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JUSTICIA, IGUALDAD Y EQUIDAD: LAS OPCIONES A LA DESIGUALDAD

Justicia, es para la filosofía política contemporánea una virtud política y moral de un valor
supremo, es el criterio máximo con el que se miden las relaciones políticas, económicas,
jurídicas y culturales. Que como fin y como medio requieren de estrategias para desarrollarse,
la idea de alcanzar la justicia atraves de la igualdad a pasado por argumentos que relevan la
importancia de heterogeneidad en dicha búsqueda. Dicha igualdad ha sido superada y a dado
paso a propuestas más complejas.

Justicia como equidad (Rawls 1995; 2004) es una concepción política de la justicia asentada en
una base moral, cada persona tiene derecho irrevocable a libertades básicas iguales que debe
satisfacer dos principios. 1 Condición de igualdad de oportunidades. 2 Principio de
redistribución.

Rawls señala que:

Un sistema de libre mercado debe establecerse en un marco de instituciones políticas y legales


que ajuste la tendencia a largo plazo de las fuerzas económicas a fin de prevenir las
concentraciones excesivas de propiedad y riqueza, especialmente de aquellas que conducen a
la dominación política.

Martha Nussbaum 1995: la verdadera justicia solo se puede alcanzar en tanto los individuos
son vistos en sus circunstancias de vida y aparecidos en las particularidades que desean
enfrentar.

Para Nussbaum la justicia no puede basarse en la escéptica y distante racional científica, por
eso analiza de una forma diferente la condición humana, valiéndose para ello con el papel de
la literatura que describe los hechos en los cuales se encuentran inmersos los personajes.

Fried Hoffe (2003) justicia como acto esencialmente político, que esta afecto en la moral, la
cual somete a una critica de control moral a las instituciones políticas.

Un estado democrático debe ejercer coacción jurídica para garantizar libertades para todos,
por medio de principios universales justificables; Hoffe, combina la justicia como beneficio
mutuo y como intercambio, para instaurar un sistema de ventajas reciprocas que satisface el
criterio de igual ventaja para todos. Hoffe a diferencia de Rawls no aboga por la justicia
distributiva sino por la relación conmutativa que requiere de una coexistencia regulada de
libertades, derecho y garantía hacia ella.

Para concluir tanto Rawls como Nussbaum y Hoffe consideran de lo específico como elemento
fundamental para estimular una sociedad de justicia.

Michael Walker: la justicia es una prioridad traducida en la institucionalización de la libertad e


igualdad.

Seyla Benhabid:

La política de la dignidad igualitaria resurge en las luchas por el reconocimiento; de hecho, es


solo el presupuesto de la reivindicación igualitaria de cada uno para desarrollar las condiciones
de su sí mismo […] lo que le otorga a la política del reconocimiento su sesgo normativo. Las
reivindicaciones de autenticidad presuponen reivindicaciones de justicia o, en otras palabras,
la consecución de la diferencia colectiva presupone un esquema sustentado por las premisas
de la igualdad individual
¿La desigualdad inevitable?: reflexiones finales y preguntas para el debate

El objetivo de este balance fue presentar algunos elementos conceptuales que contribuyan a
comprender la noción de ‘desigualdad’, considerando la importancia del contexto en el que se
(re)crea la noción y los elementos propiamente constitutivos del concepto. A lo largo de este
documento, he buscado mostrar que la noción de ‘desigualdad’ es una categoría cuya
complejidad se asienta en los diversos factores que componen su propia esencia como
concepto. Debido a ello, aunque la experiencia social de la desigualdad ha acompañado desde
siempre la propia evolución social, fue recién con las ideas de la Ilustración y de la modernidad
que adquirió categoría de análisis filosófico. Las preguntas por los factores que hacen que
estas relaciones asimétricas existan —a pesar del reconocimiento de igualdad de ciertas
características básicas del individuo, como fue el caso de la razón, y de la instauración de un
conjunto de acuerdos jurídico-sociales, como el caso de los derechos fundamentales y la
eliminación de los privilegios— se constituyeron rápidamente en preocupación de la
investigación y del pensamiento académico. A partir de este análisis, presento tres reflexiones
finales a modo de conclusiones

La multidimensionalidad de la desigualdad
La desigualdad se juega en tres dimensiones: económicas, culturales y políticas .Por ello
cualquier forma de exclusión económica, cultural y/o política desencadena desigualdad e
injusticia.

El reto mayor de los tiempos actuales es, de este modo, redistribuir riqueza, pero teniendo en
consideración las diferencias culturales y la participación política de los sujetos. Sin embargo,
construir la idea de ‘justicia’ sobre la base de esta tríada debe considerar los impactos que
produciría en los niveles de tolerancia frente a la desigualdad que tiene tanto el Estado como
la propia sociedad

Así pues, la noción de ‘desigualdad’ continúa arrastrando la sentencia ilustrada de Rousseau


sobre su responsabilidad como origen del mal, ya que la desigualdad requiere de un juicio
moral para constituirse como tal.

La pluralidad en la justicia social


Que reconozca que la noción tradicional de ‘justicia’, como ideal de objetividad e Formatted: Font: 11 pt
imparcialidad, no sólo ha sido difícil de alcanzar en el pasado, sino que, en el futuro, la tarea se
tornará más complicada aún de cumplir, debido a los factores que están en la base de esa
objetividad.

Nancy Fraser, en su libro Escalas de la justicia (2008) Según la autora, actualmente, la


justicia social se enfrenta a dos nuevos problemas: la búsqueda del equilibrio moral en
el valor de la heterogeneidad y los límites de las regulaciones de justicia para grupos
sociales en proceso de desterritorialización.
Finalmente, el análisis conceptual de la desigualdad es también una discusión
De la mayor importancia, pues sus conclusiones tienen implicancias directas en las
decisiones que el Estado, principal responsable de “administrar” justicia social, tiene
sobre asuntos de política pública
Particularmente en un contexto nacional de crecimiento económico sostenido que
convive con manifestaciones de quienes se sienten excluidos y de enfrentamientos de
discursos que afirman que la ‘desigualdad’ es el costo de la modernización frente a los
que opinan que es el resultado de esa modernización.
En el Perú, como en muchos otros países, se produce una efervescencia de grupos
sociales que reclaman derechos específicos en nombre de su diferencia cultural. En tal
sentido, ¿esos reclamos son por una mejor “redistribución” de la riqueza o por un
correcto “reconocimiento” o por una real “representación” en la vida política?, ¿es la
lucha contra la desigualdad (o la promoción de la justicia social) un proyecto de la
sociedad o del Estado? y ¿de quién es la preocupación por la desigualdad?
Pareciera que la desigualdad es inevitable, pero también la historia nos confirma que su
persistencia produce malestar. Por la relación que mantiene con el contexto social, con la
carga moral que la define y con la posición política desde donde se la enuncia, la desigualdad
es fundamentalmente un problema de múltiples dimensiones con las que se relaciona y de las
varias formas que adopta. Por ello, ¿sería acaso lo más correcto hablar de desigualdades

antes que de desigualdad? Pero, sobre todo, las desigualdades son un problema de intensidad,
de relaciones entre grupos, de grados de aceptación sobre la profundidad de sus brechas, de
cómo se construye en los imaginarios sociales.

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