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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ


ESTUDIOS GENERALES LETRAS

TRABAJO INDIVIDUAL

Título: Consecuencias de las acciones del Grupo Colina en la sociedad peruana y los
métodos de respaldo por parte de Alberto Fujimori durante su gobierno (1990-
2000)

¿Cómo operó el Grupo Colina en el Perú durante el gobierno de Alberto


Fujimori?

Nombre: Achas Marquez Alonso Raul

Tipo de evaluación: Trabajo Final

Curso: Taller de Escritura e Interpretación de Textos (LIN-126)

Horario: 106

Profesor(a): Evelyn Noelia Sotomayor Martinez

SEMESTRE 2018-2
I. ESQUEMA

Consecuencias de las acciones del Grupo Colina en la sociedad peruana y los


métodos de respaldo por parte de Alberto Fujimori durante su gobierno
(1990-2000)

1. Introducción

2. Consecuencias en la sociedad peruana


2.1. Crímenes contra presuntos terroristas
2.1.1. Asesinato de un profesor universitario y nueve estudiantes de la
universidad nacional Enrique Guzmán y Valle
2.1.2. Masacre de Barrios Altos
2.2. Crímenes contra periodistas y líderes sindicales
2.2.1. Asesinato del periodista Pedro Yauri
2.2.2. Asesinato del líder sindical Pedro Huilca

3. Métodos de respaldo hacia el Grupo Colina


3.1. Aprobaciones de nuevas leyes en favor de del Grupo Colina por sus crímenes
3.1.1. Aprobación de la Ley 26479 como amnistía a miembros de la FF.AA.,
policías y civiles denunciados por violación de DD.HH.
3.1.2. Aprobación de la Ley 26492 que prohibía a los jueces pronunciarse sobre
la legalidad o aplicabilidad de la primera amnistía
3.2. Silenciamiento y control de la fuga de información
3.2.1. Castigo a los opositores: Caso Baruch Ivcher
3.2.2. Plan Operativo Tigre 96: Asesinato de Mariela Barreto

4. Cierre
II. TEXTO

Consecuencias de las acciones del Grupo Colina en la sociedad peruana y los métodos de
respaldo por parte de Alberto Fujimori durante su gobierno (1990-2000)

Durante el conflicto armado interno en el Perú, la sociedad peruana vivió una situación de
terror generalizada por parte de grupos subversivos como Sendero Luminoso y el MRTA. De
igual forma, sufrió la vulneración de los derechos humanos por parte del Estado peruano. En
los primeros diez años de este conflicto, en una sociedad en la cual las fuerzas del orden
mostraban una frustración y desmoralización por la ineficiencia de sus estrategias de ataque
surge un grupo especial paramilitar de inteligencia con el objetivo de eliminar a los grupos
subversivos. Este grupo, ‘‘el denominado ‘Grupo Colina’, compuesto por miembros del
Ejército, es probablemente uno de los grupos especializados en desapariciones forzadas y
ejecuciones arbitrarias más conocidas’’ (CVR 2003: 154). Este escuadrón, creado por el
propio Estado peruano, sería el responsable de diversos asesinatos de manera indiscriminada
perpetrados contra la sociedad peruana, ya que sus víctimas fueron estudiantes universitarios,
campesinos, periodistas y opositores al régimen autoritario de Alberto Fujimori, tales como
Pedro Yauri y Pedro Huilca (CVR 2003). Así mismo, otros de los crímenes se vieron
representados en hechos como la masacre en Barrios Altos y la matanza en La Cantuta, los
cuales representaron ‘‘una serie de hechos vengativos y desproporcionados que contribuyeron
a más a la violencia’’ (Perez 2014:7). Este grupo, al actuar de forma violenta, demostró estar
operando de manera impropia en represalia a los atentados senderistas, lo cual aumentó más
el caos en la sociedad.

Como menciona el historiador Antonio Zapata, las operaciones del Grupo Colina fueron un
fracaso porque afectaron muy débilmente a Sendero Luminoso (2017: 271). Este infortunio
se debió principalmente a que las víctimas del Grupo Colina no tenían ninguna conexión con
Sendero Luminoso. Cabe resaltar que, los miembros del Grupo Colina no solamente fueron
militares, sino que también estuvieron involucrados altos mandos políticos ya que ‘‘la CVR
sostiene que, dada la estructura de mando y de toma de decisiones en el régimen de facto,
esos crímenes no pudieron ser cometidos sin el conocimiento y la aprobación del presidente
Fujimori y de Vladimiro Montesinos’’ (Hatun Willakuy 2004: 321). Ello se evidencia en el
respaldo que le garantizó el Estado peruano hacia el Grupo Colina al promulgar las diferentes
leyes, tales como la Ley de Amnistía. Estas tenían el objetivo de evitar alguna acusación o
encarcelamiento de algún miembro del grupo. A continuación, en el siguiente trabajo de
investigación, se explicará cómo las acciones de este grupo paramilitar afectaron a la
sociedad peruana y de qué manera fue respaldado por parte del mismo Estado peruano.
Entre las principales consecuencias de las acciones perpetradas por el Grupo Colina en la
sociedad peruana se encuentran los crímenes cometidos contra civiles sospechosos de ser
terroristas. Tal es el caso de la Masacre de Barrios Altos, en la cual 15 personas, incluyendo
un menor de 8 años, fueron asesinados de manera indiscriminada en una pollada bailable que
se había organizado en el Jr. Huanta. ‘‘Este asesinato a sangre fría correspondería a una
respuesta tardía al atentado contra los Usares de Junín (escolta presidencial) realizada por
Sendero Luminoso en junio de 1989 […] La masacre significaba una venganza contra los
perpetradores’’ (Pérez 2014: 8). En otros términos, esta masacre representaría una represalia
por parte del gobierno de Alberto Fujimori debido a un atentado contra la escolta presidencial
del entonces presidente Alan García ejecutado por Sendero Luminoso hace 2 años cerca al
lugar de los hechos de la masacre en la pollada bailable. De acuerdo con la información que
poseía el Grupo Colina, se sospechaba que en ese lugar concurrirían terroristas senderistas a
una reunión (Uceda 2004). Tiempo después se corroboraría que ninguna de las víctimas de
Barrios Altos mantenía relación con las acciones de Sendero Luminoso. Así mismo, cabe
resaltar que este echo alertó a los pequeños grupos subversivos que concurrían cerca de la
zona.

De igual manera, la tragedia en La Cantuta, en la que se secuestró a 9 estudiantes y un


docente de la Universidad Enrique Guzmán y Valle y que posteriormente fueron ejecutados,
también formaría parte de los planes del escuadrón de la muerte. ‘‘El crimen fue la radical y
desesperada respuesta que el régimen autoritario de Alberto Fujimori tomó ante el atentado
que un día antes el PCP-SL cometió en la calle Tarata (Miraflores) […] De esta manera, el
propio gobierno empleó el terror para enfrentar la violencia senderista’’ (Almeida 2017: 7).
En este sentido, el gobierno de Fujimori, en el desesperado intento por encontrar culpables al
ataque ocurrido en Tarata, se sospechó que los perpetradores de dicho atentado se
encontraban escondidos en la Universidad Enrique Guzmán y Valle. Para el Grupo Colina
‘‘era caza fácil, porque La Cantuta la controlaba el Ejército’’ (Uceda 2014: 323). Este control
se debía a la alta presencia e infiltración subversiva que había en dicha universidad. De
acuerdo a Ricardo Uceda, cabe resaltar la importancia de las entrevistas realizadas por
separado a 3 exagentes del Grupo Colina, las cuales determinaron que no sintieron piedad ni
remordimiento al momento de realizar las diversas ejecuciones tanto en La Cantuta como en
Barrios Altos, ya que creían que debían morir por el hecho de ser senderistas (2004: 334-
335). Esto demuestra que los integrantes del Grupo Colina no sentían culpa alguna durante
los crímenes en sus operativos, ya que creían que cumplían su labor al eliminar a los
‘subversivos’.
Por otro lado, es necesario mencionar también los crímenes que se cometieron contra
periodistas y líderes sindicales que, en términos generales, representaron la oposición al
gobierno autoritario de Alberto Fujimori. Por un lado, se encuentra el asesinato de Pedro
Huilca, secretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú, ocurrido el
18 de diciembre de 1992. Sendero Luminoso reivindicó el asesinato, pero después no (Uceda
2004: 385). Si bien para los senderistas Pedro Huilca representaba un enemigo del pueblo y el
proletariado, su asesinato, más allá de simbolizar una victoria para el PCP-SL, terminó por
convertirlo en un mártir para los trabajadores y sus seguidores. Antes de su asesinato, Pedro
Huilca había promovido marchas contra las leyes y decretos que Alberto Fujimori estableció,
y que estas últimas violaban los derechos humanos del trabajador y perjudicaban las
condiciones laborales. Sin embargo, a pesar de que el asesinato del líder sindical Huilca no se
ha esclarecido completamente, los testimonios de varios ex-agentes de inteligencia
comprometerían al Grupo Colina y entre otros superiores como Vladimiro Montesino y al
entonces presidente Alberto Fujimori (CVR 2003).

En cuanto a Pedro Yauri, periodista, conductor de un programa radial (Punto Final) y también
opositor al régimen de Alberto Fujimori, terminó por convertirse también en víctima de
desaparición y posterior ejecución por parte del Grupo Colina. ‘‘Durante su labor periodística
en el mencionado programa radial, que gozaba de buena sintonía en la zona, acogió diversas
denuncias sobre abusos cometidos por algunas autoridades del gobierno expresidente Alberto
Fujimori Fujimori. Acogió denuncias sobre actos de corrupción de funcionarios públicos y de
abusos cometidos por las fuerzas del orden en el contexto de la lucha contra la subversión’’
(CVR 2003: 649). Queda claro que de alguna forma Yauri luchaba contra el régimen de
Fujimori haciendo público el malestar de la población que era silenciado por el terror
implantado en la sociedad por parte de Fujimori. En un momento laboral, el periodista fue
amenazado por un sujeto encapuchado del grupo subversivo del MRTA el cual le exigía que
difundiera en su programa radial un cassette con contenido alusivo al terrorismo. ‘‘Al
concluir la emisión de dicho mensaje, se presentaron miembros de la Policía Nacional
quienes procedieron a detenerlo […] Estuvo detenido 45 días en la estación policial y luego
fue puesto en libertad al no encontrarse vínculo con el MRTA, ni responsabilidad en el delito.
Poco tiempo después fue premiado como el periodista del año en la provincia de Huaura’’
(CVR 2003: 650). La policía vinculaba a Yauri bajo la supuesta idea de apología al
terrorismo debido a la transmisión del cassette, así mismo, durante ese periodo que estuvo
detenido, fue sometido a varias torturas en horas de la madrugada.

Sin embargo, el 24 de junio de 1992, un grupo de personas irrumpió su vivienda donde Pedro
Yauri estaba junto a su padre (CVR 2003).
Como resultado de las investigaciones efectuadas por el Ministerio Público y el Poder
Judicial, en el proceso que se sigue a los integrantes del Grupo Operativo Especial
“Colina” en el Segundo Juzgado Anticorrupción de Lima, se ha podido determinar, en
base a las declaraciones de uno de los colaboradores y del ex agente operativo Julio
Chuqui Aguirre, que una vez sacado de su vivienda, Pedro Yauri fue conducido por los
agentes del referido cuerpo paramilitar hacia una de las playas de la ciudad de Huacho,
próxima a la fábrica de Industrias Pacocha, donde los esperaban otros integrantes del
grupo, quienes ya habían comenzado a excavar una fosa de aproximadamente un metro
de profundidad (CVR 2003: 652).

Tal y como señalan algunas instituciones políticas públicas, se puede establecer cómo fueron
los últimos momentos de vida del periodista Pedro Yauri y, así mismo, conocer los autores de
este crimen. Entre los agentes que lo esperaban al periodista Yauri se encontraba Martin
Rivas, Jefe del Grupo Colina, quien lo torturaría e interrogaría acerca de supuestas
vinculaciones con las fuerzas subversivas (Uceda 2004). A pesar de todo, Pedro Yauri se
mantendría en silencio aludiendo a que de todas maneras lo matarían. Y así ocurrió. ‘‘El
agente Jorge Ortiz Mantas le disparó un tiro en la cabeza con su fusil automático ligero
(FAL), lo que produjo el deceso instantáneo de Yauri, quien cayó dentro del hoyo’’ (CVR
2003: 652).

Por otro lado, con la intención de archivar los casos mencionados y otros crímenes
perpetrados por el Grupo Colina, el Estado peruano decidió establecer leyes que pudieran
respaldar al escuadrón paramilitar. Ello con el fin de detener las investigaciones que se
iniciaron sobre los delitos como el de La Cantuta y Barrios Altos. De esta manera, Alberto
Fujimori, presidente de la República en ese entonces, decretó la Ley de Amnistía. ‘’Mediante
la promulgación de la Ley de Amnistía en junio de 1995, el régimen otorgó impunidad a los
crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas en las décadas previas, incluyendo aquellós
(sic) llevados a cabo por organismos militares como el Grupo Colina’’ (Martínez 2007: 76).
Esta Ley de Amnistía General (Ley N° 26479), que consistió en ofrecer absolución total a
miembros de las Fuerzas Armadas y policías que hayan cometido alguna violación contra los
derechos humanos, permitió que los crímenes del Grupo Colina se anularan y que sus
miembros fueran puestos en libertad. Así mismo, tal y como señala la investigadora Almeida,
según Fujimori, la Ley de Amnistía era una estrategia para enfrentar el terrorismo y también
el único modo para poder conseguir la paz y cerrar etapas de odio y resentimiento (2017 :67-
68). Esto quiere decir que, de acuerdo a Alberto Fujimori, se trataba de buscar una
reconciliación entre el pueblo y las fuerzas del orden debido a los abusos y crímenes que
estos habían cometido de manera desproporcionada. Sin embargo, con esta Ley de Amnistía
General, el régimen autoritario de Fujimori, en realidad, solo buscaba ocultar la verdad de lo
que el acontecía en el país y controlar la sociedad.

Las autoridades peruanas, no obstante, están resueltas a que la amplitud de la ley de amnistía surta
efecto. El 15 de junio de 1995, el día en que entró en vigor la ley, la doctora Antonia Saquicuray,
la juez encargada de la investigación de la matanza de 1991 en Barrios Altos declaró que la ley de
amnistía no era aplicable a ese caso. Sin embargo, el 28 de junio de 1995, antes de que su
resolución fuese ratificada o anulada por una corte superior, el Congreso promulgó una nueva ley
de amnistía, la Ley 26492, que reforzaba las disposiciones de la primera y ampliaba su esfera de
aplicación. El artículo 1 de esta segunda ley prohíbe a la judicatura sentenciar sobre la legalidad o
aplicabilidad de la primera ley de amnistía, con lo que anula efectivamente la resolución de la
doctora Antonia Saquicuray e impide todo fallo similar en el futuro.

Las autoridades estaban muy desesperadas porque la Ley de Amnistía ya hiciese efecto y
dejasen en libertad a los agentes del Grupo Colina, sin embargo, durante este proceso, la
fiscal Saquicuray, quien evaluaba el caso de Barrios Altos, decidió declarar no aplicable la
Ley de Amnistía General. Inmediatamente, el Estado peruano decidió promulgar una nueva
ley (Ley N° 26492), la cual reforzaba la anterior, ya que prohibía la intervención de cualquier
juez o fiscal en decretar si era o no aplicable la primera ley de amnistía. Así mismo, es
importante resaltar que ‘‘La comisión Nacional de Derechos Humanos caracterizó años más
tarde la promulgación de la Ley de Amnistía como el suceso más indignante en la historia de
los Derechos Humanos en el país’’ (Martínez 2009: 71). Estas leyes fueron etiquetadas de
vergonzosas por dicha comisión, ya que permitía que se archivaran los casos como Barrios
Altos o La Cantuta y dejar en libertad a los autores de estos crímenes.

De igual modo, otro sistema de respaldo que adquirió el Grupo Colina fue, por una parte, el
imponer silenciamiento a los medios de comunicación y a personajes opositores. Tal es el
caso de Baruch Ivcher, dueño del canal de televisión Frecuencia Latina, quien en uno de sus
programas reveló el hallazgo del cuerpo de la exagente del Grupo Colina Mariela Barreto y
también transmitió la entrevista de la agente de inteligencia Leonor La Rosa, quien cuenta sus
torturas por parte de las Fuerzas Armadas (Almeida 2017). De esta manera, Vladimiro
Montesinos decidió sobornar a Ivcher con el fin de persuadirlo a que deje de transmitir
contenidos que mostrasen la verdadera crisis del país a lo que Ivcher se negó a acceder a
dicho trato.

Posteriormente, se llevaría a cabo la creación del Plan Operativo Tigre 96, el cual fue creado
por Vladimiro Montesinos (Almeida 2017). Con este plan ‘’el gobierno terminaría castigando
las infiltraciones de información que revelaron lo que tanto se empeñaban por ocultar: sus
ilegales estrategias de coerción y de control social’’ (Almeida 2017: 20-21). En otras palabras,
el régimen fujimorista decidió eliminar a los agentes que estuviesen filtrando información a los
medios de comunicación sobre los crímenes e irregularidades que el Estado peruano estaba
realizando y el terror que propagaban en la sociedad. Así mismo, Mariela Barreto, exagente del
Grupo Colina, terminó por convertirse en una de las víctimas de estas sanciones, ya que ‘‘fue
informante de periodistas de diversos medios de comunicación’’ (Almeida 2017).

En conclusión, como se ha podido demostrar, el Grupo Colina fue creado con el fin de
combatir la violencia, sin embargo, sus acciones solo contribuyeron a aumentarla. Se
cometieron una serie de crímenes contra civiles inocentes de manera desproporcionada e
indiscriminada. Por un lado, las consecuencias de este accionar se pueden analizar en el
ámbito social y académico. Así mismo, este destacamento colaboró con el silenciamiento de
los opositores del régimen fujimorista tales como los periodistas o sindicales que mostraban
sus disgustos y el de la población a través de los medios y marchas. Sin embargo, ante un
régimen tan autoritario como el de Alberto Fujimori no se pudieron tomar las medidas
necesarias para sancionar las violaciones de los derechos humanos por parte de las Fuerzas
Armadas. Más bien, el Estado se empeñó en ocultar todos los delitos que venía ejerciendo
para seguir manteniéndose en el poder. Esto último se demuestra en la aprobación de las leyes
de amnistía, ya que estas leyes de impunidad más allá de otorgar la libertad a los miembros
del Grupo Colina pretendían ser una imagen de reconciliación entre el pueblo y las fuerzas
del orden por las diversas vulneraciones a los derechos humanos para que así Alberto
Fujimori obtuviese mayor popularidad en las elecciones presidenciales.

En ese sentido, es relevante para la sociedad peruana conocer las acciones de este cuerpo
paramilitar y las consecuencias que produjeron en la sociedad civil debido a que

‘‘la pretendida estrategia de combatir al terror con los métodos del terror, no funciona,
no es eficaz, por que olvida las razones de fondo y omite algo esencial, terrible: ‹‹El
terrorista comparte un secreto y una identidad. Comparte códigos y protocolos de su
misión, pero también, más en profundidad, una idea de castigo y devastación. (…)
Ellos quieren morir. Esa es la ventaja que tienen, el fuego de la fe ofendida››’’ (Jara
2017: 14).

De esta manera, el investigador Umberto Jara nos plantea que en nuestra sociedad existen dos
ideologías distintas, es decir, existe una gran desigualdad en nuestro entorno ya sea en
hambre, salud o riquezas que día a día nos separa más y construye pensamientos que
trasgreden el bien común y generan un caos que pensamos erróneamente poder
combatirlo con más caos .
III. BIBLIOGRAFÍA

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