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¿Salmodia Exclusiva?

Por W. Gary Crampton

El capítulo XXI de la Confesión de Fe de Westminster, “De la Adoración Religiosa y


del día de Reposo”, describe como debemos adorar a Dios: “El modo aceptable de
adorar al verdadero Dios es instituido por Él mismo, y está tan limitado por su voluntad
revelada, que no debe adorarse a Dios conforme a las imaginaciones e invenciones de los
hombres o a las sugerencias de Satanás, bajo ninguna representación visible o en ningún
otro modo no prescrito en las Santas Escrituras.” Esta regla de adoración se llama el
Principio Regulador. Este ha sido siempre el principio gobernador de la adoración
pública dentro de las Iglesias Reformadas.

¿Qué parte de la adoración, según la Asamblea de Westminster, son ordenadas y


aprobadas por Dios? En la sección 5 del capítulo XXI, ellos concluyeron que
juntamente con la oración (que es mencionado en las secciones 3, 4 y 6): “La lectura
de las Escrituras con temor reverencial, y la sólida predicación de la Palabra y el escuchar
conscientemente palabra, en obediencia a Dios, con entendimiento, fe y reverencia; el cantar
salmos con gracia en el corazón; y también la debida administración y la recepción digna
de los sacramentos instituidos por Cristo; todas estas cosas son parte de la adoración
religiosa ordinaria a Dios; y además, los juramentos religiosos, los votos, los ayunos
solemnes, y las acciones de gracias en ocasiones especiales, han de usarse, en sus tiempos
respectivos, de una manera santa y religiosa.”

Para el propósito de nuestro estudio, nos enfocaremos en la frase: “el cantar salmos
con gracia en el corazón.” ¿La Asamblea de Westminster restringe la iglesia al uso
exclusivo de los salmos en la adoración pública? ¿Aquellas iglesias que practican el
cantico de himnos y canticos espirituales con melodía (o gracia) en sus corazones
(Efesios 5: 19, Colosenses 3: 16), de variedades inspiradas o no (por ejemplo,
Sublime Gracia, Santo, Santo, Santo), ¿junto con los salmos están violando la
Confesión y las Escrituras? Esta es la cuestión que está delante de nosotros.

Salmodia Exclusiva

Los defensores de la salmodia exclusiva responden a esta cuestión de manera


afirmativa. Por ejemplo, G. I. Williamson, después de admitir que “no se puede
afirmar con certeza que el uso exclusivo de los salmos, en la adoración, haya sido universal
en las Iglesias Reformadas. Algunos, incluyendo la iglesia de Calvino en Ginebra, cantaban
por lo menos algunos otros canticos”, continua diciendo: “Este es un asunto [salmodia
exclusiva] que comencé a estudiar hace muchos años atrás, y a partir de mi búsqueda dos
cosas llamaron mi atención: (1) jamás encontré alguna prueba exegética que demuestre que
Dios haya querido que produjéramos nuestros propios himnos para cantarlos en el culto, en

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lugar de los salmos inspirados que él nos entregó…; (2) En segundo lugar, es simple hecho
histórico que el gran cambio, el de sustituir los himnos inspirados por los no inspirados, no
fue el resultado de nuevos descubrimientos en el contenido de la Escritura. No fue un
cambio producto de la exegesis cuidadosa (por lo menos esto no es cierto en algunos casos de
esta innovación en la historia de las Iglesias Reformadas conocidas por el escritor). No, el
cambio vino, antes, de una concesión a la demanda popular creciente – este fue un cambio
hecho para agradar a las personas”

Otro defensor de la salmodia exclusiva, Raymond P. Joseph, dice: “Espero que la


iglesia despierte de nuevo en cuanto a lo que el Señor le dio en sus Salmos; para que perciba
que Él dio el corazón de su teología práctica, de forma que el cantico congregacional regular
de los salmos fuese una reflexión semanal (y diaria) de cuán grande es nuestro Señor en su
majestad, gloria y santo juicio…. Podemos confiar nuestras almas con seguridad a la
Palabra infalible de Dios, una Palabra libre de las ataduras de las preferencias subjetivas y
de la visión limitada de los hombres. Cantemos los escritos de los hombres en otros lugares.
Pero adoremos a nuestros Dios con sus salmos”.

Roland Ward, hablando sobre los puritanos ingleses, como los que escribieron la
Confesión de Fe de Westminster, dice: “todos los puritanos… favorecían el uso
metrificado de los salmos [en la adoración pública]… En esto tenían una clara medida de
concordancia con muchos anglicanos”.

La Replica

¿Cómo debemos responder a comentarios como estos? En primer lugar, debe


declararse que, aunque la mayoría de los teólogos de la Asamblea de Westminster
fueron defensores de la salmodia exclusiva, no se sigue que alguien sea no-
confesional si elige no ser un defensor de la salmodia exclusiva. El capítulo XXI de
la Confesión no censura el uso de los himnos y canticos inspirados y no inspirados;
solamente hace referencia al “cantico de los salmos”.

Gordon H. Clark señala que la palabra “salmo” hacía referencia originalmente a


una canción tocada en un arpa. Por lo tanto, cuando dicha palabra es usada, no
necesariamente está haciendo referencia a los salmos inspirados de la Escritura.
Stephen Pribble concuerda con esto. En su libro A Defense of Hymn-Singing in
Worship, dice que la adoración religiosa debe incluir el “canto de salmos”, no “los
salmos”. La Confesión de Westminster usa aquí el término “salmos” en el sentido
general de la palabra, que, de acuerdo con el Oxford English Dictionary, significa
“cualquier música sagrada…cantada en la adoración religiosa”. Tal vez este sea el
por qué A. A. Hodge, comentando sobre esta sección de la confesión sugiere que
podemos resumir la declaración “cantar salmos” con la frase “cantico de
alabanza”.

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Un Poco de Historia de la Iglesia

Diversos investigadores dentro de la comunidad Reformada afirman que durante


todos los siglos de la historia de la iglesia, la salmodia exclusiva ha sido practicada,
pero eso no ha sido de manera uniforme. Por ejemplo, R. G. Rayburn escribe que
la forma más básica de adoración en la iglesia primitiva incluía, no solamente
la lectura y exposición de las Escrituras, oraciones y la administración
correcta de los sacramentos, sino también el uso de los salmos para el canto,
así como también el canto tanto de himnos inspirados como no inspirados.

H. M. Best y D. Huttar afirman que la iglesia primitiva de ninguna manera se


restringió al canto de los salmos, aunque la comunidad cristiana era muy
cuidadosa en lo concerniente a la adoración publica. La exhortación de Pablo
a los Efesios (5: 19) y Colosenses (3: 16) para cantar “salmos, himnos y
canticos espirituales” fue entendido como que significaba que la iglesia debía
adorar a Dios Triuno por medio de canticos de alabanza inspirados y no
inspirados. Estos dos pasajes no tienen la intención de restringir a la iglesia a
la “salmodia exclusiva”

El historiador cristiano C. Greg Singer confirma aún más esto. En su “Lectures on


Church History”, Singer sostiene que la salmodia exclusiva nunca fue la opinión
mayoritaria dentro de la cristiandad hasta el tiempo de los puritanos, es decir, el
siglo XVI. En la iglesia pos-apostólica, el salterio fue usado en la adoración pública,
junto con otros “himnos y canticos espirituales”. Los Cánones de Laodicea (360
d.C., canon 59) prohibían el cantico de himnos no inspirados en el culto de
adoración, pero no imponía el uso exclusivo de Salmos. El Concilio de Calcedonia
(451 d.C.) hizo lo mismo, así como el Segundo Concilio de Braga (Aprox. 563 d.C.,
canon 12). Ninguno de estos documentos declaró como ilegal el canto de himnos
inspirados y canticos espirituales además a los salmos.

El Segundo Concilio de Tours (567 d.C., canon 23), y el Cuarto Concilio de Toledo
(633 d.C.) defendieron el uso de himnos no canónicos. La iglesia primitiva tuvo
escritores de himnos tales como en el siglo IV, Efrén de Siria, Gregorio Nazianzeno
y Ambrosio, que escribieron en siriaco, griego y latín respectivamente, y el siglo
VII se enorgulleció del escritor de himnos Caedmón.

Algunos Reformadores sostenían que los únicos canticos apropiados para usarse
en la adoración formal eran aquellos que se encontraban en las Escrituras, pero
ellos no adoptaron la salmodia exclusiva. Juan Calvino prefería el canto
congregacional de los salmos, sin acompañamiento musical, sin embargo, también
usó una versión metrificada de los diez mandamientos y de la Oración del Señor
en la adoración publica, junto con la repetición del Credo de los Apóstoles.

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La Asamblea de Westminster promovió una traducción metrificada de los 150
salmos. Los Puritanos americanos también prepararon una versión metrificada del
salterio para usarse en la adoración pública. Leland Ryken concuerda con Singer
en que la mayoría entre los teólogos puritanos eran defensores de la salmodia
exclusiva. Digno de atención, sin embargo, es el hecho de que el Credo de los
Apóstoles era recitado frecuentemente en los servicios de adoración puritana, un
acto que la mayoría de los defensores de la salmodia exclusiva considerarían una
violación al principio regulador. Sin embargo, escritores puritanos, tales como Juan
Bunyan, compusieron himnos que pudieron haber sido usados ocasionalmente en
la adoración pública.

Con la llegada del siglo XVIII, la iglesia en general regresó al uso de los himnos
inspirados y no inspirados, junto con el Salterio. Escritores de himnos tales como
Benjamin Keach, Isaac Watts, John Newton y William Cowper fueron instrumentos
en este movimiento. Desde aquel tiempo, excepto una parte de la iglesia escocesa
(la iglesia Libre de Escocia), la mayoría de las iglesias Reformadas hacían lo
mismo.

Jonathan Edwards

Jonathan Edwards es el ejemplo de un puritano del siglo XVIII que, aunque apoya
completamente el uso del salterio, no se limitó a él en la adoración pública. En su
libro “Some Thoughts Concerning the Present Review of Religion in New England”,
escribió:

“Lejos de mi está el pensar que el libro de los salmos deba quitarse del culto
público; este debe ser usado siempre en la iglesia cristiana hasta el fin del
mundo. Sin embargo, no conozco ninguna obligación que nos restrinja
solamente a ellos. No he encontrado ningún mandamiento o regla en la
Palabra de Dios que limite las palabras de la Escritura más al canto que a la
oración; nos dirigimos a Dios en ambos casos. No encuentro ninguna guía
bíblica que nos diga que es mejor hablarle por medio de la alabanza, en
métrica, al sonido de la música, que dirigirnos a Dios en prosa, mediante
oración y suplica. Es necesario tener otros cantos además de los salmos de
David. Es muy extraño suponer que la iglesia cristiana deba, en tiempos de
mayor luz, permanecer eternamente restringida solo a las palabras del
Antiguo Testamento, cuando asuntos infinitamente mayores de alabanza a
Dios y al cordero –las más gloriosas particularidades del evangelio- sean
pronunciadas como por detrás de un velo y que el nombre de nuestro
glorioso Redentor nunca sea mencionado, solo vislumbrado por medio de
alguna figura oscura, oculto bajo el nombre de algún tipo. Y en lo
concerniente al uso de palabras de otras personas, no creadas por nosotros
mismos, es lo mismo que hacemos en todas nuestras oraciones públicas;

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toda la asamblea de adoradores, excepto uno, repite las palabras
pronunciadas por aquel que habla en nombre de los demás.”

El Testimonio de la Escritura

El testimonio de la historia de la iglesia, ciertamente, no es el patrón para


determinar tales cuestiones. Solo la Escritura es nuestro patrón. Es aquí que el
presente escritor no encuentra ningún apoyo para el uso exclusivo de los salmos en
la adoración pública.

Leonard Coppes, en su ensayo no publicado, “Exclusive Psalmody and Progressive


Revelation – A Response”, argumenta que los diversos canticos que existían en Israel
del Antiguo Testamento, antes de la formación del Salterio, contribuye contra la
salmodia exclusiva. El argumenta que otros canticos eran obviamente usados en la
adoración a Dios por los judíos. Por ejemplo, en Éxodo 15 tenemos el cantico de
Moisés (versículos 1-18), que es repetido en la adoración celestial (compare
Apocalipsis 15: 3), y el cantico de Maria (versículos 20, 21). En Jueces 5, tenemos el
cantico de Débora (vea también Números 10: 35, 36; 21: 17, 18). Hasta el salmista
inspirado (Salmo 119: 54) habla de los estatutos mosaicos, no solamente el Salterio,
como sus canticos.

El Dr. Coppes sostiene que los cantos encontrados en el libro de Apocalipsis (por
ejemplo, capítulos 4, 5, 7, 11) apoyan el uso además de los 150 Salmos en la
adoración formal. Después de todo, nosotros en la iglesia del Nuevo Testamento
ya tenemos, a través de nuestro mediador Jesucristo, entrada en la adoración
celestial (Hebreos 2: 12, 13; 9: 24; 10:1 9-22; 12: 22). El escribe: “El patrón bíblico
para el canto en la adoración es la fidelidad a lo que se ha revelado y no la
inspiración….Por lo tanto, el principio regulador no impide el uso de cantos no
inspirados en la adoración, ya sea público o privado”. Mientras que un himno no
inspirado sea bíblicamente correcto y apropiado para la adoración, debe ser
permitido en la adoración publica de Dios.

Hay más obstáculos bíblicos que la salmodia exclusiva debe superar. Primero,
parece que los diversos usos de “himnos” en el Nuevo Testamento, tales como
Colosenses 1: 15-18 y Filipenses 2: 6-11, nos dan la razón para usar tales cantos en
la adoración publica de Dios.

Segundo, en el himno de Filipenses 2: 6-11, la iglesia del primer siglo tomó


propiamente el santísimo nombre de Jesús y lo incorporó en un “cantico
espiritual” (versículos del 9-11). Este es un himno de alabanza al Señor Jesús, que,
como el divino kyrios, es el cumplimiento de los Salmos de entronización de
Yahweh (93, 97 y 99). La iglesia alegremente confiesa en el cantico que “Jesucristo
es Señor” (kyrios). Como Jonathan Edwards señaló, un defensor de la salmodia

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exclusiva nunca puede tomar el nombre del Salvador en sus labios en el canto
público, pues el nombre de “Jesús” no se encuentra en el Salterio.

Algunos defensores de la salmodia exclusiva sostienen que ellos toman el nombre


de Jesús en sus labios cuando cantan el nombre de Jehová (encontrado unas 13
veces en el Salterio escocés). Pero ese es un razonamiento falaz. Cantar el nombre
de Jehová no es lo mismo que cantar el nombre de Jesús. El nombre Iesous (Jesús)
es una trasliteración del hebreo Yehoshua (Josué), que significa “Jehová es
salvación”. Así, si alguien pronuncia el nombre de Jesús, es plausible argumentar
que la persona quiso decir Jehová por implicación. Pero Jehová no significa ni
Josué ni Jesús. El argumento de los defensores de la salmodia exclusiva es
negligente. Para que su argumento por lo menos parezca plausible, Jehová tendría
que significar Jesús o Josué. Este no significa ninguno de los dos. El nombre Josué
(Iesous en la septuaginta) no se encuentra en ninguna parte del salterio.

Además, los defensores de la salmodia exclusiva no pueden apelar a significados e


implicaciones. Cuando ellos abogan por la salmodia exclusiva y se oponen al uso
de himnos no inspirados, aunque ellos estén teológicamente correctos (asumamos
esto por ahora), se limitan a las palabras exactas de los salmos. Si los significados
son aceptables, ellos no pueden objetar consistentemente los himnos bíblicamente
correctos, pero no inspirados.

También, Jehová no es el nombre de la segunda persona de la Deidad; es también


el nombre del Padre y del Espíritu Santo. Todas las personas son propiamente
adoradas cuando el nombre de Jehová es cantado. Pero según el Nuevo
Testamento, es solo el Hijo encarnado quien lleva el nombre de Jesús. Es Él “quien
salva a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1: 21). Es ese nombre que tomamos en
nuestros labios cuando cantamos sobre nuestro salvador. Solo el compró a su
pueblo con su sangre. El uso exclusivo de los salmos nos impide cantar alabanzas
de Jesucristo en la adoración.

Tercero, para que su argumento sea válido, los defensores dela salmodia exclusiva
deben hacer distinción entre enseñanza, predicación, canto y lectura de la verdad
bíblica. En Efesios 5: 19 se nos manda a “hablar” (laleo) unos a otros, y en
Colosenses 3: 16 a “enseñar” (didasko) unos a otros “por medio de salmos, himnos y
canticos espirituales”. Sin embargo, Pablo también instruyó a Timoteo a “enseñar”
(didasko) (1 Timoteo 4: 11; 6: 2) y a “predicar” (kerusso) (2 Timoteo 4: 2) para su
congregación en la adoración pública. Ahora, ¿es razonable suponer que es
bíblicamente apropiado predicar las verdades que se encuentran en el Credo
Apostólico y no ser capaces de cantar o recitar las mismas verdades porque no se
encuentran en ningún lugar de los salmos? Esto está lejos de ser probable; de
hecho, es absurdo. La iglesia tiene toda justificación bíblica para formular himnos,

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canticos, credos, etc, basados en las Escrituras, e incorporarlos en la adoración
pública de Dios como un medio para alabarle y para enseñarnos unos a otros.

Cuarto, otra cuestión que debemos plantear ante los defensores de la salmodia
exclusiva es esta: ¿Qué es un salmo metrificado? ¿Cuán fiel deben ser los salmos
cantados con respecto a las Escrituras? Algunos de los salmos metrificados son, en
el mejor de los casos, paráfrasis aproximadas del texto hebreo. Los defensores de la
salmodia exclusiva no toleran tal negligencia en sus biblias. Cantar estos salmos
está muy lejos de cantar “Escritura Inspirada”. ¿El defensor de la salmodia
exclusiva viola el principio regulador cuando no canta los salmos en el lenguaje
exacto del hebreo?

Quinto, Efesios 5: 19 y Colosenses 3: 16 soportan fuertemente, no solo el uso de los


salmos, sino también el uso de himnos y cantos, basados en la Biblia, en la
adoración pública, así como privada. Los defensores de la salmodia exclusiva
defenderán que estos versículos se refieren exclusivamente al salterio. Esto es, ellos
observan correctamente que la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo,
la Septuaginta (LXX), usa las tres palabras como títulos en su versión del salterio.
La palabra salmo (psalmos) se encuentra 67 veces, himno (humos) ocurre 13 veces, y
cantico (ode) se encuentra 36 veces. En el salmo 76, aparecen las tres. Como Gordon
Clark señala, sin embargo, “estos tres títulos parecen ser inserciones en la
Septuaginta sin evidencia en el hebreo”. Pero, aunque el argumento de Clark no
fuese verdadero, mantener que, porque estos tres términos se utilizan en la versión
griega del Salterio, Pablo está restringiendo a la iglesia a la salmodia exclusiva en
la adoración publica es claramente un caso de falacia lógica.

Además, la Septuaginta también usa estas tres palabras en otros lugares además de
los Salmos. La palabra ode, por ejemplo, se encuentra en varios pasajes del Antiguo
Testamento (por ejemplo, Éxodo 15: 1; Deuteronomio 31: 19. 21, 22; 32: 44; Jueces 5:
12; 2 Samuel 22: 1; Habacuc 3: 1, 19). Isaías exhorta a los santos a cantar un nuevo
himno (humos) (42: 10). Y en el Nuevo Testamento leemos de odes siendo cantados
en Apocalipsis 5: 9; 14: 3; y 15: 3. Clark está en lo correcto cuando sostiene que el
argumento a partir de los títulos “es un soporte muy frágil para la salmodia
exclusiva”.

William Hendriksen, en su New Testament Commentary: Galatians and


Ephesians, comentando sobre Efesios 5: 19, escribe: “El termino salmos con toda
probabilidad se refiere, al menos principalmente, al salterio del antiguo
Testamento; himnos, principalmente a los cantos de alabanza a Dios y a Cristo en
el Nuevo Testamento…y finalmente, canticos espirituales, principalmente a la
lírica sagrada, tratando temas no relacionados directamente con la alabanza a Dios
o a Cristo. Puede haber, sin embargo, cierto alcance o aumento en el significado de

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estos tres términos según su uso aquí, por Pablo”. Hendriksen no encuentra ni
siquiera una pista de que Pablo este hablando solamente del uso del Salterio.

F. F. Bruce, en su New International Commentary on the New Testament: The Epistles to


the Colossians, to Philemon, and the Ephesians, dice, con respecto al uso paulino de
salmos, himnos y canticos espirituales en Colosenses 3: 16: “Es improbable que
cualquier división severamente delimitada sea intencionada, aunque los ´salmos´
puedan ser extraídos del Salterio del Antiguo Testamento (que proporcionó un
vehículo principal [N. B.; mas no “el único”, WGC] para la alabanza desde los
tiempos primitivos), los ´himnos´ pueden ser cantos cristianos, algunos de los
cuales son producidos, en todo o en parte, en el texto del Nuevo Testamento, y
´canticos espirituales´ pueden ser palabras espontaneas cantadas ´en el Espíritu´
proclamando aspiraciones santas”. Además, en una nota al pie de página con
respecto a Colosenses 3: 16, Bruce afirma que, “es improbable que psalmoi [salmos],
humoi [hino] y odai pneumatikai [canticos espirituales] deban ser limitados a los tres
tipos de composición especificadas en los títulos hebreos del salterio del Antiguo
Testamento”

Finalmente, Juan Calvino, el príncipe de los exegetas, dice: “Estas [las tres palabras
bajo estudio] son comúnmente distinguidas de esta forma – que un salmo es aquel
cantico en el cual algún instrumento musical es usado además de la lengua; un
himno es propiamente un canto de alabanza, cantado simplemente con la voz o
no; mientras que una ode (cantos) contiene no solamente alabanzas, sino también
exhortaciones y otros asuntos. Él [Pablo] quería que los canticos de los cristianos,
sin embargo, fueran espirituales, no compuestos de frivolidades y asuntos sin
valor”. De nuevo, no hay indicación de que Pablo este siquiera aludiendo a la
salmodia exclusiva. La última sentencia de Calvino parece indicar una aceptación
de los canticos no inspirados, siempre y cuando ellos sean teológicamente
correctos.

Algunos defensores de la salmodia exclusiva argumentan que los tres sustantivos


encontrados en Efesios 5: 19 –salmos, himnos y canticos- están en la “misma
categoría gramatical”, unidos por la conjunción “e” (kai). Así que, dicen estos
exegetas, “himnos” y “canticos” deben ser considerados como iguales a los
“salmos”. Por lo tanto, si los salmos son Escritura, así también lo son los himnos y
los canticos. Usos similares de kai se pueden encontrar en Mateo 28: 19 y 2
Corintios 13: 14, donde las tres personas de la Trinidad se describen en la “misma
categoría gramatical”.

Esto, ciertamente, es una interpretación posible. Sin embargo, simplemente porque


kai sea usado de esta manera en Mateo 28: 19 y en 2 Corintios 13: 14 no significa
que ese sea el uso paulino en Efesios 5: 19. De hecho, en Colosenses 3: 16, el único
otro versículo del Nuevo Testamento donde Pablo usa estos tres pronombres

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juntos, la conjunción kai no se usa con respecto a los salmos, himnos y canticos.
Hendriksen, Bruce y Calvino no ven ninguna “categorización”. Además, este
argumento puede igualmente llevar a la conclusión de que Pablo no quería decir
salmos inspirados. Lo que los pone en términos iguales.

Algunos de los mismos exegetas reclaman que el adjetivo “espiritual”


(neumatikais), como se usa en Efesios 5: 19, modifica todos los tres sustantivos. El
versículo seria leído así: “en salmos e himnos y canticos espirituales”. No solo,
ellos dicen, son los salmos “soplados por Dios” sino también los himnos y los
canticos; estos también son Escritura (De hecho, dado que pneumatikais es
femenino, modifica a odai, que también es femenino; tanto psalmois como himnois
son masculinos). Si alguien sigue esta teoría de los defensores de la salmodia
exclusiva, la sintaxis del versículo requeriría que los salmos e himnos fuesen tipos
específicos de “odes espirituales”. Esto es altamente improbable. Estudiosos del
Nuevo Testamento como Hendriksen, Bruce, Calvino y Lenski sostienen (con los
traductores de las versiones de la Biblia KJV, NKJV, NASV, NVI y RSV) que la
lectura más natural del versículo es que “espirituales” modifica solamente el
sustantivo canticos (odais). La prueba obligada aquí está con aquellos que adoptan
la salmodia exclusiva; deben mostrar concluyentemente que en el uso de estos tres
términos Pablo está limitando a la iglesia al uso del salterio en la adoración formal.
Si esto no puede hacerse, entonces Efesios 5: 19 y Colosenses 3: 16 permanecen
como una refutación contra la salmodia exclusiva. Yo creo que la carga exegética
de ellos es demasiado grande para ser soportada. La evidencia en el mejor de los
casos, es “frágil”.

Conclusión

El presente escritor está por mucho a favor del cantico de los salmos metrificados
en la adoración pública (como en la privada). La iglesia necesita volver a esta
práctica, como una parte del principio regulador. Es un rico privilegio, ofrecer
bendiciones espirituales, ser capaz de cantar canticos inspirados de Sion como se
encuentran en el Salterio. Si deseamos aprender como cantar y como orar, sería
bueno estudiar los Salmos. Gordon Clark está en lo correcto cuando dice que “un
himnario sin una buena proporción de los Salmos no es apropiado para un culto en
la iglesia”. Sin embargo, parece no haber justificación bíblica para eliminar el uso
de otros himnos y canticos, mientras ellos sean teológicamente correctos. No es no-
confesional actuar así. El testimonio de la historia de la iglesia está muy lejos de
convencernos de la salmodia exclusiva, y la evidencia bíblica de forma decisiva
apoya el uso de “himnos y canticos espirituales”, tanto inspirados como no
inspirados, junto con el cantico de los salmos.

Traducción: AI. Lenin MDS


Fuente: http://www.monergismo.net.br

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