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Para el propósito de nuestro estudio, nos enfocaremos en la frase: “el cantar salmos
con gracia en el corazón.” ¿La Asamblea de Westminster restringe la iglesia al uso
exclusivo de los salmos en la adoración pública? ¿Aquellas iglesias que practican el
cantico de himnos y canticos espirituales con melodía (o gracia) en sus corazones
(Efesios 5: 19, Colosenses 3: 16), de variedades inspiradas o no (por ejemplo,
Sublime Gracia, Santo, Santo, Santo), ¿junto con los salmos están violando la
Confesión y las Escrituras? Esta es la cuestión que está delante de nosotros.
Salmodia Exclusiva
Roland Ward, hablando sobre los puritanos ingleses, como los que escribieron la
Confesión de Fe de Westminster, dice: “todos los puritanos… favorecían el uso
metrificado de los salmos [en la adoración pública]… En esto tenían una clara medida de
concordancia con muchos anglicanos”.
La Replica
El Segundo Concilio de Tours (567 d.C., canon 23), y el Cuarto Concilio de Toledo
(633 d.C.) defendieron el uso de himnos no canónicos. La iglesia primitiva tuvo
escritores de himnos tales como en el siglo IV, Efrén de Siria, Gregorio Nazianzeno
y Ambrosio, que escribieron en siriaco, griego y latín respectivamente, y el siglo
VII se enorgulleció del escritor de himnos Caedmón.
Algunos Reformadores sostenían que los únicos canticos apropiados para usarse
en la adoración formal eran aquellos que se encontraban en las Escrituras, pero
ellos no adoptaron la salmodia exclusiva. Juan Calvino prefería el canto
congregacional de los salmos, sin acompañamiento musical, sin embargo, también
usó una versión metrificada de los diez mandamientos y de la Oración del Señor
en la adoración publica, junto con la repetición del Credo de los Apóstoles.
Con la llegada del siglo XVIII, la iglesia en general regresó al uso de los himnos
inspirados y no inspirados, junto con el Salterio. Escritores de himnos tales como
Benjamin Keach, Isaac Watts, John Newton y William Cowper fueron instrumentos
en este movimiento. Desde aquel tiempo, excepto una parte de la iglesia escocesa
(la iglesia Libre de Escocia), la mayoría de las iglesias Reformadas hacían lo
mismo.
Jonathan Edwards
Jonathan Edwards es el ejemplo de un puritano del siglo XVIII que, aunque apoya
completamente el uso del salterio, no se limitó a él en la adoración pública. En su
libro “Some Thoughts Concerning the Present Review of Religion in New England”,
escribió:
“Lejos de mi está el pensar que el libro de los salmos deba quitarse del culto
público; este debe ser usado siempre en la iglesia cristiana hasta el fin del
mundo. Sin embargo, no conozco ninguna obligación que nos restrinja
solamente a ellos. No he encontrado ningún mandamiento o regla en la
Palabra de Dios que limite las palabras de la Escritura más al canto que a la
oración; nos dirigimos a Dios en ambos casos. No encuentro ninguna guía
bíblica que nos diga que es mejor hablarle por medio de la alabanza, en
métrica, al sonido de la música, que dirigirnos a Dios en prosa, mediante
oración y suplica. Es necesario tener otros cantos además de los salmos de
David. Es muy extraño suponer que la iglesia cristiana deba, en tiempos de
mayor luz, permanecer eternamente restringida solo a las palabras del
Antiguo Testamento, cuando asuntos infinitamente mayores de alabanza a
Dios y al cordero –las más gloriosas particularidades del evangelio- sean
pronunciadas como por detrás de un velo y que el nombre de nuestro
glorioso Redentor nunca sea mencionado, solo vislumbrado por medio de
alguna figura oscura, oculto bajo el nombre de algún tipo. Y en lo
concerniente al uso de palabras de otras personas, no creadas por nosotros
mismos, es lo mismo que hacemos en todas nuestras oraciones públicas;
El Testimonio de la Escritura
El Dr. Coppes sostiene que los cantos encontrados en el libro de Apocalipsis (por
ejemplo, capítulos 4, 5, 7, 11) apoyan el uso además de los 150 Salmos en la
adoración formal. Después de todo, nosotros en la iglesia del Nuevo Testamento
ya tenemos, a través de nuestro mediador Jesucristo, entrada en la adoración
celestial (Hebreos 2: 12, 13; 9: 24; 10:1 9-22; 12: 22). El escribe: “El patrón bíblico
para el canto en la adoración es la fidelidad a lo que se ha revelado y no la
inspiración….Por lo tanto, el principio regulador no impide el uso de cantos no
inspirados en la adoración, ya sea público o privado”. Mientras que un himno no
inspirado sea bíblicamente correcto y apropiado para la adoración, debe ser
permitido en la adoración publica de Dios.
Hay más obstáculos bíblicos que la salmodia exclusiva debe superar. Primero,
parece que los diversos usos de “himnos” en el Nuevo Testamento, tales como
Colosenses 1: 15-18 y Filipenses 2: 6-11, nos dan la razón para usar tales cantos en
la adoración publica de Dios.
Tercero, para que su argumento sea válido, los defensores dela salmodia exclusiva
deben hacer distinción entre enseñanza, predicación, canto y lectura de la verdad
bíblica. En Efesios 5: 19 se nos manda a “hablar” (laleo) unos a otros, y en
Colosenses 3: 16 a “enseñar” (didasko) unos a otros “por medio de salmos, himnos y
canticos espirituales”. Sin embargo, Pablo también instruyó a Timoteo a “enseñar”
(didasko) (1 Timoteo 4: 11; 6: 2) y a “predicar” (kerusso) (2 Timoteo 4: 2) para su
congregación en la adoración pública. Ahora, ¿es razonable suponer que es
bíblicamente apropiado predicar las verdades que se encuentran en el Credo
Apostólico y no ser capaces de cantar o recitar las mismas verdades porque no se
encuentran en ningún lugar de los salmos? Esto está lejos de ser probable; de
hecho, es absurdo. La iglesia tiene toda justificación bíblica para formular himnos,
Cuarto, otra cuestión que debemos plantear ante los defensores de la salmodia
exclusiva es esta: ¿Qué es un salmo metrificado? ¿Cuán fiel deben ser los salmos
cantados con respecto a las Escrituras? Algunos de los salmos metrificados son, en
el mejor de los casos, paráfrasis aproximadas del texto hebreo. Los defensores de la
salmodia exclusiva no toleran tal negligencia en sus biblias. Cantar estos salmos
está muy lejos de cantar “Escritura Inspirada”. ¿El defensor de la salmodia
exclusiva viola el principio regulador cuando no canta los salmos en el lenguaje
exacto del hebreo?
Además, la Septuaginta también usa estas tres palabras en otros lugares además de
los Salmos. La palabra ode, por ejemplo, se encuentra en varios pasajes del Antiguo
Testamento (por ejemplo, Éxodo 15: 1; Deuteronomio 31: 19. 21, 22; 32: 44; Jueces 5:
12; 2 Samuel 22: 1; Habacuc 3: 1, 19). Isaías exhorta a los santos a cantar un nuevo
himno (humos) (42: 10). Y en el Nuevo Testamento leemos de odes siendo cantados
en Apocalipsis 5: 9; 14: 3; y 15: 3. Clark está en lo correcto cuando sostiene que el
argumento a partir de los títulos “es un soporte muy frágil para la salmodia
exclusiva”.
Finalmente, Juan Calvino, el príncipe de los exegetas, dice: “Estas [las tres palabras
bajo estudio] son comúnmente distinguidas de esta forma – que un salmo es aquel
cantico en el cual algún instrumento musical es usado además de la lengua; un
himno es propiamente un canto de alabanza, cantado simplemente con la voz o
no; mientras que una ode (cantos) contiene no solamente alabanzas, sino también
exhortaciones y otros asuntos. Él [Pablo] quería que los canticos de los cristianos,
sin embargo, fueran espirituales, no compuestos de frivolidades y asuntos sin
valor”. De nuevo, no hay indicación de que Pablo este siquiera aludiendo a la
salmodia exclusiva. La última sentencia de Calvino parece indicar una aceptación
de los canticos no inspirados, siempre y cuando ellos sean teológicamente
correctos.
Conclusión
El presente escritor está por mucho a favor del cantico de los salmos metrificados
en la adoración pública (como en la privada). La iglesia necesita volver a esta
práctica, como una parte del principio regulador. Es un rico privilegio, ofrecer
bendiciones espirituales, ser capaz de cantar canticos inspirados de Sion como se
encuentran en el Salterio. Si deseamos aprender como cantar y como orar, sería
bueno estudiar los Salmos. Gordon Clark está en lo correcto cuando dice que “un
himnario sin una buena proporción de los Salmos no es apropiado para un culto en
la iglesia”. Sin embargo, parece no haber justificación bíblica para eliminar el uso
de otros himnos y canticos, mientras ellos sean teológicamente correctos. No es no-
confesional actuar así. El testimonio de la historia de la iglesia está muy lejos de
convencernos de la salmodia exclusiva, y la evidencia bíblica de forma decisiva
apoya el uso de “himnos y canticos espirituales”, tanto inspirados como no
inspirados, junto con el cantico de los salmos.