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Edición de Javier
Huerta Calvo. (Madrid, Cátedra, 2011).1
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Este texto pertenece a la presentación de la antología en la casa de los Panero, en Astorga, el 28 de
diciembre de 2012.
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como la relación excesivamente estrecha entre Rosales y Panero) no ayudó a mirar
hacia el poeta.
El problema fue que cuando uno (digo uno de mi generación) quería leer a estos
poetas, era imposible dar con ediciones recientes de sus obras. Mirar la bibliografía del
poeta Leopoldo Panero nos ilustra perfectamente. Después de la edición de sus Obras
completas en 2 volúmenes, que realizara su hijo Juan Luis para Editora Nacional
(1973), edición perseguida por mi generación en librerías de viejo, tendrá que llegar
1994 para encontrarnos con la reivindicativa antología Por donde van las águilas del
siempre polémico, a su pesar (según le oigo siempre decir), Andrés Trapiello. ¡Veintiún
años, si no cuento mal, sin ediciones de Panero!
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y el bien hacer al tratar lo más problemático de este poeta aún hoy: su figura humana.
Trata Javier Huerta Calvo con gran sutileza y capacidad de matiz los rebordes de una
personalidad compleja, difícil, dogmática a veces, y en ciertos asuntos siempre: en
suma, los elementos biográficos más conflictivos de Leopoldo Panero. Cuando de una
persona, en este caso además persona importante, poeta sobresaliente, se ha hecho un
dibujo biográfico de tonos muy subidos, burdos, unilaterales, y se ha asumido ese
dibujo socialmente, al menos por el mundo cultural español de cierto momento; lo fácil,
cuando de reivindicar a la persona se trata, lo fácil sería hacer una caricatura a la
inversa, por puro deseo de revancha, una revancha justiciera pero torpe. Una torpeza a
la que habría conducido la primera torpeza: torpeza sobre torpeza. Por la razón que
señala muy bien el adagio castellano, “Calumnia que algo queda”, es muy difícil la
reivindicación en un caso como el de Panero. Pero la capacidad de matiz, de poner las
cosas en su sitio, de aportar los oportunos materiales es una muy apreciable labor en el
estudio de Javier Huerta.
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Cuánto me gusta oír ahora ese acento tan austero, después del
predominio andaluz que hubo en mi generación; y no porque yo
crea que el andaluz es sólo jacarandoso, que ciertamente no lo creo,
a pesar de tantas «chuflillas». Pero como aprendiz sempiterno de
poeta, y como español, amo la variedad y nuestras vivificadoras dife-
rencias.
Después de leer tu libro comprendo la sorpresa penosa, y has-
ta indignada, que tuviste al leer aquellos versos de «La familia»; aun-
que me figuro que nacería no sólo de la lectura de dichos versos,
sino de algunos otros míos, que no deben ser pocos. Confío, sin
embargo, que con simpatía y amistad mutuas podamos soportar-
nos y aceptarnos unos a otros.
Con mucha pena me resigno a invernar otra vez en New
England, después de conocer ese maravilloso México, que se me
ha entrado en el corazón, y donde por primera vez, desde que salí
de España, no me he sentido extranjero. Deseo y espero volver allá
para Navidad.
Por uno de tus poemas me entero de que el hijo que esperabais
hace más de un año es, efectivamente, un hijo. Ni tú ni Felicidad
[Blanc ] me habéis dado noticias vuestras en todo ese tiempo.
Muchos recuerdos a Felicidad y a Juan Luis [Panero].
Tu amigo
Luis Cernuda
Volviendo a la antología que nos ocupa, cuando nos ponemos a leerla es como si
recorriéramos el río de los poemas de Panero, de su nacimiento a su muerte: del primer
poema que publicó en 1929 al último que dejó sobre su escritorio la noche antes de
morir, en agosto de 1962. Enmarcado este fluir entre el “Arte poética” y el “Epitafio”,
como prólogo y epílogo necesarios. Y sin olvidar los últimos poemas encontrados.
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A los lectores de poesía nos gusta enfrentarnos a los textos poéticos desnudos,
sin “moscas” (como dice un poeta amigo mío refiriéndose a la sobreabundancia de
numeritos volados, de notas filológicas, de que están plagadas las ediciones hoy en día).
Javier nos hace gracia, ¡filólogo como es!, de esa sobreabundancia, limitando las notas
al máximo y simplemente poniendo un comentario muy útil a pie de página para ayudar
a la comprensión y contextualización del poema.
Muchas gracias.
David Pujante
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