía especulativa del Derecho. Sólo en Alemania ha sido posible
la filosofía especulativa del Derecho, este pensamiento abstracto y exaltado acerca del
Estado moderno, cuya realidad se queda en un más allá, aun si este más allá sólo es
un más allá del Rin.” 7 La elaboración del concepto de Filosofía del Derecho como
disciplina académica empieza en la función y acaba en el concepto.
6
Fernández Bulté, Julio. Filosofía del Derecho. Editorial Felix Varela. La Habana. 1997.
7
Karl Marx. Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.
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En otros términos, que al elaborar el concepto de dicha disciplina constituida por temas
que explican aspectos del derecho no presentados por las disciplinas particulares -
función- que se tendrá en cuenta, ante todo, tal función para, en base a la misma,
constituir la disciplina adecuada. Es lo que los clásicos de la filosofía, desde Aristóteles,
al constatar ese carácter de elemento determinante del ser, en lo que aquí llamamos
función, han denominado «Causa Final». Sobre el hilo conductor de las posibles
funciones, elaboramos el concepto. En tal sentido observamos que el legislador, al dictar
la norma, expresa ese deseo de protección de un interés; desde otra perspectiva, de un
Derecho Natural. Así, castiga al homicida, protegiendo la vida humana; castiga el robo,
protegiendo la propiedad privada; y, protegiendo este mismo interés, exige
responsabilidad civil por demora en él pago de la deuda.
Se diferencia, así, la norma, constituida por la disposición, del interés -quizá valor-
protegido por la misma. La ciencia jurídica, en sus distintas partes, viene prescindiendo
de la fundamentación de la norma, estudiando el sentido exclusivo de sus palabras. Y
afirmamos que no es tener una visión completa del derecho lo que consiste meramente
en el conocimiento del contenido de sus disposiciones, prescindiendo de la razón
motivante de las mismas: el interés que protegen. En síntesis, hay conocimiento plenario
del derecho implica el estudio de la realidad «Derecho» en lo que es su contenido, pero,
sobre todo, en lo que constituye su razón de ser: ¿Protege la norma un valor o
simplemente un interés? ¿Ese interés lo es de clase, de toda la sociedad? Preguntas
como éstas, están en la base de cualquier ordenamiento jurídico, y piden la respuesta
del estudioso del mismo.8
8
NORBERTO ALVAREZ Alcalá de Henares. La función de la Filosofía del Derecho como disciplina académica.
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Filosofía del
Hombre, el TEMA 3
Mundo del Ser
y él Debe Ser
Competencia:
Identificar la Misión, Función y sentido de la
filosofía y del derecho.
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Contar con un cuerpo endeble ante la naturaleza, el ser humano incipiente era flanco
para su desaparición inmediata, pero el proceso de conocer, reflexionar, aun
arcaicamente, pero le permitió dotarse de elementos extraños para defenderse y a la
vez atacar, cazar, recolectar primero luego descubrir que bajo la tierra está su nuevo
alimento, nace la agricultura. No solo descubre la forma de alimentarse, sino que
también entendió y acepto tener a su lado ciertos animales que los va a domesticar para
tenerlo a su servicio, y algunos también para su alimento.
Así, puede ser considerada una actividad racional, de reflexión sobre todos aquellos
aspectos que son considerados fundamentales en distintos ámbitos de la vida humana,
profundizando hasta los cimientos o bases sobre las cuales se edifica el conocimiento.
Dicha actividad implica someter a crítica, a través de todos los medios con los que
dispone el hombre, ciertas creencias, conceptos y presupuestos básicos.
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Explicar el origen del hombre o ser humano, desde el punto filosófico, no es posible sin
la presencia y desarrollo de la antropología, arqueología, el arte, la botánica, la biología,
etc. ello orientó a la explicación común en dos vertientes: una la idealista, que el hombre
es creación divina, es decir que el hombre fue creado por un ser misterioso,
omnipotente, todopoderoso, es decir: Dios (Ra-Egipto; Inti-Incas ; Zeus-Grecia; Júpiter-
roma; o Jehová para los hebreos, etc.
El origen del hombre es un misterio, pero lo que si se tiene claro, nunca fue solo, sino
en grupo, pequeño, pero grupo, no uno sino varios en distintos lugares de la tierra,
siendo los grupos los más evolucionados el denominado sapiens sapiens, de los cuales
somos sus herederos congénitos ¿? Esto es preocupación del filósofo, que, a través de
la filosofía antropológica, se trata de explicar su origen, su vivencia y cómo es posible
que haya superado tantos retos ante la naturaleza, para sobrevivir y crear sistemas de
vida, las que deben ser analizadas y comprendidas, para frenar la vorágine de los
grandes explotadores, devastadores, destructores y principales enemigos de la
naturaleza y del ser humano.
José María de Estrada, sostiene: “Se ha dicho, y suele repetirse a menudo, que el
hombre no tiene naturaleza sino historicidad. Esto es importante y encierra no poco la
verdad, pero sólo en la medida que con ello se pone de manifiesto la nota de
temporalidad que califica la vida humana, no en cuanto implica desconocer que el
hombre posee una naturaleza determinada y propia.”9
9
José María de Estrada. El hombre: su naturaleza e historicidad. Actas del Primer congreso Nacional de Filosofía,
Mendoza, Argentina. T.II. 1942
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También tendrá un elemento no físico pero intrínseco, muy propio, no religioso pero
tiene que ver mucho con sus diferentes manifestaciones ya de alegría o tristeza; ya de
aceptación o de rechazo; de nostalgia o regocijo, etc. es decir su lado espiritual
(psicológico) que tiene relación con sus emociones, sentimientos, sensaciones, etc. es
decir su autoestima.
El ser humano tanto en su origen como en su evolución, nunca fue en condición de
individuo, sino como ser social, tal como lo señalan autores, que el hombre es un ser
social por naturaleza, ello será así porque si no, no hubiese sobrevivido y no lo
escribiríamos hoy, como antaño, y si se entiende esta condición, las generaciones
futuras estará garantizado su futuro debidamente sostenido.
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Por consiguiente, a falta de otro concepto inclusivo que contenga el ser, el método
definitorio del género próximo y la diferencia específica, es impracticable.
El intento de explicar al ser por la enumeración de sus inagotables caracteres, uno tras
otro, no es hacedero porque como género supremo, en verdad, carece de notas
distintivas y, en consecuencia, de él puede predicarse todo, absolutamente todo, lo que,
paradójicamente, equivale a no enunciar nada11.
10
Francisco Romero y Eugenio Pucciarelli, Lógica, pág. 57,
11
Manuel García Morente: Lecciones Preliminares de Filosofía, págs. 50, 51 y 52. A. Pescador, Ontología, págs. 18 y 19
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Sin embargo, no carecemos por entero de alguna noción del ser. Aunque indefinible,
trabamos contacto directo con él. Además de percibir la presencia con que los objetos
externos delatan su existencia, cada uno de nosotros en una intuición introspectiva y
radical se siente así mismo como algo, algo que es, como un ser, y postula y confirma
su existencia al decir: "yo soy". El ser lo llevamos en nosotros.
El “Deber ser”: También el "deber" es una idea renuente a la determinación conceptual.
Rebasa cualquier intento de encerrarla en una definición.12 Mas, nuestra conciencia
capta intuitivamente los deberes, cada uno de los cuales al ser apropiado implica la
exigencia inexcusable de su realización en la conducta humana. Esta impulsión
apremiante hacia su efectividad en obras, expresan los términos "deben ser".
12
"Si se pregunta a la ciencia la definición del deber considerado como el valor absoluto deberá limitarse a responder: Tú debes lo
que debes'. Esta tautología a la cual se ha dado formas variadas y disfraces laboriosos, aplica el principio de identidad, dado que
se limita a la comprobación de que el bien es el bien y no el mal, que lo justo es lo justo y no injusto, que A es A y no, no - A". Hans
Kelsen, Teoría Pura del Derecho (traducción de la edición francesa de 1953 de Moisés Nilve), 11a. ed., Eudeba, Buenos Aires, 1973,
pág. 61
13
Alf Ross. Sobre el Derecho y la Justicia, pág. 353
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Estas dos categorías "ser" y "deber ser", a más de heterogéneas – compuesto de partes
de diversa naturaleza -, son primarias porque cada una constituye el fundamento de
estructuras completamente diversas, la una de todo lo que es -del ser real e ideal-y la
otra del orden normativo con sus imperativos que se traducen en deberes u
obligaciones.
Tampoco del "deber ser" se puede deducir correctamente el "ser"; por ejemplo,
partiendo de la norma "el hombre debe ser bueno" es inaceptable enunciar que el género
humano, sin exceptuar a nadie, es bueno; correlativamente, un "deben ser" que nunca
fue del todo obedecido, pese a su reiterada violación, afirma incólume la obligación de
cumplirlo: "no matarás".
14
"Cuando un hecho se da en la realidad natural, de ello no resulta que debe existir o no. Del hecho de que los peces grandes se
coman a los pequeños no es posible deducir que su conducta es buena o mala. Ningún razonamiento lógico permite pasar de lo
que es a lo que debe ser, de la realidad natural al valor moral o jurídico" Hans Kelsen, ob. cit, pág. 105,
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Razones de la TEMA 4
Epistemología
del Derecho
Competencia:
Conocer las verdades de hecho y razón.
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A la epistemología se le denomina la
disciplina cuyo objeto de estudio es la
naturaleza, el origen y la validez del
conocimiento. La palabra se compone con
las voces griegas ἐπιστήμη (epistéme), que
significa ‘conocimiento’, y λόγος (lógos), que
traduce ‘estudio’ o ‘ciencia’.
La epistemología, como tal, es una rama de la filosofía que estudia los fundamentos
y métodos del conocimiento científico. Para ello,
procura dar respuestas a interrogantes tales como:
¿qué es el conocimiento?, ¿cómo se produce el
proceso de razonamiento en la mente humana?,
¿cómo determinamos que aquello que hemos
entendido es, en efecto verdad?
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¿Cuáles son los problemas que deben ser resueltos por la epistemología jurídica?
Respondiendo de manera genérica, se diría que los mismos que para las epistemologías
de las ciencias sociales:
1. Que su explicación sea funcional y compatible con todas y cada una de las
teorías y paradigmas de las ramas del derecho.
2. Que conforme un "todo unitario", integrado con todas las ramas del derecho,
sus teorías y paradigmas.
3. Que sea capaz de definir las características comunes que poseen todos los
razonamientos que hayan sido productores de conocimiento, en el ámbito del
derecho.
Dar razón de los principios que de manera implícita y explícita han sido aceptados por
cada una de las ramas del derecho.
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Lecturas Recomendadas
HISTORIA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO
http://www.derecho.unt.edu.ar/Ingresantes/PROGRAMAS%202014/I%20semestr
e/Historia%20del%20Pensamiento%20Filosofico.pdf
Actividades y Ejercicios
1. Ingresa al link "Lectura 01" lee atentamente las indicaciones, desarróllalo y envíalo por el
medio que se indique en la descripción.
Identificar los conceptos relevantes de la lectura, máximo 30 conceptos.
Identificar las ideas principales. Máximo 15 ideas principales.
Hacer comentario sobre la lectura, en dos páginas como mínimo.
15
Bunge, Mario Augusto, La ciencia. Su método y su filosofía. Buenos Aires. Ediciones Siglo Veinte, 1996
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Los enunciados fácticos confirmados se llaman usualmente "datos empíricos"; se obtienen con ayuda de
teorías (por esquemáticas que sean) y son a su vez la materia prima de la elaboración teórica. Una subclase
de datos empíricos es de tipo cuantitativo; los datos numéricos y métricos se disponen a menudo en
tablas, las más importantes de las cuales son las tablas de constantes (tales como las de los puntos de
fusión de las diferentes sustancias). Pero la recolección de datos y su ulterior disposición en tablas no es
la finalidad principal de la investigación: la información de esta clase debe incorporarse a teorías si ha de
convertirse en una herramienta para la inteligencia y la aplicación. ¿De qué sirve conocer el peso
específico del hierro si carecemos de fórmulas mediante las cuales podemos relacionarlos con otras
cantidades?
No siempre es posible, ni siquiera deseable, respetar enteramente los hechos cuando se los analiza, y no
hay ciencia sin análisis, aun cuando el análisis no sea sino un medio para la reconstrucción final de los
todos. El físico atómico perturba el átomo al que desea espiar; el biólogo modifica e incluso puede matar
al ser vivo que analiza; el antropólogo empeñado en el estudio de campo de una comunidad provoca en
ella ciertas modificaciones. Ninguno de ellos aprehende su objeto tal como es, sino tal como queda
modificado por sus propias operaciones; sin embargo, en todos los casos tales cambios son objetivos, y
se presume que pueden entenderse en términos de leyes: no son conjurados arbitrariamente por el
experimentador. Más aún, en todos los casos el investigador intenta describir las características y el
monto de la perturbación que produce en el acto del experimento; procura, en suma estimar la desviación
o "error" producido por su intervención activa. Porque los científicos actúan haciendo tácitamente la
suposición de que el mundo existiría aun en su ausencia, aunque desde luego, no exactamente de la
misma manera.
2) El conocimiento científico trasciende los hechos: descarta los hechos, produce nuevos hechos, y los
explica. El sentido común parte de los hechos y se atiene a ellos: a menudo se imita al hecho aislado, sin
ir muy lejos en el trabajo de correlacionarlo con otros o de explicarlo. En cambio, la investigación científica
no se limita a los hechos observados: los científicos exprimen la realidad a fin de ir más allá de las
apariencias; rechazan el grueso de los hechos percibidos, por ser un montón de accidentes, seleccionan
los que consideran que son relevantes, controlan hechos y, en lo posible, los reproducen. Incluso
producen cosas nuevas desde instrumentos hasta partículas elementales; obtienen nuevos compuestos
químicos, nuevas variedades vegetales y animales, y al menos en principio, crean nuevas pautas de
conducta individual y social.
Más aún, los científicos usualmente no aceptan nuevos hechos a menos que puedan certificar de alguna
manera su autenticidad; y esto se hace, no tanto contrastándolos con otros hechos, cuanto mostrando
que son compatibles con lo que se sabe. Los científicos descartan las imposturas y los trucos mágicos
porque no encuadran en hipótesis muy generales y fidedignas, que han sido puestas a prueba en
incontables ocasiones. Vale decir, los científicos no consideran su propia experiencia individual como un
tribunal inapelable; se fundan, en cambio, en la experiencia colectiva y en la teoría.
Hay más: el conocimiento científico racionaliza la experiencia en lugar de limitarse a describirla; la ciencia
da cuenta de los hechos no inventariándolos sino explicándolos por medio de hipótesis (en particular,
enunciados de leyes) y sistemas de hipótesis (teorías). Los científicos conjeturan lo que hay tras los hechos
observados, y de continuo inventan conceptos (tales como los del átomo, campo, masa, energía,
adaptación, integración, selección, clase social, o tendencia histórica) que carecen de correlato empírico,
esto es, que no corresponden a preceptos, aun cuando presumiblemente se refieren a cosas, cualidades
o relaciones existentes objetivamente. No percibimos los campos eléctricos o las clases sociales: inferimos
su existencia a partir de hechos experimentables y tales conceptos son significativos tan sólo en ciertos
contextos teóricos.
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Este trascender la experiencia inmediata, ese salto del nivel observacional al teórico, le permite a la ciencia
mirar con desconfianza los enunciados sugeridos por meras coincidencias; le permite predecir la
existencia real de las cosas y procesos ocultos a primera vista pero que instrumentos (materiales o
conceptuales) más potentes pueden descubrir. Las discrepancias entre las previsiones teóricas y los
hallazgos empíricos figuran entre los estímulos más fuertes para edificar teorías nuevas y diseñar nuevos
experimentos. No son los hechos por sí mismos sino su elaboración teórica y la comparación de las
consecuencias de las teorías con los datos observacionales, la principal fuente del descubrimiento de
nuevos hechos.
3) La ciencia es analítica: la investigación científica aborda problemas circunscriptos, uno a uno, y trata de
descomponerlo todo en elementos (no necesariamente últimos o siquiera reales). La investigación
científica no se planta cuestiones tales como "¿Cómo es el universo en su conjunto?", o "¿Cómo es posible
el conocimiento?" Trata, en cambio, de entender toda situación total en términos de sus componentes;
intenta descubrir los elementos que explican su integración.
Los problemas de la ciencia son parciales y así son también, por consiguiente, sus soluciones; pero, más
aún: al comienzo los problemas son estrechos o es preciso estrecharlos. Pero, a medida que la
investigación avanza, su alcance se amplía. Los resultados de la ciencia son generales, tanto en el sentido
de que se refieren a clases de objetos (por ejemplo, la lluvia), como en que están, o tienden a ser
incorporados en síntesis conceptuales llamadas teorías. El análisis, tanto de los problemas como de las
cosas, no es tanto un objetivo como una herramienta para construir síntesis teóricas. La ciencia auténtica
no es atomista ni totalista.
La investigación comienza descomponiendo sus objetos a fin de descubrir el "mecanismo" interno
responsable de los fenómenos observados. Pero el desmontaje del mecanismo no se detiene cuando se
ha investigado la naturaleza de sus partes; el próximo paso es el examen de la interdependencia de las
partes, y la etapa final es la tentativa de reconstruir el todo en términos de sus partes interconectadas. El
análisis no acarrea el descuido de la totalidad; lejos de disolver la integración, el análisis es la única manera
conocida de descubrir cómo emergen, subsisten y se desintegran los todos. La ciencia no ignora la síntesis:
lo que sí rechaza es la pretensión irracionalista de que las síntesis pueden ser aprehendidas por una
intuición especial, sin previo análisis.
4) La investigación científica es especializada: una consecuencia del enfoque analítico de los problemas es
la especialización. No obstante la unidad del método científico, su aplicación depende, en gran medida,
del asunto; esto explica la multiplicidad de técnicas y la relativa independencia de los diversos sectores
de la ciencia.
Sin embargo, es menester no exagerar la diversidad de las ciencias al punto de borrar su unidad
metodológica. El viejo dualismo materia-espíritu había sugerido la división de las ciencias en
Naturwissenschaften, o ciencias de la naturaleza, y Geisteswissenschaften, o ciencias del espíritu. Pero
estos géneros difieren en cuanto al asunto, a las técnicas y al grado de desarrollo, no así en lo que respecta
al objetivo, método y alcance. El dualismo razón experiencia había sugerido, a su vez, la división de las
ciencias fácticas en racionales y empíricas. Menos sostenible aún es la dicotomía ciencias deductivas—
ciencias inductivas, ya que toda empresa científica —sin excluir el dominio de las ciencias formales— es
tan inductiva como deductiva, sin hablar de otros tipos de inferencia.
La especialización no ha impedido la formación de campos interdisciplinarios tales como la biofísica, la
bioquímica, la psicofisiología, la psicología social, la teoría de la información, la cibernética, o la
investigación operacional. Con todo, la investigación tiende a estrechar la visión del científico individual;
un único remedio ha resultado eficaz contra la unilateralidad profesional, y es una dosis de filosofía.
5) El conocimiento científico es claro y preciso: sus problemas son distintos, sus resultados son claros.
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El conocimiento ordinario, en cambio, usualmente es vago e inexacto; en la vida diaria nos preocupamos
poco por definiciones precisas, descripciones exactas, o mediciones afinadas: si éstas nos preocuparan
demasiado, no lograríamos marchar al paso de la vida. La ciencia torna impreciso lo que el sentido común
conoce de manera nebulosa; pero, desde luego la ciencia es mucho más que sentido común organizado:
aunque proviene del sentido común, la ciencia constituye una rebelión contra su vaguedad y
superficialidad. El conocimiento científico procura la precisión; nunca está enteramente libre de
vaguedades, pero se las ingenia para mejorar la exactitud; nunca está del todo libre de error, pero posee
una técnica única para encontrar errores y para sacar provecho de ellos.
La claridad y la precisión se obtienen en ciencia de las siguientes maneras:
a) los problemas se formulan de manera clara; lo primero, y a menudo lo más difícil, es distinguir cuáles
son los problemas; ni hay artillería analítica o experimental que pueda ser eficaz si no se ubica
adecuadamente al enemigo;
b) la ciencia parte de nociones que parecen claras al no iniciado; y las complica, purifica y eventualmente
las rechaza; la transformación progresiva de las nociones corrientes se efectúa incluyéndolas en esquemas
teóricos. Así, por ejemplo, "distancia" adquiere un sentido preciso al ser incluida en la geometría métrica
y en la física;
c) la ciencia define la mayoría de sus conceptos: algunos de ellos se definen en términos de conceptos no
definidos o primitivos, otros de manera implícita, esto es, por la función que desempeñan en un sistema
teórico (definición contextual). Las definiciones son convencionales, pero no se las elige caprichosamente:
deben ser convenientes y fértiles. (¿De qué vale, por ejemplo, poner un nombre especial a las muchachas
pecosas que estudian ingeniería y pesan más de 50 kg?) Una vez que se ha elegido una definición, el
discurso restante debe guardarte fidelidad si se quiere evitar inconsecuencias;
d) la ciencia crea lenguajes artificiales inventando símbolos (palabras, signos matemáticos, símbolos
químicos, etc.; a estos signos se les atribuye significados determinados por medio de reglas de designación
(tal como "en el presente contexto H designa el elemento de peso atómico unitario"). los símbolos básicos
serán tan simples como sea posible, pero podrán combinarse conforme a reglas determinadas para
formar configuraciones tan complejas como sea necesario (las leyes de combinación de los signos que
intervienen en la producción de expresiones complejas se llaman reglas de formación);
e) la ciencia procura siempre medir y registrar los fenómenos. Los números y las formas geométricas son
de gran importancia en el registro, la descripción y la inteligencia de los sucesos y procesos. En lo posible,
tales datos debieran disponerse en tablas o resumirse en fórmulas matemáticas. Sin embargo, la
formulación matemática, deseable como es, no es una condición indispensable para que el conocimiento
sea científico; lo que caracteriza el conocimiento científico es la exactitud en un sentido general antes que
la exactitud numérica o métrica, la que es inútil si media la vaguedad conceptual. Más aún, la investigación
científica emplea, en medida creciente, capítulos no numéricos y no métricos de la matemática, tales
como la topología, la teoría de los grupos, o el álgebra de las clases, que no son ciencias del número y la
figura, sino de la relación.
6) El conocimiento científico es comunicable: no es inefable sino expresable, no es privado sino público.
El lenguaje científico comunica información a quienquiera haya sido adiestrado para entenderlo. Hay,
ciertamente, sentimientos oscuros y nociones difusas, incluso en el desarrollo de la ciencia (aunque no en
la presentación final del trabajo científico); pero es preciso aclararlos antes de poder estimar su
adecuación. Lo que es inefable puede ser propio de la poesía o de la música, no de la ciencia, cuyo lenguaje
es informativo y no expresivo o imperativo. La inefabilidad misma es, en cambio, tema de investigación
científica, sea psicológica o lingüística.
La comunicabilidad es posible gracias a la precisión; y es a su vez una condición necesaria para la
verificación de los datos empíricos y de las hipótesis científicas.
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Aun cuando, por "razones" comerciales o políticas, se mantengan en secreto durante algún tiempo unos
trozos del saber, deben ser comunicables en principio para que puedan ser considerados científicos. La
comunicación de los resultados y de las técnicas de la ciencia no sólo perfecciona la educación general
sino que multiplica las posibilidades de su confirmación o refutación. La verificación independiente ofrece
las máximas garantías técnicas y morales, y ahora es posible, en muchos campos, en escala internacional.
Por esto, los científicos consideran el secreto en materia científica como enemigo del progreso de la
ciencia; la política del secreto científico es, en efecto, el más eficaz originador de estancamiento en la
cultura, en la tecnología y en la economía, así como una fuente de corrupción moral.
7) El conocimiento científico es verificable: debe aprobar el examen de la experiencia. A fin de explicar un
conjunto de fenómenos, el científico inventa conjeturas fundadas de alguna manera en el saber adquirido.
Sus suposiciones pueden ser cautas o audaces simples o complejas; en todo caso deben ser puestas a
prueba. El test de las hipótesis fácticas es empírico, esto es, observacional o experimental. El haberse
dado cuenta de esta verdad hoy tan trillada es la contribución inmortal de la ciencia helenística. En ese
sentido, las ideas científicas (incluidos los enunciados de leyes) no son superiores a las herramientas o a
los vestidos: si fracasan en la práctica, fracasan por entero.
La experimentación puede calar más profundamente que la observación, porque efectúa cambios en lugar
de limitarse a registrar variaciones: aísla y controla las variables sensibles o pertinentes. Sin embargo los
resultados experimentales son pocas veces interpretables de una sola manera. Más aún, no todas las
ciencias pueden experimentar; y en ciertos capítulos de la astronomía y de la economía se alcanza una
gran exactitud sin ayuda del experimento. La ciencia fáctica es por esto empírica en el sentido de que la
comprobación de sus hipótesis involucra la experiencia; pero no es necesariamente experimental y en
particular no es agotada por las ciencias de laboratorio, tales como la física.
La prescripción de que las hipótesis científicas deben ser capaces de aprobar el examen de la experiencia
es una de las reglas del método científico; la aplicación de esta regla depende del tipo de objeto, del tipo
de la hipótesis en cuestión y de los medios disponibles. Por esto se necesita una multitud de técnicas de
verificación empírica. La verificación de la fórmula de un compuesto químico se hace de manera muy
diferente que la verificación de un cálculo astronómico o de una hipótesis concerniente al pasado de las
rocas o de los hombres. Las técnicas de verificación evolucionan en el curso del tiempo; sin embargo,
siempre consisten en poner a prueba consecuencias particulares de hipótesis generales (entre ellas,
enunciados de leyes). Siempre se reducen a mostrar que hay, o que no hay, algún fundamento para creer
que las suposiciones en cuestión corresponden a los hechos observados o a los valores medidos. La
verificabilidad hace a la esencia del conocimiento científico; si así no fuera, no podría decirse que los
científicos procuran alcanzar conocimiento objetivo.
8) La investigación científica es metódica: no es errática sino planeada. Los investigadores no tantean en
la oscuridad: saben lo que buscan y cómo encontrarlo. El planeamiento de la investigación no excluye el
azar; sólo que, a hacer un lugar a los acontecimientos imprevistos es posible aprovechar la interferencia
del azar y la novedad inesperada. Más aún a veces el investigador produce el azar deliberadamente. Por
ejemplo, para asegurar la uniformidad de una muestra, y para impedir una preferencia inconsciente en la
elección de sus miembros, a menudo se emplea la técnica de la casualización, en que la decisión acerca
de los individuos que han de formar parte de ciertos grupos se deja librada a una moneda o a algún otro
dispositivo. De esta manera, el investigador pone el azar al servicio de orden: en lo cual no hay paradoja,
porque el acaso opera al nivel de los individuos, al par que el orden opera en el grupo con totalidad.
Todo trabajo de investigación se funda sobre el conocimiento anterior, y en particular sobre las conjeturas
mejor confirmadas. (Uno de los muchos problemas de la metodología es, precisamente averiguar cuáles
son los criterios para decidir si una hipótesis dada puede considerarse razonablemente confirmada, eso
es, si el peso que le acuerdan los fundamentos inductivos y de otro orden basta para conservarla).
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Más aun, la investigación procede conforme a reglas y técnicas que han resultado eficaces en el pasado
pero que son perfeccionadas continuamente, no sólo a la luz de nuevas experiencias, sino también de
resultados del examen matemático y filosófico. Una de las reglas de procedimiento de la ciencia fáctica
es la siguiente: las variables relevantes (o que se sospecha que son sensibles) debieran variarse una cada
vez.
La ciencia fáctica emplea el método experimental concebido en un sentido amplio. Este método consiste
en el test empírico de conclusiones particulares extraídas de hipótesis generales (tales como "los gases se
dilatan cuando se los calienta" o "los hombres se rebelan cuando se los oprime"). Este tipo de verificación
requiere la manipulación de la observación y el registro de fenómenos; requiere también el control de las
variables o factores relevantes; siempre que fuera posible debiera incluir la producción artificial
deliberada de los fenómenos en cuestión, y en todos los casos exige el análisis de los datos obtenidos en
el curso de los procedimientos empíricos. Los datos aislados y crudos son inútiles y no son dignos de
confianza; es preciso elaborarlos, organizarlos y confrontarlos con las conclusiones teóricas.
El método científico no provee recetas infalibles para encontrar la verdad: sólo contiene un conjunto de
prescripciones falibles (perfectibles) para el planeamiento de observaciones y experimentos, para la
interpretación de sus resultados, y para el planteo mismo de los problemas. Es, en suma, la manera en
que la ciencia inquiere en lo desconocido. Subordinadas a las reglas generales del método científico, y al
mismo tiempo en apoyo de ellas, encontramos las diversas técnicas que se emplean en las ciencias
especiales: las técnicas para pesar, para observar por el microscopio, para analizar compuestos químicos,
para dibujar gráficos que resumen datos empíricos, para reunir informaciones acerca de costumbres, etc.
La ciencia es pues, esclava de sus propios métodos y técnicas mientras éstos tienen éxito: pero es libre de
multiplicar y de modificar en todo momento sus reglas, en aras de mayor racionalidad y objetividad.
9) El conocimiento científico es sistemático: una ciencia no es un agregado de informaciones inconexas,
sino un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí. Todo sistema de ideas caracterizado por cierto
conjunto básico (pero refutable) de hipótesis peculiares, y que procura adecuarse a una clase de hechos,
es una teoría. Todo capítulo de una ciencia especial contiene teorías o sistemas de ideas que están
relacionadas lógicamente entre sí, esto es, que están ordenadas mediante la relación "implica". Esta
conexión entre las ideas puede calificarse de orgánica, en el sentido de que la sustitución de cualquiera
de las hipótesis básicas produce un cambio radical en la teoría o grupo de teorías.
El fundamento de una teoría dada no es un conjunto de hechos sino, más bien, un conjunto de principios,
o hipótesis de cierto grado de generalidad (y, por consiguiente, de cierta fertilidad lógica). Las
conclusiones (o teoremas) pueden extraerse de los principios, sea en la forma natural, o con la ayuda de
técnicas especiales que involucran operaciones matemáticas.
El carácter matemático del conocimiento científico —esto es, el hecho de que es fundado, ordenado y
coherente— es lo que lo hace racional. La racionalidad permite que el progreso científico se efectúe no
sólo por la acumulación gradual de resultados, sino también por revoluciones. Las revoluciones científicas
no son descubrimientos de nuevos hechos aislados, ni son perfeccionamientos en la exactitud de las
observaciones, sino que consisten en la sustitución de hipótesis de gran alcance (principios) por nuevos
axiomas, y en el reemplazo de teorías enteras por otros sistemas teóricos. Sin embargo, semejantes
revoluciones son a menudo provocadas por el descubrimiento de nuevos hechos de los que no dan cuenta
las teorías anteriores, aunque a veces se encuentran en el proceso de comprobación de dichas teorías; y
las nuevas teorías se tornan verificables en muchos casos, merced a la invención de nuevas técnicas de
medición, de mayor precisión.
10) El conocimiento científico es general: ubica los hechos singulares en pautas generales, los enunciados
particulares en esquemas amplios.
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El científico se ocupa del hecho singular en la medida en que éste es miembro de una clase o caso de una
ley; más aún, presupone que todo hecho es clasificable y legal. No es que la ciencia ignore la cosa
individual o el hecho irrepetible; lo que ignora es el hecho aislado. Por esto la ciencia no se sirve de los
datos empíricos —que siempre son singulares— como tales; éstos son mudos mientras no se los manipula
y convierte en piezas de estructuras teóricas.
En efecto, uno de los principios ontológicos que subyacen a la investigación científica es que la variedad
y aun la unicidad en algunos respectos son compatibles con la uniformidad y la generalidad en otros
respectos. Al químico no le interesa ésta o aquella hoguera, sino el proceso de combustión en general:
trata de descubrir lo que comparten todos los singulares. El científico intenta exponer los universales que
se esconden en el seno de los propios singulares; es decir, no considera los universales ante rem ni post
rem sino in re: en la cosa, y no antes o después de ella. Los escolásticos medievales clasificarían al científico
moderno como realista inmanentista, porque, al descartar los detalles al procurar descubrir los rasgos
comunes a individuos que son únicos en otros respectos, al buscar las variables pertinentes (o cualidades
esenciales) y las relaciones constantes entre ellas (las leyes), el científico intenta exponer la naturaleza
esencial de las cosas naturales y humanas.
El lenguaje científico no contiene solamente términos que designan hechos singulares y experiencias
individuales, sino también términos generales que se refieren a clases de hechos. La generalidad del
lenguaje de la ciencia no tiene, sin embargo, el propósito de alejar a la ciencia de la realidad concreta: por
el contrario, la generalización es el único medio que se conoce para adentrarse en lo concreto, para
apresar la esencia de las cosas (sus cualidades y leyes esenciales). Con esto, el científico evita en cierta
medida las confusiones y los engaños provocados por el flujo deslumbrador de los fenómenos. Tampoco
se asfixia la utilidad en la generalidad: por el contrario, los esquemas generales de la ciencia encuadran
una cantidad ilimitada de casos específicos, proveen leyes de amplio alcance que incluyen y corrigen todas
las recetas válidas de sentido común y de la técnica precientífica.
11) El conocimiento científico es legal: busca leyes (de la naturaleza y de la cultura) y las aplica. El
conocimiento científico inserta los hechos singulares en pautas generales llamadas "leyes naturales" o
"leyes sociales". Tras el desorden y la fluidez de las apariencias, la ciencia fáctica descubre las pautas
regulares de la estructura y del proceso del ser y del devenir. En la medida en que la ciencia es legal, es
esencialista: intenta legar a la raíz de las cosas. Encuentra la esencia en las variables relevantes y en las
relaciones invariantes entre ellas. Hay leyes de hechos y leyes mediante las cuales se pueden explicar
otras leyes. El principio de Arquímedes pertenece a la primera clase; pero a su vez puede deducirse de los
principios generales de la mecánica; por consiguiente, ha dejado de ser un principio independiente, y
ahora es un teorema deducible de hipótesis de nivel más elevado. Las leyes de la física proveen la base
de las leyes de las combinaciones químicas; las leyes de la fisiología explican ciertos fenómenos psíquicos;
y las leyes de la economía pertenecen a los fundamentos de la sociología. Es decir, los enunciados de las
leyes se organizan en una estructura de niveles. Ciertamente, los enunciados de las leyes son transitorios;
pero ¿son inmutables las leyes mismas? Si se considera a las leyes como las pautas mismas del ser y del
devenir, entonces debieran cambiar junto con las cosas mismas; por lo menos, debe admitirse que, al
emerger nuevos niveles, sus cualidades peculiares se relacionan entre sí mediante nuevas leyes. Por
ejemplo, las leyes de la economía han emergido en el curso de la historia sobre la base de otras leyes
(biológicas y psicológicas) y, más aún, algunas de ellas cambian con el tipo de organización social.
Por supuesto, no todos los hechos singulares conocidos han sido ya convertidos en casos particulares de
leyes generales; en particular los sucesos y procesos de los niveles superiores han sido legalizados sólo en
pequeña medida. Pero esto se debe en parte al antiguo prejuicio de que lo humano no es legal, así como
a la antigua creencia pitagórica de que solamente las relaciones numéricas merecen llamarse "leyes
científicas".
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Debiera emplearse el stock íntegro de las herramientas conceptuales en la búsqueda de las leyes de la
mente y de la cultura; más aún, acaso el stock de que se dispone es insuficiente y sea preciso inventar
herramientas radicalmente nuevas para tratar los fenómenos mentales y culturales, tal como el
nacimiento de la mecánica moderna hubiera sido imposible sin la invención expresa del cálculo
infinitesimal.
Pero el ulterior avance en el progreso de la legalización de los fenómenos no físicos requiere por sobre
todo, una nueva actitud frente al concepto mismo de ley científica. En primer lugar, es preciso
comprender que hay muchos tipos de leyes (aun dentro de una misma ciencia), ninguno de los cuales es
necesariamente mejor que los tipos restantes. En segundo lugar, debiera tornarse un lugar común entre
los científicos de la cultura el que las leyes no se encuentran por mera observación y el simple registro
sino poniendo a prueba hipótesis: los enunciados de leyes no son, en efecto, sino hipótesis confirmadas.
¿Y cómo habríamos de emprender la confección de hipótesis científicas si no presumiéramos que todo
hecho singular es legal?
12) La ciencia es explicativa: intenta explicar los hechos en términos de leyes, y las leyes en términos de
principios. Los científicos no se conforman con descripciones detalladas; además de inquirir cómo son las
cosas, procuran responder al por qué: por qué ocurren los hechos como ocurren y no de otra manera. La
ciencia deduce proposiciones relativas a hechos singulares a partir de leyes generales, y deduce las leyes
a partir de enunciados nomológicos aún más generales (principios). Por ejemplo, las leyes de Kepler
explicaban una colección de hechos observados del movimiento planetario; y Newton explicó esas leyes
deduciéndolas de principios generales explicación que permitió a otros astrónomos dar cuenta de las
irregularidades de las órbitas de los planetas que eran desconocidas para Kepler.
Solía creerse que explicar es señalar la causa, pero en la actualidad se reconoce que la explicación causal
no es sino un tipo de explicación científica. La explicación científica se efectúa siempre en términos de
leyes, y las leyes causales no son sino una subclase de las leyes científicas. Hay diversos tipos de leyes
científicas y, por consiguiente, hay una variedad de tipos de explicación científica: morfológicas,
cinemáticas, dinámicas, de composición, de conservación, de asociación, de tendencias globales,
dialécticas, teleológicas, etc.
La historia de la ciencia enseña que las explicaciones científicas se corrigen o descartan sin cesar. ¿Significa
esto que son todas falsas? En las ciencias fácticas, la verdad y el error no son del todo ajenos entre sí: hay
verdades parciales y errores parciales; hay aproximaciones buenas y otras malas. La ciencia no obra como
Penélope, sino que emplea la tela tejida ayer. Las explicaciones científicas no son finales pero son
perfectibles.
13) El conocimiento científico es predictivo: Trasciende la masa de los hechos de experiencia, imaginando
cómo puede haber sido el pasado y cómo podrá ser el futuro. La predicción es, en primer lugar, una
manera eficaz de poner a prueba las hipótesis; pero también es la clave del control y aun de la
modificación del curso de los acontecimientos. La predicción científica en contraste con la profecía se
funda sobre leyes y sobre informaciones específicas fidedignas, relativas al estado de cosas actual o
pasado. No es del tipo "ocurrirá E", sino más bien de este otro: "ocurrirá E1 siempre que suceda C1, pues
siempre que sucede C es seguido por o está asociado con E". C y E designan clases de sucesos en tanto
que C1 y E1 denotan los hechos específicos que se predicen sobre la base del o los enunciados que
conectan a C con E en general.
La predicción científica se caracteriza por su perfectibilidad antes que por su certeza. Más aún, las
predicciones que se hacen con la ayuda de reglas empíricas son a veces más exactas que las predicciones
penosamente elaboradas con herramientas científicas (leyes, informaciones específicas y deducciones);
tal es el caso con frecuencia de los pronósticos meteorológicos, de la prognosis médica y de la profecía
política.
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Pero en tanto que la profecía no es perfectible y no puede usarse para poner a prueba hipótesis, la
predicción es perfectible y, si falla, nos obliga a corregir nuestras suposiciones, alcanzando así una
inteligencia más profunda. Por esto la profecía exitosa no es un aporte al conocimiento teórico, en tanto
que la predicción científica fallida puede contribuir a él.
Puesto que la predicción científica depende de leyes y de ítems de información específica, puede fracasar
por inexactitud de los enunciados de las leyes o por imprecisión de la información disponible. (También
puede fallar, por supuesto, debido a errores cometidos en el proceso de inferencia lógica o matemática
que conduce de las premisas (leyes e informaciones) a la conclusión (enunciado predictivo)). Una fuente
importante de fallos en la predicción es el conjunto de suposiciones acerca de la naturaleza del objeto
(sistema físico, organismo vivo, grupo social, etc.) cuyo comportamiento ha de predecirse. Por ejemplo,
puede ocurrir que creamos que el sistema en cuestión está suficientemente aislado de las perturbaciones
exteriores, cuando en rigor éstas cuentan a la larga; dado que la aislación es una condición necesaria de
la descripción del sistema con ayuda de un puñado de enunciados de leyes, no debiera sorprender que
fuera tan difícil predecir el comportamiento de sistemas abiertos tales como el océano, la atmósfera, el
ser vivo o el hombre.
Puesto que la predicción científica se funda en las leyes científicas, hay tantas clases de predicciones como
clases de enunciado nomológicos. Algunas leyes nos permiten predecir resultados individuales, aunque
no sin error si la predicción se refiere al valor de una cantidad. Otras leyes; incapaces de decirnos nada
acerca del comportamiento de los individuos (átomos, personas, etc.) son en cambio la base para la
predicción de algunas tendencias globales y propiedades colectivas de colecciones numerosas de
elementos similares; son las leyes estadísticas. Las leyes de la historia son de este tipo; y por esto es casi
imposible la predicción de los sucesos individuales en el campo de la historia, pudiendo preverse
solamente el curso general de los acontecimientos.
14) La ciencia es abierta: no reconoce barreras a priori que limiten el conocimiento. Si un conocimiento
fáctico no es refutable en principio, entonces no pertenece a la ciencia sino a algún otro campo. Las
nociones acerca de nuestro medio, natural o social, o acerca del yo, no son finales: están todas en
movimiento, todas son falibles. Siempre es concebible que pueda surgir una nueva situación (nuevas
informaciones o nuevos trabajos teóricos) en que nuestras ideas, por firmemente establecidas que
parezcan, resulten inadecuadas en algún sentido. La ciencia carece de axiomas evidentes: incluso los
principios más generales y seguros son postulados que pueden ser corregidos o reemplazados. A
consecuencia del carácter hipotético de los enunciados de leyes, y de la naturaleza perfectible de los datos
empíricos la ciencia no es un sistema dogmático y cerrado sino controvertido y abierto. O, más bien, la
ciencia es abierta como sistema porque es falible y por consiguiente capaz de progresar.
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En cambio, puede argüirse que la ciencia es metodológicamente cerrada no en el sentido de que las reglas
del método científico sean finales sino en el sentido de que es autocorrectiva: el requisito de la
verificabilidad de las hipótesis científicas basta para asegurar el progreso científico.
Tan pronto como ha sido establecida una teoría científica, corre el peligro de ser refutada o, al menos, de
que se circunscriba su dominio. Un sistema cerrado de conocimiento fáctico que excluya toda ulterior
investigación, puede llamarse sabiduría pero es en rigor un detritus de la ciencia. El sabio moderno, a
diferencia del antiguo no es tanto un acumulador de conocimientos como un generador de problemas.
Por consiguiente, prefiere los últimos números de las revistas especializadas a los manuales, aun cuando
estos últimos sean depósitos de verdad más vastos y fidedignos que aquellas. El investigador moderno
ama la verdad pero no se interesa por las teorías irrefutables. Una teoría puede haber permanecido
intocada no tanto por su alto contenido de verdad cuanto porque nadie la ha usado. No se necesita
emprender una investigación empírica para probar la tautología de que ni siquiera los científicos se casan
con solteronas.
Los modernos sistemas de conocimiento científico son como organismos en crecimiento: mientras están
vivos cambian sin pausa. Esta es una de las razones por las cuales la ciencia es éticamente valiosa: porque
nos recuerda que la corrección de errores es tan valiosa como el no cometerlos y que probar cosas nuevas
e inciertas es preferible a rendir culto a las viejas y garantizadas. La ciencia, como los organismos, cambia
a la vez internamente y debido a sus contactos con sus vecinos; esto es, resolviendo sus problemas
específicos y siendo útil en otros campos.
15) La ciencia es útil: porque busca la verdad, la ciencia es eficaz en la provisión de herramientas para el
bien y para el mal. El conocimiento ordinario se ocupa usualmente de lograr resultados capaces de ser
aplicados en forma inmediata; con ello no es suficientemente verdadero, con lo cual no puede ser
suficientemente eficaz. Cuando se dispone de un conocimiento adecuado de las cosas es posible
manipularlas con éxito. La utilidad de la ciencia es una consecuencia de su objetividad; sin proponerse
necesariamente alcanzar resultados aplicables, la investigación los provee a la corta o a la larga. La
sociedad moderna paga la investigación porque ha aprendido que la investigación rinde. Por este motivo,
es redundante exhortar a los científicos a que produzcan conocimientos aplicables: no pueden dejar de
hacerlo. Es cosa de los técnicos emplear el conocimiento científico con fines prácticos, y los políticos son
los responsables de que la ciencia y la tecnología se empleen en beneficio de la humanidad. Los científicos
pueden, a lo sumo, aconsejar acerca de cómo puede hacerse uso racional, eficaz y bueno de la ciencia.
La técnica precientífica era primordialmente una colección de recetas pragmáticas no entendidas, muchas
de las cuales desempeñaban la función de ritos mágicos.
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Pero la tecnología es más que ciencia aplicada: en primer lugar porque tiene sus propios procedimientos
de investigación, adaptados a circunstancias concretas que distan de los casos puros que estudia la
ciencia. En segundo lugar, porque toda rama de la tecnología contiene un cúmulo de reglas empíricas
descubiertas antes que los principios científicos en los que —si dichas reglas se confirman— terminan por
ser absorbidas. La tecnología no es meramente el resultado de aplicar el conocimiento científico existente
a los casos prácticos: la tecnología viva es esencialmente, el enfoque científico de los problemas prácticos,
es decir, el tratamiento de estos problemas sobre un fondo de conocimiento científico y con ayuda del
método científico. Por eso la tecnología, sea de las cosas nuevas o de los hombres, es fuente de
conocimientos nuevos.
La conexión de la ciencia con la tecnología no es por consiguiente asimétrica. Todo avance tecnológico
plantea problemas científicos cuya solución puede consistir en la invención de nuevas teorías o de nuevas
técnicas de investigación que conduzcan a un conocimiento más adecuado y a un mejor dominio del
asunto. La ciencia y la tecnología constituyen un ciclo de sistemas interactuantes que se alimentan el uno
al otro. El científico torna inteligible lo que hace el técnico y éste provee a la ciencia de instrumentos y de
comprobaciones; y lo que es igualmente importante el técnico no cesa de formular preguntas al científico
añadiendo así un motor externo al motor interno del progreso científico. La continuación de la vida sobre
la Tierra depende del ciclo de carbono: los animales se alimentan de plantas, las que a su vez obtienen su
carbono de lo que exhalan los animales. Análogamente la continuación de la civilización moderna
depende, en gran medida del ciclo del conocimiento: la tecnología moderna come ciencia, y la ciencia
moderna depende a su vez del equipo y del estímulo que le provee una industria altamente tecnificada.
Pero la ciencia es útil en más de una manera. Además de constituir el fundamento de la tecnología, la
ciencia es útil en la medida en que se la emplea en la edificación de concepciones del mundo que
concuerdan con los hechos, y en la medida en que crea el hábito de adoptar una actitud de libre y valiente
examen, en que acostumbra a la gente a poner a prueba sus afirmaciones y a argumentar correctamente.
No menor es la utilidad que presta la ciencia como fuente de apasionantes rompecabezas filosóficos, y
como modelo de la investigación filosófica.
En resumen, la ciencia es valiosa como herramienta para domar la naturaleza y remodelar la sociedad; es
valiosa en sí misma, como clave para la inteligencia del mundo y del yo; y es eficaz en el enriquecimiento,
la disciplina y la liberación de nuestra mente.”
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Autoevaluación
1) La filosofía como inquietud humana ha nacido:
a. La racionalidad.
b. La curiosidad.
c. Las luchas sociales.
d. El patriotismo.
e. La paz.
4) Julio Fernandez Bulte, señala que “la filosofía del derecho constituye una
esfera concreta, para lucidar las leyes y regularidades del fenómeno jurídico”
a. Lo señalado es correcto
b. Karl Marx.
c. Afirmación incorrecta.
d. Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
e. Hegel.
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6) “Tras la norma … hay una fuerza real que la establece y …., así como tras el
conjunto de las mismas, una entidad ……. concreta, el Estado.” Completar la
expresión.
a. Jurídica- conserva- social.
b. Moral – mantiene – social.
c. Jurídica – mantiene – social.
d. Legislativa - innova - social.
e. Judicial - mantiene - social.
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Resumen
UNIDAD DE APRENDIZAJE I:
Trata sobre la filosofía del hombre, es decir estudiaremos filosóficamente al ser humano,
tratando de conocer su origen, sus actividades, sus diferentes relaciones jurídicas-
sociales en una determinada sociedad, pero también en su relación con la naturaleza.
Para el campo del Derecho la regulación esta proyectada sobre temas como el bien
común, el interés general, la utilidad pública, el bienestar general, constituidos como
fines del Estado. Hoy en día el Derecho tiene que ser menos elitista o favoritista a un
determinado grupo o clase social, o interés del líder, el Derecho debe, cada vez más,
romper con esas cadenas de injusticia, parcialismo y contrario a la humanidad.
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Introducción
a) Presentación y contextualización:
El alumno desarrolla una actitud analítica y crítica que le permita valorar los
conceptos de misión, visión de las organizaciones en el mundo actual.
b) Competencia:
c) Capacidades:
1. Identifica la justicia.
2. Reconoce el derecho como objeto de la justicia.
3. Identifica la norma jurídica.
4. Analiza la ley.
d) Actitudes:
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La Justicia TEMA 1
Competencia:
Identificar la justicia.
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Desarrollo de los Temas
Tema 01: La Justicia
Tomás de Aquino: La ley natural. Dice que los ciudadanos han de tener los
derechos naturales, que son los que Dios les da. Estos derechos
fueron llamados posteriormente derechos humanos.
Para los utilitaristas las instituciones públicas se componen de
una forma justa cuando consiguen maximizar la utilidad agregada
(en el sentido de felicidad). Según esta teoría, lo justo es lo que
beneficia al mayor número de personas a la vez.
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Ulpiano: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi;
«La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su
derecho». Los preceptos o mandatos del derecho son: «honeste vivere, alterum
non laedere et suum quique tribuere...» «vivir honestamente, no hacer daño a
nadie y dar a cada uno lo que le corresponde».
John Rawls: Define la justicia como equidad, que consiste básicamente en el
principio de igual libertad, el principio de justa igualdad de oportunidades y el
principio de diferencia.
Cicerón: La Justicia es un hábito del alma, que observado en el interés común
otorga a cada cual su dignidad.
Hablar de Justicia, en la actualidad es reconocer que el otro tiene derechos como los
tuyos. Aceptar que el ser humano es un ser social por naturaleza y que su desarrollo
solo es posible en sociedad, y no en la individualidad como sostienen algunos filósofos
que defienden el sistema capitalista o la teoría liberal o neoliberal. Hay filósofos que se
preocupan por explicar la existencia de lo inexistente, como los teólogos, pues si se
hable de la existencia de tal o cual idea solo es posible y será siempre así, en tanto
exista el ser humano.
Veamos algunas opiniones de filósofos del derecho que explican a su manera lo que es
la justicia en el Siglo XX.
La Justicia no es el dar o repartir cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quién le
pertenece esa cosa por derecho. La Justicia es ética, equidad y honestidad. Es la
voluntad constante de dar a cada uno lo que le corresponde. Es aquel referente de
rectitud que gobierna la conducta y nos constriñe a respetar los derechos de los demás.
La Justicia es para mí aquello cuya protección puede florecer la ciencia, y junto con la
ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la Justicia de la libertad, la justicia de la paz, la
justicia de la democracia, la justicia de la tolerancia.
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Hans Kelsen
Otro nivel de análisis lo constituye el hecho de entender la justicia como valor y fin del
Derecho (más que como virtud subjetiva) al que podemos conceptuar juntamente con
Norberto Bobbio como «aquel conjunto de valores, bienes o intereses para cuya
protección o incremento los hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que
llamamos Derecho». Ahora bien en cuanto al bien jurídico tutelado por el Derecho, o
sea, el conjunto de condiciones protegidas por las normas jurídicas, se puede considerar
desde una perspectiva absoluta ius naturalista dentro de la cual todo derecho es justo y
si no es justo no es derecho. Pero desde una óptica ius positivista el Derecho es
condición sine qua non de la justicia y a la vez, esta es una medida de valoración del
derecho, por lo que podemos decir que un derecho positivo determinado puede ser
«justo o injusto» de acuerdo con un ideal subjetivo de Justicia.
John Rawls
Igualmente la justicia ha sido entendida como virtud humana, puede
ser definida como el arte de hacer lo justo, y de «dar a cada uno lo
suyo» (latín: «suum quique tribuere» contenido en el Ars Iuris),
básicamente esto nos dice que la justicia es la virtud de cumplir y
respetar el derecho, es el exigir sus derechos, es otorgar los
derechos a un individuo. Para diversos autores la justicia no consiste en dar o repartir
cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quién le pertenece esa cosa por derecho.
La Justicia es ética, equidad y honradez.
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Justicia y Derecho
La justicia es uno de los principios generales del Derecho: a
ella recurre el legislador cuando quiere establecer un
estatuto jurídico programático, y también recurre a ella el
juez, al tener que dar solución a las controversias jurídicas
que carecen de un estatuto jurídico que les den solución.
Otro nivel de análisis es entender la justicia como valor y fin del Derecho (más que como
virtud subjetiva) al que podemos conceptuar juntamente con Norberto Bobbio como
«aquel conjunto de valores, bienes o intereses para cuya protección o incremento los
hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que llamamos Derecho».
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Representación de la justicia
La justicia se representa con una mujer que lleva los ojos vendados, una balanza en
una mano y una espada en la otra. Los ojos vendados pretenden destacar que la justicia
no mira a las personas, sino los hechos, es decir, que la justicia es igual para todos. La
balanza representa el juicio que determinará poniendo a cada lado de la balanza los
argumentos y pruebas de cada lado. La espada expresa que la justicia castigará con
mano dura a los culpables.
Justicia General
La expresión “justicia general” nos la encontramos ya en el Libro V de la Ética a
Nicómaco, de Aristóteles. Ahí la equipara con la justicia legal. La justicia general o legal,
según Aristóteles, es la manifestación de toda la virtud en la relación con los demás. En
este capítulo veremos cómo, con el paso del tiempo, se fue desvirtuando la noción de
justicia legal hasta reducir su significado a aquella manifestación de la justicia por la cual
se contribuye al bien común en la medida establecida por las leyes.
¿Por qué Aristóteles dice que la justicia general es compendio de toda virtud y la
identifica sin más con la justicia legal? Las leyes del Estado ético de Aristóteles tendían
a hacer del ciudadano una buena persona, o lo que es lo mismo, una persona
completamente integrada en la comunidad, de tal modo que quien cumplía todas las
leyes, quien estaba habituado a cumplirlas, era una persona completamente buena (cf.
Política, L III, c.2 y 3) Las leyes de la antigua Grecia tendían a asegurar esta perfecta
integración en la polis, y quien las cumplía de buen grado, porque apetecía el mismo fin
que el legislador, tenía la justicia general o legal.
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Y la justicia así entendida era la virtud perfecta, por un doble título: primero, por lo que
es común a toda justicia, esto es, que perfecciona los actos —no sólo los apetitos—; y
segundo, porque la justicia general dispone al hombre a amar un bien mayor que el bien
particular, que es el de la comunidad en su conjunto.
Justicia Particular
En la primera clasificación de la justicia que hace Aristóteles, la justicia particular es
considerada como una especie dentro del género de la justicia general o legal. Como
hemos visto, la justicia general engloba toda manifestación de la virtud en el trato con
los demás, y así cualquier virtud moral, en la medida en que tiene trascendencia hacia
los demás, caería bajo la justicia general.
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Por naturaleza los hombres nos encontramos en determinadas situaciones que nos
hacen estar en deuda unos con otros, y así, por ejemplo, los padres están en deuda con
sus hijos, sin cuya colaboración inicial éstos no podrían subsistir; y, en general, estamos
en deuda cuando una especial situación de indigencia o quebranto de alguien sólo
puede ser remediada con nuestra colaboración.
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Por contrato surgen también otras tantas obligaciones de justicia, como consecuencia
de un acuerdo de administración o de intercambio de bienes o servicios entre deudor y
acreedor. Y, en fin, por lesión o apoderamiento de los bienes de otro, surge también la
obligación de justicia de reparar o restituir el bien lesionado o sustraído.
La noción de justicia particular, concebida inicialmente como una especie de la justicia
general, se ha convertido en la noción de justicia por excelencia, y esto ha sucedido en
el ámbito de la teología y de la filosofía moral, y por su influjo, también en la filosofía del
derecho.
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El Derecho TEMA 2
Como Objeto
de la Justicia
Competencia:
Reconocer el derecho como objeto de la
justicia.
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16
Citado por TORRES VÁSQUEZ, Aníbal en “Introducción al Derecho”. Lima-Perú. Editorial Palestra Editores S.R.L. 1° Edición; 1999.
Pág. 699.
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En su aspecto ideal la justicia es el sentimiento que cada uno lleva consigo en cada
lugar y en cada época sobre cómo deben ser los actos humanos y el Derecho. La justicia
subsiste siempre como una instancia crítica y valorativa del Derecho; éste no satisface
los ideales de justicia más que parcialmente; el Derecho siempre es imperfecto respecto
de la justicia. El Derecho tiene en la justicia un fin superior que alcanzar, que
persistentemente le sirve de meta y de fundamento.
17
PERELMAN, CHAIM, De la justicia, trad. de Ricardo Guerra, cit. De HERMANN PETZOLD PERNÍA, “Algunas notas sobre la noción de
justicia de Chaim Perelman”, en Anuario de Filosofía Jurídica y Social, t. 3, Año 1983, Abeleceo-Perrot, Buenos Aires, 1984, p. 213.
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Sanz: el derecho es la relación real de igualdad que vincula entre sí a personas, cosas
e instituciones, de acuerdo a un criterio de justicia.
La relación es una referencia, dirección o inclinación hacia otro. Existe la relación real,
aquella que se da entre realidades que existen independientemente de nuestro
pensamiento, y la realidad lógica que se da en la mente del sujeto. El derecho es una
relación real.
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El derecho es una realidad objetiva, puesto que la rectitud del objeto se da en sí misma
y no depende de las disposiciones subjetivas del hombre (en el caso de prestar dinero,
lo debido no lo determina el acreedor ni el deudor, sino la relación que se da entre ellos).
Para que haya derecho debe haber al menos dos sujetos, dado que el derecho existe
en la sociedad.
En caso que la aplicación de una ley justa conduzca a una solución injusta, debe
rectificarse mediante la equidad: “la ley debe ajustarse al caso, y no a la inversa…”
Pues la ley no debe ser considerada como la supremacía y el acatamiento absoluto, por
el contrario se la debe tener muy en cuenta para la orientación objetiva de la regulación
de los comportamientos intersubjetivos. Su mayor conocimiento debe significar, tanto
para el entendido como para el “común” un instrumento para el mejor comportamiento,
de tal forma que todos garanticen la vital importancia de convivir en PLENA ARMONIA
Y PAZ SOCIAL, en otras palabras lograr la felicidad tanto individual como colectiva. Ello
evidentemente, será posible cuando la humanidad comprenda su existencia colectiva y
el grado de importancia que significa ello.
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La Norma TEMA 3
Jurídica
Competencia:
Identificar la norma jurídica.
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La norma jurídica es una regla u ordenación del comportamiento humano dictado por
la autoridad competente del caso, con un criterio de valor y cuyo incumplimiento trae
aparejado una sanción. Generalmente, impone deberes y confiere derechos.
La naturaleza de la norma jurídica es un mandato por lo siguiente: Cuando el Poder
legislativo sanciona una ley, manda a que se observe tal ley. En “... el propietario tiene
derecho a disponer...”, el mandato es para terceros que deben dejar hacer al propietario
lo que la ley le consiente hacer. En “...quien matare a otra persona...”, se ve nomás el
mandato, prohibiendo el acto.
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FUNCIONES
Función Motivadora: La norma trata de motivar para que se abstengan de violar las
condiciones de convivencia y en especial, de dañar ciertos bienes jurídicos. Despliega
sus efectos ex ante. Por ello, la sanción atiende a la prevención especial.
Función Protectora: La norma trata de proteger las condiciones de convivencia y en
especial ciertos bienes jurídicos. Despliega sus efectos ex post. Por ello, la sanción
atiende a la prevención general.
Características
Existen una serie de características que hacen diferentes a las normas jurídicas de
cualquier otro tipo de normas, nos permiten distinguir unas de otras a continuación las
analizaremos tomando como punto de referencia principalmente las normas morales.
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Son Heterónomas:
Esto supone, en primer término, que la norma jurídica no ha sido dictada por el mismo
sujeto obligado, sino por otros sujetos encargados de emitir la orden. En otras palabras,
la norma jurídica impone una obligación que no fue creada por el sujeto obligado, sino
que impuesta, independientemente de su voluntad. Sin embargo, esta característica
debe ser relativizada al considerar la lógica del sistema político democrático que indica
que, quienes legislan, son representantes del pueblo, de modo que, de manera indirecta
al menos, el sujeto obligado ha creado la norma en la medida que ha elegido a quienes
la crean (o sea, diputados y senadores).
Son abstractas:
Salvo excepciones, las normas jurídicas regulan situaciones tipo, que pueden ser
aplicadas al común de los casos. Las normas jurídicas no se refieren a casos
particulares sino a una generalidad de situaciones posibles. Así, por ejemplo, no existe
la ley que diga que si Pedro no paga su deuda a Juan, deberá indemnizarlo; sino que
prescribe que si el deudor de una obligación no paga será obligado a indemnizar los
perjuicios que ello ha ocasionado a su respectivo acreedor.
Son coercibles:
Esto quiere decir que su cumplimiento no es voluntario, sino que, el ordenamiento
jurídico ha previsto que, en caso de incumplimiento se aplicará sanción incluso por
medio de la fuerza pública. La coerción es, consecuentemente, la facultad de emplear
la fuerza en caso que la norma se incumpla.
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Son bilaterales:
La norma jurídica establece, como contenido de la misma, derechos y deberes
correlativos. Es decir, toda vez que la norma supone una relación entre sujeto activo y
pasivo, en la medida que le impone una obligación a uno le está reconociendo,
implícitamente, un derecho a otro: el derecho del otro consistirá, precisamente, en exigir
que el sujeto pasivo cumpla la obligación que le ha sido impuesta.
Son de Exterioridad:
La norma jurídica únicamente toma en cuenta la adecuación externa de la conducta con
el deber estatuido en la norma, sin importarle la intención o convicción del sujeto
obligado; se pone a la Interioridad en la cual el cumplimiento del deber no se realiza solo
de acuerdo con la norma, sino conforme a los principios y convicciones del obligado.
La Relación Jurídica
El hombre sostiene y emprende una gran variedad de relaciones en su vida social
(económicas, políticas, religiosas, sentimentales) son las relaciones sociales, muchas
de las cuales adquieren relevancia jurídica, es decir, son tomadas en cuenta por el
Derecho, debido a las consecuencias que engendran, o a los efectos que producen.
Esas relaciones sociales reciben la protección y regulación de las normas jurídicas y se
hacen, por ese motivo, relaciones jurídicas. De ahí que toda relación jurídica es relación
social, pero no sucede a la inversa, no toda relación social es una relación jurídica.
Podemos definir a la relación jurídica diciendo que es “un vínculo jurídico que une a dos
o más personas en cuya virtud una de ellas puede exigir a la otra algo a lo que esta
aparece obligada”. Por éste concepto apreciamos que en la relación jurídica actúan dos
o más personas; que una posee la facultad de exigir a la otra; que esta otra tiene una
obligación; que ambas están vinculadas jurídicamente, o sea reguladas por las normas
jurídicas. A las personas que concurren a dicha relación, con facultades y derechos, se
les denomina sujetos activos, y a quienes corresponde el cumplimiento de obligaciones
y deberes, se les denomina sujetos pasivos.
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La Ley TEMA 4
Competencia:
Analizar la ley.
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Ley, en este sentido, puede referirse a la norma jurídica dictada por una autoridad
competente, generalmente un legislador, donde se ordena o prohíbe algo de acuerdo
con la justicia y para el bien de los ciudadanos. Según el jurista venezolano Andrés
Bello, la ley es “una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la forma
prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite”.
18
Guillermo Cabanellas de Torres. Diccionario Jurídico Elemental. Editorial Heliasta S.R.L. Primera edición. 1979. Undécima
edición, 1993
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Lecturas Recomendadas
LOS CONCEPTOS DE JUSTICIA Y DERECHO EN KANT, KELSEN, HART, RAWLS,
HABERMAS, DWORKIN Y ALEXY
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/jurid/cont/35/pr/pr11.pdf
LA JUSTICIA
http://www.derechoycambiosocial.com/RJC/REVISTA5/justicia.htm
Actividades y Ejercicios
1. Ingresa al link "Lectura 02" lee atentamente las indicaciones, desarróllalo y envíalo por el medio
que se indique en la descripción.
Extraer las ideas principales, como mínimo en dos páginas.
Según la lectura porque es importante la Justicia.
Plantear cinco problemas relacionados con la Justicia, a partir de la lectura.
LA JUSTICIA19
Autor: Jesús García López Publicado en: Virtud y personalidad. Según Tomás de Aquino,
EUNSA, Pamplona 2003, pp. 137-155.
***
La tercera de las virtudes activas es la justicia, que radica en la voluntad como en su propio
sujeto y que tiene por objeto todo lo que es debido a otros, a las demás personas con las que
estamos en relación. La palabra latina justicia viene de iustus, y ésta, a su vez, de ius, que
significa lo justo, lo debido y, por consiguiente, el derecho. Los autores no están de acuerdo
sobre la etimología de ius. Según unos deriva de la raíz sánscrita yu, que significa “obligación”,
o “vínculo obligatorio”, y según otros deriva de la raíz también sánscrita yoh, que significa
“algo sagrado o procedente de la divinidad”. Esta segunda raíz también se relaciona con
términos de claro significado religioso, como Iovis o Iupiter, y iurare o iuramentum. Por ello
para los antiguos y sobre todo para los romanos el derecho fue entendido como un regalo de
la divinidad. Como la palabra castellana “derecho”, que traduce la latina ius, deriva sin
embargo de directum, dirigido en derechura o rectamente, también el derecho y la justicia
tienen que ver con la rectitud moral en general. Así, pues, en la palabra “justicia” se puede
descubrir un sentido amplio, que es el de rectitud o bondad moral sin más aditamentos, y otro
restringido, que es el de cumplimiento de lo debido, de lo ajustado, de lo que uno está obligado
a dar a otro.
Santo Tomás define a la justicia en sentido estricto por referencia a su objeto, que es lo justo,
lo debido, lo que pertenece a cada cual (lo suyo, lo de cada uno).
19
García López, Jesús. La Justicia. http://www.mercaba.org/FICHAS/VyV/ljjg.pdf
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Así la famosa definición de la justicia que dice así: “Justicia es la constante y perpetua voluntad
de dar a cada uno su derecho”1, es comentada por el Doctor Angélico del siguiente modo:
“Dicha definición es aceptable si se entiende rectamente. Siendo, en efecto, toda virtud un
hábito, que es el principio del acto bueno, es necesario que la virtud se defina por el acto
bueno que tiene por objeto la materia propia de la virtud. Ahora bien, la justicia versa
propiamente, como su peculiar materia, acerca de aquellas cosas que se refieren a otro (...),
y por tanto el acto de la justicia se designa en relación con la propia materia y objeto cuando
se dice que «da a cada uno su derecho» (...).
Mas para que algún acto acerca de cualquier materia sea virtuoso, se requiere que sea
voluntario, estable y firme, porque, como dice Aristóteles, para el acto de virtud se requiere:
primero que «se obresabiendo», segundo que «haya elección y fin debidos», y tercero que «se
obre invariablemente». Mas el primero de estos requisitos está contenido en el segundo, pues
«lo que se obra por ignorancia es involuntario», como dice también Aristóteles, y por esto en
la definición de la justicia se pone primeramente la «voluntad», para manifestar que el acto
de justicia debe ser voluntario, y añade la «constancia» y la «perpetuidad», para designar la
firmeza del acto. Por consiguiente, la citada definición de la justicia es completa, sólo que en
vez del hábito, que es especificado por el acto, se pone a éste, pues el hábito se ordena al
acto. Si alguno quisiera reducir la definición de la justicia a su debida forma podría decir que
«justicia es el hábito según el cual alguien, con constante y perpetua voluntad, da a cada uno
su derecho». Esta definición es casi la misma de Aristóteles, quien dice que la «justicia es el
hábito por el cual uno obra según la elección de lo justo»”2. Atendiendo, pues, a lo que hay
en la justicia de genérico —que es también su aspecto subjetivo— la justicia es una virtud, un
hábito del bien obrar, es decir, una disposición estable, permanente, que hace bueno al que la
posee y torna buenas las obras del mismo. En esto la justicia coincide con las demás virtudes
humanas y especialmente con las virtudes activas o morales. Empieza, sin embargo, a
distinguirse de las otras en cuanto que radica en la voluntad, en cuanto es un hábito bueno de
la voluntad; no del entendimiento (como la sindéresis y la prudencia), ni de los apetitos
sensitivos (como la fortaleza y la temperancia). Por ello debe consistir en una cierta inclinación
o tendencia adquirida, pero estable y permanente, de la misma voluntad. Lo que se recibe o
adquiere tiene que estar acomodado o ser congruente con la naturaleza del sujeto que lo recibe
o adquiere. Pero aquí el sujeto es la voluntad. Luego el hábito de la justicia, recibido en la
voluntad o adquirido por ella, tiene que estar acomodado a la naturaleza de la voluntad. No
puede consistir por tanto en una posibilidad próxima y una habilidad inmediata de conocer, o
de juzgar, o de razonar, ni tampoco de realizar otras operaciones externas, como andar o
hablar o construir un artefacto cualquiera. Se tratara, por el contrario, de una posibilidad
próxima y de una habilidad inmediata de querer, de realizar determinados actos de la voluntad,
especialmente actos de intención, de elección y de uso activo. Por ello el mencionado hábito
debe configurarse como una inclinación, como una tendencia sobreañadida, que encarrile por
determinados derroteros la energía innata de la voluntad; y esa inclinación no debe ser
pasajera, sino “constante y perpetua”.
Pero no basta con determinar el aspecto genérico y subjetivo de la virtud de la justicia. Para
que su intelección sea completa hay que considerar también el aspecto objetivo, es decir, el
objeto sobre el que versa dicha virtud y que es distinto del objeto de otras virtudes. Ese objeto
es lo justo, lo debido, lo suyo (de cada cual).
Tomás de Aquino dice también que el objeto de la justicia es el derecho. Lo hace en el texto
citado hace poco, al comentar la definición clásica de la justicia. Esta (la justicia) es “el hábito
según el cual alguien, con constante y perpetua voluntad, da a cada uno su derecho. Y en otro
sitio escribe: “Se llama a algo justo en cuanto tiene la rectitud de la justicia o en cuanto termina
la acción justa (...). La justicia, entre las demás virtudes, se determina especialmente en razón
de su objeto al que se llama justo. Y esto es también el derecho. De donde es manifiesto que
el derecho es el objeto de la justicia”3. Si nos quedáramos sólo en estos textos estaríamos en
una definición circular de la justicia, pues, por un lado, se definiría a ésta como la virtud que
tiene por objeto al derecho, y por otro, se definiría al derecho como el objeto de la virtud de
la justicia. Pero Santo Tomás sale de este círculo aclarando por sí misma la noción de lo justo,
de lo debido a otro, de lo suyo (de cada cual), que es precisamente el derecho objetivamente
considerado. Citemos a este respecto los dos siguientes textos: “Lo propio de la justicia entre
las otras virtudes es que ordena al hombre en aquellas cosas (y operaciones) que se refieren
a otro. La justicia comporta, en efecto, cierta igualdad, como lo indica su mismo nombre, pues
aquellas cosas que se adecuan se dice vulgarmente que se ajustan, y la igualdad se refiere a
otro.
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Las demás virtudes perfeccionan al hombre únicamente en relación consigo mismo, y así lo
recto en las operaciones de estas otras virtudes, aquello a lo que tiende la inclinación de ellas
como a su propio objeto, se determina sólo por referencia al agente. En cambio, lo recto en
las operaciones de la justicia se constituye, además de por referencia al agente, por referencia
a otro, pues se llama justo en nuestras obras a lo que corresponde a otro según cierta igualdad,
como el pago del precio debido por un servicio prestado”4.
“La materia de la justicia —dice en otra parte— es la operación exterior, en cuanto que esta
misma, o la cosa que por ella usamos, esta proporcionada (o ajustada) a otra persona, a la
cual somos ordenados por la justicia. Ahora bien, llamase suyo —de cada persona— lo que se
le debe según una igualdad proporcional, y por consiguiente el acto propio de la justicia no es
otro que dar a cada uno lo suyo”5. Lo “suyo” o lo “justo” es así lo debido, lo ajustado, a una
persona en su relación con otra. Eso debido puede ser una cosa o una operación externa, y se
dice “suyo”, de la persona a la que se le debe, no en el sentido de que lo tenga como una
propiedad de la misma, sino en el sentido de que lo debe tener, según la relación proporcional
de unas personas a otras. En efecto, si una persona hace algo o da algo a otra persona, ésta
otra, para que exista un ajustamiento proporcional en las conductas y en las cosas, debe a su
vez hacer algo o dar algo a aquella persona que hizo otro tanto por ella. Esta es la noción
primera de lo “debido” o “ajustado” (lo “suyo”, lo “justo”), que se determina por la estricta
igualdad de las transacciones o los contratos. Pero la noción de lo “debido” no se agota aquí,
sino que se extiende a campos más amplios. A las personas se les debe algo, no sólo por lo
que hacen, sino también por lo que son. De no ser así estarían injustificados los derechos
fundamentales de las personas, que son anteriores a cualquier prestación de servicios o de
cosas de unas personas a otras.
Dos maneras hay de justificar los derechos esenciales y fundamentales de las personas.
Primera, atendiendo a las inclinaciones naturales, y segunda, atendiendo a la ley eterna de
Dios.
La persona humana tiene, en efecto, unas inclinaciones naturales, que nacen o brotan de su
misma naturaleza. Estas inclinaciones naturales fundamentan otros tantos derechos a
satisfacerlas en la persona que las tiene, y a la par otros tantos deberes u obligaciones en las
demás personas de no impedir esa satisfacción y hasta ayudarla. Toda persona humana tiene
derecho a la vida, a la integridad corporal, al alimento, al vestido, a la habitación, a la
asistencia sanitaria, a la educación, al trabajo, a la verdad, etc. Precisamente porque todo
hombre está naturalmente inclinado a los bienes arriba expresados, sin los cuales no podría
subsistir, ni vivir como hombre, por eso tiene derecho a ellos, y tienen los demás el deber de
respetar (no entorpecer) e incluso ayudar a que se realicen. En definitiva es derecho de alguien
(es suyo o es correspondiente a él) todo aquello que inexorablemente necesita para cumplir
su destino en el mundo, para llenar la trayectoria de su vida y alcanzar la relativa plenitud de
que es capaz.
Hay que aclarar que las inclinaciones naturales no constituyen propiamente hablando los
derechos de cada cual: son solamente su fundamento. Una inclinación natural no se convierte
en derecho más que cuando es racionalmente asumida o en cuanto toma la forma de una ley
moral. Por eso, propiamente hablando, no tienen derechos los animales ni las plantas, aunque
unos y otras tengan también inclinaciones naturales.
Por eso cabe remontarse a una fuente más alta (y es incluso preciso para una fundamentación
plena) en el empeño de justificar los derechos esenciales del hombre. Esa fuente superior es
la ley eterna de Dios.
En efecto, la finalidad que manifiesta la naturaleza humana y cualquier naturaleza creada (en
último término, las inclinaciones naturales) coincide exactamente con la finalidad del Creador
y Gobernador del universo. Como escribe Santo Tomás: “El mismo es el fin del agente y del
paciente en cuanto tales, pero de distinta manera; pues uno y lo mismo es lo que el agente
intenta comunicar y lo que el paciente tiende a conseguir”6.
Lo que el Creador y Gobernador del universo intenta comunicar en todas sus operaciones ad
extra es la participación por semejanza de su infinita bondad, y lo que todas las criaturas
tienden a conseguir por impulso de su naturaleza es la asimilación, cada una a su modo, de la
bondad divina. Por eso, la ley interna por la que cada cosa tiende a su fin no es más que un
reflejo de la ley eterna de Dios por la que todas las cosas son dirigidas a sus respectivos fines.
El Aquinate expresa así la naturaleza de la ley eterna: “Dios, por su sabiduría, es el fundador
de todas las cosas, a las cuales se compara como el artífice a las cosas artificiales. Es, pues,
el gobernador de todos los actos y movimientos que se encuentran en cada una de las
criaturas.
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Por eso, así como el plan de la sabiduría divina en cuanto todas las cosas son creadas por ella,
tiene razón de arte o de ejemplar o de idea, así el plan de la sabiduría que mueve todas las
cosas a su debido fin alcanza la razón de ley. Y según esto la ley eterna no es otra cosa que el
plan de la divina sabiduría en tanto que es directiva de todos los actos y movimientos”7.
De esta ley eterna así descrita deriva cualquier otra ley y, por supuesto, la ley inscrita de modo
indeleble en la misma naturaleza humana, a la que Santo Tomás llama “ley natural”. Oigamos
sus mismas palabras: “La ley importa cierta razón directiva de los actos al fin. Pero en todas
las cosas ordenadas que se mueven es necesario que la virtud del segundo motor se derive de
la virtud del primer motor, pues el segundo motor no mueve sino en cuanto es movido por el
primero (...). Luego como la ley eterna es la razón de la gobernación en el supremo
gobernante, es necesario que todas las razones de la gobernación que radican en los
gobernantes inferiores se deriven de la ley eterna. Estas razones de los gobernantes inferiores
constituyen cualesquiera leyes a parte de la eterna. De donde todas las leyes, en tanto
participan de la recta razón, en cuanto derivan de ley eterna”8.
Y por lo que hace a la ley natural, participación en el hombre de la ley eterna de Dios, escribe
asimismo el Doctor Angélico: “La ley, como es una regla y medida, puede encontrarse en algo
de una doble manera: como regulante y mensurante, o como regulado y medido, pues en
tanto algo es regulado y medido en cuanto participa de la regla y medida. Pues bien, como
todas las cosas que están sometidas a la divina providencia son reguladas y medidas por la
ley eterna, es manifiesto que todas las cosas participan de algún modo de la ley eterna, a
saber, en cuanto por la impronta de ella tienen las inclinaciones hacia sus propios actos y fines.
Pero entre las restantes cosas, la criatura racional se subordina de un modo más excelente a
la providencia, pues tiene providencia de sí propia y de otros seres. De donde también en sí
misma está participada la razón eterna por la cual tiene una inclinación natural a sus debidos
actos y fines, y tal participación de la ley eterna en la criatura racional se llama ley natural”9.
De esta suerte, la ley eterna de Dios, a través de su participación en nosotros que es la ley
natural, es el fundamento de toda ley y de todo derecho humano, y muy especialmente de los
derechos esenciales o fundamentales. Así coincide el fin del agente (la ley eterna) y el fin del
paciente (las inclinaciones naturales). Aquello a lo que inclina la ley eterna es lo mismo que
aquello a lo que inclina la naturaleza humana o la ley natural inscrita en ella. Porque la
naturaleza humana no es autosuficiente y autónoma; es obra del Creador, y obra realizada
con arreglo a un plan. Ese plan es la ley eterna. Por ello los derechos esenciales se fundan de
manera inmediata en la ley natural o en la misma naturaleza humana; pero de manera mediata
y última se fundan en la ley eterna de Dios.
Habíamos dicho que la justicia, subjetivamente considerada, es una inclinación permanente
de la voluntad por la que ésta realiza, con prontitud y facilidad ciertos actos de intención, de
elección y de uso activo. Pero objetivamente entendida, la justicia es una inclinación
especificada por lo justo o por el derecho de los demás; es la constante y perpetua voluntad
de dar a cada uno su derecho. Esto hace que la justicia sea una virtud adquirida, un hábito
sobreañadido a las inclinaciones naturales de la voluntad; porque la voluntad humana tiende
naturalmente al bien, pero no tiende naturalmente a ese bien que constituye el derecho de los
demás. Santo Tomás se hace cargo de esta cuestión en el siguiente texto: “Dado que el hábito
perfecciona a la potencia en orden al acto, la potencia necesita que un hábito, que es
precisamente la virtud, le dé esa perfección para obrar bien cuando su propia naturaleza es
insuficiente a tal efecto. Ahora bien, la naturaleza propia de una potencia se mide por relación
a su objeto. Y así, siendo el objeto de la voluntad, como ya dijimos, el bien de la razón
proporcionado a ella, en este caso no necesita una virtud que venga a perfeccionarla. Pero si
el hombre desea un bien que exceda la capacidad volitiva, ya de la especie humana, como el
bien divino, que trasciende los limites de nuestra naturaleza, ya del individuo, como el bien
del prójimo, entonces la voluntad necesita de la virtud. Por eso, las virtudes que dirigen los
afectos del hombre hacia Dios o hacia el prójimo residen en la voluntad como en su sujeto, y
tales son la caridad, la justicia y otras”10.
Ahora bien, ¿cuál es “el bien de la razón proporcionado a la voluntad”, para tender al cual no
necesita ésta virtud alguna? Pues sencillamente el bien en general, que es el objeto formal de
la voluntad, o el bien supremo bajo la razón de felicidad, que es el fin último que la voluntad
quiere necesariamente, o finalmente el bien particular del propio sujeto volente, ya que cada
ser apetece naturalmente su propio bien. Todo lo cual puede verse confirmado en los siguientes
textos de Santo Tomás: “El principio de los movimientos voluntarios tiene que ser algo
naturalmente querido.
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Y esto es el bien en común, al cual tiende la voluntad naturalmente, como cualquier otra
potencia tiende a su objeto”11. “La voluntad tiende por necesidad al último fin, que es la
felicidad”12. “No se requiere hábito alguno para lo que conviene a una potencia por su propia
naturaleza (...). Y esta razón se aplica a la virtud que ordena al bien propio del mismo sujeto
que quiere”13.
No se necesita, pues, virtud alguna para que la voluntad humana tienda al bien en general, al
último fin del hombre bajo la razón de felicidad o al bien particular del propio sujeto volente.
En todos estos casos se trata de una inclinación natural y, según Tomás de Aquino la inclinación
natural es siempre recta, y no necesita por ello ser rectificada por virtud alguna. En efecto:
“del mismo modo que el conocimiento natural es siempre verdadero, el amor natural es
siempre recto, ya que el amor natural no es otra cosa que la inclinación de la naturaleza
infundida por su Autor. Decir, pues, que la inclinación natural no es recta, es hacer injuria al
Autor de la naturaleza”14.
He aquí por qué, aunque Santo Tomás habla muchas veces de derecho natural (ius naturale)
y paralelamente de ley natural (lex naturalis), no habla nunca de justicia natural, y eso que
ha definido al derecho como “el objeto de la justicia”. No se puede hablar de justicia natural,
porque la justicia es una virtud, un hábito sobreañadido a la facultad correspondiente, en este
caso la voluntad; mas para tender al bien que le es connatural la voluntad no necesita hábito
alguno, sino le basta la sola inclinación natural.
Pero hay otros muchos bienes a los que la voluntad puede tender y que requieren la rectitud
de las virtudes. Así, para tender a Dios como autor del orden sobrenatural se requieren las
virtudes de la caridad y de la esperanza; para tender a Dios como autor del orden natural se
requiere la virtud de la religión (parte potencial de la virtud de la justicia); para tender al bien
común de la sociedad se requieren, ya la virtud de la justicia legal o general, ya la virtud del
patriotismo; y para tender al bien de los demás hombres se requieren la virtud de la justicia
conmutativa, de la justicia distributiva, de la gratitud, de la veracidad, de la afabilidad y otras.
Aquí nos interesa solamente lo que corresponde a la virtud de la justicia en sus distintas
formas. Y el bien al que la justicia inclina es siempre el que le es debido a otras personas, lo
que es justo, lo que constituye el derecho de los demás. Es este un bien al que nuestra voluntad
no tiende naturalmente, y por ello es necesario que dicha voluntad sea enriquecida o
perfeccionada por la virtud de la justicia, por esa inclinación sobreañadida que, de manera
estable y permanente, nos lleve a querer para los demás lo que les pertenece (su derecho) y
a dárselo efectivamente.
Por lo demás, hay tres clases distintas de justicia: la legal o general, la distributiva y la
conmutativa. Veamos ahora el fundamento de esta división y cada uno de sus miembros.
La justicia comporta siempre una relación entre personas distintas, pero esta relación puede
establecerse entre una persona individual y otra, o entre una persona individual y la comunidad
de todas ellas, el todo social. Supuesta, pues, esta doble perspectiva, caben aquí tres
relaciones distintas: la de las partes (personas individuales) al todo (sociedad civil); la del todo
a las partes, y la de unas partes con otras. La relación de las partes al todo, es decir, de los
individuos a la comunidad en cuanto tal, es la que tiene en cuenta la justicia legal o general.
La relación del todo a las partes, o sea, de la comunidad, o mejor, de la autoridad que la
representa, a los individuos, es la que tiene en cuenta la justicia distributiva. Por último, la
relación de unas partes a otras, a saber, de unos individuos a otros, es la que tiene en cuenta
la justicia conmutativa.
La justicia legal se llama así porque realiza lo que es propio de la ley: ordenar a todos al bien
común. Recuérdese que, según la definición de Santo Tomás, la ley es “una ordenación de la
razón enderezada al bien común”15. Por consiguiente, cuando la justicia llamada legal ordena
a los individuos respecto de la comunidad, no hace más que realizar la ley, y por eso es una
justicia propiamente legal. Tomás de Aquino lo dice claramente: “Y puesto que a la ley
pertenece ordenar al bien común (...), síguese que la justicia denominada “general” en el
sentido expuesto, es también “legal”, esto es, por la que el hombre concuerda con la ley, que
ordena los actos de todas las virtudes al bien común”16.
Esta especie de justicia se denomina también “general”, y la razón es que ordena los actos de
todas las demás virtudes al bien común, y así domina o impera sobre el resto de las virtudes.
Y es que los bienes que las demás virtudes proporcionan al hombre son bienes particulares
que, como tales, pueden ser referidos al bien común, referencia que lleva a cabo precisamente
la justicia general. Oigamos al Doctor Angélico: “Es evidente que todos los que componen
alguna comunidad se relacionan a la misma como las partes al todo, y por ello cualquier bien
de la parte es ordenable al bien del todo.
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Según esto, el bien de cada virtud, ya ordené al hombre a sí mismo, ya le ordene a otras
personas singulares, es referible al bien común, al que ordena la justicia (general). Y así los
actos de todas las virtudes pueden pertenecer a la justicia, en cuanto que ésta ordena al
hombre al bien común. En este sentido es llamada la justicia virtud general”17.
Y no se crea que la justicia general en cuanto ordena los actos de todas las demás virtudes al
bien común se reduce al conjunto de esas virtudes, sino que es una virtud especial. Es común
a todas las virtudes por causalidad en cuanto impera a todas ellas; pero no lo es por
predicación, como si las contuviera en sí misma o se identificara con ellas. El Aquinate lo dice
también claramente: “Así como la caridad puede decirse virtud general en cuanto ordena los
actos de todas las virtudes al bien divino, así también la justicia legal en cuanto ordena los
actos de todas las virtudes al bien común. Por eso, al igual que la caridad, que mira al bien
divino como objeto propio, es una virtud especial por esencia, del mismo modo la justicia legal
es una virtud especial en su esencia, en cuanto mira al bien común como objeto propio”18.
Pero además de la justicia legal o general, está la justicia particular, cuyo término ad quem es
siempre una persona singular. Esta justicia particular se subdivide en dos especies, que son:
la justicia conmutativa y la distributiva. La diferencia entre ellas, como ya vimos, está en que
la primera ordena una persona particular a otra persona particular, mientras que la segunda
ordena la comunidad (o la persona que la representa, es decir, la autoridad) a una persona
particular. Es lo mismo que dice Santo Tomás en el siguiente texto: “Toda parte puede ser
considerada de dos maneras. Una en la relación de parte a parte, a lo que corresponde en la
vida social el orden de una persona privada a otra, y este orden es dirigido por la justicia
conmutativa, consistente en los intercambios que mutuamente se realizan entre dos personas.
Otra, en la relación del todo respecto de las partes, y a esta relación corresponde el orden
existente entre la comunidad y cada una de las partes individuales. Este orden es dirigido por
la justicia distributiva, que reparte proporcionalmente los bienes comunes. Por consiguiente
son dos especies de justicia (particular): la conmutativa y la distributiva”19.
Estas dos especies de justicia son diversas no sólo en atención a que una —la distributiva— va
del todo a las partes, y la otra —la conmutativa— va de una parte a otra parte, sino también
en atención a como se establece el justo medio en ambas y a la materia sobre las que versan.
En efecto, el justo medio de la justicia distributiva es distinto del justo medio de la justicia
conmutativa, porque en el primer caso hay que atenerse a una medida proporcional, mientras
que en el segundo, a una medida igual. En efecto, la distribución de los beneficios y de las
cargas sociales no debe hacerse por igual entre todos los miembros de la comunidad, sino
según una proporción: a mayor necesidad, mayor ayuda; a mayores posibilidades, mayores
cargas. En cambio, la conmutación de bienes y servicios entre los particulares debe regirse
por la más estricta igualdad. Lo justo en una compraventa es que por lo vendido se pague
exactamente lo que vale; pero lo justo en el pago de los impuestos es que el que más tiene
pague más.
“En la justicia distributiva —escribe Santo Tomás— no se determina el justo medio según la
igualdad de cosa a cosa, sino según la proporción de las cosas a las personas, de tal suerte
que en el grado que una persona excede a otra, la cosa que se dé a ella excede a la que se dé
a la otra (...). Pero en los intercambios (...) es preciso igualar cosa a cosa, de suerte que
cuanto esta persona tenga de más en lo que le corresponde, otro tanto debe restituir a aquella
persona a quien pertenece”20.
Por lo que hace a la materia sobre la que versa cada una de estas especies de justicia, hay
que distinguir entre la materia próxima y la materia remota. Por lo que hace a esta última no
hay diferencia entre la justicia distributiva y la conmutativa, pues las dos versan sobre unas
mismas cosas (bienes o cargas) que se distribuyen o se intercambian. Mas por lo que atañe a
la materia próxima sí que hay distinción, pues dicha materia próxima son las mismas
operaciones que realizan una y otra justicia. Así la justicia distributiva “reparte” los bienes y
las cargas, y la conmutativa “intercambia” los bienes y los servicios; y no es lo mismo repartir
que intercambiar. Por lo demás, a esta materia próxima la llama Santo Tomás “acciones
principales”, como se ve en el siguiente texto: “Si consideramos como materia de una y otra
justicia aquella cuyo uso son las operaciones, la materia de la justicia distributiva y la de la
conmutativa es una y la misma, pues las mismas cosas que son distribuidas a los particulares
pueden también ser intercambiadas entre estos, y asimismo existe cierta distribución y cierto
intercambio de los trabajos penosos. Mas si tomamos como materia de una y otra justicia las
acciones principales por las cuales usamos de las personas, de las cosas y de las obras,
entonces descubrimos diversa materia, porque la distributiva regula las distribuciones, y la
conmutativa dirige los intercambios”21.
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Descritas así las distintas especies de justicia, es decir, las partes subjetivas de dicha virtud,
conviene ahora decir algo de las partes integrales y de las potenciales.
Las partes integrales de la virtud de la justicia son estas dos: hacer positivamente el bien
debido y evitar el mal que priva de dicho bien. Estas dos cosas se requieren, en efecto, para
que la acción justa sea completa: que se dé a cada cual lo que le es debido cuando todavía no
lo tiene y que se le respete cuando lo tiene o que no se le quite. Hacer el bien y evitar el mal
es propio de toda virtud moral, pero en las demás virtudes morales (aparte de la justicia) viene
a ser lo mismo hacer el bien y evitar el mal; lo que no ocurre en la justicia. En ésta, en efecto,
no es lo mismo hacer a cada uno el bien que se le debe y retraerse de hacer el mal o de dañar
injustamente a nadie. Santo Tomás lo explica así: “Pertenece a la justicia establecer la igualdad
(lo justo) en aquellas cosas que se refieren a otro. Pero pertenece a la misma virtud establecer
algo y conservar lo establecido. Pues bien, una persona establece la igualdad de la justicia
haciendo el bien, es decir, dando a otro lo que se le debe, y conserva la igualdad de la justicia
ya establecida apartándose del mal, es decir, no causando ningún daño al prójimo”22.
Y aclara poco después: “Las otras virtudes morales versan acerca de las pasiones y en ellas
hacer el bien es colocarse en el medio, lo que implica apartarse de los dos extremos viciosos,
y así en dichas virtudes viene a ser lo mismo hacer el bien y apartarse del mal; pero la justicia
versa acerca de las operaciones y de las cosas exteriores, y aquí una cosa es establecer lo
justo y otra no destruir lo justo ya establecido”23. Porque: “apartarse del mal, en cuanto
constituye una de las partes integrantes de la virtud de la justicia, no implica una pura negación
(...); implica un impulso de la voluntad que rechaza el mal, como lo indica el mismo nombre
de “apartarse”; y esto es meritorio, sobre todo cuando alguien es empujado a que haga el mal
y, sin embargo, se resiste”24.
Por eso una justicia que se limitara a establecer lo justo no sería completa, pues le faltaría su
lado negativo: respetar lo justo ya establecido. Y del mismo modo una justicia que se limitara
a no dañar injustamente a nadie tampoco sería completa, pues le faltaría su lado positivo: dar
a cada cual lo que le es debido. La justicia completa requiere las dos cosas.
Y ahora pasemos a examinar las partes potenciales de la virtud de la justicia. Son éstas otras
tantas virtudes anejas, que no son especies de la justicia, pero sí virtudes semejantes a la
justicia, que coinciden en algo con ella, pero no en todo.
La diferencia de estas virtudes respecto de la justicia tiene estas dos vertientes: falta de
ajustamiento entre lo que se debe y lo que se puede dar, y falta de correspondencia entre el
derecho de unos y el deber de otros. Respecto de lo que es debido a otros hay algunas veces
para una persona deudas impagables, y otras veces hay deudas que son irreclamables, que
no se está obligado a satisfacer. En el primer caso estamos lejos de la estricta justicia, porque
no podemos pagar lo que debemos; en el segundo caso, porque no estamos estrictamente
obligados a satisfacer el derecho que otros indudablemente tienen. De aquí nacen dos series
de virtudes anejas a la justicia, pero que no son justicia propiamente hablando. Dentro de la
primera serie están la religión, la piedad y la observancia. Dentro de la segunda serie están la
gratitud, la veracidad, la afabilidad y la liberalidad. Digamos algo de estas virtudes, aunque
sin detenernos a tratar con detalle cada una de ellas.
La virtud de la religión se parece a la justicia, pero sólo en parte, ya que en otro aspecto difiere
esencialmente de ella. Se parece a la justicia en que comporta alteridad, relación entre dos
personas (en este caso, el hombre y Dios), de las cuales una (el hombre) debe algo a la otra
(Dios) y está obligada a restituir; pero se distingue esencialmente de la justicia en que nunca
es posible equipar o ajustar lo que el hombre debe a Dios y lo que de hecho le puede dar. El
hombre le debe a Dios todo lo bueno: no sólo todo lo bueno que él tiene, sino también todo lo
bueno que él es; pero nadie puede dar a otro su propio ser; luego el hombre no puede devolver
a Dios todo lo que de Él ha recibido.
Otra diferencia esencial entre la religión y la justicia está en que la justicia regula sobre todo
las obras externas, mientras que la religión se refiere sobre todo a los actos internos,
concretamente a la devoción (acto de la voluntad) y a la oración (acto del entendimiento); los
actos externos de la virtud de la religión, como la adoración, los sacrificios o los rezos, en tanto
pertenecen a dicha virtud en cuanto son expresión de los actos internos de devoción y de
oración.
También hay que aclarar que la virtud de la religión no regula todas las relaciones del hombre
con Dios, como creer en El o amarle o cumplir sus mandatos. Para esto hay que apelar a las
virtudes teologales, sobrenaturales e infusas, de la fe, la esperanza y la caridad. La virtud de
la religión—virtud natural y moral— se limita a ordenar los actos del culto que los hombres,
por derecho natural, debemos dar a Dios, como Creador y Gobernador supremo del universo.
Lo que es la religión respecto de Dios, es la piedad respecto de los padres y de la patria.
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La voz castellana “piedad” se ha cargado con otras connotaciones hasta hacerse sinónima de
“misericordia” y “compasión”; pero todavía conserva, en alguna de sus acepciones, el
significado que aquí le damos. El Diccionario de la Real Academia dice así: “2. Amor entrañable
que consagramos a los padres y a objetos venerados”. En el latín este sentido era el más
propio. Escribe Cicerón: “la justicia para con los dioses se llama religión; para con los padres,
piedad”. Y también: “la piedad nos prescribe cumplir nuestros deberes para con la patria, para
con nuestros padres y para con todos aquellos a quienes estamos unidos por los vínculos de
la sangre”25.
No es propiamente hablando una especie de justicia, pues tampoco hay ajustamiento entre lo
que debemos a los padres y a la patria y lo que les podemos dar a cambio. Con los padres y
con la patria tenemos contraídas deudas que son literalmente impagables. Por eso estamos
obligados y ordenados, por la virtud de la piedad, a dar a los padres y a la patria un cierto
culto, hecho de amor, de agradecimiento, de veneración, de honor, de defensa, de servicio,
de sustentación (respecto de los padres si llega el caso), de sacrificio de la propia vida
(respecto de la patria si fuera preciso). La piedad respecto de la patria tiene en castellano un
nombre sonoro y muy apropiado: se llama patriotismo.
En esta misma línea de la piedad está la observancia, virtud que nos ordena a rendir el culto
debido a todas las personas que están constituidas en alguna justa dignidad. También esta
palabra ha perdido en castellano mucho del poder significativo que tenía en latín. No obstante,
el Diccionario de la Real Academia recoge entre sus acepciones la siguiente: “3. Reverencia,
honor, acatamiento que hacemos a los mayores y a las personas superiores y constituidas en
dignidad”. De esto se trata ciertamente.
A propósito de la observancia escribe Santo Tomás: “Así como el padre carnal participa de un
modo peculiar de la razón de principio que en su grado máximo se encuentra en Dios, así
también cualquier persona que en algún aspecto tiene providencia sobre nosotros participa a
su manera de la propiedad de padre, porque el padre es el principio, ya de la generación, ya
de la crianza y la educación, ya de todas las demás cosas que pertenecen a la perfección de la
vida humana. Ahora bien, la persona constituida en dignidad es como el principio de la
gobernación respecto de ciertas cosas: así el príncipe de la ciudad respecto de los asuntos
civiles; el general en jefe del ejército respecto de las cosas de la guerra; el profesor respecto
de lo que enseña, y lo mismo en los demás casos. De aquí que a tales personas se les
acostumbre a llamar “padres”, por la semejanza de su oficio (...). Por tanto, así como, cabe la
religión, por la cual se tributa culto a Dios, se encuentra en un segundo plano la piedad, por
la cual se da culto a los padres, así también, cabe la piedad, se encuentra la observancia, por
la cual se rinde culto y honor a las personas constituidas en dignidad”26.
Y veamos ahora las otras virtudes anejas a la justicia que se distinguen de ésta porque no
entrañan una absoluta obligación de pagar o restituir. Y en primer lugar, la gratitud. La virtud
de la gratitud o el agradecimiento nos ordena a devolver gratis los beneficios que
gratuitamente hemos recibido. Hay muchas cosas que las demás personas hacen en nuestro
favor y que no están obligadas a hacer. Nos procuran estos beneficios por pura liberalidad,
gratuitamente. En primer lugar Dios, a quien debemos todo lo bueno que tenemos y somos, y
que todo nos lo ha dado gratis; y en segundo lugar nuestros allegados y nuestros amigos.
Pues bien, lo que hemos recibido gratuitamente no es propiamente objeto de débito, sino de
agradecimiento. Especialmente cuando se trata de cosas que no nos hacen falta, que no
necesitamos, y el que nos las da no busca más que manifestarnos su afecto, sin obligarnos en
manera alguna a la restitución. Pero si no hay obligación de estricta justicia, hay una obligación
de conveniencia moral de mostrarnos agradecidos y de devolver otros beneficios, no
inmediatamente, sino en el momento oportuno. Santo Tomás distingue aquí entre el “débito
legal” y el “débito moral”27. Al primero atiende la justicia; al segundo, la gratitud. El refrán
castellano asevera que “quien no es agradecido, no es bien nacido”, y ser bien nacido hace
referencia a la buena índole o buena contextura moral.
Refiriéndose a la ingratitud, que es el vicio opuesto al agradecimiento, escribe Santo Tomás:
“En relación a la gratitud se requieren varias cosas por este orden: primero, que el hombre
reconozca el beneficio recibido; segundo, que alabe al que se lo ha hecho o le dé las gracias,
y tercero, que devuelva a éste algún otro beneficio, en tiempo y lugar oportunos, y con arreglo
a sus posibilidades. Y en relación con la ingratitud el orden es el inverso, pues lo primero es
que el hombre no devuelva beneficio alguno; lo segundo, que disimule y dé a entender que no
ha recibido ningún beneficio, y lo tercero y más grave, que no reconozca el bien que le han
hecho, por olvido o de cualquier otro modo”28.
La virtud de la veracidad se relaciona también con la justicia y está ordenada a que cada cual
manifieste con verdad los conocimientos que él posee.
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La naturaleza de dicha virtud y sus relaciones con la justicia son expuestas así por el Aquinate:
“La virtud de la veracidad conviene con la justicia de dos cosas: primero, en que entraña
alteridad, pues la manifestación, que es el acto propio de esta virtud, se ordena a otro, en
tanto que lo que uno sabe se lo manifiesta a otro; segundo, en que la justicia establece cierta
igualdad en las cosas, y esto también lo hace la veracidad, pues adecúa los signos exteriores
a los pensamientos del que dice la verdad. Pero difiere de la razón propia de la justicia en
tanto que no se refiere a lo estrictamente debido. Esta virtud, en efecto, no atiende al débito
legal, al que atiende la justicia, sino más bien al débito moral, o sea, en cuanto pertenece a la
honestidad de un hombre el que manifiesta la verdad a otro”29.
Y tratando de explicar mejor ese débito moral añade poco después: “Como el hombre es un
animal social, un hombre debe naturalmente a otro aquello sin lo cual la sociedad no podría
conservarse. Pero los hombres no podrían convivir si no se creyeran los unos a los otros en
tanto que se manifiestan la verdad entre ellos. Por tanto, la virtud de la veracidad atiende en
cierto modo a la razón del débito”30.
Ahora bien, no todos los conocimientos que una persona posee se comportan de la misma
manera en orden a la manifestación a otras personas. En primer lugar están las verdades
científicas, que no son patrimonio de nadie en particular o que no son bienes privados, sino
que son patrimonio de todos, es decir, bienes comunes. Las verdades de este tipo no están
ligadas a la virtud de la veracidad, porque no son objeto de creencia, sino de ciencia. Cuando
una persona manifiesta a otra una verdad científica no reclama de esa otra que la crea, sino
simplemente que la entienda; esa verdad no nos es conocida por el hecho de que quien la
manifiesta merece nuestro crédito, sino por el hecho de que es inteligible por si misma. Pero
la virtud de la veracidad —parte potencial de la justicia— entraña cierta rectitud de la voluntad,
y en ello nos apoyamos para dar crédito a lo que se nos dice, aunque no sea inteligible por sí
mismo. Los conocimientos a los que se refiere la virtud de la veracidad no son las verdades
científicas, sino los que versan sobre hechos concretos y contingentes, que no son conocidos
por todos, sino tal vez solamente por el que los manifiesta.
En segundo lugar están las verdades que expresan hechos de nuestra intimidad. Tales hechos
son conocidos inmediatamente por la persona en que se dan; pero no pueden ser conocidos
por ninguna otra persona, a no ser que la primera los manifieste, expresando así exteriormente
una verdad de hecho, enteramente contingente, y que pertenece de suyo a la intimidad de la
persona que la manifiesta. Pues bien, nadie está obligado a manifestar a otros su propia
intimidad, sino que tiene derecho a que se la respete. Y es que las verdades que expresan
estos hechos íntimos de la conciencia de cada cual son bienes esencialmente privados, que
nadie tiene obligación de compartir con los demás.
Pero hay un tercer tipo de verdades que, siendo contingentes o expresiones de hechos
singulares y concretos, no son, sin embargo, bienes privados, sino públicos o comunes, es
decir, que interesan a toda la comunidad. Respecto a estas verdades existe a la vez un derecho
y una obligación: un derecho por parte de todos los ciudadanos, ya que dichas verdades están
contenidas en el bien común al que todos los ciudadanos tienen derecho, y una obligación, por
parte de cualquiera que llegue a tener conocimiento de esas verdades, de manifestarlas a los
demás, según aconseje la prudencia. A este tipo de verdades pertenecen también todos
aquellos conocimientos que los testigos están obligados a manifestar cuando son citados a
juicio por la autoridad competente.
Esto supuesto, la virtud de la veracidad versa principalmente sobre las verdades del segundo
tipo. Así se entiende que no sea justicia en sentido estricto (como lo es la veracidad en los
procesos judiciales, o la veracidad en las informaciones referentes al bien común), y que no
sea tampoco la simple comunicación de una verdad científica, que no entraña de suyo rectitud
en la voluntad. Las verdades sobre las que versa la veracidad no está uno obligado a
manifestarlas, pero a veces es bueno que lo haga. Este sería el débito moral. En todo caso, a
nadie le es lícito mentir. Puede callar, pero si habla, debe decir la verdad, acomodando sus
palabras (o cualesquiera otros signos manifestativos) a sus pensamientos.
La virtud de la afabilidad ordena al hombre a que guarde las reglas de la cortesía y del buen
trato con todos, y especialmente con aquellos con los que habitualmente convive. Tomás de
Aquino explica así su necesidad: “Es necesario que cada hombre se halle convenientemente
ordenado en la convivencia con los otros hombres, ya en sus hechos, ya en sus dichos, de
suerte que se comporte con cada cual como es decoroso. Por ello es necesaria una virtud
especial que incline a esta convivencia ordenada, y esta es la virtud llamada amabilidad o
afabilidad”31.
El propio Santo Tomás aclara enseguida que se trata de una virtud aneja a la justicia, pero
que no se identifica con ésta, pues le falta la estricta obligación que la justicia entraña.
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Así escribe: “Esta virtud es una parte (potencial) de la justicia en cuanto se relaciona con ésta
como lo secundario con lo principal. Conviene con la justicia en que implica alteridad, pero
difiere de ella en que no entraña plena obligación. En efecto, en esta virtud no queda alguien
obligado por un débito legal, al que constriñe la ley, ni por un débito nacido de algún beneficio
recibido, sino sólo por un débito moral, que más se funda en la persona virtuosa que en la otra
a la que trata como es decoroso”32.
La afabilidad no es lo mismo que la amistad, pues esta última consiste sobre todo en la unión
afectiva habitual entre dos personas, mientras que la afabilidad se ordena a las acciones
exteriores, al trato amable de las personas con las que convivimos. La amistad, absolutamente
hablando, es mejor que la afabilidad, pero esta última es más necesaria, porque la verdadera
amistad siempre es con pocos, mientras que la afabilidad debe ser con todos los que se
convive.
Por último, la virtud de la liberalidad o de la generosidad ordena al hombre respecto al uso
conveniente de las riquezas, de suerte que esté desprendido de ellas y las comunique o
entregue con facilidad al que las necesita o a los amigos. Es también virtud aneja a la justicia,
pero distinta de aquélla por la misma razón que se adujo en el caso de la gratitud, de la
veracidad y de la afabilidad: por falta del débito estricto. “La liberalidad —escribe Tomás de
Aquino— no es una especie de la justicia, pues la justicia entrega a otro lo que es de él (del
otro), pero la liberalidad entrega a otro lo que es propio (lo que pertenece al que da). Coincide,
sin embargo, con la justicia en estas dos cosas: primero, en que implica alteridad, y segundo,
en que se refiere a las cosas exteriores, pero según una razón distinta, como se ha
señalado”33. Y aclara poco después: “La liberalidad, aunque no atienda al débito legal, como
hace la justicia, atiende al débito moral, que se mide según cierta conveniencia o decoro, pero
no porque uno esté obligado. Tiene, pues, en grado mínimo la razón de débito”34.
Hasta aquí las virtudes anejas de la justicia; y ahora, para terminar, digamos algo de la virtud
de la equidad, que no es propiamente una virtud aneja a la justicia, sino una especie o parte
subjetiva de la misma justicia. La equidad, en efecto, inclina a lo que es justo, pero no según
la letra de la ley, sino según su espíritu. Y es que las leyes no pueden prever todos los casos,
variadísimos, de las distintas acciones de los hombres. Regulan, pues las mencionadas
acciones en general y según lo que es más ordinario o frecuente, y por eso se requieren una
cierta corrección para los casos excepcionales, que es lo propio de la equidad. Santo Tomás lo
explica así: “Los actos humanos, acerca de los cuales versan las leyes, están colocados en lo
singular y contingente, y pueden presentarse de infinitos modos distintos. Por eso no es posible
una ley que no falle en algún caso. Los legisladores, por ello, atienden, al hacer las leyes, a lo
que es más frecuente o a lo que ocurre en la mayoría de los casos. Sin embargo, el cumplir
estrictamente la ley en todos los casos puede ir contra la justicia y contra el bien común, que
es la finalidad de la ley (...). Por eso, en algunos casos excepcionales es malo seguir la ley
establecida, y es bueno que, pospuesta la letra de la ley, se haga aquello que es realmente
justo y redunda en la común utilidad. Y a esto se ordena la epikeia, que entre nosotros se
denomina equidad”35.
Por lo demás, al decir que la equidad es una parte subjetiva, o una especie, de la virtud de la
justicia, no se descalifica la división que se hizo más atrás de las especies de justicia en tres:
legal, distributiva y conmutativa. En realidad, la equidad se encaja dentro de la justicia legal
a la que, sin embargo, completa. El Doctor Angélico lo expone así: “La equidad corresponde
propiamente a la justicia legal, y en parte se contiene en ella y en parte la supera; pues si se
llama justicia legal a la que se atempera a la ley, ya en cuanto a la letra, ya en cuanto al
espíritu del legislador, que es mejor, entonces la equidad es la mejor parte de la justicia legal;
pero si se llama justicia legal a la que se atempera a la ley solo en cuanto a su letra, entonces
la equidad no es una parte de la justicia legal, sino una especie de justicia tomada en general
y que se distingue de la justicia legal, como más excelente que ella”36.
Después de todo lo dicho a propósito de la justicia y de las virtudes anejas a ella conviene
hacer esta última consideración: que lo que la justicia regula son las operaciones exteriores, y
no propiamente los actos internos de la voluntad. Sin embargo, estos actos internos son la
base y como el alma de las operaciones exteriores. Por eso la justicia radica en la voluntad y
torna inmediatamente rectas las intenciones, las decisiones y las ejecuciones de la misma
voluntad, que luego se traducirán en las correspondientes acciones externas. Por lo demás,
esa rectitud de la justicia difícilmente se lograría si, alentando en la misma justicia, no se diera
también el amor: el amor al bien común (inmanente y trascendente) y el amor a los demás
hombres. Es verdad que el amor no puede ser reclamado en justicia, pues se trata de un libre
don que tiene lugar en la más estricta intimidad: pero también es cierto que, sin la savia
vivificante del amor, la propia justicia se seca y muere.”
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NOTAS
1 Digest., lib. I, tit. 1, leg. 10.
2 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 1.
3 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 57, a. 1.
4 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 57, a. 1.
5 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 11.
6 TOMÁS DE AQUINO, S. Th ,I, q. 44, a. 4.
7 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I-II, q. 93, a. 1.
8 TOMÁS DE AQUINO, S. Th, I-II, q. 93, a. 3.
9 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I-II, q. 91, a. 2.
10 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I-II, q. 56, a. 6.
11 TOMÁS DE AQUINO, S. Th, I-II. , q. 10, a. 1.
12 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I q. 82. a. 1.
13 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I-II, q. 56, a. 6, arg. 1 y ad 1.
14 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I, q. 60, a. 1, ad 3.
15 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 90, a. 4.
16 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 5.
17 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 5.
18 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 58, a. 6.
19 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 61, a. 1.
20 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 61, a. 2.
21 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 61, a. 3.
22 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 79, a. 1.
23 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 79, a. 1, ad. 1.
24 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 79, a. 1, ad. 2.
25 CICERÓN, De invent. reth., lib. II, cap. 53.
26 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II. q, 102, a. 1.
27 TOMÁS DE AQUINO, S. Th. II-II, q. 106, a. 4, ad 1.
28 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 107, a. 2.
29 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 109, a. 3.
30 TOMÁS DE AQUINO, S. Th. II-II, q. 109, a. 3, ad 1.
31 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 114, a. 1.
32 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 114, a. 2.
33 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 117, a. 5.
34 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 117, a. 5, ad. 1.
35 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 120, a. 1.
36 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II-II, q. 120, a. 2, ad. 1.
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Autoevaluación
1) «Aquel conjunto de valores, bienes o intereses para cuya protección o
incremento los hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que
llamamos Derecho», afirmación hecha por:
a. John Rawls.
b. Hans Kelsen.
c. Norberto Bobbio.
d. Norbert Wiener.
e. Alexander Kant.
2) IUSTITĬA, es palabra:
a. Griega.
b. Latina.
c. Etrusca.
d. Árabe.
e. Babilónica.
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Resumen
UNIDAD DE APRENDIZAJE II:
Trata sobre la justicia, (del latín iustitĭa) es la concepción que cada época y civilización
tiene acerca del sentido de sus normas jurídicas. De los filósofos como Platón,
Aristóteles, Cicerón, Tomás de Aquino, Ulpiano, John Rawls, se ha recogido sus teorías
sobre la justicia, resaltando la dada por Ulpiano: “La justicia es la constante y perpetua
voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho”. En un aparte establecemos la
relación existente entre la justicia y el derecho, señalando que desde una perspectiva
ius positivista el derecho es condición de la justicia y a la vez esta es una medida de
valoración del derecho. También desarrollamos sobre la justicia General y la Justicia
Particular, que fue planteados por Aristóteles en el Libro V de la Ética a Nicómaco.
Se trata sobre el Derecho como objeto de la Justicia, es decir que, para que la justicia
se materialice como se le visiona, se vale del Derecho como el objeto o medio para la
realización. Se considera las opiniones de dos juristas como Werner Goldschmidt, quien
dice: “el principio supremo de la justicia consiste en asegurar a cada cual un espacio de
libertad dentro del cual pueda desenvolver su personalidad y transformarse de hombre
a persona” y para Perelman, “la justicia parece una de las más eminentes y la más
irremediablemente confusas... desde hace miles de años todos los antagonistas en los
conflictos públicos y privados, en las guerras, las revoluciones, los procesos, las
querellas de intereses,..”.
Se ha laborado sobre la Norma Jurídica entendida como una regla u ordenación del
comportamiento humano dictado por la autoridad competente del caso, con un criterio
de valor y cuyo incumplimiento trae aparejado una sanción. Al respecto se la ha
conceptualizado como expresión de un mandato; a su vez, se expone sobre sus
funciones y características.
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Introducción
a) Presentación y contextualización:
El estudiante desarrolla una actitud analítica y crítica la ética, los valores jurídicos,
normas morales y la administración de justicia.
b) Competencia:
Reconoce la jerarquía de las normas morales y jurídicas; Comprende los
valores éticos y jurídicos; Aprecia la importancia de la Libertad, igualdad y paz
social en la defensa de los derechos y la administración de la justicia, y el nivel
prudencial.
c) Capacidades:
d) Actitudes:
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La Moral TEMA 1
Competencia:
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Desarrollo de los Temas
Tema 01: La Moral
Moral es una palabra de origen latino, que proviene del término moris (“costumbre”).
Se trata de un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona
o de un grupo social, que funciona como una guía para obrar. Es decir, la moral orienta
acerca de qué acciones son correctas (buenas) y cuales son incorrectas (malas).
Según otra definición, la moral es la suma total del conocimiento que se adquiere sobre
lo más alto y noble, y que una persona respeta en su conducta. Las creencias sobre la
moralidad son generalizadas y codificadas en una cierta cultura o en un grupo social
determinado, por lo que la moral regula el comportamiento de sus miembros. Por otra
parte, la moral suele ser identificada con los principios religiosos y éticos que una
comunidad acuerda respetar.
ÉTICA Y MORAL
La ética es diferente de la moral, porque la
moral se basa en la obediencia a las normas, las
costumbres y preceptos o mandamientos
culturales, jerárquicos o religiosos, mientras que
la ética busca fundamentar la manera de vivir por
el pensamiento humano.
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ÉTICA
Ética es una rama de la filosofía dedicada a las cuestiones morales. La palabra ética
proviene del latín ethĭcus, y este del griego antiguo ἠθικός (êthicos), derivada de êthos,
que significa 'carácter' o 'perteneciente al carácter'.
Referida al ámbito laboral, se habla de ética profesional y que puede aparecer recogida
en los códigos deontológicos que regulan una actividad profesional. La deontología
forma parte de lo que se conoce como ética normativa y presenta una serie de
principios y reglas de cumplimiento obligatorio.
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Cumplo una promesa hecha ayer pese Razonamos que los pactos han de
a que hoy me doy cuenta de que su cumplirse siempre, del contrario, en
cumplimiento me crea problemas. lugar de acuerdos entre amigos,
tendríamos que hacer contratos
legales.
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La Sociedad TEMA 2
y los Valores
Éticos
Competencia:
Reconoce la sociedad y los valores éticos.
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Al respecto considero valedero incorporar como parte de este texto el artículo titulado:
Crisis de los valores morales y éticos en la sociedad actual. POSMODERNISMO.
De la Dra. Zoe Valdomir.20 Abril 2009
Y menos aún estos quebrantos de los valores morales y éticos son exclusivos de estos
tiempos que estamos viviendo, que se han dado en llamar post modernidad, sino que
siempre existieron y seguirán existiendo, generados por personas perversas, con
trastornos en su personalidad que nacieron con el designio de hacer el mal y que dañan
y contaminan con su maldad a su entorno y a la sociedad en general habiendo llevado
a la misma en diferentes oportunidades a tremendas crisis cada una con sus
características particulares pero de las cuales creo importante tener presente que de
alguna manera siempre se salió y terminaron dejando entre tanto dolor, algún beneficio
para la raza humana.
20
Zoe Valdomir. Crisis de los valores morales y éticos en la sociedad actual. Posmodernimo. Abril 2009.
http://www.smu.org.uy/elsmu/co
misiones/reencuentro/crisis-valores.pdf
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Primero intento ubicar los tiempos a los cuales me voy a referir en el presente artículo:
La Edad Moderna y el Postmodernismo.
Edad Moderna.
La fecha más aceptada del inicio de la Edad Moderna sería la toma de Constantinopla
por los turcos en 1453 coincidente con la invención de la imprenta y el desarrollo del
humanismo en el Renacimiento. Fue en ese momento que se produjo la revalorización
de los postulados neoplatónicos, en Italia los cuales quedaron plasmados como
documento en magníficos frescos de Rafael. Uno de ellos “La escuela de Atenas”
celebra la investigación de la verdad racional, la FILOSOFÍA, y es donde se honra las
cualidades máximas del espíritu humano, LA VERDAD, EL BIEN y LA BELLEZA. En
otro fresco, en el consagrado a la LEY, se exaltan las tres virtudes a que podían aspirar
los hombres: LA PRUDENCIA, LA TEMPLANZA y LA FORTALEZA.
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Como el paso del tiempo ha ido alejando tanto estas épocas del presente se ha
agregado una cuarta: la Época contemporánea cuando se intensificó la tendencia a la
modernización. Fue la era de los descubrimientos científicos, el S.XIX o siglo de la luces,
con el triunfo y desarrollo de fuerzas económicas y sociales que llevaron a la creencia
de una cercana victoria sobre la ignorancia y la servidumbre por medio de la ciencia y
de las diferentes doctrinas sociales que tenían como finalidad la búsqueda de la felicidad
del ser humano y que equivocados o no y a pesar de que implicaron terribles y
devastadoras guerras que marcaron este período, siempre tuvieron como objetivo el
bien común, inspirados en la razón y en la validez de los viejos valores morales y éticos.
Resumiendo podemos decir que durante la modernidad el Hommo Sapiens Sapiens dio
un salto imponente en su evolución cuando se dedicó a buscar en que habitaba
buscando unificar todos los conocimientos que iba adquiriendo, tanto los científicos ( lo
verdadero de los griegos) como los morales (lo bueno) y los artísticos (lo bello) para
conseguir el control de las fuerzas naturales y lograr así el progreso Social entronando
a “la diosa razón” lo que generó la aparición de grandes utopías, tanto sociales como
políticas, económicas, tecnológicas, industriales etc.
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Según Eladio Urbina los hombres modernos se identificaron con Prometeo el dios griego
que por haber entregado el fuego a los hombres debió transcurrir el resto de su
existencia encadenado a una roca, sufriendo atroces dolores al ser sus órganos
devorados diariamente, los cuales volvían a crecer indefinidamente como condena de
haber puesto en marcha la evolución de los seres humanos.
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Los objetivos que se plantearon en la modernidad son sin lugar a dudas los más caros
a la humanidad. El problema no estaba en ellos sino en los medios que se estaban
utilizando los que llevaron en los años sesenta a una nueva crisis en el mundo, en un
tiempo de guerras, discriminaciones y conflictos de todo tipo, lo que generó la reacción
fundamentalmente de la juventud que buscó separarse y diferenciarse de sus mayores
surgiendo diferentes movimientos de protesta por Ej. El movimiento Hippie con sus
banderas de anarquía y no violencia, los Beatles con sus baladas de crítica, la lucha por
la liberación de la mujer, contra la discriminación étnica y de los homosexuales entre
otros.
Y el viento sopló, y se hizo temporal y otra vez la ley del péndulo se cumplió haciendo
que los seres humanos terminaran siendo arrastrados para el otro extremo.
El hombre posmoderno comienza a sentir que el proyecto moderno es muy arduo y no
lo acepta más diciéndose: dejemos la roca abajo y disfrutemos de la vida ya que ésta
es muy corta para desperdiciarla así. Se abandonan entonces los ideales y se decide
disfrutar del presente con una actitud despreocupada. Es el tiempo del “YO”.
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Por ejemplo insistían en “tú eres la persona más importante para ti mismo” lo cual no es
lo mismo que “tú eres la persona más importante” que muchos interpretaron, olvidando
que los derechos de cada uno terminan donde comienzan los de los demás.
Asimismo llevaron a la presentificación de la vida. Todo tiene que lograrse “ahora”, “ya”
se olvida del valor de la afirmación de Kierkegard –“La vida sólo puede ser comprendida
mirando para atrás y sólo puede ser vivida mirando para adelante”.
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No hay prejuicios de aceptar explicaciones por más irracionales que éstas sean. Van
junto con lo científico, o a veces por delante. En lo religioso se estructura un mundo
metafísico mezclando en un “vale todo” ideas cristianas, judías, hindúes pseudo
científicas, umbandistas, etc.etc.
Con ésta postura de cada cual haga la suya surgen entre otros:
Crisis económicas mundiales tal como se está sufriendo
en la actualidad por la ambición desmedida, sin ética
alguna y sin control, por parte de especuladores
inescrupulosos.
Políticos que engañan y que entre muchas otras cosas
permiten por ej. la venta de armas a países pobres con
conflictos internos o guerras abiertas mientras se desgarran las ropas por la existencia
de las mismas y rechazan a los inmigrantes que logran acceder a sus tierras.
Los policías corruptos. Autoridades policiales traficando armas y drogas. A otros niveles
los “poliladrones”.
La mentira descarada en los medios. Las noticias son adaptadas a las convicciones o
necesidades de cada uno. Las mismas dejan de ser imparciales.
Mal uso de recursos tecnológicos estupendos, por ejemplo Internet usado para
pornografía infantil y prostitución explícita entre otros muchos usos inadecuados
mientras algunos se ocupan de crear distintas formas de destruir equipos e información
a través de virus, gusanos u otros recursos.
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Pero, también es cierto, que con los años nos volvemos cada vez más exigentes y
quizás no debamos asustarnos o escandalizarnos por la situación sino que debemos
conversar de ello para concienciarlo. Con la ocultación y el miedo no se gana nada y
algo que podemos ofrecer son nuestras propias palabras.
Debemos hablarlo y ver como apoyar desde nuestro lugar a esas personas que integran
esos núcleos sanos que resisten en nuestra sociedad y que son nuestra esperanza: los
que continúan estudiando, trabajando, investigando y creando como forma de
satisfacción personal y para servir a los otros.
Como dijo Borges “Sé que para volar solamente se requiere dar fuerzas a las alas de
nuestra imaginación y tomar rumbo hasta donde la nada existe”.
…………::::::………
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Administración TEMA 3
de la Justicia
Competencia:
Conocer la administración de la justicia.
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Actualmente hay caos, zozobra en la administración de justicia. Los hechos que a diario
se denuncia, ha motivado señalar, que la administración de justicia en el Perú requiere
de un cambio para solucionar los problemas que tiene y así responder a las necesidades
de los usuarios y recuperar el prestigio de los jueces y de la institución. Pues el sistema
judicial abarca a personas e instituciones públicas y privadas que no están en el Poder
Judicial como son, entre otras, el Tribunal Constitucional, el Ministerio de Justicia, los
abogados, las facultades de Derecho, los colegios de abogados y los estudiantes de
Derecho; todos tienen un compromiso pero se diluye en el silencio o simplemente con
hechos bochornosos, que cuestiona de la proba e idónea administración de justicia, que
desde la formación de los operadores de justicia hasta el ejercicio profesional y de cargo
público no cumplen tal rol.
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Sin bien es cierto que esta Institución constitucionalmente está asignada en nombre del
Estado ejercer la administración de justicia mediante sus órganos jurisdiccionales, pero
en la práctica por la lucha de poderes - “control de poder”- no se le ha dado el lugar que
le corresponde, por el contrario, se le ha invadido de personas con filiación política o
vinculados con las denominadas mafias, y los integrantes no atinan a librarse de las
acusaciones o señalamiento de los yerros. La justicia, así es literatura, solo un ideal,
jamás será una realidad, y los administrados a merced de la injusticia y en los sueños
de lo injusto. Evidentemente perjuicio más perjuicio.
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Nuestro tratadista señala que durante “la segunda mitad del siglo XX, la conciencia
sobre la necesidad de superar la discriminación contra las mujeres, ha producidos
significativos avances en el ámbito legislativo internacional. La Declaración Universal de
los Derechos Humanos de las Naciones Unidas del 10 de diciembre de 1948, proclama
que su contenido se aplica a todos los seres humanos de manera incondicional y sin
distingo de raza, color, sexo, idioma.” 21
Tal normatividad, fue el inicio legislativo para que los diferentes estados, ya de manera
voluntaria o de manera obligatoria, regulasen la incorporación de la mujer en la
administración pública, evidentemente también en la administración de justicia. Ello no
se pretenda indicar que la mujer nunca expreso su cuestionamiento a la línea machista,
por el contrario, se la enfrentó y lucho contra ella.
21
Paulino Rueda Romero. La Administración de Justicia en el Perú: Problema de Género.
http://www.usmp.edu.pe/derecho/instituto/revista/articulos/articulo_Dr_PaulinoRueda.pdf
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A la respuesta, que para estos efectos es tautológica, respecto a que la función del
derecho es, a partir de un mínimo de coacción necesaria, permitir el ejercicio de la
libertad, la sociología ha precisado en qué sentido el Derecho, y por lo tanto la actividad
de los jueces, es necesaria al funcionamiento de una sociedad moderna que le reconoce
capacidad de decisión y acción libre al individuo.
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Pero, según un estudio realizado en 1994 por el Instituto Gallup de Argentina "La justicia
padece actualmente una profunda crisis de credibilidad dentro de la sociedad. Esta falta
de credibilidad genera en la población opiniones negativas que apuntan, principalmente,
a la excesiva lentitud o demora en la resolución de las causas y a su creciente
politización. A los ojos de la población la justicia deja entonces de cumplir su función
esencial: deja de ser justa y equitativa.
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Todos los sectores de la sociedad concuerdan mayoritariamente que algo debe hacerse
para solucionar este problema, pero no coinciden en un plan de reformas para lograrlo.
Por otra parte, se debe tener en cuenta que para solucionar el problema deben coincidir:
el gobierno, los miembros del Poder Judicial, las Asociaciones de Magistrados y
Funcionarios, Colegios de Abogados, Uniones de Empleados, Instituciones
gubernamentales, ONGs dedicadas al tema, y la sociedad en general ya que la
respuesta al problema no se puede encontrar en forma independiente sino todos los
sectores involucrados.
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El Nivel TEMA 4
Prudencial
Competencia:
Analizar el nivel prudencial.
113
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22
Carlos I. Massini Correas. Determinación del Derecho y Prudencia. El conocimiento jurídico concreto y su hábito
intelectual. http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo57/files/det_del_dcho_y_prud.pdf
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Se trata, por tanto, de un hábito o virtud – disposición operativa hacia el bien – radicado
en el entendimiento en su uso práctico (no se trata aquí de otro entendimiento, sino del
mismo que tiene a su cargo la teoría, pero ordenado a la dirección de la praxis), que
tiene por objeto propio la formación, dirección o valoración ética de la acción humana
concreta.
“Hay que reconocer que la prudencia – escribe Santiago Ramírez – es una virtud sui
géneris, por ser una virtud intelectual que se ocupa exclusivamente de cosas morales
(…). Su materia es moral, aunque su forma sea intelectual. Porque esa materia es
primordialmente buena o mala, por ser objeto del apetito (…), y como tal pertenece a
las virtudes meramente morales. Pero puede considerarse también en cuanto ordenable
por la razón práctica, es decir, como materia de consejo, de juicio y de precepto, o sea,
como verdad práctica, y entonces corresponde a la prudencia”, en su condición de
hábito intelectual.
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En este último sentido, y en cuanto esa información racional resulta indispensable para
la eticidad del obrar, la prudencia participa del carácter ético de la conducta que regula
y dirige. “En realidad – precisa Ramírez – es más intelectual que moral, porque es
formalmente intelectual y sólo materialmente moral, en cuanto que aplica los principios
de la razón práctica a la materia moral”.
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b) esta prudencia jurídica tiene mayor o menor grado de intervención en los diferentes
momentos o dimensiones en los que se divide el proceso de aplicación del
derecho: lógico, de teoría del derecho, de calificación jurídica y de interpretación;
pero en todos ellos participa, unificando y sintetizando estos momentos y
ordenándolos hacia el imperativo jurídico concreto,
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que establece e impera lo que es justo en cada caso; puede decirse que la
participación de la prudencia en estas diversas dimensiones de la aplicación se
incrementa en el trayecto que va desde la perspectiva meramente lógica a la
interpretación jurídica y es la misma prudencia la que, en definitiva, realiza la
síntesis aplicativa estructurando estos diversos elementos hasta culminar en el
imperativo concreto que es el acto más propio de la prudencia; en esta síntesis, la
prudencia parte necesariamente de principios práctico-jurídicos y de normas
generales, pues de lo contrario se caería en un situacionismo relativista y anómico,
pero su normatividad no se reduce a la que proviene de normas y principios, sino
que completa aquella normatividad con la determinación concreta de lo que es
derecho en una circunstancia determinada e irrepetible; en esta determinación se
toman en cuenta elementos particulares, cuya concreción agrega un plus de
valoración y dirección que excede el provisto por principios y normas generales.
118
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Lecturas Recomendadas
ÉTICA Y MORAL Y DERECHO
http://www.fgbueno.es/med/dig/gb96sv1.pdf
Actividades y Ejercicios
1. Ingresa al link "Lectura 03" lee atentamente las indicaciones, desarróllalo y envíalo por el medio
que se indique en la descripción.
Dar tres ejemplos de la administración de justicia.
Hacer una relación de la administración de justicia con los fines del Estado
Opinión crítica de la lectura, respecto a la realidad peruana.
23 En lo que sigue, se utilizara la expresión administración de justicia, con mayúsculas, para designar al bien jurídico en
cuestión. La expresión sin mayúscula designa al concepto tradicional, no penal, de administración de justicia, es decir, la
actividad de los jueces o la función judicial.
24 Ello produce una consecuencia peculiar en el contexto de la dogmática de la Parte especial. Como en cualquier rama del
derecho, la interpretación dogmática y judicial dispone de tres tipos de argumentos interpretativos: lingüísticos, sistémicos
y teleológicos o funcionales. La imposición de la sistematización a partir del concepto de bien jurídico produce como
consecuencia analítica que los argumentos de tipo funcional (objetivo) tienden a coincidir con argumentos sistémicos. Ello
refuerza el peso de la argumentación teleológica y, en parte, permite compensar la orientación a la argumentación formal
impuesta por el principio central de la argumentación jurídico penal, a saber, el principio de legalidad.
119
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En primer lugar, el carácter lesivo de las conductas que típicamente se reconducen a la categoría en
cuestión, para ser entendido con precisión, requiere poder comprender desde el punto de vista de la
configuración de nuestra sociedad cual es la importancia institucional de la actividad de los jueces, cual
es la forma de ejercicio correcto de su oficio, y de que forma un ejercicio incorrecto de su función puede
resultar dañoso social e individualmente.
A partir de ello, y dando cuenta de la función que el derecho cumple en la posibilitación del libre desarrollo
de la personalidad al estructurar condiciones de coordinación de la acción, se sostendrá la tesis que el
fundamento de protección de la Administración de justicia debe reconducirse a este carácter de condición
de posibilidad que ella cumple. Ello, según se sostendrá, permite al mismo tiempo reconocer que en tanto
objeto de protección, la Administración de justicia se encuentra constituida por el conjunto de
condiciones y deberes que requiere la administración de justicia para cumplir, en las condiciones
contingentes de cumplimiento de la función del derecho, con la prestación que entrega a la sociedad. Las
distintas sub-categorías de delitos contra la Administración de justicia atacan presupuestos distintos: así,
por ejemplo, directamente el principio de sujeción al derecho en el caso de la prevaricación, o la necesidad
de confianza en las declaraciones y otras pruebas presentadas en el proceso, en tanto contexto
especialmente protegido respecto de representaciones falsas dada la fragilidad de la posición cognitiva
de los jueces, en el caso de delitos de falso testimonio y otras falsedades en el proceso.
25 Desde Kelsen es, por cierto, problemática la distinción fuerte entre producción y aplicación del Derecho. Según Kelsen, todo
acto de una cadena de validez es, lógicamente, producción y aplicación del derecho, a excepción de ambos extremos, de los
que no forma parte ni la producción típica de este (la ley), ni la aplicación típica de este (la sentencia judicial). Sobre lo
anterior, véase: Kelsen, Hans, Teoría pura del Derecho (México D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1979), pp.
246 ss. Por la razón anterior, suele discutirse la idea de que la función judicial sea simplemente la aplicación de la ley. En
todo caso una cuestión es evidente: la crítica de Kelsen no funciona en el mismo plano que la distinción reseñada. La
distinción entre creación y aplicación como correlato de la distinción entre legislación y jurisdicción no es una distinción
pura de lógica normativa, como lo pretende Kelsen, sino una distinción de alcance (alcance normativo general vs. alcance
normativo particular), de justificación argumentativa (justificación normativamente innecesaria para la validez de la norma
vs. justificación como fuente de la validez de la decisión judicial) y una distinción política (creación como lo propio de la
legislación, políticamente legitimada vs. Aplicación como lo propio de la jurisdicción, sin legitimación política salvo en su
vínculo institucional y profesional con la ley). El propio Kelsen reconoce, aunque los presenta como diferencias de grado, las
dos primeras distinciones relativas a la aplicación y creación de derecho.
26 Cfr. Habermas, Jurgen, Facticidad y validez (4a edición, Madrid, Trotta, 2005), pp. 200 ss.
120
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En ese sentido, y pese a que parezca intuitivamente que se trata de dos conceptos fácilmente discernibles,
Derecho y administración de justicia manifiestan una dependencia reciproca tan fuerte que puede hacer
parecer ilusoria la distinción entre ambos. Tanto el normativismo radical como el realismo radical, de
hecho, defienden su confusión27.
Por lo mismo, la función de la administración de justicia reproduce, al menos, una parte de la función del
Derecho. Ya en la construcción de la idea misma de una función estatal específicamente aplicadora de
Derecho, se manifiesta conceptualmente el vínculo de la función de lo que debe ser aplicado, con la
prestación que se entrega al aplicarlo. Este vínculo conceptual se manifiesta, asimismo, en tradiciones
jurídicas determinadas y en la historia de las instituciones. Así lo hace históricamente de forma
particularmente clara en la Ilustración. A la concepción continental de la Ilustración de la función del
Derecho como coacción necesaria para la compatibilidad y el ejercicio de la libertad determinado
precisamente por quienes ven afectada su libertad28, subyace la idea de la separación de poderes y del
ejercicio independiente pero vinculado a la ley de la función judicial, como una condición necesaria del
cumplimiento de la función del Derecho. Esta forma de estructuración institucional de la administración
de justicia, que puede parecer intuitiva en la actualidad, solo es conceptualmente necesaria bajo esa
construcción del Derecho y, de hecho, fue este cambio en la comprensión de su función el que llevo a una
estructuración institucional de este tipo. Como presupuesto de aplicación, la separación de poderes solo
es contingentemente necesaria para permitir la libertad de los ciudadanos, e incluso puede ser
contraproducente al establecimiento de un Estado externamente poderoso o para llevar a cabo cambios
sociales radicales29. En su exposición, Montesquieu es sumamente claro al vincular la separación de
poderes al objetivo específico de permitir el ejercicio de libertades, utilizando reiteradamente expresiones
como “il n’y a point de liberté”30 cuando se reúnen dos o más poderes. La separación de poderes como
condición esencial del ejercicio de la actividad judicial no tiene una explicación funcional para la
maximización de la eficacia del poder, sino una justificación relativa a la libertad de los ciudadanos, y por
ello nace con la identificación de una función liberal del Derecho.
La ideología de la Revolución Francesa, y la institucionalización de esta, marcaron de forma aún más
directa esta relación. Conforme a esta, el Derecho no solo sería una condición para el ejercicio de la
libertad, necesario para articular el posible conflicto de varias libertades en juego, sino que además el
Derecho seria directamente una manifestación de la libertad de los ciudadanos 31.
27 Como se verá más adelante, en materia de bien jurídico manifestar una confusión entre ambos, y constituir a los delitos
contra la administración de justicia en delitos contra el Derecho conduce a una dificultad importante. Ello lleva
necesariamente a tener que, o bien, distinguir entre administración de justicia, como bien jurídico, y administración de
justicia, como concepto autónomo, o bien tener que defender la diferencia conceptual entre Derecho y administración de
justicia. Pese a que del trabajo puede deducirse, correctamente, que presupone una distinción como la segunda, hacer el
trabajo argumentativo correspondiente excede el interés y las posibilidades del presente artículo. Por ello debe asumirse
que, al menos, hay una distinción necesaria entre “administración de justicia” –concepto penal– y “administración de
justicia” –concepto de teoría del Derecho.
28 Montesquieu, De l’esprit des lois (Paris, Gallimard, 1995), pp. 327 ss. En materia penal ello corresponde a la fundamentación
de Feuerbach de la pena, inspirada en la filosofía kantiana del derecho. A su vez, la concepción kantiana del derecho es
central en la comprensión de las relaciones entre derecho, libertad y moralidad en la filosofía ilustrada. Sobre ello, véase:
Kant, Immanuel, La metafísica de las costumbres (Madrid, Tecnos, 2002). Respecto de la conexión con Feuerbach, Jakobs,
Gunther, La pena estatal: significado y finalidad, en El mismo, El fundamento del sistema jurídico penal (Lima, ARA Editores,
2005), pp. 32 ss.
29 Esto se encuentra en la base de la crítica de Schmitt a la supuesta preponderancia puramente teórica de una concepción
parlamentaria del Estado a través del concepto de voluntad general. Según Schmitt, el parlamentarismo jurídico constituye
antes una solución de compromiso, adaptada a necesidades políticas contingentes, frente a la posibilidad de estructurar el
derecho de forma puramente conservadora (Estado jurisdiccional, en el que los tribunales defienden el statu quo de lo justo)
o de forma radicalmente rupturista (Estado gubernativo, en el que el poder central tiene mayores facultades de llevar a cabo
cambios relevantes). Cfr. Schmitt, Carl, Legalidad y legitimidad (Granada, Comares, Colección Critica del Derecho, 2006), pp.
1 a 8.
30 Montesquieu, cit. (n. 6). La mejor traducción de esta expresión al español es, tal vez, simplemente “No hay libertad”. Pero la
fórmula que elige Montesquieu tiene por objeto reforzar la idea de lo que falta, por sobre la negación simple“il n’y a pas de
liberté”.
31 Rousseau, Jean Jacques, El contrato social y otras obras (Buenos Aires, Losada, 2003), pp. 67 a 77; Garcia de Enterria,
121
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Por ello, la administración de justicia no solo tendría que configurarse como poder independiente, sino
que además esta agotaría sus posibilidades de actuación en la aplicación puramente mecánica de la ley:
solo ella podría ser considerada coacción originada en la voluntad del propio sujeto coaccionado.
Cualquier forma de creación o de discreción de los jueces seria manifestación de la voluntad de este y no,
en cambio, de la voluntad general, expresión de la libre determinación ciudadana en la interpretación
formalista de Rousseau. Ello la haría injustificable32. El rechazo a la discrecionalidad y a la concesión de
facultades creativas al juez dio lugar durante la Primera Republica a la instauración de un sistema
institucional en el que en cualquier caso difícil, en que la ley no resultara claramente aplicable o existiera
un conflicto de normas, el juez debía dirigirse a la Asamblea Legislativa, representante formal del pueblo,
para que esta se manifestara respecto de la verdadera interpretación de la ley en cuestión, o solucionara
eventuales vacíos legales33. Este es probablemente el ejemplo más fuerte de la construcción de un vínculo
claro entre la concepción de la función del Derecho y la configuración de la actividad judicial, así como de
la influencia directa que la concepción que se tenga de la función del derecho tiene sobre los deberes y
prohibiciones de la administración de justicia.
Pese a la superación, dada sus propias imposibilidades y producto del desarrollo de la teoría de la
argumentación jurídica, de la posibilidad de un positivismo puramente legalista, la justificación liberal del
Derecho sigue siendo, en una sociedad republicana y democrática, la forma más verosímil de reconstruir
la función de este, sobre todo a la luz del mantenimiento de una configuración institucional parcialmente
vinculada a la concepción ilustrada, en virtud de la cual el postulado de que la administración de justicia
tiene por objeto posibilitar el libre desenvolvimiento de la personalidad sigue siendo su mejor
justificación.
Sin embargo, desde el punto de vista de la configuración liberal del Derecho penal, entender que la
posibilitación del ejercicio de la libertad es el objeto de protección de una clase de delitos determinada,
es una respuesta demasiado vaga e imprecisa como para ser aceptable. La justificación liberal del Derecho
penal derivada de la Ilustración precisamente constituye a todos sus bienes jurídicos, en algún nivel, en
objetos de protección del libre desenvolvimiento de la personalidad34. Convertir a los delitos contra la
Administración de justicia en una especie de meta-categoría que protege todos los otros bienes jurídicos
y a la libertad general de acción, no solo daría lugar a una construcción poco interesante por no tener
posibilidad de aplicación alguna, tal como lo sería constituir a los delitos contra la libertad en una categoría
omnicomprensiva o subsidiaria35, sino que además sería sumamente inverosímil dada la especificidad de
los delitos contra la administración de justicia.”
32 Garcia de Enterria, cit. (n. 9), pp. 38-41. En materia penal, particularmente relevante desde un punto de vista histórico:
Beccaria, Cesar, De los delitos y las penas (México D.F., Fondo de Cultura Económica, 2000), p. 220.
33 Sobre el “refere legislatif”, véase: Garcia de Enterria, cit. (n. 9). Más allá de sus problemas prácticos y de la deformación de
la distinción entre razonamiento universal centrado en la legislación y razonamiento particular centrado en el juez, la
referencia legislativa descansaba sobre un presupuesto errado. Su fundamento se basaba en la idea que permitía conciliar
un caso sin voluntad universal con la voluntad universal a través de una manifestación concreta de esta, de forma tal de
respetar el derecho del individuo a no ser sometido a coacción externa. Pero este fundamento se desentiende de la
dimensión de legitimación temporal (base de las prohibiciones de retroactividad) que subyace al problema de la autonomía.
No se trata solo que el sujeto haya prestado formalmente su consentimiento a la aplicación de la coacción por la infracción
de la norma, sino que lo haya hecho antes de infringir la norma. Si la norma aparece como expresión universal de la voluntad
de forma retroactiva, es indudable que hay imposición de una voluntad (ahora colectiva) heterónoma al sujeto coaccionado.
34 Esta consideración es la que constituye la dificultad en la demarcación de la libertad como objeto general de protección y la
libertad como bien jurídico especial, ya que “estrictamente considerado, todo delito es un delito contra la libertad”,
Tittmann, Karl August, Contribuciones a la doctrina de los delitos contra la libertad (Meiβen, 1806) (traducción de Bascunan
Rodriguez, Antonio); véase también: Carrara, Francesco, Programa de Derecho criminal (Bogotá, Editorial Temis, 1958), II,
pp. 323 ss. .
35 Sobre el particular, véase: Bascunan Rodriguez, Antonio, La regulación española de la coerción en el marco de la codificación
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Autoevaluación
1) Entre las diferencias indicadas, entre Ética y Moral, señalar la que no
corresponde
Moral Ética
A Cumplo una promesa hecha Razonamos que los pactos han de
ayer. cumplirse siempre.
B Ayudo voluntariamente a un Me pregunto sobre qué tiene más valor
compañero. moral.
C Decido si tengo que ser o no Reflexiono sobre principios sin valores
sincero.
a. La A y B.
b. La B.
c. La C.
d. No hay opción incorrecta.
e. La A.
2) Señale quien dijo: “el mundo siempre fue y será una porquería”
a. Enrique Santos Discépolo.
b. Enrique Santos Discípulo.
c. Enrique López Albujar.
d. Enrique Hernández.
e. Enrique Alonso Albujar.
4) “La .... sólo puede ser comprendida ....... para atrás y sólo puede ser .....
mirando para adelante”
a. vida – mirando – vivida.
b. moral – mirando – entendida.
c. vida – viendo – vivida.
d. Vivida – mirando - vida.
e. Moral – viendo - vida.
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Resumen
UNIDAD DE APRENDIZAJE III:
Desarrollamos sobre la Ética, la Moral y el Derecho. Tres temas básicos del curso. La
Ética es una rama de la filosofía dedicada a las cuestiones morales. La moral orienta
acerca de qué acciones son correctas (buenas) y cuales son incorrectas (malas). Se
ha establecido las diferencias entre la Ética y la Moral, y como se tiene explicado la
moral trata sobre nuestros actos correctos o incorrectos y la Ética trata sobre la moral,
estudia el origen de los conflictos morales, sus consecuencias. Sobre estos dos temas,
el tratadista Aranguren, a lo que, llama a la ética: moral pensada y a la moral: moral
vivida.
Se trata con un tema actual y crítico, la sociedad y los valores éticos. Este tema se ha
considerado tratarlo, teniendo en cuenta los cambios sociales como consecuencia del
avance de la tecnología, la cibernética, la informática, no solo local sino internacional.
Lo que ofrece la comunicación vía INTERNET, como es recepcionada por la sociedad
especialmente la juventud, pero como quedan los valores, la moral, la ética, como
explica la Dra. Zoe Valdomir, la sociedad actual está en crisis de valores. La
comunicación familiar, no se dá, en clases los alumnos en vez de atender al docente o
expositor prefieren el chateo, etc. El respeto como valor y práctica, se soslaya,
peligrosamente y permite que campos negativos, incorrectos permitan y sobre alimenten
con el mal denominado corrupción.
Sobre la prudencia como practica en la toma de decisiones del juzgador, sobre todo en
sus argumentos o motivaciones. Sobre la prudencia se ha recopilado algunas
conclusiones que la consideramos importantes y que se debe tener en cuenta.
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Introducción
a) Presentación y contextualización:
El estudiante desarrolla una actitud analítica y crítica sobre la realidad jurídica y las
razones filosóficas jurídicas en lo civil y comercial.
b) Competencia:
Comprende la relatividad de la realidad jurídica, Los derechos, deberes y las
normas naturales, Define la importancia de las razones filosóficas del derecho
civil y derecho comercial y Reconoce los antecedentes del Derecho penal.
c) Capacidades:
1. Identifica el derecho natural, su historicidad y la relatividad de la realidad jurídica.
2. Reconoce los derechos, deberes y las normas naturales.
3. Desarrolla las razones filosóficas de derecho civil, protección social y buena fe.
4. Analiza las razones filosóficas de derecho comercial, Antecedentes, el proceso
según la filosofía.
d) Actitudes:
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Derecho Natural,
Su Historicidad y
TEMA 1
la Relatividad
de la Realidad
Jurídica
Competencia:
Identificar el derecho natural, su historicidad
y la relatividad de la realidad jurídica.
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Desarrollo de los Temas
Tema 01: Derecho Natural, Su Historicidad y
la Relatividad de la Realidad Jurídica
Definiendo el concepto derecho natural, primero la palabra derecho que deviene del latín
directum, el término derecho puede traducirse como aquello “que está conforme a la ley”
y permite desarrollar postulados de justicia que constituyen la organización de las
instituciones y las normas que rigen una sociedad.
Luego la palabra: Natural, por su parte, es lo que está vinculado a la naturaleza. Este
término tiene múltiples significados y puede referirse a lo esencial de un ser, al conjunto
de los fenómenos físicos y elementos del mundo terrenal y a la cualidad de algo, entre
otras cosas.
De ambos conceptos se desprende la idea de derecho natural, que está formado por los
postulados acerca de la justicia que se inspiran en la condición natural del hombre. Estos
principios buscan materializarse a través del derecho positivo o efectivo, que está
formado por las leyes dictadas por el Estado (que tienen que ser respetadas, de manera
obligatoria, por todas las personas) para mantener el orden social.
El derecho natural (o, en latín, Ius naturale) no puede ser definido con precisión, ya que
su concepción ha variado a lo largo de la historia. Por lo general, el derecho natural es
fundamentado en un ente abstracto natural que resulta superior a la voluntad de las
personas (como Dios).
129
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Éstos se pueden definir como aquellos de los que es titular el hombre, no por graciosa
concesión de las normas positivas, sino con anterioridad e independientemente de ellas,
y por el mismo hecho de ser hombre, de participar de la naturaleza humana (A.
Fernández-Galiano). Los orígenes remotos de la idea de Derecho Natural se encuentran
en Platón (s. IV a.C.), particularmente en su obra "República" y "Leyes". En su Ética
nicomáquea, Aristóteles, por su parte, distingue entre la justicia legal o convencional y
la justicia natural. Esta última hace referencia a aquello "que en todo lugar tiene la misma
fuerza y no existe porque la gente piense esto o aquello" (V, 7).
En el mismo lugar, Aristóteles insiste en que las leyes naturales no son inmutables, pues
en la propia naturaleza humana hay cambios naturales debido a principios internos de
desarrollo. Y el ser humano tiene como rasgo fundamental la racionalidad que permite
indagar en la vida característicamente humana.
130
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Este aspecto de la racionalidad será retomado por el Estoicismo desde otro punto de
vista. La naturaleza humana forma parte del orden natural. La razón humana es una
chispa del fuego creador, del logos, que ordena y unifica el cosmos. La ley natural es
así: ley de la naturaleza y ley de la naturaleza humana, y esta ley es la razón. Y esa
razón ha sido implantada por la divinidad o los dioses. Como la razón puede pervertirse
al servicio de intereses fuera de la propia razón se decía que la ley natural es la ley de
la recta o sana razón.
De este modo, Cicerón (s. I a.C.) afirmará que para el hombre culto la ley es la
inteligencia, cuya función natural es prescribir la conducta correcta y prohibir la mala
conducta -es la mente y la razón del hombre inteligente, la norma por la que se miden
la justicia y la injusticia (Leyes, 1.VI). Cicerón escribe en el contexto de la formación del
Derecho romano, el cual es fundamental para la idea de Estado de Derecho, y tiene
como fuente intelectual el Estoicismo.
131
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Fue santo tomas de Aquino (1225-1274) quien dio a esta doctrina su más perfecto
desarrollo. Hay tres clases de leyes o de sistemas jurídicos que derivan jerárquicamente
el uno del otro: la ley eterna es la razón divina que gobierna al mundo físico y moral, y
no puede ser conocida sino a través de sus manifestaciones; la ley natural es "la
participación de la ley eterna en la criatura racional", y podemos conocerla con "la luz
de la razón natural, por la que discernimos lo que es bueno y lo que es malo"; y la ley
humana deriva racionalmente de la anterior para "disponer más particularmente algunas
cosas".
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Los Derechos,
Deberes y las TEMA 2
Normas
Naturales
Competencia:
Reconocer los derechos, deberes y las
normas naturales.
136
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¿QUÉ ES EL DERECHO?
Si el hombre tiene el deber de obrar el bien, debe
tener también el poder de hacerlo sin que nadie se
lo impida. A esta facultad que tiene el hombre se
denomina derecho. El derecho es el poder que el
hombre tiene para hacer, omitir, poseer o exigir algo
de acuerdo a las normas morales o a las leyes civiles.
El derecho puede ser: natural o positivo.
a. El derecho NATURAL es el poder moral que posee toda persona para alcanzar su
propia perfección, siendo el camino señalado por la ley moral, es decir, por la propia
conciencia. El derecho natural es inviolable, absoluto, universal y puede ser
exigido por la fuerza.
El derecho natural es inviolable, no porque no pueda ser violado por la fuerza bruta,
sino porque no debe serlo jamás: nada en el mundo podría autorizar la injusticia. Es
absoluto porque contra él no puede prevalecer ni el capricho, ni el interés, ni el
sentimiento, ni la fuerza. “No existe derecho contra el derecho”.
Es universal, como el deber: resulta tan imposible concebir un hombre desprovisto
de todo derecho, como liberado de todo deber.
137
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b. El derecho positivo es la facultad que tiene el hombre para hacer, omitir, poseer o
exigir algo de acuerdo con las normas jurídicas que rigen en toda sociedad
organizada.
Estas normas jurídicas se distinguen de las normas morales porque varían según
las épocas y los países. Además, su violación produce sanciones exteriores
únicamente.
El derecho positivo comprende los derechos sociales, civiles y políticos que
estudiaremos más adelante.
¿QUÉ ES EL DEBER?
El hombre emplea bien su libertad cuando cumple con su
deber. El deber es la obligación de hacer o de no hacer algo.
El deber es aquello a que el hombre se siente obligado por la
ley moral o por las leyes civiles. En general, el deber es lo que
el hombre necesita cumplir si quiere alcanzar su propia
perfección. El deber es un mandato, es una orden que
conduce al bien. Debo hacer todo lo bueno (debo estudiar, debo acatar las normas
morales, debo respetar las leyes civiles) y al mismo tiempo debo evitar todo lo que me
aparte del bien. Violar el deber, es provocar el desorden moral.
138
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Junto al deber que impone la ley moral existe otro deber que imponen
las leyes civiles. Las leyes civiles varían de acuerdo con los tiempos
y las circunstancias. Están hechas por los hombres y para los
hombres de tal o cual país.
Mientras la ley moral alcanza a todas nuestras acciones y debe ser
obedecida por respeto hacia ella misma, las leyes civiles no castigan
más que las acciones que amenazan el orden público y la moral o perjudican a un
tercero.
A pesar de estas diferencias, existen vínculos estrechos entre la ley moral y las leyes
civiles. La legislación civil debe basarse en la moral. Pues entre la norma moral y la
norma jurídica existe un mínimo de relación (Teoría del Mínimo Moral).
139
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A lo sumo, se puede admitir que los indigentes y los necesitados tienen el derecho de
ser socorridos y que ellos pueden reivindicar ante la sociedad en general lo que
necesitan para su conservación. Esto sería una consecuencia de su derecho a la vida.
NORMAS NATURALES
Los seres humanos vivimos entre iguales. Nuestra igualdad de
naturaleza es la fuente de los derechos humanos y de sus
correspondientes deberes: exigencias racionales de ámbito
universal que, desde Sócrates, han sido denominadas leyes no
escritas, y también ley natural. Si la ley escrita supone un avance
notable en la organización de la sociedad, el descubrimiento y
respeto de leyes no escritas, vigentes en la naturaleza, tiene una
importancia similar, pues toda ley humana es, en el fondo, traducción de la ley natural.
La conexión con la ley natural otorga a las leyes humanas su legitimidad.
Todo hombre, al preguntarse por qué obligan las leyes, intuitivamente sabe que el mero
ejercicio del poder no constituye su fundamento, pues tener el poder no es sinónimo de
ser justo. Por eso intuye también que, en última instancia, la ley humana sólo es
verdadera ley cuando respeta la verdad sobre el hombre. Si se aparta de ella, se
convierte en violencia, en ley del más fuerte al servicio de una autoridad corrompida.
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Sería absurdo pensar que todas las leyes e instituciones son justas. ¿Acaso son justas
las leyes de los tiranos? Si el fundamento del Derecho lo constituyera la voluntad de los
pueblos, las decisiones de sus jefes o las sentencias de los jueces, entonces el Derecho
podría consistir en robar, cometer adulterio o falsificar testamentos, si tales acciones
fueran aprobadas por votación o por aclamación popular. Hay, por el contrario, una
distinción entre ley buena y ley mala que sólo puede hacerse desde el criterio de la
naturaleza.
Sería absurdo pensar que todas las leyes e instituciones son justas. ¿Acaso son justas las
leyes de los tiranos?
El punto de partida para entender la ley natural es advertir
que se trata de una evidencia. Y es ésta: la razón no juzga
como indiferentes todos los actos posibles sino que, con
independencia de las leyes humanas, emite juicios de
obligación: debe hacerse esto, debe evitarse aquello. Juicios
anteriores a la acción, que aparecen como una ley del obrar
distinta muchas veces de las preferencias del sujeto. Por tener todos los hombres una
naturaleza común, la ley de esa naturaleza necesariamente regirá a todos: será una ley
universal y objetiva, aunque su conocimiento pueda ser parcial, subjetivo y erróneo.
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En el siglo XIII, santo Tomás de Aquino realizó una importante síntesis entre
aristotelismo y cristianismo, y entendió por justicia el cumplimiento de dos tipos de leyes:
la ley positiva, promulgada por el legislador humano, y la ley natural, impresa por el
legislador divino en la inteligencia humana. A partir de esta idea de ley natural se fue
abriendo paso la creencia en unos derechos naturales de las personas. Esos derechos
serán esenciales en la noción de justicia de la Edad Moderna, y se considerarán innatos,
eternos y evidentes a la razón humana.
Los derechos naturales son afirmados por Locke, Hobbes y Rousseau, filósofos que
entienden la sociedad política como resultado de un contrato social en el que las
personas ceden parte de sus derechos naturales al Estado, para que éste utilice el poder
resultante en beneficio de la paz y la prosperidad de todos. Superado el esquema social
del feudalismo, con sus estamentos cerrados, la justicia tenderá a garantizar a las
personas el disfrute de las libertades fundamentales: las de movimiento, contratación
y religión, entre otras. La nueva
justicia traerá también garantías
procesales y protección a la
propiedad privada, aspectos
indispensables para la estabilidad de
las relaciones sociales libres.
142
UNIVERSIDAD PRIVADA SERGIO BERNALES
El positivismo jurídico niega ese planteamiento y afirma que sólo existen leyes humanas.
Pero ¿qué ocurriría si no existiesen leyes naturales? Sucedería que, antes de promulgar
las leyes humanas, no serían injustos el asesinato ni el robo, por ejemplo. Además, si la
ley humana fuera justa sólo por ser ley, los regímenes políticos que violasen legalmente
los derechos humanos no serían injustos, nadie podría protestar contra ellos, nadie
podría exclamar ¡no hay derecho! En otras palabras, no existirían regímenes tiránicos,
opresores o totalitarios.
En nuestros días, por una parte se impone un positivismo que niega el derecho natural,
y por otra, de forma paradójica se defienden los derechos humanos, versión moderna
de los derechos naturales. Se afirma que los derechos humanos tienen validez
universal, estén o no reconocidos jurídicamente por un Estado. Si no lo están, se
conciben como exigencias morales que los individuos pueden plantear ante los poderes
públicos.
143
UNIVERSIDAD PRIVADA SERGIO BERNALES
Los derechos humanos, tema que tiene íntima relación con el derecho subjetivo. Los
derechos humanos su regulación, su aceptación por parte de sociedades y estados,
debido a los actos oprobiosos que a lo largo de la historia sufrió el ser humano. Situación
que motivo la Toma de Las Bastilla, Francia-1789, por ello la famosa Declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano, aún discriminadora contra la mujer. Después lo
sucedido en la Segunda Guerra Mundial. Motivando que la nueva Organización de las
Naciones Unidas emita la Declaración de los Derechos Humanos (1948), y de allí todo
estado integrante de la ONU debería adoptar en su Constitución la regulación de los
Derechos Humanos; en nuestro país, debido a las presiones sociales, laborales y
políticas de los años 77 y 78, en la Constitución de 1979, se instituyeron los derechos
humanos, como derechos fundamentales, los mismos que han sido recogidos en la
actual y vigente Constitución de 1993.
144
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Las Razones
Filosóficas de
TEMA 3
Derecho Civil,
Protección Social
y Buena Fe
Competencia:
Desarrollar las razones filosóficas de derecho
civil, protección social y buena fe.
145
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36
Galindo Garfias, Ignacio. El principio de la Buena Fe en el Derecho Civil.
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/facdermx/cont/120/dtr/dtr2.pdf
146
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Hay temas que tratar filosóficamente, por ejemplo, la filiación, la herencia, los contratos
en sus nuevas modalidades, y figuras jurídicas que estén actualizadas conforme al
dinamismo socio-económico vigente.
Protección social
Sobre este concepto hay diferentes definiciones y opiniones, dependiendo de la función
a realizar o materia comprometida; desde el punto de vista de la filosofía y el derecho
civil, ¿cómo se entiende la protección social a partir de una relación privada, que regula
el Código Civil?
La conceptuación de protección social no se presenta como algo sencillo, una vez que
existe una diversidad de factores que contribuyen, en mayor o menor grado, a la
satisfacción de las necesidades humanas. Sin embargo, este apartado propone una
búsqueda de una definición general, tomando como base la evolución del concepto de
bienestar social y su consecuente aplicación en el denominado Estado de Bienestar
(Welfare State)37
Dado que bienestar social es “el conjunto de cosas para vivir bien”, es posible considerar
que Protección Social sea el conjunto de instrumentos utilizados por el Estado con
objetivo de promover y mejorar este bienestar. La Protección Social constituye, de esta
forma, un mecanismo de redistribución que trata de minimizar los efectos negativos
generados por la organización social capitalista que pone en la margen una parcela
importante de la población (ORRIOLS; 2002).38 Aquí ya nos adentramos a nuestro tema.
37
Tomado del trabajo titulado. La Protección Social en la Unión Europea.
https://www.uam.es/personal.../Trabajo%20Prot%20Social%202005.doc
38
Id Idem. Pág. 4
147
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Pues, la titularidad de los derechos debe guiar las políticas públicas. Se trata de orientar
el desarrollo conforme al marco normativo de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales, plasmado en acuerdos
vinculantes, tanto nacionales como internacionales.
Esto exige a su vez un contrato o pacto social que
debe materializarse políticamente tanto en la
legislación como en políticas públicas.
39
Todas estas funciones, también es tomado del trabajo precedente.
40
Artículo 1° de la Constitución Política del Perú, 1993.
148
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41
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La Protección Social de cara al futuro: acceso, financiamiento y
solidaridad. © Naciones Unidas • Impreso en Santiago de Chile. 2006. Pág. 14.
149
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La protección social está en el respecto de los derechos subjetivos de las personas, que
toda autoridad pública, debe cautelar, proteger, teniendo en cuenta el fin del Estado: EL
BIEN COMÚN.
Esta protección social, debe tener tratamiento en las diferentes transacciones, sobre
todo las relacionadas a las de consumo, ya de bienes o de servicios. Aquí surge otro
tema vinculado con los derechos de los consumidores.
150
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Las Razones
Filosóficas de
Derecho TEMA 4
Comercial,
Antecedentes, el
Proceso Según la
Filosofía
Competencia:
Analizar las razones filosóficas de derecho
comercial, Antecedentes, el proceso según la
filosofía.
151
UNIVERSIDAD PRIVADA SERGIO BERNALES
En la evolución histórica del Derecho mercantil se pueden distinguir dos periodos bien
diferenciados: el de su delimitación subjetiva como Derecho de los comerciantes en el
tráfico, y el intento que resultó infructuoso de definir objetivamente su concepto; y que
se corresponden respectivamente con la etapa que se desarrolla desde su nacimiento
en el medioevo hasta la codificación del siglo XIX y desde ésta hasta nuestros días.
Estas etapas no coinciden con periodificación de la historia general, pero las edades en
que ésta se divide (en lo que nos interesa Edad Media y Edad Moderna por una parte y
Edad Contemporánea por otra) sí nos pueden servir como referencias para entender
mejor la evolución del concepto y de las fuentes del Derecho mercantil, que, en
definitiva, es lo que se pretende.
152
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Rosa María Montoro Rueda42 señala que existe una estrecha correlación entre Orden
económico, Sistema o Régimen político y Derecho. Esa conexión se hace
especialmente patente en el Derecho mercantil, aunque, como advierte el Prof. E.
Langle, el Derecho mercantil positivo obedece más a necesidades prácticas que a
principios ideológicos. Estas prácticas obedecen a satisfacer las necesidades de los
consumidores en general.
El Derecho mercantil, como otras ramas del Derecho, obedece, en su configuración y
desarrollo, a supuestos de carácter económico y político. Esto hace que el Estado
marque su ausencia en el control de precios y de entrega de mercadería.
42
Rosa María Montoro Rueda. Economía, Poder y Derecho Mercantil. (Tres puntos de vista sobre el Derecho Mercantil como
categoría histórica)
43
CIURO CALDAN, Miguel Ángel. Filosofía y Sistema del Derecho de la Integración. http://www.corteidh.or.cr/tablas/15393a.pdf
pág.30.
154
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Sobre la globalización y el derecho, Paulino Rueda Romero, nos señala que desde hace
algunas décadas la globalización “forma parte del análisis de diversas agendas
intelectuales y políticas. Ello obedece a la necesidad de responder a las interrogantes y
problemáticas que plantean las transformaciones actuales en las relaciones e
instituciones sociales y económicas.”44
44
Rueda Romero, Paulino. Filosofía y Globalización del Derecho.
http://www.derecho.usmp.edu.pe/instituto/revista/articulos/paulino_rueda/paulinos_Filosofia_y_la_Globalizacion_del_Derecho.
pdf.
155
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Es claro que el tema del derecho comercial ya no es un tema interno sino externo, hoy
se le reta con la globalización, por lo que se debe ser objeto de estudio desde el punto
de vista de la filosofía del derecho y de la ciencia del derecho, pero como se ha
expresado teniendo en cuenta la integralidad y la vinculación que existe entre las
diferentes materias jurídicas y la realidad socio económico nacional y mundial.
45
Id ídem.
156
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Lecturas Recomendadas
LA NATURALEZA DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO
http://publicaciones.ua.es/filespubli/pdf/02148676RD47031396.pdf
Actividades y Ejercicios
1. Ingresa al link "Lectura 04" lee atentamente las indicaciones, desarróllalo y envíalo por
el medio que se indique en la descripción.
Extraer las ideas principales, como mínimo en dos páginas.
Según la lectura porque es importante la Justicia.
Plantear cinco problemas relacionados con la Justicia, a partir de la lectura.
Ius natural y derechos naturales46
Frank van Dun
Sección I: Ius natural
1. El concepto de ius natural
La palabra “ius” significa orden, por lo tanto, el ius natural es simplemente el orden natural. En el sentido
en el que el ius natural es relevante para los juristas, éste es el orden natural de las personas,
específicamente el orden de las personas naturales: seres humanos capaces de actuar racionalmente y
teleológicamente, de hablar y de pensar. En pocas palabras, el ius natural es el orden natural del mundo
de los hombres.
Las leyes son los patrones de un orden. Por lo tanto, las leyes naturales son los patrones del orden natural,
y en el sentido jurídico relevante, los patrones de orden que hay entre las personas naturales.
2. Teoría y praxis del ius natural
Un estudiante del ius natural estudia el orden natural del mundo humano. Su principal objetivo teórico es
descubrir e identificar las leyes naturales del mundo de los hombres, es decir, responder a la pregunta:
¿cuál es el ius natural? Claramente, este objetivo teórico no implica ninguna valoración positiva o negativa
de ese orden, su propósito no es argumentar que el ius natural debe ser respetado. El estudio teórico del
ius natural es una empresa libre de valoraciones.
46
Frank van Dun. Ius natural y derechos naturales. Traducido por Luis Eduardo Zamorano Aragón. Tomado de
<http.//allserv.rug.ac.be/-frvandun/Texts/Logica/NaturalLaw.htm>
157
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Obviamente, no sólo juristas sino también economistas, antropólogos y practicantes de otras disciplinas
científicas estudian los patrones de orden del mundo humano. Sin embargo, por ejemplo, mientras los
economistas se concentran en cómo surgen patrones ordenados de acciones coordinadas en el mundo
humano, los juristas se concentran en el orden de las personas en cuanto tal. Se preocupan por las
condiciones en las que las personas humanas pueden ser y son distinguidas apropiadamente unas de
otras, y de otras cosas. Esto implica que igualmente se preocupan por las condiciones en las que las
personas son o pueden ser confundidas unas con otras, o con otras cosas.
El objetivo práctico primario del estudio jurídico del ius natural es la de proponer reglas o principios
prácticos, los cuales, si fueran seguidos por los seres humanos, mantendrían, fortalecerían y
restablecerían el respeto del orden natural del mundo humano. Ellos son los principios y reglas que
constituyen la justicia. La palabra “justicia” significa literalmente aquello que conduce al ius. Al igual que
la palabra “law”, ius denota el orden natural de personas que son capaces de un hablar solemne (latín:
iurare; español: jurar), de hacer y honrar compromisos y acuerdos (que son llamados iura). En pocas
palabras, la justicia es el arte de hacer que el ius prevalezca.
Claro que el objetivo práctico del estudio jurídico del ius natural presupone no solamente que podemos
conocer cuál es el orden del mundo humano, sino también que es un orden respetable –que debe ser
respetado por todos. En su aspecto práctico, el estudio del ius natural no es una empresa libre de
valoraciones. Una parte significativa de la filosofía del ius natural trata del análisis y la evaluación de los
argumentos que se proponen probar o refutar la afirmación de que las personas deben respetar el ius
natural.
La razón obvia (y suficiente para la mayoría desde un punto de vista práctico) del porqué debemos
respetar el ius natural implica primariamente el hecho de que el no hacerlo causa usualmente un daño
inmediato o una pérdida a alguna persona y a la larga termina siendo perjudicial para muchas más. El
daño resulta del hecho que al no respetar el ius natural, ya no se puede distinguir apropiadamente entre
las personas y las cosas, o entre una persona y otra.
Nótese, sin embargo, que la suposición acerca de la respetabilidad del ius natural es compatible con la
suposición de que no respetar el ius natural puede beneficiar, y usualmente lo hace, a aquellos que lo
irrespetan y quizás también a otros. En todo caso, a diferencia de los filósofos utilitaristas, los juristas
iusnaturalistas hacen una distinción, por una parte, entre beneficios adquiridos justamente y daños
sufridos justamente, y por otra, entre beneficios adquiridos y daños sufridos como consecuencia de
acciones injustas. Ellos pueden hacer esto si la distinción entre personas y la distinción entre personas y
otras cosas son objetivas, lo cual es algo que pocos ponen en duda.
Los oponentes del ius natural creen o que no hay un orden natural del mundo humano o sino que no es
respetable. Por lo tanto, ellos no ven ninguna razón de por qué deba alguien respetar las distinciones que
definen ese orden.
3. El ius natural del mundo humano
No hay nada misterioso en relación con el ius natural del mundo humano. Repitámoslo, es el orden natural
de las personas naturales, seres humanos que son capaces de actuar racionalmente y teleológicamente,
de hablar y de pensar.
Cada uno de nosotros es por naturaleza un elemento del mundo humano y cada uno de nosotros es por
naturaleza capaz de hacer, pensar y decir cosas, independientemente de lo que los otros están haciendo,
pensando y diciendo al mismo tiempo.
158
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Esta independencia nos marca a cada uno como una persona distinta de las demás. Es verdad,
obviamente, que las personas dependen de las otras para muchas cosas y que generalmente nosotros
solamente podemos tener éxito en lo que hacemos si contamos con la cooperación pasiva o activa de los
demás. Sin embargo, esa cooperación nunca es automática. Ella debe ser querida. Puede ser otorgada o
negada. Implica nuestra existencia como personas separadas, como personalidades individuales.
El carácter de separación de las personas humanas es el orden natural del mundo de los hombres, el
hecho fundamental que concierne a nuestra vida en cuanto seres racionales. Es fundamental para la
biología, la psicología y la praxeología, para nuestras vidas, pensamientos, sentimientos y acciones.
Sin embargo, el hecho de que seamos racionales no garantiza que seamos personas razonables. Tampoco
garantiza que actuemos y hablemos justamente siempre. Podemos pensar, hablar y actuar
razonablemente y justamente, esto es, cuando se respeta el hecho fundamental de nuestra existencia
como seres separados. También podemos pensar, hablar y actuar de forma no razonable e injustamente,
esto es, cuando inadvertidamente o deliberadamente se lo irrespeta.
Si no respetamos el hecho de nuestra existencia como personas separadas, entonces creamos desorden
en el mundo humano. Esto pasa, por ejemplo, cuando intentamos ocultar nuestra identidad verdadera,
haciendo que otros crean que lo que decimos o hacemos son las palabras o acciones de otros. Pasa cuando
intentamos ocultar la identidad verdadera de otra persona para hacer creer a los otros que sus palabras
o acciones eran realmente nuestras. Pasa cuando unilateralmente tomamos el trabajo de otro y lo
hacemos aparecer como si fuera nuestro. Pasa cuando tratamos a otro como si no fuera una persona sino
una cosa o un animal que nosotros podríamos usar unilateralmente como un medio o un recurso para
nuestros propios fines. Pasa con mayor claridad cuando tratamos a otro como un simple objeto que
podemos golpear o herir a placer. También pasa, y a gran escala, en la mayoría de sociedades políticas
que practican el arte de quitarles a algunos para darles a otros y de gravar o perjudicar a algunos para
darles a otros una “ventaja competitiva”.
Acciones de este tipo crean desorden en el mundo de los hombres porque hacen difícil, y a menos que se
las detenga y se las deshaga rápidamente, hacen imposible el distinguir quién dijo, hizo o produjo algo.
Ellas nos impiden asignar correctamente la responsabilidad, el elogio o la culpa, al hacer confusa la
diferencia entre el productor y el parásito, el criminal y su víctima, el que actúa y el que padece la acción,
el culpable y el inocente, el deudor y el acreedor, etc. En pocas palabras, ellas interfieren, algunas veces
deliberadamente, con los datos que son esenciales para el funcionamiento de nuestra “brújula moral”.
Estas acciones son llamadas correctamente injurias [inuriae] y también injusticias, ya que ellas niegan o
apuntan a negarle a otro lo que es rectamente suyo, en particular, obviamente, su existencia e identidad
como una persona. De hecho, los dos tipos principales de injusticias son, en primer lugar, tratar a una
persona como si no lo fuera, y segundo, tratarla como si fuera otra persona diferente a la que es.
De otra parte, cuando respetamos el hecho fundamental de nuestra existencia como personas separadas,
mantenemos el orden del mundo humano en lo que hacemos y decimos. Ninguna persona es confundida
por una simple cosa o por un animal; ninguna persona es confundida con otra. Entonces, podemos
asegurarnos de que le atribuimos cada palabra, cada acción, cada producto a su autor o dueño verdadero.
Al hacer esto, estamos actuando justamente. En palabras de un gran jurista romano, le atribuimos a cada
uno lo que es suyo47.
Los patrones básicos del orden en el mundo humano son el respeto por las otras personas y su propiedad
(véase la sección II: Derechos naturales), y como consecuencia inmediata, la responsabilidad personal por
los actos propios ya sea que ocurran en el curso de la ejecución de un acuerdo (contratos) o no.
47
3 El jurista romano del que se habla es Ulpiano y la frase en latín es la siguiente: “Iustitia est constans et perpetua voluntas ius
suum cuique tribuendi”. (N. del T.)
159
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Las acciones humanas que son conformes a esos patrones evitan y previenen la confusión acerca de las
personas, lo cual es la esencia de la injusticia. Repitamos, la justicia se ocupa del desarrollo de principios,
reglas y métodos de acción, cuya aplicación asegura esa conformidad o busca restaurarla cuando ha
habido desviaciones.
Se sigue de lo anterior que así como la justicia exige que respetemos a las otras personas, también exige
que actuemos en contra de aquellos que por sus acciones injustas irrespetan a los otros. Esto no significa
que las exigencias de la justicia sean contradictorias. Una persona que inadvertidamente o en un arrebato
temporal viola el ius natural, siempre puede voluntariamente deshacer su transgresión o someterse a un
proceso de arbitraje para determinar la clase y la cantidad de restitución que le debe al otro. Ninguna
acción violenta es necesaria contra un agresor de este tipo.
En cambio, alguien que se rehúsa a deshacer su transgresión y en vez de ello, deliberadamente y a
sabiendas, retiene algo que pertenece a su víctima y busca “huir de la justicia”, anuncia, por lo tanto, que
quiere estar por fuera del ius. Anuncia que no quiere ser parte del mundo de las personas humanas y que
quiere ser un criminal, una persona incapaz de hacer distinciones y que se rehúsa a reconocer la existencia
separada e independiente de su víctima. Mantiene una situación en la que es imposible para la víctima (o
sus justos herederos) tener y disfrutar lo que con rectitud es suyo a menos que se use la violencia contra
el criminal. Consecuentemente, las víctimas (o los justos herederos) no cometen una injusticia cuando
usan la violencia y la fuerza en contra del criminal en la extensión necesaria para restaurar el respeto del
ius.
4. Naturaleza y convención
Ya que los principios de justicia se aplican a los seres humanos en cuanto tales, ellos son tan válidos para
aquellos que les acontece ocupar la posición social de un rey, un gobernante o un político como para
aquellos que les acontece ocupar la posición social de un súbdito, un sirviente o un ciudadano.
Generalmente, las exigencias de la justicia son independientes de la posición, papel, o función social de
cada cual. Ellas son exigencias a las personas naturales, cualquiera que sea su estatus social, sea que
tengan un estatus social o no. Además, las exigencias que la justicia nos hace a cada uno son las mismas
sin importar si las personas con las que estamos tratando son miembros de algún grupo social al que
pertenecemos o no, sin importar si son conocidos o extraños.
En otras palabras, el ius natural no es el orden de ninguna sociedad u organización social (en latín:
societas; en alemán: Gesellschaft; en holandés: maatschappij); no se ocupa de las complejas y
normalmente sofisticadas distinciones sociales de estatus o posición, papel o función que caracteriza este
tipo de organización. En vez de esto, es el orden de convivencia (literalmente, el orden de los que viven
juntos; en holandés: samenleving).
Las condiciones de la convivencia son universales, independientes de tiempo y lugar, son las mismas aquí
y ahora que en la antigua China o la antigua Grecia. La razón de ello es que la convivencia es una relación
entre personas naturales, y la naturaleza humana no es diferente aquí y ahora de lo que fue allá y en ese
entonces. Obviamente, algunas y quizás la mayoría de nuestras costumbres y regulaciones aquí y ahora
son muy distintas de las costumbres y regulaciones de esas civilizaciones antiguas en cualquier periodo
de su existencia. También lo son nuestros vestidos y herramientas. Pero ninguna de esas cosas tiene un
peso determinante sobre el ius natural o las condiciones de convivencia que las reglas y principios de
justicia apuntan a preservar. Aquellas son cosas convencionales, no naturales, y como ya lo señalaron los
sofistas griegos de la antigüedad, es un error grave confundir lo natural y lo convencional, o las nociones
relativas de legalidad o conformismo social y la noción universal de la justicia. Tiene sentido exigir que
nuestras costumbres, regulaciones y convenciones se adecuen a los requisitos de la justicia. Pretender
que derivemos nuestra noción de justicia de nuestras convenciones sociales es igual a insistir en que
derivemos las proporciones de un cuerpo sano de la ropa en nuestro vestuario.
160
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A diferencia del ius natural, que está en la naturaleza de las cosas y por lo tanto no se ve afectado por el
deseo o la opinión, los órdenes sociales son siempre convencionales. Ellos reflejan al menos lo que algunas
personas quieren, esperan y temen en un tiempo y lugar determinados, y cómo piensan que pueden
alcanzar sus metas y evitar lo que perciben como peligros. Los que proponen un orden social determinado
insistirán en un respeto general por las convenciones de su sociedad, independiente de si estas están de
acuerdo con los principios de la justicia o no. Sin embargo, como lo revela rápidamente incluso un
conocimiento mínimo de la historia, pocas son las convenciones que resisten la prueba del tiempo. Con
circunstancias, conocimientos, tecnologías, fuentes de riqueza, ambiciones, opiniones y creencias
cambiantes, no sólo el apoyo sino la razón de ser de convenciones particulares pueden crecer o menguar.
Evidentemente, los factores del cambio social pueden afectar también el apoyo que diversos grupos de la
sociedad le brinden a los principios de la justicia, pero ellos no afectan, ni pueden hacerlo, la razón de ser
de esos principios.
A través de la historia, muchas sociedades han perfeccionado el arte de la organización de la injusticia al
aplicar con habilidad las técnicas de la administración de los recursos humanos: castigos y premios,
intimidación, amenazas y promesas, propaganda y adoctrinamiento. Por lo tanto, para la mayoría de los
miembros de esas sociedades la injusticia de su vida convencional está oculta a la vista; al menos es un
tabú, el cual es peligroso cuestionar en público. Sin embargo, aquellos que están por fuera de esas
sociedades y las contemplan desde una distancia segura en el tiempo o en el espacio, pueden ver con
facilidad la injusticia de sus convenciones. No necesitamos ser especialistas en la organización social de la
antigua Roma para saber que la esclavitud romana fue un paradigma de injusticia, pero a menos que
tengamos algún conocimiento del derecho romano, no tendremos ninguna manera de saber si era legal
o no.
5. Desatención actual del ius natural
Hoy en día el estudio del ius natural ha sido virtualmente eliminado de la preparación de los abogados. Lo
que queda de él en el currículo académico de la mayoría de las facultades de derecho no es más que un
poco de “historia intelectual”, que comprende principalmente las obras de unos cuantos escritores y
filósofos antiguos, medievales y de la temprana modernidad. Normalmente lo estudiantes tienen la
impresión que el ius natural es algo que sólo puede ser encontrado en libros (de la misma manera que la
normas, los veredictos de las cortes y los tratados internacionales son simples textos). Se les enseña a
creer que el ius natural no es más que una colección de teorías iusnaturalistas. Como si el universo físico
fuera simplemente una colección de teorías físicas.
El ejercicio del ius natural también ha sido prácticamente eliminado por los profesionales del derecho. Es
común que el estudio y el ejercicio del ius natural sea despreciado si es que no es ridiculizado.
Las razones para este desinterés en relación con el ius natural son muchas. Una de ellas es ideológica.
Muchas personas están suscritas a una ideología que es virulentamente antihumana. No creen que haya
algo respetable en los seres humanos tal y como son. Usualmente combinan esta creencia con la idea de
que “la naturaleza humana puede y debe ser cambiada” de tal forma que pueda conformarse a su propio
ideal de Hombre. De ahí afirman que a hombres y mujeres debe enseñárseles o forzárseles a no respetar
el orden del mundo humano y a respetar, en vez de este, el “orden normativo” imaginario que los
ideólogos prefieren. Debe forzárseles o enseñárseles a no respetarse los unos a los otros por los seres
humanos que son, sino solamente por el ideal “nuevo hombre” en que deberían convertirse.
Sin embargo, la razón más importante para esta actitud negativa es que el gremio de los abogados ha
descubierto que puede conseguirse mucho más dinero al tratar con un complejo altamente politizado de
sistemas de regulación social que cambian constantemente, del que pudiera soñarse con obtenerse al
estudiar y ejercer el ius natural.
161
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En la situación actual de nuestra civilización, las personas generalmente tienen mucho más que temer de
sus Estados que de los actos ocasionales de criminalidad o negligencia cometidos por sus semejantes. En
el curso de la historia los Estados han monopolizado el uso de la fuerza para hacer obedecer sus normas
[rule-enforcement] al interior de sus territorios. No es de sorprenderse que le hayan prestado mayor
atención a la aplicación y obediencia de sus propias regulaciones que a la aplicación de las reglas de
justicia. Después de todo, el propósito de un Estado no es la aplicación de las reglas de justicia sino la de
hacer cumplir a las personas sus propias demandas y regulaciones. Además, si los Estados tuvieran la
intención real de erradicar la injusticia, entonces realizarían la mayor parte de este propósito al
erradicarse ellos mismos, ya que sea lo que sea que los Estados acostumbran hacer, respetar a las
personas y su propiedad no hace parte de ello.
Por lo tanto, la justicia es sólo una preocupación accidental y usualmente marginal del Estado. Por otra
parte, la legalidad o la conformidad con las reglas que impone o que desea que sean obedecidas es su
preocupación central. La palabra “legalidad” viene de la latina “lex”, la cual denota una orden general
emitida por una autoridad pública, que originalmente fue una autoridad militar.
Es comprensible, en estas circunstancias, que la gente esté dispuesta a pagar más por asesoramiento en
cómo quitarse de encima y mantener de su parte al Estado y a sus agentes que por asesoramiento en la
búsqueda de la justicia. A diferencia de los principios básicos de justicia, los cuales cualquier persona con
un módico sentido común puede descubrir por sí misma, las regulaciones sociales son simplemente lo
que otras personas dicen que son. La única manera de conocer estas regulaciones es la de prestar mucha
atención a lo que aquellas personas están diciendo. Muy pocas personas tienen el tiempo o la inclinación
para hacer eso, la mayoría prefiere pagar por la información y el asesoramiento acerca de esas
regulaciones cuando lo necesitan.
Los abogados han respondido a esta situación abandonando el estudio y el ejercicio del ius, y
convirtiéndose en especialistas de las regulaciones sociales del momento. Sin embargo, en vez de admitir
lo anterior abiertamente, han preferido generalmente redefinir la palabra “ius” [law] para que sea en la
actualidad virtualmente sinónima de la regulación social impuesta o sancionada políticamente48.
6. El derecho [law] positivo
Hoy en día se entiende usualmente por “derecho” cualquiera de los sistemas nacionales de regulación,
esto es, un sistema de regulación social impuesto por los gobernantes de un Estado nacional y
adicionalmente coordinado por sus agentes y sirvientes. Por extensión, “derecho” también se refiere en
la actualidad a los sistemas de regulación que han sido acordados por los gobernantes y los agentes
diplomáticos de varios Estados nacionales. Todo esto cabe bajo la etiqueta académica de “derecho
positivo”, que cubre cualquiera de los muchos y particulares sistemas de regulación impuestos por normas
legales que encontramos en las diferentes sociedades organizadas políticamente.
Los elementos de un sistema de este tipo constituyen el derecho positivo, por ejemplo, sus órganos
legislativos, ejecutivos, administrativos, judiciales, militares y de policía, sus agencias y sus burócratas, las
reglas que ellos siguen y aplican, y las decisiones que toman. Estos sistemas no tienen una conexión
necesaria con el ius natural o la justicia. Ellos definen solamente lo que es legal en una sociedad particular,
no lo que es jurídico entre seres humanos. El derecho positivo no es el orden natural del mundo humano.
Es el orden artificial que alguna gente poderosa (individuos y grupos) en una sociedad particular intenta
imponer a otros.
48
De hecho, en las lenguas latinas la palabra “ius” simplemente desapareció, es decir, dejó de usársela, y se la reemplazó por
“derecho” que como se verá más adelante tiene un significado fundamental diferente al que va naturalmente implicado en la
expresión latina. En todo caso, es interesante darse cuenta que, por un lado, hay un esfuerzo por mantener la ilusión de que la
noción de derecho tiene una dimensión de justicia, y por otro, el que para cualquier persona que haya tenido alguna relación con el
mundo del derecho actual no cabe la menor duda de que este se agota en las normas y decisiones de órganos estatales. (N. del T.)
162
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No es un orden de relaciones entre hombres en cuanto tales, sino de relaciones entre posiciones, roles y
funciones sociales. Por lo tanto, el derecho positivo de un país particular nos dice qué poderes,
inmunidades, derechos, obligaciones, deberes y responsabilidades tienen legalmente las posiciones, los
roles y las funciones sociales de un general, un ministro, un representante del pueblo, un ciudadano, un
extranjero registrado, un pensionado, un policía, etc. Exactamente de la misma forma en que las reglas
del ajedrez nos dicen qué puede hacer o no hacer el rey, la reina, un caballo, un peón o cualquier otra
pieza.
Como el rey o la reina en ajedrez, un general, un ciudadano o un oficial de policía no es una persona
natural, sino una posición o función en cierto tipo particular de juego (al que se suele llamar de manera
grandilocuente “sistema social”). Normalmente la posición es ocupada y la función ejecutada por una
persona natural, pero esto no tiene que ser necesariamente así. Es un error grave confundir la posición
con su ocupante. Sin importar qué sea lo que el derecho positivo (de este o cualquier otro país) pueda
decirnos acerca de lo que un ciudadano es, o de lo que puede hacer o no, no nos dice nada acerca de lo
que una persona a quien le acontece estar ocupando esa posición en un momento dado es, o lo que puede
hacer o no.
El derecho positivo, entonces, tiene que ver primariamente con “personas artificiales”, posiciones, roles,
y funciones sociales dentro de una organización social particular, especialmente aquella que es impuesta
por un Estado o grupo de Estados. Tiene que ver con seres humanos sólo indirectamente, en la medida
en que se supone que ellos realizarán el trabajo físico e intelectual que esas posiciones requieren. En otras
palabras, tiene relación con los seres humanos en cuanto medios o recursos para organizar la actividad
social.
Sin embargo, es concebible (en algunos casos es ya un hecho) que máquinas automatizadas tomen el
lugar de los hombres en la oferta de trabajo socialmente requerido. Es concebible que una organización
social pudiera desarrollarse de tal forma que fuera independiente de la disponibilidad de personas
humanas para la realización de ciertas tareas. Entonces los seres humanos quedan reducidos al estatus
de meros objetos a los que puede aplicarse la acción social. Cuando esto pasa, si es que pasa, las relaciones
entre los individuos humanos y la “sociedad” son análogas a las relaciones entre un granjero y su ganado
o entre un grupo de mascotas y quien las cuida. Un resultado de este tipo es de hecho el deseo de
socialistas [filosóficos], quienes aceptan al menos una, pero usualmente las dos proposiciones siguientes:
1) la sociedad es dueña de los individuos por lo que tiene el derecho de hacerlos obedecer sus
prescripciones; 2) la sociedad debe cuidar a los individuos ya que ellos son incapaces de dirigir
decentemente sus vidas y sus asuntos.
Cuando el derecho positivo es llevado a su consecuencia lógica socialista, se convierte en el esquema por
medio del cual la “sociedad” administra sus recursos humanos y de cualquier otro tipo, de forma análoga
a los esquemas que usa un granjero en la administración o cuidado de sus recursos humanos y de
cualquier otro tipo.
Se sigue que el derecho positivo no tiene una conexión lógica o necesaria ni con la vida humana ni con la
acción. El concepto del “derecho positivo”, como ya se ha dicho, es el concepto de un orden artificial, un
orden de personas artificiales.
Sin embargo, no importa que tanta regulación pueda haber, mientras la naturaleza humana sea lo que es
y lo que siempre ha sido, la búsqueda del conocimiento y la comprensión del orden natural del mundo
humano permanece como un objetivo válido.
7. La caricatura del ius natural de los positivistas
Lamentablemente los estudiantes de hoy en día reciben la mayoría de su información acerca del ius
natural de positivistas, cuya comprensión del mismo es virtualmente nula.
163
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Para los positivistas, tal y como hemos visto, el “derecho” denota un conjunto de normas legales,
veredictos judiciales y decisiones administrativas. El derecho positivo es un conjunto de normas tal que
consiste en aquellas que actualmente están puestas de manera efectiva, esto es, impuestas y apoyadas
por los gobernantes y sus seguidores en una sociedad dada. Consecuentemente, los positivistas sólo
pueden pensar en el ius natural como otro conjunto de normas, veredictos y decisiones, uno que no es
impuesto por las autoridades de una sociedad determinada, sino por alguna imaginaria autoridad mítica,
sobrenatural o impersonal (Dios, la Naturaleza, la Razón, o cualquier cosa que se quiera).
De ahí que los positivistas piensen que el ius natural es un sistema alternativo de normas, veredictos y
decisiones que se aplicaría a las mismas cosas que el derecho positivo y que también las regularía. Este es
un error muy grave.
Normas, veredictos y decisiones son cosas que uno obedece o desobedece. En cambio, decir que uno
puede obedecer o desobedecer el ius natural no tiene ningún sentido. El ius natural, como ya se ha
anotado, es un orden de cosas, en particular un orden de personas. Un orden como este no puede
obedecérsele o desobedecérsele. Uno solamente puede respetarlo o irrespetarlo. Ahora bien, respetar
un orden de cosas no implica obedecer ese orden, de la misma forma que respetar a una persona no
implica obedecerla o que respetar a un antiguo edificio no significa obedecerlo.
Repitamos, el ius natural es el orden natural, el orden de convivencia de las personas naturales. No tiene
que ver con ningún orden artificial, por ejemplo, el orden de reyes, reinas, caballos, peones, etc. en el
“sistema social” del ajedrez, o el orden de presidentes, miembros del gabinete, ministros, parlamentarios
o ciudadanos en el “juego” de algún Estado.
El ius natural y el derecho positivo no son sistemas alternativos de normas que se aplican a lo mismo. El
ius [law] natural es el orden [law] de personas naturales y el derecho [law] positivo es la ley [law] de
personas artificiales. En este sentido, el ius natural y el derecho positivo se refieren a diferentes cosas.
Por lo tanto, un conflicto entre el ius natural y el derecho positivo es concebible solamente porque las
personas artificiales del orden positivo no son más que posiciones, roles y funciones sociales que por el
momento son ocupadas o ejecutadas por personas naturales. Además, solamente hay un conflicto real
para aquellos débiles intelectual y moralmente cuya autoestima depende de la identificación con su
posición social. Se supone que un adulto maduro sabe la diferencia entre el mundo real y los juegos en
los que la gente participa, entre lo natural y lo artificial. Se supone que es capaz de mantener estas cosas
en la perspectiva adecuada.
8. Racionalizando la injusticia
Una definición antigua pero adecuada del ius natural del mundo humano es la siguiente: es el orden de la
libertad [freedom] entre semejantes. Los seres humanos son libres [free], en el sentido de separación e
independencia del que se habló más arriba, y todos ellos son semejantes, en el sentido de ser miembros
de la misma especie natural.
El objetivo práctico del estudiante del ius natural es el de inculcar el respeto por ese orden de libertad
entre semejantes, esto es, de inculcar el sentido y la práctica de la justicia. Obviamente ese respeto tiene
costos personales, pues en muchas circunstancias una persona o un grupo puede obtener enormes
beneficios al no respetar a otras personas o su propiedad. En muchas ocasiones, el crimen, la
deshonestidad, el fraude y el trasladarle la culpa a otro sí pagan, algunas veces pagan muy bien,
especialmente cuando están organizados a gran escala.
Es común que la justicia exija que uno no haga lo que está en nuestro poder hacer. De ahí que los
poderosos y los que tienen influencias, sean estos individuos, grupos u organizaciones, vean usualmente
en la justicia un obstáculo para la realización de sus designios. Lo mismo es cierto, en un nivel teórico,
para muchos ideólogos e idealistas.
164
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Ellos comprenden que la implementación de sus ideas e ideales para “un mundo diferente y mejor” sería
virtualmente imposible si tuviera que ajustarse a los requisitos de la justicia, si tuvieran que respetar no
sólo las diferentes ideas e ideales de los demás sino su escepticismo.
Aquí podemos ver parte del sentido del famoso dicho de H. L: Mencken: “Injustice is relatively easy to
bear, it is justice that stings”. Si la justicia es aplicada rigurosamente, priva a los poderosos, ideólogos e
idealistas de muchas de las posibilidades para realizar sus planes. Si la justicia es estimada como un valor
objetivo, se erige como un argumento poderoso en contra de la pretenciosa vanidad con que usualmente
proponen sus planes y proyectos.
Es claro que muchas personas tienen un fuerte interés en desacreditar la justicia, esto es, en “racionalizar
la injusticia”. Usualmente esta desacreditación adquiere la forma de una “redefinición” de la justicia como
algo distinto de lo que ella es, en efecto, muy pocos están dispuestos a abandonar el prestigio que esta
palabra ha acumulado a través de la historia.
Debido a que la justicia es el respeto por el orden de libertad entre semejantes, esta desacreditación
procede a través del ataque de la respetabilidad de la libertad o de la semejanza (“igualdad”). Esto se hace
en cualquiera de las dos siguientes formas: 1) argumentando que la libertad (la separación o
independencia de las personas) o que la igualdad (la semejanza de las personas) no existen, que son en el
mejor de los casos una ilusión que puede ser desechada adoptando un “sistema metafísico verdadero”, o
2) argumentando que la libertad o que la igualdad, aunque una propiedad real de las personas humanas,
no son una propiedad respetable, incluso quizás son una propiedad peligrosa.
En este sentido, Platón (y una larga cadena de pensadores después de él) decía que la semejanza
(igualdad) era un hecho, pero que a las personas debía enseñárseles que no, no fuera que se rehusaran a
aceptar los diferentes beneficios y cargas que acompañan las diferentes posiciones en una sociedad
políticamente organizada. Aristóteles, por otro lado, dijo que la semejanza no es más que una ilusión
superficial. Por lo tanto, enseñó que no hay una semejanza verdadera entre griegos y bárbaros, y
consecuentemente no hay nada malo en que los griegos superiores mantengan a pueblos inferiores como
esclavos.
Rousseau (y muchos socialistas después de él) mantuvo que la libertad humana era un hecho de la
naturaleza pero que debía enseñárseles a las personas que era peligrosa y que debían renunciar a su
naturaleza humana en favor de la condición artificial de ciudadanía. En esta condición, todos son criaturas,
no de la naturaleza, sino de las leyes promulgadas por el Estado, que no es más que el nombre de la
colectividad de ciudadanos. En pocas palabras, las personas naturales deben convertirse en personas
artificiales, esto es, ciudadanos, ya sea de manera conciente o inconcientemente, voluntariamente o por
compulsión legal.
Marx, de otra parte, apeló a la idea más radical del socialismo universal. Afirmó que ningún ser humano
es libre y que solamente la especie humana, en cuanto tal, puede serlo. En la medida que la libertad se
refiere a los individuos es una ilusión. De ahí que ella no pueda justificar ninguna reclamación. En cambio,
aquellos que se identifican a sí mismos con la humanidad como un todo son individuos universales. Como
“seres- especie”, que se saben idénticos con la raza humana, ellos son los verdaderos comunistas. Como
tales, representan una evolución superior de la humanidad. No deben detenerse ante las ilusiones de
moralidad y justicia de aquellos que todavía están atascados por la falsa conciencia de su individualidad
particular.
Los políticos y los buscadores de poder encuentran muy poca utilidad en los sistemas metafísicos que
suponen estos intentos por desacreditar el ius natural y la justicia. Sin embargo, normalmente están más
que dispuestos a referirse al prestigio que aquellos sistemas gozan entre los intelectuales para justificar
la imposición de sistemas de regulación que violan flagrantemente los principios de justicia.
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Un motivo poderoso para desacreditar la justicia en el mundo occidental proviene del hecho de que ésta
es central para la visión cristiana de la condición humana. Con el nacimiento de los movimientos
anticristianos y anticlericales en Europa, muchas personas han creído que sus críticas de las teologías
cristianas y prácticas de la Iglesia, las cuales son válidas algunas veces, deben extenderse a todo aquello
que la tradición cristiana defiende, especialmente su compromiso con la justicia como la virtud primaria
de las relaciones humanas.
Algunas veces estas críticas van aún más allá, llegando a la destrucción de cualquier noción moral, sea
cristiana o no. En este sentido, muchos han sido persuadidos de apoyar la ideología según la cual la
humanidad debe liberarse de “las cadenas de la moralidad” y debe enseñársele a vivir “más allá del bien
y del mal” o más allá “de la libertad y de la dignidad”. El argumento sugiere que esto sería para el bien del
hombre, claro que no para su bien “moral” sino para su bien “utilitario”, es decir, para la satisfacción de
sus deseos.
Al hacer de la satisfacción del deseo el bien supremo del hombre, estas posiciones proveen la justificación
para la idea de que otros pueden ser sacrificados cuando se interpongan a la realización de lo que uno
cree que es deseable para el hombre, o para usar el eufemismo de moda, se interpongan a los deseos del
hombre expresados democráticamente. Sin embargo, debido a que este “hombre” no es un individuo real
sino una simple construcción estadística, estas teorías tienden a reducir a los individuos humanos a una
estadística para ser usada en algún cálculo (usualmente no especificado) de maximización de la utilidad.
9. El ius natural y la moralidad
Una de las principales críticas del positivismo a la teoría iusnaturalista es la de que confunde el derecho
con la moral. De hecho, hay una conexión cercana entre el ius natural y la moralidad, pero no es la que
los positivistas suponen.
Como hemos visto, en su aspecto práctico, el estudio del ius natural asume que las personas deben
respetar el orden natural y consecuentemente deben aceptar los principios y las reglas de justicia. Según
la crítica positivista esto supuestamente implica una confusión entre ius y moral. Pero esto no es verdad.
Al igual que con las convenciones y regulaciones sociales, tiene sentido exigir que la moralidad de cada
uno se ajuste al orden natural del mundo humano. No tiene sentido exigir que el orden natural del mundo
humano se ajuste a las convicciones morales de cada uno.
La verdad es que una cierta moral o teoría moral que no afirma el respeto del orden natural del mundo
humano, condona necesariamente la injusticia y por lo tanto no puede pretender tener una validez
universal. Ladrones, asaltantes, conquistadores y políticos, por ejemplo, pueden desarrollar una
moralidad propia y sentirse orgullosos de ella, tal y como supuestamente hacen los mafiosos respecto de
su código de honor, pero uno difícilmente esperaría que sus víctimas y súbditos compartan los mismos
sentimientos.
El respeto del ius natural es una condición previa de la moral. Esto no significa que por el hecho de haber
solamente un ius natural no pueda haber más de una moralidad. Al contrario, puede haber muchas
morales diferentes, todas las cuales serían compatibles con el respeto del ius natural. Para entender esto,
debe tenerse presente que el propósito de una moral es el de dirigir a una persona en el vivir “una buena
vida”. Obviamente, ninguna persona puede descubrir lo que es la buena vida para sí misma sin la
experiencia real de su vivir, su personalidad y sus circunstancias. El conocimiento de estas cosas no es
innato. Debido a su propósito una moral es relativa al agente. Si es cuidadosamente construida de acuerdo
a los hechos relevantes de una persona, su vida y sus circunstancias, es válida objetivamente para esa
persona, pero no necesariamente para otra. Yéndonos al extremo, cada persona puede tener su “teoría
moral” verdadera. Sin embargo, todas esas moralidades tienen que presuponer la respetabilidad del
mismo ius natural, si es que pretenden ser válidas.
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Es decir, una moral que no dirigirá necesariamente a una persona a ser injusta hacia otras. De lo contrario,
no puede ser una teoría moral respetable, y por lo tanto, no podrá darle ningún peso a las exigencias y
argumentos basados en ella.
Además, el respeto del ius natural es una condición necesaria para aprender cómo ser moral. Nuestra
experiencia personal por sí misma no nos dice si, o hasta qué punto, nuestras ideas de cómo navegar el
océano de la vida son compatibles con las ideas de otros. En este sentido, la experiencia de una persona
sólo es instructiva cuando el ius natural es respetado, cuando hay una cantidad razonable de orden en el
mundo humano. Sólo entonces, los hombres pueden estar razonablemente seguros de que asumen, y de
que tienen que responder por las consecuencias de todas sus palabras y acciones, y solamente de ellas.
En donde no se respeta el ius natural, hay confusión acerca de quién hizo, produjo o dijo algo. Entonces,
las personas no tienen ninguna manera de saber si les está yendo bien al hacer el bien o al hacer el mal,
o si les está yendo mal a pesar de hacer el bien. Solamente la experiencia puede enseñarles si les está
yendo bien o mal, pero solamente cuando esas experiencias del vivir no están contaminadas por la
confusión acerca de quién dijo, hizo o produjo algo, pueden aprender de los resultados de sus propias
palabras, acciones y trabajo.
Por lo anterior, donde el ius natural no es respetado, la responsabilidad y la imputación serán dirigidas
probablemente a las personas equivocadas. Consecuentemente, el mal comportamiento (irresponsable y
por lo tanto inmoral) generará recompensas inmerecidas, mientras que el buen comportamiento
(responsable y por lo tanto moral) no recibirá sus frutos. En estas condiciones, ser una persona moral y
responsable “no paga” mientras que la irresponsabilidad y la inmoralidad son subsidiadas.
Las organizaciones sociales son diseñadas y establecidas usualmente con el propósito expreso de desviar
e incluso disipar la responsabilidad y la imputación. Esto es particularmente verdadero en las sociedades
políticas. Por ejemplo, en los Estados democráticos, la responsabilidad y la imputación de las acciones y
decisiones de los políticos que gobiernan son desviadas hacia algo llamado “el votante”, “el electorado”
o “el ciudadano”. Sin embargo, si intentamos asignarle responsabilidad al “votante”, descubrimos de
inmediato que las reglas del juego democrático no nos permiten hacerlo. La responsabilidad y la
imputación se disipan por completo. No hay nada en las reglas del juego del votar que pueda disuadir a
las personas de actuar irresponsablemente. En sus roles políticos se les motiva a actuar como si no le
debieran respeto a nadie.
Pongamos otro ejemplo: en la organización institucional actual, las decisiones de unos cuantos miembros
de los órganos directivos de los bancos centrales (la Reserva Federal Americana, el Banco Central Europeo
o el Banco del Japón) tienen repercusiones en las vidas y fortunas de cientos de millones de personas. Sin
embargo, ellos no son responsables de lo que hacen. Mientras actúen de acuerdo a las reglas del juego,
tienen la “excusa perfecta” de que “sólo están haciendo su trabajo”. Por su parte, los políticos, quienes
fueron en primer lugar los que organizaron ese juego y crearon las posiciones de aquellos potentados
monetarios, también tienen la “excusa perfecta”: el banco central es “independiente”. El dinero que es el
medio de intercambio y la condición primaria para la coordinación entre grandes números de personas,
al ser socializado se lo divorcia completamente del ius natural y por lo tanto de la vida moral.”
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Autoevaluación
1) “La idea de derecho natural, que está formado por los postulados acerca de la
justicia que se inspiran en la...” señale lo correcto.
a. Condición natural del hombre.
b. Condición de filósofo del derecho.
c. Condición de erudito del derecho.
d. Condición de artificial del hombre.
e. Condición de sabia del derecho.
3) "La luz de la razón…, por la que… lo que es… y lo que es… ", en este texto de
Tomás de Aquino, completar.
a. Natural – discrepamos – bueno – responsable.
b. Natural – discernimos - bueno - malo.
c. Artificial – discernimos – bueno – malo.
d. Natural - artificial - malo - bueno.
e. Artificial - discernimos - malo - responsable.
5) “El derecho natural es … y puede ser exigido por la fuerza”, señale la palabra
incorrecta
a. Inviolable.
b. Singular.
c. Metafísico
d. Natural.
e. .Múltiple.
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6) “Es la facultad que tiene el hombre para hacer, omitir, poseer o exigir algo de
acuerdo con las normas jurídicas que rigen en toda sociedad organizada”, es
definición de:
a. Derecho subjetivo.
b. Derecho natural.
c. Derecho positivo.
d. Derecho real.
e. Derecho a la vida.
10) “El Derecho mercantil positivo obedece más a necesidades prácticas que a...”.
Señale lo correcto.
a. Principios ideológicos.
b. Principios políticos.
c. Principios normativos.
d. Principios reglamentarios.
e. Principios.
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Resumen
UNIDAD DE APRENDIZAJE IV:
Se ha desarrollado los conceptos de derecho, deber y norma natural. Aquí se trata sobre
el derecho NATURAL como poder moral que posee toda persona para alcanzar su
propia perfección, siendo el camino señalado por la ley moral, es decir, por la propia
conciencia. El deber es lo que el hombre necesita cumplir si quiere alcanzar su propia
perfección. El deber es un mandato, es una orden que conduce al bien. Para luego
establecer un nivel de correlación entre Deber y Derecho. Y luego se esboza sobre la
norma natural, señalando que es la base de los derechos fundamentales, que el derecho
positivo debe contener y ser materia de defensa respectiva. En este tema, también se
tratado sobre los derechos humanos, tema que tiene íntima relación con el derecho
subjetivo. Los derechos humanos su regulación, su aceptación por parte de sociedades
y estados, a fin de evitar los actos oprobiosos al ser humano.
Es importante lo tratado sobre las razones filosóficas en materia civil y materia mercantil,
evidentemente en ambos casos el razonamiento filosófico no se debe soslayar, por el
contrario debe ser motivo de nuevos temas de análisis y reflexión para contribuir a
resolver las nuevas formas de relaciones intersubjetivas, por ejemplo poner mayor
énfasis en lo que respecta a la tecnología y su traslación sin fronteras, y que cada vez
se adentra más y más en todos los contornos donde hay vivencia humana.
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Glosario
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA: es un concepto con dos acepciones: en primer
término, se refiera a la actividad jurisdiccional del Estado y, segundo lugar, implica
al gobierno y administración de los órganos jurisdiccionales. La primera tiene la
función fundamental de ejercer la función del Estado, atendiendo, cautelando,
tutelando los derechos fundamentales de las personas, sean estas naturales o
jurídicas, con el objeto de brindarles la justicia, la paz social y con ello la garantía
jurídica de la convivencial social. Los segundos, deben preocuparse por brindar
todos los medios logísticos, personal y otros necesarios para que los órganos
jurisdiccionales ejerzan sus funciones indicadas, sin impedimentos o limitaciones,
salvo las señaladas por la constitución y la ley.
ACTITUD MORAL.- Para esta actitud los actos humanos son buenos o malos. Sus
manifestaciones son la aprobación y el aplauso o el reproche y la censura. La
abnegación y la benevolencia son aplaudidas; la hipocresía y la deslealtad son
censuradas.
FILOSOFÍA Del DERECHO: es una rama de la filosofía general. Encara pues las
cuestiones más hondas y generales del derecho, ubicando su estudio en una
sistematización general de los conocimientos humanos, lo que nos permite
comprender no sólo el sentido, o si se quiere, la significación de lo jurídico en una
concepción total del mundo y de la vida.
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JUSTICIA: (del latín iustitĭa) es la concepción que cada época y civilización tiene
acerca del sentido de sus normas jurídicas. Es un valor determinado como bien
común por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus
integrantes. Es el conjunto de pautas y criterios que establecen un marco adecuado
para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y
permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones.
LEY: Genéricamente, modo de ser y obrar los seres. Propiedades y relaciones entre
las cosas, según su naturaleza y coexistencia. Regla, norma, precepto de la
autoridad pública, que manda, prohíbe o permite algo. La expresión positiva del
Derecho. Regla de conducta obligatoria dictada por el Poder legislativo, o por el
ejecutivo cuando lo sustituye o se arroga sus atribuciones. Ampliamente, todo
reglamento ordenanza, estatuto, decreto, orden u otro mandamiento de una
autoridad en ejercicio de sus atribuciones. El Derecho escrito, como contraposición
a la costumbre. Cualquier norma jurídica obligatoria. El Derecho objetivo.
MORAL: es una palabra de origen latino, que proviene del término moris
(“costumbre”). Se trata de un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas
de una persona o de un grupo social, que funciona como una guía para obrar. Es
decir, la moral orienta acerca de qué acciones son correctas (buenas) y cuales son
incorrectas (malas).
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Fuentes de Información
BIBLIOGRÁFICAS:
ELECTRÓNICAS:
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http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/filosof%C3%ADa-del-
derecho/filosof%C3%ADa-del-derecho.htm
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como disciplina académica.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/142089.pdf
La Justicia. Por Jesús García López.
http://www.mercaba.org/FICHAS/VyV/ljjg.pdf
Paulino Rueda Romero. La Administración de Justicia en el Perú: Problema de
Género.
http://www.usmp.edu.pe/derecho/instituto/revista/articulos/articulo_Dr_PaulinoRue
da.pdf
Carlos I. Massini Correas. Determinación del Derecho y Prudencia. El conocimiento
jurídico concreto y su hábito intelectual.
http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo57/files/det_del_dcho_y_prud.pdf
Wilenmann, Javier. La Administración de justicia como un bien Jurídico. Revista de
Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso XXXVI (Valparaíso, Chile,
2011, 1er Semestre) [pp. 531 – 573.
http://www.scielo.cl/pdf/rdpucv/n36/a15.pdf
Galindo Garfias, Ignacio. El principio de la Buena Fe en el Derecho Civil.
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/facdermx/cont/120/dtr/dtr2.pdf
Frank van Dun. Ius natural y derechos naturales. Traducido por Luis Eduardo
Zamorano Aragón. Tomado de
http://allserv.rug.ac.be/-frvandun/Texts/Logica/NaturalLaw.htm
Kelsen, Hans. La doctrina del derecho natural y el positivismo jurídico.
http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/rev_academia/revistas/12/la-doctrina-del-
derecho-natural-y-el-positivismo-juridico.pdf
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Solucionario
UNIDAD DE UNIDAD DE
APRENDIZAJE 1 APRENDIZAJE 2:
1. B 1. B
2. C 2. C
3. A 3. A
4. C 4. C
5. A 5. A
6. C 6. C
7. C 7. C
8. A 8. A
9. B 9. B
10. E 10. C
UNIDAD DE UNIDAD DE
APRENDIZAJE 3: APRENDIZAJE 4:
1. C 1. A
2. B 2. A
3. A 3. B
4. A 4. C
5. B 5. C
6. A 6. C
7. A 7. B
8. C 8. A
9. B 9. C
10. A 10. A
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