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EL TRIUNFO DE LA ELECCIÓN
Florencia
Venecia
Harrington
Rousseau
Elección de representante
Libertad de la opinión
Como los representantes no están atados por los deseos de los que los eligen,
el parlamento puede ser un órgano deliberador en todo su sentido, o sea, un lugar
en el que los individuos forman su voluntad mediante la discusión y en el que se
llega al consentimiento de la mayoría mediante el intercambio de argumentos. Una
discusión puede producir un acuerdo final entre los participantes con opiniones
divergentes sólo si son proclives a cambiar sus opiniones durante la discusión. En
las circunstancias en las que este cambio no es posible, la discusión no sirve para
crear el consentimiento de la mayoría. Y no altera esta situación el que los
participantes intercambien comentarios verbales o no: no hay una genuina
discusión. La posibilidad de que los participantes cambien de opinión es una
condición necesaria (aunque no suficiente) de la discusión persuasiva.
Precisamente con el fin de permitir la deliberación significativa en el parlamento es
por lo que en el parlamentarismo los representantes no están atados por los deseos
de sus circunscripciones. Durante la primera mitad de siglo XIX, la creencia
dominante en Inglaterra era que los parlamentarios debían votar según las
conclusiones a las que hubieran llegado durante el debate parlamentario, no según
las decisiones tomadas con antelación fuera del parlamento. Aun si la práctica no
siempre se ajustaba a este modelo, éste era el principio suscrito por la mayor parte
de los candidatos y miembros del parlamento. En cualquier caso, la libertad de los
representantes electos puede verse en el continuo cambio de divisiones y
agrupaciones entre los representantes [367].
Democracia de partidos
Elección de representants
Democracia de «audiencia»
Elección de representantes