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PERSPECTIVA Y SOCIALIZACIÓN DE LA PAZ EN COLOMBIA, PARA EL

CAMBIO SOCIAL COMO HERRAMIENTA DE LA EDUCACIÓN

Resumen

El punto de partida es querer construir una Colombia con más y mejores


oportunidades para todos con una garantía hacia los derechos humanos, la
resolución pacífica de conflictos y que el reconocimiento de la diversidad y la
pluralidad se conviertan en los verdaderos pilares de nuestra sociedad. La
educación es, sin lugar a dudas, la herramienta más poderosa para cimentar en esta
sociedad, esa paz con equidad que tanto soñamos. La educación para la paz debe
surgir en el aula, en los escenarios de participación y en las familias para que todos
estemos en capacidad de resolver los conflictos sin violencia. Es por esto que la
formación para la ciudadanía debe ser una estrategia que aporte a la paz y
trascienda los espacios cotidianos en las diferentes comunidades y regiones del
territorio nacional. Por ello, el presente artículo proyecta una concientización para
formar ciudadanos respetuosos y transmitir, no solo en los establecimientos
educativos, si no en cada espacio de comunicación, la imperiosa necesidad de la
construcción de una paz estable y duradera, pues allí confluyen las historias y
vivencias más dolorosas de la guerra y los conflictos propios de las sociedades.

Palabras Claves: Educación, conflictos, sociedades, diversidad


1. Presentación

La evolución de la humanidad está llena de guerras y conflictos y realmente no se


puede explicar sin ellos. Muchas veces nuestra alternativa personal para resolver
un conflicto es la violencia y la imposición. Durante el proceso de la historia y en la
vida cotidiana vemos continuamente que cuando un poder o alguien se imponen a
otros mediante la fuerza, este poder está predispuesto a que se vuelva a perder por
el mismo sistema, por la fuerza. De esta forma se continúa dando ejemplo para
perpetuar el mismo mecanismo de resolución de conflictos, la fuerza, y se está
construyendo una sociedad violenta y en permanente amenaza, dando muchos
pasos hacia atrás en el progreso social, si no es que se destruye totalmente lo
conseguido hasta ese momento.

Parece que la definición de paz no tendrá que ver tan solo con que no haya guerra
lo cual sería una concepción muy frágil y un tanto negativa en cuanto que concebirla
solamente como la ausencia de guerra sería indicativo de una cultura de violencia.
La paz se define como “Algo más que la ausencia de guerra, de la misma forma que
en una guerra no puede haber nunca paz.” (Fisas, V. 1998)

Partiendo de esta premisa, caemos en cuenta que desde un primer momento en la


concepción de los conceptos estamos errando, creyendo y dando por sentado que
la paz es el silencio rotundo de la violencia armada. De esto se deduce que, la paz
no sólo implica la ausencia de violencia (física y de otros tipos) sino también incluye
las condiciones necesarias para que las personas y las sociedades puedan
desarrollarse armónicamente. En efecto, cualquier tipo de injusticia, aunque ésta no
genere actos de violencia física, puede considerarse como un atentado contra la
paz. “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz” (Paulo VI, 87). Para generar y
mantener el desarrollo es necesaria la participación continuada de actores e
instituciones del gobierno, desde la sociedad civil hasta el sector productivo. La paz
no debe ser solamente un objetivo de nuestros gobernantes, sino que se construye
todos los días, con la participación y decisión de cada uno de nosotros.
Son muchas las opciones para avanzar en un proceso donde conocernos bien en
todas las dimensiones nos permite proyectar nuestras más grandes fortalezas y
trabajar en nuestras debilidades. El solo hecho de tomar conciencia de estas nos
puede dar un mayor control sobre nuestras emociones, como el miedo o la rabia,
las cuales pueden destruir confianza e impedir la creación de puentes entre diversos
sectores. A través del trabajo interior se puede desarrollar confianza en uno mismo,
capacidad de escucha, empatía, intuición, entre otras habilidades clave para la
construcción de proyectos comunes desde la diferencia.

De acuerdo a lo anterior, las instituciones educativas tendrán que apropiarse de


Colombia de este momento histórico el cual la escuela no puede ser ajena o estar
al margen: debe ser un actor protagónico en el aporte a la paz, se necesitan también
de las propuestas de una escuela que esté en permanente reflexión y compromiso
con la trasformación real de la sociedad. La escuela no puede aplazar su
responsabilidad con el momento de paz que se abre para los colombianos y caminar
hacia su consolidación.

La pedagogía para la paz o catedra por la paz surge como proceso constante e
innovador, acogiendo esos distintos modelos y pedagogías, que permitan
reconstruir colectivamente la historia del país, desde la realidad propia de sus
actores. La educación debe posibilitar hechos reales y hacer de la esperanza una
práctica seria y concreta que logre la paz.

“El aprendizaje y profundización de la propia palabra, la palabra de aquellos que no


les es permitido expresarse, la palabra de los oprimidos que sólo a través de ella
pueden liberarse y enfrentar críticamente el proceso dialéctico de su experiencia”
(Freire, 67).

La educación para la paz no es una opción más sino una necesidad que toda
institución educativa debe asumir. Los principios para una convivencia pacífica entre
pueblos y grupos sociales se han convertido en un imperativo legal. Ahora se trata
de conseguir que el derecho formal de la paz se convierta en un derecho real.
Educar para la paz es una forma de educar en valores. La educación para la paz
lleva implícitos otros valores como: justicia, democracia, solidaridad, tolerancia,
convivencia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad... La
educación en valores es un factor importantísimo para conseguir la calidad que
propone nuestro sistema educativo.

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