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LA GUERRA FEDERAL

La guerra federal, coincidente con el paso entre dos siglos, representó un cambio radical del
eje de poder político, social y económico, aunque no determinó un cambio en la estructura
de quienes lo detentaban. Coincidió también con uno de los momentos más difíciles de la
relación entre la élite urbana y las masas indias.

Varios factores explican la confrontación que en los hechos fue una guerra civil. Al fuerte
desgaste de los gobiernos conservadores tras casi 20 años de administración se sumó la
popularidad creciente de los liberales, que estaban cansados de esperar un tránsito pacífico
en el mando de la nación y que habían sufrido más de una vez la manipulación de los
resultados electorales a manos de los conservadores. La realidad socioeconómica de Bolivia
mostraba un dislocamiento de los centros de decisión. La Paz fue durante todo el siglo XIX
la primera ciudad de Bolivia y frecuentemente sede de los gobiernos nacionales (comenzando
por el Mariscal Andrés de Santa Cruz). Su dinámica como ciudad se vería muy pronto
respaldada por el nacimiento de la economía del estaño que desplazó el eje Potosí - Sucre al
eje Oruro - La Paz. La caída de la plata trajo consigo el debilitamiento de la influencia de los
viejos caudillos conservadores Arce, Pacheco y sus colaboradores más allegados.

A este contexto debe sumarse la presión por el establecimiento de un país federal que tuvo
algunos antecedentes destacados, como las ideas de Lucas Mendoza de la Tapia en
Cochabamba a mediados de siglo, el movimiento de los igualitarios de Ibáñez en Santa Cruz
(1874-1876) y las varias propuestas de llevar el gobierno a La Paz realizadas por los paceños
en el período conservador. La realidad sin embargo era otra, el federalismo fue una bandera
coyuntural mediante la cual se inflamó el sentimiento regionalista del poderoso departamento
de La Paz para justificar la rebelión, aunque no es menos cierto que algunos de sus
propugnadores creían genuinamente que el federalismo era la mejor solución para Bolivia.

El estallido formal de problema se dio el 18 de noviembre de 1898 cuando el congreso


reunido en Sucre después de un áspero debate proclamó la ley de radicatoria que exigía al
presidente su presencia permanente en la capital de la República, precisamente como
respuesta a la exigencia paceña. La brigada de La Paz que había pedido sin éxito la reunión
de un congreso en un punto “neutral”, Cochabamba, para discutir el tema sin presiones,
decidió abandonar la ciudad de Sucre en señal de protesta. Fue el rompimiento de lanzas
entre el norte y el sur. En el Ínterin, el 6 de noviembre de 1898 un gran mitin reunido en la
plaza de armas paceña, exigió el federalismo y el 14 se creó un comité federal presidido por
el jefe de los liberales José Manuel Pando, quien irónicamente como senador por Chuquisaca
votó a favor de la aprobación de la ley de radicatoria. El 12 de diciembre se formó en La Paz
una junta federal de gobierno, integrada por Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla
que había renunciado al ministerio de Instrucción del gobierno de Alonso-, con Fernando
Guachalla con o secretario. La declaratoria de guerra estaba hecha.

Alonso, a pesar de su postura contraria a la ley que promulgó a regañadientes y de su posición


conciliatoria, no tuvo más remedio que ponerse a la cabeza de ejército del sur y marchar a
Oruro a la que llegó el 15 de diciembre de 1898.

El escenario de la guerra civil se enmarcó básicamente en los departamentos de La Paz y


Oruro y algunas provincias de Potosí y Cochabamba. Aquí hay que detenerse en la decisión
de Pando de aliarse con los indios aimaras de la región. El pacto entre Pando y Pablo Zárate
Willka, marcó un hecho sin precedentes en la historia republicana. La alanza estuvo
probablemente sazonada por compromisos reivindicatorios para los indios que habían sido
sistemáticamente expoliados como consecuencia de la legislación de 1880, pero estaba claro
que respondía a un interés específico y militar por parte de Pando. Entre enero y abril di 1899
se desataron acciones en las que los masivos contingentes indígenas fueron decisivos par i el
triunfo de los federales. En las provincias Inquisivi, Aroma, Carangas, Chayanta, Tapacarí y
Ayopaya, hicieron un cerco de bloqueos y ataques que diezmaron al ejército de Alonso. Fue,
sin duda ninguna, una de las páginas más violentas y sangrientas de toda la historia
republicana de la nación.

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