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La guerra del narcoterrorismo

Las investigaciones de Rodrigo Lara Bonilla, junto con el coronel de la policía, Jaime Ramírez
Gómez, prueban la vinculación de Escobar en el narcotráfico cuando el capo le había dado al
ministro un ultimátum de demostrar sus acusaciones o en su defecto lo acusaría de calumnia y
difamación. Escobar junto con Ortega atacan al ministro mostrando un cheque, al parecer
falso, del narcotraficante Evaristo Porras financiando la campaña de Lara al senado pero el
ministro niega tal vínculo y logra desacreditar a Escobar mostrando públicamente un
documental del canal estadounidense ABC sobre el capo mientras que Ramírez encabezaba
un operativo que desmanteló Tranquilandia, un gigantesco complejo de laboratorios para el
proceso de cocaína perteneciente al Cartel ubicado en las cercanías del río Yarí en la
entonces comisaría del Guaviare. Por tanto, Escobar pierde su escaño y su visa a Estados
Unidos es cancelada y públicamente Escobar renuncia a la política.

El 30 de abril de 1984 Lara es asesinado por órdenes de Escobar dando inicio a un período
que ha pasado a la historia como el «narcoterrorismo». Tras dicho hecho el
presidente Belisario Betancur, antes opuesto a la extradición de colombianos, decide
autorizarla desencadenando una serie de operativos por parte de la policía para capturar a los
miembros del Cartel de Medellín. Con este marco legal del Estatuto de Estupefacientes,
Betancur inició la primera gran guerra contra el narcotráfico; se dispone del embargo y del
secuestro de bienes y del aumento de penas y multas para delitos asociados al tráfico de
drogas, pasando éstos al conocimiento de la Justicia Penal Militar. Los principales cabecillas
del Cartel debieron refugiarse en Panamá e intentaron en mayo de 1984 en medio de los
llamados Diálogos de Panamá con el expresidente Alfonso López Michelsen en un último
intento de acercamiento al Estado. Su fracaso se debió a que los diálogos se habían filtrado a
la prensa. Meses después regresarían clandestinamente al país y la guerra total sería cuestión
de tiempo.

Los primeros en acogerse a la oferta, entre diciembre de 1990 y febrero de 1991, fueron los
hermanos Ochoa, Jorge Luis, Juan David y Fabio, socios cercanos de Escobar quien receloso
de las intenciones del Gobierno, que ya le había incumplido anteriormente, organizó una serie
de secuestros selectivos de periodistas de renombre y de personajes influyentes en la vida
nacional. Escobar ordena el secuestro a familiares de miembros del Gobierno y a periodistas,
de la larga lista de secuestrados los más reconocidos fueron: Francisco Santos
Calderón (redactor jefe del diario El Tiempo), Maruja Pachón de Villamizar (periodista y
directora general de Focine, esposa del político y diplomático Alberto Villamizar), Beatriz
Villamizar de Guerrero (hermana de Alberto Villamizar y asistente personal
de FOCINE), Diana Turbay (directora del noticiero de televisión Criptón y de la revista Hoy x
Hoy, hija del expresidente de la República Julio César Turbay) y quien murió en hechos
confusos durante un intento de rescate de la policía, Marina Montoya de Pérez (hermana del
exsecretario General de la Presidencia, Germán Montoya) y quien es ejecutada por sus
captores como represalia por la muerte de sicarios y colaboradores del Cartel manos de la
policía, en especial por la muerte de los hermanos Armando y Ricardo Prisco Lopera, líderes
de 'Los Priscos', brazo armado del cartel, Álvaro Diego Montoya (hijo mayor del entonces
Secretario General de la Presidencia, Germán Montoya), Patricia Echeverri y su hija Diana
Echeverri, parientes políticas del expresidente de la República Barco presionando de ese
modo al presidente saliente y electo para que fuera tratado como un delincuente político,
haciéndose beneficiario de paso de los indultos reservados a los guerrilleros.

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