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Voces: BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA ~ DAÑOS Y PERJUICIOS ~ ENTIDAD


FINANCIERA ~ ENTIDAD FINANCIERA EN LIQUIDACION ~ LIQUIDACION DE ENTIDAD FINANCIERA ~
RESPONSABILIDAD DE LA ENTIDAD FINANCIERA
Tribunal: Juzgado Federal de 1a Instancia Nro. 1 de Rosario(JFedRosario)(Nro1)
Fecha: 09/11/2004
Partes: Sociedad Italiana Socorros Mutuos Victor Manuel III c. Banco Central de la República Argentina
Publicado en: LLLitoral
HECHOS:
Un ahorrista demandó al Banco Central a fin de obtener una reparación por los daños sufridos a raíz de la
privación de los fondos depositado en un banco en liquidación, al cual el B.C.R.A le había otorgado sucesivos
redescuentos en clara violación a lo previsto en su carta orgánica. El juez de primera instancia hizo lugar a la
demanda por daños y perjuicios.

SUMARIOS:
1. Cabe hacer lugar a la demanda de daños y perjuicios deducida por un ahorrista contra el Banco Central de la
República Argentina en virtud de la privación del dinero depositado en un banco en liquidación, toda vez que las
renovaciones automáticas de redescuentos otorgadas por el demandado a la entidad depositaria sin cumplir
con lo exigido por su Carta Orgánica, y la apariencia de solvencia derivada de la asistencia financiera diaria,
generaron en los ahorristas una convicción equivocada sobre la conveniencia de efectuar su depósito en el
banco liquidado.
2. Corresponde atribuir responsabilidad al Banco Central de la República Argentina por omisiones en el ejercicio
del poder de policía financiera al dilatar la liquidación de un banco que se encontraba insolvente, ya que la
actuación pasiva complaciente de sus agentes configura una verdadera culpa por aplicación del art. 902 del
Cód. Civil, pues la seguridad de los depositantes descansa en gran medida en el cabal cumplimiento de sus
funciones de vigilancia sobre las entidades financieras.

TEXTO COMPLETO:
1ª Instancia.- Rosario, noviembre 9 de 2004.
Considerando: Primero: La actora, Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Víctor Manuel III incoa demanda
tendiente a obtener el resarcimiento integral material y moral del menoscabo sufrido por la pérdida patrimonial
consistente en la privación del dinero de propiedad la misma y sus representados que en calidad de ahorristas
tenían depositados en el Banco Integrado Departamental Cooperativo Limitado (BID - actualmente en
liquidación), conforme con los respectivos contratos de depósitos a plazo fijo. Reclama además los intereses
que debieron devengar esas sumas de dinero, según la tasa pactada con la entidad bancaria y las costas del
proceso.
Que achaca una conducta ilegal y antifuncional del Banco Central de la República Argentina (B.C.R.A.) por
acción y omisión, violando las disposiciones de su carta orgánica otorgando préstamos al BID sin controlar su
destino e intentando colocarse por encima de los acreedores invocando un privilegio que le otorga la ley 24.627,
creando situaciones ficticias con complicidad de las autoridades de este último.
Que, sigue aduciendo, el B.C.R.A. no respetó el plazo de 45 (cuarenta y cinco días) entre la cancelación del
préstamo y el otorgamiento de un nuevo crédito conforme art. 17 de la Carta Orgánica (lo que se mantuvo por
dec. 290/95 del P.E.N. como por la ley 24.485) cuyas disposiciones fueron dictadas para proteger el patrimonio
de los ahorristas.
Que el B.C.R.A. debe responder por violar el ejercicio legal de su función y no escudarse en el falseamiento de
situaciones o informaciones del B.I.D. y por cuanto no vigiló el buen funcionamiento del mercado financiero ni
aplicó la ley de entidades financieras ni propendió al desarrollo del mercado de capitales, afirmando, además,
que tanto el B.C.R.A. como sus consultores emitían mensajes de las bondades del B.I.D.
Que la negligencia del B.C.R.A. al no efectuar su función de contralor lo hace incurso en el art. 902 del Cód.
Civil.
Segundo: Que a fs. 148 la demandada, por intermedio de apoderada, contesta la demanda, negando las
reclamaciones e imputaciones que se le realizan y formula algunas precisiones invocando el art. 3° de la Carta
Orgánica del B.C.R.A. señalando la misión que a éste compete, señalando que el objetivo primordial es
preservar el valor de la moneda desarrollando una política financiera que permita salvaguardar la función del
dinero como reserva de valor, unidad de cuenta e instrumento de pago, como también asegurar un sistema
financiero estable que mantenga la existencia y el valor del dinero bancario, buscándola estabilidad de la
operatoria normal del sistema de pagos y bancario.
Que, sostiene, desempeña, al igual que otros Bancos Centrales del orbe, dos tareas cruciales: a) establecer
mecanismos cuyo objetivo es prevenir la aparición de crisis sistémicas y b) como prestamista de última
instancia frente a dificultades de liquidez de entidades que no logran solucionarla en el sistema interbancario.
Que detalla las formas en que lleva a cabo las funciones de regulación y supervisión de las conductas de los
bancos a los efectos de preservar, en todo momento, su liquidez y solvencia.
Que señala que el B.C.R.A. como prestamista de última instancia consiste en asistir financieramente a un banco
cuando ningún otro banco le presta no teniendo ello, como objetivo primordial "salvar" a una entidad en
particular sino evitar que su caída pueda tener efectos sobre el resto del sistema.
Que alude que durante el final de 1994 y 1995 nuestro país sufrió el llamado "efecto tequila" que produjo una
desconfianza en nuestro país por parte de inversores generando una abrupta caída de los depósitos en las
entidades financieras, provocando unja situación de iliquidez en el sistema.
Que en fecha 1/3/95 se modificó la Carta Orgánica del B.C.R.A. mediante el decreto de necesidad y urgencia
290/95, por el que se reconocía la particular situación que se estaba viviendo dentro del ámbito financiero, y
dotando así al B.C.R.A. de herramientas más amplias que condujeran a aumentar y facilitar el flujo de crédito a
la economía.
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Que tal disposición permitió al Banco Central exceder los plazos y demás condiciones del art. 17 inc. B) de su
carta orgánica.
Tercero: En primer lugar, cabe corresponde determinar la legitimación activa de la accionante. A tal efecto, se
encuentra acreditado que la Sociedad italiana de Socorros Mutuos Víctor Manuel III, de la ciudad de Chañar
Ladeado, provincia de Santa Fe, es titular de los certificados de plazo fijo 76.615, 76.736, 154.421, 76.718,
154.420, y 170.293, por un total de pesos cuatrocientos veintinueve mil setecientos setenta y cinco con 32/100
(ver documental reservada en Secretaría).
Sobre ello, es de importancia resaltar que a fs. 333/334 y a fs. 436, se acreditan pagos parciales realizados
dentro de la quiebra del ex Banco B.I.D.. Por lo que la acreencia probada en autos, sobre el Banco mencionado,
asciende a "un valor nominal histórico" (al momento de interponer la demanda 14 de abril de 1998) de
$266.979,54.
Ahora bien, debo dejar debidamente aclarado que la complejidad del asunto y la atención de los temas
sometidos pueden ameritar prescindir de fundamentos extensos, por cuanto la erudición de que las partes han
hecho gala, permiten obviarlos. Es decir, que los jueces no estamos obligados a expresar en nuestros
Considerandos, pese a su ponderación global, todas las probanzas producidas en el juicio, sino aquéllas
estimadas conducentes para fundar nuestras conclusiones, ni tampoco lo estamos a tratar todas las cuestiones
expuestas ni analizar los argumentos utilizados que a nuestro juicio no sean decisivos.
Antes de dilucidar si se verifican en autos los extremos requeridos para la procedencia de una indemnización de
daños y perjuicios (conducta dañosa, el daño, y la relación de causalidad), realizaré una breve síntesis de
ciertos extremos que considero de relevancia.
La ley 21.526 es la norma que delega facultades de poder de policía bancario o financiero en el Banco Central
de la República Argentina. Como órgano especializado de aplicación, control, reglamentación, y fiscalización del
sistema monetario, financiero y bancario, la ley le otorga facultades exclusivas de superintendencia sobre todos
los intermediarios financieros (Exposición de Motivos, Cap. II, pto. 1); y su art. 41 lo habilita para sancionar a las
personas o entidades responsables que incurrieren en infracciones a las disposiciones de esa ley y sus normas
reglamentarias, por resultar imperioso a quien legalmente controla, fiscaliza e incluso legisla dentro de ese
espectro.
La ley de entidades financieras impone el poder de policía financiero y bancario del Banco Central, y que es la
naturaleza de la actividad y su importancia económico-social la que justifica el grado de rigor con que debe
ponderarse el comportamiento de quienes tienen definidas obligaciones e incumbencias en la dirección y
fiscalización de los entes financieros.
Como contracara de esa responsabilidad de control que pesa sobre el Banco Central de la República Argentina,
la ley establece responsabilidad a las entidades financieras (en este caso el B.I.D.), la cual es la consecuencia
del deber que les incumbe al asumir y aceptar funciones que los habilitan razonablemente para verificar y
oponerse a los procedimientos irregulares, sin que las modalidades de la gestión del negocio social puedan
excusarlos de sus obligaciones. Esa responsabilidad se ve comprometida toda vez que se verifican infracciones
cuya comisión ha sido posible por su realización deliberada, o por su aceptación, tolerancia o negligencia
-aunque sea con un comportamiento omisivo (autos "Galarza", del 1/9/92; y "Crédito Popular de Merlo", del
3/9/92 -LA LEY, 1993-B, 41-)-; salvo que invoquen o demuestren la existencia de alguna circunstancia
exculpatoria válida ("Groisman", del 13/7/82), la que aquí no se ha evidenciado. No basta para eximir a los
integrantes de los órganos ejecutivos o de control de las entidades financieras la mera alegación de ignorancia,
en tanto ello comporte el incumplimiento de las obligaciones como tales, por lo que resultan sancionables
quienes, por omisión, aún sin actuar materialmente en los hechos, no desempeñaron su cometido de dirigir y
fiscalizar la actividad desarrollada por aquéllos, y coadyuvaron de ese modo, por omisión no justificable, a que
se configuraran los comportamientos irregulares.
Como se dijo, la ley 21.526 es la norma que delega facultades de poder de policía bancario o financiero en el
Banco Central de la República Argentina. A consecuencia de las distintas facultades que otorga a la autoridad
de control, cuando el negligente ejercicio de dicho poder de policía trae aparejado consecuencias dañosas en
terceros (en este caso, en el ahorrista actor) genera responsabilidades en la demandada.
Una entidad financiera no es un comercio como cualquier otro en el cual sólo importa el interés particular del
empresario, sino que en esta actividad se encuentra presente el interés público, lo que justifica sobradamente
las atribuciones de control conferidas al Banco Central y las responsabilidades agravadas que cabe poner en
cabeza de quienes detentan ese control.
La responsabilidad del BCRA está correlacionada con las obligaciones a que están sometidos todos los actores
de este sistema, especialmente quienes tienen a su cargo el ejercicio del poder de policía, quien debe extremar
los recaudos de previsión, cuidado, prudencia, transparencia, vigilancia de las operaciones que se desarrollan
en el ámbito de su competencia; debiendo para ello contar con pericia y conocimiento del delicado ámbito en el
que despliegan su actividad.
El Banco Central de la República Argentina tiene a su cargo una actividad específica que afecta en forma
directa e inmediata todo el espectro de la política monetaria y crediticia en el que se hallan involucrados vastos
intereses económicos y sociales. Es por eso, que la diligencia que se pretende del referido órgano de control es
superior a la que se solicita a otra persona.
El Banco Central, bajo la apariencia de una actividad independiente, esta dotado de poderes que asombran, en
un Estado Democrático (en tal sentido, "El Banco Central, un regreso a los orígenes. Derecho de los acreedores
quirografarios frente a la nueva figura de exclusión de activos", Iturraspe, Juan Bernardo, en LA LEY, 1998-F,
965). Por ende la existencia de tamaño privilegio, va de suyo que conlleva la obligación de actuar con cuidado y
previsión.
Cuarto: Por ello, corresponde determinar si se encuentra acreditado el requisito de antijuridicidad en el obrar de
la demandada.
Adelanto mi opinión de que asiste razón a la demandante en cuanto sostiene que la conducta desplegada por el
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B.C.R.A. es antijurídica por acción y omisión, y que por ello, surge su responsabilidad extracontractual y como
tal, adelanto mi opinión, también deberá cargar con la reparación del daño moral sufrido por la Sociedad Italiana
de Socorros Mutuos Víctor Manuel III (persona no comerciante), si bien este juzgador es consiente que su
criterio no es compartido por la totalidad de la jurisprudencia, no lo es menos que existe la que pregona que
merece la protección del órgano jurisdiccional tanto en cuanto a las personas de existencia visible como ideales,
ya que al fin y al cabo ambas (visibles e ideales) son personas y nuestro Código Civil se ocupa de ellas en una
misma sección. (CNCiv., sala A, 7/5/77, ED, 75-243), no requiriéndose la prueba acabada de la entidad del daño
moral en la relación extracontractual, puesto que se lo debe tener por acreditado por la sola comisión del acto
antijurídico, tratándose de una prueba "in re ipsa" que surge inmediatamente de los hechos mismos (CNCiv.,
sala A, 12/3/91 "Cobelli, Haydee N. c. Nodar, Juan J.", LA LEY, 1991-E, 763 (S.38191)".
En efecto, el B.C.R.A. otorgó prestamos al B.I.D. violando manifiestamente su carta orgánica. Sobre ello, vale
realizar la siguiente enunciación.
El síndico designado en los caratulados "BID s/quiebra c. BCRA s/daños y perjuicios" expte. 58/98 (reservado
en Secretaría en autos "Cassone Pedro y Ots. c. BCRA s/Daños y Perjuicios", expte. 77.271, de trámite ante
este Juzgado) informa que "... a la fecha que comenzaron las asistencias financieras del BCRA, el BID se
hallaba ya en un estado de pérdida definitiva e irrecuperable del crédito (cesación de pagos) ya que no existían
en ese momento posibilidades que el BID devolviera el dinero tomado al público a ese entonces, ni tampoco los
créditos que comenzarían a tomar a partir de ese momento del BCRA", que "el BCRA destacó con fecha
16/1/95 (la primera asistencia financiera lo fue el 19 de enero del mismo año) una inspección integrada en un
comienzo por siete inspectores de la ciudad de Buenos Aires, los que se radicaron en la ciudad de Venado
Tuerto", que "si bien al comienzo la tarea tenía por finalidad una inspección integral, paulatinamente las tareas
se fueron limitando y concentrando a las de monitorear las operaciones día a día del BID. La función de los
inspectores se limitó finalmente a verificar las necesidades de caja del BID... todos los días los inspectores
verificaban el déficit que se había producido en el día y se comunicaban con el BCRA para que éste prestara la
asistencia financiera necesaria para que el BID pudiera atender las exigencias de los acreedores... caso no hay
día hábil en el que no exista un adelanto de dinero del BCRA con destino a solucionar la iliquidez diaria del
BCRA... el BCRA no prestó una suma única e importante con la cual esta última pudiera restaurar su ruina... es
decir, mantuvo una situación enteramente artificial, que pudiera compararse a un esquema de 'respiración
artificial', que en el momento que cesara pondría fin al BID", y que "... aplicando los principios generales en la
materia, puede afirmarse sin lugar a hesitación alguna que el BCRA tenía conocimiento de la cesación de pagos
del BID y que realizó actos que redundaron en perjuicio del BID, en cuanto agravaron su pasivo". Todo ello, a su
vez, se encuentra corroborado con las constancias de autos.
Atento ello, entiendo que el B.C.R.A., estando en conocimiento de la cesación de pagos del B.I.D. debió haber
actuado inmediatamente, a fin de evitar un daño mayor al patrimonio de dicho Banco, e indirectamente en sus
ahorristas (hoy actores).
En lugar de ello, actuó en el sentido contrario, agravando la situación patrimonial de la entidad financiera, y
consecuentemente, perjudicando a los depositantes.
Todo esto, me lleva a la convicción de que el BCRA actuó con evidente negligencia, causando un daño al
patrimonio del B.I.D., aumentando indebidamente su pasivo.
Por otra parte, de las constancias de autos, se desprende que el B.C.R.A. debió saber que las fusiones que
autorizaba necesariamente iban a producir un empeoramiento de la situación financiera del B.I.D.
Entiendo que la liquidación del banco era la medida que el Estado debió haber dispuesto antes del 18 de enero
de 1995, y no el 16 de agosto de 1995, ya que ese retardo (con más las asistencias financieras otorgadas
durante esas fechas) significó un sensible agravamiento del pasivo del B.I.D. Más aun cuando durante ese
período se produjo la virtual licuación de los activos a través de préstamos dados a empresas insolvente.
La disponibilidad de fondos permitió a las autoridades de la fallida el otorgamiento de nuevos préstamos a las
empresas vinculadas, fácilmente apreciable por la evolución del endeudamiento de las mismas. En relación a
esto, considero que el BCRA es (por acción u omisión) partícipe de la exageración del pasivo del B.I.D.. Es
verdaderamente difícil pensar que los administradores del B.I.D. pudieran realizar el agravamiento del pasivo si
no hubieran contado con la participación del BCRA. En igual sentido se expide el Perito Contador Público
Nacional designado en estos autos (ver fundamentos expuestos a fs. 302 y sigtes.).
Por otro lado, de las operaciones relevadas mediante compulsa de la documentación y registros del BCRA y del
BID, puede concluirse que el Banco Central ha efectuado renovaciones automáticas de redescuentos otorgados
al BID. Y es determinante entender que el BCRA no tenía atribuciones para otorgar renovaciones de adelantos
y redescuentos antes de transcurridos 45 días desde su vencimiento. Por lo que se impone concluir que el
BCRA ha otorgado redescuentos sin observar las normas que rigen la materia.
El dec. 290/95 amplía las facultades otorgadas al B.C.R.A. por su Carta Orgánica, en todas las operaciones de
fecha posterior al 01/03/95. Por ello, cabe concluir que el BCRA ha otorgado refinanciaciones en condiciones
diferentes a las autorizadas por su Carta Orgánica (art. 17). No obstante algunas de estas operaciones han sido
convalidadas por un acto del Poder Ejecutivo (dec. 290/95 publicado el 1/3/95).
A igual conclusión arriba el Perito Contador (Cuadro Anexo II-3 y 4 de fs. 277 y sucesivas, y de fs. 299 y
sucesivas).
Es de importancia destacar que la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina, ley 24.144,
regula en su art. 17, inc. b) y c) las asistencias financieras que está facultado a otorgar a las Entidades
Financieras por razones de iliquidez transitoria. La modalidad de redescuentos, como así también los adelantos
en cuenta, tienen un plazo de vigencia que no excederá los 30 días corridos. A su vez, la renovación sólo
procederá una vez transcurrido un período de 45 días desde su cancelación (Comunicación "A" 2040 y sus
modificatorias del BCRA).
Vale efectuar un breve relato de los redescuentos otorgados por el demandado al banco en cuestión. El primer
pedido de redescuentos fue elevado el 19 de enero de 1995 por el Banco Integrado Departamental Coop. Ltdo.
a Héctor Biondo, Subgerente General del Area Operativa del B.C.R.A., solicitando además, un exceso en el
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límite por operatoria (redescuento) por hasta el 50% de la Responsabilidad Patrimonial Computable, ya que el
monto máximo estaba fijado en el 6% del promedio de las partidas sujetas a efectivo mínimo con exigencia
fraccionaria (en pesos), correspondiente al penúltimo período de cómputo cerrado, con relación al mes en que
se efectúa el pedido. El B.C.R.A. en fecha 19 de enero de 1995, a través de su entonces presidente doctor
Roque Fernández, y luego de ser considerado el pedido por parte del gerente de Créditos Juan C. Báez y por el
lic. Eugenio Pendas, acuerda el redescuento N° 34 por un monto global de $33,7 millones, efectuando la
acreditación de la primera partida por $2,8 millones el día 24 de enero de 1995, con fecha valor 19 de enero de
1995, y el resto de la partida en días sucesivos. El primer redescuento (por $33,7 millones) tenía fecha de
vencimiento 17 de febrero de 1995. Con fecha 16 de febrero de 1995 se solicita la renovación del redescuento
N° 34 con vencimiento 17 de febrero de 1995 por un monto de $33,7 millones, según nota del Banco Integrado
Departamental Coop. Ltdo. a la Gerencia de Créditos del BCRA. La Gerencia de Créditos del BCRA en su nota
de Informe de fecha 17 de febrero de 1995, aprueba la solicitud de renovación del redescuento N° 34 mediante
el débito automático del mismo en la cuenta corriente del Banco Integrado Departamental en el BCRA y el
crédito de la misma por $33,7 millones y vencimiento 17 de marzo de 1995 con número de operación 113. La
totalidad de estas asistencias otorgadas por el BCRA fueron en concepto de Redescuentos por razones de
iliquidez transitoria, y se utilizó la Fórmula 2929 tal lo requería la normativa vigente, las que se encuentran en la
Gerencia de Créditos del BCRA.
Es decir, que está probado que existió una renovación del redescuento N° 34 de vencimiento 17 de febrero de
1995, mediante el redescuento N° 113 de fecha 17 de febrero de 1995, con vencimiento el día 17 de marzo de
1995. Ello, como se dijo, evidencia que no se ha observado el plazo de 45 días establecido por la ley 24.144
Carta Orgánica del BCRA, ni por la Comunicación "A" 2040 y modificatorias del BCRA.
Los inversores o depositantes son los beneficiados principales del sistema financiero. Suponiendo que se
decida la exclusión y así se acuerde entre la entidad financiera actuando con sus autoridades legítimas o con el
interventor designado por el BCRA en sede judicial. ¿Cómo afecta la exclusión a quien prestó conformidad?
Normalmente, se habría consumado el negocio. ¿Cómo opera la exclusión con relación a ellos si no prestan
consentimiento? ¿Cuál es el acto eficiente que determina que dejen de ser acreedores de la entidad originaria y
pasen a serlo de otra? En rigor, hay distintas situaciones; en cuanto a la trasmisión de la calidad solamente
cabe buscar la identificación o determinación del negocio jurídico eficiente para la transferencia, que debe
encontrarse en el marco de la cesión de créditos o mejor aún en la novedosa figura de la cesión de la posición
contractual.
No se advierte cuál puede ser el fundamento para que el BCRA pueda disponer de los bienes o el patrimonio de
una persona en contra de su voluntad afectando su libertad, aun cuando exprese que lo hace en su propio
beneficio. En otras palabras, que con relación a los ahorristas y su relación sustancial, la mera decisión
administrativa de la exclusión es absolutamente ineficiente, y ha provocado situaciones irritantes; ello no
obstante, insisto, como elementos integrantes del sistema la Resolución de exclusión puede significar para ellos
una pérdida de legitimación.
Si quien aporta los fondos es el Ente Rector del sistema financiero, quien tenía además bajo inspección a la ex
entidad, es decir contaba con la posibilidad de monitorear desde todo ámbito la evolución de la misma durante
la crisis, no resulta del todo congruente que le preste hasta el día 11/04/95, y lo suspenda el 14 de abril
(mediando entre esas fechas, dos días de feriados bancarios por Semana Santa). Tengo para mí que si bien
puede ser razonable el primer préstamo (desembolsado en fecha 19/1/95) el último no puede encontrar
justificación en la crisis que se relata en la demanda.
En el trabajo "¿Es posible anticipar problemas en una entidad financiera? Argentina 1994-1997", A. Anastasi; T.
Burdisso; E. Grubisic y S. Lencioni, octubre 1998, se expresa: "Se trata de determinar un sistema de
indicadores de alerta temprana que permita predecir las posibles fallas de las entidades minoritarias sobre la
base de lo ocurrido en el período 1994-1997..."; "una de las maneras más efectivas de ejercer la función de
supervisión es a través de las inspecciones 'in situ'. El contacto directo con el gerenciamiento puede brindar una
idea cabal de las políticas, estrategias y planes de una institución, y particularmente de sus controles internos"...
"ambas metodologías muestran que sólo un grupo reducido de indicadores financieros explican tanto la
probabilidad de default como el tiempo de vida de indicadores". De haberse aplicado lo que tal trabajo enseña,
se habría conocido con la debida antelación la situación de default del BID.
Es decir, el BCRA sabía o debía saber por la inspección que estaba llevando a cabo, la verdadera situación del
ex BID, ya que los funcionarios de aquél deben ser las personas más capacitadas del país en el tema.
Como he sostenido, dentro de los límites establecidos en la Carta Orgánica, destaco que el plazo de 45 días
según constancias de autos, no fue respetado. Es decir, al vencimiento de los redescuentos otorgados por los
primeros 30 días corridos, cancelarlos y renovarlas por otros 30 días, ahora bajo forma de adelantos. En ambos
casos, la restricción necesaria e imprescindible es el transcurso del plazo de 45 días para probar
prudentemente la capacidad de sostenimiento de un banco (solvencia del mismo).
"O sea que la entidad financiera debe superar la situación de iliquidez transitoria, para poder gozar de un nuevo
redescuento en otra ocasión...", "... el redescuento o adelanto en cuenta no es acumulativo ni puede acudirse a
ellos alternativamente, uno a continuación del otro...", "... queda así desterrada la posibilidad de que las
entidades en serias dificultades objetivamente insuperables puedan continuar operando ficticiamente, gracias a
los redescuentos continuados, abultando sus pasivos a la espera de su indefectible liquidación, tal como
sucedió en innumerables casos durante la década del 80..." (en tal sentido "BCRA Carta Orgánica", Eduardo A.
Barreira Delfino, ps. 116/117).
Si ello es así, dado que los redescuentos y/o adelantos debieron otorgarse (y efectivamente se otorgaron) por
un plazo único y uniforme de 30 días corridos, a partir del día 17 de febrero de 1995, y luego de ineludible y
necesario, se pudieran otorgar nuevas asistencias, incluso dentro -recién a partir de esa fecha- del muchas
veces aludido decreto de necesidad y urgencia 290/95.
Véase que el BCRA, no niega el incumplimiento de dicha espera, pero precisa que se encontraba liberado de su
acatamiento a partir de la reforma del dec. 290/95. A la luz de lo antes dicho, las diversas consideraciones
efectuadas, resultan inconsistentes, dado que la labor de la profesional definitivamente debía centrarse en la
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documentación que reflejó la totalidad de la operatoria, es decir, los resúmenes de cuenta que vincularon al
Ente Rector con la fallida ex BID. Es primordial entonces, analizar los hechos a nivel operativo, rechazando de
plano que tal enfoque pueda ser tildado de parcial, sin que ello signifique olvidar el contexto del sector financiero
al que se alude repetidamente.
El BCRA, otorgó las asistencias por períodos de 30 días, sin utilizar las facultades otorgadas por el dec. 290/95
(ampliatorias del plazo dispuesto en la ley 24.144). Y lo hizo, como queda dicho, sin cumplir el lapso de 45 días
de espera necesaria entre una y otra asistencia.
Además, la afirmación del BCRA de que el dec. 290/95 eliminó los límites del art. 17 "in fine", no resulta
acertada con la sanción y promulgación de la ley 25.562 (del 6/02/02). Esta introduce modificaciones al texto de
la Carta Orgánica de aquel y específicamente suprime -recién ahora- el límite de los 45 días, no puede así
caber dudas, que es ahora, cuando la voluntad expresa del legislador así lo indica, el momento en que cae
dicho limite, y no cuando lo afirma la hoy revisionista.
Por otra parte, asiste entonces razón a la actora, de que el BCRA ha actuado con abuso de derecho, al
prestarle sin ton ni son hasta el último día, y luego se suspende al Banco en la despreocupación de que los
dineros prestados tendrían la protección de un privilegio inatacable según lo dispone el art. 51 por acciones de
revocación e ineficacia.
Por último, puede entenderse que el Ente Rector apuntaba más a proteger al sistema financiero todo, que a los
intereses de los ahorristas del ex BID en forma particular. Así, logró salir del "efecto tequila", con reconocimiento
internacional incluso, según hace saber, pero dado su profesionalismo, la capacidad en la materia de sus
funcionarios le hacía saber de antemano que el ex BID terminaría como víctima de la emergencia y los
ahorristas se convertirían en "el pato de la boda".
Quinto: Asimismo, entiendo que se encuentra reconocida la existencia del daño alegado por el accionante.
En efecto, la cuantía de los perjuicios surgen de la imposición de los depósitos en la entidad liquidada
judicialmente, y la expedición por la misma de los certificados a plazo fijo, que fueron cobrados parcialmente por
el actor.
Como se dijo, está acreditado que la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Víctor Manuel III, de la ciudad de
Chañar Ladeado, Provincia de Santa Fe, era titular de los certificados de plazo fijo 76.615, 76.736, 154.421,
76.718, 154.420, y 170.293, por un total de pesos cuatrocientos veintinueve mil setecientos setenta y cinco con
32/100 (ver documental reservada en Secretaría). Ello, se encuentra corroborado en expte. 142/99 tramitado
por ante el Juzgado Civil y Comercial de la 2° Nominación de Venado Tuerto, conforme oficio 2972 del 09/06/99.
Véase que la propia Sindicatura del Banco B.I.D. es quien confirmó que las imputaciones han sido declaradas
admisibles dentro de la quiebra.
Sexto: Por último, entiendo que se encuentra acreditada la requerida relación de causalidad entre el hecho
ilícito y el daño producido a los actores.
En efecto, las renovaciones automáticas de redescuentos otorgadas por el B.C.R.A. al B.I.D. (sin cumplir con la
normativa vigente), el creciente endeudamiento del B.I.D. (provocado por una tardía resolución por parte del
B.C.R.A.), y la apariencia de solvencia que facilitó con las asistencias casi diarias, provocó en quienes
contrataron con el BID la fundada (en base a las apariencias provocadas por la accionada) convicción de
solvencia del banco, lo que operó como vicio de la voluntad en los ahorristas, al invertir, depositar o mantener
los depósitos.
Es decir que el BCRA siguió otorgando recursos al BID sin respetar los 45 días, y a pesar de que era ya
insolvente se le dio una vialidad que resultó engañosa para los ahorristas.
De las pruebas aportadas, surge claro que el B.I.D. dependía de dicha asistencia financiera. Ello significó que el
BID se encontraba en insolvencia careciendo de condiciones para mantenerse por sus propios medios.
El BCRA, conocía o debía necesariamente conocer -como ya he dicho- la capacidad de salida de la ex entidad,
al finalizar el plazo de 30 días, dejando transcurrir el plazo de 45 días luego de vencida la asistencia otorgada,
en lugar de inyectar sin solución de continuidad nuevos préstamos, corriendo el riesgo de no advertir la
diferencia entre iliquidez e insolvencia.
Séptimo: Por ello, debo concluir que se encuentran acreditados los extremos requeridos para la procedencia de
la acción. La conducta dañosa (negligencia en el uso del poder de policía, que trajo aparejado una apariencia
de solvencia del BID que llevó a los ahorristas a la convicción de que el BID era un banco en donde podía
depositar con "confianza" su ahorro), el daño (perjuicio en el ahorrista por la pérdida parcial de sus depósitos),
la relación de causalidad (contribuyó a la apariencia de solvencia del BID, que indujo a los ahorristas a confiar
sus depósitos a la entidad financiera en cuestión).
La responsabilidad del BCRA está correlacionada con las obligaciones a que están sometidos todos los actores
de este sistema, especialmente quienes tienen a su cargo el ejercicio del poder de policía, quien debe extremar
los recaudos de previsión, cuidado, prudencia, transparencia, vigilancia de las operaciones que se desarrollan
en el ámbito de su competencia; debiendo para ello contar con pericia y conocimiento del delicado ámbito en el
que despliegan su actividad.
El Banco Central de la República Argentina tiene a su cargo una actividad específica que afecta en forma
directa e inmediata todo el espectro de la política monetaria y crediticia en el que se hallan involucrados vastos
intereses económicos y sociales. Es por eso, que la diligencia que se pretende del referido órgano de control es
superior a la que se solicita a otra persona.
Es precisamente la peculiar naturaleza de la actividad cambiaria la que establece la necesidad de una mayor
exigencia al órgano de control. La diligencia exigible al BCRA no se agota en la habilitación de una entidad
financiera, sino que también le incumbe el estricto control de su desempeño y conducta, aún más si se tiene en
cuenta que le otorga la facultad de disponer de los ahorros de miles de ciudadanos (cosa indudablemente
peligrosa). En la especie la responsabilidad del BCRA surge evidente porque, hallándose perfectamente
anoticiado de las circunstancias del caso, se desentendió desaprensivamente de todo ello y se abstuvo de
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adoptar la más elemental medida de precaución con respecto a una entidad que manejaba un volumen de
depósitos que lo colocaba entre los bancos de mayor importancia del país.
En síntesis, el BCRA omitió adoptar las diligencias requeridas por la naturaleza de su obligación y las
circunstancias de personas, tiempo y lugar, es que debe responder (art. 512, Cód. Civil), y porque "cuando
mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que
resulte de las consecuencias posibles de los hechos" (art. 902, Cód. Civil)."
El cierre del Banco BID, aun cuando pueda sostenerse que es un hecho anormal no requiere por parte del
ahorrista que confió sus depósitos a un Banco de primera línea, una previsión extraordinaria y fuera de lo
común para evitar las consecuencias de ese suceso. Todo lo contrario; si se parte de la normal diligencia, de
tomar las medidas eficaces, bien se pueden suprimir los efectos perjudiciales de hecho extraordinario que se
podría esgrimir como eximente de responsabilidad.
En este caso, el BCRA estaba obligado al control de la solvencia y buen manejo del BID. Considero que el
conocimiento que el BCRA debió tener de las irregularidades en las que incurría el BID, y el obrar consecuente
que correspondía desplegar a fin de proteger los intereses de la comunidad en general, y del ahorrista en
particular, le impone la responsabilidad de cargar con los daños provocados por su obrar negligente.
El BCRA debe en todo momento vigilar o custodiar que el correcto comportamiento de las entidades financieras
(para ello, cuenta con mecanismos de control y de sanción).
Pues bien, la conducta desplegada por la demandada no es ni fue suficiente, ni temporánea. Se requería una
diligencia mayor, ya que mayor es el deber de obrar con prudencia y conocimiento de las cosas (art. 902, Cód.
Civil). El que tiene a su cargo el control de una actividad de las características de la que nos ocupa, debe
extremar sus diligencias, de modo de que el ahorrista que deposita sus ahorros, debe tener la plena seguridad
de que serán reintegrados sus depósitos.
En el caso en concreto, basta con apreciar las irregularidades descriptas en el considerando cuarto de este
pronunciamiento.
Lo expuesto precedentemente permite afirmar que quien se encuentra en mejores condiciones de advertir la
irregularidad en el obrar de los bancos es el ente de control (BCRA) y no el ahorrista, ya que este no cuenta con
datos o información suficiente y acabada, de modo de arribar a una conclusión más exacta. Custodiar o vigilar
la operatoria financiera demanda una mayor diligencia, que en el caso, no fue satisfecha por la demandada.
La circunstancia de encontrarse probado en autos la existencia de excesivas irregularidades, torna mucho más
riesgosa la operación de depósito bancarios. En cuanto las circunstancias del caso (préstamos y reembolsos)
generaron una apariencia de solvencia del BID que llevaron a la convicción (equivocada) del ahorrista de la
conveniencia de efectuar su depósito en el Banco liquidado.
Fue el propio BCRA -con competencia funcional en la materia- quien habilitó al banco en cuestión, y quien
(entre otras irregularidades) le brindó auxilio financiero en contradicción a lo establecido en el Carta Orgánica.
La demandada no tomó las precauciones que exigían las circunstancias del caso para que el ámbito referido
fuese seguro para los ahorristas. "En lo concerniente a la conducta de la demandada, existía un patrón de
comportamiento a observar que fue omitido (arts. 512 y 902 Cód. Civil; asimismo, ver "culpa in omitendo" del
Estado, en García de Enterría, Eduardo; Fernández, Tomás Ramón, "Curso de derecho administrativo", Editorial
Civitas, Madrid, segunda edición, 1990, t. II).
El real riesgo que todo depósito bancario conlleva (por el cual se cobra intereses), se puede decir que se vio
potenciado por las omisiones incurridas por el BCRA (señaladas en el considerando tercero), a punto tal, que
derivaron en el hecho que motivó este juicio.
La falta de una norma escrita que le imponga al BCRA la conducta concreta que debió observar, no es un
obstáculo para responsabilizarlo. Es imposible enunciar por anticipado y circunstanciadamente todas y cada
una de las acciones "debidas" o todas y cada una de las omisiones "indebidas" que sirvan de patrón a la
conducta negligente del demandado. Por ello, entiendo que los órganos del Estado están obligados a la
realización de todos aquellos actos que contribuyan al cumplimiento cabal de sus funciones aunque no estén
expresamente previstos en las normas que regulan sus competencias específicas (en este sentido entiende la
jurisprudencia más calificada).
Dado que compete al BCRA la autorización y posterior vigilancia de las entidades financieras, cabe atribuirle
responsabilidad por omisiones en el ejercicio del poder de policía, ya que la actuación pasiva complaciente por
parte de sus agentes configura una verdadera culpa, más grave, aún, por aplicación del art. 902 del Cód. Civil,
ya que no puede desconocerse que la seguridad de los depositantes descansa, en buena medida, en el cabal
cumplimiento de tales obligaciones.
Octavo: Todo ello, me lleva a la convicción de que ha mediado un obrar negligente del demandado,
concurriendo a perjudicar a la actora en un 50% del daño global sufrido y atendiendo al riesgo propio de las
operaciones de depósito bancario -operaciones que de por sí asumen un riesgo de pérdida de los depósitos-
(arts. 901, 902, 906, 1109, 1112, y concs. Cód. Civil).
No se aprecia ningún eximente de responsabilidad que atenúe la proporción del 50% en la que participó la
demandada en el suceso de autos.
El "quantum" indemnizatorio en supuestos como el que nos ocupa debe obtenerse a partir de criterios flexibles
que atiendan a las circunstancias propias de la situación.
Consecuentemente, debo hacer lugar a la demanda, y condenar al Banco Central de al República Argentina a
abonarle a la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Víctor Manuel III, en concepto de daño material, el 50% de
la suma de pesos que resulte conforme la siguiente manera: a) Desde el 17 de abril de 1995 hasta el
vencimiento de cada certificado de plazo fijo, los intereses bancarios pactados sobre el capital de cada uno,
sumados; b) Desde la fecha de vencimiento de cada certificado y hasta el 10 de diciembre de 1999, los
intereses equivalentes a la tasa pasiva del B.C.R.A. sobre el capital de cada uno, capitalizados; c) Sobre el
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saldo resultante al 10 de diciembre de 1999 y hasta el 20 de diciembre de 2002 los intereses equivalentes a la
tasa pasiva del B.C.R.A. sobre el capital de cada uno, capitalizados; d) Sobre el saldo resultante al 20 de
diciembre de 2002 y hasta el momento del efectivo pago los intereses equivalentes a la tasa pasiva del B.C.R.A.
sobre el capital de cada uno, capitalizados, con más el 15% sobre el total que arroje la planilla que deberá
practicar la actora, en concepto de daño moral.
Por ello, Resuelvo: Hacer lugar a la demanda interpuesta por Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Víctor
Manuel III, contra el Banco Central de la República Argentina, y consecuentemente condenar a ésta a abonarle
a la actora la suma que resulte de la aplicación del Considerando Octavo, por daños y perjuicios material y
moral, conforme los fundamentos vertidos en los Considerandos tercero, cuarto, quinto, sexto, y séptimo de
este pronunciamiento. Con costas.
La suma que arroje la planilla correspondiente, que deberá ser practicada por la actora, y aprobada
judicialmente que fuere, deberá hacerse efectiva dentro del quinto día de la notificación respectiva. Honorarios
oportunamente. - Pedro Alegre.

© La Ley S.A.

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